Marcela Isabel del Pilar Sanhueza Parra*, Manuel Castro Salas**, José Manuel Merino Escobar***
*
Magíster en Enfermería, Universidad de Concepción, Licenciada en
Enfermería, Enfermera, Docente Asistente Universidad San Sebastián,
Sede Concepción, marcela.sanhueza@uss.cl, Concepción, Chile.
**
Magíster en Enfermería mención en Salud Comunitaria, Enfermero,
Sociólogo, Profesor Asociado Universidad de Concepción.
mcastro@udec.cl, Concepción, Chile.
***
Ph. D. en Sociología, Universidad de Concepción. Magíster en Ciencias
Sociales, Sociólogo. Profesor Titular, jmerino@ udec.cl, Concepción,
Chile.
Resumen
Objetivo:
evaluar el efecto de un programa de autocuidado en la funcionalidad de
adultos mayores, pertenecientes a un Centro de Salud Familiar del sur
de Chile.
Metodología:
estudio de tipo experimental puro que intervino un grupo de adultos
mayores entre 65 y 79 años, durante julio y agosto de 2002, en la que
se midió la funcionalidad de acuerdo con las necesidades funcionales
básicas, funciones mentales y autopercepción de salud.
Resultados:
fuerte asociación entre la participación en el programa de autocuidado
y ausencia de dependencia para necesidades funcionales básicas valor
p=0,0001; funciones mentales intactas valor p= 0,01 y buena
autopercepción de salud valor p=0,0002.
Discusión:
los resultados se correlacionan con los obtenidos por Domínguez O,
Albala C y cols., Mella R; Gordillo Y; y Lara R, Mardones M (1, 2, 3,
4, 5) quienes describen altos porcentajes de adultos mayores
funcionalmente independientes, difiriendo con Sequeira D; y Muñoz, M. y
cols. (6, 7), quienes presentan altos porcentajes de dependencia. Las
funciones cognitivas se evalúan como normales al igual que el estudio
de Lara R y Mardones M (5). La autopercepción de salud inicial al igual
que para Albala C y cols., y la réplica del estudio realizada por
Gordillo Y (1, 4), es evaluada como regular.
Conclusión:
el programa de autocuidado constituiría un entorno estimulante
declarado por Lehr y Orem, necesario para mantener o corregir el
declive funcional natural del adulto mayor (8, 9), favoreciendo su
independencia en necesidades básicas de la vida diaria, mejorando sus
funciones mentales y autopercepción de salud.
Palabras clave: adulto mayor, enfermería en salud comunitaria, autocuidado (fuente: DeCS, BIREME).
Abstract
Purpose:
assess how a self-care program affects the functionality of older
adults living in a Family Health Center located in the south of Chile.
Methodology:
pure experimental study that involved the participation of a group of
older adults aged 65 to 79years old, during July and August, 2002,
intended to measure the functionality regarding basic functional needs,
mental functions and self-perception of health.
Results:
strong relation between the participation in the self-care program and
absence of dependence for basic functional needs p=0,0001; intact
mental functions p= 0,01 and good self-perception of health p=0,0002.
Discussion:
the results are correlated with the results obtained by Domínguez O,
Albala C and cols., Mella R; Gordillo Y; and Lara R, Mardones M (1, 2,
3, 4, 5). All of the foregoing, describe high percentages of older
adults that are functionally independent, as opposed to Sequeira D; and
Muñoz, M. and cols. (6, 7), who obtained high percentages of
dependence. Cognitive functions are normal just as in the study of R
and Mardones M (5). Self-perception of health is normal just as in the
studies of Albala C e cols., and in the reply to the study made by
Gordillo Y (1, 4).
Conclusion:
the self-care program would constitute a stimulating background by Lehr
and Orem needed for preserving or correcting the natural functional
decline of older adults (8, 9), and favor the independence to fulfill
day-to-day needs, apart from improving mental functions and
self-perception of health.
Keywords: Aged, Community Health Nursing, Self Care
Resumo
Objetivo:
avaliar o efeito de um programa de autocuidado na funcionalidade de
adultos maiores, pertencentes a um Centro de Saúde Familiar do sul de
Chile.
Metodologia:
estudo de tipo experimental puro que envolveu a participação de um
grupo de adultos maiores entre 65 e 79 anos, durante julho e agosto de
2002, no intuito de medir a funcionalidade de acordo com as
necessidades funcionais básicas, funciones mentais e auto-percepção de
saúde.
