¿El alemán como lengua mundial?

Anotaciones históricas acerca de un proyecto fallido

Sven Werkmeister* svenwerk@me.com

Universidad Nacional de Colombia – DAAD Bogotá


“Estamos en estasion? si. adonde kiere us ir? a Budapest. ke tren tomo? viaja con rapido-T, en 3 horas, us (…) yega” (Baumann, p. 22)1. En su conferencia ante la Asociación Mercantil de Munich, el Dr. Adalbert Baumann, profesor real para el idioma alemán en la universidad local, se deshace en elogios al referirse al hecho de viajar y al comercio internacional del futuro. Su internes no se dirige al aspecto técnico –llegar en tres horas en el tren rápido a Budapest–, sino que se sitúa en una concepción lingüística del futuro. El título de su conferencia, que se llevó a cabo el 16 de diciembre de 1915, es El nuevo y sencillo alemán universal. El diálogo ficticio entre dos viajantes, es una prueba idiomática.

La reflexión de Baumann es muy sencilla. Las invenciones como el tren, el barco de vapor, el teléfono y el telégrafo facilitan la comunicación, el comercio y el transporte en el mundo moderno. Sin embargo, el progreso que estas herramientas permiten es menguado por la barrera del multilingüismo. Este pensamiento no es algo tan original; la historia de la Torre de Babel es conocida por todos. Lo novedoso es la propuesta de Baumann para solucionar el problema: el alemán debe convertirse en lengua mundial. La razón de esta pretensión es el pronóstico de Baumann respecto a la situación europea después de la Primera Guerra Mundial. Según Baumann, tras el enfrentamiento militar, Alemania habrá que enfrentarse y sostenerse frente a Inglaterra y a sus aliados en un nuevo modo de guerra: una “guerra económica mundial”. Esta lucha por el dominio del mundo solo se puede lograr mediante una alianza entre Alemania y los poderes dominantes de Europa central y oriental, y específicamente bajo el mando alemán y con la lengua alemana como lengua franca2.

Sin embargo, el “alemán común” (Baumann, p. 10) carece, comparado con el inglés, de las condiciones lingüísticas para ser una lengua franca internacional factible. Posee una gramática y una ortografía complejas , lo que contradice el lema “un idioma que quiere emerger conquistando” también debe ser accesible para aquellos que “no tienen un talento específico para el aprendizaje de idiomas” (p. 9). Baumann, para dar solución a este problema, propone el Nuevo y sencillo alemán universal. La base de este estudio es la simplificación sistemática de la gramática (aplicación de un único artículo neutro, simplificación de las declinaciones y una reducción radical de las formas del verbo a través de la utilización del verbo auxiliar “tun”, hacer en alemán, entre otros) y de la ortografía (construcción de las oraciones utilizando únicamente minúsculas, eliminación de losfonemas largos, entre otros). El autor también propone una reducción del vocabulario a 2000–3000 palabras, mediante la eliminación, por ejemplo, de los sinónimos.. El alemán mundial debe existir como un “alemán para extranjeros” (p. 19), es decir, un alemán simplificado, pero estrictamente reglamentado a la vez y paralelo a un “alemán noble” (p. 15) – denominación que Baumann le da al alemán existente ya codificado–. Además debe satisfacer una doble función: por un lado, la imposición de una expansión internacional de la lengua alemana y por el otro, impedir el cambio lingüístico descontrolado a través de otra lengua extranjera. “¡Somos alemanes y ser alemán significa basar todo en la disciplina y la organización! Por lo tanto tenemos la tarea de prevenir esta mutilación hasta lo irreconocible de nuestra lengua, mediante una organización sabia y preventiva” (Ibid.).

El “alemán universal” de Baumann se distingue particularmente por la protección de lo “propio” a través de su propia “enajenación” controlada: Modificar  el propio idoma de manera controlada para evitar su cambio incontrolado. Aunque anunciado con gran entusiasmo, el estudio de Baumann no desarrolla un procedimiento lingüístico particular ni es históricamente relevante. El proyecto “alemán universal” fue solo un sueño, al igual que el imperio soñado “desde el Atlántico hasta el Océano Índico y desde Hamburgo hasta el nacimiento del Nilo” (p. 5). Sin embargo, como solución nacionalista del problema lingüístico, la utopía de una lengua universal de Baumann marca un punto de intersección significativo en cuanto a los discursos contemporáneos sobre el multilingüísmo del mundo. En particular habría que destacar tres reflexiones de Baumann: i) El proyecto de un idioma auxiliar universal para las relaciones internacionales; ii) El acoplamiento de intereses de poder y de una política nacionalista de la lengua; iii) El miedo de una “invasión” de lo “extraño extranjero” en la lengua o cultura propias. Estos temas definieron, con distintas consecuencias, la discusión político-lingüística en el imperio alemán a comienzos del siglo XX.

