Resumen
El
presente artículo presenta los resultados de la investigación realizada
con una población de 55 pacientes con enfermedad cardiovascular de
Ibagué, en la que se establece la influencia de la capacidad funcional
y el autocuidado, utilizando la escala europea de autocuidado en
insuficiencia cardiaca y la versión modificada del índice de actividad
de Duke (DASI). Los resultados muestran mayor incidencia de enfermedad
cardiovascular en el sexo femenino, entre 35 y 65 años, con diagnóstico
de cardiopatía dilatada, considerándose esta como la etapa más grave de
la enfermedad coronaria. Al realizar la revisión global se encontró que
la insuficiencia cardiaca corresponde al mayor rango de personas con
69,1 %. En cuanto a la capacidad funcional encontramos que el 40 % se
encuentraentre mínimo y moderado, y el 92,7 %, entre moderado y peor,
en relación con el autocuidado. El gráfico de dispersión muestra
claramente las afinidades comportamentales de los pacientes en relación
con las dos variables evaluadas. La gráfica derelación muestra que no
se evidencia mucha relación entre las dos variables —autocuidado y
capacidad funcional— a pesar de que los resultados no evidencien
concordancia total o muy grande. Se encontró que la capacidad funcional
de las personas con enfermedad cardiovascular está comprometida en un
40 %, frente al no compromiso, de un 60 % lo que preocupa pues la
capacidad funcional disminuye a medida que la edad y la enfermedad
avanzan por lo que en este grupo de personas podría ir en aumento por
lo que se deben realizar más estudios tanto en mujeres como en personas
mayores de diferente sexo e intervenir de mayor forma en el seguimiento
de recomendaciones que contribuyan a mejorar su capacidad funcional
teniendo en cuenta los comportamientos de autocuidado como elemento
importante para el logro de mayor bienestar del paciente con enfermedad
cardiovascular.
Palabras clave: asociación, autocuidado, enfermedades cardiovasculares (fuente: DeCS, BIREME).
Abstrac
This
paper presents the results of the research conducted with a population
of 55 patients with cardiovascular diseases of Ibagué, which
establishes the influence of functional capacity and self-care, using a
European self-care scale with hearth failures and the modified version
of the Duke´s Activity Index (DASI). Results have demonstrated a
greater incidence of cardiovascular disease in females, between 35 to
65 years old, diagnosed with dilated cardiopathy – the most serious
stage of the coronary disease. By examining the global revision it was
found that hearth failure accounts for the highest range of people with
69.1%. In terms of functional capacity, we found that 40% prove to be
between minimum and moderate levels, and 92.7% between moderate and
worse, as far as self-care is concerned. The dispersion graphs clearly
shows the behavioral affinities of the patients with regards to both
variables being assessed. The relation graphs evidences that both
variables – self-care and functional capability - appear to be quite
unrelated – despite the results do not show total or very large
conformity. It was found that the functional capacity of people with
cardiovascular diseases is committed in 40% as compared to a lack of
commitment of
60%. This factor is quite concerning, since functional
capacities decreases with age and the worsening of the disease.
Thereby, this group of people could increase. Consequently, more
studies are needed both with women and adult persons of different
genders just as a greater intervention in observing the recommendations
to improve their functional capacities taking into account self-care
behaviors as an important element to fund the greatest wellness of the
patient with cardiovascular disease.
Keywords: association, self care, cardiovascular diseases
Resumo
O
presente trabalho apresenta os resultados da investigação realizada com
uma população de 55 pacientes com doenças cardiovasculares de Ibagué,
na qual se estabelece a influência da capacidade funcional e do
autocuidado, utilizando a escala europeia de autocuidado com
insuficiência cardíaca e a versão modificada do índice de atividade de
Duke (DASI). Os resultados evidenciam maior incidência de doença
cardiovascular no sexo feminino, entre 35 e 65 anos, com diagnostico de
cardiopatia dilatada, sendo a etapa mais grave da doença coronária. Ao
examinar a revisão global se encontrou que a insuficiência cardíaca
corresponde ao maior rango de pessoas com 69,1%. No relativo à
capacidade funcional encontramos que 40% apresenta um nível entre
mínimo e moderado, e 92,7%, entre moderado e pior, no que diz respeito
ao autocuidado. O gráfico de dispersão demonstra claramente as
afinidades comportamentais dos pacientes a respeito de ambas as
variáveis avaliadas. A gráfica de relação evidencia que não se verifica
muita relação entre as dois variáveis – autocuidado e capacidade
funcional – apesar que os resultados não demonstrem concordância total
ou muito grande. Encontrou-se que a capacidade funcional das pessoas
com doença cardiovascular está comprometida em 40% confrontado com uma
falta de compromisso de 60%. Este fator é preocupante pois a capacidade
funcional diminui com a idade e com o avance da doença. É por isso que
este grupo de pessoas poderia aumentar, por tanto, é preciso fazer mais
estudos tanto em mulheres quanto em pessoas idosas de diferente sexo e
intervir mais no cumprimento de recomendações para melhorar sua
capacidade funcional levando em conta os comportamentos de autocuidado
como elemento importante para conseguir o maior bem-estar do paciente
com doença cardiovascular.
