Fuente: Autoría propia

Recibido: 16/05/2025

Aprobado: 16/05/2015

Conflictos por el territorio:

Anotaciones para la construcción de una mirada a su historia, complejidad y construcción social

Territorial conflicts:

notes for constructing a view of their history, complexity, and social construction

Conflitos territoriais:

notas para a construção de uma visão sobre a sua história, complexidade e construção social

Conflits territoriaux :

notes pour construire une vision de leur histoire, de leur complexité et de leur construction sociale

PhD. Arq. Carlos Alberto Torres-Tovar

Universidad Nacional de Colombia

catorrest@unal.edu.co

https://orcid.org/0000-0001-5946-1838

Scopus Author ID: 37056494900

Ciudad Universitaria, Bogotá D.C., marzo de 2025

Arquitecto, Magíster y Doctor en Urbanismo y Doctor en Arquitectura y Ciudad. Profesor Asociado de la Universidad Nacional de Colombia. Escuela de Arquitectura y Urbanismo. Investigador Senior (IS) por MinCiencias. Líder del grupo de investigación “Procesos Urbanos en Hábitat, Vivienda e Informalidad”. Cómo citar este artículo:

Cómo citar este artículo:

Torres-Tovar, C. A., (2025). Conflictos por el territorio: Anotaciones para la construcción de una mirada a su historia, complejidad y construcción social. BITÁCORA URBANO TERRITORIAL, 35(I): 7-13.
https://doi.org/10.15446/bitacora.v34n3.12073

ISSN electrónico 2027-145X. ISSN impreso 0124-7913. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá

(1) 2025: 7-13

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Autor

EDITORIAL

Los conflictos territoriales constituyen uno de los fenómenos más complejos y arraigados en la historia de las relaciones humanas. Son disputas o litigios relacionados, entre otras cosas, con la posesión, control o delimitación de territorios, ya sean terrestres, marítimos o aéreos, entre diferentes actores políticos y sociales. Estas disputas surgen por diversas razones, incluyendo la interpretación de tratados, las disputas fronterizas, la existencia de recursos naturales en el área en disputa, el control político y militar de un territorio. Ocurren, además, porque las identidades colectivas y las diferencias culturales muchas veces generan tensiones que se traducen en conflictos por el reconocimiento y la soberanía de un territorio.

La historia muestra que estos conflictos no son estáticos; por el contrario, evolucionan y adquieren nuevos niveles de complejidad conforme cambian las dinámicas, sin importar la escala territorial en la que se presenten, yendo desde lo internacional hasta lo local.

Estos conflictos no solo tienen un impacto político o económico, sino que también afectan profundamente la construcción social y colectiva del territorio. La percepción de un territorio como parte de la identidad de un grupo o comunidad puede generar sentimientos de pertenencia, resistencia y reivindicación. Reconocer su carácter histórico, social y cultural es fundamental para entender su persistencia y para promover soluciones que posibiliten una convivencia pacífica y respetuosa del diverso mosaico de identidades y derechos que conforman nuestro mundo. Por ello, la resolución de los conflictos territoriales requiere no solo de acuerdos políticos, sino también de procesos de construcción social que reconozcan las historias, culturas y derechos de todos los agentes involucrados, donde se reflejen las múltiples dimensiones de las relaciones humanas con el espacio. La construcción social y colectiva del territorio surge así como una vía esencial para avanzar hacia resoluciones justas y duraderas en estos enfrentamientos.

Es importante señalar que estas disputas no son nuevas, sino que se van transformando en el tiempo y en el espacio, a lo largo de la historia, adquiriendo en muchos casos altos niveles de complejidad. Así, se identifican múltiples conflictos territoriales en el mundo, en América Latina y en Colombia, tanto recientes como históricos. Aquí un breve panorama que nos permita reconocer la importancia de la construcción social y colectiva del territorio.

Conflictos Territoriales en el Mundo

A lo largo de la historia, los conflictos territoriales han sido una constante en el panorama mundial, donde diversas naciones, sociedades y regiones luchan por el control de tierras que consideran esenciales para alcanzar su identidad y desarrollo. Estas disputas, a menudo, provocan tensiones políticas, sociales y económicas significativas no solo entre los países directamente involucrados, sino también entre estos y sus vecinos.

