Publicado

2024-01-18

Prácticas populares por el derecho a la ciudad. El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá

Popular practices for the right to the city. The Community School project as a producer of urban space in Bogotá

Pratiques populaires pour le droit à la ville. Le projet Community School comme producteur d’espace urbain à Bogotá

Práticas populares pelo direito à cidade. O projeto Escola Comunitária como produtor de espaço urbano em Bogotá

DOI:

https://doi.org/10.15446/bitacora.v34n1.112046

Palabras clave:

Participación comunitaria, derecho a la vivienda, organización política, Ciudad, educación alternativa (es)
community participation, Right to housing, political organization, city, Alternative education (en)
participação comunitária, direito à moradia, cidade, organização política, Educação alternativa (pt)
participation communautaire, Droit au logement, ville, organisation politique, Éducation alternative (fr)

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Autores/as

El presente artículo muestra la experiencia del proyecto “Escuela comunidad” en el barrio Potosí de la localidad de Ciudad Bolívar, en Bogotá, en los últimos años de la década de los 80 y principios de los 90, y su relación con las prácticas populares que incidieron en la configuración del territorio urbano. Se trata de un proyecto que, desde el enfoque en la educación popular, analiza las formas en que se logró, a partir de las prácticas populares y formativas, articular la construcción y organización del barrio Potosí con la propuesta educativa “Escuela comunidad”. Metodológicamente, se hace énfasis en la recuperación de la memoria y en la configuración del museo de la memoria gracias a una perspectiva socio crítica a partir de la cual se generaron estrategias de recopilación de información que ayudaron a identificar las prácticas populares significativas para este proceso dentro del territorio. De esta forma se identifica la importancia del proyecto “Escuela comunidad” y su incidencia en la reconfiguración del territorio de Ciudad Bolívar a través de prácticas populares y formativas, así como la forma en que estas permitieron la producción del espacio en una lógica del derecho a la ciudad.

This article shows the experience of the “Community School” project in the Potosí neighborhood of the town of Ciudad Bolívar, in Bogotá, in the late 80s and early 90s, and its relationship with the popular practices that influenced the configuration of the urban territory. This is a project that, from a focus on popular education, analyzes the ways in which it was achieved, based on popular and training practices, to articulate the construction and organization of the Potosí neighborhood with the educational proposal "Community School". Methodologically, emphasis is placed on the recovery of memory and the configuration of the memory museum thanks to a socio-critical perspective from which information collection strategies were generated that helped identify popular practices significant for this process within the territory. In this way, the importance of the “Community School” project is identified and its impact on the reconfiguration of the territory of Ciudad Bolívar through popular and training practices, as well as the way in which these allowed the production of space in a logic of the right to the city.

Cet article montre l'expérience du projet « École communautaire » dans le quartier Potosí de la ville de Ciudad Bolívar, à Bogotá, dans les dernières années des années 80 et au début des années 90, et sa relation avec les pratiques populaires qui ont influencé la configuration du territoire urbain. Il s'agit d'un projet qui, à partir d'une approche axée sur l'éducation populaire, analyse les manières par lesquelles il a été réalisé, à partir des pratiques populaires et de formation, pour articuler la construction et l'organisation du quartier de Potosí avec la proposition éducative de l'École Communautaire. Méthodologiquement, l'accent est mis sur la récupération de la mémoire et la configuration du musée de la mémoire, grâce à une perspective socio-critique à partir de laquelle ont été générées des stratégies de collecte d'informations qui ont permis d'identifier des pratiques populaires significatives pour ce processus au sein du territoire. De cette façon il a été possible d’identifier l’importance du projet « École communautaire » et son incidence dans la reconfiguration du territoire de à travers les pratiques populaires et formatives, ainsi que la façon dans laquelle elles ont permis la production de l’espace au sein d’une logique du droit à la ville.

O artigo presente apresenta a experiência do projeto "Escuela comunidad" no bairro Potosí, na localidade de Ciudad Bolívar, em Bogotá, nos últimos anos da década de 80 e início dos anos 90, e sua relação com as práticas populares que influenciaram a configuração do território urbano. Trata-se de um projeto que, a partir da abordagem da educação popular, analisa as formas como, por meio das práticas populares e formativas, foi possível articular a construção e organização do bairro Potosí com a proposta educativa "Escuela Comunidad". Metodologicamente, destaca-se a recuperação da memória e a configuração do museu da memória por meio de uma perspectiva sócio-crítica a partir da qual foram geradas estratégias de coleta de informações que ajudaram na identificação das práticas populares significativas para esse processo dentro do território. Dessa forma, destaca-se a importância do projeto "Escuela Comunidad" e sua incidência na reconfiguração do território de Ciudad Bolívar por meio de práticas populares e formativas, bem como a maneira como essas permitiram a produção do espaço em uma lógica do direito à cidade.

05_112046

Fuente: Autoría propia

Recibido: 15/11/2023

Aprobado: 26/12/2023

Prácticas populares por el derecho a la ciudad.

El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá[1]

Popular practices for the right to the city.

The Community School project as a producer of urban space in Bogotá

Práticas populares pelo direito à cidade.

O projeto Escola Comunitária como produtor de espaço urbano em Bogotá

Pratiques populaires pour le droit à la ville.

Le projet Community School comme producteur d’espace urbain à Bogotá

María Isabel González-Terreros

Universidad Pedagógica Nacional

migonzalez@pedagogica.edu.co

https://orcid.org/0000-0001-5543-7937

Marysol Rojas-Pabón

Universidad Externado de Colombia

marysol.rojas@uexternado.edu.co

https://orcid.org/0000-0003-0738-1072

Tatiana Alexandra Pinilla-Valderrama

Universidad Pedagógica Nacional

tapinillav@upn.edu.co

https://orcid.org/0009-0006-7921-3990

Wilson Darío López-Gómez

Universidad Pedagógica Nacional

wdlopezg@upn.edu.co

https://orcid.org/0009-0004-2836-4794

Natalia Helena Álvarez

Corporación Universitaria Minuto de Dios (UNIMINUTO)

natalia.alvarez@uniminuto.edu

https://orcid.org/0000-0002-3981-4090

Cómo citar este artículo:

González-Terreros, M. I., Rojas-Pabón, M., Pinilla-Valderrama, T. A., López-Gómez, W. D. y Álvarez, N. H. (2024). Prácticas populares por el derecho a la ciudad. El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá. Bitácora Urbano Territorial, 34(I): 70-82.
https://doi.org/10.15446/bitacora.v34n1.112046

ISSN electrónico 2027-145X. ISSN impreso 0124-7913. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá

(1) 2024: 70-82

[1] Este artículo hace parte de la investigación “Escuela Comunidad: Contribuciones de la organización social a la práctica formativa”, aprobada y apoyada por el Centro de Investigaciones de la Universidad Pedagógica Nacional.

