Revision Received: 25 de junio de 2018; Aceptado: 8 de agosto de 2018
Representación de la guerra civil española por la prensa escrita arequipeña(1936 -1939)
Representation of the Spanish Civil War by the Arequipas Newspapers (1936 -1939)
Representagao da guerra civil espanhola pela imprensa escrita arequipenha (1936 -1939)
Resumen
A través de la revisión y análisis de cuatro diarios (El Deber, El Pueblo, El Sur, Noticias), este artículo aborda la representación de la Guerra Civil Española en la prensa de la ciudad de Arequipa a inicios del siglo XX. El análisis plantea cómo este acontecimiento de resonancia mundial generó contradicciones entre bandos muy marcados, que representaban visiones del mundo enfrentadas; y que a la vez hicieron eco a divisiones internas en la sociedad arequipeña. En las siguientes páginas confrontaremos las diversas perspectivas sobre estos antagonismos, articulados en diversos temas como el comunismo y fascismo; identidad nacional e influencias extranjeras; Iglesia y anticlericales; progreso y atraso; y democracia y dictadura. Esto permitirá documentar la recepción de un acontecimiento clave de la historia contemporánea en el espacio latinoamericano, lo que adicionalmente conlleva una reflexión metodológica sobre el impacto de un acontecimiento internacional en un ámbito local. Así se articulan dos escalas que rara vez se juntan: Europa y pequeñas sociedades latinoamericanas que ven su debate influido por acontecimientos que en esta ocurren.
Palabras clave:
Guerra Civil Española, prensa local, propaganda, Arequipa, Perú.Abstract
This article adresses the representation of the Spanish Civil War in the print press of Arequipa at the beginning of 20 h century, through the review and the analysis of 4 newspapers (El Deber, El Pueblo, El Sur, Noticias). The analysis sets out how this event with global resonance generaterd contradictions between marked sides representing opposing world views; and at the same time emphasizes internal divisions in the Arequipa's society. In the following pages we will confront the different perspectives about these antagonisms, organizing with different topics such as communism and fascism; national identity and foreign influences; Church and anticlerical; progress and backwardness, and democracy and dictatorship. Thispermit to inform the reception of a key event in the contemporary history of Latin America, involving a methodological reflection about the impact of and international event in a local context. This is how two parts, that rarely are put together, are related: Europe and small Latin American societies, wich they see their debate affected by events occurring inside them.
Keywords:
Spanish Civil War, local print press, propaganda, Arequipa, Perú.Resumo
Através da revisáo e análise de quatro diarios (El Deber, El Pueblo, El Sur, Noticias), o presente artigo aborda a representagáo da Guerra Civil Espanhola na imprensa da cidade de Arequipa a inicios do século XX. A análise planteia como este acontecimento de ressonáncia mundial gerou contradigoes entre bandos muito marcados que representavam visoes do mundo enfrentadas; e que á sua vez fizeram eco a divisoes internas na sociedade arequipenha. Nas seguintes páginas confrontaremos as diversas perspectivas sobre estes antagonismos, articulados em diversos temas como o comunismo e fascismo; identidade nacional e influencias estrangeiras; Igreja e anticlericais; progresso e atraso; e democracia e ditadura. Isto permitirá documentar a recepgáo de um acontecimento chave da historia contemporánea no espago latino-americano, o que adicionalmente implica uma reflexáo metodológica sobre o impacto de um acontecimento internacional em um ámbito local. Destaforma se articulam duas escalas que rara vez se juntam: a Europa epequenas sociedades latino-americanas que veem seu debate influenciado por acontecimentos que nesta acontecem.
Palavras-chave:
Guerra Civil Espanhola, imprensa local, propaganda, Arequipa, Peru.Introducción
Rosa Arciniega, -escritora pionera de los derechos y libertades de la mujer, perteneciente al grupo de intelectuales de izquierda liderados por José Carlos Mariátegui-, escribe en 1938 las siguientes palabras:
Ha bastado que en España se produjera la tragedia, ha bastado que sobre la piel del toro del mapa de España haya corrido, generosa, la sangre de España, para que la sangre de América -que es la misma (y el que pretenda negarlo que se empeñe en superponer en esta hora la voz de su garganta a la cálida voz de esa sangre)- se haya estremecido de espanto, de sentimiento y de dolor de hermandad.1
Lo anterior refleja la preocupación de los hispanoamericanos por los trágicos hechos que ocurrían en España y por lo cual consideramos existen dos factores que explican la importancia del impacto de la Guerra Civil Española en América Latina. El primero, es la raíz ibérica que se hunde en lo profundo de los pueblos hispanoamericanos y que le imprime un carácter e identidad particular desde la cual estos pueblos se han desarrollado, lo cual obligó a no permanecer indiferentes ante los sucesos que ocurrían en España. El segundo, es que los países hispanoamericanos atravesaban situaciones similares, con una particular agitación política y social que conllevaría a adoptar posiciones extremas, las que darían lugar a una profunda polarización social. Ambos factores ayudan a comprender porque la guerra española no fue recibida de modo pasivo, por el contrario se sintió como un acontecimiento cercano, al tiempo que era evaluada desde lo que ocurría en cada país.
