Publicado

2016-01-01

Estrategias familiares, trabajo y orígenes de pequeños productores cafeteros en el Huila, Colombia

Family Strategies, Work and Origins of Small Coffee Producers in Huila, Colombia

DOI:

https://doi.org/10.15446/cp.v11n21.60293

Palabras clave:

Huila, cafeteros, familia, trabajo, tierra, producción (es)
Huila, coffee growers, family, work, land, production (en)

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Autores/as

El artículo analiza cómo el trabajo familiar es central para comprender la expansión de la pequeña propiedad y la producción del café en el Huila desde los años setenta, a partir de la información recolectada en trabajos de campo en los años 2014 y 2015. Para cumplir este propósito, el texto se divide en tres partes: primero, analiza las formas del trabajo que giran alrededor del cultivo del café en el Huila (mayordomo, partijero, contratista, jornalero, entre otros), sus posiciones y oposiciones sociales, y cómo el trabajo familiar se inserta y es determinante en estas formas de trabajo. Segundo, expone las trayectorias sociales por las cuales nacieron grupos de pequeños productores cafeteros en el Huila y las estrategias que las familias con y sin tierra tuvieron para mantener o expandir sus patrimonios a partir de sus asociaciones familiares. Por último, realiza una aproximación a las causas del origen del “ciclo de las deudas” de los pequeños productores (con la introducción de una nueva variedad de café en los años setenta), la forma en la que resistieron estas crisis (manteniendo la producción de café), y cómo han sido impactados por estas. 

The article analyzes how family work is essential in understanding the expansion of small properties and coffee production in Huila since the 70’s, from information compiled in fieldwork both in 2014 and 2015. To achieve this goal, the text is divided in three parts: first, it analyzes the work methods around coffee growing in Huila (mayordomo, partijero, contratista, jornalero, etc.), their social positions and oppositions and how family work dynamics is inserted as well as how it is essential in these work methods. Second, it shows the social trajectories whereby small coffee producer groups were born in Huila and the strategies used by families with and without land to maintain or expand their patrimony through their family associations. Finally, it makes an approximation to the causes of the origin of the “debts cycle” of small producers (with the introduction of a new variety of coffee in the 70’s), the way in which they withstood these crises (maintaining the production of coffee) and how those crises impacted them.

Recibido: 21 de marzo de 2016; Aceptado: 27 de mayo de 2016

Resumen

El artículo analiza cómo el trabajo familiar es central para comprender la expansión de la pequeña propiedad y la producción del café en el Huila desde los años setenta, a partir de la información recolectada en trabajos de campo en los años 2014 y 2015. Para cumplir este propósito, el texto se divide en tres partes: primero, analiza las formas del trabajo que giran alrededor del cultivo del café en el Huila (mayordomo, partijero, contratista, jornalero, entre otros), sus posiciones y oposiciones sociales, y cómo el trabajo familiar se inserta y es determinante en estas formas de trabajo. Segundo, expone las trayectorias sociales por las cuales nacieron grupos de pequeños productores cafeteros en el Huila y las estrategias que las familias con y sin tierra tuvieron para mantener o expandir sus patrimonios a partir de sus asociaciones familiares. Por último, realiza una aproximación a las causas del origen del “ciclo de las deudas” de los pequeños productores (con la introducción de una nueva variedad de café en los años setenta), la forma en la que resistieron estas crisis (manteniendo la producción de café), y cómo han sido impactados por estas.

Palabras clave: cafeteros , familia , Huila , producción , tierra , trabajo .

Abstract

The article analyzes how family work is essential in understanding the expansion of small properties and coffee production in Huila since the 70’s, from information compiled in fieldwork both in 2014 and 2015. To achieve this goal, the text is divided in three parts: first, it analyzes the work methods around coffee growing in Huila (mayordomo, partijero, contratista, jornalero, etc.), their social positions and oppositions and how family work dynamics is inserted as well as how it is essential in these work methods. Second, it shows the social trajectories whereby small coffee producer groups were born in Huila and the strategies used by families with and without land to maintain or expand their patrimony through their family associations. Finally, it makes an approximation to the causes of the origin of the “debts cycle” of small producers (with the introduction of a new variety of coffee in the 70’s), the way in which they withstood these crises (maintaining the production of coffee) and how those crises impacted them.

Palabras clave: coffe growers , family , Huila , production , land , work .

Introducción

Desde una perspectiva socio-antropológica, este artículo realiza una aproximación a las trayectorias sociales de las unidades familiares de pequeños productores cafeteros y sus estructuras de trabajo en el centro y sur del Departamento del Huila, a partir de su introducción en el mundo del café en los años setenta hasta la actualidad.

El cultivo de café no era común en varias familias productoras hace una o dos generaciones. Esto lo pude constatar en los trabajos de campo que realicé en municipios del centro y sur del Huila entre los años 2014 y 2015. La introducción de un grupo de pequeños productores en ese cultivo ocurrió en grandes áreas del Huila desde los años setenta, cuando la tierra era barata y con pocas cantidades de café (Salcedo, 2015). En esa década, los avances tecnológicos desarrollados por el Centro Nacional de Investigaciones de Café (Cenicafé) fueron introducidos por los técnicos de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (Fedecafé) (organización fundada en 1927, que agrupa y representa institucionalmente los productores dueños de propiedades cafeteras en Colombia), con nuevas semillas (variedad caturra que sustituyó el café “tradicional” o Typica1) y fertilizantes químicos (Errazuriz, 1986).

En algunas áreas del sur del Departamento, grupos de antiguos y grandes propietarios (en áreas con café o aptas para el café) vendieron parcelas de tierra a grupos de familias campesinas sin tierra, por la dificultad de controlar áreas extensas que necesitaban de un gran número de trabajadores para recoger la nueva variedad; mientras tanto, en el centro de Huila, fueron sustituidos cultivos de caña de azúcar, de café Typica y tierras de ganado por la variedad de café Caturra.

Así se formó un grupo de pequeños productores cafeteros que tuvo una década y media de bonanzas en los años setenta y ochenta. No obstante, quedaron sometidos a las fluctuaciones de los precios, las políticas estatales, las crisis por las plagas conocidas como roya y broca que, desde finales de los años ochenta hasta la mitad de los años noventa, afectó miles de cafeteros, así como la progresiva caída de los precios internacionales después de la ruptura del pacto internacional del café en 1989 que regulaba el mercado mundial del grano desde 1962 (Forero, 2012).

Las constantes crisis desde finales de los ochenta, se dieron al mismo tiempo en que firmas compradoras de café empezaron a entrar en el mercado regional. Así, otro cambio significativo en Huila se da al inicio del año 2000 con la introducción de nuevos compradores, que comenzaron a emitir sellos de control reconocidos internacionalmente y promovieron concursos que estimulan con mejores precios a los grupos de cafeteros que siguen sus criterios de calidad. Desde el año 2005 la Federación Nacional de Cafeteros organiza anualmente el concurso de “taza de la excelencia” que es un espacio central para la evaluación y la venta a mejores precios del café. La compra más directa del café con los productores por parte de trasnacionales, generó el programa de “microlotes”, que para el año 2015, contaba con 255 cafeteros con pequeñas parcelas de tierra dedicadas a producir café de “alta calidad” (“Huila, región pionera y a la vanguardia”, 2013).

Con lo anterior, el objetivo del artículo es comprender cómo la organización familiar ha desempeñado un papel central en la expansión cafetera a partir de la pequeña propiedad en el Huila durante las últimas décadas. La bibliografía sobre el tema cuenta con diversos enfoques que contribuyeron al presente estudio: en los años setenta y ochenta, existen trabajos regionales como el de Palacios (1979), desde la historiografía en el Departamento de Antioquia, y Fajardo (1977), desde la antropología en el Departamento del Tolima; igualmente está Errazuriz (1986) quien se concentró en el municipio de El Líbano (norte del Tolima), analizando los impactos de las trasformaciones sociales por los cambios tecnológicos en el café. También existen en Colombia estudios clásicos sobre la ruptura del sistema de la hacienda cafetera, que según Machado (1977) y Arango (1977) hacen que la producción de café pase de ser una economía aparcelaria a una capitalista. En la década de 2000 también se presentaron estudios académicos importantes como Ramírez (2004), desde la historia local en el municipio cafetero del Líbano, y Rincón (2001) y Forero (2012) que destacan los cambios en la sociedad cafetera y las crisis después de la ruptura del pacto internacional del café en 1989.

