FORUM. Revista Departamento de Ciencia Política
2216-1775
2216-1767
Universidad Nacional de Colombia
Colombia
https://doi.org/10.15446/frdcp.n24.102924

Recibido: 30 de mayo de 2022; Aceptado: 18 de noviembre de 2022

Prácticas de comunicación política del movimiento campesino en Colombia*

Political Communication Practices of the Peasant Movement in Colombia

Práticas de comunicação política do movimento camponês na Colômbia

C. Valderrama Higuera** Doctor en Comunicación ,

Resumen

En este artículo se abordó la comunicación política del movimiento campesino en Colombia y la disputa por los sentidos de sus luchas a través del uso de las redes sociales de internet. Para ello se analizaron algunos de los momentos más significativos de las protestas de campesinos y campesinas desde principios del siglo XX, se describieron las disputas por el sentido de sus luchas y se discutió de modo concreto sobre las prácticas y estrategias de comunicación mediadas por las redes sociales de internet, la ampliación de la esfera pública y las dinámicas de comunicación en los modos de organización y participación. Se concluyó la necesidad de resaltar el papel de la comunicación en la ampliación de la comunidad política de los movimientos sociales.

Palabras clave

movimientos sociales, comunicación política, movimiento campesino, redes de internet, Colombia.

Abstract

This article focuses on the political communication of the peasant movement in Colombia and the dispute over the meanings of their struggles using internet social networks. Analyzes some of the most significant moments of the protests of peasants since the beginning of the 20th century. The disputes about the meaning of their struggles are described. Specifically talks about the communication practices and strategies mediated by internet social networks, the expansion of the public sphere, the dynamics of communication in the modes of organization and participation, and the corresponding disputes over the meaning of their struggles.

Keywords

social movements, political communication, peasant movement, internet networks, Colombia.

Resumo

Neste artigo foi tratada a comunicação política do movimento camponês na Colômbia e a disputa pelos sentidos das suas lutas através do uso das redes sociais da Internet. Para aquilo, foram analisados alguns dos momentos mais significativos dos protestos de camponeses e camponesas desde começos do século XX, foram descritas as disputas pelos sentidos das suas lutas, e foi discutido de modo concreto sobre as práticas e estratégias de comunicação mediadas pelas redes sociais da Internet, a ampliação da esfera pública, e as dinâmicas de comunicação nos modos de organização e participação. Conclui-se ressaltando o papel da comunicação na ampliação da comunidade política dos movimentos sociais.

Palavras-chave

movimentos sociais, comunicação política, movimento camponês, redes de internet, Colômbia.

Introducción

Hablar de prácticas de comunicación significa mucho más que aludir a un conjunto de acciones o procedimientos para transmitir una información, para orientar un comportamiento o usar un conjunto de aparatos e instrumentos que aseguran la eficiencia y la eficacia de la comunicación. Es decir, no se trata de transmitir información de la manera más eficiente y eficaz apelando al uso de tecnologías de la información y la comunicación, sino de las dinámicas relacionales que tejen un conjunto de actores humanos y no humanos, del movimiento en el ámbito de universos compartidos, de la producción —no necesariamente clara y diáfana— de sentidos de vida y de mundo en el entre de esos tejidos relacionales.

La comunicación es política en cuanto se inscribe en la lucha por el sentido sobre lo político de una sociedad: la lucha por la configuración y narración de una o unas utopías de mundos posibles, la puja por modelar un mundo ético y estético soñado, la disputa por darle forma a los tejidos de las relaciones de poder que configuran el ámbito de la política.

Para el caso de los movimientos sociales, es claro que debemos ver su comunicación política como algo que va más allá del uso simple y mecánico de las tecnologías de la información y la comunicación. Es necesario entenderla como aquellas prácticas que configuran en los escenarios públicos las disputas con los poderes hegemónicos en torno a la construcción-deconstrucción de imaginarios y representaciones sobre su sentido político y, además, como disputas internas en la vida cotidiana de los colectivos que conforman el movimiento alrededor de la construcción de proyecciones, estrategias de acción y, sobre todo, de sueños colectivos.

El movimiento campesino colombiano, desde su configuración a comienzos del siglo XX, ha venido librando serias batallas no solo a través de sus múltiples repertorios de acción colectiva, sino en el campo comunicacional, es decir, en la lucha tanto por su configuración en cuanto sujeto político como en la correspondiente disputa por el sentido de sus proyectos políticos y visiones de mundo.

En este artículo, abordaremos las prácticas de comunicación política del movimiento campesino colombiano, mediadas y no mediadas por internet, en el contexto de sus diversas luchas por devenir sujeto político. Sin embargo, antes de ello presentamos brevemente el contexto y la metodología de investigación en la cual se inscribe este texto.

Marco general y metodología

La investigación que dio origen a este artículo tuvo como objetivo general describir y comprender los modos en que se relacionan las prácticas de comunicación y educación, mediadas por internet, y las acciones políticas del movimiento social campesino en Colombia.

Como breve contexto podemos decir que, a nivel global, muchos autores han mostrado las diversas conexiones entre las tecnologías digitales de la información y la comunicación (T(d)IC) y la política. Castells (1999, 2001), Juris (2005, 2008), entre otros, han señalado que a medida que internet se convierte en un medio esencial de comunicación y organización en todos los ámbitos de la actividad humana, los movimientos sociales y los agentes políticos la utilizan como una herramienta para actuar, informar, reclutar, organizar, dominar y contradominar y, además, la incorporan como modelo organizativo —en red— en sus acciones políticas, sobrepasando el mero uso instrumental de esta tecnología (Rodríguez y López, 2008).

En Colombia, si bien en los últimos años ha habido investigaciones sobre el tema específico de la relación T(d)IC y movimientos sociales (MS), la preocupación investigativa se ha concentrado principalmente en los medios masivos de comunicación tradicionales. Destacamos, el proyecto “La Internet y los movimientos sociales: reflexiones desde la comunicación (y la política)” (Bernal, 2000), el cual analizó las formas de acción política de los movimientos sociales y los usos que se hacen de las nuevas tecnologías en la creación de territorios; la investigación “Internet, guerra y paz en Colombia” (Barón-Porras et al., 2003) que abordó los usos de internet por parte de los actores armados; el libro Tierra y silicio: cómo la palabra y la acción política de pueblos indígenas cultivan entornos digitales (Almendra-Quiguanás et al., 2011), en el cual se aborda la relación movimientos sociales y tecnologías y “el sentido que los repertorios tecnológicos tienen como dispositivos políticos” (Rueda-Ortiz, 2011, p. 13); y finalmente, la compilación realizada por Valencia-Rincón y García-Corredor (2014), en la cual se reúnen textos que dejan delineados unos campos de acción de los movimientos sociales en el escenario virtual y en derredor del surgimiento de nuevas tensiones y nuevos derechos ligados estrechamente con las tecnologías digitales de la comunicación y la información.

Desde lo metodológico, la investigación trabajó cuatro organizaciones de segundo orden, es decir, organizaciones que agrupan un gran número de colectivos y organizaciones de base. Ellas fueron: Coordinador Nacional Agrario (CNA), Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina (Anzorc), Dignidad Agropecuaria Colombiana y Federación Nacional Sindical Unitaria Agropecuaria (Fensuagro). Se adelantó una extensa etnografía virtual de seguimiento y registro de contenidos de las redes sociales de internet, se analizaron a través de una matriz analítica las páginas web de dichas organizaciones y se adelantaron entrevistas etnográficas a líderes y lideresas. La información estuvo constituida por 466 publicaciones de ocho cuentas de Twitter, 350 publicaciones de cuatro cuentas de Facebook, cuatro páginas web y 13 entrevistas. La sistematización se realizó a través del software Atlas.ti y de matrices de doble entrada.

