Publicado

2017-12-01

Vivir formalmente en 45 metros cuadrados

To formally live in 45 square meters

Vivem formalmente em 45 metros quadrados

DOI:

https://doi.org/10.15446/bitacora.v27n4Esp.62563

Palabras clave:

Vivienda de Interés Social, experiencia socioespacial, habitar, estilo de vida (es)
Social housing, socio-spatial experience, live, life style (en)
Habitação social, experiência sócio-espcial, habitar, estilo de visa (pt)

Autores/as

Medellín ha experimentando una fuerte renovación urbana durante las administraciones 2004-2011 en las que se desarrollaron los mejores proyectos de infraestructura, espacio público y vivienda en las zonas más pobres y violentas, convirtiéndola en un laboratorio especializado en temas de ciudad, mientras se proyecta como una urbe innovadora e incluyente. Para comprender las diversas significaciones asociadas al cambio que viene experimentando Medellín, este artículo dirige la mirada hacia un proyecto de Vivienda de Interés Social en edificios ubicados en la comuna 2, con el objetivo de conocer cómo se establece la dimensión social y material que confluye en esta intervención. Para esto, se realizó un análisis socioespacial basado en teorías como la trialéctica del espacio propuesta por Henri Lefebvre, los imaginarios de Armando Silva y las reflexiones sobre la acumulación desigual de la ciudad capitalista de David Harvey. Para conocer el uso y la significación que le otorgan los habitantes a este proyecto, se llevó a cabo una investigación de carácter cualitativo para identificar los encuentros y desencuentros que emergen cuando se transforma una ciudad que busca incrementar la calidad de vida de sus ciudadanos a través de la mejora de la vivienda.

Medellín has experienced a strong urban renewal during the 2004-2011 administrations in which they developed the best infrastructure, public space and housing projects in the poorest and most violent areas, making it a specialized laboratory in city issues, while projecting it as an innovative and inclusive city. In order to understand the different meanings associated with the change that Medellín is experiencing, this article looks at a Social Interest Housing project in buildings located in the commune 2, with the objective of knowing how to establish the social and material dimension that converges in this intervention. For this, a socio-spatial analysis was carried out based on theories such as the trialéctica of the space proposed by Henri Lefebvre, the imaginaries of Armando Silva and the reflections on the uneven accumulation of the capitalist city of David Harvey. To understand the use and significance that the inhabitants give to this project, a qualitative research was carried out using the ethnographic method, to identify which encounters and disagreements emerge when a city that seeks to increase the quality of life of Its citizens through the improvement of housing is transformed.


Medellín tem vindo a registar uma forte renovação urbana durante os 2004-2011 administrações em que desenvolveram os melhores projetos de infraestrutura, espaço público e habitação nas áreas mais pobres e violentas, convertendo-o em um laboratório especializado tópicos cidade, enquanto projetado como uma cidade inovadora e inclusiva. Para entender os vários significados associados com a mudança que tem experimentado Medellín, este artigo dirige o olhar para um projecto de habitação social em edifícios localizados na comuna 2, a fim de saber como a dimensão social e conjunto de material que vem junto esta conversa. Para uma análise socioespacial baseado em teorias como espaço trialectics propostas por Henri Lefebvre, imaginário Armando Silva e reflexões sobre a acumulação irregular da cidade capitalista de David Harvey ocorrer. Para o uso e significado que dão os habitantes deste projeto, uma pesquisa qualitativa foi realizada utilizando o método etnográfico para identificar e divergências surgem quando uma cidade se torna, que visa aumentar a qualidade de vida de seus cidadãos styling através da carcaça.
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Vivir formalmente
en 45 metros cuadrados1

To formally live in 45 square meters

Vivem formalmente em 45 metros quadrados

Coppelia Herrán-Cuartas

Estudiante dl Doctorado en Ciencias Sociales

Universidad Pontifica Bolivariana

Coppelia.herran@upb.edu.co

Resumen

Medellín ha experimentando una fuerte renovación urbana durante las administraciones 2004-2011 en las que se desarrollaron los mejores proyectos de infraestructura, espacio público y vivienda en las zonas más pobres y violentas, convirtiéndola en un laboratorio especializado en temas de ciudad, mientras se proyecta como una urbe innovadora e incluyente. Para comprender las diversas significaciones asociadas al cambio que viene experimentando Medellín, este artículo dirige la mirada hacia un proyecto de Vivienda de Interés Social en edificios ubicados en la comuna 2, con el objetivo de conocer cómo se establece la dimensión social y material que confluye en esta intervención. Para esto, se realizó un análisis socioespacial basado en teorías como la trialéctica del espacio propuesta por Henri Lefebvre, los imaginarios de Armando Silva y las reflexiones sobre la acumulación desigual de la ciudad capitalista de David Harvey. Para conocer el uso y la significación que le otorgan los habitantes a este proyecto, se llevó a cabo una investigación de carácter cualitativo para identificar los encuentros y desencuentros que emergen cuando se transforma una ciudad que busca incrementar la calidad de vida de sus ciudadanos a través de la mejora de la vivienda.

Palabras claves: Vivienda de Interés Social, experiencia socioespacial, habitar, estilo de vida.

Abstract

Medellín has experienced a strong urban renewal during the 2004-2011 administrations in which they developed the best infrastructure, public space and housing projects in the poorest and most violent areas, making it a specialized laboratory in city issues, while projecting it as an innovative and inclusive city. In order to understand the different meanings associated with the change that Medellín is experiencing, this article looks at a Social Interest Housing project in buildings located in the commune 2, with the objective of knowing how to establish the social and material dimension that converges in this intervention. For this, a socio-spatial analysis was carried out based on theories such as the trialéctica of the space proposed by Henri Lefebvre, the imaginaries of Armando Silva and the reflections on the uneven accumulation of the capitalist city of David Harvey. To understand the use and significance that the inhabitants give to this project, a qualitative research was carried out using the ethnographic method, to identify which encounters and disagreements emerge when a city that seeks to increase the quality of life of Its citizens through the improvement of housing is transformed.


Key words
: Social housing, socio-spatial experience, live, life style.

Resumo

Medellín tem vindo a registar uma forte renovação urbana durante os 2004-2011 administrações em que desenvolveram os melhores projetos de infraestrutura, espaço público e habitação nas áreas mais pobres e violentas, convertendo-o em um laboratório especializado tópicos cidade, enquanto projetado como uma cidade inovadora e inclusiva. Para entender os vários significados associados com a mudança que tem experimentado Medellín, este artigo dirige o olhar para um projecto de habitação social em edifícios localizados na comuna 2, a fim de saber como a dimensão social e conjunto de material que vem junto esta conversa. Para uma análise socioespacial baseado em teorias como espaço trialectics propostas por Henri Lefebvre, imaginário Armando Silva e reflexões sobre a acumulação irregular da cidade capitalista de David Harvey ocorrer. Para o uso e significado que dão os habitantes deste projeto, uma pesquisa qualitativa foi realizada utilizando o método etnográfico para identificar e divergências surgem quando uma cidade se torna, que visa aumentar a qualidade de vida de seus cidadãos styling através da carcaça.



Palavras chave:
Habitação social, experiência sócio-espcial, habitar, estilo de visa.

Coppelia
Herrán-Cuartas

Diseñadora industrial egresada de la Universidad Pontificia Bolivariana, magíster en Antropología de la Universidad de Antioquia y estudiante de Doctorado en Ciencias Sociales de la misma institución. Docente investigadora adscrita al Grupo de Estudios en Diseño –GED– de la Facultad de Diseño Industrial en la Escuela de Arquitectura y Diseño de la Universidad Pontifica Bolivariana y profesora del componente teórico del módulo Producto Identidad. También ha participado como investigadora externa para el Institute Money Tecnology Financial Inclusion -IMTFI- de la Universidad de Irvine California, Estados Unidos.

  1. Introducción

    La informalidad que experimentan muchas ciudades se materializa en la precariedad de los asentamientos, como ocurre en Medellín y otras urbes de Latinoamérica. Las migraciones del campo a la ciudad por motivos de violencia o en busca de una oferta laboral, han incidido de manera fuerte en el crecimiento poblacional de Medellín, poniendo en evidencia la incapacidad del país para hacer presencia en todo el territorio. Sin una descentralización suficiente para que las ciudades pudieran gestionar por sí mismas sus propias soluciones, hicieron que la pobreza se extendiera hasta alcanzar el 80% de la población (Alcaldía de Medellín, 2014).

    Con el crecimiento exponencial que experimentó Medellín al pasar de 360.000 habitantes en 1951 a 1.5 millones en 1985, hizo que previsiones como las del Plan Piloto y el Plan Regulador que se dio entre 1948-1952, se rebasaran por un proceso de urbanización que se dio en la ciudad y el resto del Valle de Aburrá de manera informal y desordenada, dando lugar a asentamientos subnormales más conocidos como “tugurios”, ubicados en las laderas periféricas (Schnitter, 2003).

    Para responder a esta problemática, Clemencia Escallón (2011) dice que, a pesar de que el Estado enfrente dichas carencias con la construcción y entrega de viviendas como las de interés social –VIS–, no necesariamente está produciendo ciudades de calidad. Aunque se otorguen viviendas para suplir la falta de unidades habitacionales construidas con dineros públicos y entregadas a las poblaciones más vulnerables esperando de mejorar su calidad de vida, la problemática no desaparece y se considera que esa calidad no siempre mejora con la adquisición de un bien.

    Dado que el interés de esta investigación se centra en el tema de las VIS en edificios, se toma como referente empírico los apartamentos de la Consolidación habitacional de la quebrada Juan Bobo, la cual hizo parte del modelo de transformación urbana del Proyecto Urbano Integral –PUI– de la zona nororiental, ubicado en la comuna 2.

