Fuente: Autoría propia

Recibido: 30/10/2024

Aprobado: 18/01/2025

Voces que resguardan al territorio de Riosucio (Caldas).

Prácticas comunitarias como redes de cuidado

Voices that protect the territory of Riosucio (Caldas).

Community practices as care networks

Vozes que protegem o território de Riosucio (Caldas).

Práticas comunitárias como redes de cuidado

Des voix qui protègent le territoire de Riosucio (Caldas).

Les pratiques communautaires comme réseaux de soins

Miguel Arango-Marín

Universidad Pontificia Bolivariana

miguel.arango@upb.edu.co

https://orcid.org/0000-0003-4012-2056

Marcela Cardona-González

Instituto Tecnológico Metropolitano

marcelacardona8213@correo.itm.edu.co

https://orcid.org/0000-0003-3460-3152

Valentina Mejía-Amézquita

Universidad Nacional de Colombia, sede Manizales

vmejiaa@unal.edu.co

https://orcid.org/0000-0002-7668-5320

Luisa Fernanda Zapata-Arango

Universidad de Caldas

luisa.zapata@ucaldas.edu.co

https://orcid.org/0000-0001-6586-0659

Cómo citar este artículo:

Arango-Marín, M., Cardona-González, M., Mejía-Amézquita, V. y Zapata-Arango, L. F. (2025). Voces que resguardan al territorio de Riosucio (Caldas). Prácticas comunitarias como redes de cuidado. BITÁCORA URBANO TERRITORIAL, 35(I): 77-88.

https://doi.org/10.15446/bitacora.v35n1.117304

ISSN electrónico 2027-145X. ISSN impreso 0124-7913. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá

[1] Este artículo recoge parte de las reflexiones teóricas y apuestas metodológicas de la tesis doctoral en proceso de elaboración titulada Los tiempos de las cosas desdeñadas. Vigencia y obsolescencia en las prácticas cotidianas de las mujeres campesinas, desarrollada en el marco del Doctorado en Diseño y Creación de la Universidad de Caldas, cohorte XII.

(1) 2025: 77-88

Autores

05_117304

Resumen

El artículo se centra en resaltar algunas prácticas comunitarias de la zona rural de Riosucio (Caldas), municipio ubicado sobre la vertiente oriental de la cordillera occidental en Colombia, encaminadas a defender y resguardar su territorio y sus formas de habitar. Para dar cuenta de ello, se recogen las experiencias de un proyecto de investigación creación de enfoque cualitativo realizado en el territorio entre el 2021y el 2023 en el cual se aplicaron técnicas etnográficas, trabajo participativo con grupos focales y talleres de co-creación con las comunidades de los cuatro resguardos indígenas que constituyen el municipio. Así, desde una apuesta analítica multiescalar que hace crítica al Paisaje Cultural Cafetero como ‘la manera’ de comprender este territorio, se propone que, en las prácticas comunitarias de los cuatro resguardos indígenas de Riosucio, es posible encontrar algunas claves para diversificar esta concepción y señalar la significación de las redes de cuidado como un aspecto fundamental para una cohesión comunitaria que trasciende las actuales formas de desarrollo y crecimiento económico. El texto concluye dando cuenta de que en estas maneras comunitarias de habitar se consolida una singular conciencia de la salvaguarda del territorio rural como una condición para la continuación de la vida.

Palabras clave: hábitat, mujer rural, paisaje cultural, investigación participativa, diseño

Abstract

The article focuses on highlighting some community practices in the rural area of Riosucio (Caldas) municipality located on the eastern slope of the western mountain range in Colombia aimed at defending and safeguarding their territory and their unique ways of living. For this purpose, the experiences of a qualitative research-creation project carried out in the territory between 2021 and the 2023 are collected. In this study, ethnographic techniques, participatory work with focus groups and co-creation workshops with the communities of the four indigenous reservations that make up the municipality were applied. Thus, from a multi-scale analytical approach that criticizes the Paisaje Cultural Cafetero as ‘the way’ to understand this territory, it is proposed that in the community practices of the four indigenous reservations of Riosucio it is possible to find some keys to diversify this conception and point out the significance of care networks as a fundamental aspect for a community cohesion that transcends the current forms of development and economic growth. The text concludes by stating that in these community ways of living, a unique awareness of the safeguarding of rural territory is consolidated as a condition for the continuation of life.

Keywords: habitat, rural women, cultural landscape, participatory research, design

Resumo

O artigo concentra sua atenção em destacar algumas práticas comunitárias na zona rural de Riosucio (Caldas), município localizado na encosta leste da cordilheira ocidental da Colômbia destinadas a defender e proteger seu território e suas formas únicas de viver. Para dar conta disso, são coletadas as experiências de um projeto de pesquisa-criação qualitativa realizado no território entre 2021 e o 2023, onde técnicas etnográficas, trabalho participativo com grupos focais e oficinas de cocriação com as comunidades das quatro reservas indígenas que fazem até o município. Assim, a partir de uma abordagem analítica multiescalar que crítica a Paisaje Cultural Cafetero como ‘a forma’ de compreender este território, propõe-se que nas práticas comunitárias das quatro reservas indígenas do Riosucio seja possível encontrar algumas chaves para diversificar esta concepção e apontam a importância das redes de cuidados como aspecto fundamental para a coesão comunitária que transcende as formas actuais de desenvolvimento e crescimento económico. O texto conclui percebendo que nestes modos de viver comunitário se consolida uma consciência única de salvaguarda do território rural como condição para a continuação da vida.

Palabras-chave : habitat, mulheres rurais, paisagem cultural, investigação participativa, design

Résumé

L’article met l’accent sur la mise en évidence de certaines pratiques communautaires de la zone rurale de Riosucio (Caldas) municipalité situé sur le versant oriental de la chaîne de montagnes occidentale de Colombie visant à défendre et protéger leur territoire et leurs modes de vie uniques. Pour en rendre compte, sont rassemblées les expériences d’un projet de recherche-création qualitative réalisé sur le territoire entre 2021 et 2023, où techniques ethnographiques, travail participatif avec groupes de discussion et ateliers de co-création avec les communautés des quatre réserves autochtones qui font jusqu’à la municipalité. Ainsi, à partir d’une approche analytique multi-échelle qui critique le Paisaje Cultural Cafetero comme ‘la manière’ de comprendre ce territoire, il est proposé que dans les pratiques communautaires des quatre réserves indigènes de Riosucio il soit possible de trouver quelques clés pour diversifier ce territoire. conception et soulignent l’importance des réseaux de soins en tant qu’aspect fondamental de la cohésion communautaire qui transcende les formes actuelles de développement et de croissance économique. Le texte conclut en constatant que dans ces modes de vie communautaires se consolide une conscience unique de la sauvegarde du territoire rural comme condition de la continuation de la vie.

Mots-clés : habitat, femme rurale, paysage culturel, recherche participative, conception

Introducción

Este artículo hace parte de los resultados de un proyecto de investigación creación financiado por MinCiencias y cofinanciado por cuatro universidades y un centro cultural de reconocida trayectoria, llevado a cabo entre 2021 y 2023 en Riosucio (Caldas)[1][2]. Dicho proyecto contó con un equipo de investigadores e investigadoras de diversas disciplinas proyectuales y de la creación, tales como el diseño, la arquitectura, la comunicación y las artes visuales, así como de las ciencias humanas, como la antropología y la filosofía. Por su decidida apuesta, participativa y situada, se consolidó a partir de la vinculación de diversas comunidades pertenecientes a los cuatro resguardos indígenas que constituyen el municipio, a saber: el Resguardo Indígena Nuestra Señora Candelaria de la Montaña, el Resguardo Indígena de Origen Colonial de Cañamomo Lomaprieta, el Territorio Ancestral Resguardo Indígena San Lorenzo y el Resguardo Indígena de Escopetera y Pirza (ver Figura 1).

El propósito manifiesto de la investigación fue el re-narrar, en voz de la mujer rural, los saberes tradicionales que garantizan la producción y reproducción de la cotidianidad de las viviendas campesinas, las labores de cuidado doméstico y el resguardo del territorio. Así, en el marco de este ejercicio, fue posible dar cuenta de una serie de prácticas comunitarias que se reconocen en este trabajo como acciones estructurales para la defensa y la preservación de unas formas de habitar singulares. Estas prácticas, en apariencia disgregadas en cada uno de los resguardos, hacen de Riosucio un territorio diverso, pluriétnico y multicultural que trasciende, por mucho, las definiciones homogeneizantes del paisaje cultural cafetero, con el que se pretende cobijar, cubrir y, ciertamente, velar esta región.

El entramado conceptual para el reconocimiento de estas prácticas comunitarias, como parte de unas redes de cuidado del territorio, se sustentó en una comprensión interrelacionada de las nociones de hábitat y de paisaje cultural, así como de sus formas de manifestación multiescalares.

En el marco de esta investigación se entienden las prácticas comunitarias como acciones colectivas vinculadas a un saber con el cuerpo, un saber con otros, que se transmite y se preserva y que, en el reconocimiento de lo vital y común, trasciende la visión de las prácticas rurales asociadas únicamente al trabajo y la producción del suelo (Tinjacá, 2023). Con ello, las prácticas cotidianas que se despliegan en la ruralidad adquieren significación especial en la medida en que se las entiende como acciones encaminadas a la construcción consensuada de lo que les es común y vale la pena gestionar y cuidar colectivamente, como es el caso, por ejemplo, de fuentes hídricas esenciales para la vida o de hitos geográficos y del paisaje cultural de alto valor ecosistémico y simbólico (García et al., 2021).

En consecuencia, se entienden aquí las redes de cuidado como formas de agencia comunitarias relacionales no individualizantes que, en el contexto rural, pasan necesariamente por el agenciamiento de las mujeres, puesto en práctica no como un don o una vocación, sino como un saber ser y estar, un saber cuidar de ellas, de los otros y de otras formas de vida en el ámbito familiar y comunitario (Osorio, 2015; Kunin, 2018). Adicionalmente, se suscriben aquí aquellos planteamientos que valoran otros modos de habitar, producir y consumir, en una palabra, de cuidar, que son puestos en evidencia por unas formas de vida campesinas e indígenas latinoamericanas (Celiberti, 2023; Puelo, 2023). Estas formas se resuelven en vías alternativas a una organización social neoliberalizada y pasan por redes de solidaridad, ayuda mutua y formas de cooperativismo ante las dificultades y la precariedad (Draper, 2018).

