Información catastral: dimensiones contemporáneas para la gestión de las ciudades en el siglo XXI
Cadastral information: Contemporary dimensions for city management in the 21st century
Informações censitárias: dimensões contemporâneas para a gestão da cidade no século XXI
DOI:
https://doi.org/10.15446/cep.v8n3.94602Palabras clave:
administración, catastro, ciudad, dinámicas urbanas, territorio (es)administração, censo, cidade, dinâmicas urbanas, território (pt)
administration, cadastre, city, urban dynamics, territory (en)
La trilogía entre ciudad, gestión e información es quizás uno de los frentes que se hará altamente relevante en el devenir del siglo XXI. Los retos son diversos al partir de la idea según la cual las ciudades, los sistemas de ciudades y sus escalas son plurales, son expresiones de desigualdades e injusticias socioespaciales. Quizás esas divergencias son las que mantienen en vigencia, justamente, las líneas presentes y futuras de esta reflexión. Es claro que las aristas de la línea propuesta serían de gran amplitud, por lo cual en este texto se limitan a la relación de la ciudad y la gestión con la información catastral en el contexto contemporáneo latinoamericano y, especialmente, de Colombia, ahora que ha tomado dinamismo la incursión del denominado “catastro multipropósito”. Así, entonces, se parte de la siguiente pregunta: ¿qué retos y cuáles son las dimensiones contemporáneas de catastro, de su información, para una gestión urbana en el siglo XXI? Al intentar la formulación de una respuesta a esta cuestión se estructura la siguiente reflexión, analizando las dimensiones jurídicas, físicas y económicas del catastro y las posibilidades que esto genera hacia la comprensión de la ciudad latinoamericana y colombiana del siglo XXI.
The trilogy between the city, management, and information is perhaps one of the fronts that will become highly relevant in the future of the 21st century. The challenges are diverse, starting with the idea that cities, city systems, and scales are plural; they are expressions of sociospatial inequalities and injustices. Perhaps these divergences are, precisely, what keep this reflection’s present and future lines in force. It is clear that the edges of the proposed line would be wide-ranging, which is why they are limited to the relationship between the city and its management with cadastral information in the contemporary Latin American context in this article, especially in Colombia, where the incursion of the so-called “multipurpose cadastre” has taken dynamism. Thus, we start from the following question: what are the challenges, and what are the contemporary dimensions of cadastre, of its information, for urban management in the 21st century? When trying to answer this question, the following reflection is structured, analyzing the cadastre’s legal, physical, and economic dimensions and the possibilities that this generates towards understanding the Latin American and Colombian cities of the 21st century.
A trilogia entre cidade, gestão e informação é talvez uma das frentes que ganhará grande relevância no futuro do século XXI. Os desafios são diversos, a partir da ideia de que cidades, sistemas de cidades e suas escalas são plurais, são expressões de desigualdades e injustiças socioespaciais. Talvez sejam justamente essas divergências que mantêm em vigor as linhas presentes e futuras dessa reflexão. É claro que as bordas da linha proposta seriam amplas, razão pela qual neste texto se limitam à relação da cidade e sua gestão com as informações censitárias no contexto latino-americano contemporâneo e, especialmente, na Colômbia, agora que a incursão do chamado “censo multipropósito” tomou dinamismo. Assim, partimos da seguinte questão: quais os desafios e quais as dimensões contemporâneas do censo, das suas informações, para a gestão urbana no século XXI? Ao tentar formular uma resposta a esta pergunta, estrutura-se a seguinte reflexão, analisando as dimensões jurídica, física e econômica do censo e as possibilidades que isso gera para a compreensão da cidade latino-americana e colombiana do século XXI.
Información catastral: dimensiones contemporáneas para la gestión
de las ciudades en el siglo XXI
Johan Andrés Avendaño
Arias. Geógrafo
y especialista en Análisis de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de
Colombia, magister en Territorio, Espacio y Sociedad, y doctor en Desarrollo,
Territorio, Sociedad de la Ecole Des Hautes Etudes En Sciences Sociales.
Actualmente se desempeña como docente-investigador de la Universidad Distrital
Francisco José de Caldas. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-7193-2070 Correo electrónico:
jaavendanoa@unal.edu.co
Recibido:
23 de marzo de 2021 |
Aceptado:
9 de julio de 2021 |
Publicado: 16
de septiembre de 2021 |
Resumen
La trilogía entre ciudad, gestión e información es quizás
uno de los frentes que se hará altamente relevante en el devenir del siglo XXI.
Los retos son diversos al partir de la idea según la cual las ciudades, los
sistemas de ciudades y sus escalas son plurales, son expresiones de
desigualdades e injusticias socioespaciales. Quizás esas divergencias son las
que mantienen en vigencia, justamente, las líneas presentes y futuras de esta reflexión.
Es claro que las aristas de la línea propuesta serian de gran amplitud, por lo
cual en este texto se limitan a la relación de la ciudad y la gestión con la información
catastral en el contexto contemporáneo latinoamericano y, especialmente, de
Colombia, ahora que ha tomado dinamismo la incursión del denominado “catastro multipropósito”.
Así, entonces, se parte de la siguiente pregunta: .que retos y cuáles son las
dimensiones contemporáneas de catastro, de su información, para una gestión
urbana en el siglo XXI? Al intentar la formulación de una respuesta a esta cuestión
se estructura la siguiente reflexión, analizando las dimensiones jurídicas, físicas
y económicas del catastro y las posibilidades que esto genera hacia la comprensión
de la ciudad latinoamericana y colombiana del siglo XXI.