    Con la finalidad de promover la interacción social, el suministro y el mejoramiento de equipos urbanos, junto con el desarrollo de programas habitaciones para comunidades vulnerables asentadas en zonas de riesgo ambiental, se argumenta la selección de este proyecto habitacional como caso de estudio, teniendo en cuenta la intencionalidad que tenía el Estado. De acuerdo con la administración local, el objetivo de este proyecto fue mejorar la calidad de vida de la población e incorporar los barrios informales al tejido urbano de la ciudad con corredores de movilidad, centralidades barriales, puentes, viaductos y redes peatonales entre microterritotrios (Alcaldía de Medellín, 2011).

    En el ejercicio de mirar las soluciones que establece el Estado frente al déficit habitacional, se espera conocer las dimensiones sociales y materiales que confluyen en este tipo de espacios. Pensados para grupos familiares que tanto el municipio como sus diseñadores consideran homogéneos y con necesidades similares, se indaga por las diferentes configuraciones y percepciones que resultan de este nuevo modo de habitar en la formalidad de 45 metros cuadrados.

  2. Planteamiento del problema

    Medellín ha obtenido en los últimos años una serie de reconocimientos mundiales que ahora permiten hablar de un modelo de gestión urbana basado en un discurso de ciudad educada, incluyente e innovadora. De acuerdo con el Instituto Social de Vivienda y Hábitat de Medellín (ISVIMED: 2014) la ciudad pasó de ser una de las más peligrosas y violentas del mundo debido al fenómeno del narcoterrorismo durante las décadas de 1980 y 1990, para transformarse a partir de la innovación, la resiliencia y el urbanismo en un laboratorio especializado en temas de ciudad.

    Utilizando la arquitectura como una herramienta de inclusión social que busca recuperar los sectores más deprimidos de la ciudad, se diseñan y construyen parques bibliotecas, parques lineales y colegios, generando espacio público y vivienda en las zonas que tenía los índices más bajos de calidad de vida y de desarrollo humano. Al promover la equidad territorial mientras se privilegiaba la acción del Estado en las zonas periféricas de la ciudad con los índices más altos de violencia, este modelo de intervención en el territorio consigue que se le otorgue a Medellín el reconocimiento de la ciudad más innovadora en 2013,2 además de convertirse en la sede anfitriona en 2014 del VII Foro Urbano Mundial, promovido por ONU Hábitat, para discutir temas sobre el desarrollo urbano sostenible y vivienda adecuada a nivel global (Navarrete, 2014).

    Como uno de los proyectos más emblemáticos a nivel arquitectónico de la ciudad y merecedor de diferentes premios,3 se toma la consolidación habitacional de la quebrada Juan Bobo como referente empírico, debido a la generación de vivienda nueva en cuenca de quebrada. El proyecto benefició a 1.240 personas que fueron reubicadas dentro del mismo barrio, incluso sobre el mismo sitio donde antes estaban construidos sus “ranchos”. Los espacios originales tenían un área promedio de 30 metros cuadrados con un espacio único donde se articulaba la cocina y una habitación-salón, y en la mayoría de los casos, el baño estaba por fuera de la viviendas (EDU, 2013). Los apartamentos nuevos tienen 45 metros cuadrados distribuidos en tres habitaciones, área social, cocina, zona de ropas, baño y balcón, y están repartidos en doce edificios a lo largo de la quebrada.

    A la espera de conocer la experiencia socioespacial que tienen las personas que pasaron de habitar una vivienda informal y autoconstruida en formato horizontal a las VIS en apartamentos, se establece la siguiente pregunta de investigación: ¿Cuál es el impacto de la nueva disposición del espacio doméstico en la vida cotidiana de las personas que habitan estos proyectos de vivienda?

  3. Referentes conceptuales

    Indagando por el universo de sujetos que constituyen el referente empírico, se analizó el espacio planeado por los expertos, y el espacio practicado por los habitantes y vecinos de esta consolidación habitacional, tomando algunos aportes del geógrafo Henri Lefebvre (2013) para entender de qué manera la espacialidad misma le da forma a las relaciones sociales y al desarrollo de la sociedad.

    Para analizar la producción del espacio, se emplea la triada conceptual propuesta por Lefebvre (2013): prácticas espaciales, representaciones del espacio y espacios de representación. La primera engloba la producción y reproducción de lugares específicos y conjuntos espaciales propios de cada formación social, y que tiene relación con la dimensión del espacio percibido que se asocia con lo físico y lo tangible.

    En el caso de las representaciones del espacio, se tiene en cuenta las relaciones de producción asociadas al orden que se impone y en donde se establecen una serie de signos, códigos y vínculos frontales que se conectan con la dimensión del espacio concebido o con el espacio de los planeadores, expertos y científicos encargados de establecer la ordenación y, a veces, la fragmentación en la ciudad.

    Como último eslabón de la triada se encuentran los espacios de representación que expresan simbolismos complejos ligados a lo clandestino y a la vida social que, a su vez, se relacionan con el espacio vivido. Este corresponde a la dimensión en la que se establece la imaginación de lo simbólico dentro de una existencia material.

    Al considerar que el espacio vivido se inscribe en la experiencia de los habitantes que viven día a día estas intervenciones, se recurre a los aportes de Armando Silva (1996) que ha estudiado a profundidad el concepto del imaginario desde lo urbano, buscando conocer los modos de vida en el nuevo milenio, en el cual se identifican personalidades y comportamientos colectivos. A pesar de que el autor revisa el concepto de imaginarios desde diferentes áreas, una de las que más se ajusta para este trabajo es su argumentación de que los imaginarios, además de ser construcciones mentales colectivas, no son mentiras ni secreto y, por el contrario, se viven como verdades profundas de los seres humanos, así no correspondan a verdades comprobadas empíricamente.

    Para Silva (1996) los imaginarios, como base de un urbanismo de los ciudadanos, permiten comprender la participación ciudadana desde la construcción simbólica de la ciudad, con el fin de entender sus usos y definir otras formas posibles de habitar, ya que lo físico produce efectos en lo simbólico, en sus escrituras y en las construcciones imaginarias que elaboran sus habitantes. Un ejemplo de esto es el caso de un barrio en Ciudad de México

    donde nadie tiene carro por falta de medios, todos, todos dieron un dinero extra para tener garaje. Entonces, tienen casa con garaje, pero sin carro. Y por qué. Porque hay mucho optimismo en este barrio; ellos piensan que van a tener carro. Entonces, es el garaje de un carro imaginario (Silva, 1996: 47).

    Para hablar del espacio vivido y domesticado también se recurre a Juan Diego Sanín (2009) y su argumento sobre la disposición del hogar como un proceso continuo en el que se implementan ciertas acciones, con el fin de modificar ese entorno. Esas acciones se convierten en una trama de significados que modelan las conductas y comportamientos de los grupos sociales, los cuales se reflejan en los modos de habitar y de relacionarse a través del tiempo y el espacio, para entender la existencia de diferentes formas en las que las personas configuran y se apropian de un lugar.

    En la espera de complementar este enfoque teórico, se recure al geógrafo David Harvey y a su cuestionamiento sobre las desigualdades que resultan de la ciudad capitalista, los arreglos espaciales, las resistencias y la reorganización política asociada al derecho a la ciudad, que discute en su obra Espacios de esperanza (2003). Cuestionando los modos de acumulación del capital desigual y las distintas formas de organización espacial, el autor aborda los desarrollos geográficos desiguales, tomando como base el materialismo histórico geográfico, para vincular la forma espacial al proceso social. Con un énfasis especial en los modos de acumulación desigual del capital y su expresión en las distintas formas de organización espacial, Harvey argumenta que en las composiciones arquitectónicas de fábricas, casas, edificios, construcciones urbanas o delimitaciones territoriales de carácter regional o nacional, existen diferentes niveles de espacialidad que conforman un campo de análisis del capitalismo que trae consigo relaciones de carácter geopolítico desigual, lo cual repercute en las formas de acumulación y construcción de alternativas que existen en las representaciones hegemónicas del poder.

    Si se tiene en cuenta la reflexión de Harvey (2003) para el caso de estudio, es posible ver de qué manera los procesos institucionales que se desarrollan actualmente en la ciudad carecen, en repetidas ocasiones, de un contenido real que se integre con los ciudadanos y corresponda a los espacios en que habitan. Para entender los resultados que dan paso a la producción de conflictos de carácter espacial, social, cultural, económico o político se debe tener en cuenta que muchos de estos procesos son establecidos desde el costo-beneficio y no necesariamente bajo el supuesto que plantea un entorno o una vivienda digna con altos niveles de satisfacción.

    Para el análisis socioespacial, se escaló a tres niveles de revisión comprendidos entre la vivienda, el barrio y la ciudad, y así profundizar sobre la experiencia espacial de las personas en sus apartamentos como primer espacio habitado dentro del barrio que, a su vez, hace parte de la ciudad. Los análisis de la vivienda y del barrio se establecieron como componentes del espacio vivido y se analizaron de manera conjunta con la ciudad, vinculando las diferentes situaciones que resultaron de la experiencia del habitar.

    La decisión de trabajar con estos niveles espaciales se hizo teniendo en cuenta la reflexión que hace Lucía Elena Areiza (2005). De acuerdo con la autora existe una cadena de referencias en las cuales el espacio vivencial subjetivo está comprometido y mantenido en un contexto mayor, que es el barrio y la ciudad.

    En otras palabras, las diferentes relaciones espaciales que se articulan a partir de la vivienda no quedan determinadas solo por lo que ocurre en su interior, sino por lo que sucede al exterior, es decir, con la ubicación geográfica, la relación con el barrio, el sector y finalmente la ciudad. De acuerdo con la autora “el barrio es el gran mediador entre el universo privado de la casa y el mundo privado de la ciudad” (Areiza, 2005: 76).