A su vez, se entiende el hábitat como la interrelación que se establece entre las personas, los artefactos y las espacialidades, y que se concreta en las prácticas cotidianas espacializadas que hacen posible la producción y reproducción de la vida humana en el territorio (Yory, 2007; Echavarría, 2009; Gutiérrez, 2009).

Por su parte, el paisaje cultural hace alusión a la acción y performatividad de las personas sobre la geografía, esto es, a las maneras en que las personas de la zona rural de Riosucio viven, cultivan y producen su territorio, modificándolo para vivir y habitar en él, es decir, la manera en que la territorialidad se hace manifiesta. En otras palabras, es la huella que deja un grupo humano al habitar y que puede percibirse a través de los sentidos, por ello es susceptible de ser leída, para la comprensión de las prácticas que le dan forma (Fernández, 2006; Cruz y Español, 2009; Martínez, 2017).

Ahora, en cuanto a la dimensión multiescalar, esta es entendida como las múltiples escalas que se pueden tener sobre la comprensión integral de un territorio. Así, por ejemplo, los problemas de planificación estarán asociados a esos niveles escalares sobre los que se ve, se estudia y se entiende el territorio (Arboleda. 2007; Lussault, 2015; Ramírez y López, 2015). Bajo este esquema de diversos niveles o dimensiones escalares, si se asume la lectura de las problemáticas territoriales en una escala menor, es decir, en una dimensión escalar del lugar, es posible explicitar los modos en que se materializan los grandes problemas globales en escenarios locales (Santos, 1996; Massey 2004; Massey, 2013).

De este modo, grandes problemas como la ganadería extensiva de ladera, los monocultivos, principalmente de café, y los intereses mineros auríferos de grandes corporaciones internacionales (Corales-Roa, 2011; Centro Nacional de Memoria Histórica, 2022), encuentran formas de contención en pequeñas acciones, micro escalares. Las mujeres rurales constituyen pequeñas parcelas de posibilidad claves para la preservación, la conservación y la materialización de otras formas de vida posible frente a las grandes crisis contemporáneas (Cárdenas y Orozco, 2022).

Esta conjunción de aproximaciones fue precisamente la que configuró la narrativa en la investigación creación, una que posibilita relacionar pequeñas prácticas de los cuatro resguardos encaminadas a la resistencia, la defensa y el mantenimiento de sus territorios y de las formas singulares de habitar en él. Se hace referencia concretamente a prácticas comunitarias tales como: el rescate y salvaguarda de semillas autóctonas de la región, el mantenimiento de las cocinas tradicionales con fogón a leña, la consolidación de trapiches familiares y comunitarios y los procesos de asociatividad en torno a los saberes artesanales propios del territorio.

Metodología

Este trabajo se sitúa en la premisa de que los procesos creativos que son llevados a cabo por las disciplinas proyectuales y del campo de las artes son, en sí mismos, formas de generación de nuevo conocimiento que amplía las discusiones disciplinares cuyos resultados, si se indagan en compartimentos estancos, serían visiblemente reducidos, ampliando la mirada para dar cuenta de aspectos socio culturales que, de otro modo, quedarían invisibilizados (Gil y Laigelet, 2013; Ballesteros y Beltrán, 2018).

Justamente por estas razones, este proyecto fue concebido y desarrollado desde las apuestas teóricas y metodológicas de la investigación creación del diseño, las artes y la arquitectura. La fuente primaria reside en los saberes con el cuerpo (Bourdieu, 2007), el sentir y el pensar (Ramírez, 2023), el viaje y el trabajo de campo como aspectos esenciales de este tipo de procesos investigativos (Ferro, 2011; Careri, 2014; Arango, et al., 2019; Careri, 2014). Valga precisar que los ejercicios co-creativos dependen del trabajo colaborativo con las personas de las comunidades (Garduño, 2018), del despliegue de los talleres co-creativos con grupos focales (Patiño et al., 2023), de las conversaciones reposadas y asentadas en redes de confianza para develar la intimidad cuidada y del reconocimiento consciente de las pequeñas acciones que le dan vida y sentido al territorio, hasta constituirse en los pilares para el desarrollo del proyecto. Adicionalmente, un componente clave de la dimensión metodológica y sustrato de la lógica hibridada que permitió que esta investigación creación deviniera en la comprensión multiescalar y pluridimensional del fenómeno, fue la participación activa, sinérgica, horizontal y dialogante de una base de trece coinvestigadoras y coinvestigadores de la región, y del departamento de Antioquia, vinculados a la indagación situada, consentida y con-sentido territorial y comunitario.

Como se anunció, esta investigación creación se formalizó, tanto con las comunidades como con las entidades financiadoras, en el cierre del año 2020 y se desplegó entre enero del 2021 y junio del 2023; se buscó la comprensión de las formas de constitución de un paisaje cultural vivo y diverso, a partir de la observación participante, las conversaciones y los trabajos prácticos con unos grupos específicos de lideresas comunitarias, asociación de artesanas, familias con iniciativas productivas y gestoras culturales. En concreto, se llevaron a cabo 15 salidas de campo, cada una de ellas con una duración que osciló entre los cuatro a cinco días de trabajo, caracterizados por la realización de visitas a viviendas específicas, a centros comunitarios y a las centralidades de los resguardos. Además, se implementaron talleres participativos, recorridos territoriales guiados y espacios de conversación comunitarios consensuados y ‘con-sentidos’.

En dichos encuentros se trabajó con un equipo base de 41 mujeres de los cuatro resguardos de Riosucio, con quienes se implementaron 12 talleres co-creativos a modo de grupo focal para reconocer sus saberes relacionados con el cuerpo, con sus formas de usar los objetos, con sus modos de habitar y con sus maneras de estar a nivel comunitario y territorial. En estos encuentros se diseñaron instrumentos diversos para el levantamiento participativo y co-creativo de la información, a saber, primero, la realización de unas corpografías como estrategia para dar cuenta de los saberes cotidianos que estas mujeres ponían en práctica para hacer la casa, para cuidar de sus seres queridos, sus animales, sus plantas, sus vecinas y vecinos y su entorno cercano. Segundo, el desarrollo de unas cartografías de sus propias viviendas para poner de manifiesto cómo estos saberes corporales se despliegan en la espacialidad doméstica y en su contexto inmediato. Tercero, la construcción colectiva con cada comunidad de unas cartografías de una escala mayor a partir de recorridos territoriales que conectaban los saberes del cuerpo y de la casa con el contexto comunitario, explicitando así las redes de cuidado que establecen con su comunidad, en tanto configuración de su territorialidad. Cuarto, la realización de procesos co-creativos para la materialización de artefactos expositivos, objetos artesanales y productos audiovisuales que permitieran condensar, divulgar y re-narrar esos saberes, como unas formas de vida incorporadas, potentes, creativas y vigentes (ver Figura 2).

Resultados:
Voces y Prácticas de los Cuatro Resguardos

Para abordar este apartado se sigue la premisa de que las condiciones geográficas y espaciales de una región se hacen territorio en la medida en que se las vincula con las dinámicas del habitar, es decir, la manera en que las personas lo nombran, lo hacen propio, lo modifican, le dan sentido y lo vinculan a su vida consolidando un paisaje cultural. Con esto en mente, los resultados de este trabajo se presentan en una triple dimensión articulada desde lo testimonial, lo descriptivo y lo visual, dando cuenta de las prácticas comunitarias que, a pequeña escala, vienen resguardando el territorio rural de Riosucio a partir de la voz y las redes de cuidado de las mujeres que lo habitan.

Desde el Resguardo Indígena de Nuestra Señora Candelaria de la Montaña

Ubicado al noroccidente de la región encontramos el Resguardo Indígena de Nuestra Señora Candelaria de la Montaña, el más extenso de los cuatro, en porción de tierra. Es el límite político-administrativo entre los municipios del suroccidente antioqueño y los demás resguardos de la zona rural que pertenece actualmente al departamento de Caldas. Tiene una fuerte influencia campesina y de trabajo de la tierra, siendo ampliamente destacada la siembra del café; de ahí que la mayoría de las prácticas narradas en este lugar tuviesen que ver con el cuidado de animales y cultivos, lo cual implica el entendimiento de las prácticas del cuidado de la tierra, el saber de las semillas y el cuidado de la vida de quienes han sido domesticados.

Mi abuelo fue el que me enseñó a trabajar al ganado, todo, me mandaban a dar vuelta, me decía, mija apréndase esto […] me enseñaron a ordeñar, a hacer queso, todo, mi abuelo me enseñó hasta a alambrar, tenía yo como 9 o 10 años. (Ruth Albany Cañas de la comunidad El Salado, comunicación personal, 26 de octubre del 2021)

En este sentido, las redes de cuidado que se entretejen en esta zona están estrechamente relacionadas con las redes familiares, pues los saberes del campo se aprenden de mayores y se enseñan a las y los hijos. Esta es una apuesta por la repetición del cuidado sobre el territorio de generación en generación, fortalecido por el hecho de que la familia casi siempre vive en la misma comunidad, lo que se afianza por redes de vecindad y de compadrazgo o comadrazgo en el quehacer cotidiano: “Estamos en familia, vemos crecer y producir las plantas, imaginamos ricos platos, transformamos los productos de la huerta que cultivamos en familia con la ayuda de mi madre que es custodia de semillas” (Yulieth Morales Bañol de la comunidad El Salado, comunicación personal, noviembre 12 del 2021).

Se consolida así una primera red de cuidado gestada en la casa, que propende por expandir los saberes en el tiempo, multiplicada cuando una hija o un hijo forman su hogar propio cerca, garantizando que el paisaje cultural identitario y sus prácticas del cuidado sean heredadas y apropiadas por nuevas generaciones, en atención a la vida del día a día.

