Publicado

2021-10-05

Los fantasmas del exterminio: el triángulo rosa del movimiento de disidencia sexual colombiano, 1985-1989

The Ghosts of Extermination: The Pink Triangle of the Colombian Sexual Dissidence Movement, 1985-1989

DOI:

https://doi.org/10.15446/cp.v16n31.88276

Palabras clave:

movimiento social, CORG, De Ambiente, Framing, Movimiento LGBT, triángulo rosa (es)
Framing, social movement, CORG, De Ambiente, Pink Triangle (en)

Descargas

Autores/as

  • Felipe Caro Universität Eichstätt-Ingolstadt

Este artículo investiga el uso que el movimiento de disidencia sexual colombiano le dio al triángulo rosa en la década de los ochenta, como parte de un proceso de construcción de marcos de sentido. Específicamente se estudia cómo la narrativa histórica de la persecución a homosexuales por parte del nacionalsocialismo fue resignificada por los activistas colombianos bajo el contexto de la agudización del conflicto armado interno. Para ello se usan fuentes poco trabajadas por la historiografía nacional: documentos producidos por la organización más activa en el momento, el Colectivo de Orgullo Gay (CORG), específicamente la revista De Ambiente. Se sostiene que la presencia del triángulo rosa en Colombia hace parte de un proceso de enmarque mayor realizado por el CORG, que usa la imagen de una persecución sistemática para darle sentido al surgimiento de fenómenos de limpieza social vinculados con el paramilitarismo.

The article investigates the use that the Colombian sexual dissidence movement gave to the pink triangle in the 80s as part of a process of framing. Specifically, it studies how the historical narrative of the persecution of homosexuals by National Socialism was re-signified by Colombian activists in the context of the deepening of the internal armed conflict. For this, sources little worked by the national historiography are used: documents produced by the most active organization at the time, the Colectivo Orgullo Gay (CORG), specifically the magazine De Ambiente. It concludes that the presence of the pink triangle in Colombia is part of a larger framing process carried out by CORG, which uses the image of systematic persecution to make sense of the emergence of phenomena of social cleansing linked to paramilitarism.

Recibido: 11 de junio de 2020; Aceptado: 16 de agosto de 2021

Resumen

Este artículo investiga el uso que el movimiento de disidencia sexual colombiano le dio al triángulo rosa en la década de los ochenta, como parte de un proceso de construcción de marcos de sentido. Específicamente se estudia cómo la narrativa histórica de la persecución a homosexuales por parte del nacionalsocialismo fue resignificada por los activistas colombianos bajo el contexto de la agudización del conflicto armado interno. Para ello se usan fuentes poco trabajadas por la historiografía nacional: documentos producidos por la organización más activa en el momento, el Colectivo de Orgullo Gay (CORG), específicamente la revista De Ambiente. Se sostiene que la presencia del triángulo rosa en Colombia hace parte de un proceso de enmarque mayor realizado por el CORG, que usa la imagen de una persecución sistemática para darle sentido al surgimiento de fenómenos de limpieza social vinculados con el paramilitarismo.

Palabras clave: CORG, De Ambiente, Framing, movimiento LGBT, movimiento social, triángulo rosa.

Abstract

The article investigates the use that the Colombian sexual dissidence movement gave to the pink triangle in the 80s as part of a process of framing. Specifically, it studies how the historical narrative of the persecution of homosexuals by National Socialism was re-signified by Colombian activists in the context of the deepening of the internal armed conflict. For this, sources little worked by the national historiography are used: documents produced by the most active organization at the time, the Colectivo Orgullo Gay (CORG), specifically the magazine De Ambiente. It concludes that the presence of the pink triangle in Colombia is part of a larger framing process carried out by CORG, which uses the image of systematic persecution to make sense of the emergence of phenomena of social cleansing linked to paramilitarism.

Palabras clave: CORG, De Ambiente, Framing, LGBT Movement, Pink Triangle, Social Movement.

Introducción

Recientes investigaciones han planteado que un encuadre (o framing, en inglés) exitoso es la clave para entender cómo el movimiento de disidencia sexual ha logrado numerosas conquistas en un tiempo relativamente corto en países latinoamericanos como Argentina y México (Encarnación, 2016; Peterson, et al., 2018).1 Sin embargo, los estudios de encuadres del movimiento de disidencia sexual latinoamericano aún resultan minoritarios frente a una predilección por la investigación sobre estructuras de oportunidad y movilización de recursos (Corrales y Pecheny, 2010). Atendiendo tanto el llamado de Encarnación (2016) a reconocer el peligro de la atención exclusiva a esta perspectiva, como la noción del valor que tiene la experiencia de los movimientos sociales, más allá de las conquistas institucionales sugerido por investigadores como Laclau y Muffe (1987) o Zibechi (2017), este artículo busca aproximarse al estudio de los encuadres en el movimiento de disidencia sexual, a partir del caso del uso del triángulo rosa en Colombia.

Por encuadre se hace referencia a la construcción de significados de la acción colectiva que organiza la experiencia y guía la práctica política (Benford y Snow, 2000). La crítica hacia una predilección por otro tipo de análisis no debe entenderse como un desconocimiento del aporte de dichos trabajos. Por el contrario, es en diálogo con estos estudios que se deben consolidar agendas investigativas que reconozcan la importancia de la construcción de encuadres en diversas escalas, como han recomendado recientes manuales de análisis de movimientos sociales (Tilly y Tarrow, 2015). Además, es particularmente importante que el movimiento de disidencia sexual cuente con análisis institucionales y estructurales, que rompan con una visión asociada a la separación entre viejos y nuevos movimientos sociales, especialmente en América Latina donde tal diferenciación resulta inoperante (Eckstein, 1989).

Lo que este trabajo sugiere es que no debe desconocerse el valor que los símbolos tienen dentro de los movimientos sociales, no solo como agentes de producción de significados sino también como termómetros históricos, que al ser estudiados permiten dilucidar complejas relaciones sociales trasnacionales o cambios ideológicos dentro de los proyectos políticos.

En este caso se estudiará el uso que el movimiento de disidencia sexual colombiano le dio a la imagen del triángulo rosa. Hay varias razones para esto: por un lado, al usar un símbolo asociado con Alemania, se está interpelando directamente la noción de que el movimiento colombiano es simplemente una copia de la experiencia estadounidense. Con este trabajo se espera evidenciar la compleja red de ideas y prácticas que se tejió a lo largo y ancho del hemisferio occidental, en donde no existía una relación de emisión y recepción exclusivamente, sino un diálogo constante, como ya ha sido sugerido por Caro y Simonetto (2019, p. 66). Por otro lado, estudiar el uso del triángulo rosa en Colombia permite aproximarse a uno de los periodos menos estudiados del movimiento de disidencia sexual en el país, el de la década de los ochenta, junto a uno de los grupos menos reconocidos en la historiografía nacional, el Colectivo Orgullo Gay de Bogotá (CORG). El desconocimiento de esta experiencia está vinculado no solo a una valorización peyorativa por parte de organizaciones actuales de un grupo considerado demasiado radical (Caro, 2020b, p. 225), sino también por el desconocimiento de fuentes documentales, algo que se espera saldar con el análisis del periódico De Ambiente, órgano de difusión del CORG.2

El texto se dividirá en cuatro partes. En un inició se expondrá el valor que tienen los símbolos en la consolidación de en cuadres del movimiento de disidencia sexual. Para ello se usará el ejemplo de la bandera del arcoíris, una de las imágenes más asociadas al movimiento en el mundo. En un segundo momento se expondrá el origen y algunos usos que ha tenido el triángulo rosa, tanto en Alemania como en Estados Unidos y Latinoamérica. En este apartado se retomarán hipótesis ofrecidas por previas investigaciones que delimitan el propósito del uso del triángulo en dos direcciones en función del movimiento, una interna y otra externa. El tercer apartado se centrará en el análisis de la experiencia colombiana a partir del estudio del CORG. Allí se ahondará en los procesos de recepción y apropiación del símbolo y el papel que este jugó en la construcción de marcos particulares en un lugar y momento específico. Finalmente, el artículo concluirá con una serie de reflexiones en torno al papel del triángulo rosa como un significante de un momento histórico puntual del movimiento de disidencia sexual y el rol que imágenes como estas tienen en la consolidación de una identidad colectiva.

