Condiciones de producción de un boom de literatura testimonial del secuestro en Colombia
Production Conditions of a kidnapping-testimonial literature boom in Colombia
Condições de produção de um boom da literatura testemunhal do sequestro na Colômbia
DOI:
https://doi.org/10.15446/rcs.v40n1.61957Palabras clave:
farc, Gobierno de Álvaro Uribe, industria editorial, literatura testimonial, medios de comunicación, secuestro (es)FARC, Alvaro Uribe government, publishing industry, testimonial literature, media, kidnapping (en)
FARC, governo de Álvaro Uribe Vélez, indústria editorial, literatura testemunhal, meios de comunicação, sequestro. (pt)
En Colombia, a finales de la primera década del siglo xxi, se produjo un auge de literatura testimonial del secuestro, cuyos autores eran políticos, miembros de la Fuerza Pública y extranjeros vinculados a la lucha contra el narcotráfico. Ellos constituyeron un grupo nombrado comúnmente como los “canjeables”, puesto que su cautiverio respondió a una estrategia de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (farc), establecida durante las negociaciones de paz del Caguán (1998-2002); esta consistía en secuestrar durante largo tiempo a personajes públicos, militares y policías, con el fin de presionar un intercambio humanitario. El artículo se orienta a delinear las condiciones de producción del auge de literatura testimonial del secuestro de los “canjeables”, en el contexto político y mediático de Colombia, entre el 2002 y el 2010, así como la estrecha relación de la industria editorial globalizada con la publicación de testimonios, difundidos ampliamente en el ámbito internacional. De modo que la principal presunción analítica de este trabajo es que los textos testimoniales son construcciones culturales enmarcadas en un contexto social y cultural específico de producción, y que responden a la manera como se organiza simbólicamente la sociedad. Junto a esto, fue necesario entender cómo el auge de la memoria induce a que se creen productos culturales volcados hacia el pasado y que revelan eventos traumáticos de la historia del conflicto armado en Colombia. La metodología consistió en la revisión de fuentes primarias y secundarias escritas y la realización de entrevistas a periodistas y a conocedores del mundo editorial, con la finalidad de establecer un contexto de producción de los libros testimoniales considerados objetos culturales.
Uno de los principales hallazgos fue que el auge de la literatura testimonial del secuestro de los “canjeables” respondió al clima ideológico del país durante la presidencia de Álvaro Uribe Vélez, periodo en el que las farc llegaron a ser el enemigo interno de la nación, por lo cual, los testimonios que denunciaron sus crímenes tuvieron un eco masivo en los medios informativos de carácter privado y, en general, en la opinión pública colombiana
In Colombia, at the end of the first decade of the twenty-first century, there was a rise of kidnapping testimonial literature whose authors were politicians, members of the Armed Forces and foreigners involved in the fight against drug trafficking. They
constituted a group commonly known as “the exchangeables” since their captivity responded to a strategy of the guerrillas of the Revolutionary Armed Forces of Colombia (FARC) established during the Caguan peace negotiations (1998-2002) to kidnap public
figures, soldiers and police in order to press for a humanitarian exchange. The article aims to outline the conditions of production of a boom in kidnapping testimonial literature by these “exchangeables” in the political and media context of Colombia between 2002 and 2010, and the close relationship of the global publishing industry with the publication of testimony, widely disseminated internationally. The main analytical assumption
of this work is that the testimonial texts are cultural constructions framed in a specific social and cultural context of production and respond to the way society is symbolically organized. Along with this, it is necessary to understand how the rise of memory induces cultural products turned towards the past that reveal traumatic
events in the history of the armed conflict in Colombia. The methodology consisted of a review of written primary and secondary sources and interviews with journalists and experts of the publishing world to establish a production context of testimonial books
considered cultural objects. One of the main findings was that the rise of kidnapping testimonial literature by the “exchangeables” was a response to the ideological climate of the country under President
Alvaro Uribe, a period in which the farc became the enemy of the nation; therefore, the testimony denouncing their crimes echoed massively in privately owned media and in general in Colombian public opinion.
