Pertenecer, mucho más que habitar un espacio. Tensiones emergentes tras reubicación en viviendas formales de residentes de la consolidación habitacional Juan Bobo en Medellín, Antioquia (2017-2019)
To belong, much more than to inhabit a space. Emerging tensions after the relocation to formal housing of residents of the Juan Bobo’s housing consolidation in Medellín, Antioquia (2017-2019)
Pertencer, muito mais do que habitar um espaço. Tensões emergentes após a realocação em moradias formais dos residentes da consolidação habitacional Juan Bobo, em Medellín, Antioquia (2017-2019)
DOI:
https://doi.org/10.15446/cep.v7n2.86619Palabras clave:
habitar, espacio vivido, usos y apropiaciones, vivienda informal (es)habitar espaço vivido, usos e dotações, habitação informal (pt)
live, lived space, uses and appropriations, informal housing (en)
Esta investigación está relacionada con el modelo de intervención territorial empleado por las administraciones de Medellín 2004-2011, por medio de la cual se buscó conectar los asentamientos informales a la dinámica formal de la ciudad de Medellín. A través de la construcción de grandes obras arquitectónicas en los sectores con los índices más bajos de calidad de vida y de desarrollo humano ubicados en las zonas norte, centro oriental y centro occidental, se dirigió la mirada a la Consolidación Habitacional de la Quebrada Juan Bobo como uno de los proyectos más emblemáticos a nivel arquitectónico de la ciudad, por generar vivienda nueva en cuenca de quebrada beneficiando a 1.240 personas que fueron reubicadas dentro del mismo barrio, incluso sobre el mismo sitio donde estaban antes construidas sus antiguas viviendas.
This research paper is related to the territorial intervention model used by the administration of Medellín between the years 2004-2011, through which an attempt was made to connect informal settlements to the formal dynamics of the city of Medellín. Through the construction of large architectural constructions in the sectors with the lowest indexes of quality of life and human development located in the northern, eastern central, and western areas, the intervention was directed to the Housing Consolidation of the Quebrada Juan Bobo as one of the most emblematic architectural projects in the city, for generating new housing in the river basin benefiting 1,240 people who were rehoused within the same neighborhood, even on the same site where their old homes were previously built.
Pertenecer, mucho más que habitar un
espacio. Tensiones emergentes tras la reubicación en viviendas formales de los
residentes de la consolidación habitacional Juan Bobo, en Medellín, Antioquia (2017-2019)
Coppelia Herrán Cuartas. Ph. D. en
Ciencias Sociales. Docente investigadora del Grupo de Estudios en Diseño (GED)
de la Pontificia Universidad Bolivariana de Medellín. ORCID:
https://orcid.org/0000-0002-8509-8857. Correo electrónico: coppelia.herran@upb.edu.co
Recibido: abril 24, 2020. Aceptado:
septiembre 08, 2020. Publicado: enero 29, 2021.
Resumen
Esta investigación se relaciona con el
modelo de intervención territorial empleado por las administraciones 2004-2011,
cuando se buscó conectar los asentamientos informales a la dinámica formal de
Medellín. Con la construcción de grandes obras arquitectónicas en los sectores
con los menores índices de calidad de vida y desarrollo humano (zonas norte,
centro oriental y centro occidental), se dirigió la mirada a la consolidación
habitacional de la quebrada Juan Bobo, como un proyecto
arquitectónico emblemático de la ciudad, porque generó vivienda nueva en la
cuenca de la quebrada, lo que benefició a 1240 personas, reubicadas en el mismo
barrio o sobre el mismo sitio donde estaban sus antiguas viviendas.
Para profundizar sobre los usos y el
significado que los moradores otorgan a su nueva vivienda, se empleó el método
etnográfico, a fin de conocer los encuentros y desencuentros asociados al
fenómeno de apropiarse y pertenecer a una ciudad que buscó incrementar la
calidad con la entrega de vivienda nueva. A partir de (1) los supuestos que
fundamentaron la concepción detrás de esta consolidación, junto con la manera
como las familias debían responder al habitar en una vivienda formal, y (2) los
cambios que los gestores del proyecto esperaban con la transformación del
sector es posible verificar que existen formas alternativas en que las personas
adecúan el espacio, de acuerdo con sus aspiraciones, al tiempo que le otorgan
un significado en consonancia con ellas, concibiendo de nuevo el espacio,
mientras producen sus propias espacialidades.
