Orígenes de la fragmentación espacial en Bogotá 1940-1970. Aportes para la reflexión sobre ciudades latinoamericanas
Origins of Spatial Fragmentation in Bogotá, 1940-1970. Contributions to a Reflection on Latin American Cities
Origens da fragmentação espacial em Bogotá, 1940-1970. Contribuição para a reflexão sobre cidades latino-americanas
DOI:
https://doi.org/10.15446/cep.v9n1.98338Palabras clave:
América Latina, centros urbanos, história urbana, semiologia, sociologia urbana (es)Latin America, urban centers, urban history, semiology, urban sociology (en)
América Latina, centros urbanos, história urbana, semiologia, sociologia urbana (pt)
Este artículo problematiza la noción de fragmentación espacial en ciudades latinoamericanas. Para ello, aborda el tema de la desarticulación urbana desde un enfoque semiótico y sociohistórico de la ciudad de Bogotá. Presenta las raíces de este fenómeno y sus principales expresiones en la centralidad urbana de la capital colombiana entre los años 40 y 70. Se concluye que la fragmentación no es un fenómeno propio del urbanismo neoliberal, sino que se originó en la conflictiva y excluyente modernización de la ciudad en las primeras décadas del siglo XX, cuando las estructuras asociativas históricas se vieron amenazadas por nuevas fuerzas de cambio. El estudio sugiere elementos teórico-metodológicos para establecer formas alternativas de comparación socioespacial y diálogos entre diferentes referentes urbanos de la región.
This article problematizes the notion of spatial fragmentation in Latin American cities. To achieve this, it addresses the issue of urban disarticulation from a semiotic and sociohistorical approach to the city of Bogotá. It presents the roots of this phenomenon and its main expressions in the urban centrality of the Colombian capital between the 40s and 70s. It is concluded that fragmentation is not a typical phenomenon of neoliberal urbanism but one that originated in the conflicting and excluding modernization of the city in the first decades of the 20th century. New forces of change threatened the historical associative structures. The study suggests theoretical and methodological elements to establish alternative forms of socio- spatial comparison and dialogue between different regional urban references.
Neste artigo, ó problematizada a noção de fragmentação espacial em cidades latinoamericanas. Para isso, o tema da desarticulação urbana ó abordado a partir de uma abordagem semítica e sócio-histórica da cidade de Bogotá, Colômbia. São apresentadas as origens desse fenômeno e suas principais expresses na centralidade urbana da capital colombiana entre 1940 e 1970. Concluísse que a fragmentação não só um fenômeno próprio do urbanismo neoliberal, mas sim que se originou na conflitosa e excludente modernização da cidade nas primeiras décadas do século XX, quando as estruturas associativas históricas se viram ameaçadas por novas forτas de mudança. Neste estudo, são sugeridos elementos teórico-metodológicos para estabelecer formas alternativas de comparação socioespacial e diálogos entre diferentes referentes urbanos da região.
Orígenes de la fragmentación espacial en Bogotá
1940-1970. Aportes para la reflexión sobre ciudades latinoamericanas
Camilo Arturo Jiménez González. Doctor de la Bauhaus-Universität Weimar. Profesor de tiempo completo de la
Universidad Antonio Nariño y miembro del Grupo de Investigación Ciudad, Medio
Ambiente y Hábitat Popular, Bogotá, Colombia. ORCID:
http://orcid.org/0000-0001-9297-7844 Correo electrónico: cjimenez68@uan.edu.co
Natalia Teresa Berti. Doctora de la
Friedrich-Schiller-Universität Jena. Profesora
principal, Universidad del Rosario, Escuela de Ciencias Humanas; miembro del
Grupo de Investigación en Ética Aplicada, Trabajo y Cambio Social, Bogotá,
Colombia. ORCID: http://orcid.org/0000-0002-9865-8243 Correo electrónico:
natalia.berti@urosario.edu.co
Recibido: 10 de septiembre de 2021 |
Aceptado: 5 de diciembre de 2021 |
Aprobado: 4 de abril de 2022 |
Resumen
Este artículo
problematiza la noción de fragmentación espacial en ciudades latinoamericanas.
Para ello, aborda el tema de la desarticulación urbana desde un enfoque
semiótico y sociohistórico de la ciudad de Bogotá. Presenta las raíces de este
fenómeno y sus principales expresiones en la centralidad urbana de la capital
colombiana entre los años 40 y 70. Se concluye que la fragmentación no es un
fenómeno propio del urbanismo neoliberal, sino que se originó en la conflictiva
y excluyente modernización de la ciudad en las primeras décadas del siglo XX,
cuando las estructuras asociativas históricas se vieron amenazadas por nuevas
fuerzas de cambio. El estudio sugiere elementos teórico
metodológicos para establecer formas alternativas de comparación
socioespacial y diálogos entre diferentes referentes urbanos de la región.
Palabras clave: América Latina, centros
urbanos, historia urbana, semiología, sociología urbana.
Origins of Spatial
Fragmentation in Bogotá, 1940-1970. Contributions to a Reflection on Latin
American Cities
Abstract
This
article problematizes the notion of spatial fragmentation in Latin American
cities. To achieve this, it addresses the issue of urban disarticulation from a
semiotic and sociohistorical approach to the city of Bogotá. It presents the
roots of this phenomenon and its main expressions in the urban centrality of
the Colombian capital between the 40s and 70s. It is concluded that
fragmentation is not a typical phenomenon of neoliberal urbanism but one that
originated in the conflicting and excluding modernization of the city in the
first decades of the 20th century. New forces of change threatened the
historical associative structures. The study suggests theoretical and
methodological elements to establish alternative forms of socio-spatial
comparison and dialogue between different regional urban references.
Keywords:
Latin America, urban centers, urban history, semiology, urban sociology.
Origens da fragmentação
espacial em Bogotá, 1940-1970. Contribuição para a reflexão sobre cidades
latino-americanas
Resumo
Neste
artigo, é problematizada a noção de fragmentação espacial em cidades latinoamericanas. Para isso, o tema da desarticulação
urbana é abordado a partir de uma abordagem semiótica e sócio-histórica da
cidade de Bogotá, Colômbia. São apresentadas as origens desse fenômeno e suas
principais expressões na centralidade urbana da capital colombiana entre 1940 e
1970. Conclui-se que a fragmentação não é um fenômeno próprio do urbanismo
neoliberal, mas sim que se originou na conflitosa e excludente modernização da
cidade nas primeiras décadas do século XX, quando as estruturas associativas
históricas se viram ameaçadas por novas forças de mudança. Neste estudo, são
sugeridos elementos teórico-metodológicos para estabelecer formas alternativas
de comparação socioespacial e diálogos entre diferentes referentes urbanos da
região.
