Publicado

2012-01-01

“Alegría sin fronteras” entre Brasil, Colombia y Perú: de cómo “tres países hermanos” celebran el nacionalismo

Palabras clave:

Amazonia, cotidianidad, frontera, hermandad fronteriza, identidad, simbología nacional. (es)

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Autores/as

  • Daniel Esteban Unigarro Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá
La cotidianidad fronteriza entre Brasil, Colombia y Perú es un hecho transfronterizo y trinacional por el constante cruce limítrofe y la presencia de múltiples representaciones de las tres nacionalidades. En este contexto, durante el segundo semestre del 2008 se organizaron en la ciudad de Leticia (Colombia) un ritual nacionalista que conmemoró la Independencia colombiana y un tradicional festival en torno a la confraternidad amazónica, y en las islas peruanas de Rondiña y Santa Rosa se celebraron los aniversarios de fundación. La descripción de estos eventos permite analizar el despliegue de las simbologías nacionales y el discurso de la hermandad fronteriza construido por las autoridades y comunidades locales, para concluir que el nacionalismo fundamenta el proceso simultáneo de construcción de la alteridad y de la identidad en la triple frontera amazónica.

"ALEGRÍA SIN FRONTERAS" ENTRE BRASIL, COLOMBIA Y PERÚ: DE CÓMO "TRES PAÍSES HERMANOS" CELEBRAN EL NACIONALISMO*
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"Boundless Happiness" between Brazil, Colombia and Peru: How "Three Brotherly Countries" Celebrate Nationalism

 

DANIEL ESTEBAN UNIGARRO
Universidad Nacional de Colombia ∙ Bogotá
deunigarroc@unal.edu.co

Artículo de investigación recibido: 28 de octubre del 2011 ∙ aprobado: 16 de diciembre del 2011


RESUMEN

La cotidianidad fronteriza entre Brasil, Colombia y Perú es un hecho transfronterizo y trinacional por el constante cruce limítrofe y la presencia de múltiples representaciones de las tres nacionalidades. En este contexto, durante el segundo semestre del 2008 se organizaron en la ciudad de Leticia (Colombia) un ritual nacionalista que conmemoró la Independencia colombiana y un tradicional festival en torno a la confraternidad amazónica, y en las islas peruanas de Rondiña y Santa Rosa se celebraron los aniversarios de fundación. La descripción de estos eventos permite analizar el despliegue de las simbologías nacionales y el discurso de la hermandad fronteriza construido por las autoridades y comunidades locales, para concluir que el nacionalismo fundamenta el proceso simultáneo de construcción de la alteridad y de la identidad en la triple frontera amazónica.

Palabras clave: Amazonia, cotidianidad, frontera, hermandad fronteriza, identidad, simbología nacional.


ABSTRACT

Everyday border life between Brazil, Colombia and Peru is a cross-border and tri-national fact due to constant border crossing and the presence of multiple representations of three nationalities. In this context, during the second semester of 2008, the city of Leticia (Colombia) celebrated a nationalist ritual commemorating Colombian independence and a traditional festival of Amazonian fraternity. At the same time, the Peruvian islands of Rondiña and Santa Rosa celebrated their foundation anniversaries. The description of these events makes it possible to analyze the display of national symbologies and the discourse of border fraternity constructed by local authorities and communities, in order to conclude that nationalism grounds the simultaneous process of construction of otherness and of identity in the triple Amazonian border.

Keywords: Amazonia, border, border brotherhood, everyday life, identity, national symbolism.


Doña Mariquinha ta querendo passear / [...]

Vai pra Los Lagos, vai ao INCRA, no
Tacana / Vai por Oito e Benjamin...

No passeio tocaremos batucada / E
dançaremos uma cumbia e um samba

Um vallenato, um bolero, uma lambada
/ Um forró e um carimbo...

E nos bebemos caipirinha e tatuzinho
/ Uma aguardente, uma batida, um daiquiri

Ou com cachaça nos curtimos esse encontro
/ Depois ficamos malucos, falamos portuñol...

De comida assaremos tambaqui com
macaxeira, uma farofa e tucupi

Se por acaso que outra coisa
assarmos carne [...] e pirarucu...

De regresso nos traremos umas frutas / [...] açaí

Um pouco de jambo, [...] cupuaçu,
muito mamão e umarí...

PEDRO BERNAL, cantautor leticiano. Mariquinha

Mariquinha, una de las canciones más representativas de la música popular amazonense1, describe un paseo por la triple frontera amazónica y menciona aquello que es compartido de manera cotidiana por sus habitantes: los lugares, la música, las bebidas, el portuñol, la comida y las frutas de la región. Esta dinámica transfronteriza, que trasciende los límites nacionales, definidos y establecidos hasta la década de 1930, ha contribuido a la emergencia de discursos en torno a la confraternidad, la hermandad y la unidad, tanto en las manifestaciones culturales como en las presentaciones públicas de altos funcionarios estatales. Sin embargo, estos discursos y las relaciones a que ellos aluden y (re)significan se estructuran en términos nacionales: lo(s) brasileño(s), lo(s) colombiano(s) y lo(s) peruano(s), según el discurso de algunos habitantes fronterizos, se mezclan o mixturan por cuenta de estas prácticas que involucran tres espacios diferenciados y su referente identitario: los territorios nacionales de los tres países y las nacionalidades, respectivamente.

En este sentido, lo nacional puede considerarse el fundamento de la integración y el principal factor de diferenciación. Esto se mostrará a través de la descripción de eventos multitudinarios, acontecimientos particulares y múltiples situaciones presenciadas y vividas durante dos estancias de campo (la primera entre septiembre y diciembre del 2007, y la segunda entre julio y diciembre del 2008) que permitieron la comprensión de la triple frontera como un espacio que se configura como trinacional y transfronterizo. Trinacional, por cuanto la existencia de límites políticos internacionales implica que Brasil, Colombia y Perú ejercen su soberanía de forma independiente y unilateral para distinguir y diferenciar cada espacio estatal de acuerdo con lógicas propiamente nacionales, lo cual genera en los habitantes sentimientos nacionalistas. Al mismo tiempo, las prácticas de vida de los habitantes han contribuido a la configuración de la triple frontera como espacio transfronterizo —que va más allá de los límites políticos— por cuenta de los cruces constantes y permanentes. La triple frontera se construye cotidianamente por la dinámica de interacción entre las poblaciones de las ciudades de Leticia (Colombia), Tabatinga (Brasil) y las islas y asentamientos de la ribera peruana sobre el Amazonas, en especial Santa Rosa y Rondiña.

Las celebraciones y eventos de amplia convocatoria pública que tuvieron lugar durante el segundo semestre del 2008 muestran que el discurso de la hermandad fronteriza se construye contradictoriamente en torno a lo trinacional, entendido como la exaltación de las simbologías nacionales y la exposición de algunos elementos culturales de los tres países. De modo que con la realización de desfiles, festivales y conmemoraciones de fiestas patrias y aniversarios de fundación se celebra tanto el nacionalismo como la hermandad, considerando las particularidades históricas y socioculturales propias del habitar transfronterizo y trinacional entre Brasil, Colombia y Perú en la Amazonia.

El propósito de este artículo es entender la función dicotómica de lo nacional en la triple frontera amazónica. Se mostrarán situaciones complejas que reflejan múltiples contradicciones discursivas y prácticas en el espacio fronterizo y se analizará cómo los eventos de amplia convocatoria pública realizados en la frontera "permiten dilucidar dos procesos relativamente contradictorios: la construcción de distinciones identitarias y la construcción de elementos o rasgos compartidos por sus habitantes más allá de la frontera política existente" (Grimson, 2002, p. 20). Para ello, en el primer aparte se ponen en contexto las relaciones sociales y económicas transfronterizas, que en la triple frontera amazónica soportan no solo un gran entramado social sino la complementariedad comercial y económica a causa de la condición periférica de las fronteras. Luego se describen las celebraciones organizadas y planeadas desde los ámbitos institucionales —nacionales, regionales y locales—, de entre las cuales debe resaltarse el Festival de la Confraternidad Amazónica, que se realiza anualmente del 15 al 20 de julio. Este evento cuenta con una tradición y organización propia, que intenta mostrar la hermandad e integración cultural, deportiva e institucional entre los tres países, pese a que la ciudad colombiana es el principal escenario. Sin embargo, en el 2008, la tradicional organización de la Confraternidad2 se modificó y no se inauguró el 15 sino el 21 de julio, como consecuencia de la conmemoración de los 198 años del Grito de Independencia de Colombia, que tuvo a Leticia como epicentro de la celebración nacional. En la medida en que se llevó a cabo una de las "conmemoraciones patrióticas y cívicas promovidas [por] el Estado, con miras a fortalecer la identidad nacional y sus instituciones" (Sevilla y Portal, 2005, p. 367), sin precedentes en la Amazonia, el 20 de julio del 2008 es una fecha histórica para la región gracias a la puesta en escena de un gran ritual nacionalista que contó con la presencia de la más alta oficialidad estatal —los presidentes de los tres países— y que marcó los discursos de las autoridades locales en las celebraciones posteriores.