Palabras clave: espacio vivido, habitar, usos y
apropiaciones y vivienda informal.
To belong, much
more than to inhabit a space. Emerging tensions after the relocation to formal
housing of residents of the Juan Bobo’s housing consolidation in Medellín,
Antioquia (2017-2019)
Abstract
This research
is related with the territorial intervention model used by the 2004-2011
administrations when they sought to connect the informal settlements to the
formal dynamics of Medellin. With the construction of great architectural works
in the sectors with the lowest quality of life and human development indexes
(northern, central-eastern and central-western zones), the focus was addressed
to the housing consolidation in the Juan Bobo gully, as an emblematic
architectural project of the city, due to the generation of new housing in the
gully’s basin, which benefited 1240 people, relocated in the same neighborhood
or over the same site where their old homes were.
The
ethnographic method was used to study in depth the
uses and meaning that the inhabitants give to their new home, in order to learn
about the encounters and misunderstandings associated with the phenomenon of
appropriating and belonging to a city that sought to increase quality by
providing new housing. From (1) the assumptions which founded the conception
behind this consolidation, together with the way the families had to respond
living in formal housing and (2) the changes that the project’s managers
expected with the transformation of the sector, it is possible to verify that
there are alternative ways in which people adapt the space, according to their
aspirations, at the same time that they give it a meaning in concordance with
them, conceiving the space again, while they produce their own spatialities.
Keywords: lived space,
inhabit, uses and appropriations and informal housing.
Pertencer,
muito mais do que habitar um espaço. Tensões emergentes após a realocação em
moradias formais dos residentes da consolidação habitacional Juan Bobo, em
Medellín, Antioquia (2017-2019)
Resumo
Esta pesquisa
está relacionada com o modelo de intervenção territorial utilizado pelas
administrações de 2004 a 2011, quando procuraram conectar os assentamentos
informais com a dinâmica formal de Medellín, Colômbia. Com a construção de
grandes obras arquitetônicas nos setores com os menores índices de qualidade de
vida e desenvolvimento humano (região norte, centro-leste e centro-oeste), a
visão foi dirigida à consolidação habitacional do “córrego Juan Bobo”, como um
projeto arquitetônico emblemático da cidade, porque gerou moradia nova na bacia
do córrego, o que beneficiou 1240 pessoas, realocadas no mesmo bairro ou sobre
o mesmo lugar onde suas antigas casas estavam.
Para aprofundar
sobre os usos e os significados que os moradores dão à sua nova moradia, foi
empregado o método etnográfico, a fim de conhecer os encontros e os
desencontros associados com o fenômeno de se apropriar e pertencer a uma cidade
que buscou aumentar a qualidade da entrega da nova moradia. A partir (1) dos
pressupostos que fundamentaram a concepção por trás dessa consolidação, junto
com a maneira como as famílias deviam responder ao habitar em uma moradia
formal, e (2) das mudanças que os gestores do projeto esperavam com a
transformação do setor, é possível verificar que existem formas alternativas em
que as pessoas adaptam o espaço de acordo com suas aspirações, ao mesmo tempo
que lhe outorgam um significado em consonância com elas, concebendo de novo o
espaço enquanto produzem suas próprias espacialidades.
Palavras-chave: espaço vivido,
habitar, usos e apropriações e moradia informal.
Introducción
Desde 2004, Medellín ha venido
experimentando una renovación urbana que le ha generado múltiples
reconocimientos por su modelo de gestión, basado en un discurso de ciudad
educada, incluyente e innovadora. De acuerdo con el Instituto Social de
Vivienda y Hábitat de Medellín (Isvimed), la ciudad
pasó de ser una de las más peligrosas y violentas del mundo, debido al fenómeno
del narcoterrorismo en 1980-2000, a transformarse a partir de la innovación, la
resiliencia y el urbanismo (Alcaldía de Medellín, 2014). Con el objetivo de
cambiar la imagen de una ciudad violenta, las administraciones de Sergio
Fajardo (2004-2007) y Alonso Salazar (2008-2011) buscaron reducir parte de la
acrecentada deuda social y los problemas de violencia. Para ello, establecieron
un modelo de gestión municipal denominado Desarrollo Social Integral, también
conocido como modelo Medellín de Buen Gobierno. Este modelo buscó instaurar
programas para la construcción de espacios y edificios públicos de gran calidad
urbanística y arquitectónica, bajo una visión integral de transformación urbana
(Alcaldía de Medellín, 2014).