Resultados:
forte associação entre a participação no programa de autocuidado e
ausência de dependência para necessidades funcionais básicas valor
p=0,0001; funciones mentais intactas valor p= 0,01 e boa auto-percepção
de saúde p=0,0002.
Discussão:
os resultados são correlacionados com os resultados obtidos por
Domínguez O, Albala C e cols., Mella R; Gordillo Y; e Lara R, Mardones
M (1, 2, 3, 4, 5). Todos eles descrevem altas porcentagens de adultos
maiores funcionalmente independentes, diferindo com Sequeira D; e
Muñoz, M. e cols. (6, 7), quem evidenciam altas porcentagens de
dependência. As funções cognitivas são avaliadas como normais igual que
no estudo de R e Mardones M (5). A auto-percepção de saúde é avaliada
como regular igual que nos estudos de Albala C e cols., e na réplica do
estudo realizado por Gordillo Y (1, 4).
Conclusão:
o programa de autocuidado constituiria um entorno estimulante declarado
por Lehr e Orem necessário à preservação ou correção do declive
funcional natural do adulto maior (8, 9), e que iria favorecer a
independência para cumprir necessidades básicas da vida diária, além de
melhorar as funções mentais e a auto-percepção de saúde.
Palavras-chave: Idoso, Enfermagem em Saúde Comunitária, Autocuidado.
INTRODUCCIÓN
Demográficamente,
Chile presenta un cambio progresivo y acelerado de su pirámide
poblacional, constituyendo el grupo de países latinoamericanos en
transición demográfica avanzada junto a Cuba, Uruguay y Argentina (10,
11), lo que se traduce en un aumento de la población de 60 años y más
(12).
Se estima que hacia 2025, habría 1 adulto mayor por cada menor de 15 años y, hacia el 2050, esta cifra aumentaría a 1,7 (13).
En
el proceso de transición al envejecimiento, Chile aumentará su índice
de dependencia demográfica (IDD) a 60,0 en el 2020. Esto significa que
por cada cien personas potencialmente activas habría 60 dependientes
(menores de 15 y mayores de 60 años) (12).
El nivel de
dependencia en el adulto mayor se relaciona con numerosos cambios que
experimenta este grupo etario, tanto del estilo de vida como del
sistema social y familiar, que influyen directamente sobre su
funcionalidad; para la Organización Mundial de la Salud representa el
principal determinante del estado de salud entre los envejecidos,
midiendo su estado de salud no en términos de déficit sino en
“mantención de la capacidad funcional”, que corresponde a la capacidad
de una persona para llevar a cabo las actividades necesarias para
lograr el bienestar a través de la interrelación de sus campos
biológico, psicológico y social, con la existencia de adultos mayores
funcionalmente sanos o capaces de valerse por sí mismos, y
funcionalmente alterados o con dificultades para su autodesempeño (14,
15, 16).
Las enfermedades crónicas y lesiones limitan las
aptitudes físicas o mentales, teniendo consecuencias importantes en el
trabajo, la jubilación y las necesidades de atención a largo plazo (17).
De
esta manera, los adultos mayores representan un segmento con
características y problemas de salud particulares, que constituyen un
desafío en el diseño e implementación de programas específicos que les
permitan mejorar al máximo sus posibilidades de autonomía, buena salud
y productividad, a través de políticas públicas con diferentes
intervenciones y propuestas que puedan aumentar la esperanza de vida
sin discapacidad de este grupo etario (18, 19, 20).
Estas
medidas principalmente deben ser realizadas por los equipos del nivel
primario de atención, donde la pesquisa temprana de los problemas y
promoción de salud en este grupo es primordial; sin embargo, se
requiere de la sensibilidad de la autoridad sanitaria para la
capacitación continua en la materia (21).
Ya en 1981, la OPS
instaba a promover la salud y el bienestar de las personas de edad, con
la elaboración de programas integrales para satisfacer sus necesidades
(17).
Estos programas básicamente se apoyan en actividades de
autocuidado que, cuando el adulto mayor adopta, como parte de su vida,
pueden evitar la discapacidad y el declive funcional determinantes de
su estado de salud (20).