Las causas detrás de estos conflictos son variadas y, a menudo, se basan en reclamaciones históricas sobre la propiedad o el control de ciertos territorios. Tales reclamaciones pueden originarse en tratados o acuerdos firmados en el pasado, en eventos históricos que han marcado la geopolítica de una región o, incluso, en legados coloniales que han dejado heridas abiertas y sin resolver.

En 2025, algunos de los conflictos territoriales más graves abarcan la confrontación entre Rusia y Ucrania, que ha desencadenado una crisis humanitaria y una reconfiguración de alianzas en Europa. También se encuentra el prolongado conflicto entre Israel y Palestina, donde la lucha por la autodeterminación y el reconocimiento del Estado y el derecho del pueblo palestino a existir sigue sin resolverse. Asimismo, la disputa entre Armenia y Azerbaiyán por la región de Nagorno-Karabaj, y la disputa entre India y Pakistán por Cachemira, continúan siendo fuentes de inestabilidad en Asia. Otros territorios como el Sahara Occidental, donde la lucha por la autodeterminación frente a la ocupación marroquí persiste, ejemplifican cómo las disputas territoriales pueden perpetuar ciclos de violencia y sufrimiento humano.

Estos conflictos no solo afectan a los países involucrados, sino que también tienen repercusiones globales, haciendo necesaria una atención internacional para buscar soluciones estables y duraderas.

Conflictos Territoriales en América Latina

Los conflictos territoriales en América Latina también han sido una constante a lo largo de la historia. Estos diferendos suelen estar motivados por factores históricos, económicos y políticos, y han llevado a tensiones significativas entre naciones vecinas.

Las disputas territoriales han sido moldeadas por una serie de factores históricos que han dejado huellas profundas en la geopolítica de la región. Entre dichos factores se encuentra la conquista, la colonización y su legado, que con la llegada de los conquistadores europeos en el siglo XVI marcó el inicio de la fragmentación territorial. Los tratados de partición, como el Tratado de Tordesillas (firmado el 7 de junio de 1494 entre España y Portugal), establecieron límites que no siempre fueron respetados, creando bases para futuras disputas entre las potencias coloniales y, posteriormente, entre los estados independientes.

De la ruptura entre los reinos y potencias europeas que se habían apropiado de América surgen las guerras de independencia, cuyos procesos inician en el siglo XVIII y que en el XIX derivan en la formación de nuevos países, asociados a la generación de tensiones territoriales debido a la falta de claridad en las fronteras y a las disputas de las nuevas clases emergentes. Las luchas entre naciones por el control de territorios, como en el caso de la Guerra del Pacífico (1879-1884) entre Chile, Perú y Bolivia, son un claro ejemplo de estas disputas. Así, a lo largo de la historia, varios tratados han intentado definir fronteras, pero muchos han sido problemáticos o no se han cumplido. Los ajustes territoriales resultantes de guerras y negociaciones, como el Tratado de Paz de 1904 entre Chile y Bolivia, han dejado heridas que aún no se sanan.

Pero quizás el principal factor de disputa está en los intereses económicos por la apropiación de las riquezas. El acceso a recursos naturales, como petróleo, minerales y tierras agrícolas, ha intensificado las disputas territoriales. La búsqueda de recursos ha llevado a conflictos, como el que enfrenta a Colombia y Nicaragua por los recursos en el Mar Caribe o a Venezuela y Guyana por territorios con significativas riquezas minerales e hidrocarburos.

En las últimas décadas, los pueblos indígenas han cobrado fuerza en la defensa de sus territorios; luchan por el reconocimiento de sus tierras ancestrales y de sus derechos sobre los recursos naturales, enfrentándose a proyectos de desarrollo que amenazan su territorio y cultura. Esta situación ha llevado a un aumento de los conflictos sociales y ambientales; así, la defensa de la tierra se convierte en un acto de resistencia frente a la explotación y el despojo. A ello hay que sumar las disputas territoriales que dinamizan los movimientos sociales, tanto en el campo como en la ciudad.