En el segundo aparte se describe el desfile escolar que antecedió a la gran celebración del 20 de julio, con el fin de mostrar el uso de los símbolos nacionales y su aprehensión. Debe aclararse que, en el marco de la Confraternidad —los dos últimos días—, dos desfiles congregan anualmente a los habitantes de la frontera en las calles de Leticia: el Desfile de la Juventud y el Desfile Militar (el acto más esperado por los habitantes debido a que cierra el evento). En el 2008, sin embargo, los desfiles precedieron al festival a causa del gran ritual nacionalista que tuvo como escenario a Leticia ese 20 de julio, el cual se detalla en el tercer aparte. En el cuarto se reseñan las actividades propias de la Confraternidad y en el quinto, las celebraciones de los aniversarios de Rondiña y Santa Rosa, las islas peruanas que se encuentran en frente de la conurbación Leticia-Tabatinga. Finalmente, y a modo de conclusión, se plantea una reflexión sobre la cuestión identitaria en la triple frontera amazónica a partir del análisis de los discursos nacionalistas y de la hermandad.

LA COTIDIANIDAD FRONTERIZA COMO CONTEXTO

Como cada contexto fronterizo es particular y constituye un sistema de relaciones con características específicas, la triple frontera amazónica es un ámbito diferenciado en la medida en que, en palabras de Ramírez (2006, pp. 122-123):

[...] los habitantes de las tres orillas […] no tienen límites marcados ni control de desplazamientos y más bien han generado una complementariedad espontánea en actividades económicas y sociales. La línea limítrofe es traspasada bien sea por el recorrido de la vivienda al trabajo, la búsqueda de bienes y servicios según las propias necesidades, las disponibilidades locales o lo que resulta más conveniente adquirir en uno u otro lado. En esas relaciones transfronterizas, el límite, que suele ser bastante invisible, se torna, además, sumamente poroso, incluso para las autoridades locales, que se prestan servicios recíprocos. Más aún cuando del 30% al 40% de la población de esas tres localidades tiene doble nacionalidad. Además, la mayor parte de sus habitantes hablan los dos idiomas latinos oficiales o uno intermedio, el 'portuñol', e innumerables lenguas indígenas, que se cruzan entre la gente que convive cotidianamente de manera transfronteriza y comparte la música, el baile, el fútbol, la cultura ribereña y la adhesión a grupos religiosos.

La cotidianidad transfronteriza produce, y al tiempo es producto de, las relaciones sociales y económicas que los habitantes de la frontera mantienen como vecinos de tres nacionalidades diferentes. Estas relaciones sociales —familiares y de amistad— y económicas —comerciales— responden a las prácticas transfronterizas "que implican que una persona o un grupo atraviesen la frontera política, o que vinculan a través de la frontera a personas o grupos ubicados a ambos lados de la misma" (Grimson, 2003b, p. 26). De esta forma, en la frontera, como espacio construido y producido socialmente, aparece un vínculo intrínseco entre espacio, cotidianidad y relaciones sociales —puesto que estas últimas se reproducen diariamente mediante el uso cotidiano del espacio (Lefebvre, 1991)—, donde la compleja red de relaciones sociales involucra en su producción una práctica de la vida cotidiana; es decir, el espacio se vive, y a la vez se crea, a través de la práctica diaria de la cotidianidad. Por esta razón, en la triple frontera amazónica, las prácticas transfronterizas son prácticas sociales cotidianas, y la frontera se experimenta en el diario vivir como lugar de tránsito, de circulación de bienes y como un espacio social que en la cotidianidad se produce, a la vez que reproduce las relaciones sociales.

Los habitantes de la frontera establecen e, incluso, convierten en rutinas cotidianas múltiples formas de relacionarse, generando una interdependencia que vincula a unos con otros. La existencia de familias transfronterizas, el compadrazgo, la amistad, el fútbol y, en especial, el bilingüismo parecen unir a los habitantes fronterizos provocando, más que confianza y familiaridad, un gran interés por los elementos culturales del otro (la gastronomía, la música y la lengua). Como ejemplo, un universitario tabatinguense demostró un gran dominio del español y la terminología coloquial colombiana al utilizar apropiadamente palabras como bacano, chévere y parce, de manera que, al preguntarle sobre cómo había adquirido tal manejo de la lengua del otro, su respuesta enmarcaba de manera sencilla todo lo que constituye la cotidianidad fronteriza: relaciones afectivas, comerciales y de amistad con los vecinos.

Pãozinho es un joven brasileño cuya familia tiene un taller de mecánica y un almacén de autopartes, a donde muchos colombianos asisten en busca de los servicios ofrecidos. Creció en ese entorno de interacción constante con el vecino y esto le permitió aprender y apropiarse de la terminología del otro, consolidar sus relaciones de amistad y enamorarse de una leticiana, que debió dejar la región para adelantar sus estudios universitarios en otra ciudad colombiana. A pesar de esto, Pãozinho comparte con ella las vacaciones y mantiene una constante comunicación a través de internet y telefonía celular, puesto que ambos utilizan el servicio de una empresa colombiana (Pãozinho, entrevista, octubre 24, 2008).

La experiencia de Pãozinho vincula la dinámica social transfronteriza, generada por el bilingüismo, las familias y la amistad, con la dinámica comercial, que afianza las relaciones sociales fronterizas. Este tipo de relaciones resultan indispensables para la vida cotidiana de los habitantes de la triple frontera. Estos habitantes, para abastecerse de diferentes bienes, productos y servicios, deben recurrir al mercado del país vecino o cruzar el límite para promocionar y vender lo que producen. Por esto, la vida de los habitantes del espacio fronterizo es un hecho transfronterizo si se considera que los calçados son comprados en Tabatinga; los electrodomésticos, en Leticia; la fariña3, a los indígenas, y las frutas de la región, a los ribereños peruanos que llegan a los puertos de las ciudades.

En este sentido, la fluidez del comercio depende de la confluencia de los tres países, lo cual configura la frontera como un espacio de complementariedad comercial que no solo suple la distancia de los centros productivos sino que, al igual que las relaciones sociales, contribuye a la dinámica transfronteriza en términos de movilidad: en los locales comerciales, restaurantes y demás lugares, como cafeterías, panaderías, salas de belleza e internet, la presencia de personas oriundas de los países vecinos es constante. Como afirma Grimson (2003a, p. 226), "[...] las prácticas basadas en cruzar la frontera no implican la inexistencia de [esta, sino que, por] el contrario, existen a causa de ella: el comercio fronterizo puede existir por las diferencias de precios y calidad de los productos".

La complementariedad socioeconómica entre las poblaciones fronterizas de los tres países es producto de prácticas de vida cotidiana: el uso del español y del portugués (que deviene en bilingüismo), la formación de familias entre personas de diferentes nacionalidades, el abastecimiento mutuo de productos alimenticios, el intercambio de bienes y servicios. Los habitantes de la frontera pueden ser considerados como transfronterizos en el sentido que el transnacionalismo les otorga a los transmigrantes, como inmigrantes que dependen cotidianamente de múltiples y constantes interconexiones a través de las fronteras. Han desarrollado sus subjetividades y configurado sus identidades a través del establecimiento de redes de relaciones que los conectan simultáneamente a dos o más estados (Basch, Glick-Schiller y Szanton-Blanc 1994, p. 7).

El transnacionalismo sirve de base para la configuración transfronteriza si se la entiende como el conjunto de procesos mediante los cuales los habitantes fronterizos forjan y sostienen hilos de relaciones sociales múltiples, que conectan a las diferentes sociedades presentes en la triple frontera y, que, de esta forma, construyen un espacio social transfronterizo que trasciende las fronteras geográficas, culturales y políticas, mientras, al tiempo, sostienen su participación en las respectivas sociedades nacionales. Esta perspectiva permite analizar la experiencia de la fluidez y/o movilidad constante de los habitantes, que desafían la problemática fusión del espacio geográfico y la identidad social. Como plantean Wimmer y Glick-Schiller (2002), el transnacionalismo implica un abandono del "nacionalismo metodológico", de esa idea del Estado-nación como un contenedor lógico y natural en donde transcurre la vida social, para dar paso a la posibilidad de pertenecer a varias culturas y de explotar las oportunidades económicas y políticas creadas por tener una vida en dos o más sociedades.

Sin embargo, el factor nacionalidad es fundamental en las relaciones sociales de los habitantes de la triple frontera puesto que, como afirma Grimson (2003a, p. 226):

[...] el espacio nacional ha sido y continúa siendo el ámbito estructurador de sentidos para una amplia gama de prácticas relevantes. Por lo tanto, las conexiones transfronterizas y transnacionales son vividas y significadas de diferentes maneras en espacios y contextos específicos. Como cada práctica se inserta en un campo nacional de interlocución y ocupa un lugar relacional e histórico específico, sus significados difieren de un país a otro. Esta diferencia es quizá la manera más sutil pero más profunda en que la frontera existe, persiste y se produce cotidianamente.