Este artículo busca contribuir a esa literatura, estudiando el trabajo familiar en las trayectorias de los pequeños productores en una región colombiana. Así, se plantea: (1) una aproximación a la manera en la que la organización familiar se inserta en las formas de trabajo, tanto de los pequeños propietarios de tierra como los no propietarios; (2) un análisis de la incidencia del trabajo familiar en la expansión de las pequeñas propiedades en el Departamento del Huila, a partir de las trayectorias y estrategias económicas de familias y comunidades;2 y (3) un estudio sobre cómo la introducción en el mundo del café aumentó los costos de producción y sujetó a los pequeños productores a las fluctuaciones de los precios internacionales del grano, creando un “ciclo de la deuda” e impactando de diferente manera a los grupos de productores.

1. Trabajo familiar y café en el Huila

Los campesinos del centro y sur del Huila están bajo dos condiciones que marcan la forma de su trabajo y la organización de la familia: por un lado, están aquellos que poseen un pedazo de tierra para trabajar junto a su familia y, por otro lado, están quienes no cuentan con tierra y deben trabajar en las tierras de otros para subsistir. Estas condiciones deben analizarse junto con el ciclo de desarrollo del grupo doméstico (Fortes, 1974), la cantidad de tierra disponible dentro de la unidad doméstica y las figuras de trabajo existentes en la región. Aquellos grupos domésticos que cuentan con suficiente tierra, pueden colocar a sus hijos a trabajar dentro de sus propiedades, en el momento en que ellos crecen y conforman una familia, pueden delegarles la administración de pedazos de sus terrenos y construir allí una casa. Pero, cuando la tierra no es suficiente para que los hijos desplieguen su fuerza de trabajo, estos deben buscar en otras tierras sus ingresos, siendo una posibilidad alternar el trabajo dentro y fuera de la propiedad del padre de la familia.

Los campesinos no propietarios, o que no tienen suficiente tierra en sus familias para desplegar en ella su fuerza de trabajo, deben trabajar para otros. En el Huila, la producción del café y otros productos cuenta con una diversidad de figuras para que los campesinos vendan su fuerza de trabajo, como son: mayordomo/agregado, administrador, partijero, contratista, cosecheros o andariegos y jornaleros. Estas cuentan con particularidades en relación al reconocimiento de sus saberes, experiencia, funciones en la propiedad, confianza entre quienes intervienen en el proceso de la producción, relaciones de autonomía/sujeción con el dueño de la propiedad y jerarquías de mando/obediencia.

El grupo doméstico se inserta en estas formas de trabajo con una doble función: consiguen ingresos por medio del trabajo y están a cargo del cuidado, la crianza de los hijos y las tareas del hogar. Tanto propietarios como no propietarios, cuentan con un ciclo de vida familiar, desde temprana edad, niños pueden apoyar a sus padres y abuelos en actividades del campo y estar al cuidado cotidiano de la mujer.

No obstante, los pequeños propietarios tienen la garantía de tener un patrimonio familiar –entendido como “un conjunto de bienes, materiales o no, derechos, acciones, posesión y todo lo que pertenece a una persona y es susceptible de apreciación económica” (Sapiezinskas, 2005, p. 164)– con el que pueden reproducirse social y económicamente. Esto, a diferencia de los no propietarios, quienes solo tienen la capacidad de vender su fuerza de trabajo para subsistir.

En el trabajo, los hijos son fundamentales debido a que con su fuerza y tiempo de trabajo aportan a la construcción o al mantenimiento del patrimonio familiar. Cuando los hijos trabajan juntos a sus padres, los primeros pueden ganar jornales menores o no ganar, estando subordinados a lo que realizan sus mayores, de modo que con el tiempo adquieren una mayor autonomía e independizan sus ingresos. Este tránsito es común y como lo expresa uno de los campesinos de la región:

E: ¿y usted trabajaba al jornal cuando era niño (años ochenta)?

A: sí al jornal, mi abuelo me llevaba o mi papá me llevaba a que le colaborara y el dueño de la finca le aumentaba un poco por el jornal de él, porque uno le ayudaba. Ya a los 12 años ya después me pagaban a mí por aparte, el jornal no igual al de mi papá o abuelo, pero sí pagaban.

E: ¿entonces usted les ayudaba a su papá y a su abuelo?

A: sí, es que vivíamos en la misma casa, dormíamos en la misma habitación, mi abuelo y la familia, mi papá, mi mamá y mis hermanos, entonces muchas veces mi papá se iba para otras fincas y nosotros nos quedábamos en la finca que vivíamos con mi abuelo, entonces yo le ayudaba a mi abuelo, y cuando mi papá estaba allí pues yo le ayudaba a mi papá. (Pequeño productor de café # 4, 2015)

La colaboración de los hijos hacia los padres o abuelos forma parte de la importancia de la unidad familiar en el campo del trabajo. El tránsito entre la niñez, la adolescencia y la adultez implica todo un ciclo de vida que busca la independencia del núcleo familiar inicial. La separación de los hijos puede darse cuando estos se escapan de su núcleo familiar original y buscan suerte como andariegos recolectando el grano o trabajando en las ciudades, o, puede darse, al momento de conformar un nuevo núcleo familiar, pudiendo trabajar como mayordomo/agregado.3

De la misma manera, la mujer es central en el funcionamiento cotidiano de las unidades domésticas. Ella organiza el espacio de la casa, se levanta antes del amanecer y prepara el desayuno, lo sirve, arregla la casa, la ropa, hace el almuerzo y se encarga del cuidado cotidiano de los hijos o de ser soltera cuida a sus padres en la vejez, no recibiendo un ingreso por ello. En los casos que fueran esposas de un pequeño propietario, mayordomo, agregado, o partijero, cuidan los animales de la casa (gallinas, cerdos) y es común que se encarguen del cultivo de un pequeño pedazo de tierra, con el cual, eventualmente pueden adquirir ingresos propios y ganar autonomía del jefe de familia.4 En algunos casos, la mujer puede ayudar a llevar la contabilidad de la casa, con los registros de egresos (compra de insumos, remesa semanal) e ingresos (ventas de café). En época de cosecha de café, en grandes y medianas propiedades, puede ganar un ingreso propio haciendo las labores de alimentadora de los trabajadores, que es quien prepara y vende los alimentos a los recolectores de café.

Además, las familias están conformadas por ciclos, que cuentan con divisiones y formas de organización cotidiana, tal como ha sido analizado por autores como Bourdieu (1970), Meyer (1974), Heredia (1979) y Garcia Jr. (1983). Ellos muestran la forma en la que comunidades campesinas establecen una división de los espacios de la casa y del trabajo entre géneros y edades, lo que demuestra cómo se construyen una serie de autonomías y dependencias de tareas y de espacios inscritos en su cotidianidad.

Así, la familia se entiende como una unidad que se trasforma y al mismo tiempo está inmersa en condiciones de trabajo particulares. Las relaciones que se presentan dentro de la familia y con los diferentes grupos sociales poseedores o no de tierra, son las que posibilitan o impiden la construcción de sus estrategias de reproducción social.

Por lo tanto, a continuación, se muestra las formas en la que los pequeños productores organizan sus propiedades alrededor de sus cultivos y cómo los no propietarios venden su fuerza de trabajo bajo las diferentes figuras que existen en la región.

1.1. El paisaje y la pequeña producción cafetera

El paisaje de los pequeños productores cafeteros en el Huila es diferente de aquellas áreas de grandes propiedades.5 Es común distinguir dentro de los cultivos de café, varios tipos de cañas (guinea, panelera, etc.), plátano (común, bocadillo, etc.), yuca (mandioca), árboles frutales (naranjas, toronja, guayaba), o pequeños reservorios de agua para la piscicultura; en contraste, las grandes propiedades cafeteras solo cuentan con grandes extensiones de café acompañadas de algunos árboles de sombra junto a las casas de los alimentadores y los cuarteles (como se le llama al lugar donde se hospedan los andariegos en las épocas de cosecha).

Algunos de los pequeños propietarios cafeteros mantienen la “vieja tradición” de tener cultivos para el gasto como yuca, plátano, caña panelera y siembran eventualmente maíz, tomate y fríjol. La manutención de cultivos para el gasto, es decir para el mismo consumo de la unidad doméstica, denota una forma de organizar las esferas de la producción y el consumo, que tiene como finalidad asegurar parte de la alimentación del grupo a partir de su producción. De este modo, no gastan dinero para la compra de alimentos y en el momento que en el hogar haya más productos de los que se consumen, esto se puede vender en las plazas de mercado de las cabeceras municipales (llamadas también como galerías), corregimientos, o a los comisionistas quienes acopian grandes cantidades de un producto y lo venden en las ciudades. Con la venta de estos productos cuentan con un ingreso adicional para comprar alimentos que no producen en sus propiedades, como lo expone un pequeño propietario del sur del Huila:

E: ¿y qué hacen con el plátano, la yuca y los cultivos diferentes del café?

