Forma y Función
0120-338X
2256-5469
Universidad Nacional de Colombia.
https://doi.org/10.15446/fyf.v38n2.114773

Recibido: 30 de mayo de 2024; Aceptado: 6 de abril de 2025

Quechuismos en el español hablado en Colombia: frecuencia de uso y distribución diatópica del fenómeno*

Quechua loanwords in the Spanish Spoken in Colombia: Frequency of Use and Diatopic Distribution of the Phenomenon

N. Ruiz Vásquez, 1

Universidad del Valle, Cali, Colombia, nestor.vasquez@correounivalle.edu.co Universidad del Valle Universidad del Valle Cali Colombia

Resumen

El presente estudio ofrece una aproximación a la distribución diatópica y a la frecuencia de uso del fenómeno de préstamo de palabras del quechua al español hablado en Colombia. El diasistema quechua ha sido señalado como la fuente de la mayoría de indigenismos en las variedades del español hablado en Colombia y los quechuismos funcionan como rasgos de diferenciación dialectal al interior del país, por lo que su estudio es relevante para la descripción de la variabilidad del español colombiano. Este trabajo hace parte de un proyecto de investigación en curso basado en materiales del Atlas Lingüístico-Etnográfico de Colombia, ALEC, que busca sistematizar diversos aspectos del fenómeno. El estudio concluye a favor de la identificación de una estructura centro-periferia en la distribución espacial de las variantes, y aporta elementos cuantitativos para caracterizar la densidad por localidad y frecuencia de uso de quechuismos en el español hablado en Colombia.

Palabras clave:

español de Colombia, dialectología, quechuismos, contacto de lenguas, préstamo léxico.

Abstract

This study presents an approach to the diatopic distribution and frequency of usage of Quechua loanwords in Colombian Spanish. The Quechua diasystem has been identified as the primary source of most indigenous lexical items found in the varieties of Spanish spoken in Colombia, also, Quechua-derived terms function as dialectal differentiation markers within the country. Therefore, their study is essential for the description of linguistic variation in Colombian Spanish. This work is part of an ongoing research project based on materials from the Linguistic-Ethnographic Atlas of Colombia (ALEC), which aims to systematize various aspects of the phenomenon. The study supports the identification of a center-periphery structure in the spatial distribution of variants and provides quantitative data to characterize both the density by locality and the frequency of Quechua loanword usage in Colombian Spanish.

Keywords:

Colombian Spanish, dialectology, Quechua loanwords, language contact, lexical borrowing.

1. Introducción

El préstamo de palabras del diasistema quechua1 al español hablado en Colombia mantiene su vigencia como objeto de investigación dialectológica, en tanto el uso de estas variantes léxicas (por ejemplo: «pucho» por «cigarrillo»; «chuspa» por «bolsa»; «chucha» por «zarigüeya»; «zapallo» por «auyama», etc.) funciona actualmente como rasgo de diferenciación dialectal entre las variedades del español nacional, y en tanto investigadores como Montes Giraldo o Cuervo, entre otros, han señalado que del quechua provienen la mayoría de indigenismos del español hablado en Colombia (Cuervo, 1987, p. 849; Montes Giraldo, 1997, p. 41), por encima de préstamos procedentes de lenguas indígenas habladas en el territorio antes de la conquista española. Las características conocidas de este fenómeno justifican su estudio como parte de la descripción de la variabilidad del español colombiano, pero más allá, plantean preguntas sobre el inventario, alcance, uso y distribución en el territorio de las voces de origen quechua; del mismo modo, el hecho de ser los quechuismos un resultado del contacto con una lengua indígena, vincula la discusión con aspectos de lingüística del contacto y dota de profundidad histórica, y complejidad sociolingüística, a los procesos de adopción de estos préstamos.

El presente estudio pretende comenzar a sistematizar la indagación sobre el contacto quechua-español en la historia de Colombia y el análisis de los préstamos léxicos que se heredan de ese contacto, mediante una primera aproximación a la diatopía del fenómeno y su frecuencia de uso según los materiales del Atlas Lingüístico-Etnográfico de Colombia, ALEC (Instituto Caro y Cuervo, 1981), que sirve de base para toda la investigación. El estudio se divide en una primera sección de corpus y metodología en la que se especifican los materiales de trabajo, los métodos para la extracción de datos y algunas pautas para su interpretación lingüística; a continuación se presenta un breve apartado de análisis lexicológico en el que se caracterizan los procesos más frecuentes de adaptación de las voces quechuas al español, seguido por un apartado de análisis geolingüístico en el que mediante análisis de frecuencia de uso y mapas se determina la distribución general del fenómeno en la geografía colombiana y se caracteriza dialectalmente. El estudio se cierra con un breve apartado de conclusiones y las referencias bibliográficas.

2. Corpus y metodología

El estudio se basa en los materiales del ALEC contenidos en los tomos I al VI y el suplemento: 1523 mapas y alrededor de 150 láminas de texto. El establecimiento del corpus comenzó por una revisión del estado de la cuestión, mediante la cual se identificó una veintena de trabajos sobre el tema, en los que se analizan desde 8 hasta 1.285 préstamos, dependiendo de cada autor y enfoque; estos resultados fueron publicados en un artículo propio de reciente aparición, que ofrece numerosos detalles sobre contenido, forma y orientación de estos trabajos, aspectos que no se trabajan aquí por razones de espacio (Ruiz Vásquez, 2022). A partir de la consulta de estos estudios se elaboró una lista preliminar de quechuismos de la que se eliminaron principalmente préstamos que, aunque presentes en las obras consultadas, no son de uso habitual en el español de Colombia (nombres de personajes históricos como Atahualpa o Rumiñahui, o nombres de lugar situados fuera de Colombia como Quito o Incahuasi). Al cruzar las entradas de esa lista con las del glosario lexicográfico del ALEC (Montes Giraldo et al., 1986) se encontró que 107 de sus quechuismos aparecían documentados en el Atlas; a partir de este hallazgo inicial, y con el fin de sistematizar el proceso de consulta del ALEC y el registro de las variantes, se construyó un índice que identifica para cada una su tomo, mapa y variable léxica bajo la que se documentó, además de otras observaciones.

El siguiente paso consistió en una lectura mapa por mapa de los materiales del Atlas en busca de posibles quechuismos, los cuales fueron identificados y posteriormente validados etimológicamente a través de consulta en diccionarios bilingües de quechua, monolingües de español o glosarios y vocabularios sobre quechuismos en el español. Para la lectura de los mapas se tuvieron en cuenta tanto variantes cartografiadas en los mapas, de alta frecuencia, como las de baja frecuencia (otras respuestas) y las consignadas en listas de palabras o láminas de texto o ilustraciones (adiciones); esta lectura arrojó como resultado final 761 variantes léxicas procedentes del quechua registradas en el Atlas. Sumados con los registros de la lista inicial, los quechuismos documentados en el ALEC totalizan 868 variantes léxicas, que se dividen en 197 lemas y 671 formas.