La ciudad de Arequipa (Perú) -cercana a cumplir el cuarto centenario de su fundación- es un ejemplo de ello. Los periódicos de la localidad imprimieron las noticias sobre la guerra, adoptaron claras posturas sobre el acontecimiento, e informaron según las circunstancias que vivían sus habitantes. En esos momentos, luego de la caída del presidente Augusto Leguía (l9l9-l930)2, había una fuerte agitación social debido a la polarización generada entre el gobierno (caracterizado por un populismo de derecha) y la Alianza Popular Revolucionaria Americana (Apra)3, polarización que había traído numerosos actos violentos. Además, en octubre de l936, apenas tres meses de iniciada la guerra, se realizaron las elecciones presidenciales, cuya anulación permitió al general Óscar Benavides mantenerse en el poder hasta l939. En Arequipa, crecía la preocupación de la oligarquía y de sectores relacionados con la Iglesia por el aumento de elementos socialistas y comunistas en la ciudad, además de la preocupación de la Iglesia y del laicado local, por la adopción estatal de medidas contrarias a la religión católica, como la introducción del divorcio en la legislación nacional.
La guerra española es un conflicto importante para comprender las concepciones contrapuestas del mundo que luchaban por obtener la hegemonía a principios del siglo veinte4, por lo cual consideramos que es valido comprender la configuración de la sociedad arequipeña del cuarto centenario y las tensiones existentes en su seno para realizar el estudio de la representación5 de la guerra en el ámbito local y su influencia en el debate público. Arequipa, durante estos años, presentaba un escenario polarizado en el que se reflejaba el antagonismo ideológico que aquejaba la política global de los años treinta; en tal sentido en el presente artículo trataremos de interpretar cómo estos años convulsos se configuraba de manera decisiva el pensamiento político y la visión del mundo de la sociedad arequipeña.
Para el anterior propósito analizamos cuatro diarios: El Deber, El Pueblo, Noticias y El Sur.6 Los dos primeros fervientes partidarios del bando de los sublevados, y los dos últimos (por lo menos en los primeros meses del conflicto) simpatizantes de los frentepopulistas.7 El hecho de que no todos los diarios se hayan adherido a un mismo bando permite valorar los contrastes entre las posturas y documentar la complejidad del debate político y social arequipeño. Estos cuatro periódicos son los que revestían una mayor importancia para la sociedad; de ahí que hayan sido cuidadosamente conservados y catalogados en la hemeroteca de la Biblioteca Municipal de Arequipa y podamos consultarlos hoy en día.
Debido a que El Deber se encuentra totalmente digitalizado y puede revisarse con mayor facilidad, se ha hecho de este una revisión detallada, examinando todos los ejemplares desde el levantamiento del 18 de julio de 1936 hasta el fin de la guerra civil, el primero de abril de l939. Respecto de los otros diarios (El Pueblo, Noticias y El Sur), hemos revisado en su totalidad los ejemplares correspondientes a los tres primeros meses de la guerra y, por lo menos, cuatro números de cada uno de los meses siguientes; luego de verificar que al revisar un rango mayor no hubiera aportado una perspectiva diferente al análisis y debido a que las publicaciones dentro de un mes revestían cierta homogeneidad tanto en el aspecto cuantitativo (presencia de la Guerra8) como cualitativo (tratamiento de la Guerra).
La guerra más peleada y discutida: derechas versus izquierdas en la prensa local
Desde la Primera Guerra Mundial, con la caída de los grandes imperios, la ascensión del bolchevismo en Rusia, las crisis económicas sobrevinientes, la alteración demográfica y el descontento popular, nació en Europa un deseo de renovar de modo radical la política y la sociedad que se extendió a todas las partes del mundo. Este deseo se plasmó en diversos intentos: por un lado las continuas tentativas de los partidos de izquierda -muchos auspiciados por la Unión Soviética- para tomar el poder, ya sea por la vía democrática o revolucionaria, y, por el otro, la ascensión de una derecha cada vez más autoritaria que en el caso de Alemania e Italia desembocó en el fascismo.9 Así, en los años treinta el mundo vivió en una constante tensión que llevó a una polarización general entre la izquierda y la derecha que fue radicalizándose cada vez más.
Con la aparición de los partidos de masas con ideologías definidas y la consolidación de la clase media, el Perú no se vio ajeno a estos problemas. En este sentido, la guerra, para los diarios arequipeños, representó un enfrentamiento entre la izquierda (los frentepopulistas) y la derecha (los sublevados).
Como puede verse, nacionalistas y comunistas sostienen puntos de vista diametralmente opuestos, y al parecer irreconciliables. Y eso que ocurre en España; eso de la lucha ideológica, doctrinaria, o como se la quiera llamar, ocurre en casi todos los grandes y pequeños países, con mayor o menor fuerza. Vivimos en medio de una humanidad repleta de odios, de apetitos, y de seudo sabios.10
Este enfrentamiento implicaba el antagonismo de cosmovisiones que eran radicalmente excluyentes. En un artículo de El Deber, firmado bajo el pseudónimo de Vulcano, se lee:
El 18 de Julio próximo, fecha de profundísima trascendencia para la historia de España y del mundo, contará dos años ya la guerra más peleada y discutida de todas las guerras y de todos los tiempos. En ella se han empeñado [...] los dos más apartados extremos del pensamiento humano; las dos más formidables columnas en que se halla sustentado el mundo.11
En un artículo de la Editors Press publicado en El Sur se lee: "Mucho más que como francés o portugués el vecino de España mira a la hoguera que allí arde como fascista o como comunista, como derechista o como izquierdista'12
El antagonismo ideológico entre izquierda y derecha que representaba la guerra para los diarios arequipeños era leído de dos maneras distintas: por un lado El Pueblo y El Deber representaban al conflicto español como una lucha entre el orden y la civilización contra la barbarie comunista, y, por otro lado, El Sur y Noticias, veían en la guerra una tensión entre progreso y atraso.