Para lograr esto, se intervinieron
física y socialmente las zonas más pobres y críticas de la ciudad, donde se
construyeron numerosos equipamientos educativos, recreativos, culturales,
institucionales, deportivos, de transporte y salud. Según estas
administraciones, Medellín tomó un giro democrático e incluyente, al
posibilitar de nuevo el encuentro ciudadano y generar nuevos tejidos sociales,
gracias a estas intervenciones.
Para conocer el resultado de las
implementaciones configuradas por el Estado local para constituir una práctica
de ordenamiento territorial, este análisis se concentra en uno de los programas
más emblemáticos del plan de mejoramiento de barrios, que corresponde al
proyecto de viviendas de la consolidación habitacional de la quebrada Juan
Bobo. Este programa fue merecedor del Premio de Hábitat Dubái 2008 de Mejores
Prácticas. De acuerdo con los gestores del proyecto, el objetivo fue, al igual
que el resto de las intervenciones de las administraciones, mejorar la calidad
de vida de la población asentada en ese sector; también incorporar los barrios
informales al tejido urbano de la ciudad, con corredores de movilidad,
centralidades barriales, conexión mediante puentes, viaductos y redes
peatonales entre microterritorios (Alcaldía de
Medellín, 2011b).
De acuerdo con la Empresa de Desarrollo
Urbano (EDU), uno de los principios esenciales de esta propuesta fue la
reubicación in situ de la comunidad, para evitar desalojos y expropiaciones a
las familias que habitaban el borde de la quebrada y las zonas de alto riesgo
(figura 1).
Figura
1.
Asentamiento informal en la quebrada Juan Bobo, antes de la intervención
Fuente. Fotografía facilitada por la EDU.
Con este proyecto, se buscó generar una
consolidación habitacional a lo largo de la quebrada Juan Bobo, constituida por
12 edificios de 5-9 pisos, bajo el formato de vivienda de interés social (VIS).
Además, se procuró la recuperación ambiental de la quebrada, con mejoras en los
accesos y en los senderos del sector (EDU, 2015), según se muestra en la figura
2.
Figura 2. Ubicación de todos los bloques que
conforman la consolidación habitacional
Fuente. Fotografía facilitada por la EDU e intervenida por la
autora.
Dado que el interés de la investigación
se centra en conocer las situaciones que resultan al habitar en un proyecto
pensado para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, se tomaron como
referencia investigaciones que analizan la transición de las personas que pasan
de la vivienda informal a la formal, bajo la categoría de vis, definida como
aquella “que se desarrolla para garantizar este derecho de las familias con
menores ingresos, y cuyo valor no exceda ciento treinta y cinco salarios
mínimos mensuales legales vigentes” (Ley 388 de 1997, art. 91).
La mayoría de los trabajos centra su
análisis en la transición y el cambio de vivienda informal a la vivienda formal
otorgada por el Estado, con el fin de reducir el déficit de vivienda
habitacional y mejorar las condiciones de vida de las comunidades impactadas.
Ello se evidencia en situaciones asociadas con el bienestar que experimenta la
comunidad en la nueva forma de habitar (Cardona, 2014) y los problemas de
desarraigo y falta de cohesión social (Peláez, 2013).
Otros trabajos analizan las formas de
apropiación que vienen dándose en el espacio arquitectónico entregado (Sanín,
2008) y la tensión surgida frente a los patrones culturales que trae consigo cada
población. Esto produce una serie de conflictos en la convivencia dentro de la
población reubicada en zonas de expansión urbana de desarrollo incompleto, con
vivienda masiva en altura (Mena, 2011). En esta misma línea, se encuentran
otras investigaciones que muestran el problema generado al omitir el componente
cultural de las formas de vida de las comunidades reasentadas ni las
dificultades que estas empiezan a enfrentar por el establecimiento de nuevas
normas y responsabilidades económicas que la tenencia de una vivienda formal
implica (Bárcenas, 2015).