Desde el Resguardo Indígena de Origen Colonial de Cañamomo y Lomaprieta

Es uno de los resguardos con mayor antigüedad en su consolidación organizativa para la defensa del territorio y sobre el uso de la tierra. Está ubicado en la cadena montañosa de la Cordillera Occidental sobre los límites político-administrativos de los municipios de Riosucio y Supía, Caldas. Las diversas comunidades ubicadas en las laderas de los cerros tienen, entre otras actividades productivas asociadas a climas templados y cálidos, la cosecha de caña de azúcar y la producción de panela. Aquí se reconoció la capacidad de las comunidades para conformar ‘casas colectivas’, es decir, sistemas habitacionales compartidos, construidos a partir de las relaciones establecidas entre las viviendas familiares y los espacios comunitarios que garantizan el acceso físico y simbólico de las y los habitantes de la comunidad a todos los espacios de su territorio.

Si se toma como referencia el sistema productivo de la caña de azúcar, se evidencia una interrelación de los cerros, las espacialidades, las familias, los vecinos, los productos y las ventas. Esta interrelación mapea las redes generadas por las prácticas comunitarias que, buscando un sostén económico, generan redes de cuidado entre vecinos y familia. Los hitos espaciales más relevantes de este sistema son los trapiches, cuya consolidación puede ser familiar o vecinal; estos se establecen como lugares públicos/privados que le implican a las y los participantes llegar a acuerdos, organizarse y apoyarse, pues lo que les es propio es, a su vez, sustrato de lo común: “A veces molemos tres, cuatro familias, hay veces que muele una sola por día, pero es como una forma también de apoyarse mucho en los vecinos porque de eso se trata” (Sonia Cañas de la comunidad de Portachuelo, comunicación personal, enero 22 del 2022).

Estas apuestas comunitarias son complejas, traen discusiones y obstáculos en su desarrollo. Aun así, han sido y siguen siendo la apuesta elegida para relacionarse con los otros y con la producción, se reconocen como una forma amable y compartida de aprovechar los recursos del territorio y su beneficio económico. Con esto se ponen de manifiesto otras formas de entender la explotación de la tierra, una mirada que balancea con igual importancia la producción agrícola, el bienestar del territorio y el vínculo emotivo con este.

En este momento ya entendí, gracias a los saberes, gracias a tocar la tierra todos los días, gracias a tener contacto con los pueblos indígenas, gracias a esa misma espiritualidad que va llegando por el proceso […] que no es solamente para tener dinero, de pronto es para poder subsistir, para hacer productiva, con productos bonitos llenos de buena vibra, la madre tierra […] y me di cuenta que cuando empecé a hacer ese proceso, las plantas se sembraban y crecían tranquilamente” (Sandra Calvo Pinzón habitante de la comunidad de Tumbabarreto, comunicación personal, enero de 22 del 2022).

Así, las redes comunitarias expanden las casas, extrapolan las acciones de cuidado que las y los habitantes tienen sobre sus hogares al exterior de sus viviendas, permiten que lugares como los trapiches vecinales sean epicentro de colaboración y organización para el cuidado cooperativo del territorio.

Desde el Territorio Ancestral Resguardo Indígena San Lorenzo

El centro del resguardo se encuentra ubicado en una hondonada montañosa a veinte minutos en carro de la zona urbana de Riosucio. Esta centralidad, puesto que la zona está rodeada por un territorio alto y biodiverso, dinamiza las relaciones entre sus comunidades, allí se encuentran, entre otras cosas, la parroquia, el mercado que se instala cada domingo y la Casa de la Cultura Resguardo Indígena San Lorenzo. La sensación de custodia que transmiten los cerros que rodean esta ubicación no es ajena a las intenciones de sus pobladores. De esta manera, la postura de las autoridades indígenas en este resguardo se da a partir de la atención y el escrutinio sobre las miradas y acciones externas al territorio:

San Lorenzo es un territorio sagrado, en esta tierra está la memoria de nuestras madres y nuestros padres. De nuestros ancestros. Al ser sagrado lo protegemos de intereses externos que quieren venir aquí a sacar provecho de unos recursos que para extraerlos tendrían que destruirlo (Manuela Delgado Bañol de San Lorenzo, comunicación personal, 19 de febrero del 2023).

Es de resaltar que el cuidado no solo tiene que ver con generar unas condiciones posibles para que la vida siga desenvolviéndose, sino que se relaciona con condiciones de dignidad, de preservar la existencia, las memorias y a las y los ancestros. Esto constituye una red para la defensa territorial desde la concepción de lo sagrado, una red que evidencia la presencia de presiones externas que amenazan las maneras de habitar este territorio y que gesta prácticas para la resistencia. Entre las diversas formas que se encontraron, el saber artesanal y su posibilidad de producción asociativa fue característico de este resguardo.

En la Casa de la Cultura se encuentra la tienda y espacio de reunión de CISLOA (Cultura Indígena San Lorenzo Artesanal) una asociación de artesanas y artesanos que en su mayoría desarrollan productos desde la cestería y la tejeduría. Su apuesta es la de reunir y divulgar el trabajo artesanal que se viene desarrollando tradicionalmente en las comunidades distantes y dispersas del resguardo.

Aprendí la canastica, la estera. Hace 57 años […] yo le enseñé a mucha gente […] le enseñé a todos los de por acá, a todos los que me pedían el favor […] yo empecé a trabajar en la artesanía desde los 10 años […] aprendí a cultivar, cosechar y preparar la palma de ver a nuestra madre y abuela. También aprendí a tejer la artesanía viendo como la abuela trabajaba […] con la Asociación conocimos a las compañeras y vendemos nuestro trabajo […] con las canastas que hacemos mantenemos la tradición (Rosa Elena y María Belén artesanas de CISLOA de San Lorenzo, comunicación personal, 18 de febrero del 2023).

Las prácticas artesanales producen artefactos útiles y comercializables, a la vez que fomentan un valor educativo y de identidad. En este caso se encontró que son elementos y acciones concretas que se vinculan con redes de saberes para la preservación cultural, y que lo que se proponen en mayor escala es contribuir a la defensa de ese territorio sagrado a partir de contar historias en pequeña escala.

Desde el Resguardo Indígena de Escopetera y pirza

Desde el borde de Bonafont, la centralidad del resguardo, se tiene una vista privilegiada hacia el Valle de los Pirzas, una apertura entre la cadena montañosa de la Cordillera Occidental que se comparte con el departamento de Risaralda. En esas montañas que se abren al valle se asientan las comunidades del resguardo. Aquí se encontraron saberes entrelazados a la soberanía posible sobre las semillas, los cultivos y el cuidado de los animales cuyo epicentro físico es la Cocina Tradicional El Claret, un lugar dedicado a la resistencia, la transmisión de saberes, la preservación de la tradición oral y el custodio de semillas para preservar la memoria.

Soy la dueña y dinamizadora de este proyecto de cocina tradicional. Acá dentro de nuestra comunidad indígena […] en nuestra comunidad acá en nuestro territorio nos vemos amenazados por los monocultivos, ejemplo caña, plátano, café sobre todo. Y nuestra manera desde la cocina de contrarrestar esa parte la estamos haciendo desde la soberanía alimentaria y recuperando semillas nativas y tradicionales que las estamos transformando para llevarlas al público y a nuestra población como una estrategia de resistencia (Luz Mary Bartolo de la Comunidad el Claret, comunicación personal, 16 de agosto del 2022).

Desde las conversaciones, se pone en evidencia una comunidad donde las mujeres, con su apertura, han posibilitado la construcción del diálogo alrededor de las prácticas domésticas de cuidado, de la cocina tradicional y de la manera en la que un territorio se hace y se preserva para resistir y permanecer en él. Aquí, las prácticas comunitarias muestran un despliegue territorial que es capaz de entrelazar montañas, caminos, mujeres, hombres, abuelas, abuelos, jóvenes, niñas y niños y, desde la oralidad y el hacer, enseñan y aprenden caminos posibles para la soberanía y la convivencia.

Ahora bien, lo expuesto pone en evidencia que las acciones comunitarias de cada una de las comunidades de los cuatro resguardos tienen unas formas singulares de materializar los cuidados que resguardan el territorio desde el saber, el cuerpo, los artefactos, la casa y el territorio (ver Figura 3).

Discusión: hacia unas Redes de Cuidado

Una red se caracteriza por la vinculación de puntos de concentración y confluencia de material, de información e, incluso, de memorias. En estos nodos pueden concentrarse datos, discursos, simbologías y, para efectos de este trabajo, prácticas comunitarias. Estas prácticas, de forma aislada, pueden parecer inocuas y poco trascendentes a una escala de mayor calado. Sin embargo, se plantea aquí que estos nodos de prácticas comunitarias están unidas por unas redes que, en voz de las mujeres rurales de los cuatro resguardos de Riosucio, cuidan el territorio y sus formas de vida. Al hacerlo, se reconoce su potencia como acciones concretas que, interrelacionadas (entendidas como una red), se ponen cotidianamente en práctica para generar formas de contrapeso resistentes a intereses productivo-económicos convencionales que ‘des-futirizan’ (Fry, 2020), expropian y desestructuran los discursos homogeneizantes que, por su parte, invisibilizan y aplanan la realidad y sus posibilidades de constitución de otros futuros posibles.

En este contexto, este trabajo hace explícitas las relaciones entre esos nodos de prácticas comunitarias que se establecen como formas de habitar concretas que, al estar vinculadas, amplían su accionar de la microescala del lugar a la macro escala territorial.

Así, al entender las diferentes prácticas comunitarias de los cuatro resguardos a partir aquello que comparten en términos discursivos y de puesta en práctica cotidiana en las dinámicas de producción y reproducción de la vida familiar y comunitaria, se hacen explícitos los principios estructurales que hacen posible que esos modos de habitar se mantengan en el tiempo. Con ello, las reiteradas expresiones de las mujeres de los cuatro resguardos vinculadas al proyecto, al referirse a que en sus maneras de vida es indispensable estar en equilibrio con ‘la madre naturaleza’, ‘la madre tierra’ o ‘la casa común’, hacían alusión a un entendimiento de fondo de su estrecha vinculación con el ecosistema del que ellas y las demás personas de su comunidad hacen parte.

