De la renovación urbana a los
conflictos por el espacio urbano en la ‘Estación Central’ de Bogotá
Juan Camilo Álvarez Naranjo. Licenciado en Ciencias Sociales de la
Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Estudiante de Maestría en
Geografía de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Santiago de Chile.
orcid:0000-0002-5754-0396. Correo electrónico: juanovaro@gmail.com
Recibido: agosto 20, 2019. Aprobado:
octubre 29, 2019. Publicado: diciembre 20, 2019.
Resumen
Durante las últimas décadas, la ciudad
de Bogotá ha experimentado un proceso particular de aglomeración de actividades
en sus áreas centrales, las cuales han generado transformaciones en la infraestructura
urbana, ocupaciones indeseadas del suelo y actividades variopintas. Esto ha
llevado a crear nuevas formas y sistemas de interacción entre el centro y sus
habitantes. Esta lógica de ocupación temporal significó, por muchos años, un
deterioro funcional del centro, así como procesos de obsolescencia urbana, con
lo cual los planes urbanísticos —como el de la renovación urbana— han sido una
constante herramienta para la resolución de dichos problemas. En el presente
artículo se utiliza el método mixto de investigación en ciencias sociales para
analizar las tensiones sociales y geográficas por las disputas de la matriz
productiva en la forma de organización, racionalización y reconfiguración del
centro tradicional, teniendo en cuenta el avance en política urbanística con el
modelo de desarrollo neoliberal, que pone en cuestión las apuestas
funcionalistas de la globalización económica y espacial en el emplazamiento del
proyecto Plan Parcial de Renovación Urbana ‘Estación Central’.
Palabras clave: áreas centrales, producción de
espacio, renovación urbana, planes parciales.
From urban
renewal to conflicts for urban space in Bogota’s ‘Central Station’
Abstract
During the last
decades, the city of Bogota has experienced a particular agglomeration process
of activities in its central areas, which have produced transformations in the
urban infrastructure, undesired occupancies of soil, and diverse activities.
This has led to make new ways and systems for interaction between center and
its inhabitants. This occupation rationale meant, for many years, a functional
impairment of center, as well as processes of urban obsolescence, in which
urbanistic plans —as urban renewal— have been a constant tool for the
settlement of such problems. In the current article the mixed research method
is used in social sciences to analyze social and geographical pressures for
fighting of productive matrix in the way of organization, rationalization, and
reconfiguration of traditional center, keeping in mind the advance in
urbanistic politics with the model of neoliberal development, which challenge
the functionalist gambles of economic and spatial globalization in emplacement
of the project Partial Plan of Urban Renewal ‘Central Station’.
Key words: central areas,
production of space, urban renewal, partial plans.
Da renovação
urbana aos conflitos sobre o espaço urbano em ‘Estação Central’ de Bogotá
Resumo
Durante as
últimas décadas, a cidade de Bogotá tem experimentado um processo particular de
aglomeração de atividades em suas áreas centrais, as quais têm gerado
transformações na infraestrutura urbana, ocupações indesejadas do solo e
atividades vários pintas. Isto levou à criação de novas formas e sistemas de
interação entre o centro e seus habitantes. Essa lógica de ocupação temporária
significou, por muitos anos, uma deterioração funcional do centro, bem como
processos de obsolescência urbana, com os quais os planos de urbanização - como
o da renovação urbana - têm sido uma ferramenta constante para a solução de
ditos problemas. No presente artigo se utiliza o método misto de pesquisa nas
ciências sociais para analisar as tensões sociais e geográficas pelas disputas
da matriz produtiva na forma de organização, racionalização e reconfiguração do
centro tradicional, levando em consideração o progresso em política urbana com
o modelo de desenvolvimento neoliberal, que põe em causa as apostas
funcionalistas da globalização econômica e espacial na localização do projeto
do Plano Parcial de Renovação Urbana 'Estação Central'.
Palavras-chave: áreas
centrais, produção de espaço, renovação urbana, planos parciais.
Introducción
A través de
las diversas tendencias se perfila una estrategia global (es decir, un sistema
unitario y un urbanismo ya total) [...] harán entrar a la sociedad de consumo
dirigida en la práctica y la concretizarán sobre el terreno. Construirán no
solo centros comerciales sino centros de consumo privilegiados: la ciudad
renovada.
Henri
Lefebvre (1978, p. 43)
El
derecho a la ciudad
El presente artículo es producto de la
investigación "El centro de Bogotá como espacio crítico. Plan parcial de
Renovación Urbana ‘Estación Central" realizada entre el segundo semestre
del 2015 y el primer semestre del 2017 en el marco del proyecto de grado del
autor para optar al título de Licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad
Distrital Francisco José de Caldas. Así, en síntesis, se encontrará el marco
indagatorio que implica el análisis de la realidad social y espacial de los
instrumentos de gestión urbana, particularmente de la herramienta de plan
parcial, la cual se inscribe en la lógica de ciudad gerencial del modelo de
desarrollo neoliberal. Esto presenta tensiones producto de las trasformaciones
sociales y espaciales que se dan en la ciudad, en este caso, en la conformación
sociohistórica de la composición y las formas de ocupación del centro de
Bogotá.