Dorothea Orem, en su teoría del déficit
de autocuidado, considera el funcionamiento o funcionalidad como parte
de la definición de salud, y el autocuidado, como una función humana
reguladora aprendida que debe aplicar cada individuo en forma
deliberada y continua a través del tiempo, con el fin de mantener su
vida, estado de salud, desarrollo y bienestar (22).
El
autocuidado refuerza la participación activa de las personas en el
cuidado de su salud, responsables de decisiones que condicionan su
situación actual, manejando aspectos que se relacionan con la
motivación y cambio de comportamiento, donde la educación para la salud
es la principal herramienta de trabajo.
Orem, a su vez, enfatiza
que la realización del autocuidado requiere la acción intencionada y
calculada que está condicionada por el conocimiento y repertorio de
habilidades de un individuo, y se basa en la premisa de que los
individuos saben cuando necesitan ayuda y, por tanto, son conscientes
de las acciones específicas que necesitan realizar (9).
En el
adulto mayor, las actividades de autocuidado son plenamente viables y
se justifican con los planteamientos de Maslow, quien sostiene que la
mayoría de los ancianos no solo tienen la capacidad física y
cognoscitiva para aprender técnicas de autocuidado y practicarlas sino
también para transmitirlas a otros, contradiciendo uno de los grandes
mitos que giran en torno al envejecimiento, y mantienen la idea de que
en la vejez es demasiado tarde para adoptar un estilo de vida saludable
o participar activamente en el propio autocuidado (23).
Para
Orem, el adulto mayor que participa en un programa que contenga
actividades de apoyo al autocuidado se comportaría como una “agencia de
autocuidado”, que corresponde al grupo de habilidades humanas para la
acción deliberada: la habilidad de atender a cosas específicas (lo que
incluye la habilidad de excluir otras cosas) y de comprender sus
características y el significado de las mismas; la habilidad de
percibir la necesidad de cambiar o regular las cosas observadas; la
habilidad de adquirir conocimiento sobre los cursos de acción o
regulación adecuados; la habilidad de decidir qué hacer y la habilidad
de actuar para lograr el cambio o la regulación (9).
Toda
actividad de autocuidado en salud tiende a prevenir factores de riesgo
o retrasar la dependencia e invalidez, con una disminución de las
hospitalizaciones
que demandan mayor cantidad de recursos económicos y sociales (24).
La
incorporación de los adultos mayores a programas con la inclusión de
actividades que promuevan la actividad física ajustada a su estado de
salud y estilo de
vida y apoyen el desarrollo disminuye notablemente el riesgo de morbimortalidad y mejoran su pronóstico funcional (18).
El
ser mayor no debe ser impedimento para participar de un programa con
las características mencionadas. La disminución natural del rendimiento
cognitivo que presenta este grupo etario no es determinante de un
déficit irreversible; mediante el entrenamiento es posible la
conservación de la capacidad mental de rendimiento, incluso la
corrección del declive de la misma, si es apoyado en un entorno
estimulante (8).
Otras actividades que se comportan como
protectoras de declive funcional son, por nombrar algunas, la práctica
de buenos hábitos alimentarios que permitan el normal desarrollo de sus
potencialidades, la realización de acciones significativas que
optimicen el tiempo libre y las relaciones que se mantienen con otros,
que faciliten el intercambio de apoyo afectivo, mejorando
indirectamente su autoestima, autopercibiendo de mejor manera su estado
de salud (25).
Si se considera la polifarmacia —situación
cotidiana del adulto mayor— como un factor más de riesgo en el declive
funcional, se hace necesario que las orientaciones de autocuidado, con
respecto al cumplimiento terapéutico adecuado, previenen deficiencias
en la efectividad de los tratamientos farmacológicos y las
consecuencias directas en la salud (26).
El sueño y reposo, tan
necesarios para mantener al ser humano en equilibrio y para que el
organismo recupere su vitalidad, son actividades que también se deberán
desarrollar, considerando las características especiales del adulto
mayor, que tienen un sueño más superficial, que se despiertan con mayor
frecuencia y los hace dormir menos horas (16). Las experiencias que
estimulan el sueño reparador y reposo adecuados se facilitan incluyendo
sesiones en las que se enseñan y practican técnicas de relajación,
consideradas experiencias profundamente vitalizantes que potencian
fuerza, alegría y quietud. El método se basa en la premisa “La unidad
del ser humano permite no solo actuar sobre su cuerpo a través de la
mente sino también sobre su mente a través de su cuerpo” (27).