En tal sentido, bien sea que las prácticas de un resguardo se articulen con el fomento de la cocina tradicional como una manera de recuperar la memoria a través de la integración de la chagra, el comedor y el paladar, o en la generación de agrupaciones de mujeres encargadas de sembrar, educar y promover el cultivo de una heterogeneidad de semillas propias, o en la consolidación de iniciativas productivas comunitarias y familiares en donde se establecen acuerdos para la distribución de labores y ganancias económicas colectivas, o en la asociatividad en torno a un saber artesanal transmitido por generaciones, en cualquier caso son, todas ellas, prácticas que buscan reafirmar sus modos de vida y, en consecuencia, contribuyen al cuidado de sí mismas, de las otras personas, de otras formas de vida. En pocas palabras el cuidado del territorio de Riosucio.

Entendido así el asunto, es posible reconocer que esa red de nodos de sentido (léase de prácticas) que mantienen cotidianamente los lazos comunitarios de cada resguardo se caracteriza por su heterogeneidad en términos de que cada nodo es una manifestación distinta de esas formas de cuidado. Y si esto es así, el paisaje cultural de Riosucio, enmarcado por el macro relato del Eje Cafetero como aquel territorio constituido a partir de la migración de colonos blancos que hicieron suya y productiva esa geografía escarpada con el cultivo del café, se muestra, cuando menos, limitado.

En efecto, lo que se quiere señalar aquí es que en el abordaje interrelacionado de las redes de cuidado sustentadas en las prácticas más cotidianizadas de las mujeres que habitan los cuatro resguardos de Riosucio, se encuentran una pluralidad de componentes que confeccionan un paisaje cultural más robusto, dinámico y complejo que, a modo de crisol pluriétnico y multicultural, desestabiliza y subraya con énfasis las limitaciones de aquel que ha colonizado la narrativa cultural y paisajística de la región.

Y esta comprensión plural de este paisaje cultural, ya no solo cafetero, sino también indígena, feminizado, comunitario, de juntanza y de redes de cuidado colectivas, no es una cuestión autoevidente ni una claridad menor. Por el contrario, hacer evidente que dicha geografía se hace paisaje cultural, entre otros asuntos, por la vinculación de las pequeñas y diversas acciones del día a día de las mujeres de los cuatro resguardos, es reconocer que en su constitución territorial se ponen en juego unas claras apuestas por el mantenimiento de la vida de la ‘casa común’ a largo plazo.

Conclusiones

Con lo expuesto, se reconoce que en este texto se hace síntesis del proyecto de investigación creación en tres coordenadas interrelacionales que lo hicieron posible: el viaje como método, la creación conjunta como posibilidad de comprensión de los procesos comunitarios y la idea de que la conexión de las prácticas comunitarias se establece como una red de cuidado del territorio.

En relación con la primera coordenada puede decirse que el viaje fue un elemento clave para llegar a las comprensiones acá expuestas, pues no sólo hay diversos saberes y disciplinas puestas en conversación, sino también latitudes que de manera sincrónica y asincrónica se fueron entrelazando. Bien señala Careri (2014) que “En la base del viaje hay a menudo un deseo de mutación existencial. Viajar es la expiación de una culpa, una iniciación, un acrecentamiento cultural, una experiencia…” (p. 34) haciendo alusión al movimiento y a la experiencia como cimiento.

Así, esta práctica del viaje y del andar en esta experiencia permitió repensar y replantear de manera emergente cada paso metodológico que se dio durante el trabajo de campo y comprender y acoplarse a los tiempos, las lógicas cotidianas de cada comunidad y a las vías de acceso de cada territorio con sus retos y particularidades; saberes como subir montañas, montar en jeep y montar a caballo se evidenciaron durante los recorridos como otras de las formas de transitar y leer el paisaje. La experiencia del andar como lo menciona Careri, más allá de atravesar físicamente un espacio, implica también la transformación del lugar en la medida que se carga de sentido y de relatos. El viaje y el andar vinculan, transforman, atraviesan y posibilitan la creación y la re-narración de un territorio.

La segunda coordenada pone en valor la investigación creación como oportunidad para concretar diálogos desde sus claras apuestas de la co-creación y el reconocimiento de los saberes cotidianos como fuente indispensable para la comprensión de los lugares en donde se trabaja. Se generan así entornos de conversación entre diversos puntos de vista, actores y escenarios. Además de lograr una construcción de conocimiento, es natural que en su desarrollo los espacios de creación incluyan escuchas activas e interesadas en los otros puntos de vista. Con ello, este tipo de investigación se presenta como una alternativa posible por su característica para localizar y micro-escalar proyectos de gestión territorial en donde se apuesta por una participación genuina y no solo nominal de las comunidades directamente implicadas. De esta manera, los proyectos de gestión y planeación territorial que plantean apuestas de futuro para colectividades y comunidades concretas y localizadas deberían partir de lecturas territoriales desarrolladas a partir de conversaciones consensuadas y con-sentidas con esas mismas personas que ya están viviendo, haciendo y planeando, en sus propios términos, sus territorios.

Resta por decir, como tercera coordenada, que las prácticas comunitarias de los resguardos de Riosucio, entendidas como redes de cuidado, no han sido consideradas aquí como acciones de comunidades tradicionales que tienen valor por su vínculo con unos modos pasados de habitar unas geografías aisladas y sin conexión con las dinámicas nacionales y globales. Por el contrario, lo que se ha buscado es resaltar dichas prácticas como acciones concretas para la defensa y el resguardo de un territorio en disputa. Como acciones que, si bien beben de saberes pasados, se transforman para operar en el presente con decisión y claridad. Como acciones que, en todo caso, están realizando, en el ahora, otras posibilidades de futuros en clave del cuidado de lo propio y de lo otro, de la preservación de la casa común, de la pedagogía de unas formas del ser y del estar que se siembra, se mantiene, se cosecha, se cocina, se conversa, se hace voz, se pone en práctica, se transmite, se transforma y se preserva.

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  1. [1]

  2. [2] Se hace referencia al proyecto Casadentro, saberes tradicionales de la domesticidad cotidiana en narrativas de mujer. Financiado por MinCiencias y Cofinanciado por la Universidad de Caldas, Universidad Nacional de Colombia, Universidad Pontificia Bolivariana, Universidad Pedagógica Nacional y la Alianza Francesa, Manizales

Miguel Arango-Marín

Doctor en Ciencias Humanas y Sociales, Magíster en Estudios Humanísticos y Diseñador Industrial. Se interesa por la constitución de las subjetividades y las ciudadanías, los estudios urbanos y rurales, las estéticas expandidas, el patrimonio cotidiano, las aproximaciones contemporáneas de los estudios críticos de las disciplinas creativas y los diálogos posibles entre el diseño y los saberes artesanales.

Marcela Cardona-González

Magíster en Hábitat y Diseñadora Industrial. Sus principales temas de investigación han sido el carácter relacional y espacial de los artefactos como puerta de entrada para la comprensión de fenómenos sociales en el hábitat, el diseño territorializado como una apuesta por construir futuros más sostenibles y el diseño como posibilitador de puentes de diálogo.

Valentina Mejía-Amézquita

Doctora en Diseño y Creación, Magíster en Filosofía, Especialista en Gestión Inmobiliaria y Arquitecta. Sus áreas de interés son la interrelación crítica entre la estética, la arquitectura, el diseño y la creación, la domesticidad y la vida cotidiana, la vivienda y las prácticas del habitar, el hábitat rural y urbano, las identidades y las prácticas culturales.

Luisa Fernanda Zapata-Arango

Magíster en Diseño y Creación Interactiva, doctoranda en Diseño y Creación y Diseñadora Industrial. Sus investigaciones se enfocan en la dimensión estética y simbólica de los artefactos de uso cotidiano y en las prácticas del día a día ligadas al habitar, en la esfera de lo doméstico y territorial.

Autores

Prácticas comunitarias como redes de cuidado

Voces que resguardan al territorio de Riosucio (Caldas).

Prácticas comunitarias como redes de cuidado

Prácticas comunitarias como redes de cuidado

Figura 1. Mapa de referenciación geográfica de los cuatro resguardos indígenas de Riosucio (Caldas)

Fuente: Elaboración del equipo de investigación creación.

Prácticas comunitarias como redes de cuidado

Prácticas comunitarias como redes de cuidado

Figura 2. Esquema ilustrado del proceso co-creativo de la investigación creación

Nota: Se presentan algunos de los instrumentos, talleres y resultados de los ejercicios de diálogo con las comunidades.

Fuente: Elaboración del equipo de investigación creación.

Prácticas comunitarias como redes de cuidado

Prácticas comunitarias como redes de cuidado

Prácticas comunitarias como redes de cuidado

Figura 3. Esquema ilustrado que hace explicitas las prácticas comunitarias singulares de cada uno de los cuatro resguardes de Riosucio (Caldas).

Fuente: Elaboración del equipo de investigación creación.

Prácticas comunitarias como redes de cuidado

Prácticas comunitarias como redes de cuidado

Prácticas comunitarias como redes de cuidado

Prácticas comunitarias como redes de cuidado

Fuente: Autoría propia

Gestión del riesgo en los márgenes urbanos.

Los refugios temporales como ensamblajes de respuesta

Disaster risk management at the urban margins.

Temporary shelters as response assemblages

Gestão de riscos nas margens urbanas.

Abrigos temporais como montagens de resposta

Gestion des risques en marge de l’urbain.

