Historia y valoración patrimonial del Estadio Xalapeño Heriberto Jara Corona
History and Heritage Valuation of the Xalapeño Stadium Heriberto Jara Corona
História e avaliação patrimonial do Estádio Xalapeño Heriberto Jara Corona
DOI:
https://doi.org/10.15446/rcep.v11n1.110205Palabras clave:
Ciudad jardin, Estadio, Modesto C. Rolland, Heriberto Jara (es)Garden city, Stadium, Xalapa, Modesto C. Rolland, Heriberto Jara (en)
cidade jardim, estádio, Xalapa, Modesto C. Rolland, Heriberto Jara (pt)
A cien años de la construcción del Estadio Xalapeño Heriberto Jara Corona (inaugurado en 1925), este artículo realiza un análisis histórico integral del contexto en el que se gestó y construyó dicho inmueble, junto con una descripción espacial, con el fin de valorarlo como patrimonio cultural, ya que en él se reflejaron los anhelos de modernización posrevolucionarios (en México), la ideas urbanas de la ciudad jardín y la estética de la arquitectura funcionalista. Para lograrlo, en primer lugar se presenta un breve recuento de la relación entre cultura, patrimonio y arquitectura, para luego describir el periodo en que se intervino el lugar conocido como ciénega de Melgarejo, los trabajos previos realizados para construir el Stadium Jalapeño durante el gobierno de Adalberto Tejeda, y los problemas que enfrentó su sucesor, Heriberto Jara, al intervenir, solo tres años después, el mismo espacio urbano. Para ello, se realizó una investigación documental en los archivos históricos del Gobierno del estado de Veracruz y del Ayuntamiento de Xalapa.
One hundred years after the construction of the Xalapeño Stadium Heriberto Jara Corona (inaugurated in 1925), this article aims to conduct a comprehensive historical analysis of the context in which the building was conceived and constructed, along with a spatial description in order to evaluate it as cultural heritage, since the building reflected the post-revolutionary modernization yearnings in Mexico, the urban ideas of the garden city, and the aesthetics of functionalist architecture. The article begins with a brief review of the relationship between culture, heritage, and architecture, followed by a description of the period in which the area known as Melgarejo’s marsh was intervened, the previous work carried out to build the Stadium Jalapeño during Adalberto Tejada’s government, and the problems faced by his successor Heriberto Jara when he intervened in the same urban space just three years later. This research involved a documentary investigation in the historical archives of the Government of the state of Veracruz and the Municipality of Xalapa.
Cem anos após a construção do Estádio Xalapeño Heriberto Jara Corona (inaugurado em 1925), este artigo procura realizar uma análise histórica abrangente do contexto em que o imóvel foi concebido e construído, juntamente com uma descrição espacial para valorizar como patrimônio cultural, pois refletia os desejos de modernização pós-revolucionários (no México), as ideias urbanas da cidade jardim e a estética da arquitetura funcionalista. Para isso, primeiro é feito um breve relato da relação entre cultura, patrimônio e arquitetura, para depois descrever o período em que foi intervencionado o local conhecido como ciénega de Melgarejo, os trabalhos anteriores realizados para a construção do Estádio Jalapeño durante o governo de Adalberto Tejeda, e os problemas que o seu sucessor Heriberto Jara enfrentou ao intervir, apenas três anos depois, no mesmo espaço urbano. Para isso, foi realizada uma investigação documental nos arquivos históricos do Governo do Estado de Veracruz e da Câmara Municipal de Xalapa.
Revista Ciudades Estados y Política e-ISSN 2389-8437 | Vol. 11 (1) Enero-abril 2024 | DOI: 10.15446/cep | Investigación | https://doi.org/10.15446/rcep.v11n1.110205 | Creative Commons Atribución No comercial – Compartir igual (CC BY-NC-SA 4.0) | El autor ha declarado que no existe conflicto de intereses.
Historia y valoración patrimonial del Estadio Xalapeño Heriberto Jara Corona
Laura Castro González.
Doctora en Historia y Estudios Regionales, Universidad Veracruzana, Xalapa, México. Correo electrónico: midori_jc@hotmail.com
Recibido: 18 de julio de 2023. | Aprobado: 13 de mayo de 2024. | Publicado: 7 de octubre de 2024.
Resumen
A cien años de la construcción del Estadio Xalapeño Heriberto Jara Corona (inaugurado en 1925), este artículo realiza un análisis histórico integral del contexto en el que se gestó y construyó dicho inmueble, junto con una descripción espacial, con el fin de valorarlo como patrimonio cultural, ya que en él se reflejaron los anhelos de modernización posrevolucionarios (en México), las ideas urbanas de la ciudad jardín y la estética de la arquitectura funcionalista. Para lograrlo, en primer lugar, se presenta un breve recuento de la relación entre cultura, patrimonio y arquitectura, para luego describir el periodo en que se intervino el lugar conocido como ciénega de Melgarejo, los trabajos previos realizados para construir el Stadium Jalapeño durante el gobierno de Adalberto Tejeda, y los problemas que enfrentó su sucesor, Heriberto Jara, al intervenir, solo tres años después, el mismo espacio urbano. Para ello, se realizó una investigación documental en los archivos históricos del Gobierno del estado de Veracruz y del Ayuntamiento de Xalapa.
Palabras clave: ciudad jardín, estadio, Xalapa, Modesto C. Rolland, Heriberto Jara.
History and Heritage Valuation of the Xalapeño Stadium Heriberto Jara Corona
Abstract
One hundred years after the construction of the Xalapeño Stadium Heriberto Jara Corona (inaugurated in 1925), this article aims to conduct a comprehensive historical analysis of the context in which the building was conceived and constructed, along with a spatial description in order to evaluate it as cultural heritage, since the building reflected the post-revolutionary modernization yearnings in Mexico, the urban ideas of the garden city, and the aesthetics of functionalist architecture. The article begins with a brief review of the relationship between culture, heritage, and architecture, followed by a description of the period in which the area known as Melgarejo’s marsh was intervened, the previous work carried out to build the Stadium Jalapeño during Adalberto Tejada’s government, and the problems faced by his successor Heriberto Jara when he intervened in the same urban space just three years later. This research involved a documentary investigation in the historical archives of the Government of the state of Veracruz and the Municipality of Xalapa.
Keywords: garden city, stadium, Xalapa, Modesto C. Rolland, Heriberto Jara.