EL DESFILE ESCOLAR Y LAS SIMBOLOGÍAS NACIONALES

Los desfiles como "modos simbólicos de articular y dominar la calle" (Da Matta, 1985) o, mejor, el espacio público, son importantes en la triple frontera amazónica. Por esta razón, el 19 de julio siempre es día cívico (por decreto de la Alcaldía de Leticia), de modo que todas las instituciones educativas con sus estudiantes participen en el Desfile de la Juventud. Ese día, desde muy temprano, se escuchan los platillos y marimbas de las bandas de guerra, que se dirigen al punto de encuentro donde inicia el desfile. En el 2008 empezó tras la señal del bastón mayor de la banda de una escuela brasileña. Estudiantes de instituciones brasileñas, peruanas y, en especial, colombianas desfilaron por las calles leticianas con sus uniformes, atuendos típicos y danzas que representaban a los departamentos del país, y con disfraces que simulaban la flora y fauna amazónicas.

El Desfile de la Juventud constituye una excelente oportunidad para exhibir los símbolos nacionales: banderas, escudos e himnos, ya que es en la escuela en donde se socializa y reproduce la idea de Patria con dichos símbolos y en donde se forjan comportamientos ritualizados, como el saludo a la bandera y la posición rígida al cantar el himno, convenciones de conducta aprendidas que deben ser rigurosamente puestas en práctica por los estudiantes como muestra de respeto, veneración y amor a la patria (López, 2000). La socialización de lo nacional en la escuela se fundamenta en textos que revelan las visiones fomentadas desde el Estado sobre la historia y la identidad nacionales, cuyas expresiones son negociadas en rituales como el Desfile de la Juventud (Vom Hau, 2009).

Es en la escuela, como espacio entre el Estado y la sociedad, en donde se reproduce e impregna el nacionalismo metodológico, que genera la percepción de que todo se encuentra limitado por lo que se define como nacional, en particular el territorio. Esto se torna más relevante en las fronteras, donde la cartografía nacional es confrontada con la realidad. La frontera implica la existencia de un espacio más allá de los límites, y, en especial, de personas con las cuales se establecen relaciones transfronterizas de múltiples tipos. Los mapas que hacen parte de los currículos escolares señalan la soberanía de los países y sirven como indicadores del patriotismo que se debe sentir dentro del "orden nacional de las cosas" (Malkki, 1997); lo mismo ocurre con el mapa nacional, que debe ser interiorizado como un emblema que marca la adhesión y pertenencia a una idea de nación.

De hecho, las "prácticas del Estado" contribuyen a forjar la narrativa de la nación, que está continuamente representada en instituciones estatales, como tribunales, escuelas y burocracias, las cuales emplean los iconos y símbolos de la nación (Gupta, 1997, p. 192) con el propósito de reforzar la adscripción y pertenencia a cada "comunidad imaginada" (Anderson, 1993) y, así, forjar una identidad nacional a través de políticas de nacionalización que pretenden hacer coincidir las fronteras culturales e identitarias con las fronteras políticas (Grimson, 2000, p. 31). Por supuesto, la evocación y reproducción constante de las simbologías nacionales en la triple frontera amazónica sirven a este propósito.

La televisión local leticiana, por ejemplo, antes de ciertas fechas transmite mensajes como: "7 de agosto, día de la Batalla de Boyacá. Por tu país, por tu tierra, iza la bandera. Por una ciudad que enaltece los símbolos patrios. Alcaldía de Leticia". Esta evocación de la Batalla de Boyacá —enfrentamiento que marcó el final del proceso independentista en 1819— intenta que los habitantes reconozcan la historia nacional y que se apropien de ella adscribiéndose al imaginario e idea de nación. Recurrir a relatos históricos tiene como propósito la formación de una conciencia nacional a través de la cual los miembros de la Nación se reconozcan mutuamente identificándose con símbolos como la bandera. Es así como la "comunidad imaginada" (Anderson, 1993) tiene fundamento en la conciencia nacional: las naciones existen en las mentes y los corazones de quienes se reconocen en una historia común que, por lo general, corresponde a una realidad limitada, más soñada y construida que real (Renan, 1987).

El mensaje transmitido por la Alcaldía de Leticia era una invitación a enaltecer los símbolos patrios y a honrar "la tierra", que puede ser sentida como propia mediante el uso de la bandera, que sirve como abstracción del territorio nacional. Por esta razón, en la celebración del aniversario de Santa Rosa (30 de agosto del 2008), un habitante de la isla declamó el poema, de su autoría, Estandarte de la patria:

Estandarte de la patria, gloriosísimo pendón, cantaremos tu grandeza y defenderemos tu honor. / En la tierra y en el mar y un fragor de cien batallas con tu gloria y poderío brindas lectura y paz. / Tus caminos vas cubriendo de corona de babel, y de rosas perfumadas el amor haces crecer. / Señor Dios de las batallas, te pedimos con fervor que bendigas la bandera y que protejas a la Nación.

El poeta condensó todo lo que representa un símbolo patrio, y en especial una bandera nacional, la cual es motivo de orgullo y debe defenderse en el territorio —"tierra y mar"— pues encarna su unidad en sus colores, que son la abstracción de la idea de nación. El carácter sagrado que se otorga a los símbolos nacionales es funcional con la incorporación del universo simbólico-cultural predefinido como "nacional". Ese carácter sagrado deriva de la creencia en las propiedades sagradas de un objeto que encarna un mito también sagrado: la patria, entidad que se eleva por encima de los hombres que habitan determinado territorio (Quezada, 2009).

UN RITUAL NACIONALISTA EN LA TRIPLE FRONTERA

La organización del ritual nacionalista en Leticia alteró la dinámica de la ciudad durante cierto tiempo, e incluso se adelantaron obras de adecuación del espacio público. Antes del día esperado, la Fuerza Aérea Colombiana repartió una papeleta informativa en la que se leía: "Te invitamos a disfrutar, en compañía de tu familia, de este histórico desfile militar en las calles de Leticia, en conmemoración al aniversario de nuestras fiestas patrias el próximo domingo 20 de Julio". Para esta celebración, muchos vuelos militares y civiles transportaron no solo pasajeros sino toneladas de uniformes militares, instrumentos musicales y equipos de sonido y video para las transmisiones a nivel nacional del Desfile Militar y del Gran Concierto Nacional, que, aunque se realizaría en varias ciudades del país, tendría como escenario principal el estadio de Leticia.

Esta fecha recuerda el "Grito de la Independencia", que tuvo lugar el 20 de Julio de 1810, y aunque se considera como el "Día de la Independencia", la fecha solo marca el inicio del proceso independista, cuando un grupo de criollos (hijos de españoles nacidos en América) lograron expulsar al virrey e instauraron la Junta Suprema de Gobierno de la Nueva Granada. Serían necesarias las luchas militares para lograr la independencia en 1819. Tanto la revuelta como las gestas bélicas constituyen los actos fundadores, en el sentido propiamente histórico, pero adquieren el carácter de mito: aquel relato que, con parte de verdad y parte de ficción, trata de explicar los orígenes y la fundación de costumbres, instituciones o condiciones de vida, que dotan a los pueblos de identidad y que proporcionan un soporte y sentido a la vida en común, al ser (re)elaborados y transformados en "historia oficial" que es transmitida a los ciudadanos (Quezada, 2009, p. 221).

En concordancia con el mito del "Grito de la Independencia", anualmente se organiza una celebración con la intención ideológica de revivir la patria, recordar sus héroes y efemérides, inscribir los colores de las insignias patrias en mentes y cuerpos, instaurar en el sentido común el concepto hegemónico de nación y generar ciudadanía (Guillén, 2008, p. 139). La mañana del 20 de julio del 2008, las calles de Leticia parecían ríos de gente con banderitas del tricolor nacional. Las personas buscaban situarse en buena posición para observar el gran desfile con motivo del Día de la Independencia Nacional de la República de Colombia. En el desfile estaban el presidente de Colombia y, como invitados especiales, los presidentes de Brasil y Perú. Este hecho se presentó como histórico para la región amazónica, y en especial para la ciudad, puesto que nunca antes había sido —y probablemente no vuelva a ser— el escenario de la celebración principal a nivel nacional. Los jefes de estado de los tres países tampoco se habían reunido antes en la frontera.

