Publicado

2018-01-01

Ideas para la planeación de la ciudad futura. Bogotá, 1917-1925

Ideas for planning the future city. Bogotá, 1917-1925

Idéias para planejar a cidade futura. Bogotá, 1917-1925

DOI:

https://doi.org/10.15446/bitacora.v28n1.59707

Palabras clave:

Bogotá (siglo XX), Bogotá Futuro, historia de la planeación urbana. (es)
Bogotá (20th century), Bogotá Futuro, town planning history. (en)
Bogotá (século XX), Bogotá Futuro, história de planejamento urbano. (pt)

Autores/as

  • Maarten Goossens Universidad de los Andes, Colombia

El artículo analiza algunos documentos presentados durante el Primer Congreso de Mejoras Nacionales en 1917 y la memoria de “Bogotá Futuro”, el plan de ensanche de la ciudad aprobado en 1925, a la luz de las tendencias internacionales de la época. Se argumenta que el plan se basa, en gran medida, en la interpretación que Ricardo Olano y Enrique Uribe Ramírez hicieron de los postulados de Nelson P. Lewis y Camilo Sitte, y se concluye que, aunque el trazado urbano propuesto en “Bogotá Futuro” no fue ejecutado, sus normas de construcción dejaron un impacto importante en la ciudad. 

The article analyzes some of the papers presented during the First Congress of National Improvements in 1917, as well as the written document belonging to “Bogotá Futuro”, an expansion plan approved in 1925, in the light of internationally disseminated ideas of the time. It argues that the plan is based largely on the interpretations Ricardo Olano and Enrique Ramirez made of Nelson P. Lewis’s and Camilo Sitte’s ideas and concludes that, although the urban layout of “Bogotá Futuro” was not executed, its construction byelaws left a major impact on the city. 

O artigo analisa alguns documentos apresentados durante o Primeiro Congresso Nacional de Melhorias em 1917 bem como à memória documento de “Bogotá Futuro” plano aprovado de expansão da cidade em 1925, a luz das tendências internacionais do tempo. Argumentase que o plano se baseia em grande medida na interpretação de Ricardo Olano e Enrique Uribe Ramírez dos postulados de Nelson P. Lewis e Camilo Sitte, e concluise que, embora o layout urbano proposto em “Bogotá Futuro” não foi executado, uma regra proposta de construção deixou um grande impacto sobre a cidade. 

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Ideas para la planeación
de la ciudad futura.

Bogotá, 1917-19251

Ideas for planning the future city.

Bogotá, 1917-1925

Idéias para planejar a cidade futura.

Bogotá, 1917-1925

Maarten Goossens

Universidad de los Andes

m.goossens270@uniandes.edu.co

Resumen

El artículo analiza algunos documentos presentados durante el Primer Congreso de Mejoras Nacionales en 1917 y la memoria de “Bogotá Futuro”, el plan de ensanche de la ciudad aprobado en 1925, a la luz de las tendencias internacionales de la época. Se argumenta que el plan se basa, en gran medida, en la interpretación que Ricardo Olano y Enrique Uribe Ramírez hicieron de los postulados de Nelson P. Lewis y Camilo Sitte, y se concluye que, aunque el trazado urbano propuesto en “Bogotá Futuro” no fue ejecutado, sus normas de construcción dejaron un impacto importante en la ciudad.

Palabras clave: Bogotá (siglo XX), Bogotá Futuro, historia de la planeación urbana.

Abstract

The article analyzes some of the papers presented during the First Congress of National Improvements in 1917, as well as the written document belonging to “Bogotá Futuro”, an expansion plan approved in 1925, in the light of internationally disseminated ideas of the time. It argues that the plan is based largely on the interpretations Ricardo Olano and Enrique Ramirez made of Nelson P. Lewis’s and Camilo Sitte’s ideas and concludes that, although the urban layout of “Bogotá Futuro” was not executed, its construction byelaws left a major impact on the city.


Keywords: Bogotá (20th century), Bogotá Futuro, town planning history.

Resumo

O artigo analisa alguns documentos apresentados durante o Primeiro Congresso Nacional de Melhorias em 1917 bem como à memória documento de “Bogotá Futuro” plano aprovado de expansão da cidade em 1925, a luz das tendências internacionais do tempo. Argumenta-se que o plano se baseia em grande medida na interpretação de Ricardo Olano e Enrique Uribe Ramírez dos postulados de Nelson P. Lewis e Camilo Sitte, e conclui-se que, embora o layout urbano proposto em “Bogotá Futuro” não foi executado, uma regra proposta de construção deixou um grande impacto sobre a cidade.

Palavras-chave: Bogotá (século XX), Bogotá Futuro, história de planejamento urbano.

Maarten Goossens

Magister en Historia de la Arquitectura por la Universidad de Groningen. Actualmente es Profesor Asistente del Departamento de Arquitectura de la Universidad de los Andes. Sus investigaciones se centran en la historia de la arquitectura y la ciudad en Colombia durante el siglo XX.

Los últimos años han sido testigos del auge de las investigaciones sobre la historia urbana de Bogotá entre 1910 y 1940, las cuales han versado sobre proyectos importantes como la canalización del río San Francisco y la construcción de la Avenida Jiménez de Quesada (Atuesta Ortiz, 2011), el Parque Nacional (Serna Dimás y Gómez Navas, 2012), la Plaza Central de Mercado (García Ramírez, 2010), entre otros. También han profundizado en temas relacionados con la planeación urbana (Arango López, 2011; 2016; Alba Castro, 2013), reconociendo las actuaciones progresistas y ambiciosas de los gobiernos municipales de Bogotá en el marco de “Bogotá Futuro”, una iniciativa para planear la expansión de la ciudad. Este plan, interpretado como “una respuesta política, en el sentido tanto normativo como de ejercicio de autoridad por parte del Concejo, a un desorden existente” (Mejía Pavony y Zambrano, 2003: 74), a pesar de su dificultad para ser implementado, contenía la norma urbana que estaría vigente, aunque parcialmente, durante las siguientes décadas.

En el presente estudio se pretenden examinar las características del espacio urbano de la ciudad futura imaginada, especialmente a partir de las discusiones previas a la aprobación del plan “Bogotá Futuro” en 1925. Más que exponer las situaciones que hicieron necesario estudiar la ciudad futura como un problema complejo, interesa analizar las aproximaciones propuestas por quienes estuvieron involucrados, aproximaciones cuyo origen, contrario a lo que se ha afirmado (Arango López, 2016), se puede rastrear en las publicaciones de dos autores, un norteamericano y un europeo: Nelson P. Lewis y Camilo Sitte. Situamos el inicio de la discusión en 1917, cuando se celebró el Primer Congreso de Mejoras Nacionales, para luego analizar la memoria de “Bogotá Futuro” publicada por el autor del plan, Enrique Uribe Ramírez (1924).2

La gestión pública y la ciudad en el Primer Congreso de Mejoras Nacionales

A todos los que han viajado atentamente por el extranjero, o que están al corriente del movimiento y de las necesidades mundiales, se les presenta, con caracteres de urgencia, la necesidad de hacer una Colombia nueva, de impulsar vigorosa y armónicamente la construcción de todas las obras que en su conjunto hacen grande a una nación, y se traducen en prosperidad nacional y bienestar de los habitantes del país (República de Colombia, 1917a: 3).

Con estas palabras, entre las que se podrían resaltar “obras” y “bienestar”, se introducía el Primer Congreso de Mejoras Nacionales, realizado por iniciativa de Ricardo Olano3 en octubre de 1917. El evento, dirigido a funcionarios públicos (ingenieros municipales) y representantes de otras entidades, especialmente de las sociedades de mejoras públicas, tuvo su origen en la experiencia del municipio de Medellín, pionero en la concreción de créditos, obras de saneamiento, planeación de la ciudad futura, establecimiento de diversas escuelas de artes, la compra de maquinaria municipal (República de Colombia, 1917) y en pasar a “administrar sus rentas con una perspectiva empresarial, no administrada por compañías particulares” (Olano, 1917: 61).