Una vez identificado el corpus de quechuismos del ALEC y verificadas las etimologías para cada uno de los 197 lemas, se construyó un glosario lexicográfico que especifica: (1) procesos de adaptación a las estructuras de la lengua española y procesos de creación y motivación léxica presentes en el corpus; (2) observaciones sobre etimología de las voces; (3) observaciones sobre el uso o el significado de las voces. Toda esta información se complementó con los índices construidos para la identificación y localización de los préstamos dentro del ALEC. Si bien por su extensión no se presenta en este estudio el glosario y los índices, todos sus datos se usaron para realizar el análisis aquí ofrecido.

Para explorar el corpus desde una perspectiva geolingüística se georreferenciaron todas las formas documentadas y se trasladaron a un Sistema de Información Geográfico (SIG) con el fin de producir mapas y análisis espaciales. Para georreferenciar las variantes se construyeron tablas de datos que enfrentan localidades encuestadas en el Atlas contra variantes léxicas, usándose 1 (registrada) y 0 (no registrada) como valores para expresar la presencia/ausencia de variantes por localidad. Para identificar las localidades aplicamos la nomenclatura del ALEC, mediante la que se generaron códigos alfanuméricos compuestos por la sigla del departamento y la posición de la localidad en el espacio geográfico (por ejemplo, Bogotá recibe el código Cu34, que se lee como «Cundinamarca, tercer cuadrante, cuarta localidad»)2. Igualmente, en el SIG se usó esta nomenclatura como parte de los metadatos de las localidades y los datos geográficos, lo que permitió la georreferenciación final vinculando los datos de las tablas.

Para interpretar la muestra en términos de frecuencia de uso de las variantes se eligió la representación por porcentajes, una medida de frecuencia relativa, aprovechando el hecho de que los mapas del ALEC se basan en 238 localidades cartografiadas y, por lo tanto, una variante que se registre en todas ellas podrá obtener una puntuación de 100 en una escala porcentual; así, y usando un factor de conversión de 0.42 (siendo entonces 238 = 99.96%), se puede expresar que una variante que se documentó en 137 localidades del Atlas tiene un puntaje de 57.5 en una escala del 0 al 100%. Además, para poder caracterizar el comportamiento de las variantes dentro de esa escala se crearon tres valores: Poco Frecuente (PF), Frecuente (F) y Muy Frecuente (MF), y se compararon con una distribución normal, en la que los valores típicos se agrupan hacia un centro y los extremos contienen los valores atípicos; de tal modo, para simular una distribución normal, se dividió el intervalo total (238 localidades, o 100%) en cuatro intervalos menores y proporcionales o cuartiles (1-25%, 26-50%, 51-75%, 76-100%), considerando al primero y al último como los valores PF y MF, mientras los dos intervalos del centro se consideran los valores F. La caracterización de frecuencia y el intervalo se resumen en la Tabla 1:

Tabla 1: Caracterización de frecuencia e intervalo usado para el análisis de frecuencia de uso

Localidades (Absoluta) Porcentaje (Relativa) Frecuencia
1 - 60 1 - 25% Poco frecuente (PF)
61 - 119 26 - 50% Frecuente (F)
120 - 179 51 - 75%
180 - 238 76 - 100% Muy frecuente (MF)

Finalmente, con los insumos anteriores, y partiendo de nuestra reciente propuesta de clasificación dialectal del español de Colombia (Ruiz Vásquez, 2020), se agruparán por unidades superdialectales y dialectales los quechuismos validados y se identificarán aquellos que posiblemente superen la frontera de cada unidad dialectal identificada o correspondan a una norma nacional (no se examina el nivel subdialectal ni el de las hablas regionales pues se superan los límites de este estudio). Se presenta en la Tabla 2 la clasificación propuesta y sus unidades constituyentes:

Tabla 2: Propuesta de clasificación dialectal del español de Colombia (Ruiz Vásquez, 2020)

Superdialectos Dialectos Subdialectos Hablas regionales
Español Antillano Caribeño colombiano Cartagenero Nte. de Bolívar/Sucre
Samario Atlántico/Magdalena
Fonsequero Guajira/Cesar/Nte. Norte de Santander
Sabanero Córdoba/Urabá antioqueño/Sur de Bolívar
Español Neogranadino Occidental Antioqueño-caldense Antioquia/Caldas/Quindío/Risaralda/Nte. del Valle del Cauca
Caucano-valluno Andes del Cauca/Valle geográfico del Cauca
Pacífico Septentrional Chocó
Pacífico Meridional Costas de Valle del Cauca, Cauca y Nariño
Oriental Santandereano Santander/Sur de Norte de Santander
Cundiboyacense Boyacá/Cundinamarca
Tolimense-huilense Tolima/Huila/Occ. del Caquetá
Llanero Norte Arauca/Casanare
Llanero Sur Meta
*Llanero Este *Vichada
*Amazónico *Amazónico Norte *Guaviare/Guainía/Vaupés
*Amazónico Sur *Ori. de Caquetá/Amazonas
Español Andino Andino colombiano De tierras altas Andes de Nariño
De tierras bajas Putumayo

Notas: Nte. = Norte, Ori. = Oriente, Occ. = Occidente, * = Marca divisiones dialectales hipotéticas dada la carencia de estudios.

3. Procesos de adaptación de los préstamos

La muestra total de 868 variantes léxicas procedentes del diasistema quechua en el ALEC da cuenta de numerosos procesos de adaptación de las palabras quechuas, de la existencia de procesos activos y productivos de composición y derivación léxica, así como de la incidencia de patrones fonológicos del español que se aplican a la incorporación de estas voces. Para alcanzar un grado deseable de síntesis, en esta sección se trabaja únicamente con los 197 lemas que jerarquizan el material y permiten ordenarlo. Se refieren en primer lugar los procesos de cambio fónico y después aquellos de tipo morfológico. Desde aquí se señala que en 32 lemas no se surtió ningún tipo de adaptación y las voces pasaron del quechua al español sin alteraciones (es el caso de «achira» ‘cuenta del rosario’; «carpa» ‘tienda, toldo’; «chuspa» ‘bolsa pequeña’; «mitaca» ‘cosecha periódica’, entre otros).

3.1. Procesos de cambio fónico

La Tabla 3 organiza los procesos de cambio fónico más frecuentes encontrados en el corpus y el número de casos por cada proceso (existe en el corpus evidencia de otros como asimilaciones, disimilaciones, bilabialización, aféresis de consonante, ensordecimiento e incluso metátesis, pero por su baja frecuencia no los especificamos).