Todos los trabajos coinciden en
reconocer que los proyectos residenciales tuvieron la responsabilidad de
reubicar a una población en estado de riesgo, con el objetivo de reducir la
vulnerabilidad física, en asuntos como la tenencia de la vivienda, la
confiablidad tecnológica y la salubridad de la morada, elementos que inciden
indirectamente en la salud física y mental. No obstante, muestran que la
condición de vulnerabilidad social en la nueva vivienda no desapareció, ya que,
con el tiempo, se conservaron patrones antiguos de comportamiento educativo,
económico y de manera de habitar, inherentes al lugar de origen en la vivienda
informal.
A tales conclusiones, se suma que la
modalidad de restablecimiento en la periferia hizo que tanto la localización
espacial como la tipología de vivienda en altura generaran nuevas formas de
organización socioespacial, económica y cultural, ajenas a las existentes en el
lugar de origen. Esto dio lugar a la pérdida de los lazos sociales, familiares
y económicos que se sumaron a procesos de adaptación forzada.
Al preguntarse por el impacto social de
este cambio urbanístico en los modos de habitar de la comunidad que antes vivía
de manera informal en la quebrada Juan Bobo, surge un nuevo cuestionamiento: ¿Cuáles
y de qué características fueron los encuentros y desencuentros que resultaron
de este reasentamiento que, a diferencia de otras soluciones habitacionales, se
hizo en el mismo sitio, con el fin de no romper el tejido social de la
comunidad asentada en la quebrada, antes de ser intervenida?
Para dar respuesta a esta cuestión, el
objetivo de este trabajo se centró en analizar las implicaciones que trajo el
urbanismo, como herramienta de intervención en el territorio, y los modos de
habitar de las personas que recibieron vivienda nueva, dentro de la
consolidación habitacional de la quebrada mencionada.
Metodología
Para conocer cómo se estableció la
dimensión social y material que confluye en este tipo de intervenciones, se realizó
un análisis socioespacial, basado en teorías como la trialéctica
del espacio, propuesta por Henri Lefebvre (2013); el tercer espacio o “espacio
de las representaciones”, que corresponde a lo imaginado y lo simbólico que
plantea Edward Soja (2010; 2014); y la topofilia de
Yi Fu Tuan (2007), que pone en consideración los
vínculos afectivos del ser humano con un entorno material donde desarrolla una
suerte de sentimientos hacia un sitio específico, como la vivienda, el trabajo
o un espacio público concreto al que se dota de significado.
A partir de estos referentes
conceptuales, fue posible profundizar sobre el uso y el significado que los
moradores otorgan a su nueva vivienda, realizando una investigación cualitativa
con enfoque etnográfico, en los barrios Villa Niza, Villa del Socorro y
Andalucía, donde se ubica esta consolidación habitacional.
Para el análisis, se emplearon
herramientas como las siguientes:
1. Revisión de archivos y documentos
institucionales como los Planes de Ordenamiento Territorial (POT) y los Planes
de Desarrollo de la Alcaldía de Medellín (2003-2015), junto con los radicados
del Proyecto Urbano Integral Nororiental (PUI).
2. Trabajo de campo y observación
activa en la ludoteca ubicada en el Bloque 8, para conocer las experiencias del
ámbito doméstico y el entorno vecinal.
3. Observación simple en campo, dentro
del contexto de vivienda con visitas a los doce edificios, zonas comunes y el
barrio en general.
4. Realización de cuarenta entrevistas
informales y treinta y cinco formales, por medio de entrevistas
semiestructuradas abiertas, a profundidad, dirigidas a habitantes, vecinos y
agentes institucionales relacionados con el proyecto habitacional.
5. Recolección de fotografías y audio
en los apartamentos y los barrios analizados, para captar la cotidianidad de
los habitantes y vecinos.
6. Sistematización de los datos
recolectados, con la herramienta informática Atlas-ti.
