Ciencia Política
2389-7481
Universidad Nacional de Colombia
Colombia
https://doi.org/10.15446/cp.v16n32.96858

Recibido: 30 de diciembre de 2020; Aceptado: 13 de mayo de 2021

Rostros de la migración venezolana: construcción discursiva de sensibilidades sociales

Faces of Venezuelan Migration: Discursive Construction of Social Sensibilities

M. Bermejo-Bejarano, I. González-Guerrero,

Universidad Nacional de ColombiaBogotá D.C.Colombia https://orcid.org/0000-0001-6585-3299
Universidad Nacional de ColombiaBogotá D.C.Colombia https://orcid.org/0000-0001-7609-8401

Resumen

La migración venezolana ha sido un tema fundamental en la agenda política colombiana de los últimos años. Alrededor de este fenómeno han surgido diversos discursos, muchos de ellos producidos y reproducidos por los medios de comunicación, pues estos ocupan un papel clave en la lucha por la construcción de representaciones del mundo. Los discursos mediáticos suelen apelar a la evocación de emociones, ya que estas son trascendentales para generar marcos de interpretación y acción dentro de los esquemas mentales de los sujetos, lo cual las convierte en una herramienta idónea para el ejercicio del poder. Este texto pretende evidenciar, por medio del análisis de 48 noticias y reportes del periódico más leído en Colombia, El Tiempo, la forma como se suscitó la emocionalidad para la construcción discursiva sobre de la migración y las personas migrantes entre los años 2018 y 2019; periodo en el que creció exponencialmente el flujo de inmigrantes.

Palabras clave: análisis documental, emociones, inmigración, medios de comunicación, migración venezolana, opinión pública.

Abstract

Venezuelan migration has been a fundamental topic of the Colombian political agenda in the last few years; multiple discourses have emerged surrounding this phenomenon, many of them are produced and reproduced by media, since they occupy a starring role in the fight for meaning construction. Media discourses often invoke emotions, as these are transcendental to generate interpretation and action frameworks inside people’s mental schemes. This turns emotions into an ideal tool for power exercise. This paper aims to show, by means of the analysis of 48 news and reports of Colombia’s most read newspaper, El Tiempo, the way emotionality was evoked to discursive construction about migration and migrants between 2018 and 2019, years in which flow of immigrants grew exponentially.

Palabras clave: Documental analysis, Emotions, Immigration, Media, Public Opinion, Venezuelan migration.

Introducción

Los cambios socioeconómicos y culturales experimentados en Venezuela desde finales del siglo XX incluyen, entre sus múltiples expresiones, la migración de muchos venezolanos y venezolanas. Se puede entender el fenómeno migratorio venezolano a partir de tres momentos u olas: la primera ola, que tuvo lugar entre los años 1999 y 2009, se dio en medio del cambio presidencial en Venezuela y las políticas socioeconómicas, tanto nacionales como internacionales que confluyeron ahí; la segunda ola, comprende los años de 2010 hasta 2014. En este periodo empieza la diáspora de la clase media venezolana que, ante la agudización de la crisis socioeconómica, política y humanitaria, decide partir. Los migrantes en esta ola son en su mayoría personas que cuentan con la facilidad económica para establecerse con las condiciones necesarias en otro país (Brahim, 2020). A partir de este momento, desde el 2015 y hasta la fecha, se presenta la tercera ola migratoria. Esta se da como consecuencia de una profunda crisis humanitaria, la cual deviene en una salida masiva de venezolanos (Brahim, 2020). La caracterización de esta ola es clave, no solo por la afluencia de migrantes, sino también por las condiciones que enfrentan estos, ya que las circunstancias de pobreza condicionan la forma en que son vistos en el país receptor (Cortina, 2017).

Al momento de emigrar, Colombia fue uno de los destinos más recurrentes por su proximidad geográfica y cultural con Venezuela. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR, 2020), estima en más de cinco millones el número de migrantes y refugiados venezolanos alrededor del mundo. De esta cifra, 1 717 352 migrantes residen en Colombia (Migración Colombia, 2020), siendo el periodo de tiempo entre los años 2018 y 2019 el que registró un mayor aumento en el flujo de migrantes.

La migración venezolana se ha convertido en un tema de interés público en Colombia y ha sido registrada constantemente por los medios de comunicación desde varias perspectivas: la económica, la cultural, la social, entre otras. Producto de estos diversos enfoques se construyen representaciones disposicionales de la migración, con las cuales se busca asociar a los migrantes con una creencia o un juicio de valor y categorizarlos con determinados atributos que tienen la capacidad de influir en la toma de decisiones, la apreciación del mundo y la valoración que se hace de este (Damásio, 1994).

Dicha categorización es establecida por los medios de comunicación a partir de la apelación a ciertas emociones. Estas emociones son un medio de interpretación frente a las cosas que se observan y poseen la particularidad –más allá de las razones o argumentos– de impactar la memoria y de configurar las representaciones que se hacen del mundo. Así, las emociones se presentan como un elemento potencialmente útil para ejercer el poder de manera exitosa (Kemper, 1990).

En ese orden de ideas, se parte de tomar a los medios de comunicación y a la movilización de emociones como expresiones de la producción de discursos que en sí mismos construyen la realidad. En este sentido, en los medios se consolidan diversas estrategias para el ejercicio del poder, dentro de las cuales se encuentran:

La capacidad de visibilizar o invisibilizar el tema, es decir hacerlo parte de la agenda, construir marcos de interpretación [...] frente a los temas de la agenda, y establecer las voces autorizadas y fuentes más confiables “reputadas” para hablar de los temas de la agenda desde los marcos de interpretación construidos. (Cárdenas, 2015, p. 44)

De esta forma, los medios se reafirman como un actor político en sí mismo: dada su legitimidad, entran en la disputa social por la configuración de las representaciones y buscan influir directamente en las percepciones que los sujetos construyen sobre el mundo.

Teniendo en cuenta lo dicho previamente, este artículo indaga sobre las emociones por medio de las cuales, a través del discurso en la prensa digital de El Tiempo, se apela a la migración venezolana. Los medios de comunicación, mediante la construcción de discursos emocionales, configuran representaciones disposicionales sobre la migración. Por ello, se hace relevante analizar a profundidad la manera como tal proceso tiene lugar.

Esta investigación se propone enriquecer las discusiones dadas hasta el momento, especialmente por Ayala, et al. (2018) y Ordóñez y Ramírez (2019), que tratan la manera como se construye la migración venezolana a través de diferentes discursos mediáticos en Colombia. Tomando en cuenta los análisis desarrollados en dichas discusiones, se encontró relevante integrar el estudio de las emociones para comprender el rol que estas desempeñan en la construcción discursiva de la migración. Y consecuentemente, en la configuración de un tipo particular de identidad social de los venezolanos. Asimismo, la pertinencia de este estudio radica en la vigencia que aún posee la migración venezolana en la coyuntura colombiana y la trascendencia de la que dispone el periódico El Tiempo, al ser el periódico más leído a nivel nacional.

El análisis de las noticias digitales del periódico El Tiempo se realizó en el periodo comprendido entre los años 2018 y 2019, y emplea la matriz metodológica propuesta por Gutiérrez y Vargas (2017). Dentro de los principales resultados se encontró que El Tiempo, a través del discurso emocional que produce, configura diferentes representaciones disposicionales sobre la migración tales como: (1) el miedo suscitado por la eventual amenaza a la seguridad; (2) la indignación generada por el gasto público que representa para Colombia; y (3) la compasión que despiertan las condiciones desfavorables vividas por los más vulnerables dentro del grupo de migrantes.

Marco teórico

Para llevar a cabo el análisis planteado en este artículo, se hace necesario desarrollar lo que se entiende por emociones. Esta concepción se enmarca en el cambio epistemológico que se da en los años setenta, denominado “giro afectivo”, que plantea la reivindicación del papel de las emociones como una característica estructural de todas las relaciones humanas. Como base del pensamiento moderno, se ha establecido una relación dualista entre razón y emociones. Tal relación se establece, respectivamente, sobre las dualidades materia/espíritu, mente/cuerpo, autonomía/dependencia, objetivo/subjetivo, racional/irracional. Esto ha ocasionado que con el tiempo las emociones hayan sido desestimadas y se haya desconocido el papel que tienen como parte de la condición humana.