História e avaliação patrimonial do Estádio Xalapeño Heriberto Jara Corona
Resumo
Cem anos após a construção do Estádio Xalapeño Heriberto Jara Corona (inaugurado em 1925), este artigo procura realizar uma análise histórica abrangente do contexto em que o imóvel foi concebido e construído, juntamente com uma descrição espacial para valorizar como patrimônio cultural, pois refletia os desejos de modernização pós-revolucionários (no México), as ideias urbanas da cidade jardim e a estética da arquitetura funcionalista. Para isso, primeiro é feito um breve relato da relação entre cultura, patrimônio e arquitetura, para depois descrever o período em que foi intervencionado o local conhecido como ciénega de Melgarejo, os trabalhos anteriores realizados para a construção do Estádio Jalapeño durante o governo de Adalberto Tejeda, e os problemas que o seu sucessor Heriberto Jara enfrentou ao intervir, apenas três anos depois, no mesmo espaço urbano. Para isso, foi realizada uma investigação documental nos arquivos históricos do Governo do Estado de Veracruz e da Câmara Municipal de Xalapa.
Palavras-chave: cidade jardim, estádio, Xalapa, Modesto C. Rolland, Heriberto Jara.
Introducción
Los estadios deportivos fueron elementos arquitectónicos fundamentales en la construcción de las ciudades modernas de principios del siglo xx, ya que además de dotar del equipamiento deportivo necesario para lograr un desarrollo integral de sus habitantes, eran espacios de concentración de masas ciudadanas para eventos de índole social, política e incluso de entretenimiento; con el tiempo se transformaron en polos de crecimiento e hitos urbanos.[1] Debido a la falta de preocupación en torno a la documentación y conservación de las construcciones realizadas durante el Movimiento Moderno en México, se han perdido importantes obras de este tipo, entre las cuales resalta el Estadio Nacional de México (proyecto de José Villagrán), encargado por José Vasconcelos.
En la ciudad de Xalapa, se puede considerar el Estadio Heriberto Jara Corona como un ejemplo pionero de las construcciones modernas mexicanas debido a los materiales, sistemas y procesos constructivos utilizados; pero también es un hito urbano por ser un punto de referencia geográfico, social e histórico para los habitantes de la capital, ya que a lo largo de sus 100 años de vida ha sido escenario de actividades educativas, conmemoraciones políticas, contiendas deportivas y eventos sociales. Sin embargo, su mantenimiento y conservación están en manos del gobierno estatal en turno (desde el pasado 15 de agosto de 2024, específicamente en manos de la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV)) y así ha quedado a merced de intereses personales y capacidades económicas inestables. Ante esta problemática, es necesario buscar alternativas de apoyo y protección hacia dicho inmueble, lo que vuelve primordial el entendimiento de su historia para su posterior valoración patrimonial. El objetivo de este artículo es exponer la historia de la construcción del Estadio Xalapeño, para luego explorar premisas que sustenten su importancia patrimonial.
Para ello, en una primera parte de este texto se aborda la evolución del concepto de patrimonio relacionado a la cultura, para posteriormente exponer el proceso utilizado en la construcción del estadio, sus características arquitectónico-urbanas, las condiciones históricas y sociales particulares del periodo, y su participación en un proyecto urbano utópico ambicioso, aunque también, o quizá por ello, inacabado. Cabe mencionar que estas características estéticas, simbólicas e históricas ya le valieron, el 20 de septiembre del 2017, su denominación como patrimonio cultural por el Ayuntamiento de Xalapa, además del apoyo para su conservación por parte de asociaciones civiles como el Colegio de Arquitectos del Estado de Veracruz y el Colegio de Ingenieros Civiles; también se sumó la publicación de trabajos académicos de la Universidad Veracruzana que resaltaron su importancia como representante del movimiento moderno en la provincia (Broca, 2015; Palafox, 2016; Niembro, 2014; Contreras, 2011; Winfield, 2010; Gallo, 2014) o su relación con el movimiento artístico del estridentismo (Rashkin, 2009; Pappe, 2006; Martí y Winfield, 2013; y Martínez, 2014).
Es necesario mencionar que a pesar de la intensa producción académica local ocurrida a partir de la primera década del siglo XXI sobre el Estadio Xalapeño, gran parte de las aproximaciones propuestas se mantuvieron en un nivel descriptivo-formal, por lo que existe una deficiencia en la narración histórica de los eventos que lo produjeron, lo cual es importante para entenderlo integralmente, desde las primeras obras realizadas en el lugar por el gobierno de Adalberto Tejeda, en 1922, hasta su construcción durante la gestión de Heriberto Jara; la reconstrucción del proceso permite reafirmar su valor patrimonial y la necesidad de asegurar su mantenimiento para futuras generaciones. Finalmente, para lograrlo se consultó el Archivo General del Estado de Veracruz (AGEV), el Archivo Histórico Municipal de Xalapa (AHMX), el Archivo Histórico de la Universidad Nacional Autónoma de México (AHUNAM) y el Acervo Documental de la Biblioteca Lerdo de Tejada (ADBLT), junto con diversas fuentes bibliográficas y hemerográficas.
Reflexiones sobre patrimonio, cultura y arquitectura
La complejidad del concepto de patrimonio se observa en los cambios que ha tenido su definición a través del tiempo, aunque ya desde la Edad Antigua, en Grecia, se habían creado dos instituciones encargadas de la conservación de objetos valiosos: los museion y las pinakothekai; para que existiera esta inquietud de preservación fue necesario que se percibiera el avance del tiempo y frente a él “designar a determinados objetos como merecedores de un futuro […]. Podemos decir que patrimonio son las huellas del tiempo que pasa […]. Al favorecer el tránsito del pasado al futuro y viceversa, el patrimonio adquiere un valor superior” (Ballart, 2005, p. 29). Por otro lado, Llull (2005) considera que la noción de patrimonio en la Antigüedad estaba relacionada solo con riqueza y poder, los cuales se reflejaban a través de la apropiación de objetos o artefactos ya fuera por comercio, exploración o guerra, y a la par era común la destrucción de los bienes culturales de los vencidos en las contiendas.
Según Pratz (2004, p. 22), el sentido cultural del patrimonio se originó durante el Romanticismo, cuando se giró la vista hacia el pasado en búsqueda de un origen al cual adscribirse, exaltando la sensibilidad y el individuo; este sondeo en el pasado se hizo con la intención de encontrar “raíces culturales y elementos significativos que habían determinado a lo largo de la historia la forma de ser de las sociedades contemporáneas” (Llull, 2005, p. 189). A partir de este periodo, las sociedades modernas utilizaron sus monumentos más significativos para la conformación de una identidad nacionalista; por ejemplo, de 1830 a 1860 los museos nacionales tuvieron la misión de transmitir la idea de nación con base en los objetos tangibles depositados dentro de ellos, por lo que se les atribuía una dimensión práctica-pedagógica.