El Desfile Militar del 20 de Julio es un rito nacionalista tradicional que instruye, recuerda y actualiza el mito de las gestas independentistas y que, en sentido simbólico, promueve la formación de valores relativos a la defensa de la patria frente a cualquier peligro externo. Desfilar es disciplinar el cuerpo de acuerdo con la cultura militar; los desfiles recordatorios de las efemérides nacionales están destinados a que tanto la sociedad, en general, como las fuerzas armadas, en particular, internalicen el orgullo de ser nacionales de un país (Guerrero, 2004, p. 78). Sin embargo, los habitantes fronterizos, turistas, visitantes y todos los colombianos que siguieron el Desfile Militar por televisión no vieron solo militares colombianos, también vieron cómo desfilaban alrededor de mil representantes de los destacamentos de la fuerza pública de los tres países: miembros de la Armada colombiana, las marinas brasileña y peruana (figura 1), algunas unidades de los tres ejércitos, la Policía Militar de Brasil y las policías nacionales de Colombia y Perú.

El Desfile Militar del 20 de Julio del 2008 fue único por su organización y por la participación de los efectivos que se trasladaron desde la capital colombiana —las bandas de guerra de las múltiples fuerzas y el bloque histórico, mostrando los uniformes de antaño, entre otros—. No obstante, los habitantes de la triple frontera están acostumbrados a los desfiles militares conjuntos que se organizan cada año en las ciudades de Leticia y Tabatinga para conmemorar los días de Independencia de Brasil (7 de Septiembre) y de Colombia (20 de Julio). Resulta paradójico que estos desfiles sean organizados conjuntamente si consideramos que tienen el propósito de mostrar el potencial de guerra de los países: un ejército perfectamente disciplinado y entrenado para defender la patria (Quezada, 2009, p. 222) y el territorio nacional, tarea de suma importancia en las fronteras.

Pareciera que en la triple frontera amazónica se han eliminado las posibles hipótesis de conflicto latentes en la mayoría de fronteras y que los tres países no solo son conscientes de las capacidades militares de sus vecinos, sino que celebran en conjunto las fiestas patrias, pensadas para enaltecer y reconocer la historia particular de cada país, aunque la Amazonia haya estado desligada de dichos procesos históricos4. Así, tanto el desfile escolar como el militar celebran anualmente la hermandad de los tres países, al tiempo que los vecinos rinden un homenaje a Colombia cuando conmemora el aniversario de su Independencia.

Después del Desfile Militar estaba programado en el estadio el Gran Concierto Nacional, que contó con la presencia de artistas como Shakira y Carlos Vives. Los Abuelos de la Maloka Moruapü, de la comunidad Ticuna de Puerto Nariño (municipio del departamento del Amazonas), cantaron el himno nacional en su lengua. La Fundación Batuta, junto con Pedro Bernal, interpretó Mariquinha, la canción que encabeza este artículo. El desfile y parte del concierto se transmitieron en directo y a nivel nacional debido a que constituyeron eventos de interés nacional, de esta forma se amplificó el discurso nacionalista orientado a provocar la adhesión simbólica y emotiva con el fin de fortalecer los vínculos comunitarios y las lealtades hacia la nación. Como explican Sevilla y Portal (2005, p. 367), en las conmemoraciones patrióticas:

 [...] los medios de comunicación recrean y amplifican la "gran fiesta", llevando hasta el interior de las casas cada detalle festivo [de modo que] las fiestas patrias se anidan en cada rincón de la ciudad o del país […] envolviéndonos en una experiencia colectiva compartida.

En la entrada del estadio, el BBVA (Banco Bilbao Vizcaya Argentaria), entidad financiera de origen español con oficina en Leticia, dispuso obsequiar "sombreros vueltiaos" de cartón con su logo. Estos sombreros, originalmente elaborados a mano con hojas de palma caña flecha, que hacían parte de la indumentaria tradicional indígena de la región del río Sinú, en los departamentos de Córdoba y Sucre, del Caribe colombiano, fueron adoptados por los habitantes de la costa atlántica como un accesorio emblemático, al igual que el vallenato se consolidó como la expresión musical de la misma región. Los sombreros vueltiaos sirvieron en Leticia como "Símbolo Cultural de la Nación", tal como lo señala la Ley 908 del 2004, razón por la cual este accesorio de origen indígena se ha expandido y popularizado en todo el territorio nacional y también en el exterior, llegando a ser la principal pieza artesanal de exportación.

Aunque el concierto hacía parte del gran ritual nacionalista con ocasión de la conmemoración de los 198 años de Independencia de Colombia, asistieron brasileños y peruanos, ansiosos de presenciar un evento no muy común en la región. Estos asistentes, a pesar de no ser colombianos, también recibieron el "símbolo nacional" y algunos lo guardaron como recuerdo del concierto o del Día Nacional de Colombia celebrado en la región, como observé tiempo después en algunos hogares de Leticia, Santa Rosa y Rondiña, lo cual, junto con la presencia de ciudadanos de los países vecinos en el desfile militar, confirma el carácter transfronterizo y trinacional de un día con particular trascendencia nacional.

Mientras en Leticia tenía lugar el desfile y el concierto, en la Avenida Internacional, que conecta la ciudad con la vecina Tabatinga, una barricada con alambre de púas y tres conos instalados y custodiados por militares brasileños bloqueaban el paso de vehículos y motocicletas de Colombia hacia Brasil (figura 2). Del otro costado de la avenida, en el sentido que conduce de Tabatinga a Leticia, el tránsito también estaba bloqueado con unos sencillos conos y algunos agentes de policía. Las personas podían cruzar en ambos sentidos a pie, aunque, por los eventos en Leticia, el mayor flujo se presentaba hacia Colombia. Sin embargo, para entrar a territorio colombiano había que presentar la cédula de ciudadanía colombiana ante agentes de seguridad que, apostados casi sobre el límite, y después de la verificación correspondiente, autorizaban el ingreso al país.

¿Qué pasaba con los colombianos que podían no llevar sus cédulas con ellos? ¿Cómo ingresaron a territorio colombiano los brasileños y peruanos que viven en Tabatinga para asistir al desfile y al concierto? Estas preguntas solo pudieron formularse aquel día puesto que el tránsito y cruce limítrofe es cotidiano y permanente sin importar fecha u hora, salvo contadas excepciones, cuando la Policía Federal de Brasil o la Policía Nacional de Colombia instalan retenes de control que, aunque no impiden el paso, influyen para que los habitantes no crucen a la ciudad vecina o lo hagan por pasos no controlados. La prohibición de cruce motorizado y el control de entrada fueron situaciones contradictorias por cuanto no se correspondían con las prácticas cotidianas de la vida transfronteriza.

Pero, como estas, otras contradicciones de la cotidianidad fronteriza se develaron aquel 20 de julio. Por ejemplo, mientras los tres presidentes estaban juntos, las poblaciones vecinas que ellos representaban se encontraban separadas por una barricada y un puesto de control; mientras ellos hablaban de integración, su presencia dividía por motivos de "seguridad nacional"; mientras en Tabatinga se adelantaron obras, como la pavimentación de las vías por donde se supone que pasaría la caravana del presidente brasileño, y de que en la isla peruana de Santa Rosa se preparó un recibimiento especial para su presidente, ninguno de los dos visitó su respectivo territorio nacional al haber permanecido solamente en Leticia para asistir al ritual nacionalista colombiano. Además, una entidad financiera multinacional regaló el "símbolo nacional" y, aunque solo por un día, Leticia fue el centro de atención e interés nacional. Pese a esto, no dejó, ni dejará, de ser la ciudad más al sur del territorio colombiano, a donde solo es posible acceder por vía aérea. Sin embargo, el gobernador del Amazonas de la época no dejó de referir, complacido y orgulloso, en ninguno de sus discursos, durante el resto del año, la histórica visita de los tres presidentes y lo que ello representaba para la unión entre los pueblos brasileño, colombiano y peruano y para la integración entre los "tres países hermanos".

LA PUESTA EN ESCENA DE LA HERMANDAD TRINACIONAL

El Festival de la Confraternidad Amazónica, que se organiza —ininterrumpidamente desde 1987— en Leticia, del 15 al 20 de julio, en su vigésima primera edición se vio alterado por la celebración de la Independencia colombiana, lo cual reforzó su sentido como expresión del ritual nacionalista ejecutado por los tres países. Como el evento más destacado en la triple frontera, se trata no solo de un espacio de diversión, entretenimiento, competencia deportiva e, incluso, plataforma política local, sino de una construcción y reconstrucción constante de múltiples fronteras del sentido, que puede considerarse la expresión sociocultural del espacio fronterizo al pretender representar la fraternidad entre tres países que luchan por su hermandad y su mixtura.

Cada día se desarrollan múltiples actividades que cuentan con la participación de representantes de los tres países y que están relacionadas con tres tipos de eventos que tienen dinámicas propias: las competencias deportivas, las noches ceremoniales y los desfiles conjuntos. En el ámbito deportivo, sobresalen tres competencias: la Copa Internacional de Fútbol Confraternidad Amazónica, en la cual se enfrentan los equipos de la región, y que congrega a los aficionados de los tres países en el estadio, aunque algunas veces se han jugado partidos en el estadio de Tabatinga; la Prueba Internacional de Canotaje, que tiene como escenario el río Amazonas, en donde más de sesenta comunidades indígenas compiten mostrando su amplia vocación ribereña, y el Triatlón de la Selva, que convoca a hombres y mujeres procedentes de los tres países, sin importar su pertenencia a la región. De este modo, cada competencia tiene un ámbito de aplicación propia que incluye cierta diferenciación: el triatlón para los nacionales de los tres países, el canotaje para los indígenas de la región5 y el fútbol para los equipos de las ciudades, donde este deporte ha logrado cierto carácter de tradición y pasión nacional.