Abris temporaires comme des assemblages de réponse

Manuel Orlando Lozano

Universidad Autónoma de Guerrero

20255704@uagro.mx

https://orcid.org/0000-0002-9398-9107

Héctor Becerril

Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación

hbecerrilmi@uagro.mx

https://orcid.org/0000-0001-5794-5740

Cómo citar este artículo:

Lozano, M. O., Becerril, H. (2025). Gestión del riesgo en los márgenes urbanos. Los refugios temporales como ensamblajes de respuesta. BITÁCORA URBANO TERRITORIAL, 35(I): -101.

https://doi.org/10.15446/bitacora.v35n1.117317

Recibido: 30/10/2024

Aprobado: 27/01/2025

ISSN electrónico 2027-145X. ISSN impreso 0124-7913. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá

(1) 2025: -101

Autores

06_117317

Resumen

Los procesos de urbanización en las ciudades del sur, caracterizados por la desigualdad y la pobreza, se ven agravados por una creciente vulnerabilidad al cambio climático. En particular, las ciudades pequeñas y medianas representan un gran desafío, ya que tienden a tener limitadas capacidades y recursos, mientras que el conocimiento sobre estas es escaso, fragmentado y poco sistematizado. Buscando contribuir a abordar esta brecha, este artículo se centra en los procesos de respuesta ante huracanes en Acapulco localizado en la periferia de lo urbano y la academia. A través de un enfoque de ensamblajes, el artículo analiza el despliegue de refugios temporales en la colonia Llano Largo tras los huracanes Ingrid y Manuel (2013) y Otis (2023). Este artículo argumenta que los refugios se configuran como ensamblajes socio-material y afectivos con, sin y a pesar de las autoridades gubernamentales, e influenciados por la trayectoria de desarrollo de Llano Largo y las características propias de los huracanes antes mencionados. A partir de estos hallazgos, el artículo delinea posibles alternativas para la gestión del riesgo y la planeación para y desde los márgenes de lo urbano.

Palabras clave: refugio, ensamblaje, planificación urbana, suburbios, gestión de riesgos

Abstract

Urbanization processes in southern cities, characterized by inequality and poverty, are aggravated by a growing vulnerability to climate change. In particular, small and medium-sized cities represent a great challenge since they tend to have limited capacities and resources, while knowledge about them is scarce, fragmented and little systematized. Seeking to contribute to addressing this gap, this article focuses on the hurricane response processes in Acapulco located at the periphery of the urban and academia. Through an assemblage thinking approach, the article analyzes the deployment of temporary shelters in the Llano Largo neighborhood after hurricanes Ingrid and Manuel (2013) and Otis (2023). This article argues that shelters are configured as socio-material and affective assemblages with, without and despite government authorities, and influenced by the development trajectory of Llano Largo and the specific characteristics of the above-mentioned hurricanes. Based on these findings, the article outlines possible alternatives for risk management and planning for and from the urban margins.

Keywords: shelter, assemblages, urban planning, suburbs, risk management

Resumo

Os processos de urbanização nas cidades do sul, caracterizados pela desigualdade e pela pobreza, são agravados por uma vulnerabilidade crescente às alterações climáticas. Em particular, as cidades pequenas e médias representam um grande desafio, uma vez que tendem a ter capacidades e recursos limitados, enquanto o conhecimento sobre elas é escasso, fragmentado e mal sistematizado. Procurando contribuir para colmatar esta lacuna, este artigo centra-se nos processos de resposta aos furacões em Acapulco, localizado na periferia do urbano e académia. Através de uma abordagem de agenciamento, o artigo analisa a implantação de abrigos temporários no bairro Llano Largo após os furacões Ingrid e Manuel (2013) e Otis (2023). Este artigo argumenta que os abrigos se configuram como conjuntos sociomateriais e afetivos com, sem e apesar das autoridades governamentais, e influenciados pela trajetória de desenvolvimento de Llano Largo e pelas características dos furacões mencionados. Com base nestas conclusões, o artigo descreve possíveis alternativas para a gestão e planeamento de riscos para e a partir das margens do urbano.

Palavras-chave: abrigo, agenciamento, planejamento urbano, subúrbios, gestão de riscos

Résumé

Les processus d’urbanisation dans les villes du sud, caractérisés par les inégalités et la pauvreté, sont aggravés par une vulnérabilité croissante au changement climatique. En particulier, les villes petites et moyennes représentent un défi majeur car elles ont tendance à disposer de capacités et de ressources limitées, tandis que les connaissances à leur sujet sont rares, fragmentées et mal systématisées. Cherchant à contribuer à combler cette lacune, cet article se concentre sur les processus de réponse aux ouragans à Acapulco, située à la périphérie des zones urbaines et universitaires. A travers d’une approche d’assemblage, l’article analyse le déploiement d’abris temporaires dans le quartier de Llano Largo après les ouragans Ingrid et Manuel (2013) et Otis (2023). Cet article soutient que les abris sont configurés comme des assemblages socio-matériels et affectifs avec, sans et malgré les autorités gouvernementales, et influencés par la trajectoire de développement de Llano Largo et les caractéristiques des ouragans susmentionnés. Sur la base de ces résultats, l’article présente des alternatives possibles en matière de gestion des risques et de planification pour et à partir des marges de l’urbain.

Mots-clés : abris, assemblages, urbanisme, banlieues, gestion de risques

Introducción

La urbanización en México, como en otras ciudades de Latinoamérica se ha caracterizado por una importante expansión urbana, marcada por la segregación y la desigualdad. Esta situación se ve agravada por los riesgos de desastre, en particular en un contexto de cambio climático, del cual se espera un aumento de la frecuencia e intensidad de los fenómenos naturales, incluyendo los hidrometeorológicos (OCHA, 2023b). Por lo tanto, la gestión del riesgo de desastre emerge como crucial, especialmente para las ciudades pequeñas y medianas en el sur global, incluyendo México. Por un lado, este tipo de ciudades tienden a tener limitada capacidad humana y financiera (IPCC, 2014); por el otro, el conocimiento sobre estas está fragmentado, poco sistematizado y escasamente integrado a discusiones más amplias a nivel nacional e internacional. Esta situación resulta de varios factores, incluyendo la prevalencia de una asimetría de poder en la producción de conocimiento, mayoritariamente basada en construcciones teóricas a partir de un reducido número de casos del Norte Global (Roy, 2009), que invisibiliza muchas ciudades (Nugraha et al., 2023) y limita su capacidad para construir conocimiento y prácticas a partir de y para ellas.

Para enfrentar esta asimetría, los estudios críticos urbanos del sur (urban southern critique) han buscado generar conocimiento y teoría desde el sur y para el sur, contribuyendo a cuestionar también las categorías tradicionales y conceptos relacionados con el desarrollo urbano y la planeación (Lawhon & Truelove, 2019). Buscando contribuir a dicho esfuerzo, este artículo explora la gestión del riesgo en Acapulco de Juárez, México, una ciudad media localizada en la periferia de lo urbano y la academia (Becerril, 2024). Específicamente, este artículo se centra en el despliegue de refugios temporales tras el paso de los huracanes Ingrid y Manuel, en 2013, y Otis, en 2023, en la colonia Llano Largo. Basado en el enfoque de ensamblajes (Becerril et al., en revisión; Donovan, 2017; McGowran & Donovan, 2021), este trabajo conceptualiza los desastres y su gestión como ensamblajes socio-materiales y afectivos. Por lo tanto, se centra en analizar cómo los albergues fueron ensamblados durante los desastres antes mencionados. Lo anterior, a partir de un proceso de investigación realizado desde un enfoque de coproducción de conocimiento (Becerril, 2024) e investigación-acción participativa (IAP) (Cornish et al., 2023), que incluyó visitas y entrevistas semiestructuradas gracias al involucramiento con las autoridades locales y la Coordinación General de Protección Civil y Bomberos de Acapulco (PCM).

Este trabajo argumenta que los refugios se configuran como ensamblajes socio-material y afectivos con, sin y a pesar de las autoridades gubernamentales, e influenciados tanto por la trayectoria de desarrollo de Llano Largo y su población, así como por las características particulares de los huracanes antes mencionados y sus efectos. Esta conceptualización abre líneas alternativas para pensar la gestión del riesgo y la planeación urbana. El artículo se estructura de la siguiente manera: en el segundo apartado se realiza una revisión de la literatura sobre la gestión del riesgo, considerando los vacíos en el análisis de las respuestas, así como la importancia de las particularidades del sur global, y se presenta el enfoque de ensamblajes para entender los desastres y su gestión. El tercer apartado presenta la metodología, mientras que el cuarto introduce el caso de estudio. Posteriormente, el quinto apartado presenta los resultados y, el sexto, la discusión, considerando los aportes de este caso en la planeación y el urbanismo en ciudades del sur. El último apartado presenta las conclusiones.

Marco Conceptual

Los Desastres y su Gestión: de los Peligros a la Vulnerabilidad

Los estudios críticos sobre los desastres están marcados por un importante cambio de paradigma en las últimas décadas. De un enfoque de peligros basado en la conceptualización de los desastres como eventos limitados en el tiempo y el espacio asociados con la materialización de amenazas, se ha transitado hacia un enfoque de vulnerabilidad basado en la comprensión de los desastres como procesos ‘riesgo-desastre’ asociados con la materialización de impactos e influenciados por los contextos sociales que han resultado de las trayectorias de desarrollo económico y urbano (García-Acosta, 2020). El enfoque de vulnerabilidades está ligado a la expresión “los desastres no son naturales”.

En la intersección de la planeación urbana y la gestión del riesgo, existe una amplia literatura desarrollada a partir del enfoque de vulnerabilidad que puede ser organizada en función de las etapas de la gestión del riesgo (prevención, preparación, respuesta y recuperación) y temas clave, como vulnerabilidad, resiliencia, adaptación, mitigación y gobernanza. En general, la literatura se enfoca en las etapas de prevención y recuperación. Por ejemplo, en materia de prevención, Pontigo-Arestizábal & Inzulza-Contardo (2023) exploran la relación entre vulnerabilidad e instrumentos de planificación que regulan el uso de suelo. Con respecto a la recuperación, un ejemplo son Campos Medina et al. (2018), quienes argumentan que los procesos de reconstrucción por lo regular se definen desde una lógica economicista, perpetuando las condiciones que hacen susceptible a los grupos en recuperación posdesastre. Con respecto a los procesos de respuesta, la literatura se centra en protocolos de comando de emergencia, evaluación de daños y estudios técnicos posdesastre (Quinteros-Urquieta, 2019). No obstante, existen esfuerzos de profundizar en esta etapa de la gestión del riesgo. Por ejemplo, Villagra Islas & Felsenhardt Rosen (2015) argumentan que el paisaje urbano podría influir en la percepción y en la decisión de las personas para movilizarse (o evacuar) en caso de emergencia, por lo cual es importante considerarlo dentro de la planificación y el diseño urbano.

