Café, expansión
urbana y transformación arquitectónica. Pereira, 1910-1930
Jorge Enrique Osorio Velásquez. Doctor en Historia
del Arte y Gestión Cultural en el Mundo Hispánico, de la Universidad Pablo de
Olavide, de Sevilla, España. Profesor de la Universidad Católica de Pereira.
ORCID 0000-0002-8323-1765. Correo electrónico: jorge.osorio@ucp.edu.co
Jaime Montoya Ferrer. Magister en Historia
de la Universidad Tecnológica de Pereira, Colombia. Profesor de la Universidad Católica
de Pereira. ORCID 0000-0002-5736-6789. Correo electrónico
jaime.montoya@ucp.edu.co
Recibido: 30 de noviembre de 2020. Aceptado:
27
de febrero de 2021. Publicado: 9 de noviembre de 2021.
Resumen
Este artículo se
propone responder a la pregunta: .cual fue la influencia de la economía
cafetera en la expansión urbana y en la transformación arquitectónica de
Pereira entre los años 1910 y 1930? Este periodo es claramente identificado
como uno de los más importantes en el fenómeno de expansión urbana que
experimenta la ciudad durante la primera mitad del siglo XX; Pereira pasa de
ser un pequeño poblado con limitadas actividades económicas en ganadería y
agricultura de pan coger, a ser una dinámica población comprometida con la economía
cafetera, que tuvo efectos multiplicadores en otros reglones de la economía
como el comercio y la industria, y en forma muy notable en los servicios públicos,
los cuales debieron experimentar significativas transformaciones para responder
a las nacientes demandas diferentes a las de la vivienda.
El desarrollo de la
actividad cafetera permite comprender los conceptos de expansión urbana y transformación
arquitectónica, en la medida en que el poblado se constituye en un centro de
acopio, vital para la compra y distribución del grano en el ámbito regional, al
igual que para el proceso de trilla necesario para su venta a las grandes
firmas de comercialización internacional de café, dinámicas que se reflejan en
la alta demanda de vivienda y servicios públicos, de educación y de salud por
parte de una creciente población que se duplicó entre 1910 y 1925.
Palabras clave: economía cafetera, expansión
urbana, desarrollo edilicio, transformación arquitectónica, transformación
urbana, urbanismo.
Coffee, Urban Growth and Architectural Transformation.
Pereira, 1910-1930
Abstract
This article aims to
give an answer the question: what was the influence of the coffee economy on the
urban expansion and architectural transformation of Pereira between the years
1910 and 1930? This period is clearly identified as one of the most important
in the phenomenon of urban expansion experienced by the city during the first
half of the 20th century; Pereira goes from being a small town with limited
economic activities in livestock and bread-taking agriculture, to being a
dynamic population dedicated to the coffee economy, which had increased the
effects in other regions of the economy such as commerce and industry, and in
very outstanding in public services, which had to experience significant
transformations to respond to the nascent demands different from those of
housing.
The progress of the
coffee activity allows us to appreciate the concepts of urban expansion and
architectural transformation, to the extent that the town is constituted in a
collection center, vital for the purchase and distribution of grain at the
regional level, as well as for the process of threshing necessary for its sale
to the large international coffee marketing firms, dynamics that are reflected
in the high demand for housing and public services, education and health on the
part of a growing population that doubled between 1910 and 1925.
Keywords: coffee economy, urban expansion, building development,
architectural transformation, urban transformation, urban planning.
Café, expansão urbana e transformação
arquitetônica. Pereira, 1910-1930
Resumo
Esse artigo visa
responder à pergunta: qual foi a influência da economia cafeteira na expansão
urbana e na transformação arquitetônica de Pereira entre os anos 1910 e 1930?
Esse período e claramente identificado como um dos mais importantes no fenômeno
de expansão urbana pelo qual a cidade passou durante a primeira metade do século
XX. Pereira passou de ser um pequeno povoado, com limitadas atividades econômicas
em criação de gado e agricultura de subsistência, a ser uma dinâmica população
comprometida com a economia cafeteira, que teve efeitos multiplicadores em outras
áreas da economia como o comercio e a indústria, e, de forma bastante notável,
nos serviços públicos, que precisaram passar por significativas transformações
para responder as nascentes demandas diferentes das de moradia.
O desenvolvimento da
atividade cafeteira permite compreender os conceitos de expansão urbana e transformação
arquitetônica, uma vez que o povoado foi constituído em um centro de armazenamento,
vital para a compra e distribuição do grão no âmbito regional e para o processo
de debulha, necessário para sua venda as grandes firmas de comercialização
internacional de café. Essas dinâmicas se refletem na alta demanda de moradia e
serviços públicos de educação e saúde por parte de uma crescente população, que
se duplicou entre 1910 e 1925.
Palavras-chave: economia cafeteira, expansão
urbana, desenvolvimento da construção, transformação arquitetônica, transformação
urbana, urbanismo.
Introducción
Los procesos de transformación económica no son el único
factor que determina la expansión de las ciudades; las condiciones políticas,
los aspectos culturales y la naturaleza de los diferentes grupos sociales en
las regiones y localidades también son factores decisivos en el resultado y en
las particularidades que produce este fenómeno. De ahí que el estudio de la relación
entre expansión urbana y crecimiento económico sea un campo que aporta insumos importantes
para establecer las categorías que terminan siendo más influyentes, al igual
que los ciclos o periodos de estancamiento o desorden en la dinámica urbanística
de una sociedad. En consecuencia, en este trabajo se pretende responder a la
pregunta: .cual fue la influencia de la economía cafetera en la expansión
urbana y en la transformación urbanística y arquitectónica de Pereira entre los
años 1910 y 1930?
El periodo elegido a partir de 1910 es fundamental para
comprender el tránsito de una pequeña población a una ciudad en proceso de modernización.
Pereira contaba con menos de cuarenta años desde su fundación y su actividad económica
había estado orientada y determinada en lo fundamental por las demandas del
mercado interno, en un intercambio autárquico todavía bastante simple e
incipiente. La economía cafetera llegara de forma paulatina pero creciente a
dominar la escena de expansión económica y urbana, y creara una dinámica de
modernidad y modernización. Dicha dinámica de modernidad obedece al cambio en
las formas de pensar que vive la humanidad a partir del Renacimiento, fundadas
en los principios de la razón y la racionalidad científica. Pero este cambio histórico
en las formas de pensar no es un proceso uniforme en todas las sociedades, la
Modernidad va pues llegando con el tiempo a cada una, y es por ello que se deben identificar las manifestaciones que la
propician, la impulsan o la constriñen. Por su parte, la modernización, como
resultado de los cambios científicos y tecnológicos provocados por la
Modernidad, se concentra en los cambios políticos, económicos, culturales que viven
las sociedades.
