Publicado

2011-09-01

LESLEY J., (2010). LOS MOVIMIENTOS SOCIALES, 1768-2008. DESDE SUS ORÍGENES A FACEBOOK, BARCELONA, CRÍTICA, 366 P.

LESLEY J., (2010). SOCIAL MOVEMENTS, 1768-2008.FROM ITS ORIGINS TO FACEBOOK, BARCELONA, REVIEWED, 366 P.

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movimientos sociales (es)
Social movements (en)

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  • Edwin Cruz Rodríguez Universidad Nacional de Colombia
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LESLEY J., (2010). LOS MOVIMIENTOS SOCIALES, 1768-2008. DESDE SUS ORÍGENES A FACEBOOK, BARCELONA, CRÍTICA, 366 P.

LESLEY J., (2010). SOCIAL MOVEMENTS, 1768-2008.FROM ITS ORIGINS TO FACEBOOK, BARCELONA, REVIEWED, 366 P.

Edwin Cruz Rodríguez
Politólogo, Estudiante del Doctorado en Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia.

Esta es la segunda edición del último libro de Charles Tilly (1929-2008), aumentada y corregida por su discípula Lesley J. Wood, experta en movimientos sociales y profesora de la Universidad de Nueva York. A lo largo de siete capítulos los autores trazan la evolución del movimiento social como forma de participación basados en una particular conceptualización. Según ellos, desde su desarrollo, alrededor de 1750, el movimiento social fue resultado de una síntesis de tres elementos: campañas: esfuerzos públicos y sostenidos por trasladar a las autoridades reivindicaciones colectivas; repertorios: el uso combinado de formas de acción política (coaliciones, reuniones, procesiones, manifestaciones, mítines, vigilias, etc.); y demostraciones públicas y concertadas de valor, unidad, número y compromiso (WUNC). Estos elementos existían por separado antes de que existieran los movimientos sociales, pero su carácter distintivo es la combinación de los tres. A pesar de las innovaciones y las variaciones de un contexto político a otro, evolucionaron y se propagaron por todo el mundo como un todo interconectado.

Según los autores, en los 60s del siglo XVIII la mayoría de los encuentros contenciosos en Londres, Boston y Charleston no tenían nada que ver con los comprendidos en los movimientos sociales, conllevaban el ejercicio de la fuerza y carecían de adaptación a otros contextos o modularidad. Sin embargo, la combinación de elementos que caracteriza el movimiento social empezaría a cristalizar de la mano de cuatro procesos: la guerra, en este caso la de los Siete Años (1756-63), que movilizó poblaciones nacionales, amplió las estructuras estatales e infló el gasto gubernamental; la parlamentarización o expansión del poder del parlamento, al propiciar que los ciudadanos dirigieran sus demandas a los parlamentarios; la capitalización, el aumento del impacto del capital agrícola, comercial e industrial y de la influencia de comerciantes y financieros en el parlamento; y la proletarización, que redujo la dependencia de los obreros respecto de los terratenientes y les permitió ingresar a la vida pública. Todo ello provocó alianzas entre aristócratas disidentes, burgueses y trabajadores insatisfechos, y la creación de asociaciones con fines específicos que alejaron a los activistas de la acción directa destructiva y sentaron precedentes legales para las acciones de los movimientos.

Estos procesos se verificaron en casos como Francia y Bélgica, además de Gran Bretaña y EEUU en el siglo XIX. Los movimientos respondían a influencias internacionales y flujos migratorios. Las elecciones con resultados vinculantes y la ampliación del derecho al voto también promovieron las actividades de los movimientos. Durante el siglo XX los movimientos tuvieron una expansión a escala mundial con el estallido de 1968 y las crisis y transiciones de 1989 en Europa del Este y otros lugares. Algunas relaciones entre los movimientos y las autoridades locales, por ejemplo con la policía, se volvieron rutinarias, evidenciando una creciente institucionalización. Las campañas, repertorios y demostraciones de WUNC evolucionaron para responder a los medios de comunicación, que entraron a formar parte de las estrategias, y los opositores de los movimientos adoptaron sus campañas y formas de participación.

Una crítica puede dirigirse a la manera como los autores se aproximan a la historia. Su propósito es la historia del movimiento social en tanto que forma de participación política. Así, se proponen hacer la historia de un fenómeno definido por los rasgos que adopta en el presente, como una combinación de campañas, repertorios y demostraciones de WUNC. Esta conceptualización tiene la virtud de enfatizar la acción colectiva como tal, evitando reducir el movimiento a sus organizaciones o a sus actores. Sin embargo, su aplicación a la historia presenta dos problemas. Primero, al ser un concepto analítico, no producto de la experiencia y el lenguaje de los actores en su temporalidad histórica, corre el riesgo de ser anacrónico. Aunque en el lenguaje político la categoría de movimiento social empezó a usarse con regularidad, tanto por los actores participantes como por los estudiosos, a mediados del siglo XIX, los autores no tienen problema en hablar de movimientos desde fines del XVIII. Segundo, este no sería más que un problema nominal si no tuviera como consecuencia excluir de la categoría de movimientos sociales una diversidad de fenómenos que en la historiografía se han abordado como tales, pero que no cumplen con los “requisitos” de erigirse en combinaciones de campañas, repertorios y demostraciones de WUNC. Por esta razón, la aproximación a la historia no sólo se torna por momentos anacrónica, sino además eurocéntrica. El libro sostiene que el movimiento social se originó en la Gran Bretaña dieciochesca, de donde se esparció por todo el mundo, desconociendo fenómenos, que incluso podrían englobarse con su categoría de movimiento social, como la revolución de Los Comuneros o las de Túpac Amaru y Túpac Katari, que tuvieron lugar a fines del siglo XVIII en Suramérica, por no hablar de otras partes del mundo.