Na Colômbia, no final da primeira década do século xxi, produziu-se um auge de literatura testemunhal do sequestro, cujos autores eram políticos, membros da Força Pública e estrangeiros vinculados à luta contra o narcotráfico. Eles constituíram um grupo nomeado comumente de “los canjeables” (“os intercambiáveis”), visto que seu cativeiro respondeu a uma estratégia da guerrilha das Forças Armadas Revolucionárias da Colômbia (FARC), estabelecida durante as negociações de paz do Caguán (1998-2002); esta consistia em sequestrar, durante longo tempo, personagens públicos, militares e policiais, a fim pressionar um intercâmbio humanitário. Este artigo se orienta a delinear as condições de produção do auge de literatura testemunhal do sequestro dos “intercambiáveis” no contexto político e mediático da Colômbia, entre 2002 e 2010, bem como a estreita
relação da indústria editorial globalizada com a publicação de testemunhos, difundidos amplamente no âmbito internacional. Assim, a principal pretensão analítica deste trabalho é demonstrar que os textos testemunhais são construções culturais delimitadas num contexto social e cultural específico de produção, e que respondem à maneira como a sociedade se organiza simbolicamente. Para isso, foi necessário entender como o auge
da memória induz a que sejam criados produtos culturais direcionados ao passado e que revelam eventos traumáticos da história do conflito armado na Colômbia. A metodologia
consistiu na revisão de fontes primárias e secundárias escritas e a realização de entrevistas a jornalistas e a conhecedores do mundo editorial, com o objetivo de estabelecer um contexto de produção dos livros testemunhais considerados objetos culturais. Um dos principais achados foi que o auge da literatura testemunhal do sequestro dos “intercambiáveis” respondeu ao clima ideológico do país durante a presidência de Álvaro Uribe Vélez, período no qual as farc chegaram a ser o inimigo interno da nação, razão pela qual os depoimentos que denunciaram seus crimes tiveram um eco massivo
nos meios informativos de caráter privado e, em geral, na opinião pública colombiana.
Recibido: 1 de junio de 2016; Aceptado: 9 de septiembre de 2016
Resumen
En Colombia, a finales de la primera década del siglo XXI, se produjo un auge de literatura testimonial del secuestro, cuyos autores eran políticos, miembros de la Fuerza Pública y extranjeros vinculados a la lucha contra el narcotráfico. Ellos constituyeron un grupo nombrado comúnmente como los "canjeables", puesto que su cautiverio respon dió a una estrategia de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (farc), establecida durante las negociaciones de paz del Caguán (1998-2002); esta consistía en secuestrar durante largo tiempo a personajes públicos, militares y policías, con el fin de presionar un intercambio humanitario. El artículo se orienta a delinear las condiciones de producción del auge de literatura testimonial del secuestro de los "canjeables", en el contexto político y mediático de Colombia, entre el 2002 y el 2010, así como la estrecha relación de la industria editorial globalizada con la publicación de testimonios, difundidos ampliamente en el ámbito internacional. De modo que la principal presunción analítica de este trabajo es que los textos testimoniales son construcciones culturales enmarcadas en un contexto social y cultural específico de producción, y que responden a la manera como se organiza simbólicamente la sociedad. Junto a esto, fue necesario entender cómo el auge de la memoria induce a que se creen productos culturales volcados hacia el pasado y que revelan eventos traumáticos de la historia del conflicto armado en Colombia. La metodo logía consistió en la revisión de fuentes primarias y secundarias escritas y la realización de entrevistas a periodistas y a conocedores del mundo editorial, con la finalidad de establecer un contexto de producción de los libros testimoniales considerados objetos culturales.
Uno de los principales hallazgos fue que el auge de la literatura testimonial del secues tro de los "canjeables" respondió al clima ideológico del país durante la presidencia de Al varo Uribe Vélez, periodo en el que las farc llegaron a ser el enemigo interno de la nación, por lo cual, los testimonios que denunciaron sus crímenes tuvieron un eco masivo en los medios informativos de carácter privado y, en general, en la opinión pública colombiana.
Palabras clave:
farc, Gobierno de Alvaro Uribe, industria editorial, literatura testi monial, medios de comunicación, secuestro..Abstract
In Colombia, at the end of the first decade of the twenty-first century, there was a rise of kidnapping testimonial literature whose authors were politicians, members of the Armed Forces and foreigners involved in the fight against drug trafficking. They constituted a group commonly known as "the exchangeables" since their captivity re sponded to a strategy of the guerrillas of the Revolutionary Armed Forces of Colombia (farc) established during the Caguan peace negotiations (1998-2002) to kidnap public figures, soldiers and police in order to press for a humanitarian exchange. The article aims to outline the conditions of production of a boom in kidnapping testimonial litera ture by these "exchangeables" in the political and media context of Colombia between 2002 and 2010, and the close relationship of the global publishing industry with the publication of testimony, widely disseminated internationally. The main analytical as sumption of this work is that the testimonial texts are cultural constructions framed in a specific social and cultural context of production and respond to the way society is symbolically organized. Along with this, it is necessary to understand how the rise of memory induces cultural products turned towards the past that reveal traumatic events in the history of the armed conflict in Colombia. The methodology consisted of a review of written primary and secondary sources and interviews with journalists and experts of the publishing world to establish a production context of testimonial books considered cultural objects.