De ahí que en una comunidad no sea necesaria la
existencia de un pensamiento moderno para que se viva bajo los influjos de la modernización,
al punto de que se puede considerar como valida la idea de que en América
Latina fue la modernización urbana el camino que nos llevó a la Modernidad; la modernización
se refleja en una serie de cambios generales: urbanización, industrialización, secularización,
racionalidad, diferenciación social, aumento del alfabetismo, extensión de los
medios de comunicación, mayor control del entorno natural y social, y
crecimiento económico.
La expansión cafetera cobró fuerza en el municipio y en
toda la región gracias a la confluencia de varios factores, como los
siguientes: las condiciones físicas favorables para la producción de café
suave; la posición geoestratégica de Pereira, que le permitió participar en importantes
dinámicas económicas y territoriales; así como un crecimiento demográfico y un modelo
singular de reparto y adjudicación de tierras a los nuevos habitantes, que
propiciaron el desarrollo de la caficultura y sobre todo de una cultura
cafetera competitiva, caracterizada por ofrecer un producto de excelente
calidad.
Metodología
Este artículo es el resultado del proyecto de investigación
en desarrollo denominado Historia urbana de Pereira, 1867-2000, el cual pretende explicar el proceso de consolidación
y expansión de Pereira, entendida como una relación dinámica entre los fenómenos
socioeconómicos, políticos y culturales, expresados en la arquitectura y el
urbanismo desde mediados del siglo XIX hasta fines del siglo XX. En este
proyecto participan investigadores de la Universidad Tecnológica de Pereira, de
la Universidad Autónoma de San Luis Potosí de México y los autores de este
articulo como profesores investigadores de la Universidad Católica de Pereira.
Como fuente de información para el proyecto en general, y
en particular para este artículo, se han empleado fichas de recolección que
fueron previamente diseñadas y acordadas por el grupo de trabajo; de igual
forma se acordó y se definieron antes de iniciar la pesquisa documental, las categorías
infraestructura, poder local, historia institucional, arquitectura-urbanismo y economía,
al igual que una serie de subcategorías divididas en dos niveles que han
permitido clasificar, procesar y analizar la información obtenida. Las fuentes
primarias consultadas son las actas y acuerdos existentes en el fondo del
Concejo Municipal de Pereira, en el Archivo Histórico del Municipio de Pereira (AHMP);
el fondo digital del periódico El
Diario de Pereira publicado
entre 1929 y finales de la década de los ochenta; los informes y estadísticas de
la Cámara de Comercio de Pereira aparecidos en boletines publicados a partir de
1927 y el estudio sobre Pereira, Pereira,
desarrollo y perspectiva, de
la ANDI. Como fuentes secundarias ha sido de gran utilidad la consulta de las crónicas
que se han escrito sobre Pereira, en particular la obra de Ricardo Osorio, Historia del agua en Pereira y otras memorias
de la ciudad.
Resultados
Aspectos
conceptuales
La formación de las ciudades y lo que se pude denominar
como: la expansión urbana en los países de América Latina y en particular en Colombia
está asociada al concepto de Modernidad; es el espacio urbano el mecanismo y el
dispositivo de pensamiento que permite romper con las cosmovisiones
tradicionales en las relaciones sociales y en los valores que congregan y le
dan sentido a la comunidad. De acuerdo con Gorelik:
En América, la modernidad
fue un camino para llegar a la modernización, no su consecuencia; la modernidad
se impuso como parte de una política deliberada para conducir a la modernización,
y en esa política la ciudad fue el objeto privilegiado. (Gorelik, 2003, p. 13)
Se refiere a que es en la ciudad donde se agitan las
ideas y los saberes, que van a derivar en nuevas formaciones sociales y económicas
más acordes con el mercado capitalista. La expansión urbana sobre el mundo
rural no es, por tanto, solo un asunto de territorios geográficos, sino una
forma de colonización de las mentalidades y de las formas de pensarse
socialmente.
Es decir, las ciudades actúan como puntos de inflexión y
de ruptura en la historia. Son los centros de concentración de las
oportunidades y la innovación (Braudel, 1981). El potencial de crecimiento y
desarrollo regional está asociado con la capacidad trasformadora y la dinámica cultural
y de conocimiento que se produce en la ciudad o en el espacio urbano.
Comprendemos, por tanto, la expansión urbana y el
concepto de formación de ciudad como polo de desarrollo que irradia la concepción
de Modernidad y modernización; la expansión se manifiesta en las formas que
adquiere y en los espacios que ocupa la estructura urbana con el paso del
tiempo, pero se refleja también en las maneras de vivir, de actuar y de pensar
de sus habitantes. Estas maneras de pensar, como manifestación cultural, se
asocian con el nivel de conocimiento y con el desarrollo científico y tecnológico
al actuar sobre unas actividades económicas específicas que se constituyen en los
atractores de localización y aglomeración para la creación de nuevas empresas y
para el fomento de los procesos migratorios.
Un factor diferenciador en el ritmo de crecimiento urbano
de las ciudades esta dado por la presencia de una actividad económica pujante e
innovadora que permita romper el ciclo tradicional y que se constituya en un
factor de crecimiento y progreso. En el caso de Pereira se puede considerar que
es la economía cafetera la actividad económica que aporta no solo la acumulación
de capital, sino los impactos de Modernidad y modernización que rompen con la parsimonia
de una pequeña población agrícola.
Consideramos en Pereira al café como ese puntal de inflexión
y de ruptura que impulsa y determina la transformación urbana. Al hablar de
actividad cafetera se debe comprender que el tema no se agota con las formas de
producción del grano y con el cultivo en la zona rural; de ahí que la
particularidad de la caficultura en el occidente colombiano es la rápida urbanización
que impulsa la cadena de producción y comercialización.
Así, las fuentes de acumulación de capitales por medio de
la caficultura ocurren más en las actividades que se desarrollan en la zona
urbana, que en aquellas que se desarrollan en el campo.