Resultados y discusión
A pesar de que la vida en comunidad, en
especial la que se lleva a cabo dentro de las viviendas de interés social en
edificios, exige adoptar nuevas conductas, hábitos y normas de comportamiento,
es posible que estas no respondan con lo que imaginaron inicialmente los
encargados de la transformación del territorio. En este sentido, se identificó
una serie de tensiones experimentadas por muchos de los propietarios, en vista
de las dificultades que enfrentan para adaptarse a la nueva vivienda, con
prácticas y costumbres domésticas que se mezclan entre las dimensiones de los
espacios privado y público. A esto se suman, por un lado, los constantes
problemas de convivencia que hacen parte de las externalidades negativas que
caracterizaban al sector antes de la intervención; por otro, la dificultad de
asumir la sostenibilidad económica de los apartamentos. Estos son, en últimas,
los hallazgos más relevantes de esta investigación.
Como parte de los desencuentros
experimentados por la comunidad receptora, se encuentra la falta de apego y
afecto que muchos experimentan hacia su vivienda actual y la percepción
negativa asociada con el tamaño, distribución y acabados de los apartamentos;
mientras que otras personas se sienten frustradas ante la imposibilidad de
tener un segundo piso en su casa para construir o compartir espacio con sus
familiares, como hacían cuando habitaban en la vivienda informal, donde podían
construir y crecer en sentido vertical.
Sin la posibilidad de obtener dinero a
través del aire1, muchas de estas familias manifiestan un
sentimiento asociado con la frustración, debido a que la mayoría de su
patrimonio dependía de la antigua vivienda, mientras que ahora, las
posibilidades de crecer y entregar un techo a sus hijos y nietos desaparecen
con la tenencia de estos apartamentos. Al analizar las relaciones simbólicas
resultantes de la experiencia de habitar y el espacio, como establecen Lefebvre
(2013) y Soja (2014), es posible comprender la importancia del análisis de las
prácticas espaciales en un espacio determinado y el imaginario construido a su
alrededor, ya que no solo responde a necesidades objetivas, sino también
subjetivas.
Aunque, en su mayoría, las personas
pasaron de tener un espacio promedio de 29 a 45 metros cuadrados, todas
manifestaron dificultades para acomodar muebles, enseres y electrodomésticos en
la nueva vivienda. A pesar de que, en su antigua casa, el espacio era reducido,
en muchos casos, y sin divisiones, las personas tenían una sensación de mayor
espacialidad, debido a la ubicación de todos sus enseres en un mismo sitio,
mientras que en los nuevos apartamentos han debido ajustar todos sus elementos
materiales en un sitio asignado para cada actividad. Independiente de que el
espacio esté concebido con áreas delimitadas para que las personas lleven a
cabo diferentes acciones, las observaciones mostraron que los habitantes
utilizan de forma híbrida, multifuncional y flexible un solo espacio: la
habitación en la que comen, estudian, juegan,
descansan, duermen y socializan.
Con la situación relacionada con la
sostenibilidad de la vivienda formal, fue posible determinar que muchas
familias vivían del reciclaje antes de la intervención del sector. Ahora, con
la nueva vivienda algunas siguen recurriendo a esa actividad como método de
subsistencia, a pesar del poco espacio de que disponen para almacenar y separar
los materiales reciclables. Para solucionar esta situación, las personas usan
el espacio que se extiende desde su apartamento hasta los pasillos y zonas
comunes de algunos bloques, donde juntan el material recolectado. Desde luego,
ello da lugar a discusiones y conflictos entre vecinos, por considerar que esto
genera desorden, desaseo y obstrucción de los pasillos.
Para subsistir y responder a los gastos
fijos que ahora determinan su nueva forma de habitar, otros propietarios
recurren al subarriendo de una o dos habitaciones, con el fin de obtener
ingresos económicos. En este caso, el espacio vital de familias de entre cuatro
y seis integrantes se reduce, lo que implica, por ejemplo, que hasta tres
generaciones duerman en la misma habitación, como hacían cuando vivían en la
informalidad. Aunque el subarriendo no es un fenómeno exclusivo de este
proyecto habitacional, Escallón (2010) afirma que esta realidad se convierte en
el único activo de muchos hogares.
