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2012-01-01

Un brindis por la creatividad

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  • Gabriel Adolfo Restrepo Forero Universidad Nacional de Colombia

Un brindis por la creatividad*

Gabriel Restrepo Forero.Universidad Nacional de Colombia. Sociólogo y docente pensionado de la Universidad Nacional de Colombia. Doctor en Educación del Instituto Interdisciplinario de Investigaciones en Educación

* Palabras en la presentación de cinco libros del Centro de Estudios Sociales. Bogotá, Feria del libro, 12 de mayo de 2011.


No sería quizás exagerado decir que en una Feria del Libro el número de botellas de vino vertidas superan con creces el número de los libros lanzados. La asociación no debería aparecer como escandalosa porque hay una semejanza entre la producción del vino y la creación de los libros. La siembra de la vid requiere de tanto cuidado como su lenta maduración y la cosecha. La selección de las uvas demanda, como en pulir un libro, una extraordinaria atención para desechar aquello que no sirve a la ofrenda y, ante todo, el añejamiento en la sombra prepara el nacimiento del elíxir. En suma, el acto de escritura y de lectura produce una suave embriaguez o, mejor, el cierto éxtasis de encontrarse consigo saliendo de sí mismo.

Antes del ritual de las copas, procedo sin la arrogancia de un lector omnicomprensivo (urdo la metáfora con la figura de un escritor extradiegético omnímodo) como el catador que en una mesa de convidados prueba la bondad de un buen vino, pues no consume la copa plena, ni menos la botella destinada a los comensales, sino un sorbo para certificar que el vino posee cuerpo, como se dice y, según la historia, para comprobar en carne propia que el destilado sea don y no veneno. Y apelo a la etimología común de saber y sabor para significar mi oficio como aquel que inspira el bouquet de un vino como si fuera un perfume que, también, en su significado de aquello que se desprende como el humo, constituye una metáfora de la paciencia de las flores y de su traslado a la galantería de nuestra especie.

Y continuando con las metáforas, me pregunto qué hay de común en estos cinco libros cuya lectura se me ha encomendado en la víspera. La respuesta es concisa y un tanto amarga: la perfidia de las sociedades en la vejación de los cuerpos subyace como sustrato de una tremenda gesta épica, terapéutica y estética, realizada por los académicos y artistas para transformar en aroma grato y en pharmacon remedial lo mefítico del horror, de ese mismo horror que se alza como expresión de lo sublime en la célebre novela de Conrad: El corazón de las tinieblas.

Pero medito con reserva en la operación: hallar el mínimo común denominador ha sido siempre en los imperios el cálculo preciso para ejercer la violencia simbólica entrañada en la reducción a su rasero de la infinidad de diferencias. Por lo cual intentaré evitar el jibarismo de las comparaciones para destilar el enfoque diverso de los libros.

Comienzo por el exquisito libro de Martha Luz Machado Caicedo. Todos los que hemos visto más de dos veces la serie Raíces donde, a través de doce o más generaciones, se narra el éxodo de los afronorteamericanos para volver a los orígenes, hemos querido encontrar en nuestro suelo claves, mapas, herramientas para descifrar la varia procedencia de los afro-colombianos del continente matriz. Pero pese a nuestro interés, nuestra mirada es o ciega o tuerta o, cuando más, bizca, porque si ensayamos, por ejemplo, a intuir en la fisionomía de los rostros de los afrocolombianos los moldes africanos, el vínculo entre ellos termina en el misterio. Nos faltan más que el interés, las brújulas y los instrumentos.

En su libro, Martha Luz emprende este retorno a la tierra, para emplear el concepto de Orlando Fals Borda, por la vía áurea del arte: a medio camino entre la sensibilidad y el entendimiento, con una razón enriquecida, la estética nos descifra más que las ciencias sociales desamparadas de esta guía infalible, el mundo de la cultura y su nexo con el mundo de los sistemas, con el mundo de la vida y aun con el humus o mundo de la naturaleza que los soporta a todos.

Al realizar esta ejemplar arqueología estética con su travesía del Atlántico por el hemisferio sur, Martha Luz procede con el cuidado de quien sabe de nuestras mixturas, de aquellas que en el Pacífico de Suramérica fundaron ya en el siglo XVI en la región de Esmeraldas el primer reino zambo del mundo, un modo de entramar en horizontalidad la diferencia abismal de tradiciones. Es como si junto a la complejidad de los manglares en los cuales la vida se sitúa entre lo salado y lo dulce, lo terrestre y lo aéreo, lo solar y lo lunar, en los bosques húmedos del litoral desechado y menospreciado por el mundo blanco, se realizara una alquimia de la supervivencia por medio de esa lengua franca que es el arte, con su poder de encarnar, literalmente, las significaciones más profundas del ser y en el cual por supuesto se anudan, como en los quipues, la memoria y el destino. Una memoria que, con el prodigio de la anamnesis producida por el amor al saber y el saber del amor de Martha, se revelan para el asombro las cartografías de nuestro origen africano.