Es importante no olvidar las intervenciones de potencias extranjeras a lo largo de la historia, ya sea por motivos económicos, políticos o militares, principalmente por mantener un statu quo y una apropiación de las riquezas en los territorios que controlan, lo cual ha influido en las tensiones territoriales. La Guerra Fría, por ejemplo, trajo consigo el apoyo a ciertos regímenes que favorecían intereses específicos en la región. Estos factores históricos, combinados con dinámicas contemporáneas, continúan alimentando las disputas territoriales en América Latina, haciendo que la resolución pacífica de estas tensiones sea un desafío constante.

Uno de los ejemplos más notorios es el conflicto entre Chile y Perú por la delimitación marítima en el Océano Pacífico, que se centró en el rico acceso a recursos pesqueros y minerales. En 2014, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) falló a favor de Perú, modificando la frontera marítima, lo que generó reacciones mixtas en ambos países. Otro caso relevante es el de la disputa entre Colombia y Nicaragua por la soberanía de las Islas del Caribe, que también involucra la extensión de las plataformas continentales y los derechos sobre los recursos marinos.

Además de las disputas marítimas, América Latina ha sido escenario de conflictos territoriales derivados de la delimitación de fronteras terrestres. Es el caso de la reclamación de Bolivia sobre el acceso soberano al océano Pacífico, tras la Guerra del Pacífico en el siglo XIX, que resultó en la pérdida de su litoral. Esta demanda ha sido un punto focal en la política boliviana y ha generado tensiones con Chile, que se niega a ceder territorio.

Los conflictos territoriales en América Latina derivados de los diferendos entre dos o más países por la delimitación de las fronteras marítimas o terrestres derivan en conflictos territoriales. Aunque existen tratados y regulaciones internacionales, en el año 2025 aún se pueden enumerar algunos conflictos territoriales fronterizos vivos, como los siguientes:

Guatemala y Belice tienen un diferendo territorial desde hace más de 150 años. Guatemala reclama 2,700 km2 del territorio de Belice. Desde 2008, el caso está en la Corte Internacional de Justicia de la Haya.

Costa Rica y Nicaragua se disputan desde 2008 la desembocadura del delta del río San Juan, por un proyecto de dragado donde Costa Rica acusa de usurpar su territorio a Nicaragua y cometer daños ecológicos.

Honduras y Nicaragua presentan un conflicto territorial centrado en el paralelo 15, límite marítimo entre estas naciones. Honduras reclama como límite marino el paralelo 14°59’ 08.

Perú y Chile se disputan la delimitación fronteriza marítima; Perú busca que 35,000 km2 del territorio marítimo que se sitúa bajo el dominio de Chile pase a su propiedad.

Chile y Bolivia tienen un conflicto por la pérdida de este ultimo de su salida al mar, al Océano Pacífico, por una guerra con Chile en hace dos siglos.

El reclamo de Venezuela de la parte occidental de Guyana, cuya frontera fue definida en 1899, con la participación de Gran Bretaña, Estados Unidos y Rusia sin que Venezuela estuviese involucrada.

Colombia y Nicaragua: mediante el Tratado Esguerra-Bárcenas de 1928, Colombia reconoció la soberanía de Nicaragua sobre la Costa de los Mosquitos y Nicaragua reconoció la soberanía de Colombia sobre las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Dicha demanda fue interpuesta en el año 2001, ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya. El meridiano 82° solía ser el punto fronterizo, y La Haya (2012) decidió correr este límite hacia el oriente, al meridiano 79°, aumentando la conflictividad en la región.

Como se puede ver, los conflictos territoriales en América Latina son variados y complejos, y abarcan tanto disputas entre países, como conflictos internos. La resolución pacífica de estos conflictos es crucial para la estabilidad y el desarrollo sostenible en la región.

Conflictos Territoriales en Colombia

Desde la independencia en el siglo XIX, Colombia ha enfrentado múltiples conflictos territoriales, tanto internos como externos, que han marcado su panorama político y social. Estos conflictos son complejos y están entrelazados con la historia del país, la lucha por el control de recursos naturales y la reivindicación de derechos por parte de diversas comunidades, pueblos y etnias. Para el siglo XXI, los conflictos continúan, algunos se han atenuado y otros han emergido. Algunos de estos se mencionan a continuación.

