Publicado

2012-07-01

Mapas mentales, sentido de lugar y procesos migratorios: la comunidad mexicana en Albuquerque (Nuevo México)

Mental Maps, Sense of Place and Migration: The Mexican Community in Albuquerque (Nuevo Mexico)

Mapas mentais, sentido de lugar e processos migratórios: a comunidade mexicana em Albuquerque (Novo México)

DOI:

https://doi.org/10.15446/rcdg.v21n2.32211

Palabras clave:

Albuquerque, lugar, mapas mentales, migración mexicana, procesos migratorios, sentido de lugar. (es)
Albuquerque, place, mental maps, Mexican migration, migration processes, sense of place (en)
Albuquerque, lugar, mapas mentais, migração mexicana, processos migratórios, sentido de lugar (pt)

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Autores/as

  • Cristobal Mendoza Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México
El artículo explora la relevancia de las experiencias y representaciones de los lugares, así como el sentido de lugar, para comprender los procesos migratorios y la toma de decisiones de los inmigrantes mexicanos en Albuquerque (Nuevo México). Metodológicamente, el artículo se centra en el análisis de los mapas mentales y de los discursos espaciales de los entrevistados. Resalta que los sentidos de lugar más arraigados se encuentran a nivel micro, de tal forma que algunos espacios públicos se identifican con cambios sustanciales en las vidas de los inmigrantes. No obstante, las representaciones de México y los Estados Unidos son de tal intensidad que permiten entender trayectorias migratorias pasadas y futuras.
This essay explores the experiences and representations of places, as well as the sense of place, in order to understand the migratory and decision-making processes of Mexican immigrants in Albuquerque (New Mexico).
Methodologically, the article focuses on an analysis of immigrants' mental maps and spatial discourses. As for the results, the strongest senses of place are found at the micro level, where identification with public spaces is associated with radical changes in the immigrants' lives. Finally, the representations of Mexico and the United States are key to understanding immigrants' intentions regarding their length of stay.
O artigo explora a relevância das experiências e representações dos lugares, assim como o sentido de lugar, para compreender os processos migratórios e a tomada de decisões dos imigrantes mexicanos em Albuquerque (Novo México). Metodologicamente, o artigo se centraliza na análise dos mapas mentais e dos discursos espaciais dos entrevistados. Além disso, ressalta que os sentidos de lugar mais arraigados se encontram em nível micro, de tal forma que alguns espaços públicos se identificam com mudanças substanciais nas vidas dos imigrantes. Contudo, as representações do México e dos Estados Unidos são de tal intensidade que permitem entender trajetórias migratórias passadas e futuras.

Mapas mentales, sentido de lugar y procesos migratorios: la comunidad mexicana en Albuquerque (Nuevo México)

Mapas mentais, sentido de lugar e processos migratórios: a comunidade mexicana em Albuquerque (Novo México)

Mental Maps, Sense of Place and Migration: The Mexican Community in Albuquerque (Nuevo Mexico)

Cristóbal Mendoza*
Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México


*Profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa, y Doctor de la Universidad King's College de Londres. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel II. Recientemente sus temas de investigación se han centrado en la migración calificada, migración y transnacionalismo, y geografía de las migraciones.
Dirección postal: Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, División de Ciencias Sociales y Humanidades, Dpto. de Sociología / Lic. en Geografía Humana, Av. San Rafael Atlixco 186. Col. Vicentina Delegación Iztapalapa, México D. F. 09340.
Correo electrónico: cmp@xanum.uam.mx

Recibido: 28 de noviembre del 2011. Aceptado: 19 de abril del 2012.
Artículo de investigación sobre la relevancia de las opiniones de un grupo de inmigrantes sobre la ciudad de Albuquerque, a partir del análisis de mapas mentales y de discursos especiales.


Resumen

El artículo explora la relevancia de las experiencias y representaciones de los lugares, así como el sentido de lugar, para comprender los procesos migratorios y la toma de decisiones de los inmigrantes mexicanos en Albuquerque (Nuevo México).
Metodológicamente, el artículo se centra en el análisis de los mapas mentales y de los discursos espaciales de los entrevistados. Resalta que los sentidos de lugar más arraigados se encuentran a nivel micro, de tal forma que algunos espacios públicos se identifican con cambios sustanciales en las vidas de los inmigrantes. No obstante, las representaciones de México y los Estados Unidos son de tal intensidad que permiten entender trayectorias migratorias pasadas y futuras.

Palabras clave: Albuquerque, lugar, mapas mentales, migración mexicana, procesos migratorios, sentido de lugar.


Resumo

O artigo explora a relevância das experiências e representações dos lugares, assim como o sentido de lugar, para compreender os processos migratórios e a tomada de decisões dos imigrantes mexicanos em Albuquerque (Novo México). Metodologicamente, o artigo se centraliza na análise dos mapas mentais e dos discursos espaciais dos entrevistados. Além disso, ressalta que os sentidos de lugar mais arraigados se encontram em nível micro, de tal forma que alguns espaços públicos se identificam com mudanças substanciais nas vidas dos imigrantes. Contudo, as representações do México e dos Estados Unidos são de tal intensidade que permitem entender trajetórias migratórias passadas e futuras.

Palavras-chave: Albuquerque, lugar, mapas mentais, migração mexicana, processos migratórios, sentido de lugar.


Abstract

This essay explores the experiences and representations of places, as well as the sense of place, in order to understand the migratory and decision-making processes of Mexican immigrants in Albuquerque (New Mexico).
Methodologically, the article focuses on an analysis of immigrants' mental maps and spatial discourses. As for the results, the strongest senses of place are found at the micro level, where identification with public spaces is associated with radical changes in the immigrants' lives. Finally, the representations of Mexico and the United States are key to understanding immigrants' intentions regarding their length of stay.

Keywords: Albuquerque, place, mental maps, Mexican migration, migration processes. sense of place.


Introducción1

En una tradición de corte constructivista, la literatura sobre mapas mentales surgió y floreció en los años setenta en la geografía del comportamiento. Esta literatura asumió que los mapas no solo mostraban experiencias, sino que también eran un reflejo de construcciones sociales de los individuos que se podían interpretar de forma agregada (Pinch, Sunley y Macmillen 2010); de tal forma que se ponía el énfasis en la medición de las imágenes geográficas. En el libro Mental maps, de Gould y White (1974), pionero en este campo, los autores buscaron similitudes en los mapas mentales realizados por estudiantes de diferentes países y encontraron regularidades en las geografías, que resultaron estar construidas básicamente a partir de ideas colectivas que compartían los diferentes grupos nacionales. Los mapas mentales se han usado ampliamente en la geografía de corte cuantitativo a la hora de entender y agregar visiones individuales compartidas de percepciones y preferencias espaciales (por ejemplo, Walmsley 1982 o, más recientemente, López y Lukinbeal 2010).

De forma parecida, pero aplicado a los procesos migratorios, Wolpert (1966) concluyó que las percepciones del medio físico y social afectaban las decisiones de migración de los individuos. Así los mapas mentales servían para agregar opiniones individuales y para intentar obtener información geográfica vertida en mapas que reflejaran percepciones y opciones generales de la población con respecto a territorios concretos que se traducían en preferencias migratorias. Esta perspectiva de análisis se retoma en este artículo, que explora la relevancia de las opiniones de un colectivo de inmigrantes sobre la ciudad de Albuquerque, vertidas en mapas mentales y en discursos especiales, para entender sus trayectorias migratorias pasadas y futuras.