El Congreso es una experiencia relevante para entender el espíritu del momento. Por ejemplo, compartían el espacio funcionarios públicos y representantes gremiales, algunos de ellos, además, eran terratenientes importantes, aristócratas y políticos.4 Pero también es interesante notar cómo el carácter técnico de algunas ponencias, al parecer, no resultó excluyente para las sociedades de mejoras o de embellecimiento. El fin común era el desarrollo de las ciudades mediante la promoción de obras públicas.

Un primer esbozo de marco teórico para guiar estas obras lo dio Ricardo Olano, el promotor del Congreso, quien presentó un “Estudio sobre City Planning” que luego fue citado por Uribe Ramírez (1924) en su sustentación de “Bogotá Futuro” y, en el cual, introdujo el movimiento del City Planning, cuyos orígenes situaba en el City Beautiful y la Ciudad Blanca de Burnham en la Chicago de 1893 (Olano, 1917). Para definir conceptualmente el City Planning, Olano citaba a dos autores, el primero de ellos “Mr. George Mc. Anony [sic], presidente del Borough of Manhattan en Nueva York”, cuya definición hace énfasis en la capacidad de la planeación urbana de tener “una poderosa y benéfica influencia sobre el desenvolvimiento mental y moral de un pueblo” (Olano, 1917: 26). El segundo autor era “Mr. Jphynes” y su definición de City Planning enfatiza en la importancia de anticipar para evitar errores5 (Olano, 1917).

Olano, sin embargo, no citó el libro del que obtuvo ambas definiciones. Estas, y otras tantas, aparecen en The planning of the modern city. A review of the principles governing city planning de Nelson P. Lewis, publicado en 1916. Este libro, como explica el autor en su introducción, se diferenciaba de las publicaciones existentes, las cuales fueron escritas por arquitectos “que ven la planeación urbana como una cuestión arquitectónica o artística” o por expertos en gobierno “que la consideran una cuestión administrativa” (Lewis, 1916: 1). El libro, al contrario, está dirigido a ingenieros municipales y su premisa es que la planeación urbana se trata de cuestiones de ingeniería. A lo largo del texto queda claro que esta aproximación no se limita a temas técnicos, sino que se da prioridad al lado práctico de las cosas.

Una actitud similar se puede leer en el razonamiento de Olano. Su estudio resalta la importancia de la planeación espacial: “la calle es la expresión misma del carácter de la ciudad, o mejor dicho, es la ciudad misma” (Olano (1917: 32) y aclara cómo se tiende a evaluar la estética urbana en la actualidad: “la uniformidad no es el ideal moderno en materia de planeación de ciudades” (Olano, 1917: 34), pero relaciona siempre lo estético y lo práctico. Sobre los edificios públicos, Olano afirma que:

Le dan a una ciudad su valor monumental y arquitectónico […]. El ideal sería colocar los edificios públicos en agrupaciones convenientes, por ejemplo, alrededor de una gran plaza, en medio de jardines, para aprovechar toda su eficiencia, para que tengan luz abundante y contribuyan con mayores frentes a la hermosura de la ciudad […]. Las escuelas, plazas de mercado, han de ser distribuidos de tal modo que presente eficaz servicio a todos los barrios de la ciudad (Olano, 1917: 46).

El capítulo de Nelson Lewis sobre el tema se desarrolla en la misma línea. Enfatiza en los conjuntos de edificios públicos, nombrando como ejemplos a Washington y la exposición universal de Chicago de 1893, la cual “fue un estímulo importante, si no el origen, del movimiento de planeación urbana moderna” (Lewis, 1916: 150). Ni Lewis ni Olano le dan mucha importancia a la vivienda, que para ambos es un asunto meramente legislativo y cuya construcción no hace parte de la responsabilidad de los municipios. Olano en ningún momento contradice a Lewis y tampoco hay indicios de que hubiera utilizado otras fuentes.

Olano sí agrega unos comentarios sobre la situación específica de Colombia, repudiando al mismo tiempo el aferramiento al “estilo colonial” y el “gusto deplorable” de algunos intentos de modernización. Agrega que las fallas se deben a la ausencia de arquitectos graduados, pero también afirma que “sin cemento barato es casi imposible el desarrollo de la arquitectura moderna” (Olano, 1917: 56). Cierra su intervención con una serie de propuestas de ley que aumentan la autonomía de los municipios, al tiempo que los obliga a levantar planes de ensanche (“planos futuros”) (Olano, 1917).

Otras ponencias del Primer Congreso de Mejoras Nacionales tratan temas técnicos de construcción, de educación, de organización interna de las dependencias municipales, entre otros. Algunas le agregan a la aproximación de Olano matices más higienistas y esteticistas. Enrique Olarte (1917), por ejemplo, dice citar a Unwin6 como fuente de su intervención, para luego desarrollar un discurso higienista con una propuesta basada en espacios libres y una fórmula para establecer la altura máxima de las edificaciones en función del ancho de la calle.

La mezcla entre orientaciones ideológicas y propuestas prácticas caracteriza al contenido del Congreso, reflejándose en la aparente falta de coherencia de algunas de las ponencias. En este sentido, resulta interesante el aporte de Julio C. Vergara y Vergara (1917): un listado largo de cuestiones referidas a Bogotá al que se suman las opiniones del autor, que van desde enderezamiento de postes (presumiblemente las del alumbrado público), pasando por la necesidad de que los niños “aprendan [en las escuelas] el amor a la Patria y adquieren el hábito del orden y del aseo” (Vergara y Vergara, 1917: 383), hasta el llamado a usar materiales locales como teja y ladrillo. Carlos de Narváez7 realiza una descripción viva de los cambios por los que estaba pasando Bogotá como la expansión de la ciudad, la construcción de parques, teatros y escuelas, y la “animación de coches, tranvías, automóviles y gente de a pie que hace recordar el movimiento en algunas ciudades europeas” (de Narváez, 1917: 446), para luego proponer soluciones a los problemas sanitarios de la ciudad.

En resumen, el Primer Congreso de Mejoras Nacionales fue un escenario inigualable para la discusión, difusión y promoción de las ideas más reciente sobre planeación urbana entre personas de todas las regiones del país, con repercusiones en los medios de comunicación y en el gobierno nacional. En este sentido, vale la pena hacer énfasis en el hecho de que la temática variopinta del Congreso responde al abanico de áreas en las que se desempeña el ingeniero municipal, una figura establecida plenamente y con diversas responsabilidades en el mundo anglosajón, pero aún en proceso de conquistar su escenario de actuación en Colombia.

Hacia “Bogotá Futuro”

Tras el Primer Congreso de Mejoras Nacionales tomó fuerza la idea de levantar de manera “científica” un plano de la Bogotá existente y proyectar su expansión futura. Este proceso requería de visión urbanística, pero también de un marco legislativo que posibilitara la proyección, aprobación e implementación del plan de urbanización futura. En mayo de 1919 la Gobernación de Cundinamarca ordenó al municipio de Bogotá el “levantamiento” de un plano de urbanización futura, al mismo tiempo que obligaba al municipio de Usaquén a asegurarse de que la urbanización en una parte de su territorio estuviera en concordancia con el Plan de Desarrollo futuro de Bogotá (Asamblea de Cundinamarca, 1919, citado en Uribe Ramírez, 1924). Al año siguiente, la Gobernación ordenó que no se concedieran nuevos permisos de urbanización, tampoco en Bogotá, hasta que se terminara y aprobara el plano futuro (Asamblea de Cundinamarca, 1920, citado en Uribe Ramírez, 1924). Parece que a mediados de 1920 ya existía un contrato para realizar el plano, sin embargo, no se llevó a feliz término porque el Concejo anuló “el contrato que existía con el señor Jorge Obando Plata”. La Sociedad de Embellecimiento recomendó entonces

contratar su levantamiento con alguna otra persona apta y científica, que dé cumplimiento a la mayor brevedad posible a esta necesidad imperiosa, que, como se dice, es la base del desarrollo y embellecimiento de la capital y de la científica higienización de ella (El Tiempo, 1920: 5).