Palavras-chave:
América Latina, centros urbanos, história urbana, semiologia, sociologia
urbana.
Introducción
El concepto de fragmentación en el marco latinoamericano ha
sido asociado principalmente a los efectos de la globalización y, en ese
contexto, se ha utilizado para abordar temáticas tales como las
transformaciones socioeconómicas de los territorios, las políticas públicas,
las nuevas formas de gobernanza urbana, la desintegración social y la
desarticulación urbana, entre otras (Prévôt-Schapira
y Cattaneo Pineda, 2008). El presente artículo se
enfoca en el problema de la desarticulación urbana desde un enfoque semiótico y
sociohistórico de la ciudad, y plantea que la fragmentación de las grandes
ciudades de América Latina es una característica sociocultural —y no una
anomalía o irregularidad— cuyo origen es previo a la introducción y aplicación
de políticas neoliberales desde los años 80 en la región[1].
En este sentido, el objetivo principal fue presentar las
raíces del fenómeno de la fragmentación espacial para reenfocar de forma
crítica caracterizaciones recientes del espacio metropolitano en las grandes
ciudades latinoamericanas. Para ello, este artículo se centró en el periodo
comprendido entre los años 40 y 70 del siglo XX en la ciudad de Bogotá, se
identificaron las principales contradicciones socioespaciales y se expusieron
los efectos de tales contradicciones en la estructura urbana de la capital colombiana
durante ese periodo.
El principal argumento consistió en que entre los años 40 y
70 del siglo XX se desenvolvió espacialmente la crisis de la centralidad urbana
de Bogotá. Durante estas tres décadas, se apreciaron fuertes contradicciones
socioespaciales relacionadas con el esfuerzo de La Hacienda por mantenerse como
la estructura asociativa dominante tras el proceso de modernización
desarrollado durante la llamada Revolución en Marcha en la década de los años
30. La Hacienda se refiere acá a una estructura asociativa comunitaria que rige
las relaciones sociales a partir del ejercicio de una hegemonía espacial.
Hegemonía con la cual se retiene el predominio cultural y político de ciertos
actores sobre la base de un consenso, para el cual era fundamental la presencia
de ciertos signos urbanos en la ciudad[2]. En este
sentido, se observó, en medio de un periodo de violencia intenso, la aplicación
conflictiva de estrategias direccionadas a modernizar el centro de Bogotá y, al
mismo tiempo, ratificarlo como el principal núcleo de poder del país. Esto sin
comprometer relaciones sociopolíticas tradicionales ni sus respectivas
representaciones en el espacio urbano.
Al término de este periodo, el resultado fue una nueva
estructura urbana caracterizada por una fragmentación espacial que incluyó: 1)
un fuerte antagonismo entre signos espaciales seculares y sagrados; 2) la
yuxtaposición de subcentros que concentran y simbolizan las prácticas del
intercambio, la religiosidad y el ejercicio del poder político; y 3) una fuerte
polarización social, funcional y simbólica del territorio urbano. Estas
características definieron las pautas de fragmentación espacial que se profundizaron
con las políticas de desregulación del uso del suelo en las décadas
posteriores.
El artículo concluyó que la fragmentación no fue un proceso
reciente introducido por la desregulación neoliberal del suelo, sino que tuvo
su origen en un proyecto modernizador excluyente. La materialización de dicha
modernización a través de diferentes estrategias urbanas reveló las grandes
contradicciones de un proyecto que, aunque hacía referencia a la masificación
del acceso a la ciudad, desde su inicio beneficiaba a una minoría y solo
transformó algunas áreas de la vida cotidiana. Esto sin poner en riesgo la
espacialidad y la continuidad de valores tradicionales que eran útiles al grupo
en el poder como la lealtad policlasista, la
obediencia, etc. Como resultado, al final de la década de 1970, se apreció una
estructura paradójica, es decir, un centro que vinculaba de forma fragmentaria
diferentes nodos caracterizados por rasgos espaciales afines a la iconografía
del poder. La ambigua jerarquía socioespacial de este centro orientó el
siguiente periodo de desarrollo de la ciudad caracterizado por la desregulación
y el agudizamiento de la fragmentación urbana.
El artículo aporta elementos para el estudio de otros
centros urbanos en Latinoamérica y, en paralelo, replanteó generalizaciones
hechas en décadas anteriores a partir de principios de análisis propios de la
ecología humana (Bähr y Mertins,
1995; Borsdorf, 2002 y Janoschka, 2002).
Particularmente, se podrían generar comparaciones entre ciudades donde fueron
exitosas las formas de asociación de la encomienda y la hacienda, y sus
contradicciones socioespaciales, y observar las variaciones en su historia, por
ejemplo, en referencia al manejo diferenciado de las crisis urbanas.
La identificación y caracterización del Centro Modernizador
de La Hacienda de Bogotá fue el resultado de una reconstrucción históricosemiótica que implicó la comprensión de procesos
de producción y de asignación de sentido a elementos estructurantes de la
ciudad de Bogotá. Se analizaron fuentes secundarias y primarias, aplicando los
conceptos de centralidad urbana premoderna, moderna y posmoderna (nociones
asociadas al dualismo de comunidad y sociedad), así como una tríada analítica
elaborada a partir de las contribuciones de Gottdiener
(1986), Harvey (1989), Lefebvre (1991) y Hassenpflug
(2010). Esta tríada está compuesta por las categorías de signos espaciales,
prácticas espaciales y representaciones del espacio. Los signos espaciales se
refieren a elementos urbanos significantes que denotan, ya sea de forma
icónica, indicial o simbólica un significado que está
abierto a la interpretación por los diferentes actores individuales y
colectivos de la sociedad. Las prácticas espaciales tienen que ver con usos empíricos
cotidianos del espacio que se analizan a través de las subcategorías de la
organización y el trabajo en red, el mantenimiento de flujos, el (des)uso de
espacios, el control y las representaciones mentales del espacio. Finalmente,
la dimensión conceptual de la significación se aborda a través de las
representaciones del espacio, las cuales son connotaciones intersubjetivas que
buscan controlar el espacio en general a través de discursos y códigos diversos
producidos desde ámbitos privilegiados de la sociedad.