Para entender a qué se hace referencia cuando se habla de “emociones” se toman bases de la definición desarrollada por Nussbaum (2008), quien las entiende como “juicios relativos a cosas importantes, evaluaciones en las que, atribuyendo a un objeto externo relevancia para nuestro bienestar, reconocemos nuestra naturaleza necesitada e incompleta frente a porciones del mundo que no controlamos plenamente” (Nussbaum, 2008, p. 41).

La perspectiva de Nussbaum (2008) resulta determinante pues plantea a las emociones como juicios de valor, es decir, evaluaciones que se hacen sobre objetos externos y sobre experiencias que se presentan como relevantes para el sujeto. Considerando que desde la perspectiva de Nussbaum (2008) los juicios son evaluaciones, se concibe que estas hacen parte del contexto cultural en el que se encuentran las personas. Por ello, se tendrá en cuenta el carácter social de las emociones, del cual parte el concepto de “cultura afectiva”, definido como: “[el] conjunto de significados y de valores de los que [cada estado afectivo] depende, y de los que no puede desprenderse sin perder su sentido” (Le Breton, 2012, p. 74). En ese sentido cada emoción se inscribe dentro de un entorno social particular, donde se precisa lo que debe ser sentido con respecto a ese objeto valorado en determinadas situaciones. Dicho de otra forma, el contexto brinda ciertas normas sociales que condicionan la manera como se siente.

Las mencionadas perspectivas parten de negar la idea de que la emocionalidad y la razón son procesos separados. En este sentido, se considera que las emociones son tanto cognitivas como corporales: son valoraciones mentales dirigidas hacia el cuerpo. Además, tales valoraciones poseen gran importancia en nuestros procesos racionales, ya que, si perdemos la capacidad de sentir, se va a ver afectada nuestra racionalidad práctica, esto es, nuestra facultad de tomar decisiones (Damásio, 1994). Así, las emociones se convierten en valoraciones del mundo que se encarnan en los individuos.

Teniendo en cuenta que se puede afirmar la vigencia de una sociedad mediatizada, donde los medios de comunicación son uno de los soportes y productores de discursos más importantes y potentes (Sigal y Verón, 2004), aquellos pueden ser comprendidos como uno de los actores sociales que configuran las valoraciones del mundo mencionadas anteriormente.

Los medios de comunicación se consolidan como actores legítimos dentro de la sociedad y ostentan una capacidad simbólica y política para configurar los temas centrales en el debate público. Esto les permite posicionarse como actores principales en la lucha por la construcción de representaciones del mundo. En consecuencia, los medios se instalan como uno de los dispositivos de regulación de las emociones y las percepciones (Scribano, 2013), entendidos como “procesos de selección, clasificación y elaboración de las percepciones socialmente determinadas y distribuidas” (Scribano, 2013, p. 102).

En ese orden de ideas, se considera que la noticia como discurso incide en la construcción del orden social, al ser productora y propagadora de representaciones del mundo. Lo anterior es validado a través del sector mayoritario de la sociedad que se informa a partir de determinados medios o que hace eco, de algún modo, de sus noticias. Las noticias dan cuenta de configuraciones simbólicas y marcos de interpretación de la realidad que no pueden ser escindidos de dicho orden social (Van Dijk, 1990).

El discurso producido en los medios de comunicación masiva, entendido como una forma particular del uso del lenguaje y a su vez como un modo específico de interacción social, se convierte en un elemento trascendental en la creación social de la realidad (Van Dijk, 2000). De igual forma, el discurso se constituye a partir de técnicas como la retórica, cuyo fin último es inducir al receptor a la acción, ya sea en cuanto hacer pensar, decir o efectuar algo (Plantin, 2014). Además, los medios de comunicación constituyen un “medio” del ejercicio del poder en cuanto facilitan la construcción de consensos sociales: “[los medios] legitiman ciertas explicaciones de los comportamientos y señalan cómo deben interpretarse los temas informativos a través de un orden metafórico que genera la construcción de los campos semánticos para la interpretación” (Ceballos, 2008, p. 272).

Los medios de comunicación en su discurso apelan a ciertas emociones con el fin de transformar la percepción de las personas y constituyen representaciones disposicionales, es decir, el entramado de conexiones mentales a través del cual se establece la relación entre un objeto y una creencia o juicio de valor. Por medio de dichas representaciones se constituyen marcadores somáticos que permiten la reproducción (mental y corporal) de los valores que los sujetos han interiorizado con respecto a algún objeto concreto. En otras palabras, se generan marcos de interpretación que posteriormente condicionan el actuar de los individuos (Damasio, 1994).

La conexión entre medios y emociones con el ejercicio del poder es evidente: al tener la capacidad de transformar la percepción de los sujetos, se establece un camino para modificar las acciones de estos. Lo anterior solo es posible si se considera al poder como la posibilidad de modificar la praxis de las personas, a partir de su alteración por una voluntad ajena y, consecuentemente, la configuración por medio de dicha voluntad de nuevas formas de praxis (Múnera, 2006).

En el ejercicio del poder se busca modificar el sentido del actuar de manera que la postura propia de cada actor sea legitimada por los otros actores en disputa. Dicha legitimación puede tener lugar a través del establecimiento de estructuras emocionales, las cuales pueden influir y condicionar la conducta de las personas ya que, al apelar a las emociones, se pueden configurar las representaciones que se hacen del mundo dentro de los esquemas mentales de los individuos. De este modo, las emociones se presentan como un elemento potencialmente útil para ejercer el poder (Kemper, 1990).

Una de las formas como los medios de comunicación ejercen el poder consiste en “su capacidad para definir, crear, tornar visible o minimizar aquello previamente seleccionado como ‘noticiable’” (Montenegro y Giménez, 2006, p. 44). Dentro de un cúmulo de noticias se seleccionan las que “se supone interesan socialmente en coyunturas determinadas” (Montenegro y Giménez, 2006, p. 44). Al ser un tema coyuntural de la agenda pública colombiana, la migración venezolana se configura como un fenómeno mediático donde se disputan el establecimiento de sensibilidades asociadas a los migrantes y a sus cuerpos.

Colombia no escapa al contexto internacional donde uno de los temas centrales de la agenda mediática ha sido la migración. Esta representa un quiebre en los pilares de los llamados Estado-Nación, pues no se pueden entender simplemente como una forma de gobierno limitada a las instituciones políticas y legitimada por el sufragio universal, sino también como un ideal regulativo de las relaciones sociales. La relevancia de la migración en la agenda pública se debe al hecho de que aquella cuestiona las concepciones fundantes del Estado-Nación. Este se construye sobre la definición y superposición de lo nacional a expensas de lo extranjero y, con ello, del control de personas en lo que se entiende dentro y fuera de los límites construidos de dicho Estado-Nación (Ruiz, 2001).

Para Benhabib (2005) el contrato social moderno, base de la construcción de los Estados-Nación, es por definición “extranjerizante” para los denominados “otros perpetuos” que están inscritos en el marco de la ilegalidad, al concebirse como ajenos al territorio establecido. Esto ocasiona que la migración se convierta en una cuestión de orden público y que se considere como competencia de las instituciones policiales y judiciales.

La inscripción en el marco de la ilegalidad promueve ciertas ideas sobre los migrantes, por ejemplo: “que son estos los responsables de un significativo porcentaje de la delincuencia” (Wagman, 2006, p. 202). Dicha representación se ha configurado como un patrón discursivo que transmite la percepción de la persona migrante como sospechosa. Sin embargo, existen otras formas de representación que son más sutiles y que de igual manera retratan al migrante como un problema. Pueden ser evidenciadas en expresiones como: “el inmigrante molesta, el inmigrante hace ruido, el inmigrante es irrespetuoso con la buena vecindad, el inmigrante perturba el orden” (Wagman, 2006, p. 202).

