Constantes estructurales de la territorialización paramilitar en el área metropolitana en Bogotá (2009-2016)
Structural Constants of Paramilitary Territorialization in the Metropolitan Area of Bogotá (2009-2016)
Constantes estruturais da territorializaçãoτπo paramilitar na área metropolitana em Bogotá (2009-2016)
DOI:
https://doi.org/10.15446/cep.v8n2.91506Palabras clave:
territorialidad, paramilitar, guerra asimétrica, área metropolitana de Bogotá (es)territorialidade, paramilitar, guerra assimétrica, área metropolitana de Bogotá (pt)
territoriality, paramilitary, counterinsurgency, asymmetric war, metropolitan area of Bogotá (en)
Desde el proceso de desmovilización del grupo paramilitar las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) entre 2003 al 2006, nuevos actores armados de la misma naturaleza se posicionaron en el territorio nacional, controlando y coaptando economías ilegales y estableciendo su proyecto político. La ciudad de Bogotá no sería la excepción, por su carácter geoestratégico ha sido un territorio disputado, por lo tanto, los nuevos grupos paramilitares definieron objetivos y mecanismos de intervención territorial. De esta manera, el objetivo de este artículo de investigación es analizar la territorialidad ejercida por los grupos paramilitares residuales del proceso de desmovilización de las (AUC) en el área metropolitana de Bogotá entre 2009 y 2016 como resultado de la asimetrización del conflicto armado en el territorio. Entre los hallazgos se identificaron las principales estrategias, mecanismos y herramientas de control territorial y los procesos geográficos e históricos de la consolidación del proyecto paramilitar en la ciudad y su área metropolitana.
On account of the demobilization process of the paramilitary group Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) between 2003 and 2006, new armed actors under the same nature have positioned themself on the national territory by establishing their political project and by controlling and coapting illegal economies. Bogota’s city will not be the exception to the rule due to its geostrategic character for which it has been a disputed territory and therefor the new paramilitary groups have defined intentions and mechanisms for a territorial intervention. Hence the purpose of this research article is to analyze the territoriality exercised by the remaining paramilitary groups of the demobilization process for the AUC in Bogota’s metropolitan area from 2009 to 2016 as a result of the asymmetrisation of the armed conflict on the city. Within the findings of this investigation, it was possible to identify the main territorial control strategies, mechanisms and tools as well as represent geographical and historical processes of the consolidation of the paramilitary project in the city and its metropolitan area.
Desde o processo de desmobilização do grupo paramilitar das Autodefesas Unidas da Colombia (AUC) entre 2003 e 2006, novos atores armados da mesma natureza se posicionaram no território nacional, controlando e conomeando economias ilegais e estabelecendo seu projeto político. A cidade de Bogotá não seria exceção, devido ao seu caráter geoestratégico tem sido um território disputado, portanto, os novos grupos paramilitares definiram objetivos e mecanismos de intervenção territorial. Dessa forma, o objetivo deste artigo de pesquisa e analisar a territorialidade exercida pelos grupos paramilitares residuais do processo de desmobilização das AUC na área metropolitana de Bogotá entre 2009 e 2016 em decorrência da assimetria do conflito armado. na cidade. Dentre as constatações, foi possível identificar as principais estratégias, mecanismos e ferramentas de controle territorial, bem como representar os processos geográficos e históricos de consolidação do projeto paramilitar na cidade e sua área metropolitana.
Constantes estructurales de la territorialización
paramilitar en el área metropolitana en Bogotá (2009-2016)1
Carlos Andrés Escobar
Moyano. Sociólogo y magister en geografía de la Universidad Nacional
de Colombia. ORCID: https://orcid.org/0000-0001-5277-2334 Correo electrónico:
caraescobarmoy@unal.edu.co
Resumen
Desde el proceso de
desmovilización del grupo paramilitar las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC)
entre 2003 al 2006, nuevos actores armados de la misma naturaleza se
posicionaron en el territorio nacional, controlando y coaptando economías
ilegales y estableciendo su proyecto político. La ciudad de Bogotá no sería la
excepción, por su carácter geoestratégico ha sido un territorio disputado, por
lo tanto, los nuevos grupos paramilitares definieron objetivos y mecanismos de
intervención territorial. De esta manera, el objetivo de este artículo de
investigación es analizar la territorialidad ejercida por los grupos
paramilitares residuales del proceso de desmovilización de las (AUC) en el área
metropolitana de Bogotá entre 2009 y 2016 como resultado de la asimetrización
del conflicto armado en el territorio. Entre los hallazgos se identificaron las
principales estrategias, mecanismos y herramientas de control territorial y los
procesos geográficos e históricos de la consolidación del proyecto paramilitar
en la ciudad y su área metropolitana.
Palabras clave: territorialidad, paramilitar, guerra asimétrica, área
metropolitana de Bogotá.
Structural Constants of Paramilitary Territorialization in
the Metropolitan Area of Bogotá (2009-2016)
Abstract
On
account of the demobilization process of the paramilitary group Autodefensas
Unidas de Colombia (AUC) between 2003 and 2006, new armed actors under the same
nature have positioned themself on the national territory by establishing their
political project and by controlling and coapting illegal economies. Bogota’s
city will not be the exception to the rule due to its geostrategic character
for which it has been a disputed territory and therefor the new paramilitary
groups have defined intentions and mechanisms for a territorial intervention.
