La sociología pragmática y el estudio de lo moral. ¿Hasta dónde somos capaces de inventarnos a nosotros mismos?

Pragmatic Sociology and the Study of Morality: To What Extent Are We Capable of Inventing Ourselves?

Miguel ángel guerrero. Estudiante de Sociología, Universidad Nacional de Colombia. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá

Artículo de reflexión. Recibido: junio 7 del 2011. Aprobado: septiembre 20 del 2011.


Resumen

El objetivo del presente ensayo consiste en exponer en forma reflexiva la manera en la cual la sociología pragmática ha abordado en sus lineamientos básicos el tema de la moral. Para ello se parte de la idea, propuesta por autores como Durkheim, de que la moral puede ser estudiada científicamente; lo que nos lleva, asimismo, a la cuestión de pensar, en forma reflexiva, hasta qué punto somos actores críticos y morales.

En este repaso teórico y reflexivo se tocan los principales lineamientos de la sociología pragmática de la crítica de Luc Boltanski y Thévenot y de la sociología pragmática desarrollada por el Grupo de la sociología pragmática y reflexiva (GSPR) que actualmente dirige el sociólogo Francis Chateauraynaud, tomando en consideración las áreas de la “sociología de las controversias y los debates públicos” y la “sociología de los riesgos y las alertas”.

Palabras clave: sociología de la crítica, sociología de las controversias y los debates públicos, sociología de los riesgos y las alertas, estudio sociológico de la moral, competencias cognitivas de los actores.


Abstract

The objective of this essay is to carry out a reflection on the way pragmatic sociology has addressed the issue of morality in its basic guidelines. To this effect, it starts out from the idea, suggested by authors such as Durkheim, that morality can be studied scientifically. This leads to the reflection on to what extent we are moral and critical actors. The theoretical and reflexive review carried out in the article touches on the main guidelines of the pragmatic sociology of Luc Boltanski and Thévenot, as well as of the pragmatic sociology developed by the Reflexive and Pragmatic Sociology Group (GSPR, according to its acronym in French), currently led by sociologist Francis Chateauraynaud, and takes into account the “sociology of controversies and public debates” and the “sociology of risks and alerts”.

Keywords: sociology of critique, sociology of controversies and public debates, sociology of risks and alerts, sociological study of morality, cognitive competences of actors.


Introducción

Como campo de estudio, la sociología pragmática surge como un enfoque alternativo a la sociología crítica de Bourdieu y al enfoque etnometodológico de Garfinkel. Este nuevo enfoque de la sociología francesa también pretende brindar una nueva forma de solucionar el dilema clásico entre la primacía del actor o la estructura, conocido por muchos autores como el problema básico de la teoría social moderna. De igual forma, pretende establecer un puente entre las llamadas microsociologías norteamericanas desarrolladas desde mediados de 1950 en las que imperan las llamadas “teorías interaccionistas” y las macrosociologías de la sociología clásica (Silber, 2003). Y aunque éstos serían los aportes más relevantes y, en cierta medida, los más interesantes de este nuevo campo de la sociología, algunos autores como Dromi y E. Illouz (2010) sostienen que la sociología pragmática vendría a ser, igualmente, un redescubrimiento de lo moral, en cuanto a la recuperación de esta dimensión en los estudios y en la comprensión de los fenómenos sociales.

En las siguientes líneas se explorará, en forma crítica y expositiva, la idea de lo moral en los estudios y en los lineamientos más significativos de la sociología pragmática. Para ello se dividirá este nuevo campo de estudio en dos fases que corresponden a dos perspectivas diferentes de la sociología pragmática. La primera de ellas consiste en una fase inicial de la sociología pragmática que se gestó y fue desarrollada en los trabajos de los franceses Luc Boltanski y Laurent Thévenot1, mientras que la segunda fase corresponde a los trabajos elaborados por los miembros del Grupo de la sociología pragmática y reflexiva (GSPR) bajo la dirección de Francis Chateauraynaud2.

1. Luc Boltanski, profesor de l’École des hautes études en Sciences Sociales, en París, y fundador del Groupe de Sociologie Politique et moral, establece su “sociología de la crítica” en la obra realizada junto a Laurent Thévenot, titulada: De la justification, en 1991.