Para El Pueblo y El Deber, la izquierda estaba identificada casi plenamente con el comunismo soviético y era vista como una doctrina exótica que pretendía socavar los fundamentos de la civilización cristiana occidental para subvertir el orden y los valores vigentes, visión generalizada en los sectores católicos nacionales e internacionales.
Así, se consideraba que la doctrina comunista era la responsable de la catástrofe española: "En territorio español, se hizo mucha propaganda de odio, y de incitación a la violencia. Las doctrinas de la exótica Rusia Comunista, y tal vez otras doctrinas, también importadas, han dividido a los españoles en dos bandos al parecer irreconciliables".13
El odio y la pasión enfermiza, reinan en España. El microbio del bolchevismo ha envenenado a gran parte de ese pueblo. La propaganda rusa en los últimos tiempos ha sido tan activa y eficaz, que ha provocado esa lucha formidable, en la cual parece que estuviera pasando una ráfaga de locura sobre la madre patria.14
El comunismo era considerado como un "microbio" que infectaba al pueblo y lo hacía reaccionar contra Dios, contra la familia y contra la propiedad. Así, se consideraba a Stalin como el "continuador de la más revoltosa y trágica doctrina que jamás haya existido en el mundo".15 La izquierda era la destrucción de todo orden.
A diferencia de El Deber y El Pueblo, en Noticias y El Sur no existía el temor y radical rechazo a la izquierda. En cambio, para estos diarios, la guerra significaba una lucha entre el progreso material y necesaria renovación social que traía la Segunda República y defendían los frentepopulistas contra el atraso promovido por los sublevados que se levantaron contra aquella para poder mantener sus privilegios: "Vive el mundo entero una etapa de nerviosa incertidumbre. De un lado, la tendencia a renovar y transformar las organizaciones seculares. De otro, la pugna de la función conservadora para defender palmo a palmo lo que existe, bueno y malo, y a menudo más malo que bueno".16 En una editorial, El Sur relaciona las anteriores afirmaciones con la Guerra de España:
La trágica actualidad española puede definirse como la lucha de dos fuerzas con distinta trayectoria: las derechas que hacen un postrer y temerario esfuerzo de sobrevivencia, y las izquierdas que cumplen su imperativo histórico [...] España sufre en estos momentos esa lucha titánica entre lo que debe desaparecer y lo que viene.17
El diario Noticias sigue la misma interpretación del conflicto: "Por una parte la opresión capitalista que quiere mantener su predominio político y por otra los perdidos del proletariado que van a ensayar en el gobierno una nueva forma de la distribución de la riqueza".18
El Sur y Noticias eran diarios que seguían la línea de los liberales arequipeños de principios del siglo veinte que, no siendo comunistas, creían en la necesidad de un cambio en la sociedad arequipeña oponiéndose a la derecha más conservadora.
Las derechas tuvieron su tiempo y su lugar. Hicieron su política, crearon su sociedad y convirtieron la economía, que es la ciencia de la riqueza, en arma de los poderosos contra los desposeídos. Pero su ciclo ya empezó a cerrarse para que comience la etapa de una nueva política, de una nueva economía, de una nueva organización social.19
Es así que, en un inicio, El Sur y Noticias eran simpatizantes de los frente populistas y los sublevados eran representados como las élites egoístas que se resistían a la renovación ya que esta podría afectar sus intereses materiales. Para Noticias y El Sur, eran los sublevados defensores de un estado de cosas propio de siglos anteriores y que ya no estaba acorde al mundo de la época20: "...el error derechista está, precisamente, en pretender desviar o detener la marcha inevitable de la historia".21
De esta manera, Noticias y El Sur solían usar lo ocurrido en España para atacar a los conservadores peruanos quienes, como los españoles, también se habrían opuesto al progreso social. Así, por ejemplo, en El Sur se comparaba a la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) de Gil Robles con la Acción Patriótica de José de la Riva-Agüero22, en una editorial en la que se atacaba a Gil Robles.
La Bestia Moscovita: ateísmo y amenaza comunista
Para El Deber y El Pueblo, un aspecto particularmente grave de la doctrina comunista era el ateísmo. Abundan los artículos, sobre todo en El Deber, en lo que se explicaba la negación de Dios por parte de la doctrina comunista y se alertaba de esa terrible amenaza, oponiéndole la doctrina católica y las encíclicas papales23, tal y como lo señala el siguiente texto: "El ateísmo militante es la bestia moscovita que se levanta sobre sus pies de oso buscando expulsar definitivamente de nuestros capitolios, de nuestras leyes, de nuestras universidades, de nuestros hogares y escuelas y hasta de nuestros templos, los vestigios mismos de la idea de Dios".24 En este sentido, El Deber representa a la guerra civil española en términos teológicos: "Lucifer como retador y Cristo como el ofendido: he aquí los dos extremos, he aquí los enemigos, he aquí las columnas de los dos formidables poderes: he aquí en dos palabras la Guerra Española".25 En El Pueblo, se califica a Rusia como "paraíso rojo, satánico e infernal".26
Era común que se usara como ejemplos lo que ocurría en Rusia para graficar la destrucción del orden tradicional que implicaba el comunismo. De esta manera, al tratar de lo pernicioso del comunismo para la familia se publicó una nota titulada "Quince veces casada" que dice:
Ruda comprobación de la degradante vileza de ese pueblo del que habla Gorki nos la ofrece del matrimonio. Casarse y descasarse es de lo más tonto y ridículo. Lo único que hay que hacer es registrar el matrimonio en un libro oficial, llamado 'sachs'. El empleado que casa, muchas veces una mujer, pregunta a los novios si son libres y si lo afirman se efectúa el registro civil sin ninguna prueba. Se anota también en el libro si la mujer adopta el apellido del esposo o este adopta el de ella. Frecuentemente la mujer conserva su mismo nombre porque piensa divorciarse dentro de poco tiempo. El casarse 15 y más veces muchachas de 18 años es de lo más corriente.
