Publicado

2021-10-05

Estigma, identidad y trabajo de caracterización

Stigma, identity, and character work

DOI:

https://doi.org/10.15446/cp.v16n31.97925

Palabras clave:

afroamericano, estigmas, emociones, dalit, guerras de caracterización, estrategias de movilización (es)
African American, Character Wars, Emotions, Dalit, Mobilization Strategies, Stigma (en)

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Autores/as

Este artículo reflexiona sobre las dinámicas y estrategias que emplean los grupos estigmatizados y marginalizados para salir de ese estatus, acudiendo al caso de los afroamericanos y los dalit para ilustrar dichas estrategias. La reflexión muestra que el trabajo de caracterización, es decir, el trabajo de identificarse y responder a las caracterizaciones impuestas crea ciertos dilemas para los grupos involucrados en el contexto de “las guerras de caracterización”. Estas son un tipo de conflicto cultural que sucede entre opresores y oprimidos y que involucra sus identidades. En la manera en la que abordan los dilemas, los grupos muestran un manejo emocional que es utilizado estratégicamente para reivindicar el estatus de los marginalizados. Se concluye con un llamado a la concreción y a observar las dinámicas de los grupos para que a partir de ellas se trabaje en la construcción de estrategias y no al revés, imponiendo esencias a las particularidades.

This article reflects on the dynamics and strategies that stigmatized and marginalized groups use to overcome that status and turns to the Afro-American case and the Dalits to illustrate these strategies. The paper shows that the Character Work, that is, the work of identifying and responding to the identifications imposed, creates certain dilemmas for the groups involved in the context of “Character Wars”. Those are a type of cultural conflict that take place between oppressors and oppressed and involves the identities of both. The approaching dilemma shows an emotional management used strategically to vindicate the status of the marginalized. The text concludes with a call to be concreted and to observe the dynamics of the groups with the intention of working on the construction of strategies and not the other way around, imposing essences on the particularities. 

Recibido: 8 de junio de 2021; Aceptado: 10 de julio de 2021

Resumen

Este artículo reflexiona sobre las dinámicas y estrategias que emplean los grupos estigmatizados y marginalizados para salir de ese estatus, acudiendo al caso de los afroamericanos y los dalit para ilustrar dichas estrategias. La reflexión muestra que el trabajo de caracterización, es decir, el trabajo de identificarse y responder a las caracterizaciones impuestas crea ciertos dilemas para los grupos involucrados en el contexto de “las guerras de caracterización”. Estas son un tipo de conflicto cultural que sucede entre opresores y oprimidos y que involucra sus identidades. En la manera en la que abordan los dilemas, los grupos muestran un manejo emocional que es utilizado estratégicamente para reivindicar el estatus de los marginalizados. Se concluye con un llamado a la concreción y a observar las dinámicas de los grupos para que a partir de ellas se trabaje en la construcción de estrategias y no al revés, imponiendo esencias a las particularidades.

Palabras clave: afroamericano, estigmas, emociones, dalit, guerras de caracterización, estrategias de movilización.

Abstract

This article reflects on the dynamics and strategies that stigmatized and marginalized groups use to overcome that status and turns to the Afro-American case and the Dalits to illustrate these strategies. The paper shows that the Character Work, that is, the work of identifying and responding to the identifications imposed, creates certain dilemmas for the groups involved in the context of “Character Wars”. Those are a type of cultural conflict that take place between oppressors and oppressed and involves the identities of both. The approaching dilemma shows an emotional management used strategically to vindicate the status of the marginalized. The text concludes with a call to be concreted and to observe the dynamics of the groups with the intention of working on the construction of strategies and not the other way around, imposing essences on the particularities.

Palabras clave: African American, Character Wars, Emotions, Dalit, Mobilization Strategies, Stigma.

En los últimos años, las emociones han regresado al estudio de la vida política. Ya no son consideradas un obstáculo para la razón o una excusa para excluir a grupos –como a las mujeres– de la participación política (Jasper, 2018). Para muchos académicos dedicados a su estudio se han convertido en lo opuesto: una fuente de fuerza y solidaridad para grupos y organizaciones. De hecho, ya no son consideradas ni buenas ni malas por sí mismas. Simplemente son elementos comunes y universales, son parte de toda acción y pensamiento, de toda la vida social.

