DOI: https://doi.org/10.15446/rcdg.v25n1.47029

Trayectorias de la producción familiar en las últimas décadas: una exploración de las transformaciones sociales agrarias en los márgenes de la región pampeana argentina

Trajetórias da produção familiar nas últimas décadas: uma exploração das transformações sociais agrárias nas margens da região pampiana argentina

Paths of family production over the past decades: an exploration of the socialagrarian transformations on the edges of the Argentine Pampas region

Natalia López-Castro*
Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires – Argentina

*Licenciada en Sociología de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Argentina; Magíster en Estudios Sociales Agrarios de la FLACSO (Argentina); Doctora en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Docente e investigadora en el Centro de Investigaciones sobre Economía y Sociedad en la Argentina Contemporánea (IESAC) de la Universidad Nacional de Quilmes Argentina). Actualmente en Becaria PosDoctoral del CONICET. Su línea de investigación actual está orientada a los sistemas productivos y modelos de desarrollo agrario en la región pampeana con énfasis en el SO de la provincia de Buenos Aires.
Dirección postal: Centro de Investigaciones sobre Economía y Sociedad en la Argentina Contemporánea, Universidad Nacional de Quilmes, Roque Sáenz Peña 352, Bernal, Buenos Aires. Argentina. CP: B1876BXD. Correo electrónico: nlopez@unq.edu.ar.

RECIBIDO: 4 DE NOVIEMBRE DE 2014. ACEPTADO: 2 DE MARZO DE 2015.
Artículo de investigación sobre las transformaciones sociales relacionadas con la profundización del carácter capitalista del agro pampeano argentino, abordadas desde los procesos de diferenciación social de la producción familiar en una zona relativamente marginal desde el punto de vista agropecuario —el sudoeste de la provincia de Buenos Aires— en las últimas tres décadas.

CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO: López-Castro, Natalia. 2016. “Trayectorias de la producción familiar en las últimas décadas: una exploración de las transformaciones sociales agrarias en los márgenes de la región pampeana argentina”. Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana de Geografía 25 (1): 25-44. DOI: 10.15446/rcdg.v25n1.47029.


Resumen
El artículo aborda las transformaciones sociales relacionadas con la profundización del capitalismo en el sector agropecuario pampeano argentino. Para esto, hace hincapié en los procesos de diferenciación social que se han presentado durante las últimas tres décadas en unidades productivas familiares de una zona relativamente marginal desde el punto de vista agropecuario —el sudoeste de la provincia de Buenos Aires (Argentina)—. Con una metodología exploratoria y cualitativa, se analizaron las estrategias y trayectorias de 30 familias productoras desde finales de la década de 1980 hasta la actualidad, con el objeto de explicar por qué, habiendo tenido un punto de partida común (en la década de 1980 todas eran unidades familiares), algunas continuaron trabajando bajo formas de organización familiar, otras adoptaron características empresariales y el resto debió abandonar la actividad.
Palabras clave: diferenciación social, unidades productivas familiares, sudoeste bonaerense, transformaciones agrarias.


Resumo
Este artigo aborda as transformações sociais relacionadas com o aprofundamento do capitalismo no setor agropecuário pampiano argentino. Para isso, enfatizam-se os processos de diferenciação social que têm sido apresentados durante as últimas três décadas em unidades produtivas familiares de uma região relativamente marginal do ponto de vista agropecuário —o sudoeste da província de Buenos Aires (Argentina)—. Com uma metodologia exploratória e qualitativa, analisaram-se as estratégias e trajetórias de trinta famílias produtoras desde o final da década de 1980 até a atualidade a fim de explicar por que, se tiveram um ponto de partida comum (na década de 1980 eram todas unidades familiares), algumas continuaram trabalhando sob formas de organização familiar, outras adotaram características empresariais e o restante teve que abandonar a atividade.
Palavras-chave: diferenciação social, unidades produtivas familiares, sudoeste bonaerense, transformações agrárias.


Abstract
The article deals with the social transformations related to the in-depth analysis of capitalism in the agricultural section of the Argentine Pampas. As such, emphasis is placed on the processes of social differentiation that has emerged over the past three decades in family productive units in a region relatively marginal from an agricultural perspective— the southeast of the Buenos Aires Province. Using an exploratory and qualitative methodology, the strategies and paths were analyzed of 30 productive families from the end of the 1980s to the present with the objective of explaining why, having had a common reference point (in the 1980s decade all were family units), some continued working as forms of an organized family, others adopted business-company characteristics, and the rest deserted the activity.
Keywords: social differentiation, family production units, southeast Buenos Aires, agricultural transformations, changes.


Introducción

Desde la década de 1970 el agro argentino ha sufrido importantes transformaciones, asociadas al avance de la lógica de los agronegocios y a un fuerte proceso de concentración y especialización de la matriz productiva y tecnológica agropecuaria (con particular incidencia de la ‘agriculturización’ y el cultivo de oleaginosas para exportación). Desde entonces han sucedido cambios tecnológicos y productivos en las estructuras institucionales y políticas (con un importante retroceso de la regulación estatal y el avance de una matriz mercado-céntrica), así como en la subjetividad de los actores económicos, que dificultaron la persistencia de muchos productores pequeños y medianos. Si bien este proceso ya comenzaba a evidenciarse en la década de 1960, fue a partir de la década de 1980 que se acentuó la desaparición de explotaciones agropecuarias en las cuales predominaba el trabajo familiar.

Así, el agro de la región pampeana fue adquiriendo características cada vez más cercanas al modelo ideal propuesto por Marx, debido al debilitamiento de las formas típicamente familiares de producción, la creciente importancia del rentismo y cuasi-rentismo y el avance, sobre todo, a partir de la década de 1990 de tipos capitalistas novedosos como los grandes contratistas tanteros, los contratistas de servicios y los poolsde siembra (Balsa 2006). De este modo, el afianzamiento de la lógica y las formas económicas capitalistas en el agro resulta innegable, lo que ha implicado la prevalencia de tendencias que han causado tensiones y llevado a la expulsión de buena parte de los actores sociales que habían constituido desde la década de 1960 el fundamento de la producción agropecuaria y del uso y ocupación del espacio pampeano. Pero ¿es posible decir que el proceso se ha dado de forma unívoca?

La complejidad de los procesos sociales que han tenido lugar en la región pampeana argentina renueva la necesidad de analizar su estructura social agraria en términos no lineales y atendiendo a las especificidades regionales (Murmis 1998). En esa línea, este artículo aborda los sucesos y las características del proceso de diferenciación social agraria en una zona de la pampa —el sudoeste bonaerense— que, por sus particularidades ambientales, es considerada relativamente marginal desde el punto de vista agropecuario (lo cual imprime rasgos productivos particulares) pero no se encuentra excluida del proceso general de cambio social, económico y productivo ocurrido desde la década de 1980. En ese contexto, se abordan las transformaciones sociales de las últimas décadas a través de la reconstrucción y el análisis de las estrategias y trayectorias de treinta familias, con el fin de identificar las claves para explicar por qué, habiendo tenido un punto de partida común (en la década de 1980 eran todas unidades familiares), algunas continuaron trabajando bajo formas de organización familiar, otras adoptaron características empresariales y otras más debieron abandonar la actividad.

Tomando como referencia empírica lo sucedido entre 1988 y 2012 en dos de los partidos que conforman la subregión sudoeste de la provincia de Buenos Aires: Adolfo Alsina y Puán, se aborda la cuestión de las transformaciones sociales en el agro en las últimas décadas y se propone una reflexión sobre las implicancias de esos procesos para pensar el modelo de desarrollo agrario.

Trayectorias de las unidades productivas familiares en la región pampeana durante el último cuarto del siglo XX

El avance de la globalización capitalista sobre el agro argentino parece cada vez más un proceso inexorable, especialmente en la región pampeana, pero, como señalara Murmis (1988), coexiste con otros movimientos vinculados con las capacidades diferenciales de adaptación a los cambios que presentan los actores sociales y con procesos constantes de diferenciación social. Si bien esa capacidad de adaptación se ve cada vez más tensionada y puesta en cuestión por los condicionamientos del agronegocio y su lógica (Cloquell 2013), la persistencia de unidades familiares y de empresas medianas de base e impronta familiar sigue siendo un rasgo presente en el agro pampeano.