Tabla 3: Procesos de cambio fónico y número de casos

Proceso de cambio fónico Casos
Apertura de vocales (acentuadas e inacentuadas) 56
Prótesis y epéntesis de /ɡ/ (inicio de palabra y de sílaba) 26
Sonorización de consonantes sordas 22
Despalatalizaciones de consonante 15
Africación de fricativa u oclusiva 2
Nasalización de consonante 2
Velarización de consonante 2
Fijación de vocal sandhi 2

Como se observa, cuatro procesos son los más frecuentes en el paso de las palabras quechuas al español. El primero y más importante es la apertura de vocales, que se ve facilitada por el hecho de que las lenguas quechuas tienen un sistema vocálico de tres elementos /i, a, u/, en el que algunas realizaciones de /i, u/ pueden perceptualmente asimilarse a instancias de /e, o/, lo que posibilita su apertura en español, o su identificación directa como /e, o/; ejemplos de este proceso son, QUE /ˈʧun.ta/ > SPA /ˈʧon.ta/, o QUE /ˈlu.kɾu/ > SPA /ˈlo.kɾo/, o QUE /tu.ˈtu.ɾa/ > SPA /to.ˈto.ɾa/. La apertura de vocales /i, u/ > /e, o/ sucede de modo incondicionado, no incide si la sílaba es acentuada o inacentuada, ni tampoco la posición del segmento, ni la consonante en contacto, aunque tiende a verificarse con mayor regularidad en sílaba inacentuada y posición final de sílaba o final absoluto. Debe señalarse que, si bien la apertura de vocales es el proceso con mayor número de casos, también se registraron instancias de mantenimiento de la calidad vocálica, sin apertura, como en QUE /ˈʧi.pa/ > SPA /ˈʧi.pa/ o QUE /ˈʧus.pa/ > SPA /ˈʧus.pa/; según los datos del corpus, también la conservación de la calidad vocálica sucede de modo incondicionado, sin que sea discernible un contexto fonológico que restrinja la apertura (si bien es un poco más frecuente que los casos de conservación de la calidad vocálica se presenten después de consonante palatal, los casos totales son pocos para proponer una generalización, y además el fenómeno también se presenta después de otras consonantes); es posible que en estos casos el mantenimiento de la calidad vocálica se explique mejor como estrategia para evitar cacofonías, o el surgimiento de homofonías, o quizás paronimias.

El segundo proceso más importante es la inserción de una oclusiva velar sonora /ɡ/, que ocurre como prótesis en inicio de palabra y como epéntesis en inicio de sílaba interior, sea como parte de procesos de desambiguación de segmentos que contienen consonantes o vocales labiovelares, o como refuerzo articulatorio para impedir la pérdida o nasalización de vocales finales, por ejemplo, QUE. /ka.ˈwi.na/ > SPA. /ka.ˈɡwin.ɡa/, o QUE. /ˈwa.wa/ > SPA. /ˈɡwa.ɡwa/, o QUE. /pi.ˈʧa.na/ > SPA. /pi.ˈʧan.ɡa/; el proceso de prótesis o de epéntesis no se ve condicionado por la calidad acentuada o inacentuada de la sílaba en que se presenta, pero sí se ve favorecido por los segmentos en contacto pues es regular frente a /w/ y en posición entre nasal+vocal /a/ (en varios casos también la nasal es epentética y parece surgir con la velar, especialmente en límite silábico). Después, el corpus documenta numerosos casos de sonorización de consonantes oclusivas, en contextos de |nasal+vocal| o |lateral+vocal|, por ejemplo, QUE. /ˈʧa.kɾa/ > SPA. /ˈʧa.ɡɾa/, o QUE. /ˈtan.kan/ > SPA. /ˈtan.ɡan /, o QUE. /ˈʧa.ka/ > SPA. /ˈʧan.ɡa/. Finalmente, queda un conjunto más o menos numeroso de fenómenos de despalatalización que afectan a la fricativa prepalatal sorda /ʃ/ y a la lateral palatal sonora /ʎ/, que tienen estatus fonemático en el diasistema quechua pero no en las variedades del español de América. Estas despalatalizaciones también ocurren de modo incondicionado, sucediendo con independencia de los sonidos en contacto, de la calidad acentuada o inacentuada de la sílaba en que ocurren, o de su posición en la palabra, como en QUE. /ˈkuʎ.ku/ > SPA. /ˈkul.ko/, o QUE. /ʃu.ˈʃu.na/ > SPA. /su.ˈsun.ɡa/.

Otros procesos de adaptación menos frecuentes pasan por africación de consonantes (como en QUE. /ˈʃu.ʎa/ > SPA. /ˈʧu.ʝa/), fijación de vocal sandhi (como en QUE. /ˈʧu.kɾu/ > SPA. /ˈʧu.ka.ɾo/), nasalizaciones (como en QUE. /ˈʝa.pa/ > SPA. /ˈɲa.pa/), o velarizaciones (como en QUE. /ˈʃi.kɾa/ > SPA. /ˈxi.kɾa/); como se señaló, se encuentran también casos de disimilación, asimilación, metátesis, etc.

3.2. Procesos de adaptación morfológica

La Tabla 4 presenta los procesos de adaptación morfológica encontrados en el corpus y el número de casos por cada proceso. Se entiende por procesos de adaptación morfológica aquellos que involucran cambio en la forma etimológica del préstamo debido a procesos de derivación, composición, paronimia o analogía, en la que cambian los morfemas léxicos y gramaticales de la palabra (raíces o afijos) antes que segmentos fonológicos discretos.

Tabla 4: Procesos de adaptación morfológica y número de casos

Proceso de adaptación Casos
Derivación (por sufijación, prefijación o parasíntesis) 19
Composición nominal 9
Analogía o paronimia 2

En comparación con los procesos de cambio fónico, y con las formas que no pasan por ningún tipo de adaptación, los procesos de adaptación morfológica en el corpus de quechuismos del ALEC son relativamente pocos, tanto en tipología como en casos totales. Una primera observación que se puede hacer a este respecto es que la determinación de los préstamos como sustantivos en español mediante sufijación con los morfemas de género ({-o}, {-e}, {-a}) ocurre no en el nivel morfológico, sino en el nivel fonológico, pues muchas palabras quechuas, o bien terminan en {-a}, o pasan al español con una {-o} o una {-e} en posición final de palabra debido a procesos de apertura vocálica; por ello, un proceso morfológico que debería tener numerosos casos, como la determinación como sustantivo por sufijación con morfema de género, ofrece pocas instancias en el registro. Es posible explicar esta característica mediante ciertas afinidades tipológicas: el quechua usa un sistema de casos, con un amplio inventario de sufijos para las operaciones de declinación y conjugación, y en ella el caso nominativo se marca con un morfema cero; como se señaló arriba, es típico que los lexemas sin declinar o la forma del nominativo, exhiban terminaciones vocálicas {-a, -i, -u} que un hablante de español puede equiparar fácilmente con los morfemas de género (especialmente si las terminaciones {-i, -u} atraviesan procesos de apertura en posición final e inacentuada).

Dicho lo anterior, el proceso de adaptación morfológica que registra más casos es el de derivación, principalmente por sufijación, aunque existen unos pocos casos de derivación por parasíntesis o por prefijación. En este proceso los resultados usuales son formas diminutivas o aumentativas, verbos denominales, adjetivos denominales o sustantivos deadjetivales. Encontramos dentro de este proceso ejemplos como QUE. {paspa} > SPA. {pasposo} ({pasp-}+{-oso}), o QUE. {chulco} > SPA. {chulquín} ({chulqu-}+{-ín}), o QUE. {chamkay} > SPA. {chancar} ({chanc-}+{-ar}).