Palavras-chave: associação, autocuidado, doenças cardiovasculares.
INTRODUCCIÓN
Se
ha establecido que las enfermedades cardiovasculares son la principal
causa de muerte y enfermedad en la población adulta de EE. UU. (1).
Para nuestro continente, se calcula que las enfermedades cardiacas y
los accidentes cerebrovasculares son responsables de 35–55 % de las
muertes registradas en América Latina (AL) y el Caribe con
aproximadamente 800 000 muertes por año. Se calcula que en 2020, las
enfermedades cardiovasculares provocarán tres veces más muertes e
incapacidad que las infecciosas. La prevalencia estimada de
hipertensión arterial en la Región de las Américas es de 8–30 %,
mientras la de diabetes mellitus tipo 2 —que ya es mayor que el
promedio mundial— puede llegar a 8 % en 2025 (2).
Durante los
últimos años se ha observado que la enfermedad cardiovascular es una de
las causas de mayor morbimortalidad en la población colombiana. Según
los indicadores básicos del Ministerio de Protección Social, las
enfermedades del sistema circulatorio ocuparon el primer lugar en el
grupo de causas de muerte en la población general en 2002, con 27,3 %
del total de las defunciones (para el período 1995-1998 las cifras
estaban entre 26 % y 30 %). En 2002, según datos del DANE (Departamento
Administrativo Nacional de Estadística), las causas más frecuentes
fueron las enfermedades isquémicas del corazón (52,3 por 100 000), las
cerebrovasculares (31,1 por 100.000) y las hipertensivas (12,7 por 100
000). Los departamentos con las mayores tasas de mortalidad por
enfermedades del sistema circulatorio fueron Tolima (178,7), Caldas
(158,6) y Santander (155,6) (3).
Para el caso Tolima, según el
“Diagnóstico de salud pública del municipio Ibagué-Tolima 2004-2005”,
se observa que dentro de las primeras causas de mortalidad, entre los
45 y 59 años y 60-69 años en 1999, se encuentran, en primer lugar, las
enfermedades isquémicas del corazón, seguidas de la diabetes mellitus y
las enfermedades cerebrovasculares (4).
La enfermedad
cardiovascular es una patología que ha aumentado su incidencia. El
manejo que se hace de esta radica básicamente en el control de otras
patologías o de los factores de riesgo que intervienen en su
desarrollo. Es necesario tener un buen manejo tanto farmacológico como
de medidas de soporte para mejorar las condiciones de vida y el
bienestar de los pacientes. El peso de la enfermedad cardiovascular, y
particularmente de la enfermedad coronaria, tiene repercusiones
personales, funcionales, sociales y económicas que no son de fácil
enfrentamiento para nuestra población. La enfermedad cardiovascular es
una enfermedad seria y la prevención de complicaciones depende en gran
medida del control de los factores de riesgo modificables. Controlar
estos factores requiere un cambio conductual y de estilo de vida del
paciente. El logro de estos está mediado por el conocimiento y
educación que se brinde a la persona enferma. Varios estudios han
demostrado que los comportamientos de autocuidado, el acatamiento
terapeutico, el nivel de conocimientos que tiene la persona sobre la
enfermedad y el tratamiento, al igual que su nivel educativo, pueden
influir sobre la eficacia de los cuidados (5).