Palabras clave: administración, catastro, ciudad, dinámicas urbanas, territorio.
Cadastral information: Contemporary
dimensions for city management in the 21st century
Abstract
The trilogy between the city,
management, and information is perhaps one of the fronts that will become
highly relevant in the future of the 21st century. The challenges are diverse,
starting with the idea that cities, city systems, and scales are plural; they
are expressions of sociospatial inequalities and
injustices. Perhaps these divergences are, precisely, what keep this
reflection’s present and future lines in force. It is clear
that the edges of the proposed line would be wide-ranging, which is why
they are limited to the relationship between the city and its management with
cadastral information in the contemporary Latin American context in this
article, especially in Colombia, where the incursion of the so-called
“multipurpose cadastre” has taken dynamism. Thus, we
start from the following question: what are the challenges, and what are the
contemporary dimensions of cadastre, of its information,
for urban management in the 21st century? When trying to answer this question,
the following reflection is structured, analyzing the cadastre’s
legal, physical, and economic dimensions and the possibilities that this
generates towards understanding the Latin American and Colombian cities of the
21st century.
Keywords:
administration,
cadastre, city, urban dynamics, territory.
Informações censitárias: dimensões contemporâneas
para a gestão da cidade no século XXI
Resumo
A trilogia entre cidade, gestão e informação
e talvez uma das frentes que ganhara grande relevância no futuro do século XXI.
Os desafios são diversos, a partir da ideia de que cidades, sistemas de cidades
e suas escalas são plurais, são expressões de desigualdades e injustiças socioespaciais.
Talvez sejam justamente essas divergências que mantem em vigor as linhas presentes
e futuras dessa reflexão. É claro que as bordas da linha proposta seriam
amplas, razão pela qual neste texto se limitam a relação da cidade e sua gestão
com as informações censitárias no contexto latino-americano contemporâneo e,
especialmente, na Colombia, agora que a incursão do
chamado “censo multipropósito” tomou dinamismo. Assim, partimos da seguinte questão:
quais os desafios e quais as dimensões contemporâneas do censo, das suas informações,
para a gestão urbana no século XXI? Ao tentar formular uma resposta a esta pergunta,
estrutura-se a seguinte reflexão, analisando as dimensões jurídica, física e econômica
do censo e as possibilidades que isso gera para a compreensão da cidade
latino-americana e colombiana do século XXI.
Palavras-chave:
administraτπo,
censo, cidade, dinâmicas urbanas, território.
Introducción1
Las reflexiones de las últimas décadas en el urbanismo, la geografía
humana, la arquitectura, las políticas públicas, la sociología urbana y la historia
misma convergen en reiterar que nunca antes la
humanidad había tenido un patrón de hábitat tan particular como el que se ha
tipificado entre los siglos XX y XXI: la aglomeración de más del 70 % de la población
mundial en torno y en el interior de ciudades (Montoya, 2018). Además, esto no
es porque la ciudad sea un artificio emergente contemporáneo, sino por las condiciones
de densificación y las relaciones espacio-funcionales que de esto se desprenden
últimamente (Proffit, 1997). De hecho, Soja (2001)
intenta sintetizar una geohistoria urbana, con un horizonte desde hace más de
40 000 anos, con hitos importantes hace 10 000, 6000 y 1000 años, para plantear
que es esperable obtener como resultado la pluralidad y la diversidad de
aristas reflexivas sobre este fenómeno espacial, al punto que hoy, más que
nunca, la ciudad como categoría es casi que transversal a todas las disciplinas
y ciencias contemporáneas (Avendaño, 2018).
Ese horizonte abre el marco a la
siguiente reflexión, y es el de poner en el escenario la trilogía ciudad, información (en el marco de lo que
Castells [1996] ha denominado la era informacional) y catastro (a la luz de los retos y
los avatares para la gestión urbana en el siglo XXI); todo lo anterior tomando
como foco el momento por el que transita Colombia y sus ciudades, en torno de
eso que se denomina “catastro multipropósito” (CONPES, 2016, 2019), o, en otros
ámbitos, “catastro multifinalitario” (Erba, 2017).
Para esto, el documento se estructura en cuatro partes: una inicial que trata
del catastro en contexto y en cifras, luego los alcances de la era del catastro
multipropósito en Colombia, en tercer lugar, el rol de la información catastral
y sus retos para las ciudades del siglo XXI en sus dimensiones jurídicas, físicas
y económicas, y, por último, algunas reflexiones a manera de conclusiones.
El catastro en contexto
Definir el siglo XXI será una labor titánica para su culminación.
Sin embargo, un rasgo inevitable es el de haber empezado con eso que Petras y Veltmeyer (2002), así como Schwarz (2008), documentan como
la tercera oleada de la plena globalizacion2. Entre las diversas
acepciones de esta entran los planteamientos de Castells (1996) con la era
informacional, particularizada por la oportunidad que las tecnologías y los
dispositivos han abierto para tener comunicaciones en tiempo real, teóricamente
desde cualquier lugar del mundo, potencializado si se está en una urbe; esto
como un rasgo de los avatares para los tiempos presentes y los que están por
venir. Claro, las desigualdades de esta aldea global, el acceso a las
oportunidades y la exacerbación de la marginalidad han de ser objeto también de
otros espacios reflexivos a desarrollar en la línea de Duque (2018) y Avendaño
(2011, 2013, 2018), así como los impactos socioespaciales del SARS-COV-2.