Es pertinente afirmar que, tal y como
afirma Lefebvre (1978) en el epígrafe con el cual comienza este texto, las
transformaciones espaciales se producen siempre a través de las variaciones
producto de las crisis —que en la sociedad capitalista están en el marco de la
producción— económicas, políticas, culturales, simbólicas e ideológicas, que
establecen las nuevas configuraciones espaciales y, para nuestro objeto de
análisis, de las aglomeraciones urbanas. Es así como la ciudad moderna, según
Hoyos-Castillo (2009):
Sostiene
cambios estructurales que generalmente se vinculan con las transformaciones del
capitalismo y su continua búsqueda de la ganancia y de ello deriva procesos
sociales, culturales, tecnológicos y políticos mismos que se expresan en una
configuración propia con dos macroprocesos. La hiperconcentración
en el nivel agregado y la desintegración en la escala próxima. Así surgen
patrones con periferias interminables, dispersión desarticulada y modalidades
novedosas de ocupación del territorio. (p. 124)
Esta interacción implica ver las formas
geohistóricas1 que
han transformado la ciudad a partir de la degradación de sus áreas centrales,
con las que posteriormente se establecerán los proyectos de renovación urbana.
Lo anterior implica generar modelos de gestión para la renovación en función
del redesarrollo2
en la ciudad, por lo que se instituyen posicionamientos críticos del entramado
urbano en interacción con las construcciones sociales, políticas, ideológicas,
económicas, simbólicas y culturales del espacio urbano. De hecho, al observar
la escala de la ciudad de Bogotá, este esquema de concentración y variación
socioespacial presenta vertibles en las que se logra observar una intensidad en
el fenómeno de concentración urbana y densificación de áreas subsiguientes al
centro de Bogotá.
Como lo refleja Jaramillo (1983), un
estudio de la Cámara de Comercio de Bogotá y el Banco Mundial estimaba que el
crecimiento de la población se disparó de forma exponencial desde la segunda
mitad del siglo XX, debido a dos fenómenos: la industrialización y
especialización del suelo urbano en la capital y el desplazamiento violento en
las áreas rurales del país. No obstante, esta expresión se presenta en el
crecimiento de las periferias y no desde el centro de la ciudad. El autor
menciona que:
Mientras la
ciudad como un todo pasa de 1538000 h. en 1964 a 2878000 en 1973 y a 3900000
(estimado) en 1977, el centro desciende respectivamente en estas fechas de
86000 habitantes a 73000 y finalmente 68000 en el último año mencionado.
(Jaramillo, 1982, p. 4).
Esto refleja lo que el autor llama la muerte
social del centro. Tal expresión se manifiesta por los factores ya
mencionados, pero que generan otra suerte de determinantes que inciden en la
degradación de las áreas centrales. Algunas de ellas son, primero, la
segregación y el hacinamiento al cual se hace susceptible tal área (Llache Olaya, 2014). Segundo, la descentralización del
Estado en materia de ordenamiento territorial, puesto que la financiación, el
desarrollo de políticas públicas y la capacidad de administración se descargan
en los organismos locales, esto en clara implementación del modelo neoliberal
de intervención en áreas urbanas3 , a lo cual se suma la desregularización
del mercado que implica buscar formas alternativas de financiación en
asociación con el sector privado4 (Hopfgartner y Vidosa 2014).
Tercero, el deterioro del centro de Bogotá, producto de la expansión urbana
hacia zonas más lejanas, por lo que la funcionalidad de suelos se basa en las
actividades productivas y residenciales en otros sectores (Arazo,
2011). Cuarto, la mala utilización de los equipamientos y espacio público en el
centro de la ciudad (Rubiano, 2010). Quinto, el cambio en las actividades en
los suelos de las construcciones que fueron creadas para un propósito determinado
y que se destinaron para otro uso con la pauperización —ejemplo de ello son las
“ollas” de tráfico de drogas en casas de valor arquitectónico abandonadas en la
calle 22 entre carreras 13 y 17— (Manrique, 2013). Y finalmente —aunque se
podrían listar más elementos— la proliferación de policentralidades
o nuevas centralidades al margen del centro tradicional de la ciudad de Bogotá.
Este último fenómeno es importante
observarlo, ya que el efecto metropolitano tardío, sumado a la poca planeación
en la ciudad, hizo necesaria la intervención en la oferta cultural —parques de
gran envergadura, malls, entre otros—, administrativa —ministerios y embajadas—
y económica —bancos y centros financieros— de la urbe, lo que provocó nuevas localizaciones
ahora lejanas al centro tradicional de Bogotá. Por tanto, como estas áreas son
un nuevo germen de agrupación, inician un proceso propio de centralidad,
descargando así la concentración del centro.