En la actualidad
está bien documentado que las personas que viven con una condición de
cronicidad a largo plazo, que es respaldada por el autocuidado, viven
más
tiempo, experimentan menos dolor, preocupación, depresión y fatiga, lo
que se percibe en la obtención de una mejor calidad de vida, más
actividad e independencia. El autocuidado ha demostrado su eficacia
para reducir las consultas de médico general hasta 40 %, el control por
consulta externa, 17 % y la rehospitalización, 50 % (6).
Sin
embargo, alcanzar resultados de autocuidado no es una tarea fácil para
el enfermo y su familia. El modelo de autocuidado de Orem puede ser
orientador para comprender la complejidad que encierra el autocuidado.
Este modelo se fundamenta en la premisa de que los individuos tienen la
potencialidad para desarrollar sus habilidades intelectuales y
prácticas, al igual que la motivación esencial para el autocuidado (7).
La meta de la enfermería en esta perspectiva es empoderar a las
personaspara que satisfagan sus necesidades de autocuidado ayudándolas
a desarrollar y ejercer sus capacidades de autocuidado (agencia) (7).
Este
es uno de los modelos conceptuales que mejor han reflejado los cuidados
de enfermería. La enfermera Orem basó su modelo conceptual en la idea
clave de que las personas tienen una habilidad natural para el
autocuidado, y que los profesionales debemos potenciar esa habilidad
(7).
Para el caso de las personas con enfermedad cardiovascular,
el daño orgánico y la disminución de la capacidad funcional puede
influir, al igual que otros factores condicionantes, en el desarrollo
de las actividades de autocuidado. Promover el autocuidado de los
pacientes ha ganado un amplio uso en otras condiciones crónicas tales
como la diabetes y el control de la anticoagulación reconociendo como
requisitos previos para el autocuidado la capacidad y la voluntad del
paciente (8).
La capacidad funcional limitada puede ser
expresión de un consumo máximo de oxígeno disminuido, debido a una
función ventricular izquierda empobrecida o a una isquemia severa, lo
que conlleva a un peor pronóstico (9), lo que se ve reflejada en la
disminución para realizar las actividades de la vida diaria,
requiriendo ayuda con los autocuidados en la alimentación, aseo
(eliminación), vestir/arreglo personal, baño/higiene, entre otros (10).
Las
capacidades del individuo para comprometerse con su propio autocuidado
(agencia de autocuidado) están condicionadas por la edad, estado de
desarrollo, experiencia de la vida, orientación sociocultural, salud y
recursos disponibles (7). Es importante tener en cuenta que cuando el
evento coronario se presenta las habilidades de autocuidado disminuyen,
pero a medida que el dolor pasa, y la enfermedad se estabiliza, la
persona es capaz de volver a empoderarse de su condición de salud y
retoma el poder sobre su autocuidado, si el deterioro no es permanente.
Esta
investigación buscó determinar la asociación entre la capacidad
funcional y los resultados de autocuidado en personas que viven con
enfermedad coronaria en la ciudad de Ibagué.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se
desarrolló un estudio cuantitativo, descriptivo, transversal. Se
utilizaron los instrumentos escala europea de autocuidado para
insuficiencia cardiaca (ver anexo 2), y escala capacidad funcional con
la escala DASI (ver anexo 1).
Luego de la aplicación del
instrumento se realizó una base de datos en excel y se analizó bajo el
programa SPSS. Se llevó a cabo un analisis de correspondencias. El
análisis de correspondencias es una técnica estadística cuya finalidad
es poner de manifiesto gráficamente las relaciones de dependencia
existentes entre las diversas modalidades de dos o más variables
categóricas a partir de la información proporcionada por sus tablas de
frecuencias cruzadas. Para ello asocia a cada modalidad un punto en el
espacio Rk de forma que,
cuanto más alejado del origen de coordenadas está el punto asociado a
una modalidad de una variable, más diferente es su perfil condicional
del perfil marginal correspondiente a las otras variables; además, los
puntos correspondientes a dos modalidades diferentes de una misma
variable estarán más cercanos cuanto más se parezcan sus perfiles
condicionales y, finalmente, dichos puntos tenderán a estar más cerca
(respuesta más lejos) de aquellas modalidades con las que tienen una
mayor afinidad, es decir,aquellas en los que las frecuencias observadas
de la celda correspondiente tienden a ser mayores (respuesta menor) que
la esperada bajo la hipótesis de independencia de las variables
correspondientes.