Pasando al plano del presente, cabe resaltar la pertinencia de una perspectiva crítica en el tratamiento de problemas como las consecuencias del uso de las nuevas tecnologías de comunicación y la globalización sobre los movimientos sociales. Los autores muestran que si bien las nuevas tecnologías pueden facilitar ciertas labores de los movimientos, dada la asimetría y el acceso desigual que las caracteriza también plantean inquietudes que llevan a matizar sus potenciales prácticos y explicativos. Son enfáticos en su afirmación de que las nuevas tecnologías no son suficientes para explicar la emergencia y dinámicas de los movimientos sociales. De la misma manera, realizan un análisis sereno y crítico de la globalización o internacionalización, que destaca sus posibles consecuencias antidemocráticas sobre los movimientos. Veamos:

Tilly y Wood constatan que en el siglo XXI se ha incrementado el uso de las nuevas tecnologías de la comunicación, como lo muestran las protestas de 2007 en China –y más recientemente los movimientos de Oriente Medio. Sin embargo, los autores hacen un llamado a evitar el determinismo tecnológico. La mayoría de las transformaciones en los movimientos sociales son resultado de los cambios en sus respectivos contextos y no de las innovaciones tecnológicas como tales. Las innovaciones tecnológicas redujeron los costos de comunicación al aumentar el ámbito geográfico de las comunicaciones del movimiento social. Sin embargo, aunque reducen los costos de coordinación entre activistas que ya estén conectados entre sí, excluyen a los que no tienen acceso a los nuevos medios y acentúan el carácter desigual de las comunicaciones. Así, en la medida en que los movimientos sociales internacionalmente coordinados dependan de las comunicaciones electrónicas su situación será más cómoda en los países ricos que en los pobres. Por otro lado, las nuevas tecnologías hacen que los movimientos sean progresivamente más vulnerables a problemas de coordinación, control y compromiso. La actividad en línea no implica un compromiso más allá de la esfera virtual, la existencia de una estrategia colectiva o una participación prolongada.

La internacionalización de los movimientos sociales tampoco es un fenómeno completamente nuevo, ya estaba presente en las campañas contra la esclavitud del siglo XVIII o en las feministas y contra el consumo del alcohol del XIX. Sin embargo, los autores constatan algunos cambios. En el pasado quienes planteaban las reivindicaciones y sus objetivos o públicos se presentaban en una misma escala –local, regional, nacional-, ahora es frecuente que los reivindicadores se presenten en una escala y sus objetivos en otra. Además, la internacionalización ha traído consigo: la proliferación de intermediarios especializados no tanto en el planteamiento de sus propias reivindicaciones como en ayudar a otros a coordinar reivindicaciones a escala internacional, por ejemplo ONGI; la multiplicación de contactos colaterales entre grupos de activistas que plantean reivindicaciones similares; y el aumento de la coordinación por parte de las autoridades represoras de diferentes países y regiones. Dado que los centros de poder mundial se concentran en Europa y Estados Unidos, los activistas de esas zonas participan más que los de cualquier otra región del planeta. Por eso a la internacionalización todavía le queda un largo trecho para consolidarse como fenómeno global. Esto supone varios riesgos: que las ONGI eludan sus responsabilidades democráticas igual que la OMC y el FMI, que las organizaciones y activistas del norte global acaben por dominar las reivindicaciones internacionales en detrimento de los más pobres y peor conectados, y que la distancia entre actores políticos hábiles y gente corriente se amplíe. En suma, la fase de internacionalización podría provocar un retroceso de la democracia, al reducir la eficacia de los movimientos a nivel local y nacional porque restringe el alcance de las actuaciones eficaces a grupos y redes que puedan organizarse internacionalmente.