Autores

05_112046

Resumen

El presente artículo muestra la experiencia del proyecto “Escuela comunidad” en el barrio Potosí de la localidad de Ciudad Bolívar, en Bogotá, en los últimos años de la década de los 80 y principios de los 90, y su relación con las prácticas populares que incidieron en la configuración del territorio urbano. Se trata de un proyecto que, desde el enfoque en la educación popular, analiza las formas en que se logró, a partir de las prácticas populares y formativas, articular la construcción y organización del barrio Potosí con la propuesta educativa “Escuela comunidad”. Metodológicamente, se hace énfasis en la recuperación de la memoria y en la configuración del museo de la memoria gracias a una perspectiva socio crítica a partir de la cual se generaron estrategias de recopilación de información que ayudaron a identificar las prácticas populares significativas para este proceso dentro del territorio. De esta forma se identifica la importancia del proyecto “Escuela comunidad” y su incidencia en la reconfiguración del territorio de Ciudad Bolívar a través de prácticas populares y formativas, así como la forma en que estas permitieron la producción del espacio en una lógica del derecho a la ciudad.

Palabras clave: participación comunitaria, derecho a la vivienda, organización política, ciudad, educación alternativa

Abstract

This article shows the experience of the “Community School” project in the Potosí neighborhood of the town of Ciudad Bolívar, in Bogotá, in the late 80s and early 90s, and its relationship with the popular practices that influenced the configuration of the urban territory. This is a project that, from a focus on popular education, analyzes the ways in which it was achieved, based on popular and training practices, to articulate the construction and organization of the Potosí neighborhood with the educational proposal “Community School”. Methodologically, emphasis is placed on the recovery of memory and the configuration of the memory museum thanks to a socio-critical perspective from which information collection strategies were generated that helped identify popular practices significant for this process within the territory. In this way, the importance of the “Community School” project is identified and its impact on the reconfiguration of the territory of Ciudad Bolívar through popular and training practices, as well as the way in which these allowed the production of space in a logic of the right to the city.

Keywords: community participation, right to housing, political organization, city, and alternative education

Resumo

O artigo presente apresenta a experiência do projeto “Escuela comunidad” no bairro Potosí, na localidade de Ciudad Bolívar, em Bogotá, nos últimos anos da década de 80 e início dos anos 90, e sua relação com as práticas populares que influenciaram a configuração do território urbano. Trata-se de um projeto que, a partir da abordagem da educação popular, analisa as formas como, por meio das práticas populares e formativas, foi possível articular a construção e organização do bairro Potosí com a proposta educativa “Escuela Comunidad”. Metodologicamente, destaca-se a recuperação da memória e a configuração do museu da memória por meio de uma perspectiva sócio-crítica a partir da qual foram geradas estratégias de coleta de informações que ajudaram na identificação das práticas populares significativas para esse processo dentro do território. Dessa forma, destaca-se a importância do projeto “Escuela Comunidad” e sua incidência na reconfiguração do território de Ciudad Bolívar por meio de práticas populares e formativas, bem como a maneira como essas permitiram a produção do espaço em uma lógica do direito à cidade.

Palavras-chave: participação comunitária, direito à moradia, cidade, organização política e educação alternativa

Résumé

Cet article montre l’expérience du projet « École communautaire » dans le quartier Potosí de la ville de Ciudad Bolívar, à Bogotá, dans les dernières années des années 80 et au début des années 90, et sa relation avec les pratiques populaires qui ont influencé la configuration du territoire urbain. Il s’agit d’un projet qui, à partir d’une approche axée sur l’éducation populaire, analyse les manières par lesquelles il a été réalisé, à partir des pratiques populaires et de formation, pour articuler la construction et l’organisation du quartier de Potosí avec la proposition éducative de l’École Communautaire. Méthodologiquement, l’accent est mis sur la récupération de la mémoire et la configuration du musée de la mémoire, grâce à une perspective socio-critique à partir de laquelle ont été générées des stratégies de collecte d’informations qui ont permis d’identifier des pratiques populaires significatives pour ce processus au sein du territoire. De cette façon il a été possible d’identifier l’importance du projet « École communautaire » et son incidence dans la reconfiguration du territoire de Ciudad Bolívar à travers les pratiques populaires et formatives, ainsi que la façon dans laquelle elles ont permis la production de l’espace au sein d’une logique du droit à la ville.

Mots-clés : participation communautaire, droit au logement, ville, organisation politique et éducation alternative

Introducción

La discusión sobre el territorio se mantiene vigente en medio de las lógicas urbanas y mercantiles de la sociedad contemporánea. En este sentido, analizar las prácticas de producción del espacio urbano popular nos permite entender la importancia de los procesos sociales, el papel de las organizaciones en la producción de territorio y las luchas por el derecho a la ciudad. Es importante revisar las prácticas populares porque, como lo afirma Giraldo,

poco sabemos de estos mecanismos, que abren una agenda de investigación pertinente para identificar elementos alternativos desde las prácticas que toman lugar en los barrios y que se anclan en estrategias conjuntas de supervivencia, relaciones de reciprocidad y tejidos comunitarios, abiertos y en permanente reconfiguración (2022, p. 12)

Precisamente, este artículo muestra las prácticas populares realizadas en la construcción del barrio Potosí de Ciudad Bolívar (Bogotá) desde el año 1983 hasta inicios de la década del noventa. Allí, las prácticas populares estuvieron articuladas entre el saber de los recién llegados y las propuestas de profesores que construyeron el Instituto Cerros del Sur (ICES) (ver Figura 1), que hace parte del proyecto “Escuela Comunidad”.

Esta articulación entre profesores y población gesta un proceso de producción del espacio urbano a partir de prácticas populares: ¿De qué se trataban estas prácticas? ¿Cómo han sido generadoras y productoras de espacio urbano en el marco de las luchas por el derecho a la ciudad? Para responder a estas preguntas, la investigación adoptó una perspectiva participativa y sociocrítica de la investigación (González et al., 2014) que recoge algunos legados de la construcción de una ciencia social comprometida con las luchas y las organizaciones. Desde esta perspectiva, se vincula a los actores sociales como sujetos que interpretan su realidad y contribuyen a dar respuestas profundas. Este enfoque, como lo plantea González et al. (2014), implicó transformar las relaciones entre investigadores y habitantes, así como la relación entre teoría y práctica investigativa, todo lo cual fomenta diálogos epistémicos, entre actores organizativos y profesores investigadores, que enriquecen la comprensión de la realidad.

