Historia y Sociedad
0121-8417
2357-4720
Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín
https://doi.org/10.15446/hys.n45.109896

Los lugares de memoria en tensión: símbolos, memoria y construcción nacional

V. Montaña-Mestizo, * M. Quiroga-Zuluaga, **C. Páramo-Bonilla, ***

Máster en Historia por [a École des Hautes Études en Sciences Sociales (París, Francia). Estudiante del doctorado Estudios Latinoamericanos de la Université de Tours (Tours, Francia). Profesor ocasional en la Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá (Bogotá, Colombia) © https://orcid.org/0000-0001-8521-9471 © vladimir.montana.mestizo@gmail.com Universidad Nacional de Colombia Universidad Nacional de Colombia Bogotá Colombia
Doctora en Historia y Civilizaciones por la École des Hautes Études en Sciences Sociales (París, Francia). Investigadora de la Subdirección de Investigación y Producción Científica del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Bogotá, Colombia), donde lidera la línea de investigación en antropología histórica y etnohistoria © https://orcid.org/0000-0001-8786-7704 ©mquiroga@icanh.gov.co Instituto Colombiano de Antropología e Historia Bogotá Colombia
Doctor en Historia y magíster en Antropología Social por la Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá (Bogotá-Colombia). Profesor asociado del Departamento de Historia y decano de la Facultad de Ciencias Humanas en la misma institución © cgparamob@unal.edu.co Universidad Nacional de Colombia Universidad Nacional de Colombia Departamento de Historia Facultad de Ciencias Humanas Bogotá Colombia

El retorno del acontecimiento y del personaje en el cuestionamiento de los lugares de la memoria

Desde la segunda mitad del siglo XX, las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial pusieron de manifiesto una relación reiterada entre los eventos trágicos y la memoria. Auschwitz, Hiroshima y otro buen número de hitos atroces impusieron una nueva sensibilidad, una nueva agenda y un nuevo tipo de relato del pasado, ahora fundado en el acontecimiento trágico, el escenario horroroso y la figura del antihéroe. La lucha contra el acontecimiento y la idea de una historia total -banderas, hasta entonces, de la flamante historiografía-comenzaron a ser sustituidas por otro tipo de eventos fundacionales; aquellos justamente surgidos de las experiencias trágicas y traumáticas. Recordar la Shoa -que igual es mejor denominarle así y no como "el holocausto"- hizo que progresivamente se generaran unos particulares lugares de memoria: museos de lo inadmisible, pero así mismo de los eventos trágicos considerados irrepetibles.

En este contexto, los procesos de memoria se han reducido en muchas ocasiones a una suerte de relato que expresa la voz de aquellos actores que han experimentado lo peor de la humanidad. Conforme esta perspectiva, dichos procesos han adquirido diversas connotaciones, ora como forma de reparación, ora como la "verdadera historia" de lo que sucedió, en voz de sus protagonistas. El cúmulo de estos testimonios se ha entreverado con la imperiosa necesidad de interpelar uno, dos, tres siglos de historia infame marcada en contrapunteo con la historia de Occidente, verbigracia la historia del capitalismo: la esclavización de miles de personas en el África subsahariana para trabajar en el Nuevo Mundo, el genocidio de los pueblos indígenas americanos, el colonialismo y el imperialismo en general, las teorías raciales y eugenésicas, el apartheid, los totalitarismos de izquierda y de derecha, las atrocidades de los nuevos imperios en aras de una presunta democracia hecha a su medida, las implacables y oscuras dictaduras del Cono Sur, etcétera. Ha sido tal el acopio que hemos hecho de políticas, prácticas y mentalidades inhumanas a lo largo de la historia -arqueo que no cesa según se va ahondando más y más lejos en el tiempo y en el espacio-, y tal la demanda social por hacerlas visibles, por enjuiciarlas, por aprender de las razones por las que ocurrieron para que nunca vuelvan a ocurrir, por reparar en lo que se pueda a sus sobrevivientes; ha sido tal este alud que, de paso, indefectiblemente, muchas veces se nos ha olvidado que cuando hablamos de memoria no solo lo hacemos en clave doliente y trágica, y que esta no solamente hace referencia a una narración sobre un evento sino a un complejo proceso que para su existencia conlleva el olvido1. Así, poco a poco se ha construido la idea de que la memoria se contrapone a la historia, y principalmente a una historia dominante u oficial. Sin embargo, vale la pena recordar que, en una dimensión temporal, la memoria juega en doble vía hacia el pasado y el presente, pues es una reconstrucción viva del pasado que se alimenta de intereses situados en el presente, e igualmente es el trasfondo de representaciones sociales actuales que se encuentran ancladas en el pasado2.