El matrimonio en los pueblos más salvajes es algo sagrado y respetable. Cuando pensamos en el matrimonio de Rusia nos imaginamos inmediatamente la unión de las bestias. Creemos sinceramente que las están en un nivel más elevado. Cómo será un pueblo en el que se ha roto tanto el vínculo de la familia y tanto se ha degradado una de las funciones más sagradas de la vida.27
El Deber atacaba también al comunismo señalando que este era pernicioso para la situación de la mujer. En un artículo al respecto, El Deber señalaba que las mujeres en la URSS estaban sujetas a una vida inmoral en la que han desaparecido "los más sagrados sentimientos" y afirmaba: "su existencia es de sufrimientos. Antes de los doce años se les degrada para lograr alimentos; después para continuar subsistiendo".28
Adicionalmente se quería resaltar que, aun prescindiendo de los ataques a la religión y a la familia, en Rusia las condiciones materiales eran paupérrimas y que aun así se haya hecho esta revolución para las clases bajas estas no habían sido beneficiadas. Así se hablaba de los trabajos forzados y de la miseria en que se vivía tanto en el campo como en la ciudad. Por ejemplo, se hablaba de una tragedia rural y se citaba la crónica de un coronel estadounidense que hizo un viaje a la URSS: "Las aldeas ofrecen sin excepción el mismo aspecto desconsolador. Los caminos no son más que huellas de barro. Las casas de madera, sin revoque ni pintura, son todas viejas, desaseadas y antihigiénicas. La mayoría de los campesinos andan descalzos y su vestimenta consiste literalmente en harapos".29 En El Pueblo: "[...] la ola de sangre continúa cada vez más caudalosa en el paraíso de Stalin. A pesar de las protestas del camarada Trotski. Que tampoco es menos siniestro que su contrincante. ¡Cosas del bolseviquismo [sic] que se alimenta de sangre humana!".30
Para El Deber y El Pueblo, la expansión de la doctrina comunista en el pueblo español había sido la causante de todas las atrocidades cometidas en España. Estos diarios destacaron el caos en el que se vivía la zona dominada por el Frente Popular tratando sobre los trabajos forzados, las checas y sus métodos, la niñez abandonada, el aumento de la delincuencia y los conflictos y divisiones dentro del Frente Popular. Por otro lado, estos diarios, fueron pródigos en descripciones de la "barbarie roja" que destacan por su lirismo, expresado en la fuerza de sus imágenes, y que resulta representativo de la indignación contra los excesos anticlericales por parte de un buen sector de la opinión pública arequipeña:
[...] las hienas rojas continúan tambaleándose en una borrachera de sangre que no tiene precedentes ni siquiera en la revolución bolchevique de Rusia. Pues los asesinos moscovitas se limitaron a eliminar a sus adversarios políticos, mientras que sus colegas ibéricos arremeten contra todo, sin excepción de personas alejadas de toda actividad pública y de los inválidos, las mujeres y los niños. Harto elocuente es este respecto al asesinato de más de trescientos rehenes bilbaínos por una turba de 'milicianas', es decir de seres que reivindican para sí la condición de mujeres y superan sin embargo en su cinismo y crueldad a los hombres. Muchos de los rehenes fueron atrozmente torturados antes de ser carneados. Sí, carneados, pues no cabe otra calificación para esos hechos espantosos. Y no es sólo en Bilbao donde se producen estos casos. 'Toda España -escribe un periodista alemán que acaba de regresar de la península, es un enorme cementerio'. [...] 'Muchos asesinatos de ciudadanos españoles a manos de los marxistas y anarquistas son tan bestiales' -finaliza- 'que la pluma se niega a describirlos. Impera una miseria espantosa; diariamente son asesinados centenares de personas como revancha por las derrotas militares que los gubernistas cosechan también a diario'.31
Ocupa también un importante lugar la violencia contra la Iglesia: "Allí está la España roja, iconoclasta y salvaje, demoliendo templos, asesinando sacerdotes, violando tumbas, destruyendo todo lo que puede recordar que Dios existe".32
El laicismo era una preocupación constante para El Deber, para quien no podía existir una sociedad que no base sus fundamentos en la religión.33 Una sociedad sin Dios, era una sociedad en la que los hombres eran gobernados por sus bajas pasiones, en la que no podía existir un orden, era todo lo contrario a la civilización. Así, "la Internacional representa la más formidable explosión de resentimiento de que haya memoria y un ataque a fondo contra nuestro mundo espiritual; la sociedad sin Dios, sin clases, sin libertad, sin jerarquía, sin personas, puesto que el hombre bolchevique sólo vive como factor de producción".34El Deber y El Pueblo representaban al comunismo como el mayor enemigo del orden y la sociedad.
Ante esta defensa de la religión y de la Iglesia Católica, en El Sur y Noticias, que como ya se dijo, eran de tendencia liberal, se encuentran también críticas a la Iglesia con respecto a la guerra en España, así, por ejemplo, en Noticias se afirmó "Histórica y lógicamente, la Iglesia ha sido siempre la aliada de las dictaduras. [...] Es que, después de todo, la Iglesia administra en la tierra una dictadura del cielo. Por eso ahora el clero del mundo entero trabaja por el triunfo de los rebeldes españoles [...]".35 A pesar de ellos, las críticas a la Iglesia son muy escasas, por lo que no se puede afirmar que estos diarios sean anticlericales, más aún si los comparamos con los diarios liberales de las dos primeras décadas del siglo veinte, como El Zurriago, El Ariete, etc36.
