Publicado

2013-01-01

Editorial

Autores/as

  • Jhon Williams Montoya Universidad Nacional de Colombia

Editorial


DURANTE EL AÑO ANTERIOR una situación particular se presentó en Quebec, Canadá: una huelga estudiantil de casi un semestre obligó a llamar a elecciones y terminó con la hegemonía liberal que por nueve años había regido los destinos de esa provincia. El mismo periodo registró incidentes relacionados con la educación superior en Chile y Colombia; y en Europa, particularmente en España y Francia, la reducción dramática de recursos para la educación superior no solamente aceleró las protestas, sino que también abrió un intenso debate sobre su calidad, pertinencia y financiamiento. Esta situación ratifica un asunto fundamental: el papel protagónico que desempeña la universidad en la sociedad contemporánea, exacerbado además por la consolidación de un régimen de acumulación posfordista basado en actividades del conocimiento o, como lo califica Paulré (2000), un capitalismo cognitivo o un capitalismo cultural, según Scott (2010).

Precisamente a este asunto se dirige este editorial: el de reflexionar sobre el papel de la universidad en las cuestiones de desarrollo regional y urbano; una temática que, además, cada día adquiere mayor importancia, tanto en la planeación del desarrollo por parte de los estados en múltiples escalas como en los programas de gestión de las universidades. El objetivo de este escrito es, entonces, ilustrar el cambio experimentado en la relación entre universidad y región; cambio que ha estado motivado por la entrada de las regiones en una economía globalizada y del conocimiento, pero también por una reconfiguración del Estado que ha conducido a una renegociación en su relación con la universidad, expresada en un aumento de los controles a la actividad universitaria, en un redireccionamiento de la docencia y la investigación hacia nuevas necesidades o exigencias públicas o privadas, y en una insuficiencia de los recursos estatales para financiar las actividades de las universidades, particularmente de las de orden estatal. Esta última situación se asocia no solamente con una voluntad liberal del Estado por alejarse de la financiación de actividades que pueden ser desarrolladas por el sector privado, sino también con una expansión sin precedentes de la demanda de la actividad universitaria (educación, investigación y contratación), en la que los recursos disponibles se hacen escasos.

Es importante señalar, además, que la universidad fue una aliada fundamental del desarrollismo moderno, en cuanto este se basaba en una expansión del capitalismo a partir de la integración progresiva de nuevos territorios y regiones, fuese como mercado, como fuente de materias primas o como aportante de mano de obra. Este proceso de expansión capitalista, ligado también a la expansión del proyecto keynesiano, se basaba en un capitalismo industrial que orientaba en lo fundamental todas las políticas económicas, y también las de educación. Así, la universidad moderna fue reestructurada para responder a dichas necesidades, recibiendo entonces un fuerte apoyo financiero y un crecimiento sustancial de sus capacidades docentes para la formación, especialmente, de científicos agrarios, científicos de la tierra e ingenieros; en tanto el proyecto desarrollista tenía como objetivo central la industrialización, y requería transformar el campo para aumentar la oferta de materias primas, así como ampliar la infraestructura para la movilización de estas y de los productos terminados. En ciertos contextos, también se requería una creciente automatización de la producción industrial, por lo que se generó una alta demanda en la innovación técnica asociada directamente con la producción.

Estas características definieron un tipo particular de universidad. Florecieron entonces los programas de ciencias agrarias, de química, y se dio un gran impulso a las diferentes ingenierías, particularmente a las asociadas con transportes, comunicaciones y energía. Igualmente, la mayor parte de las universidades se concentraron en la formación de capital humano, y la fuente de recursos correspondía esencialmente a la transferencia directa del Estado, excepto en algunos casos de países desarrollados con centros de investigación asociados a la innovación.