Antes de iniciar es importante aclarar que este trabajo se enmarca en un proyecto mayor de reconocimiento del valor académico, no solo de la investigación sobre la disidencia sexual, sino de su análisis histórico, en donde tanto la interpretación como la presentación de fuentes no consideradas anteriormente resulta fundamental (Danbolt, 2010). Por ello, aunque como todo trabajo de esta naturaleza se reconoce como provisional, se espera que pueda aportar al creciente volumen de textos que reconocen la importancia de una perspectiva rigurosa en el estudio histórico de la disidencia sexual.

La producción de símbolos nacionales e internacionales del movimiento de disidencia sexual

La producción de marcos es fundamental para darle sentido a la acción colectiva de protesta. Son estos marcos los que justifican la movilización en cuanto “traducen” la realidad a un cuerpo de creencias y significados que inspiran y legitiman actividades o campañas. Esta “traducción”, el proceso de enmarque o encuadre, puede ocurrir de diferentes maneras e incluso con diferentes objetivos. Se han propuesto clasificaciones de enmarques por escalas, en cuanto permiten la movilización de uno

o más movimientos sociales; o por su función dentro de una organización o movimiento específico, sea diagnóstico, pronóstico o motivacional (Benford y Snow, 2000, p. 615).

La construcción de marcos puede materializarse de diversas maneras. Puede ser a través de un texto, como es el caso del Manifiesto Comunista para el movimiento obrero internacional; o puede ser a través de un eslogan, como es el caso de Black Power para el movimiento negro estadounidense. La eficacia que tenga un marco en un lugar y momento específico, es decir, la resonancia que puede generar depende de una lectura efectiva de los valores e ideas importantes para una sociedad específica. Algunos marcos pueden trascender al movimiento que los generó y pasar a hacer parte de valores culturales muchos más amplios, mientras que otros pueden mantenerse exclusivamente dentro de una pequeña comunidad. En este punto es donde resulta valioso el análisis de este fenómeno en el movimiento de disidencia sexual, en donde muchas veces son los símbolos las expresiones más exitosas de difusión de los marcos.

Denby (2015) ha propuesto que el éxito de la construcción de marcos por parte del movimiento de disidencia sexual recae en la trasformación de experiencias similares usadas por otros movimientos. Particularmente evidente a este respecto resultan frases como Gay is good o Gay Power. Sin embargo, a pesar de que puede existir una retroalimentación de marcos a través de los movimientos que surgieron en la década de los setenta, el movimiento de disidencia también construyó imágenes y símbolos propios.

En América Latina, por ejemplo, podemos encontrar dos ejemplos donde los números han resultado ser una imagen importante para los movimientos de disidencia sexual. Por un lado, está el 41 para la experiencia mexicana, que hace referencia al escándalo de “los 41 maricones” que sacudió a la capital del país en 1901. Y aunque por mucho tiempo el número estuvo vinculado a la discriminación, recientemente a su alrededor se ha construido un valor histórico importante dentro del movimiento y actualmente es considerado en un símbolo de dignidad (Irwin, et al., 2003). Tanto así que en 2019 durante el quincuagésimo aniversario de los disturbios de Stonewall, primó el valor del número 41, siendo la versión número 41 de la marcha realizada en Ciudad de México, bajo el eslogan “Orgullo 41: ser es resistir”.

En Paraguay el numero 108 carga un peso similar. Este se remonta al proceso que se realizó a 108 hombres acusados de ser homosexuales y sospechosos de participar en el asesinato de un famoso locutor de radio en 1959. El número se convirtió en un sinónimo de persecución, particularmente porque el caso sucedió durante la época de dictadura de Stroessner (Szokol, 2013). Tan importante fue este suceso para la memoria del movimiento que desde 2010 las marchas del orgullo del país pasaron de realizarse a finales de junio (coincidiendo con el 28) al 30 de septiembre, fecha cuando se publicó una nota anónima en la prensa nacional que denunciaba la arbitrariedad del arresto de los 108 en 1959. Ambos números hacen parte de marcos que le dan sentido a la acción colectiva, ya sea a partir de la dignificación de la sexualidad o a partir de la denuncia a la injusta persecución.

Aunque estos símbolos han resultado importantes en sus respectivos contextos nacionales, el movimiento de disidencia sexual también ha construido símbolos que han logrado trascender a nivel internacional. El caso más popular es sin duda la bandera arcoíris. Comisionada por Harvey Milk al artista Gilbert Baker para la conmemoración de los disturbios de Stonewall de 1978 en San Francisco, la bandera del arcoíris se pensó como un símbolo que representase la disidencia sexual de una manera positiva. Sin embargo, no fue sino hasta la década de los noventa que empezó a ser reconocida masivamente. Específicamente fue el aniversario número 25 de los disturbios de Stonewall el evento que catapultó la popularidad de la bandera, gracias a una tela de una milla (1,6 km) de largo que transitó por las calles de Nueva York durante la conmemoración (Lubofsky, 2018, p. 17). A partir de este momento, la bandera empezó a ser reconocida internacionalmente como un símbolo del movimiento de disidencia sexual y empató con la transición de las conmemoraciones de Stonewall de protestas a desfiles (o Prides) en Estados Unidos. Este símbolo ha sido tan popular que incluso diferentes identidades dentro del movimiento de disidencia sexual empezaron a crear sus propias banderas: La bandera trans (azul rosada y blanca), la bandera bisexual (morada, rosada y azul) o la bandera asexual (negra, gris, blanca y morada) por nombrar algunos ejemplos.

La bandera se convirtió en un símbolo no solo de la disidencia sexual, sino de una particular actitud hacia ella, la del orgullo (Lubofsky 2018, p. 28). Allí podemos encontrar el marco que se construyó junto a la bandera, el del reconocimiento público y desculpabilizado de la sexualidad, basado en una idea de celebración aparentemente des-ideologizada y que apelaba a la internacionalidad de los derechos humanos. Esta noción era bastante diferente a la de los marcos construidos por el movimiento de liberación homosexual, cercano a la nueva izquierda que le precedían temporalmente. Tal cambio indica que el uso de la bandera arcoíris, como un símbolo del movimiento de disidencia sexual, hace parte de un proceso histórico donde un marco específico define sus actitudes, estrategias e ideas en un momento concreto.

Sin embargo, es importante aclarar que estos marcos no son estáticos y, por lo tanto, su análisis histórico debe ser cuidadoso pues se puede caer en generalizaciones que tergiversan las experiencias de diversas latitudes. La relación que los movimientos han establecido con la bandera, por ejemplo, ha cambiado a lo largo del tiempo y con respecto al espacio. Como Laskar, et al. (2016) han mostrado, en el Sur Global se ha resignificado el símbolo de la bandera del arcoíris atendiendo a contextos específicos de diferentes experiencias políticas. Por ello es importante reconocer también que la expansión de símbolos o de marcos de movimientos sociales hacen parte de entramados sociales que muchas veces participan de proyectos políticos específicos. De esta manera se ha denunciado, por ejemplo, cómo el marco de los derechos humanos, abanderado por el movimiento de disidencia sexual a través de la idea de orgullo (o pride) en Estados Unidos y Europa, ha sido usado en políticas xenofóbicas y racistas contra países del Medio Oriente en un fenómeno que Puar (2007) ha denominado homonacionalismo.

También vemos esto en el rediseño que ha sufrido la bandera a partir de 2016, que incluye franjas negras y cafés para reconocer el problema del racismo estructural, así como los colores de la bandera trans para enfatizar en la importancia de problemas específicos que antes no habían sido tenidos en cuenta. Lo importante de estas críticas hacia las visiones positivas o difusionistas de los marcos es que estos no deben estudiarse afuera de las relaciones de poder que están atravesadas por diversas for-mas de dominación y resistencia.

Los símbolos como la bandera arcoíris hacen parte de los marcos construidos por movimientos sociales que son a su vez características de momentos históricos específicos. Y aunque estos marcos son difundidos en otros espacios, también son apropiados y transformados, lo que implica un reconocimiento muy meticuloso de la manera cómo estas imágenes resuenan en contextos diferentes al que son producidos inicialmente. Por ello, al adentrarnos a estudiar el triángulo rosa, el símbolo más popular previo a la bandera arcoíris, no solo nos estamos adentrando en un momento específico de la historia del movimiento de disidencia sexual, sino que nos enfrentamos a cómo las asociaciones con la experiencia de la persecución del nacionalsocialismo han sido resignificadas en diversos contextos.