La recolección de la información se realizó
entre los meses de septiembre y noviembre de 2010; se dirigió a todas
las personas sin distingo de género, con enfermedad coronaria
diagnósticada y que recibieron atención en la ciudad de Ibagué.
La
población fue de 314 pacientes, que constituyen todas las personas
mayores de 30 años que consultaron al servicio de consulta externa de
cardiología del Hospital Federico Lleras de Ibagué durante los años
2007-2008. De esta población se trabajó con el total de pacientes
residentes en Ibagué (55 pacientes). Esta muestra y población total fue
de 55 pacientes y se seleccionó teniendo en cuenta los siguientes
criterios de inclusión:
1. Recibir atención en el Hospital Federico Lleras
2. Personas mayores de 30 años con diagnóstico de enfermedad coronaria
3. Personas con tratamiento farmacológico y no farmacológico prescrito
4. Aceptación para participar en el estudio
El
estudio cumplió con los requerimientos establecidos en el comité de
ética del Hospital Federico Lleras, que se encuentra inscrito a la
oficina de investigaciones de la Universidad del Tolima. Se desarrolló
bajo los principios de autonomía, veracidad y respeto por la dignidad
humana. Se diligenció con todos los participantes el consentimiento
informado. Este estudio no generó ningún peligro para el medio ambiente.
Para la recolección de la información, se practicó la visita domiciliaria, previa cita telefónica concertada.
Se
utilizaron las siguientes escalas: Escala Europea de Autocuidado, y
para medir la capacidad funcional, la versión modificada del índice de
actividad de Duke (DASI).
RESULTADOS
Características sociodemográficas de personas con enfermedad cardiovascular en Ibagué
Los
resultados obtenidos en la investigación muestran que la distribución
por sexo entre las personas encuestadas fue de 54,5 % (30) para el sexo
femenino y 45,5 % (25) para el sexo masculino. Al relacionar el sexo
con el diagnóstico se encuentra que del 100 % de las personas con
insuficiencia cardiaca (38), el 47,4 % (18) son de sexo femenino y el
52,6 % (20), de sexo masculino. Del 100 % de las personas con
cardiopatía dilatada el 64,3 % (9) son de sexo femenino, y el 35,7 %
(5), de sexo masculino. Dos personas, el 3,6 % presentasron infarto y
una persona, el 1,82 % cardiopatía isquémica.
Comparado con el
comportamiento en otros estudios, se pudo observar que no existe una
diferencia significativa entre el sexo masculino y femenino; el estudio
de Framingham “evidenció que no existen grandes diferencias en la
prevalencia de Insuficiencia cardiaca (IC) entre ambos sexos, excepto
en los mayores de 80 años, donde la prevalencia es significativamente
mayor en las mujeres” (11).
Sin embargo, el riesgo de la
enfermedad cardiovascular en la mujer se subestima frecuentemente,
debido a la percepción de que las mujeres están “protegidas” contra la
cardiopatía isquémica. Además, las manifestaciones clínicas de la
enfermedad coronaria en las mujeres pueden ser distintas de las
observadas en los varones. Estos factores pueden llevar a una atención
deficiente de las mujeres que sufren enfermedades cardiovasculares — no
solo cardiopatía isquémica— y. por consiguiente, a un peor pronóstico
(12).
Desde el punto de vista epidemiológico, es importante
destacar el editorial de Barret-Connor en el que indica que, a pesar
del cúmulo de publicaciones recientes, continúa habiendo un importante
déficit de información sobre enfermedad cardiovascular y mujer en la
mayor parte de los aspectos de la cardiología, especialmente en
registros con largo seguimiento que incluyan a las pacientes a las que
normalmente no se analiza en los ensayos clínicos (gestantes, mayores
de 75 años, nivel cultural bajo) (13).
Un estudio sobre de 150
historias clínicas médicas examinadas mostró que los proveedores de
salud no protegieron a todas mujeres de cuarenta y más años sobre los
factores de riesgo de CHD (14).
