Espacio público, la necesidad de la organización vecinal para recuperarlo. El caso de la colonia San Manuel, Puebla, México
Public Space, the Need for the Neighborhood Organization to Recover it. The Case of the San Manuel Neighborhood, Puebla, Mexico
Espaço público: a necessidade da organização de moradores para recuperá-lo. O caso da colônia San Manuel, Puebla, México
DOI:
https://doi.org/10.15446/cep.v9n1.96965Palabras clave:
colaboración, espacio público, identidad, inseguridad, organización social (es)Collaboration, public space, identity, insecurity, social organization (en)
Colaboração, espaço público, identidade, insegurança, organização social (pt)
El espacio público es un lugar de encuentro, interacción y cohesión para el desarrollo de diversas actividades de los habitantes. Sin embargo, la desatención y escasez de acciones para su mejoramiento ha conllevado a su deterioro y a su pérdida paulatina. Este es el caso de la colonia San Manuel, ubicada al suroriente de Puebla, México, a través de la cual se muestra como las malas condiciones del espacio público no solo han derivado en su cuasi abandono, sino que se ha convertido en un lugar propicio para delinquir. Asimismo, se detectan cuáles son las acciones realizadas por los vecinos organizados para disminuir este problema. La metodología es cualitativa y se implementó a través de cuatro técnicas: revisión documental, entrevistas semidirigidas, reuniones vecinales y recorridos de campo. Entre los resultados destacan que recuperar el espacio público puede mutar positivamente un espacio que no se utiliza y evita el riesgo de que se convirtiera en un escenario apto para delinquir. Por esto es necesaria y urgente la acción conjunta vecinal sin des responsabilizar a los gobiernos locales. Sin embargo, el proceso puede aletargarse cuando la organización es débil, desarticulada y con poca comunicación con el sector público, por lo que es necesario establecer estrategias de comunicación para mejorar la organización. Para ello las instituciones de educación superior pueden ayudar a detonar acciones de trabajo colaborativo entre los sectores público y social.
The public space is a meeting, interaction, and cohesion place to develop various activities of the inhabitants. However, the lack of attention and lack of actions for its improvement have led to its deterioration, and its gradual loss. The case of the San Manuel neighborhood, located southeast of Puebla, Mexico, demonstrates how poor conditions of the public space have led not only to its near abandonment but have also become a propitious place to commit crimes. Likewise, the actions carried out by organized neighbors to reduce this problem are detected. The qualitative methodology used four techniques: documentary review, semi-directed interviews, neighborhood meetings, and field trips. Among the results, they emphasize that restoring public space can positively affect its use and avoid the risk of it becoming a setting suitable for committing crimes. For this reason, joint neighborhood action is necessary and urgent without taking responsibility away from local governments. However, this process can be slowed down if the organization is weak, disjointed, or has poor communication with the public sector. Communication strategies need to be established to improve the organization. To this end, higher education institutions can help trigger collaborative work actions between the public and social sectors.
O espaço público ó um lugar de encontro, interação e coesπo para os moradores desenvolverem diversas atividades. Contudo, a falta de atenção e a escassez de aeres para melhorá-lo têm levado a sua deterioração e a sua perda paulatina. Este ó o caso da colônia San Manuel, localizada no sudeste de Puebla, México, por meio da qual ó mostrado como as, mas condíeis do espaço público nπo somente resultam em seu quase abandono, mas também que ele se torna um lugar propício para a delinquência. Além disso, são detectadas ações realizadas pelos moradores organizados para diminuir esse problema. A metodologia ó qualitativa e foram utilizadas quatro técnicas: revisão documental, entrevistas semidirecionadas, reuniões com os moradores e percorridos de campo. Entre os resultados, destacam que recuperar o espaço público pode modificar positivamente um espaço que nπo ó utilizado e evitar o risco de que se converta num cenário apto para delinquir. Por isso, ó necessária e urgente a ação conjunta dos moradores sem tirar a responsabilidade dos governos locais. Contudo, o processo pode debilitar-se quando a organização ó fraca, desarticulada e com pouca comunicação com o setor público; portanto, ó preciso estabelecer estratégias de comunicação para melhorar a organização. Para isso, as instituíeis de ensino superior podem ajudar a promover ações de trabalho colaborativo entre os setores público e social.
Espacio público, la necesidad de la organización
vecinal para recuperarlo. El caso de la colonia San Manuel, Puebla, México
Juan Carlos Montes Pesquera. Magíster en
Ordenamiento del Territorio, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. ORCID:
https://orcid.org/0000-0002-4872-6252 Correo electrónico:
juan.montes@alumno.buap.mx
María de Lourdes Flores Lucero. Doctora en Gestión y
Valoración Urbana, Universidad Politécnica de Cataluña. Profesora investigadora
de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. ORCID: https://orcid.org/0000-
0003-3849-0060 Correo electrónico: maria.flores@correo.buap.mx
María Lourdes Guevara Romero. Doctora en Desarrollo
Regional, Colegio de Tlaxcala. Profesora investigadora de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla. ORCID: https://orcid.org/0000-0001-7312-3499
Correo electrónico: lourdes.guevara@correo.buap.mx
Recibido: 29 de junio de 2021 |
Aceptado:
28 de septiembre de 2021 |
Aprobado:
4 de abril de 2022 |
Resumen
El espacio público es un
lugar de encuentro, interacción y cohesión para el desarrollo de diversas
actividades de los habitantes. Sin embargo, la desatención y escasez de
acciones para su mejoramiento ha conllevado a su deterioro y a su pérdida
paulatina. Este es el caso de la colonia San Manuel, ubicada al suroriente de
Puebla, México, a través de la cual se muestra cómo las malas condiciones del
espacio público no solo han derivado en su cuasi abandono, sino que se ha
convertido en un lugar propicio para delinquir. Asimismo, se detectan cuáles
son las acciones realizadas por los vecinos organizados para disminuir este
problema. La metodología es cualitativa y se implementó a través de cuatro
técnicas: revisión documental, entrevistas semidirigidas, reuniones vecinales y
recorridos de campo. Entre los resultados destacan que recuperar el espacio
público puede mutar positivamente un espacio que no se utiliza y evita el
riesgo de que se convirtiera en un escenario apto para delinquir. Por esto es
necesaria y urgente la acción conjunta vecinal sin desresponsabilizar
a los gobiernos locales. Sin embargo, el proceso puede aletargarse cuando la
organización es débil, desarticulada y con poca comunicación con el sector
público, por lo que es necesario establecer estrategias de comunicación para
mejorar la organización. Para ello las instituciones de educación superior
pueden ayudar a detonar acciones de trabajo colaborativo entre los sectores
público y social.