Principalmente, se desarrollaron observaciones en campo, se
articularon textos clásicos de cultura urbana latinoamericana (Romero, 2004 y
Rama, 2004), historia social y crítica literaria colombiana (Guillén, 1979;
Misas, 2002 y Neira 2004), así como fuentes diversas (por ejemplo: memorias,
discursos, normativas y planes oficiales) acerca de procesos y transformaciones
urbanas en Bogotá desde el siglo XVI hasta los años 70 del siglo XX. Además, se
hizo una observación o lectura de los espacios físicos entendidos como
detonantes de significado. Finalmente, se realizaron diagramas para sintetizar
el análisis, metodología tomada de la práctica del diseño urbano.
Esta estrategia teórico-metodológica permitió hacer énfasis
en la dimensión comunicativa del espacio y la atribución de sentido, al tiempo
que identificó relaciones entre fragmentos urbanos, esto es, elementos que a
nivel funcional o morfológico parecen inconexos o arbitrarios, pero que a nivel
semiótico permiten conocer la estructura socioespacial y los consensos que las
sostienen. La reconstrucción históricosemiótica
implicó la comprensión de procesos de producción y de asignación de sentido a
elementos estructurantes de la ciudad de Bogotá en el periodo 1940-1970.
Contradicciones socioespaciales fundantes de la
fragmentación espacial en el caso de Bogotá
El concepto de La Hacienda retomado en este análisis
espacial partió de la recuperación que realizó Guillén (1979) de los principios
teóricos de Ferdinand Tönnies y Max Weber, particularmente los tipos ideales de
comunidad y sociedad. En este binomio, el concepto de La Hacienda se refiere a
una forma comunitaria de relaciones sociales que emerge tras la crisis de La
Encomienda luego de una revolución demográfica que incluyó un proceso de
transculturación entre los siglos XVII y XVIII, pero que no implicó ningún tipo
de “cambio tecnológico abrupto o uso capitalista del plusvalor” (Guillén, 1979,
p. 134). Este fenómeno se inscribió en la formación de una nueva sociedad
criolla en América Latina que, de acuerdo con Romero (2004), coincidió con la
difusión del mercantilismo en la región y la subsecuente formación de elites
enraizadas en el subcontinente.
El pasaje de La Encomienda a La Hacienda se asocia también
al hecho de que, a mediados del siglo XVII, la reducción de la población
indígena afectó la capacidad de recolección de tributos y, por lo tanto, la
forma de vida ociosa de la nobleza hispánica. Esta situación trajo aparejada
una fuerte presión social sobre la propiedad de la tierra. La tierra no era
solo un elemento esencial para la supervivencia de la mayoría de la población,
también constituía un elemento clave para lograr la emancipación de las diferentes
formas de subyugación propias de La Encomienda debido a sus características
semióticas. En otras palabras, la propiedad de la tierra en la sociedad ibérica
significaba ‘grandeza’, ‘pureza de sangre’ y ‘prestigio y poder social’ al
tiempo que permitía la reproducción de valores nobles. Así mismo, fue posible
la captura de los cabildos por los antiguos encomenderos lo que les facilitó
obtener títulos sobre tierra rural vacante u ocupada por nativos y controlar el
producto del trabajo de la nueva población ‘libre’. Así, emergieron grandes
terratenientes o hacendados que mantenían relaciones paternalistas con
aparceros forzados a proveerles una amplia gama de servicios, relación poco
distante de La Encomienda.
La estructura de La Hacienda fue exitosa para dirigir y
limitar la movilidad social por medio del control social y político y, de esta
manera, impidió el desarrollo de estructuras asociativas alternativas como las
de comerciantes y artesanos. Cabe destacar que, en Colombia, a pesar de las
guerras civiles y transformaciones políticas, esta forma de asociación se
mantuvo a lo largo del siglo XIX.
En las primeras décadas del siglo XX, emergieron fuerzas
asociativas divergentes frente a las cuales el grupo en el poder reelaboró el
proceso de “socialización controlada” (Guillén, 1979) por medio de la captura
de dichas fuerzas a fin de evitar la lucha social y mantener los valores y
relaciones sociales que históricamente caracterizaron a La Hacienda como la
obediencia, el conformismo, las estructuras jerárquicas de parentesco y la
retórica del autoritarismo en un contexto en el que emergía el proteccionismo
de la industria colombiana. De esta manera, se estableció una coalición
política de figuras liberales moderadas como Enrique Olaya Herrera y Alfonso
López Pumarejo para hacer frente a la actividad sindical y responder al miedo
que tenían los hacendados de confrontar las demandas de quienes retornaban de
la ciudad al campo. Hecho que, de acuerdo con Guillén (1979), se tradujo en el
diseño y aplicación de reformas urbanas y rurales que no amenazaban el statu quo.
Estos procesos se evidenciaron a través de ciertos ajustes y
la conservación de características tradicionales del espacio urbano de Bogotá.
En este sentido, es importante señalar que, esto tuvo lugar tras evitar en los
años 20 la inclusión de nueva población por medio de una implementación
incompleta o prácticamente una total omisión de planes de expansión urbana,
particularmente como ocurrió con el plan Bogotá Futuro. Luego, se realizaron
algunas concesiones socioterritoriales durante la
llamada Revolución en Marcha en la década de los 30, como
por ejemplo, la construcción fragmentaria de vivienda obrera y la construcción
de la Universidad Nacional de Colombia, entre otros. En los años más intensos
de La Revolución en Marcha, se identificaron tres aspectos con respecto a esta
tendencia en la planificación urbana. Primero, hubo una concesión parcial de
derechos a trabajadores y empleados para quienes se constituyeron espacios
urbanos socialmente homogéneos llamados barrios obreros y casas para empleados,
separados entre sí y apartados de los nacientes barrios residenciales de las
clases altas. Segundo, surgió una clara distinción de prácticas espaciales
colectivas, particularmente con la separación de espacios destinados a la
política y la religiosidad de aquellos destinados a las actividades comerciales
vinculadas a la industrialización por sustitución de importaciones (XVIII).
Esta separación morfológica, funcional y de ubicación aseguró el mantenimiento
de la jerarquía semiótica y la aparente pureza de los espacios de la política y
la religiosidad. Esta configuración se observa en la yuxtaposición de la Plaza
de Bolívar y el nuevo nodo que emergió en el cruce de la Avenida Jiménez y la
Carrera Séptima. Una superposición hipotética de las prácticas religiosas,
políticas y comerciales podría haber amenazado el código del principal signo
espacial de La Hacienda: La Plaza de Bolívar (antigua plaza de armas). Tercero,
se ratificaron los principales signos espaciales de La Hacienda y su
organización jerárquica en relación con nuevos tipos de significantes urbanos.
