Publicado

2011-09-01

LOS SUBLEVAMIENTOS EN EL MUNDO ÁRABE: ¿HACIA UNA DEMOCRATIZACIÓN? (EL CASO DE TÚNEZ Y EGIPTO)

THE REBEL IN THE ARAB WORLD: TOWARD DEMOCRATIZATION? (THE CASE OF TUNISIA AND EGYPT)

Palabras clave:

Cambio político, democratización, movilización social, revolución, Túnez, Egipto (es)
Political change, democratization, social mobilization, revolution, Tunes, Egypt (en)

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Autores/as

  • Julie Massal Universidad Nacional de Colombia
La aproximación de este artículo permite evidenciar una realidad distinta en Túnez y Egipto, a la que se describe en los discursos oficiales o mediáticos en Francia. Se analiza la forma como se ha interpretado las llamadas "revoluciones" de 2011 en Túnez y Egipto, mediante un primer acercamiento a los acontecimientos, en aras a evaluar que tan profundo es el cambio político en curso en ambos países; que orientaciones ha tomado el debate político y que obstáculos pueden surgir. Así, se examina críticamente el uso de los conceptos "revolución" y "transición democrática" respecto a los cambios de régimen en estos países, desde un marco teórico que mezcla aportes de la teoría de la movilización y de la transitología. También se enfatiza en la necesidad de realizar un análisis más amplio del cambio sociocultural y en particular del vínculo entre democracia e islam y del cambio en las normas sociales. Así mismo, para evidenciar el paulatino proceso de deslegitimación del régimen, abogamos por un análisis sociológico pormenorizado a más largo plazo, en contraste con la visión de corto plazo de los medios de comunicación. En síntesis se propone una reflexión orientada al concepto mismo de cambio político.
The approach on this article provides evidence of how different is the reality in Tunes and Egypt compared to the one described by official and media discourses en France. This article addresses through a first approximation to the events, how the so called "revolutions" of 2011 en Tunes and Egypt has been understood,, in order to evaluate how deep is the current political change in both countries; which directions have been chosen and which obstacles may emerge . The concepts of revolution and democratic transition are critically analyzed having in mine the change of regime in these countries, using a framework that mixes the analysis of social mobilization and the political transitions. This article also emphasizes on the need to conduct a wider analysis taking into account the social and cultural change, particularly the link between democracy and Islam and the change on social norms. In order to understand the progressive loss of legitimacy of the political regime we also promote a sociological and detailed approach in a longer temporal perspective, in contrast with the mass media short term vision. Summarizing, this is an analysis of the conception itself of political change.


LOS SUBLEVAMIENTOS EN EL MUNDO ÁRABE: ¿HACIA UNA DEMOCRATIZACIÓN?
(EL CASO DE TÚNEZ Y EGIPTO)

THE REBEL IN THE ARAB WORLD: TOWARD DEMOCRATIZATION?
(THE CASE OF TUNISIA AND EGYPT)

Julie Massal1

1Docente e investigadora del IEPRI


RESUMEN

La aproximación de este artículo permite evidenciar una realidad distinta en Túnez y Egipto, a la que se describe en los discursos oficiales o mediáticos en Francia. Se analiza la forma como se ha interpretado las llamadas "revoluciones" de 2011 en Túnez y Egipto, mediante un primer acercamiento a los acontecimientos, en aras a evaluar que tan profundo es el cambio político en curso en ambos países; que orientaciones ha tomado el debate político y que obstáculos pueden surgir. Así, se examina críticamente el uso de los conceptos "revolución" y "transición democrática" respecto a los cambios de régimen en estos países, desde un marco teórico que mezcla aportes de la teoría de la movilización y de la transitología. También se enfatiza en la necesidad de realizar un análisis más amplio del cambio sociocultural y en particular del vínculo entre democracia e islam y del cambio en las normas sociales. Así mismo, para evidenciar el paulatino proceso de deslegitimación del régimen, abogamos por un análisis sociológico pormenorizado a más largo plazo, en contraste con la visión de corto plazo de  los medios de comunicación. En síntesis se propone una reflexión orientada al concepto mismo de cambio político.

Palabras claves: Cambio político, democratización, movilización social, revolución, Túnez, Egipto.


SUMMARY

The approach on this article provides evidence of how different is the reality in Tunes and Egypt compared to the one described by official and media discourses en France. This article addresses through a first approximation to the events,  how the so called "revolutions" of 2011 en Tunes and Egypt has been understood,, in order to evaluate how deep is the current political change in both countries; which directions have been chosen and which obstacles may emerge . The concepts of revolution and democratic transition are critically analyzed having in mine the change of regime in these countries, using a framework that mixes the analysis of social mobilization and the political transitions. This article  also emphasizes on the need to conduct a wider analysis taking into account the social and cultural change, particularly the link between democracy and Islam and the change on social norms. In order to understand the progressive loss of legitimacy of the political regime we also promote a sociological and detailed approach in a longer temporal perspective, in contrast with the mass media short term vision. Summarizing, this is an analysis of the conception itself of political change.

KeyWords : Political change, democratization, social mobilization, revolution, Tunes, Egypt.


INTRODUCCIÓN

La "ola" de protestas sociales que han marcado los últimos meses (desde diciembre de 2010 con la inmolación de Mohamed Bouazizi el 17, hasta septiembre de 2011 incluido) ha recibido una serie de calificativos que pretenden  describir o interpretar la naturaleza, el alcance o la dirección de esas movilizaciones: "insurrección, revuelta popular, rebelión", pero sobre todo "revolución", y en menor grado, el de "transición democrática"(1) o  "revolución democrática". También se han usado metáforas como la "primavera árabe" o incluso en el caso de Túnez "la revolución de Jazmín". Este conjunto de eventos de protesta también ha sido calificado como "sorpresivo, intempestivo, inédito, inesperado" Volvemos más adelante (parte 1) sobre estos calificativos  y metáforas que merecen una reflexión crítica. Podemos observar igualmente cómo, en un intento de "comprender" e interpretar los acontecimientos, se han multiplicado las comparaciones con (y buscado referentes en) otros eventos de movilización; sean procesos revolucionarios "clásicos" como la Revolución Francesa de 1789, la revolución de 1848 (recordando que esta última no fue solo francesa sino europea y dio nacimiento a la expresión "primavera de los pueblos") así como transiciones democráticas de Europa del Este después de la caída del muro de Berlín en 1989  y las transiciones de América latina.

Revolución, democratización o incluso una combinación de las dos anteriores: este sería el alcance de las protestas, al menos en dos países donde ha caído el régimen político, Túnez (14 de enero de 2011)  y Egipto (11 de febrero de 2011), después de décadas de autoritarismo(2). La propuesta comparativa sobre ambos casos consiste en examinar de manera citica la hipótesis de un proceso de democratización. Se pretende descifrar y develar ambos procesos partiendo de una reflexión sobre las protestas y sobre los cambios emprendidos hasta hoy. Se busca también esclarecer el uso de los conceptos y ordenar la información disponible pero dispersa en torno a los actores de las protestas, de los lemas y discursos esgrimidos. Así se podrá enriquecer el análisis y evitar una excesiva homogeneización de los procesos en curso, homogeneización que a nuestro juicio constituye un obstáculo a su comprensión. Así mismo  cuestionamos los discursos mediáticos o políticos sobre "el efecto dómino" de los acontecimientos como un fenómeno ineludible, aunque esta temática será objeto de un futuro artículo, enfocado en la dimensión internacional de los cambios.

Una última acotación de orden metodológico: aun estamos ante un contexto de franca incertidumbre sobre el desenlace de los cambios en curso. Por tanto, hace falta la indispensable distancia histórica para analizar plenamente la significación y el alcance de los eventos. Esto no impide, no obstante, pensar acerca de las categorías analíticas usadas. Se propone una postura reflexiva, mas aun cuando la información disponible, múltiple, variada y confusa, es muy marcada por el cortoplacismo, y faltan aun investigaciones empíricas de profundidad. El análisis realizado aquí se basa en la prensa escrita francesa(3) que ha generado abundante información pero también comporta muchos estereotipos. Buscamos realizar un primer panorama cualitativo ordenador de la información existente. Por ende, este ejercicio de reflexión sintética con la distancia mínima de unos meses, insuficiente a todas luces, deberá ser completado luego, en el plazo de unos meses.

1. LAS CATEGORÍAS Y LAS METÁFORAS: INTERPRETACIONES CONVERGENTES?

Cabe reflexionar sobre conceptos y nociones múltiples usados para categorizar y clasificar los eventos considerados, en aras a definir las representaciones sociales y culturales, y las "connotaciones" a menudo implícitas que conllevan. ¿A que nos remite el uso de semejantes términos?

Profusión de categorías analíticas

Los distintos términos usados para interpretar los cambios en curso desde diciembre de 2010, como son "rebelión, revuelta, insurrección" y sobre todo el de "revolución", transmiten la idea de un cuestionamiento radical de las autoridades establecidas, pero sin que se aclare cuando y como se pasa de una revuelta a una revolución o en que temporalidad se desarrollan los acontecimientos. Dichos términos, en cierta medida, incluyen juicios de valor o definiciones muy subjetivas(4). Así, en el lenguaje de los actores y el periodístico, parece resumirse la revolución al "cambio de régimen" ("caída del dictador") por ejemplo en expresiones como "seis meses después de la revolución en Túnez", como si esta se hubiera acabado. Al mismo tiempo, no obstante, los actores en Túnez o Egipto señalan que "la revolución está en peligro" lo cual induce a pensar que se trata de un periodo y un proceso distinto. En fin, todo esto genera confusión sobre el sentido otorgado a las palabras y más que todo sobre los procesos que se supone designen estas palabras. Volvemos entonces a las definiciones.

Tienen connotaciones específicas estos conceptos, a veces sutiles: insurrección y rebelión suponen acciones colectivas violentas; "rebelión" se  define en particular como la acción contra oficiales y funcionarios públicos que implementan una ley o una decisión de justicia, también a veces con violencia o  deterioros materiales (Larousse). Todas sugieren: la insumisión, la desobediencia, el cuestionamiento de las autoridades establecidas, la indisciplina y el radicalismo de la oposición, pero con matices. También hay que subrayar que "revuelta", révolte en francés, designa en este idioma tanto una acción contra las autoridades establecidas en aras a derrumbarlas y tomar el poder, como un sentimiento de violenta indignación y reprobación (Larousse). Sin embargo, a excepción de "revolución", las distintas denominaciones no sugieren claramente la dirección y la naturaleza del cambio en curso.

La revolución es un cambio o trastorno radical en la vida de una nación, que ocurre a veces de manera sangrienta para derrumbar el orden establecido y establecer de manera irreversible un orden nuevo; allí radica su diferencia de las anteriores modalidades (revuelta, rebelión, insurrección). La violencia puede ser presente  (y lo es a menudo) pero no constituye su característica fundamental. Lo más determinante son los cambios tanto por su velocidad como por su alcance o profundidad.  Entonces, "Revolución" es una palabra que, por el imaginario asociado (que difiere según los contextos y los pueblos pero que tiende a compartir ciertos símbolos o emblemas) así como la producción teórica al respecto, tiene sus propios significados y alcances (5).

El cambio revolucionario no es solo el derrumbe del mandatario o de las autoridades, aunque este evento constituye un hito simbólico y visible, sino un cuestionamiento de fondo de todo el orden social y político  designado como  el "antiguo régimen" - una expresión usada desde ya (pese a la poca distancia histórica y lo inacabado del proceso de cambio), en los medios, para hablar de la era Ben Ali (1987-2011) o Mubarak (1980-2011). El orden social y político está estrechamente vinculado a las autoridades, por tanto se debe producir una radical transformación de todos los pactos y compromisos sociales existentes entre el mandatario o el gobierno y la población, en todas las escalas. En definitiva, la dictadura o el régimen autoritario no se modifican con la sola caída del líder, sino que la revolución implica transformaciones múltiples, de corte económico, social, político o cultural y sicológico (superar los miedos, la represión).