Otras competencias deportivas tienen lugar en diferentes escenarios de Leticia: en la cancha de concreto del parque central se desarrollan los partidos de fútbol de salón, baloncesto y voleibol en las noches, y también se juegan las partidas de ajedrez en algunas mesas adecuadas para tal fin; en el coliseo municipal se adelantan los encuentros boxísticos y de taekwondo; en el salón de billar más grande de la ciudad ese deporte tiene lugar; en dos clubes explotan las "mechas" después de que las ha tocado el "tejo", que da nombre al deporte nacional colombiano, según la Ley 213 del 2000, y en un terreno a las afueras de la ciudad las carreras de motocross convocan a los muchos aficionados de la frontera. Además, algunas calles son cerradas, en dos o tres oportunidades, para configurar los circuitos por donde pasarán los atletas y ciclistas; deportes como el patinaje y aquellos llamados "deportes extremos" también son motivo de competición.

Si bien las competencias deportivas concentran la atención de muchos habitantes, son las noches ceremoniales y los desfiles conjuntos los verdaderos espectáculos multitudinarios que revelan lo que une y diferencia a los fronterizos. Las noches ceremoniales constan de una noche de inauguración, una dedicada a la confraternidad juvenil amazónica, tres noches para cada uno de los países, que rotan cada año, y la noche internacional, que es la velada de elección y coronación de la reina de la confraternidad. En las noches de los países, cada uno presenta diferentes muestras artísticas y culturales mediante la puesta en escena de los ritmos musicales y danzas de las diversas regiones de cada país, de forma que exponen su "folclor nacional" en la concha acústica del parque Orellana —llamado así en honor al descubridor del río Amazonas—.

La noche de apertura comienza con los tres himnos nacionales, el departamental y el municipal. Acto seguido, las autoridades (gobernador, alcalde de Leticia, prefeito o representante de la Prefeitura de Tabatinga y el jefe de la delegación peruana, proveniente de Iquitos —alcalde o encargado/a—) manifiestan los saludos protocolarios y se realiza la presentación oficial de las tres candidatas al Reinado Internacional de la Confraternidad Amazónica y del jurado calificador, después de la respectiva imposición de bandas. Para el cierre de la noche se presentan algunas muestras culturales, que pueden ser representaciones teatrales o presentaciones musicales con danzas del país anfitrión.

La segunda noche de la Confraternidad en el 2008 tuvo lugar en una plaza pública de Tabatinga, pero desafortunadamente una fuerte lluvia hizo que pocas personas observaran las diferentes muestras culturales que protagonizaron los diferentes grupos juveniles: danzas típicas, indígenas y contemporáneas de jóvenes de las ciudades y de las comunidades, capoeira brasileño, una representación teatral y presentaciones musicales de rock en español, hip-hop, ska y reggaeton de algunos grupos y jóvenes leticianos. Lo peruano solo estaba representado por algunos asistentes que vivían en el barrio donde se desarrolló la actividad, lo cual muestra que, a pesar de que hay una gran cantidad de jóvenes peruanos en las ciudades, estos no han creado grupos, como algunos jóvenes brasileños y colombianos, aunque es probable que los jóvenes peruanos de las ciudades hayan adoptado los gustos musicales de sus vecinos y que, incluso, puedan sentirse identificados con ellos.

Para las noches de los países, el escenario es preparado cuidadosamente y convertido en una especie de "altar de la patria", de modo que la concha acústica se transforma en un espacio ritual sacralizado, en donde el símbolo fundamental es la bandera nacional de cada país, que representa simbólicamente la encarnación del mito sagrado de la nación al condensar sus diversos significados: territorio, gente, cultura, historia y soberanía (Quezada, 2009), todo lo cual también se buscar incorporar en ese "altar". Las tres noches de los países tienen el mismo protocolo de apertura: se entona el himno nacional del país respectivo que previamente ha preparado el escenario con sus colores, simbologías y representaciones nacionales, una autoridad da la bienvenida a través de un emotivo discurso en el que los agradecimientos tienen un lugar central y, antes de dar paso a las manifestaciones culturales, la reina desfila y dice unas pocas palabras cargadas, otra vez, de múltiples reconocimientos.

En la noche peruana tuvo gran relevancia la categórica división regional del país en costa —la parte sobre el Pacífico—, sierra —la parte andina— y selva —la parte amazónica—, puesto que la música y danzas correspondieron con cada una. La costa fue representada por una marinera, un baile de parejas sueltas que, según la explicación dada, mostraba el mestizaje entre lo hispano, lo amerindio y lo africano, y por un vals peruano bailado por parejas medio abrazadas al ritmo de guitarras que, se dijo, combinaba la música criolla y afroperuana. La sierra sobresalió al ser la cuna del huayno, el baile andino más popular y difundido en el Perú, que representa su identidad nacional (figura 3). Se bailó en parejas con un zapateo rápido y movimientos alegres y picarescos aunque con poco contacto físico. La selva estuvo presente a través de música instrumental, que evocaba los sonidos de la naturaleza, y de un grupo que escenificó una danza indígena.

Toda la puesta en escena de la noche —incluida la decoración de la concha acústica con los colores nacionales— fue planeada y ejecutada por una delegación proveniente de Iquitos —capital de la provincia de Maynas y del departamento de Loreto—, de manera que las comunidades de la ribera peruana que viven en las inmediaciones de la ciudad solo participaron como asistentes y observadores del folclor propio. Los peruanos de la triple frontera no estaban representados en el escenario y fueron excluidos por sus connacionales encargados de organizar la participación de su país en la Confraternidad, acentuando la preponderancia del poder regional —concentrado en Iquitos— en la representación de lo nacional y en las negociaciones con la Alcaldía de Leticia como organizadora del evento.

La cuarta noche fue el turno del país anfitrión, y la concha acústica lució el tricolor nacional y en el fondo del escenario hubo elementos típicos como hamacas, instrumentos musicales y atarrayas. Después de los himnos y discursos de rigor, empezaron las actividades culturales con un grupo de danzas que hizo un recorrido por los bailes folclóricos de las diferentes regiones del país: bambuco, cumbia, guabina y joropo, entre otros. Los cantantes leticianos Pedro Bernal y Alondra entonaron cada uno tres canciones alusivas al territorio amazónico, a la confraternidad y a la amistad entre las poblaciones fronterizas; un grupo indígena de Macedonia —un asentamiento ribereño— presentó un baile ancestral; una pareja bailó salsa; unos estudiantes montaron una coreografía de la Conquista, enfatizando el encuentro de Orellana con las hermosas guerreras amazonas en 1542; dos trovadores paisas —apelativo usado en Colombia para designar a las personas originarias del departamento de Antioquia o de la zona del Eje Cafetero— se burlaron de algunos asistentes; un imitador de Rafael Orozco —cantautor fallecido— interpretó tres vallenatos famosos, y el grupo de la Universidad Nacional de Colombia, acompañado con sus tamboras, tocó ritmos afro y del Pacífico colombiano. Todas estas expresiones artísticas y folclóricas, tanto tradicionales como contemporáneas, mostraron un país complejo, diverso y heterogéneo que pretende forjar un sentido de pertenencia nacional a través del reconocimiento por parte de sus habitantes de las diferentes manifestaciones culturales.

La quinta noche le correspondió a Brasil, de manera que el verde y el amarillo engalanaron el escenario, y durante esa noche solo se escuchó portugués en el "altar de la patria". El discurso estuvo a cargo del secretario de Educación de Tabatinga, quien agradeció a las autoridades leticianas y enalteció la confraternidad entre los tres países hermanos. Participaron la Banda Municipal de Tabatinga, conformada por niños y adolescentes, bajo la dirección de un teniente del Ejército brasileño; una escuela cultural de jóvenes, con música de flautas; un niño experto en teclado; un grupo de niños, con una coreografía en relación con la importancia de la lectura; algunos indígenas de Umariaçú —área indígena en la jurisdicción del municipio de Tabatinga—, quienes representaron el mito fundacional de los ticuna, para concluir que están presentes en los tres países (también mostraron un baile alusivo al ritual de la pelazón en relación con la menarquia o primera menstruación de la mujer). La candidata brasileña participó en las coreografías de boi bumbá, forró, y samba preparadas por escuelas o grupos de baile. Aunque esa noche personas de las tres nacionalidades estuvieron presentes, sobresalía el número de asistentes provenientes de Tabatinga, quienes llevaron banderas y pompones que agitaban mientras observaban las diferentes muestras culturales.