Contrariamente a esta visión, Tuan, en una reseña crítica del libro de Gould y White, describió a los mapas de este libro "como encuestas de opinión e información presentadas en forma cartográfica" (1974, 591). El argumento que plantea Tuan consiste en poner en duda la validez de los métodos positivistas para comprender percepciones y subjetividades sobre los lugares expresadas en mapas. A partir del giro cultural en la geografía de los noventa, los mapas mentales se han visto como un compendio de conocimiento espacial, representaciones del lugar e imaginación espacial que proporciona información no solo de los lugares, sino también sobre las identidades territoriales y los comportamientos de los individuos. Por lo tanto, los mapas mentales no solo representarían un proceso de reducción espacial, un mecanismo que permite descomponer la ciudad o cualquier otro territorio en esquemas, sino también servirían para (re)construir las realidades territoriales (Bataillon y Panabière 1988; De Castro 1997), de tal forma que, a partir de los mapas, se pueden interpretar los contextos económicos, sociales, culturales o políticos de los individuos (Ley 2000).

Los mapas mentales permiten capturar las imágenes de los lugares y los sentimientos e identidades que los individuos desarrollan en los mismos, pero es evidente que la relación con un lugar está mediada por experiencias previas o paralelas con otros lugares, que, además, se pueden dar a diversas escalas. Sin embargo, al dibujar un mapa, un individuo forzosamente debe tener un marco de referencia territorial concreto. Las investigaciones usadas para el estudio de los espacios vividos e imaginarios urbanos han resuelto esta disyuntiva centrándose en una ciudad específica, donde se pedía a los individuos que describieran sus espacios personales (por ejemplo, los espacios de ocio) y explicaran cuán relevantes eran estos espacios para la orientación y el desarrollo de sus actividades cotidianas2.

Ciertamente la escala se revela como un aspecto significativo y complejo a la hora de entender la construcción del lugar (véase por ejemplo, Nogué i Font 1993; Rose 1995) y su relevancia para entender los procesos migratorios, porque la percepción de la coyuntura nacional o internacional es fundamental para entender dichos procesos; a veces mucho más que la situación local, ya sea de partida o de llegada. En este sentido, Carreras (2008) encontró que las imágenes de los jóvenes sobre Sarajevo, así como sobre sus cambios urbanos, eran relevantes para su vida cotidiana y su bienestar, pero el anhelo de un estilo de vida caracterizado por un mayor consumo, que asociaban a los países centrales europeos, era de tal intensidad que veían en la emigración el escenario futuro más probable para conseguir colmar sus expectativas de vida.

En todo caso, y con algunas excepciones (por ejemplo, Mendoza 2006; Wolpert 1966), el uso de mapas mentales, entendidos como representaciones espaciales con significados sociales, ha sido escaso para la comprensión de los procesos migratorios en la literatura. En este artículo se propone el uso de los mapas mentales y de los discursos espaciales para entender las opiniones sobre los lugares que conforman las rutas migratorias de un grupo de inmigrantes mexicanos en Albuquerque (Nuevo México), de tal forma que se comprendan mejor sus decisiones migratorias pasadas y futuras. Particularmente se da un interés en el estudio de los mapas mentales para explorar el papel de los lugares en la migración internacional México-Estados Unidos. La idea subyacente es que la forma de estructurar, organizar e imaginar los espacios, expresados a través de mapas mentales y discursos espaciales, son relevantes para entender los espacios vividos, las construcciones de los lugares y las identificaciones de los inmigrantes con los lugares, el "sentido de lugar".

Lugar y sentido de lugar

Desde los años setenta, la geografía se ha interesado de forma creciente en los aspectos relacionados con la vinculación afectiva y la cotidianidad de las personas con los lugares. Este enfoque, conocido como humanista, valora, por encima de todo, la experiencia, y declara que no existe un mundo único y objetivo, sino una pluralidad de mundos, tantos como actitudes e intenciones del ser humano (Buttimer 1976; Relph 1976; Tuan 1974 y 1977). Los lugares están llenos de significados y tienen una dimensión existencial, una vinculación emocional con el ser humano, y se relacionan siempre con un espacio concreto y con unos atributos bien definidos. Por tanto, los lugares no existen como entidades, sino como representaciones que son resultado de las diferentes experiencias de las personas (por ejemplo, Agnew 1987; Buttimer y Seamon 1980; Eyles 1985; Haeberle 1988; Pred 1984).

En los años noventa se sigue avanzando en la teorización sobre los vínculos emocionales de los individuos con respecto a los lugares, particularmente el sentido de pertenencia asociado a los mismos ("sentido de lugar" o "sense of place"). En esta década, la geografía experimenta una eclosión del número de trabajos centrados en el "lugar" (por ejemplo, Altman y Low 1992; Basso 1996; Crang 1998; Massey 1995; Sack 1993; Seamon 1993). El "sentido de lugar", que se convierte en un concepto analítico clave para la geografía humanística, considera el lugar como una construcción social o una subjetivización y permite analizar la forma cómo el espacio, entendido como algo abstracto y genérico, se transforma en lugar gracias a la experiencia y a la acción de los individuos que, viviéndolo cotidianamente, lo humanizan y llenan de contenidos y significados (Massey 1995). El sentido de lugar, construido a partir de la experiencia cotidiana y de los sentimientos subjetivos de cada persona, puede llegar a concebirse con tanta intensidad que se convierta en un aspecto central en la construcción de la identidad individual (Rose 1995). Es más, "los lugares proporcionan experiencias compartidas entre la gente y la comunidad en el tiempo" (Crang 1998, 103), de tal forma que posibilitan la pertenencia a un colectivo en un momento determinado.

Por el contrario, la ausencia de sentido de lugar (placelessness) se relaciona con la falta de significados de los lugares y con la pérdida de autenticidad de estos para la persona. En este sentido algunos autores han destacado que la cultura del consumo y la cultura de masas han creado espacios estandarizados, atemporales y sin connotaciones emocionales, como por ejemplo, centros comerciales, parques temáticos o nudos de comunicaciones, como los aeropuertos (Arefi 1999; Relph 1976). Por otro lado, también se ha criticado que un exceso de énfasis en el "lugar", en un mundo que combina un doble proceso de globalización y repliegue identitario, puede favorecer la vuelta al "hogar", al "centro", a la "vivienda", e ignorar aspectos que implican una relación con el "otro", como son el "horizonte", la "periferia" o el "viaje"; lo cual puede repercutir en procesos de inclusión/exclusión, e incluso xenofobia, con respecto a las personas que no forman parte del colectivo que se identifica con un lugar (Massey 1994; Peet 1998; Cresswell 2004).

Sobre la geografía de la población en los noventa, con algo de retraso con respecto a la geografía humana en general, se ha realizado un serio esfuerzo por teorizar el espacio y el lugar en el contexto de los procesos migratorios. De esta manera, la geografía de la población, particularmente la británica, empieza a explorar el papel del "lugar" a la hora de entender las trayectorias migratorias y, en concreto, los significados que se otorgan a los diferentes lugares que conforman la trayectoria migratoria (Halfacree y Boyle 1993; Findlay y Li 1997; Gutting 1996; Pellegrini y Fotheringham 2002; Silvey y Lawson 1999). En esta misma línea, Pascual de Sans (2004) plantea que, durante el curso de la vida, las personas se implican con varios lugares y les dan diferentes significados, dejando en algunos casos "marcas" que actúan sobre diversos niveles de conciencia. Así algunos migrantes sienten identificación geográfica o "idiotopía" con algunos lugares como una expresión precisa de la pertenencia a un lugar.

