Faces of
peace: Social actors that manage the construction of peace in the city of
Medellín
Fecha de recibido:
02 / 04 / 2019
Fecha de aceptación: 31 / 05 / 2019
Susana Villa Gómez. Estudiante del programa de
Psicología de la Facultad de Psicología y Ciencias Sociales de la Universidad
Católica Luis Amigó, sede Medellín. Medellín - Colombia. Correo electrónico:
susana.villago@amigo.edu.co
Esmiller Hernando Osorio Cardeño. Estudiante del programa de Psicología de la Facultad de Psicología y
Ciencias Sociales de la Universidad Católica Luis Amigó, sede Medellín.
Medellín – Colombia. Correo electrónico: esmiller.osorioca@amigo.edu.co
Juan Felipe Giraldo Osorio. Estudiante del programa
de Psicología de la Facultad de Psicología y Ciencias Sociales de la
Universidad Católica Luis Amigó, sede Medellín. Medellín - Colombia. Correo
electrónico: juan.giraldoos@amigo.edu.co
Heidi Smith Pulido Varón. Psicóloga de la
Universidad de Antioquia, Magíster en Desarrollo de la Universidad Pontificia
Bolivariana. Docente e investigadora de la Universidad Católica Luis Amigo,
sede Medellín. Integrante del Grupo de investigación en Estudio de Fenómenos Psicosociales. Correo electrónico: heidi.pulidova@amigo.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0001-8198-0896
Cómo citar este artículo
Villa G, S., Osorio C, E.H., Giraldo O, J.P., y Pulido V, H.S. (2020). Rostros de paz: Actores
sociales que gestionan la construcción de paz en la ciudad de Medellín, NOVUM, 1(10), 81 – 99.
Resumen
Objetivo: Con
el presente artículo de investigación se busca estudiar las dinámicas del
colectivo de jóvenes “Cosmogonía”, cuyas practicas aportan a las dinámicas de
paz de la ciudad de Medellín y hacen resistencia a las lógicas violentas que
permean las relaciones cotidianas. Metodología: La metodología que
se utilizó, es cualitativa, en perspectiva del socioconstruccionismo
y la hermenéutica ontológico política, posturas que se enmarcaron dentro del
enfoque de estudios narrativos. Hallazgo: Se destacan la
organización de repertorios estéticos, la implementación del arte y la palabra
como estrategias mediadoras, la construcción de una identidad colectiva, la
autogestión, el encuentro con el otro y la vivencia emocional que atraviesa el
proceso de liderazgo. Conclusión: Se consideró
importante problematizar y describir la experiencia del colectivo de jóvenes
“Cosmogonía”, que a través de su gestión contribuyen al lazo social y la visión
crítica de la ciudad a partir de las categorías como construcción de paz,
resistencia civil no armada y liderazgo. Palabras clave: Consolidación de
la paz; Resistencia a la opresión; Desarrollo participativo; Conflicto social.
Abstract
Objective: This research article
seeks to study the dynamics of the youth collective “Cosmogonía”,
whose practices contribute to the dynamics of peace in the city of Medellín and
resist the violent logics that permeate everyday relationships. Methodology:
The methodology that was used, is qualitative, in the perspective of
socio-constructionism and political ontological hermeneutics, positions that
were framed within the approach of narrative studies. Finding: It stands
out the organization of aesthetic repertoires, the implementation of art and
the word as mediating strategies, the construction of a collective identity,
self-management, the encounter with the other and the emotional experience that
goes through the leadership process. Conclusion: It was considered
important to problematize and describe the experience of the youth group
“Cosmogony”, which through its management identified as a social bond and the
critical vision of the city from the categories such as peace building, unarmed
civil resistance and leadership. Keywords: Peacebuilding; Resistance to oppression; Participatory development; Social conflicts.
Introducción
Medellín, no ha sido inmune a la violencia,
especialmente entre las décadas de los 80’s y 90’s, cuando fue abatida por los
fenómenos de narcotráfico y el sicariato. Sin embargo, a la par de estas
situaciones, surgió la resistencia civil no armada, entendida como aquellas
experiencias o acciones alternativas de acción política donde se estimula la
partición, la recuperación de los derechos y los territorios perdidos
(Castillo, 2013), procesos que, en conjunto, denotan una posición activa de los
actores sociales para transformar sus espacios y parir sentidos reconstructores
de su propio tejido social. Las comunidades que han tenido mayor movilización
suelen ser las mujeres, los jóvenes y grupos étnicos, como indígenas y
afrodescendientes.
Así, desde lugares inesperados de la
ciudad se revelan propuestas de hacer y pensar la construcción de paz como “un
proceso complejo, de largo plazo, que involucra diversos actores y se expresa
en varias dimensiones’’ (Hernández, 2016, p. 40). Tanto los sujetos que llevan
a cabo el performance de esta definición, como la definición misma,
problematizan de entrada el hecho que la paz dependa de un solo elemento
(ausencia de guerra) o se trate de un despertar repentino, en cambio abogan por
asuntos inmersos en la vivencia cotidiana, donde identifican necesidad y
sentires comunes frente a actores hegemónicos legales e ilegales. Autores como Hincapié (2014), Nieto (2014), Estripeaut (2013) y Álzate (2012) hacen especial énfasis en
principios centrales que conforman la resistencia civil no armada, a saber, la
colectividad, el movimiento de masas, la no violencia, la reparación del tejido
y la memoria social, además, reconocen el papel fundamental del arte y las
expresiones culturales, para impulsar, alimentar y sostener la movilización social.