La identidad de grupo es un concepto popular en el análisis político reciente porque está en el centro de muchas dinámicas emocionales. Conocida también como identidad social o identidad colectiva –dependiendo de la disciplina del autor–, la identidad de grupo es mucho más que distinciones, fronteras y códigos binarios cognitivos. También abarca cómo los seres humanos se sienten con respecto a sí mismos y a otros. Los sentimientos acerca de los grupos propios y los grupos ajenos (o sentimientos “intragrupales” e “intergrupales”) son los más evidentes –y peligrosos–. Sin embargo, también utilizamos toda clase de estereotipos grupales, predicciones y emociones para guiarnos a lo largo de la vida y la política.

Aunque el populismo, el nacionalismo y las afiliaciones partidistas giran en torno a la identidad de grupo, los movimientos sociales a menudo son más explícitos en abordar las identidades. Algunos de los movimientos más famosos de la historia se han organizado alrededor de identidades de grupo, especialmente cuando han luchado contra los estigmas de sus propias identidades. Después de todo, los grupos dominantes casi siempre van más allá del uso de la fuerza bruta, realizando un trabajo cultural para proveer argumentos morales acerca de la inferioridad del grupo oprimido y de su propia superioridad. Una y otra vez, los grupos oprimidos son retratados como demasiado emocionales para ser racionales; demasiado débiles para protegerse; demasiado perezosos para alimentarse a sí mismos; demasiado criminales para ser confiables; o demasiado sucios para vivir cerca.

Tales retratos son una especie de trabajo de caracterización1 que están orientados a despertar miedo, debido al peligro que implican los grupos inferiores; desdén, porque son más parecidos a las bestias que a los humanos; repugnancia, porque incluso el contacto con ellos puede contaminar a los grupos superiores; y burla, porque son graciosos en su tonta ineptitud. Las teorías de la caracterización2 se concentran en cómo los héroes, los villanos, las víctimas y los secuaces son construidos a partir de materiales culturales locales (Jasper, et al., 2018). Estos cuatro roles pueden ser clasificados en dos dimensiones: debilidad vs. fuerza y mal vs. bien. Los héroes son buenos y fuertes; los villanos malos y fuertes; las víctimas buenas y débiles y los secuaces malos y débiles. Si se quiere oprimir a un grupo, lo mejor es retratar a sus miembros como secuaces ridículos, incapaces de la acción colectiva, pero sumamente peligrosos cuando se asocian con los villanos. Si logran organizarse como un actor político, el trabajo de caracterización los convierte en villanos: malévolos aún, pero ahora fuertes.

Naturalmente, los grupos oprimidos contratacan con su propio trabajo de caracterización alternativo. Casi siempre tienen que demostrar su bondad moral: son decentes, gente trabajadora que sigue las leyes y las normas religiosas locales, que no quieren generar problemas, pero que han sido obligados a demandar sus derechos por las atrocidades perpetradas contra ellos por sus opresores. En definitiva, deben demostrar a menudo su fortaleza, ya sea por su número o por su determinación, para que los partidos políticos u otros actores los tomen en serio (Tilly, 2008).

Tal trabajo impone dilemas retóricos para ambos lados en las guerras de la caracterización.3 Los grupos oprimidos deben presentarse a sí mismos como fuertes, pero no demasiado o al menos no en formas que asusten a otros grupos políticos y desencadenen una reacción violenta. Usualmente, ganan compasión documentando que han sido víctimas infortunadas de las élites, pero necesitan parecer lo suficientemente fuertes como para superar su victimización y ganar control sobre sus destinos. A menudo, apelan a su sufrimiento al aparecer en algunos escenarios estratégicos (como cortes de justicia), mientras resaltan su fuerza en otros (como en las protestas callejeras). Llamo a esto el “dilema del héroe o la víctima” (Jasper, 2014, p. 57).

Una solución para los grupos oprimidos es presentarse a sí mismos como inofensivos -o incluso débiles-, pero luego actuar agresivamente de forma concentrada. Normalmente, las autoridades y las audiencias desaprueban las acciones agresivas (como disturbios en vez de manifestaciones pacíficas), lo que puede no importar para el grupo oprimido si puede conseguir ganancias significativas e irreversibles (como cambios de gobierno). Por lo anterior, al ejercer su fuerza, perderá algo de la reputación ganada por su bondad. Claro está que algunos grupos carecen de esta buena reputación como punto de partida y, por eso, tienen menos que perder si adoptan estrategias agresivas. Sin embargo, todos los grupos estratégicos –los poderosos, así como los débiles– enfrentan este dilema, que llamo el “dilema del malo o del bueno” (Jasper, 2006, p. 106).4