La idea de una lengua universal artificial ya tenía una larga tradición, cuando Baumann presentó, en 1915, su proyecto de “alemán mundial”. Una rápida revisión del libro Zur Geschichte der weltsprachlichen Versuche von Leibnitz bis auf die Gegenwart (Historia de los intentos lingüísticos de una lengua universal, desde Leibnitz hasta el presente), de 1885, muestra que ya en ese entonces se podían encontrar aproximadamente sesenta estudios respecto a una lengua universal artificial en los últimos 200 años.3Esta idea adquirió, a finales del siglo XIX, una mayor relevancia; sobre todo como consecuencia del tráfico internacional y el desarrollo tecnológico al que hace referencia Baumann. La defensa de una lengua mundial se presentaba en relación con los avances tecnológicos y el deseo de progreso: “A través de vías férreas, barcos a vapor, telégrafos y teléfonos, el globo terrestre se redujo tanto en el tiempo como en el espacio. Los países del mundo se acercaron así, de manera considerable.” 4Con estas palabras el párroco Johann Martin Schleyer introdujo en 1880 su pequeño texto Volapük. Die Weltsprache (Volapük. La lengua mundial). Este libro, que se venía por un marco, tenía la función de enseñar, mediante una gramática breve, algunos ejemplos y un corto glosario, a “cualquier buen estudiante en tres meses” el nuevo idioma universal. El capellán, autor del libro, ya había mostrado interés por la lingüística. Antes de proponer su lengua universal artificial, había diseñado un alfabeto táctil para ciegos y, en 1878, un “alfabeto universal” para el correo internacional; desarrolló la lengua universal artificial, como él mismo lo formuló, “por puro amor a la humanidad aquejada y hendida”. Bajo la consigna de “Menadé bal Püki bal!” (¡A una humanidad una lengua!) Envió su proyecto a los decanos de las facultades de filosofía de todas las universidades de Europa, al Congreso de Correos de París y a la oficina de la Asociación Mundial de Correos en Berna, para que ahí se publicitara su idea. En 1890, diez años después de la publicación de su manual, el Volapük ya tenía “aproximadamente un millón de simpatizantes, […] 25 folios, […] así como más de 300 libros de aprendizaje”.5En este momento, la expansión de la lengua artificial había ya casi sobrepasado su punto más alto. El éxito expedito de una nueva lengua auxiliar artificial, el Esperanto, hizo que el Volapük quedara rápidamente en el olvido.

El oftalmólogo Lazarus Ludwig Zamenhof, nacido en Bialystok, Rusia, había diseñado en 1887, con el seudónimo de Doctor Esperanto (que significa el esperanzado) una lengua universal artificial, que a la fecha sigue siendo la más importante de esta tradición.. Zamenhof, quien había experimentado en la Rusia zarista la persecución antisemita, estaba convencido del hecho de que “la diversidad de las lenguas debía ser vista como la única o por lo menos una de las razones principales para la escisión de las familias en bandos enemigos” 6, como lo expone en una carta a su amigo Nikolai Borowko. El esperanto encontró en poco tiempo, muchos seguidores en Europa occidental; esta popularidad seguramente se debe a la practicidad y facilidad de esta lengua: su gramática es extremadamente fácil, y la construcción del idioma posibilida la invención de nuevas palabras con pocas reglas. Esa facilidad también fue razón de sospechas por parte de los ligüístas nacionalistas. En esta guerra de las lenguas, según Baumann, los ingleses y los franceses intentaban de manera certera, “impedir la expansión de nuestro idioma, el alemán, mediante la introducción de manera premeditada del esperanto apolítico” (Baumann p. 7).

El conflicto de dos caminos opuestos en la discusión por el desarrollo de una lengua franca internacional queda así al descubierto. Aunque ambos proyectos proponen una universalidad lingüística, se distinguen por el carácter político que dan a la lengua. El esperanto propone un idioma artificial que no está basado en ninguna de las lenguas existentes y por lo tanto aborda desde un principio el concepto transnacional; el proyecto de Baumann, por su parte, tiene un empeño nacionalista de elevar el propio idioma a la categoría de medio de comunicación internacional. Sin embargo, ambos proyectos , tanto en un enfoque de una lengua artificial como nacionalista, coinciden al proponer un sistema lingüístico armónico con el paisaje idiomático europeo. Estas lenguas artificiales se construyen sobre los modelos lingüísticos europeos. El Volapük, por ejemplo, se apoya en el inglés y el alemán. El glosario del esperanto proviene de “las lenguas europeas más importantes”7. Este aspecto era el que criticaban los opositores de las lenguas artificiales, pues creían que esta limitación hacia las “lenguas culturales”, “Kultursprachen”, como se denominaron los idiomas europeos, no eran más que reelaboraciones de lenguas y modelos culturales. “Todos estos ‘inventores’ o ‘descubridores’ parten del concepto de que los ‘pueblos culturales’ (Kulturvölker) solo podían ser los germanos y romances.” 8

El autor Gustav Meyer no cuestiona el concepto de “lengua cultural” y tampoco aboga por las lenguas nativas de continentes como África o América. El autor critica que, en el modelo de lenguas universales, se deje de lado al “bastante culto imperio chino”. Señala además que los “Rusos […] también son un pueblo culto, sin lugar a dudas”. A partir de Meyer se puede ver cómo el desarrollo de lenguas auxiliares internacionales se piensa a partir de un supuesto de “pueblos culturales” o “pueblos cultos” que excluye a la mayor parte de comunidades lingüísticas a nivel mundial. La lengua nacional europea, que se codifica por escrito, se convierte en el ideal de una lengua universal artificial. Dicha lengua hegemónica significa un proyecto de expansión europea hacia las regiones “no cultas” del planeta, aspecto que hay que tener en cuenta si se sitúa el problema en el contexto expansionista del siglo XIX.