Esa relación con el pasado se inscribe en lo que ya tan célebremente Pierre Nora denominó lieux de mémoire: los lugares de la memoria, que Nora definió como aquellos lugares, materiales o ideales, donde se arraiga, se materializa y se expresa la memoria colectiva de un grupo3 y que gracias a la acción y voluntad de las sociedades se configuran en elementos simbólicos del patrimonio memorial de cualquier comunidad4. En los contextos de formación nacional latinoamericanos, estos lugares han surgido como emblemas de la identidad nacional, pero también como una suerte de pedagogía de ella, en parte, porque dichos emblemas no necesariamente tienen la misma significación para todos sus miembros, como consecuencia de los particulares procesos fundacionales de cada país. Esto se ha puesto de manifiesto en las últimas acciones colectivas adelantadas por distintos sectores sociales, las cuales han hecho evidente la transmutación de la eficacia simbólica de estos emblemas, que han pasado de hitos buenos para rememorar y educar según las reglas de la "historia patria" a hitos buenos para impugnar y profanar, justo como una forma airada de reclamo frente al agotamiento y la presumible inutilidad de las historias "oficiales", así como de cuestionar los marcos ideológicos que mancomunadamente sostienen a nuestras historias nacionales.

Estas recientes movilizaciones sociales y las acciones colectivas -en América Latina y en buena parte del mundo- han acentuado la lucha contra la figura del héroe invasor reiterando la importancia del acontecimiento traumático y del antihéroe. La memoria ha dejado de ser esencialmente fundacional; ya no habla solo de héroes, de la fiesta o del suceso memorable; también invoca silenciamientos, discriminaciones, genocidios y masacres. Es en ese contexto que los monumentos, otrora lugares de recuerdo de los personajes fundacionales, se convierten en lugares de rememoración de la tragedia. Los bustos de esclavistas, navegantes incluido el mismo Cristóbal Colón y los más diversos conquistadores (ahora develados como perfectos invasores), se resignifican como conmemoraciones de múltiples violencias.

En Colombia, por ejemplo, el desbancamiento de estatuas ocurrido en 2021, o sea, la ejecución simbólica de héroes o personajes tan disímiles entre ellos, por sus personalidades, sus pensamientos, como por el momento histórico en que vivieron, solo puede ser entendido en conjunto como la expresión de un inconformismo de múltiples sectores que no se sienten reconocidos ni representados en la historia tradicional ni en el relato de país construido5. Pese a sus diferencias, todos estos personajes habían sido dignificados en uno u otro momento como constructores de los cimientos de una identidad nacional. Y entre ellos abundaban elementos comunes: por ejemplo, ser "hombres", "blancos", "guerreros" o "conquistadores", "letrados" o "ilustrados", es decir personas que se inscribieron en los niveles más altos de la jerarquía social de la Colonia, la Independencia y la República, y fueron soportes del orden social, si no los ordenadores mismos.

No es raro entonces que, a primera vista, este tipo de personajes represente total o parcialmente al grupo que formó lo que un historiador muy conocido ha denominado como el "imaginario nacional". Noción que nos recuerda que la nación es una comunidad política imaginada por los individuos que la conforman. Sin embargo, en América Latina este proceso de formación ha estado revestido de complejidades y paradojas. Si hacemos una rápida revisión histórica, nos daremos cuenta de que esta "comunidad política imaginada" fue pensada por y para unos pocos, haciéndola bastante excluyente de facto, y es innegable que las estatuas que se encuentran en distintos lugares latinoamericanos, comenzando por las que han sido objeto de las recientes furias, son un testimonio de esto. Cuando menos, fueron figuras escogidas dentro de una taxonomía cimentada en la exclusión, en la que primaban los hombres blancos de medios y los militares. Había muchas menos mujeres y las que había eran casi todas blancas; indios y negros, campesinos y obreros, casi ninguno y, si lo había, solía ser en medio de alguna apoteosis para glorificar las obras o la vida del hombre blanco de marras.