Siguiendo esa línea, el estudio de la dinámica y las transformaciones sociales propuesto en este artículo centra su mirada en los actores y los procesos de diferenciación social, abordando la problemática en un espacio específico y tomando como punto de referencia del análisis lo ocurrido con la producción familiar. Para esto, se indaga en las trayectorias económicas y familiares conformadas por la articulación de estrategias motivadas por lógicas y racionalidades particulares, con el objeto de conocer el grado en que coexisten rasgos identificados tradicionalmente con la producción familiar y otros propios de la racionalidad económica capitalista, los recursos puestos en juego, así como los aspectos objetivos y subjetivos (culturales, de vínculo social) que configuran y moldean los cursos de acción y las perspectivas sobre lo deseable y lo posible.

Pensar el devenir del ámbito agrario y de sus actores desde las estrategias implica evitar abordajes deterministas (en cualquiera de los sentidos) y buscar espacios de análisis en donde los condicionamientos estructurales y las disposiciones subjetivas se encuentren en la construcción de prácticas sostenidas y articuladas en el mediano y largo plazo. Así, las trayectorias seguidas por diferentes actores sociales (ya sean considerados individual o grupalmente) pueden ser entendidas a partir de los sucesivos posicionamientos de los mismos dentro de un campo dado a lo largo del tiempo, aunque sería erróneo contemplar la noción de trayectoria como una mera sucesión de posiciones ocupadas durante el transcurso del tiempo por uno o más actores, sin considerar el contexto dinámico, los recursos que se ponen en juego y el modo en que esos elementos interactúan (Bourdieu 1997).

El punto de partida para estudiar las trayectorias está conformado por los actores involucrados, personas reales que hacen parte de una formación social. En este sentido, la acción económica no se da en un espacio abstracto sino que forma parte de un sistema social, histórica y socialmente definido. Los actores no son, entonces, construcciones ficticias, teóricas; por ello, para poder comprender los procesos socioeconómicos, se analizan sus puntos de vista, incluyendo su cultura y posicionamiento social, para dilucidar el modo en que ellos mismos explican sus acciones y definen la situación en que se encuentran.

Este modo de aproximación a las trayectorias resulta pertinente para la construcción de conocimiento sobre los procesos de diferenciación (o estratificación) social enmarcado en un interés más amplio por conocer los modos en que el capitalismo se instala definitivamente en el agro pampeano, los mecanismos de su recreación y adaptación constante y las morfologías sociales que acompañan esos procesos. En ese sentido, resulta nuevamente de particular interés el planteamiento de Murmis (1991) quien propone analizar los procesos de diferenciación en términos dinámicos, de descomposición ascendente y descendente. Esa es la perspectiva desde la cual se preconciben las trayectorias de los actores sociales agrarios en este artículo, pero por medio de la identificación de una variedad de caminos posibles (no solo dos), lo que constituye una hipótesis de trabajo para contrastar con la realidad.

Las formas familiares de producción en el agro pampeano

El agro pampeano, por sus rasgos peculiares de penetración temprana del capital y orientación al mercado (externo e interno), ha suscitado un debate intenso respecto de los sujetos característicos de su estructura social agraria. Si bien algunas investigaciones han resaltado la importancia, en términos de producción, de los grandes propietarios que algunos autores conceptualizan como “oligarquía” (Azcuy Ameghino 1995, 2007; Basualdo 1995; Basualdo y Khavisse 1993; Tenembaum 1946), en otros casos se ha hecho énfasis también en la relevancia de las pequeñas y medianas unidades con organización de la producción basada en la familia (Balsa 2006; Barsky y Gelman 2001; Cloquell et ál. 2007; Gras y Hernandez 2009). En este sentido, se ha dado cuenta del rol central que han ocupado las unidades familiares, no solo en términos de su peso en la estructura social, sino también por la importancia de su aporte al conjunto de la producción primaria pampeana.

Tanto en la conformación de la producción orientada al mercado externo a fines del siglo XIX como a lo largo del siglo XX, la producción familiar tuvo una marcada incidencia en el contexto agrario pampeano y mostró capacidad para conservar una relativa estabilidad como actor social relevante dentro del sector. Esto fue favorecido por la “flexibilidad” que demostraron los productores familiares para la incorporación de bienes de capital e innovaciones tecnológicas, por la organización de la mano de obra al interior de las unidades, por ciertas condiciones estructurales y por la intervención estatal (Balsa 2006, 2008; Gras 2010; Lattuada 1996). Una formulación alternativa de la oración: esto fue favorecido por la combinación de rasgos como la “flexibilidad” que demostraron los productores familiares para la incorporación de bienes de capital e innovaciones tecnológicas, la particular organización de la mano de obra al interior de las unidades, ciertas condiciones estructurales y la intervención estatal (Balsa 2008, 2012; Gonzalez 2005; Gras 2010).

Sin embargo, hacia la última parte del siglo XX esas condiciones que permitieron la estabilidad en el tiempo de las explotaciones familiares fueron modificándose, lo que dio lugar a un proceso en sentido inverso. La concentración de la producción, los cambios en el modelo productivo (aumento de escala y mayores requerimientos de capital, por ejemplo) y el avance de formas empresariales fueron factores que implicaron la disminución de las unidades organizadas en torno al trabajo familiar y de aquellas de menor escala, como también el incremento de las unidades unipersonales. Esas transformaciones, y especialmente el debilitamiento de las explotaciones familiares, habían comenzado a evidenciarse ya en la década de 1960, pero se acentuaron en las últimas tres décadas, lo que configuró una nueva morfología para la estructura agraria pampeana a partir de la desaparición de una importante cantidad de explotaciones agropecuarias (en las cuales predominaba el trabajo familiar), la disminución de su importancia dentro del total de la producción agraria y la creciente pérdida de recursos con que cuentan para sostenerse (Azcuy Ameghino y Martínez Dougnac 2011; De Nicola 2006). Las presiones sobre los productores familiares se multiplicaron al provenir tanto del ámbito productivo —por los mayores requerimientos de capital y de gestión para llevar adelante una operación eficiente— como familiar —por el incremento de los niveles de consumo y la necesidad de recursos para garantizar grados más altos de educación para los hijos— (Balsa 2006).

De este modo, diversos estudios han señalado la importancia de las formas familiares en la producción agraria pampeana hasta la década de 1970, hecho que le imprimía características particulares en cuanto a las formas de organización del trabajo, de racionalidad y modos de vida. También se ha resaltado cómo ese escenario se fue modificando en las últimas décadas, dando lugar a otras formas de producción y actores sociales agrarios.

En general, ese proceso de transformación implicó que familias y unidades productivas con orígenes similares delinearan trayectorias disímiles, marcadas por las posibilidades y capacidades para adaptarse al cambio. Esto condujo a que algunos perfiles se dinamizaran mientras otros se debilitaron, en algunos casos hasta el punto de la expulsión o salida de la actividad (Gras 2006; Gras y Hernández 2008). Así, ante un panorama de creciente presión, las familias productoras optaron por diferentes estrategias que terminaron en caminos y desenlaces divergentes.

A través del rastreo en literatura especializada, se identificaron tres trayectorias principales que fueron tomadas como marco de referencia para orientar la investigación: las asociadas a la persistencia de las formas de producción más típicamente familiares (Balsa 2008; Craviotti 2001, 2005; González 2005; Gras 2004, 2008; Neiman, Bardomás y Jiménez 2001; Preda 2006; Tsakoumagkos, Buiani y González 2007 —por nombrar algunos trabajos—), aquellas que dan cuenta de un cambio hacia formas de organización empresarial (Balsa 2006; Gras 2008; Hernández 2009) y las que resultaron en el abandono, total o parcial, de la actividad agropecuaria por parte de las familias (Balsa 2006; Balsa y López-Castro 2011b; Craviotti y Gras 2006).