En 1921 una junta integrada por el Gobernador y el Secretario de Hacienda de Cundinamarca, el Alcalde de Bogotá, el Director de Obras Públicas Municipales, dos miembros de la Sociedad de Embellecimiento y Enrique Uribe Ramírez8 como director de la Sección de Obras Públicas del Departamento decidieron que el plano sería levantado por la Sección de Obras Públicas del Departamento (Uribe Ramírez, 1924). Según Alba Castro (2013), el proyecto se desarrolló con la participación activa de la Sociedad de Embellecimiento de Bogotá y la Sociedad Colombiana de Ingenieros, y contó con tan solo ocho ingenieros y cuatro dibujantes (Arango López, 2016). Hoy se conservan dos versiones de dicho plano:9 la original de 1923 (véase Figura 1) y su actualización, en la que se resaltan las urbanizaciones nuevas que, contrario a la directriz, sí fueron aprobadas durante el proceso de elaboración y aprobación del plano. La investigación conceptual que precedió se desarrolló a la par de la elaboración del plano y que fue publicada por la Gobernación de Cundinamarca en 1924 (Uribe Ramírez, 1924) muestra cómo Uribe Ramírez retomó algunas de las definiciones y aproximaciones propuestas por Ricardo Olano y Nelson Lewis, y las combinó con referentes provenientes de otro libro de reciente publicación muy influyente en el momento: La construcción de ciudades según principios artísticos, del austriaco Camilo Sitte (1918).

Figura 1. Plano “Bogotá Futuro” (1923)

Fuente: Colección Museo de Bogotá, Fondo Cartográfico, S.319.307.

Uribe Ramírez (1924) inicia su texto con el concepto de City Planning, de la misma manera que Ricardo Olano (1917) lo había hecho siete años antes: con una cita de “Mr. George McAneny (americano)” tomada de Lewis (1916), para luego agregar tres párrafos que presenta como si fueran la continuación de la cita de McAneny, pero, en realidad, corresponden a otros autores citados por Lewis (J. P. Hynes y George B. Ford) y al mismo Lewis. Es interesante la traducción libre que hace Uribe Ramírez de la definición propuesta por Lewis:

City Planing [sic], es el arte o la ciencia que guía el crecimiento o desarrollo de una ciudad, en conformidad con un plan que atienda a las necesidades del comercio y de las industrias y a las comodidades, confort y salud del público (Uribe Ramírez, 1924: 5).

En el original en inglés la oración correspondiente es:

City Planning is simply the exercise of such foresight as will promote the orderly and sightly development of a city and its environs along rational lines, with proper regard for health, amenity and convenience of the citizens and its commercial and industrial advancement (Lewis, 1916: 11).

Lo que Uribe Ramírez agrega en su traducción es, entre otras, las palabras “crecimiento” y “en conformidad con un plan”, lo cual sintetiza las intenciones de “Bogotá Futuro”. Este es un plan que responde a cuestiones “de orden económico, financiero, higiénico, de comodidad y de arte” (Uribe Ramírez, 1924: 5). Su esquema da continuidad al trazado ortogonal existente, pero agrega una nueva jerarquía de avenidas que cruzan diagonalmente la traza –apartadas entre sí alrededor de cinco cuadras–, lo que responde a preocupaciones tanto higiénicas y funcionales como estéticas. Alba Castro (2013) y Arango López (2011; 2016) resaltan que la intención de “Bogotá Futuro” fue realizar un diseño detallado de la nueva ciudad en contraposición a la práctica urbana de la época, la cual producía barrios

cuya sola inspección sobre el plano hace ver su inconveniencia, falta de higiene y de estética, etc. No se ve en ellos un solo parque, ni un solo sitio en donde pueda colocarse un edificio público artístico porque no hay perspectivas adecuadas; es un simple tablero de ajedrez (Uribe Ramírez, 1924: 7).

En este escenario, en el que la planeación urbana se había limitado hasta entonces a definir algunas normas urbanísticas, establecer el requisito de la licencia de construcción y definir el perímetro urbanizable de la ciudad, el ingeniero Uribe Ramírez proyecta una situación muy distinta y, sin decirlo explícitamente, propone la ingeniería municipal a imagen de lo que pasaba en Estados Unidos, como la encargada de la planeación del desarrollo urbano no solo en sus componentes técnicos, sino en la definición estética de los espacios urbanos.

Plazas y calles inspirados por Camilo Sitte

La “regularidad que fatiga” (Uribe Ramírez, 1924: 6) se evita en el nuevo tejido de la ciudad de “Bogotá Futuro” mediante su estructuración alrededor de los espacios abiertos como las plazas artísticas, las plazas comerciales, las iglesias o plazas de mercado cubiertas que se distribuyen por toda la ciudad. También se prevén campos deportivos (un campo de tennis y un hipódromo, entre otros) y parques recreativos, varios de ellos construidos en las rondas de las quebradas.

El capítulo de Uribe Ramírez sobre plazas (1924: 29-34) es, en resumen, una larga elaboración basada en la obra citada de Camilo Sitte (1918) alrededor de las plazas en la antigüedad y en las ciudades medievales europeas (véase Figura 2 y Figura 3). En él, el argumento principal de Uribe Ramírez se repite algunas veces con efervescencia: “la noción de simetría se propaga hoy como una epidemia; ella es solo familiar a las gentes menos cultivadas y no debe ser el único criterio del arte” (Uribe Ramírez, 1924: 30). Las plazas europeas antiguas, en el argumento de Uribe, por el contrario, controlan la perspectiva, tienen formas irregulares y posicionan los monumentos en una esquina y no en el centro. Para Uribe Ramirez, la interpretación sitteana de los espacios urbanos no se produce a partir de una admiración romántica de las pintorescas ciudades europeas, sino con base en una mirada moderna y analítica de cómo la definición del trazado de la ciudad puede generar espacios perceptualmente delimitados. Este enfoque en la experiencia visual se ve reflejado en “Bogotá Futuro”: las avenidas tienen continuidad, pero no son rectas, de manera que en los lugares donde cruzan el trazado reticular bajo distintos ángulos, se obtienen intersecciones y plazas con formas irregulares (véase Figura 4).

Figura. 2. Modelos de plazas europeas

Fuente: Uribe Ramírez, 1924: 32.

Figura. 3. Modelos de plazas europeas

Fuente: Uribe Ramírez, 1924: 33.

Figura. 4. La interpretación sitteana del espacio urbano

Fuente: Colección Museo de Bogotá, Fondo cartográfico, S.319.316.

Para hablar de las calles, Uribe Ramírez (1924) retoma el texto de Olano (1917). El estudio de los diferentes perfiles lo llevan a concluir que se requería de un sistema jerárquico de cuatro tipos de vía, el cual fue aprobado por el Concejo antes del mismo plano (Concejo de Bogotá, 1923), aunque ligeramente modificado en 1925, cuando también se describió la vocación de las calles, entre las que llama la atención las de primer orden: “calles especiales de lujo, ramblas o park-wais [sic], que tendrán una anchura de 36 metros” (Concejo de Bogotá, 1925). El Concejo dejó las especificaciones de las calles en manos de la Dirección de Obras Públicas, que debía tener en cuenta, “entre otros, los modelos que acompañan al plano” (Concejo de Bogotá, 1925), muy seguramente haciendo referencia a los perfiles publicados por Uribe Ramírez (1924).

