Historia y Sociedad
0121-8417
2357-4720
Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín
https://doi.org/10.15446/hys.n45.109512

Patricio Herrera y Juan Carlos Yáñez, coords. Alcohol y trabajo en América Latina. Siglos XVII-XX. Experiencias económicas, políticas y socioculturales. Valparaíso: América en Movimiento Ediciones, 2019, 248 pp.

J. Jurado-Jurado, *

Doctor en Historia por [a Universidad de Huelva (Huelva, España). Profesor de [a Universidad EAFIT (Medellín, Colombia) © https://orcid.org/0000-0003-1665-0553 jjurado@eafit.edu.co Universidad EAFIT Universidad EAFIT Medellín Colombia

Los estudios históricos sobre el alcohol en América Latina tienen el doble rosto de Jano: uno como "actividad económica fundamental" de la que el Estado ha derivado sustanciosos ingresos bajo la figura de estancos y monopolios estatales y privados de raigambre colonial, y otro negativo, asociado al detrimento de las condiciones productivas de las clases trabajadoras y al atraso de las clases populares. Los estudios de historia económica, social y cultural han examinado el alcohol como parte de las formas de resistencia y fuga de los sectores populares y obreros, frente a las estructuras de dominio y disciplina social, y como elemento central de sus prácticas de consumo, recreación y vida cotidiana.

Los editores del libro anunciado parten de ese marco interpretativo y proponen superar la idea que ha impedido vincular el alcohol con el mundo del trabajo. Según esa anterior mirada no eran necesarias indagaciones al respecto, dado que la consolidación del capitalismo logró que actuaran con plena legitimidad las normas legales que prohibían el consumo de la bebida entre las clases obreras y populares pues, como parte de su cultura de ocio, este contradecía la nueva racionalidad económica. Por el contrario, recientemente se han desarrollado nuevas perspectivas de investigación. Una de ellas se ha centrado en la transformación de los mecanismos de lucha y organización de los trabajadores entre finales del siglo XIX y principios del XX, en los que las campañas mutualistas y de temperancia contra las bebidas alcohólicas promovieron una ética del trabajo, de modo que el tiempo libre y el ocio incluyeran alternativas recreativas a la cantina y los prostíbulos. Otra línea se ha orientado a las campañas de mejoramiento social y alimenticio protagonizadas por sectores empresariales con tonos paternalistas, con el objeto de asegurarse una masa laboral mejor nutrida y más dócil, dentro y fuera de las industrias. Finalmente, la historia de la salud se ha enfocado en los discursos y prácticas higienistas -otrora eugenésicas- a partir de la promoción de nuevos hábitos de vida y del consumo de alimentos "protectores" como la leche. En estas indagaciones, las instituciones de salubridad y del Estado han sido fundamentales en la lucha contra el alcoholismo como "programa civilizatorio" de múltiples dimensiones, con el fin de adecuar los modos de vida de amplios sectores sociales a la vida urbana moderna.

Los anteriores planteamientos se incluyen en la introducción del libro coordinado en Chile por Patricio Herrera y Juan Carlos Yáñez. El texto se nutre de estas nuevas perspectivas de trabajo y contiene siete capítulos acerca de diversas "experiencias económicas, políticas y socioculturales" de los vínculos históricos entre alcohol y trabajo, para cuatro países de América Latina (México, Chile, Colombia y Argentina) a partir de múltiples enfoques históricos.

En el primer capítulo, "Alcohol, mineros y operarios en la Nueva España (siglo XVI-XVIII)", Paulina Machuca trata la creciente ingesta de bebidas embriagantes entre los mineros y operarios de la Nueva España en la época colonial, tamizada por las valoraciones sociales, los intereses de las elites locales y las jerarquías sociales. De modo que el vino de Castilla satisfacía a los españoles que dominaban la estructura social y alimentaba sus ansias de distinción, mientras que el pulque y variados aguardientes fueron comunes entre la masa trabajadora y la plebe colonial. La autora destaca los discursos de las autoridades y del clero sobre tales bebidas, que oscilaban entre la favorabilidad de su consumo para los sectores subalternos, porque les ayudaba a sobrellevar las duras condiciones de su vida laboral, y la oposición a su dispendio por razones morales, salubres o mercantiles. Entre esta doble vertiente se fue desarrollando un progresivo discurso sanitario, modulado según las épocas de bonanza o depresión económica, la necesidad de controlar la violencia y la tolerancia de las elites con el desfogue de la plebe, siempre que el orden social no estuviera en riesgo.