En Alemania, a lo largo de los años, se discutió de manera intensa y controvertida sobre el hecho de cómo se debía proceder en cuanto a la lengua en los protectorados alemanes en África. En el primer Congreso Colonial, los días 10 y 11 de octubre de 1901 en Berlín el tema del lenguaje en las colonias fue central en varios debates. En el congreso, por ejemplo, se presentaron conferencias sobrela situación de la investigación lingüística en las colonias (Die Lage der Sprachforschung in den Kolonien) y la significación del idioma alemán en ultramar para posición de poder de Alemania (Die Bedeutung der deutschen Sprache über See für Deutschlands Machtstellung). El el profesor Dr. Alois Brandl, presidente de la Asociación Alemana de Colegios para la Conservación del Alemán (cultura alemana) en el Exterior, presentó una ponencia sobre este segundo tema. El profesor se centró particularmente en el papel de los colonos alemanes de ultramar. Brandl explicaba que solo a través de la conservación y cuidado de la lengua alemana entre los emigrantes era posible conservar a estos dentro de una “comunidad cultural” (Brandl, p. 434). Esto implicaba dos cosas respecto a los asentamientos alemanes: primero, los colonos correrían el peligro de que mediante el olvido de su propia lengua pierdan la pertenencia a la comunidad alemana; segundo, son precisamente ellos quienes mediante su idioma pueden expandir la cultura alemana en el exterior y así impedir que Alemania se reconozca algún día como una “nacioncita de tercer orden en alguna esquina” (p. 436).

El estrecho vínculo de los conceptos pueblo, nación, comunidad cultural y lengua ya era determinante en las épocas del Romanticismo en el sentido humanísticohistórico. Wilhelm von Humboldt formuló la idea de la identidad tanto lingüística como de pueblo en su escrito Über die Verschiedenheit des menschlichen Sprachbaues und ihren Einfluβ auf die geistige Entwicklung des Menschengeschlechts (Sobre la diversidad de la construcción lingüística humana y su influencia sobre el desarrollo intelectual del género humano), de 1836: “La lengua es en cierto modo la apariencia exterior del espíritu de un pueblo: su lengua es su espíritu y su espíritu su lengua”9. La exposición de Alois Brandl en el Congreso Colonial pone en evidencia cómo se agudiza el sentido nacionalista de esta idea bajo el efecto de la expansión alemana en ultramar. Sus declaraciones son bienvenidas. El congreso decide, sin objeción alguna, recomendar al gobierno aumentar el presupuesto para los colegios alemanes en el exterior.

El temor de Brandl, de que la lengua y la cultura alemana pudiesen extraviarse en el extranjero, se convierte en su inversión, en el miedo de una invasión de lo ajeno que entre en lo propio. El rechazo lingüístico purista de los extranjerismos es la consecuencia de este segundo modelo de pensamiento. La institución central de esta lucha contra lo ajeno en la lengua alemana era la Sociedad Lingüística de Alemania (Allgemeiner Deutscher Sprachverein). Su fundador Hermann Riegel, un prusiano conservador y profesor de historia de arte y arquitectura en Braunschweig, publicó, además de artículos sobre historia del arte, un centenar de escritos críticos sobre la lengua y la cultura. En su ensayo Was ist Bildung? (“¿Qué es formación cultural?”) contestó la pregunta del titular con una referencia a la relación proporcional del estado de la formación y el consumo de jabón de los distintos estados europeos; el autor concluye: “La formación cultural es la liberación de la suciedad” 10. La Sociedad Lingüística, que lideró hasta 1893, apoyó entonces una “limpieza” radical del alemán mediante una retórica agresiva y con metáforas provenientes del campo de la higiene. A pesar de que la acción de la Sociedad estaba dirigida en un principio a la situación del país mismo, también tuvo injerencia en la posición respecto al alemán en las colonias; sin embargo, este proceso se realizó con una cierta desconfianza.