Por ejemplo, la Biblioteca Nacional y el campus de la Universidad Nacional de
Colombia estuvieron caracterizados por una estética moderna y fueron ubicados
en posiciones periféricas y aisladas. En paralelo, se desestimaron los planes
urbanos desarrollados por Karl Brunner quien, de acuerdo con Hofer (2003), buscaba remover el ‘aura noble’ de la ciudad.
Por ejemplo, el proyecto del eje Nueva Avenida Central de 1935 proponía una
nueva jerarquía en el acceso a la plaza que amenazaba la predominancia visual
de La Catedral, ya que relacionaba un significante de democracia (Capitolio
Nacional) con un significante de poder regional (el edificio de la Gobernación
de Cundinamarca). Esto hubiera configurado un nuevo signo urbano, pero ¡el
espacio de representación del poder político de La Hacienda era sagrado e
intocable! (figura 1).
Figura 1. Plan Nueva Avenida
Central de 1935
Fuente. Proyectar Hábitat (2021)
con base en planos del archivo personal de Konrad Brunner, citados en Hofer (2003).
En resumen, este periodo de transición se caracterizó por
una relación particular entre la concentración espacial en el centro de la
ciudad y la especialización hacia la periferia. Mientras se permitió una mayor
densidad en el centro de la ciudad, donde se mantuvo el código de la
centralidad urbana tradicional, la periferia se configuró por medio de la
planificación y construcción de, por un lado, barrios residenciales, social y
espacialmente segregados y, por otro, referentes de modernización cultural como
la Biblioteca Nacional y la Universidad Nacional de Colombia.
Efectos socioespaciales en la estructura urbana de
Bogotá
A partir de los años 40, la élite tradicional en el poder
identificó como una gran amenaza las transformaciones generadas durante el
breve periodo de la Revolución en Marcha y decidió hacer una especie de pausa.
Esto implicó la necesidad de capturar las fuerzas sociales divergentes
lideradas principalmente por los sindicatos dentro de los partidos políticos
tradicionales paternalistas (Guillén, 1979). Además, se requirió reconocer y
hacer alianzas con las nuevas asociaciones socioeconómicas y culturales (por
ejemplo: la Asociación Bancaria, Asociación Nacional de Industrias, Sociedad
Colombiana de Arquitectos, etc.) en un contexto de restitución socioespacial de
la autoridad.
Tal restitución incluyó al mundo rural y urbano. Por un
lado, se desarrolló una contrarreforma agraria que buscó restablecer la
aparcería y lograr el aplazamiento (indefinido) del traspaso de tierras
vacantes o no cultivadas al Estado (Guillén, 1979). En cuanto al mundo urbano,
se concibieron acciones de renovación urbana, entre las cuales llamaron
especialmente la atención las llevadas a cabo en el centro de Bogotá. Este
espacio central apareció como un área estratégica a través de la cual se podían
cumplir dos objetivos interrelacionados: primero, la representación en el
centro sociopolítico de la nación de las nuevas asociaciones vinculadas desde
su conformación a las élites políticas tradicionales y, segundo, la restitución
social y simbólica de la “autoridad afectada” de la ciudad debido a la
promoción del desorden en la vida urbana y a las “agitaciones sindicales” de
los últimos años (las frases entre comillas fueron tomadas de El Tiempo, 1945,
citado en Niño y Reina, 2010, p. 60). Se buscaba lograr tales objetivos
mediante la planeación y construcción de un tipo de Central Business District (CBD) que se
denominó en este trabajo como CBD-político. A diferencia del CBD-empírico,
mencionado más adelante, en el cual el sector privado dinamizaba el proceso, el
CBD-político era un espacio central planificado por el Estado, concebido para
introducir funcional y simbólicamente en el espacio urbano a los nuevos
monopolios.
La principal característica del proyecto del CBD-político en
Bogotá, a diferencia de los planes encargados a Le Corbusier, Wiener y Sert en
años posteriores, fue modernizar el centro de la ciudad sin comprometer los
espacios de representación del poder político tradicional de La Hacienda.
Promovido y diseñado por actores locales, el CBD-político fue proyectado como
una avenida enmarcada por edificios de uso mixto de 12 pisos de altura que
atravesaba de norte a sur el centro de la ciudad, sin tocar o alterar la Plaza
de Bolívar. Este esquema general cumplía propósitos funcionales y semióticos.
Mientras se introducía la axialidad como recurso iconográfico de poder y
autoridad, se resolvía también el problema de accesibilidad al centro de la
ciudad. Dicha acción de renovación demandó la demolición de varios mercados
(incluyendo la Plaza de Mercado Central), los cuales eran importantes lugares
de encuentro de diversos actores como campesinos inmigrantes, trabajadores por
cuenta propia, rebuscadores, estudiantes, artistas, poetas, excombatientes de
guerras civiles además de cantantes bohemios y rebeldes; espacios comerciales
acusados por las autoridades de promover “la sedición, el crimen y el desorden”
(Calvo Isaza, citado en Neira, 2004, p. 224) y connotados oficialmente como
espacios de reunión de “actividades ilícitas de elementos antisociales”
(Proyecto de Acuerdo 274, 1948, sancionado como Acuerdo 6, 1949, citados en
Niño y Reina, 2010, p. 83).
La figura 2 muestra el plan ideal del CBD-político,
elaborado para esta investigación a partir de descripciones y textos de la
época. Esta ilustración muestra la principal avenida planificada (conocida como
la Carrera Décima en Bogotá), que pasaba a dos cuadras de la Plaza de Bolívar.
Se incluía una ligera ampliación de un par de calles del damero original de la
ciudad en sentido este-oeste para conectar ambos espacios. De esta manera, más
que una reestructuración espacial, el CBD-político bogotano implicaba una
‘modernización’ de la traza noble, que no afectaba la base semiótica del
espacio central heredado de la colonia. Sin embargo, la materialización de este
proyecto terminó por espacializar las fuertes
contradicciones socioculturales y políticas, y, entre los años 40 y 70 la
centralidad urbana de Bogotá se transformó en una entidad fragmentada que
orientó el desarrollo posterior de la ciudad bajo un fuerte esquema de
liberalización de los usos del suelo, como se explicará enseguida.