One of the main findings was that the rise of kidnapping testimonial literature by the "exchangeables" was a response to the ideological climate of the country under President Alvaro Uribe, a period in which the farc became the enemy of the nation; therefore, the testimony denouncing their crimes echoed massively in privately owned media and in general in Colombian public opinion.
Keywords:
farc, Alvaro Uribe government, publishing industry, testimonial litera ture, media, kidnapping..Resumo
Na Colômbia, no final da primeira década do século xxi, produziu-se um auge de literatura testemunhal do sequestro, cujos autores eram políticos, membros da Força Pú blica e estrangeiros vinculados à luta contra o narcotráfico. Eles constituíram um grupo nomeado comumente de “los canjeables” (“os intercambiáveis”), visto que seu cativeiro respondeu a uma estratégia da guerrilha das Forças Armadas Revolucionárias da Co lômbia (farc), estabelecida durante as negociações de paz do Caguán (1998-2002); esta consistia em sequestrar, durante longo tempo, personagens públicos, militares e policiais, a fim pressionar um intercâmbio humanitário. Este artigo se orienta a delinear as condi ções de produção do auge de literatura testemunhal do sequestro dos “intercambiáveis” no contexto político e mediático da Colômbia, entre 2002 e 2010, bem como a estreita relação da indústria editorial globalizada com a publicação de testemunhos, difundidos amplamente no âmbito internacional. Assim, a principal pretensão analítica deste traba lho é demonstrar que os textos testemunhais são construções culturais delimitadas num contexto social e cultural específico de produção, e que respondem à maneira como a sociedade se organiza simbolicamente. Para isso, foi necessário entender como o auge da memória induz a que sejam criados produtos culturais direcionados ao passado e que revelam eventos traumáticos da história do conflito armado na Colômbia. A metodologia consistiu na revisão de fontes primárias e secundárias escritas e a realização de entrevistas a jornalistas e a conhecedores do mundo editorial, com o objetivo de estabelecer um con texto de produção dos livros testemunhais considerados objetos culturais.
Um dos principais achados foi que o auge da literatura testemunhal do sequestro dos “intercambiáveis” respondeu ao clima ideológico do país durante a presidência de Álvaro Uribe Vélez, período no qual as farc chegaram a ser o inimigo interno da nação, razão pela qual os depoimentos que denunciaram seus crimes tiveram um eco massivo nos meios informativos de caráter privado e, em geral, na opinião pública colombiana.
Palavras-chave:
farc, governo de Álvaro Uribe Vélez, indústria editorial, literatura testemunhal, meios de comunicação, sequestro..Introducción
Los libros, objeto de este estudio, fueron producidos entre el 2009 y el 2012 por exsecuestrados de las farc antes, durante y después de las negociaciones de paz del periodo presidencial de Andrés Pastrana (1998-2002). Estas personas participaban en la vida política del país, hacían parte de las fuerzas militares colombianas o colaboraban en los programas antinarcóticos del Gobierno colombiano en cooperación con Estados Unidos, en el caso específico de Keith Stansell, Marc Gonsalves y Tom Howes1. Este conjunto de secuestrados fue nombrado como los "canjeables", puesto que las farc los habían privado de la libertad con el fin de constituir un grupo de personalidades con cierto peso político y militar para ser canjeados por guerrilleros presos en las cárceles del país. Su cautiverio duró cinco o más años en las regiones de frontera, históricas zonas de retaguardia guerrillera.
En febrero del 2002, Pastrana suspendió los diálogos de paz y, por tanto, ordenó a la Fuerza Pública retomar el control de la zona de distención de El Caguán, a causa del desvío del avión de la aerolínea Aires, en el que se encontraba el senador de la república Jorge Eduardo Géchem. Unos días después, las farc también secuestraron a la excandidata presidencial Íngrid Betancourt2 y a su colaboradora de campaña Clara Rojas, antes de llegar por vía terrestre al municipio de San Vicente del Caguán, Caquetá. Previamente, habían sido privados de la libertad personajes públicos como el entonces gobernador del Meta, Alan Jara; Gloria Polanco, los congresistas Consuelo González, Orlando Beltrán y Luis Eladio Pérez, además, gran cantidad de militares y policías luego de las tomas guerrilleras de poblaciones de frontera como Mitú (1998); Miraflores, Guaviare (1998); Puerto Rico, Meta (1999). El grupo armado también ejecutó atentados contra la fuerza pública en El Billar, Caquetá (1998); La Uribe, Meta (1998); y el Cerro de Patascoy, ubicado entre los departamentos de Putumayo y Nariño (1997).