De los campos a las calles: los muchos usos del triángulo rosa

El triángulo rosa tiene su origen en Alemania durante el régimen nacionalsocialista (1933-1945). La relación del partido nazi con la homosexualidad ha sido objeto de acalorados debates académicos, particularmente alrededor de figuras controversiales como Ernst Röhm, líder del Sturmabteilung y abiertamente homosexual (Hancock, 1998). Sin embargo, se ha demostrado que para el régimen nazi la homosexualidad era un problema que, aunque diferente en prioridad al judío, ameritaba también una solución (Giles, 2001).3 Por ello, a pesar de que ya existía una reglamentación contra la sodomía en el artículo 175 del código penal prusiano, en 1935 se reformó el proceso de judicialización, haciendo mucho más fácil la persecución (Giles, 1992, p. 43).4

Según las cifras oficiales, esta reforma penal llevo a que se procesaran a 100 000 hombres homosexuales, se condenaran a 50 000 y se mandarán a 5000 a los campos de concentración (Dobler, 2014, p. 63). Para las lesbianas y los hombres trans aún no se ha podido establecer cifras concretas debido a que para el régimen nazi su comportamiento ameritaba un proceso a través de un delito distinto al de homosexualidad. En los campos de concentración a estos 5000 hombres se les asignó el triángulo rosado como un elemento de identificación, que se sumaba a otros códigos usados por el nazismo para diferenciar a sus diversos enemigos: el triángulo rojo para prisioneros políticos, el verde para criminales, el negro para “anti-sociales” (en donde se encontraban la mayoría de las lesbianas y los hombres trans) y por supuesto el amarillo (en forma de estrella) para los judíos.

Después de la liberación de los campos y el final de la guerra, la imagen del triángulo rosa desapareció. Esto se debe en parte a que al movimiento de disidencia sexual alemán le costó mucho trabajo reorganizarse ya que el prejuicio hacia la homosexualidad no desapareció con la llegada de los Aliados. A diferencia de otras víctimas del nazismo, durante los cincuenta y sesenta los homosexuales no fueron reconocidos en los diferentes procesos de memoria y reparación debido a un persistente prejuicio hacia la disidencia sexual (Jensen, 2002, p. 321).

Fue en la década de los setenta, con la emergencia del movimiento de liberación homosexual en Alemania Occidental, que el triángulo rosa reapareció. Aunque las organizaciones pertenecientes a esta corriente se inspiraron en la experiencia estadounidense, también fueron una respuesta a la pasividad de la generación anterior de activistas, que consideraban complacientes con un gobierno y una sociedad aún homofóbica (Holy, 2017, pp. 43-45). Inspirados por la publicación anónima de las memorias de un sobreviviente de los campos de concentración titulada Die Männer mit dem rosa Winkel (Los hombres del triángulo rosa), en 1973 el grupo Homosexuelle Aktion Westberlin (HAW) llamó a las personas a usar un triángulo rosa para develar la falsedad de lo que se creía que era el fin de la homofobia: una reforma al artículo 175 que establecía la edad de consentimiento adulto a los 18 años. Al caminar por la calle con el triángulo, proponía HAW, la persona se enfrentaría a la latente homofobia que aún existía en la sociedad alemana y que sobrepasaba los límites legales (Holy, 2017, p. 54). De esta manera el símbolo era usado para despertar actitudes políticas en sujetos que el HAW consideraba estáticos. Era un llamado a la organización a partir del reconocimiento de la persistencia del prejuicio (Jensen, 2002, p. 327).

Al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, también surgió la imagen del triángulo rosa en la misma década. Inicialmente se usó el símbolo simplemente como un ejercicio de memoria a las personas perseguidas por el nazismo, un tributo presente en conmemoraciones de Stonewall. Sin embargo, cuando grupos de judíos ortodoxos se opusieron en Nueva York a una reforma antidiscriminación en agosto de 1974, varios colectivos de la ciudad usaron el triángulo rosa en protestas contra esta actitud, considerada poco solidaria con quienes también fueron víctimas del nazismo (Jensen, 2002, p. 328). En este caso, el símbolo fue usado para generar simpatía con el movimiento y vinculaba a los homosexuales ale-manes de la década de los treinta con los estadounidenses de la década de los setenta. A partir de entonces el triángulo rosa fue una herramienta para llamar la atención al público general, una forma de apelar a un mal mayor fácil de reconocer y, por lo tanto, fácil de comprender.

En ambos países el triángulo rosa estuvo vinculado a un periodo concreto de la historia del movimiento de disidencia sexual: el periodo que los historiadores han denominado la liberación gay. Podemos ver en el uso del triángulo tácticas similares en ambos países propias de la acción directa, predilecta en este momento histórico y diferente de la complacencia asociada con el activismo del periodo entre guerras. Sin embargo, Jensen (2002) ha propuesto que, a diferencia de la experiencia alemana que usaba el triángulo para consolidar una identidad colectiva, en Estados Unidos se buscaba fortalecer percepciones positivas externas (Jensen, 2002, p. 329). Si pensamos en las diferenciaciones que hacen Benford y Snow (2000), se podría argumentar que el marco que se construyó en Alemania durante la década de los setenta y ochenta, alrededor del triángulo rosa, tenía una función diagnóstica: demostrar que aún existía discriminación. Por el contrario, en Estados Unidos el marco construido alrededor del mismo símbolo tenía una función motivacional que invitaba a solidarizar a las personas con la discriminación que sufría el movimiento de disidencia sexual.

Al final de la década de los ochenta el triángulo rosa fue incorporado en un marco que surgió en un nuevo contexto: la lucha contra la epidemia de sida. Fue el grupo transnacional AIDS Coalition to Unleash Power (ACT-UP) quien hizo uso del triángulo rosa en sus campañas de lucha contra la epidemia, con el famoso eslogan Silence = Death. En este caso, el triángulo era usado tanto para llamar la atención del público general, como para advertir a quienes no estaban organizados que la pasividad podría resultar letal. Sin embargo, a diferencia de los usos anteriores del triángulo, ACT-UP construyó un marco que reconocía no solo el entramado de estructuras homofóbicas, sino que también señalaba directamente a los responsables de esto. La agresividad de las acciones como los die-in5 tenían como finalidad resignificar la muerte por infección que en los medios masivos se asociaban a discursos moralistas y homofóbicos. Esto asignaba una responsabilidad directa a instituciones gubernamentales y privadas (Gamson, 1989, p. 361). Es decir, el nuevo marco estaba definido por el reconocimiento de un nuevo exterminio, igual de peligroso y sistemático que el anterior. Y esto funcionaba tanto de manera diagnóstica, como pronostica y motivacional.

A Latinoamérica también llegó el uso del triángulo rosa a través del movimiento de liberación homosexual, este, además, fue el inicio de la movilización de sexualidades disidentes en la región. Sin embargo, debido a la distancia geográfica y social de la experiencia con el nazismo, el símbolo adquirió en un inicio un valor retórico que no cargaba con el mismo peso cultural que en Alemania o Estados Unidos.

Pocas investigaciones han tratado el tema del uso de este símbolo en la construcción de marcos del movimiento, por lo que en este caso solo podemos aproximarnos a pequeñas nociones. Por un lado, tenemos el ejemplo del Frente de Liberación Homosexual Argentino (FLHA). Esta organización, activa durante la primera mitad de la década de los setenta, no solo contaba con un grupo llamado Triángulo Rosa, sino que decididamente usó la imagen en una de sus más conocidas piezas de propaganda: una foto en una revista sensacionalista donde miembros del FLHA posaban encapuchados frente a una pancarta con un triángulo y el eslogan “Poder Homosexual” (Simonetto, 2017, p. 153). Allí se puede constatar, siguiendo el análisis de Simonetto (2017), que el objetivo de este tipo de imágenes era provocar a través de elementos visuales violentos y establecer una legitimidad política positiva (Simonetto, 2017, p. 152). El triángulo rosado era en este caso un elemento retórico más de un marco mayor que el FLHA definía bajo la noción de liberación y en búsqueda de poder político.

