Publicado

2009-10-01

Humanos salvajes y monos altruistas. Reflexiones sobre Darwin

Autores/as

  • Jorge Martinez Contreras Departamento de Filosofía Universidad Autónoma Metropolitana

RESUMEN

 

Darwin propuso en 1871 que preferiría descender de un mono que de los “salvajes”. El mono es un babuino hamadryas que, en un relato de Brehm, salva a un infante de una jauría. Los “salvajes” son los fueguinos a los que visitó en los años 1830. ¿Por qué Darwin fue tan buen observador del comportamiento animal y por qué no dudo discernir en qué consistía la sociedad de cazadores-recolectores de los cuatro grupos de Tierra del Fuego?. Esto es lo que tratamos de dilucidar en este trabajo.

 

Palabras clave: Darwin, fueguinos, hamadryas, altruismo, egoísmo.

PROBLEMAS ALTRUISTAS DARWINIANOS

Darwinian Altruistic Issues

JORGE MARTÍNEZ-CONTRERAS1, Ph. D. 1Departamento de Filosofía, Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, México. pascalo696@me.com

Presentado 28 de septiembre de 2009, aceptado 27 de octubre de 2009, correcciones 29 de abril de 2010.


RESUMEN

Darwin propuso en 1871 que preferiría descender de un mono que de los -salvajes-. El mono es un babuino Papio hamadryas que, en un relato de Brehm, salva a un infante de una jauría. Los -salvajes- son los fueguinos a los que visitó en el año 1833. ¿Por qué Darwin, a pesar de haber sido tan buen observador del comportamiento animal, no pudo discernir en qué consistía la sociedad de cazadores-recolectores de los cuatro grupos humanos de Tierra del Fuego? Esto es lo que tratamos de dilucidar en este trabajo.

Palabras clave: Darwin, fueguinos, hamadryas, altruismo, egoísmo.


ABSTRACT

In 1871 Darwin mentioned that he would rather descent from a monkey than from -savages-. The monkey in question was a Papio hamadryas baboon that, in Brehm’s account, saves an infant from a pack of dogs. The -savages- were the now disappeared Fuegians, whom he visited in the Beagle’s voyage, in 1833. Why Darwin through he was a very good observer of animal behavior could not discern the social characteristics of the four hunter-gatherer human societies he knew in Tierra del Fuego? Our aim in this work is to try to elucidate this dilemma.

Key words: Darwin, fuegians, hamadryas, altruism, egoism.


Durante su visita a Tierra del Fuego, el joven Darwin expresa intuiciones en relación con el lugar de los humanos dentro de sus propias culturas (salvajes vs. civilizados), intuiciones que se mantienen intactas cuando el Darwin maduro sitúa también a los humanos en relación con los monos, en especial hablando de lo que hoy llamamos altruismo.

Como sabemos, durante el largo viaje de cinco años a bordo del Beagle, Darwin tuvo la oportunidad de entrar en contacto con sociedades de cazadores-recolectores –hoy desaparecidas–, los fueguinos, cosa que prácticamente ningún naturalista, antes de él, había tenido la ocasión de experimentar. En efecto, en el verano austral de 1833, el Beagle recorre nuevamente la Tierra del Fuego (Fig. 1). Este viaje, que tanta importancia tuvo para el desarrollo de la teoría de la evolución, tenía como antecedente fundamental la necesidad de -devolver- a tres fueguinos sobrevivientes de los cuatro que el joven capitán Fitzroy capturara unos años antes, como castigo porque le habían robado una barca ballenera. A bordo de ese barco iba también el pintor holandés Martens, quien dejara extraordinarias acuarelas que nos permiten ahora comparar la situación en 1833 con la de 1892, fecha de un viaje científico francés al Cabo de Hornos (Hyades, 1891).

Es interesante destacar ahora que el sentir muy personal expresado por Darwin, 40 años después de esta visita, al final de The Descent of Man, and Selection in Relation to Sex (Darwin, 1871) libro donde nuestro naturalista reflexiona entre otras cosas sobre las diferentes culturas humanas conocidas –recordemos que los homínidos eran entonces ignorados como tales, a pesar del descubrimiento del cráneo del hombre de Neandertal, en 1857– al señalar una preferencia hacia los babuinos o papiones frente a los fueguinos, como sus posibles ancestros:

For my own part I would as soon be descended (...) from that old baboon, who, descending from the mountains, carried away in triumph his young comrade from a crowd of astonished dogs — as from a savage who delights to torture his enemies, offers up bloody sacrifices, practices infanticide without remorse, treats his wives like slaves, knows no decency, and is haunted by the grossest superstitions [1871: 404-405] (énfasis nuestro).