Internamente, los grupos estigmatizados deben transformar la vergüenza de sus miembros –y de sus potenciales militantes– por su propia identidad en orgullo por la misma. Los activistas LGBTQ desarrollaron originalmente este lenguaje, pero otros movimientos lo han acogido, explícita o implícitamente. Tácticas como las “paradas del orgullo” y expresiones como “salir del clóset” pueden ser encontradas en varios movimientos. Mientras que la vergüenza es una emoción desmovilizadora, que hace que la gente quiera retirarse y esconderse, el orgullo provee energía y hace que los individuos “saquen pecho” y levanten sus cabezas en público. De esta manera, un grupo se vuelve heroico, capaz de reivindicar sus derechos.

Los grupos poderosos enfrentan dilemas paralelos en sus esfuerzos para prevenir que los grupos oprimidos se movilicen exitosamente. ¿Los retratan como secuaces tontos o como villanos amenazantes? (Jasper, 2014, p. 57). El grupo oprimido será influenciado por esta misma propaganda, especialmente porque los grupos poderosos tienen más recursos para dedicarle al trabajo de caracterización. Si son pintados como secuaces débiles y tontos, pueden dudar de su propia habilidad para organizarse, demandar poder y para ejercerlo sabiamente una vez lo tengan. Asimismo, pueden internalizar una vergüenza considerable por su identidad estigmatizada. Los aliados potenciales verán poco valor en ayudarlos si la debilidad del grupo oprimido es tal que su causa se hace imposible. Esta clase de vergüenza y estigma contribuyen a mantener a los grupos oprimidos “en su lugar”, en la base de las jerarquías políticas, económicas y sociales.

Los grupos poderosos y los medios que controlan pueden representar a los grupos oprimidos como fuertes y amenazantes, como villanos más que como secuaces. Esta clase de campañas de desprestigio tienen la ventaja de espantar a los miembros del público y ganan su atención, de forma que hacen probable que apoyen políticas represivas. La satanización insinúa urgencia para luchar contra las amenazas. Sin embargo, esas mismas amenazas pueden sugerir también que algunas concesiones son necesarias. Además, la imagen de fuerza puede dar orgullo al grupo oprimido que, como resultado, puede movilizar a sus miembros más efectivamente. Las Panteras Negras cumplieron este papel en el movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos.

Pensar en términos de dilemas estratégicos y compensaciones es un enfoque novedoso para el estudio de la protesta (Jasper, 2004). Quisiera ir más allá al integrar a las emociones, conectándolas con la dimensión estratégica. Este también es un tema nuevo –o al menos redescubierto– en el estudio de la protesta (Jasper, 1997, 1998; Goodwin, et al., 2000, 2001, Goodwin y Jasper, 2006; Clarke et al., 2006), y que parece ser lejano a lo estratégico a primera vista. De hecho, en la investigación y en la teoría, la oposición clásica ha sido la de contrastar los movimientos expresivos con movimientos más estratégicos, racionales e intencionales. Este es un enfoque profundamente equivocado que distorsiona cada tipo de movimiento.

En el centro del Dilema de la Identidad Estigmatizada está la siguiente disyuntiva: la misma identidad que ha oprimido al grupo es la base necesaria para su movilización con el fin de rechazar o reevaluar ese estigma. Los organizadores y los líderes deben apelar a ella sin reforzarla. Este es un dilema tanto en el nivel de los medios, sobre cómo obtener lo que se quiere, como en el nivel de los fines, debido a que la dignidad moral se obtiene tanto de abolir el estigma como de organizarse políticamente. Aunque este es un argumento teórico, debo ilustrarlo con dos casos: los afroamericanos en los Estados Unidos y los dalit en la India. Empleo únicamente fuentes secundarias para ambos casos. Mi conocimiento sobre el caso de los dalit es especialmente escaso.

Un signo de este tipo de conflicto es el paso por diferentes nombres para un grupo, en el esfuerzo por suavizar el estigma para ciertas audiencias. Para los negros norteamericanos, hace cien años “gente de color” (coloured people) era el término aceptado (como en la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color -NAACP, por sus siglas en inglés-, fundada en 1910). Luego, durante gran parte del siglo XX fue negroes. 5Blacks” se volvió popular en los años sesenta, ligado al movimiento del Black Power. De esta manera, hubo un tránsito entre “afroamericano”, “gente de color” y más recientemente “africano-americano”, aunque el término “black” sigue siendo popular.