Transformaciones del movimiento campesino y disputa comunicacional por los sentidos

Los sentidos de la lucha

Si bien en la segunda mitad del siglo XIX se habían presentado manifestaciones del conflicto agrario, especialmente en las zonas de frontera agrícola por parte de colonos que se resistían a perder sus tierras y sus mejoras (Gilhodès, 1989; LeGrand, 1988), es realmente en las dos primeras décadas del siglo XX cuando de forma más o menos organizada se generan manifestaciones y expresiones embrionarias de lo que hoy podríamos denominar movimiento social campesino.

Según Gilhodés (1972/1973), en 1910 en las grandes haciendas cafeteras de Cundinamarca se dieron algunas protestas de campesinos por la mejora de sus precarias condiciones de vida, pero es en 1917 y 1918 cuando se presentan las primeras formas organizativas y manifestaciones a gran escala de lucha por la tierra y el mejoramiento de condiciones de vida, en dos escenarios hoy históricos de las luchas campesinas: las plantaciones bananeras de la United Fruit Company en los alrededores de Santa Marta y las plantaciones de café en la parte baja del valle del río Bogotá (Gilhodès, 1972/1973, p. 32). Hacia finales de la década de los años de 1920 ya se habían extendido las organizaciones en diversas partes del país y es en 1928 cuando se presentan varias protestas en la región del Sumapaz 1 , en el Valle del Cauca y, quizá la más significativa, en la zona bananera.

Décadas después, la lucha del campesinado de los años de 1970 y 1980 seguía concentrándose principalmente en la redistribución de la tierra, en el acceso a otros medios de producción —créditos favorables, paquetes tecnológicos, etcétera— y, orientados por la conformación y los propósitos de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC), en lograr una participación en la política pública del sector agrario. Sin embargo, con el desarrollo de contradicciones internas en el seno de la ANUC y en general en el movimiento campesino, este enfoque de la lucha comenzó a ser objeto de crítica y a la consuetudinaria exigencia por la tenencia de la tierra, se sumó la demanda por las condiciones integrales que les permitieran acceso pleno, uso y disfrute en cuanto medio de producción.

En palabras de un dirigente:

[…] las organizaciones agrarias casi todas mantuvimos una plataforma de alguna manera muy tradicional que era la reforma agraria y la reforma agraria no la planteábamos de manera integral, cierto?, pero también de alguna manera era como: denos la tierra y denos los demás factores de producción como la tecnología, la técnica, el capital y la información sobre mercados para entrar en el circuito capitalista, esa era la lógica […]. (H. B. Dirigente campesino y sindical de Fensuagro, comunicación personal, 2019)

Años más tarde, el sentido de la lucha siguió ampliándose, esta vez bajo el paraguas de un enfoque territorial, el cual aparece con fuerza, a tono con la dinámica de los movimientos indígena y afro, a principios de los años de 1990. Esta perspectiva surge de las dinámicas internas al movimiento, aunque de cierta forma amparada institucionalmente en la Constitución de 1991 (Estrada-Álvarez, Ordóñez y Sánchez, 2013) con la reglamentación de la figura de las Zonas de Reserva Campesina 2 .

Desde luego, no se puede desconocer que para el caso del movimiento campesino han existido significativos momentos e importantes procesos de carácter territorial o de construcción de territorialidades, baste recordar por ejemplo las marchas campesinas de resistencia durante la época de la violencia bipartidista o las luchas campesinas del territorio del Sumapaz, a lo cual nos referimos en párrafos anteriores. Solo que ahora los procesos de producción del territorio adquieren más fuerza y aparecen con más claridad, además que se entrecruzan múltiples factores, entre los cuales, siguiendo a Estrada-Álvarez, Ordóñez y Sánchez (2013), podemos mencionar: una nueva espacialidad capitalista que ha incorporado nuevos territorios e implicado “adicionalmente una redefinición de las relaciones de multiescalaridad geográfica” (p. 26); una ampliación y profundización de economías extractivistas a gran escala; profundización de los procesos de concentración de la tierra, ampliación de la agroindustria y el agrocombustible, y el consecuente despojo, desplazamiento e incluso eliminación física de comunidades campesinas; “procesos de financiarización en los que la tierra y el territorio devienen en objetos de especulación financiera en los mercados de valores” (p. 26) y su enmarcamiento en la política de tratados de libre comercio; y concomitantemente a todo lo anterior, nuevas formas de organización, lucha y defensa del territorio, además del establecimiento de redes nacionales e internacionales que han enriquecido la experiencia de lucha.

Así, desde la perspectiva territorial, la novedad está en los modos de producir el territorio y las maneras como el movimiento resiste a lo hegemónico. El territorio se constituye por los sentidos históricos de las prácticas sociales y por los modos de relacionamiento que estas involucran, bien se trate de relaciones con otros actores sociales o con actores no humanos como la naturaleza y el ambiente. Comunicativamente, la producción simbólica del territorio se encuentra en permanente tensión y disputa con los discursos y representaciones del capital que circulan por los medios de comunicación hegemónicos y las redes sociales de internet. La generación de sentido sobre, y a partir del, territorio, no solo se manifiesta con las reivindicaciones sobre la soberanía, la defensa y el cuidado del mismo y del medio ambiente, o con la visibilización y defensa de las identidades campesinas, sino que expresa las diversas relaciones de poder que entran en disputa por el territorio.

De este modo, las disputas y negociaciones también están constituidas por flujos y reflujos comunicativos, mediáticos o no mediáticos, que ponen en la esfera pública los proyectos alternativos y contestatarios de producción socioeconómica y los proyectos de producción de lo político y lo ético en cuanto comunidades campesinas. Para el caso de esta investigación, podemos precisar también que en los espacios virtuales la producción simbólica del territorio es una continuidad de flujos comunicacionales de ida y vuelta que no solamente actúan como una confrontación discursiva a los poderes hegemónicos, sino que forma parte de un esfuerzo por configurar y reconfigurar una serie de prácticas sociales, de prácticas comunicativo-educativas, con la potencia de crear nuevas formas de hacer y de asumir la vida cotidiana de la ruralidad.

Un tercer horizonte de la ampliación del sentido de la lucha campesina se inscribe en la perspectiva de género. En las tres o cuatro últimas décadas ha existido en el movimiento campesino colombiano un proceso de mayor visibilidad de las luchas de las mujeres y del papel que han jugado históricamente. Villareal-Méndez (2004) destaca el creciente empoderamiento, el cual dice se trata “de un proceso de ruptura de los mecanismos que favorecen la desigualdad de oportunidades y superar las brechas que hacen posible la desigualdad de género” (p. v). Ello implica “la modificación de las imágenes que tienen de sí las mujeres y su consideración como sujetas de derecho que les lleva a movilizarse en apoyo y presión para la apertura de la política hacia el reconocimiento de nuevas identidades” (Villarreal-Méndez, 2004, p. v).