    Es importante señalar en este punto que, debido a que la investigación es cualitativa con carácter etnográfico y que no parte de una hipótesis especifica previa con categorías preestablecidas para registrar o clasificar los hallazgos, el lector encontrará en los resultados los aportes de otros autores que no están citados desde el principio. Esto se hizo con el objetivo de respaldar algunas categorías que emergieron a lo largo del proceso de investigación.

  4. Metodología

    Para conocer el impacto en la vida cotidiana de quienes pasaron de vivir en la informalidad y en casas autoconstruidas a la formalidad de 45 metros cuadrados en edificios VIS, se define una investigación de carácter cualitativo. Se utiliza el método etnográfico para centrarse en la comprensión de una realidad que permita identificar los aspectos más particulares que resultan de un proceso histórico de construcción, a partir de la lógica y el sentir de sus protagonistas (Pérez, 2001, citado en Quintana, 2006).

    La investigación fue realizada en diferentes sectores de los barrios Villa Niza, Villa del Socorro y Andalucía donde se encuentran ubicados los doce bloques que conforman la Consolidación Habitacional de la quebrada Juan Bobo. A continuación se presentan las herramientas empleadas:

    • Revisión de archivos y documentos institucionales como el Plan de Ordenamiento Territorial –POT– 2006 y los Planes de Desarrollo establecidos por la Alcaldía de Medellín desde 2003 hasta 2011, junto con los radicados del Proyecto Urbano Integral Nororiental –PUI–.
    • Visitas en diferentes horas del día y de la semana a los doce edificios de las VIS en Juan Bobo I y II, con el objetivo de conocer desde el espacio percibido las materialidades que configuran y caracterizan cada vivienda.
    • Observación simple del interior de las viviendas, de las zonas comunes de los apartamentos y del barrio.
    • Realización de trabajo de campo y observación activa en la ludoteca que se encuentra ubicada en los bajos del bloque 8 de la consolidación habitacional, para conocer de manera cercana las experiencias del ámbito doméstico y el entorno vecinal, incluyendo la participación de los niños que acuden de forma gratuita al lugar. Aunque existen otras dos ludotecas en el barrio, se decidió trabajar en esta por la posibilidad de realizar estancias prolongadas, y establecer un contacto más cercano con los habitantes y vecinos del edificio.
    • Conducción de 30 entrevistas informales y 25 entrevistas semiestructuradas a habitantes y vecinos de la consolidación habitacional. Además de diez entrevistas con agentes institucionales responsables de la gestión, planeación y entrega del proyecto que fueron abordados conceptualmente como responsables del espacio concebido. Todas las entrevistas fueron grabadas y posteriormente transcritas.
    • Recolección de insumos audiovisuales (fotografías y videos) en el espacio vivido para captar la cotidianidad de sus habitantes y vecinos.
    • Sistematización de la información recolectada (textos y documentos, notas de voz, fotos y videos) con ayuda del software Atlas.ti.
  5. Resultados

    A pesar de que las intervenciones recientes han contribuido de manera asombrosa en la transformación de la ciudad y han proporcionado un hábitat mejor a las personas más desfavorecidas del sector, se evidencian problemáticas grandes en los formatos actuales de vivienda.

    Teniendo en cuenta que la vida en comunidad, en especial la que se lleva a cabo en las VIS en edificios exige la adopción de nuevas conductas, hábitos y normas de comportamiento, dichos complejos habitacionales no necesariamente responden a lo que algún día se imaginaron los gestores del espacio concebido. Las situaciones asociadas a la nueva configuración del espacio, las diferentes apropiaciones e interpretaciones que le asignan sus moradores, los usos que se mezclan entre el espacio privado y el público, y los constantes problemas de convivencia constituyen los hallazgos más relevantes de esta investigación, los cuales que se presentan a continuación.

    1. Vestir la casa

      De acuerdo con Juan Diego Sanín (2009), el hogar es una construcción física y simbólica que cobra sentido con los modos en que es apropiado un espacio, y la significación que se le otorga. Por esta razón se propone el concepto de vestir la casa para explicar algunos fenómenos asociados a la disposición y el empleo de objetos y materiales de diferentes maneras, en cada uno de los apartamentos visitados.

      Definida por la Real Academia de la Lengua Española como “una tela que por lo común cuelga de puertas y ventanas como adorno o para aislar la luz y de miradas ajenas”, las cortinas se encuentran dispuestas de múltiples maneras y en la consolidación habitacional de la quebrada Juan Bobo sus usos van más allá de la necesidad de cubrir una ventana. Si se tiene en cuenta que todos los apartamentos del complejo fueron entregados sin puertas en su interior, es posible entender por qué muchos habitantes recurrieron a la elaboración o compra de cortinas para dividir los espacios, establecer un orden y crear privacidad.

      Convertidas en puertas de closets y alacenas, y hasta en paredes dentro de una misma habitación, las cortinas desempeñan un papel importante en la mayoría de los apartamentos visitados, haciendo referencia a la privacidad que se buscaba obtener en los nuevos espacios.

      Si se piensa que en 45 metros cuadrados se debe acomodar una cocina, un patio de ropas, tres habitaciones, un baño y un balcón, la cortina se convierte en una pieza versátil para remplazar todos los elementos que no hacían parte de la entrega oficial de los apartamentos, pero que sí eran necesarios en el ámbito doméstico de acuerdo con los requerimientos de sus habitantes tal y como se ve en la siguiente imagen (véase Imagen 1).

      Imagen 1. Uso de las cortinas como sistema de división aérea.

      Fuente: fotografía de Coppelia Herrán.

    2. Flexibilidad y mutación en el nuevo espacio doméstico

      De acuerdo con Juan Diego Sanín (2008), el entorno doméstico puede considerarse como una doble entidad en la que se conjugan el medio físico y las interacciones que tienen los individuos que lo habitan, adaptan y transforman de acuerdo a sus necesidades.

      Si se observa más allá del aumento en metros cuadrados, el cambio de materiales y las formas de construcción, estas transformaciones influyeron en los estilos de vida y las fuentes de subsistencia de los habitantes receptores. Según las instituciones responsables del espacio concebido como la Empresa de Desarrollo Urbano (EDU, 2013) y el Instituto Social de Vivienda y Hábitat de Medellín (ISVIMED, 2014), las normas que empezaron a regir en el espacio público de la nueva consolidación habitacional restringe la presencia de ventas ambulantes, a pesar de ser uno de los métodos de subsistencia más frecuentes en este sector.

      Muchas de las personas que antes vivían en la informalidad y que tenían como única fuente de ingresos actividades relacionadas con el reciclaje, la venta de alimentos preparados adentro y afuera de sus casas como arepas, chuzos de carne, paletas, tintos y confites, entre otros, debieron dejar a un lado estos métodos de subsistencia de acuerdo con la nueva normatividad para buscar otro tipo de ingresos.

      La EDU (2013) argumenta que para garantizar la sostenibilidad económica de este sector realizó programas generadores de empleo con las diferentes secretarias de la Alcaldía de Medellín y otras entidades descentralizadas, fomentó la vinculación de los habitantes a los programas educativos y de formación ofrecidos por el SENA, y la articulación de las unidades productivas locales con los Centros de Desarrollo Empresarial Zonal –CEDEZOS–.4 Contrario a lo imaginado por estas instituciones, las personas que trabajaban como vendedores informales desde sus hogares dejaron de hacerlo buscando otros métodos de subsistencia, mientras que otras empezaron a transformar sus casas en un nuevo espacio que serviría no solo como habitación y refugio, sino como única fuente de ingresos.

      Mujeres entrevistadas comercializan productos de belleza, comestibles no perecederos o alimentos procesados como morcillas, tamales y chorizos entre sus vecinos y conocidos. Frente a la oferta de servicios, durante el trabajo de campo se encontró un taller de reparación de motos, otros de confección (véase Imagen 2), una sastrería, una venta de calzado, oferta de bodegaje y de alquiler de habitaciones.

      Sobre el alquiler de habitaciones, se estableció que las familias que tenían hasta seis integrantes en un mismo apartamento estaban dispuestos a repetir el patrón de hacinamiento que tenían antes de pasar a la vivienda formal, en la cual todos dormían en una misma habitación, para poder disponer de las demás para su alquiler.

      Con el nuevo planteamiento espacial establecido por una cocina, un patio de ropas, una sala-comedor, tres habitaciones y en algunos casos un balcón distribuidos en 45 metros cuadrados, se evidenció que las personas necesitaban adaptar sus viviendas y domesticar el espacio para suplir las necesidades que trascienden más allá del simple hecho de habitar.

      Imagen 2. Taller de confección en un apartamento del bloque 12

      Fuente: fotografía de Coppelia Herrán.

    3. Nuevas viviendas, antiguos problemas

      De acuerdo con la Doctora en arquitectura Mónica Mejía Escalante (2012), una vivienda es habitable si ofrece a sus moradores seguridad física, protegiéndolos de la intemperie y de las enfermedades. Para hablar de calidad en la vivienda, la autora argumenta que la habitabilidad debe tener unas condiciones adecuadas y garantizar la permanencia de las personas ofreciendo unas condiciones mínimas de alojamiento, suministro de servicios como agua, energía eléctrica, gas y teléfono, además de contar con una distribución espacial adecuada para la realización de las actividades propias de cada uno de los integrantes de la familia.

      Ahora bien, si la habitabilidad se revisa desde la relación que se genera entre los sujetos, el entorno, y la manera como satisface sus necesidades y aspiraciones a partir de la vivienda, se identifican una serie de problemáticas que existían desde que la comunidad habitaba en la informalidad y que no han desaparecido con el cambio de formato espacial.