Empero, la información,
en realidad, los sistemas de información y, por qué no, la geo información en términos
de Buzai (2011), son el interés central de este
escrito al partir de la hipótesis que tales son un rasgo propio de las ciudades
del siglo XXI, una particularidad de la que se tendrá que seguir hablando en
los tiempos próximos: su tipología, su accesibilidad, sus derechos, sus garantías,
sus flujos, etc. De hecho, esto orienta a la construcción de una su hipótesis,
y es que, así como muchas definiciones convergen en que una ciudad se
identifica por la aglomeración humana y por la oferta de bienes y servicios, también
ha de sumársele que se caracteriza por ser nodos de información y todo lo que
ello implica, al ser la urbe nicho de sus soportes tecnológicos, de sus
servidores, sus salvaguardas, de las tensiones por sus regulaciones, sus
protocolos de acceso y uso. En suma, una característica propia de la ciudad del
siglo XXI es la de ser entendida como productora y gestora de información, y de
geoinformación, por supuesto. Antes de continuar,
cabe aclarar que el foco de análisis es la urbe, los predios urbanos, así que
cuando se hable de ciudad se está haciendo referencia a estos; lo anterior sin
desconocer que la simbiosis campo-ciudad es altamente relevante, pero dadas las
particularidades de los predios rurales se deja su profundización para próximas
reflexiones.
Lo anterior abre un camino inmenso del
cual ya hay ciertos hervores en torno a las ciencias de la información (Haklay, 2012), las implicaciones sociológicas (Musset,
2009; Sassen, 2009) y las ciudades inteligentes o Smart Cities
(McNeill,
2015). Pero Latinoamérica, más que en un rezago, está en proceso de comprender sus
propias necesidades, particularidades y proyecciones, y es allí que entran los sistemas de información catastrales como base
de la gestión estatal, de la seguridad jurídica por la tenencia de la tierra,
de la caracterización socioespacial, del entendimiento de las tendencias
inmobiliarias- residenciales, comerciales, industriales e institucionales (Erba, 2017), y de las necesidades de hábitat en general.
Claramente, no es que sea algo exclusivo de las ciudades, de hecho, los ámbitos
rurales sí que necesitan de estos sistemas, en tanto no son excluyentes, pero
como ya se ha mencionado, implica toda una reflexión especifica. Pero, antes de
continuar, .que se entiende por catastro? Tomando como referencia el contexto
colombiano, se tiene:
Catastro es el inventario
o censo de los bienes inmuebles localizados en el territorio nacional, de
dominio público o privado, independientemente de su tipo de tenencia, el cual
debe estar actualizado y clasificado con el fin de lograr su identificación física,
jurídica y económica con base en criterios técnicos y objetivos. (Departamento Administrativo
Nacional de Estadística [DANE], 2020, art. 1)
Aun cuando la acepción de
catastro en el ámbito mundial
posee una “mala” fama por ser la base de los sistemas fiscales prediales, sus oportunidades,
en realidad, son inmensas. Sin embargo, al hacer foco en el caso colombiano, tal
como en el resto de Latinoamérica, esta información, que está a cargo de
entidades del Estado, posee una gran divergencia y un grado de desactualización.
La tabla 1 muestra que solo el 30 % de
los 17 580 038 de predios totales del país esta actualizado en relación con la información
catastral (por su variación multitemporal), y el resto lo está parcialmente,
esta desactualizado o simplemente no se han formado, es decir, ni siquiera se
ha incluido por primera vez en el sistema nacional catastral. Allí la situación
es casi que equicomparable entre lo urbano y lo rural,
hecho que no lo era así antes, en la medida en que la información de las
ciudades estaba mucho mejor conservada. Al especializar dicha información
(figura 1) queda mucho más claro que los patrones urbanos y rurales han tendido
a converger, y hoy por hoy están desactualizados o no formados catastralmente
en su gran mayoría.
Tabla 1. Estado de información
catastral a nivel de predios en Colombia al 1 de enero del 2020
Estado |
Predios |
Municipios |
|||
Rural |
Urbano |
Total |
Rural |
Urbano |
|
Actualizado |
435 553 (9.54 %) |
4 849 991 (37.27 %) |
5 285 544 (30.07 %) |
66 (5.88 %) |
67 (5.97 %) |
Actualizado parcial |
0 |
514 973 (3.96 %) |
514 973 (2.93 %) |
0 |
4 (0.36 %) |
Desactualizado |
4 026 732 (88.17 %) |
7 648 416 (58.77 %) |
11 674 788 (66.41 %) |
976 (86.99 %) |
1027 (91.53 %) |
Por formar |
104 732 (2.29 %) |
1 |
104 733 (0.60 %) |
80 (7.13 %) |
24 (2.14 %) |
Total, general |
4 566 657 (100 %) |
13 013 381 (100 %) |
17 580 038 (100 %) |
1122 (100 %) |
1122 (100 %) |
Fuente. Elaboración propia con
base en IGAC (2020).
Figura 1. Estado de actualización y
formación catastral por zona urbana y rural municipal
Fuente. CONPES (2019, p. 29).
Sin embargo, en realidad,
.que relevancia poseen estas cifras en términos de los avatares de la gestión
de las ciudades en el siglo XXI? He allí de nuevo la notabilidad de esta reflexión,
pues tal como se expresara posteriormente, si no se cuenta con información
base, con un sistema de información socio territorial actualizado y a la altura
de los retos de estos tiempos como herramienta primaria del Estado para la gestión
y la administración del espacio geográfico (Molina y Barreto, 2018), en este
caso de la tierra representando en una unidad mínima denominada “predio” (también
“parcela” en otras latitudes), será muy difícil responder oportunamente a los
retos venideros para estas estructuras urbanas, en donde habitan más del 70 %
de los seres humanos.