Un segundo grupo lo conforman las composiciones nominales, que exhiben una característica muy interesante: se trata de compuestos que, en algunos casos, combinan morfemas léxicos del quechua con morfemas léxicos del español. Encontramos dentro de este proceso ejemplos como SPA. {chuchuyuyo} ‘árbol de sombrío’ < QUE. {chuchu} ‘duro’ + QUE. {yuyu} ‘hierba’, o SPA. {churuma} ‘mortero’ < QUE. {uchu} ‘ají’ + QUE. {rumi} ‘piedra’, o SPA. {cungutullo} ‘hoja de la mazorca’ < QUE. {kunka} ‘cuello’ + QUE. {tullu} ‘hueso’. Ejemplos de compuestos nominales que utilizan lexemas del quechua y el español tenemos: SPA. {chullojo} ‘bizco’ < QUE. {chulla} ‘impar’ + SPA. {ojo} ‘ojo’, o SPA. {chachafruto} < QUE. {sacha} ‘arbusto’ + SPA. {fruto} ‘fruto’.

Para finalizar, tenemos dos casos de derivación léxica, dentro de los que tenemos QUE. {puka} ‘rojo, colorado’ > SPA. {puca} ‘nigua’, que creemos surge por comparación metafórica, al relacionar el tamaño y color de la picadura de la nigua con el color rojo; en esta interpretación también debe tenerse en cuenta que en el Putumayo se le llama «puca» a un ácaro de color rojo, de la familia Trombiculidae, cuya forma, tamaño, color y características de su picadura resultan coherentes con la referencia metafórica a ‘rojo’; también, téngase en cuenta que se ha documentado en quechua, para nombrar el ácaro mencionado, la forma «usa puka» que puede glosarse como ‘piojo rojo’. Un caso más directo de derivación léxica lo ofrece QUE. {runa} ‘gente’ > SPA. {runo} ‘(gallo) común’, que creemos evoluciona hacia su forma documentada por analogía con el paradigma del masculino, marcando la concordancia con un referente que es también masculino.

4. Aspectos diatópicos y de frecuencia de uso

En este apartado se va a explorar la frecuencia de uso de los quechuismos documentados en el ALEC y su distribución diatópica en el territorio estudiado. Se aborda primero la frecuencia de uso según los parámetros ya expuestos en el apartado de metodología y, a continuación, siguiendo la propuesta de división dialectal también expuesta allí, se caracterizan espacialmente la distribución de los préstamos.

4.1. Distribución por frecuencia de uso

Las 868 variantes léxicas procedentes del quechua registradas en el ALEC tuvieron, como es de esperarse, un registro diferenciado, es decir, algunas únicamente se recogieron en una o dos localidades, mientras otras en más de 100, o incluso se documentaron en las 238 localidades cartografiadas en el Atlas. Por tal razón, y para facilitar la presentación de datos en este estudio, se decidió restringir esta distribución por frecuencia de uso a las variantes que se documentaran en al menos el 10% de las localidades estudiadas en el ALEC. En total 47 variantes cumplieron con este criterio, lo que hace un conjunto bastante numeroso. Se reportó en las tablas tanto la frecuencia absoluta como la relativa, de acuerdo con el intervalo de frecuencia creado y explicado en el apartado 2., Tabla 1.

4.1.1. Distribución por frecuencia - variantes Muy Frecuentes

La Tabla 5 detalla los quechuismos «muy frecuentes» en el ALEC; todas estas variantes se registraron en el 75% o más de las 238 localidades cartografiadas en el Atlas, por lo que pueden caracterizarse como pertenecientes a la norma general de uso del español en Colombia.

Tabla 5: Distribución por frecuencia - quechuismos muy frecuentes

Préstamo Absoluta Relativa
Coto ‘bocio’ 238 100%
Carate ‘sarna, paño’ 238 100%
Chocha ‘vulva’ 206 87%
Ñato ‘chato (de nariz)’ 198 83%
Guandoca ‘cárcel’ 192 81%

A partir de esta tabla se puede señalar a «coto» ‘bocio’ y a «carate» ‘sarna, paño’ como los dos quechuismos más frecuentes del español hablado en Colombia, pues se documentaron, como lema o como forma derivada, en todas las localidades cartografiadas en el ALEC. Igualmente, dada su alta frecuencia, se puede considerar como parte de la norma nacional de español el uso de «chocha» ‘vulva’, «ñato» ‘chato’, y «guandoca» ‘cárcel’. Tener cinco variantes en esta categoría muestra ya, de suyo, un aporte significativo del quechua en la conformación del léxico colombiano; y debe observarse también que sus porcentajes se sitúan alto en la escala, lo que puede ser indicador de una fuerte preferencia por parte de los hablantes.

4.1.2. Distribución por frecuencia - variantes Frecuentes

La Tabla 6 detalla los quechuismos «frecuentes» en el ALEC; todas estas variantes se registraron en un rango que va del 25 al 75% de las 238 localidades cartografiadas en el Atlas y, en tal medida, pueden caracterizarse como pertenecientes a normas dialectales y parciales dentro del territorio.

Tabla 6: Distribución por frecuencia - quechuismos frecuentes

Préstamo Absoluta Relativa
China(o) ‘niña(o)’ 177 74%
Pisco ‘pavo común’ 172 72%
Churoso ‘formas del pelo’ 163 68%
Quiñe ‘golpes dados con el trompo’ 149 63%
Chucha ‘zarigüeya’ 123 52%
Pucho ‘cabo del cigarro’ 120 50%
Juma ‘borrachera’ 109 46%
Chirapa ‘gallina con las plumas al revés’ 108 45%
Choclo ‘mazorca tierna’ 103 43%
Capacho ‘hoja que cubre la mazorca’ 95 40%
Chanda ‘sarna, paño’ 90 38%
Enguandocar ‘encarcelar’ 88 37%
Corotos ‘trebejos, trastos’ 83 35%
Chipa ‘lazo/modos de enlazar’ 78 33%
Cocha ‘cantidad de miel que se trata de una vez’ 76 32%
Ñata ‘nariz’ 75 32%
(a)Juma(r)se ‘emborracharse’ 72 30%
Mate ‘recipientes para la recolección de arroz’ 65 27%
Tulpas ‘piedras del fogón’ 63 26%
(a)Jumao ‘borracho’ 62 26%
Chimbilaco ‘murciélago’ 61 26%

Como se observa, 21 quechuismos se situaron en el rango «frecuente», acercándose seis de ellos al rango «muy frecuente»: «china(o)» ‘joven, niño(a)’; «pisco» ‘pavo común’; «churoso» ‘formas del pelo’; «quiñe» ‘golpes dado con el trompo’; «chucha» ‘zarigüeya’; «pucho» ‘cabo del cigarro’. Estos seis quechuismos, si bien no se sitúan propiamente dentro del rango muy frecuente, sí tienen por su mayor recurrencia la posibilidad de ser reconocidos y usados en amplias porciones del territorio. Se encuentran aquí igualmente formas relacionadas con los quechuismos que alcanzaron el rango muy frecuente, como es el caso de «ñata» ‘nariz’ (relacionado con «ñato» ‘chato’), o «enguandocar» ‘encarcelar’ (relacionado con «guandoca» ‘cárcel’). Entra en este grupo también uno de los colombianismos más discutidos, «corotos» ‘trebejos trastos’, aunque su frecuencia lo sitúa más como un uso restringido dialectalmente que como uno con tendencia a la generalidad. Merece observarse que las formas relacionadas «(a)jumao» ‘borracho’, «(a)jumar(se)» ‘emborracharse’ y «juma» ‘borrachera’, si bien agrupadas en torno a un significado común, no alcanzan a superar cada una el 50% de localidades en que se registraron, por lo que su uso debe también estar restringido por preferencias dialectales o subdialectales.