En la actualidad, una de las principales instancias internacionales encargadas de la regulación, protección y designación de objetos patrimoniales, desde la Conferencia General de 1972, es la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que considera estos objetos como “únicos, irremplazables y auténticos”. También define el patrimonio cultural como:
- Los monumentos: obras arquitectónicas, de escultura o de pinturas monumentales, elementos o estructuras de carácter arqueológico, inscripciones, cavernas y grupos de elementos, que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia;
- Los conjuntos: grupos de construcciones, aisladas o reunidas, cuya arquitectura, unidad e integración en el paisaje les dé un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia;
- Los lugares: obras del hombre u obras conjuntas del hombre y la naturaleza así como las zonas incluidos los lugares arqueológicos que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista histórico, estético, etnológico o antropológico. (Unesco, 1972, p. 2)
- Estos conceptos institucionales aún rigen la selección de los objetos patrimoniales por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en México, y para que un objeto pueda ser considerado como patrimonio cultural tendría que cumplir con las siguientes características:
- Representar una obra maestra de creación humana.
- Dar testimonio de un intercambio de influencias durante un periodo o área cultural determinada.
- Ofrecer un testimonio único o excepcional acerca de una tradición cultural o una civilización.
- Representar un estilo de construcción o paisaje característico de un periodo significativo de la historia de la humanidad.
- Constituir un ejemplo de establecimiento humano representativo de una cultura.
- Estar relacionado con acontecimientos, tradiciones vivientes, creencia, obras excepcionales, etc. (Unesco Etxea, 2004, pp. 9-11)
En complemento a la visión institucional, Pratz (2004, p. 33) definió el patrimonio como una construcción social, y por lo tanto la cualidad patrimonial no es inherente a los objetos propuestos, sino que es asignada o construida por alguien con algún fin. El autor propuso que, idealmente, para que se dé la legitimización patrimonial debería haber una aceptación hegemónica social y cultural, y cualquier “agente social interesado en poner una versión de la identidad y recabar adhesiones a la misma” (Pratz, 2004, p. 33) podría hacerlo; sin embargo, en la mayoría de los casos es impulsado por los intereses particulares de agentes del poder político y económico, legal o ilegal; y algunas sociedades civiles; aunque la sociedad acepta o rechaza dicha selección. El factor determinante para que se les clasifique como patrimonio es “su capacidad para representar simbólicamente una identidad” (Pratz, 2004, p. 22); para ello los objetos patrimoniales no deben contemplarse como elementos aislados de la historia, sino que pertenecen a un contexto.
Finalmente, Ballart (2005, p. 11) explicó el patrimonio como una construcción cultural que depende de los cambios en el contexto histórico-social. Por ello, en la actualidad, está asentada una concepción de patrimonio que refleja las circunstancias históricas propias de esta época, y que sirve para establecer una conexión con el pasado, personal, comunal o universal, y tener una sensación de continuidad, de forma que se considera un activo que tiene fines positivos o negativos, puesto en relación con una idea de valor. Por lo tanto, la selección de aquellos objetos considerados patrimoniales depende del contexto, científico-profesional, societario-civil, político-administrativo y económico; para optar por ciertos bienes, se les atribuye a tales objetos valores que dependen del contexto cultural.
Después de recorrer las definiciones seleccionadas, se hizo evidente la relación de las obras arquitectónicas con la cultura y el patrimonio. Spiro Kostoff señala que
la arquitectura es un medio de expresión cultural solo si somos capaces de absorber sus mensajes y estos mensajes afloran a través de las cuestiones que nos preocupan hoy. La forma en que interpretamos la cultura de un periodo a través de su arquitectura puede decirnos tanto de él como de nosotros mismos. (1988, p. 41)
De igual manera, José Terán consideró que en cada una de las grandes épocas de la cultura hay un tipo de construcción, erigido más allá de las simples necesidades materiales, al cual todos dirigen sus miradas y por el que se rige la voluntad constructiva de su tiempo. (1991, p. 23).
En conclusión, “la arquitectura es una reliquia cultural” (Corona, 1998, p. 55), por lo que es posible inferir que tanto el proceso proyectual, como las distintas representaciones arquitectónicas y urbanas son productos culturales con potencial patrimonial, siempre que cumplan con los criterios extraculturales de historia e inspiración creativa mencionados por Llorenç Pratz, y posean los valores de uso, formal y simbólico-significativo señalados por Josep Ballart[2].
El Estadio Xalapeño como patrimonio cultural
Para afianzar la cualidad del Estadio Xalapeño como patrimonio cultural es importante conocer la historia alrededor de su construcción, a través de una narración integral para vincular la obra constructiva con su contexto político, social, económico, regional y su significado social.
Xalapa en la década de los años 20
Eric Hobsbawm (2007) plantea que el siglo XX tuvo particularidades que lo distinguieron de los períodos históricos precedentes, y lo considera un siglo de ruptura con la época anterior; entre los acontecimientos más importantes a nivel internacional estuvieron las devastadoras empresas belicistas de las potencias mundiales que culminaron con el nuevo orden mundial bajo la hegemonía de los Estados Unidos. Otro producto asociado a las guerras fue el vertiginoso avance tecnológico, con inventos y tecnologías militares que posteriormente se incorporaron a la vida cotidiana y llegaron a cambiar los hábitos y las costumbres de la población alrededor del mundo.
Para la arquitectura, este cambio significó, por un lado, la creación de nuevos espacios o la adecuación de los existentes a estas nuevas dinámicas sociales y, por otro, la incorporación de los problemas urbanos a la disciplina en respuesta al exponencial crecimiento de las ciudades. De igual manera, el descontento social y político ante el imperialismo del siglo XIX llevó a que se desarrollaran revoluciones sociales en casi todas las regiones de Asia, África y América Latina tomando como ejemplo la Revolución rusa de 1917. Todos estos acontecimientos y cambios se reflejaron en las artes con la creación de nuevas vanguardias y corrientes.
En el periodo de 1920 a 1930, México manifestó las huellas no solo de la Revolución de 1910, sino de las disputas políticas mantenidas entre diversos grupos posrevolucionarios, tanto a nivel nacional como regional, sobre el camino a seguir después de haber obtenido el triunfo. El cambio revolucionario consideró la modernización como una vía para continuar después del enfrentamiento bélico, que disminuyó la población y acentuó la migración del campo a la ciudad (Aboites, 2010, p. 595), tomando como ejemplo otros países desarrollados. En el aspecto económico, se buscó atraer inversiones para reactivar la economía nacional, por lo que se impulsaron programas de desarrollo regional y la construcción de vías de comunicación para la explotación de los recursos naturales. En el aspecto cultural, aparecieron en el escenario nacional importantes y diversos movimientos artísticos y estéticos que cuestionaban o promovían los valores revolucionarios y modernos, algunos grupos de intelectuales y artistas inspirados en vanguardias extranjeras se enfrentaban unos con otros; pero en muchos casos incorporaron las innovaciones tecnológicas como la fotografía, el cine y la radiodifusión a sus obras de arte.