Palabras clave: colaboración, espacio
público, identidad, inseguridad, organización social.
Public Space, the Need for the
Neighborhood Organization to Recover it. The Case of the San Manuel
Neighborhood, Puebla, Mexico
Abstract
The
public space is a meeting, interaction, and cohesion place to develop various
activities of the inhabitants. However, the lack of attention and lack of
actions for its improvement have led to its deterioration, and its gradual
loss. The case of the San Manuel neighborhood, located southeast of Puebla,
Mexico, demonstrates how poor conditions of the public space have led not only
to its near abandonment but have also become a propitious place to commit
crimes. Likewise, the actions carried out by organized neighbors to reduce this
problem are detected. The qualitative methodology used four techniques:
documentary review, semi-directed interviews, neighborhood meetings, and field
trips. Among the results, they emphasize that restoring public space can positively
affect its use and avoid the risk of it becoming a setting suitable for
committing crimes. For this reason, joint neighborhood action is necessary and
urgent without taking responsibility away from local governments. However, this
process can be slowed down if the organization is weak, disjointed, or has poor
communication with the public sector. Communication strategies need to be
established to improve the organization. To this end, higher education
institutions can help trigger collaborative work actions between the public and
social sectors.
Keywords:
Collaboration, public space, identity, insecurity, social organization.
Espaço público: a necessidade
da organização de moradores para recuperá-lo. O caso da colônia San Manuel,
Puebla, México
Resumo
O
espaço público é um lugar de encontro, interação e coesão para os moradores
desenvolverem diversas atividades. Contudo, a falta de atenção e a escassez de
ações para melhorá- -lo têm
levado a sua deterioração e a sua perda paulatina. Este é o caso da colônia San
Manuel, localizada no sudeste de Puebla, México, por meio da qual é mostrado
como as más condições do espaço público não somente resultam em seu quase
abandono, mas também que ele se torna um lugar propício para a delinquência.
Além disso, são detectadas ações realizadas pelos moradores organizados para
diminuir esse problema. A metodologia é qualitativa e foram utilizadas quatro
técnicas: revisão documental, entrevistas semidirecionadas,
reuniões com os moradores e percorridos de campo. Entre os resultados, destacam
que recuperar o espaço público pode modificar positivamente um espaço que não é
utilizado e evitar o risco de que se converta num cenário apto para delinquir.
Por isso, é necessária e urgente a ação conjunta dos moradores sem tirar a responsabilidade
dos governos locais. Contudo, o processo pode debilitar-se quando a organização
é fraca, desarticulada e com pouca comunicação com o setor público; portanto, é
preciso estabelecer estratégias de comunicação para melhorar a organização. Para
isso, as instituições de ensino superior podem ajudar a promover ações de
trabalho colaborativo entre os setores público e social.
Palavras-chave:
Colaboração, espaço público, identidade, insegurança, organização social.
Introducción
Hablar del espacio público es hablar de lugares oportunos
para que los habitantes generen apropiación e identidad. Es donde se socializa,
se interactúa y se realizan diversas actividades (culturales, recreativas,
políticas, etc.); es un escenario básico para la vida cotidiana. Según
Aguirre-Ramírez (2012, p. 8) el espacio público constituye un “lugar de
convivencia más que de supervivencia; lugar en el que se es uno entre muchos,
donde se puede ver y se puede ser visto; lugar social y a la vez lugar de anonimato”.
Si entendemos que el espacio público es un lugar donde se socializa, entonces
podemos comprenderlo como un espacio social, como lo menciona Lefebvre (2013,
p. 94), “el espacio social es el espacio de la sociedad, de la vida social. El
hombre no vive únicamente por la palabra; cada ‘sujeto’ se sitúa en un espacio
donde se reconoce o se pierde, un espacio para disfrutar o modificar”.
En este sentido, el habitante (sujeto) juega un papel
fundamental no solo en ese proceso de reconocimiento, sino en su derecho a
formar parte de los procesos de construcción de ese espacio público, es decir,
en la construcción de la ciudad que, de acuerdo con Lefebvre (1973), es un
derecho que tienen los habitantes de las ciudades a ser parte de los procesos
de construcción, decisión, creación y renovación de la vida urbana. Con
respecto a esos procesos, encontramos en las ideas de Lefebvre (1976) la reflexión
sobre la producción del espacio que supone la conjunción de fuerzas productivas
y técnicas, de la iniciativa de grupos o clases sociales y de individuos con
las capacidades de concebir la intervención a gran escala, haciendo referencia
a las representaciones espaciales. Con esto último podemos formular que la
participación del sujeto en la construcción social del espacio público es una
necesidad imperante para él porque es usuario del espacio, pero también de su
proceso de construcción.
En ciudades como Puebla, la construcción social del espacio
público se manifiesta de manera cotidiana a pesar de que en muchos de ellos no
existen condiciones físicas propicias para ser utilizados. Un ejemplo claro es
la colonia Jardines de San Manuel que data de los años 70 y es representativa
de la influencia de los principios de la ciudad jardín del movimiento moderno
en la ciudad de Puebla. Sobre una retícula ortogonal, se desarrollaron 50
espacios públicos (tipo jardín) de libre acceso y abiertos en su mayoría (uno
de ellos se encuentra cerrado). Actualmente, tiene 12 812 habitantes (Instituto
Nacional de Estadística, Geografía e Informática [Inegi],
2016) de clase media, de los cuales aproximadamente el 30 % son mayores de 50
años y el 22 % tienen entre 15 a 29 años. Es decir, se trata de una colonia en
proceso de envejecimiento.