La era del catastro multipropósito en
Colombia
Si bien se está pensado en lo que ha de venir en del siglo XXI
cuando se ha tomado el camino de reflexionar sobre los aportes de la información
catastral, es necesario recordar que ciudad-territorio y catastro han mantenido
una sinergia a lo largo de la historia. De hecho, solo basta con recordar que
las primeras evidencias de la existencia de un sistema catastral datan del
siglo vi en Mesopotamia antes de nuestra era, en donde se llevaba registro de
las divisiones prediales sobre rocas, con el fin de cuantificar los tributos, o
también para reconocer los derechos sobre tenencia, propiedad, goce y disfrute
del bien inmueble, luego de la ocurrencia de desborde de aguas, tal como ocurría
también en torno del rio Nilo en Egipto, en la época dorada del imperio (Soja,
2008). Así, pues, el catastro, en ritmo con los adelantos tecnológicos de cada época,
ha sido concomitante a lo largo y ancho del mundo en cada organización socio
territorial.
El territorio colombiano
no ha sido la excepción, pues las comunidades prehispánicas contaban con su
sistema catastral, aun cuando el hito más representativo se tiene
posteriormente con el inicio de la época Republicana, cuando en 1921 se
promulga la Ley 30 con el fin de buscar el equilibrio fiscal de la naciente nación,
entre otros aspectos, en torno al recaudo del impuesto predial. Hoy, casi
doscientos años después, se marca otro importante hito, y es el de darle una reoxigenación a este sistema que, dado el panorama
constante que se describió en la tabla 1, se suma a la ola mundial del catastro
multipropósito (Molina y Barreto, 2018). Esta dupla categórica es propuesta por
la Federación Internacional de Geómetras (fig.), la cual, a mediados de la década
de los noventas, estableció la Declaración de Catastro
con el propósito de resaltar la importancia del catastro como un sistema de información
territorial para el desarrollo social y economico3. La oportunidad
en Colombia se da justo con la firma de los Acuerdo de Paz4 entre el
gobierno de Juan Manuel Santos y las guerrillas de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia- Ejercito Popular (FARC-EP), pues en el punto 1 del
texto resultante se asume el compromiso de garantizar la tenencia de la tierra,
tomando como paso inicial estar en capacidad de contar con un sistema catastral
actualizado, moderno y socialmente accesible5.
De allí se han promulgado
los documentos CONPES 3859 de 2016 y 3958 de 2019, con todos los actos
reglamentarios posteriores, por los cuales se busca proporcionar herramientas para
la actualización de la realidad predial, lo que, al separar la palabra multipropósito, significa que la información
salvaguardada sirva para otros propósitos u otros fines más que el fiscal, como,
por ejemplo, la planificación, la previsión, la caracterización, la anticipación
de la gestión y la administración territorial. Bueno es esto, por lo menos en
el ámbito teórico, en las aspiraciones más nobles.
La expectativa sobre este
hito no es menor, pues si bien existe un sinnúmero de sistemas de información
dispersos con enfoque geográfico, como, por ejemplo, los ambientales, los de
espacios y servicios públicos, los educativos, los de salud, etc., muchos de
estos podrían converger en un sistema base de información territorial con
unidad mínima en el predio o la parcela que sirva como nodo centralizado para
conocer los atributos y las características espaciales y, a partir de esto,
tomar decisiones (Erba, Duarte y Stiefel,
2012). La materialización de lo anterior, en Colombia, se intenta lograr con la
construcción del denominado LAND Administración Domain
Model (LADM_COL), que es el perfil nacional de la
norma ISO 19152:2012 y soporta el modelo propuesto para el Sistema de Administración
de Tierras (UN-ECE, 1996).
En suma, lo multipropósito es más que
un sistema en sí mismo y es más que una institución, en realidad, es la asociación
coordinada de actores con interés en información alfanumérica y espacial que,
apoyados en plataformas, permitan sacar mucho más provecho a la riqueza de la información
predial (Instituto Lincoln, 2013). Para cerrar esta sección se reitera que, a
la luz de lo mencionado, no es que sea una invención, tan solo es la actualización
categórica que busca dar respuesta a los retos contemporáneos subsanando las
fallas y potencializando las oportunidades institucionales, sociales e
informacionales presentes, pues, en esencia, la información catastral siempre
ha sido multipropósito, tan solo que así no ha sido utilizada mas allá que con fines fiscales. Dado el nivel de implementación
incipiente, se espera en los próximos años poder analizar y evaluar su
aplicabilidad.
La información catastral
y los retos urbanos del siglo XXI
¿Qué información catastral es relevante
para comprender los avatares de la ciudad colombiana, latinoamericana, en el
siglo XXI? En realidad, se podría decir que toda; a continuación, se intentara
justificar esta respuesta. Tal como se ha dicho, el catastro, en esencia, es un
censo de los bienes inmuebles, es la descripción de sus atributos que, al
actualizarse sistemáticamente, permite comparar la línea base originaria para
identificar los cambios, las tendencias, las ausencia o las necesidades, es
decir, que, si bien no es el único, si es la base de cualquier sistema de planificación
socio territorial (Palmer, Fricska y Wehrman, 2009). De esta manera, en lo que viene se
mencionaran algunos de los retos del sistema a la luz de las categorías o las
dimensiones del catastro.