Aun rescatando el termino de revolución, se evidencia lo inacabado - e incluso según algunos actores de los procesos, truncado - que resulta el proceso. Una manifestación en Túnez (15 de agosto de 2011) lo expresa claramente al denunciar que la "revolución está en peligro"(6). Esto se confirma con el análisis de los meses posteriores al cambio de mandatario en Túnez y Egipto(7), por razones obvias: no se puede reemplazar y renovar la clase política, crear partidos, reorganizar la vida electoral y el sistema partidario en  tan poco tiempo, ni tampoco lograr la reorganización o reestructuración del tejido social; además las necesidades económicas apremiantes obligan a redefinir prioridades y lo inmediato se impone sobre la construcción de políticas a largo plazo. Así que se trataría de revoluciones inacabadas, amenazadas por los actores del "antiguo régimen", o más bien, como lo subrayan Bechir y Geisser (Bechir y Geisser, 2011), del enfrentamiento entre distintas concepciones y modelos de la democracia.

Aquí, la distancia histórica es indispensable para lograr determinar el alcance real y verdadero del cambio en marcha. A falta de ella, juzgamos más prudente, por ahora, usar términos como los de protestas sociales (contention) o movilización social, y buscar determinar sus raíces y el sentido de esa contestación política (Tarrow, 1994; Tarrow & Mac Adam, 1998; Tarrow, Tilly & Mac Adam, 2001).  Esta opción metodológica de pensar en una serie de protestas (Klandermans & Staggenborg, 2002), induce un análisis centrado en las acciones, las formas de protesta y los repertorios de acción, así como discursos y estrategias discursivas. Mas no consideramos posible aun concluir sobre la constitución de movimientos sociales estables, ni elaborar hipótesis sobre las relaciones entre ellos y el poder central a futuro. Falta empezar desde el principio: el examen de los actores participes del proceso de cambio político (parte 2).  Estamos por ende aun ante una serie de cambios en devenir y en el corazón del proceso de transición, cuya salida no puede vislumbrase claramente. Ni la revolución, ni la transición democrática pueden aún considerarse logradas, y predomina un contexto de incertidumbre (parte 3).

Dificultades para el análisis: información dispersa y fragmentada

Si bien la necesidad de una escala temporal más amplia suena obvia (Schedler & Santiso, 1999), la falta de distancia crítica en los medios de comunicación los induce a evaluar cambios con un rasero muy cortoplacista; especialmente donde hubo caída del régimen, poco seguimiento se hace a la continuidad de las protestas, y el nivel de información pormenorizada cae drásticamente. También se aparta la mirada periodística cuando el desenlace no sucede lo "suficientemente" rápido a juicio de los medios (Yemen, Jordania, A. Saudita). La información por tanto es desigual en su cantidad y su calidad en distintos periodos de movilización y en distintos contextos, lo que dificulta el análisis comparativo en el tiempo y el espacio. Esta visión a corto plazo de los medios de comunicación (al menos en los periódicos cotidianos, y debates "en caliente"), enfoca el cambio más visible (la caída del régimen), ocultando u olvidando los procesos "subterráneos" y ocultos (en la esfera pública se dan negociaciones pero otras se dan fuera de ella) que ocurren después.

Esa mirada restrictiva no solo restringe la información disponible: orienta o predetermina ciertos prejuicios y estereotipos sobre los actores. También puede tener efectos negativos como generar expectativas excesivas y frustraciones muy marcadas. En periodos de tan acelerados cambios se generan muchas esperanzas que pronto se desvanecen ante la lentitud de los procesos políticos, sociales y culturales que deben en principio plasmar en lo cotidiano el cambio de régimen. Esas expectativas y frustraciones  a su vez influyen en el desenlace de los acontecimientos y por ende, deberían ser objeto de análisis también. Pues si bien las emociones han ocupado una buena parte de los comentarios y primeras interpretaciones de lo ocurrido en Túnez y Egipto y de lo que sigue en marcha en países del medio oriente, lo son mas como un símbolo del cambio sicológico que se está dando, que como un objeto de estudio político o un componente fundamental de la movilización misma(8).

Metáforas y esencialismo.

Entre los calificativos usados para describir los acontecimientos, se encuentran metáforas como el "despertar" de los pueblos (S. Amín),  y sobre todo "la primavera árabe". En el caso de Túnez incluso se habló de la "revolución de jazmín". ¿Que implican y que significan estas metáforas?

"Primavera" tiene una connotación casi universal de juventud/rejuvenecimiento, renovación, reflorecimiento y liberación o desarrollo; se subentiende que este (re)florecimiento sucede a un periodo letárgico; en este caso, dicho periodo letárgico sería  el que  transcurrió después de un primer "despertar" en los años 1950 y 1960s, marcados por el proceso de descolonización y el auge del panarabismo anti-imperialista y tercermundista, entonces representado por S. Hussein en Irak, Nasser en Egipto o Gadafi en Libia. Este "letargo" sería entonces el resultado de una serie de evoluciones sociales, económicas o políticas que desacreditaron las ideologías nacionalistas(9). En Túnez, el poder fue encarnado por H. Bourguiba desde la independencia (1956) hasta 1987, y luego por Z. Ben Ali que tomó el poder mediante un golpe de estado, mientras que Mubarak se mantuvo desde 1980 en Egipto. En definitiva, ante estos mandatarios longevos que acentuaron su férreo control sobre las sociedades, el periodo desde las independencias (desde los  años 1920 en Medio Oriente, por ejemplo en Siria y Líbano, y 1950s y 1960s en África del norte)  hasta hoy ha sido el del asentamiento de diversos grados y formas de autoritarismo. Dicho periodo es percibido como marcado por la apatía de las poblaciones, lo cual es un prejuicio cuestionable como se evidenciará más adelante. La movilización de 2010-2011 sí tiene antecedentes que han sido poco mediatizados y visibilizados. Un análisis a mediano plazo (últimos 10 o 15 años) modifica sustancialmente la mirada sobre la "explosión" o la "ebullición" reciente. Aunque sin duda los cambios recientes han sido mucho más veloces, amplios y difuminados, no surgieron de la nada, y el "despertar" no ha sido tan repentino como se ha dado a entender.   

Desde un punto de vista analítico, el término "primavera árabe", por el singular (aunque algunos lo usan en plural), homogeneíza una serie de procesos de protesta bajo un mismo calificativo, haciendo perder de vista la diversidad de estos procesos y de los contextos en los que se desenvuelven dichas protestas. Contextos disimiles por motivos políticos, pues existe un abanico variado de regímenes políticos pero también de formas de ejercer el poder (así que bajo un mismo régimen pueden haber más o menos señales de apertura política a la "reforma"), aunque por lo general se combina autoritarismo político y liberalismo económico. Pero también existe amplia diversidad por motivos sociales, religiosos y culturales. Así, es distinto el peso de la religión en la política: algunos países tienen un estado laico, e incluso prohíben oficialmente el velo islámico (Siria, Túnez), mientras otros adoptan la sharia en su legislación; en Marruecos el Rey es también comandante de los creyentes de la Oumma (comunidad musulmana)(10). A nivel cultural, unos países han adaptado reformas a favor de la igualdad de género y ciertas reformas legislativas del matrimonio o divorcio, del estatus de la mujer, etc.  En suma, la región del Magreb y del Machrek, más allá del manejo del idioma árabe como lengua literaria (y de dialectos propios en cada país) y del islam como religión, presenta una serie de contrastes sociopolíticos y de evoluciones diferenciadas. Por tanto no puede considerarse como un mundo homogéneo en que los cambios irían en el mismo sentido y al mismo ritmo. El autor marroquí Fouad Laroui lo dice en sus propios términos: "La primavera árabe no existe, es solo un reflejo (tic) del lenguaje. La situación en Libia con este Ubu tragico que hacia poner bombas en los aviones, no tiene nada que ver con las que prevalece en Marruecos. Bahreïn y su mezcla explosiva sunitas-chiitas no puede ser comparado a tu país. (...) Siria...Suficiente con ver las imágenes en television... Reconoces algo de tu país en  lo de lo que occure en Homs u Homa ? Hay revueltas arabes, cada una marcada por las condiciones locales"(11).

La "primavera árabe" es una metáfora que llama la atención sobre el sentir de quienes hablan de ella, pero que puede ocultar  la complejidad de los procesos de movilización. Su sentido literario, mas que analitico, nos permite reflexionar sobre esta aspiracion a la unidad de los pueblos (resaltada por Georges Corm) entendida como un discurso politico mas que un hecho social.

Pero más ambiguo y cuestionable es el término de "revolución de jazmín" para calificar la revolución tunecina. Aunque pudiera parecer una simple evocación poética, su contenido no es neutral. Su origen es además misterioso, pues los manifestantes no tenían jazmín ni lo mencionaron, y no es una flor común en las regiones donde se extendió la protesta. Es una denominación más que todo occidental y claramente mediática que refleja, según V. Geisser y A. Allal, los prejuicios culturalistas y esencialistas que caracterizan los marcos de análisis occidentales (europeos en particular) ante sociedades percibidas aún como "exóticas" desde la antigua Metrópoli. En torno a ellas, siguen imperando explicaciones neo-esencialistas que pretenden elaborar una identidad (tunisianidad) caracterizada por la moderación, la negociación y el acuerdo, y crean un pueblo pacífico y conciliador "al punto de acomodarse con cualquier tipo de régimen (autoritario, democrático)", hasta llegar al "mito de la revolución de jazmín" (Allal y Geisser, 2011)(12). Fundamentalmente, esa expresión es un revelador de la falta de profundidad en el análisis de las dinámicas socioculturales, vinculada con la perpetuación de estereotipos anclados en las percepciones hacia la sociedad tunecina, como la supuesta "apatía política". Esto tiende, según los mencionados autores a "eufemizar las formas de resistencia popular y las contra-conductas, o incluso disidencias, cuyas manifestaciones visibles no se pueden restringir a los acontecimientos de 2010-2011, sino que remiten a una temporalidad mucho más compleja" (Allal y Geisser, 2011:1-6). La deslegitimación del régimen en Túnez se puede remontar según ellos, al menos a los últimos 10 años, y por ende, se requiere un análisis sociológico de esta deslegitimación, para entender lo ocurrido y matizar la idea de que el "dictador se cayó al cabo de tres semanas de movilización" como se ha dicho a saciedad en los medios de comunicación(13).

El análisis temporal más amplio de las movilizaciones sociales y la sociología de los actores involucrados, múltiples y no del todo claramente identificados en los medios de comunicación, muestra una imagen distinta a la que se difunde en medios masivos, que tienden a homogeneizar los actores o a visibilizar unos en detrimento de otros, por ejemplo sobrevalorando las "revoluciones 2.0" y desestimando las movilizaciones en la vida real(14).

2. ACTORES SOCIALES Y REPERTORIOS DE ACCIÓN.

Los actores que más atención mediática recibieron en el fragor de las protestas son, sin duda, los jóvenes de la clase media que usan las redes sociales, fenómeno que tiene un significado importante en países donde la juventud tiene un peso demográfico determinante (alrededor de un 60% de la población tiene menos de 30 años, en promedio en el mundo árabe) (Courbage, 2011:16-17). Sin embargo, se ha reducido muchas veces el análisis de las protestas a los actores urbanos de clase alta, y poco se ha dicho de otros actores sociales. También se ha enfocado el rol de los actores islámicos (los "Hermanos Musulmanes" en Egipto y el partido islamista "Ennahda", en Túnez), especialmente en torno al lugar que estos ocuparan en la construcción de la escena partidaria y en los procesos electorales próximos a ocurrir, así como en el debate de las nuevas constituciones.  Pero se ha minimizado el papel de otros actores importantes.