Hence the purpose of this research article is to analyze the territoriality
exercised by the remaining paramilitary groups of the demobilization process
for the AUC in Bogota’s metropolitan area from 2009 to 2016 as a result of the
asymmetrisation of the armed conflict on the city. Within the findings of this
investigation, it was possible to identify the main territorial control
strategies, mechanisms and tools as well as represent geographical and
historical processes of the consolidation of the paramilitary project in the
city and its metropolitan area.
Keywords: territoriality, paramilitary,
counterinsurgency, asymmetric war, metropolitan area of Bogotá.
Constantes estruturais da
territorialização paramilitar na área metropolitana em Bogotá (2009-2016)
Resumo
Desde
o processo de desmobilização do grupo paramilitar das Autodefesas Unidas da
Colombia (AUC) entre 2003 e 2006, novos atores armados da mesma natureza se
posicionaram no território nacional, controlando e co-nomeando economias
ilegais e estabelecendo seu projeto politico. A cidade de Bogotá não seria
exceção, devido ao seu caráter geoestratégico tem sido um território disputado,
portanto, os novos grupos paramilitares definiram objetivos e mecanismos de
intervenção territorial. Dessa forma, o objetivo deste artigo de pesquisa e
analisar a territorialidade exercida pelos grupos paramilitares residuais do
processo de desmobilização das AUC na área metropolitana de Bogotá entre 2009 e
2016 em decorrência da assimetria do conflito armado. na cidade. Dentre as constatações,
foi possível identificar as principais estratégias, mecanismos e ferramentas de
controle territorial, bem como representar os processos geográficos e
históricos de consolidação do projeto paramilitar na cidade e sua área
metropolitana.
Palavras-chave: territorialidade, paramilitar,
guerra assimétrica, área metropolitana de Bogotá.
Introducción
En este artículo se intenta explicar el protagonismo del
paramilitarismo como uno de los factores en la configuración territorial de la
ciudad de Bogotá. Se parte de la idea que Colombia ha experimentado una
profunda asimetrización de la guerra resultado del escalonamiento del conflicto
armado, que posibilito el surgimiento de estos actores paraestatales. La
importancia estratégica de Bogotá y su área circundante en las dinámicas de la
guerra, la posiciono como un punto clave de control por parte de los diferentes
actores armados desde la década de los ochenta, tanto por el control de la
economía ilegal como por el debilitamiento del enemigo. Sin embargo, por el
alto nivel de negacionismo que hay sobre el conflicto armado en Bogotá, el
paramilitarismo se relaciona con expresiones de rimen organizado, reduciendo su
protagonismo en la comprensión del conflicto en la ciudad.
No obstante, existen
diferentes fuentes de información y algunos documentos que relacionan hechos
violentos con grupos paraestatales. Informes realizados por la Defensoría del
Pueblo de Colombia por medio de su sistema de alertas tempranas, o la
documentación expuesta por el Centro Nacional de Memoria Histórica sobre el
accionar de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) en la capital del país.
Por otro lado, existen investigaciones de carácter doctoral, en las cuales el
actor paramilitar no es el objeto de estudio, pero si resulta ser un factor
explicativo de los procesos investigativos de securización (Pena, 2015),
marginalidad socioespacial y representaciones territoriales de la inseguridad
(Ritterbusch, 2011).
De esta manera, la
geografía como ciencia social no ha sido incorporada en el análisis del
conflicto armado, las representaciones existentes no permiten una comprensión
detallada del impacto territorial de la guerra y de las expresiones que la
violencia imprime en el espacio (Salas, 2014).
El origen de la
investigación y de los resultados expuestos en este artículo, parten de la
necesidad de vincular la perspectiva geográfica en la comprensión del
paramilitarismo en Bogotá y sus efectos
en la transformación territorial de la ciudad. El objetivo es comprender ¿Cómo
se configuro la territorialidad paramilitar en Bogotá y su área metropolitana
entre 2009 y 2016 como resultado de la asimetrización de la guerra en Colombia?
En este sentido, se trata de ampliar la discusión sobre la incidencia del
paramilitarismo en Bogotá y su área metropolitana desde una interpretación
geográfica. Para ello se buscó operacionalizar el concepto de territorialidad
en tres variables: a) objetivos territoriales, b) mecanismos de control
territorial y c) la construcción social de la territorialidad paramilitar, todo
en relación de poder comprender las continuidades y discontinuidades del
control territorial paramilitar.
Consideraciones contextuales. Configuración geohistórica del
paramilitarismo en Bogotá
Según la literatura trabajada sobre la historia de los
grupos paramilitares en Bogotá se pueden identificar tres grandes momentos. El
primero se da entre 1981 a 1989 surgió el grupo Muerte a secuestradores (mas)
para mantener el control de las rentas ilícitas de los grandes narcotraficantes
y contener el fenómeno del secuestro por parte de los grupos guerrilleros como
fuente de financiamiento (Zelik, 2015). En el segundo momento, entre 1990 y
2003, aumentaron los homicidios y atentados contra los militantes de partidos
de izquierda, líderes sociales y detractores del establecimiento a manos de las
recién creadas Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU) y su facción
las Autodefensas de Cundinamarca (bloque Cundinamarca) (Centro Nacional de
Memoria Histórica, 2014). En este mismo periodo, surgieron las Autodefensas
Campesinas de Casanare (ACC), oriundas de los departamentos de Meta y del
Casanare, que pretendían debilitar la insurgencia, reclutar menores y
posicionar el comercio de estupefacientes en las zonas más vulnerables de
Bogotá, como las localidades de Ciudad Bolívar, Usme y Suba. En paralelo surgió
el Bloque Capital hacia 2001, según las declaraciones de Carlos Castaño, para
contener las rutas y circuitos de aprovisionamiento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) de las localidades de Usme y Kennedy
(Centro Nacional de Memoria Histórica, 2014). Las ACC y las ACCU no solo
frenaron el abastecimiento de la guerrilla sino empezaron a luchar por el
establecimiento de comercio de bienes ilícitos, algunos puntos geoestratégicos
fueron las localidades de Puente Aranda y su zona industrial; la localidad de
Kennedy y el centro de acopio de alimentos Corabastos y los centros de comercio
de la localidad de Los Mártires, los sanandresitos (puntos de comercio).