Ni qué decir está, entonces, que está comunidad excluyente se edificó durante más de siglo y medio sobre un proceso de desvaloración de los "otros", que no hacían parte visible de la nación aun cuando paradójicamente fueran los genuinos protagonistas de su formación. Sobre esto existen numerosos ejemplos, los procesos de discriminación racial, social y económica que han sido objeto de tantos estudios históricos y que nos hablan de la condición subordinada de indígenas, esclavos libertos, campesino u obreros durante el siglo XIX y el siglo XX. Desde ese punto de vista, los diversos actos de ejecución simbólica que evidenciamos en América Latina y otras partes del mundo pueden ser entendidos como la compensación de una deuda histórica que, si bien pone en tensión los relatos históricos de distintos sectores sociales de la nación (entre aquellos que se sienten representados y aquellos que no), también son un grito por participar en esa comunidad imaginada, e incluso de reconfigurarla radicalmente.

La preocupante ironía de todos estos procesos está en que rápidamente han venido a erigirse como nuevas formas de "historia oficial"; historias igualmente sujetas a inoportunos énfasis y a otras tantas generalizaciones miopes. De allí que resulte tan importante interpretar el fenómeno con ponderación: nunca ignorando los excesos y lugares ciegos del pasado, pero tampoco dándolos por superados cuando el relato cambia de actores. En último término, de lo que hemos sido testigos en nuestro tiempo es de una categórica crisis simbólica: en el entrecruce de muchas otras crisis -la inesperada pandemia del COVID, la recesión económica global, la virulenta reemergencia de las derechas y los lenguajes políticos extremos, el renacimiento de los fundamentalismos religiosos, la revolución digital y las nuevas formas de esclavitud y sometimiento global que esta entraña, amén de un salto cuántico generacional que ha producido una ruptura inédita entre adultos y jóvenes- todo aquello, o casi todo aquello que medianamente fungía como un referente común de identidad hizo agua. Banderas invertidas, banderas sangrantes, monumentos derribados, monumentos episódicamente erigidos, himnos nacionales de (o re) construidos, la reaparición del escudo nacional en la bandera y la emergencia de nuevos espacios de protesta en el ámbito urbano son algunas de estas expresiones que dan cuenta de un sonado inconformismo que, empero, con la notable excepción de las reapropiaciones hechas por los pueblos indígenas, no ha logrado producir masivamente una salida distinta a la anulación iconoclasta o la redenominación de los lugares.

Este proyecto editorial surge de esta coyuntura histórica que puso de manifiesto la necesidad de pensar cómo se estaba transitando hacia una nueva relación entre los espacios, la representación y la historia, y como los lugares de memoria tradicionales van perdiendo su eficacia "simbólica". Con estas premisas, y buscando dar respuestas con la convocatoria del dossier a estos nuevos retos, quisimos mostrar cómo esta tensión es una constante histórica. Nos interesaba en principio reflexionar sobre la reconfiguración de aquellos lugares de la memoria nacional que fueron concebidos por las élites políticas a lo largo del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, y con los cuales se representaron esas particulares comunidades imaginarias que son las naciones americanas. Por otra parte, nos proponíamos analizar la imposición y transformación de significados, usos y funciones de los lugares de la memoria (símbolos, representaciones, ideas, edificios, monumentos, archivos, objetos, personas y lugares emblemáticos) de la simbología republicana en distintos campos del mundo social, político, religioso y cultural.

Queríamos auscultar, en este punto de la discusión, el papel que cumplieron otras poblaciones menos reconocidas (afrodescendientes, indígenas, mujeres, campesinos, obreros, estudiantes, niños) en dicha configuración y tensión simbólica. El objeto de la convocatoria era encontrar contribuciones que nos permitieran comparar la tensión simbólica en torno a lugares de memoria locales que han entrado en disputa con la memoria nacional hegemónica; la transformación del significado y función de la monumentalidad urbana y rural; los espacios y los objetos religiosos como lugares de memoria colectiva; el declive y la emergencia de lugares y objetos de memoria; la eficacia simbólica de los monumentos; la educación y la imposición de los lugares de memoria, entre otros. A partir del análisis de estos aspectos, en contextos espaciales o temporales distintos, esperábamos brindar elementos teóricos y metodológicos que permitieran comprender en su complejidad y diversidad la tensión simbólica entre historia, memoria e identidad.