En esta colonia, actualmente existe un 78 % de espacios
públicos que están en proceso de deterioro y desuso, y existe mucha
preocupación por parte de los habitantes para recuperarlos. Hoy en día, existen
la Mesa Directiva (oficialmente reconocida por las autoridades), grupos
vecinales organizados, así como grupos no oficiales e independientes que se han
organizado por calles para intentar mejorar las condiciones de dichos espacios.
Sin embargo, tanto el grupo oficial como los independientes presentan debilidades
internas, destacando las organizacionales y las comunicacionales, lo cual
aletarga el mejoramiento de sus espacios públicos.
El objetivo de este artículo consiste en presentar los
principales resultados de la investigación respecto a las condiciones del
espacio público en San Manuel, su influencia en el aumento de la delincuencia y
la respuesta vecinal para recuperarlo.
Metodología
La metodología de la
investigación es cualitativa y se basa en la investigación acción. Se
utilizaron cuatro técnicas. La primera fue el análisis documental de fuentes bibliográficas sobre espacio
público, identidad, seguridad, organización social, como conceptos
fundamentales. La segunda consistió en la realización de entrevistas semidirigidas a actores
clave entre quienes se destacan: el presidente de la Mesa Directiva de la
colonia, miembros de organizaciones independientes y funcionarios públicos del
Instituto Municipal de Planeación del Municipio de Puebla. En tercer lugar, a
través de la observación participante, se asistió a ocho reuniones vecinales con habitantes del sector norponiente de la
colonia, particularmente con el grupo de habitantes de la calle Río Yaqui,
donde se compartía información y se planeaban acciones para mejorar las
condiciones de la colonia. Asimismo, se realizaron 15 recorridos de campo en los meses de agosto a octubre de 2019,
varios en compañía de los vecinos, cuyo objetivo fue hacer un diagnóstico
general urbano de la colonia y de las condiciones de sus espacios públicos,
particularmente de los jardines, así como de las opiniones y la percepción que
tenían los vecinos.
El papel del espacio público en la ciudad
El ser humano necesita espacios para socializar, que pueden
ser solamente sociales y públicos, o de socialización y consumo, como los lugares terciarios, los cuales son
definidos por Banerjee (2001) como espacios de
consumo y para socializar diferentes del hogar, la escuela o el trabajo
(ejemplos de estos son cafeterías, tabernas, billares, etc.), para poder
entablar nuevas relaciones sociales o consolidar las existentes. Para que el
espacio público sea un espacio de socialización y encuentro, debe contar con
condiciones suficientes que lo hagan accesible, atractivo y donde las personas
se sientan seguras. Cuando hablamos de condiciones del espacio público, no solo
nos referimos a su mantenimiento, sino también a que incluyan criterios como
los propuestos por Gehl, Gemzøe
y Kirknaes, que resume Martínez (2013) y que permiten
evaluar la calidad del espacio público. Los criterios son: seguridad peatonal
ante el tráfico, seguridad para realizar actividades o simplemente circular a
cualquier hora del día en los espacios públicos, protección ante condiciones
climáticas, y que sean atractivos. Es necesario que se pueda hacer de manera
fácil para quienes tienen movilidad reducida, que cuenten con una
disponibilidad suficiente de mobiliario para que los visitantes se puedan
sentar, que permitan a los usuarios observar el paisaje. Asimismo, precisan
fomentar un estilo de vida menos sedentario por medio de espacios para
ejercitarse, el diseño de los espacios debe tener como base la escala humana, y
un diseño que mantenga una relación con el contexto. Por último, es necesario
que el diseño permita interactuar con la naturaleza creando experiencias
sensoriales irrepetibles.
Por otro lado, caminar en el espacio público nos permite
tener contacto e interactuar con nuestro entorno, encontrar personas conocidas,
conocer nuevas personas, vivir experiencias nuevas o volver a disfrutar alguna
anterior. Gehl (2014, p. 119) dice que “la vida
ocurre a pie”, esta frase remarca la importancia de los espacios públicos y
cómo se vive en la ciudad. Básicamente se nos dice que para vivir un espacio
tenemos que hacerlo como peatones, por esto vislumbramos la importancia que
tiene el caminar en el espacio público, pues “la vida, en toda su diversidad y
esplendor, se muestra ante nosotros cuando estamos a pie” (Gehl,
2014. p. 19), aunque también encontramos lo fundamental de sus condiciones de
seguridad, ya que “un prerrequisito fundamental para crear ciudades acogedoras
que funcionen bien es lograr que sea seguro caminar dentro del espacio urbano.
“Tanto la percepción de seguridad como la seguridad real son cruciales para
poder desarrollar una vida urbana” (Gehl, 2014, p.
97).
Hablando específicamente del espacio público dentro del
contexto de ciudades latinoamericanas, los estudios de Ramírez (2015) han
demostrado que en América Latina lo público es el espacio de la vida social,
donde además de encontrarse grupos sociales complejos y diversos, también se
producen relaciones sociales de desigualdad entre la ciudadanía, las
instituciones y la ciudad. Asimismo, menciona que su producción es casi caótica
y se define por fenómenos tales como la distribución,
el acceso y la calidad desiguales de los lugares de encuentro para grupos e
individuos, la mercantilización y la
masificación de los espacios públicos que se manifiesta por la apropiación
de espacios públicos (calles, banquetas, parques, etc.) por establecimientos
comerciales, así como por el comercio informal. Por último, tenemos la privatización de lo público, donde el
cierre de espacios abiertos afecta la calidad y contribuye al aislamiento
debilitando lo urbano como espacio de encuentro entre distintos miembros de la
sociedad. Los fenómenos mencionados anteriormente tienden a agravar
problemáticas de por sí presentes en estas ciudades como la pérdida de empleos
y salarios precarios, la desigualdad y la delincuencia. Este último punto
contribuye fuertemente a que el usuario cotidiano se sienta inseguro en el
espacio público de manera que trata de evitar circular en él, ya que como dicen
Bautista et al. (2018) un lugar donde se ha cometido un delito tiende a
modificar los hábitos y costumbres de los habitantes ya que lo perciben como
peligroso e incrementa su sentimiento de inseguridad, estigmatiza el espacio y
empieza a ser abandonado.
