Configuración de la metropolización
entre Bogotá y Soacha a partir del comercio informal
Edwin Giovanny Ruiz Rojas. Licenciado en Ciencias Sociales de la
Universidad Pedagógica Nacional (Colombia). ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5875-5356
Correo electrónico: edwinruizrojas@gmail.com
Recibido: septiembre 10, 2019. Aceptado:
abril 23, 2020. Publicado: noviembre 30, 2020.
Resumen
Este estudio tiene como objetivo
reconocer las prácticas y circunstancias en las que se desarrolla el trabajo
informal que impulsa los procesos de metropolización entre Soacha y Bogotá.
Para el efecto se revisa el crecimiento poblacional en el municipio de Soacha
donde se registra una ampliación del sector comercial informal. Entender estos
procesos es importante en virtud de que el crecimiento acelerado del municipio
ha llevado a un desconocimiento del comercio informal y sus particularidades y
ha derivado en que los trabajadores informales, las instituciones y la misma
población no coordinen estrategias para garantizar los derechos y deberes de
cada una de las partes.
Por tanto, el trabajo se desarrolla a
partir de dos ejes: por un lado se muestran los avances investigativos respecto
a tres categorías: 1) el crecimiento poblacional de Soacha que busca las
facilidades para asentarse en el municipio; 2) la informalidad como forma de
subsistencia y protección ante las desigualdades de bienestar que el municipio
ofrece en cuanto a la vivienda y el acceso al trabajo y 3) la metropolización
enfocada en determinar relaciones, de dependencia o no, que se entablan entre
las partes involucradas. Por otro lado, se realiza un trabajo de campo que
busca reconocer la conveniencia del comercio informal en ciertas partes, la
procedencia de los trabajadores, las conductas de organización y apropiación
del espacio, el lugar de la institucionalidad de cara al fenómeno y, por
último, las dinámicas que llevan a la informalidad a convertirse en un eje
fundamental para la metropolización desde la misma población.
Palabras clave: oportunidad laboral informal,
poblamiento en Colombia, relación económica, Soacha, zonas metropolizadas.
Configuration
of the Metropolization between Bogota and Soacha from the Informal Trade
Abstract
This study aims
to recognize the practices and circumstances in which is developed the informal
work that drives the metropolization processes
between Soacha and Bogotá. For this purpose, the
study reviews the population growth in the municipality of Soacha,
where there is an expansion of the informal commercial sector. Understanding
these processes is important taking in account that the accelerated growth of
the municipality has led to a lack of knowledge about informal trade and its
particularities, which has trigged in uncoordinated strategies among the
informal workers, institutions and the population
itself for guarantee the rights and duties of each of the parts.
Therefore, the
work is developed from two axes: on one hand, it shows the research advances
according to three categories: 1) the population growth of Soacha
that seeks the facilities to settle in the municipality; 2) the informality as
a subsistence and protection way against the inequalities of welfare that the
municipality offers in terms of housing and access to work and 3) the metropolization focused on determine relationships, of
dependence or not, that are established between the parts involved. On the
other hand, it is carried out a fieldwork that seeks to recognize the
convenience of informal trade in certain parts, the origin of the workers, the
behaviors around the organization and appropriation of the space, the
institutional place in view of the phenomenon and, finally, the dynamics that
lead the informality to become a fundamental axis of the metropolization
from the same population.
Keywords: informal labor
opportunity, population in Colombia, economic relationship, Soacha,
metropolitan zones.
Configuração da
metropolização entre Bogotá e Soacha a partir do
comércio informal
Resumo
O objetivo
deste trabalho é reconhecer as práticas e as circunstâncias nas quais é
desenvolvido o trabalho informal que impulsiona os processos de metropolização entre
Soacha e Bogotá. Para isso, é revisado o crescimento
populacional no município de Soacha, onde é
registrada uma ampliação do setor comercial informal. Entender esses processos
é importante em virtude de que o crescimento acelerado do município levou a um
desconhecimento do comércio informal e suas particularidades, e derivou em que
os trabalhadores informais, as instituições e a mesma população não coordenam
estratégias para garantir os direitos e os deveres de cada uma das partes.
Portanto, o trabalho é desenvolvido a partir de dois eixos. Por um lado, são
apresentados os avanços de pesquisa a respeito de três categorias: 1) o
crescimento populacional de Soacha que procura as
facilidades para assentar no município; 2) a informalidade como forma de sobrevivência
e proteção ante as desigualdades de bem-estar que o município oferece quanto à
moradia e ao acesso ao trabalho, e 3) a metropolização focada em determinar
relações, de dependência ou não, que são estabelecidas entre as partes
envolvidas. Por outro lado, é realizado um trabalho de campo que pretende
reconhecer a conveniência do comércio informal em certas partes, a procedência
dos trabalhadores, as condutas de organização e apropriação do espaço, o lugar
da institucionalidade em face do fenômeno e, por último, as dinâmicas que levam
à informalidade a se tornar um eixo fundamental para metropolizar
a partir da mesma população.
Palavras-chave: oportunidade
profissional informal, povoamento na Colômbia, relação econômica, Soacha, zonas metropolizadas.
Introducción
Las ciudades en general tienen el poder
de captar la atención de los diferentes focos económicos, políticos y sociales.