A primera vista, el acumulado de artículos recibidos consolida en parte estas aspiraciones, sin embargo, también nos recuerdan otros ámbitos de expresión de la memoria, como su importancia en los contextos traumáticos que han dejado los múltiples eventos de confrontación y dominación política latinoamericana. Vistos en su conjunto los artículos recibidos pueden ser organizados en cinco tópicos: la memoria del acontecimiento traumático; el lugar de la memoria del acontecimiento traumático; la construcción y deconstrucción del sujeto heroico; las transiciones generacionales frente al acontecimiento traumático; y Los lugares de la memoria desde la metonimia del espacio, lugares representativos, como referentes de discursos o relatos de pretensiones identitarias.

En el primer grupo, los textos recibidos concernieron principalmente episodios o secuencias de episodios traumáticos, las disputas de retóricas hegemónicas de vestimentas democratizadoras, como componentes recurrentes en la idea específica de reparación simbólica. Algunos artículos referentes a Perú o Argentina se interesaron a temáticas relativas a la normalización, el miedo y el olvido de esos mismos acontecimientos simbólicos. De este grupo fue elegido por los jurados el artículo titulado "Representaciones de lo irrepresentable: el golpe de Estado en el cine chileno contemporáneo (2004-2020)" cuyo análisis, partiendo de la demostración sistemática de memorias cinematográficas del día del Golpe militar (diferente de la dictadura), permite a José Miguel Santa Cruz-Grau y Carolina Kuhlmann, proponer la idea de lo irrepresentable de tal acontecimiento. En efecto, ante la experiencia del Golpe, "toda representación llega tarde, queda corta; incluso las propias imágenes documentales de la época pareciesen no alcanzar a narrarlo en su gravedad", señalan los autores. Frente a la idea del acontecimiento traumático como mito de origen del régimen militar, por cuenta de su traumatismo y a diferencia de otros acontecimientos fundacionales de otros tiempos, surgen interrogantes, como la imposibilidad de la irrepresentabilidad del Golpe por los sectores afines y militares, y que por situaciones relativas al campus simbólico que organiza la sociedad no necesariamente están en el ámbito cinematográfico.

En este mismo grupo que vincula la memoria al acontecimiento traumático se publica el artículo "Perspectivas de análisis de las memorias del conflicto armado en Colombia (2005-2022)", cuyo propósito principal es, como lo mencionan su autora Sonia-Milena Pineda-Rodríguez, organizar la profusa información referente a la memoria de la guerra en Colombia. El artículo, en uno de sus acápites, analiza el uso de un concepto usual en la literatura colombiana, el "hecho victimizante" demostrando que, frente a "lo que se dice" de aquellos acontecimientos, hay tres tipos de literaturas: la referente a las activaciones de la memoria frente a los hechos victimizantes; la literatura que busca desarrollar "pedagogías" para que las memorias individuales puedan trascender hacia el ámbito colectivo; y, finalmente la "literatura crítica" frente a tales acontecimientos. La exaltación de unas tensiones entre los diferentes actores generadores de la memoria (sociedad civil, academia, instituciones), así como de sus canales de reproducción y divulgación, muestran la posibilidad y la necesidad de observarlas a partir de la heterogeneidad y sentidos de apropiación diversos de la memoria.

El segundo grupo de textos recibidos se preocupaba por estudiar la memoria desde el lugar del acontecimiento; no necesariamente como un lugar de disputa simbólica, sino como el lugar del hecho traumático. Encontramos entonces temas que se proponían el estudio de aquellas territorialidades de inmigrantes nordestinos excluidas de la lógica nacional en las favelas de Río de Janeiro y que evocan la memoria del territorio dejado de manera forzosa. El tema de los lugares de la memoria del territorio perdido, abandonado o sufrido también se observa en un texto cuyo fin era la contrastación entre dos museos de la memoria colombiana, planteados como una comparación entre un museo "desde arriba" y un museo de la memoria construido "desde abajo". De este conjunto de textos fue escogido el artículo "La materialidad de los ex Centros Clandestinos de Detención en la Provincia de Buenos Aires, Argentina (1976-1978): entre la recuperación arqueológica y los procesos de memoria. El caso de la VII Batería de Infantería de Marina", el cual se interesa en esclarecer la verdad judicial, proponiendo una memoria ligada a la noción de verdad.