Con ese enfoque, y teniendo en cuenta los rasgos identificados en la bibliografía como constitutivos de las estrategias y situaciones resultantes en cada caso, se indagó en las trayectorias de las familias productoras de los partidos de Puán y Adolfo Alsina, al sudoeste bonaerense, explorando sus implicancias a nivel productivo y familiar así como las tensiones introducidas por los procesos de cambio, teniendo en cuenta que los cursos de acción pueden a un tiempo fortalecer o debilitar los ejes fundamentales sobre los que se basa la producción familiar.

Así, por ejemplo, se analizaron, para los casos de persistencia, la incidencia de la flexibilidad en el manejo de la fuerza de trabajo y de las decisiones en torno al consumo-inversión (por la coincidencia entre unidad doméstica y productiva), la coincidencia del trabajo manual e intelectual en un mismo grupo de personas y la ausencia de requerimiento estructural de ganancia media (De Nicola 2006; Friedmann 1978; Van Der Ploeg 1992); además, la influencia de aspectos culturales y subjetivos como la pervivencia de pautas campesinas, racionalidades peculiares y el compromiso familiar (Balsa 2008).

Respecto de las trayectorias de las unidades productivas que adquirieron características empresariales, se tomaron en cuenta los mecanismos de incorporación de mano de obra asalariada, los cambios en los perfiles laborales, la incidencia de la tercerización de labores, la incorporación de saberes expertos (contrapuestos a los tradicionales), el avance de una lógica de mercado en el modo en que se organiza y se piensa la actividad (Gras 2008; Hernández 2009) y los cambios en los patrones de residencia y de consumo junto con su influencia sobre la racionalidad e identidad de las familias productoras, en términos de lo que Balsa (2006) denomina “aburguesamiento chacarero”.

Por último, con relación a las trayectorias de abandono de la actividad se consideró la influencia de factores como la fragilidad financiera, los problemas climáticos, el recambio generacional y los términos de competencia impuestos por el modelo productivo dominante, así como el modo en que las condiciones estructurales previas condicionaron las opciones hacia el rentismo puro o el cuasi-rentismo (Balsa y López-Castro 2011b; Craviotti y Gras 2006).

Perspectiva de abordaje y metodología de trabajo

El objetivo de analizar, desde una perspectiva comprehensiva, los cambios ocurridos en el agro del sudoeste bonaerense desde la década de 1980, haciendo especial énfasis en las estrategias desplegadas por la producción familiar, hace pertinente un enfoque metodológico esencialmente cualitativo y una lógica de investigación flexible.

Este abordaje busca reconstruir aspectos relevantes de la realidad social en el proceso de investigación, tomando en cuenta las determinaciones estructurales, las relaciones de poder, la capacidad de acción de los sujetos y sus peculiaridades subjetivas y culturales. Esto requiere un ejercicio de desnaturalización de lo social (Vasilachis de Gialdino 2009), que permita vislumbrar su complejidad y las múltiples intersecciones entre la experiencia individual (biografía) y los procesos estructurales, generales (historia) (Bertuax [1980] 1999; Wright Mills [1964] 1994), reconociendo el carácter situado espacial y temporalmente de los fenómenos y del propio proceso de investigación.

El trabajo se concentra en el análisis de un número acotado de casos con el fin de ganar en profundidad analítica en torno a los modos que adopta el proceso de concentración capitalista y su reflejo en las trayectorias de los actores sociales, sin intención de realizar generalizaciones estadísticas sino analíticas (Yin 1984).

La muestra con que se trabajó, fue, de acuerdo con este marco de referencia, construida intencionalmente. Para ello, se identificaron unidades productivas que presentaran, para finales de la década de 1980, características que permitieran escribirlas como ‘unidades productivas familiares’ y que, entre 1988 y 2012, hubieran seguido alguna de las siguientes trayectorias: a) se hubieran mantenido en la actividad conservando su carácter familiar; b) hubieran convertido su perfil y adoptado características empresariales; o c) se hubieran retirado de la actividad (por venta, conversión al rentismo u otras opciones). Por unidades familiares se entendieron aquellas en donde el trabajo manual directo y de gestión estuvieran principalmente en manos de la familia, bajo la forma de equipos de trabajo (Balsa y López-Castro 2011a).

La construcción de la muestra se realizó en varias etapas. En principio, se recurrió a informantes calificados (extensionistas de Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria —en adelante, INTA—, asesores técnicos privados y de cooperativas, y productores de la zona), a quienes se solicitó la identificación de casos de familias productoras que hubieran seguido diferentes trayectorias en el periodo bajo estudio, para establecer un primer listado de posibles casos. Se comenzó el trabajo de campo y la muestra siguió construyéndose y reformulándose reemplazando aquellos casos donde las familias no tenían interés o tiempo para participar de la investigación e incluyendo casos por sugerencia de las familias entrevistadas (técnica de bola de nieve) que, por lo general, no habían sido incluidos en el listado original.

La muestra finalmente se compuso de 30 casos: 11 que siguieron trayectorias de persistencia, 12 que abandonaron la actividad y 7 que adquirieron características empresariales. Así, se construyó una muestra que, sin pretender ser representativa del peso cuantitativo de cada trayectoria en el espacio bajo estudio, permitió el análisis exploratorio de las trayectorias de la producción familiar de Puán y Adolfo Alsina.

Como herramientas para la construcción de datos se utilizaron entrevistas abiertas. Así, dentro de las técnicas propias del “método biográfico” (Sautu 1999), se recurrió a los relatos de vida, que se definen como narraciones biográficas acotadas al objeto de estudio del investigador, aunque puedan incluir algunos aspectos más amplios de la experiencia de vida de las personas entrevistadas (Kornblit 2004).

El trabajo de campo, realizado en diferentes etapas entre 2007 y 2012, incluyó también entrevistas a representantes de empresas agropecuarias, cooperativas agropecuarias e informantes calificados (asesores privados, públicos y referentes de organismos públicos). Incorporando otro tipo de técnicas, se realizaron dos observaciones no participantes en charlas técnicas, sumándose también una importante cantidad de conversaciones e intercambios informales.

Delimitación espacio-temporal

El sudoeste de la provincia de Buenos Aires, región en la que se centra el trabajo, se caracteriza por una gran heterogeneidad de aptitudes agroecológicas que está relacionada con la variabilidad de los tipos de suelo, los niveles de precipitaciones y la incidencia de los vientos que, desde el punto de vista ambiental, condicionan las posibilidades productivas e imponen niveles de incertidumbre y riesgo mayores a los que se registran en las zonas más favorecidas de la llanura pampeana.

De los ocho partidos que conforman la subregión, y a fin de recortar el área de estudio, se seleccionaron dos: Adolfo Alsina y Puán, cuya ubicación geográfica se señala en la figura 1. La elección de estos dos partidos se debió a que además de compartir condiciones agroecológicas son contiguos, lo que facilitó el trabajo de campo. Asimismo, una parte importante de la dinámica económica de los distritos se explica por la importancia que posee en su estructura la actividad agropecuaria. Según los datos del Ministerio de Economía de la provincia de Buenos Aires, la agricultura y la ganadería representaban, para 2003, entre el 43% (Puán) y el 53% (Adolfo Alsina) de la estructura económica de los municipios, medida en términos de valor agregado bruto, mientras que la importancia de la industria manufacturera no superaba el 4% en ninguno de los distritos (DEE y PBA 2007).

El recorte temporal, por su parte, se estableció entre 1988 y la actualidad para poder dar cuenta de los procesos del mediano plazo. De este modo, fue posible analizar lo sucedido con la producción familiar en un periodo marcado por cambios significativos en la matriz socioproductiva agropecuaria pampeana.

Breve caracterización de los partidos bajo estudio

En este apartado se plantearán brevemente algunos rasgos fundamentales de la zona bajo estudio para dar cuenta de los rasgos peculiares del contexto en que se desenvolvieron las familias productoras que participaron de la investigación.