Guardo y abro con frecuencia los libros de Claudia Mosquera Rosero-Labbé. Y cuando me indicaron y enviaron los Debates sobre ciudadanía y políticas raciales en las Américas Negras experimenté un cierto escalofrío: no porque el volumen se parezca a la ceiba de Gigante que honra a la libertad, sino porque el tema de la deuda histórica de la humanidad con la población de África cala de dolor el alma y los huesos. Y confieso aquí una mezcla de orgullo, pena y envidia. El orgullo de reconocerme afrodescendiente, la pena por no ser afrocolombiano y la envidia porque a través del des-encubrimiento del alma de África y de los afrodescendientes que provienen del sistema mundo, reconozco que mi proveniencia “blanca” me aleja del paradigma más decisivo para el futuro de la humanidad: el de la no violencia forjada por Martin Luther King, Gandhi y Mandela. Población y cuerpos vejados e invisibilizados, destilan por medio de la resiliencia en estos tres líderes la quintaesencia del cuidado de sí como el médium indispensable para una lucha activa en la cual la disidencia masiva se libra del veneno de la violencia de los opresores. Se dirá por qué incluyo a Gandhi en esta tradición negra: se trata de la siguiente hipótesis, la no violencia no podía brotar solo ni del hinduismo ni del budismo, sino del aprendizaje de Gandhi en Sudáfrica.

Dividido en cuatro secciones, el libro traza una serie de cartografías y genealogías de los afrolatinoamericanos: afronta luego las disputas en torno a la raza en la historia de Colombia, por ejemplo con ese retroceso a la tan mentada como olvidada “pirámide de castas”; sigue la ruta de los movimientos de las personas afrocolombianas; y concluye con el tema del los debates de la “raza” y el derecho.

Luego de esta monumental ceiba-libro que dará cobijo a muchos y a muchas, hay que desearle a Claudia buen viento y buena mar: confiesa que ha dedicado una década a congregar a pensadores de distintos saberes y procedencias para llenar, como lo ha realizado, el gran vacío de una memoria que nos concierne a todos. Ahora afrontará en travesía propia y con este avío una navegación que la conducirá, intuyo, a atravesar los mares en múltiples direcciones para consagrar el saber propio como un saber universal.

El iluminante libro de Estela Restrepo Zea, Hospital San Juan de Dios, historia de la enfermedad, pobreza y muerte en Bogotá, 1635-1985, abre un archivo de heridas de la nación, con el pathos concentrado en la mediterránea, taciturna y melancólica villa capital. Toda la obra de la cultura como proceso de significación de los mundos de los sistemas, de la vida y de la naturaleza halla en la institución del hospital el rostro más visible de la producción de estigma en la taxonomía médica y en el cuerpo de lo sujetos. La palabra hospitalidad proviene del pensamiento homeopático indoeuropeo que designa con el nombre de hostis-pes, tanto la hospitalidad como la hostilidad, dependiendo de si el otro o la otra pueden ser o no domesticados, esto es, reducidos a la lógica de clasificación del poder.

De ahí que como lo deja ver el formidable libro de Estela, desde la matriz medieval de la caridad hospitalaria revivida en nuestra Colonia hasta la adopción de modelos experimentales como el propuesto por Claude Bernard, pasando por el establecimiento ilustrado de la medicina con José Celestino Mutis, el hospital, ese lugar de acogida, encierra entre su don el veneno de la discriminación. El pharmacon de nuestra medicina ha sido más alopático que homeopático. Si el homeopático se enfoca por la simpatía encerrada en la sentencia que dice: lo semejante cura lo semejante, la alopatía no solo encierra “remedios” externos al propio cuerpo, sino que se funda en una clasificación externa, vertical y violenta de la enfermedad, como se expresó en el pensamiento más refinado de Talcott Parsons cuando propuso que la enfermedad es una desviación social y el ejercicio de la medicina es una forma de control social. Algo que se advierte, más allá de Foucault, en el tratamiento de la locura y de la pobreza que descifra Estela Restrepo.

Pero si el cuerpo social de la medicina inscrita en el poder se ensaña en el cuerpo sufriente, el asunto cobra un cariz más trágico cuando se trata del trauma social o, incluso, del trauma individual. Metáfora tomada también de la medicina, el trauma indica el tejido que ha sido desgarrado con violencia extrema. De este tema se ocupa el excelente libro editado por Francisco Ortega Martínez: Trauma, cultura e historia: reflexiones interdisciplinarias para el nuevo milenio.