      Para esto se retoma el cuestionamiento que hace David Harvey (2003) sobre la manera en que se llevan a cabo los procesos institucionales en pro de los ciudadanos. Al revisar la efectividad de las intervenciones que se hacen en la ciudad, y la manera en que se integra con los ciudadanos y los espacios que habitan, se identifica un desencuentro entre el espacio pensado por los gestores que querían cambiar los modos de vida de los habitantes beneficiados y la respuesta de los mismos frente al espacio vivido.

      En el caso de Juan Bobo se conoció que las personas no modificaron sus modos de vida con el cambio de vivienda, lo que resultó en una serie de conflictos asociados a la convivencia. Por ejemplo, la población continuó con antiguas costumbres como escuchar música a alto volumen y hasta muy tarde en la noche, secar la ropa en los balcones, escaleras y zonas comunes de los edificios por medio de la instalación de cuerdas y ganchos entre los pasamanos y corredores (véase Imagen 3).

      Algo similar se identificó con la limpieza de los balcones y los corredores en donde las personas utilizan grandes cantidades de agua para lavar los pisos, sin importar que ese mismo volumen de agua caiga sobre las paredes, los balcones y los suelos de los apartamentos que están debajo, y que pueden ensuciar las cortinas, los muebles y hasta la ropa que dejan secando otros vecinos. Problemas similares se generan con la tenencia de mascotas y la falta de cuidado de las mismas, porque las personas no recogen sus excrementos de los corredores, las zonas comunes o el espacio público, generando tensiones entre ellos.

      Imagen 3. Secado de ropa en balcón y fachada de un apartamento

      Fuente: fotografía de Coppelia Herrán.

      Aunque el espacio concebido esperaba mejorar la calidad de vida de sus habitantes y, en consecuencia, las situaciones asociadas a la contaminación y al mal manejo de basuras en la quebrada, la violencia familiar, la venta y el consumo de drogas, el desempleo y la deserción escolar con la transformación del espacio, se pudo evidenciar que los problemas de carácter social y económico continúan afectando a la comunidad.

      Ahora que las personas comenzaron a vivir en apartamentos de material, con medidas estandarizadas, y con vecinos tanto a los lados, como arriba y abajo, se concluye que los antiguos problemas no han desaparecido, sino que han cambiado de formato.

      Es claro que los habitantes sienten que viven en un entorno más seguro y salubre comparado con su vivienda anterior, porque no se mojan cuando llueve, ni corren el riesgo de que la quebrada inunde sus casas en época de lluvias. Sin embargo, consideran que su mayor problema tiene que ver con la convivencia en los edificios.

      Lo paradójico es que en su imaginario consideran que su nueva vivienda no termina en la puerta de su apartamento, sino que se extiende hasta el pasillo del edificio y la calle del barrio. No obstante, antes que buscar soluciones frente a los conflictos que tienen con los vecinos, la mayoría de los entrevistados afirmaron que prefieren irse de este lugar, así sea para volver a empezar de nuevo en una casa autoconstruida, sin normas ni reglamentos que les digan cómo deben vivir.

    4. Hábitos y prácticas domésticas a modo de resistencia

      Teniendo presente que la producción y entrega de las VIS se circunscribe en la provisión de bienes y servicios destinados a resolver el déficit de vivienda, todavía se identifican muchos aspectos por resolver frente al cambio de hábitos y costumbres domésticas que se manifiestan no solo en el interior de los apartamentos, sino en las zonas comunes y el espacio público en general.

      Sin importar que la institucionalidad informara a la comunidad antes, durante y después del proceso de reubicación sobre cómo iba a ser su nueva vida y las modificaciones que debían hacer en sus prácticas, hábitos y costumbres, todavía hoy muchos de los habitantes continúan con su mismo estilo de vida, sin cambiar las rutinas que tenían establecidas en sus antiguas viviendas.

      Como parte de las situaciones que se identificaron en el día a día de estas personas, se encontró que muchas siguen haciendo un uso indiscriminado del agua, en especial, las que vivían antes dentro de la cañada y se conectaban de manera ilegal al tubo madre para obtener agua para lavar la ropa, preparar los alimentos, limpiar la casa o bañarse, sin tener que pagar ningún tipo de suministro. Frente a la costumbre de tener agua gratis y en grandes volúmenes, hoy en día siguen consumiendo el mismo volumen de agua, aunque no tengan con que cubrir las altas cuentas de cobro que reciben por el consumo de este recurso.

      A pesar de haber recibido un manual de convivencia5 y algunas charlas pedagógicas para conocer cuáles prácticas debían implementar en este nuevo formato habitacional y cuáles debían desechar, gran parte de la comunidad se reúsa a seguirlas y, por el contrario, prefieren replicar sus antiguas costumbres con más fuerza. Por ejemplo, en los corredores y zonas comunes que están hechos para el desplazamiento y la circulación, los niños juegan futbol, canicas o elevan cometas en los pisos más altos mientras que los adultos emplean los mismos sitios para estacionar bicicletas, motos, depositar materiales de construcción, muebles de sala (véase Imagen 4) y hasta material de reciclaje. De esta forma, situaciones cotidianas como el juego, el ocio, el esparcimiento, la socialización, las labores domésticas y hasta el reciclaje como método de subsistencia, siguen presentes en estos edificios, a pesar de que la nueva disposición espacial no haya sido diseñada para tal fin.

      Imagen 4. Muebles de sala ubicados en las zonas comunes del bloque 7

      Fuente: fotografía de Coppelia Herrán.

      De acuerdo con Lucía Elena Areiza (2005), las relaciones que se articulan en el interior de la vivienda no permanecen en este lugar sino que trascienden al exterior, por eso es importante reconocer los antecedentes culturales que cada grupo social trae consigo. Al encontrar las manifestaciones como las presentadas en las prácticas domésticas a modo de resistencia, llevan a pensar que para mejorar la calidad de vida de las personas a través del cambio del espacio, es necesario conocer los deseos y las necesidades que se manifiestan a través de situaciones cotidianas como los prácticas, los hábitos y las costumbres que identifican a cada comunidad.

  6. Conclusiones

    Luego de presentar algunas de las experiencias que resultan del habitar en este formato arquitectónico, se concluye que las personas que antes vivían en condiciones muy precarias sobre las márgenes de la quebrada Juan Bobo no cambian algunas de sus prácticas y costumbres a pesar de estar reubicados en apartamentos construidos con nuevos materiales, medidas estandarizadas y dotados con servicios públicos.

    Al reconocer el impacto positivo que trajo el proyecto a esta zona de la ciudad, se espera no caer en una crítica que cuestione el papel de la institucionalidad y su deseo de mejorar la calidad de vida de las personas, a través de la construcción de una nueva vivienda. Lo que se busca con este tipo de investigaciones es poner en evidencia los encuentros y desencuentros que emergen cuando se modifica un espacio con la intensión de generar bienestar a las personas.

    Al indagar por la producción socioespacial se encontraron diferentes formas de apropiación del espacio arquitectónico que no necesariamente respondían a lo que se imaginaron instituciones como la Alcaldía de Medellín, la EDU y el ISVIMED. De acuerdo con esto, se puede decir que para muchos el ideal de una ciudad está asociado con el orden y el control, aunque en la realidad, los actores sociales de cada lugar actúan con base en las lógicas de sus necesidades y de acuerdo con sus imaginarios, sobrepasando las expectativas de sus gestores.

    Teniendo en cuenta que este tipo de ejercicios investigativos van más allá del análisis objetual, se propone una mirada holística que abarque distintas configuraciones socioespaciales para profundizar en el conocimiento de los valores, hábitos, costumbres, imaginarios, deseos, rituales y rutinas de las personas a las cuales se dirigen los nuevos proyectos, entendiendo las necesidades que tiene cada grupo social.

    Aunque la Carta Medellín ratifica la necesidad de acercarse y conocer a las comunidades para las que se va trabajar cuando dice que “para comprender mejor la realidad y actuar sobre ella de forma pertinente es necesario considerar, también, elementos de interacción social, la cultura y los valores. Y estos solo pueden aportarlo los propios ciudadanos” (ISVIMED, 2014: 12), no queda claro qué tipo de información de la comunidad fue tenida en cuenta para hacer este proyecto de vivienda, considerando que la intensión era mejorar su calidad de vida.

    Cuando se busca incrementar el bienestar y la calidad de vida de los grupos más vulnerables a través de la transformación del espacio, es necesario pensar no solo en el presente sino en la sostenibilidad a futuro. Si se plantean agendas a largo plazo que incluyan programas de sostenibilidad para la comunidad, es posible que estas cuenten con los medios que les permitan resolver problemas que pueden aparecer con la adquisición de vivienda nueva como la convivencia, el desempleo, el consumo de drogas y las nuevas responsabilidades económicas.

    El mayor desafío que trae vincular a una comunidad a la formalidad de la ciudad no puede quedar reducido a un proceso de transición para cada familia, sino que se deben adecuar los tiempos y las posibilidades de comprensión, asimilación y adaptación de las personas a su nueva situación. Por esto se propone abrir diversos espacios en los que la academia y el Estado puedan trabajar juntos en procesos de desarrollo urbano y en diseño de políticas públicas en las que se apliquen conocimientos relevantes y pertinentes para la intervención y transformación de la ciudad en pro de los ciudadanos.

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1 El artículo hace parte del proyecto de tesis doctoral en proceso El urbanismo social y su impacto en la ciudad de Medellín. Un análisis de la vivienda de interés social en altura ubicada en la quebrada Juan Bobo, adscrito al grupo de Estudios del Territorio –GET– del Instituto de Estudios Regionales –INER–, Universidad de Antioquia, Sede Medellín.