Pensar la construcción de paz implica
tener en cuenta varios conceptos que se desprenden y la componen, entre ellos
cultura de paz; paz territorial y paz imperfecta (Hernández, 2016; Lederach,
2007; Rettberg, 2013; Bolaños, 2011; Valencia, 2014);
los cuales parten de la propuesta de Galtung (1985) sobre paz negativa y paz
positiva. La primera, se convierte en un instrumento que propicia la
justificación de todas las estrategias necesarias, incluida la guerra, para el
mantenimiento del orden y el control sociopolítico frente a las amenazas al Statu Quo. La segunda por su parte, incluye componentes de orden
estructural, es decir, se tienen en cuenta las necesidades básicas, la
autorrealización, las redes de apoyo, lo cultural, lo relacionado con
diferentes tipos de violencia y la ausencia de enfrentamiento armado.
Así pues, construir paz en Medellín ha
sido históricamente, una apuesta por hacerle frente a los tipos de violencias
estructural, cultural y directa, presente en el contexto antioqueño y sentidas
por los habitantes de las zonas álgidas de la ciudad de Medellín en diferentes
ámbitos cotidianos. De allí, que las respuestas de resistencia civil no armada,
sean en su mayoría jalonadas por personas del común, con experiencias de vida
marcadas por el conflicto y la violencia, ciudadanos que desde su cotidianidad
y aun sin la presencia de recursos económicos suficientes, deciden hacerles
frente a las dificultades del contexto, asumiendo un papel activo ante la
realidad y permaneciendo en función de los otros vulnerados y su propia
sobrevivencia, son estas personas la esencia de la transformación y el cambio
social.
Lo anterior, señala fortalezas de
liderazgos soportados por la legitimidad comunitaria, así los actores no se
asuman como líderes, las experiencias significativas de vida, atraviesan y
encaminan su quehacer estableciendo un constante diálogo entre los aspectos
privados e íntimos con lo público o social, es decir, el ejercicio de
representar múltiples subjetividades (Castelar, 2015). Este constante diálogo
fortalece los pilares de la comunidad gracias a la lectura que hacen sobre las
necesidades de la misma. Autores como Andrade (2013), Fonseca y Cardona (2017),
Reyes (2013), Fischer y Lozano (2014) definen el liderazgo como la capacidad de
incidencia que se tiene en la participación política y en la movilización del
“sentido” de comunidad, esto implica la construcción de identidad y afiliación,
la gestión cultural y social, así como, la autonomía y el agenciamiento.
En Medellín, persisten iniciativas
donde los actores y el colectivo que representan, han cambiado la
cara de su territorio, generando estrategias artísticas y formativas que van
desde pinturas, performance, canciones, recorridos, encuentros, tertulias, etc., procesos que
visto en términos de alcances y resultados, revela riesgo de invisibilizar
elementos constitutivos del proceso de construcción de paz que acometen en el
encuentro cercano, desde el cual se empeñan en alentar y acompañar proyectos
íntimos que representan la capacidad viva de construir paz de adentro hacia
fuera, del corazón del barrio hacia la ciudad.
Por lo anterior, se abordó el colectivo
“Cosmogonía”, integrado por jóvenes entre los 18 y 27 años, que lideran
acciones comunitarias mediadas por el arte y la crítica, procesos que permiten
visibilizar y comprender la gestión de los actores sociales que aportan a la
construcción de paz en la ciudad de Medellín. La apuesta investigativa, asumió
la perspectiva teórica, el socio construccionismo desde el cual se hace énfasis
en elementos discursivos que constituyen las prácticas sociales y en pesquisar
componentes subjetivos e intersubjetivos propios de la interacción, donde el
sujeto se construye e integra a la par que establece un diálogo con el otro, lo
social (Ramírez y Martínez, 2015).
Se torna esencial
escuchar los sujetos que construyen paz desde sus particularidades, la riqueza
de sus voces y la cercanía fecunda a sus propias experiencias, que se
despliegan como estímulo a la cultura de la paz, evocada desde la resistencia
no armada, pero siempre activa. Reconocer el rol “no pasivo” de estos actores
que se niegan a vivir en medio de la violencia y que por deseo o necesidad
gestionan acciones no-violentas encaminadas a reducir la desigualdad social y
reparar las brechas entre las élites y la marginalidad, es poder reconocer que
Medellín no es cuna de sicarios, delincuentes, narcos y prostitutas; sino que
en sus calles se teje ciudadanía y se lideran proyectos que reestructuran una
ciudad tocada por el conflicto, la violencia y los estereotipos sociales;
acciones anónimas ante los ojos del Estado pero potentes para los habitantes de
las comunidades.
1. Metodología
El diseño investigativo para este trabajo está enmarcado desde el
enfoque cualitativo, el cual permite tener descripciones más detalladas sobre
situaciones, eventos e interacciones, con el fin de comprender, interpretar y
abordar fenómenos sociales (Sampieri, Collado y Baptista, 2010), se acoge,
además, el enfoque socio construccionista para la lectura y análisis. Este
enfoque posibilita alejarse de la mirada convencional, en donde el individuo y
el fenómeno se toman como elementos aislados y fragmentados, postura que
involucra tanto la mirada del investigador como al sujeto investigado,
retomando, en cambio, componentes relevantes de las prácticas discursivas y narrativas, por ende
sociales, en donde se escuchan intersubjetividades, subjetividades, componentes simbólicos y emociones que envuelven tanto al sujeto que se narra como el colectivo
con el cual constantemente interactúa (Ramírez
y Martínez, 2015), esto se torna en un asunto que envuelve diversidades, plurivocalidades que tejen identidad en el escenario social y que encaminan la
acción colectiva, escenario y acción donde
reposa el interés para desarrollar esta investigación.
La hermenéutica ontológico - política, utilizada como herramienta
metodológica, tiene principios del socioconstruccionismo; es decir, prevalece el afán por sobrepasar lo individual y dar cuenta
de relaciones e interacciones colectivas, se pregunta además sobre las prácticas discursivas que configuran la relación con el componente
político, es decir, hace lectura más transparente de las representaciones sociales que se ponen en
juego en el escenario social (Alcarado, Ospina y Sánchez, 2016). Esta hermenéutica puede
ir en doble vía, la primera vía encaminada en el interés por las narrativas,
las prácticas discursivas y los sentidos que se ponen sobre la realidad, y la
otra vía, contempla cómo estas prácticas posibilitan la transformación social.