El libro, con muchas contribuciones iluminantes de autores de Europa, América entera y Colombia, revive, con el epicentro situado de modo comprensible por el síndrome de Auschwitz, pero con las irradiaciones de los desgarros del cono sur, de Colombia y de África, el mundo sombrío de la melancolía que acompaña a Occidente. Una melancolía como depresión, psicosis, esquizofrenia en dimensiones masivas, entreverado con el sadomasoquismo social y la erradicación de la memoria.

¿Cómo trazar la etiología del trauma social, su sintomatología y, ante todo, cómo lograr la anamnesis indispensable para que lo innombrable y monstruoso pueda elaborarse a través del duelo como palabra o como imagen? En el prólogo, Francisco Ortega devela muy bien cómo la violencia que produce el trauma introduce el desastre comprendido en su sentido etimológico como pérdida de conexión con los astros y, mirado de modo inmanente, como una monumental Zörsterung, el concepto de Heiddeger que se traduce como destrucción, de cualquier lógica de clasificación social. De ahí su connotación de catástrofe y de aniquilación de la memoria y del lenguaje que nombra el mundo.

Realizar la deconstrucción de aquello que produce esa catástrofe, en el sentido de Derrida, que va más allá del concepto de Heidegger, es el valor del libro. En el epílogo sutil de Carlo Tognato, se introduce un concepto para trabajar a fondo: el de los actos de fe: treue en alemán, trust en inglés, como necesarios para el tránsito del olvido a la memoria. En el mismo sentido, Carlo apunta a una hipótesis formidable: la modernidad sería un travestimiento de la trascendencia religiosa, tan vano como el trust inglés que se reduce a la confianza a la moneda, para otorgar sentido al mundo. No hay que olvidar que estamos ante un mundo edulcolorado en el cual la depresión, esa forma del trauma, se anuncia como la enfermedad del siglo. Y el profesor Tognato concluye con el imperativo que es una suerte de hilo conductor del libro: hallar un lenguaje intransitivo u oblicuo en artes y letras para nombrar lo innombrable y producir catarsis y anamnesis.

El quinto libro es el editado por el colega Fabián Sanabria: Vínculos virtuales, en torno a las redes sociales y a la interacción por vía de las ventanas telemáticas. La frase: el mundo se salió de madre, cobra sentido ante la revolución digital. La fijación neolítica de sujetos, familias y comunidades se deshace ante la deriva cibernética. La casa se ha vuelto mundo y el mundo se ha vuelto casa. Más allá del canónico portón, como señala Fabián siguiendo a Simmel, la casa se echa por la ventana líquida y tenue de la silla eléctrica, como yo llamo al aparato subyugante del computador. El cuerpo esfuma lo virtual: lo virtual deviene real y lo real virtual; somos donde no estamos y no estamos donde somos.

Bibliografía

Machado Caicedo, M. L. (2011). La escultura sagrada chocó en el contexto de la memoria de la estética de África y su diáspora: ritual y arte. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, Centro de Estudios Sociales.

Mosquera Rosero-Labé, C.; Laó-Montes, A. y Rodríguez Garavito, C. (2010). Debates sobre ciudadanía y políticas raciales en las Américas Negras. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, Centro de Estudios Sociales.

Ortega, F. (2011). Trauma, cultura e historia: reflexiones interdisciplinarias para el nuevo milenio. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, Centro de Estudios Sociales.

Restrepo Zea, E. (2011). Hospital San Juan de Dios, historia de la enfermedad, pobreza y muerte en Bogotá, 1635-1985. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, Centro de Estudios Sociales.

Sanabria, F. (2011). Vínculos virtuales. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, Centro de Estudios Sociales.

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Restrepo Forero, G. A. (2012). Un brindis por la creatividad. Revista Colombiana de Sociología, 35(1), 197–201. https://revistas.unal.edu.co/index.php/recs/article/view/31363

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Restrepo Forero, G. A. Un brindis por la creatividad. Rev. colomb. soc. 2012, 35, 197-201.

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RESTREPO FORERO, G. A. Un brindis por la creatividad. Revista Colombiana de Sociología, [S. l.], v. 35, n. 1, p. 197–201, 2012. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/recs/article/view/31363. Acesso em: 19 abr. 2024.

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Restrepo Forero, Gabriel Adolfo. 2012. «Un brindis por la creatividad». Revista Colombiana De Sociología 35 (1):197-201. https://revistas.unal.edu.co/index.php/recs/article/view/31363.

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Restrepo Forero, G. A. (2012) «Un brindis por la creatividad», Revista Colombiana de Sociología, 35(1), pp. 197–201. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/recs/article/view/31363 (Accedido: 19 abril 2024).

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Restrepo Forero GA. Un brindis por la creatividad. Rev. colomb. soc. [Internet]. 1 de enero de 2012 [citado 19 de abril de 2024];35(1):197-201. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/recs/article/view/31363

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