Así, metodológicamente, la investigación se desarrolló a partir de la recuperación colectiva de la memoria. Inicialmente, se revisó el material fílmico y pedagógico dispuesto en el ICES; con él, el equipo realizó una matriz de análisis compuesta por 70 videos de los años 90 que muestran las prácticas formativas del proyecto “Escuela Comunidad” y su relación con las luchas populares de la época en la localidad. Posteriormente, se llevó a cabo un encuentro de memoria con personas de los años referidos, lo que favoreció el reconocimiento de los vínculos del ICES con las organizaciones comunitarias, la movilización social en la construcción del barrio Potosí, entre otras. Este encuentro estuvo atravesado por el uso de diversos dispositivos de memoria (fotografías, artefactos pedagógicos de la época, música, objetos, etc.) que dieron lugar al diálogo. Con base en este trabajo metodológico, se establecieron las prácticas populares que presentamos en el artículo.

Prácticas Populares en la Construcción del Espacio Urbano Popular

La utilización de prácticas populares en la construcción del espacio urbano popular fue la estrategia a corto y largo plazo que marcó la construcción del territorio en Potosí, Bogotá. Esto se explica porque allí llegaron cientos de pobladores a construir sus hogares en medio de una montaña en la que no existía ningún servicio básico; se vieron, pues, en la necesidad de construir no solo su hogar, sino también un proyecto comunitario basado en la educación popular, que ha sido eje en la producción del espacio urbano.

La educación popular llegó de la mano de profesores que llevaron al territorio una impronta de formación emancipadora como clave de relacionamiento. No se trató de militantes de partidos políticos —aunque algunos lo fueran— que llegaban a concientizar a la población sobre su condición económica y social, sino de profesores que apostaron por formar y generar liderazgos con los pobres y oprimidos, y por construir un proyecto para mejorar las condiciones de vida de todos. La educación popular se refiere al

conjunto de prácticas sociales y elaboraciones discursivas, en el ámbito de la educación, cuya intencionalidad es contribuir a que los diversos segmentos de las clases populares se constituyan en sujetos protagonistas de una transformación de la sociedad, en función de sus intereses y de visiones de futuro en un horizonte emancipador. (Torres, 2015, p. 16)

Esta concepción contribuye a comprender el agenciamiento en la producción del espacio a partir de una perspectiva popular, porque, al mismo tiempo que los nuevos pobladores debieron apelar a sus saberes para dar respuesta a las situaciones apremiantes que vivían en el día a día como la alimentación y la vivienda, de la mano de los profesores también se construían soluciones frente al abastecimiento de agua potable, luz, cuidado de los niños, transporte, entre otros. De esta forma se fue construyendo un espacio común estructurado con infraestructura básica para atender a los suyos: escuela, jardín infantil, centro de salud, vías, tienda comunal, etc. Todo esto requirió de trabajo conjunto, entendido como el desarrollo de prácticas populares en espacios marginales del poder, en donde la población pone en acción sus saberes, conocimientos y habilidades, y aprende a abastecerse de lo básico gracias al trabajo con sus vecinos. Estos conocimientos compartidos que les permitieron ejecutar soluciones a partir del hacer común son las prácticas populares.

En ese sentido, las prácticas populares funcionan como acciones reflexionadas y sistemáticas que realizan los sectores subalternos para tratar de dar respuesta a situaciones, necesidades y asuntos que requieren de su agencia, de su iniciativa y de perspectivas orientadas por su saber. Entendemos que la práctica está lejos de ser el uso aplicado de la teoría, más bien se trata, como lo plantea Freire, de la reflexión y acción de los seres humanos sobre el mundo para transformarlo (Freire, 1970). Precisamente, en estos sectores populares se realizan formas de agenciamiento y de resistencia frente a la desposesión, porque el sujeto, aunque está determinado por el contexto histórico, no es prisionero de la historia (Zemelman, 2009), y al hacer conciencia de ello puede agenciar acciones para influir en el contexto. Es así como las prácticas permiten intervenir en el mundo, porque no hay práctica sin capacidad de ser hacedora de la historia (Freire, 2003) y de producir el conocimiento y formación.

Derecho a la Ciudad y Construcción del Espacio

La producción del espacio es el resultado de procesos e interacciones sociales que, desde diversas perspectivas y prácticas de sujetos y grupos sociales, posibilitan la construcción del territorio común. Aquí, se trata de reconocer que existe una sociedad en movimiento que ejerce su agencia en la producción del espacio dinámico, cambiante y sujeto a modificaciones debido a las interacciones y prácticas sociales que allí tienen lugar.

En este proceso también interviene el Estado, que en representación de la sociedad moderna administra el espacio para mantener su control. Para Lefebvre, el espacio es un instrumento político intencionalmente administrado bajo apariencias de coherencia espacial, pero es “económicamente administrado por el capital, socialmente dominado por la burguesía y políticamente gobernado por el Estado” (1974, p. 269)

Por eso es importante considerar el espacio y la ciudad como un campo de poder donde se libra una disputa entre la planificación estatal, orientada por intereses políticos y de mercado, y las prácticas populares de producción urbana, lideradas por grupos sociales que construyen el entorno de acuerdo con sus necesidades y proyectos territoriales. Esta lucha revela la constante confrontación por el derecho a la ciudad y destaca la importancia de comprender el espacio como un escenario clave en esta batalla.

Según esa lógica estatal, en la ciudad prevalece un interés político y económico que no está al servicio de la ciudadanía. Justamente, como lo mostraremos más adelante, se crean todas las situaciones administrativas para obstaculizar la construcción del espacio popular; sin embargo, como lo plantea Harvey (2013), este es reformulado a partir de grupos sociales que desafían la forma en que el espacio urbano es administrado y también tienen la capacidad de crear nuevos espacios comunes de socialización y acción política. Justamente, el espacio urbano popular en Potosí muestra la capacidad de creación y agenciamiento de un territorio común, en el que se desarrollaron prácticas de gestión colectiva de recursos comunes a través de procesos de interacción social, en el marco de prácticas populares entre las que se encuentran las demandas al Estado por el derecho a la ciudad.