Eslóganes y emociones: un breve panorama

Los acontecimientos de Túnez y Egipto, han sido descritos por varios comentaristas como una ebullición, una explosión de cólera profunda, una mezcla de desesperación e indignación, o una perentoria demanda de reconocimiento y dignidad. Los eslóganes y los símbolos esgrimidos por los manifestantes lo expresan nítidamente: recuérdese el uso de la palabra francesa "Dégage" (en expresiones como  "Dégage Ben Ali ",  "système dégage"), además usada en francés, primero  en Túnez (con un 60% de población  francófona en distintos grados),  y adoptada incluso simbólicamente en Egipto (mas anglófona por su pasado colonial); esto da fe de la virulencia del rechazo al régimen y su encarnación, Ben Ali. En efecto, "Dégage" ("lárgate") es una palabra que pertenece al registro familiar, generalmente asociada con un tono agresivo; lo que puede ser interpretado como un desafío frente a la represión y por ende, ejemplifica y sintetiza en una palabra el fastidio y la cólera que estimulan los manifestantes.

La llamada a manifestación los viernes en Egipto desde enero llevó a dar un nombre a estas jornadas como el "día de la ira" (28 de enero), el "día del adiós" (4 de febrero) para llamar a la salida del "raïs", Hosni Mubarak. Todo esto apunta a inscribir oficialmente esos sentimientos en la cronología de los acontecimientos, a ponerlos en evidencia en el lenguaje y formularlos explícitamente para reivindicarlos en un proceso de autoafirmación y autodefinición.

Un eslogan que surge al fragor de estas jornadas de protesta, en Túnez y luego en Egipto, es "el pueblo quiere la caída del régimen", y se ha difundido incluso en Siria, generándose una brutal represión. Georges Corm, en un análisis de los cambios políticos y culturales en curso, resalta que se ha dejado de hablar de "la calle árabe" (o la "plaza" árabe)  para hablar del "pueblo árabe" (Corm, 2011)(15).

Esas pasiones y emociones no explican por sí solas los eventos, pero son simbólicas del grado de exasperación acumulada, y son un elemento esencial de los procesos de movilización (Flam y King, 2006: 1-40)(16). En el caso de los países árabes, las emociones de miedo, desprecio, ira, felicidad y esperanza, influyen sobre las modalidades de acción y formas de protesta. Las emociones no son en sí suficientes para explicar "por qué ahora sí" se logró tal grado de movilización, y no antes, a lo largo de décadas de autoritarismo en la mayoría de los países árabes de áfrica del norte y medio oriente. Siria, pero también Yemen o Argelia, demuestran que aun cuando estas emociones estén presentes y expresadas, no son un catalizador en sí de la caída del régimen. Tanto la política comparada como la teoría de la movilización social revelan la complejidad del proceso de pérdida de legitimidad de un orden político, un gobierno o un mandatario, pues incluye una serie de factores coyunturales y estructurales difícilmente  "transportables" en otros contextos o siquiera repetibles en un mismo país(17). Por lo que hay que retomar un análisis temporal más amplio, para evidenciar el continuo y paulatino proceso de pérdida de la legitimidad de los mandatarios (Allal & Geisser, 2011). 

Los actores de las protestas: una revuelta popular.

El enfoque esta en los actores sociales, es decir los escasos actores sindicales y movimientos de los trabajadores (Boix, 2011; Allal & Geisser, 2011)(18) (especialmente del sector minero en Túnez y textil en Egipto), pero sobre todo en las protestas de los jóvenes diplomados desempleados, cuyas aspiraciones profesionales más allá de los empleos tradicionales se ven frustradas ante la alta tasa de desempleo.

Los actores sindicales y los trabajadores movilizados

Una característica común señalada por los analistas en los casos de Túnez y Egipto, con distintos matices, es la relación ambigua y fluctuante entre el mandatario y los escasos sindicatos existentes, así como el surgimiento de nuevos actores sindicales después de la caída del régimen(19).

En Túnez, la única central autorizada durante el periodo Ben Ali es la UGTT (unión general tunecina del trabajo). Aunque siempre fue muy ambivalente su posicionamiento hacia el mandatario, constituye un actor con un poder importante desde su creación en 1946. Si bien fue ambigua en su actuar hasta casi el día de la salida de Ben Ali, tuvo un papel protagónico en los acontecimientos de enero de 2011,  al convocar una huelga general que resulto ser un detonante clave en el desenlace. Allal & Geisser evidencian (2011: 4-5), el rol históricamente ambiguo de la UGTT frente al régimen autoritario de Ben Ali, al que llamó a reelegir y cuyas políticas económicas parecía apoyar, pero los autores mantienen que pese a su ambivalencia, siempre representó una amenaza latente para el régimen, y su división y contestación interna desde la década 2000 se evidenció cuando varias federaciones regionales apoyaron las protestas de 2010-2011. Pues si bien tiene un actuar y un posicionamiento distinto según las diferentes regiones, su influencia en distintas ciudades (Sfax, Tozeur y Kairouan) ha sido determinante en las protestas (huelgas) de enero de 2011. Luego, aunque se crean justo después de la salida de Ben Ali (14 de enero) nuevas centrales sindicales y se multiplican actores políticos y sociales en proceso de organización, la UGTT es la única que participa en el primer gobierno de transición y se define a sí misma como el guardián de la revolución. También reivindica un papel en el cambio político y económico y mantiene la presión sobre los gobiernos transitorios(20).

En Egipto, el peso del sindicalismo parece aun más débil pues la central ETUF  es la única existente hasta el 2007, cuando se construye la Federación sindical textil de la Confederación Internacional de Sindicatos Árabes (CISA) en El Cairo (Boix, 2011). De hecho en 2007-2008 ocurren varias protestas obreras, particularmente el movimiento del 6 de abril de 2008 en el sector textil, como  antecedentes de la movilización de 2011. En los últimos meses se produjeron varios intentos de  movilización en el sector textil, y se dio nacimiento a la Federación de Sindicatos Independientes de Egipto (EFITU). En un país (Egipto) en el que el salario mínimo es de 48 euros  (aproximadamente 120 000 pesos colombianos a una tasa de 1/2500), el más bajo de África del norte(21), las centrales obreras constituyen sin duda alguna un protagonista fundamental del cambio socioeconómico por venir. De manera general, se fortalece la legitimidad del derecho de huelga desde 2007, y se multiplican las acciones colectivas en el 2010 (Kempf, 2011). Pero estos sindicatos enfrentan una serie de retos, especialmente el discurso gubernamental y empresarial sobre la necesaria recuperación económica luego de la parálisis de enero-febrero (Boix, 2011; Kempf, 2011) que limitan por ahora su visibilidad y su alcance político. Una reivindicación central por resolver a futuro es la fijación del salario mínimo para una vida digna (en aplicación de un decreto del 30 de marzo de 2010 de la corte del contencioso administrativo que depende del consejo de estado), que según algunos actores sociales debería alcanzar 1200 libras egipcias (a modo de contraste, los obreros mencionados en el reportaje por Kempf señalan que después de más de 10 años en la empresa, ganan alrededor de 300 libras), así como el aumento de los salarios, y un cambio fundamental en el modo de gestión empresarial (poder encontrarse con las directivas para negociar).

Los jóvenes diplomados desempleados

El segundo protagonista central de los eventos de protesta en Túnez y en Egipto son los jóvenes diplomados  desempleados. En Túnez, ellos han sido uno de los principales oponentes al régimen de Ben Ali, desde que organizaron,  junto con los actores de la región minera de Gafsa ((Chouikha L. & Geisser V, 2010),  la revuelta de 2008 que duro aproximadamente seis meses. Esta protesta se inició al denunciar  un concurso organizado por la Compañía de Fosfatas de Gafsa (CPG) en enero de 2008 (Gantin K & Seddik O, 2008), cuyos resultados fueron juzgados fraudulentos, lo que movilizó a los  jóvenes desempleados diplomados, muy numerosos en la región, así como las familias de los mineros en particular las viudas. Esta protesta estuvo alimentada por una situación económica marcada por una tasa de desempleo general de 30% (contra 15% al nivel nacional) (Gantin K & Seddik O, 2008). Los diplomados que habían creado desde 2007 la Unión de los diplomados desempleados, denuncian la precariedad en la que viven, y reivindican el "derecho al trabajo". Los manifestantes, cuyo mayor lema fue "Determinación y dignidad", enfrentaron una fuerte represión, incluyendo jóvenes muertos por la policía y arrestos de líderes sociales, así como una militarización de la región minera (desde junio de 2008). Si bien el gobierno despide algunos dirigentes de la CPG y anuncia una serie de inversiones supuestamente a favor del empleo, no se perciben mayores resultados en los años que siguen, mientras la protesta se extiende a otras zonas, aunque sigue esporádica. La represión policial y la corrupción siguen imperando. Muchos líderes sociales han sido arrestados, secuestrados, torturados y algunos condenados a penas de cárcel de hasta 10 años. A pesar de las manifestaciones de distintos sectores de la sociedad civil tunecina en los siguientes dos años, a favor de la liberación de los líderes sindicales arrestados,  y aunque algunos de los arrestados fueron liberados, los líderes de las protestas no han recuperado su empleo. La situación local evidencia también la relación ambigua entre el poder central, la CPG y la UGTT que trata de apoderarse de algunos recursos, en una relación clientelar y patrimonial con el poder; por ende es asociada por la población a este "poder injusto" aunque pretendió apoyar las protestas (Gantin K & Seddik O, 2008)(22). Las protestas sociales del 2008 en la zona minera de Gafsa han sido evaluadas como un momento de contestación entre los más determinantes, una etapa importante en el proceso de denunciación, poco institucionalizada, "contra la corrupción, contra la fatalidad del desempleo, como una movilización de jóvenes sin clase, en desfase con la clase política de oposición y la dirección de la central sindical UGTT" (Allal & Geisser, 2011: 2)(23).

Un desencadenante común: el desempleo juvenil

Este periodo de contestación ha marcado duraderamente la sociedad tunecina y ha evidenciado el carácter autoritario del régimen, una vez más, pero también una relativamente débil respuesta de la sociedad tunecina en conjunto aunque hubo focos de protesta más resistentes(24). Al nivel económico, empero,el acuciante problema del desempleo sigue sin mejoras. Algunas cifras (Serini; 2011: 4) pueden darnos una idea aproximativa de la magnitud del problema en Túnez (que cuenta  alrededor de 10,4 millones de habitantes en 2009, cifra que debe actualizarse tomando en cuenta los movimientos que en los últimos meses, han acentuado la emigración hacia Europa y la inmigración desde Libia): se cuentan 500 000 desempleados, cuya cuarta parte son diplomados; y 20 000 empleos se han perdido a raíz del bloqueo económico desde enero (hasta mayo de 2011). También hay un desempleo fuerte entre los jóvenes abogados (8000 con diplomas y 8000 más o menos "practicantes" aun no titularizados) que son una de las corporaciones mas organizadas, con mas adherentes (después de la UGTT que reivindica  500 000 afiliados) y con peso político, pero que enfrentan también la imposibilidad de ejercer su oficio y tienen "una revancha que tomar" (Geisser et Gobe, 2005-2006). Esas cifras sin embargo son tan solo la punta del iceberg pues el fenómeno del desempleo en particular de los jóvenes, es amplio y generalizado. Veamos algunos datos para ilustrar dicha tendencia al nivel de la región magrebina.

Hay que resaltar que, pese a los impactos de la crisis del 2008, los países de África del norte mantienen un nivel de crecimiento moderado: a principios de 2011 antes de los acontecimientos, se esperaban tasas de crecimiento de 5,8% en Egipto, 10,6% en Libia, pero tan solo 3,8% en Túnez y Argelia y 4,6% en Marruecos. Así mismo se estimaba el PIB por habitante  (en dólares) de la siguiente manera: 12062 $ en Libia, de 4477 $ en Argelia, pero  solamente 3790 $ en Túnez, 2868 $ en Marruecos, y apenas 2771 $ en Egipto(25). Vemos entonces fuertes contrastes en particular entre Libia  y el resto de países norafricanos, incluida Argelia que también es una potencia mediana y exporta petróleo, una de sus principales fuentes de ingresos.

