Publicado

2017-01-01

Uribe, M. (2013). La Nación Vetada. Estado, desarrollo y guerra civil en Colombia. Bogotá, D.C: Universidad Externado de Colombia, 343 pp.

DOI:

https://doi.org/10.15446/cp.v12n23.63723

Palabras clave:

Colombia, guerra civil, Manuel Uribe, reseña (es)

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Autores/as

  • Juan Carlos Villamizar Escuela de Administración Pública

El libro plantea una tesis sugestiva que será objeto de discusión en la futura historiografía acerca del proceso político colombiano en la segunda mitad del siglo XX: la explicación de las causas de la persistencia de la guerra civil en Colombia por cerca de sesenta años. Uribe explica cómo la sociedad colombiana ha mantenido una guerra civil prolongada desde 1964, la cual se ha configurado por la coexistencia del veto de las élites a la Nación, un estilo de desarrollo concentrador de la riqueza con sesgo anti-campesino y una adopción irrestricta de las élites a la política norteamericana. Los anteriores elementos se retroalimentan mutuamente generando una ruta, en la cual, la guerra civil es la marca distintiva.

El libro plantea una tesis sugestiva que será objeto de discusión en la futura historiografía acerca del proceso político colombiano en la segunda mitad del siglo XX: la explicación de las causas de la persistencia de la guerra civil en Colombia por cerca de sesenta años. Uribe explica cómo la sociedad colombiana ha mantenido una guerra civil prolongada desde 1964, la cual se ha configurado por la coexistencia del veto de las élites a la Nación, un estilo de desarrollo concentrador de la riqueza con sesgo anti-campesino y una adopción irrestricta de las élites a la política norteamericana. Los anteriores elementos se retroalimentan mutuamente generando una ruta, en la cual, la guerra civil es la marca distintiva.

La metodología de construcción del argumento es ecléctica: el institucionalismo histórico, por el uso que hace de la historia para explicar, y, en particular, los mecanismos que Uribe llama la coyuntura crítica y la dependencia de la trayectoria. El primero, es un recurso que como el pecado original plantea que los bombardeos a las zonas de Marquetalia, Rio Chiquito, El Pato y Guayabero inauguraron un proceso de enemistad política entre las élites y los demás miembros de la comunidad política colombiana. Ese momento, dio origen al segundo recurso, una secuencia de eventos en el proceso político que muestran la continuidad de la guerra civil. La economía política del desarrollo es el segundo enfoque para considerar las dimensiones políticas del paisaje económico. El tercer recurso, es la historia comparada. Este permite a Uribe poner en tensión las hipótesis acerca de la situación colombiana, e incluso invertir argumentos que, en la historiografía económica de Colombia, han hecho carrera, como el que se refiere a Colombia como un país económicamente estable por décadas, con una posición privilegiada para la inversión y los negocios y la presencia de capitales extranjeros en el país. La evidencia comparada con América Latina le permite concluir a Uribe que Colombia tiene un desarrollo económico mediocre.

El cuarto recurso es la noción de bloque en el poder, con la cual, identifica a

[G]rupos que triunfan en diferentes arenas de dominación y oposición. Las coaliciones de compromiso, los pactos de reparto, capturan partes del Estado sin que alguna de sus fracciones logre asumir la tarea gramsciana de construir la comunidad política y modificar el statu quo. (p. 159)

Un último elemento, muy caro para la historia pero posible en la ciencia política, es el uso que hace Uribe de los argumentos contra-factuales. El principal de ellos, es que la guerra civil prolongada no se hubiera dado, si hubiese ocurrido la estación populista en Colombia.

El intento de interpretación en la Nación Vetada, nos recuerda las Grandes estructuras, procesos amplios, comparaciones enormes de Tilly (1991), en ese sentido, cuenta que el siglo XX colombiano tuvo dos grandes guerras: La Violencia (1946-1964) y la iniciada en 1964, que se mantiene y se resiste a terminar en 2013. Así pues, se plantea la pregunta por la persistencia de esta: ¿por qué la guerra civil es recurrente?, o ¿cuál es el orden que ha estructurado la elite gobernante? La respuesta de Uribe, es que después de esa primera coyuntura crítica, como los bombardeos de 1964, vino otra que reforzó la trayectoria de la enemistad política: el Pacto de Chicoral, que las élites sellaron para terminar de ahogar la reforma agraria de 1968. El primero evento respondía a la lógica de la Guerra Fría y el compromiso de las elites colombianas con los Estados Unidos para reprimir el comunismo internacional; el segundo, mostró la resistencia de las elites rurales para redistribuir la tierra, como expresión de un modelo económico caracterizado por la obtención de rentas. En este punto, el libro está lleno de argumentos que demuestran cómo el estilo de desarrollo imperante, es expulsor de la mano de obra campesina, convirtiéndola en un gran ejercito de reserva Dice Uribe:

El despojo del campesino ha sido la condición para la obtención de mano de obra barata. Hacer de un factor abundante, la tierra, un factor artificialmente escaso, ha generado el excedente de población que funciona como garantía de una baja remuneración al trabajo. (p. 261)

La permanencia de la guerra es el producto de la imposibilidad de las elites para construir una sociedad con un Estado unificado. No hay un proyecto político, liberal, conservador o socialista que intente contener al Leviatán del Estado, sencillamente se trata de una sociedad y un Estado fragmentados, los cuales, “configuran una estructura de dominación que ofrece condiciones propicias para la estabilidad social y política” (p. 156). En esas condiciones, no hay espacio para la distribución o para los proyectos de consolidación de una sociedad fuerte y democrática, en estos casos, las elites actúan como “arenas de acomodación”. Son elites que desarrollan la capacidad para repartirse la política económica, la justicia, los negocios, entre otros, y donde cada cual administra “lo suyo”, su porción de poder. De aquí surge un equilibrio asociado al poder de veto que un grupo ejerce sobre el otro, dependiendo del alcance y el nivel de la captura del Estado. Eso se ha reflejado, en la arremetida constante a la reforma agraria y en la baja tributación rural. El pacto de reparto de Estado sin redistribución, trajo en compensación una guerra permanente. Eso lleva a Uribe a señalar que el periodo de La Violencia, que ha sido historiado como una guerra ideológica entre liberales y conservadores, es en su lugar, un proceso de expulsión del campesinado y concentración de la tierra (Uribe, 2013, p. 267).

Entre las novedades que contiene la obra, está la comparación histórica con la realidad de los demás países de la región latinoamericana, específicamente, con situaciones particulares de ellos: compara la capacidad tributaria, el gasto público, el crecimiento económico, y lo más importante, los momentos populistas. Es un texto que rompe con la tradición de vernos a nosotros mismos como los únicos, para ingresar nuestros problemas sociales y políticos en el mundo de América Latina. Para el conocimiento de los colombianos, Uribe nos ofrece la idea que Argentina, Brasil, México, Guatemala, Perú, tuvieron momentos populistas que transformaron la estructura de tales sociedades, sobre la base de crear clases medias fuertes, consumidoras y con menos desigualdad en el ingreso.

Por el contrario, Colombia es el modelo del Estado latinoamericano fallido con crecimiento mediocre. El autor opta entonces por colocar al populismo como la convergencia de tres factores: la necesidad de construir comunidades políticas nacionales, generar condiciones para el impulso a la acumulación de capital y la urgencia de canalizar el descontento social. Los gobernantes que optaron por la vía populista entendían la necesidad de superar la desigualdad social e integrar el pueblo a la Nación. Hasta aquí, la Nación Vetada revela una ruta trágica para Colombia, con unas élites cómodas, en cierto modo, con la situación existente donde los grandes perdedores son los ciudadanos y la posibilidad de la construcción de una Nación con identidad y un proceso político moderno. Lo más importante aquí, es el rescate de la explicación estructural, de largo plazo y Colombia como parte de la región latinoamericana.

Veamos ahora, algunos temas que no son afortunados en el libro, que, aunque no le quitan profundidad, rebajan el brillo y la erudición que el autor muestra desde el inicio. A pesar de que Uribe opta por la estación populista como vía contrafactual para evitar la guerra civil colombiana y “cree” con sinceridad en la posibilidad del populismo, su presentación no lleva la idea populista hasta sus máximas consecuencias conceptuales. Así, sostiene que “el status teórico del populismo no es claro y se trata de un concepto evasivo”, visión que lo lleva a la afirmación según la cual, el Gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010) fue un populismo de derecha. Se trata de un problema conceptual. Una mirada más comprensiva del populismo la ofrece Ernesto Laclau en La razón populista (2005), en la cual, hay un intento de generar un status dentro de la ciencia política al fenómeno del populismo. Puede leerse en Laclau que el líder populista es un receptor de las demandas del pueblo y el pueblo se convierte en actor político de primer orden a través de ese líder. Una exploración por esa vía, le daría pistas al autor, ya no desde el “pactismo” de las élites, sino desde la acción política del pueblo.