Según la información
recolectada, el Bloque Capital genero acciones militares de inteligencia para
frenar a la insurgencia en su control territorial y desplego un conjunto de
estrategias para garantizar rentas de carácter ilegal y la coaptación de
estructuras criminales principalmente en las localidades de Ciudad Bolívar,
Kennedy y Bosa, así como intimidación a funcionarios públicos de las alcaldías
locales y periodistas, lo que aumento su dominio a nivel barrial (Valencia,
2016). Como resultado de este proceso, diferentes acciones criminales se
extendieron por toda la ciudad, la extorsión, el robo y el asesinato de
militantes de izquierda, fue común en las localidades de San Cristóbal, Los
Mártires, Rafael Uribe, Usme y Tunjuelito.
El Bloque Capital,
durante los años 1999 a 2002, distribuyo por toda la ciudad servicios de
sicariato y seguridad privada en función de los grandes capitales e intereses
de la clase dominante, disparando los indicadores de homicidios y lesiones
personales. Asociados a estos servicios se identificó la coaptación de las
Juntas de Acción Comunal que históricamente habían sido dominadas por las
guerrillas para la promulgación de su proyecto político e ideológico
(Corporación Nuevo ArcoIris, 2001).
Luego de dominar las
periferias de la ciudad, hacia el 2002, el Bloque Capital busco tomar el
control del centro de la ciudad a través de castigos ejemplarizantes y amenazas
a las organizaciones criminales preexistentes, intensificando la violencia en
esta zona y las relaciones espaciales de la delincuencia. El reclutamiento “[...] correspondió con
una primera etapa de “acercamiento” a las comunidades locales, con el propósito
de hacer una limpieza inicial y expulsar a las milicias y redes de apoyo de la
FARC” (Corporación Nuevo ArcoIris, 2001, p. 16). Este proceso genero
mayores niveles de intimidación en la población, lo cual facilito las
extorsiones y la protección violenta.
El tercer periodo de la
presencia de los grupos paramilitares en Bogotá se enmarco en el proceso de
desmovilización de las AUC entre 2003 a 2006 y durante su proceso de
reincorporación a la sociedad civil entre el 2006 al 2009. Estos actores recién
desmovilizados, volvieron a delinquir por el control de las rentas ilícitas
históricamente dominadas. Se mantuvo su presencia en el municipio de Soacha,
específicamente, en Altos de Cazuca y Ciudad Bolívar, cobraron extorsiones y se
mantuvo el hostigamiento hacia jóvenes y líderes sociales (Pérez, 2006). Algo
muy importante de este periodo fue la inestabilidad territorial experimentada
en estos sectores por los reajustes de los grupos paramilitares y grupos
guerrilleros.
Entre los grupos
residuales de la desmovilización del Bloque Capital se pueden encontrar las
Autodefensas de Arroyave y las de Martin Llanos. Este último tuvo el control
pleno en los negocios ilícitos de las localidades de Rafael Uribe, Suba, San
Cristóbal y Los Mártires; por otro lado, las Autodefensas de Arroyave tomaron
el control de los negocios ilícitos y del ataque a la insurgencia en el
Restrepo, Puente Aranda. Kennedy, Bosa, 7 de Agosto, las Ferias y Cazuca en el
municipio de Soacha. Estas dos organizaciones disputaron violentamente
territorios estratégicos para el nuevo proyecto paramilitar, entre ellos se
encuentran los sanandresitos y la central de acopio Corabastos, estos lugares
se configuraron como “oficinas de cobro” (Castillo, 2009)
Entre el 2004 al 2009, la
Defensoría del Pueblo, a través de su sistema de alertas tempranas (SAT),
informo que nuevas estructuras paramilitares hacían presencia en la ciudad como
resultado del proceso de desmovilización. Se encontraban Autodefensas
Campesinas Nueva Generación, Los Rastrojos, Las Águilas Negras, Bloque Héroes
de Carlos Castaño, Bloque Metropolitano, Nuevo Bloque Capital, entre otros
(Defensoría del Pueblo, 2008).