Añadiendo matices a la discusión teórica, a partir de la introducción del paradigma de las nuevas movilidades o también llamado giro de la movilidad (mobility turn: Blunt 2007; Cresswell 2006; Sheller y Urry 2006), algunos autores han reconocido la relevancia del "lugar" para entender la complejidad de los desplazamientos migratorios contemporáneos3. En este contexto, resaltan algunos estudios empíricos que yuxtaponen los niveles transnacional y local, en los que se defiende que la cotidianidad de algunos colectivos de inmigrantes es, en sí misma, transnacional, pero que se recrea y construye en lugares diferentes (por ejemplo, Campbell 1996; Ehrkamp 2005). En esta línea, Mitchell (2004) apunta que el objetivo de la geografía a la hora de abordar el estudio de la migración internacional debería consistir en el análisis de los movimientos y las prácticas de los migrantes materializadas en lugares y contextos concretos, así como en el estudio de los flujos migratorios con relación a las construcciones culturales sobre nación, ciudadanía y sociedad.

Sin embargo, se considera que se han realizado pocos avances metodológicos a la hora de buscar indicadores que sirvan para evaluar la relevancia del "sentido de lugar", particularmente en el caso de los colectivos migrantes. En este artículo se propone: analizar los mapas mentales y los discursos espaciales de un grupo de inmigrantes mexicanos residentes en Albuquerque (Nuevo México) para estudiar las posibles implicaciones de las vivencias y construcciones de los lugares por parte de este colectivo de inmigrantes, así como del sentido de pertenencia a los mismos (sentido de lugar); y comprender tanto la conservación, consolidación o pérdida de vínculos sociales con México, como los procesos de asentamiento en los Estados Unidos.

Metodología

La investigación, de corte cualitativo, consistió en el desarrollo de 21 entrevistas en profundidad con inmigrantes mexicanos con mínimo un año de residencia en Albuquerque, de cuatro entrevistas guiadas con informantes clave, así como de observación participante durante los tres meses que duró el trabajo de campo. Aunque los inmigrantes se contactaron de forma aleatoria a través de la técnica de "bola de nieve", se intentó obtener una "muestra" equilibrada de inmigrantes, de tal manera que se entrevistaron un igual número de mujeres y hombres, así como de profesionales y trabajadores manuales. Las entrevistas se precedieron de un cuestionario, para recoger sistemáticamente las trayectorias laborales y migratorias de los mexicanos contactados, tuvieron una duración mínima de una hora y fueron realizadas en español; y se estructuraron a partir de tres líneas de análisis: trabajo, vida social y geografía. De estas tres, este artículo se centrará en los aspectos geográficos; de los cuales específicamente, en la entrevista, se preguntó sobre las experiencias y sentimientos de los inmigrantes con respecto a diferentes lugares (la ciudad de Albuquerque, su barrio o área de residencia, la frontera y su lugar de origen), así como sobre sus opiniones sobre su estancia en los Estados Unidos. También se solicitó, de forma intencionada y de manera abierta, que dibujaran un mapa de la ciudad de Albuquerque, para así no interferir en las opiniones o ideas de los entrevistados frente a la ciudad. Los mapas mentales indican la representación de un lugar en términos espaciales, y muestran la organización y el análisis que hacen las personas del espacio, cómo este se compone por lugares familiares o relevantes, y a su vez, cómo estos lugares sirven para que los individuos se ubiquen en términos relativos y se orienten a la hora de realizar tareas o desplazamientos en el espacio (De Alba 2004; De Castro 1997).

En línea con lo anterior, este artículo, en primer lugar, interpreta las opiniones sobre la ciudad de Albuquerque que tienen los inmigrantes a partir del análisis de mapas mentales y de discursos espaciales. Seguidamente, se centra en los discursos espaciales sobre las áreas de residencia de los inmigrantes y, finalmente, se examinan discursos y opiniones sobre la nación, referidos a México y a los Estados Unidos. La idea subyacente es que las representaciones de los lugares pueden estar influidas por ideas dominantes de nación. Antes del análisis del material empírico, la sección próxima proporciona información estadística sobre los mexicanos en Albuquerque. Cabe decir al respecto, que, en principio, el sentimiento de familiaridad, y quizá el sentido de pertenencia, pueden ser más intensos en áreas donde residen mexicanos en mayor número.

La "comunidad" mexicana en albuquerque

La población mexicana ha experimentado un crecimiento sustancial en el periodo 2000-2010, pasando a representar en esta última fecha un 26,8% del total; diez años antes representaba el 15,3% (tabla 1). De acuerdo con el Censo de Población de los Estados Unidos, un total de 146.035 mexicanos vivían en Albuquerque en el año 2010. Estos datos se traducen en una tasa anual de crecimiento del 7,6%, en el periodo 2000-2010, que contrasta con los números negativos de crecimiento del período anterior (-0,2% durante 1990-2000) y sugieren que la ciudad de Albuquerque se consolida como destino de la migración mexicana en los Estados Unidos, dado que el aumento de la población mexicana es, en gran parte, debido a nuevos inmigrantes. De esta manera, la población hispana es el grupo "étnico" más numeroso, con un 46,7%, superando por primera vez a la población blanca no hispana en la ciudad en el año 2010.

Los datos del censo son bastante reveladores de una situación reciente, que incluso no era percibida por las propias autoridades consulares de la ciudad en el momento en que se realizó el trabajo de campo de este estudio. De hecho, de acuerdo con un informante clave en el consulado mexicano en Albuquerque, la ciudad no era un destino prioritario para la migración mexicana, a pesar de que dicha migración se remontaba a mediados del siglo XIX con la construcción del ferrocarril. Estas fuentes consulares lo resumen de la siguiente manera:

    Nuevo México es un estado pobre con muy pocos servicios. [...] en Santa Fe, donde hay turismo, trabajan muchos mexicanos, pero viven en La Española. También [hay mexicanos] en los campos petroleros de Farmington y en la agricultura del sur del estado. No hay grandes empresas y los salarios no son altos. Si alguien se arriesga a venir a los Estados Unidos [indocumentado], irá a zonas donde se pague más. Pienso que los mexicanos están aquí de paso, porque tienen que pagar al coyote, o porque no tienen dinero para continuar su viaje, o porque tienen amigos y familiares. (Informante del consulado mexicano de Albuquerque, julio del 2005)

En cuanto a los patrones geográficos de concentración en la ciudad, de acuerdo con el análisis realizado por Mendoza (2006), los mexicanos se ubican mayormente en el sudoeste, además de en algunas áreas en los alrededores de la avenida Central. Concretamente, los census tracts (áreas geoestadísticas básicas usadas por el Bureau of Census norteamericano) con una mayor presencia de personas mexicanas (> 40% de su población) se localizaban al sur de Albuquerque, en la zona del Valle del Sur (South Valley) y en el área de East San José, en el año 2000. Por el contrario, en el noroeste de la ciudad, los mexicanos constituyen menos del 10%, siendo esta una zona claramente "anglo" (Mendoza 2006). La ubicación y concentración de la comunidad mexicana en unas áreas concretas, particularmente el sur y el oeste de la ciudad, y específicamente en algunos barrios, como South Valley o East San José, son percibidas por los entrevistados de forma clara, como se verá en las posteriores secciones.

