Ciencia Política
2389-7481
Universidad Nacional de Colombia
Colombia
https://doi.org/XXXX

Moffitt, B. (2022). Populismo. Guía para entender la palabra clave de la política contemporánea. Siglo XXI Editores. 176 páginas1.

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Resumen

El libro propone una aproximación al vasto panorama de los estudios contemporáneos sobre el populismo en el marco de las ciencias sociales. Se trata de la traducción al español, en una cuidada edición de Siglo XXI Editores, de la obra en inglés del académico Benjamin Moffitt, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Católica de Melbourne (Australia), quien ya cuenta con otras publicaciones sobre populismo en diferentes papers, compilaciones y companions de alcance internacional.

En esta ocasión se trata de un texto breve y conciso que resulta de utilidad como hoja de ruta para introducirse en el abigarrado campo de producciones académicas sobre el tema, tanto para estudiantes universitarios como para investigadores con experiencia en debates teóricos, metodológicos y conceptuales.

Como punto de partida, Moffitt señala el revival de la categoría como herramienta para caracterizar a líderes, movimientos y partidos de la política del siglo XXI que han puesto en discusión el carácter disfuncio-nal de las democracias contemporáneas. Asimismo, señala que en el uso político corriente –ampliamente extendido en todo el globo– el término populismo ha dejado de ser una mala palabra y se ha convertido en una etiqueta revindicada por algunos actores, sin tintes peyorativos.

El objetivo principal del estudio es brindar pistas que ordenen el confuso panorama de la bibliografía académica sobre este concepto, cuya vastedad fue creciendo en los últimos veinte años, pero que se hizo todavía mayor a partir de la victoria de Donald Trump en Estados Unidos en 2016, el ascenso meteórico de varios partidos populistas en Europa y el fenómeno del Brexit. Según el autor, en el marco de la nueva catarata de estudios y publicaciones se requiere de una síntesis explicativa que ofrezca un mapa de los debates conceptuales, delimite las tradiciones teóricas y ofrezca claves introductorias frente a una bibliografía que a simple vista se presenta como inabarcable, y en algunos casos impenetrable (p. 18), en virtud del carácter denso y difícil que adquiere muchas veces la lingua franca de la teoría política.

Moffitt estructura la obra en cinco capítulos, que inicia con un recorrido sobre los debates fundamentales en torno a la categoría y luego da paso al análisis de las implicancias normativas e ideológicas de esta en relación con otros conceptos centrales de la teoría política.

El primer capítulo presenta un esquema clarificador de la bibliogra-fía académica, señalando la existencia de tres grandes corrientes abar-cativas de las producciones recientes, a saber: el enfoque ideacional, el estratégico y el discursivo-performativo. Mientras el primero tiende a considerar al populismo como una ideología de contorno débil, según la caracterización de Cas Mudde, la segunda lo entiende como una praxis singular para llegar al poder y conservarlo. La tercera corriente presupone, por su parte, que el populismo es una modalidad de “construcción discursiva del pueblo” y de articulación de una identidad política que disputa el poder.

A partir de esa clasificación, se trazan los linajes intelectuales de cada cual, los aportes de los principales autores, sus argumentos fundamentales e igualmente las fortalezas y las debilidades de las aproximaciones analíticas. Además, se señala como premisa común de todas las teorizacio-nes la división dual del campo social a partir de la contraposición entre “pueblo” y “élite”. Pero, fuera de ese rasgo, se postula la existencia de matices y divergencias con relación a otros componentes, incluso entre autores de las mismas corrientes, por ejemplo, en lo que respecta a si el líder populista es o no un requisito esencial para que exista el fenómeno.

En vistas a un cotejo más general, se advierte que los enfoques varían principalmente en torno a tres diferenciaciones: 1) si el populismo se concibe de manera binaria o gradacional2; 2) si puede entendérselo como atributo ideológico de los actores políticos o como una praxis que estos llevan a cabo; 3) y, finalmente, en relación a las regiones globales que los autores han tendido mayormente a analizar. En tal sentido, se presenta a la corriente ideacional como un abordaje binario que considera al populismo un atributo circunscripto principalmente a Europa y América Latina, mientras al enfoque estratégico se lo describe como gradacional, con una concepción del populismo como praxis y con foco en casos de América Latina, África y Asia. Finalmente, al discursivo-perfomativo se lo entiende también como gradacional y relativo a una praxis, pero se lo considera el más abarcativo en cuanto a espacios geográficos (global).

En el marco de esa distinción, Moffitt encuadra sus propios aportes teóricos dentro del último enfoque, aunque señalando que su comprensión del populismo responde a dos presupuestos: i) que no se trata de un fenómeno estrictamente antipluralista y ii) que su desenvolvimiento puede expresarse indistintamente por medio de líderes, movimientos y/o partidos populistas que adoptan su forma y le dan un contenido particular.

A modo de balance, se plantea que hay puntos de intersección entre los distintos enfoques y que ello refleja cierta madurez en el campo de los estudios sobre la materia, siendo manifiesto, además, que la cantidad de producciones académicas es una prueba de la vitalidad del concepto y no, como entienden algunos, de su inutilidad.