Con relación a la distribución
por edad de la población, se encontró que El 5,5 % de los pacientes se
encuentran entre 20 y 34 años; el 10, 9 % entre 35 y 49 años; el 29,1 %
entre 50 y 64 años; el 36,4 % entre 65 y 79 años y el 18,2 % entre 80 y
más, lo que muestra que la incidencia de enfermedad cardiovascular
aumenta con la edad (14), encontrándose un pico alto entre los 35 y 65
años. Estos rangos de edad se proponen como una población sensible y de
especial atención, por tanto, la estimación del riesgo cardiovascular
permite priorizar la prevención primaria de las ECV hacia los mejores
candidatos, por ello debe exigirse las máximas fiabilidad y precisión
posibles a este procedimiento (15 ).
Al relacionar el
diagnóstico con los rangos de edad, se encontró que del 100 % de las
personas con insuficiencia cardiaca, el 7,9 % (3) se encontraban entre
rangos de edad entre 20 y 34 años; el 13,2 % (5) entre 35 y 49 años; el
31,6 % (12) entre 50 y 64 años; el 28,9 % (11) entre 65 y 79 años y el
18,4 % (7) de 80 y más años.
La insuficiencia cardiaca (IC) es
una de las enfermedades más frecuentes, costosas, discapacitantes y
letales a la que se enfrentan los médicos y cirujanos en la práctica
clínica. La IC se presenta entre el 1 y 2 % de la población mayor de 40
años y en el 10 % de la población por encima de los 60 años. Esto
supone que en España unas 200 000 personas, entre 40 y 60 años, y más
de 500 000 mayores de 60 años, requieren atención sanitaria por IC. La
IC es la primera causa de hospitalización en la población mayor de 65
años (causa 74.000 hospitalizaciones al año en España). La incidencia
de IC aumenta con la edad y suele superar el 1 % anual en la población
mayor de 65 años. La IC es un trastorno progresivo y letal, aun con
tratamiento adecuado (11).
Del 100 % de personas con cardiopatía
dilatada, el 21,4 % (3) se encuentran en el rango de edad entre 50 y 64
años; el 57,1 % (8) entre 65 y 79 años y el 21,4 (3) entre los 80 y más.
Del total de las personas del estudio solamente una persona padece de cardiopatía isquémica en el rango de edad de 65 y 79 años.
Del 100 % de las personas con infarto el 50 % (1) se ubica entre los 35 y 49 años, y el otro 50 % (1) entre 50 y 64 años.
La
prevención de las enfermedades cardiovasculares radica en que las
muertes por enfermedades cardiovasculares serán responsables de casi el
50 % de las muertes por enfermedades no transmisibles hasta el año
2020, pero su proporción aumentará a 34 % del total de muertes en 2010
y a 37 % en 2020 (16), según la OMS.
Del total de las personas
de sexo femenino (30), se encontró que el 3,3 % (1) están entre 20 y 34
años de edad; el 13,3 % (4), entre 35 y 49 años; el 20 % (6), entre 50
y 64 años; el 46,7 % (14), entre 65 y 79 años, y el 16,7 % (5), entre
80 y más.
Del total de personas de sexo masculino (25) se halló
que el 8 % (2) están entre 20 y 34 años; el 8 % (2), entre 35 y 49
años; el 40 % (10), entre 50 y 64 años; el 24 (6), entre 65 y 79 años,
y el 20 % (5), entre 80 y más.
El marco de investigación de Model Using de garantía de la calidad controló este estudio (17).
Distribución por diagnóstico
Del
total de las personas del estudio, el 69,1 % (38) son personas que
padecen de insuficiencia cardiaca; la enfermedad coronaria es
considerada el factor etiológico más frecuente de la insuficiencia
cardíaca (18); otros estudios han demostrado igualmente la teoría
ampliamente aceptada de que “la insuficiencia cardiaca es un estadio
final de la enfermedad coronaria” (19). Dentro de los factores de
riesgo para enfermedad coronaria se encuentra la hipertensión arterial,
la cual influye directamente sobre la insuficiencia cardiaca; se puede
observar que en nuestro estudio el comportamiento es similar: “la
hipertensión arterial explica cerca de la mitad de los casos de IC”
(11); se observa que el 1,8 % (1) de las personas tienen diagnóstico de
cardiopatía isquémica en donde el factor de riesgo predominante es
también la hipertensión arterial; algunos estudios muestran que
“laenfermedad isquémica del corazón es la causante de una cuarta parte
para desarrollar la IC” (11). “La cantidad de pacientes que padecen una
IC secundaria a enfermedad coronaria se ha incrementado paulatinamente
en el mundo durante las últimas décadas”. La IC es un síndrome que
compromete la calidad de vida y la sobrevida de los pacientes, siendo
la etapa final de patologías cardíacas y no cardíacas (20).