A causa de los condicionamientos climáticos y edáficos, a lo largo del siglo XX predominaron en el sudoeste bonaerense los sistemas productivos mixtos, con un peso importante, hasta la década de 1950, de la ganadería ovina, que a partir de la década de 1960 fue reemplazada paulatinamente por la cría y recría de vacunos (y algunos sistemas de invernada y ciclo completo). La agricultura de la zona estuvo centrada principalmente en el trigo, mientras el girasol presentó una incidencia relativa en las zonas más húmedas de la región.

El sistema de producción actual en los partidos de Adolfo Alsina y Puán continua siendo esencialmente mixto, basado en una ganadería vacuna que se orienta desde la cría hasta la invernada, según las zonas. La aptitud de los suelos del área ha sido definida como “ganaderoagrícola” y “agrícola-ganadera”, siempre en rotación: el 58% de los suelos posee aptitud ganadero-agrícola, es decir, que admite una rotación con una fase agrícola relativamente corta luego de un periodo prolongado con pasturas perennes; el 28% tiene aptitud agrícola-ganadera y el 14 % restante tiene aptitud exclusivamente ganadera (Lorda et ál. 2002).

En lo que refiere a los rasgos socioproductivos, la estructura social agraria de la zona se ha caracterizado históricamente por la relevancia de las unidades familiares. Estudios sobre la región (Bardomás 1994; Carrizo et ál. 1998: Enrique et ál. 1998; INTA–EEA Bordenave 1985) indican que para la década de 1980 y buena parte de la década de 1990, la estructura social agraria mostraba un predominio de unidades productivas medianas y pequeñas, a causa de los asentamientos de tipo colonia que poblaron la zona y la fragmentación de tierras de propiedad del ferrocarril y de grandes estancias.

Particularmente para los dos partidos estudiados esta característica resulta visible al analizar la distribución de explotaciones agropecuarias —en adelante, EAPs— de acuerdo a la superficie que ocupaban en los Censos Nacionales Agropecuarios de 1988 y 2002.

Las explotaciones con superficies de hasta 500 ha —que suelen identificarse con los estratos de pequeños y medianos productores en la zona sudoeste de la provincia de Buenos Aires, y en los que históricamente han predominado las unidades familiares— representaban para los partidos de Puán y Adolfo Alsina, en 1988, aproximadamente el 75% del total de explotaciones y cubrían entre el 34% y el 40% de la superficie total, mientras que en 2002 eran entre el 64% y el 68% de las explotaciones y ocupaban el 26% de la superficie (INDEC 1988, 2002).

En toda la región pampeana el periodo transcurrido entre los censos agropecuarios de 1988 y 2002 estuvo signado por una caída notable en el número de EAPs (alrededor del 25%), fenómeno que afectó especialmente a las unidades de hasta 500 ha (muchas de ellas presumiblemente familiares). En Puán y Adolfo Alsina las estadísticas también dan cuenta del retroceso de las unidades pequeñas y medianas, evidenciado tanto por la disminución de la cantidad de unidades de hasta 500 ha y el aumento del estrato siguiente, como por la variación en términos de superficie ocupada, tal como se ilustra en las tablas 1 y 2.

De acuerdo con lo anterior, es posible visualizar que se ha registrado en la zona un proceso de concentración de la tierra y la expulsión de gran cantidad de productores de la actividad. En este sentido, el sudoeste semiárido no escapó a las tendencias generales que marcan la evolución agropecuaria pampeana reciente. Teniendo en cuenta que los datos con que se contó datan de una década atrás y que los procesos de transformación en el agro se aceleraron significativamente en el periodo posterior a la devaluación de 2002, es plausible suponer que la morfología de las estructuras sociales agrarias haya sufrido significativas modificaciones.

En ese escenario, de profundos cambios y condiciones agroecológicas relativamente marginales, desplegaron sus estrategias y delinearon sus trayectorias el grupo de 30 familias que se analizan en este artículo. Aunque no se ha puesto especial énfasis en identificar el modo en que las familias enfrentaron los condicionamientos ambientales, la especificidad del entorno resulta un factor relevante a tener en cuenta al analizar los modos en que las familias organizaron sus esquemas productivos y conformaron estrategias que condujeron, en el transcurso de los últimos veinticinco años, a que algunas siguieran produciendo bajo formas de organización familiar, otras adquirieran características empresariales y otras debieran abandonar la actividad.

Las trayectorias de la producción familiar en perspectiva comparada: factores estructurales y subjetivo-culturales en las dinámicas sociales agrarias

En este apartado se sintetiza la evolución de una serie de factores estructurales y subjetivo-culturales que se identificaron como relevantes para analizar los procesos de transformación social en el agro, a través de la reconstrucción y análisis de los recorridos de los actores sociales. Presentar los resultados en torno a estos ejes permite exponer con mayor claridad el modo en que esos elementos incidieron en las trayectorias y sus implicaciones para el proceso de diferenciación social. En primer lugar, se presentan aspectos estructurales vinculados a los tres factores productivos clásicos: trabajo, tierra y capital; y luego se avanza en el análisis de componentes subjetivos y culturales.

Organización social del trabajo: equipos de trabajo familiar y trabajo asalariado

La definición de perfiles sociales vinculados a la dinámica de diferenciación social agraria se relaciona, desde la perspectiva analítica de esta investigación, con los cambios en la organización social del trabajo. Por ello, se describe lo ocurrido con los equipos de trabajo y la incorporación de mano de obra en las tres trayectorias analizadas, identificando el modo en que las transformaciones, en esa esfera, imprimen rasgos diferenciales a las unidades productivas.

Respecto de las trayectorias de persistencia de las 11 familias analizadas es posible afirmar, en una muy apretada síntesis, que se vincularon especialmente con el despliegue de esquemas diversificados (tanto productivos como de captación de ingresos) y la profundización del carácter familiar de las unidades, así como por el uso más intenso de la mano de obra familiar, lo que requirió un alto grado de compromiso de los miembros de la familia con el proyecto común.

Los equipos de trabajo de esas unidades se organizaron con base en un número menor de integrantes que en otras épocas (debido a la nuclearización de los grupos domésticos). Además, las relaciones intergeneracionales y de género se democratizaron y propiciaron una mayor participación de los hijos y las mujeres en la organización y dirección de las unidades productivas. En ese sentido, las familias encontraron mecanismos para incluir a, por lo menos, algunos de los integrantes de la familia en el trabajo de la explotación, hecho que evidenció una importante disposición al sobre-esfuerzo y flexibilidad para articular perfiles laborales más tradicionales (centrados en lo productivo, en lo agrícola-ganadero) con otros más propios de esta última etapa del capitalismo agrario, vinculados a la gestión y manejo de las explotaciones (ámbitos en los cuales las mujeres de las familias jugaron un papel fundamental).

La lógica de estos rasgos novedosos, respecto de cómo solían organizarse las unidades domésticas, le exigieron a la dinámica de las familias productoras articular estrategias económicas y productivas que aseguraron su continuidad en la actividad agropecuaria. Procuraron puestos de trabajo para los integrantes de la familia (ya fuera dentro o fuera de las explotaciones) y fortalecieron aspectos subjetivos, vinculados al compromiso con el proyecto común, que permitieron sobrellevar la mayor carga de trabajo (en términos del aumento de la cantidad de horas de trabajo y del número de tareas a desempeñar), asociada al sostenimiento de esquemas diversificados de producción y captación de ingresos. Así, lo analizado para los casos de las familias productoras persistentes de los partidos de Puán y Adolfo Alsina permite señalar que fue su carácter familiar renovado lo que aseguró, en buena medida, la capacidad de sostener y mejorar la situación económica que mantuvieron durante las últimas décadas, a pesar del contexto crecientemente hostil en que se desenvolvieron.

En cuanto a las 7 unidades que adquirieron a lo largo del periodo bajo estudio, como rasgos empresariales estas mostraron una capacidad de crecimiento y acumulación que las posicionó de mejor manera en la actividad y en su nivel de vida. Sus estrategias se configuraron también con base en procesos de diversificación productiva y económica, pero con una base de recursos más amplia y una mayor propensión a la toma de riesgos, que además, estuvieron acompañadas por cambios en los perfiles laborales y la organización de la mano de obra.