Entonces, si la gente no usa sus espacios, resulta urgente y
necesario tomar medidas para recuperarlos. Es aquí donde entra el papel del
Estado, y en este sentido, en México, según el artículo 69° de la Ley de obras públicas y servicios
relacionados con las mismas (2016), la responsabilidad gubernamental en materia
de obras públicas concluidas (abarcando dentro de este espectro a los
espacios públicos) consiste en mantenerlas en condiciones óptimas, así como vigilar que su uso,
operación y mantenimiento sean conforme a los objetivos y acciones
ante los cuales se planteó su diseño original, esto por medio de inversión
pública. Aunque el mantenimiento de las obras públicas (entre ellas, los
espacios públicos) es responsabilidad directa de las instancias gubernamentales,
la participación de los habitantes resulta necesaria y medular para generar
estrategias y tomar decisiones a través del trabajo colectivo en colaboración
con los gobiernos locales.
El espacio público en un contexto de inseguridad,
delincuencia y pandemia
En México, existe una constante percepción de inseguridad
por parte de la población, esto queda demostrado en la Encuesta Nacional de
Seguridad Pública Urbana (Inegi, 2019), la cual nos
indica que el 72.9 % de la población mayor de 18 años considera a su ciudad
insegura en términos de delincuencia y, específicamente, en la ciudad de
Puebla, el porcentaje sube al 92.7 % (Inegi, 2019).
De acuerdo con los datos recopilados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema
Nacional de Seguridad Pública (2019), Puebla ocupó el primer lugar a nivel
nacional en cuanto al delito de robo a casa habitación con violencia y se situó
en tercer lugar en acoso sexual, robo a institución bancaria con violencia y
robo a negocio con violencia. Además, de acuerdo con la información de la
Fiscalía General del Estado (2021), tan solo entre enero y mayo de 2021, en
Puebla, se registraron 771 casos de robo a transeúntes en vía pública.
Esta situación de inseguridad influye en el abandono y
consecuente deterioro del espacio público, situación que se ve acentuada si las
condiciones y calidad de los espacios públicos son malas. Como lo menciona
Bautista (2018), “la falta de mantenimiento por parte del Estado provoca el
abandono paulatino de estos lugares. Los cuales, al sufrir un deterioro
continuo, se van dejando de su uso normal para convertirse en espacios donde
posiblemente se realicen actos delictivos” (p. 3).
Cabe señalar que a los dos anteriores elementos contextuales
(inseguridad y delincuencia) se ha sumado un suceso atípico, la pandemia por
SARS-COV-2 (COVID-19). Si bien la intención de mencionarlo no es para
profundizar en dicho tema, sí queremos resaltar que las medidas de
confinamiento y distanciamiento social han influido en la agudización de las
problemáticas de deterioro, desuso, abandono, inseguridad y delincuencia
existentes en el espacio público. La gente ya tenía miedo a salir debido a la
posibilidad de ser víctima de la delincuencia, sin embargo, ahora también
existe el miedo a salir y contraer la COVID-19, pues como ellos mismos lo
expresan: “Ahora da miedo salir y que te contagien, además las calles están más
solas y por la situación económica de la gente que ya no tiene dinero ni
trabajo sientes que en cualquier momento te pueden asaltar” (Comunicación
personal con J. C. Montes Pesquera, 19 de enero de 2021).
La endeble respuesta gubernamental
En términos sociales y urbanos, Ramírez (2015) nos dice que
hasta años recientes, el espacio público estuvo ausente de las políticas
urbanas y fue concebido como elemento del equipamiento urbano, como espacio
abierto, residual, área verde o también como vía pública, y con un sentido
predominantemente funcional, sin distinción de la multiplicidad de tipos, usos
y calidades ambientales, paisajísticas y patrimoniales. Del mismo modo, ha sido
disociado de la trama de relaciones y prácticas que lo construyen social y
simbólicamente, que lo fortalecen, lo debilitan o lo fragmentan.
En la actualidad, en Puebla, encontramos que el espacio
público es considerado por las autoridades dentro de diversos programas y
propuestas de acción, sin profundizar en acciones y objetivos específicos para
su mejoramiento. Se atienden principalmente los espacios más conocidos,
ubicados principalmente en el centro de la ciudad, pero las colonias, que no
están en la zona central, siguen siendo relegadas.
A nivel federal, contamos con el Programa de Mejoramiento
Urbano impulsado por la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano
(Sedatu), el cual tiene como objetivo transformar
“las ciudades del país a través de las colonias que habían sido históricamente
olvidadas a través de la construcción y rehabilitación de espacios públicos,
así como el mejoramiento y escrituración de viviendas” (Sedatu,
2020, min. 1:20-1:33). En su primera etapa, este programa atendió 16 ciudades
del país, pero dentro de estas la ciudad de Puebla no ha sido incluida hasta el
momento.