Al igual que en otros estados del país, la década de los 20 fue extremadamente complicada para Veracruz; el poder político se mantuvo en manos de diversos caciques locales mientras se conformaba el nuevo Estado mexicano. Durante este periodo, Veracruz estuvo bajo el mando de dos exmilitares considerados “radicales”: Adalberto Tejeda (1920-1924 y 1928-1932) y Heriberto Jara Corona (1924-1927), cuyas visiones particulares del México posrevolucionario en ocasiones contrastaron con las del poder central o los intereses de las oligarquías regionales y les provocaron ciertos contratiempos políticos. De igual manera, en estos años tomaron importancia los diversos movimientos sociales, en ocasiones apoyados por el gobernador en turno, como el obrero, el agrario y el inquilinario. Otra cuestión de marcada importancia a nivel estatal fueron las tensiones creadas entre terratenientes y agraristas por la restauración o dotación de tierras a partir de la Ley Agraria de 1915 emitida por Venustiano Carranza.
En Xalapa, según se observa en el Fondo Comisión Agraria Mixta (CAM) del Archivo General del Estado de Veracruz (AGEV), las solicitudes para dotación de ejidos fueron realizadas desde los primeros años después de emitida la ley (1915), aunque los propietarios afectados entorpecieron el proceso durante años a través de amparos judiciales. Entre los acontecimientos que afectaron la vida cotidiana de la capital durante este periodo resaltan: la ocupación de la huertista de 1923, la creación de milicias campesinas por Tejeda, las manifestaciones políticas y sociales y la creación de los grupos gremiales como los “panaderos rojos”.
En el ámbito económico, la capital se distinguió por actividades productivas de tipo terciario, relacionadas con el comercio, la educación y la burocracia. Su vocación como ciudad comercial se debió a su ubicación privilegiada entre el altiplano mexicano y la salida al mar por el puerto de Veracruz, lo que le proporcionó un lugar central en la red regional urbana y le permitió concentrar actividades de los principales municipios circunvecinos, como “Banderilla, Coatepec, Cosautlán, Jalcomulco, Jilotepec, Rafael Lucio, Teocelo, Tlalnehuayocan, Xico, Ixhuacan y Ayahualulco al sur, Perote al Oeste y Acajete al Norte” (Corzo, 2000, p. 160); tal integración propició la construcción de la vía del Ferrocarril Interoceánico en 1890 y del Ferrocarril a Teocelo, conocido como “el Piojito”, en 1898. Para el siglo xx se mantuvo la necesidad de incrementar las comunicaciones en Xalapa a través de la red carretera, por lo que se buscó mejorar los caminos y carreteras a lo largo del estado, siendo uno de los más importantes el Camino Nacional que conectó el puerto de Veracruz con la Ciudad de México.
En el ámbito demográfico y territorial, durante el periodo de 1921 a 1930, el municipio de Xalapa experimentó recuperación y crecimiento después de la Revolución mexicana; pasó de estar compuesto por 7 a 16 localidades (tablas 1 y 2) con la extensión de sus límites urbanos, que en 1920 estaban conformados por las pequeñas propiedades privadas que rodeaban a Xalapa (figura 1). La paulatina aplicación de la Ley Agraria fragmentó dichas propiedades, y con ello se posibilitó el futuro crecimiento urbano a través de la aparición de colonias obreras y agrícolas en la periferia urbana; de acuerdo con López (2018), para la década de los 30 resaltan Benito Juárez (1920), Francisco Ferrer Guardia (1923), San José (1924), San Pedro (1925), Landa (1925), Francisco I. Madero (1927), Felipe Carrillo Puerto (1927), Casa de Campo (1928), Emiliano Zapata (1929) y Mártires de Chicago (1931).
Tabla 1. División territorial de Xalapa en 1921
Localidades | Categoría política | Habitantes | Porcentaje |
Jalapa, Enríquez | Ciudad | 27 623 | 92.28 |
Molino de San Roque | Congregación | 864 | 2.89 |
El Castillo | Congregación | 765 | 2.56 |
Chiltoyac | Congregación | 632 | 2.11 |
Las Animas | Congregación | 22 | 0.07 |
Garnica | Hacienda | 27 | 0.09 |
Jalapa | Estación F. C. | 0 | 0.00 |
San Bruno | Estación F. C. | 0 | 0.00 |
Total | 29 933 | 100 |
Nota: Las localidades que aparecen sin habitantes fueron censadas en otras congregaciones.
Fuente: Inegi (2021, p. 168).
Tabla 2. División territorial del municipio de Xalapa (1930)
Localidades | Categoría política | Habitantes | Porcentaje |
Jalapa, Enríquez | Ciudad | 36 812 | 91.47 |
Molino de Pedreguera | Congregación | 764 | 1.90 |
El Castillo | Congregación | 730 | 1.81 |
Chiltoyac | Congregación | 705 | 1.75 |
Colonia 6 de Enero | Congregación | 258 | 0.64 |
Hacienda Nueva o San Antonio | Hacienda | 115 | 0.29 |
Paso del Toro o Hacienda Vieja | Hacienda | 52 | 0.13 |
Cuesta de D. Lino | Hacienda | 14 | 0.03 |
La Vaquería | Hacienda | 14 | 0.03 |
Las Cruces | Rancho | 117 | 0.29 |
Las Animas | Rancho | 95 | 0.24 |
Garnica | Rancho | 25 | 0.06 |
El Molino | Rancho | 0 | 0.00 |
Xoloxtla | Rancho | 0 | 0.00 |
La Luz | Ranchería | 359 | 0.89 |
El Tronconal | Ranchería | 186 | 0.46 |
Total | 40 246 | 100 |
Nota: Las localidades que aparecen sin habitantes fueron censadas con la congregación del Molino de Pedreguera.
Fuente: Inegi (1930, p. 25).
Figura 1. Proyecto de dotación de ejidos para la ciudad de Xalapa
Fuente: AGEV, Planoteca (elaborado en 1914).
Descripción del lugar seleccionado para el Estadio Xalapeño
En medio de este contexto histórico y urbano se construyó el Estadio Xalapeño en 1925, en una pequeña propiedad localizada al sur de la ciudad denominada como “La Alameda”, perteneciente desde 1917 a Sóstenes y Pascual Carlos Melgarejo y Velasco. El predio contó con una extensión total de 31 hectáreas, 15 de ellas dedicadas al cultivo de temporal de seiscientos naranjos, 8.5 hectáreas dedicadas al cerril y pastos y 7.5 hectáreas “anotadas como inútiles […] [que fueron ocupadas por] el Gobierno del Estado para formar un anfiteatro” (AGEV, Fondo CAM, caja 94, exp. 139, f. 453). La zona improductiva se describe como
[…] un thalweg[3] en cuyo fondo, corre el Arroyo de Santiago, el eje de la colina que hacia el lado Norte limita este thalweg, en un punto situado frente a la Fábrica del Dique, deflexiona varias veces hacia la izquierda, dando lugar a la formación en la parte S.E. de la Ciudad, de un anfiteatro natural. […] es de presumirse que tanto las aguas pluviales como las subterráneas deben haber corrido hacia el arroyo que sirve de límite entre este último y la Huerta de San Miguel […]. Pero como el arroyo de San Miguel, de régimen muy variable, lleva en época de lluvias una gran cantidad de agua el anfiteatro queda convertido en un lugar cenagoso. (Gobierno del Estado de Veracruz, 1923, p. 181).