A lo largo de los siglos XX y XXI Bogotá pasó de tener una población de 100 000
habitantes en 1905 a 7 181 469 habitantes en 2018 (DANE, 2019). Las causas de
este crecimiento se explican, parafraseando a Preciado Beltrán (2005), desde
tres ejes: el primero tiene que ver con el conflicto armado que desde los años
cincuenta se vive a lo largo y ancho del país y que ha incentivado el
desplazamiento de un gran porcentaje de la población rural a la urbana; el
segundo, producto de las migraciones en busca de la posibilidad de hacer parte
de un cuerpo laboral industrial que se consolida en Bogotá; el tercero se debe
a las garantías económicas y de seguridad que se adquieren al ser empleado
dentro de la industria.
El incremento poblacional significó
necesariamente una expansión urbana desarrollada hacia el norte, el occidente y
el sur de la ciudad, a excepción del oriente, en razón a las dificultades
geográficas. Este crecimiento trajo consigo el cambio en el uso y valor del
suelo, porque el centro de la ciudad pasó de ser un lugar de uso habitacional a
un lugar de producción comercial, administración y oferta de servicios, y
generó concentración en la periferia de espacios habitacionales donde se asentó
la mayor parte de la población (Pérez, 2003). El crecimiento, sumado a los
cambios que se empezaron a presentar en la industria a consecuencia de la
crisis del capitalismo derivada del incremento de la producción por encima de
la demanda, produjo el traslado de diferentes empresas a otros países (Cortés,
2002) y provocó la disminución de la oferta laboral. Dadas las condiciones se
presentaron concentraciones poblacionales sin garantías laborales, por lo que
estas personas que llegaban de otras partes del país tuvieron que encontrar
caminos alternativos a la industria que les permitiera obtener medios
económicos para contribuir a su autosostenimiento y
al de sus familias. Por tal razón se presentaron procesos de autogestión
económica que llevaron a la consolidación del sector informal1, es decir, “todo
aquello que no pertenece a las lógicas del sector formal” (Arenas, 2015, p. 8).
De allí que una vez presentado el crecimiento urbano y el crecimiento
demográfico se dio paso al desarrollo de centros de desarrollo económico, ya
sea de carácter formal o informal, tanto de la ciudad principal como de sus
periferias. Este se va entrelazando a partir de mecanismos y redes de
comunicación, lo que se conoce como metropolización.
Dentro de las lógicas de la
metropolización la aglomeración urbana se configura socioespacial y físicamente
desde los cambiantes órdenes políticos y económicos en diferentes niveles: lo
global, lo nacional, lo regional y lo local. Una configuración con aspectos muy
particulares que caracterizan a las metrópolis latinoamericanas y les permite
dar un salto supranacional y global, paralelo a las graves implicaciones como
las segregaciones sociales y económicas. El avance de la metropolización se
define en los siguientes términos:
La
metropolización es una etapa del proceso de urbanización de la población que
antecede a la configuración de las megalópolis, en la que agentes económicos y
unidades de decisión política localizados en dos o más unidades espaciales,
susceptibles de ser distinguidas con criterios administrativos, interactúan a
través de intercambios anónimos, redes de contacto u otras formas organizadas
de proximidad, ampliando su umbral de interacción a una escala supralocal que
gravita sobre un núcleo. (Alfonso, 2010a, p. 1, citado en Ruiz, 2015, p. 25)
Dicho núcleo conforma la concentración
en términos poblacionales, urbanos y económicos. En virtud de la dependencia
económica que tiene Soacha de Bogotá durante las últimas décadas se afianzan
procesos de metropolización entre ambos ejes. De ahí el objetivo del presente
estudio que reconoce las prácticas y circunstancias en las que se desarrolla el
trabajo informal que impulsa los procesos de metropolización entre los dos
municipios. Su importancia se debe a que en la mayoría de los casos se han
presentado con un carácter institucional pero no se ha precisado la posibilidad
de una evolución de la metropolización que posibilite el acercamiento económico
a partir de las relaciones gestionadas por la población, como el comercio
informal.
Metodología
Se trata de una investigación mixta en
la que, por un lado, en el orden cuantitativo se conocen los avances
investigativos respecto a las categorías de poblamiento, comercio informal y
metropolización; estas se desarrollan por su alta relación con las condiciones
que hoy presenta el municipio. Así, una vez definidas las categorías se observa
cómo estas se presentan en la zona de la salida sur del portal de San Mateo.
Esto implicó hacer visitas constantes en el espacio a diferentes horas del día:
8:00 a. m., 1:00 p. m., 5:00 p. m. y 8:00 p. m. con el fin de identificar horas
clave en las que los vendedores respondieran preguntas sobre su oficio. De ello
se llegó a un consenso mediante el cual los trabajadores determinaron que el
mejor momento eran las 4:00 p. m., después del almuerzo y debido al descenso de
la aglomeración en el espacio, que volvía a congestionarse a las 5:00 p. m.
Luego se hizo un cuestionario que
contenía preguntas abiertas y cerradas. En este participaron 23 vendedores, es
decir, más de la mitad de los que se encuentran en el sector. El resto, diez
puestos de trabajo, no quisieron participar debido a la desconfianza que les
generan los funcionarios de la alcaldía y de entidades públicas, pues según
ellos, en repetidas ocasiones la alcaldía se había acercado a pedir información
para luego usarla como base para el desalojo, reubicación, limitación del
espacio o para mostrar estadísticas de falsos diálogos, consensos, talleres,
entre otros. De esta manera fue necesario hacer énfasis en que la información
suministrada iba a ser utilizada para fines académicos e informativos. Esta
serie de eventos, en su conjunto, permitió un diálogo fiable y acertado con los
comerciantes informales.