Si
a estas actividades se suman oportunidades en las que el adulto mayor
pueda demostrar destrezas para ocupar su tiempo libre, tiempo personal
dedicado a actividades autocondicionadas, ya sea de descanso,
compensación y creación de ideas, que dan sentido a la vida y
reafirmación de la autoconfianza y autoestima, junto con la
capacitación en cursos que ejerciten sus vocaciones personales, en
forma creativa, son acciones altamente contribuyentes a la
mantenimiento de la salud, tanto física como mental, además que es un
derecho de todo ser humano (28).
Finalmente, si se desea evaluar
el estado de salud percibido —efectivo indicador del estado de salud
global y predictor de rendimiento funcional (29)— se debe realizar
directamente a través de la autopercepción de salud.
Según
Golini y Calvani (30), existe una fuerte relación entre “cómo se
siente” una persona y lo que esa persona hace (o más exactamente “lo
que cree que puede hacer”).
La mayoría de las investigaciones
sobre Funcionalidad en el adulto mayor a nivel mundial son
publicaciones de carácter descriptivo, donde se destaca España como el
país que ha generado el mayor número de publicaciones sobre el tema. En
América Latina, los grandes estudios han estado a cargo de la OPS/OMS
(Proyecto SABE). En Chile, el tema ha sido poco explorado; se manejan
estadísticas que en su mayoría reflejan la realidad de algunas
poblaciones del país, destacándose el estudio “Encuesta de Necesidades
de los Ancianos en Chile”, de Domínguez, realizado en 1987 (1) y el
estudio “Dependencia funcional y perfil biopsicosocial del adulto
mayor”, realizado por Muñoz, Mendoza y Salazar en el 2008 (7).
Según
lo anterior, se hace necesario evaluar ¿cuál es el efecto de un
programa de autocuidado en la funcionalidad de adultos mayores respecto
a las funciones básicas de la vida diaria, las funciones mentales y la
autopercepción de salud?
Considerando el desarrollo de la siguiente hipótesis general:
Adultos
mayores que participan en un programa de actividades integrales
aumentan su Funcionalidad, logran mayor independencia para satisfacer
sus Necesidades Funcionales Básicas, cambios positivos en sus funciones
cognitivas y mejor autopercepción de su estado de salud, que los
adultos mayores que no participan de este tipo de programa.
METODOLOGÍA
De
acuerdo con la clasificación de Campbell y Stanley (31, 32), es un
estudio de tipo experimental: Diseño con pretest-post test y grupo
control, que fue realizado durante julio y agosto de 2002, en un centro
de salud familiar del sur de Chile.
La
población estuvo constituida por todos los adultos mayores (6029)
inscritos en el Programa del Adulto Mayor, estructurando la muestra de
manera aleatoria, con 30 individuos para formar los grupos control y
experimental que quedaron integrados con 15 personas cada uno,
considerando como criterios de inclusión, que vivieran en los sectores
más cercanos al centro de salud, edad máxima 79 años, que no estuvieran
participando de algún programa o grupo de interacción social, ni
padecer deficiencias que les impidieran participar activamente en el programa.
Los
adultos mayores seleccionados participaron de manera voluntaria,
posterior a análisis y firma de consentimiento informado. Se entregaron
cartas de solicitud y agradecimiento al establecimiento participante, y
una vez finalizado el estudio se hizo réplica ética del programa al
grupo control.
El programa de actividades consistió en cuatro
unidades temáticas destinadas a potenciar la funcionalidad física,
psíquica y social de este grupo de adultos mayores. Las unidades se
desglosaron en 16 sesiones, las que se distribuyeron en dos sesiones
por semana y con una duración promedio 1,5 horas.
Para medir las
subvariables de la funcionalidad se utilizaron los siguientes
instrumentos fusionados en un cuestionario final: Escala de valoración
de la autonomía funcional (EVA):
(33)
mide el nivel de dependencia de los adultos mayores para satisfacer
necesidades funcionales básicas, utiliza valores que van desde 0 a 3,
donde 0 = independencia total para satisfacer la necesidad evaluada y 3
= dependencia total para satisfacer esa determinada necesidad. De esta
manera, mientras menor sea el promedio obtenido en la medición de estas
necesidades, mayor será la independencia y la funcionalidad.
Short
mental portable status de Pfeiffer (34): evalúa las funciones mentales
a través de la orientación tempo-espacial, memoria, cálculo, y
concentración.