El
infarto se presentó en el 3,6 %, 2 personas del estudio; dentro del
manejo terapéutico se encuentra la revascularización miocárdica la cual
ha demostrado mejorar el pronóstico; sin embargo, los procedimientos de
revascularización miocárdica en esta población tienen mayor
morbimortalidad, de modo que la adecuada selección de pacientes que se
beneficiarán con la revascularización es de vital importancia (18).
Dentro
de los diagnósticos incluidos en enfermedad coronaria para esta
investigación se encuentra la cardiopatía isquémica, la cual
Se
reconoce mundialmente que la pandemia de la cardiopatía isquémica es
una de las principales causas de mortalidad. Debido a que las
modalidades modernas de tratamiento para el infarto agudo de miocardio
han reducido la mortalidad en la fase temprana, ahora hay mayor
incidencia de insuficiencia cardiaca crónica entre los supervivientes.
Las repetidas hospitalizaciones y la muerte prematura (21).
![04figura1](https://revistas.unal.edu.co/index.php/avenferm/article/download/35432/version/26628/36129/140638/xxx1-04-figura1.jpg)
El
20 % (11) tienen una capacidad funcional mínima; el 20 % (11), moderada
capacidad funcional. La insuficiencia cardiaca (IC) es una enfermedad
crónica severa con gran prevalencia. Los pacientes con IC experimentan
como consecuencia de su enfermedad limitaciones en la dieta,
dificultades para realizar el trabajo habitual y para las relaciones
sexuales, pérdida progresiva de la autonomía, ingresos hospitalarios
frecuentes y efectos secundarios de los medicamentos (22).
El 60
% (33) presentó máxima capacidad funcional. Otro aspecto de interés en
la epidemiología de la IC es que la calidad de vida está más reducida
por la IC que por otras enfermedades crónicas. La IC es, pues, no solo
letal sino discapacitante. Además, la calidad de vida relacionada con
la salud ha mostrado ser un predictor de las rehospitalizaciones y
muerte entre pacientes con IC (11).
El impacto de la
insuficiencia cardiaca en la actividad diaria de los pacientes es muy
elevado, comparable o incluso mayor que el de otras enfermedades
crónicas como la diabetes o la artrosis. Tradicionalmente se han
utilizado medidas clínicas para valorar este impacto como la
clasificación funcional de la New York Heart Association (NYHA) o la
prueba de distancia recorrida en 6 min (6MWT). La calidad de vida
relacionada con la salud (CVRS) permite conocer, desde el punto de
vista del propio paciente, cómo afecta la insuficiencia cardiaca su
vida diaria y bienestar (23).
![04figura2](https://revistas.unal.edu.co/index.php/avenferm/article/download/35432/version/26628/36129/140639/xxx1-04-figura2.jpg)
El
7,3 % (4) tienen un mejor resultado de autocuidado. El 40 % (22)
presentan un moderado resultado de autocuidado. Debido a las
deficiencias en la prescripción, el cumplimiento inadecuado en la toma
de la medicación o las dosis recomendadas, un porcentaje importante de
pacientes no recibe un tratamiento farmacológico óptimo. Asimismo, un
número reducido de pacientes cumple de forma adecuada las medidas no
farmacológicas en el seguimiento, con una baja adhesión a la dieta
hiposódica y las medidas de autocuidado, como el control de peso y la
consulta precoz ante las primeras manifestaciones de la descompensación
(24).
El 52,7 % (29) tienen un peor resultado de autocuidado.
Estas dificultades en la atención de pacientes con insuficiencia
cardiaca son más evidentes en la población anciana, con frecuente
morbilidad asociada, problemas cognitivos o depresivos, insuficiente
cobertura médica o asistencia familiar que impiden un conocimiento
adecuado de la enfermedad y el cumplimiento satisfactorio de las
medidas de autocuidado y tratamiento (24).
A menor autocuidado y menor conocimiento del manejo de la IC, mayor riesgo de reingreso hospitalario (25).