Los equipos de trabajo familiar, en estos casos, se desarticularon por la desvinculación de las mujeres y algunos de los hijos de las explotaciones. Este alejamiento se debió tanto a la búsqueda de ocupaciones por fuera de la actividad agropecuaria (que en ocasiones funcionó regulando la cantidad de hijos vinculados a la explotación) como a las dinámicas familiares, marcadas también, en algunos casos, por la residencia urbana, lo que alejó a las mujeres del trabajo directo (manual e intelectual) en las unidades productivas. En este sentido, se evidenció un movimiento respecto del papel de las mujeres en el manejo cotidiano de las explotaciones, pero una mayor intervención en las tomas de decisión más importantes.

De todos modos, esto no implicó una desvinculación completa de todos los miembros de la familia del funcionamiento de las explotaciones. Al frente de las empresas se encuentran, por lo general, padres e hijos, u otros parientes asociados, que coordinan la actividad de un número pequeño de asalariados (salvo el emprendimiento agroindustrial, la cantidad de asalariados no supera los cinco), por lo que tampoco es posible identificar a estas firmas como típicamente capitalistas, aunque hayan adquirido rasgos organizativos y lógicas que las acercan mucho a esa forma de producción. Esto implicó, por su parte, una serie de cambios en los perfiles laborales de los productores, ya que el aporte de los titulares de las explotaciones se vinculó, cada vez menos, con el trabajo físico directo y se concentró principalmente en la gestión y la administración.

Por último, el análisis de las trayectorias de las 12 familias que abandonaron (total o parcialmente) la actividad mostró que los altos niveles de endeudamiento, la ausencia de recambio generacional y las dificultades para sostener la actividad, al tratar de emular los términos de competencia planteados por el modelo dominante, fueron los principales factores que determinaron la decisión de retirarse de la producción.

Las familias que abandonaron la actividad desarticularon, en general, los equipos de trabajo de manera deliberada, tratando de salvar a sus hijos e hijas de la incertidumbre económica que marcó grandes periodos de su experiencia como productores agropecuarios. En ese sentido, incentivaron la inserción laboral de los hijos en ámbitos desvinculados de lo agrario, así fueron minando la posibilidad de sostener un equipo de trabajo con proyección en el tiempo. En general, cuando la mujer y, sobre todo, los hijos buscaron proyectos desvinculados de la explotación —ya fuera por gusto o por influencia de los mayores— la reproducción intergeneracional y, muchas veces, la capacidad de sobrevivencia de las unidades productivas se vio limitada. Por ello, muchos de los exproductores entrevistados trabajaron solos hasta edad avanzada e incorporaron ayuda asalariada eventual, para cubrir demandas puntuales, hasta que, por la combinación de diversos motivos, decidieron retirarse.

Superficie operada y estrategias de expansión

Desde una perspectiva estructural resulta insoslayable analizar la evolución del factor tierra en el devenir de las unidades productivas analizadas. La extensión de la superficie operada y la estrategia económica de aumentar la escala, a partir de la expansión de las tierras trabajadas, aparecen como factores de relevancia en todas las trayectorias pero con implicaciones diferentes.

Las familias que adoptaron características empresariales incrementaron, a lo largo del periodo bajo estudio, la superficie operada a través del arrendamiento, lo que parece explicar, en parte, su expansión en términos económicos. En general, optaron por invertir en maquinaria y mejoramiento de los sistemas de manejo productivo y no en la compra de tierras. Trabajar explotaciones resultantes de la combinación de tierras arrendadas y propias fue descrita como una práctica habitual a la que habían recurrido frecuentemente en el pasado y había ido ganando importancia durante las décadas de 1980 y 1990, pero sin alcanzar la relevancia ni la continuidad que señalaron para la actualidad. En ese sentido, constituye una característica distintiva de sus trayectorias de diferenciación social ascendente, más allá de las dificultades propiciadas por los cambios en el mercado de tierras a lo largo de los años (sobre todo el incremento constante de los precios de la tierra y la creciente competencia por el recurso) y la capacidad de negociación de las empresas en ese contexto.

La mayor importancia relativa de las tierras arrendadas sobre el total de la superficie operada puede vincularse con diversos elementos: cierta propensión a la toma de riesgo por parte de estos operadores, las dificultades con que se enfrentaron para acceder a la compra de tierra (por la escasa oferta crediticia o la especulación inmobiliaria que ha presionado los precios de la tierra a la alza en los últimos años) y cierto alineamiento con parte de las premisas del modelo de agronegocios, que propone la gestión de la tierra en vez de su posesión como eje organizador de la actividad agropecuaria. De todos modos, cabe destacar que no se encontraron desplazamientos subjetivos tan significativos como los que describe Hernández (2009) para el agro pampeano sojero.

Las unidades familiares, por su parte, aunque recurrieron en varios momentos a la expansión de las superficies operadas arrendando, en términos generales, no mostraron una tendencia clara en este aspecto, ya que la mitad de los casos aumentó la superficie mientras la otra disminuyó el tamaño de las explotaciones bajo su control. Por ello, se planteó la necesidad de indagar en otros aspectos de las trayectorias que permitieron proveer mejores herramientas para explicar su persistencia.

Quienes debieron abandonar la producción, por último, se endeudaron en muchos de los casos buscando expandir la superficie propia o incrementar la escala de sus actividades, decisión que en muchos casos fue definitoria para su salida de la actividad.

De hecho, gran parte del endeudamiento de las familias productoras, independientemente de las trayectorias que siguieran luego, se relacionó con el intento de expansión territorial de sus explotaciones. Pero mientras unas pudieron mantener cierto nivel de rentabilidad y tuvieron la disposición a seguir trabajando aunque estuvieran muy endeudadas (como en el caso de muchas unidades empresariales familiares y algunas de las familias productoras), para otras se configuró una situación de vulnerabilidad que ponía en riesgo la propiedad de la tierra familiar (cuando algunas de las familias entrevistadas ya habían tenido que deshacerse de parte de sus explotaciones), por lo que decidieron concentrar su actividad en los lotes propios o retirarse de la producción, pero manteniendo sus lotes en propiedad como estrategia para resguardar el patrimonio (económico y simbólico) de la familia. Así, en la forma en que manejaron el recurso tierra entraron en juego diversos aspectos culturales y subjetivos, además de los estrictamente económico-financieros.

En síntesis, si bien no puede establecerse una relación lineal entre expansión territorial y diferenciación social ascendente, resulta significativo que todas las empresas que siguieron ese camino hayan incrementado la superficie trabajada. De todos modos, esa práctica no resulta suficiente para explicar la trayectoria, ya que la posibilidad de expansión se vincula a otros factores tales como la disponibilidad de recursos o la acumulación previa, la disposición a la toma de riesgo y el tipo de objetivos contemplados al tomar las decisiones económicas.

Capitalización y tipos de tecnología

En cuanto al tipo de tecnología utilizada y la incorporación de capital, fue posible identificar algunas diferencias entre los modos de manejo de las familias productoras y las unidades empresariales familiares, pero no como situaciones completamente distintivas. En lo referente a la incorporación de maquinaria, las unidades familiares persistentes se capitalizaron comprando, salvo unas pocas excepciones, unidades usadas que les permitieron realizar gran parte de las tareas con herramientas propias y destinar menos recursos a la externalización de labores, aunque hayan recurrido a contratistas para cubrir algunos tramos puntuales del proceso productivo, como la cosecha y la aplicación de agroquímicos. Esa capitalización, casi en los ‘márgenes’ del modelo, permitió a estas familias procurarse herramientas suficientes para poder continuar produciendo, crecer en algunos casos y dar trabajo a parte de la familia sin incurrir en inversiones demasiado riesgosas para el sostenimiento de las EAPs.