En el informe de William Kenneth Boone, presidente de la Cámara Nacional de Comercio, se describió el fondo de la ciénaga como muy irregular, con una inclinación de norte a sur, en algunas secciones la ciénega poseía una altura de hasta 2.50 metros; en época de secas se distribuía parte del agua estancada a través de zanjas, aunque en su mayoría permanecía estancadas (AGEV, Fondo Gobernación Fomento, Mejoras y Obras Públicas, caja 217). Tanto la ciénega como el lomerío se nombraron popularmente con el apellido de los propietarios: Melgarejo. Las obras propuestas en ese lugar fueron justificadas por el ingeniero Boone bajo la idea higienista de transformar un lugar que consideraba poco salubre en un equipamiento urbano con beneficio social, como fue el Stadium Jalapeño; la opinión de Boone con respecto a la ciénega difirió de otros testimonios que describían ese espacio como un lugar natural con extensa vida silvestre, donde se hacían excursiones y se usaba para el esparcimiento público.
Primera intervención: Stadium Jalapeño (1922)
El ingeniero Boone fue presidente de la Cámara de Comercio de Xalapa pero también gerente general de la Compañía de Ferrocarril y Fuerza de Jalapa (Jalapa Railway and Power Co.); procedente de Ohio, vivió durante un lapso aproximado de veinte años en Xalapa y es considerado un importante benefactor de la ciudad debido al impulso que dio a diversos proyectos urbanos y arquitectónicos, entre ellos la intervención de la ciénega de Melgarejo de 1922.
La construcción del Stadium Jalapeño inició en mayo de 1921 y tuvo un costo de $21.814.29 (Blázquez, 1986, p. 5731); la intervención fue difícil para esa época, pues había capital y maquinaria limitados. El equipamiento se inauguró oficialmente el 5 de mayo de 1922 con los Juegos Olímpicos Juveniles y el espectáculo de un aterrizaje de una avioneta en su parte plana, las obras realizadas transformaron este espacio “insalubre” en una zona de recreación con una “superficie […] disponible para juegos [y] espectáculos que serán visibles desde el Parque Juárez […], siendo la capacidad máxima de 20.000 asientos cómodos” (Gobierno del Estado de Veracruz, 1923, p. 181). En las imágenes de la época se aprecia la rusticidad de esta primera intervención, en concordancia con el paisaje que lo rodeaba, lleno de vegetación y con algunas construcciones menores en las cercanías; aunque dentro de las bondades de estos primeros trabajos estaba el aprovechamiento de la topografía natural en el campo deportivo para mejorar su isóptica, lo que también disminuyó los costos económicos y de impacto ambiental. La desecación y nivelación de la zona baja de la hondonada requirió un proceso de relleno progresivo intercalado entre las épocas de lluvia y sequía para lograr un campo de juego de 212 metros de largo por 92 metros de ancho, determinado principalmente por el presupuesto dispuesto por el gobierno estatal tejedista para esta obra y por el clima de Xalapa, que incluía fuertes lluvias (AGEV, Fondo Gobernación, Fomento, Mejoras y Obras Públicas, caja 217).
Como se ve en las listas de pago de nómina presentadas por Boone al Gobierno del estado para que liquidara su inversión en las obras, después de inaugurado el Stadium, se continuaron realizando intervenciones hasta inicios de 1923, entre las que se encuentran:
- La construcción de un paseo en la Loma de la Tenería, propiedad de la Sra. Mercedes E. viuda de Bouchez, que circundaba el estadio.
- La construcción de un camino de cuatro metros de ancho en la parte más alta de la loma del block-house que serviría para aparcar automotores.
- La construcción de un camino de tres metros de ancho de subida a la loma del block-house.
- Varios caminos para dar paso libre a jinetes cerca de la loma poniente del estadio hacia la Glorieta del Naranjo, la Loma de Tenería y el Dique (AGEV, Fondo Gobernación, Fomento, Mejoras y Obras Públicas, caja 217).
Paralelamente a la intervención hecha en la ciénega, el ingeniero Boone participó en la construcción del camino al Cerro de Macuiltepec y en la evaluación de la reparación del Camino Nacional desde 1920, con diferentes informes y propuestas de trazo y alineamiento, pendientes, puentes, alcantarillado, cunetas, rellenos, cortes, muros de contención y superficies (AGEV, Fondo Gobernación, Fomento, Mejoras y Obras Públicas, caja 119). Aledaño al Stadium Jalapeño, Boone propuso el proyecto de “embellecimiento del Estadio Jalapeño” (figura 2), descrito en un oficio del 22 de mayo de 1923 dirigido al entonces gobernador Adalberto Tejeda, que involucró las propiedades de la loma de Tenería, los terrenos del rancho La Alameda, y el Rancho El Roble.
La loma de Tenería, propiedad de Mercedes viuda de Bouchez, sería el sitio donde se realizaría la construcción del “nuevo hospital civil” con una superficie de 708 680 m². Además, se trasladarían allí los dos museos existentes en la Escuela Normal y el Colegio Preparatorio con el fin de dar a conocer al público en general las riquezas naturales de Veracruz.
Respecto a los terrenos del rancho La Alameda, perteneciente a Sóstenes Melgarejo, el ingeniero Boone insistió en adquirir la propiedad total, y propuso la homogeneización de las viviendas que allí existieran y otorgar a la ciudadana Esther Rodríguez un edificio remodelado junto con amplios terrenos, cercanos al Parque, adecuados para actividades de “sericultura, avicultura, apicultura, agricultura, etc. […] para implantar lo que más tarde llegará a ser una Estación agrícola sostenida por el Gobierno Federal” (AGEV, Gobernación, Fomento, Mejoras y Obras Públicas, caja 217).
Figura 2. Croquis de los terrenos ocupados por el nuevo Hospital Civil y el Estadio Xalapeño
Fuente: AGEV (Fondo Secretaría, 1922).
Finalmente, en el rancho de El Roble de Juan Brooks, el ingeniero planteó la creación de una estación forestal con amplios viveros conectados con una serie de caminos y glorietas para dar fácil acceso a la extensión del terreno y que fuera posible hacer paseos educativos y de esparcimiento para la sociedad xalapeña y de los alrededores; además de rescatar las ruinas de las construcciones que existieron en el rancho como edificios de administración. El fin de este proyecto fue generalizar hasta donde sea posible los conocimientos que ellos imparten refiriéndose a la estación agrícola de San Jacinto del Ing. Báez y los viveros de Coyoacán del Ing. Miguel A. de Quevedo que Boone conocía y bajo este concepto, se hace indispensable que su plantel sea de fácil acceso al público. (AGEV, Fondo Gobernación, Fomento, Mejoras y Obras Públicas, caja 217).