La Asociación Nacional de Mujeres Campesinas, Negras e Indígenas (ANMUCIC) fue creada a mediados de la década de los ochenta y es quizá una de las primeras organizaciones de mujeres campesinas con mayor incidencia a nivel nacional. Está constituida por asociaciones departamentales y municipales que, además de apoyar emprendimientos productivos liderados por mujeres, ha tenido una significativa presencia en materia de incidencia política como quiera que fue clave en la formulación de la ley 30 de 1988 de reforma agraria, en la discusión de la Comisión Cuarta del Congreso para la ley 731 de 2002, la cual fue una ley “clave para superar los obstáculos normativos que existían para que las mujeres campesinas accedieran a tierra y derechos de salud, vivienda y educación” (Herrera-Durán, 2018). Y justamente por su trabajo a nivel nacional con decenas de organizaciones de mujeres campesinas y la incidencia en materia de política pública, esta organización ha sido duramente golpeada y perseguida por el militarismo de derecha y varias de sus lideresas fueron asesinadas, desplazadas u obligadas al exilio (Herrera-Durán, 2018; Villarreal-Méndez, 2004).

La participación de esta y otras organizaciones en los diálogos de paz entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo (FARC-EP) en La Habana hizo que todo lo pactado, pero especialmente el punto No.1, la Reforma Rural Integral, estuviera atravesado por lo que se denomina el “enfoque de género” que, junto con el “enfoque territorial”, son distintivos de estos acuerdos de paz. El hecho de que esta perspectiva esté presente de modo transversal en dichos acuerdos, y sin olvidar que las FARC-EP son una guerrilla de origen campesino y que justamente el punto No.1 se concentra en la reforma rural, es un indicador más de que esta dimensión se constituye en una ampliación del sentido de la lucha del movimiento campesino.

La visibilización y circulación de mensajes en las redes sociales de internet de la fuerza del feminismo de las mujeres del movimiento campesino forma parte de las luchas que desde siempre han librado al lado de los hombres contra el establecimiento, pero también son constitutivas de las luchas, quizá más recientes, por la transformación de las prácticas sociales patriarcales, fuertemente arraigadas en la ruralidad y en las estructuras de la sociedad. De hecho, la fuerza del feminismo de las mujeres del movimiento campesino que hizo que la perspectiva de género atravesara lo pactado en La Habana, desató una campaña mediática de la derecha colombiana, en la cual se satanizó a las negociaciones afirmando estar permeadas por la “ideología de género” que atentaba contra la familia —léase patriarcal— y promovía la homosexualidad. Con relativo éxito, estos argumentos fueron ampliamente usados en los medios de comunicación, especialmente por las iglesias y los partidos de ultraderecha, en la campaña por el “No” del plebiscito refrendatario de estos acuerdos de paz de La Habana.

La lucha por los sentidos

Ahora bien, cambiando el orden de los factores, diremos que la lucha por el sentido ha sido dada por el movimiento campesino colombiano de muy distintas maneras, con muy diversos repertorios de acción colectiva, con diferentes modos organizativos —incluidos los de tipo partidista— y en un contexto, denso y sinuoso, de confrontaciones armadas entre diferentes ejércitos. Desde el punto de vista de la dimensión comunicativa, queremos abordar algunos aspectos de lo que denominamos la disputa por el sentido.

El primero alude a que esta disputa se orienta en términos de legitimación y validación del movimiento. Una buena parte del esfuerzo de su comunicación política en el espacio de internet —redes sociales de internet y páginas web)— está dirigido a legitimar ante la opinión pública su propia existencia y a validar sus apuestas políticas y sus acciones colectivas. Histórica y sistemáticamente los sectores hegemónicos no han escatimado esfuerzos por deslegitimar e invisibilizar no solo al campesino en tanto sujeto, sino al sujeto campesino organizado. Las fuentes de sentido y estrategias desplegadas por estos sectores son muy diversas. Una primera se inscribe en una matriz dualista de carácter ontológico: las oposiciones bueno-malo, urbano-rural o ciudad-campo, civilizado-bárbaro, están en la base de las representaciones y las valoraciones éticas, estéticas y políticas del campesino y del movimiento. El campesino es para los sectores hegemónicos el aliado de la guerrilla y un mal sujeto que se opone a la “gente de bien”, es un sujeto pobre e ignorante que traba el desarrollo y el progreso y que no puede construir una propuesta política o económica que no sea otra que la de la guerrilla.

La permanente estigmatización, la cual producen y reproducen los medios de comunicación masiva, ha implicado para el movimiento una labor constante de deconstrucción de esas representaciones. Son muchos los trinos, post, comunicados y pronunciamientos que deben emitir para desmentir las “infiltraciones” de la guerrilla o los “actos” terroristas en o de las acciones colectivas. Dice un dirigente campesino en relación con uno de los paros campesinos:

Mediáticamente fue muy interesante porque entonces ya estaba todo el tema de las redes sociales, había una campaña de desinformación desde los medios de Bogotá, eso tuvo como tres momentos, primero decir aquí que no había paro, después decir que el paro estaba infiltrado por la guerrilla donde yo era supuestamente la prueba reina de la infiltración, y la otra era ahí sí la represión, o sea fíjate que fue tres fases, la tercera fase era ya el ESMAD 3 , llegaron a mandar 3500 ESMAD. (C. J. Dirigente de ANZORC, comunicación personal, 2019)

Desde el punto de vista de la territorialidad, una disputa muy fuerte se dio en relación con los territorios de las Zonas de Reserva Campesina durante los dos períodos de la presidencia de Álvaro Uribe. Para el mandatario estos territorios no eran otra cosa que un bastión de la “narcoguerrilla” y el narcotráfico. Y aunque legalmente las ZRC tienen un respaldo constitucional y estatutario, le revocó a una de ellas la resolución de su constitución y detuvo radicalmente la conformación de otras que venían trabajando para el cumplimiento de los requisitos legales. La disputa simbólica fue muy ardua y según un dirigente refiriéndose al paro de la región del Catatumbo en 2013:

Sí hubo una contracorriente de opinión que logramos posicionar y creo yo que ese fue el primer paro en la historia de las… [movilizaciones], yo he estado en bastantes movilizaciones, pero este fue donde logramos que lo mediático posicionara nuestra voz y nuestro parecer, el plan de desarrollo, la zona de reserva campesina, porque ellos, el gobierno, siempre quiso [dijo] que es un paro cocalero, eso tiene que ver con el narco, con las guerrillas, y nosotros no, es una reivindicación estructural, aquí está el tema de… exigimos que se cree la zona de reserva, del plan del desarrollo, y se fue así mirando como una respuesta más amable de sectores sociales, claro eso igual polarizó […]. (C. J. Dirigente campesino de ANZORC, comunicación personal, 2019)

No hay duda de que esta disputa comunicacional, desarrollada en los primeros meses de 2013, favoreció la lucha campesina, como quiera que durante el paro nacional agrario que se realizó en el segundo semestre de ese año se contó con amplio respaldo y participación de sectores citadinos cuando las marchas decidieron tomarse las principales ciudades del país. Desde el punto de vista comunicativo la criminalización inicial de la protesta y la asociación de los campesinos con la guerrilla de las FARC-EP por parte del gobierno, y que los medios de comunicación masiva se encargaron de reproducir sistemáticamente, fue contrarrestada por los repertorios comunicativos del movimiento campesino a través de las redes sociales de internet y los medios de comunicación locales.