Como se ha mencionado
anteriormente, los objetivos de las organizaciones paramilitares existentes en
Bogotá y su área metropolitana desde la década de los años ochenta hasta el
2009 fue el control de rentas ilícitas, el lavado de activos y el
debilitamiento de la insurgencia, es decir, más que opositor político, era un
contrincante económico. La continuidad del fenómeno paramilitar responde a las
ganancias de la economía ilegal y sus profundas relaciones con el establecimiento,
el sector privado y la fuerza pública al menos hasta 2009. Sin embargo, el
fenómeno tuvo profundas modificaciones con el pasar de los anos, hubo
manifestaciones violentas más simbólicas y difusas que imposibilitaron
responsabilizar a los actores, el crimen organizado creció considerablemente
haciendo más difícil reconocer el accionar político de estas nuevas
organizaciones. En las siguientes páginas, se buscara demostrar que el fenómeno
paramilitar independientemente de sus profundos cambios mantuvo controles
territoriales en función de objetivos políticos y económicos.
Consideraciones metodológicas
La metodología implementada en esta investigación parte de
los principios de la teoría fundamentada, este paradigma reflexiona sobre los
hechos sociales desde el acercamiento empírico. Las categorías de análisis
surgen como resultado de la discusión de la literatura especializada con los
hallazgos de campo. Este enfoque busca que sea el acercamiento con la realidad
lo que permita el surgimiento de las categorías de análisis, más allá de la
relación atemporal y acrítica de categorías con los hechos sociales. Sin
embargo, este no descuida la importancia de la literatura especializada sobre
los temas y promueve un dialogo constante entre los factores empíricos y
teóricos (Glaser, 1977).
A través del Software Atlas. Ti se sistematizo
la información recolectada en campo a través de diferentes instrumentos de
investigación implementados como la observación participante multisituada, la
cartografía social y las entrevistas. Esto sirvió para reconstruir patrones y
tendencias del accionar paramilitar en la ciudad, así se diseñó la categoría
“territorialidad paramilitar” y sus variables para identificar el accionar
territorial de estos grupos.
La territorialidad de los
actores armados en contextos de conflicto se relaciona en la mayoría de los
estudios con las acciones violentas que estos inscriben en el espacio. La
georreferenciación de las acciones a escala local no da cuenta de las dinámicas
territoriales, pues la presencia y accionar espacial no solo están relacionadas
con el uso de la fuerza. En este orden de ideas, el vacío de información
existente de las dinámicas locales —y por los criterios tradicionales para el
estudio del fenómeno— obligo a diseñar nuevos e innovadores marcos
metodológicos que permitan comprender la dinámica territorial de los grupos
paraestatales.
Según el informe de la
Fundación Ideas para la Paz (FIP) (2017), titulado Crimen organizado y
saboteadores en tiempos de transición, las representaciones de
las territorialidades de los actores armados presentaron tres problemas: a) No existen bases de datos a nivel local
que permitan reconstruir y entender las trayectorias espaciales de los actores
armados, b) Hay una sobreproducción y una sobrevaloración de la información
periodística sobre el conflicto armado y c) No hay un criterio para determinar
que es la territorialidad de un actor armado ni como este lleva a cabo su
ejercicio de territorial.
La principal crítica a la
interpretación geografía del conflicto es que reduce la territorialidad de los
grupos armados a sus acciones violentas en el espacio, en otras palabras,
“reducir la presencia a hechos violentos y acciones armadas es negar una
realidad que ha sido construida históricamente por los grupos armados y que es
reconocida por la población” (Escobar, 2018).
Para solventar los vacíos
metodológicos planteados anteriormente se propuso el diseño de un muestro
espacial y evaluación de las fuentes de información sobre el conflicto armado en
Bogotá. Si bien existen múltiples fuentes de información en el desarrollo del
pensamiento sobre el conflicto armado, para el diseño del muestreo espacial se
seleccionaron fuentes de carácter no gubernamental como los informes de la
Corporación Nuevo ArcoIris, la Fundación Paz y Reconciliación, Fundación Ideas
para la Paz (FIP), el Banco de Datos Noche y Niebla del Centro de Investigación
y Educación Popular (CINEP). Las fuentes gubernamentales, los informes del
Centro de Estudios y Análisis de Convivencia y Seguridad Ciudadana de Bogotá
(CEACSC) y sistema de alertas tempranas (SAT) de la Defensoría del Pueblo.
Con estas fuentes de
información se busco determinar la distribución geográfica de los grupos
paramilitares a través del tiempo, identificando los lugares donde habían
ejercido su poder político, económico y militar. De esta manera, se logró
identificar 5772 barrios con registro de presencia paramilitar, luego de ello
se diseñó el muestro espacial, operación que permitió determinar los
territorios donde se realizó el trabajo de campo. Este diseño, tuvo tres
criterios: a) posibilidades de acceso, b) presencia continua y c) ubicación
espacial del fenómeno.
Estos criterios
permitieron seleccionar 577 barrios con presencia continua de grupos
paramilitares entre 2000 a 2016. Entre estos se destacaron 59 barrios con
presencia continua en 16 zonas tanto del centro como de la periferia urbana. En
cuanto a las posibilidades de acceso se identificaron 45 barrios en las mismas
16 zonas que, por motivos de seguridad, no fue posible visitar. La tabla 1
expone los lugares donde se realizó el trabajo de campo en relación con los
tres criterios anteriormente expuestos.