La ciudad convertida en centro de acopio regional, y la comercialización
del grano, marcan una pauta de crecimiento que atrae nuevas actividades como la
trilla, el almacenamiento y el transporte, y que requieren de mano de obra que
dejara de obtener su subsistencia del campo, para depender de los ingresos y
salarios que le aporta su actividad urbana.
Pereira en sus orígenes
El origen de Pereira se emparenta con la Genesis de su
vecina la ciudad de Cartago. Como bien se sabe, la Villa de Canarte1
se funda en el sitio que ocupo San Jorge de Cartago entre los años 1541 y 1690,
población que se traslada a su actual ubicación en la ribera occidental del rio
La Vieja por diferentes motivos, entre ellos, la desaceleración de la producción
de oro en la región centro occidental de Colombia, que había ocasionado unos años
antes el cierre de la Casa de Fundición de La Moneda, existente desde el 25 de
junio de 1541, muy recién fundado Cartago (Friede, 1963).
Es bueno resaltar que el acto de fundación de Pereira,
acaecido en 1863, no es el hito que marca el inicio del asentamiento que da
origen a la ciudad, sino un mojón que simboliza la transición entre el
establecimiento de colonos que desde mediados del siglo XIX había empezado a
generar una dinámica de poblamiento y los intereses comerciales en el tránsito
de productos de la región y la especulación en el negocio de tierras, que romperán
de manera definitiva con el estatismo de más de siglo y medio que produjo en la
comarca el traslado de “Cartago Viejo”, y del que fueron testigos presenciales los
caminantes que cruzaban el lugar por el antiguo camino proveniente del paso del
Quindío hacia el valle del rio Cauca (Zuluaga, 2013).
Transcurre casi una década desde la fundación oficial y
el reparto de las tierras aportadas por don Guillermo Pereira Gamba, hasta la
Ley 51 de 1871, mediante la cual los Estados Unidos de Colombia entregan 12 000
hectáreas a los habitantes de la Villa de Pereira, donación que proporciona la
base material y legal para la consolidación de los asentamientos humanos y el
inicio de una estructura urbana. Al igual que en la mayoría de las poblaciones
que se fundan en la región centro occidental de Colombia, el diseño que se
implanta emplea un trazado en retícula sobre las vertientes sur del rio Otún y
norte de la quebrada Egoya, y constituyo un claro ejemplo del tipo de
“estructura urbana de damero en ladera sobre cuchilla” (Osorio, 2016), propia
de muchas de las ciudades fundadas durante el siglo XIX en el ámbito
territorial del Paisaje Cultural Cafetero de Colombia (PCCC)2, y que
concuerdan con el patrón de “ciudades planificadas de trazado regular”
(Aguilera, 1994, p. 65), que tienen su origen durante la Colonia hispánica en América,
bajo el influjo de las Ordenanzas de Nuevo Poblamiento que se compilan por
mandato de Felipe II.
Este modelo de damero que se desarrolló sobre topografías
planas en América entre los siglos XVI y XVIII, en el contexto del laboratorio urbano
que significo la Colonia española, llega a esta región en el siglo XIX, y al
caso particular de la fundación de Pereira, por intermedio de las oleadas de
pobladores provenientes de diferentes direcciones geográficas de la actual Colombia,
en particular de los Estados soberanos de Antioquia y Cauca, en donde la
presencia ibérica fue dominante, lo que generó un fuerte contraste con un
territorio caracterizado por un relieve montañoso de fuertes pendientes.
En este contexto, Pereira desarrolla una estructura urbana
que parte del centro constituido por el vacío de la plaza, que más adelante
asume el modelo de parque característico del urbanismo francés, y que se
observa como un hecho recurrente en las fundaciones de impronta republicana que
proliferaron en la región centro occidente de Colombia en el siglo XIX y en las
primeras décadas del XX. De esta manera se da inicio al trazado a cordel de un
manzaneo en torno al espacio generatriz, el cual refina alrededor de 1880 la
propuesta de Guillermo Fletcher, con la incorporación del sistema de parques
que entraría a dominar la fisonomía de la ciudad durante la primera mitad del
siglo XX.
Sin embargo, la expansión de la retícula encontraría más
adelante un límite temporal en las vaguadas y quebradas, el cual sería superado
con la canalización y los llenos hechos de manera indiscriminada, proceder que
demuestra la profunda relación de la expansión de la estructura urbana de
Pereira con el pensamiento racional heredado de la Modernidad occidental, que
se traslada a nuestro medio vía Colonia española, e incorpora la estructura arquetípica
de damero, tal como lo sostiene Ricardo Osorio Pinto (Yolombo de la Vega):
De fuentes fidedignas se sabe que, a partir de la fundación
de Pereira, sus gentes obtuvieron casi toda el agua requerida para sus
necesidades habituales, de un nacimiento muy abundante que brotaba en una
hondonada grande y profunda, por el costado norte de la carrera 7 entre calles
17 y 18 […] Este nacimiento lo conocí yo. En 1914, aun existía una laguna entre
las carreras 6 y 7, donde más tarde funcionaria el coso -cárcel de caballos y
reses-. Ya habían hecho un relleno en la carrera 6 y el agua que corría se había
vuelto muy sucia y, en invierno, inabordable en la carrera 4. (Osorio, 2014, p.
101)
De esta manera se explica el porqué de un urbanismo que
no pretendía en su proceso de expansión integrarse con las características físicas
del sitio donde se desarrollaba, sino que se imponía transformándolo de manera
radical; esto se ejemplifica claramente en lo que sucede más adelante, en el
siglo XX, cuando se canaliza la quebrada Egoya, con las problemáticas que ha
generado esta intervención del medio natural sobre la ciudad contemporánea. En
cuanto al tipo de manzanas y al conjunto edilicio fundamentalmente construido
en bahareque que se reproduce sobre la base que proporciono la estructura de
damero, la ley propició inicialmente el desarrollo de una división predial
relativamente uniforme, que tuvo su fundamento en la siguiente disposición:
Los varones casados, los
viudos, las viudas con familia y los solteros mayores de veintiún años, tendrán
derecho a que se les adjudique dentro del área de la población un solar de
hasta 25 varas de extensión, siempre que se obliguen a construir en él una
casa. (Ley 14 de 1870, art. 7)
De esta manera, la Comisión Agraria, según el artículo 3
de la Ley 14 de 1870, otorgó lotes de similares dimensiones –25 varas–, en los que
sus propietarios construyeron edificaciones por lo general de un piso de altura,
lo que en adelante incidió en la modelación de perfiles urbanos de un aspecto
uniforme, y en una morfología urbana que tomaría rasgos de homogeneidad, lo que
acentuaba el uso de la tapia y del bahareque con sus morteros enlucidos con
cal, las carpinterías de madera al natural, austeras y sin ninguna búsqueda estética,
y los techos de teja de barro o paja diferenciándose solo por las pendientes de
sus faldones (figura 1).