De esta forma, la transformación de los
modos de producción, la redistribución comercial a partir de los recientes
equipamientos, las nuevas tecnologías de la comunicación y la información
tienen un factor social determinado, a saber, la consolidación y el ascenso de
la clase media. Esta produce una configuración moderna del territorio, ya que
accede a los carros como medio de movilidad predilecto y extiende la propiedad
unifamiliar a los suburbios, por lo que se pierde funcionalidad al dificultar
el acceso al centro (Alice, 2009).
Debido a esas determinantes, sumado a
las nuevas necesidades de la ciudad de Bogotá —el detenimiento de la expansión
por razones ecológicas y medioambientales, el ahorro en el gasto fiscal, porque
la expansión de la ciudad significa más servicios públicos y de seguridad—, se
hace necesario ‘volver al centro’ (Rojas, 2004). Esto es confiar en una
estrategia de la planeación urbana que vuelque su mirada a sectores que tienen
una infraestructura definida, aunque denigrada, y que logre concentrar la
capacidad habitacional y de servicios más amplia de la que se genera hacia los
sectores periféricos. Es decir, se trata de producir planes de renovación
urbana en las áreas centrales que vinculen acciones como reurbanizar,
redesarrollar, redensificar,
reedificar, restaurar, reciclar, recuperar, reformar, rehabilitar,
reordenar, revitalizar y, por supuesto, renovar (Montenegro, 2013;
Arteaga y Escallón, 2012).
En consecuencia, este artículo tiene
como objetivo presentar un balance sobre la disertación acerca de los cambios
acaecidos en la estructura de la renovación urbana en el centro la ciudad de
Bogotá, sus alcances, limitaciones y conflictos por el espacio urbano. Este
propósito alcanza validez a partir del análisis, caracterización, comprensión e
interpretación de los procesos urbanos efectuados en la planeación de la
ciudad, toda vez que esta se ha enfrentado a trasformaciones en las realidades
espaciales que han establecido una contradicción entre lo socialmente demandado
—necesidades sociales y urbanas— y lo funcionalmente proyectado por mediación
del capital —en donde son prevalentes el ejercicio de represión estatal y la
financiación de la empresa privada—, y su forma de entender y producir la
ciudad.
Con el fin de ilustrar estos
propósitos, el texto tiene tres partes. La primera aborda la perspectiva
teórica y funcional a partir de la necesidad de indagar y otorgar planes de
renovación urbana de manera integral con la forma de asimilar las demandas del
centro de Bogotá; la segunda, trata las tensiones sociales, económicas y culturales
que presentan los planes instaurados en dicha zona y específicamente en
‘Estación Central’; en la tercera se presentan algunas reflexiones finales.
Renovación
urbana: apuesta teórica y necesidad funcional
La renovación urbana cuenta con dos
dimensiones que afianzan su practicidad y experiencia. La primera, podría
decirse, se encamina a ofrecer una mirada del fenómeno desde la perspectiva
teórica, la cual observa la expresión en la designación del establecimiento
modelos y críticas5;
y la segunda, sujeta a la anterior, desde la pretensión
político-administrativa, la cual está a la cabeza de definiciones que buscan
sanear realidades concretas en el ejercicio de la ley y las particularidades
espaciales. Así pues, se manifestarán esos dos elementos con el fin de definir
en términos concretos qué se entiende por renovación urbana en nuestra
realidad.
El proceder de la revisión normativa
atraviesa una de las variables en donde se logra definir en propiedad —y para
efectos legislativos, administrativos y jurídicos— la renovación urbana en el
marco de la gestión del territorio, por lo cual, este tipo de tratamiento es el
que permite definir en derecho los alcances y limitaciones de esta estrategia
de planeación. Así es como la Ley 9 de 1989, en su artículo 39, define los
planes de renovación urbana como:
(…)
aquéllos dirigidos a introducir modificaciones sustanciales al uso de la tierra
y de las construcciones, para detener los procesos de deterioro físico y
ambiental de los centros urbanos, a fin de lograr, entre otros, el mejoramiento
del nivel de vida de los moradores de las áreas de renovación, el
aprovechamiento intensivo de la estructura establecida de servicios, la
densificación racional del área de vivienda y servicios, la descongestión del
tráfico urbano o la conveniente rehabilitación de bienes históricos y
culturales, todo con miras a una utilización más eficiente de inmuebles urbanos
y con mayor beneficio para la comunidad. (Ley 9 de 1989, citada en Corredor,
2012, p. 2)
A su vez, para el caso bogotano, el
Distrito apropia en normatividad algunas consideraciones puntuales, teniendo en
cuenta las particularidades de su gestión, las necesidades de su territorio y
sus propias características de orden estructural. El artículo 373 del Decreto
Distrital 190 del 2004 define la renovación urbana como:
[Aquella] que busca la transformación
de zonas desarrolladas de la ciudad que tienen condiciones de subutilización de
las estructuras físicas existentes, para aprovechar al máximo su potencial de
desarrollo, zonas que se encuentran en una de las siguientes situaciones:
deterioro ambiental, físico, o social; conflicto funcional interno o con el
sector inmediato; potencial estratégico de desarrollo de conformidad con el
modelo de ordenamiento adoptado por este Plan. (Decreto Distrital 190 del 2004
citado en Corredor, 2012, p.3).