Figura 2. Plan ideal del
CBD-político
Fuente. Elaboración propia con
base en descripciones del proyecto.
El primer factor de fragmentación de la estructura urbana
tuvo que ver con representaciones del espacio disímiles, las cuales derivaron
en el reforzamiento de la oposición entre espacios seculares y sagrados de la
ciudad. Particularmente, las diferencias en las connotaciones de actores
privilegiados de la política y la cultura, sobre los espacios afectados por la
construcción del proyecto, impactaron los ritmos y fases de construcción del
CBD-político. Los espacios identificados como populares, rebeldes, desordenados
y potencialmente insurreccionales (por ejemplo: el Mercado Central, de gran
valor estético y arquitectónico, y la Plaza de las Nieves) sucumbieron
rápidamente al deseo de mantener la trayectoria lineal de la avenida central
del CBD-político. Esta avenida perdió, en su momento, su estricta linealidad
para evitar la demolición de recientes inversiones inmobiliarias hechas por la
familia del presidente Mariano Ospina Pérez (Niño y Reina, 2010). Entre tanto,
asociaciones sociales de élite (como la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá)
y medios de comunicación cuestionaron fuertemente la demolición de edificios
religiosos, particularmente los localizados en proximidad a la Plaza de Bolívar
como la Iglesia de Santa Inés. Esta situación afectó los trabajos de demolición
y construcción de los edificios modernos en proximidad a los principales
significantes del poder político-religioso de La Hacienda. Por el contrario, el
sector norte del proyecto presentó un dinamismo particular, el cual aseguraba
de forma pronta la accesibilidad al centro de la ciudad desde los barrios
residenciales de la élite.
Así, mientras se llevaban a cabo debates intensos entre la
administración de la ciudad y las asociaciones cívico-religiosas sobre la
demolición de la iglesia de Santa Inés (Niño y Reina, 2010), en el sector norte
del proyecto ya se empezaban a localizar las sedes de las asociaciones
vinculadas al modelo de XVIII, liderado por la estructura política tradicional
de La Hacienda.
De este modo, entre 1951 y 1974, se localizaron en el sector
Norte del CBD-político las sedes de la Acción Cultural Popular-para la
educación integral y cristiana del pueblo (ACPO); la Caja de Crédito Agrario,
Industrial y Minero; la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol); Seguros
Bolívar; el Banco de Bogotá; entre otros (Niño y Reina, 2010). Entre tanto, el
sector central (en proximidad a la Plaza de Bolívar) y el sector sur del
CBD-político se caracterizaba por una imagen de demolición masiva y construcción
parcial flanqueada por construcciones tradicionales en adobe.
Sumada a esta división entre el norte y el sur del proyecto,
planificadores locales concibieron el CBD-político como un eje urbano con dos
polos diferenciados. Mientras el polo norte debía incluir un hotel
internacional (Hotel Tequendama) en el área conocida como San Diego, el polo
sur debía estar caracterizado por un hospital moderno para proveer servicios
médicos para “los pobres del sur” (Niño y Reina, 2010). Por ello, el proyecto
adquirió un sentido instrumental muy fuerte. Mientras el sector norte tenía la
función de alojar las instituciones y servicios necesarios para apoyar el
modelo de industrialización, los servicios del sur neutralizaban la posibilidad
de conflictos y levantamientos sociales en un periodo particularmente violento
y álgido en el país.
De forma simultánea al desarrollo de este proyecto urbano,
la élite colombiana buscó el apoyo de figuras internacionales reconocidas en el
marco de la integración de la nación al llamado mundo civilizado. Para ello, a
principios de los años 50, se contrató a Le Corbusier y a Wiener y Sert como
consultores urbanos. Estos prestigiosos consultores validaron la conexión
lineal de los espacios centrales, configurados alrededor de La Plaza de
Bolívar, la Avenida Jiménez y San Diego a fin de constituir un Centro Cívico.
Se debe entender el Centro Cívico como una estrategia para resolver la quinta
función urbana olvidada en la Carta de Atenas, es decir, la valoración de la
historia y su representación. Además, estos consultores sostenían que este tipo
de centro actuaría como un nodo de profundas relaciones cívicas y comunicaría
valores libertarios en favor de la democracia (declaraciones de Le Corbusier y
Sert citadas en Hernández, 2004). Para ello, proponían redefinir
morfológicamente la Plaza de Bolívar, resaltando la presencia del Capitolio e
incluyendo en sus bordes edificios de organizaciones sindicales y edificios
administrativos de gran altura. No obstante, no cuestionaban la concentración
de instituciones sacras y seculares en un único espacio heredado del proyecto
homogeneizador de la colonia.
Paradójicamente, estos planes fueron fuertemente
cuestionados por quienes originalmente sugirieron convocar a los consultores,
entre ellos estaban la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Revista Proa, los
medios y expertos locales (Castillo Daza, 2003 y Hernández, 2004). Aunque se
reconocía la idea de desarrollar un núcleo gubernamental fuerte en el centro de
la ciudad; nuevamente, se dudaba acerca de la intención de recodificar el
espacio original de la Plaza de Bolívar. Se vinculaba directamente la “conservación
de la tradición” con “el respeto del centro existente de la ciudad” (Niño,
1991; Niño y Reina, 2010).
Frente al rechazo del proyecto del Centro Cívico se decidió
construir un Centro Administrativo Nacional (CAN) alejado de la zona más densa
de la ciudad. Esta ubicación se justificó como una protección contra posibles
ataques adicionales al poder después del Bogotazo (Niño, 1991). Nuevamente se
contrataron firmas internacionales cuyas propuestas fueron desechadas. Sin
embargo, como puede observarse en los planes de expansión de la época, el
proyecto fue finalmente desarrollado de manera fragmentaria junto con una red
de autopistas semicirculares, la cual abrió la posibilidad de materializar una
expansión zonificada afín al rápido crecimiento demográfico y la alta
concentración de la propiedad de la tierra en la periferia de la ciudad. A su
vez, este desarrollo respondía a los requerimientos del Banco Mundial.
Institución que, de la mano de Lauchin Currie, influenció durante los siguientes veinte años las
políticas económicas y urbanas de Bogotá, bajo la idea de que la ciudad es un
medio para lograr el crecimiento económico y superar el subdesarrollo (Niño,
1991 y Saldarriaga, 2006).