SM: eso es pal gasto de uno mismo, plátano pues cuando es harto, pues lo vende uno, toronja también, que uno se cansa de comer toronja, lo demás es pal gasto. Entonces como la naranja que hay ahora pues eso lo vende uno y con esa compra uno otra cosa pa´ comer, arroz, carne. Con el café lo mismo, el café pues uno va y lo vende, paga trabajadores y el resto es pa´ lo mismo la casa, pero eso no alcanza para nada, hay que meterle mucha plata al café para poder que dé. Si usted no costumbra como tengo estos palos abonarlo cada seis meses por lo menos se acabó el café. (Pequeño productor de café # 2, 2014)

Es común en amplias áreas del paisaje cafetero que el plátano y el café sean cultivos asociados de los cuales depende gran parte de la subsistencia de los pequeños propietarios. No obstante, la práctica de cultivar alimentos para el gasto no es realizada por la totalidad de estos productores, lo que hace variable su uso. La combinación de cultivos, podría ser producto tanto de raíces culturales, como del impacto variable que tuvo la llegada de las bonanzas y posteriores crisis del grano. En un primer momento, gran parte de los campesinos productores eliminaron los cultivos de alimentos (como el maíz que “atrasa” el crecimiento del café), pero las constantes crisis derivadas de las caídas de los precios y las plagas desde finales de los años ochenta, generaron en muchos de ellos un retorno a la combinación de cultivos (Salcedo, 2015).

En relación al cultivo del café, los pequeños productores realizan un cálculo permanente entre la inversión en el cafetal mediante insumos (abonos, insecticida, y fungicidas) y la cosecha. Este cálculo no depende solo de ellos, debido a que no es posible predecir el precio del grano. Son constantes los ensayos que hacen los pequeños productores para encontrar su producción media. En los momentos de buenos precios, invierten en la siguiente cosecha la cantidad de insumos necesarios, mientras que, en épocas de crisis, deben acudir a nuevas deudas con bancos, prestamistas informales o a la venta de parte de sus pertenencias para mantener la producción del cafetal. Además, es común que mediante pruebas, busquen gastar menos en insumos (abonando menos veces por año), tratando de mantener la productividad.

En la cosecha, el trabajo familiar y vecinal es fundamental para recolectar el café. Dentro de las familias es común que no se pague a sus miembros por el trabajo que realizan (bajo costo de la cosecha), concentrando el ingreso en el padre de familia. Mientras que a los vecinos se les paga por arroba recogida, sin que se les pague la alimentación del día trabajado.

Según se pudo observar en los trabajos de campo realizados, es común que un grupo de pequeños productores vendan su café verde (sin secar) por falta de espacio en sus propiedades. En temporada de cosecha, lo recogido en una hectárea de café al día es de aproximadamente 175 kg y en un secadero solar parabólico su secado puede durar entre cuatro y cinco días con sol, o hasta doce días con lluvias, es decir, aquellos que tienen una hectárea o menos no pueden secar la totalidad del café en secaderos de 6x10 m (medida recomendada por los técnicos de la Fedecafé). Por lo cual, algunos campesinos secan solo un porcentaje de lo que cosechan para la venta directa a las casas exportadoras y lo restante lo venden a los comerciantes, quienes con grandes patios los secan al sol (doce días de secado al sol) o en silos (que demora 18 horas), logrando vender este café en seco de trilla a las casas exportadoras.

El cálculo que realizan los pequeños productores en la venta del café verde es: el precio de diferencia entre el café seco de trilla y el café verde mojado es del doble y su peso es la mitad. Para los pequeños productores el venderlo verde, en momentos donde también están cosechando y la mano de obra es cara y escasa, les ahorra gastos tanto en infraestructura, como en el tiempo de trabajo necesario para el cuidado del proceso de secado. Por esta razón, dependiendo del campesino y sus recursos, se decide vender una parte o la totalidad del café mojado a los comerciantes.

De este modo, el paisaje de los pequeños productores cafeteros también cuenta con diferencias. Algunos cuentan con secaderos solares en parte de sus propiedades, mientras otros, por las mismas condiciones de sus pequeñas propiedades y el cálculo que realizan entre costo, espacio y tiempo de trabajo, no cuentan con secaderos solares y le venden la producción directamente a los comerciantes.

1.2. Los trabajos de los campesinos sin tierra

Los no propietarios o con escasez de tierra dentro de sus familias, se ven obligados a que parte de sus miembros se desplacen y realicen entre ellos asociaciones para trabajar en propiedades de otros. La fuerza de trabajo, les permite a los campesinos sin tierra sobrevivir y conseguir un ingreso dependiendo de sus saberes, edad, disciplina y condiciones de entorno.

Grandes y medianas propiedades administradas tradicionalmente, cuentan con el trabajo de una familia campesina, en la que el hombre es un mayordomo o agregado, que vive con su esposa en la propiedad, recibe un salario (y en ocasiones una remesa o mercado semanal) del patrón, es el máximo responsable de las actividades necesarias para sostener los cafetales, lleva la contabilidad de la finca y paga a los trabajadores. El mayordomo y su esposa son los responsables de mantener con su trabajo cotidiano la finca y de llevar la contabilidad de la propiedad. De ser grande la propiedad, el mayordomo busca la ayuda de un capataz, que es el encargado de ayudarle a encontrar y controlar a trabajadores al jornal para tareas semanales como arreglar las cercas, abonar o fumigar el cafetal.

La unidad doméstica que está organizada bajo la figura del mayordomo puede dividirse en roles dentro de sus miembros. El hombre se dedica a trabajar como caudillo, vigilando el trabajo de los cosecheros (que no rompan los árboles y recolecten el grano maduro), y dependiendo de la cantidad de café, puede necesitar del apoyo de otros caudillos. La mujer hace de alimentadora y provee de alimento a los trabajadores tanto en grandes como en medianas propiedades, por lo cual, es común que la mujer reciba por su trabajo un ingreso independiente del de su esposo, producto de las comidas vendidas.

El mayordomo es el encargado de contabilizar las arrobas recogidas por cada cosechero, mientras la mujer alimentadora contabiliza las comidas. En el día del pago a los cosecheros, los fines de semana, se les descuenta del total recolectado de los alimentos dados. También, es común que durante la semana hayan pedido fiado en algunas de las tiendas del área, por lo que los tenderos los esperan para cobrarles en el lugar donde se les paga.

Los convenios entre la pareja campesina y el patrón son generalmente dados de palabra. Sin embargo, los procesos de certificación (sellos de calidad) que necesitan muchos cafeteros para conformar sus empresas o para la exportación del grano, hace que necesiten cumplir con aspectos de la legislación laboral, como es no contratar mano de obra infantil6 o el deber de pagar prestaciones sociales al mayordomo. En los casos en los que se conforma una empresa, la propiedad cuenta con una estructura administrativa asalariada, al mayordomo se le denomina administrador, y ni sus hijos ni su esposa trabajan junto a él. No obstante, la empresa sigue dependiendo de la sociedad campesina de su alrededor: los jornaleros durante el año, y en las épocas de cosechas de alimentadores(as), caudillos, y cosecheros.

Otra de las figuras con las que campesinos sin tierra ganan su sustento se denomina partija (aparcería) que consiste en una asociación en la que una parte provee la tierra y los insumos, y la otra parte coloca el trabajo necesario para un cultivo. Al final, es vendido el producto, son restados los gastos (por ejemplo abonos y fumigación), y es divida entre la partes la ganancia según lo que hayan acordado las partes. El dueño de la tierra no se hace responsable de un salario mensual o diario, pero garantiza la fidelidad y disciplina del campesino partijero porque entre más producción tenga, mayor cantidad de dinero le queda cuando se dividan las ganancias entre las partes.