Mi impresión es que existe una serie similar entre los términos “Castas Registradas de la India”,6 “intocables”, “castas exteriores”, “clases deprimidas”, “Harijan”, “dalit” y así sucesivamente. Además de implicar ligeramente distintos agrupamientos con diferentes fronteras, detrás de cada término hay una agenda política dirigida a tener un efecto en ciertas audiencias. A veces, las audiencias están dentro del mismo grupo, otras veces están afuera.

Esta agenda conecta el dilema de la identidad estigmatizada con otro dilema estratégico común, el Dilema de Jano, sobre cuánta atención y esfuerzo poner en los propios integrantes versus cuánto poner en los actores exteriores: mirar hacia adentro vs. mirar hacia afuera7 (Mansbridge, 1986; Jasper, 2006, p. 125). Las formas con las cuales se gana orgullo por la propia identidad raramente son las mismas con las que se atrae a otros. Pero que no haya error, ambos actos son estratégicos (Bernstein, 1997). El separatismo siempre es atrayente. Deduzco que para el caso de los dalit ha existido una tensión entre ubicar su casta en los textos hindúes antiguos –por ejemplo, encontrando un ancestro heroico– y convertirse todos juntos a otra religión –el famoso enfoque de Ambedkar (1990) al final de su vida–.

No solo los grupos oprimidos deben tratar de lidiar con el dilema de las identidades estigmatizadas. Las autoridades gubernamentales y los simpatizantes también deben hacerlo a menudo. Por ejemplo, el gobierno de Nehru (1947-1964) se negó a recolectar datos basados en la casta, lo que se mantuvo hasta finales de los años noventa (Deshpande, 2010). El Gobierno de la India estaba lidiando con el dilema de las identidades estigmatizadas: ¿reforzarían las castas recolectando estos datos? ¿Cómo lo anterior podría ser equilibrado con los beneficios potenciales? Al mismo tiempo que el Estado estableció medidas para ayudar a las castas oprimidas, reforzando la identidad y avivando el resentimiento por parte de otros actores, vaciló en recolectar los datos que lo ayudarían a evaluar si estaba teniendo éxito.8

El dilema de las identidades estigmatizadas también está conectado con lo que llamo el Dilema de Extensión: ¿Qué tan grande y extenso es el equipo que se intenta construir? ¿Qué tan inclusivo se es? Una población estigmatizada puede estar constituida por muchas subunidades que no sienten ninguna solidaridad la una por la otra y, en cambio, usualmente sienten hostilidad mutua. Especialmente, este parece ser el caso de las castas inferiores, que pueden encontrar a alguien aún más abajo para odiar.

Una casta estigmatizada puede ser capaz de volver en la historia o en textos clásicos para encontrar un héroe que pueda estar ligado con su casta, en un esfuerzo por generar orgullo. Sin embargo, la especificidad misma de este esfuerzo va a resaltar la casta propia, evitando la conexión con otras castas estigmatizadas en una solidaridad más amplia. A la inversa, el Partido Bahujan Samaj9 (BSP, por sus siglas en inglés), por ejemplo, puede componer canciones que alaben la fuerza y la historia dalit en general, pero les faltará la resonancia particular de los individuos simbólicos, que en su mayoría van a ser de una casta específica (Narayan, 2006, p. 79).

Entre los africanoamericanos también existió siempre una tensión entre aquellos con piel más clara y aquellos con piel más oscura (Landry, 1987), pero nunca fue como las tensiones de casta en la India. Un mejor paralelo en los Estados Unidos puede ser la tensión entre pobres blancos y negros, que rara vez ha salido bien. Una fuente de esta tensión son los privilegios concedidos estratégicamente por quienes están en el poder: muchos estadounidenses negros trabajaban para las escuelas y el gobierno y se arriesgaban a perder sus trabajos si luchaban por los derechos civiles. Lo mismo sucedió con algunas castas, como los Pasi, que a menudo trabajaron como sicarios para los terratenientes, imponiendo su disciplina sobre otros, incluso sobre castas más bajas (Narayan, 2006, pp. 89-90).