Tabla 1. Muestreo espacial. Zonas
de trabajo de campo y aplicación de instrumentos de investigación según
criterios
N.º zona |
Criterio de presencia |
Criterio de localización |
Ubicación por localidad |
Ubicación por UPZ |
Ubicación por barrio |
Fecha trabajo de campo |
Posibilidad de acceso |
Zona 1 |
Zona en coexistencia |
Centro |
Sur de la localidad de Los Mártires |
La Sabana |
El Listón La Pepita San Victorino |
Mayo 16 |
No |
Zona 2 |
Zona de retaguardia |
Pericentro |
Oriente de la localidad de Santa Fe |
Lourdes |
El Triunfo La Peña Los Laches |
Junio 16 |
No |
Zona 3 |
Zona en retaguardia |
Centro |
Sur de la localidad de Santa Fe |
Las Cruces Las Nieves |
Las Cruces San Bernardo Las Nieves |
No |
|
Zona 4 |
Zona de retaguardia |
Periferia |
Occidente de la localidad de Kennedy |
Las Margaritas, Calandaima Patio Bonito |
Las Margaritas Galán Osorio Tintalá Los Almendros El Jazmín |
Sí |
|
Zona 5 |
Zona en disputa |
Periferia consolidada |
Centro de la localidad de Kennedy |
Corabastos Kennedy Central |
Corabastos María Paz Villa Nelly |
Agosto 16 |
Sí |
Zona 6 |
Zona de coexistencia |
Periferia consolidada |
Sur de la localidad de Kennedy y norte de la
localidad de Bosa |
Kennedy (Gran Britalia
y Timiza) Bosa (Bosa Occidental) |
Kennedy (Class, El Rubí y La Cecilia) Bosa (Betania y Danubio Azul) |
Agosto 16 |
Sí |
Fuente. Elaboración propia.
Después de establecer los
lugares del trabajo de campo, en un segundo momento se buscó operacionalizar el
concepto de territorialidad paramilitar, identificando las variables en función
de la literatura y los hallazgos en campo. De esta manera, la primera variable
fue la construcción social sobre la territorialidad
paramilitar, esta hace referencia a las representaciones sociales del
accionar paramilitar por parte de las comunidades directamente afectadas. La
segunda variable hace referencia a los objetivos de control
territorial, que permitió reconocer las motivaciones de infiltración
territorial revelando el entramado histórico de la presencia paramilitar y, por
último, la tercera variable identificada fueron los mecanismos de control
territorial para indagar sobre las herramientas y estrategias que
desplegaron los grupos paraestatales en el control poblacional y territorial.
En un tercer momento,
tras explicar las variables de análisis y los territorios del trabajo de campo,
se diseñó como estrategia cualitativa el mapeo de la territorialidad que
permitió cartografiar los procesos geo históricos de estos grupos. El mapeo de
conflictos es una perspectiva metodológica que permitió comprender situaciones
sociales de confrontación violenta o pacifica, estableciendo los hechos, las
dinámicas y las acciones entre los actores sociales reconociendo la naturaleza
cambiante de los conflictos (Franco, 2004). La realización del mapeo fue
posible a la información recolectada en la implementación de los instrumentos
de investigación como la cartografía social, la etnografía multicitada y las
treinta y cinco entrevistas semiestructuradas.
Resultados y discusión. Constantes estructurales de la territorialización
paramilitar en el área metropolitana de Bogotá (2009-2016)
Los hallazgos de esta investigación son diversos, se logró
especializar los procesos territoriales de los grupos paramilitares durante los
anos de investigación por zonas de influencia; se reconstruyo la
territorialidad paramilitar en toda la ciudad y se establecieron tres
constantes estructurales del proceso de territorialización paramilitar. Las
constantes que se discutirán a continuación permiten comprender la
configuración de la territorialidad paramilitar.
La primera constante se
denomina la territorialización paramilitar está determinada por el uso
racionalizado de medios coercitivos (Escobar, 2018). Esta idea reposa en la
información recolectada en campo y la teoría de Kalyvas (2006) en su libro La lógica de la violencia
en la guerra civil, la autora señalo que la relación territorial se teje entre
los actores armados y la población civil en función del uso racionalizado de la
violencia. En el documento se contextualiza dicha relación, sosteniendo que,
dependiendo del grado de aceptación o rechazo por parte de la población civil
hacia el actor armado, este último despliega en mayor o menor grado la
violencia simbólica, física o psicológica. La territorialidad como respuesta del
uso de los medios de coerción determina las relaciones socio espacial que la
población civil y los actores armados construyen en el espacio. Los procesos de
infiltración territorial o de territorializacion establecen los grados de
violencia que se despliegan, por ejemplo, en los lugares donde el control es
reducido y la aceptación por parte de la comunidad es baja se da un uso
indiscriminado de la violencia. Por otro lado, en los lugares donde hay mayor
aceptación del actor armado la coerción es reducida, por el nivel de aceptación
social, los medios ya no responden a violencia física sino a estrategias como
la persuasión, la individualización de los riesgos y la codependencia.
En relación con la
primera constante, a través de los resultados del trabajo de campo y de la
revisión de literatura especializada se identificó que el periodo de 1981 a
2008 se caracterizo por la infiltración territorial y la reestructuración de
los grupos paraestatales, el uso de la violencia física y directa fue constante
y visible. No obstante, en el periodo posterior de 2009 al 2016, la violencia
física fue menos evidente, pero se transformó hacia violencia aún más
racionalizada y simbólica, principalmente, porque los actores armados perdieron
las lealtades históricamente ganadas y por la incapacidad tanto militar como
política de interferir en la población, sumado a ello, estos sufrieron fuertes
golpes de la fuerza pública y tuvieron problemas internos que hicieron que
perdieran el poder territorial.