Esta práctica se presenta en áreas donde existen lazos de confianza entre familias campesinas y el dueño de la propiedad (como se pudo observar en el centro del Huila), o son familiares donde el padre entrega partes de la propiedad a sus hijos por medio de la partija. Así, los convenios de partija se realizan con parejas campesinas, o con un grupo de campesinos solteros que cuenten con mujeres que garanticen las tareas del hogar, como pueden ser hermanas del partijero o del dueño de la propiedad. Así, la partija da mayor autonomía a la familia campesina, en la medida en la que maneja el proceso productivo y hace parte de la ganancia final.

Esta autonomía puede existir de manera diferencial bajo otras figuras en la región en las que el campesino puede obtener un ingreso superior al que podría ser asignado legalmente, como es el caso del trabajo a destajo. Bajo esta modalidad, el trabajador asume el riesgo de responder por tarea asignada. Los andariegos o cosecheros ganan dependiendo de la cantidad de café que recolecten7 y se desplazan de Vereda en Vereda y de región en región. En estos casos, algunos consiguen más dinero que el jornal, dependiendo de su fuerza y habilidades para recoger el grano. En el trabajo de campo, los cosecheros podían recolectar en promedio unas 15 arrobas en el día (375 libras), con lo que a cifras del año 2015 representó ganar hasta 50.000 pesos diarios; mientras el jornal en el Huila rondaba en ese mismo año los 25.000 pesos diarios.

Dependiendo del aprendizaje y disciplina que tengan los campesinos, estos pueden encontrar otros trabajos a destajo como el ser contratista. En el contrato, además de la fuerza de trabajo y habilidades manuales, se necesita capacidad y conocimiento para dirigir y organizar a otros trabajadores. En esta modalidad, un campesino asume la responsabilidad de realizar un trabajo concreto (como fumigar, abonar, cosechar determinado número de bultos, colocar o arreglar cercas), debe negociar con el patrón o dueño de la propiedad un precio y debe encargarse él mismo de la organización concreta de las tareas a desempeñar con una cuadrilla de trabajadores. Este tipo de trabajo son comunes en toda la región, tanto en las tierras altas de montaña (donde hay café y otros cultivos como lulo), como en las tierras cálidas del Huila (con arroz y maíz), y se diferencia de otros como el caudillo, porque la ganancia del que dirige a los trabajadores, depende del tiempo de trabajo, tal como lo expone un campesino de la región:

E: pero ¿cuál es la diferencia entre trabajar al contrato y ser caudillo?

PB: es sumamente diferente porque el contratista si usted busca a la gente y si no la hace trabajar, usted es el que pierde. Usted se comprometió que por 20.000 pesos le hago la limpia [fumiga] de eso y si yo gasto cuatro o cinco días pues yo soy el que pierdo, pero si la hago en medio día, me voy a estar ganando 10.000 pesitos. El caudillo no, porque el caudillo dice, bueno usted se me va a administrar esa gente allá, entonces uno tiene que ir allá encima y que quede la cosa bien porque después llega el patrón o llega el agrónomo [en el cultivo del arroz] y dice, no eso está más mal. En el contrato, si no me mato trabajando pues pierdo todo y no le cumplo a usted lo del contrato y el caudillo pues pa’ que acaudille a la gente y le diga como es, pa’ que cuando vaya el agrónomo diga eso está bien. Y en el contrato uno asume la responsabilidad, el patrón le da los venenos, lo que se necesite y vaya hágale y uno le hace.

E: ¿y cómo llegó a ser caudillo, porque hay trabajadores y hay caudillos?

PB: pues porque eso depende del aprendizaje, porque usted tiene que saber del cultivo y lo que sepa del cultivo. Porque si yo le digo, vaya arránqueme ese colino [tallo del plátano] y siémbrelo, usted no sabe cómo es. (Pequeño productor de café #1, 2014)

Los dueños de tierra que deciden trabajar al contrato, lo hacen dependiendo del momento de la producción. En momentos de cosecha, el contrato realizado puede ser negociado entre las partes por el precio de cada bulto recogido. De este modo, quien coordina la cosecha paga a sus trabajadores un precio menor al que asigna el patrón, así, este campesino queda con la diferencia por bulto cosechado. En otras situaciones, el contrato puede darse en momentos en los que el patrón necesite una tarea concreta como fumigar un lote. El dueño de la propiedad negocia un precio para la realización de la tarea con el campesino, quien calcula los jornales (tiempo de trabajo) necesarios para esta tarea. Al final, quien coordina estas tareas se queda con la diferencia entre lo que pagó a los trabajadores al jornal y el dinero dado por la tarea, es decir, entre más rápido logre realizar el trabajo, coordinando las labores específicas que deben realizar los trabajadores, más ganancia obtiene, debido a que gastaría menos jornales por el trabajo asignado.

Este modo de trabajar pasa por un cálculo que realiza tanto dueño de la propiedad como el campesino. Por un lado, el campesino calcula la cantidad de personal y el tiempo de trabajo necesario para realizar la actividad del lote asignado. Mientras que, para el patrón, esta forma de trabajo puede ser más fácil y conveniente, pues, al delegar períodos de la producción a un campesino de confianza que coordina grupos de trabajadores y al realizarlo en menor tiempo, se ahorra mayores jornales de los que necesitaría habitualmente.

No obstante, no todos los campesinos pueden acceder a figuras con mayor autonomía como el contrato o la partija, ya sea porque ningún patrón lo necesita en sus áreas o no cuentan con las capacidades y saberes para dirigir a otros trabajadores. De este modo, las opciones se reducen a ser jornaleros o cosecheros en los casos de ser solteros o ser mayordomo/ agregado de contar con una unidad familiar propia. Bajo estas últimas modalidades de trabajo, es posible ahorrar en menor cuantía, siendo común que envíen a sus familias parte de sus ingresos.

2. Las estrategias familiares y el acceso a la tierra

En este apartado se argumenta la forma en la que creció el número de las pequeñas propiedades cafeteras en el Huila a partir del trabajo familiar. Analizando las estadísticas (Ver Cuadro 1) es posible observar que en las últimas décadas, aumentó el número de pequeños propietarios y del área sembrada en el Huila, mientras que, el número de los grandes propietarios cafeteros, cayó.

El trabajo y la conformación de la familia (número de hijos, asociaciones entre hermanos o primos) son elementos centrales para comprender el proceso de ampliación de la producción del café y la constitución de grupos de pequeños productores en el Huila. Según autores que han trabajado sobre otras sociedades campesinas,8 la unidad de producción familiar se guía por una lógica que busca conseguir un equilibrio entre los bienes necesarios para satisfacer el consumo familiar y el esfuerzo que ello requiere (Chayanov, 1966; Fals Borda, 2002, p. 26b). En el Huila, es posible observar cómo familias presionadas por deudas o por la división constante de sus propiedades, se ven forzadas a su auto-explotación (con el trabajo de los hijos, por ejemplo). Asimismo, en épocas de bonanzas, las familias pueden desplegar el esfuerzo y solidaridad de sus miembros, buscando con su disciplina la expansión del patrimonio familiar.

Cuadro 1.: Cambios en la propiedad cafetera del Huila (1970-2012).

Censo cafetero 1970 (Fedecafé, 1970) Documentos Departamentales y del Comité Departamental de cafeteros (2012)
Franja de hectárea9 Propiedades (% área) Franja de hectárea Propiedades
0-1 hectárea 744 (0,9% da área sembrada) 0-5 hectáreas 91.780
1 - 6 hectáreas 4.911(14,5% da área)
6 - 10 hectáreas 1.841(9,49% da área) 5-10 2.868
10 - 20 hectáreas 2.468(19,23% da área) Más de 10 957
Más de 20 hectáreas 3.539 (56,54% da área)
Área total
47.000 hectáreas 139.819,4 hectáreas

Nota: Elaboración propia con base en el Censo Cafetero 1970 (Fedecafé, 1970), Anuario Estadístico del Huila (2012) y Comité Departamental (2012).

El trabajo y la conformación de la familia, son elementos de análisis centrales en este proceso. El pasar de un trabajo a otro es común, debido a que quedar sujeto al patrón durante toda la vida, puede implicar envejecer en la pobreza. Campesinos que no lograron conseguir en su “etapa productiva” el acceso a un pedazo de tierra, quedan sujetos al cuidado de algún familiar o en algún ancianato. Campesinos conscientes de esta situación hablan de este miedo, y del desapego de sus patrones:

E: ¿y en qué año fue que usted consiguió la tierra?