Entendemos el derecho a la ciudad, como una construcción social del espacio,como un derecho colectivo de los habitantes de las ciudades que les confiere legitimidad de acción y de organización, basado en el respeto a sus diferencias expresiones y prácticas culturales, (...) El derecho a la ciudad es interdependiente de todos los Derechos Humanos (...) e incluye, por tanto, todos los derechos civiles, políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales, reglamentados en los tratados internacionales de Derechos Humanos. (Carta de la Ciudad de México por el Derecho a la Ciudad, 2011, p. 15)

El derecho a la ciudad se concibe como algo más que el espacio físico; se entiende como el escenario urbano común de producción, ocupación e interacción. Lo “común, más allá de un objeto o recurso físico no puede existir sin el acto de comunalización, es decir, sin la acción de una determinada comunidad que decide defender y administrar un recurso de manera colectiva” (Castro y Martí, 2016, p. 144).

Esta perspectiva ha sido adoptada de manera global y se presenta como una sugerencia para todos los gobiernos del mundo, como se observa en la Agenda Urbana promulgada por las Naciones Unidas en el año 2016: “Hacemos notar los esfuerzos de algunos gobiernos nacionales y locales para consagrar este ideal, conocido como “el derecho a la ciudad”, en sus leyes, declaraciones políticas y cartas” (ONU Hábitat, 2016. P. 5).

Así, en este artículo, se aborda el derecho a la ciudad planteado por la participación comunitaria en procesos barriales que contribuyeron a la producción del espacio urbano en las prácticas populares en Potosí, Ciudad Bolívar.

La Construcción del Barrio y el proyecto “Escuela – Comunidad”

El proceso de poblamiento de Ciudad Bolívar corresponde al fenómeno latinoamericano de crecimiento de las ciudades y se desencadenó por diversas causas, como la migración de trabajadores hacia zonas industriales cercanas, la explotación de canteras, la compra colectiva de terrenos y la llegada de personas desplazadas debido a la violencia política y económica en el país de finales de los años ochenta. Los primeros pobladores provenían de Tolima, Santander, Boyacá y Cundinamarca, donde los afectaba la violencia política (CNMH, 2013). También hubo un importante desplazamiento interno dentro de Bogotá, impulsado por la búsqueda de oportunidades de vivienda.

En 1983, el Concejo de Bogotá estableció el marco legal y administrativo para lo que se llamaba en ese momento el Plan Ciudad Bolívar[1] cuyo objetivo principal era ‘ordenar’ el crecimiento de la ciudad mientras se preservaba el espacio en la sabana para actividades agrícolas y ganaderas privadas. En el caso del barrio Potosí, los primeros habitantes describen la presencia de amplias áreas montañosas (ver Figura 2) y algunos ranchos de paroy. Además, el entorno natural caracterizado por la existencia de quebradas limpias que, con el tiempo, se vieron afectadas por el proceso de urbanización (Gómez et al., 2014). Estas narrativas son parte de la memoria colectiva de los primeros días de asentamiento y de las transformaciones que se manifestaron con el paso de los años tanto en el entorno natural y la infraestructura del barrio, como en las condiciones de vida de la comunidad.

Durante la misma década y en paralelo a los acontecimientos en Jerusalén, varios profesionales y estudiantes universitarios trabajaron comprometidamente en el Instituto Social Nocturno de Enseñanza Media (ISNEM), ubicado en el centro de Bogotá. Según González (2002), este instituto con enfoque pedagógico popular ofrecía educación secundaria a jóvenes trabajadores que necesitaban estudiar en horario nocturno. De allí surgió la necesidad de expandir el proyecto social a comunidades que fueran mucho más populares y con mayores necesidades de las encontradas en el ISNEM (Pinilla en González, 2002). En ese sentido, su atención se dirigió hacia Ciudad Bolívar, en particular hacia Jerusalén–Potosí. En ese momento, Evaristo Bernate Castellanos, profesor y líder social, tuvo la oportunidad de explorar Jerusalén en compañía de otros maestros y, allí, identificaron las condiciones propicias para desarrollar un trabajo integral de educación, salud y acompañamiento a la comunidad.

Los profesores estaban orientados por perspectivas liberadoras que recorrían América Latina: el compromiso social con los pobres de la teología de la liberación; la construcción de un hombre nuevo; la educación liberadora para los oprimidos a partir de la alfabetización de adultos, y el compromiso con el trabajo popular fueron perspectivas que alentaron el vínculo con el barrio. Estos discursos y prácticas resultaron esenciales para comprender el proceso de inserción de los maestros en el sector, así como para entender la naturaleza de las apuestas por mejores condiciones de vida y derechos básicos a la ciudad.

Proyecto “Escuela-comunidad”.
La Escuela Construida con la Comunidad

En 1984, un grupo de maestros, encabezados por Evaristo Bernate iniciaron la escuela del proyecto “Escuela Comunidad”, conocida como Instituto Cerros del Sur (ICES). Esta propuesta surgió de una lectura cercana de lo que estaba ocurriendo; una lectura de la realidad basada en la práctica misma. Esta evaluación inicial resaltó la necesidad de servicios básicos y atención médica.

La construcción de la infraestructura de la escuela se diseñó como un ejercicio de formación dialógica y participativa en el cual profesores y habitantes desempeñaban roles complementarios, que conjugan saberes propios de los habitantes con esos otros saberes de los profesores, pensados en torno a la proyección de las acciones de construcción o a la búsqueda de apoyos y recursos.

Desde esta perspectiva, se concibió la construcción física de la escuela como un acto de solidaridad, cooperación e inmersión de la comunidad que contó con el trabajo colaborativo de los pobladores. En sus primeras etapas (ver Figura 3), la construcción se basó en la instalación de “tres casetas prefabricadas en área de 40 metros, instaladas en un terreno con amplios espacios para la recreación” (Bernate, 1984, p. 5) que fueron adquiridas con un crédito de la Fundación SERVIVIENDA (González, 2002).

El ICES abrió sus aulas -no sus puertas ya que nunca las tuvo- el 5 de marzo de 1984 a 300 niños y niñas. El colegio inició con voluntarios comprometidos con la práctica pedagógica popular, basada en la concepción de la educación como un acto político y humano. A su vez, se consolidó como un centro de encuentro y planeación conjunta alrededor de los problemas y necesidades del barrio. En este sentido, el ICES apoyó y acompañó de cerca la consolidación de espacios organizativos del barrio y de la localidad, como lo menciona una habitante: “Evaristo luchó para que esa sede de la Universidad Distrital se construyera, estuvo en las marchas y paros, también para que los servicios y todas las cosas que hay actualmente se tuvieran” (comunicación personal, septiembre, 2023). Asimismo, los profesores hicieron parte de la Junta de Acción Comunal (JAC) como habitantes del barrio y gestionaron la construcción de vías y redes de acueducto, gas y electricidad, como resultado de la relación entre el ICES y la comunidad barrial.