Aunado a este vacío en torno a los procesos de respuesta, Tironi et al. (2022) hacen un llamado a considerar las implicaciones de pensar y atender los desastres desde el sur. Basándose en investigaciones sobre Chile, Tironi et al. (2022) sostienen que los estudios de desastres desde y para el sur requieren repensar el uso de categorías como agencia de los actores, escalas locales, memoria y vulnerabilidades. Específicamente, en lo que respecta a la agencia, argumentan la existencia de una creatividad colectiva más allá de las tradicionales acciones colectivas romantizadas, que a menudo resultan en un contexto marcado por el abandono y la indiferencia del Estado: “la organización comunitaria y las acciones emancipadoras se combinan con la desigualdad y el abandono” (Tironi et al., 2022, p. 247).

Además, dichos autores argumentan que la escala espacial de los desastres ha sido poco estudiada, ya que lo local a menudo está vinculado al estado (nivel municipal, en el caso de México), lo que limita la gestión del riesgo de desastres. Para abordar esta brecha, Tironi et al. (2022) proponen ‘granularizar’ lo local, es decir, “acercarse a los entornos en los que se experimentan y gestionan los desastres, así como capturar las múltiples texturas de la experiencia en lugares divergentes, como vecindarios, aldeas, barrios marginales, hogares y cuerpos” (Tironi et al., 2022, p. 248). Además, sostienen que acercarnos nos permite prestar atención a las prácticas cotidianas asociadas con el riesgo de desastres y sus impactos, que tienden a pasarse por alto.

Los Desastres y su Gestión desde un Enfoque de Ensamblajes

Dentro de los estudios sobre la gestión del riesgo, ha emergido un enfoque de ensamblajes entorno a los desastres y su gestión (Donovan, 2017; McGowran & Donovan, 2021). Dicho enfoque está conectado a la literatura sobre los abordajes relacionales en los estudios urbanos, la planeación y la geografía humana (Anderson & McFarlane, 2011; Farías & Bender, 2009), basados principalmente en el pensamiento de ensamblajes de Gilles Deleuze y en la teoría del Actor-Red (TAR) de Bruno Latour. Si bien los trabajos desde estos enfoques son diversos, estos coinciden en que las acciones son el resultado de conexiones heterogéneas entre humanos y no-humanos; por consiguiente, se centran en y resaltan la importancia de lo socio-material, y de las relaciones más que humanas.

Los análisis sobre los desastres y su gestión desde la perspectiva relacional no representan un corpus homogéneo. Para este trabajo, consideramos el desarrollo conceptual y metodológico de McGowran & Donovan (2021) y trabajos asociados (Donovan, 2017). De manera general, estos autores consideran de gran importancia el desarrollo del enfoque de vulnerabilidad para entender mejor los desastres; no obstante, observan que la lucha por abandonar el término ‘natural’ genera un problema epistemológico, ya que este tiene que ver con un cambio interpretativo y no descriptivo (Donovan, 2017). Para ejemplificar este punto, Donovan enfatiza que “en un marco determinista, la descripción de una erupción volcánica como un problema humano sugiere que, si se eliminara la erupción, no habría desastre” (2017, p. 4). Frente a este problema, Donovan subraya que el enfoque de ensamblajes permite conceptualizar los desastres como más que naturales y más que humanos.

A partir de lo anterior, los desastres son conceptualizados como ensamblajes de “ideas complejas, procesos físicos, interacciones físico-humanas, culturas y tecnologías humanas que experimentan una distribución de poder variable en el tiempo” (Donovan, 2017, p. 8). McGowran & Donovan (2021) enfatizan que, desde el enfoque de ensamblajes, los desastres están influenciados por las trayectorias de desarrollo, pero también estos pueden influenciar dichas trayectorias a través del ‘geo-poder’ (Donovan, 2017). Por su parte, la Gestión del Riesgo de Desastre (GRD) también puede ser considerada como un ensamblaje, porque emerge de las conexiones “entre aquellos ensamblajes/aparatos de gobernanza que se ocupan de gobernar los futuros de la vida más que humana, ensamblajes de desastres y las relaciones socio-materiales entre aquellos componentes que conducen al surgimiento del riesgo de desastres en un lugar determinado” (McGowran & Donovan, 2021, p. 1609). Desde una conceptualización similar, Becerril et al. (en revisión) proponen el enfoque de ‘la vida de los eventos’ que entiende los desastres como ensamblajes de ‘efectos material-afectivos continuos’. Consecuentemente, el análisis implica rastrear cómo los eventos cambian a medida que sus efectos “son encontrados, vividos y respondidos por las partes interesadas y afectadas” (p. 6).

Estos enfoques, arriba descritos, tienen el potencial de generar un entendimiento más fino y particular de los desastres y su gestión, es decir, de ‘granularizar’ lo local (Tironi et al., 2022) al orientar la mirada a las prácticas y procesos situados para develar los procesos de ensamblaje.

Metodología

El análisis se basa en una investigación de corte cualitativa, orientada por los principios de la Investigación-Acción Participativa (IAP) (Cornish et al., 2023) y la coproducción de conocimiento (Becerril, 2024). La investigación se desarrolló gracias a la vinculación con los actores locales gubernamentales y no gubernamentales, a través de un acercamiento con la Comisaría del poblado, una estancia profesionalizante en la Coordinación General de Protección Civil y Bomberos de Acapulco (PCM), y contactos personales con redes religiosas.

Adoptando un enfoque de ensamble, el análisis se centró en la vida de los refugios, y específicamente en cómo se activaron, funcionaron, y organizaron durante Ingrid y Manuel en 2013. Se realizaron 23 entrevistas presenciales y virtuales a responsables de los refugios, así como usuarios, y otros grupos y organizaciones relacionadas directa e indirectamente. También se recabó información documental y cartográfica relacionada con los huracanes y la condición socioeconómica, urbana y de riesgos del área de estudio. La información permitió reconstruir el despliegue de los refugios en 2013. Además, entre noviembre de 2023 y junio de 2024, a causa del huracán Otis, se reactivó la vinculación, el trabajo de campo (visitas y entrevistas), y la observación participante relacionada con los procesos de recuperación. Se logró así obtener información en relación con la activación de refugios.

Llano Largo: Trayectoria de su Urbanización y Características

Localizada en las costas del Pacífico mexicano, la ciudad de Acapulco experimentó un crecimiento acelerado impulsado por el turismo de manera marcada durante la segunda mitad del siglo XX. Desde los años 70, la población de Acapulco creció rápidamente, principalmente con migrantes de diversas regiones de Guerrero que encontraban empleo en turismo o comercio, lo que generó una demanda de vivienda formal e informal (Alcaraz y Salgado, 2016). Posteriormente, a partir de los 90 la expansión se extendió a zonas de baja estabilidad geológica y zonas ribereñas a través de la construcción masiva de viviendas. En 1992, la modificación del Artículo 27 constitucional permitió que terrenos ejidales se vendieran a actores distintos del Estado. Específicamente, Acapulco atrajo a personas interesadas en adquirir segundas residencias cerca de la playa, a través de créditos hipotecarios otorgados por instituciones como el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit).

El desarrollo de Llano Largo en las últimas tres décadas es claro ejemplo de dicho proceso (ver Figura 1). El cambio de uso de suelo de ejido a área habitacional ignoró las dinámicas hidrológicas del terreno aluvial, por lo que los desarrollos de vivienda construidos han alterado los humedales y la organización comunitaria (Palacios, 2013). Llano Largo tiene un historial de inundaciones producidas por el desbordamiento del río La Sabana. Cuentan las personas locales que las zonas más bajas eran utilizadas para agricultura de temporal ante las inundaciones; sin embargo, estos espacios ahora están ocupados por unidades habitacionales, que modificaron el terreno, rellenándolo y generando este problema, cosa que afectó el núcleo de poblado original, que por lo regular no se inundaba.

Si bien, Llano Largo ha sufrido inundaciones tras el paso de los principales huracanes que han azotado Acapulco, la colonia se vio grandemente afectada por los huracanes Ingrid y Manuel, que impactaron Acapulco en septiembre de 2013. En esa ocasión, el desbordamiento del río La Sabana generó inundaciones extraordinarias que afectaron principalmente las zonas bajas como La Ceiba, Miramar y Joyas del Marqués (ver Figura 2). Este desastre se dio en un contexto en el cual el riesgo se estuvo consolidando durante años mediante prácticas urbanas poco eficientes, como la canalización de arroyos y cauces a gusto de los diseños de los fraccionamientos, el deterioro de las vialidades, la falta de operación de la planta tratadora de aguas residuales y, por supuesto, la edificación cercana a las riberas (Palacios, 2013).

Con respecto a la producción de conocimiento, es de resaltar que existen importantes esfuerzos (Lopez et al., 2012; Rodríguez-Herrera et al., 2012; Ruz-Vargas, 2014); no obstante, estos no son sistemáticos, lo que limita la consolidación de un corpus. Además, el conocimiento generado tiene poca circulación a nivel nacional e internacional. Todo esto limita la posibilidad de pensar para y desde Acapulco (Becerril, 2024).

Despliegue de los Refugios en Llano Largo

Ingrid y Manuel en 2013

La activación de refugios temporales fue una de las acciones de respuesta ante el impacto de huracanes. En el contexto de Ingrid y Manuel en 2013, se activó el refugio oficial. Como parte del ‘aparatus para gobernar’ los riesgos hidrometeorológicos (McGowran & Donovan, 2021), cada temporada de lluvias, PCM designa refugios temporales oficiales, que suelen ser escuelas o lugares con condiciones de habitabilidad que permiten la recepción de grandes concentraciones de personas. El protocolo para la activación de refugios consta de cuatro pasos. Primero, el municipio evalúa si efectivamente existe un riesgo. Segundo, PCM analiza y monitorea el riesgo. Tercero, el Consejo Municipal de Protección Civil, de ser necesario, determina la activación de los refugios en las zonas afectadas. Cuarto, el personal de PCM abre el centro designado como refugio.