4.1.3. Distribución por frecuencia - variantes Poco Frecuentes

La Tabla 7 detalla los quechuismos «poco frecuentes» en el ALEC; todas estas variantes se registraron en un rango que va del 10 al 25% de las 238 localidades cartografiadas en el ALEC y, en tal medida, pueden caracterizarse como pertenecientes a normas subdialectales o de habla regional o local dentro del territorio.

Tabla 7: Distribución por frecuencia - quechuismos poco frecuentes

Préstamo Absoluta Relativa
Pucha ‘medida para granos’ 57 24%
Chircal ‘tejar (lugar de fabricación de tejas)’ 56 24%
Guasca ‘soga’ 49 21%
Callana ‘objeto para tostar arepas’ 45 19%
Jigra ‘envase de carga’ 45 19%
Zapallo ‘auyama’ 44 18%
Chirimoya ‘Annona cherimolia 44 18%
Cuy ‘curí’ 43 18%
Mate ‘aventador’ 39 16%
Churo ‘el pelo de los negros’ 38 16%
Mitaca ‘cosecha intermedia’ 37 16%
Susunga ‘totuma que sirve de colador’ 34 14%
Arracacha ‘Arracada escalenta 34 14%
Guámbito ‘niño’ 30 13%
Cucho ‘anciano’ 29 12%
Vincha ‘diadema’ 29 12%
Cancha ‘sarna, tiña’ 28 12%
Chuchar ‘coito’ 27 11%
Chúcaro ‘animal fiero’ 25 11%
Carpa ‘toldo’ 25 11%
Mote ‘sopas para el almuerzo’ 24 10%

Con un total de 21 variantes en este rango, los quechuismos poco frecuentes se igualan en cantidad total a los quechuismos frecuentes; sin embargo, como se anotó previamente, todos estos préstamos, debido a su baja frecuencia de uso, pueden considerarse como restringidos a unidades menores de la estructuración dialectal de Colombia (subdialectos, hablas regionales o locales) que no examinamos en este estudio. Puede observarse el hecho de que quechuismos de los que se esperaría una alta frecuencia, debido a su uso en otras variedades del español (como «cancha» ‘campo de juego’, «carpa» ‘toldo’ o «mate» ‘calabazo), registran en el ALEC baja frecuencia y tendencia a un uso dialectalmente determinado.

4.2. Distribución diatópica

Para el análisis en SIG se tomaron en cuenta los datos totales de registros de quechuismos por cada localidad, cuyo intervalo tiene un límite inferior de 7 y uno superior de 87, lo que quiere decir que el mínimo de quechuismos documentados por cada localidad en el Atlas es de 7, y el máximo por localidad, de 873. Para presentar los datos, y dado que las pruebas de normalidad de la muestra revelaron una distribución sesgada a la derecha, se dividió el intervalo total en cinco intervalos equivalentes o quintiles (7 a 23, 24 a 39, 40 a 55, 56 a 71, 72 a 87), en la que los dos primeros rangos contienen la media (24.7), la mediana (20) y la primera desviación estándar (12.7), mientras los tres rangos siguientes agrupan los datos atípicos; esta decisión se tomó con el fin de suavizar el impacto de los datos atípicos sobre los datos normales en la elaboración de los mapas, especialmente en la visualización de la densidad del registro.

Para visualizar la distribución diatópica de los quechuismos se eligieron dos representaciones cartográficas: (1) distribución general; (2) distribución por dialectos. Cada una de estas permitirá precisar la agrupación o dispersión de las variantes a lo largo del territorio estudiado.

4.2.1. Distribución diatópica - general

La Figura 1, a continuación, presenta los datos de distribución diatópica general para el uso de quechuismos en el territorio colombiano estudiado por el ALEC. Además de la localización geográfica, el mapa otorga una densidad del registro por localidad.

Distribución diatópica del uso de quechuismos y densidad del registro por localidad encuestada

Figura 1: Distribución diatópica del uso de quechuismos y densidad del registro por localidad encuestada

Fuente: elaboración propia con base en los datos del ALEC

A partir del mapa de la Figura 1, en primer lugar, se puede señalar que se trata de un fenómeno que se articula con los ejes geográficos: el uso de quechuismos es más frecuente en el sur del territorio, especialmente cerca de la frontera con el Ecuador, y su frecuencia de uso decrece a medida que se avanza hacia el norte del país; del mismo modo, el eje occidente - oriente presenta una mayor frecuencia al occidente, que disminuye a medida que se avanza hacia el oriente.

Analizando el mapa según los accidentes geográficos del territorio colombiano se hace evidente que el uso de quechuismos es un fenómeno lingüístico que tiene lugar principalmente en los espacios andinos, o tierras altas, mientras las tierras bajas de la costa norte, y la Orinoquía y la Amazonía, al oriente del país, son escenario de una baja frecuencia de uso de quechuismos; la excepción a este patrón la constituyen las tierras bajas del Pacífico, al occidente, y los espacios de piedemonte de la cordillera oriental y central, que muestran numerosas localidades donde la frecuencia de uso se incrementa hasta el rango de 23 a 39 registros o superiores. Esta distribución puede explicarse por razones históricas, de modo que la alta frecuencia de quechuismos en la costa Pacífica puede deberse a que todos sus centros urbanos fueron poblados, administrados y controlados desde ciudades en los Andes occidentales como Popayán, Cali, Santafé de Antioquia o incluso Pasto, que muestran en el mapa una muy alta frecuencia de uso de quechuismos y que por tal razón tuvieron la posibilidad de influir sobre las preferencias léxicas de los centros urbanos bajo su jerarquía y control. Para explicar la presencia de localidades con alta frecuencia de uso de quechuismos en el piedemonte de la cordillera oriental, debe tenerse en cuenta que la mayoría de territorios en la Orinoquía y Amazonía colombiana fueron ocupados y colonizados del siglo XIX en adelante, a partir de ciudades en los Andes orientales como Bogotá, Sogamoso o Neiva, que tuvieron igualmente la jerarquía y el control sobre las nuevas fundaciones y por tal razón la posibilidad de influencia normativa. En esta área de piedemonte es necesario notar que a medida que se avanza hacia el norte y el oriente, la frecuencia de uso de quechuismos decrece, en coherencia con los centros urbanos de influencia de la Cordillera Oriental, que son más refractarios al uso de quechuismos que aquellos de la Cordillera Central o la Occidental.