2.Francis Chateauraynaud es director de estudios en sociología en la Escuela de Graduados de Ciencias Sociales (EHESS) de París, y del Grupo de la sociología reflexiva y pragmática (GsRP). Chateauraynaud realiza seminarios de investigación como el de Los Ojos de la Comunidad Internacional.  

Una sociología más allá de las relaciones de poder

Sin lugar a dudas, el aporte más significativo de la sociología pragmática en cuanto a la epistemología de la ciencia social en general, consiste en reconocer que todos los actores sociales están dotados de competencias cognitivas y morales esenciales para la evaluación y la crítica. Competencias dentro de las cuales se encuentra una capacidad flexible de los actores para cambiar de códigos simbólicos de una situación a otra (Silber, 2003).

Acerca de estas competencias cognitivas y morales, Luc Boltanski y Laurent Thévenot (1991) reconocen que su distribución suele realizarse en forma desigual y bajo ciertas estructuras de poder; no obstante, reconocen que dichas capacidades críticas y morales son inherentes a la condición humana y son, por tanto, una capacidad metafísica de todos los agentes sociales. De esta forma, la sociología pragmática se centra en la categoría específica de “razonamiento práctico”, es decir, en la gama de argumentos y principios de evaluación que los individuos despliegan, de acuerdo con sus competencias cognitivas, en el proceso de interacción social, reconociendo, a la vez, que dicha gama de argumentos no está necesariamente condicionada por las diferentes estructuras de poder (Silber, 2003).

Desde esta perspectiva, Luc Boltanski y sus colaboradores rechazan el modelo de los agentes que se encuentran en un permanente estado de mentira, disimulo o esquizofrenia. Dichos autores sostienen, de hecho, que los actores sociales no están condicionados necesariamente por una estructura que los constriñe y que determina cada una de sus posibilidades de acción e incluso sus propios pensamientos y disposiciones tal y como lo hace el concepto de habitus de Bourdieu y la perspectiva que considera que las interacciones entre los grupos, clases o individuos, son una forma encubierta de las relaciones de poder. La sociología pragmática, por ende, nace como una alternativa a la sociología crítica de Bourdieu bajo la forma de una “sociología de la crítica” (Wuggenig, 2008).

Esta perspectiva de la sociología pragmática también implica una postura que considera que los actores no son ajenos a orientarse a sí mismos y a utilizar figuras de interpretación y análisis que son distintivas de la sociología crítica, tales como capital, poder y campo. De esta forma, de acuerdo con los principales planteamientos de la sociología pragmática, se borra la separación entre el saber científico y la doxa. Aparentemente, esto implicaría que la sociología ya no tendría validez como un proyecto de desacralización en el que su papel ha consistido, básicamente, en desvelar el contexto de ilusiones que se tejen en una sociedad regida únicamente por relaciones de poder (Wuggenig, 2008).

Sobre este punto, cabría preguntarse si, efectivamente, el hecho de considerar que las acciones de las personas no son una mera realización de posibilidades dentro de determinadas estructuras, ni una simple expresión de la ejecución de un programa determinado (Wuggenig, 2008), significa que se deba abandonar la tradicional asimetría entre el investigador y el investigado. Al respecto, la postura que se presenta en este texto es la siguiente: aun cuando se admita que los actores poseen capacidades críticas y que son capaces de valerse por sí mismos y, a su modo, de figuras de la sociología crítica, o de que, de hecho, son capaces de realizar sus propias actividades deconstructivas al emancipar algún significado de su respectivo significante, para ponerlo en términos husserlianos, hay que [82] considerar que ello no es una razón para abandonar la clásica asimetría entre el investigador y el investigado.

En primer lugar, porque la diferencia entre el investigador y el investigado radica en el hecho de que, aunque ambos posean competencias críticas, es el investigador social el que persigue un fin explícito de interpretación o de comprensión de un fenómeno social. Por otra parte, aunque no todo sea el producto de una ilusión creada por los distintos intereses ocultos tras las relaciones de poder, hay que considerar que las capacidades críticas de los actores se moldean de acuerdo con determinadas estructuras sociales y en esa medida responden a representaciones que el investigador puede desnaturalizar.