Decimos que esta provocativa afirmación es muy personal puesto que desde un punto de vista científico, el Darwin de 24 años decía sobre los fueguinos: -así eran nuestros ancestros-. El hombre que escribe esto casi cuarenta años después, es ya un naturalista conocido y de gran prestigio. Como sabemos, también se le atribuía a Darwin el haber afirmado que descendíamos de los monos, cosa por demás incorrecta pues en todo caso él pensaba que teníamos un ancestro común, es decir que éramos, a lo más, primos. Había entonces también algo de provocación e ironía en este párrafo. Pero, como lo señalaremos más adelante, el inglés había quedado fuertemente impactado por la lectura de la obra de divulgación de un ornitólogo y colector de animales alemán, Alfred Brehm. Por otro lado, las condiciones de vida de los fueguinos le habían provocado más compasión que admiración y su comportamiento más rechazo que empatía.

Por este motivo queremos preguntarnos ¿qué era lo que realmente sabían los ingleses sobre los ya desaparecidos fueguinos?; ¿cuál era el recuento original de Brehm sobre el valiente babuino que salva a un pequeño de una jauría? y ¿cuáles pudieran ser los significados biológicos y morales de esta elección darwiniana?

En efecto, 150 años después de la polémica aparición de El origen de las especies y 120 de The Descent of Man, tanto la primatología como la antropología social y biológica han hecho enormes progresos, adquiriendo un amplio conocimiento en relación con el comportamiento de las miles de culturas humanas y de los cientos de especies de otros primates. En relación, con cuál pudiera haber sido el conocimiento de los europeos sobre estos dos grandes grupos de organismos, los humanos y los monos y simios, pensamos, en primer lugar, que el párrafo de Darwin, citado más arriba, refleja una síntesis de sus pensamientos en relación con los humanos en el mundo vivo, así como su posible progreso moral. Como dijimos, el inglés expresa un deseo, no un hecho. Darwin nunca dice que descendemos de los actuales primates. Más bien, que probable-mente descendemos de formas ancestrales similares. Por otro lado, esta frase proviene de la comparación del babuino Papio hamadryas, considerado un ser instintivo en su comportamiento con una cultura humana con poca instrucción, cultura que, como todas las humanas, supuestamente se regiría más por la razón que por el instinto.

Los ingleses no sabían, a pesar de haber capturado a cuatro fueguinos y haber recorrido la zona varias veces, que se encontraban frente a cuatro culturas física y lingüísticamente diferentes entre sí, todas ellas de cazadores-recolectores. Existían entonces los humanos de las barcas, los alakalufs en la zona oeste de la Tierra del Fuego y los yaganes en el este (Fig. 1). En cuanto a los hombres de tierra, estaban los selk-nam, mejor conocidos como onas, en casi toda la Tierra Grande de Tierra del Fuego, así como los haush, que habían sido replegados por los primeros hacía las marismas y tierras poco interesantes de la punta sur de dicha isla (Fig. 2). Como dijimos, el Beagle regresaba a sus tierras de origen a tres de los cuatro sobrevivientes fueguinos capturados años antes. Sobre éstos, Anne Chapman, 1982, piensa que dos eran de la cultura alakaluf y que el más conocido de ellos, Jeremy Button, era yagán. En efecto, Jeremy Button acompañado de un sacerdote evangelista y de una serie de instrumentos modernos, quisieron transformar y civilizar a la vez a la cultura yagán introduciendo la agricultura entre pescadores. Como era de esperarse este intento fue un rotundo fracaso solo debido a la incompetencia eurocéntrica de los navegantes ingleses. Los detalles de este intento son motivo de otro trabajo.