Es notable mencionar que las representaciones disposicionales que se crean sobre la migración están atravesadas por la aporofobia, que puede ser comprendida como una disposición personal o institucional en contra de las personas pobres o desamparadas (Cortina, 2017). Este concepto tiene relación con la migración. Según Cortina (2017), se evidencia que los migrantes que son retratados como una amenaza comparten la condición de pobreza. Se tiene la percepción de que por el hecho de ser pobres no aportan económicamente al país de destino y, por el contrario, representan una carga para este, tanto para su seguridad y orden, como para su estabilidad económica.

Esta concepción sobre la migración como un gasto para el país de destino se exacerba en las migraciones Sur-Sur, que se realizan “entre países que están considerados dentro del concepto de países en vías de desarrollo, o sea, población de un país pobre [que] emigra a otro país pobre pero que tiene ciertas ventajas económicas en comparación al de origen” (Ramos, 2008, p. 7).

Este tipo de migraciones se configuran a partir de lo que Torres y Garcés (2013) han denominado como “la sombra de la competencia por recursos escasos” (no solo el empleo, sino también los servicios públicos). Esto se produce debido al sobredimensionamiento del volumen de migrantes, esto es, la concepción de que llegan masivamente y de manera organizada como si se tratara de un ejército (Van Dijk, 2000).

En los países del sur es más preocupante que se produzca esta noción de “competencia” por los recursos “escasos”, dadas las condiciones políticas y socioeconómicas de estos territorios. Es más probable que la migración tome lugar en territorios dentro de países con condiciones de vulnerabilidad más acentuadas, lo cual promueve una mayor emergencia de actitudes aporofóbicas o racistas.

Es pertinente mencionar que este sentimiento de rechazo hacia la pobreza de los migrantes los posiciona dentro de la categoría de ciudadanías de segunda: ciudadanos que al no estar integrados plenamente son discriminados de forma sistemática (Vergara, 2017). Para Malkki, “[los migrantes] no caben de forma clara en el orden nacional, porque están desterritorializados, desarraigados de una ‘localidad’ específica y, por ende, en una indeterminación categórica” (Malkki, como se citó en Ordóñez y Ramírez, 2019, p. 53).

En el fenómeno migratorio venezolano en Colombia tienen cabida las dinámicas anteriormente discutidas. En palabras de Ordóñez y Ramírez (2019):

Los migrantes venezolanos no son “imaginados” en Colombia como una población que se va a inscribir en ella, sino que tanto el Estado y los medios de comunicación parecen entenderla como una población que escapa a la crisis política y económica de su país y que solo se encuentran en Colombia mientras que la situación se resuelve. En otras palabras, están, pero no pertenecen. (Ordóñez y Ramírez, 2019, p. 53)

Aquí se hace alusión al papel que tienen los medios de comunicación en la configuración de una identidad social sobre los migrantes venezolanos, la cual es comprendida como “una entidad que reúne los atributos que le corresponden a cada persona” (Pellón, 2016, p. 4). Estos atributos pueden establecerse como una referencia para el resto de la sociedad: “la persona se convierte en un tipo de realidad construida desde las reglas morales que le han sido impresas desde fuera” (Torregrosa, 1983, p. 232). No obstante, si bien con respecto a la migración “la tendencia de los medios de comunicación ha sido generar discursos desfavorables” (Torre, 2019, p. 3), también se ha evidenciado que los medios apelan a emociones, tanto favorables como desfavorables hacia los migrantes. Los medios siguen una tendencia para representar a la migración de dos maneras. Así como lo evidencia Rizo: “[por un lado] se induce al miedo, mostrando a los migrantes como una amenaza, por otro, se tiende a mostrar la cara más dramática, lo que induce a una reacción de compasión y piedad en el receptor” (Rizo, como se citó en Torre, 2019, p. 6).

Existe la posibilidad de generar una tensión entre la identidad social y la individual, ya que esta última puede llegar a ser desplazada por la primera. Esto muestra la importancia del discurso mediático en la configuración de un tipo de percepción sobre un grupo específico, en este caso, los migrantes venezolanos.

Metodología

Se articularon diferentes postulados metodológicos de la investigación cualitativa con el fin de dar cuenta del uso del lenguaje en la construcción de discursos, en este caso emocionales, que en sí mismos se configuran como un recurso para el ejercicio del poder. Lo anterior tiene en cuenta que los discursos mencionados se entienden como “una práctica social que participa en la creación de la realidad [...] un sistema de representación y de ‘acción’ […] [que se define como emocional] a partir de sus contenidos [y] los recursos retóricos que utiliza” (Bolívar, 2012, p. 34).

En primera instancia, se parte de los postulados de Van Dijk con respecto al análisis del discurso –concretamente el enfoque crítico de este–, ya que el núcleo de esta disciplina es “la descripción detallada, explicación y crítica de las formas en que el discurso dominante (indirectamente) influencia el conocimiento social compartido” (Van Dijk, como se citó en Meersohn, 2005, p. 296). Esta perspectiva parte de la idea de que haciendo uso del lenguaje se configuran e intensifican las relaciones de poder. Así, se comprende el discurso mediático, específicamente la noticia, como una práctica social y se tiene en cuenta que los medios de comunicación incorporan:

Estructuras e ideologías a sus propias rutinas de fabricación de noticias [...] y a las estructuras convencionales de sus informaciones. Como proveedores principales de discursos públicos, los medios informativos proporcionan algo más que una agenda de temas y debates públicos. (Van Dijk, 1990, p. 259)

Como modelo analítico para la incorporación de la perspectiva planteada se hizo uso de la herramienta propuesta por Gutiérrez y Vargas (2017) que, si bien no ha sido utilizada como parte del análisis crítico del discurso, toma partido de sus teorías y las amplía. Esta herramienta incorpora el análisis de las emociones en la prensa, pues las entiende como útiles para influir en el conocimiento social compartido. Por ende, se pretende evidenciar cómo y a través de qué elementos se construyen los discursos emocionales. Esto permite el estudio de enunciados y reconoce el contexto en el que se producen, como un elemento que permite configurar significados que son compartidos de forma intersubjetiva. No se busca conceptualizar, por ejemplo, a la ira o a la calma; por el contrario, el objetivo es comprender cómo se construye un discurso susceptible de enojar o de calmar a partir de los significados comunes (Plantin, 2014).

A partir de unas reglas y principios dados en la producción retórica de las emociones se busca determinar los detonantes lingüístico-argumentativos que construyen discursos emocionales. Para ello se empleó como recurso una serie de preguntas topoi que permitieron identificar “a qué emociones se apela, y de qué manera” (Gutiérrez y Vargas, 2017, p. 124). En síntesis, se utilizó el esquema planteado por Gutiérrez y Vargas (2017) (ver Tabla 1).

Condiciones de producción del discurso

Tabla 1.: Condiciones de producción del discurso

Adicionalmente, se incluyó en el esquema un apartado que permite abarcar las imágenes presentes en las noticias analizadas pues, en muchas ocasiones, el mensaje es potenciado en la imagen con el fin de generar un mayor impacto comunicativo (De Dios, 2013). Pese a que los recursos gráficos son susceptibles de ser analizados en sí mismos y no como un complemento del mensaje lingüístico donde se inscriben, tal análisis exige una extralimitación dentro de los alcances de este estudio. Es así como las fotografías fueron examinadas de forma meramente descriptiva para dar cuenta de la composición global de los textos.

En segunda instancia, se tomó la propuesta metodológica de la Teoría Fundamentada (TF), que plantea que las categorías de análisis deben ser derivadas de los datos mediante la utilización de un método comparativo constante (Glaser y Strauss, 1967; Hammersley, 1989). En este sentido, se aplicó el método comparativo de la TF que consiste en “la recogida, codificación [...] y el análisis de datos de forma sistemática. Es decir, es la comparación constante de similitudes y diferencias de incidentes identificados en los datos con el objetivo de descubrir patrones de comportamiento que se repitan” (Vivar, et al., 2010).

Los datos obtenidos con la matriz descrita más arriba se analizaron haciendo uso de la codificación abierta, un proceso analítico que permite identificar las propiedades de los datos. A partir de ellos se identifican las categorías teóricas que emergieron del análisis de las fuentes (Vivar, et al., 2010).