De manera similar en Brasil surgió un grupo llamado Triángulo Rosa, activo entre 1977 y 1988. Este grupo organizó desde Rio de Janeiro una campaña para incluir un artículo en la nueva constitución brasileña contra la discriminación con base a la orientación sexual (Green, 2004, p. 79). Adicionalmente, otros registros permiten entender la concepción que el activismo carioca tenía sobre el tema en el momento. En 1993 se le otorgó asilo político en Estados Unidos a un activista homosexual brasileño que había huido del país en 1990 a causa de un ataque homofóbico sufrido a la salida de un bar de Rio de Janeiro el año anterior. El argumento central de la defensa del activista era que la deportación sería una condena a muerte debido al “homocausto” que ocurría por entonces en Brasil (Encarnación, 2016, p. 34). La controversial alusión a la Shoah, causada por la enorme cantidad de asesinatos homofóbicos sin resolver en el país, es un indicador del papel que la imagen del triángulo rosa jugaba en la construcción de marcos por parte del movimiento de disidencia sexual carioca y brasileño. Aunque el término “homocausto” aún sigue siendo controversial, la idea del exterminio sistemático se ha mantenido como elemento fundamental en la construcción de marcos del movimiento de disidencia sexual en Brasil, uno de los países con mayor taza de crímenes homofóbicos en la región (Grupo Gay da Bahia, 2020).

El uso en Rio de Janeiro de la imagen del triángulo rosa era similar al que hizo ACT-UP. Este símbolo buscaba darle un sentido no solo a la acción colectiva a través de la construcción de una identidad, como en Argentina y Alemania, sino también buscaba explicar la violencia homofóbica que se consideraba de una u otra manera sistemática: obedecía a alguna voluntad o interés específico. Las alusiones al holocausto representaban una forma de explicar un tipo de violencia que no podía pensarse de otra manera sino organizada.

La experiencia colombiana

Similar a Alemania, Estados Unidos o Argentina, en Colombia el triángulo rosa vino de la mano de una de las etapas más radicales del movimiento de disidencia sexual. Desde la segunda mitad de la década de los setenta, hasta el final de la década de los ochenta estuvo activo en el país el Movimiento de Liberación Homosexual de Colombia (MLHC), un conglomerado nacional que a través de tres generaciones agrupó diferentes proyectos políticos de disidencia sexual a lo largo del territorio (Caro, 2020a). Como ya se había mencionado, el MLHC al igual que otras experiencias latinoamericanas, se consolidó a través de una compleja red de ideas basadas en la noción de liberación homosexual, que se extendieron a lo largo del continente europeo y americano. En este dialogo se incluían las experiencias estadounidenses, españolas, francesas (que fueron el referente más importante para el grupo por muchos años) y también alemanas.6

La alusión al movimiento alemán se dio de manera temprana en la vida pública del MLHC. En 1978 para conmemorar los disturbios de Stonewall un grupo bogotano que hacía parte del MLHC, el Grupo de Estudio de la Cuestión Guei (GELG), imprimió y repartió un manifiesto en distintos bares y espacios de encuentro homosexual clandestinos de la capital la noche del 28 de junio.7 Este “Manifiesto Gay” buscaba crear un relato histórico que uniera al activismo local con experiencias internacionalmente reconocidas, como los disturbios de Stonewall. Para ello, el texto delineó una trayectoria temporal que marcaba una historia común. El punto de inicio de esta historia era la experiencia alemana de 1892 (Caro, 2020b, p.213). Aunque la fecha resulta desconcertante –al igual que la de los disturbios de Stonewall consignada en el manifiesto–, es posible reconocer que dicha alusión hacía referencia al proceso de organización del movimiento de disidencia sexual alemán que inició con la fundación del Wissenschaftlich-humanitäres Komitee (WhK) en Berlín en 1897. Reconocer como génesis del movimiento gay, como lo llamaba el GELG, a la experiencia alemana delineaba un relato histórico transnacional sectorial que no solo tenía el propósito de justificar la existencia política de una organización como el MLHC, sino también de crear una identidad común. La noción de cercanía con la experiencia alemana es entonces en un inicio la de una afinidad en la organización política de manera positiva.

Al iniciar su vida pública, el movimiento de disidencia sexual colombiano recurrió a elementos mucho más controversiales para hacerse escuchar. El 28 de junio de 1982 el MLHC organizó en Bogotá la primera marcha en conmemoración de los disturbios de Stonewall del país. El evento contó con la participación de miembros del MLHC de diferentes ciudades de Colombia y también con algunos delegados internacionales. Además de las usuales pancartas y arengas de cualquier manifestación local, el MLHC decidió incorporar elementos propios de la naciente identidad homosexual en una marcha que a todas luces se consideraba exclusivamente sectorial. De esta manera, varios de los asistentes decidieron pintarse un triángulo rosado en la cara acompañado del número de identificación del documento nacional.

Según testimonios de quienes estuvieron presentes, el triángulo rosa recibió un protagonismo en la jornada, pues no solo era la primera vez que tal imagen aparecía en el repertorio de protesta local, sino que fue uno de los temas que se discutieron en la concentración de los asistentes en la Plaza de las Nieves al finalizar la movilización. Allí se explicó cómo la alusión a la experiencia del nazismo a través del triángulo era una manera de llamar la atención sobre la persecución que aún existía en Colombia, incluso después de la despenalización de la homosexualidad en 1980 (Velandia, 2008, p. 98). Al igual que HAW el MLHC no buscaba con este símbolo la simpatía de externos, pues la marcha de treinta participantes fue escoltada por cien policías en un intento de evitar cualquier tipo de contacto con el público, sino el reconocimiento por parte de los homosexuales no organizados de la necesidad de una organización política que luchara contra la perpetuación de la discriminación.

Sin embargo, después de la marcha, el MLHC decidió no continuar con las manifestaciones sectoriales pues muchos de sus miembros creían que esto los alienaría de otros potenciales aliados (Caro, 2020b, p. 224). De esta manera, la búsqueda por consolidar una identidad fuerte a través de símbolos, como el triángulo rosa, se dejó de lado por unos cuantos años. No fue sino hasta la segunda mitad de la década que se retomó la idea de la construcción de una identidad fuerte, de la mano del grupo que mayor uso hizo del triángulo rosa, el CORG.

El CORG fue la tercera y última generación de activistas que se reconocieron dentro del proyecto del MLHC, activos entre 1985 y 1989. Basados en Bogotá y conformados mayoritariamente por jóvenes estudiantes cis-género, este grupo decidió retomar las ideas más radicales del movimiento y regresó la mirada a la nueva izquierda y su crítica a las diversas estructuras de dominación (Caro, 2020a, p. 107).8 Al igual que las anteriores generaciones de activistas, decidieron crear un órgano de difusión para sus ideas. En este caso la revista fue denominada De Ambiente, haciendo referencia al nombre que se le había dado a los espacios de encuentro clandestinos de la ciudad (ver Figura 1).

Detalle de la portada de la revista De Ambiente no. 13, 1988

Figura 1.: Detalle de la portada de la revista De Ambiente no. 13, 1988

Nota. Tomado de CORG (1988, p. 1).

De Ambiente se publicó de 1985 a 1989, con un total de catorce números que llegaron a varias ciudades del país. El cabezote de la revista incluía un triángulo rosa, el símbolo con el que se identificaba también al CORG (ver Figura 1). La relación con la experiencia alemana retomaba la línea puesta por el GELG años antes. El CORG continuó la tarea iniciada por el GELG de construir una narrativa histórica del movimiento. En este contexto se reconoció explícitamente a las experiencias alemanas de final del siglo XIX, entre las que se encontraba el WhK, como las pioneras a nivel mundial del movimiento de disidencia sexual (CORG, 1985, pp. 7-8). Esta relación también incluyó contactos más directos con el activismo alemán. Fue particularmente importante para el CORG el apoyo que recibió por parte del Gay Liberation Front Köln (GLFK), a quien declararon organización hermana (CORG, 1988, p. 2).

Lo anterior resulta curioso ya que el GLFK era considerado de tendencia reformista e integracionista y aunque hacía parte de los primeros grupos fundados en Alemania Oriental, para el final de la década de los ochenta era visto como una de las organizaciones menos contenciosas del país, que, no obstante, también defendía el uso del triángulo rosado (Holy, 2017, pp. 73-74). Acá vale la pena mencionar que la mayoría de los contactos con el mundo exterior se realizaban a través de relaciones personales, ya fuesen de amistad o amorosas, por lo que la afinidad política muchas veces se diluía en la cercanía sectorial que sobrepasaba una discusión ideológica profunda.9

Más allá de fortalecer el contacto esporádico o enfatizar la construcción de un relato histórico sectorial, el triángulo rosa hizo parte de un proceso de construcción de un nuevo marco que el CORG elaboró a lo largo de sus cuatro años de existencia.