Resultados
Figura 1. Municipio de Soacha (Cundinamarca)
Fuente: Open Street Maps.
Soacha es un municipio de Cundinamarca
ubicado al suroccidente de Bogotá.
El casco
urbano se encuentra dividido en seis comunas: Compartir, Soacha Central, La
Despensa, Cazucá y Ciudadela Sucre, San Mateo y San Humberto. La zona rural se
divide en dos corregimientos. Corregimiento 1: Alto del Cabra, Chacua, Fusungá, Hungría, Panamá,
Romeral, San Jorge, Villanueva y Primavera. El
Corregimiento 2 compuesto por las veredas: Alto de la Cruz, Bosatama,
Cascajal, El Charquito y San Francisco. (Ávila, 2017, p. 36)
El crecimiento de Soacha se entiende a
la par que se comprende el de Bogotá y su influencia metropolitana dado que la
población concentra sus actividades en la capital, y esta responde a sus
necesidades en materia de educación, trabajo, salud, recreación, parques
temáticos, bibliotecas, teatros, programas de actividad física, entre otros.
Las condiciones que presenta hoy el
municipio de Soacha (proceso de poblamiento y la informalidad desde la vivienda
y el trabajo) configuran redes de metropolización. Se toma el caso de la salida
sur del portal de San Mateo con el fin de observar las dinámicas que llevan a
este proceso, conocer las particularidades del oficio informal y las razones
que llevan a este sector de la población a mantenerse en determinado lugar del
espacio público.
Figura 2. Circuito comercio formal-informal
Soacha-San Mateo
Fuente: Open Street Maps.
Con el acercamiento al sector sur del
portal de San Mateo y con la información suministrada por los trabajadores se
establecieron seis ejes de trabajo con los que se dilucidó gran parte de sus
dinámicas de trabajo informal en el espacio.
La configuración informal en la salida
sur de la estación de Transmilenio
La configuración de la actividad
informal a la salida sur del Portal de San Mateo se debe a otras dinámicas y a
cambios estructurales que propiciaron la concentración del comercio informal de
personas en este mismo espacio. Por esta razón se ha mantenido como un lugar
estratégico y rentable.
La concentración de la población, un
factor de oportunidades
Muchos de los trabajadores del sector informal
se desplazaron desde diferentes partes del país con la intención de llegar a la
ciudad y tener mayores oportunidades de empleo. Pero no fue así, una vez
llegaron a la ciudad, no pudieron mantenerse en Bogotá por los costos y se
fueron a lugares cercanos, entre esos Soacha, donde el costo de vida era un
poco más bajo, pero donde se encontraban a su vez menores oportunidades de
empleo.
La gran cantidad de personas que
llegaba al municipio llevó a aumentar la demanda del empleo y, como las
industrias se mantenían, no alcanzaban a proporcionar la oferta deseada. Es
precisamente esta desproporción entre la oferta y la demanda de empleo, la que
Arenas (2015) señala como razón de la informalidad dentro del enfoque dualista
que sostiene que el trabajo en el sector informal obedece a la baja oferta
laboral dentro de la ciudad.
De esta manera, muchas personas
encuentran como alternativa de trabajo el comercio informal, en el cual existe
la posibilidad de emplearse de manera rápida y con cierta autonomía. Esta también
es una posibilidad de continuar viviendo las dinámicas de la ciudad a partir de
“un trabajo honesto”, llamado así por los comerciantes que son conscientes de
que en el espacio público se corren riesgos, por ejemplo, estar expuestos a
cambios climáticos, precarias condiciones de seguridad y bienestar, ausencia de
adecuados lugares de saneamiento como baños, poco espacio para la
comercialización de sus productos y el hostigamiento de la fuerza pública que
trata a los comerciantes “como si fuéramos criminales” y termina haciéndolos
sentir menospreciados.
El comerciante informal también ha
tenido que asimilar su labor como sinónimo de la disputa por el espacio
público, porque advierte que esta es una actividad que se puede desarrollar en
lugares de alta concentración poblacional, y por esto termina posicionándose y
asentándose allí. Esta es una de las mayores contradicciones que tiene que
mitigar la institucionalidad, pues el espacio donde más se va a presentar la
informalidad es el mismo donde más se va a obstaculizar el paso. Esos flujos de
alto tránsito de personas los aprovecha la informalidad para instalarse porque
es el lugar donde habrá mayores ventas y se tendrán mayores utilidades
económicas. Un claro ejemplo es la estación de Transmilenio de San Mateo, pues
los mismos vendedores aseguran que es un sitio de oportunidad para el comercio
informal, dado el alto número de personas que se desplaza a diario por la
necesidad de usar el servicio de transporte. Número que no parece parar: por el
contrario, se ha venido incrementando con las construcciones de complejos
habitacionales en los últimos cinco años como Ciudad Verde y Hogares Soacha.
Los actores de la informalidad
Se han señalado a lo largo del
documento las razones y condiciones por las cuales se presenta la informalidad.