Corpus de estudio

Los textos analizados son noticias publicadas por el periódico El Tiempo. Según el estudio más reciente de audiencias digitales en Colombia, realizado por la firma Comscore (2020), este medio es el que posee mayor número en promedio de visitantes a nivel nacional. El consumo digital de los medios es la forma predilecta de los colombianos para informarse. Así, se estudiaron las noticias en su versión digital considerando que “en la última década la audiencia de internet de los medios de comunicación en Colombia ha aumentado 252 %” (Mariño, 2019).

Se utilizó el repositorio digital de El Tiempo para seleccionar las noticias que coincidieran con el criterio de la frase clave: “Migración venezolana”; con el fin de seleccionar las noticias que dieran cuenta de las experiencias de los migrantes venezolanos en Colombia; o aquellas que se refirieran a sus efectos económicos, políticos, sociales, etc. Se considera que esto refuerza el esquema argumentativo de los medios de comunicación masiva. A continuación, se aplicó un criterio de exclusión, esto se debe a que, al buscar la frase clave mencionada, se hallaron noticias que no tenían relación con el propósito de esta investigación, por ejemplo, la legitimidad de Guaidó, el gasto de los hogares, la paz con el ELN, entre otros.

Adicionalmente, se seleccionaron las noticias publicadas dentro de un periodo de tiempo que comprende los años 2018 y 2019. Según cifras de Migración Colombia (2020), en estos dos años se registraron en el territorio colombiano 1 032 016 y 1 771 237 migrantes venezolanos, respectivamente. Es decir, entre 2018 y 2019 se presentó el mayor incremento de personas migrantes provenientes de Venezuela; en 2018 hubo un aumento del 191 % con respecto al año anterior y en 2019 el aumento fue del 51 %. Se omitió del estudio las noticias publicadas en el año 2020 dada la coyuntura particular relacionada con la pandemia de COVID-19. Este fenómeno exige un análisis bajo otros parámetros que imposibilitan la comparación entre los periodos de tiempo estudiados.

Partiendo de las noticias resultantes se realizó una selección aleatoria de 48 noticias a las cuales se les aplicó un criterio de tiempo con el fin de obtener un número de noticias proporcional a cada uno de los años de estudio, es decir, 24 por año. Esto permitió establecer el corpus de la investigación que fue procesado en su totalidad como se ejemplifica en la Tabla 2 y la Tabla 3. A fin de presentar el análisis de forma sintética, se limitó la cantidad de enunciados expuestos; sin embargo, todas las noticias se tuvieron en cuenta en el proceso analítico presentado en la sección de resultados.

Tabla 2.: Análisis de la noticia del portal El Tiempo

Noticia 01: ¿Extranjeros, metidos en el microtráfico de Ciudad Bolívar?
Topoi Principios y reglas
¿Qué? Tipo deacontecimiento Asesinato; hurto; víctimas; microtráfico.
¿Quiénes? Tipo de personas “Ellos”; extranjeros; venezolanos.
Objeto afectado Seguridad; tranquilidad; conciudadanos.
¿Cómo? Intensidad Estímulos: historias de vida; voces de conocidos de las víctimas; voces de miedo; tristeza; indignación.
Voz fiable Colombianos, habitantes de Ciudad Bolívar
¿Por qué? Causas/agente Contenido emocional: “reina el miedo”; “cada vez son más las voces de residentes del sector las que alertan sobre la incidencia de ciudadanos de ese país en la inseguridad”; “no solo se despidieron, sino exigieron justicia”; “lo recuerdo con mucha nostalgia, un ser humano de admirar, un joven noble, trabajador, honesto, leal, transparente, amante del deporte”.
Frases clave “Se han detenido a 34 ciudadanos del vecino país, 24 por hurtos y 10 por estupefacientes”. “Después de ese caso la gente empieza a hablar. Dicen que las ollas de drogas que hay en Ciudad Bolívar, que se supone que antes eran de colombianos, ahora los que están metidos son venezolanos”. “No es la primera vez que he escuchado que alguien ha sido robado por ellos”.
Descripción de imagen Imagen 1. Muestra una fotografía panorámica de Ciudad Bolívar y localidades del sur aledañas, desde arriba. En el pie de página se lee: “En lo que va del 2018, 34 venezolanos han sido detenidos en Ciudad Bolívar. Diez por estupefacientes”. Imagen 2. La nota incluye una infografía con datos de “delitos cometidos por extranjeros en Bogotá”. Se menciona que, entre el 1 de enero y el 14 de septiembre de 2018, 1309 delitos fueron perpetrados por venezolanos. Lo comparan a continuación con delitos cometidos por ecuatorianos, dominicanos y españoles (32, 24 y 7, respectivamente).

Nota. Elaboración propia con información de Ruiz (2018).

Tabla 3.: Análisis de la noticia del portal El Tiempo

Noticia 02: El drama de los niños venezolanos tras la partida de sus padres
Topoi Principios y reglas
¿Qué? Tipo de acontecimiento “la migración venezolana ha aumentado a 3 millones de personas en los últimos tres años, y los padres se ven forzados a tomar la difícil decisión de dejar a sus hijos”.
¿Quiénes? Tipos de personas Hijos de venezolanos obligados a salir de su país; niños pequeños; padres.
¿Cómo? Intensidad “Incapaz de llevar comida a casa, la madre de Yusneiker y Anthonella huyó del colapso económico de Venezuela hacia República Dominicana en 2016”. “Los niños sufren la ausencia de sus padres. Las notas de Anthonella bajaron en el colegio. La niña, de cabellos rizados y ojos oscuros, también perdió el habla y responde a su abuela, Aura Orozco, solo afirmando o negando con la cabeza”. “Incluso todavía hoy se acuesta y le preguntas ¿qué te pasa? y te dice ‘extraño a mi mamá’”. “Se enfrentan a la desnutrición, escuelas deterioradas, escasez de medicamentos y comida, ante el colapso de su economía”.
Objeto afectado Salud (física y mental), calidad de vida, tranquilidad, etc., de los hijos de venezolanos Voz fiable Testimonios propios de los migrantes y sus familias.
¿Cuántos? Cantidad “Fe y Alegría [...] sostuvo que hasta enero de este año 6044 de sus 110 000 estudiantes han visto migrar a sus padres”.
¿Por qué? Causa/agente “Las decisiones que están ponderando los padres [...] son decisiones perderperder. ¿Pierdo más al no poder cubrir las necesidades básicas en el país o pierdo más cuando sacrifico aspectos de la relación con mi hijo?”.
Descripción de imagen Imagen 1: se ve a una niña mirando al suelo mientras juega con una vajilla de juguete. Imagen 2: la misma niña, esta vez con su abuela. Imagen 3: muestra a dos nenes con su abuela, representando, igual que en la anterior, la ausencia de los padres que han tenido que migrar para ofrecer mejor calidad de vida a sus hijos.

Nota. Elaboración propia con información de Ramírez (2019).

Resultados

Al analizar las noticias publicadas por el periódico El Tiempo entre los años 2018 y 2019, que comprenden el corpus de la investigación, se encontraron tres tendencias en la construcción de discursos emotivos sobre la migración venezolana que serán presentadas a continuación.

El miedo suscitado por la eventual amenaza a la seguridad

La primera tendencia consiste en retratar la migración en términos de amenaza latente contra la seguridad. Estas noticias se caracterizan por presentar la información en un estilo más pretendidamente “objetivo”, ya que en dichos casos se le da protagonismo a la voz de figuras de autoridad (voceros de instituciones, ministros y comandantes de policía) y a ciudadanos que se consideran afectados, a la vez que se suele omitir la versión de los migrantes.

En los enunciados que hacen parte de esta tendencia se dibuja claramente la división ellos/nosotros, donde los migrantes (“ellos”) se asocian con palabras valoradas negativamente como “amenaza”: “desde el 2012 son 799 venezolanos que han sido expulsados de Colombia por considerarse una amenaza para la seguridad nacional” (“Los problemas”, 2018); o “delito”: “la gran cantidad de venezolanos que han llegado a Colombia desde hace casi dos años se empezó a sentir en el registro de ciudadanos de ese país vinculados a hechos delincuenciales” (Méndez, 2018). De esta forma, se enfatiza en la relación entre migrantes y problemas de seguridad: “Fiscalía alerta por aumento de capturas de venezolanos. En un año fueron detenidos 1869 ciudadanos del país vecino mientras cometían algún delito” (Buitrago, 2018); “de las 4130 personas capturadas este año en Bogotá por todo tipo de robos y hasta lesiones personales, el 36 por ciento son venezolanos” (“Cada 24 horas”, 2019).