Es un esfuerzo permanente también por la legitimación de sus instancias organizacionales, pues como bien lo señala uno de sus dirigentes:

Siempre se ha pensado que nosotros somos algo diferente, incluso las zonas de reserva campesina, cuando uno le pregunta a personas de la ciudad ellos no saben qué es esto, incluso lo relacionan con reservas forestales, zona donde hay hartos árboles y que nosotros somos aquí como de la selva […] digamos desconocimiento: uno tanto por parte de algunas personas de la comunidad [y dos] como por parte de la mayoría de país sobre lo que es el alcance y lo que es una figura de zona de reserva campesina. Ha sido una figura demasiado mítica, que aún todavía piensan que vienen a Cabrera y que en Cabrera la guerrilla anda por las calles […] lo relacionan a uno con eso, con zona roja y a veces crea esos conflictos con el mismo Estado, tanto así que el mismo Estado esta es la hora que no ha dejado un recurso destinado para zona de reserva campesina porque lo ven como algo mal y la idea es que de nosotros, desde aquí en este territorio, desde las otras zonas de reserva campesina, desde nuestras organizaciones, demostrar entre nosotros y demostrarle a otras zonas del país que esto es diferente. (P. B. Dirigente campesina de Cabrera, comunicación personal, 2019)

Lamentablemente la deslegitimación por parte de los sectores hegemónicos no sólo se da en el ámbito mediático. La estigmatización lleva aparejada la persecución, el desplazamiento y el asesinato. Un gran porcentaje de la actividad comunicativa en redes sociales de internet por parte de las organizaciones y colectivos que analizamos en esta investigación está orientada justamente a las alertas tempranas, a la prevención y a la denuncia de estos ataques.

Ahora bien, en términos de la validación pública y política de sus propuestas, la actividad comunicativa en las redes sociales de internet y en las páginas web se orienta, por una parte, a explicitar la crítica, tanto explícita como implícitamente, a la estructura misma del sistema capitalista y, por otra, a la denuncia de las políticas públicas lesivas a la ruralidad y al campesinado. En una especie de traslape comunicativo con estas críticas, se van posicionando los proyectos, los sentidos políticos del movimiento y las particularidades de las organizaciones y los colectivos. Y, de acuerdo con el material analizado en la investigación, este posicionamiento ideológico se lleva a cabo apelando fundamentalmente a la lógica comunicativa de la consigna y la propaganda política puesta en circulación en las redes sociales de internet y en las páginas web.

Un esfuerzo comunicativo muy importante por parte de prácticamente todos los sectores del movimiento campesino colombiano es el apoyo en el debate público a la construcción de la paz. A partir de los acuerdos de La Habana, de los cuales no podemos olvidar que son el resultado de un proyecto político, social y armado de un grupo guerrillero de origen campesino, el movimiento campesino encuentra no solo un espacio para la ampliación de sus sentidos de lucha que abordamos en párrafos anteriores, sino un espacio para darle cuerpo a sus propios proyectos territoriales, económicos y políticos. Por eso no solo encontramos en las redes de internet y en las páginas web el esfuerzo por identificarse como hombres y mujeres de paz, hacedores de paz, sino una labor permanente de aguda crítica y denuncia a los incumplimientos de los gobiernos de Juan Manuel Santos e Iván Duque.

Hechas estas precisiones sobre las disputas por el sentido de las luchas campesinas que emergieron en la actividad comunicativa en las redes sociales de internet, en las páginas web y en las entrevistas a los líderes y lideresas campesinas, en el siguiente apartado vamos a detenernos en algunos aspectos relacionados con las prácticas de comunicación política 4 de las organizaciones de segundo orden y algunos de sus colectivos de este estudio.

Prácticas de comunicación política

A partir de lo expuesto anteriormente, podemos decir que, en la disputa por los sentidos de la actuación del movimiento social campesino, el acceso a la información y el acceso al código y su dominio se tornan fundamentales. En efecto, según Melucci los conflictos de los movimientos sociales se oponen, por un lado, grupos sociales que reivindican la autonomía de su capacidad de producir sentido para su actuación, su identidad, su proyecto de vida y sus decisiones, y por el otro, aparatos siempre más neutros e impersonales que distribuyen códigos de lenguaje, códigos de la forma de organización del conocimiento impuestos a los individuos y a los grupos para organizar su comportamiento, sus preferencias y sus modos de pensar (1999/2002, p. 89).

Y es aquí en donde pensamos que las prácticas de comunicación adquieren particular importancia para entender las prácticas políticas de los movimientos sociales.

Ampliación de la esfera pública

A partir de lo que algunos autores han llamado la sociedad de la información (Castells, 1999), es decir, con el lugar de la información en los procesos de producción material y simbólica, el papel de la reorganización tecnológica del ámbito de la comunicación mediática y con la emergencia de una tecnología basada en lo digital, el movimiento campesino ha tenido que transformar sus prácticas de comunicación política tanto de cara a las esferas públicas locales, regionales o globales, como hacia adentro mismo de sus propias dinámicas organizativas. Sin embargo, es necesario aclarar que no aludimos a un determinismo tecnológico, en cuanto que la reorganización tecnológica es apenas uno de los factores por los cuales se han transformado estas prácticas. Si bien las tecnologías han creado ciertas condiciones, otras provienen de las dinámicas mismas de los movimientos sociales, como por ejemplo la globalización de la política y de la resistencia, o las transformaciones del ejercicio ciudadano, que descentrándose del estrecho marco de los derechos y deberes ha mutado hacia prácticas de ciudadanías transnacionales (Tamayo-Gómez, 2014) o de ciberciudadanías (Rueda-Ortiz, Fonseca-Díaz y Ramírez-Sierra, 2011).

Así, el movimiento campesino colombiano, al igual que otros movimientos sociales 5 , comienza a tener claro que existe una necesidad imperiosa de ampliar la esfera pública de la confrontación política. Si bien las disputas en los ámbitos locales son fundamentales para consolidar sus proyectos identitarios, sus proyectos de vida, su constitución como sujeto político tantas veces negada, cada vez es más claro que la actuación en las esferas públicas regionales y globales es estratégica en cuanto a que permite ampliar considerablemente la comunidad política. Y para ello, el ámbito de la virtualidad y las redes sociales de internet son fundamentales por el hecho de que este nuevo espacio de socialidad y estas tecnologías han permitido no solo ampliar la esfera pública sino abrirla a diferentes fuerzas políticas. Esta ampliación de la esfera pública se traduce ni más ni menos que en la ampliación de la comunidad política y, en consecuencia, en la incorporación, con otros niveles de compromiso y de acción, de nuevos integrantes al movimiento. Quizá sea, por ahora y desde el punto de vista de la comunicación política, una práctica incipiente, pero como dijimos, refleja el comienzo de una consciencia sobre su necesidad 6 .