En términos del empleo, la situación refleja así mismo  contrastes pero la tendencia común es la alta tasa de desempleo especialmente juvenil: la tasa de desempleo en la población activa entre los jóvenes, según el BIT, es en 2010, en el conjunto de la región, de 23,6%. La situación es sin embargo distinta en los diferentes países: en Egipto, la tasa de desempleo general es 9,2% pero alcanza 16,7%  entre los jóvenes; en Túnez esas cifras son respectivamente de 13,2% y una asombrosa tasa de 31,2% para los jóvenes, la más alta en la región norafricana. En Argelia, la tasa  de desempleo es de 10% de la población activa  y de 21.5% entre los jóvenes, y finalmente en Marruecos, la tasa general es de  9,5%, pero el desempleo de los jóvenes es menor que en otros países  (17,6%) (Elraz, 2011).  A su vez, según el PNUD, la tasa de desempleo (2005) del mundo árabe era del 14.5% (6.3% al nivel mundial). El desempleo de la población juvenil en África del Norte es especialmente alarmante: 26% en Egipto, 27% en Libia y Túnez, y 16% en Marruecos. En general la tasa de desempleo juvenil es el doble de la tasa mundial (30%) en el mundo árabe. Las cifras son aun más preocupantes para la población femenina: en 2005 la tasa de desempleo juvenil es de 25% para los hombres y 31% para mujeres, con altísimas disparidades entre países (PNUD, 2009:118-119).

Esas cifras demuestran el carácter explosivo de la situación del empleo en países donde la juventud (menor de 30 años) representa alrededor de la 60% en promedio de la población general en la zona Maghreb-Machrek, y donde los jóvenes diplomados sin empleo representan  un fenómeno social cada vez más amplio y acuciante.  A pesar de que persiste el crecimiento económico, han disminuido  los montos redistribuidos a través de los distintos mecanismos clientelares, sobre todo desde la crisis mundial de 2008. De esa manera, se ha vuelto más visible la desigualdad económica y social que se evidencia en lo cotidiano, y el costo de la vida sigue incrementándose (uno de los temas que más denuncias genera en Egipto por ejemplo). La inmolación del vendedor informal de frutas (con nivel de bachillerato), M. Bouazizi, arrestado por la policía e impedido de seguir vendiendo en la calle, el 17 de diciembre de 2010 en Túnez - pero también otros casos similares en los últimos años en Túnez y otros países norafricanos - evidencia la sensación generalizada de falta de opciones y oportunidades.

Así mismo no hay que olvidar las fuertes disparidades regionales y el sesgo urbano-rural, lo cual puede generar fracturas sociales. El modelo tunecino - que pretendía mostrar a Túnez como un país  de los más modernos al nivel económico y social (por ejemplo valorando el estado laico y hostil al islamismo político y al uso del velo, o el estatus la mujer trabajadora y educada), adolece de graves falencias, examinadas por H. Meddeb, quien muestra que incluso al nivel urbano el modelo evidencia el desfase entre la insistente preocupación gubernamental hacia la supuesta "clase media" como "vitrina" del desarrollo del país, y los resultados reales (Meddeb, 2010)(26).

En síntesis, estas condiciones permiten entender la ira  y la desesperación experimentadas por las poblaciones norafricanas: la ausencia de oportunidades para estos jóvenes desempleados pese a su acceso a la educación superior, frustra aspiraciones profesionales  (pero también sociales, como la de establecerse, adquirir vivienda, y crear una familia) y estimula un movimiento de emigración, que enfrenta la hostil recepción de la "fortaleza europea". En cuanto a los no diplomados, en particular los que enfrentan y viven la situación de analfabetismo(27), otro problema acuciante en el Magreb, las esperanzas son aun más tenues (aunque ciertos análisis evidencian que los no diplomados pueden ser más "beneficiados" por el empleo informal que los diplomados(28)).  En todo caso, se evidencian los agudos desafíos sociales que enfrentan los países del Magreb. Pero dicha situación no explica de por sí el estallido de las protestas. El caso de Argelia con muy alto nivel de población joven y desempleada, demuestra que no es tan automático el vinculo entre "factores socio-demográficos" y probabilidad del surgimiento o del éxito de protestas sociales (pues aunque las hubo en este país también, no han prosperado como en los países vecinos por motivos que deberán ser objeto de reflexión e investigación a futuro).

Un proceso de deslegitimación paulatino del régimen autoritario

Las protestas se han multiplicado, como las llamadas "revueltas del pan"  (en la década del ochenta) o las "protestas del hambre" contra el precio de los alimentos en los últimos años. No obstante, la frustración en sí no es suficiente aunque sin duda puede volverse crítica cuando ocurre un evento simbólico como el sacrificio mediante la inmolación(29). Hace falta un conjunto de otros factores para prender "la chispa", y sobre todo para lograr mantener la movilización. En cuanto a la caída del régimen, tampoco es el resultado neto de tres semanas de protestas (en Túnez o Egipto) y resultan de un paulatino proceso de deslegitimación de los mandatarios.

Estas constataciones no son nuevas y confirman resultados ya antiguos(30) en la teoría de la movilización social, que cuestionan el modelo de la frustración relativa (expuesto por Davies 1962 y Gurr 1971 entre sus más famosos representantes), según el cual el grado de frustración acumulada sería un incentivo suficiente para generar protestas (generalmente violentas). La teoría de la movilización, desde los años 1970, ha demostrado la necesidad de que los actores creen "marcos de interpretación" de la realidad, proceso que requiere a su vez  de una serie de factores coyunturales y estructurales, de orden cultural, político, económico, etc. Se precisa modificar los parámetros de comprensión al nivel sicológico y social, para elaborar una interpretación común de la realidad como "injusta" y difundirla en la sociedad, luego desafiar el poder y deslegitimarlo (Snow & Benford, 1988), a veces mediante conductas disidentes no del todo visibles, sobre todo en contextos de fuerte represión. Todo lo cual implica tiempo.

Es así como la deslegitimación de los regímenes puede, en los casos de Túnez y Egipto, ubicarse en un lapso de al menos 10 años en el caso de Túnez y en los últimos 8 años aproximadamente en Egipto; en ese país se mencionan las manifestaciones del 2003 contra la guerra en Irak como un momento propicio para la constitución y el dialogo de nuevos actores sociales.  Otro hito fundamental es el proceso electoral de 2005 que abrió en alguna medida el espectro político, lo que favoreció el auge de partidos de oposición en las legislativas, ante lo cual el raïs vuelve a cerrar el sistema electoral, modifica la constitución (2007) y restringe el acceso de posibles oponentes; finalmente, vuelven el fraude y la represión a dominar las elecciones legislativas de noviembre de 2010, dando claramente a entender que la vía electoral no está abierta para generar cambios.

En Túnez, la movilización contestaría se fortaleció paulatinamente en la década del 2000 (Geisser & Gobe 2010), de la cual el hito significativo es constituido por las revueltas del 2008. A raíz de ellas, la denunciación de la corrupción y del desempleo se volvió cada vez más difundida. De manera general  se desarrollaron "resistencias, contra-conductas  y repliegues tácticos, que escaparon a veces a la mirada de expertos y sociólogos más interesados en dar cuenta de la estabilidad del sistema" (Allal & Geisser, 2011: 2).  La misma movilización sindical  y la contestación interna de la UGTT durante la década consolidaron sectores que buscaban relegitimarse con sus bases y apoyaron los movimientos de trabajadores, alentando sus reivindicaciones salariales que tenían también una "carga anti-régimen" (Allal & Geisser 2011: 5). Pero también insisten en que la movilización adquirió otras facetas, propias de la resistencia "indirecta" ante la represión, como las bromas y chistes sobre la familia y el entorno del presidente o sus políticas "populares" (Meddeb 2010: 15-16), que junto con la contestación política, han "contribuido, a lo largo del tiempo, a resecar las fuentes de legitimidad" (Allal & Geisser 2011:6).

El proceso de deslegitimación puede entenderse también contemplando otros factores. Según H. Bozarslan(31), los "estados Ben Ali y Mubarak" presentan peculiaridades al ser a la vez "demasiado cerrados y demasiado abiertos, demasiado modernos y demasiado anacrónicos" (2011: 4), pero adicionalmente estos estados compartían el sistema fundamentado en "un jefe único, un sistema plebiscitario, una prevalencia del clientelismo, la fusión total de la familia presidencial con los medios de negocios, que habían tomado la forma de una mera relación predatoria" (2011: 4). Asimismo, incentivaban cierto conservatismo social  pero apostaban a las clases altas "domesticadas, vitrina de su modernidad, y cuya obediencia parecía garantizar su estabilidad" (2011: 4). Paralelamente, sin embargo, las sociedades de ambos países son las más abiertas, en especial al turismo exterior, y reciben las influencias de sus diásporas respectivas, lo que genera cierta contestación cultural a través de novelas televisivas. También la literatura y el cine jugaron su papel: a modo de ilustración, el éxito nacional e internacional de la novela de Alaa al-Aswani  "El edificio Yacoubian" (2002), y luego la película - donde se describen con todos los pormenores, las desigualdades de status y de oportunidades (así como el estatus de la mujer o la situación de los grupos islamistas) a través del análisis del microcosmos del edificio - revela la importancia de estos desfases en el descontento, así como su progresiva "visibilización" y puesta en debate.

La crítica social facilitó también en Egipto la deslegitimación de la familia y del poder que no tenía la posibilidad de controlar esta difusión cultural e informativa. También subraya Bozarslan la multiplicación de acciones colectivas locales y con "salida local", casi cuotidianas, en los últimos años, lo que confirma también el análisis de los antecedentes de protestas obreras desde 2007 (Kempf, 2011). Bozarslan resalta entonces que la movilización del 2011 se realizó precisamente "en el momento que su precio se volvía prohibitivo en términos de sobrevivencia pero también de dignidad" (2011: 6), e insiste en señalar la "importancia simbólica de las inmolaciones" (especialmente de diplomados sin empleo), que demostraron "cuanto los efectos de la miseria se agravaban por la denegación de dignidad en el seno de los 'infrahumanos', (y fue cuando) el 'sistema' apareció como 'increíble' tanto en su ser como en su demanda de obediencia, y por consecuencia, de ahora en adelante, inaceptable" (2011: 6). Aunque anota que los regímenes parecían creer aun en su estabilidad y eran muy confiados a fuerza de contar con victorias electorales y de producir obediencia, Bozarslan advierte sobre la "desgracia de los príncipes cuya maquina de poder aparece tan anclada"(32), retomando las enseñanzas de Ibn Khaldoun (siglo 14) (2011:6).

¿Un proceso revolucionario?

En síntesis, si bien las revueltas populares de Túnez y Egipto han sido organizadas y protagonizadas no solo por clases medias urbanas sino también por actores sociales particularmente afectados por la pobreza, la desigualdad, el desempleo y la falta de oportunidades sociales, ¿son estas protestas posibles de entender como procesos revolucionarios?

Determinarlo implica volver a lo que se considera un "proceso revolucionario" en la literatura teórica. Resaltaremos los aportes que presenta James Defronzo en su libro acerca de los movimientos revolucionarios y revoluciones del siglo XX y XXI. La propuesta teórica de Defronzo (Defronzo, 2011: cap. 1) hace énfasis en cinco factores que deben ser reunidos (en mayor o menor grado), y que deben ser simultáneos para que ocurra un proceso revolucionario: "la frustración masiva", "los conflictos entre la elite política", "las reivindicaciones unificadas", "la crisis política aguda  (que afecta el estado)" y finalmente "el contexto internacional permisivo". ¿Puede semejante modelo ayudar a entender el conjunto de acontecimientos del mundo árabe? Para determinarlo, toca elaborarlo un poco más. En aras a sustentar su propuesta, Defronzo rescata aportes de cinco grandes modelos explicativos de la revolución (modelo  marxista, modelo de la frustración relativa, modelo sistémico, modelo de la modernización, y por último el modelo  estructural), en particular los trabajos de T. Skocpol y de B. Moore dentro de la corriente estructural. Sin embargo les reprocha a todos la falta de importancia dada a la variable "permisividad del contexto internacional", que él considera determinante. También presenta, en los siguientes términos, las siete fases o pasos por los que transcurren los procesos revolucionarios exitosos: "disidencia de los intelectuales hacia el régimen político", "el 'antiguo régimen' trata de evitar la revolución al implementar reformas que en últimas no permiten mantener el orden vigente", "la alianza revolucionaria, que finalmente arrebata al antiguo gobierno el poder, pronto enfrenta conflictos internos", "al principio el gobierno pos-revolucionario es moderado", "la decepción y el desencanto hacia el gobierno moderado que no llena expectativas facilita la activación de grupos más radicales que van ganando el control", "los radicales adoptan acciones más extremas para lograr los objetivos de la revolución, incluyendo el uso de métodos coercitivos contra los que les parece les resisten o amenazan los objetivos revolucionarios", y finalmente "revolucionarios más moderados y pragmáticos reemplazan los radicales" (Defronzo, 2011: 25).