Nuevamente, las definiciones técnicas iban acompañadas de una intención estética. Según Uribe Ramírez, “la calle ideal, en el concepto artístico, debe formar un conjunto cerrado”. Aseguraba que “las vías sinuosas de la antigüedad, cerrando sin cesar la perspectiva, presentaban a cada instante al ojo del espectador un cuadro nuevo” (Uribe Ramírez, 1924: 14) y cita como ejemplo la rue des Pierres en Brujas, la calle que conduce al mercado en Bruselas y la rue Large en Lübeck. Todos los anteriores son ejemplos que aparecen en el capítulo sobre calles que fue agregado por los traductores al francés al texto canónico de Sitte10 (1918). Puesto que Uribe afirma que Sitte es un “especialista francés” (1924: 6) y que reproduce las imágenes de la misma forma en la que estas aparecen en la versión francesa (1918) del libro de Sitte (véase Figura 5), es claro que esa fue su fuente principal. Uribe complementó lo encontrado en Sitte con ejemplos del ámbito alemán citados por Lewis, quien reconoce el interés de las vistas controladas, citando como ejemplo del “desorden cuidadosamente planeado” (Lewis, 1916: 110-114) de las ciudades alemanas a la ciudad de Essen. Uribe cierra el capítulo afirmando que la perspectiva infinita se debe quebrar con desplazamientos laterales a lo largo del eje o quebrando el mismo eje, y describe la posibilidad, citando a Lewis, de un sistema radial de polígonos irregulares donde las líneas rectas deben tener una longitud de 400 m. Es difícil encontrar una descripción más clara del sistema de avenidas propuestas en “Bogotá Futuro” (véase Figura 4).

Figura 5. La Piazza Grande en Parma

Fuentes: Sitte (1901: 36); Sitte (1918; 43); Uribe Ramírez (1924: 33).

No obstante la claridad conceptual de “Bogotá Futuro” y su aprobación por parte de las instancias políticas respectivas, se trata de un plan ambiguo e, incluso, ingenuo. Es un proyecto de ciudad que, a pesar de hacer una referencia constante al manual del ingeniero municipal publicado por Lewis (1916), se guía más por una intención estética que por la definición de los procesos de control y construcción que requiere la ejecución de un plan.

Los bloques ochavados: la “Bogotá Futuro” que permaneció

De acuerdo con su vocación de concebir el espacio urbano desde la percepción más que desde el trazado, la memoria de “Bogotá Futuro” (Uribe Ramírez, 1924) incluye una serie de reflexiones sobre normas urbanísticas y arquitectónicas. Por ejemplo, propone una altura máxima para el ancho de la calle, mientras que para las plazas sugiere una altura uniforme. Sin embargo, la única noción relacionada con la volumetría de las edificaciones que quedó consignada en el Acuerdo mediante el cual se adoptó “Bogotá Futuro” como norma vigente, fue que “todos los bloques que se demarquen en lo sucesivo tendrán sus esquinas ochavadas o cortadas con una línea de cinco metros de longitud. Este recorte podrá hacerse por medio de un arco tangente a la línea del chaflán” (Concejo de Bogotá, 1925). El referente estético es el Ensanche barcelonés, según afirma Uribe Ramírez (1924: 27). Olano (1917: 39) había explicado con anterioridad que, además de estético, el sistema era muy conveniente para las calles estrechas, pues permitía a los vehículos voltear fácilmente en las esquinas.

La disposición sobre las esquinas achaflanadas fue la parte de “Bogotá Futuro” que dejó la huella más profunda en la ciudad. En las zonas de expansión, las manzanas de las nuevas urbanizaciones tuvieron que trazarse de acuerdo con esta regla. Pero también tuvo un efecto importante en los barrios urbanizados con anterioridad: la nueva norma se aplicó en la renovación urbana predio por predio que se estaba llevando a cabo por parte de los propietarios de casas en los barrios históricos de la ciudad, principalmente mediante la construcción de edificios de renta. La firma de los hermanos Herrera Carrizosa (1934), una de las más productivas en la década de 1930, tuvo que ajustar varios proyectos para cumplir con esa normativa. En barrios como Las Nieves o La Catedral, que estaban en medio de un proceso de acelerada densificación, la mayoría de las esquinas están ocupadas por edificios de esquina curva u ochavada, tal como propone la disposición citada (véase Figura 6).

Figura 6. Edificio bancario en el centro de Bogotá

Fuente: Colección Museo de Bogotá, Fondo Daniel Rodríguez, MdB 19273.

“Bogotá Futuro” fue, a la vez, un plan de expansión, no muy exitoso si se mide por el porcentaje ejecutado, y una propuesta de normativa urbanística y arquitectónica que, gracias a la falta de actualización en las décadas posteriores, fue decisiva para la apariencia de los barrios nuevos y renovados que aparecieron entre 1925 y 1950.

El plan fue el resultado de la labor complementaria de Ricardo Olano, interesado sobre todo en los aspectos funcionales y administrativos de la ciudad, en las obras como vehículos de progreso y en la planeación urbana como diseño de una sociedad futura y de Enrique Uribe Ramírez, el ingeniero civil de la Gobernación de Cundinamarca que, a partir de su descontento con el rumbo que estaba tomando la expansión urbana de Bogotá, intentó promover los mecanismos necesarios para generar una ciudad distinta, más definida en su apariencia y sus espacios abiertos. La sensibilidad estética de Uribe Ramírez y su proceder analítico lo guiaron en su ejercicio de extraer de los libros de Lewis (1916) y Sitte (1918) una serie de principios con los que pudo construir una idea de ciudad basada en un orden visual: una idea que no se quedó del todo en el papel.

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1 Artículo resultado de investigación financiada por la Universidad de los Andes.

2 Ingeniero jefe de la Dirección de Obras Públicas de la Gobernación de Cundinamarca. Vale aclarar que esta posición en la jerarquía institucional del momento era más importante que su equivalente en el municipio de Bogotá.

3 Empresario y político antioqueño (1874-1948), promotor de reformas urbanas en Medellín desde principios del siglo XX, concejal y presidente de la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín.

4 Algunos de los participantes bogotanos eran Eduardo Santos, Nicolás Liévano y Enrique Uribe Ramírez en representación de la Gobernación de Cundinamarca. Raimundo Rivas, Antonio Izquierdo y Arturo Jaramillo en representación de la Sociedad de Embellecimiento de Bogotá y Eugenio Ortega en representación de la Sociedad Colombiana de Ingenieros (República de Colombia, 1917b: 19-20).

5 “Mr. Jphynes” es J. P. Hynes, arquitecto y urbanista canadiense. Por su parte, George McAneny era uno de los artífices de la revisión que se hizo en 1908 de la norma urbana de Nueva York.

6 Muy probablemente el texto que conocía sería su obra más conocida, Town planning in practice (Unwin, 1909), aunque la supuesta cita no se pudo rastrear en la obra original y el contenido de la ponencia se aparte de los temas más relevantes del libro del inglés.

7 de Narváez hace referencia a la participación de Bogotá en el “Primer Congreso Internacional y Exposición Comparada de Ciudades” de Gante en 1913, al cual fue “honrosamente invitada la ciudad de Bogotá, y fue representada por un ingeniero” (1917: 444). El ingeniero al que hace referencia la cita fue él mismo (Whyte, 2014).

8 Uribe Ramírez había participado en el Congreso de 1917, de manera que estuvo involucrado desde el principio en las discusiones.

9 Ambos planos hacen parte del Fondo Cartográfico de la colección del Museo de Bogotá, donde tienen asignados los números de referencia S.319.307 y S.319.316, respectivamente.

10 La traducción francesa cambió de manera importante contenidos e ilustraciones del original, además de convertir el libro en un manual académico en la tradición francesa, cosa que su autor nunca pretendió hacer con la versión original en alemán (Collins y Crasemann Collins, 1986).