Poco antes de la conferencia de Brandl, apareció en la revista del Sprachverein, un artículo que se titulaba “Eine ernste Gefahr für Deutsch-Südwestafrika” (“Un peligro serio para el África Alemana del Sudoeste”). En este se exponía el peligro colonial de una intromisión ajena en la propia lengua. Se cita exhaustivamente la disertación del miembro directivo Anz, párroco alemán de Windhuk en África. El párroco se había pronunciado el 10 de octubre de 1901 ante la filial local de la Asociación sobre los corruptores del alemán en África Suroccidental (Ernste Gefahr, p. 133). Anz se queja de la “vergonzosa degeneración del idioma” (p. 129) en el protectorado alemán. Mediante la adquisición de palabras provenientes del africano y del holandés, los colonos extraviaron inmediatamente “su ser alemán”. Anz muestra irónicamente el daño del idioma, “De viaje, no se dice así en el aburrido alemán de antaño, aquí se dice eso op pad, ¡qué sensación tan maravillosa! Uno está sentado en el waa y detrás de sí, los mooi (bonito) roed, el kost (comida), los kombersen (mantas) y los kattel (un marco estirado de cuero para dormir) […]” (p. 130) La exposición termina con una súplica a sus oyentes “Aquí en esta tierra africana donde las tentaciones de africanizar tu idioma son latentes, siempre piensa que ¡eres un alemán!” (p. 132).

En la discusión sobre la política de las lenguas en las colonias, la administración colonial se encontraba del lado de los que estaban a favor de una rápida y extensa expansión del alemán. Sin embargo, el cuidado del idioma materno entre los colonos alemanes de los protectorados, recomendado por la Asociación Lingüística de Alemania, era solo un aspecto marginal en relación con la “gran y difícil pregunta”11sobre cuál debía ser el idioma que se enseñara a los nativos de esos protectorados. Había consenso general sobre el hecho de que en las colonias alemanas debía ser utilizada la lengua alemana y ninguna otra europea. En cuanto a la pregunta sobre cuál debía ser la posición de las lenguas de los colonizados respecto al alemán, las opiniones divergían. Mientras la administración de las colonias en general no demostraba casi ningún interés en el cuidado de las lenguas nativas, eran sobre todo las misiones evangélicas las que abogaban por estas. En 1906 la mayoría de los gobernadores de los protectorados se declararon en contra a dar clases de primaria en la lengua nativa de cada región.12Las misiones, por el contrario, insistían en la enseñanza en el idioma de los nativos, porque precisamente para el trabajo misionero, que se orientaba sobre todo hacia la cristianización y la educación de los habitantes autóctonos, la utilización de su propia lengua era de gran utilidad; por el contrario, la utilización del alemán era casi imposible de aplicar. Ya en diciembre de 1904, la Asamblea de las Misiones Evangélicas de Alemania expuso su posición radical mediante una solicitud al Departamento de la Colonias en la que se exigía que las clases en los colegios fueran dadas inicialmente en el idioma nativo y que las clases en alemán se impartieran a partir del segundo o tercer año escolar. La opinión de las sociedades misioneras evangélicas tenía una importancia especial porque –según una estadística del Instituto de las Colonias de Hamburgo de 1911– de las 2.548 escuelas básicas en los protectorados alemanes, 1.588, es decir, casi dos tercios, estaban bajo la dirección de las misiones evangélicas. La Administración de las Colonias se adhirió parcialmente a la posición de mis misioneros respecto a la lengua al aprobar la posición de que la formación básica en la lengua nativa era una condición para el estudio del idioma alemán. Sin embargo, hasta finales de la época de las colonias alemanas, la relación de la lengua alemana respecto a las lenguas nativas seguía siendo poco clara. Además, la pregunta en torno al alemán como lengua franca en todos los protectorados tampoco había sido respondida.

El párroco Carl Meinhof se convirtió en la figura central de esta discusión. Como fuente de sus investigaciones lingüísticas le sirvieron sobre todo los diálogos que llevó a cabo con los misioneros evangélicos en África y con sus hijos, quienes crecieron multilingües. Después de haber publicado una de sus mayores obras Grundriβ einer Lautlehre der Bantusprachen (Esquema de la fonología/fonética de las lenguas Bantú) (1899), Guillermo II tomó nota de sus escritos y le otorgó una beca de su erario, que Meinhof utilizó en 1901 para realizar su primer viaje a África oriental. Cuatro años más tarde se convirtió en una figura clave en la discusión lingüística, cuando tomó el puesto de profesor en el Instituto de Lenguas Orientales en Berlín. Allí, además de la enseñ anza de idiomas, se ofrecían “clases para las colonias”, que eran especialmente diseñadas para la formación de los candidatos al servicio en las colonias, como empleados del Correo Real y personas privadas, que a su vez, abarcaban clases magistrales y ejercicios de geografía, higiene en el trópico, definición geográfica de localidades y otros específicos para el servicio en las regiones colonizadas. Las diferentes posiciones de la misión, de las ciencias lingüísticas y de la administración de las colonias se encontraban en el II. Congreso de la Colonias, del 5 al 7 de Octubre de 1905 en Berlín. Las presentaciones de Meinhof retoman y conectan las diferentes posiciones.