Uno de los conflictos más destacados es el relacionado con el departamento de La Guajira y las tierras indígenas. El pueblo Wayuu ha estado en constante lucha por la protección de su territorio ancestral frente a la explotación de recursos como el carbón y el agua, lo que ha generado tensiones con empresas mineras y el Estado. La falta de consulta previa y el incumplimiento de acuerdos han intensificado estas disputas.

Otro conflicto importante se da en la región del Catatumbo, donde la delimitación de tierras ha sido objeto de disputas entre campesinos, grupos y actores armados y el gobierno. Esta zona, rica en cultivos de coca, ha visto un aumento de la violencia relacionada con el narcotráfico, lo que complica aún más la situación territorial y agraria. Las comunidades campesinas han exigido reconocimiento de sus derechos sobre la tierra y la implementación de políticas de desarrollo sostenible.

La región del Pacífico colombiano también ha sido escenario de conflictos territoriales, especialmente en áreas como el Chocó. Las comunidades afrocolombianas han luchado por el reconocimiento de sus derechos territoriales ancestrales frente a la minería y el desarrollo de proyectos agroindustriales que amenazan su forma de vida. La Ley de Víctimas y Restitución de Tierras ha intentado abordar algunas de estas reivindicaciones, pero la implementación ha sido lenta y ha enfrentado resistencia.

Además, el conflicto social y armado interno ha dejado un legado de disputas territoriales. A pesar de la firma del Acuerdo de Paz en 2016 entre el gobierno y las FARC, la presencia de otros grupos insurgentes, como el ELN y disidencias de las FARC, ha perpetuado la violencia en ciertas regiones, lo que afecta la seguridad y la estabilidad territorial.

Reconocer las tensiones entre los múltiples actores sociales da cuenta de los intereses que están en juego y de la superposición de poderes cuando se llevan a cabo procesos de territorialización. Así, los conflictos territoriales son multifacéticos y están vinculados a cuestiones históricas, económicas, ambientales y sociales. La búsqueda de justicia y reconocimiento por parte de comunidades afectadas sigue siendo un desafío, y la resolución de estos conflictos es esencial para avanzar hacia una paz estable y duradera en el país.

Conflictos Territoriales Urbanos en los Escenarios Urbanos

En el siglo XXI, Colombia ha enfrentado una serie de conflictos territoriales urbanos que han sido exacerbados por diversos factores socioeconómicos, ambientales y políticos. Los principales conflictos están relacionados con riesgos geomorfológicos; riesgos y vulnerabilidad; conflictos por el uso y apropiación del agua; impactos del cambio climático; manejo de residuos; programas de renovación urbana y gentrificación; presencia de habitantes de calle; salud pública; planes parciales inconsultos y al servicio del mercado; problemas permanentes de ocupación del espacio público; apropiación privada del espacio público; falta de empleo e informalidad económica; migración y desplazamiento forzado; problemas de movilidad; minería al interior de los perímetros urbanos; inconformidad y protesta urbana; revocatorias de mandatos populares, entre otros.

Los conflictos territoriales urbanos derivados de factores ambientales están intrínsecamente relacionados con los riesgos geomorfológicos y la vulnerabilidad de muchas ciudades, especialmente aquellas situadas en áreas de alta montaña o cerca de cursos de agua. La inestabilidad del terreno y la falta de planificación adecuada han llevado a deslizamientos de tierra y/o inundaciones, afectando directamente a comunidades vulnerables.

La presión sobre los recursos hídricos también ha generado conflictos significativos. La competencia por el uso y apropiación del agua se ha intensificado, especialmente en ciudades donde la escasez es un problema latente. Las comunidades luchan por garantizar su acceso al agua potable, mientras que sectores industriales y agrícolas ejercen presión sobre estos recursos limitados.