Esto, recalca Corredor (2012), abre un
cúmulo de posibilidades en el lugar donde se ejerce un proyecto de renovación
urbana. Aun así, la Ley 388 de 1997 manifiesta que los espacios de renovación
urbana son objetivos en tanto sea propicio el proyecto, para lo que hay que
observar las características de potencial. Allí caben aquello que sea
susceptible de nuevos equipamientos: sistema de transporte masivo, planeación,
malla vial, etc. Sin duda, es indispensable también anotar que:
[…] de
acuerdo con esta directriz, el Plan de Ordenamiento Territorial, Decreto 190
(compilado de los Decretos Distritales 619 de 2000 y 469 de 2003), define la
renovación urbana en tres niveles: como política, programa y tratamiento;
establece en su Art. 374 las modalidades de aplicación del método, que son el
redesarrollo y la reactivación. (Corredor, 2012, p. 3)6
Lo cual se enfrasca en unas metas de
emprendimiento con valor ordenativo de la configuración urbana. En efecto, si
bien las zonas son obsoletas, muchas de ellas suelen estar ubicadas en puntos
estratégicos de la ciudad. Ante esta posibilidad, Arazo
(2011) nos afirma que:
[…] la
dinámica de crecimiento periférico y la tendencia de los mercados inmobiliarios
no promueven de manera espontánea la renovación y aprovechamiento de estas
áreas de la ciudad; por su parte, la administración pública carece de
iniciativa, políticas claras e instrumentos precisos, que incentiven y
garanticen la ejecución de programas de renovación urbana o control y seguimiento
de las tendencias de mercado para promover nuevas dinámicas antes que se dé el
fenómeno de obsolescencia. (p. 23)
Por otro lado, observamos programas de
ejecución y creación de proyectos exitosos en materia de renovación que, como
manifiesta Arazo (2011), se plantean en la práctica
efectiva para la renovación urbana, que contempla la coordinación, la
planeación en las actuaciones y la extensión en el tiempo. La responsabilidad
del sector público está en crear programas de ejecución y coordinación del
proyecto, además de supervisarlo. Este sector, a su vez, se compromete con
programas que eviten la obsolescencia del suelo y que garanticen los consensos
y la participación democrática, la estabilidad social, la atracción de inversión
privada y la cualificación del entorno urbano. Por su parte, el sector privado
funge como el principal inversionista de los planes, garantiza la rentabilidad
económica para que se acabe —o se regule— la especulación en el conjunto
inmobiliario.
El diseño será el catalizador del
espacio físico urbano y de las relaciones que se cumplirán allí, por tanto,
este será el que determine la estrategia de gestión de una ciudad consolidada.
Así pues, lo económico será base para sustentar la renovación urbana, según Arazo (2011), porque las propuestas de marketing en
el sector privado reactivan el mercado y el valor inmobiliario en las
estrategias de gestión. Por esta razón, se crean nuevas necesidades que harán
de la localización —antes obsoleta— un centro de crecimiento de las actividades
económicas ahora con un carácter cualificado gracias a la masificación del
mercado y la puesta en escena de reconstrucción en sectores reactivados
económicamente. Esto se garantiza a partir de subsidios a la inversión:
Uno de los
principales obstáculos a la inversión privada en áreas de renovación urbana, es
el mayor riesgo (real o percibido) que enfrentan los inversores interesados en
ellas. Ese obstáculo se ha superado modificando el perfil de riesgo-retorno de
las inversiones privadas, a través de las áreas centrales mecanismos de
política económica y fiscal como incentivos tributarios o subsidios directos, y
la promoción de la acción concertada de los actores públicos y privados.
(Potter, 1999, citado en Arazo, 2011, pp. 28-29)
En la definición de orden teórico,
Harvey (1977) expresa que, en un primer momento, las formas espaciales urbanas
son entendidas simplemente en el organigrama trazado para la construcción de
plataformas económicas, en el que el espacio encerraba el eje contenedor de las
relaciones en los procesos de producción. Es así como:
[…] la
planificación urbana7,
que siempre ha estado dominada por el primario elemento de trabajo que es la
mesa de dibujo y, en particular, por el proceso de copiar dibujos de los mapas
(instrumento decepcionante como ninguno), se encontraba completamente inmersa
en los detalles de la organización espacial humana referentes a la utilización
del terreno. (Harvey, 1977, p. 19)
De igual forma, Castells (citado en
Lezama, 2010) confiere, además de lo ya mencionado, unas características
propias de la planeación urbana, del orden ideológico, jurídico y simbólico. El
espacio urbano, al ser un producto histórico, le concede a la estructura urbana
la proyección y la extensión de la disposición social misma. Así, en el interior
de lo social se reflejan aspectos marcados de una intención jurídico-política,
en donde el ordenamiento social transforma las formas de proyección urbana a
partir de todo un aparataje de planificación urbana, que es en sí mismo el
sistema de prácticas sociales —acción de clases sociales y agentes urbanos—
en el seno mismo del sistema de proyección. Estos asuntos se vinculan mucho más
a lo que Castells (citado en Lezama, 2010) cataloga como una matriz estructural
y una de orden político, donde la primera responde a una lógica de
determinación y la segunda a una de orden coyuntural —atravesada por una lucha
de clases—.