Oralidad, tecnologías digitales y construcción de redes

En cuanto a las dinámicas internas de la comunicación política, en el trabajo encontramos formas novedosas de combinar prácticas del “mundo digital” con prácticas tradicionales de comunicación popular fuertemente arraigadas en la oralidad primaria (Ong, 1994). Y en ese sentido, para los colectivos sujetos del estudio, no se trata de sustituir unas por otras, sino de reinventar estratégicamente usos y apropiaciones. A manera de ejemplo, ilustraremos brevemente una acción colectiva, sostenida en el tiempo y con diversidad de repertorios que se adelantó en la Zona de Reserva Campesina de Cabrera en el Departamento de Cundinamarca. El 26 de febrero de 2017 se realizó en el municipio de Cabrera una consulta popular para definir si se permitía la construcción de una hidroeléctrica en la cuenca del río Sumapaz por parte de la empresa española EMGESA. Esta construcción contemplaba la “creación de ocho minicentrales a filo de agua que estarían distribuidas a lo largo de 50 kilómetros del río Sumapaz y abarcarían cuatro municipios: Cabrera, Pandi y Venecia, en Cundinamarca, e Icononzo, en Tolima” (Cabrera (Cundinamarca) dijo no a proyecto hidroeléctrico en Sumapaz, 2017, s.p).

Ante el evidente impacto ambiental negativo, la población decidió recurrir a este mecanismo de participación ciudadana y un contundente 97 % de los/as votantes dijo que no permitiría dicho proyecto. Este resultado fue producto de un trabajo comunicativo-educativo de varios meses por parte del Comité de Impulso de la ZRC, a través del cual no solo se informó a la población sobre lo que significaba el proyecto, sino que se hizo frente a la labor propagandística de la EMGESA. Estrategias del “voz a voz”, carteles en los caminos rurales, reuniones informales con la comunidad y asambleas formales a través de las juntas de acción comunal, anticipaciones estratégicas comunicativas a las convocatorias por parte de la empresa en la labor de socialización del proyecto 7 , trabajos de recuperación de la memoria colectiva y construcción de identidad territorial, entre otros repertorios 8 .

Sin embargo, como lo dijimos antes, estas acciones se entretejieron con estrategias de comunicación digital, especialmente hacia afuera de la comunidad, pues existen dificultades en el territorio para recibir la señal de internet y de telefonía celular. Queremos transcribir el siguiente relato, un poco extenso, pero fiel al sentido que queremos plantear y, sobre todo, en palabras propias de una dirigente campesina:

Pues en un inicio lo que hicimos con el comité de impulso fue digamos divulgación, pero vereda a vereda, o sea, nos íbamos por grupos, programamos reuniones con las comunidades, nos sentábamos, hablábamos del tema, pero aparte de eso me pareció muy bonito es porque nos apoyaron grupos de afuera, de ambientalistas y de otras partes que a veces nos traen una parte cultural, entonces aparte de la reunión hacíamos una parte cultural bueno música o algo, pero muy bonito digamos ya vereda a vereda con la comunidad directamente con la comunidad fue un trabajo bonito, interesante, desgastante también pero lo hicimos. Posteriormente cuando vimos que la empresa, bueno esas empresas multinacionales sacan muchas estrategias entonces ellos planearon hacer reuniones con las comunidades, obviamente presentándoles ya el proyecto y pues para recoger las firmas para avalar allá para presentar ante ANLA 9 y todo eso, entonces nosotros supimos y nos fuimos también con las comunidades, entonces nos encontramos con las comunidades y ya le teníamos una estrategia de comunicarle a la empresa de que no queríamos eso, [y] fue hacer unas banderitas que decían NO a la hidroeléctrica, NO al represamiento del Sumapaz, NO al Enel 10 , bueno y cada uno tenía su banderita, letreros, avisos y todo, que esos incluso muchas veces de esos encuentros luego los publicamos por internet, por la página de lo que habíamos hecho, ya cuando finalmente bueno hicimos un cabildo abierto, primero hicimos unos foros luego el cabildo abierto para tomar algunas decisiones y comprometer a la administración municipal también en el proceso para convocar al cabildo abierto, también hicimos, digamos, como mucha publicidad, incluso por internet, entonces por las redes sociales rotábamos la invitación por WhatsApp para los que teníamos contacto, mensajes de texto, audios por WhatsApp, entonces por eso digo que nos ayudan mucho los chicos, con ellos nos poníamos a hacer y los divulgábamos, hicieron unos materiales muy bonitos para esa época, también con los medios de comunicación pues digamos que hubo emisoras que se contactaban con nosotros, estaban primero los medios alternativos y nosotros empezamos a contar y empezábamos ya salían artículos sobre el tema porque la verdad que los medios ya, ya fue cuando ya era la consulta, también hicimos videos, hicimos algunos videos que pensábamos mandarlos a los medios de comunicación pero finalmente dijimos no, lo vamos a rotar por YouTube. (P. B. Dirigente campesina, comunicación personal, 2019)

En el anterior relato está contenida otra estrategia comunicativa que aparece en la acción colectiva de varias de las organizaciones de segundo orden que abordó este trabajo. Se trata de las alianzas y la construcción de redes, algunas coyunturales, otras de más larga duración, algunas nominales, otras formales. Si bien es cierto que muchos de los colectivos carecen de formación y recursos para sostener una oficina de prensa o de comunicaciones, excepto los casos del CNA y el de la Agencia de Prensa Rural, esto no ha impedido que se haya adelantado repertorios comunicativos de diverso alcance, y también hay que mencionarlo, de diversa efectividad, que les ha permitido contrarrestar las matrices de sentido de los medios nacionales de comunicación masiva que reproducen el discurso oficial.

Y ello ha sido posible porque una de las estrategias es la alianza, a veces coyuntural, otras más sostenida en el tiempo, con grupos o “combos” de jóvenes “gomosos” de la comunicación —fotografía, producción audiovisual—, con emisoras comunitarias, con colectivos de comunicación —no necesariamente campesinos, pero sí comprometidos con sus luchas—, o con portales, medios o agencias de información, estos sí conformados por profesionales con trayectoria. De acuerdo con un dirigente campesino:

Lo que sí hicimos nosotros fue que al Catatumbo [se] llamó a todos los combos de comunicación alternativa, entonces llegó a haber como unos quince combos, que ellos mismos se llaman combos, son grupitos de cuatro o cinco muchachos, y entonces sobre todo les encanta lo del vídeo, foto, y con esos muchachos teníamos el problema en el Catatumbo de que ellos cubrían, pero también querían estar en el tropel, eso los desvirtuaba un poco, con ellos fue muy duro porque no, la mayoría son muy anárquicos, y digamos que orientábamos, ustedes van a cubrir allí, allí, pero resultaban era en la mitad del tropel. Pero sí, ellos tenían mucha producción de vídeos cortos, de fotos y se fue generando como una dinámica, a tal punto que la opinión sobre el paro del Catatumbo, con el trabajo de medios alternativos y el de Telesur, y de los medios locales se fue revirtiendo […] Entonces sí hubo una contracorriente de opinión [en la que] que logramos posicionar […] nuestra voz y nuestro parecer. (C. J. Dirigente campesino de ANZORC, comunicación personal, 2019)

Las alianzas y redes informales más estables en el tiempo se dinamizan también con la figura de una especie de corresponsalía en las regiones, municipios y veredas que hacen jóvenes y algunos adultos campesinos quienes, especialmente vía WhatsApp, informan de los acontecimientos a los colectivos de comunicación o a las organizaciones de segundo orden, las cuales se encargan de difundirlos por las redes sociales de internet y en sus portales 11 . Lo importante de la configuración de estas redes y vínculos que se tejen en los territorios es que no solo permiten la operatividad y el flujo de informaciones como describe el entrevistado de la nota anterior, sino que pone en el escenario comunicativo el punto de vista, el lugar de la mirada, las formas como el campesino o la campesina comprenden e interpretan los acontecimientos.