A partir de lo
anteriormente expuesto es preciso inferir que en un primer momento la
territorialidad ejercida por los grupos paramilitares respondió a la
construcción de la violencia física a través de fuerza armada, directa y
visible principalmente en zonas de disputa o de recién infiltración en la
década de los noventa y en el inicio del siglo xxi. Por otro lado, en el
escenario posterior se desarrolló una territorialidad de carácter intermitente
caracterizada por la violencia simbólica, en cuanto a la población, la
posibilidad de incidir sobre esta fue reducida por la pérdida de poder. Los
actores armados entre el 2009 y el 2016 solo tuvieron poder sobre pequeñas
actividades ilícitas. Según la información recolectada en campo —y los
planteamientos de Kalyvas— se determinó una tipologia territorial que permitió
mapear los procesos territoriales, de esta manera se establecieron que existían
diferentes tipos de territorio en relación con la presencia continua y el uso
de la violencia: territorios en disputa; territorios de dominio simbólico,
retaguardia desactivada y presencia intermitente; territorios de retaguardia,
de dominio y presencia histórica; territorios en red (corredores, nodos y
centro de control); territorios de coexistencia (Escobar, 2018).
El proceso espacio
temporal de la territorialidad paramilitar en Bogotá que se expone en la figura
1 resume las dinámicas territoriales de los grupos paraestatales desde la
década de los ochenta hasta 2016 en relación con las constantes estructurales.
Figura 1. Proceso espacio-temporal de la territorialidad paramilitar en el
área metropolitana de Bogotá
Fuente. Elaboración propia.
Ahora bien, la segunda
constante hace referencia a las transformaciones de los grupos pos desmovilización
que repercuten de manera directa en la territorialidad ejercida (Escobar,
2018). Para comprender los procesos de territorialización es necesario entender
la estructura organizativa y el origen grupos paramilitares. Se pudo establecer
que de 2009 a 2012 en la ciudad hacían presencia cinco organizaciones: Águilas
Negras, la organización del Loco Barrera, Bloque Héroes Carlos Castaño,
Rastrojos y el Ejército Revolucionario Popular Antisubversivo de Colombia
(ERPAC) y durante el siguiente periodo de 2013 a 2016 estuvieron presentes tres
organizaciones: Las Águilas Negras, el Bloque Meta y el Clan de Golfo. Los
procesos de territorialización de estos grupos fueron interpretados en función
de su origen y tipo de organización criminal (Restrepo, et al., 2009).
Como se había mencionado
anteriormente, las estructuras que resultaron en Bogotá de 2009 al 2016
resultaron de la desmovilización de las AUC. La Comisión Nacional de Reparación
y Reconciliación (CNRR), entidad del Estado colombiano, clasifico los grupos
emergentes en tres: rearmados, emergentes y disidentes (Franco, 2014). Por
rearmados se entienden los grupos reincidentes que tenían comportamientos
delincuenciales iguales a los grupos previos. Por emergentes, los grupos que se
desarrollaron para suplir los vacíos de poder político y económico dejado por
los grupos paramilitares, si bien no tenían el mismo poder ni la misma
visibilidad, su actuación militar, era considerable. Y, finalmente, por
disidentes, los miembros de las AUC que no entraron al proceso de
desmovilización y continuaron con su actividad criminal (Restrepo et al., 2009).
De acuerdo con Restrepo et al. (2009), estas
organizaciones residuales también tienen estructuras particulares, ya que
—según los resultados del trabajo de campo— la manera de organizarse
internamente repercute de manera directa sobre el ejercicio territorial.
Existen tres tipos de organizaciones según su estructura: en red, jerárquica e
hibrida. Por estructuras en red se entienden aquellas que tienen un alto nivel
de complejidad, que no tienen definido un mando, por ende, existe cierta
independencia de las acciones violentas que sus miembros realizan y lo único
que los identifica como grupo es que comparten símbolos similares como
estandartes, escudos y frases. Por jerárquicas se entienden las organizaciones
que presentan una línea de mando definida y tiene una baja complejidad por su
fuerte disciplina militar, con líderes establecidos y el uso de diferenciados.
Y por estructuras hídricas, se reconoce aquellas que no tienen mandos lineales
y su complejidad es mediana dado que son organizaciones federales con cierta
independencia en sus acciones militares, aunque comparten objetivos comunes. A
continuación, se presentan los diferentes grupos resultantes relacionados con
las tipologías:
Grupos paramilitares
identificados de 2009 a 2012 clasificado según el origen de los combatientes y
el tipo de estructura:
• Bloque Héroes Carlos Castaño (BHCC): rearmados-estructura
hibrida.
• La organización del Loco Barrera: rearmado-estructura
hibrida.
• Ejército Revolucionario Popular Antisubversivo de Colombia
(ERPAC): disidentes y rearmados-estructura jerárquica.
• Rastrojos: emergente-estructura hibrida.
Grupos paramilitares identificados
de 2013 a 2016 clasificado según el origen de los combatientes y el tipo de
estructura:
• Clan de Golfo: rearmados, disidentes y emergentes-estructura
jerárquica.
• Bloque Meta: rearmados y emergentes-estructura jerárquica.