Para integrar esta búsqueda conforme a
la planificación urbana, habría que decir que Castells no solo busca conciliar
los elementos políticos, ideológicos, sociales —elevados al orden
institucional— y comunitarios, sino que hace la importante contribución de la
anexión de la técnica. El autor llama a reflexionar para entender que en
lo urbano se debe ir de lo general a lo particular, y ello produce elementos de
especialización estructural específicos sobre las relaciones sociales (Lezama,
2010). Así entonces, una intención es ver lo económico, lo jurídico-político y
lo ideológico en unidad misma de la estructura social.
Cuando accedemos a la técnica, los
niveles del Estado se alzan en función de llevar problemas de orden global a
instancias administrativas en la forma de la planificación urbana, es decir, en
donde se ve la conjunción estructural. Castells (citado en Lezama, 2010) afirma
que las contradicciones en presencia del Estado entre esta triada convergen
como un “ordenador de la vida cotidiana” (p. 276), esto bajo una forma
predeterminada del espacio. Entonces, la gestión y el sistema de planificación
urbana convergen en los diseños de planificación que se suscriben, y ello lleva
a conflictos inevitables.
En conclusión, “la planificación
aparece, así, como gestora del cambio social. Pero la planificación urbana no
es un elemento de cambio social, sino de dominación, de regulación de las contradicciones”
(Castells, 1977, citado en Lezama, 2010, p. 276). Como se puede ver, la triada
no confluye para indicar un carácter de síntesis al problema, sino para
establecer una crítica de los elementos que se catalizan en el estado racional
de las cosas en materia espacial y urbana, sobre todo para tratar de encubrirla
con una forma neutra y técnica del fenómeno. Ahora bien, teniendo en cuenta
estas definiciones, es posible acceder a una experiencia concreta de renovación
en la cual la armonía teórica y propositiva del plan se resquebraja, debido a
las tensiones y disputas por el espacio urbano del centro de Bogotá.
Metodología:
Plan Parcial de Renovación Urbana ‘Estación Central’, los conflictos por el
espacio y las estrategias de acumulación de capital
Como se ha manifestado, las necesidades
funcionales del espacio de renovación implican las demandas sociales de este.
En tal sentido, encontramos una contradicción en la práctica de las fuerzas
sociales que se movilizan en torno a la renovación urbana. El Plan Parcial de
Renovación Urbana ‘Estación Central’ en Bogotá comparte algunas generalidades
del proceso en el que se proyecta esta estrategia, por ejemplo, el cambio de
las estructuras funcionales que evocan una seria intervención en el espacio,
producto de la notoria degradación de su área. Otro ejemplo es el mejoramiento
de la capacidad habitacional con el fin de redensificar
la zona y restaurar el tejido social —que no se divisa por integración sino por
exclusión—; sin embargo, sus particularidades reflejan los fuertes conflictos
por el espacio urbano, el derecho de su construcción y, principalmente, las
utilidades de su uso.
Con el fin de observar los conflictos
en el área, se hace uso del método propuesto por Páramo y Otálvaro (2006) y que
en este texto se asume para la generación de resultados. Este se basa en que
reconocer que
[…] las
técnicas, tanto cualitativas como cuantitativas, pueden usarse con el argumento
que el uso combinado de técnicas de recolección y análisis de información
aumenta su validez, concepto no exclusivo de la investigación tradicional, y
contribuye además a la solución de problemas, cuando se trata de investigación
orientada a la transformación de la realidad. (p. 4)
En ese sentido, los autores afirman que
la importancia del método de investigación no descansa en la forma en la que se
recoge la información, sino en cómo se lee en términos epistemológicos. Es
decir, la base son los postulados del pensamiento de los que parte el análisis
de la información. De acuerdo con ello, se retoma el método concreto-abstracto-concreto,
en el que “las abstracciones científicas reflejan la naturaleza de la sociedad
en forma más profunda, completa y veraz. De la percepción vivida al pensamiento
abstracto y de éste a la práctica: Tal es el camino dialéctico del conocimiento
de la realidad” (De la Garza, 1987, p. 7). El poder del análisis de la
información recabada está en el área objeto de investigación, entonces, con el
fin de proyectar el lugar, se verá el terreno de estudio como un sistema social
complejo.