El ejercicio de repensarse, en el que constantemente están inmersos los actores
sociales, sobre la realidad que los envuelve, despertó el interés en ejecutar,
como un acto voluntario, un movimiento social o una acción colectiva dentro de
territorios donde emergían el diálogo y por ende dichas reflexiones. Sobre este
ejercicio recae la pregunta de investigación, puesto que, la gestión está
motivada y movilizada por la conversación que se establece con la realidad
social.
Los rostros, es decir, los actores sociales, con los que se desarrolló
esta investigación, son habitantes de la ciudad de Medellín, pertenecientes a
cualquier comuna de la ciudad, lideran y ejecutan acciones colectivas de forma independiente y autogestionada, encaminadas a la construcción de paz en la cotidianidad de los
territorios donde habitan, esto implica que no tengan ningún tipo de
vinculación pública o privada. Su trabajo es legitimado por una comunidad, que
puede estar compuesta por colectivos sociales o personas interesadas en los procesos
que gestionan, participando de manera activa o reconociendo las labores que se
ejecutan dentro del territorio donde tienen presencia.
La información con la cual se lleva a cabo el análisis de los datos,
nace de una serie de encuentros programados con el colectivo Cosmogonía: un
grupo itinerante, artístico, educativo, político y cultural, conformado por
jóvenes de diferentes partes del Valle de Aburrá desde hace 8 años. Ellos
encuentran en la palabra literaria y poética junto con otras expresiones artísticas,
senderos vitales para construir, nombrar y comprender los territorios donde
habitan, componiendo actos de resistencia frente al olvido, el silencio y las
verdades absolutas. Para ello, despliegan encuentros, recorridos literarios y
clubes de lectura, además de promover la revista digital “Cosmogonía”, entre
otros proyectos y actividades.
Se asumió como método para la recolección de información y también como
herramienta de análisis, los estudios narrativos o biográficos-narrativos, ya
que comparte principios con las perspectivas interpretativa-hermenéutica,
puesto que, el ejercicio narrativo es per
se una condición ontológica de la vida social y una forma de acercarse a la
realidad social del sujeto (Sparkes y Devis, s.f); es decir, el
acercamiento a la dimensión privada y pública del actor, con el fin de entrañar
de qué manera se gestaron las acciones colectivas. La técnica que se implementó para la
recolección de dichas narrativas
son las historias de vida, esta técnica
hace hincapié en los acontecimientos y las vivencias relevantes en la vida del narrador, esta información es
captada a través de entrevistas, en el diálogo entre el investigador y el
protagonista, se captura en el relato como experimenta, vivencia, comprende y
entiende situaciones presentes en la vida cotidiana, es decir, se logra
entender un fenómeno social desde lo que entrega la visión del actor.
Después de ejecutada la recolección de información y la saturación de la
misma, se procede al análisis de los datos, este ejercicio consiste en la
fragmentación de la información, en este caso, de las historias de vida, por
párrafos, para proceder a la codificación nominal y, posterior, a la
identificación de categorías emergentes con relación a las categorías gruesas
planteadas inicialmente: Resistencia civil no armada, liderazgo y construcción
de paz.
3. Análisis de resultados
El análisis de los relatos derivó la emergencia de un conjunto de
categorías que transversalizan los sentidos que refieren los actores dentro de
las narraciones; la identidad colectiva, las redes de apoyo, la vivencia
emocional, el arte y la autogestión son algunos de los elementos que sirven
para articular la comprensión de los procesos que gestionan los actores para la
construcción de paz.
3.1 Identidad Colectiva
La historia de vida de los actores sociales[1]
que habla de la gestión de sus procesos constructores de paz se narra como un
repertorio de decisiones, momentos y personas que marcan de manera
significativa el desarrollo y el estado actual del grupo, sus intereses y
desintereses.
Algunos momentos relacionados a los inicios del colectivo sugieren una
voluntad de los integrantes por solidificar lo que podría considerarse como una
identidad del colectivo que va desde la construcción del nombre hasta los
valores y los principios del grupo, así lo explica uno de los actores.
El nombre de
la revista cosmogonía nace de un día que mi hermanito tenía … un libro de
poesía... un poema de Borges que tenía la palabra cosmogonía… ese día él dijo, Ahh mira esta palabra tan bonita… pongámosle así a la
revista, entonces por eso la revista se llama cosmogonía. (entrevista del
trabajo de campo, 28 de febrero del 2019)
Una elección de este tipo, instala y refleja en cierta medida aspectos
del camino que seguirá el colectivo, toda vez que desde el nombre se genera una
conexión con un elemento de vital importancia para el grupo como lo son la
poesía y la literatura, además, agregan que
Poco a poco
esa cosmogonía pues entonces ya ha ido adquiriendo su significado: qué son esas
diferentes formas de ver la vida, cierto, esas diferentes formas de
experimentar en la vida. (Entrevista del trabajo de campo, 28 de febrero del
2019)
Lo cual sugiere que algunos significados relacionados a la identidad no
se instalan como unidades de sentido inmutables, es decir, permanecen abiertos
al cambio bajo un ejercicio de repensarse en colectivo.
No significa lo anterior que no se hallen posiciones políticas o ideológicas concretas, la identificación de sus intereses se refleja claramente en el modo
que tienen de relacionarse con otros colectivos.
Nosotros
somos un mundo diverso, pero realmente hay textos que no aceptaríamos y son
aquellos que aludan a personajes políticos que han hecho daño, o a asuntos que
en contra de situaciones de reivindicación social y cultural como textos
machistas (Entrevista del trabajo de campo, 28 de febrero del 2019)
En este fragmento aparece la expresión y el reconocimiento de un -nosotros- con capacidad de acoger o resistirse a
intenciones externas, es decir, la relación con otros colectivos se configura
como un ejercicio de identidad para ellos, toda vez que cuando se declina o se
acepta alguna propuesta se crean y remarcan intereses, valores, principios y
posiciones políticas, propias del grupo.