El uso retórico de la historia plantea otro dilema relacionado de cerca con el dilema de la identidad estigmatizada: entre resaltar las atrocidades perpetradas contra un grupo –lo cual fomenta la imagen de villanos de los opresores y al mismo tiempo refuerza la condición de víctima del grupo– versus resaltar las acciones heroicas del grupo –lo que le da confianza para acciones y movilizaciones posteriores (Van Deburg, 1992, pp. 272-280)–. Las dos aproximaciones pueden coexistir: los africanoamericanos cuentan las leyendas de Shine y Stagolee, de John Henry, así como las historias de Harriet Tubman y Nat Turner. Las dos pueden ser combinadas solamente en el heroísmo de la resistencia, en la fuerza que refleja la habilidad para sobrevivir, que es moralmente impresionante pero que no siempre es la mejor base para nuevas movilizaciones. Si bien provee dignidad, no suministra la confianza para el compromiso estratégico. Por ejemplo, aunque Martin Luther King Jr. les dijo a sus seguidores en Albany, Georgia: “No se agoten. Los derribaremos con nuestra capacidad para sufrir”, este escenario representó uno de los pocos fracasos de King.

Desde luego, los programas de acción afirmativa también se ven enredados en el dilema de las identidades estigmatizadas: existen beneficios reales que se pueden aprovechar de estos programas, pero estos realzan y hacen permanentes las categorías contra las que se está luchando. En los Estados Unidos, muchos negros y especialmente los hispanos no quieren ser contratados con la ayuda de acciones afirmativas, pues incluso cuando la ayuda especial se vuelve informal, a menudo no puede evitarse algo de sospecha (usualmente por parte de otros actores) sobre si fue una adjudicación, fruto de las acciones afirmativas, o más bien hubo mérito involucrado. Lo mismo sucedió con el debate de algunas castas en la India en los años treinta en torno a si figurar o no en la Orden de 1936 sobre el registro de las castas. Al menos una de ellas se rehusó a ser contada como una casta exterior en el censo de 1931, pero luego se adhirió a la Orden de 1936 (Mendelsohn y Vicziany, 1998, p. 39).

En ambos casos, la acción afirmativa engendró una reacción negativa. Muchos estadounidenses blancos de la clase trabajadora se agolparon alrededor de Reagan y del Partido Republicano en los años setenta y los años ochenta porque consideraban que el gobierno federal favorecía a los negros (Edsall, T. y Edsall, M., 1991). Lo mismo sucede hoy con muchos miembros de las castas hindúes que consideran que su propio gobierno mima a los dalit, proveyendo más salvedades de las merecidas

Los grupos estigmatizados a menudo avanzan encontrando nuevas audiencias para las que no están estigmatizados. A través de estas nuevas interacciones, maniobran para conseguir más orgullo, así como recursos en algunos casos. Los escenarios internacionales beneficiaron a los negros estadounidenses, así como a los dalit indios. En los años cincuenta, políticos del nivel federal en los Estados Unidos estaban preocupados con la reputación de la nación en el extranjero, debido a que la Unión Soviética usó la raza para retratar a los Estados Unidos como hipócritas. ¿Cómo puede hablar este gobierno sobre democracia y libertad a otras naciones cuando niega los derechos políticos básicos a muchos de sus ciudadanos? (Skrentny, 2002). De manera similar, en los años noventa los dalit fueron capaces de atraer una atención considerable y algunos recursos de movilización de parte de algunas ONG internacionales simpatizantes (Bob, 2007). Al tratar de evaluar los beneficios y los costos de la globalización para los dalit, se encuentra que el daño es principalmente porque son pobres, mientras que muchos de los beneficios provienen de las audiencias internacionales para las cuales los dalit no están estigmatizados.10

Para estos dos grupos estigmatizados, la migración a gran escala a las ciudades industriales emergentes también fue una oportunidad, al socavar formas más tradicionales de subordinación. Los dalit han sido capaces de simplemente ignorar u ocultar su procedencia. A mitad del siglo XX, los negros estadounidenses urbanos fueron capaces de desarrollar instituciones por fuera de los ojos vigilantes de los blancos, así como de acumular algunos recursos que pudieran ser canalizados, a través de las iglesias negras, al movimiento por los derechos civiles del sur (Morris, 1984). Las ciudades ofrecieron un refugio contra la subordinación personal directa y la humillación, que eran especialmente devastadoras para la dignidad y la confianza.