Entre estas está el crecimiento poblacional de las ciudades a partir de los
procesos de migración. El caso de Soacha no es la excepción porque cuando se
les preguntó a los 23 comerciantes que trabajan a la salida del Portal de San
Mateo por su procedencia, salvo dos personas, respondieron que su lugar de
origen no es Soacha. 18 personas se desplazaron de otras partes del país como
Bogotá, Bolívar, Boyacá, Guaviare, Meta, Neiva, Santander y Tolima. Incluso se
presentó el caso de tres personas que venían de Venezuela. Ello es
consecuencia, en gran parte, de las condiciones en las que ha vivido el país en
el último siglo, como la degradación del campo, el ambiente de incertidumbre
por el conflicto armado y la falta de oportunidades en las grandes ciudades.
Las estrategias de la informalidad
Los trabajadores han tenido que
soportar hostigamientos de diferentes sectores, en su mayoría institucionales,
que han intentado desalojarlos del espacio donde están ubicados. Por esto era
necesario indagar por las estrategias que han configurado los comerciantes
informales para resistir en el espacio y no permitir su desalojo ante medidas
institucionales que recurren a la amenaza de abrir procesos judiciales, imponer
multas o quitarles la mercancía. Se pensaría que con ello es suficiente para
desalojar el espacio público y desaparecer el comercio informal del sector,
pero no es así.
Se ha visto que, a pesar de ello, las
instituciones no han logrado el desalojo gracias a estrategias y dinámicas
propias del comercio informal. De Soto (1986) denomina estas relaciones como la
normatividad extralegal, entendida como acuerdos o consensos a los que llegan
los mismos comerciantes; su incumplimiento llevaría al rechazo y señalamiento
del resto del grupo. A esta normativa los comerciantes le dan más importancia
que a la propia ley. Por ejemplo, ante las constantes persecuciones de la
fuerza pública hacia los comerciantes, que en parte responden a las peticiones
de la alcaldía para garantizar el espacio público, se generan acuerdos y
consensos que responden a las exigencias de la alcaldía, pero dan prioridad a
las necesidades de los comerciantes. Esto les conviene realmente a los policías
porque reduce sus esfuerzos para seguir manteniendo un conflicto que ni la misma
alcaldía ha logrado solucionar ni consensuar con los comerciantes para su
beneficio y conformidad.
Dentro de estos acuerdos se presenta el
uso del espacio a determinadas horas. Es decir, que a ciertas horas del día
pueden ocupar o no, determinado espacio para el comercio de los productos. Por
ejemplo, un momento en el que no pueden estar en la acera, justo al frente de
la autopista y en el puente, es en la hora pico. Los comerciantes tienen que
desplazarse hacia los costados del puente para que las personas que salen del
Transmilenio tengan mayor espacio para circular y tomar el bus que los lleve a
sus hogares de manera más rápida.
Una segunda estrategia se configuró
después de que algunos comerciantes informales se fueran porque aceptaron
adherirse a un proceso de reubicación en la Calle 30, al costado oriental de la
estación de San Mateo. Esta se presentó después de que el líder de los
comerciantes informales dialogara con la policía. Al observar que el número de
chazas era tolerable para el tránsito de las personas se acordó que los mismos
comerciantes no permitirían el asentamiento de nuevos puestos o puntos de
venta. De lo contrario, se afectaría el tránsito de las personas y no se podría
evitar la comercialización de cualquier tipo de mercancías ilegales. De hecho,
el incumplimiento de lo acordado llevaría a que la policía comenzara de nuevo
con el hostigamiento de todos los comerciantes, sin distinción alguna. Los
mismos comerciantes se reconocen y prohíben el acceso a otros que quisieran
obtener beneficio económico por medio de esta labor. De no ser así, se pondría
en riesgo el trabajo de todos. Los mismos comerciantes informales se
convirtieron, entonces, en sus propios vigilantes, porque restringieron de
manera irónica, pero entendible, el espacio público.
La exigencia de lo informal
El comercio informal ha beneficiado a
muchas personas que no encontraron otras alternativas de empleo dentro de la
formalidad. Por lo que la organización y el desarrollo de esta actividad se ha
regulado gracias a las mismas propuestas y necesidades de quienes han adherido
y han trabajado en este sector. Bien lo señaló De Alba (2012) cuando mencionó
que el comercio informal se ha convertido en “el arma de los pobres”. Han
encontrado en la comercialización de varios productos parte del bienestar que
el Estado, la ciudad o el municipio no ha podido garantizar o les ha negado.
Esta situación implica un gran nivel de responsabilidad con respecto a lo que
se hace y la manera como se hace, pues requiere de distintos niveles de
autonomía porque las personas deciden sobre sus tiempos de descanso, horarios
de entrada y salida, días de trabajo, productos que se van a comercializar,
entre otros. Todo ello de cara a sus intereses, metas y experiencias propias.