Dimensión jurídica
Marín y Avendaño (2018) documentaban, por ejemplo, la relación
diferencial entre hombres y mujeres sobre la tenencia de la tierra,
identificada en algunos municipios de Colombia, a partir de la información jurídica
catastral. Allí concluían que, históricamente, las mujeres han estado rezagadas
y no son propietarias significativamente, es decir que se han perpetuado
expresiones de injusticias socioespaciales (Musset, 2009). Esto, combinado con
otros indicadores, como, por ejemplo, el de coeficiente de Gini6,
permite ampliar la utilidad de la información catastral. Si a esto se suman
variables sociodemográficas como las aportadas por los censos poblacionales, Colombia,
en el 2018, por ejemplo, evidencio el incremento de familias con una única cabeza
de hogar, progresivamente cada vez más inclinadas a mujeres que en hombres, lo
que se conoce como madres solteras cabeza de hogar. Y, .esto que tiene que ver
con el catastro? Pues, si se suman a las conclusiones de Marín y Avendaño sobre
el rezago de las mujeres en la tenencia de la tierra, paulatinamente ellas
siguen asumiendo el liderazgo económicamente en las familias.
Así, es necesario
recomendar políticas públicas multiescalares para ampliar las oportunidades femeninas
con respecto a la tenencia de la tierra, lo que en ultimas si hará al catastro multipropósito
y enfocado en la mejoría de la calidad de vida. En suma, tal como lo plantean Águila
y Erba (2007), la dimensión jurídica del catastro, así
como toda sus variables y su información, pueden dar cuenta de eso que Max Neef
(1986) ha denominado “pobreza de subsistencia” o “anclaje de ausencia de
dotaciones iniciales y titularidades”7.
Cabe mencionar, antes de pasar a la
siguiente dimensión, que esas dotaciones iniciales en cuanto propiedad de la
tierra muestran como en Colombia, según el censo del 2018 (DANE, 2019), el 34 %
de las viviendas son para renta, casi 15 puntos sobre la tendencia de Latinoamérica
que es del 20 %. Como es de esperarse, las principales ciudades del país
jalonan este comportamiento, pues Medellín llega al 44 % y Bogotá al 46.3 %, en
su mayoría concentradas en el estrato socioeconómico urbano 3, en donde cerca
de 1 325 000 inmuebles están arrendados (46.4 % de este estrato) y el 2 que son
1 921 000 (41.8 % de este segmento). De esta tendencia, más que cifras han de
salir de las bases y los análisis catastrales que, además, pueden ser
contrastadas con el siguiente ítem, el de las dimensiones físicas, para
comprender el sistema socio territorial de los ámbitos urbanos.
Dimensión física
Siguiendo a Lefevre (1973), las aglomeraciones urbanas son termómetros
por predilección para medir las convulsiones históricas de la construcción social
del espacio, de modo que las urbes del siglo XXI y sus avatares, sus características,
sus formas y características reflejaran no solo estilos arquitectónicos, sino
las expresiones de las formas de vida, de las simbologías, de la economía y las
relaciones sociales (Avendaño, 2018). Seria tautológico decir que ciudad es sinónimo simple de edificabilidad; esto es más profundo, puesto
que las dimensiones físicas, sus características en la línea de la información
que se recolecta en los censos catastrales (pisos, paredes, materiales,
acabados, fachadas, tipos de baños, espacios para la cocción de alimentos, etc.),
en realidad son la forma de verificar la manera como se implantan las formas de
vida en el espacio, su “impresión” en tres dimensiones (3d). Esa es la
importancia de este tipo de sistemas de información y sus dimensiones.
Y es que las formas
urbanas y sus atributos inmobiliarios hablan de la historia y de las
tendencias, por ejemplo, de la manera como se han ido acabando poco a poco los
barrios vecinales tradicionales latinoamericanos para convertirse en esas
ciudades de muros descritas por Caldeira (2007), de
conjuntos cerrados o de inmensos edificios, llenos de rejas, controles y
aislamientos, con poca interacción, quizá expresiones de un individualismo
capitalista. En realidad, los patrones espaciales, las tramas urbanas y los
materiales dan cuenta de la construcción de ciudades tipo, un tanto monótonas, de
diseño desarraigado en palabras de Zeballos (2013). Esto, en la medida en que
se pueden encontrar “repetidas”, con la misma esencia, en muchas ciudades
latinoamericanas, tipificadas poco a poco con ladrillos terracota, ventanas de
aluminio y vidrios azules o polarizados, por ejemplo. Estos análisis,
complementados con miradas interdisciplinares, son lo que dan valor agregado al
catastro. Esto sería un tipo de versión dos de lo multipropósito o
multifinalitario. Ciertamente es la posibilidad de verificar algunas de las
tesis de Harvey (1973) y de Soja (2001) sobre el poderío, el rol de los agentes
inmobiliarios privados en la homogenización del espacio capitalista urbano en
las ciudades latinoamericanas del siglo XXI que, si bien ha tomado cimientos
desde 1980, llegara quizá a su máxima expresión a lo largo de este centenario, luego
de haber desplazado la función social de los Estados en la garantía de
condiciones dignas de habitabilidad.
Los ejemplos en ese
sentido pueden ser inmensos, pero vale la pena mencionar, en esa idea, la
fuerza que han tomado y que puede ser igualmente una tendencia habitacional de
este siglo, la masificación de lo que en Colombia se denominan “viviendas de interés
social” (VIS) y “viviendas de interés prioritarias” (VIP). Estas, bajo la lógica
de ofertar unidades de dimensiones mínimas y costos regulados8,
poseen tipologías constructivas igualmente genéricas, muy básicas, restrictivas
y de ahorro extremo de materiales.