El Deber y El Pueblo advertían también sobre la amenaza mundial que representaba el comunismo. Es así que se denunciaba la propaganda comunista. En El Pueblo, en un artículo firmado por Italicus, se lee de ella: "Los miasmas pestíferos de la literatura rusa y, por lo tanto, comunista está infeccionando el mundo. Lo están perdiendo. Sin ella las cosas no habrían llegado al extremo en que las vemos no seríamos testigos de los males sin cuento que entristecen a la pobre humanidad".37 Existía el temor de que esta literatura se expandiera en Perú y Arequipa estas ideas, no por otra razón en el mismo artículo, Italicus exhortaba: "Guerra y guerra sin cuartel contra ella. Lejos de nuestros hogares; lejos de nuestras escuelas; lejos de nuestros teatros; lejos muy lejos de nosotros, como la peste que mata, como el fuego que destruye, como el veneno que inficiona la sangre material de nuestros cuerpos y la espiritual de nuestras almas".38
Arequipa, una sociedad todavía jerarquizada en torno a una organización y valores católicos tradicionales39, se estremecía cuando se veía amenazada por el comunismo revolucionario.
Los "sublevados" y lo genuinamente español
Frente al comunismo se encontraban los "sublevados". Ellos, para El Pueblo y El Deber, eran quienes encarnaban el orden y lo verdaderamente español frente a la anarquía, y quienes querían que España renegara de su pasado glorioso y sea una nueva Rusia.
Bien distintos son los cínicos que en nombre de una santa idea de Humanidad, preconizan y recomiendan que el hombre viva sin el consuelo de la Religión, sin el amor de la Familia, sin el orgullo de la Patria y sin el estímulo de la Propiedad, de los buenos soldados que exponen cuanto son y tienen, hasta la misma vida para lograr la íntima satisfacción de saber que son hijo de un Dios, de una Patria, de una madre y de un hogar.40
Para El Deber y El Pueblo, una potencia extranjera era la que quería inocular con sus nefastas doctrinas a la Madre Patria. Los líderes del Frente Popular eran simples esbirros de Rusia y eran representados además como oportunistas y cobardes, algo contrario al "espíritu hispánico": "Y en una lucha armada hace falta el criterio militar, del que carecen, lógicamente, los dirigentes del Frente Popular, a quienes, en cambio, les sobre eso que se llama miedo y aquello que se llama vergüenza".41
Sobre Azaña, al comentar un discurso radiado que había dado, anotó El Pueblo: "Como era don Manuel Azaña el que hablaba, la cosa pasó sin pena ni gloria. Para la España leal, Azaña es un simple muñeco. Para el resto del mundo, no es ni siquiera eso"42 o "Quiso hacer de España una sucursal del soviet ruso. Y se equivocó. No podrían permitirlo los verdaderos españoles".43 Sobre Largo Caballero se afirmó: "uno de los hombres más azuzadores y más gritones, sí, pero personalmente menos inofensivos de la España de los compadres leales que tiene flojo eso que se llama los pantalones".44 Sobre Indalecio Prieto se lee: "La gordura del camarada Prieto, es su peor contra. No es posible concebir que hable de hambre y de proletariado un señor con mucha grasa y con varias decenas de kilos de carne".45 A Negrín se le culpaba de desangrar a España al continuar con la resistencia por "un capricho impenitente o por un interés bastardo"46, cuando Franco ya había ganado prácticamente la guerra.
Por otro lado, los elogios al heroísmo de los sublevados, verdaderos representantes de España, eran innumerables. En este poema del poeta arequipeño José Zimmermann de Romaña, publicado en El Deber, se comparaba a los generales sublevados con los héroes de la historia y la leyenda española:
Es así que a la victoria de los sublevados se le titulaba "El triunfo de la civilización"48 y se afirmaba "El yugo rojo es demasiado para los pueblos. Es por eso que las ciudades de España todavía en poder de los gobiernistas, esperan con ansia la llegada de sus libertadores, porque las fuerzas genuinamente españolas de Franco, les llevan a sus hermanos el alimento, el vestido y la paz".49
Si nos remontamos a la comprensión más tradicionalista de la identidad española -tal y como fuera expresada por el polígrafo español Marcelino Menéndez y Pelayo, con aquella frase: "España, evangelizadora de la mitad del orbe; España martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio... ; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad; no tenemos otra"50- se puede entender perfectamente la idea de que el bando sublevado "encarnaba" el espíritu de la España "imperial".
Por otro lado, frente al carácter nacionalista y verdaderamente español que El Deber y El Pueblo le reivindicaban a los sublevados, El Sur y Noticias, contradecían este, señalando el hecho de que Franco usara tropas moras además de considerar el apoyo de Italia y Alemania como una invasión extranjera: "Y fueron los derechistas quienes, sin acordarse de que arrojaron a los moros de España y que abominaron a Carlos IV por haber cedido a Napoleón, permitieron que fueran los italianos, lo alemanes y los moros los que vinieran a matar a las madres y a los niños de España".51 "Antes España se unía para aplastar a los moros, ahora los conservadores, los verdaderos cristianos, se unen a los moros, utilizan a los moros contra sus hermanos, los cristianos".52 En este sentido se comparaba al apoyo de italianos y alemanes con la invasión de Bonaparte, y a Franco con el conde Julián quien, según la leyenda, traicionó al rey godo y franqueó la entrada de la península a los moros en el siglo VIII.
