De las convergencias urbanas
Fabio Roberto Zambrano Pantoja. Director del Instituto de Estudios Urbanos (IEU).
Universidad Nacional de Colombia.
Las
señales de que las ciudades son radicalmente dinámicas y, a su vez, parecidas,
las encontramos en múltiples datos que nos ofrecen los análisis de la vida
urbana en este inicio del siglo XXI. Uno de ellos es el tamaño de la población
urbana. Si la humanidad se demoró casi dos mil años en volver a conseguir una
ciudad con la población que habitó Roma hacia el siglo II, un poco más de un
millón de habitantes, como sucedió cuando Londres alcanzó esa cifra hacia el
año 1800, en algunas décadas vamos a tener ciudades con cien millones de
habitantes, como sucederá hacia mediados de esta centuria en Lagos, Nigeria. Se
calcula que la segunda será otra ciudad africana.
Con
este panorama también vamos a toparnos con una novedosa situación, como es que
la importancia, el protagonismo de una ciudad ya no depende de su tamaño, y, de
pronto, será todo lo contrario, puesto que estamos presenciando cómo pequeñas
ciudades, de un poco más de un millón de habitantes, se constituyen en los
centros del protagonismo de la innovación, de la centralidad en los circuitos
de poder, en fin, como ejes del poder mundial, como sucede, por ejemplo, con
Tel Aviv, Israel. Ahora, ser poderosa no significa ser grande y ser una
megaciudad se está convirtiendo en un fenómeno mundial.
Otra dinámica,
profundamente transformadora, la encontramos en la relación que se da entre las
ciudades y sus Estados nacionales. Si en los pasados siglos XIX y XX se trataba
de una relación indisociable, desde que la globalización se aceleró a finales
del siglo XX, las fracturas no se demoraron en aparecer y lo que se sentía como
una sospechosa divergencia en los intereses entre las metrópolis y los Estados,
pronto se convirtió en una clara tendencia en la que en las ciudades globales
la vida urbana no representa la vida del resto del país. Esto es claramente
notorio entre Nueva York, Londres, Paris, y los países correspondientes, por ejemplo,
como también sucede en países como Argentina o Colombia, donde sus capitales
cada vez dejan de expresar la vida nacional.
Otro fenómeno que
muestra la convergencia en las dinámicas de las grandes ciudades del mundo es
la evolución de la natalidad. Si desde finales del siglo XX se presentaba una caída
de la natalidad, con lo cual se produjo un fenómeno, acentuado en Europa, Japón
y otros países, de proliferación de un paisaje urbano de pueblos abandonados y
de ciudades con una marcada población de adultos mayores, ahora, desde la
crisis financiera de 2008 esto se aceleró de manera dramática y comienza a sentirse
en ciudades que hasta poco antes vivían explosiones demográficas.
El fenómeno de contracción
demográfica se volvió una noticia que poco a poco se ha vuelto una tendencia
mundial, acompañada de la emigración de la población joven de las metrópolis, en razón de los altos costos de la vida, de la dureza de las
exigencias laborales, de nuevas expectativas de vida de las nuevas
generaciones.
Ya no solamente se
trata de la demografía de los países ricos, sino que, sin mayor dilación, está
llegando a nuestros países, como lo podemos constatar en la demografía
colombiana, en la que la desaceleración demográfica se deja notar con fuerza en
algunas urbes, como es el caso de Medellín. Es de tal magnitud lo que
comenzamos a vivir, que el bono demográfico lo esperamos que lo aporte la migración
venezolana. Esto, que lo veíamos hasta hace poco como un evento que se vivía en
los países ricos, con las dramáticas escenas de gentes luchando por sobrevivir
en viajes dramáticos para llegar a la tierra prometida, de repente
empezamos a presenciarlo desde las ventanas de nuestras casas.
Como si esto no fuera
suficientemente telúrico, ahora nos encontramos con otro fenómeno. Ya lo advertía
J. M. Keynes cuando afirmaba que “lo inevitable rara vez sucede. Es lo
inesperado lo que suele ocurrir”. La pandemia de la covid-19 se ha encargado de
probar la certeza de este aforismo, al registrar una pronunciada caída de la
natalidad en muchas ciudades del mundo.