En 1987 el CORG decidió justificar de manera pública el uso del triángulo rosa a partir de la conmemoración del día internacional de la deportación, el 26 de abril. En un texto publicado en el número 11 de De Ambiente se resaltó la importancia de recordar a los “compañeros masacrados por Hitler”, en cuanto representaban no solo una experiencia terrible de persecución por el “delito de practicar la homosexualidad”, sino también porque el CORG percibía un ascenso de “las ideologías fascistas”, que en el caso colombiano iban de la mano con las prácticas de limpieza social del naciente paramilitarismo (CORG, 1987, p. 13).

El texto hacía un repaso de las políticas que llevaron a la persecución de los homosexuales durante el nazismo y reconocía que fue el movimiento de liberación homosexual de la década de los setenta el que rescató al triángulo rosa, y con él la memoria del exterminio del olvido. Concluía que una nueva persecución se estaba cocinando en el actual gobierno del “Gran Consenso Social” de Virgilio Barco y que por eso era importante no solo recordar con el triángulo rosa a “nuestros compañeros homosexuales sacrificados”, sino también estar alerta de los nuevos riesgos (CORG, 1987, p. 15).

El uso del triángulo rosa se integró a un marco mucho más amplio que se centraba en la denuncia de lo que se percibía como un exterminio de la disidencia sexual en el contexto colombiano. Esta lectura de la situación del país guio durante la segunda mitad de la década de los ochenta las acciones colectivas del CORG. Por un lado, se creó una base de datos de violencias hacia la disidencia sexual, que funcionaba no solo como un registro del sistemático exterminio que el grupo percibía, sino también como una respuesta a la inoperancia de las instituciones legales que se consideraban en muchos casos como indolentes y en otros como victimarios. Esta base de datos se publicaba en De Ambiente de diversas maneras, algunas veces como resúmenes bajo la sección “Noti-rosas”, otras veces con mucha mayor profundidad (con extractos de artículos de prensa local y nacional) bajo el título “Porque la vida es asunto de todos”. Es importante aclarar que el CORG reconocía que el exterminio de los homosexuales hacia parte de una violencia mucho mayor que incorporaba a otros actores activos. Ellos advirtieron que en ese entonces en Colombia era “un pecado mortal ser disidente, bien sea ideológico, sexual o de cualquier carácter y hoy es causal de muerte” (CORG, 1988, p. 8).

Por otro lado, el contexto hostil también afectó las acciones públicas del CORG. El grupo decidió no realizar marchas conmemorativas a los disturbios de Stonewall, siguiendo la línea de la generación anterior (CORG, 1987, p. 11). Esto, sin embargo, no significó una desaparición del espacio público.

Durante 1988 en el país se realizaron diversas manifestaciones en rechazo al conflicto armado llamadas “marchas por la vida”, en donde se hacía un llamado desde la sociedad civil al cese al fuego. En estas marchas el CORG participó activamente, con el triángulo rosa como símbolo del MLHC, pero con el rostro de los manifestantes cubierto con pintura por miedo a la identificación y las consecuentes represalias (ver Figura 2). El grupo justificó su presencia en las calles no solo como una muestra de solidaridad con las víctimas de la guerra, sino como una forma de reafirmar el llamado a la libertad del MLHC que combatía tanto la apatía de los gays que se contentaban con vivir en la clandestinidad, como “la mirada indigna del ejército y la policía [...] cargada de ira contra las denuncias airadas del movimiento homosexual” (CORG, 1988, p. 1).

Foto del CORG en la marcha por la vida en Bogotá, el 27 de septiembre de 1988

Figura 2.: Foto del CORG en la marcha por la vida en Bogotá, el 27 de septiembre de 1988

Nota. Tomado de CORG (s.f.).

Curiosamente, aunque el periodo de actividades del CORG coincidió con la llegada del VIH/SIDA a Colombia, el uso del triángulo rosa no se asoció a este fenómeno en este momento. En De Ambiente se publicaban numerosos artículos, la mayoría traducciones de textos estadounidenses, sobre la información más reciente respecto a la lucha y prevención contra el sida, pero en estas piezas informativas no se hizo alusión comparativa o a modo de ejemplo de la experiencia nazi a este respecto. Esto se puede deber a que a diferencia del contexto estadounidense o europeo en donde operó ACT-UP, en Colombia la existencia de una violencia propia de un conflicto armado definía los límites de los marcos de acción colectiva de los movimientos sociales. No tenía sentido comparar las muertes por sida, que representaban una preocupación para el movimiento, con el exterminio nazi cuando se percibía un exterminio concreto por parte de escuadrones de limpieza social vinculados a la emergencia del paramilitarismo o a las alas más conservadoras de la izquierda armada. Sin embargo, es claro que aún hace falta un análisis histórico de la lucha contra el VIH/SIDA para reconocer las estrategias específicas usadas por organizaciones para resaltar la importancia de enfrentar a esta epidemia.

En 1989 el CORG publicó el último número de De Ambiente. La lectura que en ese entonces hizo el grupo de la situación colombiana estaba atravesada por el miedo al recrudecimiento de la persecución a la disidencia sexual. Para el CORG la violencia política del momento jalonada por “los enemigos de la vida” hacía imposible continuar no solo con la publicación de la revista, sino también con el activismo del grupo. De esta manera advirtieron el final del proyecto editorial y político, dando fin también a más de diez años de actividad del MLHC. Pese a esto, en una nota más positiva el CORG ratificó:

[su] disposición de mantener viva la rosa bandera de nuestra lucha, seguros de que tarde que temprano nuestra modesta labor germinará, logrando unir a los homosexuales en torno a la consecución de sus inalie nables derechos, co-ayudando así a que el mañana sea luminoso y a que la vida digna sea patrimonio de todos. (CORG, 1989, p. 1)

Incluso en sus últimos momentos, el CORG decidió no solo hacer alusión al triángulo rosa, sino explicar su propia desaparición a través del marco que habían construido alrededor de este símbolo: el de un exterminio.

Después de la desintegración del CORG el triángulo rosa fue desapareciendo de los marcos del movimiento de disidencia sexual colombiano. El grupo lésbico Triángulo Negro, activo en la década de los noventa, retomó la tradición de hacer alusión a la experiencia alemana pero su activismo se centró en otros aspectos que no necesitaban del marco anteriormente establecido. En la reactivación de la marcha en conmemoración de los disturbios de Stonewall en 1996, el protagonismo de la bandera arcoíris evidenció el desplazamiento del triángulo rosa como símbolo protagónico. Sin embargo, cabe aclarar que este no desapareció completamente del imaginario colectivo y aún aparece esporádicamente en acciones públicas.

Conclusión: el poder de un símbolo

En el 2015 el Centro Nacional de Memoria Histórica de Colombia (CNMH, 2015) publicó el informe Aniquilar la diferencia en donde se expuso la violencia sufrida por los sectores LGBTI en el marco del conflicto armado. Esta publicación representó un triunfo para el movimiento, en cuanto implicó el reconocimiento por parte del Estado colombiano de una violencia específica invisibilizada por mucho tiempo e inició una discusión que ha dado como resultado más informes al respecto (CNMH, 2018, 2019). Tal logro hace parte de la extensión del marco construido por el movimiento en la década de los ochenta. Es una continuación de lo iniciado por el triángulo rosa.

Como se pudo registrar, la construcción de marcos representaba no solo una estrategia política para los movimientos sociales, sino también una forma de identificar momentos históricos dentro de estos. En Ale-mania Occidental y Estados Unidos el uso de este triángulo estuvo asociado al contexto de emergencia de la liberación homosexual, donde la irreverencia de la comparación con la experiencia nazi servía como un elemento de choque para llamar la atención sobre una injusticia.

En la lucha contra el sida se registra otro momento en donde las alusiones al régimen nazi dejan de tener exclusivamente un objetivo de espectacularidad y pasan a hacer parte de un proceso de teorización sobre las responsabilidades estructurales de las muertes, vinculadas a políticas abiertamente homofóbicas.