La década de los noventa se caracterizó no solo por las grandes movilizaciones, sino también por la violencia desatada en los barrios de Ciudad Bolívar, mal conocida como ‘limpieza social’. Esto afectó a líderes sociales y, en particular, a jóvenes. La práctica de asesinatos sistemáticos fue una constante en la localidad, como señala Perea (2016). En medio de este contexto de violencia, fue asesinado Evaristo Bernate el 11 de mayo de 1991. Su fallecimiento marcó un nuevo comienzo en la historia del barrio y la Escuela-Comunidad, desencadenando desafíos y reflexiones internas.

Tras la pérdida de Evaristo, los líderes comunales de cada sector asumieron nuevas responsabilidades y desempeñaron roles prominentes en lo organizativo. Específicamente en Potosí, Leónidas Ospina, quien formaba parte del grupo de profesores del ICES, asumió las funciones anteriormente desempeñadas por Evaristo, especialmente en la Junta de Acción Comunal (JAC). Además, el resto de los profesores continuaron con el proyecto educativo.

Prácticas Populares en la Construcción de Espacio Urbano

El barrio Potosí se puede considerar como un espacio de organización política y comunitaria que se edificó mediante la autogestión, una práctica popular para la producción de espacio común (Rossler, 2017). Esta estrategia no solo mejoró las viviendas, sino también la infraestructura general del barrio:

Mientras para los demás sectores la infraestructura y los servicios públicos son parte constitutiva del espacio que ocupan, estos (los barrios populares) deben procurárselos por sus propios medios, dado que el espacio donde se ubican carece de tal adecuación (…) ello se hace normalmente por el trabajo de los mismos pobladores quienes realizan las obras básicas (vías de acceso, redes de energía, acueducto, alcantarillado). (Zamudio y Clavijo, 1983, p. 60)

Precisamente, en la producción del espacio, el papel de los pobladores y de su trabajo material e intelectual fue fundamental para la construcción de la infraestructura que estuvo determinada por la autogestión comunitaria, manifiesta tanto en las prácticas populares con las que venía cada poblador de su lugar de origen, y que fueron replicadas y mejoradas, como en el trabajo colectivo que fueron aprendiendo de su experiencia en vínculo con los profesores que llegaron.

Las primeras prácticas populares se basan en crear un equipamiento provisional y privado para las familias, a modo de infraestructura básica para suplir las necesidades apremiantes. La hechura de una habitación con materiales ligeros y poco resistentes como el paroy, las tablas, las latas y cartones, les permitía construir un lugar propio donde “meter a su familia”. Al respecto, una persona que llegó en 1982 recuerda:

Trajimos cuatro tablones y unas tablas largas y con eso fue que hicimos la pieza (…), no había baños, íbamos a la parte de abajo que eran unos huecos (…) para traer el agua se iba a la quebradita, a un chorro de agua que bajaba (Comunicación personal, 2001)

Las prácticas iniciales de construcción en el barrio Potosí se centraban en la instalación de espacios privados, con soluciones inmediatas como el abastecerse en la quebrada y el usar velas. Los vecinos colaboraban voluntariamente en la construcción de habitaciones, y en este equipamiento provisional surgieron la letrina y la cocina. La construcción de viviendas se entiende como práctica popular que contribuye no solo a la edificación, sino también la obtención de servicios básicos como agua, electricidad, combustible y otros.

La llegada de más familias y profesores determina la búsqueda de soluciones a mediano plazo, sobre todo con relación a la construcción de espacio público necesario para el bienestar. La autogestión comunitaria se vio fortalecida con el papel de los profesores quienes, liderados por Evaristo, se vincularon con la población y generaron una red de acompañamiento y organización a través de la educación popular.

Acá el profesor Evaristo nos enseñó muchas cosas, porque nosotros ni siquiera sabíamos hacer una carta ni nada. Él nos hacía la carta, creo en esa maquinita (señalando la máquina de escribir) y ahí nos enseñaba a redactar las cartas porque nosotros no sabíamos, nosotros veníamos del campo. (Comunicación personal, septiembre de 2023)

Las cartas se hacían para solicitar los servicios públicos a las entidades del Estado, esta fue una práctica común que se aprendió de la mano de los profesores, lo mismo que las movilizaciones a las entidades prestadoras de servicios, que mencionaremos adelante. Al tiempo que se hacían las solicitudes al Estado, se encontraban soluciones provisionales. En el caso el abastecimiento de agua se inició con la red de mangueras desde la parte alta en zona rural.

Le tocaba a uno pagar la canecadita de agua a 100 pesos, eso fue en el año 1984, cuando llegué yo aquí a iniciar lo de mi casa. Y nos tocaba de noche dele para arriba, a cuidar las mangueras, porque llegaba uno acá y ya le habían quitado el agua, entonces ya se iba otro para arriba y así sucesivamente. (Comunicación personal, septiembre de 2023)

La energía eléctrica fue uno de los primeros servicios autogestionados mediante bazares para recaudar fondos. Los habitantes organizaron actividades para conseguir recursos y comprar los implementos. Además, buscaron donaciones y, con mano propia, hicieron las conexiones eléctricas desde la parte baja de Ciudad Bolívar hasta Potosí.

La autogestión comunitaria se reflejó también en la construcción de caminos para acceso al barrio. Las jornadas de trabajo de los pobladores con el respaldo de algunos vendedores de lotes que proporcionaban maquinaria también fue vital. Una habitante recuerda: “El finado Forero Fetecua nos prestaba la maquinaria para arreglar la vía, él nos prestaba la maquinaria y nosotros le poníamos la gasolina” (Comunicación personal, septiembre de 2023) y, a pesar de la dificultad topográfica, vehículos informales cubrieron los servicios de movilidad y abastecimiento.

Desde la perspectiva organizativa se logró la construcción de espacios públicos comunitarios con base en la educación popular. Estos espacios marcan la producción de ciudad informal: el ICES (1983), como espacio de educación formal para los niños del sector; el Jardín Alegría de Vivir (1987), como apuesta de cuidado y educación para los niños de la primera infancia; la caseta del cocinol, que almacenaba y distribuía el combustible para las estufas, y la tienda de abarrotes que abastecía a precios asequibles y contribuía al bienestar individual y comunitario. Estos espacios se realizaron con donaciones, autogestión y trabajo comunitario.