Como se evidencia, el principio de número es resaltado por las noticias, pues hacen énfasis en la cantidad de personas involucradas en delitos. Esto potencia la configuración de una representación disposicional que vincula a la migración venezolana con problemas y riesgos de seguridad (Artola y Herrera-Lasso, 2011). En las noticias presentadas se mencionan cifras descontextualizadas que no permiten comprender la dimensión real del problema ni las explicaciones de fondo de las situaciones retratadas. Por ejemplo, se menciona que el 36 % de los capturados en Bogotá por lesiones personales y robos son venezolanos. Sin embargo, dada la forma como se presenta la noticia, se imposibilita cuestionar aspectos de esta (la legitimidad de la captura, su contexto, etc.). Tampoco se permite evidenciar a cuánto equivale ese porcentaje con respecto al total de migrantes que residen en Colombia.

Lo anterior ratifica la idea de que el migrante “irregular’’: “se involucra fácilmente en actividades ilícitas, en las que se incluyen el tráfico de drogas y armas, o en circuitos de violencia” (Artola y Herrera-Lasso, 2011, p. 11). Esto resulta desproporcionado pues, según la reciente encuesta presentada por Bahar, et al. (2020): “la presencia de inmigrantes venezolanos no está generando un aumento sistemático de crimen en la región, ciertamente no en los tres países que han recibido la mayor cantidad de inmigrantes y refugiados venezolanos [Colombia, Chile y Perú]” (Bahar, et al., 2020, p. 2). En esa misma línea, el profesor Oltmer rechaza la “distorsión que genera la masiva difusión mediática de hechos de violencia en relación con la migración” (Oltmer, como se citó en Ospina, 2018). De acuerdo con el profesor, “está demostrado que los pocos casos de violencia que surgen en medio de movimientos migratorios no están en ninguna relación con el impacto negativo que dejan entre la población” (Oltmer, como se citó en Ospina, 2018).

De este modo se demuestra cómo se intenta estimular el miedo frente a la “posible amenaza” que representa la llegada de los venezolanos. A partir de las emociones se pueden constituir representaciones que se encarnan en los cuerpos migrantes y los convierten en personas que afectan la seguridad y la tranquilidad. Así, no solo se retrata a los migrantes involucrados en actos delictivos, sino además en situaciones que transgreden las dinámicas de la vida cotidiana.

Las fotografías que acompañan las noticias estimulan lo dicho anteriormente. Ejemplo de ello es la siguiente imagen (ver Figura 1), que retrata uno de los refugios establecidos para los migrantes venezolanos en el barrio Luis María Fernández de la ciudad de Bogotá. Allí, las personas migrantes han tenido problemas con los vecinos, los últimos dicen sentirse inconformes con su llegada ya que afirman que “se afecta la seguridad, las ventas pues muchas personas prefieren no pasar por ese lugar” (López, 2018). Asimismo, mencionan que:

La gente deja salir a los niños a la calle así tranquilos, ellos salen a jugar en bicicleta, no tenemos mayores problemas de seguridad, pero ahora por cortesía de la implantación de ese barrio que nos pusieron ahí al lado, de ese asentamiento tan irresponsable, pues todo cambió de la noche a la mañana, hay momentos en el que casi hay más policías que residentes. (López, 2018)

Refugio para migrantes

Figura 1.: Refugio para migrantes

Nota. Tomado de López (2018).

En esta fotografía (Figura 1) se muestra uno de los refugios de la zona. En primer plano aparece un agente de policía, junto con ropa colgada, coches de niños y algunas bolsas negras en donde sobresale más ropa. Con esto se puede inferir una asociación entre los migrantes y ciertas características “tales como la pereza, la suciedad, los malos modales, el desorden” (Torres, 2012, p. 303).

En ese sentido, mediante la imagen se refuerza la idea de que la migración es una cuestión de orden público y por tanto le compete a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Adicionalmente, sobresale en la fotografía la omisión de la figura de los migrantes y, consecuentemente, la omisión de su situación y su perspectiva de los problemas enfrentados en el barrio. En síntesis:

La percepción frente a ellos [los migrantes] se ha deteriorado a causa de tres factores: la creencia de que son una amenaza para la seguridad urbana y rural, el incremento de la mendicidad en las calles y la ausencia de una solución a corto plazo para estas problemáticas. (“La ayuda”, 2019)

La indignación generada por el gasto público

La segunda tendencia consiste en el énfasis que hace el periódico El Tiempo sobre los perjuicios socioeconómicos que supone la migración. Aquí se hace uso del principio de intensidad, con el que se recalca el estimado concreto del costo monetario para Colombia (Forero, 2018): “[los migrantes] demandan atención y tratamiento cuyo costo no baja de 50 millones de pesos. [...] en el 2018 en atención en salud para inmigrantes, el distrito destinó 8000 millones de pesos” (Herrera, 2019),

Los expertos señalan que la migración venezolana sale muy costosa en temas de salud porque llegan en unas condiciones muy complicadas. [...] entre enero y julio del 2018, la red pública hospitalaria realizó 65 764 atenciones en servicios como consultas, hospitalizaciones, procedimientos y urgencias, lo que implicó que el distrito invirtiera más de $ 4421 millones. (Cerón, 2019)

Además, se hace hincapié en la cantidad de migrantes que llegan al país y las consecuencias que ello acarrea:

La llegada masiva de venezolanos, [...] también está golpeando los costos de los arriendos en los estratos 1 y 2, toda vez que el éxodo ya agotó el inventario de inmuebles para alquiler en este rango poblacional, en todo el país. (“Migración venezolana agotó”, 2019)

De esta manera, como menciona Van Dijk (2000), se plasma la migración en términos sobredimensionados dando la idea de que los migrantes, cual ejército, arriban de forma masiva y organizada al país de acogida.

Con respecto a la relación entre migración y economía existen diversas posturas. Sin embargo, es claro que “el debate ha estado hegemonizado por la visión que los países receptores y organismos internacionales tienen sobre ella” (Canales, 2015, p. 29). Dicha visión es replicada en periódicos como El Tiempo. Bajo esta perspectiva: “se habla más bien de una cuestión migratoria, enfocándose el análisis en los problemas sociales, económicos o políticos que plantea la inmigración masiva, máxime cuando se considera la alta proporción de migrantes indocumentados” (Canales, 2015, p. 29). Esta conexión sine qua non entre la migración y el costo económico está atravesada por la aporofobia. Esta hace alusión al tipo de rechazo que reciben los migrantes que al parecer no traen recursos económicos, sino problemas. En otras palabras, no molesta el extranjero por el hecho de serlo, molesta que sea pobre (Cortina, 2017). Con la repetitiva alusión a los costos de la migración venezolana para Colombia:

Podrían generarse graves problemas de resentimientos que luego pueden ser capitalizados por xenófobos e instrumentalizados por políticos [sobre todo teniendo en cuenta que en Colombia] los recursos asignados a la seguridad social son escasos, [por ello] los nativos podrían ver degradados los servicios que pagan. (Ospina, 2018)

Lo dicho se potencia con el hecho de que se omite mencionar lo que los migrantes venezolanos le aportan al país en términos económicos. Lo anterior constituye una representación disposicional en la que se plantea a la migración como un problema para la economía. Y puede generar indignación colectiva en los colombianos cuando sienten que se les está privando de algo que les pertenece.