El fascismo: la clara luz de Roma
Ante la amenaza mundial que supone el comunismo, el fascismo es visto como una alternativa para combatirlo. En este sentido Italia se convierte en un ejemplo de civilización ante la barbarie de Rusia:
El fascismo que construye, que siembra y recoge opima cosecha de progreso y bienestar para el pueblo, que engrandece día a día a Italia y arraiga en sus súbditos el más puro ideal nacionalista; y el comunismo que destruye, que esteriliza como el caballo de Atila, difunde el odio y el terror y constriñe la libertad [...] Allá, en Italia se cosecha el pan para el pueblo; se siembra y se produce, se construye y se ama. En la Rusia comunista se esteriliza la tierra con sangre, se ahoga el pensamiento y el amor bajo la cuchilla del verdugo.53
Lo que más interesaba a estos diarios era que Mussolini estaba modernizando Italia a la vez que rechazaba el materialismo y el individualismo extremo, promovía la vida religiosa y resaltaba el valor de la familia. En ese sentido la doctrina y la praxis fascistas fueron ampliamente comentadas.
Es importante la comparación entre las figuras de Mussolini y Stalin. Mientras Stalin es representado como el asesino de su pueblo y que los rusos se han dejado llevar "como un rebaño de carneros al envilecimiento, a la prostitución, a la muerte más ignominiosa, y sin más culpa que la ferocidad del cruel dictador que dispone a su antojo de la vida de sus víctimas inconscientes"54; Mussolini es visto como "el creador de la doctrina más constructiva del mundo".55
En este sentido, abundan las noticias y artículos sobre los bienes que supuestamente llevó el fascismo a Italia y el fuerte y saludable liderazgo de Mussolini. En El Deber, encontramos artículos elogiosos con los siguientes títulos: "El Duce y el divorcio. Mussolini habla a Italia sobre el divorcio y dice que es peor que el adulterio"56; "Italia universalmente católica"57; "Italia cristianamente imperial"58, entre otros.
Mención especial merecen los articulistas Cognitius y Vulcano59 de El Deber e Italicus60 de El Pueblo, de quienes se encuentran numerosos artículos durante el periodo estudiado. Estos articulistas eran los más empeñados en resaltar los logros de Italia y abogar por el fascismo. Sin embargo, mientras Cognitius y Vulcano eran más anticomunistas que fascistas, Italicus, en El Pueblo, era radicalmente fascista y creía que el surgimiento del fascismo era fruto de la Providencia. Decía, por ejemplo: "Dios quiere salvar el mundo por medio del fascismo"61 o "El Cristianismo a su tiempo regeneró al mundo. El fascismo, en el nuestro conduciendo el mundo a Cristo, lo vuelve a poner en el camino real de la salvación".62
Italicus proponía una lectura ideologizada del antagonismo entre comunismo y fascismo, que puede hacernos entender mejor la atracción que tuvo una significativa parte de la población mundial por este movimiento en los años treinta:
Del comunismo nació el fascismo. De Lenin, Mussolini. El fuego rojizo de Moscú produjo la clara luz de Roma. [...] Los países que quieren salvarse lo abrazan [al fascismo]. [...] El fascismo es rigidez, austeridad, disciplina, renuncia de sí mismo, abnegación sacrificio [...] Esto no gusta a nuestra época de decadencia moral. En esta época de general relajación. En esta época del CONFORT en toda línea por encima de todo. [...] El comunismo personifica el desorden y abre las puertas a toda clase de maldades. El fascismo, por el contrario, simboliza el orden, la moderación, la austeridad y la autoridad.63
Sin embargo, es muy importante resaltar que no existía una identificación entre los sublevados y el fascismo en El Deber. En un artículo en el que señaló las diferentes fuerzas que se encontraron entre los sublevados identificó claramente que fascista solamente era la falange: "aunque de carácter fascista sabe encuadrar en su ideario la tradición de España, espiritualista, típica, católica".64 Es importante notar el uso del adverbio adversativo "aunque", que implica que El Deber tenía ciertos reparos hacia la doctrina fascista, sobre todo por no ser una doctrina típicamente española y esencialmente católica como los carlistas, para quienes solo había elogios. Para El Deber, los sublevados estaban motivados, en general, por su espíritu nacionalista; así lo señala Vulcano: "El Nacionalismo, apoyado en su gloriosa y secular tradición, cuenta con un gobierno fiel y autoritario, netamente español y cristiano. No es fascismo. No es nacismo [sic]. Es tradición. Es Nacionalismo".65
En este sentido, El Deber mostró ciertas críticas al fascismo, sobre todo luego de las críticas del Papa al estatismo del régimen mussoliniano.66
Con respecto a Alemania, a raíz de la publicación de la encíclica Mit brennender sorge de Pio XI en marzo de 1937, en la que el Papa condenó el nazismo por su racismo y paganismo (la divinización del Estado y de la raza), El Deber dejó de publicar elogios a Alemania y empezó a criticarla denunciando las violaciones que hacía Alemania al Concordato y los atropellos cometidos contra los judíos.67 Se pasó de una admiración moderada a Hitler a la condenación del racismo y el totalitarismo nazi que pretendía reemplazar al cristianismo. Esto demuestra el respeto y fidelidad que tenía el diario católico por el discurso oficial de la Iglesia.