Como resultado, la construcción del CAN liberó el centro de
la ciudad de la necesidad de concentrar un gran número de instituciones
públicas y de introducir códigos modernos intrusos en el centro tradicional. En
segundo lugar, configuró un nuevo eje este-oeste marcado por la nueva autopista
Avenida El Dorado que conectaba el área de San Diego, el CAN y el nuevo
aeropuerto inaugurado en 1959.
Desde el punto de vista de las élites económicas emergentes,
el área de San Diego adquirió un rol clave en estos años y fue redenominada como el Centro Internacional, ya que ganó
accesibilidad desde varios puntos cardinales y obtuvo un creciente valor
simbólico relacionado a la construcción y uso intensivo del Hotel Tequendama. A
esto se sumó la ubicación de importantes edificios empresariales asociados a la
XVIII en este sector. El área de San Diego también fue atractiva para la
dictadura de Rojas Pinilla, quien promulgó un Plan Nacional de Obras Públicas
más flexible y de corto plazo.
A pesar de las disposiciones legales de contención urbana
desarrolladas en planes maestros generales como el Plan Regulador, este periodo
se caracterizó por la presencia de actores inmobiliarios que comenzaron a
operar con crecientes privilegios y la liberalización de facto del uso del
suelo urbano[3].
A su vez, el Plan Nacional de Rojas Pinilla superó los límites establecidos por
el Plan Regulador y funcionó como un instrumento propagandístico clave para
mostrar la eficacia del régimen para superar la crisis socioeconómica de
principios de la década de 1950 (Cortés, 2007).
El Centro Internacional puede ser interpretado como un
CBD-empírico[4]
configurado por las acciones de diversos actores públicos y privados que, de
acuerdo con Jaramillo (2012) terminaron influenciando un gran cambio en la
ubicación de los lotes más costosos en la ciudad. Estos actores adoptaron la
verticalidad como una forma de representar el poder en el paisaje urbano. El
Centro Internacional también puede ser reconocido como un fragmento de la
configuración de la centralidad urbana de Bogotá. Este fragmento altera
profundamente la jerarquía espacial de la ciudad y difiere notablemente, en
términos funcionales, espaciales y estéticos de la Plaza de Bolívar, la Avenida
Jiménez y el CBD-político.
Simultáneamente a la configuración de los nuevos subcentros
(el CBD-político, el naciente CAN y el Centro Internacional), se procedió a
reforzar el código histórico de la ciudad noble, es decir, la traza
cuadrangular, la horizontalidad secular, las acentuaciones verticales asociadas
a lo sagrado, la simetría, entre otros. A fin de apropiarse del pasado y
presente político de la Plaza de Bolívar se propuso un concurso para su
rediseño. Se promovieron algunos cambios en la plaza sin transformar su austeridad
y monumentalidad históricas. El proyecto ganador fue rápidamente desarrollado y
seguido de una serie de intervenciones y concursos que permitieron la
localización de edificios institucionales claves sobre la plaza o en proximidad
a ella como el Palacio de Justicia y la ampliación del Palacio Presidencial que
incluyó una nueva plaza de armas detrás del Capitolio. De esta forma, se
mantuvieron los principales espacios de poder en el centro tradicional bajo las
preferencias estéticas heredadas de la élite del siglo XIX en las que el poder
secular no compite con los íconos de la religiosidad (La Catedral y los cerros
de Monserrate y Guadalupe). Así, se limitó la jerarquía espacial del CAN y se
reforzó el eje norte-sur como organizador de los principales referentes del
poder político-religioso de La Hacienda.
Figura 3. Diagrama del Centro
Modernizador de La Hacienda
Fuente. Elaboración propia.
Hacia el final de los años 70, la antigua configuración
definida por el centro tradicional fue reemplazada por una nueva estructura que
se denominó el Centro Modernizador de La Hacienda. Centro caracterizado por una
fragmentación espacial, cuyo principal rasgo es la oposición entre signos
urbanos seculares y sagrados (figura 3). La nueva jerarquía espacial y visual
del Centro Internacional y del CBD-político se despliega simultáneamente con el
reforzamiento funcional y semiótico del área de la Plaza de Bolívar. Cada
subcentro ilustrado en la figura 3 tiene una fuerte jerarquía espacial, pero
ninguno se constituye como el centro social, espacial y topográfico de la
ciudad. Mientras que las características morfológicas del área de La Plaza de
Bolívar se refieren a prácticas político-religiosas vigentes, el área del
Centro Internacional, con su fuerte verticalidad, expresa cada vez más la
importancia social de actividades comerciales y la autoridad de nuevos actores
de élite. Esta transformación incluyó el reemplazo del eje oriente-occidente
tradicional por uno nuevo que desplazó hacia el norte la jerarquía espacial y
simbólica de la ciudad. Sin embargo, esta configuración ambigua entre jerarquía
y representatividad de signos urbanos tradicionales-sacros y modernos-seculares
aparece estabilizada por un tercer elemento: los cerros de Monserrate y
Guadalupe. Los cuales dominan visualmente el área fundacional y el Centro
Internacional. Ambos cerros pueden ser entendidos como un fuerte signo icónico
que afecta el significado de la estructura urbana. De esta manera, las
prácticas religiosas y su fuerza semiótica tienden a dominar visualmente el
paisaje urbano caracterizado por una polarización social, funcional y simbólica
que pautó el desarrollo fragmentario de la ciudad bajo las políticas de
desregulación urbana aplicadas a partir de los años 80.
Conclusiones
El proceso de fragmentación del espacio urbano de Bogotá
tuvo origen en un proyecto de modernización socioespacial selectivo y elitista.
Este proyecto implicó estrategias como la introducción de nuevos tipos de
“centro” como los CBD o los llamados Centros Cívicos, así como la adopción de
principios funcionalistas para la expansión de la ciudad. La materialización
segmentada de tales estrategias reveló las grandes contradicciones de la doble
intencionalidad de la élite de La Hacienda de modernizar solo a un reducido
grupo de la sociedad y algunas áreas de la vida cotidiana y, al mismo tiempo,
mantener valores comunitarios históricos (como lealtades policlasistas,
sistemas de obediencia y socialización controlada, etc.) y su espacialidad.