La compasión despertada por las condiciones desfavorables

Por su parte, la tercera tendencia se caracteriza por hacer énfasis en el instante previo a la migración. Es decir, narrar detalladamente las condiciones que llevaron a los migrantes a salir de Venezuela, así como los motivos subjetivos y la travesía del desplazamiento. De esta forma, el proceso migratorio es presentado como desconsolador: “se quiebra la vida misma, pues se fuerza a dejarla” (Morelo, 2018); en este proceso sus actores son “gente delgadita, desolada y triste” (Morelo, 2018). Esta concepción es reforzada con la forma como se presentan los motivos del exilio, estos se cuentan a partir de la voz y las situaciones de la vida personal de los venezolanos:

Yo no sabía lo que era sentir que uno podía perderlo todo: el salario, las propiedades, la comida. Cuando fui a buscar a mi papá vi niños comiendo del basurero de la esquina donde yo viví. Desde ese punto ves la ruina en que se convierte nuestro país. (Morelo, 2018)

Las anécdotas se convierten en enunciados con alta carga emotiva. Al ser situaciones contadas de forma personal, el límite entre ellos y nosotros se desdibuja, y se establece un lazo entre el relato y el lector (Gutiérrez y Vargas 2017). El lazo es reforzado al destacar, tanto textual como fotográficamente, poblaciones vulnerables como niños, adultos mayores y mujeres embarazadas en situaciones socialmente indeseables: “se ven sobre todo niños en coches sin nada para comer” (“Drama de familias”, 2019); “Yolimar Peña, madre de cuatro niños y habitante del campamento, aseguró que por ahora no sabe para dónde irse con sus pequeños. ‘No tengo trabajo ni un lugar en dónde quedarme’” (Cerón, 2019).

Madre migrante

Figura 2.: Madre migrante

De la siguiente forma (ver Figura 2) se acompaña a las noticias con imágenes: en primer plano, una mujer migrante amamantando a su niño, sentada en la calle junto a otro niño y sus pertenencias. Se busca destacar las condiciones adversas que han tenido que atravesar estas personas. Esto es reforzado con el pie de página: “en las calles de Bucaramanga la desesperanza es el pan de cada día: madres soportan las noches largas y frías para poder alimentar a sus bebés, soportando duras caminatas” (“Así es la vida”, 2018). Lo anterior es un ejemplo de cómo, al retratar a grupos considerados socialmente vulnerables (madres y niños en brazos), se busca suscitar un sentimiento de compasión y empatía, pues se les considera personas en desventaja para hacer efectivos sus derechos.

En el mismo sentido, es recurrente resaltar la sensibilidad de los migrantes con respecto a sus proyectos de vida: “Cuando hablan de sus familiares, de lo que pudo ser y no fue, aparecen los silencios, las pausas, los ojos húmedos, las sonrisas resignadas, extraño mi vida” (Rojas, 2018); “los rastros de las despedidas van quedando por todas partes. En las luces que no se encienden, en viviendas vacías. Se marchan sin mucha experiencia, cargados de miedo y esperanza y sin saber si algún día podrán volver” (Castillejo, 2018); “incapaz de llevar comida a casa, la madre de Yusneiker y Anthonella huyó del colapso económico de Venezuela” (Ramírez, 2019). Así, se hace énfasis en las cosas que se abandonan como la familia, el territorio, los recuerdos y las costumbres que allí se constituyen. Todo esto consolida la representación de la migración como un proceso doloroso y traumático, pues, según el principio de animacidad, con el uso de este tipo de palabras se busca hacer hincapié en situaciones que ponen en peligro la vida, y así aludir a contextos de “fatalidad” o “brutalidad” (Gutiérrez y Vargas, 2017).

La migración también ha sido construida discursivamente a partir de las causas y las condiciones de origen que se le adjudican. En términos generales, se presenta al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela como el causante de la crisis migratoria. Es pertinente resaltar la construcción discursiva de dicho gobierno, pues en la mayoría de las noticias se asocia con autoritarismo, dictadura y represión: “No hemos podido disfrutar de la libertad o la democracia […] debemos denunciar la causa y la raíz de este problema: la dictadura de Nicolás Maduro” (Rojas, 2018); “en cada rincón de ese país se respira represión” (Morelo, 2018).

Al mostrar la coyuntura venezolana como catastrófica se aplica el principio de intensidad de la representación, se hace uso de expresiones que evidencian la fragilidad a la que se exponen las redes de significados construidas y validadas a nivel social (Van Dijk, 1999), como la vida, el alimento, la salud, etc.:

A un profesor lo buscaron en su casa, lo acuchillaron, pero los vecinos lo salvaron y hoy está aquí en Colombia, y su familia amedrentada en Venezuela […] he sabido de un profesor que se desmayó en clase porque no tenía para comer. El hambre alcanzó a todos. (Morelo, 2018).

Esto potencia la representación dramática y trágica de la migración:

[Maduro] aceleró el éxodo, al llegar al poder y junto con él, el aumento de los asaltos, de los muertos, de los secuestros, y de la escasez de la comida, de las medicinas, de los productos básicos, de las oportunidades. (Rojas, 2018)

Es pertinente mencionar que El Tiempo no solo muestra las situaciones de dificultad atravesadas en Venezuela, sino también en Colombia, como amenazas, violaciones a los derechos humanos y explotación laboral: “por las redes sociales y en algunos barrios de esta localidad empezó a rodar un panfleto en el cual amenazan de muerte a ‘venezolanos y viciosos’ que habitan en Ciudad Bolívar” (Murillo, 2019); “las venezolanas se hallan expuestas a todo tipo de vulnerabilidades, reciben menos dinero por sus labores, realizan jornadas más extensas o, a veces, ven sus documentos de identidad retenidos y enfrentan la extorsión de quienes abusan de ellas” (Patiño, 2019). Lo anterior refuerza la concepción de que los migrantes son merecedores de generosidad y ayuda, y se hace uso del principio de proximidad, donde los venezolanos son marcados emocionalmente a partir de las situaciones que viven.

A lo largo del artículo se ha evidenciado la construcción que El Tiempo ha hecho de diferentes representaciones disposicionales con respecto a la migración venezolana: (1) el miedo suscitado por la eventual amenaza a la seguridad; (2) la indignación generada por el gasto público que representa para Colombia; y (3) la compasión que despiertan las condiciones desfavorables, especialmente de los grupos vulnerables (niños, mujeres embarazadas, adultos mayores).

Lo anterior se hace posible acudiendo a ciertos disparadores lingüísticos que construyen el discurso emocional. Entre ellos sobresale el principio de rango que permite construir una línea divisoria entre los colombianos (nosotros) y los venezolanos (ellos). A los últimos se los asocia con términos como aumento de capturas, amenaza para la seguridad nacional, robos, etc. Esto se profundiza gracias al principio de número, pues se destaca la cantidad de migrantes involucrados en dichas situaciones. Asimismo, se hace uso de cifras y palabras que denotan un impacto, en términos de costos para la economía colombiana. Lo anterior hace referencia al principio de intensidad, se enfatiza en la cantidad de dinero que requiere la atención de la migración. Por último, sobresalen los principios de animacidad y proximidad que vinculan a los migrantes, particularmente a grupos vulnerables, con situaciones de brutalidad, fatalidad, muerte, hambre, etc. Lo anterior potencia la concepción de que son grupos poblacionales que necesitan ayuda.

Las representaciones disposicionales podrían estar relacionadas con las impresiones que los colombianos tienen sobre la migración, las cuales se muestran en los resultados de las encuestas de percepción. Según el Proyecto Migración Venezuela (2019) el 52 % de los encuestados no estaba de acuerdo con que el gobierno colombiano acoja a los migrantes venezolanos. La misma encuesta reveló que el 50 % de los colombianos consideraba que los venezolanos representan una carga para los servicios sociales del Estado. No obstante, se destaca el hecho de que las personas encuestadas presentaron una respuesta de aprobación más alta en lo que respecta al acceso a la salud y educación para los niños migrantes: el 86 % estuvo de acuerdo con que se faciliten los servicios de salud y educación a los niños venezolanos. Por su parte, la encuesta “Colombia Opina” en su versión no. 5, realizada por la empresa Invamer (2020), demostró que el 54 % de los colombianos estuvo de acuerdo con que las fronteras permanezcan cerradas para frenar la llegada de venezolanos al país. Además, el 62 % tuvo una opinión desfavorable con respecto a los venezolanos que han llegado a Colombia para quedarse y muestra un aumento considerable frente al 49 % que opinaba de este modo en el año 2018.

A partir de los datos presentados se puede inferir que existe una posible correlación, entre el discurso emocional construido por El Tiempo sobre la migración venezolana y la opinión pública de la población colombiana reflejada en las encuestas. Esto evidencia que las noticias no solo se construyen dentro de un contexto social, sino que los medios de comunicación, que las producen, se establecen como uno de los actores sociales que ayudan a configurar y reproducir dicho contexto.