Los trabajos que Meinhof presentó en este congreso se titularon “Ueber den gegenwärtigen Stand der afrikanischen Sprachforschung” (“Sobre el estado actual de las investigaciones lingüísticas en África”) y “Die Bedeutung des Studiums der Eingeborenensprachen für die Kolonialverwaltung” (“El significado de los estudios de las lenguas nativas para la administración de las colonias”). En ambas conferencias se abogó de manera vehemente por una mayor preocupación por las lenguas nativas y en contra de una expansión del idioma alemán como lenguaje coloquial en las colonias. El “investigador científico” señala que de la misma manera que “cada especie de mariposas, cada orquídea, cada formación geológica” (Meinhof, p. 354) tiene derecho a ser tomada en cuenta, también cada forma de lengua humana lo tiene. Por el otro lado, como formador de empleados del gobierno, el autor argumenta desde el punto de vista de la administración de las colonias. Así, reconoce como peligrosa la expansión del alemán en las colonias al argumentar que un africano poseedor del idioma alemán “utilizará sus conocimientos para informar a los suyos sobre las intenciones de los alemanes y sobre la situación tanto política como moral de los alemanes” (p. 354). Meinhof describe situaciones que podrían ser amenazantes para un alemán. Cuenta, por ejemplo cómo un alemán que habla únicamente en su idioma puede estar expuesto ante un africano que conoce el alemán y su lengua nativa, quien puede llegar a utilizar esta última “como una lengua secreta” (p.347) en contra del alemán. La propagación de la lengua alemana entre los nativos tiene consecuencias negativas: “Entonces se entienden como mitad europeos y con la propensión de los africanos hacia la arrogancia, comienzan a volverse insoportables. Ya no quieren hacer las labores domésticas, sino que quieren un puesto en la administración” (p. 353).

La posición de Meinhof no solo la defendían las misiones evangélicas, sino también los colonos en los protectorados, quienes temían que entonces “ya no tendrían más a disposición una lengua para la raza superior, que no fuera entendida sin restricciones por los nativos o pudiera ser espiada por ellos”13. Sin embargo, resulta cuestionable que un número pequeño de conocedores de alemán, como alumnos escolares (que en la mayoría de los protectorados no superaba el 3% de la población), pudiera rebelarse contra los soberanos alemanes por el solo hecho de conocer su idioma.

Las argumentaciones y posiciones de los críticos respecto a la enseñanza del alemán no estuvieron exentas de contradicciones. Mientras se imaginaba un escenario de rebelión de los nativos mediante el uso del alemán, se señalaban las limitaciones de su enseñanza; es decir, se negaba la posibilidad de rebelión al reconocer el corto alcance que había tenido esta lengua entre la población nativa. Martin Schlunk, un inspector misionero protegido de Meinhof, señaló de forma resumida en 1915 que “sin duda alguna se podría instruir casi militarmente el alemán” a los nativos talentosos “hasta llegar a la destreza propia de los loros”14. Sin embargo, esta posición aparentemente educativa no resuelve el problema del trato que se le da a los nativos, como lo resaltó la discusión lingü ística a comienzos del siglo XX. Ya en la conferencia de Meinhof se debate sobre este tema de manera exhaustiva y que señala el “muro inaccesible” (Ibíd.) entre los blancos y los negros. Su ponencia propone un cambio interesante de paradigma dentro del discurso lingüístico. Para el científico, en principio, todos los idiomas tienen el mismo valor. La diferencia lingüística se puede entender y tal vez traspasar. Eso no obstante no es posible si la diferencia se define de manera racista: Los idiomas pueden ser aprendidos por estudio, más no el color de la piel. La asimilación de lo ajeno mediante la lengua, por lo tanto en esta argumatación sigue siendo una utopía.

El claro ‘no” de Meinhof respecto a la expansión del alemán como lengua franca provocó en el Congreso de 1905 una fuerte réplica de los activistas a favor de las colonias. Su enemigo más reconocido, el duque Johann Albrecht zu Mecklenburg, era el presidente de la Compañía Colonial, “Kolonialgesellschaft”, también presidente del Congreso. El duque reconoció, por un lado, que podía ser útil para los misioneros y los empleados del gobierno estudiar los idiomas de los nativos, pero que a la vez se debía “aspirar, por todos los medios, a que los aborígenes aprendieran el alemán como idioma principal y coloquial, porque esta era la señal más contundente de dominio. Solo así podemos seguir siendo los amos en las colonias.” 15 Dos días más tarde, en la resolución correspondiente a la cuestión lingüística, esta propuesta fue aprobada e impulsada.

El hecho de que el cuestionamiento respecto a la enseñanza del alemán y a este como lengua franca no haya sido definitivamente decidido sino hasta finales de la época de las colonias alemanas, a pesar de la presencia constante del tema en los congresos sobre las colonias, en la administración colonial, en las misiones y en las ciencias lingüísticas, se debió a las tan distintas condiciones de cada uno de los protectorados. En Nueva Guinea, Camerún y Togo no solo se tenía que tratar el tema de las lenguas nativas, sino también el del inglés o el del Pidgin-English, que a través del comercio y las misiones ya se había convertido en parte, en una lengua franca. En África del Este, el suahilí o suajili con una gran variedad de palabras del árabe, se impuso cada progresivamente como lengua franca y solo en la colonia alemana de África del Sudoeste el idioma de los colonos pudo asentarse de verdad como lenguaje coloquial.