En los años noventa casi todo cambió. El surgimiento de la llamada nueva economía, vinculada al conocimiento y a la información, transformó completamente las relaciones entre actores económicos e hizo obsoleta la estructura de la universidad, desdibujando sus relaciones con el gobierno y el Estado, las cuales pasaron a tener un alto grado de conflictividad. Además, sobre la universidad se añadieron nuevas cargas pues el viraje de las economías urbanas y regionales hacia una alta competitividad y la exigencia permanente de nuevos conocimientos le añadieron a la función universitaria de formadora de capital humano otras, como la generación permanente de innovación y productos científicos, y también la convirtieron en consejera del sector público y privado (sectores que drenan permanentemente su capital humano). Finalmente, la universidad se convirtió también en productora de objetos culturales (conferencias, cursos, conciertos, libros, radio, televisión, etc.), los cuales corresponden a una de las más valoradas mercancías en el nuevo orden económico.

En el plano geográfico, de otra parte, la universidad continuó siendo un actor importante en el desarrollo urbano y regional. En el primer caso, las ciudades volcaron su economía hacia el sector terciario, incluyendo principalmente las comunicaciones, pero también los servicios al productor y los productos culturales. Las universidades, entonces, se expandieron para soportar y potenciar estas actividades; pero además también ampliaron su infraestructura física, convirtiéndose en no pocos casos en el núcleo de tecnopolos apadrinados por los gobiernos urbanos, o en poderosos agentes de cambio en el centro de las ciudades, adquiriendo predios y elevando allí modernos complejos de investigación y docencia. Estos fenómenos dinamizaron, además, virtuosas economías de aglomeración, atrayendo otras actividades tecnológicas e impulsando frecuentemente el desarrollo de regiones hasta entonces marginadas de los procesos económicos de mayor valor agregado.

Por otra parte, las implantaciones universitarias frecuentemente han estado asociadas con los procesos de expansión urbana, localizándose en los exteriores de las ciudades centrales y acelerando los procesos de suburbanización (el caso del campus de la Universidad de British Columbia en Vancouver es emblemático); aunque en tiempos recientes se ha tendido a privilegiar los proyectos de renovación, constituyéndose la universidad en un importante aliado de los procesos de gentrificación y también en un actor de la dinámica inflacionaria de los precios del suelo.

En la escala regional, la universidad sufrió la crisis tanto del desarrollo regional como de los estudios asociados con el mismo. En un primer periodo de desmonte del modelo keynesiano las ideas y políticas de desarrollo regional entraron en desuso, en simultánea con un decaimiento económico de diferentes regiones y con la hegemonía de la idea de que era la competitividad territorial, ausente de contextos regionales, la que dirigía el desarrollo económico. Sin embargo, desde comienzos de la década anterior las preocupaciones en torno al desarrollo regional retornaron a las agendas gubernamentales y académicas, jalonadas principalmente por el llamado nuevo regionalismo, un movimiento vinculado con un renacimiento de las ciudades y las regiones, ahora apalancado por las comunicaciones y la integración a una economía del conocimiento de carácter global (MacLeod 2000).

Este cambio ha significado un reposicionamiento de la universidad, sobre la que ahora se vuelcan las autoridades públicas y los agentes privados en busca de fuentes de renovación económica, pero también de asesoría y de generación de conocimiento para revitalizar las economías urbanas y regionales. De hecho, algunos consideran que la universidad ha adquirido una "tercera misión", aparte de la docencia y la investigación, y es la del desarrollo económico, en la idea de una universidad empresarial que, evidentemente, no complace a todo el mundo, pero que aparece con fuerza en la planeación de la universidad contemporánea y del futuro (Etzkowitz et ál. 2000; Goddard, Robertson y Vallance 2012).