PB: Eso fue en el 78 o 79, pues yo tenía ya cuando me vine pa’ cá 40 años [cuando consiguió comprar la tierra]. Casito me acabo y no consigo nada. Onde yo dure más al lado de los ricos, me había muerto de hambre, de eso estoy seguro. Porque rico, si por él fuera llegaba y le dice a usted, en vez de pagárselo a usted, si pudiera mandar los billetes a trabajar, los mandaba era a trabajar a los billetes. A usted lo buscan porque ven que si trabaja y le ven que es rentable, si no nada. (Pequeño productor de café #1, 2014)

La expresión “casi me acabo” por “andar al lado de los ricos”, denota dos cuestiones centrales para el análisis de estas sociedades y sus grupos: por un lado, muestra que lograr direccionar el trabajo productivo para sí mismo es finito. Por otro lado, muestra que la función principal y relación con los patrones es la reproducción del dinero por medio de su trabajo, si ellos “pudieran mandar los billetes a trabajar, los mandaba era a trabajar”, es decir, si el dinero produjera dinero por sí mismo no necesitaría de los trabajadores que necesita. Con lo cual, el tiempo de trabajo campesino es la que sostiene la reproducción del dinero en estas sociedades.

A continuación, se busca describir las trayectorias de grupos de pequeños productores en el Huila, analizando las estrategias con las que lograron adquirir tierras, y a su vez, se mostrará la importancia de la unidad familiar en medio de las figuras de trabajo existentes en esta región.

2.1. Las trayectorias de los pequeños productores cafeteros en el Huila

Las trayectorias de los pequeños productores de café están formadas tanto por los campesinos con tierra que lograron mantener o expandir su patrimonio familiar, como por los campesinos que no tenían tierra y consiguieron con el tiempo un pedazo de tierra por medio de su trabajo.

Dentro de los campesinos con tierra, una de las estrategias que se utiliza es delegar a sus hijos y a sus respectivas unidades familiares, parte de la administración de sus propiedades por medio de la partija, o de no tener tierra suficiente, permiten que sus hijos construyan allí sus casas y trabajen en tierras cercanas. Por otro lado, grupos de campesinos con escasez o sin tierra en sus familias, lograron conseguir tierra mediante el ahorro de dinero como contratistas, o con mayor dificultad como partijeros, mayordomos, cosecheros o jornaleros. El acceso a la tierra de este grupo también se dio por medio de políticas de Reforma Agraria, o por la venta directa que realizaron algunos grandes propietarios a familias campesinas en áreas de la región.

Para aquellos que cuentan con medianas propiedades, la manutención del patrimonio familiar y/o la expansión del mismo, pudo darse por medio de la partija. Al partir, el padre divide la tierra entre sus hijos, lo que permite construir el capital inicial para la siguiente generación. Esto evita la fragmentación del patrimonio familiar, tal como lo comenta un mediano propietario del Huila:

E: ¿Y cómo las personas de su Vereda consiguieron ser pequeños propietarios? ¿Ahorraron?

S: mmm, pues sí unos han ahorrado, otros que los papases le dejan un pedacito para que siembre y dicen, bueno vaya y siembre […]. Hay personas que han tenido tierras hartísimas, entonces ahí uno les hace ver, que saca usted con harta tierra y un poco de [muchos] hijos por ahí jornaleando o se van a otras partes a cosas malas. Entonces hombre por qué no sacó a sus hijos adelante para que trabajen, hombre déjeles al partir, dígales que tenga dos hectáreas una pa’ usted y otra pa’ mí, póngale café, ayúdele y usted no necesita estarse jodiendo que a uno le dan. Eso le hace ver uno a la gente y sí, han cambiado que yo he mirado ahora y sí ya no hay más que café en Guajacayo [una Vereda de Pitalito], que a veces nos agradecen los viejos a nosotros. Pongamos la historia mía, que yo había conseguido un pedazo de tierra que tengo 25 hectáreas, pues yo ya tenía más o menos lo mío, hasta que un hijo que si no quería estudiar, vaya trabaje, allá hay adonde. Pues para mis hijos lo fundamental para el arranque ha sido lo que yo les di, les daba al partir los pedazos que yo tenía para que ellos fueran o ellos iban sembrando los lotes de ellos y se fueron para arriba, hoy en día tienen más porque con lo que han ahorrado ahí, han comprado en otras partes, pero bendito sea Dios, les enseñe y ellos dicen eso. (Mediano productor de café # 2, 2015)

De este modo, las propiedades de campesinos hacen parte integral de sus ciclos de vida y su adecuada administración garantiza la estabilidad social y económica familiar. En los casos en que la cabeza familiar está en la vejez, cuenta con suficiente tierra y con hijos con unidades familiares conformadas, su propiedad puede ser entregada en partes a hijos o yernos bajo la modalidad de partija. Con lo cual, el partijero consigue ahorrar y administrar tierra y el padre mantiene el control y delega a ellos parte de la producción. Esta modalidad permite que el padre tenga el control de su propiedad, y al mismo tiempo, sus hijos o yernos puedan conseguir ahorrar para ampliar el patrimonio familiar.

En contraste, los hijos de los campesinos con escasez o sin tierra, deben desempeñarse en actividades como mayordomos, partijeros, cosecheros, jornaleros o contratistas. Los mayordomos reciben un salario mensual, del cual pueden enviar una parte a miembros de sus familias extensas para mantenerlos, ahorrar o pagar deudas. Los partijeros dependen de las épocas de las cosechas que deben dividir con el dueño de la propiedad, por lo cual, es común que posean un pequeño pedazo de tierra para su manutención diaria, contando con una capacidad de ahorro mayor que los anteriores. Los cosecheros o andariegos y contratistas pueden recibir altas sumas de dinero en poco tiempo (superiores al jornal), gastándose el dinero rápidamente (“tirarse el dinero”), o en su lugar, trabajan junto con miembros de sus familias extensas para ahorrar o pagar deudas.

Los lazos de solidaridad y la división del trabajo entre los miembros de estas asociaciones familiares (entre hermanos, primos o entre hijos que ayudan a sus padres al trabajo) son centrales para comprender cómo estos campesinos lograron adquirir la tierra, debido a que el trabajo no remunerado es parte de su dinámica. Comúnmente, las propiedades son compradas por medio del ahorro y la deuda, se paga una parte para instalarse en la propiedad y se adeuda la otra parte. En este proceso, una parte se encarga de la parcela comprada y la otra debe trabajar por fuera para tener dinero y descontar la deuda.

E: pero, ¿cómo fue el inicio?, ¿cómo fueron esas primeras cosechas de café?, ¿usted de qué vivía, mientras pagaba la deuda de su propiedad?

PB: pues del puro jornal, no le digo que tenía que trabajar tres días aquí en la finca y tres días por fuera para conseguir lo del sancochito [la comida].

E: ¿y por fuera dónde era?

PB: pues po’ allá en las otras fincas que había de café. Allá me iba a jornalear a conseguir con toda la familia e íbamos levantando pa’ comer y pa’ comprar una teja de zinc. Hasta que junté el zinc pa’ la casa y después pensé seguir haciendo la casa y limpiando esto y arreglando y después sí, fui, y a donde me decían que yo le vendo diez palos de café, allá íbamos a comprarlos a que me los regalaran hasta que tapé esto así [lo llenó de palos de café].

E: ¿y usted trabajaba para patrones, o para quién trabajaba?

PB: yo iba a trabajar era cogiendo café a contrato, que le pagaban a uno por arroba, a diez pesos la arroba, por eso madrugaba a las cinco de la mañana a estar allá para que cuando aclarara nos pusiéramos a coger. Porque según las arrobas que usted cogiera así mismo le pagaban.

E: ¿y con la ayuda de sus cinco hijos?

PB: pues con los cinco hijos cogíamos 300 arrobas en la semana, eran 30.000 pesos. Y eso era hartísima plata, pues por eso es que nos surgió eso. Por eso a los hijos los hacía madrugar y trabajar como un verraco [mucho]. (Pequeño productor de café #1, 2014)

Entre más hermanos se asocien y trabajen sin remuneración o entre más hijos de una pareja trabajen, es más fácil y rápido poder ahorrar y/o pagar las deudas adquiridas. La más común de estas asociaciones es la construida entre padres e hijos, en la que los hijos construyen una relación de subordinación/colaboración con sus padres, pero también pueden presentarse aquellas conformadas entre hermanos o primos, quienes rompen con su núcleo familiar inicial y deciden construir separadamente su patrimonio.