Si bien la idea del festival es resaltar la confraternidad entre los países vecinos, y las autoridades ratifican esta intención en sus discursos, a causa de las presentaciones en las cuales sobresale el "folclor nacional", son los nacionales de cada país quienes refuerzan su sentido de pertenencia nacional a través del reconocimiento de las manifestaciones artísticas que representan a su nación. De modo que los nacionales de los países vecinos que asisten se limitan a admirar el folclor nacional del "otro", sin que se cree ningún vínculo con este ni, mucho menos, se forje algún tipo de identificación. La pretendida hermandad se queda en los discursos pronunciados por las autoridades en la apertura de cada noche.

La organización de la noche de cada país es responsabilidad de una dependencia de las alcaldías de Iquitos y Leticia y de la Prefeitura de Tabatinga, de manera que son estas entidades locales las responsables de la construcción imaginaria de lo nacional en la Confraternidad. En este evento no se tiene en cuenta el planteamiento de Hall (1999,
p. 145), según el cual:

[...] una cultura nacional no es folclor, ni una alabanza al pueblo, ni un populismo abstracto que cree que puede descubrir la verdadera naturaleza de un pueblo [sino] es el conjunto de esfuerzos hechos por un pueblo en la esfera del pensamiento con el fin de describir, justificar y elogiar la acción a través de la cual ese pueblo se ha creado y se mantiene a sí mismo en existencia.

De esta forma, el evento cumbre de la hermandad fronteriza resulta contradictorio al forjar una idea de nación homogénea vinculada mediante ciertas manifestaciones artísticas, que además son el producto de la heterogeneidad regional de los tres países.

En la noche internacional que cierra el festival parece exacerbarse la competencia entre los países cuando debe elegirse a la reina de la confraternidad. Las candidatas han participado en el Desfile de Balleneras en el río Amazonas, en el Desfile de Carrozas por las diferentes calles de Leticia y durante la noche de cada país han desfilado y mostrado su aptitud artística en alguna manifestación del folclor nacional. De este modo, las candidatas han aparecido en público, y en la noche de elección y coronación, después de los tres himnos, desfilan en traje de baño, fantasía y gala, aunque entre cada desfile se presentan tres actos —uno por cada país— de los mejores que se han visto cada noche. Finalmente, la imposición de la corona a la candidata elegida cierra no solo las noches ceremoniales, sino el Festival de la Confraternidad Amazónica, aunque, como todas las noches, es posible ir a ver a las orquestas, de la región y alguna reconocida a nivel nacional, en un espacio que, para tales ocasiones, se denomina rumbódromo.

En torno a la Confraternidad se reúnen las autoridades de los tres países para intercambiar ideas y desarrollar algunos proyectos conjuntos. Además, la empresa privada se vincula, a través de la publicidad, con anuncios que resaltan la hermandad; sin duda, se benefician del evento, que atrae a las personas que se consideran parte de esa "tierra de confraternidad" y de otras que, al desconocer la cotidianidad transfronteriza propia de la región, encuentran interesante observar cómo en el espacio fronterizo, y particularmente en la ciudad de Leticia, conviven por unos cuantos días tres países y sus nacionales simulando la existencia de una sola familia amazonense, idea (re)producida por la retórica de las autoridades locales en sus apariciones públicas.

LA RETÓRICA LOCAL DE LA HERMANDAD FRONTERIZA

La presencia de las autoridades de los tres países es una constante en las fechas conmemorativas que se celebran en la triple frontera: las fiestas patrias y los aniversarios de fundación de las islas peruanas. En Rondiña y Santa Rosa estos días son festivos, y se organizan rituales con actos protocolarios en los cuales se escuchan los himnos y se izan las banderas de los tres países. Las autoridades hacen las alocuciones respectivas y, finalmente, dan paso a los "desfiles cívico-militares", aunque en realidad prima el componente cívico, considerando la ausencia de militares peruanos en la frontera. Esto contrasta con los desfiles organizados en las ciudades, en los que lo militar sobresale. En las islas son las reinas populares, los niños y adolescentes de las instituciones educativas y los miembros de las organizaciones comunitarias quienes recorren algunos metros de los senderos principales detrás de los pocos militares y las autoridades civiles, imitando la marcha militar.

El 16 de agosto del 2008, en la celebración de los 58 años de Rondiña, la máxima autoridad presente de cada país izó la bandera respectiva, se escucharon los tres himnos nacionales y el de Loreto —departamento peruano en cuya jurisdicción se encuentran las islas—. Los discursos de las autoridades locales giraron en torno a la idea de desarrollo y progreso bajo la égida de Dios, considerando la influencia de la Orden de la Santa Cruz —movimiento mesiánico de gran importancia en la ribera amazónica de Brasil y Perú—, y la patria, en el "triángulo de la amistad", donde se encuentran "tres países unidos", tal como lo representan las banderas juntas (figura 4).

El gobernador del departamento del Amazonas, con base en las ideas de las autoridades peruanas que le precedieron, improvisó un discurso oficial en torno a la hermandad de los países y habitantes fronterizos en esa celebración:

[…] el hecho de convocar[n]os a izar los pabellones del Brasil, Perú y Colombia es un gran símbolo de confraternidad […] y es así como debemos […] marchar en esta frontera donde hay una vocación firme de confraternidad, donde todos tenemos que contribuir para que haya una verdadera transformación en el desarrollo de estas comunidades de frontera, comunidades hermanas, las cuales llevamos todos en la mente y en el corazón. [Las reinas] también […] simboliza[n] la confraternidad amazónica y por eso quiero […] que la colombiana abrace a la candidata o reina brasilera y entre las tres le den un fuerte abrazo a esta confraternidad que hemos vivido los últimos días, por favor, un abrazo fuerte […]. […] estamos los tres países representados en tres bellas mujeres [y] así estaban los tres presidentes de nuestras repúblicas hermanas el día 20 de Julio en Leticia, […] abrazados, conversando, entendiéndose y comprendiéndose, qué bueno hablar de lo social y si hay sociedad a nivel de alto poder, porqué no se puede dar a nivel de nosotros, por eso invito a los gobernadores, invito a los alcaldes de frontera del Brasil y Perú, a todos los regidores, a que nos unamos, de nosotros depende esta gran transformación social, con una comunidad organizada como Rondiña, como Santa Rosa y las demás comunidades vecinas podemos trabajar.

El gobernador no solo refirió la confraternidad sino que invitó a simular un acto que la ejemplificara cuando hizo que las reinas se abrazaran al igual que, según él, lo habían hecho los presidentes en la celebración de la Independencia colombiana. Con esa escena, la retórica del mandatario departamental colombiano logró equiparar el nivel nacional, que denominó "alto poder", con el nivel local, para concluir que "la transformación social" ligada a la idea de progreso solo es posible a través del trabajo conjunto de las comunidades fronterizas y sus autoridades.

En el aniversario de Santa Rosa, celebrado el 30 de Agosto del 2008, la frontera también ocupó un lugar destacado en los discursos de las autoridades, e incluso en el del maestro de ceremonias. El alcalde de la isla agradeció:

[…] a la población, a las autoridades de Colombia, a todos los que se unen a la celebración de Santa Rosa, que es una trifrontera, tenemos el gusto y el orgullo de estar en una frontera donde tenemos dos idiomas, tenemos el portugués y tenemos el español, y tenemos el orgullo también de tener comunidades indígenas, digo el orgullo porque yo vengo de un pueblo muy lejano, que es Trujillo, en la costa del Perú, donde nunca hay estas cosas […].

A pesar de sentirse a gusto y orgulloso de hacer parte de la comunidad fronteriza de Santa Rosa, y de incluso identificarse con ella, el discurso del alcalde resulta exótico cuando reconoce su asombro al haber encontrado ciertas "cosas" como los "dos idiomas" y las "comunidades indígenas", las cuales indudablemente no pueden observarse en la ciudad peruana de la eterna primavera, un reflejo de la tajante diferenciación regional de Perú.

En Santa Rosa se izaron las banderas y se escucharon los himnos de Colombia, Perú y Loreto, puesto que las autoridades brasileñas invitadas no asistieron por cuenta de la intensa campaña electoral que se adelantaba por esas fechas en el país vecino. Los discursos antecedieron al "desfile cívico, escolar y militar", que contó con la participación de la banda de la Institución Educativa Eugenio Rivera López de la municipalidad de Islandia —centro poblado del distrito del Yavarí, provincia de Maynas, departamento de Loreto—, los estudiantes de Santa Rosa, las organizaciones cívicas —como el Comité de Damas—, la Asociación de Pescadores y de Transportistas y, finalmente, los miembros de la Policía Nacional y de la Marina de Guerra, a la cual se le agradeció por "cumplir con las misiones encargadas por el gobierno y vigilar la soberanía en esta parte de la frontera del Perú, por la libertad, la paz del Amazonas, por vigilar el territorio [y] mostrar su gallardía".