Para de Ventós
(1986), la supervivencia de lo particular, lo diferencial y lo formulado entra
en tensión con los órdenes que pretenden elevar todo a la dignidad
institucional, es decir, la que simboliza el orden espacial para un territorio.
Sin embargo, las formas como los propietarios de esta consolidación pueden
sostener los nuevos costos de la vivienda formal en el largo plazo no son del
todo claros, incluso después de haber pasado una década desde la entrega de
estos apartamentos, donde muchos propietarios recurren a diferentes formas de
autogestión no previstas por los gestores del proyecto.
Al revisar estas situaciones a la luz
de las reflexiones lefebvrianas relativas al habitar,
es posible entender la dificultad de muchos de los habitantes para desarrollar
un sentido de pertenencia y apropiación de la vivienda, debido a la falta de
externalidad comunitaria, lo que, de acuerdo con Abramo
(2012), puede entenderse como el resultado de una economía de reciprocidades
que no tienen los habitantes de esta consolidación. Esto último, debido a que
as familias no cuentan con acceso a los bienes y servicios que surgen de las
relaciones que se establecen con la comunidad.
El habitar no puede reducirse a un
ejercicio funcional, sin tener en cuenta la apropiación del espacio que se
articula a los imaginarios ni las aspiraciones de las personas, por ejemplo, la
posibilidad de modificar el espacio construido. Sin ello, no es posible
identificar que este sentido de pertenencia y afecto
por el lugar, como señala Tuan (2007), no se logra
únicamente con la entrega de vivienda, ya que los vínculos afectivos que
establecen los seres humanos con el espacio físico son los que ayudan a mejorar
el nivel de empatía y aceptación.
En este sentido, de Ventós
(1986) afirma que el deseo de mejorar la calidad de vida de una población
vulnerable, a través de la entrega de una vivienda nueva, parece estar
relacionado con el deseo de organizar un espacio físico y funcional de manera
homogénea, donde se trata de normalizar y dar una personalidad definida
y circunscrita a un lugar que creció de manera informal. Para ello, se acude a
la cuantificación de las necesidades existentes entre los habitantes. Sobre
este escenario de uniformidad y normalización, Pelli (2006) señala que los proyectos
de vivienda institucionales, limitados a promover acciones dirigidas a
satisfacer carencias inmediatas de situaciones, bienes y servicios, interpretan
muchas veces el significado de esas necesidades, sin consultar directamente a
los que las experimentan.
Otras situaciones que hacen parte de
las problemáticas encontradas se relacionan con la legalidad de la tenencia de
propiedad. A pesar de haber sido entregadas hace más de una década, muchas
familias no tienen las escrituras de sus apartamentos, por desconocimiento del
proceso o por falta de recursos económicos para llevarlo a cabo. Sin la
seguridad jurídica sobre sus viviendas, muchos residentes deben desplazarse
hasta el centro administrativo de la ciudad para obtener la factura del
impuesto predial, independientemente del estado en el que se encuentren en
términos de movilidad y desplazamiento, o los recursos económicos con los que
cuenten para hacerlo.
Sin descartar que la resolución de la
necesidad de una vivienda puede ser positiva en alguna medida, también son
reales aspectos complejos que la comunidad de Juan Bobo debe enfrentar, con
respecto a las responsabilidades económicas asociadas con el habitar. Pese a
que, desde la etapa de diagnóstico, los gestores del proyecto tenían claras las
condiciones de inestabilidad económica y desempleo que caracterizaban esta
población, se concluye que los métodos de subsistencia siguen siendo
informales, aunque el objetivo de esta transformación urbana era elevar las
condiciones de vida y propiciar nuevas oportunidades económicas y sociales a
una población vulnerable.
Al indagar por los significados
otorgados a estos espacios, como resultado de la experiencia de sus habitantes,
la transformación y las dinámicas sociales que establecen las personas de
acuerdo con el postulado de Soja (2014), fue posible conocer que los
sentimientos de apego, el sentido de pertenencia y la apropiación del entorno
próximo a la vivienda tampoco se reflejan en las zonas comunes ni el espacio
público que hace parte de estas intervenciones. Con basuras que se acumulan
sobre los costados de los edificios, la destrucción de las fachadas, de las
zonas comunes y del espacio público en general, surge el cuestionamiento sobre
el valor que los habitantes asignan a estos espacios, hasta convertirlos en
lugares y establecer estos vínculos afectivos.