Recibido: 7 de junio de 2016

Aprobado: 9 de octubre de 2017

https://doi.org/10.15446/bitacora.v28n1.59707

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Artículos

Resumen

El artículo analiza algunos documentos presentados durante el Primer Congreso de Mejoras Nacionales en 1917 y la memoria de “Bogotá Futuro”, el plan de ensanche de la ciudad aprobado en 1925, a la luz de las tendencias internacionales de la época. Se argumenta que el plan se basa, en gran medida, en la interpretación que Ricardo Olano y Enrique Uribe Ramírez hicieron de los postulados de Nelson P. Lewis y Camilo Sitte, y se concluye que, aunque el trazado urbano propuesto en “Bogotá Futuro” no fue ejecutado, sus normas de construcción dejaron un impacto importante en la ciudad.

Palabras clave

Bogotá (siglo XX), Bogotá Futuro, historia de la planeación urbana.

Abstract

The article analyzes some of the papers presented during the First Congress of National Improvements in 1917, as well as the written document belonging to “Bogotá Futuro”, an expansion plan approved in 1925, in the light of internationally disseminated ideas of the time. It argues that the plan is based largely on the interpretations Ricardo Olano and Enrique Ramirez made of Nelson P. Lewis’s and Camilo Sitte’s ideas and concludes that, although the urban layout of “Bogotá Futuro” was not executed, its construction byelaws left a major impact on the city.

Keywords

Bogotá (20th century), Bogotá Futuro, town planning history.

Resumo

O artigo analisa alguns documentos apresentados durante o Primeiro Congresso Nacional de Melhorias em 1917 bem como à memória documento de “Bogotá Futuro” plano aprovado de expansão da cidade em 1925, a luz das tendências internacionais do tempo. Argumenta-se que o plano se baseia em grande medida na interpretação de Ricardo Olano e Enrique Uribe Ramírez dos postulados de Nelson P. Lewis e Camilo Sitte, e conclui-se que, embora o layout urbano proposto em “Bogotá Futuro” não foi executado, uma regra proposta de construção deixou um grande impacto sobre a cidade.

Palavras-chave

Bogotá (século XX), Bogotá Futuro, história de planejamento urbano.

Los últimos años han sido testigos del auge de las investigaciones sobre la historia urbana de Bogotá entre 1910 y 1940, las cuales han versado sobre proyectos importantes como la canalización del río San Francisco y la construcción de la Avenida Jiménez de Quesada (Atuesta Ortiz, 2011), el Parque Nacional (Serna Dimás y Gómez Navas, 2012), la Plaza Central de Mercado (García Ramírez, 2010), entre otros. También han profundizado en temas relacionados con la planeación urbana (Arango López, 2011; 2016; Alba Castro, 2013), reconociendo las actuaciones progresistas y ambiciosas de los gobiernos municipales de Bogotá en el marco de “Bogotá Futuro”, una iniciativa para planear la expansión de la ciudad. Este plan, interpretado como “una respuesta política, en el sentido tanto normativo como de ejercicio de autoridad por parte del Concejo, a un desorden existente” (Mejía Pavony y Zambrano, 2003: 74), a pesar de su dificultad para ser implementado, contenía la norma urbana que estaría vigente, aunque parcialmente, durante las siguientes décadas.

En el presente estudio se pretenden examinar las características del espacio urbano de la ciudad futura imaginada, especialmente a partir de las discusiones previas a la aprobación del plan “Bogotá Futuro” en 1925. Más que exponer las situaciones que hicieron necesario estudiar la ciudad futura como un problema complejo, interesa analizar las aproximaciones propuestas por quienes estuvieron involucrados, aproximaciones cuyo origen, contrario a lo que se ha afirmado (Arango López, 2016), se puede rastrear en las publicaciones de dos autores, un norteamericano y un europeo: Nelson P. Lewis y Camilo Sitte. Situamos el inicio de la discusión en 1917, cuando se celebró el Primer Congreso de Mejoras Nacionales, para luego analizar la memoria de “Bogotá Futuro” publicada por el autor del plan, Enrique Uribe Ramírez (1924).2

La gestión pública y la ciudad en el Primer Congreso de Mejoras Nacionales

A todos los que han viajado atentamente por el extranjero, o que están al corriente del movimiento y de las necesidades mundiales, se les presenta, con caracteres de urgencia, la necesidad de hacer una Colombia nueva, de impulsar vigorosa y armónicamente la construcción de todas las obras que en su conjunto hacen grande a una nación, y se traducen en prosperidad nacional y bienestar de los habitantes del país (República de Colombia, 1917a: 3).

Con estas palabras, entre las que se podrían resaltar “obras” y “bienestar”, se introducía el Primer Congreso de Mejoras Nacionales, realizado por iniciativa de Ricardo Olano3 en octubre de 1917. El evento, dirigido a funcionarios públicos (ingenieros municipales) y representantes de otras entidades, especialmente de las sociedades de mejoras públicas, tuvo su origen en la experiencia del municipio de Medellín, pionero en la concreción de créditos, obras de saneamiento, planeación de la ciudad futura, establecimiento de diversas escuelas de artes, la compra de maquinaria municipal (República de Colombia, 1917) y en pasar a “administrar sus rentas con una perspectiva empresarial, no administrada por compañías particulares” (Olano, 1917: 61).

El Congreso es una experiencia relevante para entender el espíritu del momento. Por ejemplo, compartían el espacio funcionarios públicos y representantes gremiales, algunos de ellos, además, eran terratenientes importantes, aristócratas y políticos.4 Pero también es interesante notar cómo el carácter técnico de algunas ponencias, al parecer, no resultó excluyente para las sociedades de mejoras o de embellecimiento. El fin común era el desarrollo de las ciudades mediante la promoción de obras públicas.

Un primer esbozo de marco teórico para guiar estas obras lo dio Ricardo Olano, el promotor del Congreso, quien presentó un “Estudio sobre City Planning” que luego fue citado por Uribe Ramírez (1924) en su sustentación de “Bogotá Futuro” y, en el cual, introdujo el movimiento del City Planning, cuyos orígenes situaba en el City Beautiful y la Ciudad Blanca de Burnham en la Chicago de 1893 (Olano, 1917). Para definir conceptualmente el City Planning, Olano citaba a dos autores, el primero de ellos “Mr. George Mc. Anony [sic], presidente del Borough of Manhattan en Nueva York”, cuya definición hace énfasis en la capacidad de la planeación urbana de tener “una poderosa y benéfica influencia sobre el desenvolvimiento mental y moral de un pueblo” (Olano, 1917: 26). El segundo autor era “Mr. Jphynes” y su definición de City Planning enfatiza en la importancia de anticipar para evitar errores5 (Olano, 1917).

Olano, sin embargo, no citó el libro del que obtuvo ambas definiciones. Estas, y otras tantas, aparecen en The planning of the modern city. A review of the principles governing city planning de Nelson P. Lewis, publicado en 1916. Este libro, como explica el autor en su introducción, se diferenciaba de las publicaciones existentes, las cuales fueron escritas por arquitectos “que ven la planeación urbana como una cuestión arquitectónica o artística” o por expertos en gobierno “que la consideran una cuestión administrativa” (Lewis, 1916: 1). El libro, al contrario, está dirigido a ingenieros municipales y su premisa es que la planeación urbana se trata de cuestiones de ingeniería. A lo largo del texto queda claro que esta aproximación no se limita a temas técnicos, sino que se da prioridad al lado práctico de las cosas.

Una actitud similar se puede leer en el razonamiento de Olano. Su estudio resalta la importancia de la planeación espacial: “la calle es la expresión misma del carácter de la ciudad, o mejor dicho, es la ciudad misma” (Olano (1917: 32) y aclara cómo se tiende a evaluar la estética urbana en la actualidad: “la uniformidad no es el ideal moderno en materia de planeación de ciudades” (Olano, 1917: 34), pero relaciona siempre lo estético y lo práctico. Sobre los edificios públicos, Olano afirma que:

Le dan a una ciudad su valor monumental y arquitectónico […]. El ideal sería colocar los edificios públicos en agrupaciones convenientes, por ejemplo, alrededor de una gran plaza, en medio de jardines, para aprovechar toda su eficiencia, para que tengan luz abundante y contribuyan con mayores frentes a la hermosura de la ciudad […]. Las escuelas, plazas de mercado, han de ser distribuidos de tal modo que presente eficaz servicio a todos los barrios de la ciudad (Olano, 1917: 46).