El segundo capítulo analiza la relación entre el populismo, el nacionalismo y el nativismo, y da cuenta de una imbricación significativa para intentar comprender la expansión del fenómeno contemporáneo de los populismos de derecha, que han abierto una serie de interrogantes en el escenario europeo y mundial. Al respecto, se discute con el estudio pionero de Mudde (2007) sobre la derecha radical populista europea, del cual se desprende que los partidos surgidos de ella combinan elementos centrales como el nativismo, el autoritarismo y el populismo.

Respecto del nacionalismo, se entiende que, si bien puede ir de la mano con un proyecto político como el populismo, puede existir por separado y no necesita operar de manera conjunta con este en el escenario político. A pesar de ello, se advierte sobre una sutil diferencia en la forma en que la derecha y la izquierda utilizan el nacionalismo en el primer caso: mientras la derecha tiende a definir al “pueblo”, equiparándolo con el grupo nacional de pertenencia –pudiendo adquirir sentidos raciales o étnicos–, la izquierda lo entiende como algo ajeno al nativis-mo e incorpora más bien la problemática del imperialismo y de ciertas derivaciones del problema de la participación política en el marco del Estado-nación concebido como plural en lo étnico o lo racial.

En el tercer apartado se aboca a la relación entre populismo y socialismo, retomando claves interpretativas ya discutidas ampliamente en la teoría política, esta vez para comprender los populismos de izquierda y algunos de los enfoques que reivindican a este subtipo como una vía para alcanzar una democracia radical y revitalizada. La relación se retrotrae a los rasgos de las primeras experiencias históricas de finales del siglo XIX catalogadas como populismo (en Rusia y Estados Unidos), pasando luego a los populismos clásicos latinoamericanos y a los fenómenos que se dieron en esa región a principios del siglo actual. A partir de ello, también se plantea un balance sobre los populismos de izquierda realmente existentes de los últimos decenios.

En este contexto, se entiende que socialismo y populismo se han asociado en varias experiencias históricas, pero que en otros casos hubo contrastes y se siguieron caminos diferentes, principalmente a partir del debilitamiento de las identidades de clase que siguió a la crisis del Estado de Bienestar. Si bien se reconocen puntos en común, se advierten igualmente matices o diferencias en el lazo entablado por esta ideología con el populismo, entre ellos, cómo se concibe la articulación de "el pueblo". Finalmente, se dialoga críticamente con los planteos de autores como Laclau o Mouffe, quienes abogaron por el carácter superador del populismo de izquierda en relación con las falencias de la democracia y reivindicaron su carácter de nueva savia capaz de reverdecer el programa socialista.

El penúltimo capítulo explora los modos en que los populismos entienden y se vinculan con los principios angulares del liberalismo. Allí se trae a colación una de las reflexiones centrales de los debates contemporáneos sobre el fenómeno: si este constituye una amenaza o una vía de remisión para la democracia liberal como tal. La primera precaución, según Moffitt, es la necesidad de reconocer en la democracia liberal la existencia de un componente o polo propiamente democrático y de otro liberal, ambos constitutivos e imbricados, pero que pueden analizarse por separado. Así, se plantea que no es objeto de discusión las credenciales democráticas del populismo, pero sí su carácter no liberal. Ello, sin embargo, no debe llevar a una interpretación taxativa, pues según han mostrado muchos de los populismos de derecha contemporáneos -y otros tantos de izquierda- es posible reconfigurar o remitir desde la lógica populista a varios tropos liberales. Otra salvedad necesaria que se advierte como presupuesto analítico es la consideración del tipo o versión de liberalismo a la que se remite para examinar el populismo.

Ahora bien, en diálogo con publicaciones que intentaron teorizar sobre esa conexión, y también con algunos análisis empíricos, Moffitt señala que tanto los populistas de derecha como los de izquierda manifiestan una cuota importante de “iliberalismo” a la hora de entender las instituciones y los procedimientos, e igualmente en relación a la idea de “el bien” en la sociedad. Pero, en ese marco, el autor también marca matices, entre otras cosas, al analizar cómo las derechas populistas recientes han convertido al liberalismo en un “arma” y han exacerbado su defensa en diversos planos, como por ejemplo la libertad de expresión. De igual manera, reflexiona sobre la difícil relación entre los popu-lismos de izquierda y el pluralismo político a partir de la preconcepción del pueblo como algo puro y moralmente homogéneo, o de su vínculo con las instituciones independientes o los contrapoderes, aunque reconoce su mayor vocación liberal en cuestiones de género y sexualidad.

En definitiva, para Moffitt no es posible entender al liberalismo y al populismo como elementos antitéticos, sino que la relación debe analizarse en casos concretos que indaguen por elementos claves como la visión que se tiene del pueblo o la adopción que se hace de ciertos topoi del canon liberal. Fuera de ello, a su entender, la cuestión de las etiquetas y los solapamientos son moneda corriente y poco asibles a una caracterización general.