En todo caso Darwin pudo hablar y observar tanto a los fueguinos -civilizados- y -vestidos a la inglesa- que traía el barco sino a los mismos habitantes de la zona. Los primeros que fueron vistos, fueron probablemente haush, puesto que se encontraban en la punta sur de Tierra Grande. Al verlos, Jeremy pidió inmediatamente que se les disparara puesto que eran malos. En efecto, selk-nam y haush eran grandes enemigos de los yaganes. Éstos los llamaban onas y es así como este nombre quedó registrado. Sin embargo, hasta donde hemos podido, ver la mayoría de los encuentros e intercambios que tuvieron lugar con los aborígenes fueron con los yaganes. Éstos estaban divididos en comunidades o tribus, de tal suerte que había siempre tensiones territoriales en el interior de la misma cultura. No obstante, la total ausencia de una información antropológica impidió que Darwin o a Fitzroy, quienes escribieron memorias ad hoc, pudieran percatarse de estas diferencias. (Fig. 3; Fig. 4).

En todo caso, los fueguinos fueron importantes sujetos de estudio por dos razones: por un lado, pudieron haber sido de los seres humanos más primitivos de la tierra (ahora sabemos que eso no es cierto); por el otro, eran sin duda un conjunto de culturas humanas que lograban sobrevivir en uno de los lugares menos hospitalarios del planeta. Es así como relata su recuerdo de esta primera visión de los fueguinos, de los haush:

The astonishment which I felt on first seeing a party of Fuegians on a wild and broken shore will never be forgotten by me, for the reflection at once rushed into my mind—such were our ancestors. [Darwin, 1871: 404].

Podemos estar de acuerdo con Darwin sobre sus comentarios en torno a las difíciles condiciones ecológicas a las cuales se enfrentaba este pueblo. Pero, como veremos más adelante, difícilmente podemos coincidir con los demás comentarios y aseveraciones del inglés. Darwin comparó el comportamiento de -salvajes- con simios, pero con los primeros tuvo una verdadera experiencia existencial, mientras que con los segundos se trató de observaciones en zoológicos o de comentarios extraídos de libros.

Su conocimiento de los primates no humanos estaba sin duda limitado a animales en cautiverio, en zoológicos –donde notó la extraordinaria atención que los orangutanes ponían en los humanos–, a lecturas que más adelante señalaremos, y tal vez también a la observación de mascotas en el Brasil (aunque no hayamos encontrado nada sobre esto en sus memorias), en vista de que los monos suramericanos, arbóreos, son difíciles de observar en la naturaleza. Pudiera haber tenido la idea, muy generalizada en Europa, de que los monos eran divertidos pero seres inútiles, ya que menciona, al observar a fueguinos que parecían no estar haciendo nada, que eran como monos (esta observación debe haber sido hecha cuando los fueguinos actuaban calmadamente, porque de otra manera los ingleses tenían miedo de ellos). Su conocimiento de la vida salvaje de los monos viene principalmente de la lectura del libro exitoso de Brehm, 1876. Fue en este libro en donde Darwin encontró el relato sobre un valiente babuino que arriesgó su vida para tratar se salvar a un infante acosado por una jauría. Este relato lo marcó tremendamente y pensó que lo fueguinos no eran capaces de altruismo como los babuinos hamadryas (Papio hamadryas) de Etiopía. Estos bellos animales, identificados por los egipcios con el dios Thoth, en efecto confrontan hasta cierto punto (pero no dan su vida ciegamente) a sus depredadores para salvar a sus congéneres, en especial a sus crías (Fig. 5). Si la apreciación de Darwin sobre los hamadryas es correcta, aquella sobre los fueguinos es injusta, aunque corresponde a lo que los ingleses podían pensar al respecto en esa época.

En relación con las culturas humanas suramericanas, debemos recordar que los patagones (tehuelches), probablemente de la cultura aónikenk, fueron vistos por primera vez y descritos por Pigafetta (el cronista de la expedición alrededor del mundo de Magallanes) como amables gigantes (capac). Fueron bautizados por el capitán portugués como -patagones-, porque sus anchos zapatos de invierno, hechos de piel de guanaco, dejaban una gran pisada. Sabemos ahora que tanto Tehuelches con selk-nam eran sin duda muy altos en relación con la población europea de entonces, 1.80 m o más (Fig. 2) tal como la expedición francesa al cabo de Hornos de 1882 (Hyades, 1891) estableció. También eran mucho más altos y tenían piernas más robustas que la gente de los barcos, los yaganes y alakalufs, tal como se puede ver en el famoso dibujo de un yagán con su canoa realizado por Martens (Fig. 3), y observando la foto de una pareja yagán por la expedición francesa (Fig. 4); por cierto, ninguno de los miembros de la expedición de Magallanes vieron a los fueguinos; observaron eso sí sus fogatas que sabemos ahora son el instrumento de indicación de que algo muy grande, tal como una ballena varada o una embarcación desconocida, estaba llegando. Fue así como nació el nombre de Tierra del Fuego.