2 Para ampliar esta información, véase Urna de Cristal (2013).

3 Algunos de los premios y reconocimientos que hacen alusión a este proyecto son la exposición del modelo PUI en el Pabellón del Arsenal de Paris en 2011, así como su utilización como ejemplo para América en la XVI Bienal Panamericana en Quito Ecuador, sumado al premio Verde Verónica Rudge que obtuvo en diseño urbano en el año 2013.

4 Los CEDEZOS son espacios para la articulación de iniciativas orientadas al apoyo de emprendimientos, la generación de ingresos, el desarrollo y la consolidación de famiempresas y microempresas (EDU, 2013).

5 Este manual propone deberes, derechos y compromisos para mantener las obras físicas, la convivencia y adquirir conciencia de las transformaciones que estas obras han producido en busca del mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes y vecinos del sector.

Recibido: 9 de febrero de 2017

Aprobado: 22 de junio de 2017

https://doi.org/10.15446/bitacora.v27n4Esp.62563

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Artículos

Recibido: 9 de febrero de 2017; Aceptado: 22 de junio de 2017

Resumen

Medellín ha experimentando una fuerte renovación urbana durante las administraciones 2004-2011 en las que se desarrollaron los mejores proyectos de infraestructura, espacio público y vivienda en las zonas más pobres y violentas, convirtiéndola en un laboratorio especializado en temas de ciudad, mientras se proyecta como una urbe innovadora e incluyente. Para comprender las diversas significaciones asociadas al cambio que viene experimentando Medellín, este artículo dirige la mirada hacia un proyecto de Vivienda de Interés Social en edificios ubicados en la comuna 2, con el objetivo de conocer cómo se establece la dimensión social y material que confluye en esta intervención. Para esto, se realizó un análisis socioespacial basado en teorías como la trialéctica del espacio propuesta por Henri Lefebvre, los imaginarios de Armando Silva y las reflexiones sobre la acumulación desigual de la ciudad capitalista de David Harvey. Para conocer el uso y la significación que le otorgan los habitantes a este proyecto, se llevó a cabo una investigación de carácter cualitativo para identificar los encuentros y desencuentros que emergen cuando se transforma una ciudad que busca incrementar la calidad de vida de sus ciudadanos a través de la mejora de la vivienda.

Palabras clave

Vivienda de Interés Social, experiencia socioespacial, habitar, estilo de vida.

Abstract

Medellín has experienced a strong urban renewal during the 2004-2011 administrations in which they developed the best infrastructure, public space and housing projects in the poorest and most violent areas, making it a specialized laboratory in city issues, while projecting it as an innovative and inclusive city. In order to understand the different meanings associated with the change that Medellín is experiencing, this article looks at a Social Interest Housing project in buildings located in the commune 2, with the objective of knowing how to establish the social and material dimension that converges in this intervention. For this, a socio-spatial analysis was carried out based on theories such as the trialéctica of the space proposed by Henri Lefebvre, the imaginaries of Armando Silva and the reflections on the uneven accumulation of the capitalist city of David Harvey. To understand the use and significance that the inhabitants give to this project, a qualitative research was carried out using the ethnographic method, to identify which encounters and disagreements emerge when a city that seeks to increase the quality of life of Its citizens through the improvement of housing is transformed.

Keywords

Social housing, socio-spatial experience, live, life style.

Resumo

Medellín tem vindo a registar uma forte renovação urbana durante os 2004-2011 administrações em que desenvolveram os melhores projetos de infraestrutura, espaço público e habitação nas áreas mais pobres e violentas, convertendo-o em um laboratório especializado tópicos cidade, enquanto projetado como uma cidade inovadora e inclusiva. Para entender os vários significados associados com a mudança que tem experimentado Medellín, este artigo dirige o olhar para um projecto de habitação social em edifícios localizados na comuna 2, a fim de saber como a dimensão social e conjunto de material que vem junto esta conversa. Para uma análise socioespacial baseado em teorias como espaço trialectics propostas por Henri Lefebvre, imaginário Armando Silva e reflexões sobre a acumulação irregular da cidade capitalista de David Harvey ocorrer. Para o uso e significado que dão os habitantes deste projeto, uma pesquisa qualitativa foi realizada utilizando o método etnográfico para identificar e divergências surgem quando uma cidade se torna, que visa aumentar a qualidade de vida de seus cidadãos styling através da carcaça.

Palavras-chave

Habitação social, experiência sócio-espcial, habitar, estilo de visa.

Introducción

La informalidad que experimentan muchas ciudades se materializa en la precariedad de los asentamientos, como ocurre en Medellín y otras urbes de Latinoamérica. Las migraciones del campo a la ciudad por motivos de violencia o en busca de una oferta laboral, han incidido de manera fuerte en el crecimiento poblacional de Medellín, poniendo en evidencia la incapacidad del país para hacer presencia en todo el territorio. Sin una descentralización suficiente para que las ciudades pudieran gestionar por sí mismas sus propias soluciones, hicieron que la pobreza se extendiera hasta alcanzar el 80% de la población (Alcaldía de Medellín, 2014).

Con el crecimiento exponencial que experimentó Medellín al pasar de 360.000 habitantes en 1951 a 1.5 millones en 1985, hizo que previsiones como las del Plan Piloto y el Plan Regulador que se dio entre 1948-1952, se rebasaran por un proceso de urbanización que se dio en la ciudad y el resto del Valle de Aburrá de manera informal y desordenada, dando lugar a asentamientos subnormales más conocidos como “tugurios”, ubicados en las laderas periféricas (Schnitter, 2003).

Para responder a esta problemática, Clemencia Escallón (2011) dice que, a pesar de que el Estado enfrente dichas carencias con la construcción y entrega de viviendas como las de interés social –VIS–, no necesariamente está produciendo ciudades de calidad. Aunque se otorguen viviendas para suplir la falta de unidades habitacionales construidas con dineros públicos y entregadas a las poblaciones más vulnerables esperando de mejorar su calidad de vida, la problemática no desaparece y se considera que esa calidad no siempre mejora con la adquisición de un bien.

Dado que el interés de esta investigación se centra en el tema de las VIS en edificios, se toma como referente empírico los apartamentos de la Consolidación habitacional de la quebrada Juan Bobo, la cual hizo parte del modelo de transformación urbana del Proyecto Urbano Integral –PUI– de la zona nororiental, ubicado en la comuna 2.

Con la finalidad de promover la interacción social, el suministro y el mejoramiento de equipos urbanos, junto con el desarrollo de programas habitaciones para comunidades vulnerables asentadas en zonas de riesgo ambiental, se argumenta la selección de este proyecto habitacional como caso de estudio, teniendo en cuenta la intencionalidad que tenía el Estado. De acuerdo con la administración local, el objetivo de este proyecto fue mejorar la calidad de vida de la población e incorporar los barrios informales al tejido urbano de la ciudad con corredores de movilidad, centralidades barriales, puentes, viaductos y redes peatonales entre microterritotrios (Alcaldía de Medellín, 2011).

En el ejercicio de mirar las soluciones que establece el Estado frente al déficit habitacional, se espera conocer las dimensiones sociales y materiales que confluyen en este tipo de espacios. Pensados para grupos familiares que tanto el municipio como sus diseñadores consideran homogéneos y con necesidades similares, se indaga por las diferentes configuraciones y percepciones que resultan de este nuevo modo de habitar en la formalidad de 45 metros cuadrados.

Planteamiento del problema

Medellín ha obtenido en los últimos años una serie de reconocimientos mundiales que ahora permiten hablar de un modelo de gestión urbana basado en un discurso de ciudad educada, incluyente e innovadora. De acuerdo con el Instituto Social de Vivienda y Hábitat de Medellín (ISVIMED: 2014) la ciudad pasó de ser una de las más peligrosas y violentas del mundo debido al fenómeno del narcoterrorismo durante las décadas de 1980 y 1990, para transformarse a partir de la innovación, la resiliencia y el urbanismo en un laboratorio especializado en temas de ciudad.

Utilizando la arquitectura como una herramienta de inclusión social que busca recuperar los sectores más deprimidos de la ciudad, se diseñan y construyen parques bibliotecas, parques lineales y colegios, generando espacio público y vivienda en las zonas que tenía los índices más bajos de calidad de vida y de desarrollo humano. Al promover la equidad territorial mientras se privilegiaba la acción del Estado en las zonas periféricas de la ciudad con los índices más altos de violencia, este modelo de intervención en el territorio consigue que se le otorgue a Medellín el reconocimiento de la ciudad más innovadora en 2013,2 además de convertirse en la sede anfitriona en 2014 del VII Foro Urbano Mundial, promovido por ONU Hábitat, para discutir temas sobre el desarrollo urbano sostenible y vivienda adecuada a nivel global (Navarrete, 2014).

Como uno de los proyectos más emblemáticos a nivel arquitectónico de la ciudad y merecedor de diferentes premios,3 se toma la consolidación habitacional de la quebrada Juan Bobo como referente empírico, debido a la generación de vivienda nueva en cuenca de quebrada. El proyecto benefició a 1.240 personas que fueron reubicadas dentro del mismo barrio, incluso sobre el mismo sitio donde antes estaban construidos sus “ranchos”. Los espacios originales tenían un área promedio de 30 metros cuadrados con un espacio único donde se articulaba la cocina y una habitación-salón, y en la mayoría de los casos, el baño estaba por fuera de la viviendas (EDU, 2013). Los apartamentos nuevos tienen 45 metros cuadrados distribuidos en tres habitaciones, área social, cocina, zona de ropas, baño y balcón, y están repartidos en doce edificios a lo largo de la quebrada.