En 2013, la escuela primaria Miguel Hidalgo y Costilla fue designada como refugio en Llano Largo. Si bien está construida con materiales resistentes y cuenta con una gran área libre, la escuela no estaba adecuadamente preparada para ello, ya que en ese momento carecía de servicios básicos, incluyendo baños con agua potable y energía eléctrica en sus espacios. Más aún, su apertura como refugio no siguió el protocolo establecido. No fue PCM, sino la encargada de la cooperativa escolar, la cual vivía muy cerca de la escuela y tenía llaves, quien abrió la escuela.

No. Ni Protección Civil, sino que la gente empezó a salir, y decían: "¿A dónde nos vamos?" Pasaban los carros con gente, “No, pues aquí en la primaria, ahorita la voy a abrir”, les decía. Empecé a abrir los salones y “Órale. Pásenle, pásenle”, y ya el portón abierto, y gente afuera anunciaba que aquí se podían quedar. Alguien les decía en el mercado que el refugio era en la primaria. (Comunicación personal, 1 de noviembre de 2021)

Una vez adentro, los afectados, que venían principalmente de los fraccionamientos, se organizaron por género en las aulas: por un lado, hombres y, por el otro, mujeres y niños. El refugio no contó con apoyo oficial, fueron los vecinos los que proveyeron alimentos, además de otros artículos de primera necesidad, como cobijas y ropa.

Aunado a la falta de servicios básicos, el refugio no contaba con atención médica. En condiciones de inundación y falta de agua potable emergen enfermedades producidas por hongos, virus y bacterias. En el caso de Ingrid y Manuel, infecciones gastrointestinales, así como problemas en la piel y los pies fueron las enfermedades más comunes. Más aún, la atención medica se vuelve "crítica" considerando el riego de herirse:

Hay personas que pisaron donde había vidrios, porque en el agua sucia no se puede ver, y al momento de pisar, no tienes botas, no tienes nada para cubrir tus pies, tienes que pasar descalzo, ya que, si te pones unas sandalias o tenis, es imposible caminar por el agua. (Comunicación personal, 15 de enero de 2022)

Otro elemento no considerado fue atender a los animales domésticos. Un porcentaje importante de familias cohabitan con diversos animales, principalmente perros y gatos; no obstante, estos no eran considerados en la organización de los albergues, generando tensión entre las personas:

Muchas veces las personas que prestan los lugares como para hacer refugios, no quieren que se metan mascotas, porque en ocasiones, al no tener cuidado, pues los perros defecan donde sea y la gente no limpia. (Comunicación personal, 11 de noviembre de 2021)

El rastreo de la vida de este refugio da cuenta de la compleja relación entre estado y sociedad. Aunque la escuela se designó como refugio oficial, su activación no se realizó según los protocolos oficiales y su gestión corrió a cargo de afectados y vecinos. La activación inmediata de la escuela como refugio mostró una reacción rápida de la comunidad ante la emergencia, contrastando con el protocolo oficial de Protección Civil que incluye evaluación, análisis, decisión y activación. También demuestra las limitaciones del criterio que considera los elementos para la selección de los refugios, basada en cuestiones físico-estructurales y de localización, dejando de lado la garantía del acceso a servicios e infraestructura básica durante la etapa de emergencia, y privilengiando una perspectiva antropocéntrica, que no permite considerar formas de recibir a las familias más que humanas.

Además de este refugio oficial, se activaron otros. Cabe destacar el refugio abierto en la cancha del Centro de Desarrollo Comunitario en Llano Largo. Durante Ingrid y Manuel, la cancha se utilizó como albergue, aunque solo por un día, por la falta de condiciones adecuadas para una estancia prolongada. Sirvió principalmente para remitir a las personas rescatadas a otros refugios. Aunque la cancha fue activada oportunamente y es un lugar conocido por la comunidad, este refugio careció de organización, servicios, redes de ayuda y financiamiento. Otro espacio deportivo utilizado fue el gimnasio Fitness and Club, localizado en el segundo piso de la casa del dueño, que era el comisario de Llano Largo en ese entonces. Este refugio contaba con servicio de agua mediante bombeo con gasolina (importante, porque no había electricidad para bombear). El comisario organizó un equipo conformado principalmente por jóvenes para realizar acciones de rescate y comprar víveres como arroz y frijoles para alimentar a las personas que fueron albergadas. Él recuerda que se servían dos comidas durante el día, porque no había para más. Además, ordenó que los alimentos preparados para la celebración del 15 de septiembre (Día de la Independencia de México) fueran ofrecidos a los refugiados en el gimnasio y los centros religiosos (ver abajo). Los recursos para mantener funcionando este refugio eran del comisario y no recibió ningún tipo de apoyo gubernamental. Para la organización del día a día, el comisario solicitó a los refugiados organizarse en equipos para preparar los alimentos y limpiar. Las actividades se repartieron de acuerdo con una división sexual del trabajo tradicional: las mujeres se encargaron de los alimentos y del cuidado de adultos y niños, mientras que los hombres se enfocaron en las tareas de seguridad y compra de víveres.

Por otro lado, se activaron refugios en espacios religiosos de Llano Largo. Este fue el caso de la iglesia cristiana Casa de Dios y Puerta al Cielo. Conocida como La Cúpula, esta iglesia se encuentra en un edificio que también posee locales para la venta de pollo, y cuya propietaria es la pastora de la iglesia. Tras el impacto de Ingrid y Manuel en 2013, los afectados, principalmente de los fraccionamientos, buscaron refugio en la iglesia ya que esta se encuentra en una parte alta de Llano Largo, lo que la hace segura durante las inundaciones. Frente a esta situación, la pastora y su equipo de voluntarios decidieron abrir las puertas para refugiar a las personas que llegaban empapadas y asustadas. Al principio eran unos cuantos, pero al pasar el tiempo fueron llegando más. Al igual que en el caso del Gimnasio, los voluntarios en La Cúpula apoyaron en las acciones de rescate.

La Cúpula ofreció alojamiento y comida, utilizando pollos almacenados en los congeladores de la pollería. Cuando estos insumos se agotaron, los vecinos ayudaron con suministros, incluyendo ropa, cobijas y alimentos:

Y la gente comenzó a traerme despensas, sin pedirles nada. Me empezó a llegar la comida, no sé de dónde; pero… ¡Eran cazuelas, eran ollas! Cuando a mí se me terminó el recurso, que ya no había pollo, empezamos a guisar huevos, huevos en el desayuno, al mediodía huevo con chile. Y cuando me llegaba la ayuda, yo decía: “Señor, gracias”. Yo les preguntaba: “¿Quién los mandó?”, y decían: “No sé. Nos dijeron: Lleven esto a La Cúpula”. Y llegaban personas así, familias, que ellos hacían comida y la traían... Toda la gente traía ropa, traía despensa […] la gente también comenzó a traer ropa, porque venía la gente bien mojada [...]. Era algo muy bonito. Yo aquí lo que vi, lo que percibí, fue como una unidad en amor (Comunicación personal, 13 de noviembre de 2021).

Es de resaltar que, a partir de esta experiencia, se puede identificar cómo la configuración de los refugios estuvo asociada no solo a una cuestión socio-material, sino también afectiva, en tanto que involucró un impulso de solidaridad. La organización en el refugio quedó bajo la responsabilidad de las personas afectadas. Estas iban encontrando sus propios espacios para acomodarse:

Pero la gente, como no había espacio, cada uno agarraba [el suyo]; de uno, de dos o por familia, iban agarrando su espacio. Se llenó todo esto, entonces empezaron a subirse acá [refiriéndose al escenario], y yo se los permitía; y yo: “Adelante, adelante. Búsquense un espacio donde se puedan acomodar”. Yo no los acomodaba, ellos solitos. Y venían: “¿Podemos pasar?” Y yo: “Adelante, adelante” (Comunicación personal, 13 de noviembre de 2021).

Las autoridades gubernamentales no brindaron apoyo para el refugio, a pesar de haberse comprometido. Sin embargo, dirigían a las personas rescatadas hacia La Cúpula. Por su parte, la parroquia San Martín de Porres, sede de las misas locales, también sirvió como refugio. Administrada por la diócesis estatal, durante Ingrid y Manuel, el presbiterio acogió a personas afectadas por las inundaciones. Como en el caso anterior, este refugio operó gracias a las redes de ayuda y el apoyo del gimnasio.

Finalmente, varias casas que no se inundaron también sirvieron como refugios. A diferencia de los refugios antes mencionados que acogieron principalmente a turistas y residentes foráneos, en las casas se refugiaron habitantes locales. Las personas propietarias de estas viviendas refugiaron principalmente a familiares, amigos, y conocidos.

Otis, Diez años después

Diez años después, el huracán Otis impactó Acapulco en octubre de 2023. Ante todo, Otis se caracterizó por fuertes vientos sostenidos de 270 km/hora y rachas de 330 km/hora, generando una gran cantidad de desprendimiento de materiales, principalmente techos, que dejaba a las personas a la intemperie y expuestas a impactos por objetos en el viento. Esta vez, entre los refugios oficiales se designó y activó el Campus Llano Largo de la Universidad Autónoma de Guerrero. No obstante, este fue poco utilizado, ya que es conocido que, cuando el río La Sabana se desborda, la única vía disponible de acceso al Campus se inunda. Además, los vientos huracanados de Otis destruyeron cientos de ventanas de los edificios donde estaban refugiadas decenas de personas. Por si fuera poco, no había servicios médicos, ni posibilidad para preparar alimentos, debido a que los representantes de las autoridades (como PCM) también habían sido afectados en sus propios hogares y centros de trabajo. Consecuentemente, los afectados abandonaron el refugio. Es de resaltar que, desde las entrevistas sobre Ingrid y Manuel realizadas antes de Otis, los participantes ya avisaban que esta asignación oficial como refugio temporal no era viable.