Ahora bien, otro elemento que marca la identidad del colectivo tiene que
ver con el reconocimiento hecho a esas personas que tuvieron la intención de
fundar propuestas y fundirse con el grupo, que dejaron una huella cosechada,
tal como expresa otro de los actores
Nuestro
fundador que fue A, que él fue la gran voz y siempre va a ser la voz y cosmogonía
es eco de él, de su memoria, que es ese legado que él nos deja. (Entrevista del
trabajo de campo, 28 de febrero del 2019)
El legado que en este caso deja el fundador del colectivo se transforma
en un principio orientador, que termina por configurar un conjunto de
representaciones que se comparten, se consensan y se inscriben en los
integrantes del grupo, por supuesto para proyectarlo en su quehacer. En este
sentido otro actor agrega,
Somos pues la
base del equipo, y nosotros podemos darle una personalidad a la revista, pero
ha tenido muchas... es que ha habido otros integrantes... creo que la revista
tuvo un rostro bien especial después que conocimos a M.G (Entrevista del
trabajo de campo, 25 de febrero del 2019).
Es decir, en el camino que desarrolla el colectivo también surgen
encuentros con otros sujetos que aportan gestos -podría decirse- a ese rostro
que marcha con una actitud específica, así lo nombra L:
No siento que
el colectivo sea un colectivo cerrado, selecto, que diga no, a ti sí y a ti no,
porque eso sería discriminar, opacar las ideas del otro y eso también,
considero yo, es un acto violento (Entrevista del trabajo de campo, 28 de
febrero del 2019).
Esa apertura que nombran alude a una forma específica que tiene el
colectivo de ver al otro, donde operan un conjunto de valores que priman en sus
relaciones sociales, para este caso una conciencia de inclusión como ejercicio
para evitar actos violentos de discriminación.
3.2 Redes de apoyo: Encuentro con el otro
Las narraciones destacan otro elemento vital para entender como gestan
los actores sociales la construcción de paz en la ciudad de Medellín.
C.R y yo
hablamos algo muy bonito y es que sin el otro no somos nada, el otro es el que
a uno le da, la fuerza vital, porque es que nosotros decíamos: cuando el uno se
va, cuando el uno tiene crisis, el otro está ahí (Entrevista del trabajo de
campo, 28 de febrero del 2019).
En este fragmento aparece el reconocimiento del otro como alguien que
“da fuerza vital”, es decir, que -dando- acompaña de una manera activa los
avatares emocionales suscitados en los procesos que desarrollan los actores:
Esa suerte de crisis mencionada en el fragmento.
No obstante, estos actores tienen una mirada hacia el otro que va más
allá de entenderlo como un mero soporte emocional a la hora de pensar la paz,
pues como menciona L, la paz es...
[...] es un
asunto muy de la construcción, entre todos, como que es lo que cada uno tiene
para aportar desde lo que sabe, desde lo que es y lo que hace, desde lo que
convoca de las personas que conoce, etc. (Entrevista del trabajo de campo, 28
de febrero del 2019).
Esta forma de comprender al otro como sujeto de saber que parece
instalarse como un principio de carácter ético, tiene una pretensión que esboza
C.R:
Quizá
conociendo más visiones nos enfrentemos de mejor manera a las problemáticas y
podamos transgredir esas preguntas, darle un nuevo giro, un avance si se puede.
(Entrevista del trabajo de campo, 25 de febrero del 2019).
Es decir, el colectivo, estos actores, se relacionan con el otro en pro
de fomentar la conexión entre realidades, para en ese encuentro derivar
recursos de todo tipo que permitan hacerle frente a ciertas problemáticas de la
ciudad que comportan ejercicios de violencia. En esta misma vía de relaciones con
el otro aparece además otro elemento: El colectivo como una fuente de ayuda
para otros.
Cuando otro grupo
llama a Cosmogonía nunca decimos que no, buscamos la manera de decir que si,
así no sepamos, así lo que sea porque, porque es como sentir que hay más
trabajando por lo mismo y que somos más y que hay más fuerza y eso. (Entrevista
del trabajo de campo, 28 de febrero del 2019).
El colectivo como han mostrado hasta el momento, reconoce todo lo que el
otro puede dar y aportar, además se reconoce -podría decirse- como “el otro,
del otro” es decir, se dispone como un servidor, un colaborador, un co-constructor, como quiera nombrarse el hecho de estar
presente para el otro en momentos cruciales. Dentro de este ejercicio de
presencias mutuas entre actores de propuestas diversas, se cuecen las
relaciones sobre un fuego fraternal, como dice C.R:
Se ha
empezado a formar, con muchos, una relación de amistad, un tanto diferente,
pues se habla más de literatura con las personas, con otras más de lo social,
con otras personas que no conozco me ha pasado que surge el interés de
relacionarme fácilmente… (Entrevista del trabajo de campo, 25 de febrero del
2019).
La formación de esa “amistad un tanto diferente” que se da entre
actores, conversa con un ejercicio de construcción de tejido social y redes de
apoyo desde un lugar más íntimo, con menos rupturas por posibles formalismos.
3.3 Estrategias mediadas por el arte y la palabra
El arte para los integrantes del colectivo se constituye como un
elemento de transformación, de denuncia social, que permite el acercamiento y el reconocimiento de sensibilidades y emociones que nacen, y se transforman con la
experiencia, el entramado social y cultural que constantemente estimula la
invitación a ser narrada por muchas voces, contada, transmitida. Para el
colectivo, y también para los autores, interesados en el espacio, la revista se
convierte en una posibilidad de reconocimiento, puesto que estas sensibilidades
no quedan solo plasmadas en un papel, sino que se comparten con la intención de
crear identidad, tejido social y un canal de comunicación entre historias.