Asociación entre la capacidad funcional y los resultados de autocuidado
Para
realizar esta medición se asocia a cada modalidad un punto en el
espacio Rk de forma que, cuanto más alejado del origen de coordenadas
está el punto asociado a una modalidad de una variable, más diferente
es su perfil condicional del perfil marginal correspondiente a las
otras variables; además, los puntos correspondientes a dos modalidades
diferentes de una misma variable estarán más cercanos cuanto más se
parezcan sus perfiles condicionales y, finalmente, dichos puntos
tenderán a estar más cerca (respuesta, más lejos) de aquellas
modalidades con las que tienen una mayor afinidad, es decir, aquellas
en los que las frecuencias observadas de la celda correspondiente
tiende a ser mayor (respuesta menor) que la esperada bajo la hipótesis
de independencia de las variables correspondientes (26, 27).
![04figura3](https://revistas.unal.edu.co/index.php/avenferm/article/download/35432/version/26628/36129/140640/xxx1-04-figura3.jpg)
Como
se evidencia en el diagrama de dispersión, se observa que aplicando la
escala europea de autocuidado (círculo) efectivamente los rangos peor y
moderado se encuentran cercanos respecto del grado mejor de la misma
escala, lo que nos lleva a concluir que dentro de los primeros rangos
(peor y moderado) se hallan el mayor número de personas del estudio (40
%). En relación al autocuidado (cuadrado) se encuentra que los rangos
mínimo y moderado se localizan alejados entre ellos y el eje, y
representan el 92,7 %, y el punto cercano al eje es la calificación
mejor, lo que lleva a concluir y demostrar que solamente el 7,3 % se
ubican en el rango de máximo.
![04figura4](https://revistas.unal.edu.co/index.php/avenferm/article/download/35432/version/26628/36129/140641/xxx1-04-figura4.jpg)
En
el gráfico de discriminación se puede identificar que las variables, en
este caso, los rangos de la escala europea de autocuidado y la
capacidad funcional no guardan mucha relación entre sí; se esperaría
que los pacientes de este estudio deberían tener un mejor autocuidado
porque su capacidad funcional se encuentra muy comprometida.
DISCUSIÓN
Este
estudio mostró que, con relación a la distribución respecto a sexo y
edad, el comportamiento fue similar a lo reportado en la bibliografía.
Se destaca el reporte de aumento de enfermedad cardiovascular en las
mujeres, lo cual puede relacionarse con la tipificación diferente de la
enfermedad en la mujer. Desde el punto de vista epidemiológico, vale la
pena destacar el editorial de Barret-Connor la cual indica que, a pesar
del cúmulo de publicaciones recientes, continúa presentándose un
importante déficit de información sobre enfermedad cardiovascular y
mujer en la mayor parte de los aspectos de la cardiología,
especialmente en registros con largo seguimiento que incluyan a las
pacientes a las que normalmente no se analiza en los ensayos clínicos
(gestantes, mayores de 75 años, nivel cultural bajo) (13).
Dentro
de los factores de riesgo para enfermedad coronaria se encuentra que la
hipertensión arterial, la cual influye directamente sobre la
insuficiencia cardiaca,
se observa en el estudio un comportamiento
similar: “la hipertensión arterial explica cerca de la mitad de los
casos de IC” (11), observamos que el 1,8 % (1) de las personas tienen
diagnóstico de cardiopatía isquémica en donde el factor de riesgo
predominante es también la hipertensión arterial, algunos estudios
muestran que la enfermedad isquémica del corazón es la causante de una
cuarta parte para desarrollar la IC (11). “La cantidad de pacientes que
padecen una IC secundaria a enfermedad coronaria se ha incrementado
paulatinamente en el mundo durante las últimas décadas”. La IC es un
síndrome que compromete la calidad de vida y la sobrevida de los
pacientes, siendo la etapa final de patologías cardiacas y no cardiacas
(20), al igual que se observa una disminución en la edad de inicio de
la enfermedad cardiovascular, lo que se puede relacionar con los
estilos de vida poco saludables y el consecuente aumento de los
factores de riesgo como sedentarismo, entre otros.
En los
reportes de la capacidad funcional de las personas con enfermedad
cardiovascular se observa que está comprometida en un 40 %, frente al
no compromiso de un 60 %. Sin embargo, esta situación resulta
preocupante porque, teniendo en cuenta que la capacidad funcional se ve
comprometida a medida que la edad y la enfermedad avanzan, este grupo
de personas podría ir en aumento.