Caracterización
El proyecto 'Estación Central' está
localizado en las carreras 13 y 17 y entre calles 24 a 26, es decir, al margen
sur del centro internacional de Bogotá y, según la delimitación del Plan Zonal
del Centro de Bogotá (PZCB), en lo que se conoce como centro tradicional. El
área hace parte del barrio Santa Fe de la localidad de Los Mártires, al costado
occidental —separado por la carrera 14 o Avenida Caracas—, y el barrio Alameda
de la localidad de Santa Fe, al costado oriental. Según la base catastral de la
ERU (2012), para el año 2008 el número de habitantes de cada uno de los barrios
es de 3036 para La Alameda y de 10140 para Santa Fe8.
Según datos del IDECA (2016)9, para la
especialización de la zona, en el sector conviven personas de los estratos uno,
dos y tres, los cuales demuestran una actividad de suelos —y por ende social—
bastante amplia, puesto que la mixtura del sector se caracteriza por la baja
capacidad residencial y por la alta vocación de prestación de servicios. Según
lo demuestra la encuesta desarrollada, para las actividades en el sector
repuntan los institutos de educación superior —especialmente la Universidad INNCA
de Colombia—, el comercio minorista —que se desarrolla en torno a la demanda de
los estudiantes—, centros administrativos —Notariado y Registro y Departamento
de Planeación Nacional— y vacíos urbanos —bodegas, casas abandonadas y
parqueaderos— (figura 1).
Figura 1. Usos de suelo en el PRRU, Estación
Central
Fuente. Elaboración propia a partir de
Catastro Distrital, 2019.
El problema de los vacíos urbanos
—áreas degradadas y obsoletas funcionalmente— se genera principalmente en el
sector occidental y sur del área de estudio, en el cual se encuentra localizado
en el continuum de la ‘zona de tolerancia’ del barrio Santa Fe — entre
las calles 22 y 23 y entre la carrera 13 y la Avenida Caracas—. Producto de
ello, y asociado a las actividades económicas de los flujos mercantiles de la
zona, hay consumo de drogas que, según las entrevistas y encuestas que se
desarrollan en el sitio, son el principal problema de la zona, que suma a la
experiencia de inseguridad presente en el sector. Junto a este problema, se
consolidan construcciones con un alto grado de abandono, que se vuelven focos
de delincuencia y consumo in situ de sustancias ilegales.
Este argumento es el que abrió una
apuesta a la renovación urbana en la zona, con el fin de recuperar, renovar,
reedificar el área, lo cual implica llevar a cabo las estrategias urbanísticas
ya mencionadas. Sin embargo, dicha propuesta no tuvo en cuenta la participación
ciudadana, pero sí estuvo muy de la mano con los procesos de acumulación por
desposesión que involucra la adquisición de predios denigrados con una
inversión mínima para así satisfacer las necesidades del capital.
Harvey (2013) explica esta estrategia
como una forma de crecimiento económico —o de acumulación de capital— que
implica desregular los mercados de suelos —que no son una mercancía por sí
mismos—. Es un proceso de presión por las rentas futuras —de las áreas a
renovar—, que genera una lógica ficticia de capital —financiero— que, sobre la
base de la especulación, activa los monopolios del Estado de las leyes y la
fuerza. Lo anterior provoca la expulsión de los ocupantes estos lugares por
medio de la extinción de dominio y los desalojos. Esto favorece a los
promotores urbanos, en concordancia con una lógica de mínima inversión y máxima
utilidad.
Conflictos por el espacio y estrategia
de acumulación
Respecto al aspecto físico del proyecto
Plan Parcial de Renovación Urbana ‘Estación Central’, Cabrera (2013) logra
evidenciar la localización, los alcances y las metas plenas del proyecto, que:
[…] se
desarrolla gracias a la iniciativa pública entre la Alcaldía Mayor de Bogotá;
Transmilenio; la Empresa de Renovación Urbana de Bogotá, empresa vinculada a la
Secretaria de Hábitat; Secretaria de Planeación y el IDU. Se origina como
consecuencia de la implementación de la estación central del sistema de
transporte Transmilenio, la cual tienen como fin integrar funcional y
operacionalmente las troncales del centro de la ciudad, estas son: Troncal Av.
Caracas, Troncal Calle 26 y Troncal carrera 10a. (Cabrera, 2013, p. 25)
El plan examina un área a intervenir,
función del proyecto, impacto urbano, aprovechamiento a nivel comercial y en
movilidad, producto inmobiliario, metros cuadrados en venta, estructura de
operación, etc. Sobre ello, Cabrera (2013) agrega:
El proyecto
contempla nuevos esquemas de participación, pues incorpora la inclusión de los
propietarios residentes en el proyecto, contiene un alto porcentaje de
viviendas de interés prioritario, aproximadamente 220, en una zona céntrica con
usos complementarios y servicios, además, garantiza la preservación de los
bienes más importantes del área.
Aspectos
importantes del proyecto:
• El área
bruta del proyecto es de 10.7 ha., de las cuales 18000 m2 se destinan a espacio
público, 26000 m2 a malla vial arterial, 18000 m² a malla vial local, y 35000
m2 de áreas útiles.
• Integra
el intercambiador modal al desarrollo inmobiliario y garantiza la permanencia
de los usos dotacionales, como es el caso de la Universidad Incca
y la clínica de Saludcoop, generando las condiciones
para que las mismas se puedan ampliar y consolidar dentro del plan parcial.