El cambio climático ha agudizado estos problemas, generando cambios en los patrones de precipitación y temperaturas extremas que impactan la infraestructura urbana y la calidad de vida de sus habitantes. En este contexto, el manejo de residuos se ha vuelto un desafío crítico. A menudo, las ciudades carecen de sistemas eficientes de recolección y tratamiento de desechos, lo que contribuye a la contaminación ambiental y afecta la salud pública.

Los programas de renovación urbana, en ocasiones, han llevado a procesos de gentrificación que desplazan a comunidades de bajos ingresos. Este fenómeno no solo transforma el tejido social de los barrios, sino que también incrementa la desigualdad y la tensión entre los nuevos residentes y los antiguos. Simultáneamente, la presencia de habitantes de calle se ha convertido en una realidad visible en muchas ciudades, generando retos en términos de salud pública y seguridad.

La falta de consultas serias para la implementación de planes parciales, planes espaciales de manejo y protección -PEMP- y otros planes establecidos en los instrumentos de ordenamiento territorial, terminan favoreciendo los intereses del mercado sobre las necesidades comunitarias, cosa que ha suscitado protestas y revocatorias de mandatos populares. Los ciudadanos exigen mayor participación en la toma de decisiones que afectan sus territorios.

La ocupación del espacio público plantea otra dimensión del conflicto territorial urbano. La apropiación privada de áreas que deberían ser accesibles para todos, junto con los problemas continuos de movilidad, reflejan la lucha por un espacio que debería ser común y compartido. Sin embargo, la informalidad económica y la falta de empleo son factores que exacerban la situación, obligando a muchas personas a buscar alternativas laborales y a que, en condiciones precarias, se apropien de lugares urbanos para garantizar la sobrevivencia.

Además, la migración y el desplazamiento forzado continúan siendo preocupaciones centrales. Miles de personas se ven obligadas a abandonar sus hogares, aumentando la presión sobre las ciudades y sus servicios. La minería, especialmente en zonas urbanas, agrega otro nivel de complejidad, ya que genera conflictos por el uso del suelo y deteriora el entorno local.

Es por ello por lo que el descontento y la inconformidad social han resurgido como respuestas a estos múltiples desafíos, baste solamente con mencionar el Estallido Social en 2021. Las protestas urbanas reflejan un deseo de cambio y una exigencia de atención a las problemáticas que afectan la calidad de vida en las ciudades colombianas. Todo esto resalta la necesidad de enfoques integrales y sostenibles para abordar los conflictos territoriales, priorizando la equidad social y la participación ciudadana en la construcción de un futuro con justicia social y sostenible.

Conflictos en el Territorio Rural

En el siglo XXI, Colombia ha visto un aumento en la complejidad de sus conflictos territoriales, que van más allá de las disputas urbanas y se manifiestan en diversas regiones del país. Estos conflictos están profundamente interrelacionados con la historia del país y las luchas por la tierra, el agua y los recursos naturales. Algunos de los conflictos territoriales presentes más allá de la ciudad son las tomas de tierras por pueblos originarios; tomas de tierras por pueblos afrodescendientes; locomotora minero energética; pequeña minería ilegal; producción agroalimentaria vs. agricultura transgénica; monocultivos y agricultura intensiva; cultivos ilícitos, erradicación y fumigación aérea; conflictos por el uso y apropiación del agua; impactos del cambio climático; daños ambientales e inadecuado ordenamiento territorial; riesgo y vulnerabilidad en el territorio; segunda residencia y agotamiento del suelo productivo; continuidad de la guerra social y armada intern; afectaciones al proceso de reincorporación de excombatientes de las FARC-EP; entre otros.

Uno de los conflictos más significativos es la toma de tierras por pueblos originarios y afrodescendientes. Estas comunidades han reclamado sus derechos sobre territorios ancestrales que han sido usurpados por proyectos agroindustriales, de minería y por el proceso de urbanización. La Ley de Víctimas y Restitución de Tierras ha intentado abordar esta problemática, pero la implementación ha sido insuficiente y ha generado tensiones y disputas permanentes con sectores económicos que buscan explotar esos territorios.