Los comerciantes que se ubican en la
salida sur de la estación de Transmilenio afirman que efectivamente el comercio
informal se convirtió para ellos en la respuesta a muchos de sus problemas
económicos. Esta actividad les ha proporcionado seguridad cuando se enfrentaban
a la escasez económica. Dicen que a pesar de las necesidades y de los problemas
que se han presentado, el puesto de trabajo les ha dejado lo del diario. Con
las ganancias han podido sostener económicamente sus familias e incluso, en
ocasiones, han adquirido casa. Así como una persona se siente agradecida con la
administración o con el jefe con el que ha trabajo por muchos años, el
comerciante informal agradece a su puesto o chaza lo que ha conseguido a través
de ella. Por esta razón, no es fácil cuando agentes externos, en su mayoría
institucionales, ofrecen el cambio de trabajo o de lugar para ejercer su labor,
pues esta se ha convertido no solo en una propuesta para la obtención de
recursos económicos, sino que les ha brindado un sentido de pertenencia por el lugar
y por lo que hacen. Incluso algunos dicen que llevan trabajando tanto tiempo en
lo mismo que no sabrían en qué más trabajar.
Percepción de lo informal desde el
comercio informal
El comercio informal presenta varias
directrices respecto a las condiciones con las que el comerciante trabaja y lo
que este requiere para que se desarrolle su actividad. Entonces, se manifiesta
la necesidad de ofrecer un producto, mercancía o servicio que llame la atención
de quienes pasan junto a las chazas. Lo novedoso, la calidad y el tiempo
invertido garantizan de cierta manera la ganancia. Pero habrá que preguntarse
si esta es suficiente o proporcional a lo que requiere el oficio como tiempos y
nivel de bienestar.
El bienestar en lo informal
Cuando se ingresa a un trabajo formal,
una de las primeras obligaciones de la empresa, industria o compañía con el
trabajador es el pago prioritario de pensión y salud, entre otros. Una vez
aclarado ello, es normal pensar la condición del trabajador informal y
cuestionarse cómo estas personas solventan sus necesidades en estos aspectos.
Este tema formó parte de una de las preguntas formuladas a los comerciantes, en
función de cómo garantizan ellos parte de su futuro y su bienestar. La mayoría
enfocó su respuesta a la salud. Ninguno de ellos cotizaba o pagaba pensión
porque veía innecesario este gasto. Y de alguna manera también la salud, pues
la mayoría están inscritos en el Sisben.
Parte de la justificación para no
realizar este pago se resume en un comentario recurrente entre los vendedores:
“La pensión de nosotros es la casita, usted con los años debía haberse hecho a
una casa, si no lo hizo pues se va a joder mucho” (Comerciante informal.
Entrevista personal, 2018). Y es que el hecho de haber invertido y adquirido
una casa propia, libre de cualquier tipo de deuda, es la mejor garantía para la
vejez, ya que de la propiedad se pueden obtener recursos económicos sin todo el
esfuerzo que implica el comercio informal. Se presenta el caso del arriendo o
la comercialización de algún producto desde la figura de local, que sigue
siendo informal, pero con mayor bienestar que en el espacio público.
De esta manera, la pregunta terminó
centrándose en la salud, porque a pesar de que existe el Sisben,
un servicio público de la nación que responde al derecho a la salud para
personas de escasos recursos, siete personas no estaban afiliadas a ningún
servicio de atención hospitalaria. La situación empeora cuando se analizan los
niveles de riesgo que se corren en la calle: el sobreesfuerzo en las jornadas
de trabajo, los cambios de clima, el peso de la mercancía, el ruido, entre
otros. Una situación complicada y que le corresponde revisar a la alcaldía.
Este tipo de lógicas enmarca la
problemática de lo que Arenas (2015) señala como “dinámicas de exclusión”, pues
los comerciantes informales, aun estando en estas condiciones, no son
relevantes para las instituciones y para continuar respondiendo económicamente
con sus deberes se siguen exponiendo a condiciones laborales sin ninguna
protección social.
La informalidad para la organización
La informalidad persiste en el espacio
gracias a la base poblacional o a la cantidad de personas que se dedica a la
misma labor.
Los comerciantes, en conjunto, resisten
y crean una zona en la que pueden comercializar con mayor libertad los
productos y servicios. Muchas veces el resto de la comunidad o algunos sectores
interesados en el espacio público no perciben esta organización. Y cuando algún
otro sector desea intervenir en el mismo espacio, el comerciante informal
cuenta con el respaldo de sus compañeros y no permite que se le desplace de
manera ligera. La mayoría de inconvenientes se
relaciona con la institucionalidad y con la fuerza pública.
La organización existente se ha
constituido siguiendo una figura formal, que reconoce a ciertos actores como
sus representantes. Curiosamente, cuando en diálogo con los comerciantes se
abordaba el tema de cómo se organizaban, muchas de las personas decían que no
había organización o que no sabían si la había, a pesar de haber mencionado que
llevaban tiempo trabajando en el sector. Lo anterior se puede afirmar a partir
de la respuesta de 14 personas que aseguraron que no había ningún tipo de
organización entre ellos o de un superior en el cual pudieran apoyarse o al que
pudieran acudir. Pero el resto sí señaló y mencionó algún tipo de organización.
Esto reafirma la desconfianza manifiesta hacia agentes externos a la comunidad.
Los nueve comerciantes que sí
mencionaron la existencia de algún tipo de organización,
resaltaron su función en dos planos: 1) la organización del espacio en el
sector y 2) la comunicación entre los diferentes sectores de comercio informal
dentro del municipio. Además, en cada sector se presenta una figura conocida
como líder sobre quien recae la responsabilidad de representar al sector para
mediar entre los comerciantes y otros actores interesados en el espacio ocupado
por los comerciantes informales.