El censo del 2018 (DANE, 2019) también evidencio
que los hogares colombianos, los urbanos principalmente, cada vez son más
reducidos: 2.9 miembros, mientras que en décadas anteriores estaba entre 4 y 6.
Ahora bien, esto .cómo se relaciona con las dimensiones físicas del catastro?
Pues en que las viviendas cada vez son más pequeñas, responden a otras
necesidades demográficas, ya que toman fuerza los monoespacios de 15 a 25 m2,
en propiedad horizontal, donde puedan vivir una o dos personas, en tanto ya no
se van a seguir necesitando progresivamente casas familiares tradicionales del
siglo XX con solares, grandes cocinas y espacios sociales, de tres a cinco
habitaciones .Acaso esas no son variables caracterizadas por el catastro? Claro
que sí. No solo es tomar una ficha de calificación predial, en realidad es
poder analizar sistemáticamente la información que en ella se deposita, los
cambios, los patrones y las tendencias. Ahora, .que se podría decir al respecto
en la relación de habitabilidad y la COVID? Es una reflexión necesaria por
realizar con base en datos catastrales.
Dimensión económica
La tercera y última dimensión es la económica, que tiene que
ver con la valoración y la valuación, con la estimación de los precios de los
inmuebles y todo su mercado. Ciertamente hay una cuarta, la fiscal, pero, dado
que se relaciona con los fines del catastro de manera tradicional, no se analizará,
pues se ha hecho el esfuerzo de tipificar los otros propósitos en el contexto urbano
de estos tiempos por venir. En el literal anterior se exponían algunas líneas
sobre el rol predominante de los agentes inmobiliarios privados en el siglo XXI
y la manera como regularan, a través del modelamiento de espacios tipo y monótonos,
las formas de vida urbana. Ahora bien, ampliando estas afirmaciones se logra un
vínculo con la última dimensión analizada, la económica, pues al parecer un patrón
de los hábitats del siglo XXI es la intensificación de la rentabilidad que se seguirá
obteniendo de los mercados inmobiliarios, en el entendido de que se consolidará
la monopolización de los agentes privados sobre las ofertas prediales. En suma,
serán los que más beneficios obtendrán de esto.
De hecho, se parte de una
afirmación según la cual, de acuerdo con la teoría de la renta del suelo, su
precio casi siempre va a tender a incrementar debido a que, en principio, no es
reproducible, posee un valor de uso, es objeto de ser apropiado y es escaso
(Jaramillo, 2009). Ahora bien, en el caso urbano, la teoría plantea que su
renta siempre será mucho mayor a la de los suelos rurales, en la medida en que
configura una renta primaria absoluta por el simple hecho de denominarse
“urbana”, por ubicarse en predios en el interior de ese perímetro, en donde la
demanda por la tierra, escasa y comercializada en metros cuadrados presionará su
valor en función de lo que esté dispuesto a pagar el mejor postor. A su vez,
esta renta urbana también se garantiza porque en el interior de la urbe, en teoría,
se dispone de todo un conjunto de bienes y servicios públicos que incrementan
la calidad de vida, los mismos que en la ruralidad no están homogéneamente
disponibles. Estos axiomas y sus complementos en relación con la capacidad de
carga, la relación de ubicación, las posibilidades normativas, los rangos de
edificabilidad, los usos, etc., son la base para desarrollar métodos que
permiten estimar el valor y, posteriormente, el precio en el que se transa un
bien inmueble urbano, es decir, el avaluó.
Al estar en un mercado
capitalista, con todos los atributos mencionados, el catastro se encarga de recolectar
progresivamente ofertas para intentar comprender las tendencias de los precios
de los inmuebles, y con ello luego entregar tal información a las oficinas de
hacienda municipal para que se estime el impuesto predial, el sentido fiscal
del que no se profundizara (Águila y Erba. 2007). En
realidad, al punto que se quiere llegar es que muchas de las ciudades latinoamericanas
ya están al máximo de su capacidad de carga y no tienen para donde expandirse más,
pero aun así las demandas seguirán rasguñando oportunidades inmobiliarias. Por tanto,
uno de los efectos del siglo XXI es que los valores tiendan a incrementarse por
sobre la capacidad de pago de los ciudadanos. Esto ya se ve en muchas capitales
del mundo; en Europa, principalmente, pero también en las metrópolis brasileñas,
mexicanas y argentinas, así que no es una simple hipótesis especulativa.
Sin embargo, esta misma
tendencia ha generado otros fenómenos, como el de la metropolización en torno
de una ciudad nodo y un conjunto de pequeñas municipalidades, que entre
conurbaciones y vías comunicantes han empezado a funcionar como una unidad con dinámicas
diarias pendulares de nichos dormitorio periféricos y desarrollo de actividades
laborales en la ciudad central. Así, la búsqueda de espacios menos agresivos y
conglomerados, con precios menos exacerbados, puede ser una tendencia de las
ciudades latinoamericanas del siglo XXI (Smolka y Mullahy, 2007), tal como ya ha empezado a evidenciarse. Por
supuesto, las lonjas inmobiliarias y las asociaciones de valuadores conocen con
detalle esta tendencia, así como la banca y los agentes inmobiliarios, por lo
que todos estos, en conjunto, utilizan para el beneficio privado de sus
negocios el manejo de la información al “recomendar” inversiones en ciertas áreas
(Carpio, 2011).