Con respecto a los refugios no oficiales activados en 2013, estos no reabrieron en 2023. En esta ocasión las personas se dieron refugio mutuamente, dado que los daños generados por Otis estaban más relacionados con vientos que con inundaciones. Las viviendas de la población fueron los principales espacios de seguridad temporal, para los miembros del hogar, familiares y vecinos. En esta ocasión, no fueron las casas no inundadas las que sirvieron como refugio, sino aquellas cuyo techo o cubierta resistió a los vientos del huracán. Al ver los techos deprenderse, parte importante de las personas afectadas buscaron refugio en las casas vecinas más resistentes. Buscar refugio más lejos implicaba hacerlo en total penumbra y con el peligro de ser arrebatados por las ráfagas de viento o colisionados por objetos contenidos en los torbellinos del huracán.

En contraste con Ingrid y Manuel, tras el paso de Otis, se instaló en el municipio una gran incertidumbre, ya que no se sabía de dónde y cuándo la ayuda iba a llegar, dado que poco a poco las personas se iban dando cuenta que esta vez los daños eran generalizados a nivel de toda la ciudad: no había acceso por ningún lado, eran miles de postes de todo tipo y árboles caídos, vidrios rotos y edificios ‘destripados’. Considerando que casi toda la ciudad había sido impactada, el apoyo del gobierno era crucial; sin embargo, este tardó en llegar, según testimonios, hasta el cuarto o quinto día.

En este contexto, la prioridad era buscar alimento y mantenerse seguros. Si bien en el caso de Ingrid y Manuel hubo algunos saqueos, en esta ocasión estos fueron sistemáticos y presentes en toda la ciudad, lo que generó un temor e inseguridad. Consecuentemente, las personas afectadas no se dirigieron a los refugios, porque temían saqueos en sus hogares o ataques en el espacio público. Al contrario, fue común que entre familiares y vecinos en las diferentes colonias se armaran con machetes, armas de fuego, y construyeran barricadas con los escombros, para cuidar sus casas y colonias. Las personas afectadas también optaron por quedarse en casa, ya que Otis generó gran cantidad de escombros y basura que era crucial retirar para restablecer los accesos y la comunicación. Finalmente, otra razón por la cual las personas afectadas trataron de permanecer en sus viviendas, a pesar de no contar con agua potable ni energía eléctrica, fue estar presentes para ser censadas por el gobierno y así recibir apoyos económicos para limpiar y reconstruir sus viviendas.

Discusión

El análisis del despliegue de los refugios temporales en Acapulco tras el paso de Ingrid y Manuel en 2013 y Otis en 2023, desde la perspectiva de los ensamblajes y más precisamente desde el enfoque de ‘la vida de los eventos’, permite visibilizar cómo los refugios se configuran como ensamblajes socio-material y afectivos (Becerril et al., revisión). Más que espacios o construcciones seguras y hechas con materiales resistentes, los refugios se configuran y funcionan articulando elementos heterogéneos, tales como espacios y edificaciones (casas, escuelas, espacios religiosos, deportivos), personas, organizaciones, recursos (alimentos, ropa, cobija), y afectos como impulsos de solidaridad o miedo. Es de resaltar la importancia de la proximidad, de los diferentes elementos en la configuración de los refugios como ensamblajes y su funcionamiento.

Además, el análisis muestra que el despliegue de los refugios se gestó con, sin y a pesar de las autoridades gubernamentales; en este sentido, los resultados están en línea con la idea de ‘creatividad colectiva’ que identifican Tironi et al. (2022), ya que este estudio muestra la complejidad de las relaciones entre diversos sectores, actores y organizaciones para implementar acciones de respuesta.

Finalmente, el análisis visibiliza cómo el despliegue de los refugios como respuesta ante Ingrid y Manuel, en 2013, y Otis, diez años después, estuvo influenciado tanto por las características y trayectoria de desarrollo de Llano Largo y su población, como por las características particulares de los huracanes antes mencionados y sus efectos; es decir, los refugios están influenciados por el ‘geo-poder’ (Donovan, 2017). En 2013, los huracanes Ingrid y Manuel generaron importantes inundaciones de manera localizada. Esto permitió que organizaciones y habitantes no afectados participaran en las acciones de respuesta con comida, ropa y cobijas. Sin embargo, en 2023 Otis y sus fuertes vientos impactaron toda la ciudad. Si bien los mapeos han mostrado que ciertas zonas fueron particularmente dañadas —sobre todo aquellas de más bajos recursos con casa de lámina o de sistemas constructivos poco resistentes—, se estima que aproximadamente 850 mil personas, es decir, casi la totalidad de la población de Acapulco fue afectada (OCHA, 2023a). Consecuentemente, un despliegue amplio de refugios no ocurrió. En esta ocasión, las personas optaron por quedarse en casa o buscar refugio en casas vecinas.

Estos elementos muestran el potencial de ‘granular lo local’ (Tironi et al., 2022), es decir, mirar de cerca prácticas y procesos que pueden ayudar a comprender mejor los desafíos y servir de insumo para imaginar otros futuros. En este sentido, identificamos tres consideraciones clave para la activación de refugios temporales en la etapa de respuesta de la gestión del riesgo: concebir los refugios como redes de espacios, personas y organizaciones, ser flexibles ante la diversidad de eventos que se representa, permitiendo cambios en los protocolos, e integrar a las personas y organizaciones no gubernamentales que de facto gestionan los procesos de respuesta o están en capacidad para hacerlo.

Conclusiones

Este artículo analizó la gestión de riesgo de desastres tras el paso de Ingrid y Manuel en 2013 y Otis en 2023 en la colonia Llano Largo, en Acapulco. Específicamente, se enfocó en analizar la activación de refugios temporales desde el enfoque de ensamblajes. Consecuentemente, a partir de una investigación de corte cualitativa, que incluyó visitas de campo y entrevistas, el artículo rastreó el despliegue de los refugios en Llano Largo. Con base en lo anterior, en este artículo argumentamos que los refugios se configuran como ensamblajes socio-material y afectivos con, sin y a pesar de las autoridades gubernamentales, e influenciados tanto por la trayectoria de desarrollo de Llano Largo y su población, así como por las características particulares de los huracanes antes mencionados y sus efectos.

Más allá de la gestión del riesgo, identificamos los siguientes elementos para imaginar otras formas de planear y gestionar la ciudad, considerando que en México prevalecen los enfoques técnicos y racionalistas (Peña, 2023). Primero, la importancia de ir más allá de categorías sociedad-gobierno que no dan cuenta de las conexiones híbridas y fluctuantes entre actores en el tiempo. Segundo, la necesidad de ir más allá de la elaboración de planes rígidos que no dan cabida a los ensamblajes socio-materiales y afectivos que configuran la ciudad y su gestión, y de enfoques físicos que dejan de lado aspectos cruciales de la vida en las ciudades como la salud y otros seres como los animales con los que cohabitamos. Tercero, la importancia del rol de la vivienda, que emerge como espacio de refugio temporal por excelencia animado por redes familiares y comunitarias. En este sentido, es esencial considerar que, a través del acceso a la vivienda con servicios básicos y materiales de calidad, se contribuye directamente a la gestión del riesgo en las ciudades. Estos elementos son cruciales en los márgenes de lo urbano donde el déficit cualitativo de vivienda tiende a ser importante y donde los procesos de gestión del riesgo y en última instancia de planeación tienden a excluir a las personas.

Con respecto a los enfoques adoptados y la discusión más amplia en torno al sur global, el pensamiento de ensamblajes permite ‘granular lo local’ (Tironi et al., 2022) y, así, ‘desaprender’ (Lawhon & Truelove, 2019), con el fin de generar tanto información más relevante, como marcos cognitivos y normativos para imaginar nuevas formas de planear y enfrentar la crisis climática en y desde las ciudades del sur.

Referencias

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ABREVIATURAS, ACRÓNIMOS, SIGLAS

OCHA: Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas

IPCC: Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático

PCM: Coordinación General de Protección Civil y Bomberos de Acapulco

TAR: Teoría del Actor-Red

GRD: Gestión del Riesgo de Desastre

IAP: Investigación-Acción Participativa

Manuel Orlando Lozano

Arquitecto especializado en peri-urbanización y gestión de riesgos de desastre. Maestro en Gestión para el Desarrollo Sustentable por la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro) y doctorando en Ciencias Ambientales por la misma institución. Su tesis doctoral explora la reconstrucción tras el huracán Otis desde los márgenes de lo urbano en Acapulco. Actualmente, también es profesor en la División de Estudios de Posgrado e Investigación del Tecnológico Nacional de México campus Acapulco.

Héctor Becerril

Investigador de la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación en México (SECIHTI). Cuenta con un doctorado en Planeación del Desarrollo por The Bartlett, University College London (UCL), una maestría en Urbanismo por el Instituto Francés de Urbanismo (Universidad de París), y estudios en arquitectura a nivel licenciatura y maestría por la Escuela Nacional de Arquitectura de Lyon, Francia (ENSAL). Actualmente, su investigación se centra en la planeación urbana en el contexto de crecientes desigualdades, cambio climático y nuevas tecnologías, con especial atención en asentamientos precarios. Ello, desde abordajes relacionales y la coproducción de conocimiento.

Autores

Los refugios temporales como ensamblajes de respuesta

Gestión del riesgo en los márgenes urbanos:

Los refugios temporales como ensamblajes de respuesta

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Los refugios temporales como ensamblajes de respuesta

Los refugios temporales como ensamblajes de respuesta

Figura 1. Ubicación y división de Llano Largo

Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2020; elaboración propia con base en trabajo de campo.

Los refugios temporales como ensamblajes de respuesta

Figura 2. Inundación y refugios temporales activados en Ingrid y Manuel en 2013

Fuente: Elaboración propia con base en Atlas Digital de Riesgos de Acapulco (CGPCBA, s.f) y trabajo de campo.

Los refugios temporales como ensamblajes de respuesta

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