El segundo capítulo, "Cuando la comida es poca, venga la copa. Trabajo y producción de vino en Chile, 1880-1950", lo ofrece Ángela Vergara, quien considera los oficios, las modalidades de enganche de la mano de obra, sus rasgos sociales y los sistemas productivos vitivinícolas durante su transición modernizadora. La autora encuentra la coexistencia de diversos sistemas productivos fundados en la pequeña, mediana y gran propiedad vitivinícola, la diversidad de relaciones laborales del campo chileno y el desarrollo de empresas productoras y distribuidoras de vino, que no siempre estuvieron integradas al cultivo de la uva. Por ser una bebida alcohólica, el vino estuvo sujeto a complejas regulaciones fiscales, comerciales y de salubridad que delatan los esfuerzos modernizadores de sus empresarios, de acuerdo con estándares internacionales. Como ha sido usual en otros sectores agrarios de América Latina, los tradicionales sistemas de sujeción de la mano de obra contribuyeron al desarrollo moderno de grandes cultivos en los que los empresarios trasladaban a los campesinos los costos de las transformaciones mercantiles.

En el capítulo tercero, "Alcoholismo, enfermedad social y trabajo en Colombia, 1861-1869", Óscar Gallo y Jorge Márquez inquieren sobre el proceso de objetivación del alcoholismo como "enfermedad social" articulado al mundo del trabajo. Para esto, los autores examinan un sustancioso corpus documental de la autoría de curas, académicos, dirigentes y, sobre todo, médicos quienes produjeron múltiples discursos de alarma y crítica al "alcoholismo", que delatan la progresiva medicalización de un heterogéneo abanico de problemas, unificados bajo esta categoría. La objetivación médica del problema de la embriaguez no significó la desaparición de los parlamentos morales y religiosos, sino su coexistencia con las novedosas pretensiones positivistas de los estudios nacionales, que se nutrían de la literatura médica francesa. Los investigadores identifican tres tendencias analíticas en las fuentes consultadas: la vertiente moral y biológica figurada por el problema eugenésico, la problematización económica del alcoholismo, al significar un riesgo para la potencia económica de "la patria", y su objetivación médica como "enfermedad social" emparentada con la clase trabajadora. Este proceso de objetivación prefiguró la "medicina del trabajo" (1940) y supuso diversas estrategias sanitarias, educativas y de control al consumo, lideradas principalmente por el Estado y las instituciones médicas.

La cuarta elaboración de Ricardo Martínez versa sobre "La taberna o la biblioteca. Los socialistas argentinos y el problema del papel del alcohol en la vida obrera". Martínez reconstruye los discursos antialcohólicos del Partido Socialista argentino a partir de su órgano oficial, el periódico La Vanguardia, entre 1896 y 1910. Tamizada por las motivaciones políticas, emancipatorias y utópicas del Partido Socialista por una "sociedad nueva", el diario analizado ofrece un amplio repertorio de discursos clasificados por el autor en tres vertientes: los discursos que asociaban las bebidas embriagantes con los mecanismos explotadores de los grupos dominantes burgueses, como un problema que afectaba a la sociedad como un todo y, los más importantes, los que asociaban el problema exclusivamente con la situación de la clase trabajadora. A las críticas al consumo de alcohol, inspiradas en la moral y la salubridad, se sumaban las autocríticas socialistas de corte ilustrado, las cuales consistían en que el mismo proletariado fuera coherente con sus aspiraciones liberadoras y prefiriera educarse con libros y conferencias que desgastar su existencia en medio de cantinas y lupanares.

Ana María Mateu propuso el quinto capítulo "Las relaciones laborales vitivinícolas en una empresa de Mendoza (Argentina) en la encrucijada del fomento del consumo y de la lucha contra el alcoholismo a principios del siglo XX". Como un estudio de caso, la autora aborda la historia del trabajo en una empresa emblemática de la provincia (Arizu) a partir de tres variables: el vino como bebida saludable, cuyo consumo masivo se desarrolló en medio de la sustitución de importaciones, como causante de enfermedades que afectaban a la sociedad y como importante actividad económica que ocupó un buen caudal de inmigrantes y criollos, bajo formas de trabajo asalariado, y la hibridación cultural de sus técnicas y labores. La autora concluye que, en medio de las campañas higienistas, la economía vitivinícola se convirtió en un asunto de Estado debido a su considerable peso social y económico en la provincia. La bebida logró ser emblema de "bebida nacional" y alimento básico de la "canasta familiar", debido a las transformaciones de las pautas de consumo de amplios sectores sociales bajos y medios -parte de estos, trabajadores sometidos a malas condiciones laborales, bajos salarios y largas jornadas de trabajo en esta industria- a causa del incumplimiento de la novedosa legislación social.