El tercer grupo de artículos corresponde a lo que categorizamos como los proceso de la construcción o deconstrucción del personaje heroico. Este era el caso del texto sobre los soldados peruanos muertos en la Guerra del Pacífico, que formulaba, igualmente, una discusión social en torno al lugar (físico y emocional) que deben ocupar dichos soldados; al final: una cripta. Otro de los textos recibidos se proponía abordar el papel heroico de los artistas como sujetos resistentes a la represión policial en el Estallido Social de 2021, en Colombia. El hecho traumático, el acontecimiento de la represión, en este caso, era eclipsado por la noción de resistencia dentro del movimiento social.

En cuanto al cuarto grupo temático, los artículos recibidos se interesaban en los procesos de memoria en contextos traumáticos y su trasmisión generacional. De este grupo hemos publicado dos artículos. El artículo "Entre el temor y la normalización: el conflicto armado interno desde la mirada de los estudiantes de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en Perú (1980-2000)", que presenta un contraste entre los estudiantes peruanos de los años de 1980 y 1990 frente a la incursión de dos actores armados: en los años ochenta Sendero Luminoso y en los años noventa los militares fujimoristas. Finalmente, el rol de los dispositivos de memoria de hechos victimizantes, en la trasmisión generacional, es tratado en el artículo "Memorias de un blando país de aguas: infancia, exilio y objetos sonoros de la diferencia en Uruguay (1973-1985) y Argentina (1976-1983)", que a través de la música analiza la memoria en la infancia de hijos de inmigrantes de las dictaduras de Argentina y Uruguay.

Los textos hasta ahora referidos, tanto aquellos que formaron parte de la convocatoria como los que fueron elegidos por los jurados en un proceso de evaluación doble ciego para ser publicados, dejan ver el papel preponderante del hecho trágico en la noción de memoria. El fin del acontecimiento augurado por muchos, desde los anales y la historia serial hasta la nueva historia cultural, es entonces fuertemente cuestionado por la idea actual de memoria. Así, lo expresaba el filósofo Edgar Morin cuando, en 1972, propuso tempranamente "le retour de l'événement", dándole valor a la noción de acontecimiento como fundamento de la memoria contemporánea. Es en este punto donde la verdad jurídica estrecha su relación con el develamiento de la memoria histórica del acontecimiento traumático. En efecto, la mayoría de los artículos presentados en el dossier nos recuerdan que ya no solo se trata de una memoria que evoca sucesos con intereses identitarios, sino de un proceso que emerge en la lucha política y la tensión por esclarecer la verdad, y la no repetición de estos acontecimientos trágicos.

Esta dinámica puede relacionarse con el ejercicio que orientó el Centro Nacional de Memoria Histórica de Colombia como campo de lucha por la representación de la memoria entendida como acontecimiento. Este lugar de memoria, que fue catapultado en el marco de los Acuerdos de Paz de la Habana, entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) fue, sin embargo, convertido por los opositores en el más feroz campo de tensión. El juicio de ocurrencia (o no) de los hechos victimizantes, y sobre todo la responsabilidad del Estado, generaron una disputa inédita hasta entonces en Colombia: la disputa por la memoria de por los hechos perpetrados en la población civil y la acción paramilitar entre 1975 y 2015.

A partir de este giro, los relatos y representaciones de la memoria vuelven a entrar al ruedo de la disputa; ya no por cuenta de diferentes proyectos de comunidades imaginarias sino por el posicionamiento de los actores políticos como jueces de la verosimilitud de hechos históricos específicos. Pareciese, entonces que la memoria ha dejado de ser un referente de la construcción de una identidad nacional, de una referencialidad generada a partir de sujetos dignos de ser emulados, y ha dado lugar a unas narrativas más interesadas en una verdad histórica irrepetible. Esto es así porque, el retorno a la memoria del acontecimiento, no se transa justamente porque es memoria, y adquiere las pretensiones de verdad del presente. No obstante, como eventos históricos inteligibles y resignificados simbólicamente por distintas comunidades, entre los distintos procesos tratados en el dossier, se puede deducir la existencia de nuevos lugares de memoria, que en último término buscan también guardar y fundar memoria, a través de diferentes discursos de exclusión y victimización en el contexto de las múltiples confrontaciones políticas que han marcado recientemente la historia latinoamericana.