La institucionalidad como factor para
llevar al “informal fijo” hacia los “mercados informales”
El comercio informal es un ejercicio
ambulatorio: el que labora no tiene un lugar fijo y debe desplazarse de forma
constante por el espacio público. Pero también la informalidad avanza a partir
del desarrollo de la actividad en un espacio fijo que, dependiendo del grado de
seguridad y fiabilidad del lugar, puede llegar a convertirse en una posibilidad
de mantenerse en determinado sitio de forma constante. El comercio informal
fijo se presenta de dos maneras, la primera de ellas se observa en la estación
de San Mateo: allí el vendedor ocupa el mismo lugar por periodos prolongados,
de doce horas o hasta más, y luego se retira. La otra es el informal que se
ubica en el espacio de modo permanente y rara vez se desplaza. El ejemplo más
claro son los mercados.
Teniendo presente lo anterior, en enero
de 2019 la alcaldía ofreció la posibilidad de negociar el espacio público con
los comerciantes informales apostados en los alrededores del puente y en la
salida sur del Portal de San Mateo. La entidad les ofreció reubicarlos en un
mercado ubicado en la Calle 30, hacia el lado oriental de la estación, es
decir, por la zona de San Mateo. Muchos de ellos, cansados del permanente
asedio de la policía, con la esperanza de obtener mejores condiciones para el
desarrollo de su labor y con el deseo de abandonar las calles para recibir una
protección del Estado, aceptaron y se desplazaron.
Figura 3. Reubicación en la Calle 30
Fuente: fotografía de Edwin Giovanny Ruiz
Rojas.
Otros, por el contrario, fueron más
persistentes y conservaron su chaza en la zona donde la han mantenido durante
años. Por supuesto que han tenido que ir modificando su lugar y sus prácticas así como adaptarse a nuevas exigencias de la
alcaldía que cada vez pone más trabas y es más incisiva con la intención de
querer desplazarlos de allí.
¿Por qué aceptar o no la reubicación?
Cuando la alcaldía les ofreció la
posibilidad de hacer parte del proceso de reubicación, muchos aceptaron
cansados del hostigamiento de la policía, que en el momento de la reubicación
les iba a prestar el servicio de vigilancia y seguridad. También aceptaron por
la promesa de la alcaldía de poder hacer parte del sector formal: se les iba a
acondicionar la zona para que pudieran trabajar de manera más confortable, con
una mejor condición sanitaria, vigilancia privada, carpas acondicionadas para
mitigar los cambios de clima drásticos y un constante flujo de población con la
que ellos pudieran mantener las ventas para que fuera un negocio lucrativo.
Los que no aceptaron argumentaron: 1)
que la alcaldía estaba haciendo una oferta que no era la debida, pues una vez
comenzó la persecución de la fuerza pública, muchos de los vendedores que se
encontraban allí se marcharon cansados de la “humilladera”;
2) el espacio ofrecido no cumplía con la cuota de personas que se requiere para
poder vender todos los productos disponibles, en razón a que el comercio
informal precisa de la aglomeración para que sea exitoso, de lo contrario no
habría mayores ganancias y 3) nunca se habló de la opción de adecuar y
organizar el espacio donde ya estaban para continuar ofreciendo sus productos.
Así, sin antes haber cambiado las condiciones de reubicación, no iban a
aceptar.
Dinámicas que configuran la
metropolización
Para que se presente el fenómeno de la
metropolización debe haberse presentado primero el proceso de conurbación, es
decir, como lo explica Utria (1998, citado en Ríos
Montoya, 2009) “una aproximación física progresiva de la ciudad principal a uno
o varios de los centros vecinos, como dinámica del crecimiento acelerado
incontrolado”. Este proceso se evidencia en Soacha con respecto a Bogotá. El
crecimiento acelerado de la capital lo obliga a acercarse a los centros
próximos, entre los que se encuentra Soacha. Esta relación es tan fuerte que
llega al punto donde se borra cualquier tipo de frontera física. Esta
afirmación cobra sentido en tanto los comerciantes señalan que muchas veces ni
ellos mismos saben con certeza dónde empieza y termina Soacha, pues al
compartir escenarios y prácticas comunes con las personas que viven en Bogotá,
la distinción se hace mucho más complicada.
Ahora bien, esa conurbación va a dar
paso a la metropolización en tanto es funcional. Así lo resalta Moreno (2009),
quien define como conurbación funcional “la conexión o dependencia funcional
entre dos o más ciudades en cuanto aspectos económicos, comerciales,
industriales, y de servicios”. Esta dependencia la tienen muy clara los
comerciantes informales en tanto reconocen que existe una dependencia de los
habitantes de Soacha de Bogotá, por lo menos en lo que respecta al trabajo, en
virtud de que cuando terminan su jornada laboral estas personas llegan a la
estación y adquieren los productos que ofrecen los comerciantes informales.
Luego se configura la zona
metropolitana, donde necesariamente se tiene que pasar por dos planos: uno
espacial, que se refiere precisamente al acercamiento físico entre dos centros,
en este caso, Soacha y Bogotá y otro económico, que empezó a definirse a partir
de las instituciones, pero que a su vez abrió paso para que las personas
también participaran del proceso, en especial los comerciantes informales. De
allí que sea necesario conocer particularidades del comercio informal. Pues es
insólito ver cómo hoy el comercio informal no es una actividad que sorprenda
ver en el espacio público, porque se ha naturalizado a tal punto que pareciera
que forma parte del paisaje urbano y muchas de las personas lo ignoran porque
simplemente están acostumbradas a verlo.