• Se
generan cerca de 205000 m2 vendibles, que como producto inmobiliario
corresponden aproximadamente a 740000 millones de pesos (valores 2012). (pp.
25-26)
Con la anterior caracterización, el
conflicto por el espacio se despliega en la función actual del uso de suelo y
el uso proyectado, además del valor del suelo y el valor proyectado del mismo.
Harvey (2005) afirma que en este proceso intervienen dos instituciones: el
Estado y el sistema financiero. El primero porque, con el monopolio de
violencia y las definiciones de legalidad, obtiene el suficiente poder para
respaldar y promover procesos de esta naturaleza. Este curso se logra ver en la
geografía histórica, en los procedimientos de desarrollo capitalista en donde
los derechos de propiedad eran transgredidos para así fragmentar las posesiones
geográficas de un grupo humano y expandir los mercados, acumulando capitales
fijos. El capital financiero bajo el sistema crediticio propicia, de forma,
abierta la depredación, el fraude y el robo.
Dichos efectos del capital financiero,
precisamente, son los que generan conflictos en el espacio de ‘Estación
Central’, puesto que la especulación financiera, la creación de capitales fijos
y el monopolio de las definiciones de legalidad del Estado —sumado al control
exclusivo de la fuerza y la coacción— garantizan disputas por el uso y
producción del espacio. Esto se demuestra a partir del avaluó de los bienes
que, según el documento de soporte técnico, para el año 200910, el valor del metro
cuadrado era de un rango entre 320000cop y 430000cop según la apuesta de
Catastro. Sin embargo, el valor proyectado para vivienda posterior al plan se
encuentra entre 3500000cop y 3800000cop por metro cuadrado y para comercio en
un precio medio de 4700000cop (ERU, 2012).
Esta implicación genera la sensación de
que se han creado sectores exclusivos y de que hay inversión de capital de gran
envergadura, que no tienen en cuenta la vocación actual del suelo y tampoco
brindan, desde el Estado y los funcionarios del proyecto, alternativas para la
reconfiguración de las actividades económicas y sociales en la zona. Además,
sumado a esta problemática, existe un bajo nivel de participación de la ciudadanía
en el proyecto, ya que las encuestas señalan que, de 60 personas, unicamente 27 (45%) saben lo que es un proyecto de
renovación urbana. De estas 27, solo 16 (26.6%) saben cuál es el proyecto de
‘Estación Central’. De igual modo, de las mismas 27, solo 9 (33,3%)
consideraron que ellos son eficientes. Cabe decir que esta implicación genera
conflictos por el espacio, puesto que habla del bajo nivel de participación de
la ciudadanía en tales asuntos. Y el reclamo de la mayoría de los encuestados
es que ellos, como residentes, trabajadores y personas que generan actividades
constantes en la zona —el 66.6% de los encuestados, es decir, 40 personas—
demandan un mayor nivel de información para contribuir en los temas que
respectan a la ciudad.
Por último, cabe afirmar que esta
expresión primaria —la de la acumulación—, de base infraestructural-económica,
recala de manera crítica en la forma en cómo se expresa la construcción social
del espacio y los conflictos urbanos de los ciudadanos de Bogotá respecto a su centro,
particularmente hacia el proyecto ‘Estación Central’. Las implicaciones de
primer grado en la forma en cómo se entiende el proyecto no asumen las demandas
de la ciudadanía en torno a problemas como la seguridad, la economía, entre
otros.
Reflexiones finales: el derecho a la
ciudad
Estas reflexiones, a manera de
conclusión, están en vía de ofrecer una posición crítica acerca de la forma en
que se piensa la ciudad moderna y, particularmente, cómo el instrumento de la
renovación urbana presenta ventajas respecto a la racionalización del espacio,
pero que lastimosamente está dejando de lado la variable social y la
posibilidad de una construcción democrática del espacio urbano. Como afirma
Lefebvre (1978), el balance no se agota únicamente en las contradicciones ya
mencionadas del plan, sino que subsisten en la experiencia práctica, la cual
muestra que “puede haber crecimiento sin desarrollo social (crecimiento
cuantitativo, sin desarrollo cualitativo)” (p. 165).
Lo anterior quiere decir que la crítica
se plantea en la forma en la que se orientan los planes, en donde se divisa una
mirada ajena a la realidad social, que responde a intereses funcionales de una
organización racional del espacio, basado en un modelo de ciudad gerencial.
En síntesis, el proletariado es el que más sufre este tipo de planificación
—reflejado en los habitantes y trabajadores de la zona—, como también en el
lumpen proletariado11,
debido a que “una nueva miseria se extiende […] la miseria del hábitat, la del
hombre sometido a una cotidianidad organizada (en y por la sociedad burocrática
de consumo dirigida)” (Lefebvre 1978, pp. 166-167).