En estos entramados vale la pena resaltar el papel de la mediación comunicativa que hacen en algunas regiones geográficas las emisoras comunitarias. La configuración geográfica de Colombia no ha permitido por ahora una buena penetración de la telefonía celular y de la red de internet, como antes tampoco de las redes analógicas, con lo cual el uso de las redes sociales de internet y la difusión de las páginas web se ven seriamente restringidos y, teniendo en cuenta también las matrices culturales de la oralidad como constitutivas de la comunicación de los sectores campesinos, el papel de las radios locales y las radios comunitarias resulta clave en cuanto permiten dinamizar prácticas comunicativas ancladas a dichas matrices culturales. Desde allí no solo se circula información, sino que se gestionan políticamente los sentidos de lo comunitario a partir de su adscripción y participación directa en el movimiento social campesino y a través de la gestión de sus proyectos comunicativos con lo que “sus características socioculturales, sus intereses, su ideología y sus prácticas definen en buena parte el sentido que confieren a la idea de ser comunitarios” (Osses y Valderrama, 2018, p. 160).

Queremos resaltar dos últimos aspectos de las estrategias y prácticas de la comunicación política. El primero se relaciona con la definición del público de la comunicación. Si bien algunos de los líderes y lideresas tienen cierta claridad en la necesidad de diferenciar los públicos hacia los que se destina la comunicación por las redes sociales de internet y las páginas web, en la práctica no siempre se refleja esa claridad. Quizá lo que más claro se tiene es que el campesino de base es el que menos usa estos medios, por razones obvias: en sus lugares de residencia habitual no hay acceso a la señal y no existen las competencias tecnológicas para hacerlo. Pero más allá de ello, en muchas ocasiones los mensajes son indiscriminados y parece dirigirse principalmente hacia, cómo ellos mismos lo denominan, las organizaciones hermanas y hacia el interior mismo de la organización 12 . Solo en algunas ocasiones, con la estrategia de la vinculación de cuentas, se pretende interpelar a las instituciones del Estado, a algunos dirigentes políticos, a organizaciones de sectores no campesinos y a algunas instituciones internacionales, y justamente es en estas oportunidades que se logra ampliar la esfera pública y la comunidad política.

El segundo aspecto son las prácticas con las cuales se pretende visibilizar y posicionar la comunicación. Nos referimos principalmente a la estrategia que consiste en posicionar un hashtag de coyuntura que aglutina las acciones colectivas e informa del desarrollo de los repertorios —protestas, marchas, tomas, bloqueos, etcétera—. Sin embargo, estos hashtag son, la mayoría de las veces, tan genéricos que termina sobreponiéndose a otros eventos, acciones o procesos de diferentes organizaciones y aludiendo a lugares y tiempos también distintos. O por el contrario, son tan particulares, que no tienen seguidores y entonces no cumplen su intención de generar tendencia y visibilización.

Para terminar este apartado, vale la pena resaltar que estas estrategias de comunicación política, que tienen diversos objetivos, siendo el más recurrente el de la denuncia y el de la prevención de la violación de los DDHH, forman parte de una lógica organizativa que va más allá de la mediación tecnológica de la comunicación y de los usos de las redes sociales de internet y se inscribe en un modo político de la acción colectiva del movimiento social. Profundizaremos en estos aspectos de la organización, las redes y la participación en el siguiente apartado.

Organización y participación

La virtualidad y las redes digitales de internet no solo han reforzado la interacción en red que ha caracterizado a los movimientos sociales, sino que han ampliado el espacio comunicativo de estas interacciones y, para el caso del movimiento campesino colombiano, ha permitido consolidar un escenario más amplio tanto de disputas de sentido como una dinámica de construcción de sentidos comunes de su lucha.

Para Melucci, la organización en red es componente fundamental en las nuevas formas que adquieren los movimientos sociales. De hecho, frente a la inadecuación de la noción de “movimiento social” 13 y ante la falta de conceptos más adecuados, propone el concepto de “red en Movimiento”, el cual es un “reajuste provisional para cubrir la ausencia de definiciones más satisfactorias y, tal vez, para facilitar la transición a otro paradigma” (1999/2002, p. 73). Según el autor, esta emergencia conceptual indica las transformaciones organizacionales de los movimientos que se vuelven diferentes a las de las organizaciones políticas tradicionales. Sobre este rasgo de los movimientos sociales dice, de manera más precisa, que hoy “la situación normal del ‘movimiento’ es ser una red de pequeños grupos inmersos en la vida cotidiana que exige que las personas se involucren en la experimentación y en la práctica de la innovación cultural” (Melucci, 1999/2002, p. 74).

Para el caso latinoamericano, y de modo concreto para el movimiento campesino colombiano, la red ha sido la base organizativa fundamental. Las organizaciones de segundo orden que abordamos para nuestro trabajo están constituidas por organizaciones campesinas de base, de distinto nivel y alcance, distribuidas por todo el territorio nacional y, juntas, se encuentran en alianzas estratégicas con organizaciones políticas —incluso partidistas—, con organizaciones de otros movimientos sociales —de mujeres, de jóvenes, de ambientalistas, etcétera—, con grupos de comunicación —“combos”— y con agencias de información afines a la perspectiva política, con sindicatos, y además, forman parte de redes campesinas internacionales. Lo que encontramos, entonces, son unas alianzas y redes estables que forman parte de la vida cotidiana de las organizaciones de base —de primer nivel— y que configuran, o constituyen formal e institucionalmente 14 , las organizaciones de segundo orden. Desde luego, existen también alianzas y redes menos permanentes, más coyunturales, pero igualmente estratégicas, para el desarrollo de la acción colectiva y el despliegue de los distintos repertorios.

Para ilustrar brevemente lo anterior, tomemos la organización Coordinador Nacional Agrario (CNA). Está conformada por casi setenta organizaciones, la mayoría de base, pero algunas son también de segundo orden, como el caso de Asociación Nacional Campesina José Antonio Galán Zorro (ASONALCA), que tiene influencia en ocho departamentos 15 y además de pertenecer al CNA, forma parte del Movimiento Político de Masas Social y Popular del Centro Oriente de Colombia y del Congreso de los Pueblos 16 . Y a su vez, CNA también forma parte del Congreso de los Pueblos y de otra plataforma más amplia y de gran incidencia nacional como es Marcha Patriótica, además de su pertenencia a redes internacionales 17 . Y a nivel local, muchos de los colectivos y organizaciones de menor tamaño, forman parte de otras redes, como por ejemplo en la red de radios comunitarias de centroriente. En momentos de coyuntura, como mencionamos anteriormente, desde la dinámica comunicativa, colectivos o grupos de jóvenes apoyan la producción audiovisual, emisoras y periódicos locales se vinculan a las acciones colectivas compartiendo y difundiendo información, abriendo espacios informativos para que los líderes y lideresas del movimiento difundan los sentidos de la lucha y denunciando los excesos de la fuerza pública y la violación a los derechos humanos.

En estos complejos entramados, las redes digitales de internet y las páginas web cumplen un papel clave no solo en la dinamización de las interacciones sino en la construcción sentidos comunes ante la diversidad de organizaciones que confluyen en el movimiento, y ante la necesidad de contrarrestar internamente la desinformación de los medios de comunicación masiva. Seguramente el “retwitt” y el “reposteo”, que identificamos en el trabajo de campo virtual como muy intensos y recurrentes, estén cumpliendo esta función de unificación de sentidos y de posturas frente al contradictor en los momentos de acciones colectivas sostenidas.