Tal vez, como lo plantean Castro y Martí (2016) “la proximidad residencial y una cierta dependencia de determinados recursos compartidos, hacen del barrio un espacio urbano especialmente propicio para desarrollar experiencias de gestión colectiva de recursos comunes urbanos” (p. 136), pero, en este caso, también se trató de una experiencia política de organización comunitaria, pues allí se agenciaron formas asociativas como las madres, los comités para el agua, el Consejo Comunal, el grupo de danzas y grupos de fútbol femenino que establecieron vínculos y trabajo organizativo con otros sectores de la localidad y el país. Un ejemplo es el de la Asociación Juvenil Avance Comunitario -AJAC-, que gestionó la reivindicación de las casas de la juventud en la localidad y trabajó en la propuesta de comunicación que integraba medios audiovisuales y en un periódico comunitario que permitió la visibilización de las necesidades de la población juvenil y la denuncia de las violaciones de derechos humanos.

El trabajo comunitario, más que la fuerza laboral, representó estrategias y organización para la construcción del espacio urbano popular. A lo largo del tiempo, se estructuró con la demanda de servicios públicos domiciliarios, desafiando la consideración estatal de estos barrios como ilegales.

Ahí ya no pedíamos permiso. Los Paros, Movilizaciones y Negociaciones

Si hiciéramos recuentos de cuántas tomas se han hecho, yo creo que perderíamos la cuenta. Toma a la Empresa de Acueducto -como unas cincuenta veces- toma a la Empresa de Teléfonos, toma a la Empresa de Energía, movilizaciones, marchas, paros. Es decir, ha sido una lucha dura. Ha sido una lucha organizada. (González, 2002, p. 106)

La sinergia entre los pobladores y los docentes es un ejemplo de la forma como los pobladores urbanos en Bogotá para los años ochenta y noventa ejercieron presión con acciones colectivas para lograr el acceso a inversiones públicas en su territorio. Sin embargo, la excusa estatal era un nudo de madeja: se requería la legalización del sector para acceder a los servicios públicos domiciliarios y, para ello, Catastro Distrital debía asignar una nomenclatura del barrio, cosa que no se hacía porque el barrio “era ilegal”. Sin la legalización, no se lograba que las empresas distritales realizaran los trazados y acometidas de servicios; sin servicio de alcantarillado y acueducto, no se lograba la aprobación de Catastro Distrital para las vías, y, sin vías o aprobación, las empresas de transporte no realizaban aprobación de rutas.

Todas estas situaciones pasaban por las JAC en los nueve sectores de Jerusalén, entre ellas la de Potosí. Los integrantes de estas Juntas para gestionar sus necesidades decidieron desarrollar un proceso organizativo que les diera fuerza. Así nació, en 1986, JERUCOM, que fue la expresión de asociatividad de las juntas que contribuyeron a la solución de infraestructura básica desde la organización. Las organizaciones que se habían configurado alrededor del Proyecto “Escuela Comunidad”, como la JAC, los comités de servicios públicos, las madres y, en general, el apoyo de los pobladores resultó fundamental para que los barrios lograran progresivamente la dotación. Primero realizando múltiples solicitudes formales a las entidades pertinentes y, luego, con la movilización. Los habitantes y la escuela se fusionaron como actores comunitarios:

Evaristo …Él llegaba y reunía a la gente y nos íbamos. Llegábamos allá y él era nuestro comisionado para entrar (...). Si él salía y no lo atendían, nos hacía señas [seña en el cuello de no atención] Y entonces con la seña, todos pa´ dentro. Ahí sí no pedíamos permiso, íbamos entrando. Y ya estando adentro era muy difícil que nos sacaran (Comunicación personal, septiembre de 2023)

Un ejemplo de ello fue la movilización de mayo de 1993 como consecuencia de la crítica situación en salud, tanto en Potosí como en otros sectores. Los habitantes protestaron frente a la sede de la Secretaría de salud, “reclamando mejores condiciones para los centros asistenciales de salud” y “esta protesta logró ampliar la asignación de ocho nuevos profesionales a los CAMI y centros de salud de los barrios Manuela Beltrán, Jerusalén, Santa Rosita, Potosí y Limonar” (González, 2002, p. 97).

Igualmente, la dramática situación de derechos humanos por la llamada ‘limpieza social’, en la que encapuchados pasaban en moto disparándoles a jóvenes bajo la anuencia o el silencio de las autoridades policiales, llevó a fuertes movilizaciones. Un niño de Potosí de aquella época menciona: “ser joven en ciudad Bolívar a veces es peligroso. A veces creen que todos somos cuchilleros. Hay una estigmatización porque creen que todos los jóvenes son bandidos” (Videocasete No. 10. 1995, AJAC. Integración Villeta).

Hechos como la masacre de 12 jóvenes en Juan Pablo II (Navia, 1992) o los asesinatos de líderes o jóvenes que venían de trabajar, llevaron a que las organizaciones juveniles denunciaran los hechos bajo el lema “en Ciudad Bolívar ser joven es un delito”, que desembocó en la movilización del 6 de junio de 1993, luego de la cual se concretó la instalación de una oficina de derechos humanos en la localidad y un foro de derechos humanos en julio de 1993 (González, 2002).

En medio de estas situaciones, se dio el proceso organizativo de paro cívico de 1993 en el que la participación de Potosí fue fundamental para la organización, la toma de la autopista sur y la solidez para mantener el paro y las negociaciones. Precisamente, la capacidad organizativa y de diálogo del profesor Leónidas Ospina, lo llevó a ser uno de los delegados a la mesa de negociación con el Gobierno Distrital. Menciona González (2002) que, de acuerdo con las conversaciones con líderes del paro de 1993, la trayectoria organizativa y la mayor independencia de los partidos políticos se constituyó en las motivaciones para depositar la dirección y parte de la coordinación de la mesa en los participantes de Potosí. En el material fílmico de las negociaciones se evidencia la claridad organizativa de los líderes comunales en sus exigencias:

La conversación allí gira en torno a alcanzar acuerdos para la legalización y titulación de los barrios de la localidad, así, como garantías para la participación y el ejercicio del liderazgo comunal en Ciudad Bolívar, acceso a servicios públicos como el gas natural y una vejez digna. (Videocasete 10. Negociaciones Alcaldía, 1993)

El material audiovisual muestra la presión del movimiento comunal en el paro, que llevó a que en los años subsecuentes se ampliaran los procesos de veeduría ciudadana sobre lo acordado, y a que se participara de manera abierta en escenarios de conversación con el Gobierno Distrital, haciendo posible que el derecho a la ciudad empezará a ejercerse tanto en el escenario comunitario, como en la interlocución constante con el Estado que debía garantizar el cumplimiento de los distintos puntos negociados.