No tenemos espacio para mencionar las subsecuentes visitas europeas ni tampoco la destrucción de esas culturas por los ganaderos europeos de ovejas. En relación con el incidente del valiente babuino, nos preguntamos: ¿por qué solo un animal bajó a ayudar al infante, ya que normalmente los babuinos atacan en grupo a sus enemigos? ¿Qué raza de perros acompañaban a Brehm en su partida de caza?

Darwin parece proyectar en los fueguinos la idea europea del -salvaje-, la que proveía una justificación moral de actos cometidos durante cuatro siglos de conquista del mundo. Si comparamos a los fueguinos con los babuinos, tal como lo hace Darwin, encontramos:

Lo primero que debemos señalar es que no -disfrutan torturando a sus enemigos-, aunque la vida entre los diferentes grupos distaba mucho de ser pacífica; los habitantes de la tierra atacaban a menudo a los habitantes de las lanchas. Entre ellos mismos había violencia puesto que los selk-nam empujaron a los haush, los primeros habitantes de la isla de la Gran Tierra, hacia las marismas del sureste. Es así como los haush, que vivían de la caza del guanaco, tuvieron que reconvertirse en cazadores terrestres de leones marinos. Los yaganes eran, como los alakalufs, -gente de canoas-. Pasaban la mayor parte del día en sus lanchas, aunque construían cabañas para dormir, mismas que cambiaban de lugar siguiendo las necesidades de pesca y recolección de moluscos.

Por otro lado, solo las sociedades agrícolas, no las de cazadores-recolectores, como la de los fueguinos, han ofrecido sacrificios. En cuanto a las sociedades de monos, si bien hay infanticidios y muertes por luchas internas, no hay obviamente sacrificios. En relación con el infanticidio, los babuinos lo realizan. Muy probablemente los fueguinos también, pues todas las culturas humanas lo practican. Que tuvieran remordimientos o no, no lo podemos saber. Y no podemos atribuir ese sentimiento a los babuinos.

¿Acaso los fueguinos trataban a sus mujeres como esclavas? Las sociedades de cazadores recolectores son mucho menos machistas que las agrícolas; en el caso de los yaganes, los ingleses y Darwin –que distaban de ser feministas– estaban eso sí asombrados de ver lo mucho que hacían en sus rutinas diarias las mujeres. Recolectaban moluscos en la costa, buceando desnudas; pescaban, mantenían prendidas las fogatas y cocinaban, mientras que los hombres no parecían hacer nada durante todo ese tiempo.

Los selk-nam, quienes usaban una piel de guanaco mucho más grande que los yaganes, hacían la mayor parte de sus actividades, como la caza, desnudos. Decenios más tarde se mostró cómo podían dormir con parte de sus miembros expuestos a temperaturas bajo cero, cosa que inclusive que ningún inuit lograría. Tenían sin duda una adaptación física, no solo cultural, a su ecosistema, pero toda esa información ya se perdió para la ciencia. Por ello, cuando Darwin dice -no conocían decencia alguna- probablemente se refiere a la manera como tan fácilmente se desnudaban. Pero tenían, como todas las culturas humanas, reglas de decencia. La más obvia de éstas era la de usar un taparrabos (las culturas amazónicas, que deambulan totalmente desnudas y sin taparrabos, tienen reglas precisas de cómo sentarse decentemente, por ejemplo). Entre los babuinos y entre la mayoría de los otros mamíferos, hay posiciones que un animal puede o no puede adoptar, dependiendo en qué individuos estén a proximidad. Ahora bien, no podemos llamarle a esto un comportamiento -decente-.