Sin embargo, la forma de adquirir tierra por parte de campesinos, no fue dada solamente por las figuras y estrategias que desempeñaban sus familias. El surgimiento de grupos de pequeños productores de café se presentó también en áreas del sur del Huila que anteriormente estaban aisladas y sin café en los años setenta. En estas áreas, propietarios/poseedores tenían extensiones grandes de tierra, pero sin un alto valor de cambio. Campesinos con propiedades medianas distribuyeron su tierra entre familiares para sembrar café, al mismo tiempo que grupos de grandes propietarios prefirieron parcelar sus tierras y vender al Instituto Colombiano para la Reforma Agraria (Incora), o a campesinos por venta directa.

En el sur del Huila, se dieron procesos de Reforma Agraria dirigidos por el Estado en los años sesenta y setenta. La adquisición de tierras por parte de campesinos en aquella época contribuyó a que desde los años setenta se expandiera el cultivo del café y que, a su vez, estos tuvieran acceso a mayores cantidades de dinero. La Reforma Agraria modificó radicalmente la vida de grupos de campesinos que se encontraban como concertados o arrendatarios. Esta transición, representó para grupos de campesinos, una serie de trasformaciones en sus imaginarios, cultivos o actividades (como caña y ganado) y relaciones de subordinación con sus patrones.

Asimismo, algunos grandes propietarios vendieron sus tierras directamente a grupos de campesinos sin tierra. Problemas de endeudamiento, crisis por la caída de los precios del café, plagas, falta de títulos de sus predios, o dificultad para mantener el café en grandes áreas por la necesidad de utilizar grandes cantidades de mano de obra en las cosechas, condujo a que algunos patrones con tierra decidieran fragmentar sus propiedades para venderla a campesinos de sus mismas áreas de influencia, resultándoles más rentable esta práctica por la valorización de la tierra en los años setenta y ochenta. En corregimientos como Bruselas (Pitalito, sur del Huila), patrones que contaban con gran poder sobre amplias áreas de tierra pero sin café y sin títulos de propiedad formales,10 vendieron en pedazos de tierra sus áreas de influencia, formándose un grupo de pequeños y medianos poseedores que se fortalecieron con la siembra de café desde los años ochenta.

3. Las crisis de los ciclos de las deudas

Las estrategias familiares y el trabajo no fueron los únicos elementos para que campesinos se pudieran mantener o convertir en productores del grano. En los años setenta la llegada del café caturro implicó una mayor producción de café acompañada de inversiones más altas por hectárea, que estuvieron en su momento, financiadas por parte del Banco Agrario. Al mismo tiempo, el apoyo técnico fue dado por el programa de extensionistas de la Fedecafé (creado en 1959), que desplegó personal en las diferentes veredas de los municipios con potencial cafetero del Huila.

Por otro lado, el café Typica presente en gran parte del Departamento antes de los años setenta, no necesitaba grandes inversiones en insumos o químicos,11 por lo cual, la forma de producirlo hacía que estuvieran menos sujetos a los préstamos de los bancos. Grandes propietarios delegaban parte de sus propiedades a partijeros (Ramírez, 2004), y medianos o pequeños propietarios trabajaban en cultivos para el gasto.

El cambio de variedad de café tuvo múltiples efectos, entre los cuales se destaca que las deudas no se generaron solo por la compra o venta de un pedazo de tierra, sino que afectó al propio proceso de producción. La introducción en el mundo del café desde los años setenta, implicó que comunidades cerradas pasaran a ser comunidades más abiertas con el contacto con el dinero, el salario, los préstamos bancarios y la tecnología. Esto generó la ampliación del consumo y su mayor vulnerabilidad a las fluctuaciones del precio internacional del café, la inversión en insumos, los préstamos, y la afectación por plagas como la roya y la broca.

La mayor cantidad de inversiones en los insumos, hizo que el pago de sus deudas estuviera sujeto a las variaciones existentes del precio internacional. Campesinos propietarios, decidieron contraer deudas para poder pagar las inversiones necesarias e instalar sus cafetales, esperando que los precios del grano fueran buenos para pagar. Algunos mantuvieron sus cultivos para el gasto, mientras otros, buscando mayores ganancias, expandieron el café en toda la tierra disponible.

Los periodos de buenos precios se mantuvieron en gran parte de la década de los setenta y ochenta, lo que hizo que muchos cafeteros aumentaran su capacidad de consumo y, en ciertos casos, decidieran comprar tierras con sus familias y así aumentar sus patrimonios. El crecimiento de la cantidad de dinero disponible en las familias cafeteras se dio al mismo tiempo que el aumento de sus deudas y gastos, lo que modificó sus relaciones tanto con el Estado, que incentivó en un primer momento la expansión del Caturra a través de la Fedecafé y el Banco Agrario, como con el mercado, que expandió el consumo dentro de las familias. La unidad de producción familiar empezó a depender tanto de las fluctuaciones que existen en el precio internacional, como de las instituciones bancarias.

Los préstamos de los bancos fueron desde entonces parte del ciclo de producción. A la espera de buenos precios en la cosecha (tres años después de sembrado el árbol), los cafeteros deben pagar sus deudas con los bancos, pero al mismo tiempo necesitan nuevos préstamos para poder sobrevivir y mantener sus cafetales en producción. Bajo esta modalidad funcionan grupos de pequeños productores de café, quienes están inmersos en un “ciclo permanente de deuda”:

Nosotros siempre, el campesinado siempre vive endeudado. Porque la producción, por lo menos ahora mire esta cafetera para estar así [que está bonita] como esta esa cafetera hay un endeudamiento de más de 5.000.000 [2.300 dólares en una hectárea, año 2014], entonces siguen saliendo estos granos de café y si está con la de buenas [con buenos precios de venta de café] alcanza a pagar las deudas y tiene que volver a endeudarse para volver a comprar abono, pa’ limpiar, pa’ fumigar y pa’ sostener la cafetera tiene que volverse a endeudar. (Pequeño productor de café #2, 2014)

El estar inmersos en las deudas, hace que los productores estén sujetos a las variaciones de los precios internacionales del café, los intereses de bancos o prestamistas locales, y los precios de los insumos. El final de las bonanzas rompió el equilibrio que existía entre deudas e ingresos a finales de los años ochenta, por la ruptura del Pacto Internacional del Café en 1989, que mantenía un sistema de cuotas de producción y controlaba los precios del grano, y la llegada de la broca y la roya, que devastó grandes áreas cafeteras en el país a inicios de los años noventa.

La crisis de los años noventa por el impago de las deudas de los productores, generó el embargo de tierras por los bancos, el abandono de propiedades, e incluso, en algunas regiones del país, llevo a productores al suicidio (Rincón, 2001). La respuesta de la Fedecafé desde los años noventa fue realizar una política para reconvertir los cafetales a variedades resistentes a la broca.12 Sin embargo, persistieron las crisis por la distancia existente entre la esfera de producción y la esfera del mercado internacional, así como las movilizaciones cafeteras en los años 1994, 2001, y 2013.

Los pequeños productores construyeron estrategias para aguantar las fluctuaciones del mercado. En los peores momentos de crisis, campesinos se han visto obligados a conseguir sus ingresos por otros medios como la venta de otros productos (vender guadua de sus propiedades, miel con apicultura, plátano, etc.), los cultivos de alimentos para el gasto y con su tiempo de trabajo no pago para mantener sus cafetales.

En los momentos en los que la contracción de gastos en insumos no es suficiente, los productores recurren a la disminución de pago por arroba (en los casos que necesite de cosecheros), la utilización intensiva del trabajo familiar (auto-explotación), o a la venta de parte de sus bienes (casa, carro, pedazos de tierra) para conseguir pagar las deudas y mantener el cafetal. En esta medida el número de hijos o de familiares que trabajan sin remuneración en la propiedad, les permite un mayor aguante. Del mismo modo, las crisis hicieron que los productores de café buscaran nuevos mercados, participando en concursos de cafés especiales (desde el año 2000), y para la disminución de intermediarios en la venta final al consumidor (trazabilidad).

Otra de las consecuencias que han traído las sucesivas crisis, ha sido el fortalecimiento de préstamos por fuera del sistema bancario. El atraso o la falta de pago de las deudas con los bancos, hizo que quienes les adeudan, no puedan recurrir de nuevo a ellos. Los nuevos préstamos son informales y funcionan para pagar los créditos anteriores, comprar insumos y pagar a los trabajadores, es decir, para mantener la tierra y el cafetal:

E: ¿Y cómo sobrevive sin créditos?