En la investigación no se
identificaron estructuras paramilitares en red. Sin embargo, hubo un actor
paramilitar fuertemente denunciado por la ciudadanía que ha hecho presencia de
manera continua en la ciudad de Bogotá y no se enmarca en ninguna de las
tipologías presentadas:
Las Águilas Negras. Este
es un grupo paramilitar difuso con un alto nivel de complejidad debido a sus
acciones. La información que se recolecto dio cuenta que esta organización no
tiene cohesión militar ni presenta una jerarquía definida, ya que es una estructura
esporádica que mantiene el orden dominante por medio de las amenazas,
asesinatos selectivos y lesiones personales (Human Rights Watch, 2010). La
categoría Águilas Negras ha sido instrumentalizada desde el establecimiento y
los medios de comunicación como un significante vacío que reproduce miedo e
inseguridad en la ciudadanía sin ningún tipo de respaldo empírico. Sin embargo,
este grupo si se responsabiliza por el asesinato, lesiones personales y
amenazas a lideres sociales, periodistas, estudiantes y profesores
universitarios (Valencia y Montoya, 2017).
La tercera constante
identificada con el proceso de territorialización paramilitar fue la coaptación
de los conflictos estructurales de las comunidades lo que garantiza un
ejercicio territorial paramilitar más efectivo (Escobar, 2018). Según Franco
(2003), la categoría conflicto urbano ha sido mal interpretada en la academia
para explicar fenómenos urbanos y se relaciona de manera directa con conceptos
como violencia urbana y guerra civil. El conflicto urbano, según la autora, no
es un conflicto a gran escala ni tiene una dinámica concreta de la guerra y
tampoco es un resultado de la violencia en la ciudad, por el contrario, es una
relación social antagónica que permite la construcción creativa del territorio
urbano y de nuevas relaciones socio espacial. Diferentes conflictos, como la
privatización de lo público, la pobreza, la desigualdad urbana, la ruptura
Estado-ciudadanía, entre otras, son algunas variables que se tejen en la
realidad urbana Bogotana desde hace mucho tiempo y se entrecruzan con la
dinámica de la guerra en el país y con el escalonamiento de la misma. Si bien
estos problemas son estructurales y responden a la misma configuración de la
ciudad, la presencia de actores armados transformo radicalmente estas
problemáticas y los mismos territorios urbanos, afectando de manera directa el
derecho a la ciudad y otras posibilidades más democráticas y plurales de vivir
la ciudad.
Desde este punto de
vista, la territorialidad ejercida por los grupos paramilitares y su eficacia
se relaciona con la coaptación de problemas estructurales que, según el trabajo
de campo y la literatura trabajada, son: conflictos por la configuración
socioeconómica, conflictos por la producción de ciudad y conflictos por el
control político (Escobar, 2018).
Estos tres tipos de
conflictos se manifiestan en los territorios con altos niveles de pobreza, con
experiencias precarias de la ciudad, con déficit en la satisfacción de
necesidades básicas y vulnerabilidad socio espacial (Franco, 2003). La
coaptación y lucha por estos territorios en su mayoría periféricos o centros
precarizados son puntos geoestratégicos para el desarrollo de actividades
ilegales y la promoción de un discurso contrainsurgente. En las figura 2 y 3 se
representan los mapas de los territorios donde se hubo mayor intensidad de los
conflictos conceptualizados en relación con las constantes anteriormente
trabajadas (uso de la violencia y tipologías según origen y estructura).
La territorialidad
representada en estos dos mapas muestra las representaciones socio
territoriales de las comunidades con los actores armados, se identificaron los
mecanismos y objetivos de control en relación con los problemas estructurales.
De esta manera, podemos afirmar que, la territorialidad paramilitar no es
uniforme y configura territorios particulares según los objetivos establecidos
y por el estatus del mismo: en disputa o en coexistencia. Los actores
paraestatales no solo violentan los territorios sino se han convertido en referentes
políticos, sociales y económicos en la configuración y ordenamiento del espacio
urbano.
Según lo mencionado
anteriormente, los grupos paramilitares y las transformaciones que sufren
sumado al uso de la violencia inciden de manera directa sobre la configuración
territorial urbana. Por ende, identificar el origen, el tipo de estructura y la
manera en que coaptan los problemas estructurales es fundamental para
comprender como el fenómeno paramilitar persiste en la transformación urbana de
la ciudad de Bogotá y de su área metropolitana.
Figura 2. Territorialidad
Fuente. Elaboración propia.
Ahora bien, en relación
con lo mencionado durante el periodo de 2009 al 2012, los grupos paramilitares
generaron “intervenciones territoriales estratégicas” para recuperar las
retaguardias. Históricamente, contaban con un capital social y político que
facilito su control. Aunque el nivel militar era significativo el despliegue de
la violencia fue mínimo por el nivel de control social que tenían.
La mayor dinámica violenta
del proceso de infiltración territorial paramilitar se vivió en el suroccidente
y suroriente de la ciudad. Se desarrollaron fuertes retaguardias militares y
políticas de grupos como el ERPAC, Héroes Carlos Castaño y Águilas Negras. En
estos territorios se observó mayor nivel de coaptación de los problemas
estructurales arrebatados a la guerrilla de las FARC-EP. Cabe mencionar, que
los municipios de Cota y la Calera fueron satélites para el flujo de mercancías
hacia el nororiente y noroccidente de la ciudad, pero también fueron
indispensables para el desarrollo político en Codito y en algunos barrios de la
localidad de Suba.