La introducción de lo que Uribe llama la “peculiar topografía” de Colombia, es una sección desafortunada. Es entendible que se quiera explicar el hecho de que hemos llegado a la situación en la que estamos, de guerra civil prolongada, acudiendo a la geografía, pero las consecuencias que deriva el autor son del tamaño de: “la geografía […] resultó siendo la principal aliada de un bloque social dominante” (p. 233). Los argumentos son verdaderos, pero remiten a una situación, según la cual, los colombianos estamos aún en un estado de “naturaleza”. Probablemente, el problema es mejor plantearlo desde el cambio técnico, de la forma en la que las élites y la sociedad colombiana en general (incluidos los grupos armados), argumentan desde la tradición, desde la teología y en el mejor de los casos desde la ideología. La razón ilustrada, en sí misma no hace mejor a una sociedad, pero si le evita andar perdida en un mar de intereses particulares, desgastantes e inútiles.

Una de las cadenas causales citadas como parte de la hipótesis principal del libro, referida a la adscripción de las élites a la agenda estadounidense, pareciera que solo sirve para explicar la primera coyuntura crítica en el bombardeo de 1964, luego desaparece de la escena. Tal vez en una segunda edición, el autor pueda mostrar la presencia permanente de los Estados Unidos en la formulación de la política económica y en otros eventos que fueron significativos en la historia política del periodo trabajado en la Nación Vetada.

No obstante las objeciones presentadas por Mauricio en este libro de gran magnitud, deben ser leídas para desmitificar las versiones que las élites han creado para seguir gobernando como lo han hecho hasta ahora con ilusiones como, “el país con mayor estabilidad”, “la democracia más estable de América”, “la Atenas suramericana”, que esconden el tradicionalismo, la falta de compromiso de las elites con la Nación, la oposición cerrada a la apertura política y a la reforma agraria, los pactos de amigos políticos y el uso de la guerra como forma de hacer política.

Referencias

Laclau, E. (2005). La Razón Populista. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Tilly, C. (1991). Grandes Estructuras, Procesos Amplios, Comparaciones Enormes. Madrid: Alianza Editorial.

Referencias

Laclau, E. (2005). La Razón Populista. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Tilly, C. (1991). Grandes Estructuras, Procesos Amplios, Comparaciones Enormes. Madrid: Alianza Editorial.

Cómo citar

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Villamizar, J. C. (2017). Uribe, M. (2013). La Nación Vetada. Estado, desarrollo y guerra civil en Colombia. Bogotá, D.C: Universidad Externado de Colombia, 343 pp. Ciencia Política, 12(23), 271–275. https://doi.org/10.15446/cp.v12n23.63723

ACM

[1]
Villamizar, J.C. 2017. Uribe, M. (2013). La Nación Vetada. Estado, desarrollo y guerra civil en Colombia. Bogotá, D.C: Universidad Externado de Colombia, 343 pp. Ciencia Política. 12, 23 (ene. 2017), 271–275. DOI:https://doi.org/10.15446/cp.v12n23.63723.

ACS

(1)
Villamizar, J. C. Uribe, M. (2013). La Nación Vetada. Estado, desarrollo y guerra civil en Colombia. Bogotá, D.C: Universidad Externado de Colombia, 343 pp. Cienc. politi. 2017, 12, 271-275.

ABNT

VILLAMIZAR, J. C. Uribe, M. (2013). La Nación Vetada. Estado, desarrollo y guerra civil en Colombia. Bogotá, D.C: Universidad Externado de Colombia, 343 pp. Ciencia Política, [S. l.], v. 12, n. 23, p. 271–275, 2017. DOI: 10.15446/cp.v12n23.63723. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/cienciapol/article/view/63723. Acesso em: 25 abr. 2024.

Chicago

Villamizar, Juan Carlos. 2017. « 343 pp». Ciencia Política 12 (23):271-75. https://doi.org/10.15446/cp.v12n23.63723.

Harvard

Villamizar, J. C. (2017) « 343 pp»., Ciencia Política, 12(23), pp. 271–275. doi: 10.15446/cp.v12n23.63723.

IEEE

[1]
J. C. Villamizar, « 343 pp»., Cienc. politi., vol. 12, n.º 23, pp. 271–275, ene. 2017.

MLA

Villamizar, J. C. « 343 pp». Ciencia Política, vol. 12, n.º 23, enero de 2017, pp. 271-5, doi:10.15446/cp.v12n23.63723.

Turabian

Villamizar, Juan Carlos. « 343 pp». Ciencia Política 12, no. 23 (enero 1, 2017): 271–275. Accedido abril 25, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/cienciapol/article/view/63723.

Vancouver

1.
Villamizar JC. Uribe, M. (2013). La Nación Vetada. Estado, desarrollo y guerra civil en Colombia. Bogotá, D.C: Universidad Externado de Colombia, 343 pp. Cienc. politi. [Internet]. 1 de enero de 2017 [citado 25 de abril de 2024];12(23):271-5. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/cienciapol/article/view/63723

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