El capítulo de Nelson Lewis sobre el tema se desarrolla en la misma línea. Enfatiza en los conjuntos de edificios públicos, nombrando como ejemplos a Washington y la exposición universal de Chicago de 1893, la cual “fue un estímulo importante, si no el origen, del movimiento de planeación urbana moderna” (Lewis, 1916: 150). Ni Lewis ni Olano le dan mucha importancia a la vivienda, que para ambos es un asunto meramente legislativo y cuya construcción no hace parte de la responsabilidad de los municipios. Olano en ningún momento contradice a Lewis y tampoco hay indicios de que hubiera utilizado otras fuentes.

Olano sí agrega unos comentarios sobre la situación específica de Colombia, repudiando al mismo tiempo el aferramiento al “estilo colonial” y el “gusto deplorable” de algunos intentos de modernización. Agrega que las fallas se deben a la ausencia de arquitectos graduados, pero también afirma que “sin cemento barato es casi imposible el desarrollo de la arquitectura moderna” (Olano, 1917: 56). Cierra su intervención con una serie de propuestas de ley que aumentan la autonomía de los municipios, al tiempo que los obliga a levantar planes de ensanche (“planos futuros”) (Olano, 1917).

Otras ponencias del Primer Congreso de Mejoras Nacionales tratan temas técnicos de construcción, de educación, de organización interna de las dependencias municipales, entre otros. Algunas le agregan a la aproximación de Olano matices más higienistas y esteticistas. Enrique Olarte (1917), por ejemplo, dice citar a Unwin6 como fuente de su intervención, para luego desarrollar un discurso higienista con una propuesta basada en espacios libres y una fórmula para establecer la altura máxima de las edificaciones en función del ancho de la calle.

La mezcla entre orientaciones ideológicas y propuestas prácticas caracteriza al contenido del Congreso, reflejándose en la aparente falta de coherencia de algunas de las ponencias. En este sentido, resulta interesante el aporte de Julio C. Vergara y Vergara (1917): un listado largo de cuestiones referidas a Bogotá al que se suman las opiniones del autor, que van desde enderezamiento de postes (presumiblemente las del alumbrado público), pasando por la necesidad de que los niños “aprendan [en las escuelas] el amor a la Patria y adquieren el hábito del orden y del aseo” (Vergara y Vergara, 1917: 383), hasta el llamado a usar materiales locales como teja y ladrillo. Carlos de Narváez7 realiza una descripción viva de los cambios por los que estaba pasando Bogotá como la expansión de la ciudad, la construcción de parques, teatros y escuelas, y la “animación de coches, tranvías, automóviles y gente de a pie que hace recordar el movimiento en algunas ciudades europeas” (de Narváez, 1917: 446), para luego proponer soluciones a los problemas sanitarios de la ciudad.

En resumen, el Primer Congreso de Mejoras Nacionales fue un escenario inigualable para la discusión, difusión y promoción de las ideas más reciente sobre planeación urbana entre personas de todas las regiones del país, con repercusiones en los medios de comunicación y en el gobierno nacional. En este sentido, vale la pena hacer énfasis en el hecho de que la temática variopinta del Congreso responde al abanico de áreas en las que se desempeña el ingeniero municipal, una figura establecida plenamente y con diversas responsabilidades en el mundo anglosajón, pero aún en proceso de conquistar su escenario de actuación en Colombia.

Hacia “Bogotá Futuro”

Tras el Primer Congreso de Mejoras Nacionales tomó fuerza la idea de levantar de manera “científica” un plano de la Bogotá existente y proyectar su expansión futura. Este proceso requería de visión urbanística, pero también de un marco legislativo que posibilitara la proyección, aprobación e implementación del plan de urbanización futura. En mayo de 1919 la Gobernación de Cundinamarca ordenó al municipio de Bogotá el “levantamiento” de un plano de urbanización futura, al mismo tiempo que obligaba al municipio de Usaquén a asegurarse de que la urbanización en una parte de su territorio estuviera en concordancia con el Plan de Desarrollo futuro de Bogotá (Asamblea de Cundinamarca, 1919, citado en Uribe Ramírez, 1924). Al año siguiente, la Gobernación ordenó que no se concedieran nuevos permisos de urbanización, tampoco en Bogotá, hasta que se terminara y aprobara el plano futuro (Asamblea de Cundinamarca, 1920, citado en Uribe Ramírez, 1924). Parece que a mediados de 1920 ya existía un contrato para realizar el plano, sin embargo, no se llevó a feliz término porque el Concejo anuló “el contrato que existía con el señor Jorge Obando Plata”. La Sociedad de Embellecimiento recomendó entonces

contratar su levantamiento con alguna otra persona apta y científica, que dé cumplimiento a la mayor brevedad posible a esta necesidad imperiosa, que, como se dice, es la base del desarrollo y embellecimiento de la capital y de la científica higienización de ella (El Tiempo, 1920: 5).

En 1921 una junta integrada por el Gobernador y el Secretario de Hacienda de Cundinamarca, el Alcalde de Bogotá, el Director de Obras Públicas Municipales, dos miembros de la Sociedad de Embellecimiento y Enrique Uribe Ramírez8 como director de la Sección de Obras Públicas del Departamento decidieron que el plano sería levantado por la Sección de Obras Públicas del Departamento (Uribe Ramírez, 1924). Según Alba Castro (2013), el proyecto se desarrolló con la participación activa de la Sociedad de Embellecimiento de Bogotá y la Sociedad Colombiana de Ingenieros, y contó con tan solo ocho ingenieros y cuatro dibujantes (Arango López, 2016). Hoy se conservan dos versiones de dicho plano:9 la original de 1923 (véase Figura 1) y su actualización, en la que se resaltan las urbanizaciones nuevas que, contrario a la directriz, sí fueron aprobadas durante el proceso de elaboración y aprobación del plano. La investigación conceptual que precedió se desarrolló a la par de la elaboración del plano y que fue publicada por la Gobernación de Cundinamarca en 1924 (Uribe Ramírez, 1924) muestra cómo Uribe Ramírez retomó algunas de las definiciones y aproximaciones propuestas por Ricardo Olano y Nelson Lewis, y las combinó con referentes provenientes de otro libro de reciente publicación muy influyente en el momento: La construcción de ciudades según principios artísticos, del austriaco Camilo Sitte (1918).

Uribe Ramírez (1924) inicia su texto con el concepto de City Planning, de la misma manera que Ricardo Olano (1917) lo había hecho siete años antes: con una cita de “Mr. George McAneny (americano)” tomada de Lewis (1916), para luego agregar tres párrafos que presenta como si fueran la continuación de la cita de McAneny, pero, en realidad, corresponden a otros autores citados por Lewis (J. P. Hynes y George B. Ford) y al mismo Lewis. Es interesante la traducción libre que hace Uribe Ramírez de la definición propuesta por Lewis:

City Planing [sic], es el arte o la ciencia que guía el crecimiento o desarrollo de una ciudad, en conformidad con un plan que atienda a las necesidades del comercio y de las industrias y a las comodidades, confort y salud del público (Uribe Ramírez, 1924: 5).

Figura 1. Plano “Bogotá Futuro” (1923)

Figura 1. Plano “Bogotá Futuro” (1923)

Colección Museo de Bogotá, Fondo Cartográfico, S.319.307.

En el original en inglés la oración correspondiente es:

City Planning is simply the exercise of such foresight as will promote the orderly and sightly development of a city and its environs along rational lines, with proper regard for health, amenity and convenience of the citizens and its commercial and industrial advancement (Lewis, 1916: 11).