Configuración de la metropolización
desde la informalidad
Los ejes de informalidad se configuran
y se hacen presentes en razón a los desplazamientos que realizan los habitantes
de Soacha, pues es a partir de ellos que los comerciantes informales ven un factor
de oportunidad para ofrecer y vender sus productos. Ahora bien, se ha venido
mencionando a lo largo del documento que el comercio informal se presenta en
Soacha porque allí no se brindan las oportunidades de empleo formal a un cierto
sector de la población, el mismo que tampoco encontró rentable conseguir un
trabajo en la ciudad por los costos del transporte y el tiempo requerido para
desplazarse desde el municipio a la ciudad, sin contar con la dificultad para
hacerse a un empleo en la capital. Aun en estas condiciones estas personas
conforman el comercio informal y con él, empiezan a incentivar flujos
económicos entre Bogotá y Soacha. Los comerciantes se desplazan hacia la
ciudad, ya no en busca de trabajo sino de productos que puedan comercializar a
la salida sur del Portal de San Mateo, debido a que en la ciudad los precios
resultan más económicos para ellos.
Lo anterior significa que no solo hay
un desplazamiento de un lugar a otro, sino que se advierte una particularidad y
es el intercambio de bienes: los productos generan redes comerciales e
informativas que contribuyen a identificar los lugares donde se adquiere la
mercancía más económica y que puede dejar mayores ganancias. Este es uno de los
temas que más resalta el trabajo puesto que el fenómeno no hace referencia a
una particularidad sino es toda una tendencia que se presenta en las dinámicas
de los comerciantes informales.
La información se puede comprobar a
partir del testimonio de muchos de los entrevistados: 17 de ellos manifestaron
haber adquirido sus productos en diferentes zonas de la capital. Los que
trabajan con frutas y verduras traen su mercancía de Corabastos, algunos
comestibles los traen de Paloquemao, otros que trabajan con accesorios,
tecnología, implementos de aseo y productos varios los adquieren en Sanandresito. Incluso, algunos productos los traen de otras
regiones del país, llevan sus cargas y las dejan en las plazas de Suba. De esta
manera, se demuestra que muy pocos compran sus productos en la capital. En este
caso, tres de ellos obtienen su mercancía en Soacha y otros tres se dedican a
preparar arepas y comidas rápidas para la venta.
Conclusiones
La manera como se ha presentado el
crecimiento desmedido del municipio de Soacha en los últimos años ha dado lugar
a dinámicas de exclusión, porque sus pobladores han tenido que mitigar el
déficit en el equipamiento de bienestar a partir de sus propias fuerzas sin
tener un apoyo real del Estado o la alcaldía. De la misma manera, el Estado no
ha logrado garantizar una fuente de empleo que incluya a la población que ha
llegado al municipio, lo que los ha obligado a desplazarse a la ciudad en busca
de trabajo.
De hecho, la alcaldía ha representado
para la población un impedimento para la realización de actividades que ayudan
a obtener recursos económicos. Es ese el caso del comercio informal, que hoy no
percibe a la alcaldía como una institución que la pueda salvaguardar o apoyar
de acuerdo con su vulnerabilidad sino por el contrario, su constante
persecución y desinterés por el desarrollo de la actividad ha llevado a los
comerciantes informales a mirar la institucionalidad con desconfianza. En este
sentido, nada de lo que provenga de la alcaldía surge para ayudar a mantener
sostenible la informalidad. En cambio, busca desaparecerla sin brindar
alternativas que realmente mejoren las condiciones de vida de los comerciantes
informales del municipio.
Esta desconfianza hacia las
instituciones produjo entre los comerciantes informales una predisposición
contra quienes desarrollamos esta investigación. Pues pensaron que, de alguna
forma, la información que se estaba solicitando iba a ser consignada en las
bases de datos de la alcaldía, para luego ser usada en los procesos de desalojo
o en falsos avances de acompañamientos, que terminaba por beneficiar a algunos
funcionarios. Por tal razón, el acercamiento con ellos debió hacerse de manera
paulatina y siempre recordando los propósitos informativo-académico e
informativo de la investigación para propiciar un mejor diálogo y la posterior ayuda
con el cuestionario.
De manera que solo a partir del
reconocimiento y del diálogo con las personas que allí laboran, se puede llegar
a conocer realmente las prácticas que se desarrollan en el espacio público,
porque las preguntas que se tenían preparadas se desarrollaron a partir de una
conversación. La actividad informal consiste en una iniciativa propia,
consecuente a la carencia económica que presentan algunas personas en el
municipio. El comerciante tiene la ventaja de no rendir o dar explicación sobre
su actividad a un jefe inmediato. Pues cada uno se hace cargo de los productos
y define sus tiempos de trabajo. Los que llegan a presentar algún tipo de
relación o subordinación con otros comerciantes son familiares y entre ellos,
más que una relación económica, la actividad informal aparece como una relación
de colaboración para descargar responsabilidades o solucionar situaciones que
dificultan la actividad. De ahí que en su labor se presente un sentimiento de
solidaridad que pasa del nivel de lo familiar al nivel de camaradería.