A la espera de conocer la experiencia socioespacial que tienen las personas que pasaron de habitar una vivienda informal y autoconstruida en formato horizontal a las VIS en apartamentos, se establece la siguiente pregunta de investigación: ¿Cuál es el impacto de la nueva disposición del espacio doméstico en la vida cotidiana de las personas que habitan estos proyectos de vivienda?

Referentes conceptuales

Indagando por el universo de sujetos que constituyen el referente empírico, se analizó el espacio planeado por los expertos, y el espacio practicado por los habitantes y vecinos de esta consolidación habitacional, tomando algunos aportes del geógrafo Henri Lefebvre (2013) para entender de qué manera la espacialidad misma le da forma a las relaciones sociales y al desarrollo de la sociedad.

Para analizar la producción del espacio, se emplea la triada conceptual propuesta por Lefebvre (2013): prácticas espaciales, representaciones del espacio y espacios de representación. La primera engloba la producción y reproducción de lugares específicos y conjuntos espaciales propios de cada formación social, y que tiene relación con la dimensión del espacio percibido que se asocia con lo físico y lo tangible.

En el caso de las representaciones del espacio, se tiene en cuenta las relaciones de producción asociadas al orden que se impone y en donde se establecen una serie de signos, códigos y vínculos frontales que se conectan con la dimensión del espacio concebido o con el espacio de los planeadores, expertos y científicos encargados de establecer la ordenación y, a veces, la fragmentación en la ciudad.

Como último eslabón de la triada se encuentran los espacios de representación que expresan simbolismos complejos ligados a lo clandestino y a la vida social que, a su vez, se relacionan con el espacio vivido. Este corresponde a la dimensión en la que se establece la imaginación de lo simbólico dentro de una existencia material.

Al considerar que el espacio vivido se inscribe en la experiencia de los habitantes que viven día a día estas intervenciones, se recurre a los aportes de Armando Silva (1996) que ha estudiado a profundidad el concepto del imaginario desde lo urbano, buscando conocer los modos de vida en el nuevo milenio, en el cual se identifican personalidades y comportamientos colectivos. A pesar de que el autor revisa el concepto de imaginarios desde diferentes áreas, una de las que más se ajusta para este trabajo es su argumentación de que los imaginarios, además de ser construcciones mentales colectivas, no son mentiras ni secreto y, por el contrario, se viven como verdades profundas de los seres humanos, así no correspondan a verdades comprobadas empíricamente.

Para Silva (1996) los imaginarios, como base de un urbanismo de los ciudadanos, permiten comprender la participación ciudadana desde la construcción simbólica de la ciudad, con el fin de entender sus usos y definir otras formas posibles de habitar, ya que lo físico produce efectos en lo simbólico, en sus escrituras y en las construcciones imaginarias que elaboran sus habitantes. Un ejemplo de esto es el caso de un barrio en Ciudad de México

donde nadie tiene carro por falta de medios, todos, todos dieron un dinero extra para tener garaje. Entonces, tienen casa con garaje, pero sin carro. Y por qué. Porque hay mucho optimismo en este barrio; ellos piensan que van a tener carro. Entonces, es el garaje de un carro imaginario (Silva, 1996: 47).

Para hablar del espacio vivido y domesticado también se recurre a Juan Diego Sanín (2009) y su argumento sobre la disposición del hogar como un proceso continuo en el que se implementan ciertas acciones, con el fin de modificar ese entorno. Esas acciones se convierten en una trama de significados que modelan las conductas y comportamientos de los grupos sociales, los cuales se reflejan en los modos de habitar y de relacionarse a través del tiempo y el espacio, para entender la existencia de diferentes formas en las que las personas configuran y se apropian de un lugar.

En la espera de complementar este enfoque teórico, se recure al geógrafo David Harvey y a su cuestionamiento sobre las desigualdades que resultan de la ciudad capitalista, los arreglos espaciales, las resistencias y la reorganización política asociada al derecho a la ciudad, que discute en su obra Espacios de esperanza (2003). Cuestionando los modos de acumulación del capital desigual y las distintas formas de organización espacial, el autor aborda los desarrollos geográficos desiguales, tomando como base el materialismo histórico geográfico, para vincular la forma espacial al proceso social. Con un énfasis especial en los modos de acumulación desigual del capital y su expresión en las distintas formas de organización espacial, Harvey argumenta que en las composiciones arquitectónicas de fábricas, casas, edificios, construcciones urbanas o delimitaciones territoriales de carácter regional o nacional, existen diferentes niveles de espacialidad que conforman un campo de análisis del capitalismo que trae consigo relaciones de carácter geopolítico desigual, lo cual repercute en las formas de acumulación y construcción de alternativas que existen en las representaciones hegemónicas del poder.

Si se tiene en cuenta la reflexión de Harvey (2003) para el caso de estudio, es posible ver de qué manera los procesos institucionales que se desarrollan actualmente en la ciudad carecen, en repetidas ocasiones, de un contenido real que se integre con los ciudadanos y corresponda a los espacios en que habitan. Para entender los resultados que dan paso a la producción de conflictos de carácter espacial, social, cultural, económico o político se debe tener en cuenta que muchos de estos procesos son establecidos desde el costo-beneficio y no necesariamente bajo el supuesto que plantea un entorno o una vivienda digna con altos niveles de satisfacción.

Para el análisis socioespacial, se escaló a tres niveles de revisión comprendidos entre la vivienda, el barrio y la ciudad, y así profundizar sobre la experiencia espacial de las personas en sus apartamentos como primer espacio habitado dentro del barrio que, a su vez, hace parte de la ciudad. Los análisis de la vivienda y del barrio se establecieron como componentes del espacio vivido y se analizaron de manera conjunta con la ciudad, vinculando las diferentes situaciones que resultaron de la experiencia del habitar.

La decisión de trabajar con estos niveles espaciales se hizo teniendo en cuenta la reflexión que hace Lucía Elena Areiza (2005). De acuerdo con la autora existe una cadena de referencias en las cuales el espacio vivencial subjetivo está comprometido y mantenido en un contexto mayor, que es el barrio y la ciudad.

En otras palabras, las diferentes relaciones espaciales que se articulan a partir de la vivienda no quedan determinadas solo por lo que ocurre en su interior, sino por lo que sucede al exterior, es decir, con la ubicación geográfica, la relación con el barrio, el sector y finalmente la ciudad. De acuerdo con la autora “el barrio es el gran mediador entre el universo privado de la casa y el mundo privado de la ciudad” (Areiza, 2005: 76).

Es importante señalar en este punto que, debido a que la investigación es cualitativa con carácter etnográfico y que no parte de una hipótesis especifica previa con categorías preestablecidas para registrar o clasificar los hallazgos, el lector encontrará en los resultados los aportes de otros autores que no están citados desde el principio. Esto se hizo con el objetivo de respaldar algunas categorías que emergieron a lo largo del proceso de investigación.

Metodología

Para conocer el impacto en la vida cotidiana de quienes pasaron de vivir en la informalidad y en casas autoconstruidas a la formalidad de 45 metros cuadrados en edificios VIS, se define una investigación de carácter cualitativo. Se utiliza el método etnográfico para centrarse en la comprensión de una realidad que permita identificar los aspectos más particulares que resultan de un proceso histórico de construcción, a partir de la lógica y el sentir de sus protagonistas (Pérez, 2001, citado en Quintana, 2006).

La investigación fue realizada en diferentes sectores de los barrios Villa Niza, Villa del Socorro y Andalucía donde se encuentran ubicados los doce bloques que conforman la Consolidación Habitacional de la quebrada Juan Bobo. A continuación se presentan las herramientas empleadas:

  • Revisión de archivos y documentos institucionales como el Plan de Ordenamiento Territorial –POT– 2006 y los Planes de Desarrollo establecidos por la Alcaldía de Medellín desde 2003 hasta 2011, junto con los radicados del Proyecto Urbano Integral Nororiental –PUI–.

  • Visitas en diferentes horas del día y de la semana a los doce edificios de las VIS en Juan Bobo I y II, con el objetivo de conocer desde el espacio percibido las materialidades que configuran y caracterizan cada vivienda.

  • Observación simple del interior de las viviendas, de las zonas comunes de los apartamentos y del barrio.

  • Realización de trabajo de campo y observación activa en la ludoteca que se encuentra ubicada en los bajos del bloque 8 de la consolidación habitacional, para conocer de manera cercana las experiencias del ámbito doméstico y el entorno vecinal, incluyendo la participación de los niños que acuden de forma gratuita al lugar. Aunque existen otras dos ludotecas en el barrio, se decidió trabajar en esta por la posibilidad de realizar estancias prolongadas, y establecer un contacto más cercano con los habitantes y vecinos del edificio.

  • Conducción de 30 entrevistas informales y 25 entrevistas semiestructuradas a habitantes y vecinos de la consolidación habitacional. Además de diez entrevistas con agentes institucionales responsables de la gestión, planeación y entrega del proyecto que fueron abordados conceptualmente como responsables del espacio concebido. Todas las entrevistas fueron grabadas y posteriormente transcritas.

  • Recolección de insumos audiovisuales (fotografías y videos) en el espacio vivido para captar la cotidianidad de sus habitantes y vecinos.

  • Sistematización de la información recolectada (textos y documentos, notas de voz, fotos y videos) con ayuda del software Atlas.ti.

Resultados

A pesar de que las intervenciones recientes han contribuido de manera asombrosa en la transformación de la ciudad y han proporcionado un hábitat mejor a las personas más desfavorecidas del sector, se evidencian problemáticas grandes en los formatos actuales de vivienda.