El sexto capítulo trata sobre una bebida alcohólica diferente a las predominantes con el vino y el aguardiente, en los estudios reseñados. Se trata de "La industria cervecera y la organización del trabajo. El caso de los reglamentos de industria" de la autoría de Juan Carlos Yáñez. Como parte de las transformaciones disciplinarias del capitalismo industrial, el autor analiza el marco institucional que dio forma a las relaciones laborales modernas de la fábrica, con la ley de contrato de trabajo de 1924. Esta rompió con la antigua forma de sometimiento de la mano de obra fundada en los castigos y el control físico de los trabajadores, para establecer métodos cimentados en reglamentos y dirigidos a la transformación de los comportamientos no deseados en conductas favorables a la producción industrial. En el marco de la "cuestión social" se desarrolló un discurso regenerador de los obreros, apoyado por las instituciones médicas y la legislación laboral, dirigido a regular el consumo de alcohol, lo que implicó nuevas regulaciones de seguridad industrial para la industria cervecera y restricciones a la promoción de su consumo.

Por último, Patricio Herrera propone el capítulo "Campesinado, alcohol y relaciones sociolaborales en Chile 1867-1910", donde explica la importancia que tuvo el consumo de alcohol de peones e inquilinos en sus relaciones con sus patronos hacendados y en la opinión pública del momento, en el contexto de la modernización de la vida rural chilena. Este proceso supuso el declive de las formas de dependencia y lealtad tradicionales e irrestrictas de los campesinos y el desarrollo de formas de contratación asalariada de trabajadores, cuyos ingresos iban en alza debido a la movilidad y escasez de mano de obra en el campo, lo que ampliaba sus márgenes de autonomía y resistencia, que posteriormente dieron forma a una "conciencia de clase". El consumo de alcohol de los trabajadores rurales fue problematizado en su dimensión moral y productiva por los señores de la tierra y sectores conservadores, debido a que obstaculizaba su sujeción paternalista a los hacendados, enfrentados a una mano de obra indócil, pero, al tiempo fue usado por estos como una forma de reactivar las viejas dependencias jerárquicas al usarlo como sistema de pago y endeudamiento en las pulperías y tiendas-despacho de las haciendas. El autor da cuenta de las tensiones que caracterizaron este panorama sociolaboral en proceso de transición modernizadora, que transformó la identidad del campesino, modelada al calor de su conciencia sobre sus derechos laborales y la protección que le ofrecía la ley.

Es preciso señalar que todos los autores fundamentan sus textos en trabajos previos sobre el tema específico que titula el libro, hacen gala de sustanciales fuentes primarias -en las que predominan la prensa, folletería e informes oficiales-, no apelan a referentes teóricos explícitos y, en su mayoría, se centran en el periodo comprendido entre 1870 y 1930, lo que le confiere homogeneidad histórica a los problemas analizados, a pesar de la diversidad de experiencias de los pocos casos nacionales expuestos. En tal sentido, hubiera sido muy pertinente, a modo de cierre, un apartado final que ofreciera, así fuera de forma sucinta, una lectura de los aspectos transversales a los diversos capítulos respecto de problemas metodológicos, temáticos y conceptuales. Con todo esto, el libro descrito es una buena y novedosa muestra de historia económica y sociocultural sobre las bebidas alcohólicas que han modelado la historia de América Latina e invita a continuar investigaciones sobre otros países y periodos históricos.

Jurado-Jurado, Juan-Carlos. "Patricio Herrera y Juan Carlos Yáñez, coords. Alcohol y trabajo en América Latina. Siglos XVII-XX. Experiencias económicas, políticas y socioculturales. Valparaíso: América en Movimiento Ediciones, 2019, 248 pp.". Historia y Sociedad, no. 45 (2023): 335-339. http://doi.org/10.15446/hys.n45.109512