En el suroccidente de
Bogotá y el área metropolitana se identificaron relaciones territoriales de
coexistencia entre la delincuencia común y los grupos paramilitares, en función
del comercio de estupefacientes. Estos territorios fueron durante mucho tiempo
retaguardias históricas —arrebatadas a la guerrilla de las FARC-EP— que
permitirían el flujo de mercancías (drogas y armas) tanto en la ciudad como
fuera de esta. Así mismo, se lograron desarrollar zonas de coexistencia entre
la guerrilla y grupos paramilitares tal como señala la figura.
Posteriormente, de 2013 a
2016, tras los operativos de la fuerza pública para desmantelar el crimen
organizado en Bogotá y su área circundante, hubo una reducción de las
retaguardias y una trasformación de los usos de la violencia, estas hicieron
intermitente su control territorial. La coaptación de los problemas
estructurales se redujo considerablemente por la oferta de servicios sociales y
de seguridad por parte del Estado, sin embargo, la inconformidad de la
población se mantuvo, al igual que las representaciones sociales de la
presencia de los grupos paramilitares.
Según los hallazgos del
trabajo de campo es evidente que se transformaron las relaciones socio
espaciales en la configuración de la territorialidad paramilitar, pero no
desapareció el fenómeno, principalmente, por la continuidad del conflicto
armado y el escalonamiento de la guerra en los centros urbanos. Aunque los
controles económicos y políticos se redujeron significativamente tal como lo
señala la figura 3, los territorios de retaguardias se redujeron y se
convirtieron en territorios de coexistencia entre dos o más actores armados. También
se incrementaron las disputas por puntos estratégicos de la ciudad como los
sanandresitos y Corabastos y, además, se evidencio la baja incidencia de las
FARC-EP en el sur de la ciudad. En cuanto a los centros de control visibles en
los mapas, muchos se desmantelaron y otros surgieron en relación con la
presencia del Estado y la transformación del grupo armado, sumado a ello
surgieron nuevos nodos de control político y económicos dirigidos a la
población.
Figura 3. Territorialidad
Fuente. Elaboración propia.
Conclusiones
• El escalonamiento de conflicto armado en Bogotá responde al
proceso de asimetrización que se ha desarrollado desde los anos ochenta, esto implico
que el control paramilitar se reajusto territorialmente durante cuatro etapas
en las que se ha racionalizado el uso de la violencia física y simbólica. Esto
implica que el fenómeno paramilitar continua sobreviviendo a las nuevas
condiciones políticas, sociales y territoriales del país debido a su capacidad
de reajustarse.
• En el área metropolitana de la ciudad de Bogotá, la
territorialidad paramilitar no es homogénea porque depende de los objetivos de
incursión territorial, esto se puede evidenciar en el sur de la ciudad donde el
objetivo es económico y buscan monopolizar y controlar las actividades legales
e ilegales. En el norte, el objetivo obedece al orden político dado el nivel de
infiltraciones paramilitares en las organizaciones locales. Por otro lado, en
el norte, las Águilas Negras, una organización en red y difusa, controlo a la
población con sus intereses políticos por medio de asesinatos selectivos y
panfletos amenazantes; mientras en el sur y suroccidente, el ERPAC y,
posteriormente, el Bloque Meta frenarían la expansión de las FARC-EP, lo que
permitió reconocer que los procesos de territorialización dependen de las
transformaciones de los actores y la estructura de sus organizaciones.
• Otros de los factores que determinan la territorialidad
paramilitar en la ciudad de Bogotá son las zonas de coexistencia y los núcleos
de disputa y esto a su vez sugiere mayor o menor despliegue de violencia tanto
física como simbólica. En el suroccidente existió mayor violencia dado que se
disputaron dos núcleos que son Corabastos y el norte del municipio de Soacha.
En cambio, en el sur hubo un menor control violento debido a los pactos de no
agresión entre las Águilas Negras y el ERPAC y, posteriormente, entre El Clan
del Golfo, El Bloque Meta y las Águilas Negras y un mayor control simbólico de
estos grupos sobre la población y el territorio.
• Los principales objetivos de los procesos de territorialización
establecidos en esta investigación fueron el control de rentas y los negocios
ilegales, que hacen referencia al control económico, sin embargo, si no se
garantiza un mínimo nivel de control político, el despliegue de estrategias por
el control económico es reducido. Esto indica que el carácter político de las
organizaciones paramilitares carece de fundamentos al no estar explícitamente
evidenciado. La monopolización de los problemas estructurales de la población
es un ejercicio político por el reemplazo de las funciones estatales en la
gestión del suelo urbano (comercialización y gestión del suelo urbanos) y por
el control político (establecimiento de redes clientelares y control de las
zonas de participación ciudadana como las Juntas de acción comunal). Por lo
tanto, se sostiene que el ejercicio paramilitar persiste de manera reducida e
intermitente, lo que sugiere una reducción de su poder, pero no su ausencia.
Notas
1.
Esta
investigación es resultado del trabajo de tesis adelantado en la Universidad
Nacional de Colombia en la maestría en geografía. El trabajo se tituló:
Territorialidad contrainsurgente. Un análisis sobre la configuración
territorial del paramilitarismo en el área metropolitana de Bogotá (2009-2016).
Para más información sobre los fenómenos trabajados en este artículo dirigirse
a: https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/69096
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