En términos de la división política del territorio cuatro departamentos se perfilan como el núcleo del fenómeno, donde se agrupan la mayoría de las localidades encuestadas con altas densidades y donde el fenómeno alcanza sus más altas frecuencias; yendo de sur a norte y de occidente a oriente son: Nariño, Cauca, Valle y Huila. Los departamentos de Nariño, Cauca y Huila comparten el llamado Macizo Colombiano, que es el lugar en el que nacen las cinco principales arterias fluviales de Colombia (los ríos Cauca, Magdalena, Patía, Putumayo y Caquetá) y el área en la que, durante la Colonia, se asentaron poblaciones quechua hablantes que dieron origen al actual pueblo yanaconas, quienes lastimosamente perdieron su lengua originaria en favor del español; es importante señalar el Macizo pues por una parte constituye un área continua, adecuadamente comunicada y cohesionada desde tiempos coloniales, y por otra, es en esta área donde se concentran las localidades que muestran las más altas frecuencias de uso de quechuismos. Avanzando hacia el norte, el Valle muestra una tendencia a la alta frecuencia en el uso de quechuismos, y las localidades con tal comportamiento están articuladas entre sí y con el Macizo Colombiano mediante el Río Cauca, que es el segundo cauce fluvial más importante del país. A partir de Nariño, la alta frecuencia en el uso de quechuismos avanza hacia el occidente siguiendo los caminos que de los Andes bajan a la costa pacífica, especialmente hacia Tumaco, y a partir de los centros urbanos del pacífico nariñense los quechuismos suben hacia el norte, mediante rutas fluviales o marítimas, que son las más usadas en la zona. El Huila muestra una alta frecuencia de uso de quechuismos en la mayoría de sus localidades encuestadas, situadas todas en la cordillera central o en las tierras bajas del valle del alto Río Magdalena; en este caso tal vez vuelva a jugar un papel la articulación comunicativa de el alto Magdalena con el Macizo Colombiano, que además de fuerte y efectiva, se mantiene aún desde la Colonia.

Finalmente, Bogotá, la capital del país, se muestra como una localidad aislada, con una tendencia a la alta frecuencia en el uso de quechuismos, pero rodeada de localidades con tendencia opuesta, a la baja frecuencia en el uso de estos préstamos; esta característica puede explicarse como resultado de la centralidad de Bogotá como capital y como receptora de población migrante procedente de todo el país desde el siglo XIX y hasta nuestros días.

Claramente vinculadas con las zonas descritas anteriormente, emergen áreas que muestran una tendencia a la alta frecuencia en el uso de quechuismos, pero no dentro de los mismos rangos que exhiben por ejemplo Nariño o Cauca. Se trata, al occidente, de los departamentos del Chocó, Antioquia y los que conforman el Eje Cafetero (Caldas, Risaralda, Quindío), cuyas localidades alcanzaron el rango de 23 a 39 quechuismos registrados; la presencia de los quechuismos en Antioquia y el Eje Cafetero puede explicarse por su relación histórica, desde tiempos coloniales, con Buga, Popayán e incluso Quito, que eran los centros urbanos de mayor jerarquía en el occidente y a los que estaban sujetos todas las poblaciones al norte del río La Vieja; los datos que ofrece el Chocó pueden explicarse mediante una doble articulación histórica: durante la época colonial el territorio fue administrado desde centros urbanos del occidente como Santafé de Antioquia, Cali y Popayán; ya del siglo XIX en adelante, Medellín, Pereira, Manizales y Armenia, ciudades principales de Antioquia y el Eje Cafetero, reemplazaron en jerarquía e influencia a Cali y Popayán hacia el Chocó, por lo que esa tendencia a la alta frecuencia puede vincularse con una doble influencia de centros urbanos andinos del occidente, usuarios de quechuismos, primero durante la Colonia y después desde su final hasta la actualidad.

Se encuentra también este tipo de influencia al oriente, en los departamentos de Tolima, Cundinamarca, y en el piedemonte de la cordillera oriental, en los departamentos de Putumayo y Caquetá. Con respecto a los dos primeros, es posible explicar la tendencia a la alta frecuencia en el uso de quechuismos por influencia del departamento del Huila, que a través del valle del río Magdalena se conecta adecuada y eficientemente con los territorios tolimenses y las tierras bajas de Cundinamarca. Con respecto a Putumayo y Caquetá, puede pensarse en dos fuentes que influencian la alta aparición de quechuismos: para Putumayo, su relación desde tiempos coloniales con Nariño, la ciudad de Pasto y la frontera con el Ecuador, pero, especialmente, el asentamiento de la etnia inga en su territorio, que habla una variedad de quechua; y para Caquetá, valdrá el hecho de que se trata de una región colonizada desde el siglo XIX a partir de los centros urbanos del Huila, especialmente Neiva, Pitalito y Gigante, desde donde los colonos llevarían las palabras de origen quechua a los nuevos asentamientos.

4.2.2. Distribución diatópica - por dialectos

La Figura 2, a continuación, presenta los datos de distribución diatópica dividida por superdialectos y dialectos para el uso de quechuismos en el territorio colombiano estudiado por el ALEC.

Distribución diatópica del uso de quechuismos y densidad del registro por superdialectos y dialectos

Figura 2: Distribución diatópica del uso de quechuismos y densidad del registro por superdialectos y dialectos

Fuente: elaboración propia con base en los datos del ALEC

El mapa de la Figura 2 muestra los dialectos y también las isoglosas de los superdialectos, las unidades superiores de la articulación dialectal, que vamos a abordar primero. El concepto de superdialecto lo entendemos del siguiente modo: «variedad diatópica caracterizada por un conjunto de normas lingüísticas fonéticas (pero no exclusivamente), de alcance usualmente transnacional o nacional (mayor al 50% del territorio de una nación)» (Ruiz Vásquez, 2020, p. 179). En tal sentido, esta propuesta identifica tres superdialectos con presencia en el territorio colombiano: «Español antillano» para la costa Caribe, «Español andino» para el sur andino y el Macizo Colombiano, y «Español neogranadino» para el resto del territorio, incluyendo las costas sobre el Pacífico y las tierras bajas de Orinoquía y Amazonía.

Con lo anterior, la alta frecuencia en el uso de quechuismos se concentra precisamente dentro de los límites del Español Andino, siendo este rasgo uno de los caracterizadores de la variedad superdialectal, que cubre desde el sur de Colombia hasta el noroeste argentino4. Dentro de su área de vigencia todas las localidades registraron un mínimo de 39 quechuismos, siendo mayoría aquellas en las que se registraron un mínimo de 55 hasta un máximo de 87 variantes léxicas procedentes del diasistema quechua. Igualmente, el área de transición Andino-Neogranadino muestra una alta frecuencia en el uso de quechuismos, que a partir de sus límites y avanzando en dirección norte se reduce en intensidad; también, las localidades ubicadas en áreas laterales y próximas a la isoglosa del Español Andino acusan alta frecuencia de uso, misma que desciende a medida que se alejan de la frontera lingüística.

En contraposición, el área de vigencia del Español Antillano es la que muestra consistentemente una baja frecuencia de uso de quechuismos, ubicándose todas las localidades del área en el rango de 7 a 23 registros, a excepción de dos localidades ubicadas en el área de transición Antillano-Neogranadino, y cercanas al piedemonte de los Andes occidentales.