A nivel municipal, existe la iniciativa sobre movilidad y
espacio público para una ciudad incluyente, que es parte del Plan municipal de
desarrollo de Puebla, 2018-2021 (H. Ayuntamiento de Puebla, 2018). Aunque su
enfoque está dirigido principalmente hacia el tema de movilidad, presenta
diversas estrategias enfocadas al espacio público centradas en la
implementación de calles peatonales (en el centro histórico), la creación de
planes y programas para mejorar la arborización en vialidades y espacios públicos
bajo los criterios de accesibilidad e inclusión, desarrollar un plan de acción
en materia de donación y fortalecimiento de espacios incluyentes, accesibles,
sustentables y seguros. También se plantean ideas de campañas de
concientización sobre el cuidado e importancia de los espacios públicos y
seguridad con un enfoque de perspectiva de género; lo anterior con una visión
de corresponsabilidad institucional y ciudadana. Lamentablemente, estas
actividades y propuestas solo se enuncian a manera de lluvia de ideas sin
especificar las estrategias para su desarrollo e implementación, lo que provoca
incertidumbre sobre su cumplimiento o ejecución.
Organización social para recuperar el espacio público
Ramírez (2015) menciona
que el espacio público es un reflejo de la relación entre los habitantes, la
ciudad y las instituciones, es decir, de cómo la calidad de los espacios está
en directa dependencia del trabajo conjunto entre autoridades y sociedad civil.
Así, aunque su dotación, mejoramiento y mantenimiento es responsabilidad de las
autoridades en los diferentes niveles gubernamentales, no podemos omitir la
importancia e indispensabilidad de la organización social y participación
ciudadana en la materia. De acuerdo con Bautista (2018), el papel de la
organización social es fundamental para desarrollar estrategias que permitan la
recuperación de los espacios públicos en el corto, mediano y largo plazos. Sin
embargo, existen limitantes en la organización ya que, como anota De los Santos
(2018), la mayoría de los ciudadanos todavía tiene una actitud pasiva y a veces
apática con respecto a la participación para el mejoramiento de sus entornos,
el actuar para la organización ciudadana todavía es reducido. Por su parte,
González (2015) indica que el ciudadano tiene el deber de involucrarse en los
procesos de toma de decisiones que se dan y tienen repercusión en su entorno,
no por ser una obligación, sino porque la ciudadanía consiste en ejercer este
deber. En este último sentido, cada día los habitantes son más conscientes
sobre lo que dice Jacobs (2020) con respecto a la importancia del
involucramiento social para disminuir la inseguridad en las calles:
La paz en las calles y en
las aceras no tiene por qué garantizarse de manera esencial por la policía, por
muy necesaria que ésta sea. Esa paz ha de garantizarla principalmente una densa
y casi inconsciente red de controles y reflejos voluntarios reforzada por la
propia gente. (pp. 57-58)
Además, “el diseño de los espacios públicos debe reconocer y
acoger los requisitos específicos que los habitantes —hombres y mujeres, de
distintas edades— demandan para un adecuado desarrollo de su vida social”
(Segovia y Oviedo 2000, p. 65). En este sentido, los estudios de Duhau y Giglia (2004) muestran que un camino viable para la
expresión y satisfacción de las necesidades de los habitantes, y la
recuperación del carácter heterogéneo del espacio público, es la organización
vecinal y la participación ciudadana.
Por esto, debe quedar clara la importancia del trabajo por
parte de la sociedad para su propio beneficio, sin dejar de lado la
responsabilidad institucional. Si se tienen espacios públicos en buen estado y
de buena calidad, estos probablemente serán más activos y de uso más frecuente.
Cuando el espacio público está ocupado (por habitantes que realizan actividades
dentro de la ley), los vecinos de la zona tienden a sentirse más seguros. En
caso contrario, cuando el espacio público carece de mantenimiento, tiende a
deteriorarse y por lo tanto a abandonarse paulatinamente, aumentando las
posibilidades para que sucedan actos delictivos (Bautista, 2018).
Jardines de San Manuel, una colonia en proceso de
deterioro
La colonia Jardines de
San Manuel tiene sus orígenes entre la década de los años 50 y 60, en lo que en
ese entonces eran los límites en el sur oriente de la ciudad de Puebla, México
(figura 1). Su traza urbana está bien definida, es predominantemente ortogonal
y con un orden claro entre sus vialidades, así como manzanas bien delimitadas
con una medida promedio de 13 480 m2. El nombre de jardines se debe
a que cuenta con 50 espacios públicos —parques jardín— de entre 1400 m2
y 1600 m2 cada uno. En su momento, la zona fue habitada
mayoritariamente por familias jóvenes. Fueron ellos quienes desarrollaron una
fuerte vinculación entre las mismas familias. Los parques jardín jugaron un
papel fundamental para la socialización. Los siguientes comentarios dan cuenta
de ello: “los niños se la pasaban todo el día jugando en el parque o andando en
bicicletas” (comunicación personal con J. C. Montes Pesquera, 25 septiembre de
2019), “de adolescentes salíamos a platicar al parque, a caminar o a llevar a
los más pequeños de la casa a jugar” (comunicación personal con J. C. Montes
Pesquera, 8 junio de 2021).
Figura 1. Ubicación de la colonia
Jardines de San Manuel
Fuente. Elaboración propia.
En la actualidad, las dinámicas en la colonia han cambiado.
Hay 12 812 habitantes de los cuales el 20 % tiene una edad que oscila entre los
50 a los 59 años y el 11 % son mayores de 60, mientras que la población en edad
escolar de 14 a 29 años es de 22 % (Inegi, 2016).
Esto significa que hay un envejecimiento de la colonia y aunque en las calles
predomina la población estudiantil debido a la presencia de 43 instituciones
educativas, incluido el campus de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla)
dentro de la colonia (Inegi, 2016), esta utiliza los
espacios públicos como lugares de paso.
El uso de suelo es mixto, predominan las viviendas
unifamiliares y se observa la construcción reciente de algunos complejos de
departamentos. Se han desarrollado comercios de barrio y pequeñas plazas
comerciales, servicios variados y las anteriormente mencionadas instituciones
educativas que van desde maternal hasta la universidad.