Finalmente, nuestro naturalista afirma que los fueguinos -estaban habitados por las peores supersticiones-. Pero entonces todas las sociedades humanas –incluyendo a la de Darwin– tienen creencias religiosas y míticas que son, después de todo, supersticiones. Por ello tampoco hay diferencia en eso. En cuanto a la superstición –definida como creencia irracional– podemos pensar que tiene raíces evolutivas más cercanas con el instinto que las creencias críticas o racionales.

CONCLUSIÓN

Darwin fue un gran observador de animales –etólogo antes de la palabra– y logró ver las bases evolutivas del comportamiento altruista en los babuinos. Pero no fue un buen observador, un descriptor neutro, de la vida de los fueguinos, que no comprendió. La vida de los cazadoresrecolectores, que viven en una aparente abundancia de recursos pero que no saben hacer reservas alimentarias, lo que los obliga a tener pocas posesiones, moverse mucho, poseer un gran territorio de caza o pesca, así como de pizca, es algo que ni Darwin ni los europeos antes del siglo XX comprendieron.

BIBLIOGRAFÍA

BREHM AE. Säugethiere: 1. Affen und Halbaffen, Flatterthiere, Raubthiere En: Thierleben. Leipzig: Verlag des Bibliographischen Instituts; 1876.

CHAPMAN A. Drama and Power in a Hunting Society: the Selk-nam of Tierra del Fuego. Cambridge, UK: Cambridge University Press; 1982.

DARWIN C. The Descent of Man, and Selection in Relation to Sex. Londres: Murray; 1871.

DARWIN C. Charles Darwin s Beagle Diary. Disponible en: http://darwin-online.org.uk.

HYADES P, DENIKER J. Anthropologie et ethnographie. En: Mission scientifique du Cap Horn 1882-1883, Tome VII. Paris: Ministères de la Marine et de l Instruction publique; 1891.

Cómo citar

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Martinez Contreras, J. (2009). Humanos salvajes y monos altruistas. Reflexiones sobre Darwin. Acta Biológica Colombiana, 14(4s), 383–390. https://revistas.unal.edu.co/index.php/actabiol/article/view/10679

ACM

[1]
Martinez Contreras, J. 2009. Humanos salvajes y monos altruistas. Reflexiones sobre Darwin. Acta Biológica Colombiana. 14, 4s (oct. 2009), 383–390.

ACS

(1)
Martinez Contreras, J. Humanos salvajes y monos altruistas. Reflexiones sobre Darwin. Acta biol. Colomb. 2009, 14, 383-390.

ABNT

MARTINEZ CONTRERAS, J. Humanos salvajes y monos altruistas. Reflexiones sobre Darwin. Acta Biológica Colombiana, [S. l.], v. 14, n. 4s, p. 383–390, 2009. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/actabiol/article/view/10679. Acesso em: 29 mar. 2024.

Chicago

Martinez Contreras, Jorge. 2009. «Humanos salvajes y monos altruistas. Reflexiones sobre Darwin». Acta Biológica Colombiana 14 (4s):383-90. https://revistas.unal.edu.co/index.php/actabiol/article/view/10679.

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Martinez Contreras, J. (2009) «Humanos salvajes y monos altruistas. Reflexiones sobre Darwin», Acta Biológica Colombiana, 14(4s), pp. 383–390. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/actabiol/article/view/10679 (Accedido: 29 marzo 2024).

IEEE

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J. Martinez Contreras, «Humanos salvajes y monos altruistas. Reflexiones sobre Darwin», Acta biol. Colomb., vol. 14, n.º 4s, pp. 383–390, oct. 2009.

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Martinez Contreras, J. «Humanos salvajes y monos altruistas. Reflexiones sobre Darwin». Acta Biológica Colombiana, vol. 14, n.º 4s, octubre de 2009, pp. 383-90, https://revistas.unal.edu.co/index.php/actabiol/article/view/10679.

Turabian

Martinez Contreras, Jorge. «Humanos salvajes y monos altruistas. Reflexiones sobre Darwin». Acta Biológica Colombiana 14, no. 4s (octubre 1, 2009): 383–390. Accedido marzo 29, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/actabiol/article/view/10679.

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Martinez Contreras J. Humanos salvajes y monos altruistas. Reflexiones sobre Darwin. Acta biol. Colomb. [Internet]. 1 de octubre de 2009 [citado 29 de marzo de 2024];14(4s):383-90. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/actabiol/article/view/10679

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