En las explotaciones empresariales, por su parte, la capitalización se vinculó, en mayor medida, con la adquisición de maquinarias nuevas y de tecnología mucho más moderna, aunque sin llegar a las más novedosas, como las de agricultura de precisión. Es decir, en estas unidades se advierte una disponibilidad de recursos más importante y también una mayor predisposición a incorporar elementos de los paquetes tecnológicos cerrados que propone el modelo agrario actual. Al igual que las unidades familiares, los productores empresariales buscaron disminuir, en mayor medida, su dependencia respecto de la contratación de labores e incorporaron maquinarias que les permitieran tener control sobre los procesos de producción y expandir la superficie operada sin tener que subordinar sus decisiones a la disponibilidad de servicios de terceros.

En cuanto a los tipos de tecnología utilizada, las unidades familiares recurrieron, en general, a tecnologías de procesos mientras que las empresas han utilizado más tecnologías de insumos. De todos modos, e independientemente del tipo de tecnología que utilizaran más habitualmente, en ambos casos combinaron formas de manejo como mecanismo para afrontar los condicionamientos ambientales. En todos los productores entrevistados existe una especie de sentido común respecto del manejo del riesgo climático, forjado a partir de la experiencia de generaciones en la actividad agropecuaria en la zona, que ha determinado la existencia de miramientos respecto de la adopción descontextualizada de los paquetes tecnológicos que son promocionados desde la industria y el agronegocio.

En los casos de las familias que abandonaron la producción, esa decisión estuvo marcada, en diferentes medidas, por las dificultades para adecuarse a las exigencias de capitalización del modelo actual. Algunas de ellas llegaron a incorporar en sus explotaciones sistemas de siembra directa y de manejo ganadero más intensivo, pero, en general, los costos de implementación de las técnicas más modernas limitaron su incursión en esquemas tecnológicos novedosos, lo que constituyó una barrera económica (pero tal vez también psicológica, por el sentimiento de inadecuación a un modelo deseable de productor moderno) para su continuidad en la actividad como productores directos.

Esquemas productivos y estrategias de captación de ingresos

Los modos en que las familias organizaron sus esquemas productivos y las estrategias de captación de ingresos constituyen dos de los aspectos fundamentales en la conformación de las trayectorias, con especial importancia en el despliegue de estrategias de diversificación productiva y de las fuentes de ingresos.

En cuanto a la diversificación productiva, si bien la variabilidad en el tipo de suelos y la vulnerabilidad climática que caracterizan la zona subhúmeda del sudoeste bonaerense aumentan el riesgo que implica centrar la actividad en un solo producto, el sostenimiento de este tipo de esquemas diversificados no deja de resultar llamativo en medio de una tendencia generalizada hacia la especialización productiva (centrada en el monocultivo de oleaginosas), que se ha registrado en el sector agropecuario argentino, incluso en regiones que no eran consideradas viables para la producción agrícola.

Tanto para las familias productoras como para las empresas de origen familiar, producir diferentes cultivos, tipos y categorías de ganado resultó fundamental para el sostenimiento o expansión de las explotaciones. Las empresas familiares mostraron un mayor sesgo agrícola, matizando el grado de diversificación de actividades pero sosteniendo la estrategia a través de la inclusión de rotaciones con mayor cantidad de cultivos. Las explotaciones familiares, por su parte, mostraron una orientación más ganadera, vinculada a una menor propensión a la toma de riesgos. En ambos casos, además, incorporaron algunas actividades más intensivas como la producción lechera, pero con diferentes escalas y proyecciones.

Entre las familias que abandonaron la actividad, los esquemas productivos que desarrollaban antes de decidir el retiro parecen haber tenido un carácter menos diversificado —aunque todos fueran mixtos— pero su opción por el retiro de la producción pareció más vinculada a factores diferentes a aquellos relacionados con la configuración de sus sistemas productivos.

De otra parte, la diversificación de las fuentes de ingresos familiares constituyó, a diferencia de la diversificación productiva, un aspecto más novedoso dentro de las estrategias de las familias entrevistadas y mostró ser relevante en las diferentes trayectorias, aunque con especificidades en cada una.

Entre las familias productoras persistentes, la pluriactividad o pluri-inserción (Cucullu y Murmis 2003) de sus integrantes apareció relacionada con la necesidad de generar respuestas ante un contexto adverso en el que la producción agropecuaria, aún diversificada, no resultaba suficiente para cubrir las necesidades familiares (en un sentido amplio) y sostener al mismo tiempo la actividad en las explotaciones. La inclusión de actividades extraprediales también se dio vinculada a la búsqueda de experiencias laborales propias, de proyectos personales, que no resultaron contradictorias y se articularon con los proyectos familiares. Si bien entre las familias productoras pluriactivas las explotaciones siguieron siendo importantes como ingreso, como proyecto o ambas cosas a la vez, en prácticamente todos casos las tareas extraprediales implicaron un desplazamiento de la actividad agropecuaria, lo que significó que debieran resignar algunos rasgos de su identidad como productores, con el fin de resguardar el proyecto y el patrimonio familiar.

En las explotaciones empresariales familiares la diversificación de las fuentes de ingresos también tuvo relevancia, ya que a partir de la ocupación extrapredial de uno o varios de sus integrantes, las familias contaron con mayores recursos para potenciar sus actividades o expandir la superficie propia. En estos casos, los hijos buscaron acumular recursos propios y adquirir experiencia laboral independiente de la explotación (pero dentro del sector agropecuario) en tanto las unidades productivas eran reorganizadas, como paso previo al recambio generacional. Así, se logró también armonizar las aspiraciones individuales con el proyecto colectivo.

En el caso de las familias que se retiraron de la actividad, la mayoría no desarrolló, —mientras se dedicaron a la producción agropecuaria— estrategias pluriactivas pero, en los casos en que las incluyeron, la ocupación extrapredial fue de gran importancia para el sostenimiento de las explotaciones y la satisfacción de las necesidades cotidianas de las familias. El aporte de los ingresos extraprediales de esas familias no logró compensar, sin embargo, las situaciones de endeudamiento severo que definieron su salida de la actividad. Además, no puede descartarse que la inclusión de trabajos asalariados en las estrategias de estas familias no haya sido funcional, en alguna medida, a su retiro de la actividad, teniendo en cuenta el campo de posibilidades de inserción urbana más o menos integrada que brindaron a algunos de los miembros de las familias.

La diversificación de las ocupaciones y las fuentes de ingresos de las familias puede reforzar o debilitar el sostenimiento de los proyectos familiares y los equipos de trabajo. Que suceda una u otra cosa depende estrechamente del modo en que los miembros de las familias trazan sus trayectorias laborales y el grado en que las experiencias fuera del ámbito de las explotaciones proponen horizontes más deseables que los vinculados con la actividad agropecuaria.

Entre las unidades familiares persistentes y las devenidas en empresariales las ocupaciones fuera de los predios se conjugaron con los proyectos familiares, o bien reforzaron o no afectaron a los equipos de trabajo. Un ejemplo del efecto fortalecedor apareció vinculado a las experiencias de trabajo extrapredial que se realizaron bajo relación de dependencia y provocaron una mayor estima por el carácter autónomo de la actividad agropecuaria, lo que incentivó la disposición a integrar los equipos de trabajo familiares. En los casos en que los equipos no se vieron afectados, esto se debió a que quienes se ocuparon por fuera de las explotaciones no formaban parte de los mismos (como algunas esposas, por ejemplo), aunque eso no implicó, por otro lado, que los proyectos se desvincularan, ya que los ingresos provenientes de esos empleos se sumaron a los originados en la explotación y en otras ocupaciones.

La gestión de la actividad agropecuaria

El análisis de la gestión de la actividad productiva en las diferentes trayectorias tomó en consideración tres aspectos clave en ese aspecto: la comercialización, la incorporación de conocimiento experto en la toma de decisiones y la actitud frente al riesgo. Respecto de los dos primeros puntos, las familias mostraron características similares, independientemente de las trayectorias que siguieron, mientras que con respecto al manejo del riesgo aparecieron mayores distancias entre empresariales, familias productoras y exproductores.