Albuquerque, la ciudad "inexistente"

De acuerdo con los mapas mentales de algunos entrevistados, la ciudad de Albuquerque no tiene ni forma ni límites claros. No obstante, se identifican cuatro cuadrantes en que se divide administrativamente la ciudad, y que se erigen en puntos de orientación básicos. De esta manera, Albuquerque se convierte en un cuadrado perfecto para algunos entrevistados, lo que refleja la idea "ordenada" que tienen de la ciudad. A título de ejemplo, Carlos, un joven profesional que trabaja en una empresa mexicana, dibuja claramente un cuadrado que la divide en cuatro cuadrantes: noroeste, noreste, suroeste y sureste (figura 1). Esta división no solo es geográfica, sino también social. En sus propias palabras:

    La ciudad de Albuquerque está dividida por la calle central y, si no me equivoco, por las vías del tren. Aquí está el centro de la ciudad y por aquí pasa el río. [...] toda esta área es donde se encuentra la mayor concentración de paisanos (mexicanos) de Albuquerque. Los que tienen dinero, viven en Río Rancho, en la parte superior noroeste, y los que no, en la suroeste. De este lado, en el noreste, está el casino, el Country Club, unas casonas, aquí está la comunidad americana. Los mexicanos se concentran en lo que llaman el South Valley. (Entrevista Carlos, julio del 2005)

De acuerdo con el mapa de Carlos, la ciudad es un espacio neutral, sin ninguna información personal, donde, por ejemplo, no se ubican los espacios de trabajo, residencia u ocio. Los cuadrados en que divide a Albuquerque son el reflejo de un tipo de ciudad funcional y segregada (el eje norte-sur separa los pobres de los ricos y el eje este-oeste, la población hispana de la anglo). Sin embargo, y a pesar de no verse reflejado en el mapa mental, el espacio vivido del entrevistado en Albuquerque difiere sensiblemente del de su natal Chihuahua. En Nuevo México Carlos practica golf ("un deporte extremadamente elitista en México, pero muy normal aquí") y visita bares y discos ("Siempre en la parte norte de la ciudad. No voy al sur muy a menudo"). En otras palabras, su visión reduccionista de la ciudad no implica un uso limitado del espacio urbano. Más bien parece que la imagen de la ciudad corresponde a un lugar que es visto y vivido como temporal ("No sé cuánto tiempo me quedaré aquí. No me preocupa el futuro"). En este caso, la migración internacional corresponde con un cambio en su ciclo de vida, ya que, al desplazarse a Albuquerque, abandonó el hogar familiar.

De la misma manera, Mónica, nacida en Zacatecas en 1969, dibuja una ciudad dividida en cuatro cuadrantes (figura 2). A diferencia de Carlos, añade muchos elementos personales que imprimen un alto significado a su mapa (por ejemplo, el símbolo de dólar, barras de una cárcel y una cara triste) personalizando la ciudad de acuerdo con sus experiencias y sentimientos. En su discurso espacial, Mónica subraya el limitado conocimiento que posee de la ciudad, restringiéndose a las áreas que necesita. Sin embargo, al igual que Carlos, tiene una clara idea de las áreas donde viven los ricos, los pobres y donde se ubican las zonas marginales de la ciudad. En sus propias palabras:

    Anteriormente le dije que no conocía la ciudad, conozco lo que necesito. Para mí, esto es Albuquerque. Está dividida por el freeway y por central. Este es el NE (noreste), NW (noroeste), SW (suroeste) y este es el SE (sureste). Aquí vivo yo. Esta es el área más triste para mí (dibuja una cara triste), una zona de alta criminalidad, de ahí la reja. Esta es el área de prostitución. Aquí están las montañas [...]. Esta es el área donde yo trabajo, en la otra punta de la ciudad. Una zona pobre. En términos generales, Albuquerque, para mí, está dividido en la zona rica, en la zona pobre, en lo que es el crimen (delincuencia). Aquí está la pobreza, aquí falta dinero. Es [una ciudad] triste con relación al crimen, sucia, todo esto. (Entrevista Mónica, agosto del 2005)

De estas entrevistas se pueden extraer tres argumentos generales. En primer lugar, como percepciones del espacio, estos mapas mentales muestran cómo las personas organizan y analizan sus espacios en Albuquerque y, a su vez, cómo esta organización permite a los individuos ubicarse en el espacio y llevar a cabo tareas o desplazamientos en la ciudad. De la misma manera, en Ciudad de México dos investigaciones diferentes apuntan en el mismo sentido: las principales vías de comunicación del D. F. (Insurgentes, Reforma y Periférico) se usan como elementos que organizan los mapas mentales y los discursos espaciales, de tal forma que la ciudad queda diluida en una serie de nodos y ejes a partir de los cuales se articula la vida cotidiana de los entrevistados (De Alba 2004; Ortiz-Guitart y Mendoza 2008).

En segundo lugar, las representaciones de Albuquerque están relacionadas de forma directa con las intenciones de permanencia en la ciudad. La visión limitada de Carlos corresponde a un lugar que se percibe como temporal, y las imágenes de la ciudad de Mónica están relacionadas con una sensación negativa de los veinte años de residencia en los Estados Unidos, incidiendo en un deseo por regresar a México. De hecho, esta última entrevistada está construyendo una casa en Zacatecas, y explicó, en entrevista, que la razón por la que siempre había alquilado casa en Albuquerque era porque veía su estancia en los Estados Unidos como temporal. En este caso, las ideas (negativas) sobre la ciudad inciden tanto en la falta de conocimiento de esta, como en un limitado uso del espacio público. Además, estas sensaciones e impresiones urbanas son de vital importancia para entender las intenciones de retorno a México por parte de la entrevistada. En esta misma línea, Basso apunta que:

    Los lugares disponen de una capacidad notable para desencadenar momentos de reflexión sobre uno mismo, pensamientos que inspiran a reflexionar sobre lo que se es actualmente, recuerdos de lo que uno fue, o meditaciones sobre lo que se podrá llegar a ser en el futuro. (1996, 55)

En tercer lugar, según los anteriores mapas mentales, no parece existir un sentido de pertenencia muy arraigado a la ciudad de Albuquerque entre los inmigrantes mexicanos entrevistados. En este sentido, en ninguno de los 21 mapas realizados, se mencionan los lugares históricos de la ciudad, como la Ruta 66, el Camino Real o el National Hispanic Cultural Center, y en muy pocas ocasiones se cita el centro de la ciudad o el área conocida como Old Town, considerada el núcleo originario de poblamiento, y que contiene una plaza "mexicana" y algunos edificios coloniales de adobe; todos ellos lugares considerados como emblemáticos de Albuquerque. Por el contrario, se nombran de manera recurrente, en los discursos espaciales, las carreteras, las autopistas y las calles principales, lo cual implica, en definitiva, que se tiene una percepción de la ciudad como de un lugar bien organizado, de vías rápidas; una ciudad de flujos.