Cuando se presentan problemas con el
desarrollo de la actividad, todos acuden y se mantienen al tanto de la
situación, de manera que los comerciantes informales están listos si alguno de
ellos necesita ayuda. Por tanto, se consolidan redes de comunicación y
organización con las que logran defender un poco la estabilidad que han
conseguido. No es extraño entonces que se presenten asociaciones como la
Asociación de Vendedores Informales de San Mateo (Asoveisanm)
que ofrecen resistencia a las peticiones de desalojo del espacio público de la
alcaldía. En cierta medida ellos reconocen que su actividad obstaculiza la
libre circulación de otro sector de la población. De esta conciencia surge una
organización que busca no incomodar pues en realidad no tienen otras salidas
para su subsistencia.
La informalidad, entonces, se ha
convertido en el camino para proveer el bienestar y la estabilidad económica
que el Estado y la alcaldía no han logrado garantizar. De allí que el puesto de
trabajo cobre tanto valor, pues se trata de la manera como se obtienen los
recursos para el sostenimiento diario de las familias. Del mismo modo, esta
condición impide que los comerciantes informales acepten la reubicación, porque
consideran que los espacios ofrecidos por la alcaldía, por ejemplo, la zona de
la Calle 30, no cumplen con las mínimas condiciones de seguridad y bienestar y
sí vulneran aún más su labor, porque no garantizan su amplio desarrollo. De
manera que al ubicarlos en un sector en el que no se presenta mayor tránsito de
la población, las probabilidades de venta son muy bajas y, en consecuencia, las
ganancias que puedan obtener son pocas.
Por tanto, al no aceptar la única
opción que da la alcaldía, los comerciantes se ven obligados a resistir en el
espacio público y a enfrentar el hostigamiento de la policía que amenaza con el
encarcelamiento provisional, la imposición de multas o el decomiso de la
mercancía. De allí que surja la necesidad de crear estrategias para conservar
el desarrollo del trabajo en su lugar. Algunos de estos planes involucran a los
policías y junto con la autorregulación del espacio y la prohibición de
asentamiento de otros comerciantes, evitan la propagación del comercio informal
en la zona y la ocupación de ciertos lugares a determinadas horas del día, por
ejemplo, la acera occidental de la estación de San Mateo después de las 5:00 p.
m. Estos acuerdos no solo convienen a los comerciantes informales, también son
convenientes para la policía, que en ocasiones ve relevante el desalojo de la
zona y es consciente de que la informalidad es una constante y por eso
prefieren que los mismos informales salvaguarden el espacio público.
Ahora bien, la informalidad en el
costado occidental del puente de San Mateo es posible también gracias a la
complicidad que existe con los centros de comercio formal, pues se desarrolla
alrededor del Portal de San Mateo y el Centro Comercial Antares. Esta
circunstancia no es producto del azar, porque el comercio informal también
concentra un grupo poblacional que va por la zona en busca de algún tipo de
servicio, en este caso el transporte y el entretenimiento.
Además, este espacio es tan importante
para los comerciantes que su ocupación se convierte en una la lucha por
mantenerse en él, durante largas jornadas de trabajo de 12 horas en el sector,
sin contar con los tiempos que implica preparar algunas mercancías para
ponerlas a la venta, además del desplazamiento de los comerciantes informales
hacia diferentes partes de la ciudad como Paloquemao, Corabastos, San
Andresito, Suba, entre otros, para proveerse de mercancía. En medio de esta
lógica surge la relación entre los dos centros, Bogotá y Soacha. Esta dinámica
da origen a los primeros ejes de intercambio económico en el que proveedores y
consumidores dependen unos de los otros y marcan las primeras redes de
información con la que otros comerciantes terminan adquiriendo sus mercancías.
A partir de estos intercambios es que
toman lugar las dinámicas de metropolización en las que la propia población, en
este caso los comerciantes informales, en busca de sus mercancías propician
redes económicas por fuera de las lógicas institucionales. Esto es importante
no solo porque el comercio informal deja a un lado su condición segregada sino
porque empieza a hacer parte del fenómeno de metropolización que hasta ahora
solo había sido impulsado por la institucionalización con los servicios
públicos y de transporte. Incluso estos intercambios económicos llegan a ser
tan significativos que terminan desplazando a la mayor parte de los
comerciantes informales hacia la ciudad en busca de los productos que
posteriormente comercializan. Finalmente, queda abierta la discusión con
respecto a la visión ecologista del espacio que defiende la alcaldía: según
esta entidad el espacio donde tiene lugar el comercio informal fomenta el
desarrollo de las dinámicas de inseguridad. Este es su argumento-excusa para
intervenir el espacio público y buscar el desalojo, desconociendo los problemas
estructurales que llevan a la población a formar parte del comercio informal.
Notas
1.
Este
presenta un plano de complejidad en donde el concepto no logra ser un eje
estático por una realidad dinámica (Guataquí, 2011,
p. 12) lo que conlleva a que Colombia a partir de la segunda mitad del siglo XX
empiece a realizar sus propios estudios sobre la informalidad teniendo en
cuenta sus diferentes contextos y dinámicas con el objetivo de identificar el
grado o nivel porcentual de la informalidad y las condiciones en las que se
ejerce.
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