V: ahorita estamos echándole mano a lo que medio produce la finca y trabajando con particulares [prestamistas de dinero], mientras a ver si aguantamos. Porque los bancos por Finagro, no nos han vuelto a prestar un peso, del 2011 para acá. Los particulares es más caro pero uno no puede desfallecer, uno no puede dejar de trabajar, uno tiene que trabajar y uno tiene la proposición y la experiencia de lo que le mete a la finca, la finca le da, uno no puede culpar a la finca, la finca no hay que culparla en ningún momento porque si uno culpa a la finca, uno se está culpando a uno mismo, y si niego a la finca estoy negándome a mí mismo. (Mediano productor de café #1, 2015)

Los intereses por fuera del sistema bancario son más elevados que los legales, pero se mantiene la esperanza de mejores precios en la siguiente cosecha. Esto implica la construcción de todo un sistema que no es solo económico, sino que tiene implicaciones en la elaboración de reputaciones (Almeida, 2013)13 y en el funcionamiento de la producción. El esfuerzo del trabajo familiar sobre la tierra es la única forma que conocen para salir de las deudas: la tierra no tiene la culpa de las crisis.

No obstante, la producción de café en el Huila no decreció en las últimas décadas. Algunos campesinos perdieron lo que tenían, mientras otros con ahorros pudieron conseguir tierra barata en medio de las crisis. Esta situación se presentó dependiendo del momento de endeudamiento o estabilidad económica en que se encontraba la familia cafetera, la etapa del ciclo del grupo doméstico, la caída de los precios o la llegada de las plagas.

Las crisis permitieron que grupos de campesinos sin tierra pudieran acceder a pequeñas propiedades. En el centro del Huila, una de las primeras empresas de producción de café que contaba con grandes extensiones de tierra, decidió a finales de los años ochenta endeudarse para expandir el cafetal, no obstante, poco tiempo después llegó la plaga de la broca que devastó sus cultivos. Parte de las tierras de la hacienda fueron embargados y grupos de campesinos sin tierra ocuparon partes de esta propiedad:

E: ¿Y cuando llegó este señor el de esa empresa cafetera?

G: Él llegó hace 28 años, el papá venía de lo caliente, de cultivar arroz, […], eso fue antes en el noventa, ellos sembraron todo eso […], entonces llegó esa crisis de la broca y vinieron […] y ellos estaban hasta el cuello de los créditos de los bancos, por comprar tanta tierra y por sembrar tanto café. De hecho, el señor debía como 400 millones de pesos que en ese tiempo era mucha plata, y él quebró luego el banco no alcanzó a pagarle […], el banco lo embargó y eso duró un poco de años botada la finca, luego eso lo remataron, metieron gente que no tenía tierra e invadieron y negociaron con los bancos una parte. (Pequeño productor de café # 3, 2014)

La tierra se abarató en medio de la crisis de inicios de los noventa. Grupos de propietarios endeudados fueron embargados o abandonaron sus propiedades que fueron rematadas. Al mismo tiempo, otros campesinos con ahorros o con ocupaciones (presionando al Incora para su compra) negociaron con los bancos y pudieron acceder a un pedazo tierra. Así, la deuda junto con la caída del precio del café, tuvo diferentes impactos dependiendo de la posición en la que se encontraban, el espacio social, los recursos disponibles y el momento del ciclo de la inversión del cafetal.

Conclusiones

El artículo buscó mostrar cómo las unidades familiares se insertan en un espacio social en el que existen diversas formas de trabajo y asociación alrededor del mundo del café. Dependiendo de sus estrategias y de las aperturas existentes en el sistema, los campesinos pudieron ascender o descender socialmente. Grupos de campesinos no lograron escapar durante todas sus vidas del trabajo productivo de ser mayordomos, partijeros, cosecheros o jornaleros, mientras otros consiguieron sus pedazos de tierra a partir de diversas formas de explotación de la mano de obra familiar, convirtiéndose en productores de café.

Frente a las fluctuaciones de la economía y de la política cafetera en el Huila, la unidad doméstica fue dirigida a su autoexplotación (Chayanov, 1966) o en términos de Forero (2012) a la utilización de tecnologías “semi-intensivas” que hicieron más resistentes a los pequeños productores de café en las épocas de crisis. Así, siguiendo una de las tesis de Garcia Jr. (1990), el mayor contacto con dinero de sociedades campesinas no implica una “subsunción automática” en relaciones salariales o “capitalistas”, sino que lleva a la construcción de diversas estrategias que permiten su reproducción social y continuidad de prácticas anteriores.

La familia es central para comprender la manutención de las formas de trabajo existentes en la región y los paisajes de la pequeña producción cafetera. Su organización ha permitido la expansión del patrimonio familiar en épocas de bonanzas o de contracción en los momentos de la caída del precio del café. La expansión se dio en momentos en que los buenos precios internacionales del café se combinaron con la utilización intensiva de mano de obra familia. Y la contracción se dio en momentos que las crisis cafeteras hicieron que tanto los pequeños productores como los grandes tuvieran que afrontar de diferente manera las deudas, los altos precios de insumos, las plagas y los bajos precios del grano.

Una de las consecuencias que tuvo el nacimiento de un grupo de pequeños productores fue el paso de dejar a sus patrones e instalarse en su propia tierra. Esta transición dependió de múltiples elementos entre los que se encuentran: la disciplina de trabajo/ahorro de la unidad familiar, la cantidad de miembros sin remuneración en las asociaciones, la división del trabajo, y las oportunidades para adquirir tierras a un precio posible de pagar (cuando grandes o medianos propietarios deciden vender partes de sus propiedades).

Tener una unidad familiar conformada, hace que, en situación de deuda, existan las condiciones para contar con una mayor cantidad de brazos trabajando sin recibir salario alguno. Por lo cual, la cantidad de hijos aptos para el trabajo, es una condición sin la cual las familias campesinas endeudadas no podrían sostenerse económicamente y se fragmentarían o descenderían socialmente.

Los productores que han logrado sobreponerse a estas crisis, esperan que mejoren los precios y disminuyan los costos de los insumos. El convivir con las crisis, hizo que cafeteros construyeran un consenso sobre la injusta condición en la producción del café. El precio no está basado en el trabajo y esfuerzo para hacer producir la tierra, sino está determinado en factores “internacionales” como la bolsa de Londres y Nueva York o las casas productoras de insumos. Esto hace que los productores sean altamente vulnerables por su imposibilidad de manejar las variables que inciden en los precios del grano y la manutención del cafetal, perdiendo y asumiendo los costos de las fluctuaciones en el precio internacional y la compra de los insumos.

Por último, el acceso a la tierra por parte de grupos de campesinos, se dio por múltiples factores. Para los grandes propietarios, la reconversión productiva de los años setenta hizo que desde entonces se necesitara mayor cantidad de mano de obra por hectárea de trabajo, viéndose presionados a vender directamente a campesinos o al Incora. Al mismo tiempo, en algunas áreas del Departamento la cantidad de trabajadores para medianos y grandes propietarios decreció, debido a que familias campesinas sin tierra, lograron acceder por medio de diferentes estrategias a pedazos de tierra (tierras de sus familias, o ahorro por medio de las modalidades de trabajo descritas). Estos elementos han contribuido a que la producción de café en el Departamento del Huila no haya decrecido, lo que formó parte del nuevo “eje cafetero” de Colombia (“Huila, eje del nuevo mapa cafetero”, 2012).

Reconocimientos

El presente artículo fue producto de una investigación financiada por el programa “Jóvenes Investigadores” de Colciencias, titulada Dinámicas socio-ambientales de la expansión cafetera en el Departamento del Huila (1991-2012), dentro del grupo Derecho y Política Ambiental (PODEA) coordinado por la profesora Catalina Toro.

Camilo Salcedo

Cursa estudios de doctorado en Sociología y Antropología en la Universidade Federal do Rio de Janeiro (PPGSA/IFCS/UFRJ), maestro del mismo programa y politólogo de la Universidad Nacional de Colombia. Sus áreas de trabajo son: mundo del trabajo y conflictos laborales; conflictos socio-ambientales por proyectos de infraestructura; y procesos de transformación social de campesinos y trabajadores rurales. Es miembro del grupo de investigación Antropologia da Política (MN/UFRJ) y de Política y Derecho Ambiental (PODEA), donde hace parte de la línea tierra, territorio y ambiente.