El lugar no tiene escala

A diferencia de los anteriores casos, los próximos entrevistados a la hora de dibujar los mapas mentales de Albuquerque escogieron lugares concretos de la ciudad con un alto significado emocional. En efecto, el "sentido de lugar" se puede dar a cualquier escala (Nogué i Font 1993; Rose 1995). Una habitación, una casa o un jardín pueden ser portadores de un intenso sentimiento de permanencia que, a su vez, puede proporcionar seguridad y refugio. El hogar, el barrio, una plaza pública o el paisaje pueden transformarse en lugar a partir de un proceso de apropiación e interacción que comporte un proceso de identificación. Este es el caso de Beatriz, nacida en Ciudad Juárez, Chihuahua, en 1969. Como Mónica, Beatriz tiene dos trabajos, en un restaurante y en una empresa de limpieza, es divorciada y con dos hijos. La entrevistada dibujó un mapa muy detallado del parque Mesa Verde (figura 3): "Este mapa significa mucho para mí". En este parque se encuentran tanto la guardería de su hija más pequeña como el centro comunitario. Beatriz expresa sus sentimientos de la siguiente manera:

    Este dibujo significa mucho, porque este parque fue el primer parque que conocí. En este centro comunitario nos daban clases de computación, inglés. A mi hija le encantaba ir a este parque. Aquí conviví con todas mis amigas de la escuela. Este lugar me trae muchos recuerdos. Aquí me juntaba con mis amigas. Todavía vamos al parque, y vamos a este parque, aunque tenga un parque enseguida donde vivo, o haya otro más bonito. Siempre vamos a este parque. Este es el parque de los fines de semana, con mis niñas. Siempre me gusta estar en ese parque. Me siento bien tranquila, me siento y respiro a gusto, mis hijas se divierten y estoy también con mis amigas. (Entrevista Beatriz, septiembre del 2005)

Este parque está cargado de significados para Beatriz porque lo asocia con la escuela de sus hijas, sus amigas y con su propia escuela. Además de inscribirse en diversos cursos, la entrevistada menciona que estuvo involucrada con la escuela de su hija mayor y que así conoció a sus amigas. A partir de estas actividades, Beatriz explica, en entrevista, que es cada vez más consciente de sus derechos como mujer, y que este proceso de empoderamiento comportó la ruptura de su matrimonio y un largo divorcio. A pesar de todo, Beatriz califica su experiencia en los Estados Unidos como muy positiva y fructífera. Aquel parque, que describe como acogedor y relajante, resume todos esos sentimientos positivos, así como su idea de madurez y superación personal. El lugar resume una nueva vida en los Estados Unidos, que se caracteriza por ser positiva, a pesar de su divorcio, su situación irregular en el país y sus responsabilidades como madre soltera. Además, en su discurso, subraya las diferencias entre su vida actual y su vida en México: "Allá las mujeres son obedientes. No tienen derechos".

Otro tipo de maduración personal es expresado por Aurora, de 26 años, que llegó a Albuquerque tres meses antes de la entrevista. La razón principal de su estancia en los Estados Unidos fue reencontrarse con su marido, que presentaba una discapacidad temporal en el momento de la entrevista. Debido a este problema familiar, en los tres meses de residencia en Albuquerque, Aurora se vio obligada a conducir un coche, a conocer la ciudad y a involucrarse en las actividades escolares de sus dos hijos. La entrevistada veía esta nueva forma de vida con mucho optimismo e ilusión, y, en particular, se mostraba especialmente impresionada por la gran variedad de productos y por la gran oferta existente en los centros comerciales de los Estados Unidos. De esta manera, el mapa mental de Aurora consiste en un supermercado de la cadena Wal Mart (figura 4). En su discurso, la entrevistada menciona que no se trata solo de una mayor oferta, sino de una menor carga doméstica: "Aquí todo es más fácil. El trabajo en casa es mucho menos pesado". De esta manera, la comida rápida, los electrodomésticos y los centros comerciales se asocian con modernidad y progreso, así como con un uso más racional del tiempo y, por consiguiente, con una estancia más placentera en Albuquerque. Aurora volvería a México "solo si me regresan", refiriéndose al hecho de que no tiene papeles para residir en los Estados Unidos.

Estas entrevistadas describen lugares llenos de significados que ayudan a configurar un sentido de pertenencia; áreas pequeñas, circunscritas a edificios o a espacios públicos reducidos (parque o supermercado) y que están, en cierta manera, desconectadas de una idea global de ciudad. Los discursos espaciales en torno a estos lugares son muy sofisticados, e implican un cambio radical en el modo de vida de los entrevistados.

El barrio, un lugar problemático

En las entrevistas, se preguntó a los inmigrantes mexicanos sobre las áreas de residencia. Al respecto, se resalta, en primer lugar, que muchos inmigrantes solo pueden nombrar el cuadrante en donde viven (por ejemplo, noroeste), pero no son capaces de mencionar el nombre del barrio en cuestión. De hecho, solo las áreas donde los mexicanos son mayoritarios parecen tener un nombre claro –Barelas, La Mesa, Zuni, Isleta, East San José o Valle del Sur– lo cual no ocurre con las áreas no latinas, a excepción de Río Rancho (otra localidad) y de Nob Hill –una zona donde la asociación de comerciantes ha llevado a cabo una campaña de promoción aprovechando su ubicación en la histórica Ruta 66–.

Por el contrario, los entrevistados identifican claramente la composición racial de las áreas de residencia, de tal manera que comentarios como "Vivo en una zona donde no hay mexicanos" o "Allá encontrarás muchos mexicanos" fueron frecuentes. También los inmigrantes distinguen claramente la división de la ciudad en áreas latinas, ya sea mexicanas o novohispanas, y no latinas (de población anglo), lo cual indica que los entrevistados son conscientes de la segregación espacial de la ciudad por grupo étnico. Sin embargo, sorprende que algunos informantes clave resalten en sus entrevistas que no existen barrios mexicanos, a diferencia de Los Ángeles o Chicago. Quizá ello se deba al hecho que la población inmigrante mexicana se "diluye" entre la población hispana en general, aunque los entrevistados son conscientes de las diferencias entre ambos grupos –inmigrantes mexicanos e hispanos no mexicanos–, por ejemplo, en el uso del español o en la comida4.

En este sentido, los inmigrantes que habitan en áreas de mayoría no latina, que corresponden, a grandes rasgos, con el este de la ciudad, no muestran un sentimiento de pertenencia claro con respecto a sus barrios de residencia. María, administrativa de la Universidad de Nuevo México, es clara en este sentido: "En mi área no viven mexicanos [una comunidad cerrada de Nob Hill]. Es complemente americana. No conozco a mis vecinos. Se cambian a cada rato. No les interesa, no se meten en tu vida como en México" (Entrevista María, agosto del 2005).

Salvador, director ejecutivo de una empresa mexicana, se expresó en términos parecidos y, además, introdujo un nuevo giro en el argumento, al observar que tampoco conocía a sus vecinos en Ciudad de México. "Río Rancho es un 'suburbio', pero en la Ciudad de México también vivía en un suburbio. Los vecinos tampoco eran muy amistosos allá" (Entrevista Salvador, julio del 2005). En su entrevista, él apunta a que las imágenes de solidaridad vecinal en México y su contrapartida (el inmiscuirse en la vida privada) son de menor relevancia para los inmigrantes mexicanos urbanos de alta calificación. Se desprende de sus palabras, además, que la calidad de vida de los profesionales mexicanos que han decidido migrar a los Estados Unidos no difiere mucho de la que disfrutaban en su país de origen, a diferencia de Aurora, por ejemplo, que mostraba su satisfacción por acceder a una mayor opción de compra en los Estados Unidos.