Este aspecto se ratificó cuando, a finales de los años 70, se dio una
conjunción de diversos elementos y espacios urbanos los cuales terminaron por
configurar lo que llamamos el Centro Modernizador de La Hacienda, esto es, una
estructura que aglomeró fragmentariamente diferentes espacios y convenciones
relativas a la iconografía del poder (por ejemplo: gran altura, verticalidad,
linealidad, concentricidad, etc.) oponiendo signos nobles y modernos (como el
actual centro histórico y el área conocida como el Centro Internacional). Esta
oposición implicó una jerarquía socioespacial ambigua compuesta por un poder
político-religioso perenne y un poder económico monopolista creciente de élites
industriales y financieras; jerarquía que orientó la fase posterior de
desarrollo de la ciudad (años 80 hasta el presente) caracterizada por procesos
de desregulación espacial y la profundización de la fragmentación
socioespacial.
Este abordaje histórico-semiótico puede aportar al nuevo
foro de “reflexión a escala latinoamericana” (Gorelik
y Ȃreas Peixoto, 2016, p. 18). En
particular, se plantearon metodologías de análisis que permiten establecer
puentes, ya no en los términos positivistas de la teoría de la modernización y
la Escuela de Chicago, sino en el análisis crítico de prácticas espaciales como
las de La Hacienda y sus efectos en la configuración de espacios urbanos
significativos. Esto incluyó la identificación de las diferentes estrategias
espaciales de élites y otros grupos en pugna para adaptar funcional, estética y
semióticamente el espacio urbano a las crisis de cada periodo histórico.
Referencias
Bähr, J. y Mertins, G. (1995). Die lateinamerikanische
Groß-Stadt: Verstädterungsprozesse
und Stadtstrukturen. Wiss Buchges.
Borsdorf, A. (2002). Barrios
cerrados en Santiago de Chile, Quito y Lima: tendencias de la segregación socio-espacial en capitales andinas. En L. Cabrales (ed.), Latinoamérica: países abiertos, ciudades
cerradas (pp. 581-612). Centro Universitario de Ciencias Sociales y
Humanidades.
Castillo Daza, J. C. (2003). Bogotá, el tránsito a la ciudad moderna 1920-1950. Universidad
Nacional de Colombia.
Cortés, R. (2007). Del urbanismo a la planeación en Bogotá
(1900-1990). Esquema inicial y materiales para pensar la trama de un relato. Bitácora, 11(1), 160-213
Fideicomiso Ciudad Salitre. (1998). Ciudad Salitre. 1987-1997. (Informe institucional).
Gorelik, A., y Ȃreas Peixoto, F. (2016). Ciudades sudamericanas como arenas
culturales. Artes y medios, barrios de élite y villas miseria, intelectuales y
urbanistas: cómo ciudad y cultura se activan mutuamente. Siglo
XXI Editores.
Gottdiener, M. (1986). Culture,
ideology, and the sign of the city. En M. Gottdiener y A. Lagopoulos
(eds.), The city and the sign. An
introduction to urban semiotics. Columbia University Press.
Guillén, M. F. (1979). El poder político en Colombia. Editorial Punta de
Lanza.
Harvey, D. (1989). The condition of postmodernity. An
enquiry into the origins of cultural change.
Blackwell Publishers.
Hassenpflug,
D. (2010). The urban code of China. Birkhäuser GmbH.
Hernández, C. E. (2004). Las
ideas modernas del plan para Bogotá en 1950. El trabajo de Le Corbusier, Wiener
y Sert. Instituto Distrital de Cultura y Turismo y Observatorio de Cultura
Urbana.
Hofer, A. (2003). Karl
Brunner y el urbanismo europeo en América Latina. El Áncora Editores.
Janoschka, M. (2002). El nuevo modelo de la ciudad
latinoamericana: fragmentación y privatización. EURE, 28(85) 11-20, http://doi.org/10.4067/S0250-71612002008500002
Jaramillo, S. (2012). Reflexiones sobre las políticas de
recuperación del centro y del centro histórico de Bogotá. En S. Jaramillo (comp.), El centro
tradicional de Bogotá. Valor de uso popular y patrimonio arquitectónico de la
ciudad (pp. 45-80). Universidad Externado de Colombia.
Jiménez González, C. A. (2017). Bogotá as a spatial sign:
A semiotic reading of urban centrality
in Latin America. (Tesis
doctoral). Universität Weimar, Weimar Bauhaus.
https://e-pub.uni-weimar.de/opus4/ frontdoor/index/index/docId/3249
Lefebvre, H. (1991). The production of space. Blackwell Publishing.
Misas, G. (2002). La
ruptura de los 90. Del gradualismo al colapso. Anthropos.
Neira, P. E. (2004). La
gran ciudad latinoamericana. Bogotá en la obra de José Antonio Osorio Lizarazo.
Fondo Editorial Universidad EAFIT.
Niño, C. (1991). Arquitectura
y Estado. Contexto y significado de las construcciones del Ministerio de Obras
Públicas. Colombia 1905-1960. Universidad Nacional de Colombia.
Niño, C. y Reina, S. (2010). La carrera de la Modernidad. Construcción de la Carrera Décima. Bogotá
1945-1960. Instituto Distrital de Patrimonio Cultural.
Prévôt-Schapira, M. F., y Cattaneo
Pineda, R. (2008). Buenos Aires: la fragmentación en los intersticios de una
sociedad polarizada. EURE, 34(103),
73-92. https://doi.org/10.4067/S0250-71612008000300004
Rama, A. (2004). La
ciudad letrada. Tajamar Editores.
Romero, J. L. (2004). Latinoamérica.
Las ciudades y las ideas. Siglo XXI Editores.
Saldarriaga, A. (2006). Bogotá
siglo XX, urbanismo, arquitectura y vida urbana. Departamento
Administrativo de Planeación Distrital Ciudad Bogotá.
[1] El planteamiento general
de este artículo se fundamenta en contenidos y reflexiones expuestas en la
tesis doctoral de Jiménez González (2017), Bogotá
as a Spatial Sign: A Semiotic Reading of Urban Centrality in Latin America,
que fue financiada por la fundación Fazit-Stiftung y por el Servicio de
Intercambio Académico Católico de Alemania (KAAD, por sus siglas en Alemán).
[2] Este concepto de La
Hacienda se reelaboró a partir de la propuesta de Guillén (1979), quien propone
entenderlo en términos de formas de asociación más que como una unidad de
producción.