Esta estrategia, el arte, se convierte en un creador de redes de apoyo
externo, que se permiten encontrar y conectar en el camino con otros colectivos
que apuntan a la recreación de la realidad por medio la narración y la palabra.
En la voz de P:
En fin, hay
una red pues interesante de gentes, si, gentes que tienen también apuestas
literaria desde la palabra, clubes de lectura, talleres de escritura creativa (Entrevista
del trabajo de campo, 25 de febrero del 2019).
Las estrategias mediadas por el arte han ido desde el teatro hasta la
poesía, la literatura y la palabra, estas expresiones o estrategias, se ha
consolidado como parte de la identidad del colectivo, puesto que es una
herramienta que alimenta el contenido y encauza la revista, tanto en la
temática, como en la creación de los principios de trabajo. Esta estrategia
posibilita, además, la construcción de tejido social, la recuperación de las
raíces, es un intento de darle vida a la
memoria y la historia del territorio, tiene impacto en las prácticas
discursivas tanto de las zonas que habita el colectivo como en el resto de la
ciudad, se convierte en impulso la constante necesidad de apropiación y de recreación de la realidad que los rodea y que los conecta, la
literatura, como ejemplo ilustrado de la realidad, se convierte también en un canal para
dialogar con otras expresiones representativas de la literatura, obras y
escritores, es decir con ideales y representaciones con las que se identifican
para enaltecerlas y transformarlas.
El lema de
nosotros es “nada existe es la palabra la que hace el universo” en realidad
queremos cambiarlo por “nada existe y es el lenguaje el que crea el universo” o
sea, no solamente la palabra sino también, pues, todos los signos lingüísticos
como tal… los gestos, el dibujo, la imagen, cierto, todo eso va a crear el
universo y eso de una u otra manera salva al mundo (Entrevista del trabajo de
campo, 28 de febrero del 2019).
3.4 La autogestión
La autogestión se encuentra presente en la formación de la identidad y
en la creación de redes de apoyo afines a los principios al colectivo.
La resistencia y la independencia del colectivo se puede considerar como
componentes de la autogestión, en donde se subvierten los discursos y las
realidades impuestas por las instituciones gubernamentales y educativas, con el
fin de mantenerse autónomos en la gestión y creación de las acciones y
proyectos en el territorio, así como en la creación de los proyectos cúspides.
Así pues, la autogestión encamina a un proceso donde la búsqueda por los
recursos, espacios e ideas, es un compromiso de los integrantes del colectivo,
ellos mismos se representan y se patrocinan, convirtiéndose en un asunto identitario
que solidifica la permanencia de los miembros del
colectivo. Además, supone de un proceso que demanda constantemente movimiento, pero también la existencia de protocolos de
organización, principalmente dentro del sujeto cosmogonía para posterior dirigirse
a los colectivos amigos y a las personas que rodea la revista.
Eso implica
que si nos van a dar fondos en la universidad entonces tiene que aparecer el
logo de la universidad en la revista, que si nos van apoyar en la alcaldía nos
tienen que… entonces no, ellos se niegan a eso. Ellos dicen no, digital hasta
que cada uno trabaje y ponga plata, pero no quieren instituciones […] (Entrevista
del trabajo de campo, 28 de febrero del 2019).
Es importante señalar que la autogestión no recae solamente sobre cuestiones
procedimentales, sino también en principios, creados en el recorrido de la
revista, que alimentan constantemente las motivaciones internas, llenando de
ritmo su quehacer: el reconocimiento, tanto para el colectivo cuando se
visibilizan las acciones que ejecutan,
como de la comunidad, autores y juventudes que se siente dentro de un
espacio donde es importante la expresión y la voz de la experiencia del otro,
permiten a largo plazo, la creación de
vínculos afectivos en el espacio de encuentro, cuerpo a cuerpo, que posibilita
el desarrollo de los proyectos finales, entre ellos la revista digital
Cosmogonía. Por último, el identificar en el componente virtual, no solo un
puente de comunicación directo, inmediato, sino, una excusa para el acercamiento,
El hecho que
la revista sea virtual, más bien digital, facilita muchas cosas. lo ve alguien
desde otro lado del mundo, va saber que existe tristeza al otro lado del mundo.
(Entrevista del trabajo de campo, 25 de febrero del 2019)
Conocer y convocar en un mismo “espacio cibernético” las voces de
jóvenes, la plurivocalidad que surge en cualquier
rincón de Medellín o del mundo y a partir de allí crear las redes de
comunicación y conexión que permiten crear comunidad.
Si, la
revista es una revista virtual, entonces esa comunidad es una comunidad que se
ha tejido por la virtualidad, pues un poco por el ejercicio... del ejercicio de
la revista, de producirla y convocar a través de las redes (Entrevista del
trabajo de campo, 25 de febrero del 2019).
3.5 Vivencia Emocional
Durante el desarrollo de cada proyecto los integrantes del colectivo
experimentan formas particulares de pensar y sentir, capaces de ocasionar un
estancamiento en los objetivos propuestos por el colectivo o una
motivación-impulso para cumplir con los mismos. Las emociones y sentimientos
vivenciados por el colectivo se convierten en uno de los elementos más
complejos al momento de comprender estas dinámicas internas y externas en el
cumplimiento de objetivos, en este caso en particular, construir tejido social.
Por lo tanto, otro elemento transversal en la construcción de identidad
colectiva y al momento de impulsar propuestas de autogestión para la
construcción de paz, es la vivencia emocional que experimenta cada uno de los
integrantes a nivel individual y grupal. Vivencia capaz de ocasionar periodos
de crisis al interior del colectivo y a su vez, fomentar y solidificar las
redes de apoyo interno. En la voz de C:
Yo a veces
también pierdo la fuerza es por eso, porque yo siento que a veces no se está
reconociendo toda la labor que los muchachos están haciendo. (Entrevista del
trabajo de campo, 28 de febrero del 2019).