De esta manera, se concluye también que
el sentimiento de abandono que sienten las personas por parte de los gestores
del proyecto se extiende hacia la espacialidad, lo que puede leerse en la falta
de interés que se registra en el mantenimiento y cuidado de estos espacios. A
ello se suma la falta de apoyo pedagógico institucional, requerido para
fomentar la participación de la población en la conservación del sector,
después de la entrega de los apartamentos (figura 3).
Figura
3. Estado actual de la quebrada Juan Bobo
Fuente. Fotografía de la autora.
De esta forma, pareciera que el espacio
concebido por el Estado local esperaba que las obras implementadas fueran,
además de apropiadas, sostenibles por iniciativa de las propias comunidades,
como si se tratara del fenómeno de stimergia
que se observa entre las hormigas. De acuerdo con Xavier de Ventós
(1986), existe una propiedad por la cual la acción de un individuo de la
especie estimula la colaboración de uno u otro miembro, sin la intervención de
un director de orquesta. Según el autor, estas sociedades exigen una
concentración demográfica que pueda ofrecer posibilidades razonables de que un
individuo esté tan cerca, como para ser estimulado por la acción de su vecino.
Asociando a los gestores del proyecto con el director de orquesta que se retira
una vez terminada su intervención, es posible concluir que la concepción del
espacio se hizo bajo el supuesto de que la población quedaría presta a
apropiarse y cuidar de los espacios entregados.
Al analizar la habitabilidad desde la
relación entre el hombre, el entorno y la manera como este satisface sus
necesidades y aspiraciones por medio de la vivienda, se identificó una serie de
problemáticas que existían desde que la comunidad habitaba en la informalidad,
en este mismo sitio. Aunque el Estado local esperaba mejorar la calidad de vida
de la población a través de la transformación espacial del sector, es un hecho
que los problemas sociales continúan, a pesar de los cambios físicos del
territorio.
A situaciones como la contaminación, el
mal manejo de basuras en la quebrada, la violencia familiar, la venta y consumo
de drogas, el desempleo y la deserción escolar, se suma el problema de la
convivencia que surge de las antiguas costumbres de la comunidad, que replica
actividades como escuchar música con alto volumen y hasta muy tarde en la
noche. Otras prácticas domésticas como (1) extender afuera de la casa la ropa
lavada, (2) arrojar agua por ventanas y balcones para lavar el suelo de
apartamentos, corredores y fachadas, (3) tener mascotas y no recoger sus excrementos
en el espacio público y (4) tener animales de cría como gallinas o conejos se
evidencian como diferentes manifestaciones de resistencia por parte de los
propietarios, ante la homogenización que el proyecto planteó desde el inicio.
Como resultado de la falta de
apropiación y sentido de pertenencia, se encontró que la mayoría de los
habitantes, en vez de solucionar los conflictos que representa el tema de
habitar con más personas, prefiere irse del proyecto habitacional y empezar de
nuevo en la informalidad, sin normas ni reglamentos que les digan cómo deben de
comportarse para vivir. Todo ello debilita la posibilidad de que las personas
desarrollen un afecto por el lugar que les fue otorgado “para mejorar su
calidad de vida”.
Conclusiones
De acuerdo con el exalcalde Sergio
Fajardo, al incluir la estética dentro de los sectores marginados, apuntaba a
que la implementación de nuevas obras arquitectónicas lograra efectos
transformadores en las poblaciones implicadas (Alcaldía de Medellín, 2014).
Atribuyendo una carga simbólica en términos estéticos, además de situarse en
lugares específicos y con comunidades puntuales, es claro el papel que jugó la
belleza dentro de la decisión política que lideraron la arquitectura y el
urbanismo para “recuperar” la ciudad marginalizada.