Este artículo tiene como finalidad entender las condiciones de produc ción del auge de literatura testimonial sobre el secuestro de los "canjeables" en Colombia, a través de la contextualización política y mediática de los gobiernos de Andrés Pastrana y Alvaro Uribe (2002-2006 y 2006-2010) en relación con el fenómeno del secuestro de figuras públicas por las farc. Las técnicas de investigación usadas fueron la revisión de fuentes primarias y secundarias, y cuatro entrevistas a formadores de la opinión pública y conocedores del mundo editorial. Para esta investigación no fue posible contactar a los autores de los libros debido a su notoriedad en la vida pública que, paradójicamente, hace que sean más inaccesibles. En primer lugar, se presentan los rasgos característicos del uso de la memoria y la literatura testimonial en Colombia, luego se detalla el contexto político de ambos gobiernos y se caracteriza la problemática del secuestro en esa época, especialmente, a lo que atañe a las farc. Posteriormente, se establece la conexión entre el cubrimiento mediático y la producción de testimonios de víctimas del secuestro, así como el interés de la industria editorial por producir libros de coyuntura. Para ejemplificar la conjunción de intereses entre el Gobierno nacional, los medios de comunicación y la industria editorial presento el caso del expolicía John Frank Pinchao y su libro testimonial.
Metodología
El objetivo general de la monografía de grado de la que surgió este artículo fue comprender el auge de literatura testimonial del secuestro en Colombia en el siglo xxi como una construcción cultural. De acuerdo con Neyla Pardo (2007, p. 85) que sigue a Teun Van Dijk, el análisis crítico de los discursos que circulan en la opinión pública requieren análisis textual y contextual. El textual se refiere al análisis del contenido y la estructura del texto, teniendo en cuenta los aspectos gramaticales e ideológicos; y el análisis contextual tiene como finalidad entender las condiciones cognitivas y sociales de producción de los discursos, su recepción y formas de representación. Es por ello que esta investigación se centró tanto en la identificación del contexto sociocultural y político en que se producen y publican testimonios de personas que fueron secuestradas, como en el análisis del contenido de los textos, específicamente de las representaciones de los autores con respecto a su condición de víctimas, su percepción de las farc como victimarios y al espacio selvático como espacio del cautiverio. Este artículo se basa en el primer capítulo de mi monografía que tuvo como objetivo caracterizar el contexto sociocultural de la producción de los libros de testimonios sobre experiencias de secuestro en Colombia.
A través de la técnica de búsqueda documental, tanto de fuentes primarias como de fuentes secundarias, la mayor parte de ellas escritas, pero no exclusivamente, busqué en primer lugar información sobre el contexto político e ideológico del momento en que los autores de los libros estaban secuestrados, pero también del momento en que salen del cautiverio y escriben sus textos. Por tanto, el periodo que contempló la investigación fue 1998-2010, que incluye las presidencias de Andrés Pastrana y Alvaro Uribe. De este modo, realicé un análisis coyuntural que pretendió responder a las preguntas: ¿cómo y por qué las farc secuestraron a un número considerable de "canjeables"?, así como ¿qué impacto tuvo esta estrategia guerrillera en la opinión pública del momento? Para esto último, revisé prensa escrita, sobre todo contenida en sitios web, con el fin de dar cuenta de los significados del secuestro; también, examiné relatos testimoniales de medios de comunicación masiva. Además, fue necesario detallar los aspectos paratextuales de los libros testimoniales (portada, título, subtítulos, fotografías, agradecimientos, dedicatorias, etc.) para reconocer sus especificidades culturales y rastrear conexiones entre autores, editores y promotores de las publicaciones (Theodosíadis, 1996).
Por otra parte, estudié el contexto de producción simbólica, signado por la influencia de los medios de comunicación masiva, en la mayor parte de los ámbitos de la vida social, para, entre otras cosas, entender las trans formaciones sociales del discurso de la violencia y de los actores armados, sobre todo de las farc , en el momento ya precisado, y dimensionar el libro como objeto cultural, sujeto a unas dinámicas específicas de producción y consumo por parte no solo de consumidores, sino de ciudadanos. Sin duda alguna, fue importante conocer las implicaciones de la estrecha relación de la industria editorial globalizada con la publicación de textos testimoniales de amplia difusión nacional e internacional. Lo anterior fue posible gracias a la realización de cuatro entrevistas semiestructuradas a conocedores de la industria editorial y de las comunicaciones.