A pesar de contar con un gran número de espacios públicos
(parques/jardín), estos casi no son utilizados por los habitantes de la colonia[1],
de manera que actualmente el 78 % de los espacios se encuentran en estado de
deterioro y abandono. La principal causa es el poco mantenimiento, y en algunos
casos que no están habilitados para realizar actividades específicas que
demandan los vecinos como las deportivas, de esparcimiento, culturales, etc.
convirtiéndolos en espacios meramente de tránsito. De acuerdo con los estudios
de Robles (2021), el 100 % de los habitantes encuestados consideran los parques
como espacios de gran importancia en la colonia, el 74 % piensa que están
deteriorados (descuidados o abandonados) y comentan que no los usan porque se
sienten inseguros (de ser asaltados) y por las malas condiciones de estos.
Otros anhelan volver a ellos como lo observamos en el siguiente comentario “los
considero importantes y quisiera poder disfrutarlos [a los espacios públicos],
poder estar tranquila en ellos, relajarme y contemplar la vegetación”
(comunicación personal con J. C. Montes Pesquera, 24 de junio de 2021).
Como parte del acercamiento que se tuvo con los vecinos se
realizaron recorridos de campo que culminaron en la elaboración de propuestas
por parte de ellos para definir lo que querían hacer con sus espacios públicos.
Entre las más destacadas están: destinar áreas específicas para mascotas (con
mobiliario especializado), la creación de una ciclopista
que conectara algunos parques, el rediseño de las vialidades para la
priorización del peatón e implementar espacios deportivos de bajo costo, por
ejemplo, uno de los vecinos comentó que bastaba con ubicar “unos postes para
poder amarrar una red de voleibol, ya no como algo de alto rendimiento, pero sí
para poder pasar el rato y convivir entre vecinos los fines de semana”
(comunicación personal con J. C. Montes Pesquera, 29 de septiembre 2019).
Cabe mencionar que entre 2018 y 2019, se intervino un tramo
de la calle 18 sur como parte de las obras de mejoramiento por parte del
ayuntamiento, sin embargo, en general los vecinos no fueron avisados y mucho
menos consultados para la realización de estas obras.
Los jardines de San Manuel en condiciones propicias
para delinquir
En los espacios públicos
de la colonia podemos encontrar las siguientes condiciones que han derivado en
su deterioro y que han contribuido a generar condiciones propicias para
delinquir: Malas condiciones para la
accesibilidad y movilidad. En el caso de las banquetas, estas presentan
daños considerables, principalmente los tramos que deberían permitir el acceso
a los parques de la colonia. También en estas se presentan obstáculos de
circulación, rampas para autos con pendientes exageradas, desniveles, escalonamientos,
etc. Si consideramos que un porcentaje elevado de la población es de adultos
mayores podemos notar que esta problemática resulta una limitante importante
para acceder a los espacios públicos (figura 2).
Figura 2. Malas condiciones de
accesibilidad
Fuente. Fotografía de Juan
Carlos Montes Pesquera (2019).
Escaso mantenimiento en áreas verdes. Los parques de la
colonia reciben mantenimiento cada 6 u 8 meses por parte de la administración
municipal. Cabe aclarar que no se hace en el mismo periodo de tiempo a los 50
parques/jardines, y aunque todos en algún momento reciben mantenimiento, en ocasiones
estos deben ser reportados por los vecinos para que sean atendidos, es decir,
no están programados de manera sistemática. Esto provoca dificultades para
desplazarse por ellos, principalmente en temporada de lluvias, y dificulta la
visibilidad en los mismos, debido al crecimiento de la vegetación (figura 3).
Según testimonios de vecinos de la zona, esto es aprovechado por delincuentes
que utilizan dichos espacios para realizar actividades ilícitas o a su vez
funciona como escondite para quienes ya delinquieron.
Figura 3. Escaso
mantenimiento en áreas verdes
Fuente. Fotografía de Juan Carlos Montes Pesquera (2019).
Las malas condiciones de la infraestructura y
servicios. Esto provoca que los espacios públicos, específicamente
parques y jardines, dejen de ser atractivos para los usuarios. En consecuencia,
los espacios se vuelven oscuros en las noches y en ocasiones toman la función
de tiraderos de basura (figura 4). Destaca el siguiente comentario de uno de
los vecinos, “yo he pedido a las personas que se encargan de recoger la basura
que se lleven lo que algunos vienen a dejar tirado ahí, pero no lo hacen o
dejan una parte” (comunicación personal con J. C. Montes Pesquera, 22 de
septiembre de 2019).
Figura 4. Escaso
mantenimiento y falta de servicios como recolección de basura
Fuente. Fotografía de Juan Carlos Montes Pesquera (2019).
Al presentar estas condiciones, se hacen notorias algunas
razones fundamentales de su abandono paulatino y nos recuerda la siguiente
afirmación de Jacobs (2020, p. 120) “la gente no usa espacios abiertos urbanos
simplemente porque estén cerca de sus viviendas”. No importa que tan cerca
estén los espacios públicos de los usuarios, si sus condiciones no son
adecuadas y estos no son atractivos para los mismos, terminarán siendo espacios
perdidos. Si bien tomamos en cuenta la idea de que “una calle muy frecuentada
tiene posibilidades de ser una calle segura. Una calle poco concurrida es
probablemente una calle insegura” (Jacobs, 2020, p. 61). Esto también aplica al
resto de los espacios públicos. Un espacio público que no resulta atractivo
para el usuario puede convertirse en un espacio inseguro debido a la falta de
vida pública en él, lo que se traduce en la carencia de la vigilancia que
ejercen los mismos usuarios con el simple hecho de estar ahí.
En la investigación, observamos que los actos delictivos más
frecuentes se encuentran principalmente al interior de la colonia, donde hay
menos actividad y menos movilidad (figura 5). En estos lugares, los delitos que
más se cometieron entre el 2016 y 2019 de acuerdo con información de los
vecinos fueron: el asalto a transeúnte, robo a casa habitación, robo a comercio
y robo de autopartes. Esto confirma la aseveración que hace Aguirre-Ramírez
(2012, p. 17) cuando dice que “en una ciudad con manifestaciones de violencia
urbana, la sensación de temor y de inseguridad son tal vez los elementos que
más cohíben a la población de salir a la calle y, a la vez, hacer una
utilización consciente, continua y responsable de los espacios públicos”.