La capacidad de interlocución aumentó entre los habitantes de la localidad y la institucionalidad luego del paro de 1993. En uno de los videocasetes, se evidencia la discusión del presupuesto de la localidad:

se observa entre los asistentes, líderes que hicieron parte de las negociaciones del Paro de 1993 (Benjamín, Isaac, Jairo, Armando) conversando con funcionarias distritales acerca del presupuesto local (…) los presentes definen dar prioridad al progreso social con programas de calidad en la educación y salud. (Videocasete 8, Plan de desarrollo, 1995).

Estas prácticas populares locales que iniciaron con movilizaciones y desembocaron en el paro cívico de 1993 conllevaron la participación de algunos liderazgos comunitarios en las negociaciones con el Estado en lo concerniente a la toma de decisiones relacionadas con la inversión del presupuesto local para los años posteriores, lo que contribuyó al ejercicio del derecho a la ciudad en el sur de Bogotá.

Sin embargo, estos ejercicios de liderazgo no fueron posibles sin la formación previa de jóvenes, que en el caso del Proyecto “Escuela Comunidad” era evidente. En un material fílmico de enero de 1994 se observa una jornada de planeación e integración de la Asociación Juvenil del barrio Potosí. Los integrantes mencionan la importancia del trabajo en comunidad: “Hay que respetar por lo que trabajamos en comunidad. Se trabaja para la comunidad y con la comunidad”; además reflexionan, hacen un balance de las actividades realizadas en el año 1995 y asumen responsabilidades. Allí participan desde niños de aproximadamente 11 años hasta jóvenes de 25 años. Entre el balance se comenta que

el trabajo cultural está resonando, está la Emisora, se han hecho reportajes, tenemos los grupos de video, dimos a conocer un trabajo. Pero debemos fortalecer el grupo, escuchar a los nuevos, tratar de agruparnos más, conseguir más muchachos. Nos comprometemos con Secretaría de educación y con el Colegio para la alfabetización. Vamos a trabajar un video de Ciudad Bolívar de salud y deporte. Otro video de la historia del grupo. Ya hicimos el video de historia de Potosí. (Videocasete No. 10. AJAC Integración Villeta, 1995)

En la producción de espacio urbano también hubo un proceso formativo que permitió generar nuevos liderazgos y nuevas prácticas populares; en este caso, el hacer balances y reflexionar sobre lo que se hizo, al tiempo que se planifica y se asumen responsabilidades para el futuro, es la muestra de la proyección común del espacio que se quiere.

La experiencia del proyecto “Escuela Comunidad”, en términos de las prácticas populares, nos muestra variadas expresiones, diversos frentes y grupos de trabajo que permitieron, desde el desarrollo de la vida cotidiana, construir y consolidar un proyecto educativo popular y comunitario que aportó a la definición del derecho a la ciudad.

Conclusiones

Las prácticas populares que emergen en la construcción del barrio Potosí están dadas, en principio, por los procesos de consolidación de la infraestructura barrial que tuvo lugar a partir de la autogestión comunitaria para dar solución a las necesidades básicas y latentes de la época. A esto se suma el proceso de organización política y social de la comunidad, en diversos escenarios locales, y que comprendió solicitudes y movilizaciones que desembocaron en el paro cívico de 1993, a partir del cual se construyó, desde la periferia, el derecho a la ciudad.

La autogestión comunitaria se constituye en la respuesta frente a la marcada ausencia estatal, en la resistencia para construir espacio urbano popular y en el camino para la edificación de la estructura barrial. Tanto las viviendas como la construcción del ICES implicaron procesos de organización autónoma que hicieron posible cubrir necesidades básicas y, posteriormente, garantizar derechos como la salud y la educación. Gracias a las redes tejidas a partir de la necesidad compartida, individuo y barrio se vincularon estrechamente y definieron parámetros distintos a aquellos que enmarca el proceso de construcción de ciudad del Estado y del capital, consolidando, además, la apropiación del espacio urbano que se ocupa y que coloca en el centro a la comunidad.

La configuración del espacio barrial permitió la emergencia y articulación de organizaciones de distinta naturaleza, como jóvenes, madres, comités, etc., que surgieron y se hicieron visibles en la lucha. Luego, se dio el acercamiento con otros procesos barriales y locales que permitieron la construcción de una organización cada vez más sólida que favoreció la consolidación de recursos materiales, económicos, culturales y apoyo humano para el avance en producción del espacio urbano popular, no solo en términos de infraestructura, sino también en términos de derechos como la salud, la vivienda y la educación.

Lo anterior desembocó en la articulación de formas organizativas oficiales e institucionales, como las JAC y las Juntas Administradoras Locales, que aparecen en el escenario político barrial junto con organizaciones populares locales como JERUCOM (Movimiento Comunitario Jerusalén) y la Unidad Cívica, expresiones de la sociedad civil organizada que se concentran en la definición y construcción de territorio, dando lugar a comités pro paro, movilizaciones, bloqueos y posteriormente al Paro Cívico de octubre de 1993. En ese paro, los liderazgos comunitarios iniciaron negociaciones con instituciones estales en lo relacionado con la legalización de los barrios, la infraestructura vial, los servicios públicos, los derechos humanos, entre otros.

Así, las prácticas populares que dan lugar a la construcción del espacio urbano, se resumen en la autogestión comunitaria, la articulación de saberes y acciones, la organización y movilización social y el liderazgo en los procesos barriales autoconstruidos por sus habitantes, en una lógica de solidaridad, reciprocidad y cooperación que consolida, por un lado, identidad territorial hacia el espacio que se habita y, por el otro, la apropiación del espacio urbano erigido sobre la fuerza comunitaria de sus pobladores.

Finalmente, esta producción y apropiación del espacio urbano se ancló al Proyecto “Escuela Comunidad”, consolidando como articulador de las luchas comunitarias, pues desde allí se tejen caminos para la organización juvenil y barrial, se plantean propuestas para dar paso a la movilización social organizada, y se motivan distintas expresiones que hacen posible la materialización de las prácticas populares referidas, en clave comunitaria, dando un sentido colectivo al ejercicio del derecho a la ciudad.