La incertidumbre laboral
y vital que define el horizonte pandémico del mundo en estos días acentúa lo
que ya se anunciaba en el 2019, el año que, en la historia demográfica de
varios países, como España, era el de más baja natalidad, y en enero del 2021,
la caída de los registros de la natalidad en los hospitales ronda una cuarta
parte menos de nacimientos en ese país. En Italia esto es más notorio, en razón
a que la reducción de los nacimientos supera el 30 % frente a los dos primeros
meses del año anterior. Un fenómeno similar se registra en Francia y los
Estados Unidos. En el caso de la China, cuya demografía en contracción se
anuncia como uno de los escollos que tiene que resolver para ascender a primera
potencia mundial, los nacimientos en los dos primeros meses de este año
muestran una dramática reducción, lo que acentúa la tendencia que se inauguró
con la política del hijo único implementada hace unas décadas. Si la gran caída
de alumnos caracterizaba al aparato educativo, ahora esto va a volverse algo
mucho más notorio. La dramática incidencia de la pandemia en la demografía nos
va a llevar a redefinir numerosas políticas públicas que estábamos convencidos
que eran la solución a los problemas urbanos que nos aquejaban en el año 2000.
Esto se ha convertido
en otro fenómeno, común por demás, de las ciudades en el mundo. Y la
coincidencia de los fenómenos de la vida urbana, de la sincronía de estos es lo
que registramos en esta publicación. Las semejanzas de las ciudades son
notorias. Así como el paisaje urbano europeo cada vez más está ocupado por
adultos mayores, pronto algunos equipamientos urbanos que construimos en
nuestras ciudades de manera apresurada hace algunas décadas tendrán que ser
repensados, como es el caso de las construcciones escolares diseñadas para
alojar tres jornadas educativas para una gigantesca población infantil, cosa
que ahora, con nuestra contracción demográfica, muestran que está sobrando.
Ya lo decía Fernand
Braudel, que una ciudad es una ciudad independiente del tiempo y el espacio,
sea esto para describir los fenómenos urbanos europeos, asiáticos y a los que se
suceden en este pedazo de mundo que llamamos América. En los ocho artículos que
presentamos en esta edición de nuestra Revista Ciudades,
Estados y Política, encontramos estas coincidencias temáticas en las
ciudades de los países que los autores analizan.
El primer artículo
que presentamos es de la autoría de Luis Carlos Barrera, “Transformación de la
ciudad a pequeñas dosis. Renovación urbana ‘lote a lote’ en Bogotá
(2008-2018)”. El dinamismo urbano al que hemos hecho referencia se expresa en Bogotá
con la transformación lote a lote que termina por impactar a toda la ciudad. Para ello, el autor procesa la información predial
y analiza el área del suelo urbano modificado bajo esta dinámica, según su localización.
Finalmente, este articulo nos deja reflexiones en dos sentidos: propone la
necesidad de realizar aproximaciones locales desde la morfología, incluye
variables físicas, sociales, económicas y culturales, y plantea la necesidad de
un cambió en los abordajes disciplinares y profesionales frente a la intervención
de la ciudad construida.
A contracorriente de
la piqueta arrasadora de la memoria arquitectónica, la Facultad de Arquitectura
de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) inicia un proyecto de acercamiento
comunitario al Centro Histórico de la ciudad de Puebla, a partir del rescate de
una edificación antigua: la Casa Analco. Este es el articulo “Casa Analco,
proyecto de vinculación universitaria con la comunidad y el patrimonio arquitectónico-urbano
y social de los barrios de Puebla (México)”, que nos presentan Adriana Hernández
Sánchez, Christian Enrique de la Torre Sánchez y Norma Leticia Ramírez Rosete. El inmueble ha sido promovido para realizar
acciones voluntarias, talleres de interés patrimonial y la exposición de
diversos temas por parte de especialistas. Este esfuerzo de intervención patrimonial
busca consolidar un espacio cultural donde el público en general, sobre todo
los vecinos del barrio puedan beneficiarse de diferentes tipos de iniciativas y
programas que ligan a grupos y colectivos que promueven la participación ciudadana.
Advertía Octavio Paz que la arquitectura es el testigo insobornable de la
historia, como lo confirman los autores sobre este esfuerzo por socializar el
patrimonio.
Desde otra mirada,
Laura Castro nos presenta el articulo “Anhelos inacabados: una ciudad
universitaria moderna para Xalapa en 1957”. En él nos adentramos en el tema de
las ciudades universitarias en Latinoamérica, en este caso no de un proyecto
capitalino, sino de una propuesta de ciudad universitaria moderna para la
provincia mexicana, específicamente, para la Universidad Veracruzana (UV) en
Xalapa. La autora consulta los archivos históricos regionales, junto con
fuentes bibliográficas y hemerográficas. En conclusión, el proyecto, similar al
resto de América Latina, respondió a la necesidad de modernización del país y
representó los valores liberales modernos del siglo XX.
Si el anterior
articulo ilustra como las ideas modernas son aplicadas como resultado de una intervención
del Estado, en Pereira son producto de la economía exportadora. Jorge Enrique Osorio
Velásquez y Jaime Montoya Ferrer nos entregan un análisis de la evolución de
esta ciudad en el artículo “Café, expansión urbana y transformación arquitectónica.