Por el contrario, los inmigrantes que residen en barrios de mayoría latina se expresan con opiniones directas y claras, e, incluso, con sentimientos contrastados sobre sus lugares de residencia. En este sentido, muchos entrevistados resaltan los aspectos positivos, como las relaciones cercanas con los vecinos, a los que conocen y con los que ocasionalmente conviven. Es más, para algunos inmigrantes, el hecho de que una zona sea de mayoría latina fue el factor determinante para decidir el barrio de residencia. De esta manera Mónica describe su llegada a Albuquerque:

    Llegué aquí como homeless, sin casa. [...]. Cuando llegué, traía mi carro, traía mis hijos, y llegué. Ya estás aquí, ¿a dónde vas? [...] me separo de mi esposo, me divorcio de mi esposo, mexicano, de Nayarit, y pongo tierra por medio. Vivíamos en Nebraska [...]. Salgo de Nebraska y me dirijo a la frontera. ¿Por qué Albuquerque? Porque era frontera. [...] ¿Por qué escogí esta área para vivir? Porque, cuando llegué, pregunté donde viven los hispanos y alguien me envió aquí [área de Mesa Verde, noreste]. Aquí llegué y aquí sigo. (Entrevista Mónica, agosto del 2005)

Mónica subraya que, para ella, el hecho de ser parte de una comunidad y vivir en un área donde sus residentes comparten un bagaje cultural común es relevante. Ser parte de una comunidad y vivir en un barrio hispano van asociados a su sentido de pertenencia al lugar, y se traduce, a su vez, en un alto grado de solidaridad vecinal. A pesar de ello, Mónica, que se define como "súper mexicana", sostiene una opinión negativa de sus paisanos. La entrevistada tuvo la iniciativa de enseñar inglés a sus vecinos y ofreció que sus hijos se hicieran cargo de los niños de los vecinos que estuvieran interesados en las clases. Sin embargo, esta iniciativa no funcionó por la actitud de los vecinos. "[Si] no quieren progresar, ¿qué puedo hacer?" (Entrevista Mónica, agosto del 2005). Este discurso sobre la falta de esfuerzo de los inmigrantes que está presente en algunas entrevistas denota, en última instancia, que los mexicanos son los últimos responsables de su situación marginal en la sociedad y mercado laboral estadounidenses.

Por otro lado, estas opiniones contrastan con la imagen que tienen de los Estados Unidos como un país de oportunidades que, de forma explícita o implícita, se observa en casi todas las entrevistas.

De forma parecida, Catalina, nacida en el puerto de Veracruz en 1972 y profesora de español, prefiere vivir en el suroeste de la ciudad, una zona con una fuerte presencia mexicana, debido a que valora las relaciones de amistad con los vecinos y también a que se da, en esta zona, una cierta recreación de lo que podría ser la vida en México (por ejemplo, tiendas con productos mexicanos). Sin embargo, al mismo tiempo, piensa que la población hispana no se comporta de la misma manera que los "anglos". De acuerdo con su opinión,

    Me gusta porque hay muchos hispanos por ahí. Ah, mis vecinos, mira, todos son mexicanos [...]. Voy a la tienda de la esquina, como en México, claro que en carro [...]. Entre Coors y Central vas a encontrar todos los mexicanos del mundo. Me encanta esa área porque ahí encuentro productos mexicanos para cocinar. Me encanta cocinar. Hay de todo, las tortillas, el pan.

    ¿Qué problemas crees que tiene el barrio?
    Que son muchos mexicanos. No arreglan las cosas. A mí me dan miedo los perros. Y aquí hay muchas personas que le abren la puerta al perro, como están acostumbrados en otros países, el perro sale y hace sus cosas solo, cosa que en Chicago o en California nunca pasaba. [...]. Me molesta eso, que sean tan dejados, que la gente nada más los saca, y si muerde a alguien, ahí me avisas. Pero, aparte de eso, la vista es preciosa y el ambiente y la comida me encantan. (Entrevista Catalina, julio del 2005)

De esta manera, Catalina expresa su deseo de vivir en el norte de la ciudad, al considerarla más tranquila y una zona donde se respetan de forma más clara ciertos valores cívicos y de convivencia. De forma implícita, la entrevistada contrapone la falta de civismo de los inmigrantes con referencia al respeto de las normas de convivencia que impera en los Estados Unidos, desde su punto de vista, y que observa en los barrios de la ciudad de mayoría "anglo". También Gustavo, nacido en ciudad Guzmán, Jalisco, en 1972, prefirió cambiar el área de Zuni por una zona menos "mexicana". Para el momento de la entrevista, Gustavo vivía en Zuni de nuevo con su compadre, tras divorciarse de su esposa:

    Con mi esposa vivimos en varios apartamentos. Empezamos en Zuni. La última zona donde vivimos era mejor, porque no había tanto paisano [mexicano], se puede decir, sin ofender. Porque nomás en las áreas donde había mucha raza de uno mismo, salía la mujer y no faltaba quien le faltara al respeto [...]. Nos cambiamos a un área de pura gente americana. Nos gustó la tranquilidad. Compramos la casa en la zona del suroeste, por Coors [...]. Ahora vuelvo a vivir en Zuni, desde que me divorcié de mi mujer, en casa de mi compadre.

    ¿The sientes a gusto en Zuni?
    La zona no es muy buena, porque siempre hay personas que toman, mucha violencia. Anteayer presencié un pleito entre dos personas. En las calles corren como si fuera un freeway, una carretera de alta velocidad. No toman en cuenta que hay niños. (Entrevista Gustavo, julio del 2005)

De las anteriores entrevistas, se desprende que los inmigrantes mexicanos expresan sentimientos contrastados con respecto a las áreas de mayoría latina, que no son espacios neutrales sin ningún tipo de connotación, como las zonas "anglo". Su sentido de lugar se ve reforzado por relaciones de apoyo y afecto con los vecinos, además aprecian, en estas áreas, que el modo de vida es parecido al de México. Sin embargo, este sentido de lugar expresado por los inmigrantes disminuye, o se matiza, cuando estas zonas se perciben como problemáticas y conflictivas. De los discursos de los inmigrantes, es subrayable que los problemas de estas áreas no se ven como un reflejo de la pobreza o de las carencias estructurales de los barrios, sino como resultado de las acciones de los inmigrantes mexicanos, que serían, por tanto, los últimos responsables de la marginación y delincuencia de las áreas hispanas de Albuquerque. Como Curtis (2004) menciona, para el corredor industrial del sudeste de Los Ángeles, el "barrio" es un espacio social contradictorio con una dialéctica recurrente de cualidades positivas y negativas.

Discursos sobre nación y sus implicaciones para el lugar

Appadurai señala que "los discursos territoriales sobre la idea de nación persisten porque nuestras ideas de coherencia cultural se encuentran imbricadas en la misma esencia de la nación" (2003, 344). En el caso de los inmigrantes entrevistados, estos discursos reflejan, además, la posición geopolítica percibida de México y los Estados Unidos en el mundo contemporáneo. En este apartado, se observa cómo la construcción y la representación del lugar, en este caso la ciudad de Albuquerque, se engloban en construcciones más amplias, de nación, reflejándose allí el imaginario dominante sobre el "primer" y el "tercer mundo".