Un último asunto también muestra la situación estratégica común de los grupos con identidades estigmatizadas. Tanto para los africanoamericanos como para los dalit hay debates en curso sobre los promedios en los puntajes de Coeficiente Intelectual, que reflejan los esfuerzos de pseudo-especiación del grupo como parte de su estigma y de minar el apoyo para los programas de acción afirmativa.

No quiero dar la impresión de que un enfoque estratégico es una cuestión de cálculo frío, de maximización o hiperracionalidad, tal como lo han hecho los economistas y los teóricos de la elección racional. Así que quiero mencionar brevemente algunas de las emociones que son una parte central de los dilemas alrededor de las identidades estigmatizadas.

Primero, están las emociones de los militantes potenciales, que casi por definición albergan vergüenza gracias al estigma (Gould, 2001). Los reclutadores tienen que transformar esta vergüenza en orgullo, aunque la forma en la que lo hagan dependerá del contenido del estigma y de la vergüenza: ¿en qué están basados exactamente? Si están basados en la “debilidad”, los reclutadores probablemente tienen que suscitar un sentimiento de poder, que en cualquier caso es crucial para la movilización en general. Si están basados en algún sentido de “contaminación” inherente, los organizadores probablemente deben elaborar una salida a los códigos culturales que definen la contaminación, como convertirse a una nueva religión. Si el estigma está basado en la pseudo-especiación, en ver y tratar a los integrantes del grupo como si fueran animales y no completamente humanos, entonces el esfuerzo recae en encontrar héroes que encarnen la dignidad humana, que tengan logros intelectuales o virtudes religiosas, entre otros. La tendencia a llamar a los líderes de estos dos movimientos Doctor King y Doctor Ambedkar es probablemente un esfuerzo de este tipo.

Nada de esto es un trabajo fácil porque los grupos estigmatizados están atrapados en un círculo vicioso. No importa qué tan grandes sean, les falta un sentido de agencia, de confianza en su propia habilidad para actuar y, por ende, es la movilización la que mejor les provee esa confianza.

Por supuesto, hay emociones que complican aún más la situación –como la indignación por las atrocidades que han vivido y el odio y la hostilidad por los opresores–, las cuales pueden ser avivadas por un enfoque sobre las opresiones del pasado. La vergüenza y la ira se pueden combinar en una forma atroz que creo que nos ayuda a entender las motivaciones de los atacantes suicidas en muchas naciones, para quienes la destrucción del enemigo se ha convertido en un fin en sí mismo.

También están las emociones de otros actores: pueden sentir repugnancia o miedo por el grupo estigmatizado. En este caso, al menos el miedo reconoce al grupo como peligroso, poderoso y amenazante, una caracterización que puede ayudarlo a conseguir algo de orgullo sobre esa base. Muchos estadounidenses blancos han temido a los hombres negros, pero ese mismo reconocimiento de su poder ha sido, para estos últimos, una fuente de orgullo, de organización y eventualmente de más tropos positivos, como los héroes deportivos, los héroes de acción en las películas o incluso héroes guerrilleros armados como las Panteras Negras.

La repugnancia es una emoción más difícil de trabajar, ya que opera en un nivel visceral: hace parte de un pequeño número de emociones reflejas, las cuales tienen una especie de cualidad automática. En su forma más primitiva, el mero contacto físico puede desencadenar la repugnancia, haciendo difíciles las alianzas.

Solo he sugerido algunos caminos de investigación que nos pueden ayudar a entender las dinámicas de los grupos estigmatizados y marginalizados y las formas potenciales que tienen para salir de este estatus. El mundo del compromiso estratégico es complejo, con muy pocas elecciones fáciles. Al contrario, está lleno de dilemas o elecciones entre diferentes alternativas, cada una de las cuales viene con una larga lista de costos, beneficios y riesgos; cada una es una combinación de resultados predecibles e impredecibles.

Permítanme resumir señalando una ventaja central del enfoque estratégico: su concreción. Ha habido muchísimos debates esencialistas sobre los grupos marginalizados: ¿el sistema de castas en la India es parecido al racismo en los Estados Unidos? ¿El racismo es una parte esencial de la cultura americana? ¿La casta es una parte central del hinduismo o una perversión de él? Me parece que preguntas como estas no pueden ser respondidas, porque son acerca de cuál metáfora de base debemos usar y cuáles estructuras subyacentes misteriosas están en funcionamiento en una sociedad. Retratan como verdades eternas lo que de hecho son resultados de un conflicto constante sobre los significados y las prácticas.