Pereira, 1910-1930”. Esta ciudad, todavía en formación por esos años, paso a
ser un dinámico centro con la economía cafetera, que tuvo efectos
multiplicadores en otros reglones de la economía como el comercio y la
industria, y en forma muy notable en los servicios públicos, los cuales
debieron experimentar significativas transformaciones para responder a las
nacientes demandas diferentes a las de la vivienda. Pronto, el desarrollo de la
actividad cafetera impulsa la expansión urbana y la transformación arquitectónica,
en la medida en que el poblado se constituye en un centro de acopio vital para
la compra y distribución del grano en el ámbito regional, al igual que para el proceso
de trilla necesario para su venta a las grandes firmas de comercialización
internacional de café, dinámicas que se reflejan en la alta demanda de vivienda
y servicios públicos, de educación y de salud, por parte de una creciente población
que se duplicó entre 1910 y 1925.
Los autores del
siguiente artículo, Pedro Leobardo Jiménez Sánchez, María Angelica González
Vera, Francisco Javier Rosas Ferrusca y Juan Roberto Calderón Maya, y que lleva
por título “Impactos socioambientales de los asentamientos humanos irregulares
en zonas y áreas naturales protegidas: Chetumal, Quintana Roo, México”,
analizan el conflicto que surge en el difícil equilibrio entre recursos
naturales y crecimiento urbano, por encima de los controles ambientales que se
han establecido, y los pobladores, con la aplicación de estrategias ilegales de
construcción de ciudad que impactan de manera significativa estas áreas
protegidas.
De nuevo la mirada
pasa hacia las grandes ciudades, como lo hacen Hernando Sáenz Acosta, Florent
Demoraes y Angela Lucia Rozo al estudiar una dimensión de la vida urbana, como
es la de las formas como los inquilinos y los propietarios habitan algunos
espacios urbanos, en el artículo “Condición de vida y movilidad cotidiana de la
población inquilina en zonas periféricas y pericéntrales de Bogotá”. Como una
de sus principales conclusiones, los autores observan que las características
de la vivienda y el acceso a servicios públicos son muy parecidas entre los
arrendatarios y propietarios, lo que implica compartir condiciones de vida
bastante similares entre los dos grupos, desde este punto de vista, salvo el
hacinamiento, que es mayor entre los inquilinos. Se evidencia también una
cierta homogeneidad entre ambos grupos en lo que se refiere a sus movilidades
cotidianas; las diferencias, en cambio, están asociadas ante todo con su localización
en el espacio metropolitano.
En el artículo
“Asentamientos informales y resiliencia comunitaria. Itinerarios para su evaluación
ante riesgos de desastres”, de autoría de Paulina Torres Vega, Gabriel Castro
Garza y Pablo Torres Lima, encontramos un análisis, de nuevo, de la relación de
los asentamientos informales y la naturaleza. Un nuevo concepto que entró con
fuerza en la gestión urbana, como es el de la vulnerabilidad, es utilizado por los
autores, quienes revisan los enfoques de los estudios sobre resiliencia y
asentamientos informales, particularmente llaman la atención sobre lo que
ocurre en América Latina. Ellos enfatizan la necesidad de generar esfuerzos
hacia una gestión de riesgos de desastres objetiva y equilibrada, consensuada y
participativa, así como dirigida hacia el fortalecimiento de capacidades y
habilidades de las poblaciones locales, para aumentar su resiliencia
comunitaria.
En el artículo “La proyección
internacional de Bogotá, D. C.: 1950-2019”, Andrea del Pilar Naranjo Morales
trata el tema de como una ciudad encerrada, provinciana y por fuera de las corrientes
cosmopolitas engancha con la apertura internacional. El propósito de la investigación
radica en la indagación sobre la evolución del reconocimiento normativo de las
ciudades en Colombia como actores con incidencia internacional. Propone como análisis
central verificar si la inserción internacional de las ciudades colombianas, especialmente
de Bogotá, obedece a la progresiva asimilación de la política publica urbana
derivada de la aplicación legal y la adaptación institucional del
neoliberalismo, con especial desarrollo a partir de la promulgación de la Constitución
de 1991.
Todos estos fenómenos
urbanos que analizan los autores de estos artículos nos presentan diversos fenómenos
urbanos que son comunes en la historia de la urbanización que vivió Latinoamérica
en el agitado siglo XX. Encontramos, así como los casos particulares estudiados
no lo son tanto y corresponden con esa sincronía, ese ajuste de simultaneidades
que hemos vivido, que experimentamos en estos escenarios urbanos sacudidos por
nuestras propias dinámicas y por las fuerzas mundiales de las que formamos
parte.