Cuando terminó el desfile de celebración por los 34 años de fundación de la isla, el maestro de ceremonias expresó:

[...] que la gente se divierta porque están en casa: Santa Rosa, isla del amor, pequeña y muy hermosa, y acogedora, hospitalaria, también, por qué no decir, es tierra de Perú y tierra de todos los peruanos y de los hermanos colombianos también, no hay fronteras para nosotros. Santa Rosa un paso adelante está también en Leticia, otro paso más adelante también está en Brasil, hermanados, juntos, sacaremos, engrandeceremos esta isla y se engrandecerá también el departamento de Leticia y así como también nuestros hermanos y amigos los brasileros, para Dios no hay distinción de raza.

El discurso extiende la isla, y por ende el territorio peruano, hasta las ciudades del otro lado del río, lo cual es realmente imposible por cuanto el "orden nacional de las cosas" no permite que un país pueda ser al mismo tiempo otro (Malkki, 1997, p. 55). Además, se habla de Leticia como de un departamento, tal vez producto de un lapsus del emotivo pronunciamiento o por la confusa presencia de representantes departamentales y municipales. De nuevo, la hermandad aparece vinculando las tres nacionalidades, que el orador refiere con el problemático y devaluado concepto de "raza", probablemente como resultado de la idea que se tiene de la nación como un todo homogéneo con una única "raza" o tipo de población. Sin embargo, ni la "raza" ni la nacionalidad pueden o deben ser motivo de "distinción" considerando que "no hay fronteras" entendidas como límites.

Pero el sentido común de la hermandad, compartido por muchos fronterizos, no puede desvirtuar la existencia de los límites, y en esta medida no se debe asumir este discurso como una descripción de la realidad, sino que debe comprenderse como una posición ante ella, más aún si se considera que es "[...] a través de [l]as relaciones, de sus discursos y sus prácticas, [que] los actores y las instituciones 'hacen' y 'deshacen' la frontera y definen sus posiciones e identidades" (Grimson, 2003a, p. 197).

De esta manera, muchos habitantes de la triple frontera comparten modos de expresar, pensar, saber, sentir, soñar y sufrir que generan un sentido común arraigado en las prácticas rutinarias. Estas prácticas no son el resultado de la aparente inexistencia o poca efectividad de los límites políticos como disyuntores, sino que obedecen al manejo que los fronterizos han desarrollado e interiorizado de los múltiples repertorios culturales presentes: los dos idiomas, los gustos musicales compartidos, el conocimiento sobre cómo funcionan los tres sistemas nacionales en la frontera.

A MODO DE CONCLUSIÓN: LO NACIONAL EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERIDAD Y LA IDENTIDAD EN LA TRIPLE FRONTERA AMAZÓNICA

Las celebraciones descritas pueden entenderse como una interpretación propia que los habitantes fronterizos hacen de sus prácticas cotidianas y su forma de vida, mediada por la interacción constante de las tres nacionalidades. Su propósito es recordar tanto las efemérides nacionales como la confraternidad y hermandad fronterizas (re)creando en cada actividad una ocasión efímera para que puedan pensarse, sentirse y verse a sí mismos a través de sus propias historias y modos de concebirse. Por esto, resulta importante comprender que "las relaciones y los elementos culturales transfronterizos constituyen un ámbito clave en el cual se producen y reproducen las fronteras simbólicas, tanto en el plano de las identificaciones de las personas y los grupos como en el sentido de sus prácticas" (Grimson,
2003a, p. 234).

Si bien la Confraternidad y demás celebraciones pretenden resaltar, e incluso consolidar, la hermandad fronteriza, esta se plantea en términos de nacionalidad si se tiene en cuenta que se trata de la puesta en escena de expresiones culturales nacionales —incluso algunas bastante ajenas a la triple frontera—, que refuerzan las identidades nacionales sin que existan elementos que revelen de forma contundente una identidad fronteriza. No obstante, a través de los eventos la misma institucionalidad que se encarga de su organización logra legitimar algunos valores, como la aceptación, reconocimiento y solidaridad entre los vecinos fronterizos, y generar cohesión de grupo entre los nacionales de cada país y los mismos habitantes de la frontera.

Para algunos, el hecho de vivir en la frontera produce que en la construcción de su identidad asuman un poco de cada país y nacionalidad, de modo que "ser fronterizos" implica la existencia de un estilo de vida fundamentado en la diversidad de rasgos culturales provenientes de las tres nacionalidades6. Sin embargo, las diferencias están presentes en la frontera e incluso "son producidas por la misma frontera y todo lo que ella implica: sistemas escolares, regimientos, medios de comunicación, condición de estar afectados por una economía y una política 'nacionales'" (Grimson, 2000, p. 30). De hecho, las identidades culturales y nacionales en la triple frontera se definen en contraste con las otras identidades de los vecinos, con los que se convive y se interactúa cotidianamente.

Como las identidades son cambiantes, complejas y, en especial, relativas por cuanto son definidas y construidas en relación con las alteridades, entendidas como aquello ajeno y distinto que nos define y que, incluso, nos complementa y transforma (Bhabha, 2002), la frontera se construye de manera similar en tanto ámbito que separa, pero que a la vez reúne. No habría fronteras sin nadie del otro lado, por lo que la frontera no solo distingue a los "otros" sino que también ofrece una definición posible del "nosotros", que se contrasta con los de afuera de los límites. Por esta razón, las celebraciones marcan y refrendan una identidad socioterritorial mediante el establecimiento de una especie de pacto comunitario y personal con el objeto de que se erija sobre los participantes, la patria y la frontera. El vínculo nacionalista se refuerza a través de la apropiación, respeto y veneración de los símbolos de cada uno de los tres países, y el vínculo fronterizo mediante la representación de los símbolos nacionales juntos como muestra del carácter trinacional de la frontera y de la hermandad entre los países vecinos (figuras 5 y 6).

Pero en la triple frontera resultan primordiales las identidades nacionales, consecuencia de los procesos de adscripción a un proyecto de nación, a una de idea de patria y a un imaginario social constituido mediante los relatos y símbolos del poder, difundidos y ritualizados a través de la historia patria, los símbolos nacionales y las celebraciones, como la del 20 de julio del 2008. Son mecanismos de socialización que constituyen sujetos nacionales basándose en una dimensión emotivo-existencial con el fin de interiorizar los sentimientos de pertenencia y de garantizar la adhesión o las lealtades hacia la nación. De este modo, la identidad nacional parece estar firmemente espacializada y referida a una supuesta comunidad homogénea, llegando a ser un marcador casi natural de la diferencia cultural y social (Gupta, 1997, p. 179).

Como las fronteras continúan definiendo los límites del poder político y la organización administrativa de los estados hacia el interior de sus territorios, para los fronterizos identificarse con la nación supone un sentimiento de pertenencia a una comunidad histórica y a un universo simbólico capaz de definir lo común y lo extraño. Por esto, la producción de la nación implica la creación de un nuevo orden de la diferencia, una nueva alineación de un "yo" en relación con "otros" (Gupta, 1997, p. 196). La construcción identitaria en la frontera se fundamenta en el uso de la simbología nacional, que contribuye al reconocimiento de la pertenencia y la diferencia frente a los otros o extraños, aquellos que no pertenecen a la comunidad y por tanto son distintos (Quezada, 2009, p. 220).

La nacionalidad, y en general todo aquello considerado como "lo nacional", define las identidades en la triple frontera amazónica si estas se entienden como los nombres dados a las diferentes formas en las que se posicionan los fronterizos. De modo que las identidades culturales son los puntos de identificación enmarcados en los discursos de la historia y de la cultura sin ser una esencia sino un "posicionamiento", y en tal sentido se debe "pensar en las identidades como 'enmarcadas' por dos ejes o vectores que operan al mismo tiempo: el vector de similitud y continuidad y el vector de diferencia y ruptura" (Hall, 1999, p. 135), es decir identidad y alteridad. Por esto, las fronteras nacionales también constituyen espacios sociales en los que la construcción y dinámica de las identidades tienen como fundamento las diferentes posiciones asumidas por los sujetos al construirse recíprocamente en el contacto (López, 2000).

Para Hall (1999), existen dos formas de pensar la identidad cultural: en términos de cultura compartida, y desde una visión que admite tanto los puntos de similitud como los puntos críticos de diferencia profunda y significativa que constituyen lo que somos, o mejor, aquello en lo que nos hemos convertido gracias a la intervención de la historia en nosotros. En términos de cultura compartida, se supone la existencia de una historia y de unos ancestros comunes, que dan lugar a experiencias históricas y códigos culturales compartidos. En el caso de la triple frontera amazónica, el proceso histórico a través del cual se configuró como espacio transfronterizo7 y ser descendientes de la mixtura de las tres nacionalidades podrían ser experiencias históricas comunes, y el bilingüismo, los gustos musicales compartidos y demás podrían concebirse como códigos culturales compartidos.