En contraste, no hay nada de misterioso sobre las decisiones estratégicas. Son fácilmente observables. Se puede ver a los grupos tomándolas. No importa qué tan diferentes o similares son la raza y la casta, se pueden ver grupos concretos, gente real, enfrentando decisiones similares. Se pueden comparar sus decisiones, se pueden comparar sus efectos y se puede trabajar con variables más que con esencias.11

Las esencias pueden estar bien para la filosofía o la religión, pero per-turban la ciencia social e impiden entender lo que está pasando frente a nosotros. En general, necesitamos prestar atención a las pequeñas cosas en vez de empezar con las grandes. Necesitamos construir de abajo hacia arriba, no empezar desde arriba y deducir de las abstracciones y las esencias lo que debemos encontrar en la base.

James M. Jasper

Doctor en sociología de la Universidad de Berkeley. Su trabajo se ha enfocado en los movimientos sociales, política y cultura. Ha sido autor y coautor de libros como The Art of Moral Protest, Restless Nation, The Social Movements Reader, Rethinking Social Movements, Passionate Politics, Getting Your Way, y Contention in Context.

Referencias

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Nota del Traductor (en adelante N.T.): en el original character work.
N.T.: en el original, theories of character.
N.T.: en el original, character wars.
N.T.: En el original Naughty-or-nice.
N.T.: Se mantiene el término original en inglés por no haber una palabra en el español para designarlo.
N.T.: En el original: India’s Scheduled Castes. Se refiere a las castas reconocidas por la Constitución de la India.
N.T.: En el original: reaching in vs. reaching out.
Desde una perspectiva puramente estratégica, esto es razonable: un jugador trata de evitar establecer criterios claros de éxito a menos que sea muy probable que pueda cumplirlos.
N.T.: Partido de la Sociedad Mayoritaria.
Esta es mi interpretación, no la de ellos.
Las emociones también son eminentemente observables, o al menos más observables que nuestras cogniciones.

Referencias

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Jaspers, J. M. y Robayo Corredor, A. . (2021). Estigma, identidad y trabajo de caracterización. Ciencia Política, 16(31), 25–40. https://doi.org/10.15446/cp.v16n31.97925

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Jaspers, J.M. y Robayo Corredor, A. 2021. Estigma, identidad y trabajo de caracterización. Ciencia Política. 16, 31 (ene. 2021), 25–40. DOI:https://doi.org/10.15446/cp.v16n31.97925.

ACS

(1)
Jaspers, J. M.; Robayo Corredor, A. . Estigma, identidad y trabajo de caracterización. Cienc. politi. 2021, 16, 25-40.

ABNT

JASPERS, J. M.; ROBAYO CORREDOR, A. . Estigma, identidad y trabajo de caracterización. Ciencia Política, [S. l.], v. 16, n. 31, p. 25–40, 2021. DOI: 10.15446/cp.v16n31.97925. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/cienciapol/article/view/97925. Acesso em: 22 jul. 2024.

Chicago

Jaspers, James M., y Alejandro Robayo Corredor. 2021. «Estigma, identidad y trabajo de caracterización». Ciencia Política 16 (31):25-40. https://doi.org/10.15446/cp.v16n31.97925.

Harvard

Jaspers, J. M. y Robayo Corredor, A. . (2021) «Estigma, identidad y trabajo de caracterización», Ciencia Política, 16(31), pp. 25–40. doi: 10.15446/cp.v16n31.97925.

IEEE

[1]
J. M. Jaspers y A. . Robayo Corredor, «Estigma, identidad y trabajo de caracterización», Cienc. politi., vol. 16, n.º 31, pp. 25–40, ene. 2021.

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Jaspers, J. M., y A. . Robayo Corredor. «Estigma, identidad y trabajo de caracterización». Ciencia Política, vol. 16, n.º 31, enero de 2021, pp. 25-40, doi:10.15446/cp.v16n31.97925.

Turabian

Jaspers, James M., y Alejandro Robayo Corredor. «Estigma, identidad y trabajo de caracterización». Ciencia Política 16, no. 31 (enero 1, 2021): 25–40. Accedido julio 22, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/cienciapol/article/view/97925.

Vancouver

1.
Jaspers JM, Robayo Corredor A. Estigma, identidad y trabajo de caracterización. Cienc. politi. [Internet]. 1 de enero de 2021 [citado 22 de julio de 2024];16(31):25-40. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/cienciapol/article/view/97925

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