Una de las tesis centrales del libro es que desde el siglo XVIII ha habido una amplia correspondencia entre movimientos sociales y democratización, aunque no necesariamente los movimientos defiendan o promuevan la democracia, pues los ha habido contrarios a sus valores. Los autores parten de una definición mínima de democracia como un tipo de régimen relativamente amplio, con relaciones categóricas e iguales con sus súbditos, que les ofrece protección contra las actuaciones de las autoridades y se rige por consultas mutuamente vinculantes. En los lugares del mundo donde la democracia no se consolidó, los movimientos continuaron siendo escasos. En los niveles más bajos de democratización y durante la mayor parte de la historia no se han formado movimientos sociales. Cuatro procesos promueven la democratización y al mismo tiempo los movimientos sociales: el aumento del número absoluto de gente que puede participar en la política pública, pues amplía el universo de gente que puede apoyar un movimiento y la posibilidad de que miembros de facciones minoritarias de las clases dirigentes busquen aliados en otras clases; la equiparación de recursos y de contactos entre estas personas aumenta la probabilidad de que gente de distintas clases o estratos se una en un movimiento; el aislamiento de la política pública de las desigualdades sociales existentes (étnicas, de género, de clase), propicia la unión de una serie de actores, que en otras circunstancias formarían un grupo heterogéneo, para plantear reivindicaciones comunes; y la integración en la política pública de las redes de confianza interpersonal aumenta el interés de los participantes y facilita la movilización de personas entre las que ya existen conexiones.

Finalmente, los autores se preguntan por el futuro de los movimientos sociales. Las combinaciones de futuros posibles son muy variadas. Pueden ir en una dirección del auge al declive y de lo local a lo global. Las predicciones más plausibles proponen trayectorias separadas de los movimientos dependiendo de su escala: por ejemplo, expansión en lo internacional y al tiempo una contracción en lo local. Los movimientos también podrían desaparecer. Para Tilly y Wood existirían cuatro escenarios posibles: primero, la internacionalización, que implicaría un aumento en el sesgo elitista en cuanto a la participación en los movimientos, y que ven como lenta, menos generalizada y menos global de lo que auguran los entusiastas de la tecnología, pero con visos de no detenerse durante varias décadas. Segundo, el declive de la democracia, que ven como incierto puesto que hay un cierto grado de declive en las principales democracias pero también una democratización en países donde no había, como China. Tercero, la profesionalización, que implica probablemente que los profesionales, las ONG y los acuerdos con las autoridades se irá imponiendo en los movimientos sociales, lo cual los hará abandonar las reivindicaciones locales y regionales que no pueden incorporar al activismo internacional. Finalmente, el triunfo implicaría la expansión del movimiento y la democratización en todas las escalas, pero es improbable.

En fin, el libro plantea preguntas y respuestas complejas para un objeto de estudio complejo, ofrece un panorama que permite comprender patrones y causalidades en la evolución de los movimientos y propone categorías analíticas de utilidad.

Cómo citar

APA

Cruz Rodríguez, E. (2011). LESLEY J., (2010). LOS MOVIMIENTOS SOCIALES, 1768-2008. DESDE SUS ORÍGENES A FACEBOOK, BARCELONA, CRÍTICA, 366 P. Análisis Político, 24(73), 169–172. https://revistas.unal.edu.co/index.php/anpol/article/view/43714

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[1]
Cruz Rodríguez, E. 2011. LESLEY J., (2010). LOS MOVIMIENTOS SOCIALES, 1768-2008. DESDE SUS ORÍGENES A FACEBOOK, BARCELONA, CRÍTICA, 366 P. Análisis Político. 24, 73 (sep. 2011), 169–172.

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(1)
Cruz Rodríguez, E. LESLEY J., (2010). LOS MOVIMIENTOS SOCIALES, 1768-2008. DESDE SUS ORÍGENES A FACEBOOK, BARCELONA, CRÍTICA, 366 P. Anal. político 2011, 24, 169-172.

ABNT

CRUZ RODRÍGUEZ, E. LESLEY J., (2010). LOS MOVIMIENTOS SOCIALES, 1768-2008. DESDE SUS ORÍGENES A FACEBOOK, BARCELONA, CRÍTICA, 366 P. Análisis Político, [S. l.], v. 24, n. 73, p. 169–172, 2011. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/anpol/article/view/43714. Acesso em: 28 mar. 2024.

Chicago

Cruz Rodríguez, Edwin. 2011. « 366 P». Análisis Político 24 (73):169-72. https://revistas.unal.edu.co/index.php/anpol/article/view/43714.

Harvard

Cruz Rodríguez, E. (2011) « 366 P»., Análisis Político, 24(73), pp. 169–172. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/anpol/article/view/43714 (Accedido: 28 marzo 2024).

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[1]
E. Cruz Rodríguez, « 366 P»., Anal. político, vol. 24, n.º 73, pp. 169–172, sep. 2011.

MLA

Cruz Rodríguez, E. « 366 P». Análisis Político, vol. 24, n.º 73, septiembre de 2011, pp. 169-72, https://revistas.unal.edu.co/index.php/anpol/article/view/43714.

Turabian

Cruz Rodríguez, Edwin. « 366 P». Análisis Político 24, no. 73 (septiembre 1, 2011): 169–172. Accedido marzo 28, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/anpol/article/view/43714.

Vancouver

1.
Cruz Rodríguez E. LESLEY J., (2010). LOS MOVIMIENTOS SOCIALES, 1768-2008. DESDE SUS ORÍGENES A FACEBOOK, BARCELONA, CRÍTICA, 366 P. Anal. político [Internet]. 1 de septiembre de 2011 [citado 28 de marzo de 2024];24(73):169-72. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/anpol/article/view/43714

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