Figura 5. Delitos cometidos en
Jardines de San Manuel
Fuente. Elaboración propia.
La endeble organización vecinal
En la colonia Jardines de
San Manuel, existe la organización vecinal registrada oficialmente ante el
municipio de Puebla como Mesa Directiva. Al mismo tiempo se cuenta con diversos
grupos organizados, independientes de la Mesa Directiva, al interior de la
colonia que se reúnen por calle para tratar problemas específicos de su sector.
La Mesa Directiva
Tuvo sus inicios en el año 2019. Está conformada por 5
miembros titulares y 5 suplentes, con los cargos de presidente, secretario,
tesorero y dos vocales. Trabajan juntamente con grupos pequeños de habitantes
de la colonia (esto debido a la falta de un medio de comunicación oficial con
el resto de los habitantes de la colonia y al desinterés o desconfianza por
parte de algunos vecinos). Se han enfocado en elaborar un plan de trabajo para
la colonia, así como atender inquietudes de algunos vecinos.
A finales de 2019, se renovó la Mesa Directiva, casi al
mismo tiempo en que inició la pandemia por SARS-COV-2, situación que ha
dificultado su actividad. No obstante, han buscado tener una estructura
descentralizada que facilite la comunicación, articulación y desarrollo de
acciones, así como despertar el interés de participación por parte de los
vecinos. La idea es conformar células autogestoras divididas por zona (18 en
total) y a su vez estas se dividirán por calle.
Lamentablemente, hasta la fecha solo se cumplió con la
consolidación de 2 de los 18 grupos autogestores debido a las ya mencionadas
complicaciones de la pandemia y las condiciones de aislamiento que generó. A
pesar de esto, se consolidó un plan de 27 propuestas para la gestión que se
pueden clasificar en tres ámbitos:
Mejoramiento urbano: incluye el
mantenimiento de calles interiores, señalética nueva, así como la recuperación
de la señalética histórica; la reparación de banquetas, pintura para
guarniciones y la adecuación del equipamiento urbano para generar áreas de
convivencia (instalación de botes de basura, acondicionamiento y mantenimiento
de canchas, mantenimiento de áreas verdes, revisión de luminarias, asignación
de vocación o función específica para los parques y la construcción de un
centro de desarrollo comunitario).
Gestión y regulación: regulación de elementos
irregulares dentro de la colonia (topes, rejas que corten vialidades y de
delimitadores de los parques), de estacionamientos[2], de
actividades comerciales en vía pública, de bares, de uso de suelo (se propone
la elaboración de un plan parcial). También incluyen normalización y
mantenimiento a placas, consolidación de vectores de proximidad, auditoría
ciudadana a los servicios de agua, así como la implementación de una cultura de
reciclaje.
Seguridad y protección
civil: consiste en la instauración de programas vecinales de
reacción ante el delito, junto con la implementación de alarmas y cámaras de
seguridad y la generación de caminos seguros; la instalación de medios
auxiliares de vigilancia en calles interiores de Jardines de San Manuel y la
generación de comités para la participación en cuestiones de protección civil.
Además, la Mesa Directiva plantea intervenciones al espacio
público por medio del urbanismo táctico. Dicho plan tiene siete ejes
principales, los cuales son:
1.
Mejoramiento de movilidad entre parques.
2.
Intervenciones artísticas en paredes de calles y
jardines.
3.
Implementación de estructuras desmontables que
funcionen como escenarios para presentaciones artísticas.
4.
Impulso al comercio local mediante mercados orgánicos
(en los parques).
5.
Implementación de vías recreativas.
6.
Programas de activación física.
7.
Creación de un centro de desarrollo comunitario.
Se observa que las propuestas se presentan como una lluvia
de ideas con el afán de ponerlas a discusión. Hasta el momento han sido
presentadas y analizadas por un grupo reducido de habitantes de la colonia.
Esto se debe, en gran medida, a que existe un desinterés generalizado de
participación, ya que enfocan su participación casi de manera exclusiva a
cuestiones de seguridad pues son las que consideran que más les afectan;
minimizando la importante relación que guardan las condiciones del espacio
público con la inseguridad. Como comenta uno de los miembros de la Mesa
Directiva, “[los vecinos] se organizan por miedo [refiriéndose a las
condiciones de inseguridad por la delincuencia] y no necesariamente con una
intención de ejercer o construir ciudadanía” (comunicación personal con J. C.
Montes Pesquera, 23 septiembre de 2020).
Aunado a lo anterior, el representante de la Mesa Directiva
ha demostrado un fuerte interés por articularse con el sector público,
particularmente al Instituto Municipal de Planeación (Implan) y con la Facultad
de Arquitectura de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (FA-BUAP). A
pesar de que hay apertura por parte del Implan, su compromiso para la
colaboración se ha limitado a facilitar la información para que la FA-BUAP
pueda realizar trabajos técnicos. Por su parte la presencia de la FA-BUAP ha generado
una situación de confianza por parte de los habitantes al tener la seguridad
del apoyo técnico y también porque consideran que es un vínculo confiable con
las autoridades. Desafortunadamente, a pesar del interés de colaborar con los
habitantes y el Implan, ante los factores condicionantes de la pandemia, los
diagnósticos urbanos avanzan lentamente. Esta situación ha disminuido el
interés del trabajo colaborativo de algunos miembros de la Mesa Directiva.
El problema no se queda solo con la apatía ante la
participación, sino que también hace notoria la falta de comunicación entre los
habitantes de la colonia ya que muchos desconocen la existencia de una mesa
directiva. Ante esta situación han surgido grupos autogestores, completamente
independientes de la Mesa Directiva.