Los datos brindados en las entrevistas indican que las opiniones sobre México o Estados Unidos, más que sobre ciudades o barrios concretos, son relevantes para entender las intenciones de estancia o de retorno a México. Incluso, para la mayoría de los entrevistados, las construcciones sociales con respecto a la nación son de tal importancia que eclipsan, o hasta anulan, las imágenes que se tienen sobre ciudades o regiones. Por ejemplo, Federico, nacido en Ciudad de México en 1974 y editor de un periódico en español de Albuquerque, se expresa sobre México en los siguientes términos:

    No podría vivir en México otra vez. Es una parte de mi vida que quiero olvidar. Es una cuestión más psicológica que otra cosa. Tampoco me gustaría que mi hijo creciera en un país latinoamericano. Quiero que crezca aquí, o en Europa.

    ¿Qué es lo que no te gusta?
    [...] se me hace que todo está más estructurado acá, más cómodo, más libre. No tienes tantas horas de trabajo. Incluso la hora del lunch es a una hora diferente. A mí se me ajustó todo mejor aquí [...]. Siempre hay un lado positivo o negativo de las cosas que te suceden en la vida. Lo positivo es eso, la televisión, las golosinas, los amigos, y todo. Pero hay otro lado, con el que resulta más difícil lidiar: la religión; se me hacía que la gente era demasiado recatada, demasiado juzgona, ¿por qué se entretienen tanto en el chisme? Y el gringo no es así. Es una cosa que me gustó. (Entrevista Federico, agosto del 2005)

Al respecto, la idea que Federico tiene de México está impregnada de opiniones negativas sobre la familia, la comunidad y el modo de vida mexicanos; tres pilares a partir de los cuales, de acuerdo con los entrevistados, se organiza la vida en México. Catalina, sin embargo, disiente de esta opinión, ya que para ella "la familia es fundamental". La entrevistada y su marido intentaron, infructuosamente, establecer una escuela de inglés en Veracruz porque querían vivir cerca de su familia. No obstante, Catalina mencionó que ya no podrían vivir en México debido a las incomodidades del país, la mala calidad de los servicios, la poca variedad en tiendas y supermercados y todos los problemas asociados con la pobreza. Más que ubicada en un lugar en particular, sus ideas y experiencias se contextualizan en México o en los Estados Unidos. Estas experiencias, en las que se subraya la falta de comodidades en México, son fundamentales para entender su deseo de no regresar a su país de origen y su voluntad por permanecer en los Estados Unidos.

Sin embargo, la idea de bienestar puede estar enmarcada en ideas preconcebidas o en expectativas futuras. De esta manera, México se asocia con subdesarrollo, de tal suerte que las experiencias en el país, después de haber migrado a los Estados Unidos, se podrían encorsetar en estereotipos, sin tener en cuenta, por ejemplo, que Albuquerque o Nuevo México son áreas relativamente pobres de los Estados Unidos. El lugar o la región pierden fuerza explicativa ante el dominio del discurso sobre nación. Vila (2000), en su etnografía en El Paso/Ciudad Juárez, llegó a conclusiones similares. Sus entrevistados, al ser preguntados sobre si podían identificar los lugares de la frontera México-Estados Unidos que se observaban en algunas fotografías, asociaron aquellas que mostraban pobreza y vivienda de mala calidad con México, lo cual no correspondía siempre con la realidad.

En el caso de Mónica, que cuenta con planes de regresar a México, piensa que sus hermanas están mejor económicamente que ella. La entrevistada extraña el modo de vida en su país, y especialmente a su familia. En este contexto, describe su relación con México de la siguiente manera:

    Yo viajo a México, si se puede, seis veces al año. Acabo de venir en junio y de hoy en ocho estoy en Zacatecas... aunque sea el fin de semana. ¿Qué van a hacer? Vamos a hacer un baby shower a la hermana. Espérenme, yo voy, yo estoy con ustedes, ya sea lo más simple. O, ¿cómo se siente la mamá? Está triste, fíjate que se levantó medio aguadita. Es ver a mi mamá, es ver a mi papá. Mi papá murió hace tres años, siempre he tenido sentido de culpabilidad de que no pasé suficiente tiempo con ellos. La vez que me he tardado más fue la primera vez que tardé tres años, mientras tramitaba mis documentos. A partir de ahí, mis vueltas a Zacatecas son cada tres o seis meses, por períodos de tiempos cortos. [...] a mi hijo mayor lo acabo de llevar en junio, se quedó. ¿Qué va a hacer? Va a terminar la prepa [Preparatoria, año o años del bachillerato centrados en la preparación para la universidad] en Zacatecas. (Entrevista Mónica, agosto del 2005)

La relación que expresa la anterior entrevistada con México es intensa, ilustrada por sus múltiples viajes a Zacatecas con cualquier excusa. A pesar de que la relación de Mónica con su país de origen es totalmente diferente a la de Federico o Catalina, los tres ejemplos revelan un "transnacionalismo forzado", dado que los tres desean vivir en una única realidad nacional y romper los vínculos con el otro país. En este sentido, las imágenes de Federico sobre México, que son muy negativas (cerrado, demasiado influenciado por la religión, departamentos pequeños, pensiones miserables y gente demasiado curiosa), justifican la ruptura del entrevistado con su país de origen. Mónica, por el contrario, sueña con regresar a México, un país idealizado donde las relaciones personales, sociales y familiares son más satisfactorias que en los Estados Unidos. La idea general sería que los entrevistados no construyen espacios sociales transnacionales entre México y Estados Unidos sin conflictos. Es más, solo dos de los 21 entrevistados mantienen una relación fluida tanto con sus lugares de origen en México como en Estados Unidos, de tal manera que articulan sus relaciones personales y familiares en los dos países por igual. Este sería el caso de Gabriela, de Guanajuato, que en el momento de la entrevista se acababa de jubilar de su trabajo de la Universidad de Nuevo México:

    Llevo trabajando como profesora de español en los Estados Unidos desde hace muchos años. Siempre he ido a México, incluso cuando ya estaba aquí, en los Estados Unidos. Iba a México a dar clases de verano, porque me gustaba [...].

    ¿Va continuamente a México?
    Voy continuamente. El año pasado, por ejemplo, fui a una pasantía, fui con los estudiantes, fui a la inauguración del proyecto. Yo creo que fui como siete u ocho veces. Trato de matar dos pájaros de un tiro, ir por trabajo y visitar a mi familia. (Entrevista Gabriela, septiembre del 2005)

Conclusiones

Los sentidos de lugar de los entrevistados, con respecto a Albuquerque, son difusos y contradictorios. Los mapas mentales y discursos espaciales sobre la ciudad apuntan que, para los inmigrantes mexicanos, los elementos que confieren sentido a la ciudad difieren de los que tradicionalmente se asocian a esta (por ejemplo, Old Town). En cierta manera, los elementos señalados por los inmigrantes están desconectados de una idea global de ciudad y se asocian directamente con los espacios vividos por los entrevistados.