Los periodos de crisis están marcados por la pérdida de fuerzas y
sentimientos de desesperanza, estos ocasionan al mismo tiempo un deseo por renunciar
al compromiso adquirido. Los integrantes
del colectivo sienten perder el sentido por el cual se trabaja en pro de lo
social y de las comunidades, sin embargo, gracias a los lazos de amistad
creados al interior del colectivo y la vinculación con el sentir y el pensar
del otro, se reponen de estos periodos de crisis y renuncia, al mismo tiempo
que renuevan el sentir propio, permaneciendo activos y comprometidos con las
apuestas autogestionadas en el momento.
La vinculación constante con el sentir del otro promueve redes apoyo
internas y son gestionadas nuevamente por medio del diálogo, la palabra y demás
expresiones artísticas. Se debe tener en cuenta que la mezcla de
responsabilidades personales con las responsabilidades adquiridas al vincularse
con el colectivo, se convierten en un obstáculo difícil de superar al momento
de permanecer activo y comprometido con las labores asignadas por el equipo de
trabajo. Además, sentir que la comunidad no reconoce la labor realizada y que
las apuestas dirigidas a la misma no son visibles o aceptadas por otras
personas, también promueve y perpetúa los periodos de crisis.
Yo había
renunciado a la revista el año pasado como en diciembre... porque pues, este
año yo estoy trabajando estoy súper ocupada, entonces... y más como con todo
eso que paso yo sentí que perdí fuerzas” […] “Es que las crisis de nosotros no
es la revista es… Es lo social, cierto, uno a veces como que pierde la
esperanza, uno como que no, aquí no hay nada que hacer (Entrevista del trabajo
de campo, 28 de febrero del 2019).
Esta vivencia emocional pareciera ser un fenómeno que se da de manera
repetitiva dentro del colectivo, muchas veces desemboca en desintegraciones del
grupo o abandono de partes, las razones se relacionan principalmente con las
crisis que contienen agotamiento y
desesperanza. Por tal motivo, es necesario
mantener procesos marcados por el aguante y movilizados por una fuerza
suficiente para soportar el peso que impongan las situaciones; un doblegamiento
por parte de los integrantes puede sonar apenas razonable cuando se piensa que
existen situaciones tan fuertes que superan en intensidad la resistencia de las
personas que integran el colectivo en pro de la construcción de paz dentro de
sus territorios.
4. Discusiones
Existe claramente una relación entre todos los elementos antes descritos
debido a que pertenecen a la narración de un mismo sentido, por ello es natural
que cuando se pretende hablar de la construcción de paz desde estos supuestos,
se empiece a articular una complejización de sus
relaciones, se presenta entonces un conjunto de posibles interacciones entre
los elementos que pueden servir para seguir alimentando la conversación.
Ya se evidencio que el trabajo con la comunidad es un escenario donde el
actor social tiene su mayor protagonismo, la construcción de relaciones con el
otro, se configura como un ejercicio fundamental para el desarrollo de su
gestión, término que no quiere decir solamente aquello que se hace del cuerpo
para afuera, sino también, del cuerpo para adentro.
El mar de relaciones en el que se sumerge el actor de paz invita a
pensarlo como un sujeto esencialmente político, cualidad que compone una
voluntad de transformación social en el actor (Arias & Villota, 2007) con
posturas que además están soportadas sobre convicciones éticas y una
vinculación emocional con su gestión, articula a sus experiencias e iniciativas
los aprendizajes que se derivan de las relaciones que se establecen con el
otro. Así, las relaciones que se dan dentro de la gestión adquieren un carácter
formativo, resaltando el hecho que el actor reconoce de primera mano lo que
implica integrar a su iniciativa elementos que el otro propone y en virtud de
la confianza que ello le genere se articula o no con otras propuestas. De esta
manera, los actores fraguan el enfrentamiento de condiciones como el
fraccionamiento social y la difusión del poder mencionados por Lederach (2007)
como elementos característicos de las sociedades divididas que más dificultad
han tenido en la construcción de paz de sus territorios.
Es entonces el encuentro con el otro o mejor la otredad misma, un elemento en estrecha interacción
con la transformación de la identidad colectiva, toda vez que el actor no se
desboca a relacionarse de manera arbitraria, sino que todo su ejercicio de
acercamiento al otro, lo soporta un sentido político y emocional que funciona
como orientador de las relaciones que brotan en el proceso de gestión del
actor, tal como propone Gudiño (2011, p. 40) “ser con la otredad”, reconocerse
también como un otro y entender que una relación entre otredades presenta ante
todo una confrontación de posiciones políticas y emocionales, que de ser
mediada podría generar aprendizajes para las partes.
Son múltiples las acciones de resistencia civil no armada iniciadas por
la población general en pro de la transformación de territorios y la
construcción de paz, pero estas acciones de resistencia destinadas a defender
las comunidades de promotores de conflicto y desigualdad, no serían posibles
sin el trabajo colectivo y la vinculación de unos con otros (Mercado y
Hernández, 2010). Al interior del Colectivo Cosmogonía es posible identificar
este hecho en particular. Los actores que integran el colectivo se congregan
inicialmente porque sus creencias, valores e historia de vida, dialogan con los
principios y cualidades del grupo. Sin embargo, a medida que avanzan las
interacciones entre los unos y los otros, se empieza a construir un sentido de
pertenencia grupal. El colectivo, como resultado de un encuentro de
subjetividades con una forma propia de sentir y pensar, empieza a construir un
conjunto de atributos y propiedades que le permiten diferenciarse de otros, es
decir, inicia a estructurar una nueva identidad. En palabras de Roció, Álzate y
Sabucedo (2017) un “nosotros”, capaz de delimitar lo
propio de lo ajeno, es decir, una identidad compartida y aceptada por sus
integrantes, a partir de la cual se interactúa con otros grupos o individuos y
se empiezan a tejer redes de apoyo interno y externo al momento de
autogestionar aquellas acciones destinadas a la construcción de paz.