Por otro lado, en El Pueblo, durante el periodo revisado no hemos encontrado críticas contra el fascismo, es más creían que la mayoría de los combatientes sublevados eran de esta ideología, como se desprende del siguiente fragmento: "Hombres apasionados y corajudos han disputado la supremacía de los dos credos que cuentan con más partidarios en el mundo. Comunismo y fascismo, puestos por vez primera el uno frente al otro, con las armas en las manos".68
En El Sur y Noticias sí se dio una completa identificación entre el fascismo y los sublevados, tal es así que el término "fascista" era uno de los más usados para referirse a ellos. Por lo tanto, los sublevados representaban también todo lo que el fascismo significaba para la prensa liberal de la época: totalitarismo de estado, belicismo, restricción de las libertades, etcétera. Así, mientras que Mussolini era para El Deber y El Pueblo un fautor de progreso: "el creador de la doctrina más constructiva del mundo"69, así como el defensor de la Iglesia y el gran luchador contra el comunismo, El Sur y Noticias lo describían como «[...] el Dictador que sojuzga millares de voluntades e impone sus mandatos [.]"70. Así como en El Deber y El Pueblo se elogiaba a Italia y, en menor medida a los demás países fascistas, en El Sur y Noticias se les criticaba duramente:
Italia, Alemania, Japón y la España de Franco, póker del fascismo, están empeñadas en llevar al mundo a la guerra. […] Los dictadores acarician siempre la remota idea de fundir en su alma la violencia de un Nerón con la arrolladora estratégica de un Bona-parte. Mussolini lo ha probado en su asalto a Etiopía; guardando las distancias, casi sufrimos nosotros el delirio de Sánchez Cerro que nos arrastraba contra Colombia.71
Existía, pues, el temor de que, si ganaban los sublevados, se impondría un régimen reaccionario y fascista:
Entonces el fascismo -dictatorial, absorbente, imperialista de por sí- significaría en España la vuelta hacia la Inquisición y el retorno hacia las hogueras de Torquemada. Sería un fascismo tipo español, con procesiones en que se mezclarían la feria, el misticismo y la política. Un fascismo de opereta más desagradable que el de origen, por más conservador y más ridículo.72
En el contexto de las elecciones peruanas de octubre de 1936, el ataque al fascismo también se aprovechó para acometer contra la Unión Revolucionaria, el partido fascista del Perú. En un editorial, El Sur criticaba al fascismo y señalaba que era inadecuado para el Perú. Además, afirmaba que si tenía alguna acogida era porque la aristocracia conservadora que no quería perder sus privilegios se aprovechaba del temor a la izquierda:
El miedo está operando en el Perú un prodigio que antes nunca vimos. Aquellos que más clamaron por la libertad, quieren asesinarla actualmente invocando un conflicto que no se ha producido y que, en caso de producirse, se afrontaría en su oportunidad.
[…] Son unos afortunados señores que se espantan y abominan de todo aquello que pueda ser reforma porque suponen un atentado contra sus intereses. Este es todo el peligro izquierdista. Y cuando en un periódico, quieren hacer un paralelo entre los actuales conflictos europeos y los posibles e imposibles conflictos futuros del Perú, saben perfectamente, sin ningún riesgo de equivocarse, que lo que dicen y pregonan no tiene de verdad ni un cinco por ciento.73
Ciudadanos dignos en un país libre:Democracia y dictadura
El Sur y Noticias eran diarios para los cuales la democracia y la libertad eran fundamentales para la organización de cualquier estado y, por lo tanto, era primordial defenderlas y hacerlas respetar, por lo que estaban en contra de las dictaduras. Sin embargo, la divergencia más importante entre El Sur y Noticias, es que en El Sur había un progresivo distanciamiento del bando del Frente Popular al creer que este no sería el garante de la democracia y, en cambio, impondría una dictadura comunista. Esto ocurre porque El Sur, así como identificó a los sublevados con el fascismo, a medida de que pasaba la guerra también hizo una identificación total de los frentepopulistas con el comunismo. A partir de entonces El Sur se iría desencantado con el bando frentepopulista.74 Por ello es que afirmaba "Una lucha entre fascismo y comunismo puede ser por todo menos por la libertad. De la guerra civil española cualquiera que triunfe la libertad está sacrificada de antemano y menguada en proporción a la fuerza de ese concepto en el resto del continente".75 Es así que se critica también a Rusia76 y a los líderes del Frente Popular.77
En este sentido, El Sur critica también la polarización en la que se caía cuando se afirmaba que solo existían dos caminos: el fascismo y el comunismo.
En este momento en que los hombres están dividiéndose en dos conciencias, en dos credos y que parten por dos senderos, se está incurriendo en el peor de los errores. Se da como incontrovertible un dilema que sólo se ha presentado a los tímidos y a los audaces. Aquellos que exclaman que ya solo queda, en un bivio inflexible, el sendero de Roma y el sendero de Moscú, o no saben lo que dice, o están atemorizados, o saben demasiado lo que están diciendo.
Ambas tendencias son desde luego un 'impasse', un compás de espera, pero no son, en modo alguno, una solución definitiva y absoluta. Vemos que sólo tres países en el mundo han adoptado, como sistema de gobierno, la dictadura del Estado, porque en el fondo tendencias coinciden en su concepción política. El resto de los países permite el ejercicio a veces áspero y a veces armonioso de la democracia, armonía y aspereza que son inherentes a esta función humana.78
Lamentablemente El Sur dejó de publicarse en febrero de 1939 por lo que no podemos conocer las impresiones que sobre el final de la guerra y el triunfo de los sublevados hubiera tenido este diario, lo que nos habría ayudado a entender mejor su postura.