Esta sociedad del consumo dirigida “es
víctima de una segregación de la estrategia de clase” (Lefebvre, 1978, p. 166),
que permite un tipo de ciudad en donde sus ciudadanos y, especialmente el
proletariado, no tienen participación, puesto que estos son solo la masa
trabajadora y reproductora del espacio que el capital configura sociohistóricamente. Por ello, es importante retomar las
nuevas necesidades de la ciudad —de Bogotá en particular, pero teniendo en
cuenta que hay atributos que se repiten en otras localizaciones— y
configurarlas a través de la participación, la interacción, el ejercicio
democrático, el sostenimiento económico. Si bien estas instancias existen en
función de la legalidad —ejemplo de ello son los Decretos 296 de 2003 y 392 de
2006, en donde se establecen lineamientos sociales y económicos para sopesar el
impacto de los proyectos—, deben ser funcionales a la capacidad social para reducir
al mínimo las brechas que generan aún más exclusión.
Finalmente, es pertinente referirnos a
las soluciones en términos de participación y regulación de las contradicciones
espaciales y sociales. Si bien estas parecen lejanas concretamentamente,
existe una forma de presionar ese derecho a la ciudad a la que se refiere
Lefebvre, puesto que
[…]el
derecho a la ciudad se manifiesta como forma superior de los derechos: el
derecho a la libertad, a la individualización en la socialización, al hábitat y
al habitar. El derecho a la obra (a la actividad participante) y el derecho a
la apropiación (muy diferente del derecho la propiedad) están imbricados al
derecho a la ciudad. (Lefebvre, 1978, p. 159)
Además, este derecho requiere “la
realización de la sociedad urbana […] que reclama una planificación orientada
hacia necesidades sociales, las de la sociedad urbana” (p. 166). En suma, el
autor evidencia una revolución ciudadana y cultural que permita el control
democrático y definitivo —en acciones de participación— de los espacios urbanos
para la transformación. Así mismo, la vinculación del pensamiento espacial, a
través de estrategias ciudadanas, educativas, populares, puede ofrecer una
alternativa a la toma de decisiones diferente a los poderes del capital —en cabeza
del Estado y la propiedad privada—, para hacer frente con estruendosa
capacidad. Finalmente, la conclusión más importante y definitiva es la de
reflexionar sobre qué tipo de espacio, con sumadas contradicciones, se está
construyendo en nuestras sociedades y qué tipo de necesidades son las que
demandamos, sobre las que podemos interpelar a la hora de tomar disposiciones
sobre el espacio.
Notas
1.
El
profesor Ovidio Delgado (2002) asume que: “[…] el espacio geográfico no es un
ente natural, sino un subproducto social del modo de producción y que su
comprensión solo es posible a partir de una geohistoria que implica el
conocimiento de los procesos involucrados en su producción, lo que hará de la
geografía una especie de “economía política” de la producción del espacio” (pp.
48-49).
2.
De
acuerdo con la normativa, la modalidad de redesarrollo se entiende como aquella
que se aprovecha de las áreas en las que hay un proceso de degradación y no hay
un espacio aprovechable, sin necesidad de expandir la ciudad hacia el límite
urbano.
3.
Para
evidenciar de manera jurídica y normativa esta tesis, revisar la Ley 9 de 1989,
por la cual se dictan normas sobre planes de desarrollo municipal, compraventa
y expropiación de bienes y se dictan otras disposiciones; y la Ley 388 de 1997,
por la cual se modifican la Ley 9 de 1989 y la Ley 2 de 1991, y se dictan otras
disposiciones.
4.
Esta
posición encuentra su controversia en si la disposición de
tales planes deben ser organizados y ejecutados por el Estado, con el
fin de garantizar la participación democrática sobre todo en espacios urbanos
los cuales interviene su implementación en el espacio público.
5.
Es
decir, a través de la creación de modelos de renovación urbana, como el plan
parcial, el cual se producen con éxito en otros emplazamientos, pero que a su
vez reciben críticas por diversas deficiencias o inoperancias en su ejecución.
6.
Para
efectos de profundización, ver el artículo 4 del Decreto 2181, donde se
disponen las siguientes etapas: formulación y revisión, concertación, consulta
y adopción (ERU, 2012).
7.
En la
que, naturalmente, entran de forma sucinta los planes de renovación urbana.
8.
Según
el documento de soporte técnico, el proyecto tiene un área de influencia que se
extiende a los barrios de Las Nieves, La Favorita, San Diego, La Capuchina y
Veracruz. Y, sumando los dos barrios mencionados, suman una población de 28700.
9.
Infraestructura
de Datos Espaciales para el Distrito Capital (https://www.ideca.gov.co/).
10. El documento de soporte técnico del
proyecto se publica en el año 2012 por parte de la ERU, sin embargo, las
proyecciones se hacen de datos obtenidos por Catastro Distrital en el año 2009.
11. El habitante de calle en la zona es
parte fundamental en su paisaje urbano. Este es producto y productor de las
realidades e interacciones espaciales. El Estado lo vincula al proyecto en el
orden de la exclusión en términos prácticos.
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