Así pues, la identidad colectiva del sujeto Cosmogonía parte de una
construcción subjetiva realizada por sus integrantes, producto de las
interacciones cotidianas que emergen dentro de un contexto histórico particular
a lo largo del tiempo. Según Mercado y Hernández (2010), en este proceso de
interacción los sujetos reelaboran constantemente los atributos y propiedades
del grupo, además, cada integrante se identifica y crea un sentido de
pertenencia mayor con el colectivo, en la medida en que encuentra en él: formas
y oportunidades de participación.
En lo enunciado por los integrantes del colectivo Cosmogonía es posible
identificar esta premisa, en sus discursos se observa como la identidad
colectiva está siendo repensada constantemente con el ir y venir de nuevos
integrantes, se habla entonces de una identidad abierta, fluctuante y en
constante transformación. Sin embargo, cuenta con ciertos pilares sobre los
cuales se reelaboran los nuevos atributos y propiedades, entre ellos, el uso de
herramientas mediadas por el arte y la palabra; además, el deseo efervescente
por mantener viva la memoria de su fundador y demás actores sociales abatidos
en el caminar constante hacia la construcción de paz.
Con relación a la oportunidad de participación, esta promueve
un vínculo psicológico sobre el cual se fortalecen los lazos al interior del
colectivo, permite que los sujetos se apropien de su territorio, interpreten la
realidad y la doten de sentido (Mercado y Hernández, 2010). Cada integrante al
concebirse como sujeto Cosmogonía adopta un conjunto de normas, valores y
creencias que determinan comportamientos específicos. En el momento en que
asumen dicha identidad colectiva como algo propio, esta se convierte en un
marco de percepción e interpretación de la realidad a través del cual van a
llevar a cabo las “prácticas colectivas” y el encuentro con otros.
Desde un enfoque sociológico la identidad colectiva es entendida como un
componente que articula y da consistencia a los movimientos sociales que llevan
a la acción comunitaria (Mercado y Hernández, 2010). En el desarrollo de dichos
movimientos los actores sociales experimentan un conjunto de emociones y
sentimientos a nivel individual y colectivo capaces de impulsar las acciones
autogestionadas o estancar y poner fin a las mismas. En el colectivo Cosmogonía
esta vivencia emocional juega un papel importante.
Las emociones y sentimientos al interior de las movilizaciones sociales
pueden llegar a concebirse como “un objeto de lucha política” capaz de promover
al interior de los grupos: desequilibrios u oportunidades. El agotamiento, la
desesperanza y los sentimientos de impotencia pueden llevar al fin de la
experiencia de lucha o se pueden convertir en un motor para continuar la
autogestión (Gravante y Poma, 2018). Así pues, cultivar las emociones, adecuada
y estratégicamente, se convierte en una de las principales responsabilidades
del colectivo al momento de mejorar las interacciones sociales, estas permiten
crear lazos afectivos entre los integrantes del colectivo y superar las
dificultades y problemáticas vividas a nivel individual y grupal. Es de tener
en cuenta que al interior de cada grupo hay emociones vividas con mayor fuerza,
por lo tanto, un adecuado manejo emocional es
necesario para la supervivencia del colectivo y sus
propuestas.
El colectivo Cosmogonía no teme nombrar cada una de estas emociones; el
agotamiento, los deseos de renuncia, crisis caracterizadas por una pérdida de
fuerzas y sentimientos de desesperanza han estado presentes en aquellos momentos
donde han contemplado la desintegración, sin embargo, la resistencia también se
hace contra dicho sentir, y la resistencia en este momento se apoya en el
compartir con otros, los lazos afectivos que tejen las redes de apoyo internas
y externas fortalecen la identidad colectiva y el sentido de pertenencia.
Compartir el sentir individual con otros, moviliza la dinámica grupal y teje un
espíritu de solidaridad, el cual, acompañado de la gratitud de la gente y los
cambios sutiles de su entorno, mantiene viva la esperanza, mantiene viva la
memoria.
La autogestión, según Gravante y Poma (2018), no es solo una práctica
que los caracteriza como colectivo, sino una estrategia, para combatir, entre
otras cosas: la impotencia, la rabia, el odio, el dolor, el miedo, el agobio y
la desesperanza; en un territorio como el colombiano, valdría la pena decir: la
muerte y la violencia que azota cada territorio.
Para Gravante y Poma (2018) la transformación de la impotencia en
resignación o pérdida de esperanza podría provocar agotamiento y hasta el
abandono del colectivo. Razón por la cual enumera una serie de elementos a
tener en cuenta para superar este hecho, es importante mantener relaciones y
redes dentro del grupo y con otros colectivos; identificar movimientos más
amplios en defensa del territorio que aporten a la propuesta del colectivo;
fomentar el cuidado mutuo entre los integrantes; Identificar los logros
colectivos y promover “momentos festivos” que permitan la evocación de alegría,
donde se encuentra felicidad en la experiencia de lucha compartida. En
definitiva, el colectivo Cosmogonía ha sabido poner en marcha cada uno de estos
elementos, implícita o explícitamente, razón por la cual han sabido mantenerse
en pie con el transcurrir de los años.
En relación a lo que el arte posibilita, se concibe como un inagotable
fondo documental, donde se expresan
componentes individuales, culturales e
históricos, su primordial herramienta es la inteligencia y la sensibilidad
(López, 2004). Más allá de una metodología de recuperación y acumulación de
archivos, el arte se presenta como el medio posibilitador:
Por tanto, partamos considerando al arte como un
acto-labor humano intencional, creador y transformador que puede servir como
instrumento potenciador para el cambio social. El arte se configura como un
acto que permite descubrir y entender la sociedad, el entorno y el yo (Antolínez, 2014, p. 82).