Esa propuesta presenta una serie de elementos estimulantes para la reflexión en torno a las protestas en el mundo árabe. Así puede ayudarnos a analizar si los componentes fundamentales fueron o están presentes, en qué grado, y son simultáneos o no.  Si se retoma el modelo de los 5 componentes esenciales se podría considerar que cuatro de los cinco factores parecen presentes en distintos grados: la frustración masiva, las reivindicaciones unificadas, la crisis política aguda  (que afecta el estado) y finalmente el contexto internacional permisivo. En efecto:

  • la frustración se deriva de la explosiva situación del empleo, detonante muy importante.
  • Las reivindicaciones a nombre "del pueblo" han sido unificadas en torno a la caída del régimen y la reivindicación de la dignidad, por encima de divisiones sociales y regionales o generacionales, creándose un amplio consenso.
  • La deslegitimación del régimen ha progresado y la movilización contestataria ha favorecido la generalización de la denuncia de la corrupción y de las elites dirigentes kleptocratas.
  • El contexto internacional permisivo: aquí es pertinente recordar el discurso de Barack Obama en el Cairo el 4 de junio de 2009(33), que tuvo una acogida favorable en su momento y mencionó la promoción de la democracia  no por imposición sino por libre decisión de los pueblos, así como su pleno reconocimiento de los aportes del islam a la civilización.

Todos estos elementos demuestran que al menos 4 de los 5 componentes están reunidos. No obstante, tenemos más dudas(34) acerca del  "conflicto entre la elite política", como se explicitará más adelante. Así mismo, por lo ocurrido hasta ahora, parece posible ubicar a Túnez y Egipto dentro de las siete fases del proceso revolucionario identificadas por Defronzo: en ambos casos, la fase 4 - la del gobierno posrevolucionario "moderado" - está ya en transcurso y la incertidumbre aun prevalece sobre el futuro, tomando en cuenta que se esperan las elecciones y el debate de nuevas constituciones en los últimos meses de 2011. Pero presenciamos también elementos de la fase 5 - la decepción frente a los "moderados" - lo cual es perceptible a través de las recientes movilizaciones en ambos países, que denuncian los retrocesos y la ambigüedad de los gobiernos y del ejército frente a la "revolución". 

Es de importancia mayor señalar aquí el rol peculiar desempeñado por el ejercito: se ha hecho evidente, durante las protestas antes de la caída del régimen, la disidencia que procedió desde el ejercito en Túnez, al rechazar el mantenimiento del mandatario y rehusarse a disparar sobre los manifestantes (contrario a la policía y servicios de inteligencia y de seguridad más afines al mandatario). En Egipto, el ejército apoyó al principio el mantenimiento del orden, pero terminó aceptando la salida del mandatario; los militares mantuvieron y mantienen aun un fuerte control sobre la situación, lo que es ilustrado por la toma del poder por el Consejo Supremo de Fuerzas Armadas (CSFA) luego de la salida de H. Mubarak (11 de febrero). H. Bozarslan observa al respecto: "el Estado-cartel en Egipto y Túnez  (...) estaba encarnado por un raïs que le daba sentido, pero agrupaba otros componentes, especialmente servicios de seguridad (...).En tiempo normal, es decir en las largas décadas en las que el poder lograba garantizar su perduración sin mayor esfuerzo, el príncipe (...) disponía de una considerable autonomía frente a estos otros actores. Empero, en situación de crisis extrema como la del invierno 2010-2011, la sobrevivencia de estos últimos (en particular el ejercito), dependió de su habilidad en afirmar su autonomía respecto del príncipe" (2011: 1). También señala que el ejército egipcio es mucho más poderoso en la escena política que el de Túnez, y ha logrado maniobrar  para legitimar su toma del poder en aras a garantizar el regreso a la estabilidad, apoyado por sectores (partidos políticos y figuras de la oposición sin base) que apoyaron las protestas pero temían el chaos después de la caída del rais (p. 2-3).

No obstante sus aportes llamativos y esclarecedores sobre el "proceso revolucionario", el modelo de J. Defronzo también conlleva, en nuestro criterio, ciertos límites en el análisis, como son:

  • El excesivo peso dado, a nuestro juicio, a la frustración de las masas, como factor explicativo del surgimiento de las protestas, que se puede rebatir desde las teorías de la movilización como ya se mencionó.
  • el enfoque puesto en los conflictos de las elites: si bien existe cierta desafección o descontento de algunos actores económicos hacia el régimen, es difícil evaluar si hubo conflicto(35): el régimen neo patrimonial, en Túnez, mantenía un férreo control sobre el sector privado y tenía con los empresarios una serie de compromisos y pactos que volvían estos sectores más bien "clientes", más o menos voluntarios (para evitar fiscalización, impedimentos burocráticos e intervencionismo estatal) o incluso a veces cómplices del poder (Meddeb 2010; Hibou 2011b). Así mismo existía una confusión, casi absoluta, entre elites económicas y políticas, poder económico y poder político, en contextos donde se ha logrado conjugar liberalismo económico y autoritarismo político.  Por ende, aun falta mayor análisis empírico para determinar el grado de conflicto entre elites dirigentes y evaluar su alcance e impacto sobre la legitimidad del régimen(36).
  • Una insuficiente profundización de la variable internacional": la variable internacional no puede reducirse a la "permisividad"; debe incluir dimensiones mucho más precisas y matizadas, aunque este aspecto se desarrollará en un futuro artículo. Pero si de evaluar la permisividad se trata, esta se puede poner en duda si recordamos el rol sumamente ambivalente de la antigua metrópoli (Francia): la entonces canciller francesa M. Alliot-Marie propuso públicamente al gobierno Ben Ali "el saber-hacer (la experticia) reconocido en el mundo entero, de nuestras fuerzas de seguridad" (en el mantenimiento del orden)(37). La propuesta ilustra como mínimo una actitud "poco permisiva" hacia la democratización, y aunque luego la posición gubernamental dio un giro de 180 grados, al menos en los discursos públicos, esa frase no dejó de tener impacto en las memorias.

En síntesis, el modelo explicativo propuesto por J. Defronzo ofrece una perspectiva pertinente aunque no del todo adecuada en nuestro criterio. Se evidencia, mediante los cinco factores explicativos mencionados, que los acontecimientos en Túnez y Egipto comparten una serie de características mayores de los procesos revolucionarios. Pero será necesario acopiar mayor información empírica para ilustrar el desenlace de los acontecimientos, especialmente los procesos de "unificación de motivos" entre distintos grupos sociales y los conflictos entre elites política y económica. Ahora bien,  ante el incierto rumbo de los cambios en curso, cabe analizar hasta qué punto se puede considerar que se estaría realizando "una transición a la democracia".

3. UNA DEMOCRATIZACIÓN?

El derrocamiento de un régimen autoritario, objeto clásico de la ciencia política y sobre todo de la llamada "transitología", resulta ser un proceso complejo que ha generado amplia literatura. Lo importante de resaltar aquí es que la transición política emprendida luego de la caída del régimen, contrario a lo que se da a entender en ciertos discursos políticos y mediáticos, no es un proceso ineludible, lineal e imparable hacia la democracia, pues la salida puede ser el regreso a un régimen autoritario (Banegas, 1993; Dobry, 2000: 585-614; Schmitter, 2000: 615-631). Lo evidencia la definición clásica de O'Donnel & Schmitter: "(la transición) está delimitada por un lado por el lanzamiento de un proceso de disolución de un régimen autoritario y del otro lado, por la instalación de una forma de democracia, el regreso a un tipo de régimen autoritario o la emergencia de una alternativa revolucionaria" (O'Donnell, 1991: 6)(38). Es decir que termina cuando se ha establecido un nuevo régimen, pero no se puede garantizar que sea un régimen democrático.

En caso de que así sea, los indicadores del nuevo régimen son: un proceso electoral, la aprobación de un nuevo texto constitucional y en algunos casos un nuevo pacto político entre las elites (O'Donnell y  Schmitter, 1991). Pero la determinación del fin del régimen autoritario o el establecimiento del nuevo régimen, esto es de los límites temporales del inicio y fin de la transición, no es siempre muy fácil de establecer. En el caso de nuestro interés, aunque es imposible aun determinar el rumbo de la llamada "transición", se vislumbran algunas divergencias en los caminos emprendidos por los actores y los nuevos mandos al poder.

Un balance de los cambios: énfasis en lo institucional en detrimento de lo económico.

En el caso de Túnez y Egipto(39), reina un contexto de incertidumbre total sobre lo que puede ocurrir ya que aun (a la fecha en que se escribió el presente artículo) no se han realizado las elecciones y tampoco el establecimiento de la nueva constitución; siguen "gobiernos provisionales" en el mando en Túnez, compuestos de personas que se relacionan o pertenecieron al "antiguo régimen" (esto es al RCD o a los gobiernos Ben Ali), mientras se evidencia la fuerte presencia del ejército en el mando en Egipto a través del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA). La efervescencia generada por la salida de los mandatarios se ha desvanecido y ciertos temores o frustraciones han surgido, principalmente el miedo a ver "robada" o "amenazada" la revolución, que cunde entre los actores sociales que la protagonizaron.

Los avances que se han hecho son por ahora restringidos. Veamos.

En Túnez, se puede destacar la aprobación de la nueva ley electoral promulgada el 11 de abril de 2011(40), de la que se puede resaltar dos grandes medidas: la paridad hombre-mujer (artículo 16), lo cual obligaría los partidos y movimientos a incluir más mujeres en sus listas (en relación con el énfasis del actual debate político en Túnez en el tema de los derechos de la mujer y su lugar en la política); y sobre todo la exclusión de los antiguos miembros del RCD (partido oficialista de Ben Ali)  pues el artículo 15 prevé 10 años de inelegibilidad para todos aquellos que han ejercido responsabilidades en el RCD y los que apoyaban la candidatura de Ben Ali a la elección de 2014: esta es una de las medidas más discutidas pues para antiguos miembros del partido o de los gobiernos, resulta discriminatoria o antidemocrática.

Adicionalmente, se debatió el proyecto de decreto-ley relativo a la elección de la Asamblea constituyente, inicialmente prevista el 24 de julio, y luego aplazada para el 23 de octubre de 2011(41). De hecho es importante observar como la fecha misma de la elección de la Asamblea Constituyente ha sido objeto de amplios debates, por cierto muy propios de un proceso de transición: en las primeras fases, el establecimiento del "calendario" se convierte en un reto político en sí mismo, y sujeto a múltiples interpretaciones. Para la comisión electoral la solicitud de aplazamiento apuntaba a darse tiempo de "organizar una elección libre y transparente",  mientras que algunos partidos expresaron su temor que el aplazamiento signifique el abandono de la transición. Finalmente el Primer Ministro, Beji Caid Essebsi, anunció: "hemos tenido en cuenta todas las posiciones" y confirmó la nueva fecha, agregando para legitimarse: "hubiéramos podido disolver la comisión electoral, volver a elecciones organizadas por el ministerio del interior, no lo hicimos"(42) (es de destacar que el ministerio del interior es el símbolo odiado del  régimen Ben Ali y de su partido el RCD, disuelto; por lo que encargarle el proceso electoral hubiera sido percibido como un grave retroceso o incluso peor). La convocatoria de la Asamblea Constituyente en Túnez (una antigua reivindicación de los oponentes), representa una diferencia respecto de los demás países norafricanos(43) (En Marruecos, el rey Mohamed VI propuso una nueva constitución, aprobada por referendo el 2 de julio de 2011). Túnez sería incluso, según ICG, el país donde "la transición democrática tiene más oportunidades de avanzar" (ICG 2011, Informe IV, p.3).