En América Latina, aunque inicialmente el triángulo rosa fue usado como una imagen controversial, a finales de la década de los ochenta emergió con las denuncias a la violencia homofóbica, que impulsó a los movimientos a buscar darle sentido a una sistematicidad cada vez más evidente gracias al cada vez más visible activismo.

En Colombia, en un inicio las alusiones a Alemania hacían parte de un proceso de construcción de un relato histórico que aportaba a la consolidación de una identidad política; pero el contexto del conflicto armado empujó los procesos de construcción de marcos hacia otra dirección. De esta manera, el triángulo rosa se convirtió en un símbolo de la lucha contra el exterminio que el CORG identificó en el periodo de recrudecimiento del conflicto armado.

Al igual que ACT-UP, el CORG construyó un marco alrededor de la muerte y la vida, y adjudicó una responsabilidad específica a los perpetradores. En este punto es posible evidenciar por lo menos dos momentos del uso del símbolo en le movimiento de disidencia sexual colombiano, marcados por la coyuntura histórica. El triángulo rosa no tenía la misma resonancia en el panfleto de 1979 repartido en bares clandestinos que en la portada de un informe sobre asesinatos homofóbicos en 1988. Esta diferencia en la forma de traducir la realidad es la que permite reconocer los procesos históricos de un movimiento social.

En este texto se ha evidenciado cómo la imagen del triángulo rosa ha sido usada en diferentes contextos espaciotemporales. Su permanencia en los marcos construidos por los diferentes movimientos de disidencia sexual evidencia que existe una resonancia cultural con respecto a las alusiones sobre la experiencia nazi. Esto se puede deber a que la mayoría de los movimientos sociales se organizan en contra de algún fenómeno percibido como injusto y a este respecto el fascismo ha sido convertido en un clásico ejemplo de un régimen opresivo. Aunque sin duda hay una particular tradición anti-fascista en el movimiento de disidencias sexuales.

No hay que olvidar que la construcción de marcos basados en este ejemplo no es exclusiva de movimientos progresistas. El ejemplo más claro de ello es la reciente popularidad que ha adquirido el término “feminazi” dentro de movimientos sexualmente reaccionarios. Aunque hoy esta palabra es usada indistintamente, fue acuñada para caracterizar el derecho a la interrupción del embarazo en Estados Unidos, considerado por un sector conservador como una política de la muerte semejante a la del holocausto.

El estudio de la construcción de símbolos por parte de los movimientos sociales nos ayuda no solo a entender las diversas justificaciones que tienen los grupos para su movilización, sino también el momento histórico en el cual actúan. Un estudio sistemático de la construcción de marcos por parte del movimiento de disidencia sexual en Colombia podrá dar cuenta, no solo de las percepciones que se tenían del sector y su relación con la sociedad, sino también permitirá establecer parámetros que permitan realizar diferenciaciones históricas de un movimiento con una trayectoria de más de cincuenta años que aún se sigue asumiendo como estático y homogéneo.

Reconocimientos

El presente texto hace parte de la investigación doctoral sobre la historia del movimiento de disidencia sexual colombiano (1979-2019) realizada en la Katholische Universtiät Eichstätt-Ingolstadt con apoyo del DAAD. Agradezco todos los comentarios y sugerencias de quienes leyeron este texto durante las diversas etapas de su construcción.

Felipe Cesar Camilo Caro Romero

Historiador egresado de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. Magister en Historia de la Universidad de los Andes. Actualmente es doctorando a través del programa de becas del DAAD en Historia Latinoamericana en la Katholische Universtiät Eichstätt-Ingolstadt.

Referencias

Benford, D. y Snow, D. (2000). Framing Processes and Social Movements: An Overview and Assessment. Annual Review of Sociology, (26), 611-639.

Caro, F. y Simonetto, P. (2019). Sexualidades radicales: Los Movimiento de Liberación homosexual en América Latina (1967-1989). Izquierdas, (46), 65-85.

Caro, F. (2020a). Más allá de Stonewall: el Movimiento de Liberación Homosexual de Colombia y las redes de activismo internacional, 1967-1989. Historia Crítica, (75), 93-114.

Caro, F. (2020b). “Ni enfermos ni criminales, simplemente homosexuales”. Las primeras conmemoraciones de los disturbios de Stonewall en Colombia, 1978-1982. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, 47(1), 201-229.

CNMH, Centro Nacional de Memoria Histórica. (2015). Aniquilar la diferencia. Lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros en el marco del conflicto armado colombiano. Bogotá D.C.: Autor.

CNMH, Centro Nacional de Memoria Histórica. (2018). Un carnaval de resistencia Memorias del reinado trans del río Tuluní. Bogotá D.C.: Autor.

CNMH, Centro Nacional de Memoria Histórica. (2019). Ser marica en medio del conflicto armado. Memorias de Sectores LGBT en el Magdalena Medio. Bogotá D.C.: Autor.

CORG, Colectivo Orgullo Gay (s.f.). Archivo Digital de la Liberación Homosexual en Colombia. Recuperado de https://archivodlhc.blogspot.com/

CORG, Colectivo Orgullo Gay (1985). De Ambiente (6a edición). Recuperado de https:// archivodlhc.blogspot.com/2020/05/de-ambiente.html

CORG, Colectivo Orgullo Gay (1987). De Ambiente (11a edición). Recuperado de https:// archivodlhc.blogspot.com/2020/05/de-ambiente.html

CORG, Colectivo Orgullo Gay (1988). De Ambiente (12a edición). Recuperado de https:// archivodlhc.blogspot.com/2020/05/de-ambiente.html

CORG, Colectivo Orgullo Gay (1989). De Ambiente (14a edición). Recuperado de https:// archivodlhc.blogspot.com/2020/05/de-ambiente.html

Corrales, J. y Pecheny, M. (Eds.) (2010). The Politics of Sexuality in Latin America. A reader on Lesbian, Gay, Bisexual, and Transgender Rights. Pittsburg: University of Pittsburg Press.

Correa, G. (2017). Raros: Historia Cultural de la Homosexualidad en Medellín, 1890-1980. Medellín: Universidad de Antioquia.

Danbolt, M. (2010). We’re Here! We’re Queer? Activist Archives and Archival Activism. Lambda Nordica, 15(3-4), 90-118.

Denby, E. (2015). From “Black is Beautiful” to “Gay Power”: Cultural Frames in the Gay Liberation Movement. The Hilltop Review, 7(2), 132-142.

Dobler, J. (2014). Der Maßnahmenkatalog des Schwulen Museums zur Erforschung und Aufarbeitung der Verbrechen des Nationalsozialismus an Homosexuellen. En M. Schwartz (Ed.), Homosexuelle im Nationalsozialismus. Neue Forschungsperspektiven zu Lebenssituationen von lesbischen, schwulen, bi-, trans-und intersexuellen Menschen 1933 bis 1945 (pp. 61-68). München: Oldenbourg Wissenschaftsverlag GmbH.

Eckstein, S. (1989). Poder y protesta popular en América Latina. En S. Eckstein (Ed.), Poder y Protesta Popular. Movimientos Sociales Latinoamericanos (pp. 15-75). Ciudad de México: Siglo XXI.

Encarnación, O. (2016). Out in the Periphery. Latin America’s Gay Rights Revolution. Oxford: Oxford University Press.

Gamson, J. (1989). Silence, Death, and the Invisible Enemy: AIDS Activism and Social Movement “Newness”. Social Problems, 36(4), 351-367.

Giles, G. (1992). “The Most Unkindest Cut of All”: Castration, Homosexuality and Nazi Justice. Journal of Contemporary History, 27(1), 41-61.

Giles, G. (2001). Why Bother About Homosexuals? Homophobia and Sexual Politics in Nazi Germany. Washington: United States Holocaust Memorial Museum.

Green, J. (2004). Deseo y Militancia: Lesbianas, gays y el Partido de los Trabajadores en Brasil. En P. Drucker (Ed.), Arco Iris Diferentes (pp. 70-85). Ciudad de México: Siglo XXI.

Grupo Gay da Bahia (2020). Mortes Violentas de LGBT+ No Brasil 2019. São Salvador da Bahia: Autor.