Tanto las familias productoras como las empresas familiares sostuvieron, a lo largo del periodo bajo estudio, estrategias más o menos diversificadas de comercialización, con el predominio de los canales formales y una importante incidencia de las entidades cooperativas tanto en lo referente al mercadeo de sus productos como a la compra de insumos, la toma de préstamos y de seguros. Respecto de las cooperativas, resulta significativo que quienes mostraron mayor articulación con estos espacios fueron las unidades empresariales familiares, mientras muchas de las familias productoras han dejado atrás su tradicional fidelidad a las entidades cooperativas como intermediarias comerciales y fuentes de financiamiento para la producción y han buscado alternativas también en el sector privado.

Si bien tanto las familias productoras como las empresas familiares sostuvieron sus lazos con las cooperativas, fue entre las últimas que surgió la defensa más fuerte del asociativismo como herramienta para la permanencia en la actividad frente a un contexto en que las grandes empresas y la concentración en general se visualiza como un obstáculo creciente para la existencia de las unidades productivas medias.

Otro punto en que aparecieron similitudes fue la incorporación creciente de conocimiento experto en el manejo de las explotaciones y los canales de acceso al saber especializado. Respecto del primer aspecto, pudieron identificarse algunos matices entre productores familiares y empresariales por la mayor frecuencia del asesoramiento y la utilización de planificaciones formales, pero en todos los casos se registró una alta valoración de los parámetros técnicos y del aporte de los asesores (públicos y privados) en los procesos de toma de decisiones productivas, comerciales y financieras. En cuanto a las vías de acceso al conocimiento, en todos los casos predominaron los canales más tradicionales, como las entidades públicas del sector, las cooperativas y las casas de comercio agropecuario locales.

En cuanto al manejo del riesgo productivo y financiero aparecieron diferencias más importantes entre familias productoras y empresas familiares, siendo las primeras, en términos generales, más reticentes a tomar riesgos y las segundas más audaces, mientras que entre los exproductores se encontró la incidencia de ambas actitudes. Por un lado, en el caso de las familias productoras, el riesgo productivo y de ingresos procuró evitarse a partir de la diversificación productiva de actividades e ingresos, lo que procuró recursos suficientes para cubrir las necesidades familiares y también las deudas que contrajeron. En cuanto al riesgo financiero, entre las familias productoras persistentes se encontró un predominio de las actitudes reticentes, conservadoras, aunque con ciertos matices entre casos y comportamientos más arriesgados en momentos puntuales. En general, desarrollaron estrategias —alejadas de las tendencias generales de especialización productiva y de intensificación del capital como mecanismos fundamentales de funcionamiento de la producción agropecuaria actual— que les permitieron compensar y contrarrestar los riesgos en que incurrían al adquirir una deuda. De todos modos, en prácticamente todos los casos la situación de mayor apuro financiero fue superada desde principios de la década de 2000, cuando la devaluación de la moneda local, la licuación de las deudas y el mejoramiento de los precios agropecuarios internacionales permitieron a estas familias operar sobre bases más seguras y recuperar parte de lo sacrificado en los años precedentes.

Las unidades empresariales familiares, por su parte, mostraron mayor propensión a tomar riesgos productivos y financieros, tuvieron en general una actitud más osada y contaron con una mayor dotación de recursos que les proveyeron mayor seguridad para orientar su producción a actividades que conllevan niveles de riesgo más altos en una zona subhúmeda como el SObonaerense, pero que potencialmente podrían redituarles ganancias más importantes. En ese registro se explicaría su relativa especialización agrícola (que incluyó el cultivo de soja y girasol), a pesar de que en ningún caso abandonaron los sistemas mixtos.

Su actitud fue identificada por los propios entrevistados como uno de los rasgos en que se evidenció el cambio en los modos de pensar la actividad respecto de las generaciones anteriores, que habían sido, típicamente, más conservadoras en la incorporación de innovaciones y en la toma de riesgo financiero. Trabajaron tomando créditos y tuvieron la disposición para sostener sus actividades en situaciones de alta vulnerabilidad financiera y, al mismo tiempo, suficiente flexibilidad en la lectura de las oportunidades para adoptar actitudes más conservadoras cuando las condiciones de incertidumbre ambiental o económica lo requirieron. Esto implicó una ventaja respecto de otras unidades, ya que al momento en que cambiaron las condiciones macroeconómicas, alrededor del 2002, contaban con recursos disponibles que les permitieron expandirse y una actitud renovada que los impulsó a hacerlo.

Entre los exproductores familiares se encontraron casos con actitudes prácticamente opuestas respecto de la toma de riesgos, que desembocaron en la misma situación de retiro de la actividad. Un grupo de ellos mostró una clara aversión al riesgo que los llevó, por ejemplo, a ceder en alquiler sus tierras con el fin de evitar endeudarse para producir, en un contexto de alta incertidumbre por la vulnerabilidad climática de la región. Otros, más osados, debieron salir de la producción debido a que no lograron saldar las deudas contraídas para expandir sus actividades o cubrir pasivos que arrastraban desde hacía tiempo. Ceder en arrendamiento sus tierras o el retiro parcial de la actividad les permitió evitar la venta de sus campos (al menos la totalidad de los mismos), posibilitó resguardar algo del patrimonio familiar y generar recursos para afrontar sus consumos diarios y las deudas que aún poseen, sin profundizar su vulnerabilidad financiera.

Lógicas y racionalidades

En lo que respecta a las lógicas y racionalidades que se vislumbran por detrás de las decisiones, actitudes y prácticas de las familias que han seguido diferentes trayectorias, puede decirse que en todos los casos aparecieron rasgos que podrían denominarse ‘chacareros’, aunque no siempre en el mismo grado. Las motivaciones y los modos de pensar la actividad agropecuaria entre las familias productoras persistentes aparecieron vinculadas a una racionalidad sustantiva (Weber [1922] 1984), permeada de valores extra-económicos pero siempre combinada con una lógica más formal. Convien en ellos la lógica formal con la chacarera más típicamente familiar. En todos los casos se realizan cálculos económicos (se “hacen las cuentas”), pero dejando fuera algunos aspectos y haciendo una lectura de los posibles resultados que no se armoniza con una lógica estrictamente capitalista. Así, las familias suelen calcular los costos de oportunidad de los otros factores productivos pero no así el de su propio trabajo, aun cuando reconocen que “deberían” hacerlo, según las prescripciones del modelo dominante. Además, analizan en ese mismo sentido las rentabilidades potenciales de diferentes actividades económicas y continúan eligiendo la producción agropecuaria como medio de vida incluso cuando esta no resulte la opción más redituable siempre. Eligen dedicarse a lo que saben hacer, a lo que les da gusto y la familia ha venido haciendo por generaciones.

Los integrantes de las unidades empresariales familiares, por su parte, si bien conservan algunos rasgos tradicionales respecto del modo en que se identifican a sí mismos, el modo en que piensan y deciden sobre las explotaciones muestran diferencias importantes con la racionalidad sustantiva que prevalece en las unidades productivas familiares. Los productores al frente de las explotaciones empresariales se distancian de sus padres o abuelos chacareros por su carácter más innovador y arriesgado, teniendo la capacidad de separar en mayor medida la lógica económica de la familiar; sin embargo, la identificación con la tierra y con la vida de campo sigue siendo muy fuerte, lo que matiza, en alguna medida, el proceso de mercantilización del elemento que solía ser definitorio de las identidades chacareras. Es posible identificar que abordan y manejan la actividad desde una perspectiva renovada pero no elegirían invertir su capital en otras actividades. En ese sentido, no responden al estereotipo del empresariado capitalista que pone su capital en la colocación que resulta más rentable, pero sí han adquirido muchos rasgos estructurales y simbólicos que los acercan a ese modelo.