En el grupo investigado se
reporta que solo el 7,3 % de la población tiene mejor resultado de
autocuidado; los demás se reportan con autocuidado comprometido, lo que
muestra que los pacientes no están realizando acciones de autocuidado
efectivas para afrontar la enfermedad. Esta situación puede llevar a
estas personas a aumente el número de rehospitalizaciones, incremente
los costos en salud, deterioro funcional y riesgo de muerte.
Para
este estudio, el 40 % de las personas tienen una capacidad funcional
entre mínima y moderada; teniendo en cuenta que el 64 % del total de
los pacientes presentan insuficiencia cardiaca, no registran un alto
compromiso de la capacidad funcional. Es importante observar que, a
pesar del diagnóstico médico de insuficiencia cardiaca, en estas
personas no se encuentra comprometida la realización de las actividades
cotidianas, al compararse con otras enfermedades crónicas como la
diabetes o la artrosis.
El impacto de la insuficiencia cardiaca
en la actividad diaria de los pacientes es muy elevado, comparable,
incluso mayor con relación a otras enfermedades crónicas como la
diabetes o la artrosis. Tradicionalmente se han utilizado medidas
clínicas para valorar este impacto, como la clasificación funcional de
NYHA o la prueba de 6MWT. La CVRS permite conocer, desde el punto de
vista del propio paciente, cómo afecta la insuficiencia cardiaca a su
vida diaria y su bienestar (23).
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
En
relación a las características sociodemográficas de las personas con
enfermedad cardiovascular del presente estudio de investigación, se
observa que, con relación a la distribución en lo referente al sexo y
edad, el comportamiento es similar a lo reportado en la bibliografía.
Se destaca el reporte de aumento de enfermedad cardiovascular en las
mujeres, lo cual puede relacionarse con la tipificación diferente de la
enfermedad en el género femenino. Al igual que se observa una
disminución en la edad de inicio de la enfermedad cardiovascular, lo
que se puede relacionar con los estilos de vida poco saludables y el
aumento en factores de riesgo como sedentarismo, entre otros.
En
los reportes de la capacidad funcional de las personas con enfermedad
cardiovascular se encuentra que en esta se ve comprometida un 40 %,
frente al no compromiso, de un 60 %. Sin embargo, esta situación
resulta preocupante porque, teniendo en cuenta que la capacidad
funcional se ve comprometida a medida que la edad y la enfermedad
avanzan, este grupo de personas podría ir en aumento.
Es
preocupante en el grupo investigado que se reporta tan solo el 7,3 % de
la población tiene mejor resultado de autocuidado; los demás registran
un autocuidado comprometido. Esta situación puede llevar a este grupo
de pacientes a presentar un aumento creciente de rehospitalizaciones,
costos en salud, deterioro funcional y riesgo de muerte.
En
nuestro contexto se deben implementar acciones de autocuidado con
seguimiento como son los planes de alta, el cálculo de la demanda de
autocuidado en diferentes patologías, el seguimiento y visita a través
de programas especiales que contribuyan a afrontar el flagelo de la
cronicidad.
El paciente anciano con enfermedad cardiovascular
requiere mayor apoyo social del proveedor de salud para que cumpla con
las recomendaciones tanto farmacológicas como no farmacológicas de su
tratamiento y lograr así mejor autocuidado.
A pesar de que el
sexo femenino es el más afectado, de acuerdo con el estudio realizado
estadísticamente, no existe una diferencia significativa en el sexo de
los pacientes que presentan enfermedad coronaria. Esto puede estar
asociado a la falta de investigaciones en donde se tenga como objeto de
estudio específicamente a la mujer y la tipificación en la presentación
de la enfermedad en ellas, lo cual requiere implementar abordajes
específicos para establecer la realidad de esta patología en el género
femenino.
Es importante diseñar programas de promoción y
prevención de factores de riesgo cardiovasculares ya que, como
evidenciamos en el estudio, estos son el inicio de estas enfermedades.
Se
esperaría que para las personas de este estudio, las cuales tienen una
máxima capacidad funcional, el autocuidado debería estar en los rangos
máximos.
Se recomienda realizar posteriores investigaciones en las que se correlacionen autocuidado y adherencia en poblaciones mayores.
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Anexos
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