El rasgo común a todos los protectorados, era la cantidad de lenguas nativas de tradición oral. Valgan como ejemplo los un poco menos de un millón de habitantes de Nueva Guinea que hablaban más de 800 lenguas distintas. Esto significaba para las oficinas de administración de las colonias –que buscaban una unidad organizativa– y para las misiones que no solamente tenían que entenderse con la cuestión de “alemán o lengua nativa”, sino que tenían que establecer prioridades lingüísticopolíticas entre las distintas lenguas nativas y, sobre todo, tenían que avanzar en la escritura de estas. También significaba un problema para los empleados coloniales que al no saber el idioma nativo, solo podían comunicarse con una mínima parte de los habitantes. La multitud de lenguas en las colonias significaba también un enorme problema técnicoadministrativo para el traslado de personal administrativo a otras regiones de la misma colonia o a otro protectorado, porque cada vez se enfrentaron con otras idiomas locales.

El tema de las lenguas estándar fue discutido exhaustivamente por Carl Meinhof. En el segundo semestre del año 1909, fue llamado a la Universidad de Hamburgo como profesor de lenguas africanas y como director del Instituto para Lenguas Coloniales de la misma ciudad, con esto, se convirtió el fundador de la primera cátedra de Estudios Africanos en una universidad alemana. Con el apoyo de auxiliares africanos, que trajo al Instituto mediante la intermediación de la compañía Woermann y el jardín zoológico de Carl Hagenbeck, pudo llevar adelante su investigación científica sobre las lenguas africanas. Desde 1910, Meinhof comenzó a publicar la revista Zeitschrift für Kolonialsprachen (Revista de lenguas coloniales), que con sus estudios lingüísticos de gramática, compilaciones de textos y discusiones de la literatura especializada de la época, se convirtió en una publicación central de esta joven disciplina de los estudios de lenguas africanas. Por otro lado, Meinhof disponía de un conocimiento detallado sobre los problemas en las administraciones de los protectorados y tenía una relación cercana con el Instituto de Hamburgo –entidad encargada de formar a los administrativos, misioneros y comerciantes que iban a las colonias–. Meinhof recomendaba tanto a esta institución como a las administraciones que para llegar a los protectorados –con excepción de África alemana del sudoeste, donde los alemanes ya se habían asentado en su mayoría– se debía consolidar una lengua influyente y ya suficientemente expandida para ser utilizada como lengua franca. Al gobierno y a la misión le correspondía luego la tarea, de “poner” la lengua correspondiente “a disposición de sus metas específicas” 16 El profesor de idiomas africanos rechaza estrictamente la introducción de una lengua auxiliar artificial en las colonias. Cabe mencionar que también se encontraba de acuerdo con casi la mayoría de los asistentes al seminario, quienes mostraron su fuerte rechazo hacia el esperanto.

En 1916 se hizo una última y voluntariosa propuesta sobre cómo debía ser resuelto el problema de las lenguas estándar en las colonias al proponer que un “alemán colonial” reducido en gramática y vocabulario debía solucionar la comunicación con los nativos de las colonias. Esta propuesta se presentó en en el debate de las lenguas auxiliares universales el 20 de enero de 1916 en la Deutsche Kolonialzeitung. El autor del artículo Zur künftigen Sprachenfrage (“Respecto al asunto de la lengua en el futuro”), el Dr. Jur. Emil Schwörer, Consejero Real de Estado del Reino de Baviera y Capitán, reforzó nuevamente la posición que se había sustentado ya en años anteriores por la revista Deutsche Kolonialzeitung, que a su vez consideraba como “lógico” 17 que solo el alemán podía ser tenido en cuenta como lengua franca en las colonias alemanas. Schwörer quería que su “alemán colonial” que anunciaba en la revista Kolonialzeitung fuera entendido desde el punto de vista de un “político de la economía, contemporáneo y práctico” (Schwörer, p. 7).

En el prólogo de un folleto de su autoría, el consejero Schwörer alaba el intento de Baumann de diseñar un alemán simplificado para la comunicación internacional, pero señala que no se ajusta a las “circunstancias especiales de África” (p. 6). Para Schwörer, la reducción lingüística en el boceto de la lengua auxiliar de Baumann no resulta suficiente, por lo tanto, propone cambios mucho más radicales en su propio proyecto: eliminación de los géneros de los sustantivos, unificación de un solo artículo “de” para singular y “die” en plural, la abolición de la conjugación de los verbos mediante una utilización unitaria del infinitivo en conjunción con algunos pocos verbos auxiliares (hacer, querer, poder…), así como la simplificación de la estructura de la frase y de las declinaciones. Sin embargo, el elemento esencial de esta reforma lingüística es la minimización radical del vocabulario. Schwörer parte de la suposición de que “el vocabulario necesario de los nativos (a propósito también de un europeo no culto) es sorprendentemente menor y que con 300 a 500 palabras pueden expresar casi todo lo que se necesitaría para las circunstancias locales y en su mayoría primitivas” (p. 18). El “inventario férreo” de palabras necesarias para la comunicación con los nativos en los protectorados debe ser “indudablemente codificado oficialmente, para que así todos –tanto blancos como negros– sepan exactamente cuáles palabras deben usar” (18-19).