Es aquí en donde cobra peso la dimensión moral que los actores tienen de los fenómenos sociales, no sólo si concebimos la moral como un conjunto de imperativos éticos y normativos, a la manera kantiana, que son susceptibles de ser desnaturalizados, a la manera de la sociología crítica, sino si, como investigadores en el campo de la sociología pragmática, consideramos que los actores poseen competencias para movilizarse con cierta flexibilidad a través de los marcos valorativos y morales a su alcance. Así las cosas, la tarea del investigador no sería únicamente la de exponer e interpretar los fenómenos sociales, sino también la de evaluarlos, determinando para ello los distanciamientos que los actores tienen en sus prácticas respecto a un determinado conjunto de normas (Girola, 2005).

La sociología pragmática y el estudio sociológico de la moral

Hasta ahora se ha hecho mención de la principal innovación teórica de la sociología pragmática dentro de la sociología en general, pero: ¿cuál es la relación de este reciente campo de estudio con la moral? Antes que nada, para hablar de la moral, R. Vilaró nos dice que “el estudio de la moral sociológica puede dividirse en dos partes: una negativa, en donde se hace crítica de los sistemas tradicionales de moral, intentando demostrar el absurdo y el carácter anticientífico de los mismos; y otra parte positiva, por la que se expone lo que es y debe ser una verdadera ciencia moral” (Vilaró, 1957, p. 529).

Ahora bien, la sociología pragmática, en principio, vendría a ser un estudio positivo de la moral en cuanto dota a los actores de capacidades críticas y admite implícitamente que toda crítica posee una exigencia moral, pero, más que todo, en cuanto admite que los actores son moralmente libres y que la moral no es, por tanto, un mero elemento de formación ideológica, tal y como pudo llegar a afirmar el marxismo en sus principales planteamientos (Dromi y Illouzi, 2010). No obstante, la dimensión moral es también la principal diferencia entre la fase de la sociología pragmática, que en el presente texto ha sido presentada como inicial, y la fase posterior mucho más práctica de los trabajos del GSPR.

Ahora, si bien es cierto que en un esquema de relaciones de poder, como el de la sociología crítica, la moral no vendría a ser más que el producto de una ideología o del poder simbólico, o como un ajuste más o menos hipócrita de las relaciones de poder, la propuesta del presente texto es que el investigador puede abordar lo moral como una construcción cultural y no como una construcción ideológica que es impuesta a los actores, considerando que los individuos poseen capacidades críticas para desenvolverse entre distintos marcos morales o valorativos.

Para estos fines, la definición de moral que propuso Durkheim (1893, p. 468) como “todo lo que constituye fuente de solidaridad”, es más que adecuada en cuanto no define la moral por sus contenidos (ideología) sino por sus funciones sociales (Girola, 2005).

Por otra parte, aun cuando Durkheim es considerado un autor estructuralista que concibió el hecho social como un objeto susceptible de estudio, e independiente del individuo, lo cierto es que Durkheim no desestimó el hecho de que los actores no son condicionados enteramente por la estructura social y, en este sentido, no desconoció las capacidades críticas de los individuos, aun cuando nunca le interesó su estudio. Al respecto, Durkheim (1924) afirmó en su obra La educación moral que:

    La noción del deber no agota la noción de lo moral. Es imposible que realicemos un acto únicamente porque no es ordenado, y haciendo abstracción de su contenido. Para que podamos hacernos su agente, es preciso que interese en cierta medida a nuestra sensibilidad, que se nos presente bajo algún aspecto como deseable. (Durkheim, 1924, p. 60)3

la sociología pragmática del gSpR

El Grupo de la sociología pragmática y reflexiva (GSPR) dirigido por F. Chateauraynaud (2009) considera que la fase inicial de la sociología pragmática de Luc Boltanski reduce todo el ámbito de lo social a una cuestión enteramente moral, en donde todos los asuntos, fenómenos y conflictos son una gama de asuntos que se restringen a la cuestión de la justicia. Al respecto, como veremos más adelante, el GSPR propondrá un análisis de los fenómenos sociales que se base en la descripción de los procesos por los cuales las críticas y los argumentos son tomados en serio por los diferentes actores. Por otra parte, con la finalidad de contextualizar la división teórica del trabajo del GSPR, es necesario decir que las seis áreas básicas de trabajo de este grupo han sido hasta la fecha: la sociología de las controversias y los debates públicos, la sociología de las alertas y los riesgos, la sociología de la experiencia, la sociología de las nuevas formas de poder e influencia, las formas de movilización a nivel internacional y los análisis computarizados de exhibición.