Es también una excusa para la congregación y el diálogo entre sentires,
se enriquece de los autores que participan y se ponen de manifiesto en el
escenario literario que posibilita Cosmogonía.
Hablar del arte como agente transformador implica asociarlo al cambio
social, al impacto político que estimula la denuncia, la ruptura y la
participación ciudadana, porque a partir de aquello que se crea y comparte
emergen nuevas historias, se revelan otros sentidos, a veces ocultos y
oprimidos, y con ello diversas formas de narrar y ser parte del territorio. Se
retomará como ejemplo, a Inty Maleywa,
mujer guerrillera oriunda de Medellín que perteneció a las líneas del FARC-EP,
en donde su participación en el proceso de paz estuvo acompañada por sus
ilustraciones en su obra Desterrando Memorias, el contenido de la obra es hacer
un recorrido histórico desde 1920, para dar cuenta de una versión de la
historia colombiana que se ha mantenido oculta y enmudecida y que al grupo
insurgente le interesa defender otorgándole voz. Ella refiere que en su obra
hubiera preferido pintar más flores con rojo en vez de sangre (Maleywa, 2017). El arte y la creación no es un elemento
pasivo, pues en este se ponen en movimiento elementos individuales y
contextuales, se tornan propias las ideas, y el material que se utiliza para la
creación, se acotan los dispositivos discursivos, entraña y, además, atraviesa
el cuerpo y resignifica vivencias.
Este ejercicio se puede concebir como la performance o el performance,
puesto que compromete cuerpo e incita a la acción, es un espacio donde salen a
luz nuevas manera de abanderar iniciativas que tejen paz, sociedad y memoria,
permite integrar y resignificar situaciones traumáticas, donde en vez de negar,
olvidar y mantener latente los momentos de violencia, se da paso al
reencuentro, personal y comunitario, con ello al control del cuerpo, la propia
voz e historia y de la vida (Gutiérrez,
2012, p. 94). Es decir, se interrumpe e
impacta en lo cotidiano, hay un compromiso con la historia personal para recaer
sobre el territorio.
Por último el agenciamiento, concepto desarrollado por Deleuze y
Guattari (1997), es una herramienta que moviliza significados o enunciados, es
entendida como la unidad mínima del lenguaje, se abre como un espacio neutro,
sin ideologías, absolutismo ni hegemonías, que permite construir con lo
heterogéneo, con las plurivocalidades, establece
nuevos puentes de comunicación entre las partes implicadas, siempre
conflictivas, para la mediación, el diálogo y la creación artística (Deleuze y
Guattari, 1997) al encontrarse en este espacio se construye de manera holística
presentando un abanico de posibilidades para la intervención y para entender lo
sociohistórico. Cosmogonía entendida
como un escenario que utiliza el agenciamiento permite el aflore de las
capacidades que residen en las personas y en los colectivos, en donde resaltan
la voz del joven, del poeta, del líder social, del artista, con el fin de
romper la monotonía de los discursos rígidos, homogéneos y opresores, que se
establecieron en el quehacer político y en el entorno que habitan y que los
habitan.
A modo de cierre
Pensar la gestión de la construcción de paz implica tener en cuenta los
siguientes elementos:
Nace de actores sociales que organizan un repertorio de acciones
fundamentadas en principios-valores, encaminadas a la generación de impacto
social o el cumplimiento de un objetivo centrado en la construcción de
ciudadanía. Estos actores tejen redes de apoyo que ayudan a sostener sus
procesos, no solo de una manera física sino también, de una manera
afectivo-emocional. Facilitar a la comunidad la oportunidad de narrarse desde
un lugar diferente al déficit y lo marginal, también es una apuesta por
garantizar derechos. El derecho a narrar sus territorios, al mismo tiempo
promueve la lectura y escritura, elementos esenciales para adquirir información
y participar de forma crítica-reflexiva en la construcción de paz.
El arte, como medio de transformación y re-creador
(dota de sentido) de la realidad, la memoria como una instancia que debe
mantenerse latente en la narración de la ciudad y sus habitantes; además, la capacidad de impulsar iniciativas independientes y
autogestionadas, son elementos movilizados por sujetos que intentan trascender en un ejercicio o acción político,
que rescata la emocionalidad de las historias que nacen y crecen todos los días
en la ciudad; desde Cosmogonía hay un énfasis especial en la voz juvenil,
inquieta, volátil, que trae una crítica y una renovación a las generaciones
anteriores. En este sentido, la construcción de paz encarna una necesidad
estética en su trabajo: un “querer ver lo bello”, es decir, al momento de
construir paz también opera un sentido de belleza donde se crean nuevos
repertorios estéticos que van más allá de nombrar el horror de la guerra,
también se busca plasmar las emociones de esperanza y lucha expresadas por las
comunidades, descubrir la belleza de lo cotidiano.
En definitiva, los actores gestionan paz desde sutiles iniciativas
colectivas. Por lo general, cada apuesta se construye a partir de la
configuración de colectivos que adquieren una identidad y un compromiso con la
elaboración de proyectos autogestionados y mantenidos de forma independiente a
través del trabajo en redes y el encuentro con otros. El arte en la mayoría de
los casos es la herramienta y el medio principal para promover la construcción
de paz y mantener en pie de lucha los procesos de resistencia civil no armada,
procesos en los cuales emerge una amalgama de emociones capaces de mantener e
impulsar las acciones colectivas o darlas por terminadas.
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[1] Dichos
actores, miembros actuales de la revista, serán referenciados a través de las
iniciales de sus nombres al final de los fragmentos citados extraídos de las
respectivas entrevistas, (C, P, C.R, y L), junto con la fecha correspondiente a
realización de la misma.