En Egipto, fue el 13 de febrero de 2011 cuando el CSFA anunció que iba a "administrar temporalmente los asuntos del país para un periodo de seis meses o hasta que se hayan realizado las elecciones legislativas, las del consejo de la Shura y la elección presidencial"(44). La incertidumbre se volvió manifiesta con el aplazamiento de las elecciones legislativas inicialmente previstas en septiembre hasta finales de octubre y luego para el 28 de noviembre; aun se carece de fecha clara para la elección presidencial(45). Este aplazamiento puede generar algunas dudas sobre el mantenimiento del calendario de seis meses para la transición. Según ICG (2011, informe n°101, p.3) el ejército se auto-adjudicó el poder ejecutivo y legislativo, en ausencia de un parlamento (el cual fue disuelto apenas el ejercito asumió el poder en febrero de 2011). El aplazamiento de la contienda puede prorrogar esta situación, vista por unos como una mayor garantía de estabilidad -ante el caos generado por las huelgas y la paralización económica - y por otros como una seria amenaza al proceso de democratización(46).

Así mismo, se presentó a referendo, el 19 de marzo de 2011, el proyecto de modificación de la constitución elaborado por una comisión de 8 expertos nombrada por el CSFA, entre el 15 y 26 de febrero de 2011 (la comisión solo tenía un mandato de diez días). El referéndum arroja los siguientes resultados  oficiales(47): el  "si" gana con  77,2% de los votos, mientras que el "no" lleva  22,8%  de las voces.  La tasa de participación fue considerada abrumadora: 41% (esto es 18,5 millones de personas, sobre un total de 45 millones de egipcios en edad de votar)(48). Este resultado es interpretado por los observadores como la victoria del CSFA, pues se aprueba una reforma constitucional restringida, enfocada en tres medidas claves: a) limitar el tiempo máximo de presidencia a dos mandatos de 4 años (en vez de mandatos ilimitados de seis años); b) favorecer una flexibilización de las condiciones para presentar la candidatura a la elección presidencial; c) una restricción del estado de emergencia (en vigencia sin interrupción desde 1981) a seis meses y cuya prorroga deberá ser sometida a referendo(49).

Tal vez como lo resalta H. Bozarslan (2011), el mayor reto que se presenta hoy en día es "pasar de la incertidumbre revolucionaria a la incertidumbre  democrática": esto implica aceptar que la tan poco acostumbrada "incertidumbre" en las sociedades tunecina y egipcia se vuelva parte de las reglas del juego,  así como la incertidumbre propia del juego electoral implica una pérdida de control del poder sobre los resultados de las urnas. De allí, el manejo del tiempo se vuelve en sí un desafío político en periodos de ausencia de certezas. En efecto, se presenta una carrera contra el tiempo por parte de los actores del nuevo poder que tienden a justificar el carácter limitado de sus reformas por la "falta de tiempo", la necesaria restricción de la incertidumbre y la preocupación por garantizar la "estabilidad"; mientras los oponentes reclaman el "tiempo suficiente"(50) para crear partidos, reglas del juego y condiciones claras y transparentes para el ejercicio del derecho de voto, o para elaborar una nueva constitución. Finalmente el poder en Egipto decide aplazar las elecciones y esto da lugar a dos interpretaciones distintas: o teme perder el control de la transición al otorgar el poder a los nuevos actores elegidos (el aplazamiento sería entonces una señal de retroceso), o bien se dio cuenta de que debe acoplarse a las dinámicas políticas y sociales al admitir que el proceso electoral no está aun suficientemente maduro como para garantizar un resultado legitimo (y eso sería una señal que la sociedad al fin y al cabo logra modificar los plazos impuestos desde arriba). Es aún muy pronto para hilvanar sobre los posibles resultados por venir y la motivación del actual poder en Egipto.

Así vemos cómo, de manera paradójica (si se toma en cuenta que se espera generalmente que los actores revolucionarios aboguen por cambios inmediaticos y drásticos a la vez), son los actores más declaradamente a favor de una democratización(51), los que reclaman "suficiente tiempo" para avanzar con las distintas etapas de la transición, mientras el poder intenta legitimarse mediante cambios mas rápidos aunque también de alcance más limitado y de orden mas institucionalista, con menos repercusiones en el debate y el cambio sociocultural(52). Esta observación deberá matizarse mientras los procesos en curso evolucionan, pues la variable temporal juega un papel determinante.

Finalmente quedan en "veremos" los cambios socioeconómicos anhelados por los protagonistas de las protestas, pues el énfasis en lo institucional, lo político y lo electoral ha  relegado al olvido el tema económico y se siguen reprimiendo marchas y huelgas. En ambos países, el tema del empleo no se ha debatido realmente, y no parece recibir atención real de los partidos en proceso de organización. En Túnez, la agitación esporádica sigue imperando en las provincias donde la situación aun se ha agravado a raíz de los "costos de la revolución" (huelgas), y donde el sector del turismo, fuente sustancial de divisas, se ha derrumbado.

Islam y democracia

Quisiera finalizar este análisis preliminar de los retos por venir en la transición democrática en juego, con unas breves acotaciones en torno al candente debate sobre la posibilidad de juntar islam y democracia (un  tema que ha generado abundante y polémica literatura). Sin duda este es el desafío que más ha llamado la atención de los observadores exteriores, preocupados por un supuesto "desbordamiento islamista". Esa relación se puede examinar mediante tres preguntas claves.

La primera pregunta de fondo, en torno a la relación islam y democracia(53), consiste en redefinir qué se entiende por estos términos, que no son tan "claros" como se pretende. Esto induce reflexionar mas pormenorizadamente sobre el sentido otorgado a los conceptos por los actores, sobre todo cuando movilizan el "islam como un lenguaje y un recurso político, invocando la sharia", como lo observa Lahouari Addi(54); más aun, tomando en cuenta que existen distintas representaciones de lo político y la democracia en un mismo país o entre países (Bechir & Geisser, 3-02-11; Hibou 2011a).

Es imposible pensar "el islam" como un bloque monolítico: hay que incorporar a distintas dimensiones como son los valores enunciados en el Corán pero también la practica histórica y la vivencia individual interiorizada, como lo sugiere pertinentemente A. Filaly-Ansary en su artículo "Islam, Laicidad y democracia"(55); y tampoco se entiende "laicidad" de la misma manera en los países arabo-musulmanes que en los europeos o en Turquía. Por ende la relación entre los tres conceptos merece igualmente una reflexión enfocada sobre las diferentes realidades sociales y culturales que conllevan distintos usos del lenguaje, distintas concepciones del poder así como diferentes percepciones de lo político.

La segunda pregunta crucial que surge es: ¿cual puede y debe ser el lugar otorgado a los actores islamistas en el nuevo espacio político en proceso de elaboración y transformación? Por lo que se observa hasta ahora(56), los actores islamistas moderados (partido Ennahda, a priori actor mayoritario en la futura Asamblea constituyente) en Túnez se han esforzado por "tranquilizar" a los demás actores (especialmente movimientos feministas y partidarios de mantener la laicidad en la constitución) al anunciar que no conquistarían más del 15% del parlamento (restringen el numero de sus candidatos) y que no perseguirían la toma del poder en la elección presidencial (no obstante, los resultados del voto del 23 de octubre evidencia que Ennahda adquirió aproximadamente 60 de los 217 escaños en la asamblea constituyente y alrededor de 40% de los votos, lo que les permite influir sobre la composición del futuro gobierno). Queda por verse, no obstante, el papel que pretenden desempeñar en el debate constitucional. Esta tendencia moderada puede sin embargo verse avocada a radicalizarse por actores de orientación salafista, que la obligarían a posicionarse más drásticamente en torno a la laicidad.

En Egipto, el tema más álgido del debate constitucional que se permite vislumbrar concierne el artículo 2 que estipula que el Islam es la religión de estado y que "los principios de la Sharia islámica constituyen la fuente principal de legislación", artículo modificado en 1980 (cuando ocurrió la llegada de Mubarak al poder). Los Hermanos Musulmanes en pleno proceso de (re)organización para las legislativas y con probable candidato presidencial (uno de sus dirigentes se presentaría contra la decisión del partido formado por los HM, "Justicia y libertad"), no quieren que se toque el mencionado artículo; tal vez por eso se felicitaron de la aprobación de la reforma limitada de la constitución de marzo (pues este articulo no se modificó). Existe una oposición creciente a dicho artículo, y un debate a favor de la separación entre poderes religioso y político; por ende, la revisión del polémico artículo 2 deberá probablemente pasar por una reforma mucho más sustancial y someterse a un debate profundo sobre la futura Constitución. De esta manera se evidencia una posible divergencia respecto a Túnez, con unos actores "moderados" más organizados y activos, interesados en la toma progresiva del poder, y con mayor peso en la sociedad en Egipto.

La tercera pregunta esencial que se plantea es entender cómo los regímenes en proceso de transformación lograrán legitimarse, sin explotar el miedo al islamismo radical para justificar su autoritarismo. Es de recordar la manera como Ben Ali y Mubarak hoy derrocados, explotaban este temor a la difusión del islamismo (cada vez más asociado, en los estereotipos, al terrorismo desde el 11S) para justificar su permanencia en el poder. Las potencias extranjeras los apoyaron en este discurso, al privilegiar la "estabilidad" contra "el peligro islamista", una posición que ha tambaleado antes de efectuar aparentemente, un giro de 180 grados(57).

Dado quedesde los noventa, los actores islamistas han aprendido a jugar las reglas del juego electoral para conquistar el poder(58), los nuevos gobiernos deberán elaborar nuevas fuentes de legitimidad para sustentarse y jugar también el juego electoral aceptando su incertidumbre, incluso la posible victoria de los islamistas en las urnas. Dependerá en parte dicha capacidad de auto-legitimación de su posición y actitud hacia los actores islamistas: integrarlos al juego político para evitar su radicalización, o postular que no existe esto "del islamismo moderado" como sospechan los escépticos frente a la posible conjugación del islam con valores democráticos.

Pero más allá del juego táctico a corto o mediano plazo,  lo que está en discusión es el lugar de la religión en el espacio político, en sociedades donde no existe el concepto de laicidad tal como se entiende en Europa (Francia) según Filali-Ansary, y donde se asocia la laicidad con lo "no religioso" o incluso es vista como un rechazo al mensaje religioso (con diferencias de un contexto a otro, pues el autoritarismo de Bourguiba en Túnez se combinó con un esfuerzo de "modernización" que se evidenciaba mediante la promoción de la laicidad). Las preguntas planteadas por Filali-Ansary son dignas de recordarse: "la práctica política autónoma acaso necesita la eliminación de  lo religioso?"; "la referencia a la fe religiosa debe eliminarse de los fundamentos de la organización política?". En realidad, para este pensador, lo que está en juego "no es la eliminación de lo religioso del espacio político, sino el cambio en su modo de ser presente y actuar"(59). Esto significa que lo religioso se convierte, más que en un sistema de prescripciones fijas, en la fuente de normas morales, lo que implica un debate en torno a ellas, que es uno de los principales retos en las sociedades árabes, como lo subraya también M. Camau(60).

Según A. Filali-Ansary, lo que ha favorecido el islamismo radical es, entre otros factores, el cierre absoluto del campo político por regímenes autoritarios. En este sentido la posible apertura del espacio político en redefinición puede influir en una mayor presencia de actores moderados que aceptan el tema de la laicidad o al menos cierta separación de lo temporal y lo espiritual (como en la nueva constitución marroquí que redefine los contornos del poder del rey, también comandante de los creyentes, aprobada en julio de 2011) y quizás una pérdida de legitimidad de actores radicales. No obstante, esta evolución esta aun en ciernes y no necesariamente será la misma en todos los contextos.