La autopercepción de salud correspondió a
una subvariable verificadora de los resultados de las subvariables
necesidades funcionales básicas y funciones mentales; se utilizó una
pregunta de tipo Likert que entregaba la apreciación personal del
adulto mayor sobre su estado de salud.
Para verificar la
comprensión de los ítems del cuestionario final, se aplicó una prueba
piloto durante marzo de 2002, a 20 adultos mayores inscritos en el
programa del adulto mayor de un centro de salud familiar de la misma
zona geográfica, con características similares.
Los datos
recolectados en la investigación se presentan en tablas estadísticas
que contienen media aritmética, desviación estándar, valor p y prueba
“t” de Student para comparar medias grupales. Se realizaron las
modificaciones pertinentes a la fórmula de la prueba “t” de Student
para comparar medias grupales, evaluando previamente las varianzas de
los grupos con la prueba F, considerando significativo un valor p
<0,05. El procesamiento de los datos se realizó con el programa SAS
versión 8.2.
RESULTADOS
A continuación se presentan
tablas de doble entrada que demuestran los cambios estadísticamente
significativos que se produjeron en la funcionalidad del grupo de
adultos mayores que participaron del estudio (grupo experimental)
comparando la situación inicial (previa al taller) con la situación
final (posterior al taller), anexando la experiencia del grupo que no
participó en el taller y no presentó cambios significativos en su
funcionalidad.

Al
comparar los promedios de Necesidades Funcionales Básicas del grupo
experimental, registrados en la situación inicial y final (tabla 1) se
aprecia una disminución estadísticamente significativa que se traduce
en “ausencia” de problemas de dependencia en relación a las Necesidades
Funcionales Básicas, situación que produce un aumento de la
funcionalidad de la situación inicial; a diferencia del grupo control
donde el incremento del promedio, registrado en la situación final, no
tiene significancia estadística, lo que indicaría un mantenimiento de
su situación funcional inicial (“ligeros problemas de dependencia” para
las necesidades funcionales básicas), debido a que este grupo no
recibió el tratamiento experimental.

Con
respecto al promedio de las funciones mentales (tabla 2), registrado en
la situación inicial en el grupo experimental, se aprecia una
disminución altamente significativa que se interpreta como un
mejoramiento de estas funciones. En esta oportunidad, el grupo
experimental no presentó errores al ser evaluado con la escala portátil
de Pfeiffer.
Como la clasificación de normalidad para esta
escala considera de 0 a 2 errores, este grupo continúa presentando
funciones mentales normales; sin embargo, hay disminución significativa
de 1 punto, es decir 0 error. Esta situación no se da igual para el
grupo control, que estadísticamente no presenta diferencias respecto a
la situación inicial, manteniendo sus funciones cognitivas normales con
un error en la escala portátil de Pfeiffer.

Con
relación a la autopercepción de salud (tabla 3), se observa una
disminución estadísticamente significativa de los promedios de
autopercepción de salud registrados en la situación inicial por el
grupo experimental, los cuales percibían su salud como “regular”, y
posterior al tratamiento experimental (participación del programa de
autocuidado) la consideraron “buena” (promedios cercanos a 1) lo que se
interpreta como un mejoramiento de la percepción de salud, y se
relaciona con ausencia de problemas para satisfacer sus necesidades
funcionales básicas, con un aumento directo de la funcionalidad,
mientras que el grupo control que no recibió el tratamiento
experimental continúa percibiendo su salud solo como “regular”
(promedios cercanos a 2) que se relaciona con ligeros problemas de
dependencia para satisfacer sus necesidades funcionales básicas, con un
consiguiente mantenimiento de la funcionalidad.
DISCUSIÓN
Los
resultados presentan una población de adultos mayores funcionalmente
independientes sin problemas de dependencia, en el mejor de los casos,
o con ligeros problemas, en los estados deficitarios, concordando con
los estudios de Domínguez O, Albala C y cols., Mella R; Gordillo Y, y
Lara R, Mardones M (1, 2, 3, 4, 5) quienes describen altos porcentajes
de adultos mayores funcionalmente independientes, que difieren con el
estudio de Sequeira D (6) que está influenciado por las características
geográficas especiales del entorno (cerros de Valparaíso) y el estudio
de Muñoz, M. y cols. (7), donde los porcentajes de dependencia,
específicamente para las funciones instrumentales, son mayores al 60%.