Ya dentro del Español Neogranadino los quechuismos se reparten de modo desigual, acusando una mayor frecuencia mientras más cerca se esté del occidente andino; las localidades de la costa del Pacífico son todas coherentes al registrar una frecuencia superior a las de la costa Caribe, tendencia que se acentúa mientras más al sur se avance. Hacia el oriente andino la frecuencia disminuye también de modo consistente y alcanza el rango mínimo de registros en el nororiente del territorio. En el oriente andino la única localidad que demuestra alta densidad del registro es Bogotá. En el oriente la tendencia se revierte al descender a las tierras bajas de la Orinoquía y la Amazonia, donde las localidades encuestadas, en su mayoría, se situaron en el rango de 23 a 39 registros, pero sin ser un comportamiento unánime.

Pasando al siguiente nivel de la descripción, el de los dialectos, entendemos el concepto del siguiente modo: «variedad diatópica caracterizada por al menos una norma lingüística fonética, morfosintáctica o léxica, de alcance usualmente regional (entre 12.5 y 50% del territorio de una nación)» (Ruiz Vásquez, 2020, p. 179). Nuestra propuesta de división dialectal identifica cinco dialectos repartidos en el territorio colombiano: «Caribeño colombiano» para la costa Caribe, «Andino colombiano» para el sur andino y el Macizo Colombiano, y «Neogranadino occidental», «Neogranadino oriental» y «Neogranadino amazónico» para el resto del territorio.

En este nivel de la estructuración diatópica se reproducen las observaciones realizadas a nivel superdialectal: baja frecuencia para el Caribeño colombiano y alta frecuencia para el Andino colombiano; es de interés ahora especificar el comportamiento de los quechuismos dentro del Español Neogranadino. Así, el mapa hace evidente que en el Neogranadino Occidental los quechuismos alcanzan su mayor frecuencia y extensión geográfica; únicamente cuatro localidades dentro del dialecto se ubicaron en el rango de 7 a 23 registros, todas ellas ubicadas en cercanías a la costa norte o a la isoglosa que divide el Neogranadino Occidental del Oriental. Dentro del área occidental los quechuismos son más frecuentes y abundantes mientras más hacia el sur se avanza; este comportamiento se verifica tanto en la porción andina como en la costera del dialecto. En oposición, el Neogranadino Oriental acusa una menor frecuencia y densidad del registro, que alcanza cotas mínimas en su porción andina nororiental; las pocas localidades que dentro de esta área alcanzan el rango de 39 a 55 registros (a excepción de Bogotá), se ubican al sur del dialecto, adyacentes a la isoglosa que separa a las variedades Oriental y Occidental del Neogranadino, y también se ubican dentro del área de transición del dialecto andino a los dialectos neogranadinos. También merece observarse que las localidades del Neogranadino Oriental en que se obtuvieron de 23 a 39 registros están ubicadas en el piedemonte oriental de la cordillera central, y por ello sujetas a influencia de localidades del occidente, aspecto que puede explicar su alta frecuencia dentro de la tendencia a la baja del dialecto.

5. Conclusiones

Esta primera exploración del corpus de quechuismos del ALEC logra avanzar en la descripción de un fenómeno que ha llamado la atención de lingüistas y dialectólogos desde el siglo XIX y que es una parte importante de la norma del español hablado en Colombia. La identificación de 868 formas procedentes del quechua en el corpus del Atlas (y los 197 lemas que las agrupan), aporta evidencia cuantitativa para confirmar observaciones de investigadores como Montes Giraldo, Cuervo y otros, que en sus trabajos señalaron al quechua como la fuente del mayor caudal de indigenismos incorporados al español colombiano. El comportamiento general de la muestra de datos apunta en ese mismo sentido al reportar un mínimo de 7 quechuismos registrados por cada localidad, una mediana de 20 y un máximo de 39, dentro de los datos normales; como se vio, en las áreas focales del fenómeno esos rangos suben a un mínimo de 55 y un máximo de 87 quechuismos por localidad.

A iguales conclusiones permite llegar la caracterización por frecuencia, en la que 47 variantes, un número bastante alto, superaron el límite de tener al menos 23 registros, que corresponde al 10% de localidades encuestadas. Además de su alta frecuencia, los quechuismos también son objeto de preferencias normativas: se puede decir que, según los datos de este estudio, en al menos siete lemas el español de Colombia prefiere una variante quechua sobre su par hispano: bocio > «coto»; sarna, paño > «cancha»; vulva > «chocha»; chato > «ñato»; cárcel > «guandoca»; joven, niño(a) > «china(o)» y pavo > «pisco». Contando los anteriores, en total 25 quechuismos (es decir, los Muy Frecuentes y los Frecuentes) tienen una alta probabilidad de ser considerados como parte de la norma del español colombiano expresada en el ALEC.

Los procesos de adaptación de los préstamos del quechua al español revelan aspectos lingüísticos del contacto y las estrategias de incorporación de estos elementos, en tanto todas las adaptaciones, sin excepción, obedecen a patrones y estructuras de la lengua española, a sus mecanismos expresivos y a su tradición, sin transferir elementos del nivel morfológico o fonológico del quechua; sirvan aquí como ejemplo el tratamiento de despalatalización que se le da a /ʃ/ y a /ʎ/, que tienen estatus fonemático en quechua pero no en español de América, o el modo en el que, después del cambio fónico, la derivación por sufijación con una raíz quechua y un morfema español es el procedimiento más frecuente de incorporación de estos préstamos. Si bien el ALEC es un atlas léxico, y tal es la naturaleza de los datos aquí trabajados, es necesario señalar que los quechuismos del Atlas resultan, como era de esperarse, variantes léxicas de una lengua donante que se incorporan a una lengua receptora mediante procesos de adaptación a su propia fonología y apelando a recursos de su propia morfología; del quechua, en la mayoría de los casos, se ha tomado las raíces léxicas que coinciden con nuestros significados, pero no otros elementos estructurales. En ese sentido tal vez tampoco deje de ser útil señalar que, si bien puede comprobarse fácilmente la aseveración anterior, el análisis de los procesos de adaptación revela que, además, el hecho de que muchos sustantivos y adjetivos quechuas terminan en /-a/, o en /-i, -u/ que pasan como /-e, -o/, facilita la incorporación de los mismos y su determinación como sustantivos o adjetivos en español, aspecto que influye en que se hayan documentado 32 variantes que no sufren ninguna adaptación.

Al tratarse de un proceso dialectal histórico y complejo, el uso de quechuismos muestra hoy una distribución geográfica en la que pueden identificarse centros, periferias y ejes comunicativos entre estos. El fenómeno tiene lugar principalmente en las tierras altas del occidente y el oriente del país, mientras las tierras bajas al norte y oriente del país (costa Caribe, Orinoquía y Amazonía), son escenario de una baja frecuencia de uso de quechuismos; la excepción a este patrón la constituyen las tierras bajas del Pacífico, al occidente, y los espacios de piedemonte de la cordillera oriental y central, en los que se registran frecuencias altas. El fenómeno alcanza sus cotas más altas en localidades del Macizo Colombiano y los Andes del sur en el departamento de Nariño, áreas en las que el alto uso de quechuismos puede explicarse como resultado de un proceso histórico de contacto lingüístico quechua-español, dada la supervivencia de pueblos quechua-hablantes en el área, como los ingas, o los que reivindican un ancestro quechua, como los yanaconas. Ya a partir del Macizo Colombiano como centro geográfico el fenómeno se extiende hacia occidente, norte y oriente del territorio, siguiendo un patrón que se articula con los dos ejes fluviales más importantes de Colombia, los ríos Cauca y Magdalena, y en el que pierde fuerza en su avance hacia el norte, hasta alcanzar sus cotas mínimas en la costa Caribe y los dos Santanderes.