Abordados estas tres categorías de la representación de la memoria en conexión con hechos traumáticos, pudimos de otro lado agrupar diferentes artículos en torno a temáticas no traumáticas, referidas especialmente a la representación de contextos identitarios en el sentido que plantea Louis Marín en su teoría de representación ligada al alcance político del arte. La representación de referentes de una región, de un movimiento artístico, de una élite, de una nación o de una época, cumplen entonces dos funciones: traer de un lado a la memoria lo ausente y no presente y del otro imponerlo como la versión oficial de una realidad presente, pasada y futuro. Esta versión convencional de la memoria, y que ha hecho que ciertos lugares sean objeto de memoria del acontecimiento y el personaje y, a partir de estos dos vectores, de la identidad misma estuvieron en efecto presentes en nuestra convocatoria de "los lugares de memoria en tensión". La memoria como exaltación de lo representativo, pudo verse en artículos referentes a las identidades artísticas regionales y nacionales presentes en el Centro de Arte Contemporânea del Museu Nacional de Soares dos Reis de Porto, en Portugal, pero así mismo a partir del discurso social integrador en torno a la "apropiación" de la "República" de Tunja, en Colombia, o en las territorialidades "civilizatorias" del sur de la provincia de Tucumán en Argentina. En consideración a esta temática emergente se publicó el texto "Palacete Neomanuelino da Foz do Douro (Porto, Portugal): um testemunho de revivalismo "nacional"? (séculos XIX-XX)", igualmente situado en Portugal, que analiza y cuestiona el dominio del estilo arquitectónico academicista a la luz de la "tergiversación" nacional.

Como puede verse en este repertorio de artículos, y aunque es significativo aún en las expectativas de análisis académico el vínculo del lugar de la memoria con la representación del discurso historizante, podría pensarse que recientemente asistimos a un giro sustancial en la representación del pasado. El interés por la re-presentación del ausente que se torna a la vez referente identitario, es en muchas ocasiones trasgredido por el cuestionamiento político del lugar de representación y del sujeto o acontecimiento representado. De esta manera, en un revisionismo no previsto, se vuelve a la exaltación del personaje y del acontecimiento, estando la memoria fuera de todo interés por dinámicas y procesos de larga duración. La memoria es entonces episódica, y buscando protagonistas o antagonistas del relato histórico convencional, termina confundiéndose con la noción de verdad.

Bibliografía Fuentes secundarias

  1. [1] Halbwachs, Maurice. La Mémoire collective. París: Albin Michel, [1950] 1997. 🠔
  2. [2] Moscovici, Serge. "Notes Towards a Description of Social Representations". European Journal of Social Psychology 18, no. 3 (1988): 211-250. https://doi.org/10.1002/ejsp.2420180303 [URL] 🠔
  3. [3] Nora, Pierre. "Comment on écrit l'histoire de France". Les Lieux de mémoire, t. 3 Les France, vol. 1 Conflits et partages, editado por Pierre Nora, XI-XXXII. París: Gallimard, 1992. 🠔
  4. [4] Nora, Pierre. "Entre mémoire et histoire", en Les lieux de mémoire, 1.1 La République, editado por Pierre Nora, 23-43. París: Gallimard , 2001. 🠔
  5. Todorov, Tzvetan. Les Abus de la mémoire. París: Arléa, 1995. 🠔
Tzvetan Todorov, Les Abus de la mémoire (París: Arléa, 1995).
Sobre esta doble relación de la memoria con el tiempo ver Maurice Halbwachs, La Mémoire collective (París: Albin Michel, [1950] 1997); Serge Moscovici, "Notes Towards a Description of Social Representations", European Journal of Social Psychology 18, no. 3 (1988): 211-250, https://doi.org/10.1002/ejsp.2420180303
Pierre Nora, "Entre mémoire et histoire", en Les lieux de mémoire, 1.1 La République, ed. Pierre Nora (París: Gallimard, 2001), 23-43.
Pierre Nora, "Comment on écrit l'histoire de France", Les Lieux de mémoire, t. 3 Les France, vol. 1 Conflits et partages, ed. Pierre Nora (París: Gallimard, 1992), XI-XXXII.
Este fue el caso de los monumentos colombianos de Sebastián de Belalcázar en Popayán y en Cali, de Francisco Fernández de Contreras en Ocaña, de Misael Pastrana en Neiva; Gilberto Álzate Avendaño en Manizales, y de Antonio Nariño en Pasto.