Figura
1. Plaza
Victoria (1880), actual Plaza de Bolívar de Pereira
Fuente.
Camacho
Andrade (2011).
En cuanto al desarrollo de los solares, al tener sus
adjudicatarios el compromiso de construir una vivienda urbana so pena de
perderlos, y muchas limitaciones económicas –a todos, según la Ley 14, les había
sido adjudicado un predio rural, el cual también estaban obligados a cultivar–,
construyeron unas edificaciones muy sencillas de un piso y con espacios
alineados sobre la calle, y dejaron un área libre del lote hacia la parte
trasera, que unida a la de los demás predios de la manzana, configuraba un gran
espacio verde hacia el centro, caracterizado en muchos casos por una exuberante
vegetación que compensaba la ausencia de verde en las calles, lo que reprodujo
un rasgo típico del urbanismo hispánico. Esto dio como resultado que a finales del
siglo XIX, la estructura urbana de Pereira se caracterizara por su baja
densidad, por tener una fisonomía muy homogénea que solo rompía el vacío de sus
parques tutelares, así como por la ausencia de vegetación en sus calles, lo que
reflejaba la negación que el habitante urbano empezaba a hacer de su origen
rural; por su parte, la arquitectura, que básicamente se diferenciaba por sus
usos, también empezaba a buscar unos rasgos que la diferenciaran de su pariente
rural construida en bahareque.
Es de anotar que esta naciente estructura urbana se logró
gracias a la conformación de sistemas de cooperación comunitaria por medio de
mingas, convites o algo más estructurado como lo fue el Trabajo Personal
Subsidiario, el cual consistió en un impuesto que se podía pagar con jornadas
de trabajo y se cobraba de forma progresiva de conformidad con la riqueza del
ciudadano.
Pereira a principios del siglo XX
Al comenzar el siglo XX, la población de Pereira es reducida,
pero en constante crecimiento. En el censo realizado en 1904 tiene 14 229
habitantes que en su gran mayoría son migrantes procedentes de poblaciones,
sobre todo, de Antioquia y en menor porcentaje del Cauca. En la tabla 1 se
observa la dinámica de gran crecimiento poblacional del municipio de Pereira entre
1879 y 1938, en su gran mayoría explicado por la inmigración.
Tabla
1. Crecimiento
demográfico de Pereira, 1879-1938
Años |
Población |
% |
1879 |
633 |
|
1904 |
14,229 |
|
1912 |
18,500 |
30,0 |
1918 |
24,570 |
32,8 |
1928 |
50,069 |
103,7 |
1938 |
60,492 |
20,8 |
Fuente.
Elaboración
propia con base en ANDI (1964, p. 20).
Se trataba de un pequeño poblado con una organización
urbana ordenada, sustentada sobre la base de una cuadricula que definía con
gran equivalencia el tamaño de las manzanas y de las calles, las cuales se
entrecruzaban para generar un tejido que se expandía lentamente sobre la
periferia rural. Conservaba además un ambiente aldeano en donde las casas cumplían
las funciones de vivienda, pero también incluían espacios característicos de
las edificaciones rurales, los cuales se ubicaban en el área de los patios y
los solares como establos para el cuidado de caballos y vacunos, y que al final
de cada jornada trasladaban a los potreros por lo general ubicados en la zona
ejidal3. Esta relación con lo rural, además del vínculo de trabajo
de sus habitantes con la tierra, hacia que la estructura urbana del poblado se
fundiera en sus límites con el entorno rural, sin que hubiese una marcada
diferencia entre ambos. Sin embargo, este panorama se transforma con la llegada
del nuevo siglo y con el desarrollo de otras dinámicas económicas fundamentadas
en la manufactura, en el alto flujo de la actividad comercial y la caficultura,
que toma fuerza en la región y particularmente en el área rural del municipio
de Pereira.
Las cifras lo corroboran:
en el año 1905 las exportaciones de oro representaban un 15% de las cifras
totales, mientras que ya el café tenía una presencia en las exportaciones con
un 40 %. Veinte años después el oro apenas lograba un 8 % mientras que el café adquiría
una rotunda hegemonía en materia de exportaciones con un 70 %. (Zuluaga, 2013,
p. 337)
Esto se vería en el cambio paulatino de los perfiles de
la plaza de Bolívar y de las manzanas aledañas, que había empezado desde la última
década del siglo XIX con el englobe de los solares inicialmente adjudicados por
la Comisión Agraria, y por la construcción de edificaciones, la mayoría de dos
pisos, que reflejaban el carácter adquirido en ese entonces por la arquitectura
regional de bahareque (figura 2).
Figura
2. Celebración
de la Semana Santa en la Calle de Pereira, a mediados de la década de 1910
Fuente.
Camacho
Andrade (2019, p. 15).
Otro hecho fundamental que simboliza esta transformación
y la transición hacia el nuevo siglo es la catedral de Nuestra Señora de la
Pobreza, que empieza su construcción en 1882, hasta que un terremoto, en enero
de 1906, trunca el proceso con el derrumbe de parte de lo construido (figura
3). Esto conduce a que en ese mismo año se firme un contrato con el arquitecto Heliodoro
Ochoa para proseguir:
Figura
3. Catedral
Nuestra señora de La Pobreza en proceso de construcción a fines de la década de
1910
Fuente.
Camacho
Andrade (2019, p. 19).