Lo que Uribe Ramírez agrega en su traducción es, entre otras, las palabras “crecimiento” y “en conformidad con un plan”, lo cual sintetiza las intenciones de “Bogotá Futuro”. Este es un plan que responde a cuestiones “de orden económico, financiero, higiénico, de comodidad y de arte” (Uribe Ramírez, 1924: 5). Su esquema da continuidad al trazado ortogonal existente, pero agrega una nueva jerarquía de avenidas que cruzan diagonalmente la traza –apartadas entre sí alrededor de cinco cuadras–, lo que responde a preocupaciones tanto higiénicas y funcionales como estéticas. Alba Castro (2013) y Arango López (2011; 2016) resaltan que la intención de “Bogotá Futuro” fue realizar un diseño detallado de la nueva ciudad en contraposición a la práctica urbana de la época, la cual producía barrios

cuya sola inspección sobre el plano hace ver su inconveniencia, falta de higiene y de estética, etc. No se ve en ellos un solo parque, ni un solo sitio en donde pueda colocarse un edificio público artístico porque no hay perspectivas adecuadas; es un simple tablero de ajedrez (Uribe Ramírez, 1924: 7).

En este escenario, en el que la planeación urbana se había limitado hasta entonces a definir algunas normas urbanísticas, establecer el requisito de la licencia de construcción y definir el perímetro urbanizable de la ciudad, el ingeniero Uribe Ramírez proyecta una situación muy distinta y, sin decirlo explícitamente, propone la ingeniería municipal a imagen de lo que pasaba en Estados Unidos, como la encargada de la planeación del desarrollo urbano no solo en sus componentes técnicos, sino en la definición estética de los espacios urbanos.

Plazas y calles inspirados por Camilo Sitte

La “regularidad que fatiga” (Uribe Ramírez, 1924: 6) se evita en el nuevo tejido de la ciudad de “Bogotá Futuro” mediante su estructuración alrededor de los espacios abiertos como las plazas artísticas, las plazas comerciales, las iglesias o plazas de mercado cubiertas que se distribuyen por toda la ciudad. También se prevén campos deportivos (un campo de tennis y un hipódromo, entre otros) y parques recreativos, varios de ellos construidos en las rondas de las quebradas.

El capítulo de Uribe Ramírez sobre plazas (1924: 29-34) es, en resumen, una larga elaboración basada en la obra citada de Camilo Sitte (1918) alrededor de las plazas en la antigüedad y en las ciudades medievales europeas (véase Figura 2 y Figura 3). En él, el argumento principal de Uribe Ramírez se repite algunas veces con efervescencia: “la noción de simetría se propaga hoy como una epidemia; ella es solo familiar a las gentes menos cultivadas y no debe ser el único criterio del arte” (Uribe Ramírez, 1924: 30). Las plazas europeas antiguas, en el argumento de Uribe, por el contrario, controlan la perspectiva, tienen formas irregulares y posicionan los monumentos en una esquina y no en el centro. Para Uribe Ramirez, la interpretación sitteana de los espacios urbanos no se produce a partir de una admiración romántica de las pintorescas ciudades europeas, sino con base en una mirada moderna y analítica de cómo la definición del trazado de la ciudad puede generar espacios perceptualmente delimitados. Este enfoque en la experiencia visual se ve reflejado en “Bogotá Futuro”: las avenidas tienen continuidad, pero no son rectas, de manera que en los lugares donde cruzan el trazado reticular bajo distintos ángulos, se obtienen intersecciones y plazas con formas irregulares (véase Figura 4).

Figura. 2. Modelos de plazas europeas

Figura. 2. Modelos de plazas europeas

Uribe Ramírez, 1924: 32.

Figura. 3. Modelos de plazas europeas

Figura. 3. Modelos de plazas europeas

Uribe Ramírez, 1924: 33.

Figura. 4. La interpretación sitteana del espacio urbano

Figura. 4. La interpretación sitteana del espacio urbano

Colección Museo de Bogotá, Fondo cartográfico, S.319.316.

Para hablar de las calles, Uribe Ramírez (1924) retoma el texto de Olano (1917). El estudio de los diferentes perfiles lo llevan a concluir que se requería de un sistema jerárquico de cuatro tipos de vía, el cual fue aprobado por el Concejo antes del mismo plano (Concejo de Bogotá, 1923), aunque ligeramente modificado en 1925, cuando también se describió la vocación de las calles, entre las que llama la atención las de primer orden: “calles especiales de lujo, ramblas o park-wais [sic], que tendrán una anchura de 36 metros” (Concejo de Bogotá, 1925). El Concejo dejó las especificaciones de las calles en manos de la Dirección de Obras Públicas, que debía tener en cuenta, “entre otros, los modelos que acompañan al plano” (Concejo de Bogotá, 1925), muy seguramente haciendo referencia a los perfiles publicados por Uribe Ramírez (1924).

Nuevamente, las definiciones técnicas iban acompañadas de una intención estética. Según Uribe Ramírez, “la calle ideal, en el concepto artístico, debe formar un conjunto cerrado”. Aseguraba que “las vías sinuosas de la antigüedad, cerrando sin cesar la perspectiva, presentaban a cada instante al ojo del espectador un cuadro nuevo” (Uribe Ramírez, 1924: 14) y cita como ejemplo la rue des Pierres en Brujas, la calle que conduce al mercado en Bruselas y la rue Large en Lübeck. Todos los anteriores son ejemplos que aparecen en el capítulo sobre calles que fue agregado por los traductores al francés al texto canónico de Sitte10 (1918). Puesto que Uribe afirma que Sitte es un “especialista francés” (1924: 6) y que reproduce las imágenes de la misma forma en la que estas aparecen en la versión francesa (1918) del libro de Sitte (véase Figura 5), es claro que esa fue su fuente principal. Uribe complementó lo encontrado en Sitte con ejemplos del ámbito alemán citados por Lewis, quien reconoce el interés de las vistas controladas, citando como ejemplo del “desorden cuidadosamente planeado” (Lewis, 1916: 110-114) de las ciudades alemanas a la ciudad de Essen. Uribe cierra el capítulo afirmando que la perspectiva infinita se debe quebrar con desplazamientos laterales a lo largo del eje o quebrando el mismo eje, y describe la posibilidad, citando a Lewis, de un sistema radial de polígonos irregulares donde las líneas rectas deben tener una longitud de 400 m. Es difícil encontrar una descripción más clara del sistema de avenidas propuestas en “Bogotá Futuro” (véase Figura 4).

Figura 5. La Piazza Grande en Parma

Figura 5. La Piazza Grande en Parma

Sitte (1901: 36); Sitte (1918; 43); Uribe Ramírez (1924: 33).

No obstante la claridad conceptual de “Bogotá Futuro” y su aprobación por parte de las instancias políticas respectivas, se trata de un plan ambiguo e, incluso, ingenuo. Es un proyecto de ciudad que, a pesar de hacer una referencia constante al manual del ingeniero municipal publicado por Lewis (1916), se guía más por una intención estética que por la definición de los procesos de control y construcción que requiere la ejecución de un plan.

Los bloques ochavados: la “Bogotá Futuro” que permaneció

De acuerdo con su vocación de concebir el espacio urbano desde la percepción más que desde el trazado, la memoria de “Bogotá Futuro” (Uribe Ramírez, 1924) incluye una serie de reflexiones sobre normas urbanísticas y arquitectónicas. Por ejemplo, propone una altura máxima para el ancho de la calle, mientras que para las plazas sugiere una altura uniforme. Sin embargo, la única noción relacionada con la volumetría de las edificaciones que quedó consignada en el Acuerdo mediante el cual se adoptó “Bogotá Futuro” como norma vigente, fue que “todos los bloques que se demarquen en lo sucesivo tendrán sus esquinas ochavadas o cortadas con una línea de cinco metros de longitud. Este recorte podrá hacerse por medio de un arco tangente a la línea del chaflán” (Concejo de Bogotá, 1925). El referente estético es el Ensanche barcelonés, según afirma Uribe Ramírez (1924: 27). Olano (1917: 39) había explicado con anterioridad que, además de estético, el sistema era muy conveniente para las calles estrechas, pues permitía a los vehículos voltear fácilmente en las esquinas.