Las
funciones cognitivas se evalúan como normales al inicio y término del
programa de autocuidado, al igual que el estudio de Lara R y Mardones M
(5), y con
disminución de los errores en la escala de Pfeiffer (34)
post intervención, igual que en la réplica de Gordillo Y (4), apoyando
los dichos de Lehr (8), quien manifiesta la posibilidad de mantener o
corregir el declive cognitivo natural del adulto mayor a través de un
entorno estimulante, que para esta situación estuvo constituido por las
actividades del programa de autocuidado.
La autopercepción de
salud inicial, al igual que para Albala C y cols., y la réplica del
estudio realizada por Gordillo Y, es evaluada como regular, y el post
programa, de igual forma que la réplica realizada por Gordillo Y (1, 4)
es valorada como buena.
CONCLUSIONES
Se concluye que la
participación en un programa con sesiones de autocuidado, influye
directamente en la funcionalidad de los adultos mayores, no encontrando
los mismos efectos en un grupo de adultos mayores con similares características que no participan de este tipo de programa.
La
funcionalidad física, representada como el desempeño en las actividades
de la vida diarias tanto básicas como instrumentales, es favorecida al
participar de este tipo de programa, demostrando independencia para
realizar este tipo de actividades.
Con respecto a las funciones
mentales, representadas por la orientación espaciotemporal, memoria,
cálculo y concentración, que a su vez componen la funcionalidad
psíquica de los adultos mayores, también, son influenciadas
favorablemente, presentando funciones mentales intactas, cero error en
escala de Pfeiffer (34) y como parte de la evaluación confirmatoria de
los aspectos anteriormente mencionados, la evaluación que hacen los
adultos mayores de su propio estado de salud, posterior a la
participación del programa de autocuidado es totalmente positiva, con
una autopercepción buena de su estado de salud, que inicialmente la
consideraban como regular.
De esta manera un programa de
actividades integrales con sesiones de autocuidado en salud, memoria,
canto, baile, manualidades, relajación y ejercicio mejoran la
autopercepción del estado de salud, influyendo en lo que los adultos
mayores hacen o creen que pueden hacer, adquiriendo mayor protagonismo
en la satisfacción de sus necesidades funcionales básicas, aumentando
de esta manera su funcionalidad, concepto incluido en la definición de
salud que hace Orem en su teoría general del autocuidado, donde salud
significa, integridad física, estructural y funcional.
Es
necesario mencionar que aunque el propósito final de esta investigación
no fue realizar una medición de la funcionalidad, sino valorar la
efectividad de un programa de autocuidado en el aumento de la
funcionalidad, se debe destacar que el análisis de los resultados,
evidencia una población de adultos mayores, en términos funcionales
independiente.
También, se destaca que la evaluación realizada
es diferente a las comúnmente utilizadas donde se consideran solo
ciertos aspectos de la funcionalidad, como es el índice de Kast (35) o
Barthel (36) que evalúan aspectos netamente de funcionalidad física en
relación al desempeño de actividades básicas de la vida diaria o el
índice de Lawton que solo evalúa las actividades del tipo instrumental.
A diferencia de estas mediciones, el instrumento aplicado Escala de
valoración de la autonomía funcional (33) permitió considerar aspectos
psíquicos y sociales.
A su vez se debe mencionar que la mayoría
de las evaluaciones de la funcionalidad determinan el estado de
dependencia del adulto mayor, a través de una clasificación que solo
tiene dos posibilidades, dependencia o independencia, sin considerar la
actividad específica para la cual son dependientes o independientes,
estableciendoveredictos radicales sobre su estado funcional, con una
brecha demasiado amplia que impide evaluar los pequeños grandes
cambios, que son de tanta importancia en los envejecidos, no existiendo
en la práctica investigativa, problemas de dependencia ligera, moderada
a los que hace alusión la OMS en la clasificación internacional de la
discapacidad y funcionamiento CIF (37), de 2001 y que no necesariamente
señalan a quien los posea como personas con dependencia completa.
Debido
a la multiplicidad y multidimensionalidad de los instrumentos
existentes para medir funcionalidad, se hace necesario realizar
investigaciones que evalúen
la efectividad de los diferentes
instrumentos utilizados para medir la funcionalidad, desde una
perspectiva integral que considere el enfoque social y las diferentes
culturas.
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