En dicho contrato, el
mencionado Ochoa se comprometía a respetar los muros laterales y el frente del
edificio, tal como en ese momento se encontraba. Como términos del mismo, Ochoa también se comprometía a entregar la planta
o plano horizontal en los dos meses siguientes y los demás en ocho. Para
efectos de la obra, de igual manera, contrataría dos oficiales, de acuerdo con
la Junta, uno de cantería y otro de carpintería. (Cano, Acevedo y López, 2003,
p. 102)
En el siglo XX tomaría impulso el proceso de expansión
urbana, que trajo consigo un sin número de cambios, al igual que la aparición de
infraestructura y edificaciones que, además de la actividad comercial, estarían
dedicadas a apoyar las demandas de una población en aumento, y de la producción
y comercialización de café, como las trilladoras y el ferrocarril.
Las obras de infraestructura y los equipamientos
sociales, factores de consolidación y expansión urbana entre 1910 y 1930
En el periodo comprendido entre 1910 y 1930, la expansión
urbana estuvo impulsada básicamente por la transformación con obras de
infraestructura, la construcción de equipamientos sociales y la construcción o expansión
de las redes de servicios públicos ya existentes, los cuales estuvieron en
buena medida asociados con los cambios institucionales y económicos impulsados
por la economía cafetera (Rivera, 2014). De esta manera, Pereira empezaba a
cumplir con una serie de condiciones que entraran a garantizar su continuidad
en el tiempo, así como la supervivencia de una población creciente, de una economía
en desarrollo y de una estructura urbana en expansión, situación que simultáneamente
significo la generación de unos rasgos de modernización que ratificaron su condición
de centralidad en el contexto regional.
Si bien la economía cafetera, como se ha sostenido, fue
un motor predominante en el proceso económico de Pereira, no fue tampoco el único;
el activo intercambio mercantil con los pueblos vecinos y las ferias
comerciales que se impulsaron desde el año 1890 por parte de un grupo de
hombres de negocios y de comerciantes, que además de participar en la agenda política
de la ciudad estaban vinculados con la economía cafetera, constituyeron otras
fuentes de recursos que apalancaron dicho proceso. El crecimiento de la
actividad y la economía cafetera en los primeros treinta años del siglo XX, acompañado
por una importante dinámica comercial con la región, se constituyó en el mecanismo
estimulante para atraer nuevos pobladores, que no se instalaron solo en la zona
rural, sino y en forma apreciable en el espacio urbano. El café, en
consecuencia, demandaba un conjunto de servicios y procesos que no se obtenían
en la parcela o en la finca cafetera, y que encuentran en el espacio urbano el
medio propicio para su desarrollo.
Uno de estos procesos es la trilla del café, factor clave
en el cambio social y de la estructura laboral de la ciudad, que permite la participación
de la mujer, ya no como ama de casa sino como empleada y obrera, lo que la
llevara más adelante a desempeñarse como empresaria. Su carácter de trabajadora
independiente será también un tema central y distintivo de la cultura pereirana.
Así mismo, se producen hechos urbanos de gran impacto en la ciudad relacionados
con la trilla, almacenamiento, transporte y la comercialización del café, que
impulsaron la transformación física y el crecimiento económico, lo cual se reflejó
en la construcción de obras de infraestructura (servicios públicos, obras
publicas y transporte), de montajes industriales y de equipamientos sociales
que entraron a suplir las necesidades básicas de la creciente población. El vínculo
internacional de la economía cafetera se convirtió en un factor de referencia
para la transformación de las ideas y la incorporación de un ethos de
Modernidad, que brindara los ejemplos y los sueños para su expansión urbana.
Uno de los cambios notables al que se debe hacer
referencia es el acueducto de Pereira, el cual dejó de ser un servicio
rudimentario que alimentaba la fuente de agua localizada en la plaza central o
de Bolívar, para convertirse en un sistema moderno de recolección y distribución.
La trasformación del acueducto se evidencia en diferentes acuerdos del concejo municipal
y en la acción de agentes privados que van a permitir una porosa línea de intervención
entre lo público y lo privado en el desarrollo urbano de la ciudad.
En el año 1897 tiene su génesis la empresa de Aguas,
sociedad por acciones de capital limitado, creada con el objetivo de conducir y
repartir el agua del rio Otún, la cual no se ocupó de la construcción del
acueducto sino de la administración. Se observa en este orden de ideas, la aprobación
del Acuerdo n.° 16 del 31 de enero de 1910, en el que se dispone el presupuesto
“para construir un acueducto por tubería de hierro para el agua de la ciudad,
por un valor de $2800” (Fondo del Concejo Municipal, 1910, p. 14r), y más
adelante, en el año 1914, el Acuerdo N° 10, con otro rubro también por $2800
para el mismo concepto (Fondo del Concejo Municipal, 1914, p. 30v). Su construcción,
además, debe superar mediante empréstitos grandes dificultades financieras,
como el realizado en 1916, según el Acuerdo n.° 03, con la empresa Mutualidad
Nacional, radicada en Medellín, que aportara 25 000 pesos oro, y que sería
pagado en 120 cuotas mensuales de 475 pesos oro inglés (Fondo del Concejo
Municipal, 1916, p. 76). Ya al final del periodo estudiado, en el Acuerdo N° 16
encontramos una gran inversión “Para ensanche y mejoras del acueducto $160
000.00” (Fondo del Concejo Municipal, 1928, p. 3r).
Otra importante obra que responde a las tendencias de modernización
que vive la ciudad es la planta de energía eléctrica que se instala en 1914 y
que se caracterizó por tener una reducida capacidad; sobre este hecho, Ricardo Osorio
Pinto (Yolombo de la Vega) recrea el trazado de la segunda acequia que se construyó
en Pereira, y que aprovisiono el agua para el funcionamiento de la mencionada
planta:
La segunda acequia que se
hizo en Pereira, por 1910 procedía también del rio Otún, terminaba en la
trilladora de la finca La Julia, de don Luis Jaramillo Walker, y dentro de la
vertiente de Egoya hacia el siguiente recorrido: Atravesaba la calle 1 entre
carreras 11 y 12, inclinándose hacia la cuadra que quedaba entre carreras 9 y
10, hasta llegar a la calle 6, donde abastecía los tanques del agua para
accionar la primera planta de energía eléctrica que hubo en la ciudad. De allí,
salía la tubería que bajaba a la planta, atravesando las carreras 8 y 9, y la
zona del ferrocarril, para empatar con la turbina que movía el dinamo. (Osorio,
1914, p. 110).