De todas maneras, las evidencias sobre la articulación entre economía regional y universidad se acumulan, especialmente cuando las ideas institucionalistas sobre el desarrollo han permeado la política sobre el sujeto. En ese sentido, la universidad corresponde a uno de los elementos no solo institucionales, sino también territoriales de mayor peso y con más amplias posibilidades de permitir a las regiones aumentar sus economías en los renglones de mayor valor agregado, los cuales invariablemente se encuentran asociados tanto a la innovación tecnológica, como a componentes de capital humano, social y cultural (Storper y Scott 1992). Ejemplos de ello pueden ser rastreados en la literatura, en particular los estudios adelantados por grupos de investigadores francocanadienses que han indagado sobre la relación entre ciudades, regiones y territorios (Hudon y Augustin 2002; Hudon y Augustin 2005). Las conclusiones apuntan a que la universidad es un importante factor de desarrollo regional y urbano, no solamente porque sus contribuciones son necesarias en un mundo altamente competitivo, sino también porque su implantación contribuye a la recuperación de barrios y a la dinamización de regiones. Ambos estudios demuestran también que la actividad de la universidad sobrepasa grandemente las escalas regionales y nacionales por cuanto la investigación contemporánea es necesariamente de carácter internacional, así como el desempeño de las regiones se evalúa en un contexto de mundialización económica. Es necesario anotar, empero, que otros trabajos, como el de Tomaney y Wray (2011), llaman la atención sobre las dificultades de la réplica de experiencias exitosas y también sobre la tendencia a la instrumentalización de la universidad y a su orientación exclusiva a atender las preocupaciones económicas de las regiones, dejando de lado las tareas de formación cívica y de cultura intelectual.

Las anteriores reflexiones, en todo caso, conducen a considerar que la universidad hoy precisa de una nueva relación con las diferentes estancias de la sociedad. Antes que nada es necesario reconocer que el viejo esquema es obsoleto y que se está en proceso de construcción de uno nuevo. Este nuevo sistema, a mi modo de ver, ha de apoyarse en uno de los valores más preciados de la universidad: la autonomía. Ella le permite a la universidad definir su propio futuro y desarrollar un proyecto que permita, a la vez, una universidad posicionada internacionalmente pero con profundos anclajes en lo territorial, dado su reconocido impacto a ese nivel y el hecho de que hoy es ampliamente reconocido que ninguna institución es independiente del contexto en donde está implantada. El proyecto de la universidad necesariamente debe involucrar un alto grado de autonomía financiera, sin la cual es imposible ejercer los otros tipos de autonomía, que incluya la independencia presupuestal con respecto al Estado y que permita el uso inteligente de las diferentes fuentes de recursos a los que hoy tiene acceso la universidad. Ello, por supuesto, no implica renunciar al apoyo estatal, pues bien es sabido que universidades excelentes y absolutamente privadas no existen. Los costos de capital humano y de investigación son crecientes y tan altos que la financiación estatal es absolutamente necesaria. De hecho, las más exitosas universidades privadas mantienen un alto nivel de financiamiento público a través de exenciones fiscales, de financiamiento a la investigación o de asesoría y consultoría a diferentes niveles del Estado.

El segundo elemento conclusivo refiere a que generalmente se homogeniza la lectura de la crisis de la universidad contemporánea. Esto para poner de presente que aunque las políticas se extienden de manera relativamente homogénea en un momento, se aplican sobre contextos distintos: las universidades americanas y europeas entran en crisis en un momento de recesión económica y caída demográfica, lo cual implica un declive de su masa estudiantil; en el caso de América Latina, la universidad experimenta cambios similares en un momento de rápida expansión y de la conformación de una gigantesca masa de jóvenes que demanda educación superior.

En ese sentido, las universidades tienen también un compromiso moral, no solamente el de ser la conciencia crítica de las sociedades, como frecuentemente se predica, sino también el de hacer todos los esfuerzos por llevar la educación superior al mayor número de personas y ofrecer alternativas a las situaciones de estancamiento económico, estimulando el desarrollo en sus múltiples formas y escalas. Los tiempos que corren no son necesariamente de peligro, sino de inmensas oportunidades para nuestras universidades, y evidentemente la geografía, y en particular la investigación en geografía regional, urbana y económica, tiene sustantivas contribuciones por hacer. Cuadernos de Geografía - Revista Colombiana de Geografía espera ser un espacio para los debates de estos temas.