Conclusiones

A la luz de este artículo se evidencian los tres ejes a partir de los cuales, en el periódico El Tiempo, se construye discursivamente la migración venezolana: el primero de ellos consiste en retratar la migración desde los problemas de seguridad que implica para Colombia; el segundo destaca las implicaciones económicas que tiene la migración; y el tercero hace énfasis en las experiencias de vida y percances que sufren los migrantes.

Dichos ejes configuran representaciones disposicionales que, al construirse a partir de ciertas emociones, establecen un discurso emocional sobre los migrantes y les confieren un tipo particular de identidad social. Esta última les asigna a los migrantes venezolanos ciertas características o marcas que pueden servir de referencia para el resto de la sociedad (Torregrosa, 1983). Desde el discurso mediático la identidad social de los venezolanos se caracteriza por medio de representaciones disposicionales concretas. En las representaciones los venezolanos están asociados con el miedo suscitado por la eventual amenaza a la seguridad, la indignación generada por el gasto público, y la compasión despertada por las condiciones desfavorables.

La identidad social suele superponerse a la identidad individual, con lo cual cada persona puede ser reducida a su condición de migrante y se deja de lado los demás aspectos de su subjetividad. En ese sentido, los venezolanos pueden llegar a ser principalmente reconocidos por los atributos que se le confiere a su identidad social. Se da cabida a fenómenos como la omisión de la voz de los migrantes, que es desplazada por voces “legítimas” (de autoridad o de personas “perjudicadas”) cuando aquellos son relacionados con problemas o afectaciones. En contraste, cuando en la construcción discursiva los migrantes son mostrados como víctimas, su voz adquiere protagonismo.

El Tiempo, en cuanto medio de comunicación masiva, se configura como un agente social a través del cual se establece una identidad sobre los migrantes. Esta identidad, configurada discursivamente sobre la base de determinadas emociones (en este caso miedo, indignación y compasión), termina posicionándose como uno de los elementos que entra en la disputa social por la construcción de las representaciones sobre la migración venezolana. Por esta razón hacemos eco de lo que hemos denominado “rostros de la migración”: son estos rostros los que se construyen con base en la identidad mencionada anteriormente y encarnan las representaciones disposicionales que se configuran en El Tiempo. Dichas representaciones no son hechas en el vacío, sino que pueden establecerse como sensibilidades sociales: al acudir a emociones específicas, los migrantes son asociados con diversas características que pueden llegar a condicionar las percepciones que el resto de la sociedad tiene sobre ellos.

Como sugerencia para trabajos futuros se plantea un análisis que amplíe el periodo de estudio y abarque con mayor detalle las tendencias detectadas. De igual forma, se sugiere complementar el análisis hecho con entrevistas a la población colombiana y venezolana, con el fin de evidenciar si existe una correspondencia entre los discursos mediáticos y las subjetividades de la sociedad, y así enriquecer las perspectivas encontradas. Por último, se considera pertinente analizar a profundidad la relación que se construye discursivamente entre la crisis migratoria y los proyectos políticos de izquierda.

Acknowledgements

Reconocimientos

Este artículo surge como una profundización y adaptación del trabajo de investigación desarrollado por María Camila Bermejo-Bejarano e Isabel González-Guerrero en el marco de la asignatura “emociones y política” de la Universidad Nacional de Colombia. Agradecemos al profesor Fredy Alejandro Robayo Corredor, quien nos acompañó en este proceso y siempre estuvo dispuesto a realizar comentarios y sugerencias, que sin duda fueron indispensables para la elaboración de este artículo.

María Camila Bermejo-Bejarano

Estudiante del pregrado en Sociología de la Universidad Nacional de Colombia. Sus intereses investigativos se enfocan en temas relacionados con el género, la sociología ambiental y las emociones. Actualmente es practicante del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales.

Isabel González-Guerrero

Estudiante del pregrado en Español y Filología clásica de la Universidad Nacional de Colombia, con interés investigativo en ciencias sociales y del lenguaje.