En este contexto, la participación y la dimensión comunicativa de la acción colectiva, al igual —y quizá por esto mismo— que las complejas formas de construcción de vínculos y redes, toman muy diversas maneras y estructuras. Por una parte, existen modos de participación que podríamos llamar estructurales, los cuales obedecen a las dinámicas propias de las formas institucionales y estructurales de la organización administrativa-política: participación en las asambleas nacionales, reuniones regionales y locales, los comités ejecutivos, etcétera. Formas organizativas que en muchos de los casos son de carácter jerárquico, propias de las estructuras burocráticas de lo que se ha denominado “viejos” movimientos sociales, de tipo delegatario y con flujos comunicativos unidireccionales y marcadamente instruccionales. Pero por otra, y de manera simultánea, especialmente en ciertas coyunturas, se despliegan formas de participación más directa, por momentos comunicativamente horizontales, múltiples, dinámicas y muy creativas e intensas comunicacionalmente. A modo de ejemplo, recordemos la manera como la Zona de Reserva Campesina de Cabrera afrontó la consulta popular que describimos y cómo desde el punto de vista organizativo no solo actuó el sindicato, sino que adhirieron muchas organizaciones de jóvenes, mujeres y de sectores productivos, varias de ellas que se reactivaron después de haber entrado en receso a causa en buena parte por la represión y persecución en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Adicionalmente, la acción colectiva convocó a organizaciones de municipios vecinos que eventualmente se verían afectados por la construcción de la hidroeléctrica y generó una especie de red con otros municipios colombianos que se habían opuesto a megaobras y a la minería en gran escala y habían realizado también consultas populares, todo con el fin de tener aprendizajes en torno de las luchas libradas y ampliar la solidaridad 18 . Misma dinámica que ocurre en ocasión de otros momentos de la acción colectiva del movimiento campesino:

Ahorita con la delimitación del páramo estamos con una serie de organizaciones que están trabajando también el tema de municipios que hacen parte del páramo de Sumapaz también nos integramos con ellos. Con otras organizaciones campesinas del tema del paro agrario también nos hizo relacionar con otras organizaciones que de pronto no tienen la misma visión política pero que han trabajado el tema campesino en diferentes pueblos. (H. S. Dirigente campesino de la ZRC de Cabrera, comunicación personal, 2019)

Para finalizar este apartado, es necesario resaltar que tanto la dinámica comunicativa y de participación como la del establecimiento de redes y alianzas están atravesadas por diferencias históricas de distinto orden dentro del movimiento campesino colombiano. Sin embargo, si bien en algunos sustratos las diferencias parecieran ser irreconciliables, en muchos aspectos pudieran ser más bien contradicciones de forma, procedimentales y coyunturales, y que en todo caso en algunas ocasiones se realiza un esfuerzo por superarlas. De hecho, recientemente, a partir del paro campesino de los años 2013 y 2014, las cuatro grandes organizaciones que forman parte de nuestro trabajo y muchas otras de menor tamaño, al igual que sectores indígenas y afrocolombianos rurales, convergieron en una sola organización y proyecto en la llamada Cumbre Agraria Campesina, Étnica y Popular (Cacep).

Pero lo que nos interesa resaltar es que, comunicativamente, las tensiones internas del movimiento campesino que convergieron en esta Cumbre se movilizaron a través de las redes sociales de internet antes y durante los procesos de conformación de las alianzas y los vínculos en la presencialidad. Desde luego no solo fue una mediación operativa que permitió, por ejemplo, organizar las decenas de pre-cumbres en las distintas regiones y coordinar nacionalmente las acciones colectivas, sino que estas redes y la página de internet 19 se constituyeron en escenarios de convergencia de los colectivos y organizaciones de segundo orden que se vincularon. En las dinámicas de encuentros presenciales regionales, que transcurrieron a lo largo de dos años —desde finales de 2014 hasta finales de 2016—, las cuatro grandes organizaciones campesinas, las organizaciones indígenas, afro y populares hicieron visibles sus diferencias y construyeron los intereses en común que les permitieron elaborar el extenso pliego de peticiones que negociaron con el gobierno nacional a finales de 2016. Hoy, la Cacep es una organización muy sólida y su página web es un escenario de debate y lucha por el sentido que desde diversas perspectivas se confronta públicamente al Estado y a los poderes hegemónicos sobre las principales problemáticas de los sectores campesinos, indígenas, afros y populares.

Conclusiones

Hemos visto brevemente la manera como se han ido transformando cualitativamente los sentidos de la lucha campesina y los modos como el movimiento campesino colombiano ha estado asumiendo estratégicamente las condiciones actuales de la comunicación política. Las tecnologías digitales de la información y la comunicación se han incorporado en la vida cotidiana de los colectivos que conforman el movimiento y están formando parte intrínseca de sus distintos repertorios. Las páginas web y las redes sociales de internet actúan como una especie de bisagra que permite la fluidez —de lo presencial a lo virtual y viceversa— de la acción colectiva y de la comunicación política que la constituye.

Del ejercicio analítico y comprensivo que presentamos a lo largo de este texto, creemos que el movimiento campesino está asumiendo dos importantes retos. El primero se relaciona con la ampliación de la esfera pública de la lucha por el sentido político del movimiento y en esa misma medida con seguir ampliando la comunidad política. Sin duda alguna las transformaciones del ecosistema comunicativo originadas por la incorporación de las tecnologías digitales de la información y la comunicación, junto con procesos de globalización de la resistencia (De Sousa-Santos, 2003), amplió el universo de actuación política y de disputa por los sentidos de mundo. Para el caso del movimiento campesino, al igual que otros movimientos, especialmente el indígena, estas expansiones vinieron acompañadas de una ampliación de la comunidad política. En efecto, muchos sectores, organizaciones y personas a título individual, no necesariamente pertenecientes al campesinado, adhirieron política y afectivamente a sus demandas políticas, socioeconómicas y culturales, e incluso acompañaron solidariamente el despliegue de diversos repertorios virtuales o presenciales. Como continuidad de ello, la consolidación de una comunidad política más amplia a partir del fortalecimiento de lazos y de redes que, como lo mencionamos anteriormente, hoy se constituyen en una fortaleza desde la cual se están construyendo las resistencias a la cada vez más feroz la represión por parte de los sectores de derecha y ultraderecha.

El segundo reto, que de algún modo va aparejado con el anterior, alude a la ampliación y consolidación de un diálogo plural y multidireccional. El movimiento campesino colombiano empezó un proceso de transformación de sus prácticas de comunicación, y las organizaciones de segundo orden y la mayoría de los colectivos asociados a ellas han estado incorporando las tecnologías digitales de la información y la comunicación (TdIC) a sus procesos y prácticas de comunicación política, todo ello en la perspectiva de ampliar la construcción del sentido político de sus luchas, tanto al interior del movimiento como hacia sectores externos, bien en el plano nacional, bien en el internacional. Es un camino que, en términos de mediana y larga duración, recién comienza.