El proyecto de embellecimiento y el Stadium fueron empresas puntuales que tuvieron como fin configurar una parte de la ciudad bajo la corriente higienista moderna, proporcionando espacios para atención médica, actividades educativas y mejoramiento físico, pero no atadas a una planeación urbana a largo plazo. A pesar de que lo único que se construyó en ese momento fue el Stadium, el lugar designado para el hospital en la actualidad alberga la Clínica N.º 11 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). La estrecha relación entre el ingeniero Boone y el gobernador Tejeda permitió la ejecución del estadio, aunque económicamente fue necesario el apoyo de la Cámara de Comercio local y la Junta de Mejoras Materiales.
El proyecto de la Ciudad Jardín y la Ciudad Escolar de Xalapa
Con el inicio de un nuevo gobierno estatal en 1924, a cargo del general Heriberto Jara Corona, no disminuyeron las tensiones dentro del Estado. Como menciona Ricardo Corzo (1995), algunos de estos problemas estaban relacionados con factores exógenos, como la recesión económica que afectó la estructura productiva de varias ramas de Veracruz y el avance tecnológico que transformó los procesos de producción tradicionales; o endógenos, como la inestabilidad heredada tras la rebelión delahuertista, la diversidad de opiniones en torno a la prerrogativa del reeleccionismo que dividió la política desde la esfera federal hasta el municipio, el establecimiento de juntas de administración civil en ciertos ayuntamientos o irregularidades en los procesos electorales tras divergencias de opinión con el poder estatal, el aumento de impuestos para contrarrestar el incumplimiento de los pagos al Estado por el Gobierno federal, y la “distribución desigual del presupuesto, al priorizar los gastos de obras públicas en lugar de pagar a los empleados del aparato administrativo” (Corzo, 1995, p. 111).
Este breve vistazo de los inconvenientes que el Gobierno de Jara experimentó explica el cuartelazo que sufrió en septiembre de 1927 y que llevó a su destitución del cargo prematuramente; su sucesor como gobernador interino fue el profesor Abel S. Rodríguez, quien aseguró que la situación económica y política estatal era delicada debido a la baja cantidad de aportaciones fiscales, las falencias del poder y los gastos poco prudentes ejercidos en la administración jarista (Blázquez, 1986, p. 6014).
Los productos más evidentes de este proyecto modernizador jarista fueron las grandes obras constructivas, orientadas a “la educación rural, la comunicación, hospitales a nivel de especialidades, urbanización de las ciudades y construcción de nuevos conjuntos arquitectónicos para la cultura, el deporte y el esparcimiento, difusión radiofónica e incremento de publicaciones” (Corzo, 1995, p. 111). Con el fin de que aportaran a su proyecto cultural y educativo, el gobernador invitó a los jóvenes estridentistas, nombrando como secretario de Gobernación a Manuel Maples Arce, lo que permitió que Xalapa se transformara en un laboratorio para el proyecto modernizador; incluso desde este movimiento se la empezó a denominar como Estridentópolis, no sin provocar tensión con otros grupos de intelectuales xalapeños. A pesar del apelativo literario dado a la capital, en realidad las condiciones urbanas aún eran deficientes, los servicios funcionaban intermitentemente y se mantenía un paisaje urbano provincial que difícilmente cambiaría en los tres años de gobierno de Jara.
El proyecto urbano modernizador solicitado por el general Jara en la zona sur de la ciudad debía congregar una zona universitaria (aunque la Universidad Veracruzana se constituyó solo hasta 1944), un fraccionamiento para los docentes y el Estadio Xalapeño. El proyecto recayó en manos del ingeniero Modesto C. Rolland, quien lo denominó como: la ciudad jardín, la ciudad universitaria y el Estadio Xalapeño (figura 3). A pesar de que el proyecto tuvo la intención de beneficiar a la sociedad, recibió comentarios en contra basados en la premisa de que el gasto público en las obras constructivas era excesivo en una época de “precariedad” financiera estatal (Palafox, 2016).
Como mencionó Jara en un documento de 1925, los objetivos del proyecto urbano eran:
- Proporcionar a la clase estudiantil el espacio para su desarrollo integral como ciudadanos, conjuntando los espacios dedicados a las actividades académicas con espacios dedicados a actividades deportivas; el principal era el Estadio Xalapeño, donde se desarrollarían los deportes “terrestres”, que era complementado con una alberca cerca de los Lagos del Dique para realizar deportes “acuáticos”. Este primer fragmento del proyecto se denominó “ciudad escolar”.
- Resolver el problema de la vivienda para los profesores de la universidad de manera práctica y científica reinterpretando el modelo urbano de las ciudades jardín inglesas en el contexto local.
- Conectar más eficientemente hacia la ciudad “antigua” de Xalapa a través de un puente de concreto armado construido hacia el Parque Juárez.
La elección de la ciudad de Xalapa como sede del proyecto de la universidad se debió a sus características climáticas, de población y de comunicación favorables a la educación. Por otro lado, la descripción y los objetivos de la ciudad jardín para Xalapa coincidieron con la interpretación que el ingeniero Modesto C. Rolland (1921) tuvo sobre el modelo de ciudad jardín inglés; con este tipo de vivienda urbana se buscó proporcionar al profesorado de la universidad casas modernas que representaran un “nuevo plan de vida que trató] de desarrollar el Gobierno de Veracruz, […] [revelando] en el orden práctico y científico, todo lo que puede hacerse por resolver el problema de la casa” (Jara, 1925, p. 3). Tal proyecto no solo se orientó a una disposición arquitectónica y urbanística de las viviendas, sino más bien a incorporar las ideas sociales de Ebenezer Howard (1902) sobre las ciudades jardín al contexto regional, por lo cual la propuesta de Rolland incluyó un modelo de organización económica cooperativista; además el Gobierno estatal eliminó la especulación sobre el valor de la tierra al incorporar en el costo de los terrenos solo los “gastos de urbanización, comunicaciones, saneamiento, agua, luz y demás servicios; pero sin pretender que el Gobierno de Veracruz obtenga ganancia alguna” (Jara, 1925, p. 3), para beneficiar a las clases trabajadoras.
Figura 3. Reconstrucción del proyecto de la ciudad jardín, la ciudad escolar y el Estadio Xalapeño
Fuente: elaboración propia sobre el plano de Catastro de Xalapa del 2010.
Esta propuesta social y económica distinguió el proyecto de Xalapa de otras propuestas urbanas bajo el mismo modelo de ciudad jardín, como la colonia Chapultepec Heights Country Club, realizada por José Luis Cuevas en la Ciudad de México, que se destacó por su gran visión empresarial similar a la de los suburbios de Estados Unidos, al lotificar grandes extensiones de terreno con el fin de obtener plusvalías. El conjunto era una colonia residencial de clase alta, ofertada incluso como una buena inversión en bienes raíces de la capital (Sánchez, 2015).