Teniendo en cuenta que la vida en comunidad, en especial la que se lleva a cabo en las VIS en edificios exige la adopción de nuevas conductas, hábitos y normas de comportamiento, dichos complejos habitacionales no necesariamente responden a lo que algún día se imaginaron los gestores del espacio concebido. Las situaciones asociadas a la nueva configuración del espacio, las diferentes apropiaciones e interpretaciones que le asignan sus moradores, los usos que se mezclan entre el espacio privado y el público, y los constantes problemas de convivencia constituyen los hallazgos más relevantes de esta investigación, los cuales que se presentan a continuación.

Vestir la casa

De acuerdo con Juan Diego Sanín (2009), el hogar es una construcción física y simbólica que cobra sentido con los modos en que es apropiado un espacio, y la significación que se le otorga. Por esta razón se propone el concepto de vestir la casa para explicar algunos fenómenos asociados a la disposición y el empleo de objetos y materiales de diferentes maneras, en cada uno de los apartamentos visitados.

Definida por la Real Academia de la Lengua Española como “una tela que por lo común cuelga de puertas y ventanas como adorno o para aislar la luz y de miradas ajenas”, las cortinas se encuentran dispuestas de múltiples maneras y en la consolidación habitacional de la quebrada Juan Bobo sus usos van más allá de la necesidad de cubrir una ventana. Si se tiene en cuenta que todos los apartamentos del complejo fueron entregados sin puertas en su interior, es posible entender por qué muchos habitantes recurrieron a la elaboración o compra de cortinas para dividir los espacios, establecer un orden y crear privacidad.

Convertidas en puertas de closets y alacenas, y hasta en paredes dentro de una misma habitación, las cortinas desempeñan un papel importante en la mayoría de los apartamentos visitados, haciendo referencia a la privacidad que se buscaba obtener en los nuevos espacios.

Si se piensa que en 45 metros cuadrados se debe acomodar una cocina, un patio de ropas, tres habitaciones, un baño y un balcón, la cortina se convierte en una pieza versátil para remplazar todos los elementos que no hacían parte de la entrega oficial de los apartamentos, pero que sí eran necesarios en el ámbito doméstico de acuerdo con los requerimientos de sus habitantes tal y como se ve en la siguiente imagen (véase Imagen 1).

Imagen 1. Uso de las cortinas como sistema de división aérea.

Imagen 1. Uso de las cortinas como sistema de división aérea.

Fuente: fotografía de Coppelia Herrán.

Flexibilidad y mutación en el nuevo espacio doméstico

De acuerdo con Juan Diego Sanín (2008), el entorno doméstico puede considerarse como una doble entidad en la que se conjugan el medio físico y las interacciones que tienen los individuos que lo habitan, adaptan y transforman de acuerdo a sus necesidades.

Si se observa más allá del aumento en metros cuadrados, el cambio de materiales y las formas de construcción, estas transformaciones influyeron en los estilos de vida y las fuentes de subsistencia de los habitantes receptores. Según las instituciones responsables del espacio concebido como la Empresa de Desarrollo Urbano (EDU, 2013) y el Instituto Social de Vivienda y Hábitat de Medellín (ISVIMED, 2014), las normas que empezaron a regir en el espacio público de la nueva consolidación habitacional restringe la presencia de ventas ambulantes, a pesar de ser uno de los métodos de subsistencia más frecuentes en este sector.

Muchas de las personas que antes vivían en la informalidad y que tenían como única fuente de ingresos actividades relacionadas con el reciclaje, la venta de alimentos preparados adentro y afuera de sus casas como arepas, chuzos de carne, paletas, tintos y confites, entre otros, debieron dejar a un lado estos métodos de subsistencia de acuerdo con la nueva normatividad para buscar otro tipo de ingresos.

La EDU (2013) argumenta que para garantizar la sostenibilidad económica de este sector realizó programas generadores de empleo con las diferentes secretarias de la Alcaldía de Medellín y otras entidades descentralizadas, fomentó la vinculación de los habitantes a los programas educativos y de formación ofrecidos por el SENA, y la articulación de las unidades productivas locales con los Centros de Desarrollo Empresarial Zonal –CEDEZOS–.4 Contrario a lo imaginado por estas instituciones, las personas que trabajaban como vendedores informales desde sus hogares dejaron de hacerlo buscando otros métodos de subsistencia, mientras que otras empezaron a transformar sus casas en un nuevo espacio que serviría no solo como habitación y refugio, sino como única fuente de ingresos.

Mujeres entrevistadas comercializan productos de belleza, comestibles no perecederos o alimentos procesados como morcillas, tamales y chorizos entre sus vecinos y conocidos. Frente a la oferta de servicios, durante el trabajo de campo se encontró un taller de reparación de motos, otros de confección (véase Imagen 2), una sastrería, una venta de calzado, oferta de bodegaje y de alquiler de habitaciones.

Sobre el alquiler de habitaciones, se estableció que las familias que tenían hasta seis integrantes en un mismo apartamento estaban dispuestos a repetir el patrón de hacinamiento que tenían antes de pasar a la vivienda formal, en la cual todos dormían en una misma habitación, para poder disponer de las demás para su alquiler.

Con el nuevo planteamiento espacial establecido por una cocina, un patio de ropas, una sala-comedor, tres habitaciones y en algunos casos un balcón distribuidos en 45 metros cuadrados, se evidenció que las personas necesitaban adaptar sus viviendas y domesticar el espacio para suplir las necesidades que trascienden más allá del simple hecho de habitar.

Imagen 2. Taller de confección en un apartamento del bloque 12

Imagen 2. Taller de confección en un apartamento del bloque 12

Fuente: fotografía de Coppelia Herrán.

Nuevas viviendas, antiguos problemas

De acuerdo con la Doctora en arquitectura Mónica Mejía Escalante (2012), una vivienda es habitable si ofrece a sus moradores seguridad física, protegiéndolos de la intemperie y de las enfermedades. Para hablar de calidad en la vivienda, la autora argumenta que la habitabilidad debe tener unas condiciones adecuadas y garantizar la permanencia de las personas ofreciendo unas condiciones mínimas de alojamiento, suministro de servicios como agua, energía eléctrica, gas y teléfono, además de contar con una distribución espacial adecuada para la realización de las actividades propias de cada uno de los integrantes de la familia.

Ahora bien, si la habitabilidad se revisa desde la relación que se genera entre los sujetos, el entorno, y la manera como satisface sus necesidades y aspiraciones a partir de la vivienda, se identifican una serie de problemáticas que existían desde que la comunidad habitaba en la informalidad y que no han desaparecido con el cambio de formato espacial.

Para esto se retoma el cuestionamiento que hace David Harvey (2003) sobre la manera en que se llevan a cabo los procesos institucionales en pro de los ciudadanos. Al revisar la efectividad de las intervenciones que se hacen en la ciudad, y la manera en que se integra con los ciudadanos y los espacios que habitan, se identifica un desencuentro entre el espacio pensado por los gestores que querían cambiar los modos de vida de los habitantes beneficiados y la respuesta de los mismos frente al espacio vivido.

En el caso de Juan Bobo se conoció que las personas no modificaron sus modos de vida con el cambio de vivienda, lo que resultó en una serie de conflictos asociados a la convivencia. Por ejemplo, la población continuó con antiguas costumbres como escuchar música a alto volumen y hasta muy tarde en la noche, secar la ropa en los balcones, escaleras y zonas comunes de los edificios por medio de la instalación de cuerdas y ganchos entre los pasamanos y corredores (véase Imagen 3).

Algo similar se identificó con la limpieza de los balcones y los corredores en donde las personas utilizan grandes cantidades de agua para lavar los pisos, sin importar que ese mismo volumen de agua caiga sobre las paredes, los balcones y los suelos de los apartamentos que están debajo, y que pueden ensuciar las cortinas, los muebles y hasta la ropa que dejan secando otros vecinos. Problemas similares se generan con la tenencia de mascotas y la falta de cuidado de las mismas, porque las personas no recogen sus excrementos de los corredores, las zonas comunes o el espacio público, generando tensiones entre ellos.

Imagen 3. Secado de ropa en balcón y fachada de un apartamento

Imagen 3. Secado de ropa en balcón y fachada de un apartamento

Fuente: fotografía de Coppelia Herrán.

Aunque el espacio concebido esperaba mejorar la calidad de vida de sus habitantes y, en consecuencia, las situaciones asociadas a la contaminación y al mal manejo de basuras en la quebrada, la violencia familiar, la venta y el consumo de drogas, el desempleo y la deserción escolar con la transformación del espacio, se pudo evidenciar que los problemas de carácter social y económico continúan afectando a la comunidad.

Ahora que las personas comenzaron a vivir en apartamentos de material, con medidas estandarizadas, y con vecinos tanto a los lados, como arriba y abajo, se concluye que los antiguos problemas no han desaparecido, sino que han cambiado de formato.

Es claro que los habitantes sienten que viven en un entorno más seguro y salubre comparado con su vivienda anterior, porque no se mojan cuando llueve, ni corren el riesgo de que la quebrada inunde sus casas en época de lluvias. Sin embargo, consideran que su mayor problema tiene que ver con la convivencia en los edificios.

Lo paradójico es que en su imaginario consideran que su nueva vivienda no termina en la puerta de su apartamento, sino que se extiende hasta el pasillo del edificio y la calle del barrio. No obstante, antes que buscar soluciones frente a los conflictos que tienen con los vecinos, la mayoría de los entrevistados afirmaron que prefieren irse de este lugar, así sea para volver a empezar de nuevo en una casa autoconstruida, sin normas ni reglamentos que les digan cómo deben vivir.