Bogotá, la capital colombiana, es una localidad que en el Atlas registró un alto uso de quechuismos, pero de modo atípico, rodeada por numerosas localidades con bajo uso de estos préstamos; como se señaló previamente, su papel como centro socioeconómico y cultural, y la recepción continua de migración procedente de todo el país desde mediados del siglo XX, explican esta característica. En tal sentido los datos de Bogotá y su zona circundante demuestran que la capital no es un centro de difusión del fenómeno, aunque sí recibe su influencia.

Con lo anterior, la distribución diatópica de los quechuismos en el territorio estudiado responde no solo a una estructuración entre centro y periferia, sino también a una serie de factores históricos, demográficos, económicos, de diferenciación social y de funcionamiento de las redes de comunicación, primero durante el periodo colonial y después durante el siglo XIX y los inicios del XX. Aunque se requiere un análisis que otorgue mayores elementos de juicio, puede señalarse que la distribución espacial de los datos se ajusta a las jerarquías urbanas y a las articulaciones comunicativas imperantes en la Colonia y los inicios de la República, y que el proceso de difusión de los quechuismos se desarrolla a través de esas mismas estructuras.

El análisis dialectológico a partir de esta propuesta de división dialectal permite concluir que el uso de quechuismos es un fenómeno propio del superdialecto Español Andino, lo que en rigor no resulta nada nuevo, dado que tradicionalmente, y desde los primeros trabajos sobre las variedades cubiertas bajo este nombre, se ha reconocido al uso de palabras provenientes del quechua como uno de sus rasgos distintivos y constitutivos. Puede decirse entonces que se trata de un fenómeno que confirma la vigencia dentro del territorio colombiano del Español Andino, y que además muestra un alto grado de difusión y uso en el Español Neogranadino, proceso que interesa investigar. Además, dada la distribución y frecuencia de estos préstamos, no es arriesgado señalar que en su proceso de adopción parece haber primado una voluntad de distinción como quechua-hablante o de mantenimiento de una tradición originaria de base quechua o tal vez un prestigio manifiesto a favor de las palabras quechuas en ciertas comunidades que favoreció su adopción y difusión; incluso podría pensarse en el impacto del quechua como lengua de la evangelización en la Nueva Granada. Cualquiera sea el caso, estos préstamos entran al español de Colombia no solo y probablemente mediante procesos de contacto lingüístico, y a través de quechua-hablantes o comunidades bilingües, sino dentro de un contexto muy particular de variabilidad lingüística que favoreció el uso y difusión de quechuismos hasta triunfar sobre las formas patrimoniales hispanas.

En este punto, y a partir de consideraciones previas, parecen emerger en el proceso de adopción de quechuismos en el español de Colombia dos escenarios de contacto lingüístico; el primero, más antiguo y localizado, sería un proceso de contacto quechua-español durante la Colonia en el área del Español Andino, frente a un segundo escenario, tal vez más reciente y de mayor amplitud geográfica, de contacto Español Andino - Español Neogranadino; el primer escenario podría explicar la numerosa adopción de quechuismos como parte de procesos típicos de la evolución de las variedades del español andino y el segundo usarse como marco para explorar los procesos de difusión que llevaron a estas variantes desde esos centros andinos del sur y el Macizo Colombiano a prácticamente la totalidad del país, con diferentes grados de adopción y preferencia por parte de las comunidades hablantes.

6. Referencias

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  3. Arboleda Toro, R. (2012). El español andino de Nariño y Putumayo (variedad de contacto con la lengua quechua). En Patiño Rosselli, C., & Bernal Leongómez, J. (Eds.), El lenguaje en Colombia (pp. 109-140). Instituto Caro y Cuervo, Academia Colombiana de la Lengua. 🠔
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  12. Ruiz Vásquez, N. F. (2020). El español de Colombia. Nueva propuesta de división dialectal. Lenguaje, 48(2), 160-195. https://doi.org/10.25100/lenguaje.v48i2.8719 [URL] 🠔
  13. Ruiz Vásquez, N. F. (2022). Quechuismos en el español hablado en Colombia: Estado de la cuestión. Anuario de Letras. Lingüística y Filología, X(1), 185-217. https://doi.org/10.19130/iifl.adel.2022.10.1.2877X36 [URL] 🠔
Este estudio es un producto derivado de las labores como estudiante del Doctorado en Lingüística de la Universidad del País Vasco (2020-a la fecha); agradezco especialmente al Ph.D. José María Vallejo Ruiz, de la Universidad del País Vasco, director del proyecto de investigación doctoral, por las orientaciones y correcciones sobre el manuscrito, y a mis colegas, los lingüistas Edwin Daniel Algarra Suárez, Pedro Tulio Marín Silva y Camilo Enrique Díaz Romero, por sus invaluables observaciones e interés en el trabajo aquí desarrollado.
Optamos en este artículo por referenciar el «diasistema quechua» con el fin de no involucrarnos en una discusión pertinente, pero que cae por fuera de los intereses de este trabajo: la determinación de si el quechua es una familia lingüística, un continuo dialectal, o un conjunto de variedades. En este sentido, el concepto es lo suficientemente específico en términos variacionistas, y también en lingüística del contacto, para representar una relación de subordinación estructural entre un sistema lingüístico general y diversos subsistemas específicos. Así, toda vez que se mencione “del quechua” o “en el quechua” deberá entenderse que se refiere al diasistema lingüístico quechua.
Para una explicación más detallada del sistema de nomenclaturas del ALEC se debe consultar su manual, véase Flórez (1983).
Este es un dato de primera importancia, pues el hecho de que en todas las localidades encuestadas en el ALEC se encuentren al menos siete quechuismos valida las observaciones previas que señalan al quechua como la fuente del grueso de indigenismos en uso en el español hablado en Colombia; del mismo modo, el hecho de que en algunas localidades encuestadas se encuentren hasta 87 quechuismos muestra que el fenómeno se agrupa en regiones específicas y tiene allí una vigencia y fuerza que supera al comportamiento de la norma nacional.
Al respecto del Español Andino puede consultarse el trabajo seminal de Escobar (1978), o dentro de referencias más actuales el capítulo sobre el superdialecto en la Enciclopedia de Lingüística Hispánica (Escobar, 2016), o estudios recientes con enfoques innovadores como el coordinado por Dankel et al. (2012). Rubén Arboleda Toro ofrece en sus trabajos (2000, 2002, 2012) la caracterización para la variedad colombiana.
Ruiz Vásquez, N. F. (2025). Quechuismos en el español hablado en Colombia: frecuencia de uso y distribución diatópica del fenómeno. Forma y Función, 38(2). https://doi.org/10.15446/fyf.v38n2.114773