En su revista Horizonte, Manuel Maples Arce explicó la esencia del proyecto xalapeño:
La Universidad Veracruzana (institución en proyecto) va a ser el laboratorio espiritual de las ideas nuevas que actualmente conmueven el mundo; un almácigo de intelectualidades empeñadas hacia el deseo de dar su vigoroso esfuerzo a los abandonados y a los débiles; una escuela que prepare una ciencia apostólica para terminar con el parasitismo de las profesiones y con la explotación del pueblo. (Citado por Hernández, 1986, p. 41)
Del proyecto de la ciudad jardín y la ciudad escolar de Rolland se realizaron algunos trabajos en vías de comunicación:
[…] se asfaltó a base de concreto, la parte alta de su rededor; macadamización y petrolización de su entrada y asfaltados a base de concreto, de la rampa de la misma entrada; conformación del talud y colocación de césped en las calles tangentes izquierda y derecha del estadio y calzada que conduce al puente del Dique; trabajos de construcción del puente de la presa del Dique que unirá la parte sur de la ciudad con la apertura de una nueva calle que pasando por la Colonia Felipe Carrillo Puerto y terrenos de la Casa de Campo, saldrá a la Avenida Bolívar por la parte que da frente a los edificios de la estación del FCI (Ferrocarril Interoceánico); construcción de la calzada que conducirá a la Ciudad Jardín; ampliación de la Calle de San Miguel. (Blázquez, 1986, p. 5900)
El único edificio que se construyó fue el Estadio Xalapeño, a pesar de que, según el informe de gobierno del general Jara, la construcción del proyecto completo parecía prácticamente consolidada, pues ya se habían recibido diversas solicitudes de compra, aunque no se había determinado el valor de cada lote; solo se esperaba solucionar el saneamiento de la ciudad para iniciar su construcción, y ya se tenían los diversos estudios previos, de niveles y drenajes, por parte de la Delegación de Ingenieros del Departamento de Fomento y Obras Públicas. Además, en el AGEV se menciona un convenio contraído entre el Gobierno del Estado de Veracruz y la compañía constructora LatinoAmericana S. A. de Tampico para construir el camino carretero Perote-Veracruz, la ciudad jardín y el edificio de la universidad (AGEV, Fondo Gobernación, Fomento, Mejoras y Obras Públicas, caja 119).
El Estadio Xalapeño como representante de la arquitectura moderna
El documento donde se describe el proyecto de 1925, firmado por Heriberto Jara, se redactó una vez concluida la obra del Estadio Xalapeño, ya que se anexaron fotografías tomadas por Atanasio D. Vázquez[4] sobre su proceso constructivo (figura 4a). La construcción del Estadio Xalapeño inició el 28 de junio de 1925; al momento de realizar las primeras paladas se observaba un paisaje aún rural en la zona de la ciudad seleccionada para realizar este gran proyecto urbano moderno.
Las instalaciones hidráulicas aún representaban un reto a resolver en la antigua ciénega; a pesar de los trabajos realizados durante la gestión de Tejeda, fue necesario colocar un tubo de concreto de un metro de diámetro que desembocara hacia el valle más bajo del sur de la ciudad, y que cuyo uso futuro sería transportar las aguas negras del centro de la ciudad (figura 4b), pero en ese momento se utilizó para conectar la red de drenajes colocados a lo largo de la gradería y en la misma pista del estadio (figuras 4c y 4d).
La planta del inmueble tiene forma de herradura. En la zona semicircular, se construyó una cubierta de concreto armado sostenida sobre 35 columnas centrales, se dejó un volado de diez metros sobre las gradas interiores y de cinco hacia el exterior del inmueble y se cubrieron así un total de 3000 metros cuadrados, mientras que en los lados rectos se dispuso una gradería continua por tramos, con el fin de romper con la monotonía y rigidez de la línea y dar “la impresión de movimiento y vida por no decir de descanso y frescura, a los espectadores” (Jara, 1925) (figura 4c). La instalación eléctrica se dejó oculta a lo largo del estadio buscando ofrecer correcta iluminación tanto hacia dentro del edificio como hacia el exterior, esto a pesar de los problemas e ineficiencias que aún existían en la ciudad en cuanto a dicho servicio.
Además, se planeó el acceso por calles pavimentadas con concreto y asfalto que darían entrada a los automóviles hasta dicho recinto, con una zona para estacionarlos; de igual manera, aunque en el resto de la ciudad, y especialmente en las nuevas colonias, gran parte de las vialidades aún no se habían pavimentado.
La velocidad de su construcción resultó inaudita para mediados de los 20. Fue inaugurado el 20 de septiembre de 1925, tan solo 78 días después del inicio de la obra, gracias al recurso financiero que se le destinó, la gran cantidad de mano de obra empleada, y la incorporación de los nuevos sistemas y materiales constructivos modernos como el concreto armado. Para ello, fue necesaria la instalación de una planta mezcladora de concreto en la parte superior de una loma contigua y el concreto se transportaba a través de un puente de servicio a la obra (figura 5a). Se utilizó una gran cantidad de madera tan solo en el cimbrado de la emblemática losa de concreto para el techo, que fue colada monolíticamente (figuras 5b y 5c) por trabajadores en dobles turnos, lo que explica que aún en la actualidad la losa no presente problemas estructurales, sino más bien algunos detalles de tipo estético por falta de mantenimiento.
Figura 4. Adecuaciones para la construcción del Estadio Xalapeño
c. d.
Nota: a. Primeras paladas (28 junio 1925). b. Salida del túnel por donde pasaba el tubo de concreto. c. Trabajo en gradas. d. Trabajos de drenaje en el piso del estadio.
Fuente: fotografías de Atanasio D. Vázquez (acervo documental de la Biblioteca Lerdo de Tejada).
Junto con la construcción del estadio, se llevó a cabo la obra del tajo (figura 5d), que tuvo como fin cortar la loma cercana al estadio con una excavadora a vapor para conectar dicha zona con los Lagos del Dique; en la actualidad se mantiene este vestigio en el paisaje urbano del sur de la ciudad. Aunque el estadio se inauguró en 1925, según una serie de legajos para cobrar al Gobierno estatal encontrados en el AGEV, los trabajos alrededor de las lomas del estadio y en terrenos de la ciudad jardín se continuaron realizando y pagando hasta el 13 de mayo de 1926 (AGEV, Fondo Gobernación, Fomento, Mejoras y Obras Públicas, caja 216).
Figura 5. Proceso constructivo del estadio
c. d.
Nota: a. Planta mezcladora de concreto en el inicio del puente de servicio. b. Colado de gradería y cimbrado del techo. c. Estructura del techo y primeros descimbrados. d. Obras del tajo que comunicaría el estadio con el dique.
Fuente: acervo documental de la Biblioteca Lerdo de Tejada.