Referencias

Etzkowitz, Henry, Andrew Webster, Christiane Gebhard y Branca Regina Cantisano. 2000. The Future of the University and the University of the Future: Evolution of Ivory Tower to Entrepreneurial Paradigm. Research Policy 29: 313-330.

Goddard, John, Douglas Robertson y Paul Vallance. 2012. Universities, Technology and Innovation Centres and Regional Development: The Case of the North-East of England. Cambridge Journal of Economics 36 (3): 609-627.

Hudon, Raymond y Jean-Pierre Augustin. 2002. Villes, régions et universités: acteurs et leurs pratiques; compte rendu de la premiére édition des Rencontres Champlain-Montaigne 3-5 octobre 2001, Québec: Maison des Sciences de l'Homme d'Aquitaine, Université Laval.

Hudon, Raymond y Jean-Pierre Augustin. 2005. Villes, régions et universités: recherches, innovations et territoires: compte rendu de la deuxiéme édition des Rencontres Champlain-Montaigne, Bordeaux 2-4 octobre 2002. Québec: Maison des Sciences de l'Homme d'Aquitaine, Université Laval.

MacLeod, Gordon. 2000. New Regionalism Reconsidered: Globalization and the Remaking of Political Economic Space. International Journal of Urban and Regional Research 25 (4): 804-829.

Paulré, Bernard. 2000. De la "New economy" au capitalisme cognitif. Multitudes. http://www.cairn.info/revue-multitudes-2000-2-page-25.htm (consultado en octubre del 2012).

Scott, Allen. 2010. Cultural Economy and the Creative Field of the City. Geografiska Annaler: Series B, Human Geography 92 (2): 115-130.

Storper, Michael y Allen John Scott. 1992. Pathways to Industrialization and Regional Development. London: Routledge.

Tomaney, John y Felicity Wray. 2011. The University and the Region: An Australian Perspective. International Journal of Urban and Regional Research 35 ( 5 ): 913-931.


Jhon Williams Montoya
Editor
Cuadernos de Geografía
Revista Colombiana de Geografía

Cómo citar

APA

Montoya, J. W. (2013). Editorial. Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana de Geografía, 22(1), 9–12. https://doi.org/10.15446/rcdg.v22n1.36304

ACM

[1]
Montoya, J.W. 2013. Editorial. Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana de Geografía. 22, 1 (ene. 2013), 9–12. DOI:https://doi.org/10.15446/rcdg.v22n1.36304.

ACS

(1)
Montoya, J. W. Editorial. Cuad. Geogr. Rev. Colomb. Geogr. 2013, 22, 9-12.

ABNT

MONTOYA, J. W. Editorial. Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana de Geografía, [S. l.], v. 22, n. 1, p. 9–12, 2013. DOI: 10.15446/rcdg.v22n1.36304. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/rcg/article/view/36304. Acesso em: 20 abr. 2024.

Chicago

Montoya, Jhon Williams. 2013. «Editorial». Cuadernos De Geografía: Revista Colombiana De Geografía 22 (1):9-12. https://doi.org/10.15446/rcdg.v22n1.36304.

Harvard

Montoya, J. W. (2013) «Editorial», Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana de Geografía, 22(1), pp. 9–12. doi: 10.15446/rcdg.v22n1.36304.

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[1]
J. W. Montoya, «Editorial», Cuad. Geogr. Rev. Colomb. Geogr., vol. 22, n.º 1, pp. 9–12, ene. 2013.

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Montoya, J. W. «Editorial». Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana de Geografía, vol. 22, n.º 1, enero de 2013, pp. 9-12, doi:10.15446/rcdg.v22n1.36304.

Turabian

Montoya, Jhon Williams. «Editorial». Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana de Geografía 22, no. 1 (enero 1, 2013): 9–12. Accedido abril 20, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/rcg/article/view/36304.

Vancouver

1.
Montoya JW. Editorial. Cuad. Geogr. Rev. Colomb. Geogr. [Internet]. 1 de enero de 2013 [citado 20 de abril de 2024];22(1):9-12. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/rcg/article/view/36304

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