3. De hecho, cuando Durkheim menciona que el suicidio es un hecho que compete a la sociología en cuanto a sus causas, mientras que la forma que el individuo escoge para suicidarse es un hecho que compete al campo de lo psicológico, reconoce que los individuos poseen capacidades críticas que, según él, escapan al estudio de lo social, puesto que lo que Durkheim pretendía en su momento, era delimitar un campo de estudio que se ocupara de lo social (Durkheim, 1897).

De entre estas áreas mencionadas de trabajo, tomaremos las áreas de la sociología de las controversias y los debates públicos, y la de la sociología de las alertas y los riesgos, con el objetivo de ilustrar como se desenvuelve el entendimiento y el estudio de la moral en el GSPR.

La sociología de las controversias y los debates públicos

La sociología pragmática sostiene que los actores son capaces de articular y responder a controversias valiéndose, para ello, de distintos argumentos. Al respecto, Francis Chateauraynaud en su artículo La coacción argumentativa, diseña una sociología de las controversias que vaya más allá de las limitaciones de lo que él llama una sociología cínica “que propone una reducción de los debates, resituándolos como relaciones de fuerza entre actores dotados de estrategias” (Chateauraynaud, 2005, p. 2) y una sociología moral “que hace del debate, la justificación y los acuerdos, las mediaciones decisivas a partir de las cuales se establecen el interés y el valor de todo proceso público de deliberación” (Chateauraynaud, 2005, p. 2), es decir, que no toma en cuenta el contexto en el que se producen los debates.

De acuerdo con Chateauraynaud los actores consagran mucha energía a evaluar el “alcance de sus argumentos”; sin embargo, este autor también nos dice que los debates necesitan un mínimo de involucramiento del actor, pudiéndose presentar el caso de que un actor se sienta involucrado en un debate sin haber determinado un interés específico en él. De esta forma, se estima que en los debates no sólo entran en juego estrategias o relaciones de poder. Es más, de acuerdo con Chateauraynaud se puede presentar incluso el caso, dependiendo siempre del contexto, de que, aun con distintos tipos de capital sea “muy difícil entrar a un debate sin un argumento o sin una posición frente a alguno” (Chateauraynaud, 2005, p. 4).

El método en el estudio de la moral de la sociología pragmática del ser consiste entonces en abordar la moral no sólo desde los argumentos sino también en “la serie de marcos o contextos en los cuales el argumento es aceptable y las entidades u objetos a los que afecta” (Chateauraynaud, 2005, p. 5). Esto quiere decir que la investigación pragmática, aunque reconoce las competencias de los sujetos para la crítica, no se limita únicamente al estudio del actor o de las interacciones cara a cara de los mismos.

Dicho de otra forma: el análisis de los argumentos comienza con el marco de enunciación asociado a ellos (Chateauraynaud, 2005, p. 5), de la misma forma en la que hay que considerar que los distintos marcos de negociación llevan a los actores a modificar, disponer y presentar sus argumentos en forma distinta, o lo que es lo mismo: no todo son juegos de actores (relaciones de poder) y no todo son juegos de argumentos en los que se encuentran desplegadas libremente las potencialidades cognitivas de los actores. Chateauraynaud también afirma que estamos [85] en la época de los debates públicos y las controversias mediante la forma de una democracia deliberativa que no se agota en la clásica democracia representativa.

La sociología de las alertas y los riesgos

Esta área de trabajo del GSPR hace referencia al estudio de los procesos por los cuales las alertas y las críticas son tomadas en serio por los diferentes agentes y los lleva a transformar o defender dispositivos, normas e instituciones (Chateauraynaud, 2009). Las personas y los grupos pueden recurrir a la alarma, la crítica, el reclamo o la acción política si consideran que están ante un riesgo, tenga o no validez científica comprobada. De esta forma los actores producen saberes y visiones alternativas de futuro que, mediante sus críticas, muchas de éstas arraigadas en fundamentos morales, pueden llegar a afectar el desarrollo de la ciencia y la tecnología.