El punto es que la información
catastral, luego de caracterizar las dimensiones jurídicas y físicas, también
se alimenta de la recolección de la información económica y sus diversas
tendencias y atributos para cumplir sus fines, a la luz de todo lo expuesto, es
fundamental que se realce la importancia de su función para seguir monitoreando,
comprendiendo, analizando y, por qué no, recomendando elementos de políticas públicas
en las ciudades del siglo XXI, en relación con el comportamiento del mercado
inmobiliario, no con fines intervencionistas, sino en búsqueda de alguna
justicia socioespacial que amplie el cumplimiento de esas condiciones dotacionales
iniciales que ya se describían en términos de la tenencia de la tierra y de un lugar
digno en donde habitar la ciudad, cada vez más limitada.
A manera de conclusión
No cabe duda alguna de que el siglo XXI será marcado por
transformaciones veloces, así como por una hiperconcentración
poblacional en las urbes, en cuanto tendencia que arrastra desde finales del
siglo XX. Justamente, la pregunta es, entonces, que lo hará diferente. Vendrán
diversos modelos de ciudad, movimientos sociales, formas de vida e, incluso, quizás,
llamados a desconcentrar las ciudades hacia modelos menos intensivos para
buscar remediar los efectos de la mancha de cemento que hoy caracteriza a los
conglomerados. Para esto, además de las evidencias empíricas que proporcionan
caminar y experimentar la ciudad, los sistemas de información, específicamente los
catastrales, la geo información, serán una herramienta fundamental para estar
en capacidad de seguir monitoreando el devenir de estas estructuras espaciales,
pero no como un hecho excepcional del siglo XXI, sino como ese proceso de
continuidad que ha tenido el censo de bienes inmuebles a lo largo de la
historia por más de ocho siglos.
Ciertamente, este
escenario pone otras líneas de reflexión que ameritan ser profundizadas en
futuros espacios. Así, por ejemplo, si bien nada pone en duda de la necesidad
de contar con información robusta y diversa, hay quienes han empezado a
cuestionar si esto no lleva a lo que se ha empezado a conocer como la “dictadura
de los sistemas de información”. En diversos escenarios incluso se afirma que
esto podría perpetuar la hegemonía de mecanismos de control social pese a los
nobles pretextos. En el caso específico de la información catastral se ha
planteado también que, dada la ineficiencia de la administración pública en
retribuir a los ciudadanos el pago de sus cargas impositivas, el mantener
actualizada sus bases y, por ende, la repercusión en el incremento de los
impuestos prediales golpeara a las clases medias y bajas, lo que en ultimas no sería
una acción gubernativa de justicia. En fin, son solo aristas que es necesario dejar
para la discusión.
No cabe duda de que Latinoamérica
seguirá siendo un espacio de reflexión en lo que viene para el siglo XXI, en razón
a sus diversidades, sus retos y sus trayectorias, pero, sobre todo, por sus
oportunidades en temas urbanos. Así que pensar sobre instrumentos, sistemas y
herramientas endémicas, ajustadas a las necesidades, es una tarea inaplazable. Allí
es necesario integrar, por ejemplo, dimensiones que no dan espera, pero que en términos
catastrales no han sido abordadas tradicionalmente, como es el caso de los
elementos de la biosfera, el impacto inmobiliario en la huella de carbono, las
islas de calor y los ecosistemas urbanos; estos son retos inmediatos para un
catastro multifinalitario e interoperable con otros sistemas.
De la misma manera, todo
este conjunto de datos, informaciones y análisis deben dar cuenta de los
avasallantes cambios por lo que pasan las urbes latinoamericanas en relación no
solo con su forma, sino también con su función. La terciarización de sus economías
ha creado nuevos roles y paisajes, nuevos ritmos y maneras de vincularnos con
la ciudad. Se tienen vestigios de una industrialización incompleta y una
posterior pseudodesindustrialización, con persistencia
de periferias marginales y muchas ausencias de espacios de socialización, la desaparición
de barrios tradicionales que han dado paso a microciudades de rejas, que cada
vez más amplían la brecha de segregación socioespacial. En fin, se necesitan
sistemas de monitoreo para comprender estos cambios. Este es el rol de los
sistemas de información catastral en los ámbitos urbanos.
Quizás el reto más
importante radica en que al vivir en la era de la información todos estos
sistemas deben generar certezas a los ciudadanos, así como ser masivos,
robustos, abiertos y garantistas de la información personal. Deben ser tan
novedosos que sus formas de actualización no han de depender de las agendas de
las políticas públicas, sino que se han de convertir en principios propios de
los sistemas para garantizar el ofrecimiento de este servicio público, con el
fin de dar respuesta oportuna a los cambios que viven las ciudades. En sí, pese
a que el catastro y sus funciones han estado por siglos en la humanidad, no
cabe duda de que los retos del siglo XXI llevan a pensar como ubicar esta
fuente de información al servicio de las sociedades, las comunidades y los
gobiernos de estos tiempos.