Hancock, E. (1998). “Only the Real, the True, the Masculine Held Its Value”: Ernst Röhm, Masculinity, and Male Homosexuality. Journal of the History of Sexuality, 8(4), 616-641.

Holy, M. (2017). Jenseits von Stonewall. Rückblicke auf die Schwulenbewegung in der BRD 1969-1980. En A. Pretzel y V. Weiss (Ed.), Rosa Radikale. Die Schwule Bergung der 1970er Jahre (pp. 39-79). Hamburg: Männerschwarm Verlag.

Irwin, R., McCaughan, E. y Nasser, M. (Ed.) (2003). The Famous 41: Sexuality and Social Control in Mexico, 1901. London: Palgrave.

Jensen, E. (2002). The Pink Triangle and Political Consciousness: Gays, Lesbians, and the Memory of Nazi Persecution. Journal of the History of Sexuality, 11 (1/2), 319-349.

Laclau, E. y Mouffle, C. (1987). Hegemonía y estrategia socialista Hacia una radicalización de la democracia. Madrid: Siglo XXI.

Laskar, P., Johansson, A. y Mulinari, D. (2016). Decolonizing the Rainbow Flag. Culture Unbound, 8(3), 193-216.

Lubofsky, V. (2018). Somewhere Over the Triangle. The rise of the rainbow flag as the symbol of the lgbtq+ community in the late 20th century (Tesis Pregrado). Global Studies, University of Chicago, Chicago.

Peterson, A., Wahlström, M. y Wennerhag, M. (2018). Prides Parades and LGBT Movements. Political participation in an international comparative perspective. New York: Routledge.

Puar, J. (2017). Terrorist Assemblages. Homonationalism in Queer Times. Durham: Duke University Press.

Rubino, A. (2019). Hacia una (in)definición de la disidencia sexual. Una propuesta para su análisis en la cultura. Revista LUTHOR, (39), 62-80.

Szokol, E. (2013). 108. Ciento ocho. Asunción: Arandura.

Serrano, J. (2012). El olvido recobrado: sexualidad y políticas radicales en el Movimiento de Liberación Homosexual en Colombia. CS, (10), 19-54.

Simonetto, P. (2017). Entre la injuria y la revolución El Frente de Liberación Homosexual. Argentina, 1967-1976. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes.

Tilly, C. y Tarrow, S. (2015). Contentious Politics. Oxford: Oxford University Press.

Velandia, M. (2008). De homosexual a marica sujeto de derechos. Arqueología al interior de mí mismo. Bilbao: Universidad del País Vasco.

Zibechi, R. (2017). Movimientos sociales en América Latina El “mundo otro” en movimiento. Bogotá D.C.: Desde Abajo.

En este artículo se usará el termino movimiento de disidencia sexual como una categoría de análisis histórico que permite el estudio de diversas experiencias políticas entorno a la lucha contra la imposición de una norma heterosexual cisgenérica, retomando una postura iniciada desde Latinoamérica (Rubino 2019). Por ello, allí se reconoce al movimiento LGBTI simplemente como una etapa más de este fenómeno y será usado en su contexto específico.
Aparte de los textos de Caro sobre el MLHC (Caro, 2020a, 2020b) los trabajos precedentes más cercanos al análisis histórico documental de este momento del movimiento de disidencia sexual son la monografía convertida en libro de Guillermo Correa que se centra en Medellín, solo hasta el inicio de la década de los ochenta (Correa, 2017) y un texto de José Serrano que se centra parcialmente en las dos publicaciones anteriores a De Ambiente (Serrano, 2012).
Apenas unos meses después del ascenso de Hitler al poder, el 10 de mayo de 1933 el Institut für Sexualwissenschaft (Instituto para el estudio de la sexualidad) liderado por Magnus Hirschfeld, una de las cabezas más visibles del Wissenschaftlichhumanitäres Komitee (Comité Científico Humanitario), fue saqueado y destruido por miembros de la Liga Nacionalsocialista de Estudiantes Alemanes. Este ataque evidenció el rechazo que el partido tenia a cualquier expresión sexual que se desviara de una estricta norma heterosexual.
Esta reforma sucede un año después del asesinato de Röhm en lo que se conoce como La Noche de los Cuchillos Largos, una operación paramilitar que eliminó a diferentes oponentes políticos de Hitler dentro del partido entre el 30 de junio y el 2 de julio de 1934.
Los die-in (similares a los sit-in o plantones en español) eran acciones en donde un grupo de activistas simulaba su muerte, ya fuese tumbados físicamente en el suelo o creando siluetas con tiza de la misma manera como lo hacían los policías en escenas de crímenes.
La influencia más temprana del mundo germano parlante se encuentra en la discusión y apropiación de los trabajos del controversial psicoanalista austriaco Wilhelm Reich por parte del intelectual León Zuleta. Una aproximación a su obra se encuentra en varios números de la revista El Otro, primera publicación editada por el MLHC entre 1977 y 1979.
En Colombia los actos homosexuales fueron penalizados formalmente desde 1890 hasta 1980.
Aunque existe registro de presencia de mujeres en las tres generaciones del MLHC, el movimiento lésbico se desarrolló paralela pero diferencialmente. Existió sin duda un protagonismo cis-masculino dentro de este movimiento lo que también ha generado que se resalten a ciertas figuras por sobre un reconocimiento de la heterogeneidad de las numerosas personas que allí participaron. Mayores investigaciones permitirán un reconocimiento de esos cuerpos anónimos que acompañan los relatos del pasado, donde solo figuran un par de nombres.
De esta manera el MLHC estableció contacto con grupos de distintas partes del mundo.

Referencias

Benford, D. y Snow, D. (2000). Framing Processes and Social Movements: An Overview and Assessment. Annual Review of Sociology, (26), 611-639. DOI: https://doi.org/10.1146/annurev.soc.26.1.611

Caro, F. y Simonetto, P. (2019). Sexualidades radicales: Los Movimiento de Liberación homosexual en América Latina (1967-1989). Izquierdas, (46), 65-85. DOI: https://doi.org/10.4067/S0718-50492019000200065

Caro, F. (2020a). Más allá de Stonewall: el Movimiento de Liberación Homosexual de Colombia y las redes de activismo internacional, 1967-1989. Historia Crítica, (75), 93-114. DOI: https://doi.org/10.7440/histcrit75.2020.05

Caro, F. (2020b). “Ni enfermos ni criminales, simplemente homosexuales”. Las primeras conmemoraciones de los disturbios de Stonewall en Colombia, 1978-1982. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, 47(1), 201-229. DOI: https://doi.org/10.15446/achsc.v47n1.83150

CNMH, Centro Nacional de Memoria Histórica. (2015). Aniquilar la diferencia. Lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros en el marco del conflicto armado colombiano. Bogotá D.C.: Autor.

CNMH, Centro Nacional de Memoria Histórica. (2018). Un carnaval de resistencia Memorias del reinado trans del río Tuluní. Bogotá D.C.: Autor.

CNMH, Centro Nacional de Memoria Histórica. (2019). Ser marica en medio del conflicto armado. Memorias de Sectores LGBT en el Magdalena Medio. Bogotá D.C.: Autor.

CORG, Colectivo Orgullo Gay (s.f.). Archivo Digital de la Liberación Homosexual en Colombia. Recuperado de https://archivodlhc.blogspot.com/

CORG, Colectivo Orgullo Gay (1985). De Ambiente (6a edición). Recuperado de https://archivodlhc.blogspot.com/2020/05/de-ambiente.html

CORG, Colectivo Orgullo Gay (1987). De Ambiente (11a edición). Recuperado de https://archivodlhc.blogspot.com/2020/05/de-ambiente.html

CORG, Colectivo Orgullo Gay (1988). De Ambiente (12a edición). Recuperado de https://archivodlhc.blogspot.com/2020/05/de-ambiente.html

CORG, Colectivo Orgullo Gay (1989). De Ambiente (14a edición). Recuperado de https://archivodlhc.blogspot.com/2020/05/de-ambiente.html

Corrales, J. y Pecheny, M. (Eds.) (2010). The Politics of Sexuality in Latin America. A reader on Lesbian, Gay, Bisexual, and Transgender Rights. Pittsburg: University of Pittsburg Press. DOI: https://doi.org/10.2307/j.ctt5vkfk6

Correa, G. (2017). Raros: Historia Cultural de la Homosexualidad en Medellín, 1890-1980. Medellín: Universidad de Antioquia.