En dirección a concretar este importante logro para la
ciudad, y en el cual queda demostrada la incidencia de la naciente actividad cafetera
en el proceso de modernización anotado anteriormente, en diciembre de 1913 se suscribió
el contrato N°. 7 para la electrificación de la ciudad, en el que se estipulaba
lo siguiente: “Montar la planta eléctrica con maquinaria moderna, capaz para la
producción necesaria de lo acordado, esta planta a más tardar en el término de
dos años, contados desde la fecha de la aprobación de este contrato en
adelante” (Fondo del Concejo Municipal, 1913, p. 26v).
Este servicio se emplearía de manera innovadora para
proveer de energía a la primera trilladora de café, cuyos montajes emplearon como
fuerza motriz la electricidad en la región y que se llamó precisamente “La Eléctrica”,
la cual se inaugura también en 1914 (Fondo del Concejo Municipal, 1914, p.
27r).
Es importante mencionar como en el año 1928, en el
informe n.° 155 se hace alusión al arreglo de las canalizaciones y de la
acequia que conducían las aguas para impulsar la planta eléctrica (Fondo del
Concejo Municipal, 1928, p. 6r), y se define en el Acuerdo n.° 16 un rubro por $45
000 para el “arreglo y mejora de la planta eléctrica” (Fondo del Concejo
Municipal, 1928, p. 3r); de esto se deduce que la ciudad se preparaba para garantizar
un servicio eficiente frente al aumento del consumo de energía, que se había incrementado
al convertirse la ciudad en un centro de trilla y de comercialización de café,
y en un foco de actividad industrial, lo que la perfila como un importante nodo
de la económica regional.
Otro servicio público que resalta en este panorama como
factor de consolidación y de expansión de la estructura urbana de Pereira en el
periodo analizado es la telefonía, que resulta en la década de 1920 del auge económico
generado por la caficultura y de la necesidad de tener un eficiente medio de comunicación
para la exportación de café e importación de bienes manufacturados. Para ello,
el municipio destina a comienzos del año 1928, en el Acuerdo n.° 16, la suma de
$ 388 701.81 (Fondo del Concejo Municipal, 1928, p. 3v), para que se inviertan
en la primera planta telefónica automática, adquirida a la empresa alemana
Siemens. De esta manera, se cuenta con una tecnología que no solo acorta distancias
al interior del área urbana, sino que acerca la ciudad con el país y el mundo.
En cuanto a la provisión de infraestructura, quizás la
obra más relevante de las décadas de 1910 y 1920, y que tiene que ver con el
auge cafetero, es la construcción del ferrocarril de Caldas. Luego de la Guerra
de los Mil Días y ante el crecimiento de esta pujante economía de base agrícola
en la región centro occidental de Colombia, el gobierno nacional impulsa la construcción
del ferrocarril con el fin de resolver el gran problema de transporte del grano
hasta el puerto de Buenaventura, debido a que desde que entra en funcionamiento
la línea del ferrocarril de Cali hacia dicho puerto, la salida del café desde
la parte sur del departamento de Caldas había dependido de las rutas de arriería
que convergían desde el área de Pereira y municipios aledaños a La Virginia
sobre el rio Cauca (figura 4), al igual que en Puerto Caldas sobre el rio La
Vieja, afluente del anterior, lugar al que llegaba la producción cafetera del Quindío:
Para el Quindío este
trabajo de arriería significaba llevar a lomo de mula o de buey las cargas de café
desde las trilladoras hasta los sitios de embarque fluvial sobre el Cauca:
Puerto Caldas (a orillas del rio La Vieja, cercano a la desembocadura) y
Fresneda o Cartago, para rio arriba llevarlas hasta Puerto Isaacs, Puerto
Simmonds o Puerto Mallarino, en las inmediaciones de Palmira, Yumbo o Cali, y
desde allí, de nuevo en recuas o yuntas hasta la estación de Córdoba, en donde
se embarcaban en los trenes de vapor para su descargue final en los muelles del
puerto de Buenaventura y el posterior despacho al extranjero. (Valencia, Rojas
y Beltrán, 2016, p. 82)
Figura
4. Vapor
por el río Cauca, cerca al puerto de La Virginia. 22 de abril de 1926
Fuente.
Camacho
Andrade (2019, p. 28).
En este sentido es importante comentar como, antes de la solución
que significó para la naciente actividad exportadora de café, el trazado y la construcción
de la faraónica obra del ferrocarril de Caldas a través de tan compleja topografía,
–cuya construcción se inicia a la altura de Puerto Caldas, en 1911, continua
hacia la estación Belmonte, en 1919, llega a Pereira en 1921 y concluye en
Manizales en 1927–, esta entra a garantizar la salida del grano desde Pereira
hacia el mercado mundial, la cual demandaba un gran esfuerzo, como bien se
describe en el periplo del café que se producía en la hacienda La Julia, de
Luis Jaramillo Walker, hacia el puerto:
En plena producción, la
finca La Julia producía, en la primera década del siglo XX, 90 000 kilos de café
pergamino al año, gran parte de los cuales se exportaban a Estados Unidos y
Europa en recuas de mulas hasta Manizales, para ser enviados por el cable aéreo
a Mariquita y por el rio Magdalena a Barranquilla, para su embarque a los
destinos finales. (Jaramillo, 2014, p. 83)
De esa manera, entra a jugar un papel fundamental la línea
férrea que iba de Buenaventura a Cali, de 174 kilómetros, inaugurada en el año 1915,
el tramo Cali-Zarzal de 130 kilómetros y las dos troncales que se bifurcaban en
Zarzal, una orientada hacia Armenia con 58 kilómetros y la otra hacia Cartago
con 43 kilómetros, lugar donde conectaba con el Ferrocarril de Caldas para
dirigirse hacia Pereira, con destino final a Manizales. A la estación de
Belmonte, en las afueras de Pereira, llega el ferrocarril en 1919, lo que permitió
la concentración de toda la producción y de los procesos de comercialización del
grano de los municipios del suroccidente de Caldas. Con el ferrocarril se cambió
la estructura geoeconómica de la ciudad, que se constituye en un centro de
acopio, de semitransformación y distribución del grano, pero también de
intercambio de bienes manufacturados que eran importados por importantes casas
comerciales asentadas en Buenaventura y Cali, y que ingresaban por este medio.