La “locomotora minero-energética”, que se impulsó desde hace varios gobiernos, ha llevado a la expansión de la minería en diversas regiones, provocando conflictos con comunidades que dependen de la tierra y el agua para su sustento. La pequeña minería ilegal también ha crecido, exacerbando la competencia por recursos y generando el aumento de la violencia. Por ello, las comunidades locales a menudo se ven atrapadas entre la necesidad de ingresos y los impactos ambientales negativos de estas actividades.

La producción agroalimentaria se enfrenta a desafíos significativos con la expansión de la agricultura transgénica y los monocultivos. Esto ha generado tensiones entre los campesinos que priorizan prácticas sostenibles y los intereses de grandes empresas agrícolas que promueven cultivos intensivos. La erradicación de cultivos ilícitos y la fumigación aérea han creado un clima de incertidumbre y resistencia en zonas donde los campesinos dependen de la coca como medio de vida, sin que se logren generar alternativas reales de solución para el mejor aprovechamiento de la tierra.

Los conflictos por el uso y apropiación del agua son otra fuente de tensión, especialmente en regiones donde el acceso al recurso es limitado. El cambio climático ha exacerbado estos problemas, generando sequías e inundaciones que afectan la producción agrícola, pecuaria y la seguridad hídrica. La falta de un ordenamiento territorial adecuado ha llevado a daños ambientales significativos, aumentando la vulnerabilidad de las comunidades y su capacidad para adaptarse a los efectos del cambio climático.

Adicionalmente, la continuidad del conflicto social y armado interno ha dejado un legado de violencia y desconfianza en muchas regiones. La reincorporación de excombatientes de las FARC-EP ha sido un proceso complejo, enfrentando desafíos relacionados con la seguridad y la integración social. Estos excombatientes a menudo se encuentran en territorios que fueron controlados por la presencia de otros grupos armados ilegales e insurgentes, donde la violencia persiste, dificultando su reintegración y contribuyendo a la inestabilidad territorial.

100 años del Natalicio de Orlando Fals Borda

Este año 2025 se celebra el natalicio de Orlando Fals Borda, sociólogo colombiano, reconocido por su innovador enfoque en la investigación social y su compromiso con las realidades de las comunidades vulnerables en Colombia. Su pensamiento se centra en la necesidad de entender y abordar los problemas sociales desde la perspectiva de quienes los padecen, promoviendo la participación activa de las comunidades en la búsqueda de soluciones. Este enfoque resulta particularmente relevante al analizar los conflictos territoriales que han caracterizado al país, especialmente en el contexto del siglo XXI.

Fals Borda abogó por la ‘Investigación-Acción Participativa -IAP’, una metodología que busca no solo comprender la realidad social, sino también transformarla a partir del concepto de la praxis. En este sentido, su trabajo invita a considerar los conflictos territoriales no solo como fenómenos aislados, sino como manifestaciones de estructuras más amplias de desigualdad y exclusión social. Desde su perspectiva, la cuestión agraria, los conflictos del campesinado, la tierra, la producción y expansión agrícola, la reforma agraria, la acción comunal, la violencia, la educación, las revoluciones inconclusas, el ordenamiento del territorio, el territorio como construcción social, la democracia y la participación son reflejos de una lucha por el reconocimiento y la dignidad de las comunidades históricamente marginadas.

El pensamiento de Fals Borda destaca la importancia de la identidad territorial y cultural para la construcción de comunidades. Los conflictos territoriales en Colombia a menudo están relacionados con la historia de desplazamiento forzado, la violencia y la apropiación de tierras, lo que ha llevado a una fragmentación social y a la pérdida de la identidad colectiva. Para Fals Borda, el fortalecimiento de la identidad local y la recuperación de los saberes ancestrales son fundamentales para enfrentar estos conflictos y promover un desarrollo sostenible e inclusivo.

Además, Fals Borda subrayó el papel del conocimiento local en la resolución de conflictos. La experiencia y los saberes de las comunidades son recursos valiosos que deben ser integrados en la planificación urbana y territorial. Esto implica un cambio en las dinámicas de poder, y un reconocimiento de las comunidades como agentes de cambio y no como meros receptores de políticas impuestas desde arriba. A través de esta valorización del conocimiento local, se pueden encontrar soluciones que respondan realmente a las necesidades de las poblaciones afectadas por los conflictos territoriales.