En cambio, para Noticias, los frentepopulistas no están identificados totalmente con el comunismo:
No es necesario -repetimos- ser comunista para defender dentro del punto de vista de la justicia y del derecho la causa del gobierno español; porque es injusto que sean extranjeros los que masacren a los indefensos nacionales y es antijurídico que sean los mismo quienes den la pauta de la organización y del gobierno de un país.79
Los frentepopulista son hasta el fin de la guerra los defensores de la democracia y los sublevados los facciosos que se levantaron contra un gobierno legítimo.
En lo que sí coincidían El Sur y Noticias era en la necesidad de democracia para el desarrollo de las personas, que lo más sagrado era la libertad y que los conservadores eran partidarios del autoritarismo. En ese sentido, El Sur, en una editorial, hizo un llamamiento para defender la democracia: "Defendamos nuestra democracia. Defendamos nuestra condición de ciudadanos dignos en un país libre".80
Frente a esta representación de la democracia y la guerra civil, El Pueblo y El Deber respondieron que era tendencioso creer que la guerra era entre la democracia y la dictadura, que el término democracia había sido manipulado hasta hacerse irreconocible y que la verdadera dictadura era la comunista que quería imponer el Frente Popular.
Así se lee en El Pueblo: "Porque los verdaderos contendientes no son la democracia y el régimen totalitario -tesis bolchevique inventada por el Komintern en 1935-, sino la Revolución y la cultura occidental".81Vulcano decía sobre la democracia: "La han plagiado y suplantado y sustituido con un falso doble. Cosa que cambia con tanta facilidad, de color e intenciones, no puede ser base de un poder claramente definido y finalmente desenmascarado".82
Conclusiones
El contexto de crispación posterior a la caída de Augusto Leguía, signado por la emergencia de las masas, la polarización ideológica de la sociedad y la violencia en el acontecer político peruano, era, en cierta medida, bastante similar al contexto político español durante la Segunda República. En este sentido, al estallar la Guerra Civil Española, los distintos sectores sociales y políticos de Arequipa reflejaron sus angustias y anhelos en el conflicto español, atisbando, en la amenaza de los totalitarismos o de la revolución social violenta, posibles escenarios aterradores.
Es por ello que los diarios arequipeños informaron profusamente sobre los hechos que ocurrían en la península, dedicando a esta polémica intensa de política internacional un espacio privilegiado, lo que demuestra además que Arequipa se sentía integrada e influida por los procesos y corrientes de pensamiento que dominaban la política global.
Teniendo en cuenta que la guerra significó la lucha de dos visiones excluyentes del mundo, la apropiación que los periódicos hacen de lo ocurrido en España para introducirlo en el debate local reflejó divisiones en la sociedad arequipeña, que para los años treinta estaba ya bastante polarizada entre quienes defendían el orden establecido y quienes sentían la urgencia de una renovación política y social. Es así que el antagonismo ideológico entre los frentepopulistas y los sublevados, que para los cuatro diarios analizados era un enfrentamiento entre izquierda y derecha, fue leído de maneras distintas.
El Deber y El Pueblo expresaron el temor de una sociedad todavía jerarquizada en torno a una organización y valores católicos tradicionales a la influencia de doctrinas externas y nuevas realidades sociales que hacían tambalear una identidad social y religiosa que para ese entonces ya estaba en crisis.
Para ellos, la izquierda, encarnada en los frentepopulistas, significaba la anarquía y la subversión de todo lo que consideraban sagrado, como la familia, la propiedad y la religión. La izquierda era una amenaza para todo el mundo y en el Perú estaba representada por el Apra y los intelectuales infestados por ideas marxistas que propugnaban una revolución social.
En cambio, los sublevados, la derecha, reivindicaban el orden tradicional y los valores que querían ser destruidos por la izquierda. El Pueblo y El Deber tenían puesta su esperanza en que del triunfo de los sublevados se formara un gobierno verdaderamente civilizado que sirviera de ejemplo para otros países y que se formara una corriente que arrastrara también al Perú. En este sentido, estos diarios veían en el autoritarismo una posible solución para salvar el orden y lo que ellos consideraban civilización (religión, familia y propiedad) contra la barbarie y el caos que significaba la izquierda.
Por otro lado, El Sur y Noticias leían el antagonismo entre izquierda y derecha como un enfrentamiento entre quienes querían perpetuar un sistema caduco e injusto y quienes luchaban por la necesaria renovación de la sociedad. Para ellos, los sublevados eran el reflejo de una clase política que se beneficiaba a costa de una organización social que hacía padecer a la mayor parte de la población y, que, si había estallado la guerra, era porque esta clase política no quería permitir la formación de una sociedad más justa. En este sentido, se insertaba la guerra civil española en el debate local para atacar a la derecha peruana, sobre todo a la más conservadora.
Sin embargo, El Sur, tras los primeros meses de la guerra, abandonó esta lectura desencantado por el devenir del conflicto, en el que el comunismo empezaba a tener cada vez más protagonismo. En vez de ello, El Sur empezó a representar la guerra civil como un enfrentamiento entre dos totalitarismos, nefastos ambos, del que la gran perdedora era la democracia. Para El Sur, la democracia era el valor fundamental de la organización social y por tanto el mayor símbolo de la civilización.
En esto último estaba de acuerdo con Noticias, para quien, sin embargo, los sublevados siempre fueron los sediciosos que se levantaron contra un gobierno legítimamente constituido y ejemplarmente democrático, defendido únicamente por los frentepopulistas.
De esta manera, el debate que se articuló en torno a la guerra en los diarios arequipeños refleja tanto los anhelos y preocupaciones de la sociedad arequipeña de los años treinta como las divisiones que existían en esta. Todos estos factores fueron determinantes para la configuración de la identidad de la ciudad y marcaron singularmente el desarrollo de la misma.
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