Memoria y literatura testimonial en Colombia
Para Marta Cabrera (2005, p. 49) existe una doble condición de la violencia colombiana: "es simultáneamente visible e invisible; memorializada e inmemorial", puesto que se representa constantemente en los medios de comunicación masiva, en la literatura, en instalaciones artísticas, en la cotidianidad del rumor, pero que no se ha institucionalizado en maneras en que la política de la memoria actual avalaría, como lo son "monumentos, rituales y conmemoraciones". Últimamente se evidencia cierto esfuerzo gubernamental por establecer espacios físicos que si bien responde a procesos de la política interna, también se pliega a un creciente interés global por la memoria. Alejandro Castillejo (2013, p. 25) considera que,
En el caso de la memoria, las multinacionales de lo humanita rio, junto con sus maquinarias burocráticas, apoyan agendas con cretas de intervención en este terreno, a través del flujo de grandes fondos. Esto es posible en la medida en que se cristalizan una serie de condiciones políticas locales, como el paso teleológico a una democracia inserta en el capitalismo contemporáneo luego de un periodo de "violencia".
Además, el auge de la memoria se caracteriza por la creencia en "el carácter salvífico de la confesión", y por una "particular fe en la palabra", soportándose entonces en un "evangelio global de la reconciliación y el perdón", cuya promesa es el establecimiento de un nuevo pacto social, en el que el pasado violento queda atrás y sigue un futuro prometedor (Castillejo, 2013, p. 27).
A partir de la promulgación de la Ley de Justicia y Paz en el 2005, con motivo de la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (auc), se habla en Colombia de "verdad, justicia y reparación". Así es que el esclarecimiento de la verdad se ha ligado al alcance de justicia y reparación de las víctimas. No obstante, algunos sectores se han preguntado si la verdad ha sido un medio para resarcir los efectos de las acciones violentas o más bien si se ha convertido en un fin en sí mismo, así como se han cuestionado por la viabilidad de los procesos de verdad y perdón en medio del conflicto, sobre todo si junto a esta última noción se encuentra la de "garantía de no repetición". Sin embargo, la importancia que ha adquirido la memoria de los acontecimientos violentos no solo se restringe a las diligencias judiciales, sino que también ha tenido implicaciones en la manera como la sociedad civil concibe el conflicto armado.
Myriam Jimeno (2010) establece una conexión entre la emergencia de la noción de víctima en el contexto nacional con el establecimiento de comunidades emocionales en la sociedad civil que apoyan sus reclamos de reparación y justicia. Los testimonios de las víctimas, en este caso, han posibilitado el consenso de posiciones dentro de la diversificada sociedad civil. Sin duda alguna, se conformaron comunidades emocionales en torno al sentimiento de indignación frente al cautiverio de civiles y miembros de las fuerzas armadas durante muchos años. Uno de los hitos del accionar de esta comunidad indignada fue la marcha del 4 de febrero del 2008 contra el secuestro y las farc3.
Sobre este último aspecto, el artículo 147 de la Ley 1448 del 2011, también conocida como Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, ordena crear el Centro de Memoria Histórica (cnmh) como entidad encargada de "reunir y recuperar todo el material documental, testimonios orales y por cualquier otro medio" relativos a los actos de violencia que afectaron a las víctimas del conflicto armado colombiano desde 1985 (cnmh, 2015). La documentación de estos hechos ha sido socializada públicamente a través de diferentes medios, entre los que se encuentra la producción de informes analíticos sobre el conflicto armado y la recopilación de relatos de víctimas y victimarios. Así, a partir de sucesos claves del conflicto armado en las últimas décadas, como el caso de la Masacre de El Salado4, se preparan informes que permiten entender el episodio violento de manera multiescalar. Por el contrario, los testimonios del secuestro del grupo de los "canjeables" se publican por iniciativa privada, debido a que este fenómeno se convirtió en un tema de coyuntura, como se ve más adelante.
Literatura testimonial en Colombia
Para Jorge Suárez, las obras del género testimonial son "representaciones que conjugan el principio de realidad y las posibilidades estéticas, al tiempo que condensan memorias de pasados violentos" (2011a, p. 59). El auge de este género literario en el continente está ligado a la cultura de la memoria y al "giro hacia el pasado", que se han posicionado como tendencias en las sociedades occidentalizadas en reacción a las actitudes modernas del culto al futuro y al desdeño del pasado, erigiéndose así como "tropo universal del trauma histórico" el Holocausto nazi (Suárez, 2011b, p. 277). Sin embargo, en América Latina, a partir de 1960, se pueden rastrear motivaciones más politizadas para producir narrativas testimoniales, relacionadas, por un lado, con periodos de transición a la democracia y, por el otro, con la irrupción en la historiografía de la intención crítica de dar voz a quienes históricamente han estado en condición de subalternidad.