A MODO DE CONCLUSIÓN...

Examinar procesos de transformación en curso, con las dificultades metodológicas que esto conlleva, más aun a distancia, permite sin duda alguna volver a reflexionar sobre estos momentos cruciales donde está en juego la redefinición de los cambios posibles y legítimos y los que aun no se vislumbran o no se aceptan. El énfasis puesto en lo constitucional, lo electoral o lo político y el subsecuente relegamiento al olvido del cambio económico y social, en la primera fase de la transición, caracterizada por la mayor incertidumbre (tanto sobre lo que se va a debatir como sobre el calendario) lo ejemplariza, y sin duda confirma ciertas observaciones hechas acerca de anteriores procesos de transición democrática en América latina(61).

Hoy en día siguen pendientes una serie de interrogantes relativas al proceso de transformación y reorganización del espacio público de debate. Falta por analizar varios temas: ¿qué tan aguda es la crisis estatal en Túnez y Egipto? ¿Cual es y será el papel de los partidos políticos existentes o por constituirse? ¿Cuál será la posición de las elites económicas nacionales y de los actores transnacionales? ¿Qué proyecto político será llevado a cabo por la Asamblea Constituyente tunecina?  Esas y otras (muchas) incógnitas, referidas a la desigualdad y el empleo, podrán empezar a develarse y aclararse cuando se hayan realizado los procesos electorales y se haya avanzado con el debate de la Asamblea constituyente en Túnez por estrenarse en estos próximos días.


COMENTARIOS

1. Le Monde, 31-01-11, "Aider la transition démocratique", por Souhayr Belhassen, presidente de la FIDH, Sophie Bessis, secretaria general adjunta de la FIDH, y Khedija Cherif, secretaria general de la FIDH. (sobre el caso tunecino); y para un análisis crítico de la idea de la "transición democrática" en Túnez: Bechir Michael & Geisser Vincent, "Technocrates contre démocrates?", en Politis, 03-02-11: http://www.politis.fr/spip.php?page=imp&id_article=12926 (la tesis es que se enfrentan dos modelos de democracia entre actores tunecinos, unos partidarios de restringir la movilización y otros de seguirla, calificados como "tecnocratas"  y "democratas radicales").

2. El mandatario tunecino, Z. Ben Ali, llegó al poder por un golpe de estado el 7 de noviembre de 1987, sucediendo al líder independentista, H. Bourguiba, en el mando desde 1956; mientras que Egipto vivió desde 1980 bajo el mando de H. Moubarak.

3. Se examinaron: "Le Monde", "Libération" y el mensual "Le Monde Diplomatique" desde diciembre de 2010 Completé esta revisión con búsqueda de revistas periodísticas o académicas con números especiales sobre la primavera árabe. 

4. Es de destacar usos distintos dentro de un mismo país según el desenlace, o entre países. Por ejemplo se han llamado "revolución" los acontecimientos tunecinos y egipcios pero sorprendentemente se llaman "rebeldes" a los oponentes libios a Gadafi en Libia. Es de destacar entonces las connotaciones de estos términos.

5. Para un estado del arte incluyendo los trabajos clasicos (DeFronzo, 2011).

6. Le Monde, 17-08-11.

7. Ver  Libération, dossier "Le monde arabe, l'appel de la liberté" : del 15 al 19 de agosto de 2011 se publican cartas escritas por personalidades (escritores o miembros de esfera cultural) de distintos países. Por ejemplo, la carta escrita por Aalam Wassef (Egipto) el 16 de agosto, "Querido Antonin, la plaza Tahrir está lejos", subraya que el consejo superior de las fuerzas armadas (CSFA) se ha apoderado (apropiado) de la revolución, denuncia los arrestos de manifestantes y militantes de derechos humanos o los juicios expeditos, así como el control de la prensa.

8. El análisis de las emociones en las movilizaciones sociales se ha convertido en objeto de investigacion : ver Flam Helena & King Debra, Emotions and social movements, USA & Canada, Routledge, col. Advances in Sociology, 2006  (1a  ed). 

9. Sobre los cambios culturales y políticos desde la descolonización, ver el análisis comparativo de G. Corm, Le Monde Diplomatique, abril de 2011, p. 17. Para Corm, la primera "primavera árabe" terminó en 1967 con la derrota de los ejércitos árabes ante Israel. Luego, las guerras del Líbano (1975-1990), Argelia (1992-1999), e  Irak (2003...) y la implementación de reformas neoliberales han debilitado las ideologías nacionalistas, propiciando así el islamismo radical. También analiza el papel de la revolución iraní y de los acontecimientos mundiales como el 11S y el conflicto israelí-palestino, sobre las sociedades árabes. En este panorama, las  "revueltas populares" como las llama, se deben a reivindicaciones económicas y sociales y a la ceguera general ante la catastrófica situación del empleo y el mantenimiento de  zonas con alto analfabetismo.

10. Aspecto fundamental que se ha modificado en el nuevo texto constitucional de julio de 2011: antes el Rey era "el representante supremo de la nación" y ahora será "el jefe de Estado" y "el comandante de los creyentes", llegando a introducirse una separación de los poderes temporal y espiritual: Libération, en los números del 20-06-11: "Une nouvelle Constitution en trompe-l'oeil" y el  2-07-2011 : "Nouvelle Constitution au Maroc, le Oui plebsiscité": el primero resalta los cambios en la constitución, según el texto propuesto por el rey mismo, señalando que el poder del rey "se clarifica pero no se restringe" y que no se ha creado la "monarquía parlamentaria" que algunos oponentes están reclamando. El segundo artículo señala que el proyecto de constitución fue aprobado a 98%, un plebiscito contestado por la oposición que cuestiona las cifras oficiales. 

11. Libération, 19-08-11, Tribuna (carta n°4), Fouad Laroui: "Cher ami, tu seras un démocrate"; Cita traducida del francés, traducción mía. (cursivas propias).

12. las expresiones en cursivas son de estos autores.

13. Le Monde, 7-03-11: "Regardons enfin les pays arabes autrement".

14. Sobre el rol de las redes sociales: Miossec Jean-Marie, "Tunisie jasmin et internet", Le Monde, 31-01-11, Le Monde, "Existe-t-il une méthode tunisienne de soulèvement?", 2-02-11.

15. Cita original : "Les pancartes brandies par des milliers de manifestants (...) font étalage de la volonté du peuple. Ce que l'on nommait jusqu'ici avec dédain 'la rue arabe' s'est transformé en 'peuple', toutes tranches sociales et toutes tranches d'âge confondues".

16. En el cap. 1 (pp.1-40) , H. Flam propone un estado del arte (sobre la produccion de los últimos 30 años especialmente anglosajona, y sobre las busquedas de la decada del 2000) para luego realizar un análisis de la reflexión sociologica sobre el papel de las emociones en la protesta social. Lo que evidencia es que siempre se ha vinculado el análisis de las emociones con la micropolítica. H. Flam propone mostrar que la relevancia de las emociones es tal que influye sobre la macropolítica, y permite vincular el análisis de la micro y de la macropolítica.

17. Ver en particular: (Badie Bertrand & Hermet Guy, 1990); Hirshman Albert, 1986.).

18. Ver  tambien los dossiers especiales en el mensual francés "Le Monde Diplomatique" de febrero a julio de 2011.

19. Sobre antecedentes en Tunez y Egipto, ver: (Kempf, 2011: 13 ; Ben Nefissa, 2011: 12-13; Piot,  2011: 10-11; Amin, 2011).

20. Para detalles del actuar de la UGTT y otros actores de la oposición ver: (ICG, 2011).

21. Segun Boix I (2011); "Los Salarios Mínimos fijados por ley eran en 2010 de 200 € mensuales en Marruecos, de 170 en Túnez, de 150 en Argelia, de 75 en Libia y de 48 en Egipto, con el agravante de que esas cifras, debido al elevado porcentaje de economía informal -sumergida-, no suponían ni siquiera una garantía para muchos trabajadores". (p. 5).

22. El reportaje presenta una descripción de los seis meses de protesta hasta julio de 2008 y los actores del conflicto local.

23. Traducción mía; "los jóvenes sin clase" en francés se llaman "jeunes déclassés", esto es que han perdido su pertenencia a una clase social. 

24. Para profundizar la situación de la sociedad civil y la contestación política tunecina: (Geisser et Gobe, 2005-2006).

25. Cifras y previsiones del FMI, recorridas en un análisis comparativo: (Elraz, 2011). Para cifras comparadas: (PNUD, 2009)

26. Se trata de una clase media definida como la que gasta al menos 1.6 DT ( un euro) por día, siendo la línea de pobreza establecida en un gasto de menos de 1DT por día; esas estadísticas del Instituto nacional de estadísticas tunecino han recibido críticas y comentarios irónicos de la prensa económica y la población.

27. Ver cifras de la progresión del alfabetismo en la última década y cifras de analfabetismo en el estudio realizado por la UNESCO (Unesco, 2009); ver también en el Portal de información y recursos sobre genero y desarrollo, el articulo "Le monde arabe en tête du hit-parade mondial de l'analphabétisme" del 31 de enero de 2008 que proporciona cifras de analfabetismo femenino y masculino. http://www.genreenaction.net/spip.php?article6270

28. En un artículo se mencionan "decenas de millares de diplomados desempleados y centenas de millares de desempleados sin diploma", en los países magrebinos, y se analizan críticamente cifras oficiales del desempleo, y subempleo: "Maghreb : Chômage des jeunes diplômés, une bombe à retardement", 31-01-11: http://www.el-annabi.com/internationale/1181-maghreb-chomage-des-jeunes.html

29. Recuérdese por ejemplo el impacto de la inmolación de Jan Palach en la revuelta checoslovaca contra el régimen soviético en 1968, o la huelga del hambre de los estudiantes chinos en Tienanmen en mayo de 1989.

30. Ver en particular los artículos ya clásicos: McAdam, Doug; John McCarthy y Mayer Zald, "Oportunidades, estructuras de movilización y procesos enmarcadores: hacia una perspectiva sintética y comparada de los movimientos sociales", en: McAdam, Doug; John McCarthy y Mayer Zald, Movimientos sociales: perspectivas comparadas, Editorial Istmo. Madrid, 1999, pp. 21-46; Gamson William A., "The social psychology of collective action", in Morris Aldon D. & Mac Clurg Mueller Carol (eds), Frontiers in social movement theory, New Haven & Londres, Yale University Press, 1992, 382 p., pp. 53-74; Melucci Alberto, "Getting involved, identity and mobilization in social movements", From structure to action, comparing social movements across cultures, Review International Social Movement Research, Greenwich, Connecticut (USA) & Londres, J.A.I. Press L.T.D., Eds. Klandermans Bert, Tarrow Sidney G., Kriesi Hanspeter, vol.1, 1988, pp. 329-348, Snow David A. & Benford Robert D., "Ideology, frame resonance and participant mobilization", From structure to action, comparing social movements across cultures, Review International Social Movement Research, Greenwich, Connecticut (USA) & Londres, J.A.I. Press L.T.D., vol.1, 1988, pp. 197-217.

31. Bozarslan Hamit, "Réflexions sur les configurations révolutionnaires égyptienne et tunisienne", Mouvements, n°66, 1 de junio de 2011 : www.mouvements.info/relexions-sur-les-configurations.html

32. La cita exacta en francés es "Malheur aux princes dont la machine de pouvoir apparait si rodée, aurait dit Ibn Kaldhoun, penseur arabe du XIVe siècle". (traducción mía).

33. Se puede encontrar el texto integral en la edición del New York Times del 4 de junio de 2009. El discurso en conjunto, muy amplio, revisa la relación entre Estados Unidos y los países del mundo arabo-musulmán y los desafíos geopolíticos que existen en esta relación.