No es casual que este proyecto del consejero real de Baviera recuerde al Newspeak, aquella lengua oficial estrictamente reglamentada de Oceanía que aparece en la novela de George Orwell escrita en 1948 con el título 1984.18 Ambas son ejemplo no solo de la simplificación lingüística, sino también del control directo de los hablantes de la lengua. Schwörer, de hecho, no hace ningún misterio de este principio. Visto así, el vocabulario establecido oficialmente para los nativos debe abarcar inicialmente 150 palabras –entre ellas términos como trabajo, dinero, Dios, emperador y los números del 1 al 12–. Este vocabulario básico debe servir para que los colonizados puedan “cumplir en un tiempo mínimo posible sus obligaciones como trabajador útil, como portador o servidor” (Schwörer, p. 48). La forma como se imagina Schwörer el uso práctico de su lengua auxiliar colonial se mediante un diálogo ficticio entre un alemán y un nativo en “alemán colonial”:

W (empleado oficial de una plantación): “(…) ¿Sabes alemán?

E (nativo, inteligente); Sí claro, bana (…) Puedo todo decir en alemán y puedo entender a todos desde 4 semanas (…) No había poder decir una sola palabra en alemán hace cinco o seis meses. Nadie entenderme podía al principio. Eso ha sido no bueno para mi trabajo. El hombre adelante (capataz) hacía pelearme a menudo, no había poder entender lo que él hacía ordenar. Sí, el nuevo idioma es muy bueno para nosotros.” (p. 56)19

Lo que es interesante en el modelo de Schwörer no es solamente la clara relación que establece entre el control lingüístico y el interés del dominador. Su posición respecto a la lengua también recuerda a aquel estereotipo alemán que se les asigna a los africanos en los cuentos y novelas de esa época, por ejemplo en las historias de Karl May. En el segundo tomo de su Winnetou aparece un criado negro cuya forma de hablar lo identifica de inmediato como africano: “No abrir debe. Massa prohibido. Hombre ningún entrar hoy. Puerta cerrada”20. A propósito, en las novelas de Karl May no todos los no-alemanes utilizan la misma forma reducida del idioma alemán. El idioma del cacique Winnetou corresponde, como el de casi todos los indios, al ideal publicitado de un alemán estándar impecable. La reducción del idioma cambia según la pertenencia étnica.

Tanto el “alemán colonial” de Emil Schwörer como el “alemán universal” de Adalbert Baumann fue solo un boceto de cajón de escritorio. Las pretensiones de convertir a la lengua alemana en una potencia lingüísticopolítica eran insostenibles y no tuvieron repercusiones reales.

Únicamente en la Namibia de hoy en día, la anterior colonia del África alemana del sudoeste, la única en la que el alemán se había establecido como lengua coloquial, se mantuvo una población germano parlante, en su mayoría de familias de inmigrantes alemanes.

NOTAS AL PIE

Este artículo se recibió en noviembre, 2010 y fue aceptado para publicación en mayo, 2011.

* Sven Werkmeister es el Director del Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD) en Colombia y profesor de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá.

1 Se incluye el texto en alemán para su correspondiente comprensión:” […] is das de banhof? ia. wohin (tut) Si wollen raisen? nach Budapest. welche zug (tu) ich nehmen solen? tun Si faren mit de snel-zug, in 3 stunden tun Si […] hinkomen“ (Baumann, p. 22) (N. de la T.).

2 Se utilizará el concepto de lengua franca (y no lingua franca) en el sentido de una lengua vehicular. (N. de la T.)

3 Véase Leopold Einstein: Zur Geschichte der weltsprachlichen Versuche von Leibniz bis auf die Gegenwart.

Bayerische Lehrerzeitung. Munich 13 (1885), pp. 130–132 y pp. 142–143. (Cita según nueva edición en: Haupenthal, pp. 12–26.)

4 Schleyer, Johann Martin: Volapük. Die Weltsprache. Entwurf einer Universalsprache für alle Gebildete der ganzen Erde (Volapük, La lengua universal. Proyecto de una lengua universal para todos los letrados de todo el mundo) . Sigmaringen 1880, III; las citas siguientes Ibid.IV, III.

5 Según la estimación de: Hugo Schuchardt: Bericht über die auf Schaffung einer künstlichen internationalen Hilfssprache gerichtete Bewegung (Informe sobre un movimiento dirigido a la creación de una lengua auxiliar internacional y artificial). Almanach der kaiserlichen Akademie der Wissenschaften. Wien 54 (1904), pp. 281–296 (cita según nueva edición en: Haupenthal, pp. 46–58, aquí p. 56).

6 Kanzi Itô (Hg.): Plena verkaro de L.L. Zamenhof. Kyoto: 1973–1985. Vol. IV, 28 (cita en: Ulrich Lins: Die gefährliche Sprache. Die Verfolgung der Esperantisten unter Hitler und Stalin (Un idioma peligroso. La persecución de los esperantistas bajo Hitler y Stalin. Gerlingen 1988, p. 13)

7 Die Weltsprache „Esperanto”. Vollständiges Lehrbuch nebst zwei Wöterbüchern, nach der russ. Ausgabe Von Dr. L. Samenhof hg. v. W. H. Trompeter. Nürnberg, 1891.