Hábitos y prácticas domésticas a modo de resistencia

Teniendo presente que la producción y entrega de las VIS se circunscribe en la provisión de bienes y servicios destinados a resolver el déficit de vivienda, todavía se identifican muchos aspectos por resolver frente al cambio de hábitos y costumbres domésticas que se manifiestan no solo en el interior de los apartamentos, sino en las zonas comunes y el espacio público en general.

Sin importar que la institucionalidad informara a la comunidad antes, durante y después del proceso de reubicación sobre cómo iba a ser su nueva vida y las modificaciones que debían hacer en sus prácticas, hábitos y costumbres, todavía hoy muchos de los habitantes continúan con su mismo estilo de vida, sin cambiar las rutinas que tenían establecidas en sus antiguas viviendas.

Como parte de las situaciones que se identificaron en el día a día de estas personas, se encontró que muchas siguen haciendo un uso indiscriminado del agua, en especial, las que vivían antes dentro de la cañada y se conectaban de manera ilegal al tubo madre para obtener agua para lavar la ropa, preparar los alimentos, limpiar la casa o bañarse, sin tener que pagar ningún tipo de suministro. Frente a la costumbre de tener agua gratis y en grandes volúmenes, hoy en día siguen consumiendo el mismo volumen de agua, aunque no tengan con que cubrir las altas cuentas de cobro que reciben por el consumo de este recurso.

A pesar de haber recibido un manual de convivencia5 y algunas charlas pedagógicas para conocer cuáles prácticas debían implementar en este nuevo formato habitacional y cuáles debían desechar, gran parte de la comunidad se reúsa a seguirlas y, por el contrario, prefieren replicar sus antiguas costumbres con más fuerza. Por ejemplo, en los corredores y zonas comunes que están hechos para el desplazamiento y la circulación, los niños juegan futbol, canicas o elevan cometas en los pisos más altos mientras que los adultos emplean los mismos sitios para estacionar bicicletas, motos, depositar materiales de construcción, muebles de sala (véase Imagen 4) y hasta material de reciclaje. De esta forma, situaciones cotidianas como el juego, el ocio, el esparcimiento, la socialización, las labores domésticas y hasta el reciclaje como método de subsistencia, siguen presentes en estos edificios, a pesar de que la nueva disposición espacial no haya sido diseñada para tal fin.

Imagen 4. Muebles de sala ubicados en las zonas comunes del bloque 7

Imagen 4. Muebles de sala ubicados en las zonas comunes del bloque 7

Fuente: fotografía de Coppelia Herrán.

De acuerdo con Lucía Elena Areiza (2005), las relaciones que se articulan en el interior de la vivienda no permanecen en este lugar sino que trascienden al exterior, por eso es importante reconocer los antecedentes culturales que cada grupo social trae consigo. Al encontrar las manifestaciones como las presentadas en las prácticas domésticas a modo de resistencia, llevan a pensar que para mejorar la calidad de vida de las personas a través del cambio del espacio, es necesario conocer los deseos y las necesidades que se manifiestan a través de situaciones cotidianas como los prácticas, los hábitos y las costumbres que identifican a cada comunidad.

Conclusiones

Luego de presentar algunas de las experiencias que resultan del habitar en este formato arquitectónico, se concluye que las personas que antes vivían en condiciones muy precarias sobre las márgenes de la quebrada Juan Bobo no cambian algunas de sus prácticas y costumbres a pesar de estar reubicados en apartamentos construidos con nuevos materiales, medidas estandarizadas y dotados con servicios públicos.

Al reconocer el impacto positivo que trajo el proyecto a esta zona de la ciudad, se espera no caer en una crítica que cuestione el papel de la institucionalidad y su deseo de mejorar la calidad de vida de las personas, a través de la construcción de una nueva vivienda. Lo que se busca con este tipo de investigaciones es poner en evidencia los encuentros y desencuentros que emergen cuando se modifica un espacio con la intensión de generar bienestar a las personas.

Al indagar por la producción socioespacial se encontraron diferentes formas de apropiación del espacio arquitectónico que no necesariamente respondían a lo que se imaginaron instituciones como la Alcaldía de Medellín, la EDU y el ISVIMED. De acuerdo con esto, se puede decir que para muchos el ideal de una ciudad está asociado con el orden y el control, aunque en la realidad, los actores sociales de cada lugar actúan con base en las lógicas de sus necesidades y de acuerdo con sus imaginarios, sobrepasando las expectativas de sus gestores.

Teniendo en cuenta que este tipo de ejercicios investigativos van más allá del análisis objetual, se propone una mirada holística que abarque distintas configuraciones socioespaciales para profundizar en el conocimiento de los valores, hábitos, costumbres, imaginarios, deseos, rituales y rutinas de las personas a las cuales se dirigen los nuevos proyectos, entendiendo las necesidades que tiene cada grupo social.

Aunque la Carta Medellín ratifica la necesidad de acercarse y conocer a las comunidades para las que se va trabajar cuando dice que “para comprender mejor la realidad y actuar sobre ella de forma pertinente es necesario considerar, también, elementos de interacción social, la cultura y los valores. Y estos solo pueden aportarlo los propios ciudadanos” (ISVIMED, 2014: 12), no queda claro qué tipo de información de la comunidad fue tenida en cuenta para hacer este proyecto de vivienda, considerando que la intensión era mejorar su calidad de vida.

Cuando se busca incrementar el bienestar y la calidad de vida de los grupos más vulnerables a través de la transformación del espacio, es necesario pensar no solo en el presente sino en la sostenibilidad a futuro. Si se plantean agendas a largo plazo que incluyan programas de sostenibilidad para la comunidad, es posible que estas cuenten con los medios que les permitan resolver problemas que pueden aparecer con la adquisición de vivienda nueva como la convivencia, el desempleo, el consumo de drogas y las nuevas responsabilidades económicas.

El mayor desafío que trae vincular a una comunidad a la formalidad de la ciudad no puede quedar reducido a un proceso de transición para cada familia, sino que se deben adecuar los tiempos y las posibilidades de comprensión, asimilación y adaptación de las personas a su nueva situación. Por esto se propone abrir diversos espacios en los que la academia y el Estado puedan trabajar juntos en procesos de desarrollo urbano y en diseño de políticas públicas en las que se apliquen conocimientos relevantes y pertinentes para la intervención y transformación de la ciudad en pro de los ciudadanos.

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Notas

El artículo hace parte del proyecto de tesis doctoral en proceso El urbanismo social y su impacto en la ciudad de Medellín. Un análisis de la vivienda de interés social en altura ubicada en la quebrada Juan Bobo, adscrito al grupo de Estudios del Territorio –GET– del Instituto de Estudios Regionales –INER–, Universidad de Antioquia, Sede Medellín.
Para ampliar esta información, véase Urna de Cristal (2013).
Algunos de los premios y reconocimientos que hacen alusión a este proyecto son la exposición del modelo PUI en el Pabellón del Arsenal de Paris en 2011, así como su utilización como ejemplo para América en la XVI Bienal Panamericana en Quito Ecuador, sumado al premio Verde Verónica Rudge que obtuvo en diseño urbano en el año 2013.
Los CEDEZOS son espacios para la articulación de iniciativas orientadas al apoyo de emprendimientos, la generación de ingresos, el desarrollo y la consolidación de famiempresas y microempresas (EDU, 2013).
Este manual propone deberes, derechos y compromisos para mantener las obras físicas, la convivencia y adquirir conciencia de las transformaciones que estas obras han producido en busca del mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes y vecinos del sector.

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Cómo citar

APA

Herran, C. (2017). Vivir formalmente en 45 metros cuadrados. Bitácora Urbano Territorial, 27(4Esp), 67–75. https://doi.org/10.15446/bitacora.v27n4Esp.62563

ACM

[1]
Herran, C. 2017. Vivir formalmente en 45 metros cuadrados. Bitácora Urbano Territorial. 27, 4Esp (dic. 2017), 67–75. DOI:https://doi.org/10.15446/bitacora.v27n4Esp.62563.

ACS

(1)
Herran, C. Vivir formalmente en 45 metros cuadrados. Bitácora Urbano Territorial 2017, 27, 67-75.

ABNT

HERRAN, C. Vivir formalmente en 45 metros cuadrados. Bitácora Urbano Territorial, [S. l.], v. 27, n. 4Esp, p. 67–75, 2017. DOI: 10.15446/bitacora.v27n4Esp.62563. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/bitacora/article/view/62563. Acesso em: 18 abr. 2024.

Chicago

Herran, Coppelia. 2017. «Vivir formalmente en 45 metros cuadrados». Bitácora Urbano Territorial 27 (4Esp):67-75. https://doi.org/10.15446/bitacora.v27n4Esp.62563.

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Herran, C. (2017) «Vivir formalmente en 45 metros cuadrados», Bitácora Urbano Territorial, 27(4Esp), pp. 67–75. doi: 10.15446/bitacora.v27n4Esp.62563.

IEEE

[1]
C. Herran, «Vivir formalmente en 45 metros cuadrados», Bitácora Urbano Territorial, vol. 27, n.º 4Esp, pp. 67–75, dic. 2017.

MLA

Herran, C. «Vivir formalmente en 45 metros cuadrados». Bitácora Urbano Territorial, vol. 27, n.º 4Esp, diciembre de 2017, pp. 67-75, doi:10.15446/bitacora.v27n4Esp.62563.

Turabian

Herran, Coppelia. «Vivir formalmente en 45 metros cuadrados». Bitácora Urbano Territorial 27, no. 4Esp (diciembre 1, 2017): 67–75. Accedido abril 18, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/bitacora/article/view/62563.

Vancouver

1.
Herran C. Vivir formalmente en 45 metros cuadrados. Bitácora Urbano Territorial [Internet]. 1 de diciembre de 2017 [citado 18 de abril de 2024];27(4Esp):67-75. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/bitacora/article/view/62563

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