El ferrocarril impulso, en consecuencia, el surgimiento de dos importantes zonas
en las que se escenificaba esta nueva dinámica, la comercial, que se
concentraba en los alrededores de la Plaza de Bolívar, y la destinada a la
compra, trilla y exportación del grano en empresas que se ubicaban alrededor de
la estación del ferrocarril, sobre los flancos del vacío urbano, donde más
adelante se emplazaría el Parque Olaya Herrera.
En la tabla 2, elaborada a partir de los datos del
informe estadístico de la Cámara de Comercio de Pereira del año 1927, se puede
observar como la mayoría de las trilladoras se ubicaron a unas cuantas cuadras
de la estación del ferrocarril para facilitar el transporte del café después del
proceso de la trilla. Encontramos como la economía cafetera empieza a desempeñar
una doble función en términos de la distribución de la riqueza; por un lado,
los comerciantes y comercializadores de café se constituyeron en una elite económica
que acumuló grandes capitales que a su vez les permitió invertir en nuevos
proyectos como la actividad manufacturera, y por otro, proporcionó ingresos
monetarios a un grupo importante de personas, como las familias y pequeños
productores, los jornaleros y cosecheros que tendrán una mayor capacidad de
demanda de bienes procesados.
Tabla
2. Trilladoras
y distancia en cuadras a la estación del ferrocarril
|
Nombre |
Propietario |
Energía |
Capacidad |
Empleo |
Distancia |
@ diarias |
En cuadras* |
|||||
1 |
La Aripie |
Aristizábal y Piedrahita (Cali) |
Vapor (2 calderas) |
3000 |
400 |
2 |
2 |
La Eléctrica |
Adelina V. de Pinzón |
Fuerza eléctrica |
1000 |
200 |
12 |
3 |
La Central |
Compañía
Anónima |
Fuerza eléctrica |
1000 |
120 |
6 |
4 |
Bernalé |
Pedro Bernal |
Fuerza eléctrica |
1000 |
200 |
1 |
5 |
Noruega |
Pablo Arias &
Cía. |
Fuerza eléctrica |
1000 |
100 |
30 |
6 |
La Julia |
Camila González V. De Jaramillo |
Fuerza hidráulica |
500 |
120 |
5 |
7 |
El Polo |
Juan At. Toro e Hijos |
Fuerza hidráulica |
1000 |
120 |
10 |
8 |
El Jardín |
Carlos González |
Fuerza hidráulica |
500 |
80 |
2 |
|
Total |
|
|
9000 |
1340 |
|
Fuente.
Elaboración
propia con base en Cámara de Comercio de Pereira (1927, p. 10). *
Distancia en cuadras de la trilladora a la estación del ferrocarril.
En el anuario estadístico de la Cámara de Comercio de
1927 se registraba en Pereira un total de 594 empresas en el sector comercial y
de servicios, el 64 % estaba clasificado como tiendas mixtas y 34 empresas en
la actividad manufacturera e industrial, entre las que se incluían tres empresas
de gaseosas, dos de cerveza, la empresa de vidrio y la empresa de hilados y
tejidos. Además, contaba con 28 carpinterías, ocho trilladoras de café y cuatro
de maíz, 26 sastrerías y 12 modisterías que serían en el futuro próximo de gran
importancia en el desarrollo de la actividad confeccionista (Cámara de Comercio
de Pereira, 1927). El impacto del crecimiento de estas empresas se refleja en
el ingreso monetario de la población trabajadora. En 1926, de acuerdo con el
informe citado de la Cámara de Comercio, en la actividad manufacturera se
empleaban a 1394 personas, de las cuales 664 eran mujeres, lo que equivalía al
47 %. Todo ello contribuyó a la ampliación de la demanda y el mercado interno.
En los años veinte, la expansión del mercado interno de Pereira se manifestó
con el surgimiento de una importante actividad artesanal y comercial (figura
5), y luego con una importante actividad manufacturera, en particular asociada
con la industria de la confección.
Figura
5. Vida
cotidiana en una calle comercial del centro de Pereira, década de 1920
Fuente. Anónimo. Pereira
(1927, p. 10).
En consecuencia, el
ferrocarril tuvo efectos muy importantes en la transformación urbana y arquitectónica
de Pereira, porque definió, además, un sistema de distribución y ordenamiento entre
las actividades comerciales y de trilla de café, y las zonas residenciales. De
esa manera, su trazado por el lado sur de la ciudad, a escasamente seis cuadras
de la plaza de Bolívar, estableció un borde4 urbano (Lynch, 2001) que
definió un límite con la periferia rural, y el cual paulatinamente estimulo el
crecimiento de la trama urbana desde el área central hacia dicha periferia; una
muestra de este proceso es la prolongación de la calle 19, que se convertiría
en el principal eje de conexión norte-sur entre la plaza de Bolívar y el sitio
de la estación del tren, y que para sortear la depresión por donde discurría la
quebrada Egoya debió recurrir a la construcción de un lleno de significativa
importancia:
Arreglar la calle 19 y su
paso sobre la quebrada de Egoya era muy importante para permitirle a la población
un cómodo transito desde el centro de la ciudad hasta las instalaciones del
ferrocarril. Para contener los grandes llenos que debieron hacerse en la calle
19, especialmente entre carreras 12 y 13 donde la hondonada era como de cuatro
metros, debieron construirse muros ciclópeos (de piedra y cemento). (Gutiérrez,
2007, p. 22)
Así mismo, el ferrocarril introdujo un nuevo tipo de
equipamiento social dedicado al transporte, como fue la estación con sus
bodegas y la terminal de pasajeros, que desde la llegada del tren en 1921
(figura 6) funciona en tres edificaciones diferentes: la primera, de bahareque con
un corredor hacia la vía férrea que fungía como plataforma de arribo; la
segunda, un bloque de aspecto republicano, y la tercera, que se construye
alrededor de 1940 y que hoy se conserva como fiel testimonio de un momento en
que la ciudad empezaba a adquirir una fisonomía cosmopolita, con su refinada expresión
Art Deco.
Figura
6. Llegada
del ferrocarril a Pereira el 7 de agosto de 1921
Fuente.
Camacho
Andrade (2019, p. 20).
Igualmente, el ferrocarril, unido a la autonomía que producía
la energía eléctrica, propició el desplazamiento de las trilladoras de café, antes
ubicadas en las cañadas de las quebradas, y de las que obtenían su fuerza
motriz, hacia el entorno de la estación, lo que contribuyó a la expansión de la
trama de la ciudad, a la configuración de un nuevo nodo de actividades productivas,
así como a la modelación de un paisaje urbano diferente que anunciaba el arribo
de una nueva época.