8 Gustav Meyer: Weltsprache und Weltsprachen (Lengua universal y lenguas universales). Schlesische Zeitung 12./14.6.1891 (cita en nueva edición en: Haupenthal 27–45, aquí 40). La siguiente cita, Ibid.

9 Wilhelm von Humboldt: Über die Verschiedenheit des menschlichen Sprachbaues und ihren Einfluβ auf diegeistige Entwicklung des Menschengeschlecht En: Obras editadas por Albert Leitzmann. Berlin 1907, Vol. 7, Edición facsimilar Berlin 1968, p. 42.

10 Cita según Herbert Blume: Der Allgemeine Deutsche Sprachverein als Gegenstand der Sprachgeschichtsschreibung. Con un capítulo sobre Herman Riegel. En: Dieter Cherubim et al. (Ed.): Sprache und bürgerliche Nation. Beiträge zur deutschen und europäischen Sprachgeschichte des 19. Jahrhunderts. Berlin/New York 1998, pp. 123–147, aquí p.131.

11 Véase Martin Schlunk: Das Schulwesen in den deutschen Schutzgebieten (El sistema escolar en los protectorados alemanes). Hamburgo 1914, p. 77.

12 Véase: la relación de comentarios de la Administración de las colonias según las actas del Archivo Central alemán en Potsdam en Wolfgang Mehnert: Zur „Sprachenfrage” in der Kolonialpolitik des deutschen. Imperialismus. En: Vergleichende Pädagogik (Pedagogía comparada) 10 (1974), 1, pp. 52–60, aquí: p. 53.

13 Georg Friederici: Pidgin-Englisch in Deutsch-Neuguinea. Koloniale Rundschau 2 (1911), pp. 92–106, en este caso p. 97.

14 Ibid. 88; siguiente cita Ibídem., p. 89.

15 Verhandlungen des Deutschen Kolonialkongresses 1905. Berlin 1906, p. 362.

16 Carl Meinhof: Die praktische Bedeutung der Einheitssprachen für die Kolonien (El significado práctico de las lenguas estándar para las colonias). En: Verhandlungen des Deutschen Kolonialkongresses 1910. Berlin 1910, 732–739, en este caso: 736.

17 Deutsche Kolonialzeitung 33 (1916), 1, 10–12, en este caso 10; la siguiente cita:ibid..

18 Véase: Ludwig Gerhardt: „Kolonialdeutsch” und „Newspeak”. Sprachpolitische Utopien zwischen Phantasie und Terror. “Alemán Colonial” y “Newspeak”. Una Utopía político-lingüística entre la fantasía y el terror) Afrikanistische Arbeitspapiere 4 (Dic. 1985) ,pp. 85–96.

19 En alemán: W (Plantagenbeamter): „[…] Kannst du Deutsch?” E (Eingeborener, intelligent): „Ja wohl, bana. […] Ich kann sagen Alles in Deutsch und ich kann verstehen nun alle Menschen seit 4 Wochen. […] Ich habe können sagen keine deutsche Wort vor fünf oder sechs Monaten. Niemand tat verstehen mir an Anfang. Das ist gewesen nit gut für meine Arbeit. De Vormann (Aufseher) tat zanken mir oft; ich habe nit können verstehen, was er tat befehlen. Ja, de neue Sprache ist sehr gut für uns.” (p. 56)

20 Karl May: Winnetou. Segundo tomo. En: Karl Mays Werke. Hist.-Krit. Ausgabe für die Karl-May-Gedächtnis-Stiftung. Hg. v. Hermann Wiedenroth und Hans Wollschläger. 99 Bde. 1987ff. Abt. IV, Band 13. Zürich 1991, p. 32.


Referencias

[1] Baumann, A. (1916). Das neue, leichte Weltdeutsch (das verbesserte Wedé) für unsere Bundesgenossen und Freunde. Seine Notwendigkeit und seine wirtschaftliche Bedeutung. Diessen vor München: Jo C. Huber.

[2] Brandl, A. (1903). Die Bedeutung der deutschen Sprache über See für Deutschlands Machtstellung. En: Verhandlungen des Deutschen Kolonialkongresses 1902 zu Berlin am 10. und 11. Oktober 1902. Berlin, pp.434–441.

[3] Haupenthal, R. (1976). (Ed.) Plansprachen. Beiträge zur Interlinguistik. Darmstadt.

[4] Meinhof, C. (1906). Die Bedeutung des Studiums der Eingeborenensprachen für die Kolonialverwaltung. En: Verhandlungen des Deutschen Kolonialkongresses 1905. Berlin, pp. 343–359.

[5] Schwörer, E. (1916). Kolonial-Deutsch. Vorschläge einer künftigen deutschen Kolonialsprache in systematisch-grammatikalischer Darstellung und Begründung. Diessen vor München: Jo C. Huber.