Simultáneamente, la identidad cultural en la frontera, al constituirse en el reconocimiento de la similitud como fronterizos y la diferencia como nacionales de tres países, convertiría a los habitantes fronterizos en lo que son dadas las condiciones históricas de la configuración fronteriza, las cuales se manifiestan en los eventos descritos, que muestran en un mismo espacio-tiempo la asimilación y la diferencia. La asimilación o integración surge de las prácticas transfronterizas, que muchas veces complementan —como en el caso del comercio— y que otras veces integran —como sucede con las familias—, pero esto es con respecto a los habitantes fronterizos, puesto que para los Estados la integración aparece como un fin misional que intentan articular a través del discurso de la hermandad. Sin embargo, "[...] a pesar de lo que dicen los actores, es posible que la frontera no exista para algunas cosas y sí exista para otras" (Grimson, 2000, p. 29; 2002, p. 189), razón por la cual asimilación no es identidad compartida sino apropiación o uso de las diferentes prácticas culturales que allí confluyen para poder entenderse y convivir.


* Este artículo recoge parte de los resultados de la tesis "Os límites das fronteras na Amazonia: Historia y cotidianidad transfronteriza y trinacional entre Brasil, Colombia y Perú", presentada en el año 2011 para optar al título de Magíster en Antropología en la Universidad Nacional de Colombia. La investigación y el trabajo de campo fue posible gracias a la financiación otorgada al proyecto Vida Común en la Triple Frontera Amazónica: El Caso de Leticia, Santa Rosa y Tabatinga, en la Convocatoria de Apoyo a Tesis de Posgrado 2007 de la Dirección de Investigación Sede Bogotá -DIB- de la Universidad Nacional de Colombia.

1 La música popular amazonense es la combinación de las expresiones musicales de Brasil, Colombia y Perú. No es posible inscribirla en un género musical específico y no configura uno propio. Es posible que una canción se aproxime al ritmo de un país y que su letra esté escrita en español, portugués o portuñol, como el caso de Mariquinha. Esta música ha hecho posible el Festival Internacional de Música Popular Amazonense El Pirarucú de Oro, un evento tradicional, realizado desde 1987, que busca reafirmar la integración entre los países a través de la música. Para conseguirlo, este festival convoca a autores e intérpretes de la región fronteriza para que presenten temas cuyo único requisito es que sean representativos del contexto amazónico.

2 Se usa mayúscula inicial para referirse a organizaciones y eventos del Festival.

3 Farofa o farinha, preparación de yuca brava o mandioca típicamente indígena que tostada, seca y crujiente se sirve como acompañante en prácticamente todos los platos de la culinaria amazónica. La fariña comercializada en la triple frontera es principalmente producida por las comunidades indígenas. Según López, usualmente se asocia a los Ticuna brasileños con la fariña por "el hecho de que la producción de este alimento se ha constituido en uno de los principales mecanismos de articulación de los Ticuna del Brasil al mercado regional, destacándose en la cantidad y calidad de la producción que ya es famosa a nivel de la región fronteriza: en Leticia se prefiere la 'fariña brasilera' para el consumo doméstico" (2000).

4 Las independencias suramericanas dieron lugar al proceso de fragmentación política y territorial de la Amazonia puesto que los herederos de la corona española se dividieron la región andino-amazónica o la alta Amazonia, y esto dio lugar a las divisiones nacionales; pero los nuevos Estados independientes heredaron no solo el territorio colonial, sino también la indefinición limítrofe de sus áreas fronterizas. En el caso de Colombia, el país perdió una gran parte de territorio amazónico frente a sus vecinos Brasil y Perú por cuenta de un tratado secreto firmado en 1851. Solo hasta 1932, con la llamada Guerra con el Perú, parece hacer presencia el Estado colombiano en la Amazonia. No obstante, el Estado colombiano hizo presencia en la región amazónica a través de diferentes actores y agentes estatales que establecieron una frontera fragmentada en tres: la frontera externa, o de los cónsules; la frontera de la Iglesia, o de los misioneros, y la frontera estatal propiamente dicha, o de los comisarios. El análisis detallado sobre la acción estatal colombiana a través de los cónsules, los misioneros y los comisarios en la Amazonia y el fragmentado proceso de fronterización consecuente se encuentra en Zárate (2008, pp. 183-254).

5 El grupo indígena ticuna es predominante y se asienta en el territorio de los tres países. López (2000) muestra cómo este grupo a pesar de que ha sido influenciado por los discursos nacionales de los tres países y las comunidades los han apropiado en sus prácticas cotidianas; pese a lo cual, mantienen constantes relaciones a través de algunas celebraciones conjuntas, el compadrazgo y las frecuentes visitas. Riaño (2003) analiza las transformaciones de los asentamientos ticuna del lado colombiano, y describe las relaciones sociales entre las diferentes comunidades. Pero este grupo no es el único en la región, y existen comunidades uitoto, cocama y yagua, entre otras, cuyos miembros mantienen relaciones no solo en la triple frontera sino con las comunidades ubicadas entre los ríos Caquetá y Putumayo y con otras de la Amazonia brasileña y colombiana.

6 Artistas como el cantautor leticiano Pedro Bernal, Armando Londoño y Hugo Erazo sugieren que la música popular amazonense, inspirada en la cotidianidad transfronteriza, en la cual conviven diferentes ritmos y experiencias de vida, recrea una identidad cultural resultado de la denominada mixtura, como hijos de padres y/o madres de las tres nacionalidades, razón por la que plantean la categoría identitaria "bracope". No obstante, Pedro Bernal en una de sus canciones, interpretada durante la noche de Colombia en la Confraternidad, expresó que "la nacionalidad es amazónica". Hace falta realizar un análisis sobre estos planteamientos en relación con la construcción identitaria de los fronterizos y sobre su aceptación y/o adopción por parte de la población en general.

7 Este proceso es juiciosamente tratado en Zárate (2008) y aparece resumido en capítulos de tesis, como las de Aponte (2008) y Unigarro (2011).


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Cómo citar

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Unigarro, D. E. (2012). “Alegría sin fronteras” entre Brasil, Colombia y Perú: de cómo “tres países hermanos” celebran el nacionalismo. Maguaré, 26(1), 263–297. https://revistas.unal.edu.co/index.php/maguare/article/view/35291

ACM

[1]
Unigarro, D.E. 2012. “Alegría sin fronteras” entre Brasil, Colombia y Perú: de cómo “tres países hermanos” celebran el nacionalismo. Maguaré. 26, 1 (ene. 2012), 263–297.

ACS

(1)
Unigarro, D. E. “Alegría sin fronteras” entre Brasil, Colombia y Perú: de cómo “tres países hermanos” celebran el nacionalismo. Maguaré 2012, 26, 263-297.

ABNT

UNIGARRO, D. E. “Alegría sin fronteras” entre Brasil, Colombia y Perú: de cómo “tres países hermanos” celebran el nacionalismo. Maguaré, [S. l.], v. 26, n. 1, p. 263–297, 2012. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/maguare/article/view/35291. Acesso em: 28 mar. 2024.

Chicago

Unigarro, Daniel Esteban. 2012. «“Alegría sin fronteras” entre Brasil, Colombia y Perú: de cómo “tres países hermanos” celebran el nacionalismo». Maguaré 26 (1):263-97. https://revistas.unal.edu.co/index.php/maguare/article/view/35291.

Harvard

Unigarro, D. E. (2012) «“Alegría sin fronteras” entre Brasil, Colombia y Perú: de cómo “tres países hermanos” celebran el nacionalismo», Maguaré, 26(1), pp. 263–297. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/maguare/article/view/35291 (Accedido: 28 marzo 2024).

IEEE

[1]
D. E. Unigarro, «“Alegría sin fronteras” entre Brasil, Colombia y Perú: de cómo “tres países hermanos” celebran el nacionalismo», Maguaré, vol. 26, n.º 1, pp. 263–297, ene. 2012.

MLA

Unigarro, D. E. «“Alegría sin fronteras” entre Brasil, Colombia y Perú: de cómo “tres países hermanos” celebran el nacionalismo». Maguaré, vol. 26, n.º 1, enero de 2012, pp. 263-97, https://revistas.unal.edu.co/index.php/maguare/article/view/35291.

Turabian

Unigarro, Daniel Esteban. «“Alegría sin fronteras” entre Brasil, Colombia y Perú: de cómo “tres países hermanos” celebran el nacionalismo». Maguaré 26, no. 1 (enero 1, 2012): 263–297. Accedido marzo 28, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/maguare/article/view/35291.

Vancouver

1.
Unigarro DE. “Alegría sin fronteras” entre Brasil, Colombia y Perú: de cómo “tres países hermanos” celebran el nacionalismo. Maguaré [Internet]. 1 de enero de 2012 [citado 28 de marzo de 2024];26(1):263-97. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/maguare/article/view/35291

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