Sin embargo, la comunidad de Juan Bobo
continúa enfrentando nuevas responsabilidades económicas y sociales, junto con
la imposición de nuevas conductas y comportamientos, exigidos por la nueva
vivienda. Con sentimientos positivos y negativos frente a lo que representa la
tenencia de una propiedad, sus habitantes (re)producen el espacio, de
diferentes formas que no necesariamente coinciden con lo que tenía establecido
el Estado local, con respecto a los modos de uso y apropiación de los espacios
públicos y zonas comunes, los vínculos afectivos y los significados que otorgan
a su nueva vivienda.
A pesar de que las entidades
institucionales hicieron un esfuerzo por generar vínculos afectivos y de
reconocimiento entre los habitantes, sus viviendas y el entorno, a través de
todas las intervenciones físicas que se realizaron en el sector, con diferentes
talleres de concientización sobre la transformación del lugar, es un hecho que
las relaciones sociales vecinales hoy son conflictivas. A esto se suman los
sentimientos, primero, de inconformidad frente al nuevo espacio para habita y,
segundo, de abandono por parte del Estado. Ello hace parte de esa otra
producción social que derivó de la implementación de este proyecto de vivienda y
transformación urbana
Aunque los gestores del proyecto
establecieron que la gestión física y el diseño arquitectónico podían
configurarse como proyectos palanca para transformaciones profundas (Alcaldía
de Medellín, 2011a), emerge un cuestionamiento sobre los alcances del urbanismo
para tener impacto en los problemas de pobreza, exclusión, desigualdad, falta
de crecimiento económico y baja gobernabilidad que caracterizaban este sector
Después de exponer una síntesis sobre
las condiciones en las que se encuentra la comunidad reubicada, diez años
después de la entrega de vivienda nueva, se concluye que los problemas
asociados al déficit de vivienda no han desaparecido, sino que han cambiado de
formato. Aunque la mayoría de las personas que participaron en esta
investigación reconocen que ahora están más seguras en estos apartamentos,
porque no se mojan cuando llueve ni tienen riesgo de que la quebrada inunde las
viviendas en época de lluvias, es claro para ellos que el tema de la
convivencia es insostenible dentro de cada edificio.
En este sentido, las operaciones de
renovación urbana con las que se buscó enfrentar asuntos de violencia, pobreza
y exclusión parecen expresar imaginarios que derivan de ciertas
representaciones del espacio, concebido sobre lo que es o debería ser la
ciudad. Sin embargo, el análisis desde las dimensiones del espacio vivido por
sus habitantes muestra variantes en este resultado. Estas variantes se
relacionan con las necesidades reales que las personas mismas experimentan en
la cotidianidad de su habitar, las cuales no se solucionan con una
transformación espacial que busca promover la adopción de nuevos
comportamientos, como esperaban los gestores de este proyecto y responsables de
hacer ciudad.
Al concluir que el nivel de satisfacción
de una vivienda no se reduce solamente a la calidad y cantidad de los espacios,
para este tipo de proyectos, se recomienda la inclusión de la opinión de los
habitantes potenciales, desde las etapas tempranas del diseño y concepción de
los proyectos habitacionales. Para esto, es necesario implementar mecanismos de
validación en términos objetivos de satisfacción, cuando reciban la vivienda.
De igual forma, se sugiere realizar una evaluación posterior sobre los niveles
subjetivos de satisfacción de la vivienda, una vez hayan tenido tiempo de
contacto con su propiedad y su entorno, para conocer los grados de empatía
establecidos, con el fin de garantizar la (con)vivencia en esos espacios y, de
esta manera, trabajar con el déficit cualitativo de la vivienda de interés
social.
Por último, pero no menos importante,
queda la recomendación de pensar en estrategias que sirvan para fomentar el
tejido social, configurar lazos y establecer vínculos de confianza, solidaridad
y afinidad entre los residentes para disminuir los conflictos sociales y, de
ese modo, aportar a la convivencia entre los habitantes, considerando que la
satisfacción de las necesidades relacionadas con la vivencia y la habitabilidad
no se definen únicamente con la entrega de un techo.
Notas
1.
Aire o
plancha es la forma como la mayoría de los habitantes de la zona denomina al
techo de su casa, donde es posible seguir construyendo.
Referencias
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