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Antes de los años setenta existía lo que se conoce como el bosque cafetero, era la asociación del café Typica con diversos árboles para el consumo familiar. Desde la década de los años sesenta se empieza a promover desde la Fedecafé el café Caturra que no necesita de sombra, siendo más productivo por área sembrada. En los años ochenta, la llegada de la broca hace que la Fedecafé deje de lado el Caturra y empiece a promover “variedades resistentes” a las plagas como la Variedad Colombia creada en los ochenta y posteriormente el Castillo y Tabi.
Garcia Jr. y Heredia prestan especial atención a lo que representa para las familias campesinas tener un pedazo de tierra, lugar de la morada de la familia y condición de posibilidad para desplegarse en trabajos artesanales o de pequeño comercio (2009, p. 227).
La denominación de agregado era usada con más frecuencia hace varias décadas designándosele así a aquella persona que trabajaba con su familia y contaba con el derecho de cultivo sobre una parcela de tierra adjunta a la del patrón, quien después de años de trabajo le podía conceder en venta una parte de esta tierra. En estos casos los agregados se aproximaban a la figura de partijeros, debido a que dividían las mejoras de la propiedad en la que el trabajador adquiría una parte de la tierra del patrón por medio de su trabajo.
El estudio realizado por Heredia (1979) muestra el sistema de roçado–roçadinho, como una forma en la que las mujeres y los hijos solteros ganan una autonomía relativa del jefe de familia.
Guhl (2004) trabajó el cambio del paisaje a partir del proceso de cambio de uso y cobertura del suelo en el periodo 1970-1997, para ello se basó en la información del Sistema de Información Geográfica (SIG) es decir, mostró el aumento o la disminución de café por municipio. No obstante el presente artículo busca argumentar que no existe un solo “paisaje cafetero”, sino que a pesar de la existencia de mayor o menor café en una región, esta cuenta con diferencias entre los mismos productores. La organización de los cultivos en un área de grandes productores no es igual a un área de pequeños productores.
En relación al trabajo infantil, en las últimas décadas, la escuela y leyes como la prohibición del trabajo infantil, han influido en que en algunas de las propiedades no se acepte este tipo de trabajadores. La rigidez que algunos padres tenían con sus hijos se ha flexibilizado con el tiempo, aceptando que ellos estudien, combinando el tiempo de la escuela con el trabajo en el campo. En estos casos, las escuelas departamentales que imparten clases sábados y domingos, son importantes en medio de estas dinámicas, debido a que permiten que sus estudiantes trabajen durante la semana y estudien los fines de semana.
El trabajador coge o recolecta el café mientras que el productor cosecha.
Existen diversos teóricos que han trabajado sobre este tipo de relaciones, en el contexto de sistemas sociales no capitalistas que están sometidos y se relacionan con el sistema capitalista dominante. Dentro de los trabajos más reconocidos sobre este tema está Chayanov (1966) a partir de la exposición de sistemas no capitalistas en la Rusia de inicios del siglo XX o Tepicht (1984). En Colombia, Fals Borda lo definió como un modo de producción comercial simple, parcelario o campesino, a partir de su trabajo con campesinos del caribe colombiano (2002, pp. 77b-87b). En Brasil, Beatriz Heredia (1979) y Afranio Garcia (1983) lo trabajaron.
Las franjas por hectárea entre grandes, medianos y pequeños propietarios de café son diferentes de año a año, lo que dificulta comparaciones. Esa diferencia podría estar influenciada por el cambio en la producción por hectárea desde los años 1970.
Corregimientos como Bruselas-Pitalito se encuentra en proceso de titulación de predios por parte del gobierno nacional (“Inició titulación de predios”, 2012).
Estos cambios han sido expuestos por Ramírez (2004), quien siguiendo a Meertens (1997) expone que “los costos de producción del nuevo cafetal sumaban en precios de 1974, 65 mil pesos anuales por hectárea en los años sin producción; y una vez en producción, continuaban costando 30 mil pesos anuales por hectárea. En cambio, los viejos arbustos no requerían sino una inversión de 13 mil pesos por hectárea, que se invertía especialmente en mano de obra para la recolección” (p. 299).
Desde las enfermedades que afectaron el café a finales de los años ochenta, la Fedecafé dejó de promover el café Caturra por su alta vulnerabilidad a la roya y la broca. De este modo, empezó a promover otras variedades como el Castillo, Tabi y Variedad Colombia. No obstante, para un amplio número de campesinos cafeteros, estas nuevas variedades no producen de la misma forma que la Caturra, la cual, además de tener buenas cosechas, tiene producción constante durante el año, lo que logra un ingreso más estable. En el Departamento del Huila, el porcentaje de producción es: Typica 0,8%, Caturra 45%, Variedad Colombia 22,2%, Tabi 0,4%, Castillo 31,2% (Comité departamental de cafeteros del Huila, 2014).
Cabe mencionar que en la región cafetera estudiada se establece una relación entre las reputaciones y los préstamos informales, mientras que en la tesis de Almeida (2013) se aborda la construcción de reputaciones y su relación con las deudas, y tiene como base etnográfica una serie de narrativas sobre préstamos formales, completamente inmersos en el sistema bancario. La diferencia entre un sistema formal y uno informal de préstamos y sus relaciones con el sistema de reputaciones a nivel local, no fue desarrollada en la presente investigación, pues es necesario un trabajo posterior que aborde este tema con mayor profundidad.

Referencias

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Salcedo Montero, C. A. (2016). Estrategias familiares, trabajo y orígenes de pequeños productores cafeteros en el Huila, Colombia. Ciencia Política, 11(21), 161–190. https://doi.org/10.15446/cp.v11n21.60293

ACM

[1]
Salcedo Montero, C.A. 2016. Estrategias familiares, trabajo y orígenes de pequeños productores cafeteros en el Huila, Colombia. Ciencia Política. 11, 21 (ene. 2016), 161–190. DOI:https://doi.org/10.15446/cp.v11n21.60293.

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(1)
Salcedo Montero, C. A. Estrategias familiares, trabajo y orígenes de pequeños productores cafeteros en el Huila, Colombia. Cienc. politi. 2016, 11, 161-190.

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SALCEDO MONTERO, C. A. Estrategias familiares, trabajo y orígenes de pequeños productores cafeteros en el Huila, Colombia. Ciencia Política, [S. l.], v. 11, n. 21, p. 161–190, 2016. DOI: 10.15446/cp.v11n21.60293. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/cienciapol/article/view/60293. Acesso em: 26 jul. 2024.

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Salcedo Montero, Camilo Andrés. 2016. «Estrategias familiares, trabajo y orígenes de pequeños productores cafeteros en el Huila, Colombia». Ciencia Política 11 (21):161-90. https://doi.org/10.15446/cp.v11n21.60293.

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Salcedo Montero, C. A. (2016) «Estrategias familiares, trabajo y orígenes de pequeños productores cafeteros en el Huila, Colombia», Ciencia Política, 11(21), pp. 161–190. doi: 10.15446/cp.v11n21.60293.

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[1]
C. A. Salcedo Montero, «Estrategias familiares, trabajo y orígenes de pequeños productores cafeteros en el Huila, Colombia», Cienc. politi., vol. 11, n.º 21, pp. 161–190, ene. 2016.

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Salcedo Montero, C. A. «Estrategias familiares, trabajo y orígenes de pequeños productores cafeteros en el Huila, Colombia». Ciencia Política, vol. 11, n.º 21, enero de 2016, pp. 161-90, doi:10.15446/cp.v11n21.60293.

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Salcedo Montero, Camilo Andrés. «Estrategias familiares, trabajo y orígenes de pequeños productores cafeteros en el Huila, Colombia». Ciencia Política 11, no. 21 (enero 1, 2016): 161–190. Accedido julio 26, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/cienciapol/article/view/60293.

Vancouver

1.
Salcedo Montero CA. Estrategias familiares, trabajo y orígenes de pequeños productores cafeteros en el Huila, Colombia. Cienc. politi. [Internet]. 1 de enero de 2016 [citado 26 de julio de 2024];11(21):161-90. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/cienciapol/article/view/60293

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1. Héctor Eduardo Hernández, Gustavo Adolfo Gutiérrez, Isabel Gutiérrez-Montes, Juan Carlos Suárez, Hernán J. Andrade, Angie Paola Bernal, Fernando Casanoves, Cornelia Butler Flora. (2022). How Close Are We to Self-Provisioning? A Look at the Livelihood Strategies of Rural Households in the Southern Andean Region of Colombia. Sustainability, 14(5), p.2504. https://doi.org/10.3390/su14052504.

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