34. En particular porque aun nos falta información periodística respecto de los acontecimientos y serán necesarias investigaciones empíricas que develen mejor los procesos ocultos como el retiro de «apoyo» por parte de las elites económicas al régimen.

35. Las elites no jugaron un papel activo determinante en las protestas, según el investigador Bernard Botiveau (CNRS-Iremam, Aix-en-Provence, Francia), en el conversatorio realizado en la U. Nacional (Bogotá D.C) el 15 de septiembre de 2011. Pero aun faltan trabajos analíticos para profundizar en esta variable.

36. Es interesante el análisis propuesto por Takis Fotopoulos: "Démocratisation néo-libérale du monde Arabe, projets pilotes en Tunisie et en Egypte":  http://nawaat.org/portail/2011/02/24/democratisation-neo-liberale-du-monde-arabe-projets-pilotes-en-tunisie-et-en-egypte/. En una perspectiva distinta, Romain Rancière analiza como la teoría económica de los conflictos entre elites puede explicar los acontecimientos al menos parcialmente: "Les élites dans le creux des révolutions", Libération, 01-03-11: http://www.liberation.fr/monde/01012322808-les-elites-dans-le-creux-des-revolutions.

37. El 11 de enero de 2011 (tres días antes de la caída de Ben Ali), la canciller M. Alliot-Marie propuso "le savoir faire, reconnu dans le monde entier, de nos forces de sécurité", en su discurso ante la tribuna de la Asamblea Nacional (traducción mía). Ver Bonelli L. & Potier E., "Madame Michèle Alliot-Marie emportée par la foule", Le Monde diplomatique, Mars 2011, p. 17. En este momento se evaluaba que la policía había matado 21 civiles al menos, y Francia ya había enviado "material de mantenimiento del orden (vestidos, protección, granadas lacrimógenas)" según dicho artículo.

38. Traducción mía.

39. ICG, "Soulèvements populaires en Afrique du nord et au Moyen-Orient (IV): la voie tunisienne", Rapport Moyen-Orient/Afrique du Nord n°106, 28 de abril de 2011; ICG, "Popular protest in North Africa & the Middle East (I): Egypt victorious?", Middle East/North Africa report n°101, 24 de febrero de 2011. Ambos informes dan cuenta en detalle de los acontecimientos y de las posibles vías que seguirán los actores, evidenciando posiciones distintas y límites al proceso de cambio.

40. "Tunisie, bataille autour du code électoral avant la constituante", 26-04-2011: http://www.jeuneafrique.com/Article/ARTJAJA2623p024.xml0/ ;  "Constituante tunisienne : oui a la parité non au RCD", 12-04-11: http://www.jeuneafrique.com/Article/ARTJAWEB20110412120653/islamistes-parite-ben-ali-rcdconstituante-tunisienne-oui-a-la-parite-non-au-rcd.html

41. "L'élection d'une Assemblee Constituante en Tunisie repoussée au 23 octubre", Le Monde, 8-06-11.

42. Cita extraída de "L'élection d'une Assemblee Constituante en Tunisie repoussée au 23 octubre", Le Monde, 8-06-11.

43. Serini J.P, "En Tunisie, les soubresauts de la Révolution", Le Monde diplomatique,  mai 2011, p. 4.

44. Cita del comunicado en ICG n°101, op. cit., p. 28, nota 239 (trad. mía). Es de observar la palabra "o", que induce ya un posible cambio en el periodo anunciado.

45. El viernes 9 de septiembre de 2011, una amplia manifestación tiene como objetivo  pedirle al gobierno un calendario claro: Le Monde, "Les Egyptiens redescendent place Tahrir pour 'corriger le tir' ", 09-09-11.

46. Gresh Alain, "Peur de la démocratie?", Le Monde diplomatique, Julio de 2011, p. 17. El articulo presenta distintas posiciones, reticentes al sufragio universal, para tratar de controlar el resultado de las elecciones legislativas (en ese momento previstas en septiembre) y presidencial (prevista en diciembre de 2011).

47. "Egypte ; un referendum constitutionnel, premier vote de l'après-Moubarak", Le Monde, 20-03-11:  http://www.lemonde.fr/imprimer/article/2011/03/19/1495519.html

48. Le Monde, 20-03-11. El periodista escribe que dicha tasa es abrumadora si se compara con la "aplastante abstención que caracterizaba las elecciones bajo el régimen autoritario de Mubarak".

49. Al Dabbagh Harit, "Constitution: une réforme modeste mais indispensable", 31-05-2011: http://cahiers.cerium.ca/Constitution-egyptienne-reforme ; "Les Egyptiens pourraient voter fin mars sur une nouvelle Constitution", Le Monde, 27-02-11.

50. ICG n°101, pp. 27-28: ICG contrasta el modelo de transición del CSFA con propuestas de actores que sugerían un periodo de un año y pedían tiempo para organizar las elecciones (pp. 27-28).

51. Al respecto vale recordar dos observaciones de R. Banegas (1993), op. cit.: el menciona que  "la cualidad de demócrata" se vuelve un "recurso político esencial para el acceso al poder o la reconversión", y por ende es "la afirmación identitaria mas difundida en tiempos de transición". También anota pertinentemente que "no  siempre los mejores estrategas de la democratización son los demócratas más convencidos". Por esto es indispensable analizar con distancia el auto-posicionamiento de los actores como "demócratas".

52. Esta afirmación se refiere a lo ocurrido en los últimos meses (durante 2011), y su validez puede modificarse en el debate de la asamblea constituyente en Túnez, cuyos  resultados preliminares, al 24 de octubre, indican una victoria del partido Ennahda seguido por una coalición de partidos de izquierda, actores que dominarán la Constituyente y definirán el nuevo gobierno. Sobre esto se volverá en otro escrito posteriormente.

53. Ver dossier Islam y democracia en la Revue Pouvoirs, n°104, 2003, disponible en pdf : www.revue-pouvoirs.fr/-104-Islam-et-democratie-.html

54. Addi Lahouari, "Pluralisme politique et islam dans le monde arabe", Pouvoirs op.cit., pp. 85-95, p.87 & ss.

55. Filali-Ansary Abdou, "Islam, laïcité et démocratie", Pouvoirs, op.cit. pp. 5-19. Ver p. 5y 6.

56. Ver en particular la prensa sobre los procesos electorales y el informe por ICG de abril de 2011 sobre Túnez, y el de febrero de 2011 sobre Egipto, ambos citados anteriormente.

57. Al respecto cabe observar detenidamente la interpretación de N. Sarkozy, presidente francés: "Ces peuples, ces jeunes ont montré qu'il y a des valeurs universelles, et la démocratie au premier rang de celles-ci; (...)On a parfois comparé ce séisme démocratique à la chute du mur de Berlin et à l'effondrement du bloc communiste. C'est vrai pour l'importance historique. C'est vrai aussi pour la cécité de ceux qui ne voulaient pas voir que les Européens de l'est avaient les mêmes droits à la liberté que les Européens de l'ouest, et ceux qui ne voulaient pas voir que les peuples arabes avaient les mêmes droits à la liberté que les peuples d'Occident. Tout l'enjeu des printemps arabes est de montrer par l'exemple que l'affirmation de ces valeurs démocratiques ne s'opposent pas à l'islam", citado en Le Monde, 01-09-11.  (Cursivas mías).

58. Al respecto ver el articulo de O. Roy, "Islamisme et nationalisme" en Pouvoirs, op.cit., pp. 45-53, donde el autor enfatiza como los actores islamistas en su gran mayoría se han "nacionalizado". Para estudios de caso ver el número especial de Critique Internationale, "Les municipalités islamistes", Paris, CERI-FNSP, Janvier-mars 2009, n°42, pp. 9-91.

59. Filali-Ansary Abdou, op.cit., p. 17.

60. Camau Michel, "Globalisation démocratique et exception autoritaire árabe", Critique Internationale, Paris,CERI-FNSP, janvier-mars 2006, n°30, pp. 59-81; artículo en el cual el autor insiste en el debate vigente sobre las normas sociales como uno de los mayores retos en las sociedades arabo-musulmanas, y donde examina la literatura sobre la "excepción  autoritaria" en el mundo árabe frente a la promoción de la democracia como un lema universal.

61. La marginalización de los actores sociales durante o después de los procesos de transición, la relación entre cambio político-institucional (sobredimensionado) y cambio socioeconómico (minimizado), y la importancia de los actores armados en función de su relación con "el pueblo", son algunos de los aspectos comunes.


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UNESCO, "Le défi mondial de l'alphabétisation": http://unesdoc.unesco.org/images/0016/001631/163170f.pdf

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Massal, J. (2011). LOS SUBLEVAMIENTOS EN EL MUNDO ÁRABE: ¿HACIA UNA DEMOCRATIZACIÓN? (EL CASO DE TÚNEZ Y EGIPTO). Análisis Político, 24(73), 97–120. https://revistas.unal.edu.co/index.php/anpol/article/view/43710

ACM

[1]
Massal, J. 2011. LOS SUBLEVAMIENTOS EN EL MUNDO ÁRABE: ¿HACIA UNA DEMOCRATIZACIÓN? (EL CASO DE TÚNEZ Y EGIPTO). Análisis Político. 24, 73 (sep. 2011), 97–120.

ACS

(1)
Massal, J. LOS SUBLEVAMIENTOS EN EL MUNDO ÁRABE: ¿HACIA UNA DEMOCRATIZACIÓN? (EL CASO DE TÚNEZ Y EGIPTO). Anal. político 2011, 24, 97-120.

ABNT

MASSAL, J. LOS SUBLEVAMIENTOS EN EL MUNDO ÁRABE: ¿HACIA UNA DEMOCRATIZACIÓN? (EL CASO DE TÚNEZ Y EGIPTO). Análisis Político, [S. l.], v. 24, n. 73, p. 97–120, 2011. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/anpol/article/view/43710. Acesso em: 28 mar. 2024.

Chicago

Massal, Julie. 2011. «LOS SUBLEVAMIENTOS EN EL MUNDO ÁRABE: ¿HACIA UNA DEMOCRATIZACIÓN? (EL CASO DE TÚNEZ Y EGIPTO)». Análisis Político 24 (73):97-120. https://revistas.unal.edu.co/index.php/anpol/article/view/43710.

Harvard

Massal, J. (2011) «LOS SUBLEVAMIENTOS EN EL MUNDO ÁRABE: ¿HACIA UNA DEMOCRATIZACIÓN? (EL CASO DE TÚNEZ Y EGIPTO)», Análisis Político, 24(73), pp. 97–120. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/anpol/article/view/43710 (Accedido: 28 marzo 2024).

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[1]
J. Massal, «LOS SUBLEVAMIENTOS EN EL MUNDO ÁRABE: ¿HACIA UNA DEMOCRATIZACIÓN? (EL CASO DE TÚNEZ Y EGIPTO)», Anal. político, vol. 24, n.º 73, pp. 97–120, sep. 2011.

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Massal, J. «LOS SUBLEVAMIENTOS EN EL MUNDO ÁRABE: ¿HACIA UNA DEMOCRATIZACIÓN? (EL CASO DE TÚNEZ Y EGIPTO)». Análisis Político, vol. 24, n.º 73, septiembre de 2011, pp. 97-120, https://revistas.unal.edu.co/index.php/anpol/article/view/43710.

Turabian

Massal, Julie. «LOS SUBLEVAMIENTOS EN EL MUNDO ÁRABE: ¿HACIA UNA DEMOCRATIZACIÓN? (EL CASO DE TÚNEZ Y EGIPTO)». Análisis Político 24, no. 73 (septiembre 1, 2011): 97–120. Accedido marzo 28, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/anpol/article/view/43710.

Vancouver

1.
Massal J. LOS SUBLEVAMIENTOS EN EL MUNDO ÁRABE: ¿HACIA UNA DEMOCRATIZACIÓN? (EL CASO DE TÚNEZ Y EGIPTO). Anal. político [Internet]. 1 de septiembre de 2011 [citado 28 de marzo de 2024];24(73):97-120. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/anpol/article/view/43710

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