Referencias

  1. ACNUR, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. (2020). Situación en Venezuela. Recuperado de https://cutt.ly/Uh3dYNR 🠔
  2. Artola, J. y Herrera-Lasso, L. (2011). Migración y seguridad: dilemas e interrogantes. En N. Armijo (Ed.), Migración y seguridad: nuevo desafío en México (pp. 11-34). Ciudad de México: Casede. Recuperado de https://www.casede.org/PublicacionesCasede/MigracionySeguridad/pda.pdf 🠔
  3. Así es la vida de los migrantes venezolanos en parques de Bucaramanga. (2018, agosto 24). El Tiempo. Recuperado de https://cutt.ly/sh3Q7zx 🠔
  4. Ayala, S., et al. (2018). Seguridad ciudadana y migración venezolana. Análisis exploratorio. Bogotá D.C.: Fundación Ideas para la Paz. Recuperado de https://cutt.ly/BjrvSJk 🠔
  5. Bahar, D., Meagan D. y Andrew S. (2020). Inmigrantes venezolanos, crimen y percepciones falsas: Un análisis de los datos en Colombia, Perú y Chile. Washington: Migration Policy Institute and Brookings Institution. 🠔
  6. Benhabib, S. (2005). Los derechos de los otros: extranjeros, residentes y ciudadanos. Barcelona: Gedisa. 🠔
  7. Brahim, A. (2020). Las oleadas de la migración venezolana. Colombia sin fronteras. Recuperado de https://cutt.ly/2h2RrCq 🠔
  8. Buitrago, S. (2018, febrero 06). Fiscalía alerta por aumento de capturas de venezolanos. El Tiempo. Recuperado de https://bit.ly/3lRUvSI 🠔
  9. Cada 24 horas capturan a trece venezolanos por hurto en Bogotá. (2019, abril 27). El Tiempo. Recuperado de https://cutt.ly/Hh3nCa4 🠔
  10. Canales, A. (2015). El debate sobre migración y desarrollo: Evidencias y aportes desde América Latina. Latin American Research Review, 50(1) 29-53. Recuperado de https://cutt.ly/Xh3gB8w 🠔
  11. Cárdenas, J. (2015). Los medios de comunicación como actores (des)legitimadores. Algunas reflexiones acerca del rol de los medios de comunicación sobre la construcción de la opinión pública en torno al proceso de paz en La Habana. Análisis político, (85), 38-56. Recuperado de https://cutt.ly/obJ8OjV 🠔
  12. Castillejo, S. (2018, marzo 07). Venezuela: La migración del desespero. El Tiempo. Recuperado de: https://bit.ly/3f9Gcq2 🠔
  13. Ceballos, M. (2008). Las emotividades sociales y los medios de comunicación. Pensamiento y Cultura, 11(2), 263-275. Recuperado de https://bit.ly/2y6B2GM 🠔
  14. Cerón, J. (2019, enero 14). ¿Está Bogotá preparada para la llegada de más venezolanos? El Tiempo. Recuperado de https://cutt.ly/Nh3nNpp 🠔
  15. Comscore. (2020). Rankings más recientes. Prensa y eventos. Recuperado de https://cutt. ly/xh3yqUo 🠔
  16. Cortina, A. (2017). Aporofobia, el rechazo al pobre: un desafío para la democracia. Madrid: Paidós. 🠔
  17. Damásio, A. (1994). El Error de Descartes. La razón de las emociones. Santiago de Chile: Andrés Bello. 🠔
  18. De Dios, G. (2013). La fotografía de prensa como instrumento de poder: Análisis de la representación visual de los periódicos Clarín y Tiempo Argentino sobre las movilizaciones sociales del 13 de septiembre de 2012 en Argentina. Más poder local, (16), 26-34. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4753066.pdf 🠔
  19. Drama de familias venezolanas en la terminal de transportes de Bogotá. (2019, agosto 20). El Tiempo. Recuperado de https://cutt.ly/1h3QP5J 🠔
  20. Forero, J. (2018, septiembre 29). Cerca de $ 4 billones le costaría al país la crisis migratoria. El Tiempo. Recuperado de https://cutt.ly/ph3Wtd9 🠔
  21. Gutiérrez, S. y Vargas, E. (2017). Emociones y medios de comunicación. Una propuesta de análisis. Conexao Letras, 12(18), 115-138. 🠔
  22. Glaser, B. y Strauss, A. (1967). The discovery of grounded theory: strategies for qualitative research. Hawthorne: de Gruyter. 🠔
  23. Hammersley, M. (1989). The Dilemma of Qualitative Method: Herbert Blumer and the Chicago Tradition. London: Routledge. 🠔
  24. Herrera, L. (2019, octubre 08). 200 venezolanas, al mes, llegan a tener bebés a Barranquilla. El Tiempo. Recuperado de https://cutt.ly/Bh3QVGD 🠔
  25. Invamer. (2020). Colombia Opina Edición No. 5. Recuperado de https://cutt.ly/bh3dcqx 🠔
  26. Kemper, T. (1990). Social Structure and Testosterone: Explorations of the Socio-Bio-Social Chain. Piscataway: Rutgers University Press. 🠔
  27. La ayuda a los migrantes no es prioridad para los bogotanos. (2019, noviembre 18). El Tiempo. Recuperado de https://cutt.ly/Oh3Q08v 🠔
  28. Le Breton, D. (2012). Por una antropología de las emociones. Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad, 4(10), 67-77. 🠔
  29. López, J. (2018, noviembre 20). El flautista sinfónico de Venezuela que trabaja en un call center. El Tiempo. Recuperado de https://cutt.ly/ojrjX7x 🠔
  30. Los problemas que enfrentan los albergues para venezolanos en Colombia. (2018, noviembre 22). El Tiempo. Recuperado de https://cutt.ly/Tjrkv0d 🠔
  31. Mariño, L. (2019, diciembre 10). Así le fue a audiencias de los medios de comunicación en la última década. La República. Recuperado de https://cutt.ly/eh3yjCW 🠔
  32. Meersohn, C. (2005). Introducción a Teun Van Dijk: Análisis de Discurso. Cinta moebio, (24), 288-302. Recuperado de https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=10102406 🠔
  33. Méndez, A. (2018, octubre 11). Cada día en Colombia son capturados 17 venezolanos. El Tiempo. Recuperado de https://bit.ly/3kW2eOi 🠔
  34. Migración Colombia. (2020). Radiografía venezolanos en Colombia. Recuperado de https://cutt.ly/kh3s8tf 🠔
  35. Migración venezolana agotó la vivienda en estratos 1 y 2. (2019, abril 12). El Tiempo. Recuperado de https://cutt.ly/tjrxhf9 🠔
  36. Montenegro, S. y Giménez, V. (2006). La Triple Frontera. Globalización y construcción social del espacio. Buenos Aires: Miño y Dávila. 🠔
  37. Morelo, G. (2018, diciembre 09). Gente delgadita, desolada y triste recorre América Latina. El Tiempo. Recuperado de https://bit.ly/35HdBW4 🠔
  38. Múnera, L. (2006). Poder (Trayectorias teóricas de un concepto). Colombia Internacional, (62), 32-49. Doi: https://doi.org/10.7440/colombiaint62.2005.02 🠔
  39. Murillo, O. (2019, mayo 27). Con panfletos amenazan a extranjeros en Ciudad Bolívar. El Tiempo. Recuperado de https://cutt.ly/bjrxl3d 🠔
  40. Nussbaum, M. (2008). Paisajes del pensamiento. La inteligencia de las emociones. Barcelona: Paidós. 🠔
  41. Ordóñez, J. y Ramírez, H. (2019). (Des)orden nacional: la construcción de la migración venezolana como una amenaza de salud y seguridad pública en Colombia. Revista Ciencias de la Salud, (17), 48-68. Doi: https://doi.org/10.12804/revistas.urosario. edu.co/revsalud/a.8119 🠔
  42. Ospina, J. (2018, noviembre 20). Venezolanos en Colombia: un reto para nativos, inmigrantes y autoridades. DW. Recuperado de: https://p.dw.com/p/38cjZ 🠔
  43. Patiño, K. (2019, marzo 22). Migrantes, las más vulnerables a la explotación sexual online. El Tiempo. Recuperado de https://cutt.ly/wjrxkwi 🠔
  44. Pellón, I. (2016). Trabajo y conflicto social. Villa María: Universidad Nacional de Villa María. 🠔
  45. Plantin, C. (2014). Las buenas razones de las emociones. Moreno: Universidad Nacional de General Sarmiento. 🠔
  46. Proyecto Migración Venezuela. (2019). Percepción de la integración de los migrantes venezolanos en Colombia. Recuperado de https://cutt.ly/Dh3ddQk 🠔
  47. Ramírez, S. (2019, enero 17). El drama de los niños venezolanos tras la partida de sus padres. El Tiempo. Recuperado de https://cutt.ly/uh3nVDF 🠔
  48. Ramos, E. (2008). La migración Sur-Sur: El caso de los nicaragüenses en El Salvador. Recuperado de https://cutt.ly/ybJ8Bth 🠔
  49. Rojas, J. (2018, diciembre 24). Venezuela: el éxodo que redibuja a América Latina. El Tiempo. Recuperado de: https://bit.ly/3pEYqVb 🠔
  50. Ruíz, M. (2018, octubre 27). ¿Extranjeros, metidos en el microtráfico en Ciudad Bolívar? El Tiempo. Recuperado de https://bit.ly/35OCBL8 🠔
  51. Ruiz, O. (2001). Riesgo, migración y espacios fronterizos: una reflexión. Estudios Demográficos y Urbanos, 16(2), 257-284. 🠔
  52. Scribano, A. (2013). Cuerpos y emociones en El Capital. Revista Nómadas, (39), 29-45. 🠔
  53. Sigal, S. y Verón, E. (2004). Perón o muerte. Los fundamentos discursivos del fenómeno peronista. Buenos Aires: Eudeba. 🠔
  54. Torre, E. (2019). Metáforas pro-migrantes y persuasión en discursos periodísticos sobre la transmigración por México. Comunicación y Sociedad, (16), 1-22. Doi: https:// doi.org/10.32870/cys.v2019i0.7146 🠔
  55. Torregrosa, R. (1983). Sobre la identidad personal como identidad social. En R. Torregrosa y B. Sarabia (Eds.), Perspectivas y contextos de la psicología social (pp. 217-140). Barcelona: Hispano Europea. Recuperado de https://cutt.ly/njrVzjv 🠔
  56. Torres, M. (2012). La migración y sus efectos en la cultura, de Yerko Castro Neira (Coord.). Sociológica, 27(77), 301-306. Recuperado de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-01732012000300010 🠔
  57. Torres, O. y Garcés, A. (2013). Representaciones sociales de migrantes peruanos sobre su proceso de integración en la ciudad de Santiago de Chile. Polis, 12(35), 309-334. Recuperado de https://cutt.ly/KbJ7OFK 🠔
  58. Van Dijk, T. (1990). La noticia como discurso. Buenos Aires: Paidós. 🠔
  59. Van Dijk, T. (1999). El Análisis Crítico del Discurso. Barcelona: Anthropos. 🠔
  60. Van Dijk, T. (2000). El discurso como estructura y proceso. Barcelona: Gedisa. 🠔
  61. Vergara, I. (2017). “Los ciudadanos de segunda clase” Integración de los migrantes latinoamericanos en España (1990-2013) [Tesis de maestría]. Instituto de Estudios Internacionales, Universidad de Chile, Santiago de Chile. Recuperado de https://cutt.ly/YbJ7AEr 🠔
  62. Vivar, C., Arantzamendi, M., López-Dicastillo, O. y Gordo, L. (2010). La Teoría Fundamentada como Metodología de Investigación Cualitativa en Enfermería. Index de Enfermería, 19(4), 283-288. Recuperado de https://cutt.ly/cmrcCJa 🠔
  63. Wagman, D. (2006). Los medios de comunicación y la criminalización de los inmigrantes. En M. Lario (Coord.), Medios de comunicación e inmigración (pp. 201-214). Murcia: Convivir sin racismo. Recuperado de https://cutt.ly/LjrVhUk 🠔