Estos últimos trabajos se realizaron a pesar de que ya se había retirado el ingeniero Rolland de la construcción, por lo que no sorprende que posteriormente se comunicara para dar varias observaciones al respecto:
- Consideró que las esculturas que se localizaron sobre la tribuna monumental se encontraban fuera de lugar; además, que los bajo relieves estaban desproporcionados con respecto a las líneas del estadio, y las “columnitas” parecían caricaturas con respecto a la obra moderna.
- El estado de descuido de la pista provocaba que las tomas de aguas se volvieran obstáculos, y además debería de extenderse fuera de las columnatas para cumplir con las dimensiones estándar de cualquier estadio mundial, y adecuarse una tangente a un lado.
- La pérgola original se localizó dentro de una composición geométrica que otras dos construcciones posteriores rompieron, junto con los letreros comerciales que se instalaron alrededor del inmueble.
- La instalación eléctrica original se planeó de manera subterránea pero los cables eléctricos posteriores en las calles laterales afectaron la estética del edificio.
Conclusiones
A pesar de las observaciones negativas realizadas por el ingeniero Rolland en torno a la hondonada localizada al sur de la ciudad como un espacio antihigiénico, conocer la transformación de la ciénega de Melgarejo en el actual Estadio Xalapeño Heriberto Jara Corona permite entender su unicidad y su relevancia histórica, simbólica y patrimonial.
Por una parte, el estadio posee un valor de uso, ya que refleja la aplicación de los avances tecnológicos de la época en la elaboración de materiales de construcción, y su uso a través de sistemas constructivos modernos. El concreto armado, utilizado en la totalidad del edificio como su sistema estructural, no era muy común a principios del siglo xx en México, por lo que esta construcción fue una de las primeras en incorporarlo, y, notablemente, permanece en uso hasta la actualidad. La singularidad de su proceso constructivo se remonta a la primera intervención llevada a cabo por el ingeniero Boone con los procesos de relleno, compactación y nivelación realizados en la ciénega; se continuó en 1925 con la introducción de instalaciones hidráulicas, sanitarias y eléctricas en preparación para el futuro crecimiento de la ciudad hacia la zona sur; y culminó con el armado y colado de una losa monolítica de 3000 metros cuadrados en el sector semicircular, apoyada en pilares armados para lograr amplios claros volados hacia dentro y fuera del estadio, al igual que con la disposición de las graderías pertinentes.
Por otra parte, se puede observar en el estadio un valor formal; su ornamentación era básica, solo en los jarrones que coronaban las graderías tenía un estilo arquitectónico neoclásico, lo que junto con el concreto le otorgó una estética moderna. La construcción recibió reseñas positivas en distintas publicaciones dedicadas a la construcción en México, que se refirieron al ingeniero Rolland como especialista en concreto y a su obra xalapeña como gran ejemplo de construcción moderna. Igualmente, las nuevas corrientes artísticas, como el movimiento estridentista, resaltaron en varias ocasiones la importancia del estadio como referente de la modernidad mexicana, así como sus valores estéticos, aunque cabe resaltar que el estadio sí buscó adaptarse a los valores más conservadores de la sociedad xalapeña y su contexto artístico.
En cuanto a su valor simbólico, el estadio representó los anhelos de modernización posrevolucionaria del gobierno jarista, la interpretación de Rolland del modelo de ciudad jardín de Ebenezer Howard y su aplicación en la provincia mexicana, de lo cual resultó ser uno de los pocos ejemplos mexicanos; además, fue un intento por solucionar las nuevas problemáticas urbanas que iban surgiendo y otorgar justicia social a los grupos más vulnerables. A pesar de las críticas que recibió la inversión en esta construcción durante el gobierno jarista, tan solo unos años después del cuartelazo que lo removió del poder, ya se hacía referencia al estadio como el gran legado de Jara; así se convirtió en un hito urbano que durante casi 100 años ha acogido tanto hechos locales, como grandes eventos políticos, sociales, culturales y deportivos.
En el 2014, el Estadio Xalapeño fue modificado durante la gestión del gobernador Javier Duarte de Ochoa (2010-2016) para adaptarlo a las especificaciones técnicas de los Juegos Centroamericanos y del Caribe celebrados en Veracruz; la reforma generó preocupación y descontento en diversos sectores académicos y sociales de la ciudad, ya que se modificó la construcción original y así se dificultó su preservación original. En la actualidad, si bien el inmueble sigue en uso, es susceptible al deterioro natural, a las actividades cotidianas y los factores ambientales.
Todo lo anterior refuerza la necesidad de proteger y conservar dicho inmueble, ya que cumple con los valores que, según varios autores, son necesarios para considerar una construcción como patrimonio cultural. Es posible afirmar, después de este recorrido histórico, que el Estadio Xalapeño Heriberto Jara Corona es un representante único de la arquitectura moderna mexicana y reflejo de la identidad cultural xalapeña.
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[1] Kevin Lynch (2015) definió los hitos urbanos como objetos físicos fácilmente identificables, insertos o no dentro de la mancha urbana, por ejemplo, un edificio, una señal, una tienda o una montaña; pero también los que guardan relación con el resto de los elementos pertenecientes a la imagen típica de las ciudades (como las vías, los bordes, los barrios y los nodos) y proporcionan una mejor lectura de las urbes.
[2] Con valor de uso el autor hace referencia al aporte de conocimiento que un objeto patrimonial proporciona a la comunidad, caso en el que “ha acumulado teoría, práctica, experiencia e investigación, en definitiva, es el resultado del conocimiento humano acumulado” (Ballart, 2005, p. 68). Respecto al valor formal, considera que los objetos poseen atributos que mueven nuestra percepción sensorial (color, texturas, formas), ya sea de manera negativa o positiva, y que tiene un valor extra si en ellos se ha depositado un trabajo de calidad gracias a la genialidad del artífice, aunque existen otros aspectos que se deben tomar en cuenta como el ritmo, equilibrio, técnica, valor de materiales, ornamentación y su relación con la función. El valor simbólico-significativo se refiere a los niveles de significados con los que se van enriqueciendo; los productos de la cultura pueden aportar conocimientos no solo sobre los individuos que los crean sino sobre todo de su contexto, de manera que los objetos sirven para establecer cierta comunicación con el pasado.
[3] En español el término thalweg se traduce como “vaguada”, el nivel más bajo de un valle que contiene el lecho más profundo del curso de agua dado por los escurrimientos naturales. En los documentos de la época consultados, la superficie a la que hace referencia es conocida coloquialmente como ciénega, y corresponde a una hondonada natural que era receptora de los escurrimientos naturales de los cerros de su alrededor, de modo que en temporadas de lluvias el espacio contenía agua, pero en temporada de secas era un lugar fangoso y con agua estancada.
[4] Ferrocarrilero con simpatías por el movimiento campesino que fue el fotógrafo oficial durante los gobiernos de Adalberto Tejeda y Heriberto Jara. Para conocer mayor información véase Rashkin (2015).
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