Por último, el apartado final presenta una reflexión sobre el difícil vínculo entre populismo y democracia. Al respecto, se contraponen reflexiones que advierten sobre la potencialidad del populismo como vía para revitalizar la democracia con otras que, por el contrario, lo presentan como un desvío o anomalía, orientados a desfigurar sus contornos (y que pueden llevar a una deriva autoritaria). Frente a tal clivaje interpretativo, el autor sostiene que la percepción que se proponga dependerá, en definitiva, de los posicionamientos de los autores a la hora de comprender tanto la noción de democracia como los rasgos principales y los efectos de la irrupción populista en el orden político. Resulta sugerente, como premisa para tal reflexión, una cita de la politóloga italiana Nadia Urbinati (2008), que sugiere que el debate sobre populismo es, en definitiva, una disquisición sobre las interpretaciones de la democracia.

En lo que respecta a la percepción negativa, se entiende que hay atributos del populismo que amenazan tanto al componente de liberalismo como al de democracia, en concreto, la caracterización que se hace de “el pueblo” y el tratamiento dado a la oposición. En virtud de ello, según esta lectura, queda siempre latente la posibilidad del desplazamiento del populismo hacia un orden híbrido con diferentes grados de autoritarismo.

Por su parte, las miradas benignas remiten a la democracia radical y a las esperanzas que esta cifra en el populismo como fenómeno redentor y de salvaguarda de su sentido primigenio, capaz de romper el statu quo, revitalizar la competencia o la representación y renovar la democracia en nombre del pueblo, conforme se desprende de los postulados de Mouffe y Laclau.

Como puede verse, ambas posiciones traslucen miradas diferentes del funcionamiento de la democracia y esencialmente discrepan respecto de si el populismo es una maldición o una cura para la democracia liberal (Moffitt, 2022, p. 147). En tal sentido, el apartado dialoga con una propuesta de Cristóbal Rovira Kaltwasser (2011), relativa a la necesidad de considerar en los casos empíricos, a partir del impacto concreto del populismo en el orden político, la competencia electoral y las instituciones para así determinar si debe ser concebido como una amenaza al canon democrático o un correctivo en relación a las falencias y rasgos disfuncionales de la democracia liberal en su devenir como experiencia histórica.

Otro debate no menor que el autor trae a colación es el relativo a la primacía del rol del líder en el fenómeno populista. Más allá de la aludida disquisición sobre el carácter indispensable o no de este como elemento constitutivo, resulta relevante el abordaje de dicho rol en relación a la cuestión de la deriva autoritaria y a las consecuencias que su rol protagónico tiene en el carácter y alcance real de la participación política de los sectores interpelados y movilizados.

Como conclusión general, el autor postula que la teoría constituye un prisma que influye en la manera como se percibe al populismo en los ejemplos que se seleccionan e igualmente en la manera en que se entiende o se percibe que puede funcionar mejor la democracia. A la vez, plantea una reflexión relativa a la díada entre los abordajes empíricos y los juicios normativos, en donde subyace también una distinción entre aquellos que consideran al populismo como un epifenómeno dentro del marco de la democracia y quienes lo entienden como algo completamente ajeno y contraproducente a esta.

Cabe señalar, a modo de crítica, que la clasificación esbozada no incorpora referencias ni autores del ámbito académico latinoamericano, y tampoco obras de habla hispana (salvo el caso de Ernesto Laclau, a quien cita desde su bibliografía en inglés, e igualmente una colaboración en ese idioma de Torcuato Di Tella, en una compilación de 1965). Ello evidencia que el recorrido bibliográfico pasa prácticamente por alto los aportes del estructuralismo y de otros abordajes contemporáneos circulantes en estas latitudes, por fuera del mainstream académico europeo-norteamericano de la disciplina y de los estudios actuales que rastrean los antecedentes teóricos sobre el tema.

A pesar de esta última observación, la obra se presenta como una síntesis sólida y clarificadora sobre las producciones teóricas contemporáneas relativas al populismo como categoría en las ciencias sociales, e igualmente brinda sugerentes reflexiones sobre su articulación con otros tópicos angulares del pensamiento político –clásico y contemporáneo– y sobre las premisas necesarias para el abordaje situado de la casuística histórica. En tal sentido, es una guía útil para pensar el problema del populismo como fenómeno histórico, pero también contemporáneo, desde una perspectiva global.

Andrés Abraham, Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina). Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo (Argentina).
La concepción binaria implica distinguir a los fenómenos populistas de aquellos que no lo son, sin habilitar términos medios. Por su parte, la gradacional propone un espectro que permite identificar niveles de “intensidad” del carácter populista de los fenómenos políticos a partir de la presencia e incidencia de los distintos rasgos o componentes del populismo en los casos concretos.

Referencias

  1. Mudde, C. (2007). Populist Radical Right Parties in Europe. Cambridge University Press. https://doi.org/10.1017/CBO9780511492037 [URL] 🠔
  2. Rovira Kaltwasser, C. (2011). The Ambivalence of Populism: Threat or Corrective for Democracy. Democratization, 19 (2), 184-208. https://doi.org./10.1080/13510347.2 011.572619 [URL] 🠔
  3. Urbinati, N. (2008). Democracy and Populism. Constellations, 5(1), 110-124. https://doi. org/10.1111/1467-8675.00080 [URL] 🠔