La segunda unidad de análisis, en cuanto a la relación entre sentido de lugar y procesos migratorios, fue el barrio o colonia donde viven los mexicanos entrevistados. En este sentido, los entrevistados distinguen claramente el origen étnico de los residentes del barrio. Comentarios como "Vivo en una zona donde no hay mexicanos" o "Allá puedes encontrar muchos mexicanos" fueron normales en las entrevistas. Esta división étnica, que se traduce en segregación espacial, es percibida por los inmigrantes. Sin embargo, sorprende que los informantes clave subrayaran que no existía un barrio mexicano en Albuquerque, como por ejemplo en Los Ángeles o Chicago. La razón de esta falta de identificación de barrios mexicanos parece deberse al hecho de que la población inmigrante mexicana se diluye entre la población hispana, a pesar de las diferencias entre ambos grupos.

En este sentido, el trabajo de campo apunta a que, más que con ciudades o barrios, los inmigrantes se identifican con lugares muy particulares de la ciudad, en función de su propia experiencia, su clase social y, particularmente, su género. En este sentido, mujeres y hombres muestran diferencias notables: las mujeres, en general, seleccionan áreas muy concretas (parque, supermercado o iglesia), y a partir de ahí elaboran discursos espaciales muy detallados. El papel que tradicionalmente tiene la casa para la mujer en los estudios de género refleja el hogar no solo como lugar de reproducción y apropiación, sino como un sitio de reafirmación de identidades, siendo adoptado por lugares públicos en el presente estudio, lo cual implica, además de un sentido de apropiación, una representación intimista de este, a partir de la experiencia vivida. Los hombres, por el contrario, en general, optan por visiones más esquemáticas, menos detallistas, y asociadas con elementos funcionales de la ciudad (autopistas o calles).

El género, en este sentido, es una dimensión analítica clave para entender cómo se viven, se construyen y se imaginan los lugares, y, por consiguiente, es necesario su análisis para entender cómo el lugar se articula con los procesos transnacionales. Los cambios en las relaciones de poder entre hombres y mujeres son puestos de relieve por varios entrevistados, especialmente en cuanto a los procesos de empoderamiento de las mujeres a través de las diferentes experiencias migratorias. De hecho, la literatura ha subrayado frecuentemente que estos procesos de empoderamiento también tienen repercusiones en las decisiones sobre permanecer o no en los Estados Unidos (Hondagneu-Sotelo 1994; Menjívar 2000; Woo 2001). Sin embargo, lo que necesita más investigación es la comprensión de cómo ambos procesos (de empoderamiento y migratorios) interaccionan con las vivencias, experiencias, construcciones e imágenes de los lugares. En esta investigación se ha apuntado la evidencia en este sentido, por ejemplo, a través de la experiencia de Beatriz. Para ella, el parque es un sitio de afirmación personal, de resistencia, y simboliza un cambio de vida que es definido como permanente.

Por último, en cuanto a los vínculos sociales que mantienen los entrevistados con México, el trabajo de campo, al igual que la literatura en general, apunta a que estos vínculos se articulan a través de redes familiares, de amistad o de la comunidad de origen, y que dichas redes tienen una importancia fundamental para entender la consolidación de un grupo numeroso de inmigrantes mexicanos en Albuquerque. Sin embargo, es mucho más compleja la evidencia del trabajo de campo en Albuquerque sobre la construcción de espacios sociales transnacionales, y menos ideal de lo que se describe habitualmente en la literatura. Las entrevistas apuntan a que la estructuración de estos espacios no está exenta de conflictos y a que, en muchos casos, los inmigrantes optan por romper (o atenuar) los vínculos con México (y, consecuentemente, "integrarse" en el crisol estadounidense) o por regresar en un futuro cercano a México. En estas opciones de ruptura, integración o regreso, son muy relevantes las ideas que los entrevistados poseen de México y de los Estados Unidos. Los discursos sobre nación son de tanta intensidad que, en muchos casos, empañan o anulan las opiniones sobre Albuquerque o sobre los lugares de origen de los inmigrantes en México.


Pie de página

1Una versión previa de este artículo se publicó en Journal of Anthopological Research (2006).
2Véase Silva (1998), para un estudio de caso de Bogotá y São Paulo; De Alba (2004) u Ortiz-Guitart y Mendoza (2008), para estudios de la Ciudad de México.
3Véase, por ejemplo, Conradson y Latham (2005), sobre transnacionalismo urbano, o Sheller y Urri (2006), que revisan diferentes experiencias de movilidad a partir del análisis de lugares concretos.
4Véase también Arreola (2004).

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Mendoza, C. (2012). Mapas mentales, sentido de lugar y procesos migratorios: la comunidad mexicana en Albuquerque (Nuevo México). Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana de Geografía, 21(2), 29–43. https://doi.org/10.15446/rcdg.v21n2.32211

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Mendoza, C. 2012. Mapas mentales, sentido de lugar y procesos migratorios: la comunidad mexicana en Albuquerque (Nuevo México). Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana de Geografía. 21, 2 (jul. 2012), 29–43. DOI:https://doi.org/10.15446/rcdg.v21n2.32211.

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Mendoza, C. Mapas mentales, sentido de lugar y procesos migratorios: la comunidad mexicana en Albuquerque (Nuevo México). Cuad. Geogr. Rev. Colomb. Geogr. 2012, 21, 29-43.

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MENDOZA, C. Mapas mentales, sentido de lugar y procesos migratorios: la comunidad mexicana en Albuquerque (Nuevo México). Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana de Geografía, [S. l.], v. 21, n. 2, p. 29–43, 2012. DOI: 10.15446/rcdg.v21n2.32211. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/rcg/article/view/32211. Acesso em: 19 abr. 2024.

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Mendoza, Cristobal. 2012. «Mapas mentales, sentido de lugar y procesos migratorios: la comunidad mexicana en Albuquerque (Nuevo México)». Cuadernos De Geografía: Revista Colombiana De Geografía 21 (2):29-43. https://doi.org/10.15446/rcdg.v21n2.32211.

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Mendoza, C. (2012) «Mapas mentales, sentido de lugar y procesos migratorios: la comunidad mexicana en Albuquerque (Nuevo México)», Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana de Geografía, 21(2), pp. 29–43. doi: 10.15446/rcdg.v21n2.32211.

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[1]
C. Mendoza, «Mapas mentales, sentido de lugar y procesos migratorios: la comunidad mexicana en Albuquerque (Nuevo México)», Cuad. Geogr. Rev. Colomb. Geogr., vol. 21, n.º 2, pp. 29–43, jul. 2012.

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Mendoza, C. «Mapas mentales, sentido de lugar y procesos migratorios: la comunidad mexicana en Albuquerque (Nuevo México)». Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana de Geografía, vol. 21, n.º 2, julio de 2012, pp. 29-43, doi:10.15446/rcdg.v21n2.32211.

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Mendoza, Cristobal. «Mapas mentales, sentido de lugar y procesos migratorios: la comunidad mexicana en Albuquerque (Nuevo México)». Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana de Geografía 21, no. 2 (julio 1, 2012): 29–43. Accedido abril 19, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/rcg/article/view/32211.

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Mendoza C. Mapas mentales, sentido de lugar y procesos migratorios: la comunidad mexicana en Albuquerque (Nuevo México). Cuad. Geogr. Rev. Colomb. Geogr. [Internet]. 1 de julio de 2012 [citado 19 de abril de 2024];21(2):29-43. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/rcg/article/view/32211

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1. Álvaro Alexander Ayala Méndez, Sara Latorre. (2022). Acercamiento al sentido de lugar en América latina. Revista Vía Iuris, (33), p.1. https://doi.org/10.37511/viaiuris.n33a8.

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