[3] Desde la década de 1950
hasta la de 1970, la planificación urbana se caracterizó por una fuerte
contradicción entre dos escalas de planificación: la general y la sectorial,
que al mismo tiempo entraban en conflicto con la liberalización del uso del
suelo. De acuerdo con Cortés (2007), varios planes maestros estaban destinados
a fomentar el crecimiento urbano como un medio de “desarrollo social” y para
controlar la expansión física deseable de la ciudad a través de conceptos como
“ciudades dentro de la ciudad” (Fideicomiso Ciudad Salitre, 1998, p. 3). Estos
planes fueron el llamado plan Alternativas para el desarrollo urbano de Bogotá
(1967) y Fase II (1974). Planes que fueron financiados por el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y diseñados por firmas
anglo-norteamericanas (Llewelyn Davies Weeks Forestier Walker & Bor, Kates
Peat Marwick & Co. y Coopers & Librand) en asociación con la oficina
local de urbanismo Consultécnicos. Estos planes se contradecían con las propuestas
hechas a través de planes sectoriales (Ej. PIDUZOB, 1975) exigidos por el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), que buscaban dar respuesta a las crecientes
demandas de los sectores sociales vulnerables. Así mismo, la tensión entre las
dos escalas de planificación entró en conflicto con la liberalización del uso
de la tierra. Lo que se exacerbó con el hecho de que los planes generales y
sectoriales se aplicaron fragmentariamente y se despreciaron los principios
como el desarrollo concéntrico o policéntrico de la ciudad sugeridos en los
planes maestros. Estas contradicciones pudieron haber respondido a varios
aspectos como la dependencia del financiamiento externo para enfrentar el
rápido crecimiento demográfico producido por las políticas y los conflictos de
La Hacienda, las luchas entre los partidos políticos tradicionales dentro de la
figura del Frente Nacional y los intereses de los terratenientes y
desarrolladores urbanos que históricamente han visto la planificación urbana en
Bogotá como una restricción que socava las ganancias inmediatas.
[4] El CBD-empírico es un
producto típico del capitalismo que se desarrolla cuando se establecen
condiciones previas óptimas como un mercado inmobiliario liberalizado o la
habilitación de un conjunto de acciones privadas por parte del Estado. En otras
palabras, el CBD-empírico no implica una intervención directa del Estado en su
diseño y desarrollo.
Referencias
Bähr, J. y Mertins, G. (1995). Die lateinamerikanische Groß-Stadt: VerstΣdterungsprozesse und Stadtstrukturen. Wiss Buchges.
Borsdorf, A. (2002). Barrios cerrados en Santiago de Chile, Quito y Lima: tendencias de la segregación socio-espacial en capitales andinas. En L. Cabrales (ed.), Latinoamérica: países abiertos, ciudades cerradas (pp. 581-612). Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades.
Castillo Daza, J. C. (2003). Bogotá, el tránsito a la ciudad moderna 1920-1950. Universidad Nacional de Colombia.
Cortes, R. (2007). Del urbanismo a la planeación en Bogotá (1900-1990). Esquema inicial y materiales para pensar la trama de un relato. Bitácora, 11(1), 160-213.
Fideicomiso Ciudad Salitre. (1998). Ciudad Salitre. 1987-1997. (Informe institucional).
Gorelik, A., y Áreas Peixoto, F. (2016). Ciudades sudamericanas como arenas culturales. Artes y medios, barrios de Élite y villas miseria, intelectuales y urbanistas: cómo ciudad y cultura se activan mutuamente. Siglo XXI Editores.
Gottdiener, M. (1986). Culture, ideology, and the sign of the city. En M. Gottdiener y A. Lagopoulos (eds.), The city and the sign. An introduction to urban semiotics. Columbia University Press.
Guillén, M. F. (1979). El poder político en Colombia. Editorial Punta de Lanza.
Harvey, D. (1989). The condition of postmodernity. An enquiry into the origins of cultural change. Blackwell Publishers.
Hassenpflug, D. (2010). The urban code of China. Birkhäuser GmbH.
Hernández, C. E. (2004). Las ideas modernas del plan para Bogotá en 1950. El trabajo de Le Corbusier, Wiener y Sert. Instituto Distrital de Cultura y Turismo y Observatorio de Cultura Urbana.
Hofer, A. (2003). Karl Brunner y el urbanismo europeo en América Latina. El Áncora Editores.
Janoschka, M. (2002). El nuevo modelo de la ciudad latinoamericana: fragmentación y privatización. EURE, 28(85) 11-20, http://doi.org/10.4067/S0250-71612002008500002
Jaramillo, S. (2012). Reflexiones sobre las políticas de recuperación del centro y del centro histórico de Bogotá. En S. Jaramillo (comp.), El centro tradicional de Bogotá. Valor de uso popular y patrimonio arquitectónico de la ciudad (pp. 45-80). Universidad Externado de Colombia.
Jiménez González, C. A. (2017). Bogotá as a spatial sign: A semiotic reading of urban centrality in Latin America. (Tesis doctoral). Universität Weimar, Weimar Bauhaus. https://e-pub.uni-weimar.de/opus4/frontdoor/index/index/docId/3249
Lefebvre, H. (1991). The production of space. Blackwell Publishing.
Misas, G. (2002). La ruptura de los 90. Del gradualismo al colapso. Anthropos.
Neira, P. E. (2004). La gran ciudad latinoamericana. Bogotá en la obra de José Antonio Osorio Lizarazo. Fondo Editorial Universidad EAFIT.
Niño, C. (1991). Arquitectura y Estado. Contexto y significado de las construcciones del Ministerio de Obras Públicas. Colombia 1905-1960. Universidad Nacional de Colombia.
Niño, C. y Reina, S. (2010). La carrera de la Modernidad. Construcción de la Carrera Décima. Bogotá 1945-1960. Instituto Distrital de Patrimonio Cultural.
Prévôt-Schapira, M. F., y Cattaneo Pineda, R. (2008). Buenos Aires: la fragmentación en los intersticios de una sociedad polarizada. EURE, 34(103), 73-92. https://doi.org/10.4067/S0250-71612008000300004
Rama, A. (2004). La ciudad letrada. Tajamar Editores.
Romero, J. L. (2004). Latinoamérica. Las ciudades y las ideas. Siglo XXI Editores.
Saldarriaga, A. (2006). Bogotá siglo XX, urbanismo, arquitectura y vida urbana. Departamento Administrativo de Planeación Distrital Ciudad Bogotá.
Cómo citar
APA
ACM
ACS
ABNT
Chicago
Harvard
IEEE
MLA
Turabian
Vancouver
Descargar cita
Licencia
Derechos de autor 2022 Camilo Arturo Jiménez González, Natalia Teresa Berti
Esta obra está bajo una licencia internacional Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0.