Para Malcolm Deas (citado en Suárez, 2011b, p. 283), la literatura testimonial en Colombia es "el género local por antonomasia" debido a la densidad de obras producidas. Esto se explica por la complejidad del conflicto armado, puesto que "lo prolongado en el tiempo y la crueldad extrema de las confrontaciones armadas le dan unos contornos cualitativos específicos a esas memorias tanto en términos de su producción como de su recepción" (Suárez, 2011b, p. 280). La rutinización del olvido es una característica particular en el modo como se han tramitado los recuerdos de hechos violentos en el país, que ha generado, además, una rutinización de la guerra, tal como lo plantea Gonzalo Sánchez. Esto se debe a que las amnistías otorgadas a grupos armados, a lo largo de la historia republicana, no han conllevado a un proceso de justicia, verdad y reparación, que habría incentivado el traslado de las memorias de las víctimas del plano del espacio privado al espacio público, a través de unas políticas de la memoria (Suárez, 2011b, p. 281). Sin embargo, esa memoria individual y colectiva sobre los eventos violentos continúa presente y se consigna en "depósitos de memoria" -distintos a los lugares de la memoria5, como lo serían los testimonios.
Jorge Suárez (2011b) realiza una clasificación de la literatura testimonial desde los años cuarenta hasta hoy, especificando dos periodos significativos: 1) de 1940 a 1970: contiene obras escritas con diferente intencionalidad sobre la época de la Violencia, incluyendo, sobre todo en los últimos años, estudios académicos; y 2) entre 1980 y 1990: la violencia política aumenta considerablemente, y hay una explosión de múltiples violencias. Lo pu blicado en este momento sigue basándose en el estudio de La Violencia, pero también contempla recuentos sobre los orígenes y el desarrollo de las guerrillas y del narcotráfico, diferentes a los análisis estructurales del conflicto. Es importante señalar que el auge de esta literatura se relaciona directamente con la complejización de la violencia, además que se pro duce un tránsito entre la presencia de un escritor intermediario, sea este periodista, académico o literato, y la escritura del testigo directo, como es el caso de los relatos escritos por exsecuestrados. Este nuevo tema literario está influido por las dinámicas globales de la industria editorial que lo ha posicionado como un éxito comercial, al conseguir miles de libros vendidos en todo el mundo.
Contexto político
El Gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002) tuvo como eje prioritario la resolución política del conflicto interno, mediante diálogos de paz establecidos con las farc y el Ejército de Liberación Nacional (eln). Este objetivo se anclaba en la estrategia de "internacionalizar la paz", contrario a la dinámica de internacionalización del conflicto colombiano que había puesto en tela de juicio la capacidad institucional del Estado colombiano, debido al escándalo de la financiación de la campaña presidencial de Ernesto Samper con dineros ilícitos, así como el posicionamiento de Colombia como uno de los países con mayor cantidad de cultivos de coca.
El Gobierno de Bill Clinton en Washington aprobó la llegada de Pastrana al poder, puesto que se restablecieron las relaciones bilaterales y Colombia fue certificada en la lucha contra el narcotráfico. Como Estados Unidos estaba interesado en proseguir su lucha internacional contra las drogas, accedió a financiar el Plan Colombia, cuyos recursos se centraron en la lucha antinarcóticos en el 80 %, y el 20 % restante se destinó al desarrollo alternativo y al fortalecimiento institucional (Ramírez, 2001).
Sin embargo, el proceso de paz entre el Gobierno de Pastrana y las farc fracasó debido a que ambas partes estaban interesadas en fortalecerse militarmente y, con ello, extender su control regional. Por un lado, la inten ción de la resolución pacífica del conflicto del Gobierno nacional resultaba contradictoria con la arremetida del Plan Colombia en zonas de frontera6. Y por el otro lado, las farc aprovechó el control de la zona de distensión para el fortalecimiento de la capacidad logística de sus tropas, a través de la apropiación de recursos públicos y la incidencia en la población local.
Este comportamiento, a principios del presente siglo, correspondía a una estrategia de expansión que no concebía los diálogos de paz del Caguán como un proceso de desmovilización y desescalamiento de la guerra, sino más bien como una posibilidad para mantener el control territorial sobre la zona de distensión7, fortalecerse militarmente y, algo muy importante, presentarse como un actor político legítimo, tanto nacional como internacionalmente.