Grupos independientes
La desarticulación entre la Mesa Directiva de la colonia con
la mayoría de los vecinos dio paso a la formación de grupos vecinales más
reducidos, los de zona, que abarcan áreas específicas y los cuales están
organizados por calle. Ambos son independientes de la estructura general que
plantea la Mesa Directiva. Cabe señalar que estos grupos llegan a ser atemporales
o esporádicos y permanecen mientras solucionan o mitigan alguna problemática.
Ejemplo de estos grupos son el grupo Alerta San Manuel y el de calle, SOS Vecinos Yaqui SM-SF. Por lo general, solo trabajan en torno a
la problemática de inseguridad que les causa temor de salir a la calle. Para
ello, han establecido sus propias estrategias de acción, como la instalación de
redes de alarmas con controles remotos, el modo de reacción ante la mismas y
las recomendaciones habituales: no salir muy tarde a la calle y hacerlo
preferentemente acompañados, etc., dejando de lado otros aspectos como el
mantenimiento y mejoramiento. El principal canal de comunicación que utilizan
es mediante grupos de WhatsApp.
Los grupos no cuentan con una estructura organizacional
definida, no tienen un liderazgo, tampoco cuentan con comitivas encargadas de
asuntos específicos y la organización es esporádica sin reglas bien
establecidas. Lo único que se controla son los tipos de publicaciones
permitidas en el grupo, las maneras de responder o los requisitos para ingresar
al grupo.
El grupo de SOS
Vecinos Yaqui SM-SF desarrolla estrategias cortoplacistas; su comunicación
es principalmente interna, sin tenerla con otros grupos o con el sector
público, la mayoría de sus miembros tienen una participación pasiva,
principalmente cuando es presencial (figura 6). Su participación se limita a
comunicar, vía WhatsApp, reportes de accidentes y delitos en proceso o
cometidos en la zona, reporte de situaciones sospechosas para los integrantes
de dichos grupos, compartir información relevante, aportar ideas y opiniones
sobre temas que competen a la colonia, entre lo más destacado.
Figura 6. Reunión de vecinos del
grupo SOS Vecinos Yaqui SM-SF
Fuente. Fotografía de Juan Carlos
Montes Pesquera (2019).
Conclusiones
El estudio en la colonia Jardines de San Manuel confirma que
el espacio público es valorado por las personas como lugar de encuentro y de
cohesión social a pesar de situaciones de contexto que limitan y a veces anulan
su uso continuo, particularmente la delincuencia. Se encontró que en las calles
de mayor uso del espacio público la posibilidad de ser víctima de un delito es
menor, es decir, los ojos del transeúnte son un factor inhibidor de la
inseguridad.
En colonias en proceso de envejecimiento como San Manuel, el
espacio público influye fuertemente en transmitir la identidad de generación en
generación y subyace en los habitantes herederos de este espacio quienes tratan
de revivirlo a través de su uso esporádico.
Por su parte, la acción gubernamental para mantener vivo el
espacio público se realiza mediante operaciones específicas pero suele ser
mínima y cuestionable. El sector público simplemente “cumple” con acciones
esporádicas de mantenimiento aunque su discurso favorece el mejoramiento de los
espacios públicos. Es decir, la acción gubernamental sigue enfocándose más en
sus acciones discursivas que operativas. Esta situación debilita la posibilidad
de mejorar y recuperar el espacio público así como de establecer vínculos
sólidos entre el sector público con el social.
Las condiciones de contorno referidas a la pandemia
SARS-COV-2 han influido fuertemente en el miedo para permanecer en los espacios
públicos por largo tiempo, contribuyendo a la agudización de su deterioro y
abandono, y a construir un escenario favorable para cometer actos ilícitos.
Esto, podríamos decir, es una construcción social negativa del espacio público
que puede conducirlo, en algunos casos, a su abandono total.
A pesar de lo anterior, se encuentran acciones de
resistencia por parte de los vecinos, a través de la organización vecinal,
quienes intentan recuperar sus espacios públicos, para volver a vivirlos y
volver a ser parte cotidiana de ellos. Los elementos coyunturales de
delincuencia y pandemia han sido detonadores de la organización espontánea por
calles, al margen de la organización formal (la Mesa Directiva).
Destaca la urgente necesidad de cohesionar acciones entre la
organización formal con los grupos organizados por calle ya que se encontraron
profundas debilidades de comunicación y desarticulación entre ellos, y al mismo
tiempo se identificaron propuestas comunes que podrían impulsarse de manera
coordinada.
La presencia universitaria resulta un aliado de confianza y
de largo plazo con los habitantes, sin olvidar que contribuye no solo
técnicamente, sino también como orientador y concientizador
sobre la importancia del sujeto como parte del espacio y sus procesos, tanto de
deterioro como de recuperación. En contraparte, aunque se vislumbra un interés
por parte del sector público este es superfluo y acotado.
El espacio público puede mutar en función de cómo los
habitantes lo construyen o deconstruyen, a través de los diferentes usos que le
dan pero también a partir de la acción pública (o no) que se da en ellos y de
las diferentes situaciones coyunturales de contexto. Para ello, la organización
vecinal se manifiesta como un motor base necesario que, en colaboración con las
autoridades e instituciones educativas, puede generar estrategias para su
recuperación y reactivación.
Finalmente, a partir de esta investigación, se identificaron
vacíos de información sobre estudios en Puebla que analicen la inversión y
financiamiento en el espacio público, así como las estrategias y medios de
comunicación digitales para la integración de grupos organizacionales
desarticulados a escala barrial. Realizar estudios en estos sentidos ayudaría a
seguir avanzando en el conocimiento de los procesos sobre cómo mejorar las
condiciones del espacio público, principalmente en la pequeña escala.
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1. Adam Dulin. (2023). Community capacity and the reporting of extortion victimization. International Journal of Comparative and Applied Criminal Justice, , p.1. https://doi.org/10.1080/01924036.2023.2271985.
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