Por ello, creemos que algunas preguntas, en términos de las prácticas de comunicación política que hoy se le plantean al movimiento campesino, se relacionan con: ¿cómo seguir articulando la lucha y el proyecto político del movimiento con ese “mundo nuevo” que propician los usos y apropiaciones de las TdIC en un contexto de cada vez más derechización de la sociedad? ¿Cómo adecuar las TdIC a la particularidad de los contextos y las luchas del movimiento sin caer en el uso instrumental y mecánico de ellas? ¿Cómo poner a dialogar, política y estratégicamente, este tipo de comunicación mediada con la comunicación popular que está en la base del movimiento campesino? Desde el punto de vista de los movimientos sociales, ¿cómo potenciar unas prácticas de comunicación política que en los contextos territoriales sigan persiguiendo un mundo nuevo, unos modos de vida diferentes, relacionamientos distintos y, en ese marco, la construcción de alternativas al desarrollo capitalista?

Referencias

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Notas

Artículo recibido: 30 de mayo de 2022 / Aceptado: 18 de noviembre de 2022 / Modificado: 8 de diciembre de 2022. Este artículo se fundamenta en la investigación para la tesis doctoral “Movimientos sociales en Colombia y prácticas de comunicación y educación políticas. Caso movimiento campesino”, la cual fue desarrollada por el autor en el marco del Doctorado en Comunicación de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. La investigación se adelantó con recursos propios del autor. Documento completo en: https://doi.org/10.35537/10915/117672
Doctor en Comunicación por la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Sociólogo y Magíster en Sociología por la Universidad Nacional de Colombia. Investigador independiente. Correo electrónico: cevalderrama@gmail.com https://orcid.org/0000-0002-1888-4217
En las dos primeras décadas del siglo XX se dio un proceso de asentamiento organizado de colonos en los latifundios de esta región, que posteriormente daría origen al Movimiento Agrario de Sumapaz, uno de los procesos más significativos de la lucha campesina en Colombia.
Las Zonas de Reserva Campesina son áreas geográficas que de acuerdo con el Decreto 1777 (1996) “tienen por objeto fomentar y estabilizar la economía campesina, superar las causas de los conflictos sociales que las afecten y, en general, crear las condiciones para el logro de la paz y la justicia social en las áreas respectivas”.
Escuadrón Móvil Antidisturbios. División de la Policía Nacional de Colombia.
Vale aclarar que entendemos que el sentido de las luchas y la lucha por los sentidos son parte integral de las prácticas de comunicación política.
Véase por ejemplo el Movimiento Zapatista de Liberación Nacional, el Movimiento de los Sin Tierra, los movimientos indígenas Mapuche y Nasa.
Desde luego, en otros ámbitos de la acción colectiva y de las prácticas políticas de los movimientos sociales, la constitución de redes internacionales y de coordinación de acciones es de vieja data, especialmente en lo que se refiere al movimiento obrero.
“Nos fuimos documentando, concientizando a las personas, también mirando qué pasos hacía EMGESA para irlos rebatiendo, pues ellos tienen su discurso también de desarrollo de que va a haber mejoramiento de la economía, que va a haber trabajo que va haber vías, bueno toda una serie de campañas que eso a mucha gente le puede llamar la atención pero en el trasfondo no, entonces todo eso tocó trabajarlo y pues también mirando los procesos que ellos tienen que hacer para sacar la licencia ambiental, todo lo de socializaciones [y] ya entonces dijimos que no íbamos a volver a firmar ninguna lista de asistencia porque ellos lo muestran allá como que si se socializó entonces no más firmar asistencias, no más fotos pues ellos necesitaban evidencia, ya entonces [dijimos] vamos a hacer carteles en donde digamos que no estamos de acuerdo pues para que si toman fotos no le sirvan de evidencia que si estamos de acuerdo y todo eso se dio en ese marco” (H. S. Dirigente campesino de Cabrera, comunicación personal, 2019).
“Otro encuentro cultural en el parque, como una línea del tiempo de fotografías de Cabrera, entonces también convocamos a la gente, bueno todos los que tengan fotografías antiguas y de Cabrera y colocamos así por todo el parque así, como una galería y toda la gente iba, se paseaba, miraba, conocía todo lo que hacía y recordaban historias: ‘ahhh esa era la casa de no sé quién’, ‘cuando no sé cómo’, ‘este fue el comando que tuvo la guerrilla hace cuantos años’. Entonces, uno, [fue] como un modo de reconocernos, de reconocer nuestro territorio, de amarlo, de apropiarlo, y otro [dos] pues de reunirnos, sí, de no sé, de encontrarnos, entonces han sido como esas estrategias de comunicación que hemos tratado de optar en este territorio” (P. B. Dirigente campesina de Cabrera, comunicación personal, 2019).
Autoridad Nacional de Licencias Ambientales.
Grupo empresarial de distribución y comercialización de energía eléctrica.
“[…]pero al igual como nosotros también vamos al terreno, también tenemos corresponsales en el terreno pues con las comunidades también establecemos contactos si? uno cuando va allá a las regiones pues es muy fácil encontrar […] hacer amigos, [uno] hace contactos y tiene todo el tiempo el contacto ahí, digamos en el celular y le están mandando información, uno se está enterando y está publicando en tiempo real si la noticia lo requiere, o si llega una denuncia de otro lado uno tiene con quién corroborar ese tipo de cosas” (J. V. Integrante de APR, comunicación personal, 2019).
En palabras de un integrante de APR: “obviamente como medio alternativo quisiéramos no llegarle a los convencidos sino a más personas, también mirando qué otras formas de comunicar, porque muchas veces lo que pasa entre nosotros, entre los medios alternativos, es que solo le llegamos a los que ya están convencidos de alguna manera” (J. V. Integrante de APR, comunicación personal, 2019).
Dice específicamente que el “carácter inadecuado del concepto de movimiento social es un síntoma de un problema epistemológico más general. El concepto de movimiento pertenece al mismo marco conceptual y semántico en el que otras nociones, tales como progreso o revolución, fueron establecidas” (Melucci, 1999/2002, p. 73).
Decimos institucionalmente en razón a que algunas de ellas se encuentran amparados en los marcos legales e institucionales del Estado de derecho y gozan de personería jurídica.
Cundinamarca, Santander, Norte de Santander, Boyacá, Casanare, Meta, Arauca y Vichada.
Estas dos últimas son plataformas políticas que agrupan muchas organizaciones de diversos movimientos sociales y colectivos de izquierda.
Pertenece a la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC-Vía Campesina), a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América de los Pueblos (ALBA de los Pueblos) y mantiene vínculos el Movimiento Sin Tierra de Brasil, con el Comité Unitario de Campesinos de Guatemala y con campesinos de Venezuela, Cuba y Noruega.
“Pues se ha participado en varias redes, digamos el tema de las consultas populares estamos en un grupo de consultas populares donde se han desarrollado y donde se pretendían desarrollar o están en el trámite de la consulta popular, pues han habido algunos eventos de orientación jurídica y de avances en que van tales [procesos]; con el municipio de Arbeláez que hizo la consulta popular, San Bernardo, Fusa, Pasca, inclusive que no la ha hecho pero que se habla del tema; con colectivos de jóvenes también en el tema de la defensa [ambiental], ellos también se han metido y también tienen otras actividades, la red agroecología que está dentro de ANZORC” (H. S. Dirigente campesino de la ZRC de Cabrera, comunicación personal, 2019).
Consultar en: https://www.cumbreagraria.org/