El catastro, a la luz de las
reflexiones previas, ha de responder a los retos sociales contemporáneos, tal
como se ha descrito en el cuerpo del texto. Debe ser dinámico y abierto no solo
a ser un censo que, si bien es importante, ha de aportar sus datos e información
para planificar y buscar minimizar las desigualdades socioespaciales. Debe
salir al paso de las demandas de las políticas públicas, pero también entender
que no solo está en manos del Estado su liderazgo, sino que también esta
sociedad de la información se caracteriza por la presencia plural de actores;
esto le dará, en realidad, la perspectiva de multifinalitario. Ese es quizás el
principal reto al que se enfrenta este tipo de sistemas en el siglo XXI: pasar
de ser un compendio de información a transformase en una herramienta real al
servicio del ciudadano, del conocimiento de las condiciones socioterritoriales
y de las tendencias y transformaciones del espacio geográfico urbano y, tal
como se ha mencionado, también rural, dejando para este la invitación a
realizar otras líneas reflexivas. En realidad, las dimensiones acá expuestas
parten de las mismas que habitualmente se han abordado, con la diferencia de
que estas, las jurídicas, físicas y económicas, poseen otras aristas, propias
de la complejidad de las ciudades del siglo XXI, y en especial las
latinoamericanas. Entender estos cambios es uno de los retos fundamentales en
los sistemas catastrales.
Notas
1. Este documento nace como parte de las reflexiones que se
han venido adelantando en el proyecto de investigación titulado “Catastro para
la región metropolitana Bogotá-Cundinamarca: reflexiones sobre una alternativa
sobre un catastro multipropósito en pro de la gestión territorial”, financiado
por la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, para el periodo
2020-2021.
2. Fue propiamente en la década
de los ochenta cuando Ronald Reagan, en Estados Unidos, y Margaret Thatcher, en
Inglaterra, promovieron la campaña de deslegitimación del estado-nación,
proponiendo cambios en la administración pública para atenuar el problema
fiscal. Más tarde, en 1989, caído el Muro de Berlín y entrando en la “Era de la
Hegemonía” del modo capitalista de facto, se lleva a cabo el conocido Consenso
de Washington. Allí participaron no solo las instituciones de Bretton Woods
—Fondo Monetario Internacional (FMI) y Banco Mundial (BM)—, sino también
banqueros privados, asesores del Gobierno norteamericano y representantes de
los países del tercer mundo endeudados con la banca multilateral. En principio,
el Consenso proponía una mirada hacia el comercio mundial nuevamente como
salida a la crisis a través de la intensificación de las exportaciones con la
idea de recoger las divisas producto del incremento positivo de la balanza de
pagos, para poder financiar con dicho excedente el servicio de la cuenta
externa. Esta “simple” afirmación trajo consigo el desmonte del modelo que por más
de treinta años se había implantado bajo la filosofía de Keynes. Así las cosas,
los planteamientos del consenso levantaron de sus tumbas los preceptos de la economía
neoclásica con su libre mercado y el mundo entero se vio volcado a asumir un
modelo como “salvación” a la crisis de los sistemas productivos nacionales.
Bajo el credo neoliberal se obligó a la eliminación tanto de las funciones
sociales del estado como de sus actividades económicas y de producción de bienes.
Así pues, el estado aparece ahora como un “guardián mínimo” que solo debe
encargarse de proteger a sus individuos y sus propiedades privadas, esto bajo
la determinación de las reglas del juego y la función de árbitro en su aplicación
en interpretación, ya que el mercado, por sí mismo, no las puede cumplir, y
este ahora debe expandirse a cualquier lugar de la tierra para asegurar niveles
de consumo y demanda máxima (Ahumada, 1996).
3. El catastro se definió
desde una perspectiva internacional [como] un sistema de información del
territorio actualizado y basado en las parcelas que contiene información de interés
del territorio (Ej.: derechos, restricciones y responsabilidades). Usualmente,
incluye una descripción geométrica de los predios unidos con otros registros
que describen la naturaleza de los intereses de propiedad o el control de estos
intereses, y frecuentemente contiene el valor de la parcela y sus mejoras.
Puede ser establecido con fines fiscales (Ej.: valoración y tributación
equitativa), propósitos legales (traspasos) para asistir en la gerencia del
territorio y su uso (Ej.: Planeación y otros propósitos administrativos), y
articularlo con el desarrollo sostenible y la protección del medio ambiente
(Kaufmann y Steudler, 1995) (Pinzón y Fontí, 2007, p. 27).
4. Véase el Acuerdo final
para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y
duradera (Alto Comisionado para la Paz, 2016).
5. Al respecto cabe aclarar
que, si bien previo al mismo Acuerdo de paz de 2016, el Estado colombiano ha
intentado diversos proyectos para actualizar y modernizar su sistema catastral,
los resultados no han llevado a cambios transcendentales. Así que como producto
de una convergencia entre los mencionados acuerdos, las recomendaciones de la fig.,
la oleada del catastro multipropósito y, por qué no, la búsqueda de incentivos
para fortalecer tanto la seguridad jurídica de los predios como el recaudo
fiscal, se configura una política pública más próxima a los retos del siglo XXI,
descentralizando la función, caminando hacia la integración catastro-registro,
la interoperabilidad de los datos y el uso de tecnologías para el manejo de la información.
6. El coeficiente de Gini
se mide en una escala de 0 a 1 (cero a uno), siendo el valor de 0 (cero) la situación
ideal en la que todos los individuos o familias de una sociedad adquieren el
mismo ingreso; y 1 (uno) el valor al que tiende cuando los ingresos se
concentran en unos pocos hogares o individuos.
7. Recordar que Sen (2000)
considera condiciones iniciales al patrimonio de cada persona, el cual puede expresarse en los
bienes y servicios mercantiles o las titularidades (bienes sobre los que ejerce
dominio y propiedad, tales como su fuerza de trabajo, los medios de producción
y las tierras recibidas por herencia, es decir, pueden ser objeto de intercambio
y su acceso se encuentra condicionado a la capacidad adquisitiva o los ingresos
de cada persona).
8. vis como máximo $ 125 millones, y vip
con límite en $ 90 millones de pesos colombianos a 2020.
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