Un claro ejemplo que ilustra este punto sería el fenómeno de alerta radioactiva, presentada en Japón tras el terremoto y el tsunami del 9 de marzo del 2011, que produjo una explosión en la central nuclear de Fukushima I. El fenómeno social presentado fue el del retroceso de muchos países que pretendían incorporar o seguir implementando la energía nuclear, debido a un temor generalizado que eclipsó el hecho de que el uso pacífico y seguro de la energía nuclear puede resultar, a la larga, beneficioso para contrarrestar el cambio climático del planeta. Es decir, las consecuencias sociales de la alerta radioactiva en Japón son claro ejemplo sobre cómo las representaciones sociales pueden llegar a afectar a la ciencia y la tecnología.

En efecto, el daño presentado en las centrales nucleares de Fukushima ha despertado nuevamente múltiples temores y reclamos en contra del uso de la energía nuclear. Visto de esta forma, es, sin lugar a dudas, tal y como sostiene la sociología pragmática, en las alertas, las controversias, las polémicas y en las crisis, en donde más escenarios encuentra el juicio de los actores para expresarse4 (Chateauraynaud, 2009).

Moral y críticamente —puesto que el presente ensayo no pretende debatir hasta qué punto una crítica puede llegar a ser moral o no—, los distintos actores que están en contra de la energía nuclear, por ejemplo, poden llegar a alegar que ante cualquier situación riesgosa debe aplicarse el Principio de precaución5 propio de la política de la última década de la Organización Mundial de la Salud (OMS)6. El problema de prevenir cada posible o hipotético desastre que se figuren los distintos grupos y actores sociales, es el de que muchas veces cuando los actores se basan en sus propias actividades interpretativas y críticas, perciben que las nuevas formas de producción industrial y económica traen consigo nuevas categorías de enfermedad7 (Chateauraynaud y Debaz, 2009). Podríamos preguntarnos, por tanto, ¿cuál es la frontera que determina hasta dónde un tema de controversia es peligroso o socialmente indeseable?, y no habría que descartar entonces que la respuesta, en casos como el de la central nuclear de Fukushima, fuera, sin lugar a dudas, una frontera moral.

4.En este sentido, la metodología de la sociología pragmática consiste en la descripción de los procesos por los cuales una alerta o una crítica es tomada en serio por los diferentes actores (Chateauraynaud, 2009).

5.El principio de precaución nos dice que si una acción o una política puede causar daños graves e irreversibles al público o al medio ambiente, en la ausencia de un consenso científico de que el daño no se producirá, hay una responsabilidad de los Estados de intervenir y proteger al público contra la exposición al daño (Chateauraynaud, 2009).

A modo de conclusión: ¿hasta dónde somos capaces de inventarnos a nosotros mismos?

Como método de investigación, la sociología pragmática es una perspectiva que amplía los horizontes de estudio, sean estos procesos, hechos o acciones sociales, al reconocer que todos los actores poseen competencias cognitivas que nos permiten escapar ligeramente al determinismo estructural. La sociología pragmática desarrollada por Luc Boltanski y sus colaboradores, aduce que nuestras competencias cognitivas nos facilitan la capacidad de la crítica, a lo cual el GSPR añadirá que aun cuando estas competencias se utilicen para elegir libremente lo que es moralmente incorrecto o no, esto no significa que se pueda pensar que una sociedad sea puramente reflexiva, tal y como también ha sido señalado por sociólogos como Jeffrey Alexander (Alexander, 2005).

Finalmente, en lo que atañe a la moral, la sociología pragmática no sólo reconoce que los actores poseen una capacidad universal para discutir sobre lo justo y lo injusto, sino que las controversias son, además, un espacio en el que los individuos hacen reivindicaciones morales. De esta forma la moral sería mucho más que un elemento de formación ideológica, sería, en cambio, un elemento metafísico del actor susceptible de ser estudiado científicamente, en cuanto la sociología pragmática nos advierte que el análisis de los argumentos comienza con el marco de enunciación asociado a ellos (Chateauraynaud, 2005).

6.La política del principio de precaución fue implementada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) ante las posibles pandemias de la gripe aviar y del A (H1N1), con la aclaración de que la OMS hizo ver tales pandemias como inevitables (Chateauraynaud, 2009).

7.Nuevas categorías de enfermedad como la de la reciente hipersensibilidad de algunos actores sociales ante las ondas electromagnéticas, por ejemplo, de los móviles o celulares (Chateauraynaud y Debaz, 2009).

Bibliografía

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