La toma de rehenes en los atentados a poblaciones les permitió mostrarse como una guerrilla con la que debía negociarse, puesto que estaba en juego la vida de cientos de militares y policías. Aunque durante ese proceso de paz hubo un intercambio humanitario de catorce guerrilleros presos por 304 miembros de las fuerzas armadas secuestrados (Semana, 2005, 2 de noviembre), las farc aprovecharon la visibilidad, dentro y fuera del país, de la situación de cautiverio de Íngrid Betancourt, sobre todo, de los tres estadounidenses y de los políticos elegidos en los ámbitos regional y nacional, para pedir, entre otras cosas, que la comunidad internacional le otorgara el estatus de fuerza beligerante a cambio de la liberación de algunos de sus rehenes.
Con las VII y VIII conferencias nacionales guerrilleras de las farc, que datan de 1982 y 1993, se consolidó un discurso positivo frente al secuestro, destacando sus beneficios "en términos de su expansión y consolidación, y del debilitamiento tanto del Estado como de la 'burguesía', declarados 'enemigos' por esta organización" (cnmh, 2013, p. 168). Junto con los secuestros extorsivos, las farc han tenido como objetivo el secuestro de miembros de la administración pública y de las fuerzas armadas, más allá del grupo de los "canjeables", hecho que aumentó considerablemente en el periodo de masificación (1996-2000) con aproximadamente 500 secuestros (p. 181). Con la intención de mostrarse como "una amenaza contundente y letal para las instituciones estatales" y para aumentar el control territorial de sus zonas de retaguardia, las farc secuestraron y asesinaron gran número de concejales, alcaldes, gobernadores y diputados departamentales (p. 176). Estos actos de violencia política se argumentaban como juicios por corrupción e ineficiencia administrativa y, muchas veces, tenían como finalidad participar en la distribución de los recursos locales a los que tuvo mayor acceso a partir de la descentralización político-administrativa del país en la década de 1980.
En el 2002, Alvaro Uribe Vélez ganó las elecciones presidenciales, por dos razones significativas: 1) se presentó como un político-gerente, totalmente efectivista y alejado de la política tradicional de carácter clientelista, y 2) por su promesa electoral de aplicar una agresiva ofensiva para derrotar militarmente las guerrillas8. Luego de los fallidos acuerdos de paz de Pastrana, hubo un menor apoyo a la resolución política del conflicto y se aplaudieron todos los esfuerzos para fortalecer las fuerzas armadas. Los dos periodos presidenciales de Uribe (2002-2006 y 2006-2010) se enmarcaron en el modelo económico neoliberal, en el que el Estado deja de influir en la vida de la población, para dejar que el sector privado sea el que oferte los servicios que tradicionalmente prestaba el sector público. Así, el discurso uribista tomó elementos de la moral liberal y neoliberal y erigió la bandera de la confianza inversionista, que significa asegurar unas condiciones óptimas para la inversión del capital transnacional en el país (Cárdenas-Támara, 2012, p. 154).
La política que guió su Gobierno fue la denominada "seguridad demo crática", que consistió en la ofensiva militar contra los grupos guerrilleros, especialmente, contra la organización considerada como el principal enemigo: las farc. A su vez, emprendió durante su primer mandato unas negociaciones poco visibles para la desmovilización de los grupos paramilitares9. A pesar del descenso de la capacidad ofensiva de las farc en las ciudades principales y ejes económicos del país, el conflicto armado se manifestó intensamente en las zonas de frontera, donde esta guerrilla se replegaba, en cuanto eran sus sitios históricos de retaguardia. Es decir que las zonas más integradas fueron aseguradas, mientras que se trasladaron los efectos negativos del conflicto, como la violación indiscriminada de derechos humanos, a las regiones que la guerrilla abandonaba y la "fuerza pública desarrolla grandes operativos en una lógica de reconquista" (González, 2014, p. 481).
La política de Uribe, de liquidar a través de las armas a la guerrilla, era parte de un proyecto ideológico, de tipo programático, en el que combinaba la institución de elementos nacionalistas de tipo tradicional con un discurso antiterrorista (López, 2009). De esta manera, se recreó la historia colombiana y la forma de ver la realidad del país a través de la presentación de un discurso coherente, puesto que era reiterativo, homogéneo y fácil de entender.
La apelación a una seguridad de carácter democrático implicó incentivar la colaboración activa de la sociedad colombiana (Mantilla, 2004). Una de las estrategias para ello fue la creación de redes de cooperantes, y también la conformación de un clima de opinión favorable al Gobierno uribista. De este modo, amplios sectores políticos, económicos y mediáticos en Colombia apoyaron la idea de que "la seguridad, entendida como una estrategia decidida a ganar la guerra a los insurgentes, era el requisito para la viabilidad social, política y económica de la nación" (González, 2014, p. 449). Los escándalos sobre los nexos de políticos uribistas con paramilitares tuvieron un impacto menor en la opinión pública y, por ende, se dio la sensación de que estos hallazgos no tenían nada que ver con el expresidente, puesto que fue muy hábil para no dejarse implicar por las acusaciones hechas a sus subalternos.