Por último, para los que se retiraron de la actividad, la lógica chacarera se presenta como parte de una identidad fragmentada. Las pautas que guiaron su comportamiento como productores agropecuarios eran orientadas, predominantemente, por una racionalidad sustantiva que incidió en la búsqueda de alternativas que resguardaran el patrimonio familiar, aunque eso implicara para ellos el dejar de producir. En la decisión de poner en alquiler la tierra jugaron tanto aspectos de cálculo estrictamente económico (por la consideración del precio de la tierra, el costo de oportunidad del factor y el cálculo de la renta promedio a obtener anualmente en comparación con la actividad productiva) como de carácter subjetivo vinculados a la preservación de su lazo con la tierra y el legado familiar. El grado en que persiste la identificación con las formas chacareras entre las familias que abandonaron la producción se evidencia, por ejemplo, en que por lo general continuaron vinculadas a las explotaciones, en ningún caso pusieron en alquiler las viviendas familiares del campo y viajaban diariamente o varias veces a la semana para controlar la actividad en sus predios. Las pautas de consumo y los espacios de sociabilidad en los que participan también tienen reminiscencias de ese pasado y refuerzan la identificación con un modo de hacer y de pensar heredado de generaciones dedicadas a la actividad agropecuaria.

Los vínculos familiares y el papel de las mujeres

En cuanto al papel que jugaron los vínculos familiares y las relaciones intergeneracionales y de género, tanto las unidades productivas familiares como las empresariales tuvieron la capacidad de resolver los conflictos en torno al traspaso generacional, negociando modos de asegurar la continuidad de la familia en la actividad. Con ese objetivo incluyeron, por lo menos, a uno de los hijos en el proyecto de la explotación y lograron arreglos (de asociación, por ejemplo) que permitieron inculcar una lógica de colaboración y compromiso a las nuevas generaciones con respecto de la explotación/empresa. Esto implicó un esfuerzo por establecer relaciones intergeneracionales más abiertas, con una mayor apertura al diálogo por parte de los padres que puede relacionarse, también, con cambios generalizados socialmente en las relaciones familiares, visibles en el retroceso de los patrones tradicionalmente patriarcales y una mayor horizontalidad en los vínculos.

Quienes transformaron sus explotaciones familiares en formas empresariales provienen de familias que pudieron resolver la cuestión del traspaso y las tomas de riesgo, de modo tal que las nuevas generaciones contaron con capital(es) de diversa índole —económico, social y cultural— para poder aprovechar la coyuntura favorable que se dio a partir de la devaluación en 2002. Quienes lograron expandir su actividad, mejorar sus resultados productivos y posicionarse en condiciones más propicias en los mercados, han atravesado procesos y han resuelto situaciones en términos análogos a lo que ha ocurrido en las familias productoras persistentes más dinámicas en su producción y en la generación de ingresos y oportunidades de trabajo para los hijos.

Las familias que abandonaron la actividad, por su parte, en buena medida encontraron dificultades para seguir por falta de recambio generacional, situación que en la mayor parte de los casos fue propiciada por los propios padres, quienes buscaron desvincular los proyectos laborales y de vida de los hijos del ámbito agropecuario.

Por último, en lo referente a las relaciones de género, el papel que jugaron las mujeres en los proyectos familiares presentó matices en las diferentes trayectorias, pero en términos generales su participación resultó fundamental en diferentes sentidos. Aunque en los casos de las empresas familiares su rol se vio, gradualmente, algo desdibujado, las mujeres han tenido una importancia vital en las historias de las 30 familias entrevistadas, ya sea por su incidencia en instancias cruciales como la gestión de las explotaciones familiares y la comercialización de sus productos; por su aporte de trabajo manual dentro de las explotaciones y de ingresos para el grupo familiar a raíz de sus empleos extraprediales; por su movilización en defensa del patrimonio familiar frente a la amenaza que implicaba no poder enfrentar las deudas contraídas; o para sostener anímicamente a la familia ante las coyunturas difíciles.

Esto se ha dado, sin embargo, en un contexto de relativa invisibilización del verdadero aporte que han hecho las mujeres y del sostenimiento de relaciones de género bastante tradicionales, centradas en figuras masculinas. Esto, sobre todo en lo concerniente al traspaso generacional de las unidades (que sigue estando mayormente vedado a las hijas), ya que en el ámbito de la toma de decisiones han ido ganando terreno paulatinamente.

Conclusiones

El proceso de concentración económica y las transformaciones de los actores sociales agrarios son fenómenos que se han registrado, en las últimas décadas, en toda la región pampeana (y el agro argentino en general). Pero sus características e implicaciones no han sido las mismas en toda la región. El análisis de las trayectorias de la producción familiar en los partidos de Puán y Adolfo Alsina, ubicados en el sudoeste bonaerense, muestra que dentro de un contexto de profundización del avance del capitalismo sobre el agro, que condiciona las opciones productivas y las identidades, existe espacio para estrategias ‘heterodoxas’ respecto de la tendencia general.

Si bien esta región no ha escapado a los procesos de transformación social del agro, se ha registrado allí la salida de la actividad de un número importante de unidades productivas y el afianzamiento de grandes empresas (locales y extralocales), siendo también posible encontrar en los distritos del SOfamilias productoras que han persistido bajo esa forma de organización de la producción durante los últimos 25 años, así como empresas de origen y base familiar que han seguido produciendo y se han expandido en la última década.

Asociado a esto cabe preguntarse cómo perciben los actores sociales agrarios dichos procesos en los que están involucrados. En ese sentido fue posible identificar, a lo largo de 5 años de investigación, una creciente conciencia respecto de los modos en que opera el desarrollo capitalista en el agro, visible a través de la aceleración del proceso de concentración productiva y, cada vez más, de la tierra, hecho frente al cual se manifestaron sentimientos de preocupación por la aparente inexorabilidad pero también de resistencia, incluso entre quienes podrían experimentar una mayor identificación positiva con el proceso (como los empresarios medianos).

Al mismo tiempo, tensionando las condiciones de posibilidad de un modelo de desarrollo alternativo, aparecen limitaciones de diferente orden, como las deficiencias de infraestructura, la escasez y las dificultades en la implementación de políticas diferenciadas, la naturalización de la matriz de pensamiento individualista, el debilitamiento de los lazos comunitarios y de las asociaciones cooperativas, así mismo, la efectividad del ‘discurso único’ del agronegocio, que sostiene la deseabilidad del estado de cosas actuales y propone horizontes de identificación social y económica que poco tienen que ver con una pampa diversa.

En ese contexto, la producción familiar y las empresas de origen y base familiar aparecen como actores con especial potencial para contribuir a una construcción alternativa. Ya sea, por el sostenimiento de formas de organizar la producción basadas en lazos de solidaridad, en el marco de grupos domésticos unidos por lazos de parentesco (articulados o no al aporte del trabajo de los asalariados rurales), o en propuestas de producción cooperativa. Así, las acciones de estos actores abren la posibilidad de pensar una perspectiva de organización de la actividad económica agraria que revierta en alguna medida la creciente mercantilización de todas las relaciones sociales.

El estudio de los actores sociales agrarios y sus trayectorias, perspectiva desde la cual se plantea este artículo, constituye una herramienta de utilidad para revitalizar el debate sobre los modelos de acumulación vigentes, sus efectos y las alternativas para el cambio. Sin embargo, la creciente complejidad de la realidad social agraria supone desafíos respecto de la construcción de aproximaciones más comprehensivas, que ahonden en el carácter complejo de los posicionamientos de los actores y permitan comprender y explicar las continuidades y transformaciones en la estructura social a partir de las múltiples y complejas articulaciones entre ellos.

Pero además de los retos para la construcción de conocimiento, la profundización de las tendencias de concentración económica y los efectos territoriales que se evidencian en el agro requieren retomar la discusión sobre la cuestión agraria, tanto en Argentina como en América Latina, para repensar críticamente las prescripciones del agronegocio, sus consecuencias territoriales y ambientales, y abordar problemáticas tan fundamentales como la seguridad y la soberanía alimentaria y territorial, así como la posibilidad de construir matrices socioproductivas más equitativas y democráticas.


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Entrevistas

Autoridades y asesores de las cooperativas agropecuarias de las localidades de Darregueira y Puán (Puán) y Carhué y Rivera (Adolfo Alsina), Argentina.

Extensionistas de la Estación Experimental Agropecuaria Bordenave del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, Argentina.

Representantes de empresas agropecuarias locales de Puán (Puán) y Carhué y Rivera (Adolfo Alsina), Argentina.

Treinta familias de los distritos de Puán y Adolfo Alsina, Argentina.