La disposición sobre las esquinas achaflanadas fue la parte de “Bogotá Futuro” que dejó la huella más profunda en la ciudad. En las zonas de expansión, las manzanas de las nuevas urbanizaciones tuvieron que trazarse de acuerdo con esta regla. Pero también tuvo un efecto importante en los barrios urbanizados con anterioridad: la nueva norma se aplicó en la renovación urbana predio por predio que se estaba llevando a cabo por parte de los propietarios de casas en los barrios históricos de la ciudad, principalmente mediante la construcción de edificios de renta. La firma de los hermanos Herrera Carrizosa (1934), una de las más productivas en la década de 1930, tuvo que ajustar varios proyectos para cumplir con esa normativa. En barrios como Las Nieves o La Catedral, que estaban en medio de un proceso de acelerada densificación, la mayoría de las esquinas están ocupadas por edificios de esquina curva u ochavada, tal como propone la disposición citada (véase Figura 6).

“Bogotá Futuro” fue, a la vez, un plan de expansión, no muy exitoso si se mide por el porcentaje ejecutado, y una propuesta de normativa urbanística y arquitectónica que, gracias a la falta de actualización en las décadas posteriores, fue decisiva para la apariencia de los barrios nuevos y renovados que aparecieron entre 1925 y 1950.

Figura 6. Edificio bancario en el centro de Bogotá

Figura 6. Edificio bancario en el centro de Bogotá

Fuente: Colección Museo de Bogotá, Fondo Daniel Rodríguez, MdB 19273.

El plan fue el resultado de la labor complementaria de Ricardo Olano, interesado sobre todo en los aspectos funcionales y administrativos de la ciudad, en las obras como vehículos de progreso y en la planeación urbana como diseño de una sociedad futura y de Enrique Uribe Ramírez, el ingeniero civil de la Gobernación de Cundinamarca que, a partir de su descontento con el rumbo que estaba tomando la expansión urbana de Bogotá, intentó promover los mecanismos necesarios para generar una ciudad distinta, más definida en su apariencia y sus espacios abiertos. La sensibilidad estética de Uribe Ramírez y su proceder analítico lo guiaron en su ejercicio de extraer de los libros de Lewis (1916) y Sitte (1918) una serie de principios con los que pudo construir una idea de ciudad basada en un orden visual: una idea que no se quedó del todo en el papel.

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Notas

Artículo resultado de investigación financiada por la Universidad de los Andes.
Ingeniero jefe de la Dirección de Obras Públicas de la Gobernación de Cundinamarca. Vale aclarar que esta posición en la jerarquía institucional del momento era más importante que su equivalente en el municipio de Bogotá.
Empresario y político antioqueño (1874-1948), promotor de reformas urbanas en Medellín desde principios del siglo XX, concejal y presidente de la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín.
Algunos de los participantes bogotanos eran Eduardo Santos, Nicolás Liévano y Enrique Uribe Ramírez en representación de la Gobernación de Cundinamarca. Raimundo Rivas, Antonio Izquierdo y Arturo Jaramillo en representación de la Sociedad de Embellecimiento de Bogotá y Eugenio Ortega en representación de la Sociedad Colombiana de Ingenieros (República de Colombia, 1917b: 19-20).
“Mr. Jphynes” es J. P. Hynes, arquitecto y urbanista canadiense. Por su parte, George McAneny era uno de los artífices de la revisión que se hizo en 1908 de la norma urbana de Nueva York.
Muy probablemente el texto que conocía sería su obra más conocida, Town planning in practice (Unwin, 1909), aunque la supuesta cita no se pudo rastrear en la obra original y el contenido de la ponencia se aparte de los temas más relevantes del libro del inglés.
de Narváez hace referencia a la participación de Bogotá en el “Primer Congreso Internacional y Exposición Comparada de Ciudades” de Gante en 1913, al cual fue “honrosamente invitada la ciudad de Bogotá, y fue representada por un ingeniero” (1917: 444). El ingeniero al que hace referencia la cita fue él mismo (Whyte, 2014).
Uribe Ramírez había participado en el Congreso de 1917, de manera que estuvo involucrado desde el principio en las discusiones.
Ambos planos hacen parte del Fondo Cartográfico de la colección del Museo de Bogotá, donde tienen asignados los números de referencia S.319.307 y S.319.316, respectivamente.
La traducción francesa cambió de manera importante contenidos e ilustraciones del original, además de convertir el libro en un manual académico en la tradición francesa, cosa que su autor nunca pretendió hacer con la versión original en alemán (Collins y Crasemann Collins, 1986).

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Goossens, M. (2018). Ideas para la planeación de la ciudad futura. Bogotá, 1917-1925. Bitácora Urbano Territorial, 28(1), 61–70. https://doi.org/10.15446/bitacora.v28n1.59707

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[1]
Goossens, M. 2018. Ideas para la planeación de la ciudad futura. Bogotá, 1917-1925. Bitácora Urbano Territorial. 28, 1 (ene. 2018), 61–70. DOI:https://doi.org/10.15446/bitacora.v28n1.59707.

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(1)
Goossens, M. Ideas para la planeación de la ciudad futura. Bogotá, 1917-1925. Bitácora Urbano Territorial 2018, 28, 61-70.

ABNT

GOOSSENS, M. Ideas para la planeación de la ciudad futura. Bogotá, 1917-1925. Bitácora Urbano Territorial, [S. l.], v. 28, n. 1, p. 61–70, 2018. DOI: 10.15446/bitacora.v28n1.59707. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/bitacora/article/view/59707. Acesso em: 25 abr. 2024.

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Goossens, Maarten. 2018. «Ideas para la planeación de la ciudad futura. Bogotá, 1917-1925». Bitácora Urbano Territorial 28 (1):61-70. https://doi.org/10.15446/bitacora.v28n1.59707.

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Goossens, M. (2018) «Ideas para la planeación de la ciudad futura. Bogotá, 1917-1925», Bitácora Urbano Territorial, 28(1), pp. 61–70. doi: 10.15446/bitacora.v28n1.59707.

IEEE

[1]
M. Goossens, «Ideas para la planeación de la ciudad futura. Bogotá, 1917-1925», Bitácora Urbano Territorial, vol. 28, n.º 1, pp. 61–70, ene. 2018.

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Goossens, M. «Ideas para la planeación de la ciudad futura. Bogotá, 1917-1925». Bitácora Urbano Territorial, vol. 28, n.º 1, enero de 2018, pp. 61-70, doi:10.15446/bitacora.v28n1.59707.

Turabian

Goossens, Maarten. «Ideas para la planeación de la ciudad futura. Bogotá, 1917-1925». Bitácora Urbano Territorial 28, no. 1 (enero 1, 2018): 61–70. Accedido abril 25, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/bitacora/article/view/59707.

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1.
Goossens M. Ideas para la planeación de la ciudad futura. Bogotá, 1917-1925. Bitácora Urbano Territorial [Internet]. 1 de enero de 2018 [citado 25 de abril de 2024];28(1):61-70. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/bitacora/article/view/59707

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1. Giaime Botti. (2019). Entre luchas gremiales y modelos internacionales (1920-1947). El discurso sobre el urbanismo en Colombia. Bitácora Urbano Territorial, 29(3), p.175. https://doi.org/10.15446/bitacora.v29n3.65835.

2. Juan G. Yunda, Bjørn Sletto. (2020). Densification, private sector-led development, and social polarization in the global south: Lessons from a century of zoning in Bogotá. Cities, 97, p.102550. https://doi.org/10.1016/j.cities.2019.102550.

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