En relación con el desarrollo de las trilladoras previo a
la llegada del ferrocarril a la estación principal de Pereira, y al tipo de
fuerza motriz empleada para su funcionamiento, es preciso hacer alusión al
informe n.° 26, presentado en el año 1918 por el Concejo de Pereira:
Con permiso del concejo
instalo una sociedad particular una planta eléctrica la que provee el alumbrado
público y privado de la ciudad y proporciona fuerza y calor que se utiliza en
trilladoras, fábricas y diversos talleres. La expresada sociedad monto una
magnifica trilladora, movida por fuerza eléctrica, que es sin duda la mejor que
se encuentra por estos contornos. (Fondo del Concejo Municipal, 1918, p. 62v)
Es preciso resaltar la novedad que significa la energía eléctrica,
en cuanto al recurso utilizado para el funcionamiento de las trilladoras, que también
entra a sustentar el funcionamiento de medios de transporte como el tranvía y otras
manifestaciones de la modernización en la vida cotidiana de ese momento, como
el cine y la reproducción de la música, lo que refleja el espíritu de una época
y de una sociedad que en medio de sus limitaciones busco dotarse de las obras
de infraestructura, de los montajes industriales y de los equipamientos
sociales que le permitieran hacer frente a las dinámicas productivas de
diferente índole que surgieron de la caficultura y que, al tiempo, además de los
cambios físicos que experimento la ciudad, transformo también los hábitos e
imaginarios de sus habitantes.
Conclusiones
La influencia de la economía en el proceso de expansión y
desarrollo urbano es fundamental, aunque ciertamente no es el único factor, las
condiciones culturales, los aspectos naturales y ambientales también influyen y
aportan a su configuración y particularidad. En el caso de Pereira, se ha
logrado establecer que el cambio en la economía a principios del siglo XX, con
el despegue de la economía cafetera, fue determinante, no solo en la expansión
urbana, con la ampliación de obras de infraestructura y vivienda, sino en la
naturaleza misma de los modelos urbanos y de la arquitectura que en adelante se
adoptaran.
El proceso de modernización que impulso la economía
cafetera transformo de manera notoria la fisonomía de una apacible ciudad en que
el límite con lo rural era difuso, hacia un centro urbano en expansión que
propicio el surgimiento de nuevas periferias, donde no se intentaban conservar
las características físicas de los territorios que se ocupaban, sino que se transformaban
de forma radical; por su parte, en las áreas otrora consolidadas,
simultáneamente se sobrepuso, a manera de palimpsesto, una nueva apariencia
sobre el principio de orden y homogeneidad determinado por el damero. Pereira
se reescribía y tomaba imágenes de lo cosmopolita, en medio de un proceso en
que el café actuaba como catalizador, y en el que se mezclaban los rasgos foráneos,
con los aportes propios de las limitaciones del momento, como de la creatividad
y del ingenio local.
Lo paradójico de la economía cafetera es que, a pesar de
su naturaleza rural, termino por tener efectos sobre la modernidad y modernización
que se presentó en la ciudad; las trilladoras que salían de las cañadas para
insertarse en el espacio urbano, gracias a otras fuentes de energía como el
vapor o más adelante la energía eléctrica, impulsaron el surgimiento de múltiples
actividades comerciales y artesanales que le dieron una nueva orientación a la
ciudad.
El conjunto de actividades asociadas con la caficultura
como la trilla, el almacenamiento, el comercio y el transporte del café
exigieron cambios y adecuaciones urbanas y servicios públicos que cambiaron en
muy pocos años la fisonomía de Pereira, pero también transformaron a un ritmo
acelerado la forma de vida. La modernización no se reflejó solo en el espacio físico,
sino en la cotidianidad, en las relaciones interpersonales, las diversiones y
el aprecio por actividades culturales y deportivas, que a su vez exigieron
nuevos desarrollos de espacio público y equipamientos sociales como parques,
plazas, canchas, teatros y escenarios deportivos, lo que significó un estado de
transición de la apacible vida campesina a la cada vez más agitada y demandante
vida urbana. Se transformo la ciudad y de manera más radical el imaginario de
sus habitantes.
En los años de 1910 a 1930, el cambio mas notable e
influyente en la transformación urbana y arquitectónica de Pereira se presentó con
la llegada del ferrocarril de Caldas entre los años de 1919 a 1921. Esta obra
cambió no solo la orientación y el destino de los espacios físicos y urbanísticos,
sino las formas de pensar la ciudad y la vida urbana, porque dejó a un lado las
bucólicas añoranzas de la vida campesina.
Los lideres políticos y empresariales pensaron la ciudad
de forma diferente y asumieron una serie importante de transformaciones en la dotación
de infraestructura relacionada con vías, acueducto, energía y medios de comunicación
como la planta telefónica, que superó por su modernidad a las del resto del país.
En estos años de enormes transformaciones físicas de la ciudad, se vivió también
un importante dinamismo en las actividades económicas diferentes al café como
la industria y el comercio, que a su vez se materializaron en el surgimiento de
nuevas formas de desarrollo edilicio inéditas hasta el momento.
Notas
1.
Esta denominación se debe al clérigo Remigio
Antonio Cañarte, que se encarga de fundar oficialmente la ciudad de Pereira en
agosto de 1863.
2.
El
Paisaje Cultural Cafetero de Colombia se inscribe en la Lista de Patrimonio
Mundial el 25 de junio del año 2011, mediante la Decisión 35COM 8B.43 emanada
por el Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco.
3.
En el
primer reparto de tierras se establecen zonas comunales o ejidales, operan como
zonas de reserva para las futuras expansiones. El municipio de Pereira tiene
una particularidad especial y es su enorme espacio rural, que ocupa aun en la
actualidad un 94 % de todo el espacio territorial, y la zona urbana, inclusive
corregimientos y veredas solo ocupan el 6 % restante.
4.
Precisamente,
Kevin Lynch, en los años sesenta, definiría en la primera edición de su libro La
imagen de la ciudad, los
elementos urbanos denominados bordes como “aquellos elementos lineales que no son
considerados sendas; son por lo común, pero no siempre necesariamente los límites
entre zonas de clases diferentes”.
Referencias
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Maprhe.
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Fondo del Concejo
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