Danbolt, M. (2010). We’re Here! We’re Queer? Activist Archives and Archival Activism. Lambda Nordica, 15(3-4), 90-118.

Denby, E. (2015). From “Black is Beautiful” to “Gay Power”: Cultural Frames in the Gay Liberation Movement. The Hilltop Review, 7(2), 132-142.

Dobler, J. (2014). Der Maßnahmenkatalog des Schwulen Museums zur Erforschung und Aufarbeitung der Verbrechen des Nationalsozialismus an Homosexuellen. En M. Schwartz (Ed.), Homosexuelle im Nationalsozialismus. Neue Forschungsperspektiven zu Lebenssituationen von lesbischen, schwulen, bi-, trans- und intersexuellen Menschen 1933 bis 1945 (pp. 61-68). München: Oldenbourg Wissenschaftsverlag GmbH. DOI: https://doi.org/10.1524/9783486857504.61

Eckstein, S. (1989). Poder y protesta popular en América Latina. En S. Eckstein (Ed.), Poder y Protesta Popular. Movimientos Sociales Latinoamericanos (pp. 15-75). Ciudad de México: Siglo XXI.

Encarnación, O. (2016). Out in the Periphery. Latin America’s Gay Rights Revolution. Oxford: Oxford University Press. DOI: https://doi.org/10.1093/acprof:oso/9780199356645.001.0001

Gamson, J. (1989). Silence, Death, and the Invisible Enemy: AIDS Activism and Social Movement “Newness”. Social Problems, 36(4), 351-367. DOI: https://doi.org/10.1525/sp.1989.36.4.03a00030

Giles, G. (1992). “The Most Unkindest Cut of All”: Castration, Homosexuality and Nazi Justice. Journal of Contemporary History, 27(1), 41-61. DOI: https://doi.org/10.1177/002200949202700103

Giles, G. (2001). Why Bother About Homosexuals? Homophobia and Sexual Politics in Nazi Germany. Washington: United States Holocaust Memorial Museum.

Green, J. (2004). Deseo y Militancia: Lesbianas, gays y el Partido de los Trabajadores en Brasil. En P. Drucker (Ed.), Arco Iris Diferentes (pp. 70-85). Ciudad de México: Siglo XXI.

Grupo Gay da Bahia (2020). Mortes Violentas de LGBT+ No Brasil 2019. São Salvador da Bahia: Autor.

Hancock, E. (1998). “Only the Real, the True, the Masculine Held Its Value”: Ernst Röhm, Masculinity, and Male Homosexuality. Journal of the History of Sexuality, 8(4), 616-641.

Holy, M. (2017). Jenseits von Stonewall. Rückblicke auf die Schwulenbewegung in der BRD 1969-1980. En A. Pretzel y V. Weiss (Ed.), Rosa Radikale. Die Schwule Bergung der 1970er Jahre (pp. 39-79). Hamburg: Männerschwarm Verlag.

Irwin, R., McCaughan, E. y Nasser, M. (Ed.) (2003). The Famous 41: Sexuality and Social Control in Mexico, 1901. London: Palgrave. DOI: https://doi.org/10.1007/978-1-349-73069-8

Jensen, E. (2002). The Pink Triangle and Political Consciousness: Gays, Lesbians, and the Memory of Nazi Persecution. Journal of the History of Sexuality, 11 (1/2), 319-349. DOI: https://doi.org/10.1353/sex.2002.0008

Laclau, E. y Mouffle, C. (1987). Hegemonía y estrategia socialista Hacia una radicalización de la democracia. Madrid: Siglo XXI.

Laskar, P., Johansson, A. y Mulinari, D. (2016). Decolonizing the Rainbow Flag. Culture Unbound, 8(3), 193-216. DOI: https://doi.org/10.3384/cu.2000.1525.1683193

Lubofsky, V. (2018). Somewhere Over the Triangle. The rise of the rainbow flag as the symbol of the lgbtq+ community in the late 20th century (Tesis Pregrado). Global Studies, University of Chicago, Chicago.

Peterson, A., Wahlström, M. y Wennerhag, M. (2018). Prides Parades and LGBT Movements. Political participation in an international comparative perspective. New York: Routledge. DOI: https://doi.org/10.4324/9781315474052

Puar, J. (2017). Terrorist Assemblages. Homonationalism in Queer Times. Durham: Duke University Press. DOI: https://doi.org/10.1215/9780822371755

Rubino, A. (2019). Hacia una (in)definición de la disidencia sexual. Una propuesta para su análisis en la cultura. Revista LUTHOR, (39), 62-80.

Szokol, E. (2013). 108. Ciento ocho. Asunción: Arandura.

Serrano, J. (2012). El olvido recobrado: sexualidad y políticas radicales en el Movimientode Liberación Homosexual en Colombia. CS, (10), 19-54. DOI: https://doi.org/10.18046/recs.i10.1354

Simonetto, P. (2017). Entre la injuria y la revolución El Frente de Liberación Homosexual. Argentina, 1967-1976. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes.

Tilly, C. y Tarrow, S. (2015). Contentious Politics. Oxford: Oxford University Press.

Velandia, M. (2008). De homosexual a marica sujeto de derechos. Arqueología al interior de mí mismo. Bilbao: Universidad del País Vasco.

Zibechi, R. (2017). Movimientos sociales en América Latina El “mundo otro” en movimiento. Bogotá D.C.: Desde Abajo.

Cómo citar

APA

Caro, F. (2021). Los fantasmas del exterminio: el triángulo rosa del movimiento de disidencia sexual colombiano, 1985-1989. Ciencia Política, 16(31), 275–298. https://doi.org/10.15446/cp.v16n31.88276

ACM

[1]
Caro, F. 2021. Los fantasmas del exterminio: el triángulo rosa del movimiento de disidencia sexual colombiano, 1985-1989. Ciencia Política. 16, 31 (ene. 2021), 275–298. DOI:https://doi.org/10.15446/cp.v16n31.88276.

ACS

(1)
Caro, F. Los fantasmas del exterminio: el triángulo rosa del movimiento de disidencia sexual colombiano, 1985-1989. Cienc. politi. 2021, 16, 275-298.

ABNT

CARO, F. Los fantasmas del exterminio: el triángulo rosa del movimiento de disidencia sexual colombiano, 1985-1989. Ciencia Política, [S. l.], v. 16, n. 31, p. 275–298, 2021. DOI: 10.15446/cp.v16n31.88276. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/cienciapol/article/view/88276. Acesso em: 17 jul. 2024.

Chicago

Caro, Felipe. 2021. «Los fantasmas del exterminio: el triángulo rosa del movimiento de disidencia sexual colombiano, 1985-1989». Ciencia Política 16 (31):275-98. https://doi.org/10.15446/cp.v16n31.88276.

Harvard

Caro, F. (2021) «Los fantasmas del exterminio: el triángulo rosa del movimiento de disidencia sexual colombiano, 1985-1989», Ciencia Política, 16(31), pp. 275–298. doi: 10.15446/cp.v16n31.88276.

IEEE

[1]
F. Caro, «Los fantasmas del exterminio: el triángulo rosa del movimiento de disidencia sexual colombiano, 1985-1989», Cienc. politi., vol. 16, n.º 31, pp. 275–298, ene. 2021.

MLA

Caro, F. «Los fantasmas del exterminio: el triángulo rosa del movimiento de disidencia sexual colombiano, 1985-1989». Ciencia Política, vol. 16, n.º 31, enero de 2021, pp. 275-98, doi:10.15446/cp.v16n31.88276.

Turabian

Caro, Felipe. «Los fantasmas del exterminio: el triángulo rosa del movimiento de disidencia sexual colombiano, 1985-1989». Ciencia Política 16, no. 31 (enero 1, 2021): 275–298. Accedido julio 17, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/cienciapol/article/view/88276.

Vancouver

1.
Caro F. Los fantasmas del exterminio: el triángulo rosa del movimiento de disidencia sexual colombiano, 1985-1989. Cienc. politi. [Internet]. 1 de enero de 2021 [citado 17 de julio de 2024];16(31):275-98. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/cienciapol/article/view/88276

Descargar cita

CrossRef Cited-by

CrossRef citations0

Dimensions

PlumX

Visitas a la página del resumen del artículo

593

Descargas

Los datos de descargas todavía no están disponibles.