En el contexto de la urbanización acelerada y el impacto del cambio climático, el pensamiento de Fals Borda sigue siendo pertinente. La crisis ambiental, los riesgos geomorfológicos y la competencia por recursos naturales son factores que generan tensiones en los territorios colombianos. Fals Borda nos invita a reflexionar sobre cómo estas crisis pueden ser abordadas desde una perspectiva participativa que empodere a las comunidades, fomentando una gestión territorial más justa y equitativa.

En resumen, el pensamiento de Orlando Fals Borda ofrece herramientas conceptuales y metodológicas cruciales para entender y abordar los conflictos territoriales en Colombia. Su énfasis en la Investigación Acción Participativa - IAP, el reconocimiento de la identidad cultural y el valor del conocimiento local son pilares fundamentales para construir un futuro donde las comunidades puedan vivir en armonía con su entorno, reivindicando sus derechos y construyendo territorios sostenibles y justos.

A Modo de Colofón

La revista BITÁCORA Urbano-Territorial ha sido un importante foro de discusión sobre diversos aspectos del urbanismo y el desarrollo territorial en América Latina. A lo largo de sus números, la revista ha abordado los conflictos territoriales desde una perspectiva multidisciplinaria, analizando no solo las dinámicas socioespaciales, sino también los factores económicos, políticos, ambientales y culturales que influyen en estos conflictos.

Entre los análisis de conflictos territoriales más recurrentes se sitúan el desplazamiento forzado y los conflictos por tierra en Colombia y la pregunta por cómo este fenómeno impacta la estructura social y territorial. Se han explorado casos específicos donde las comunidades han sido despojadas de sus tierras, y se ha discutido por qué recuperar estas tierras es fundamental para restablecer la cohesión social.

La revista ha examinado cómo la urbanización acelerada y la gentrificación generan conflictos dentro de las ciudades. Estos artículos han puesto de relieve la lucha entre diferentes grupos sociales por el acceso a espacios urbanos, así como la resistencia de comunidades que buscan preservar su identidad cultural frente a procesos de transformación urbana.

Otro enfoque ha sido el análisis de los conflictos relacionados con el acceso al agua, la minería y otros recursos naturales. Se ha discutido cómo las políticas estatales y las prácticas empresariales a menudo ignoran las necesidades y derechos de las comunidades locales, conduciendo a tensiones y protestas.

BITÁCORA también ha dedicado espacio a discutir cómo una planeación territorial inclusiva y participativa puede ayudar a mitigar los conflictos. Se han presentado experiencias de proyectos y políticas que incorporan la voz de las comunidades en la toma de decisiones, resaltando la importancia de construir consensos en torno al uso del territorio.

Entre los conflictos más recurrentes analizados en BITÁCORA, se encuentran la lucha por la restitución de tierras, especialmente en el contexto del Acuerdo de Paz de 2016 en Colombia, en el que se han discutido los desafíos y los avances en el proceso de restitución a víctimas del conflicto social y armado.

Otros asuntos que se han presentado en la revista son los conflictos por el uso del suelo en zonas urbanas, que implican tanto las poblaciones vulnerables que enfrentan el riesgo de desplazamiento debido a proyectos urbanísticos, como las luchas por la preservación de espacios públicos o las apuestas de sostenibilidad ambiental. Asimismo, se ha dado lugar a la exposición de las tensiones entre actores económicos y comunidades locales como, por ejemplo, en el sector minero y agrario, donde las empresas y el mercado suelen tener más poder que las comunidades afectadas, generando conflictos sobre la explotación de los recursos.

Podemos señalar, entonces, que a través de sus diferentes publicaciones BITÁCORA Urbano-Territorial ha contribuido significativamente al entendimiento de los conflictos territoriales en Colombia y América Latina, ofreciendo un espacio para el diálogo entre académicos, expertos y comunidades. Su enfoque integral resalta la importancia de considerar las múltiples dimensiones de estos conflictos y la necesidad de soluciones que respeten los derechos y necesidades de todas las partes involucradas.

Anotaciones para la construcción de una mirada a su historia, complejidad y construcción social

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