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[1] El proyecto representó una significativa inversión para el desarrollo urbano, y buscaba aportar a la expansión urbana en lo que hoy conocemos como Ciudad Bolívar, Usme, Tunjuelito, Bosa, Kennedy y Rafael Uribe Uribe. Sin embargo, este plan contó con inconsistencias, retrasos e incumplimientos que llevaron a demandas.

María Isabel González-Terreros

Docente titular de la Universidad Pedagógica Nacional, Licenciada en Ciencias sociales y Magister en enseñanza de la historia, Doctora en Estudios Latinoamericanos UNAM. Investigadora en el campo de movimientos sociales y educación

Marysol Rojas-Pabón

Docente investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Externado de Colombia. Doctora en Estudios Latinoamericanos. Investigadora del área de economía, trabajo y sociedad

Tatiana Alexandra Pinilla-Valderrama

Candidata a Magíster en Estudios Sociales en la Universidad Pedagógica Nacional, Especialista en Desarrollo Humano con énfasis en procesos afectivos y creatividad y Licenciada en Ciencias sociales de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas.

Wilson Darío López-Gómez

Docente e Investigador Universidad Pedagógica Nacional, Estudiante de Doctorado en Estudios Sociales de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, licenciado en Ciencias Sociales y Politólogo

Natalia Helena Álvarez

Trabajadora social, magister en Ciencias Sociales, master 2 en Educación. Docente del programa de Trabajo Social de UNIMINUTO Bogotá Presencial, líder del semillero de investigación Esperanza en marcha.

Autores

El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá

Prácticas populares por el derecho a la ciudad.

El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá

El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá

Precisamente, este artículo muestra las prácticas populares realizadas en la construcción del barrio Potosí de Ciudad Bolívar (Bogotá) desde el año 1983 hasta inicios de la década del noventa. Allí, las prácticas populares estuvieron articuladas entre el saber de los recién llegados y las propuestas de profesores que construyeron el Instituto Cerros del Sur (ICES) (ver Figura 1), que hace parte del proyecto “Escuela Comunidad”.

Figura 1.Aula de clase, Instituto Cerros del Sur

Fuente: Archivo físico del ICES.

El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá

El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá

El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá

El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá

Figura 2. Barrio Potosí en 1980

Fuente: Archivo físico del ICES.

El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá

Figura 3. Primeras casas prefabricadas del ICES

Fuente: Fernando Pinilla.

El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá

El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá

El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá

El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá

El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá

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Zemelman, H. (2009). Reflexiones en torno a la relación epistemología y método. Serie: Seminarios y conferencias. Cerezo editores.

Cómo citar

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González Terreros , M. I., Rojas-Pabón , M., Pinilla-Valderrama , T. A., López-Gómez, W. D. y Álvarez , N. H. (2024). Prácticas populares por el derecho a la ciudad. El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá. Bitácora Urbano Territorial, 34(1), 70–82. https://doi.org/10.15446/bitacora.v34n1.112046

ACM

[1]
González Terreros , M.I., Rojas-Pabón , M., Pinilla-Valderrama , T.A., López-Gómez, W.D. y Álvarez , N.H. 2024. Prácticas populares por el derecho a la ciudad. El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá. Bitácora Urbano Territorial. 34, 1 (ene. 2024), 70–82. DOI:https://doi.org/10.15446/bitacora.v34n1.112046.

ACS

(1)
González Terreros , M. I.; Rojas-Pabón , M.; Pinilla-Valderrama , T. A.; López-Gómez, W. D.; Álvarez , N. H. Prácticas populares por el derecho a la ciudad. El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá. Bitácora Urbano Territorial 2024, 34, 70-82.

ABNT

GONZÁLEZ TERREROS , M. I.; ROJAS-PABÓN , M.; PINILLA-VALDERRAMA , T. A.; LÓPEZ-GÓMEZ, W. D.; ÁLVAREZ , N. H. Prácticas populares por el derecho a la ciudad. El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá. Bitácora Urbano Territorial, [S. l.], v. 34, n. 1, p. 70–82, 2024. DOI: 10.15446/bitacora.v34n1.112046. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/bitacora/article/view/112046. Acesso em: 17 ago. 2024.

Chicago

González Terreros , Maria Isabel, Marysol Rojas-Pabón, Tatiana Alexandra Pinilla-Valderrama, Wilson Darío López-Gómez, y Natalia Helena Álvarez. 2024. «Prácticas populares por el derecho a la ciudad. El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá». Bitácora Urbano Territorial 34 (1):70-82. https://doi.org/10.15446/bitacora.v34n1.112046.

Harvard

González Terreros , M. I., Rojas-Pabón , M., Pinilla-Valderrama , T. A., López-Gómez, W. D. y Álvarez , N. H. (2024) «Prácticas populares por el derecho a la ciudad. El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá», Bitácora Urbano Territorial, 34(1), pp. 70–82. doi: 10.15446/bitacora.v34n1.112046.

IEEE

[1]
M. I. González Terreros, M. Rojas-Pabón, T. A. Pinilla-Valderrama, W. D. López-Gómez, y N. H. Álvarez, «Prácticas populares por el derecho a la ciudad. El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá», Bitácora Urbano Territorial, vol. 34, n.º 1, pp. 70–82, ene. 2024.

MLA

González Terreros , M. I., M. Rojas-Pabón, T. A. Pinilla-Valderrama, W. D. López-Gómez, y N. H. Álvarez. «Prácticas populares por el derecho a la ciudad. El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá». Bitácora Urbano Territorial, vol. 34, n.º 1, enero de 2024, pp. 70-82, doi:10.15446/bitacora.v34n1.112046.

Turabian

González Terreros , Maria Isabel, Marysol Rojas-Pabón, Tatiana Alexandra Pinilla-Valderrama, Wilson Darío López-Gómez, y Natalia Helena Álvarez. «Prácticas populares por el derecho a la ciudad. El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá». Bitácora Urbano Territorial 34, no. 1 (enero 18, 2024): 70–82. Accedido agosto 17, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/bitacora/article/view/112046.

Vancouver

1.
González Terreros MI, Rojas-Pabón M, Pinilla-Valderrama TA, López-Gómez WD, Álvarez NH. Prácticas populares por el derecho a la ciudad. El proyecto Escuela Comunidad como productor del espacio urbano en Bogotá. Bitácora Urbano Territorial [Internet]. 18 de enero de 2024 [citado 17 de agosto de 2024];34(1):70-82. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/bitacora/article/view/112046

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