Tras los atentados del 11 de septiembre del 2001, Estados Unidos integró dentro de sus prioridades la lucha contra el terrorismo. Y el Gobierno de Uribe "mucho mejor que Pastrana, entendió que el Plan Colombia es un modelo actualizado de guerra contrainsurgente" (Palacios, 2007, 28), esto llevó a que simplificara la concepción de conflicto armado en la noción de narcoterrorismo10.
Así pues, durante el Gobierno de Uribe hubo una intención desde la presidencia y de sus intelectuales orgánicos de moldear el discurso de los medios de comunicación con relación a las políticas gubernamentales y los eventos de la vida nacional. Por ejemplo, se consideraba que visibilizar las acciones de los grupos armados ilegales y, sobre todo, que los medios informativos mostraran una actitud neutral frente a la guerrilla, significaba darles publicidad a los actores armados11. Por ende, distintos medios de comunicación privados se plegaron a los requerimientos uribistas y la información que transmitieron se alejó del ideal de objetividad12.
Medios informativos y cubrimiento del secuestro
Según el gráfico del informe Una sociedad secuestrada (cnmh, 2013) sobre la relación entre número de secuestros y menciones en prensa entre 1970 y el 2010, es posible determinar que los elevados picos de secuestros se asociaron con un mayor cubrimiento de este evento, así es que, desde 1995 al 2004, aumentó considerablemente el número de casos registrados. En este lapso se encuentra la etapa de masificación de secuestros en Co lombia, que se ha definido para el periodo 1996-2000, en el que las farc fue el principal autor. De modo que se podría esperar que la mayor parte de las menciones al secuestro hayan implicado el accionar de esta guerrilla.
En este estudio, los autores hallaron que el 28 % de los secuestros registrados en la prensa fueron de funcionarios públicos y miembros de las fuerzas armadas, y de un amplio número de comunicadores. Así mismo, establecieron que
El análisis de 14.652 casos registrados en prensa permiten afirmar que para los medios hay secuestrados de primera, segunda, tercera, cuarta y quinta categoría. Para esto se tuvo en cuenta el número de menciones de cada caso, el tipo de medio en el que aparece (nacio nal/regional) y la ubicación de la noticia (derecha/izquierda, primera página). (cnmh, 2013, p. 195)
A partir de esos datos se dedujo que a medida que baja la categoría, más casos se registran. Sin embargo, lo que no se mencionó es que hubo casos de secuestro que sencillamente nunca aparecieron en la prensa. Y no por el hecho de que sus protagonistas no quisieran que esta situación se difundiera públicamente, sino porque, es necesario decirlo, hubo casos que podían no verse tan significativos como para ser publicados. Pero lo que los autores del informe sí tuvieron en cuenta es que la jerarquización periodística, política y social afectó negativamente la consecución de las liberaciones, la atención del Estado, el acceso a la justicia y la resiliencia de las víctimas ( cnmh, 2013, p. 197).
Los medios informativos en Colombia: los noticieros de televisión, los periódicos de circulación nacional y regional, las revistas de actualidad, los portales de noticias por internet, tuvieron una función importante en la recordación de la situación de los "canjeables". Muchas veces por ser progobiernistas y denunciar repetitivamente las acciones de lo que llamaban "organización narcoterrorista de las farc", también para mantener un discurso que "levantara la moral de las Fuerzas Militares", otras veces por la fuerte presión de los familiares de los retenidos, sobre todo de quienes tenían influencia política o social en la vida nacional. Como medios informativos, cubrieron especialmente eventos que se salían de la rutina de su público.
Algunos de los eventos que mantuvieron en el recuerdo de la sociedad colombiana el secuestro de los "canjeables" fueron la transmisión de las pruebas de supervivencia, la repetición continua de estos mensajes y el amplio despliegue periodístico en las casas de las familias de los retenidos en diferentes regiones del país. También se presentaban las declaraciones de diferentes personas representativas en la opinión pública, como políticos, miembros de la Asociación Colombiana de Familiares de Miembros de la Fuerza Pública Retenidos y Liberados por Grupos Guerrilleros (Asfa-mipaz), y representantes de la Iglesia católica, entre otros. En el 2007, el intercambio humanitario fue un tema recurrente como posición general de los familiares de los secuestrados políticos y militares que se oponían a los rescates militares. El 15 de mayo de ese año el país se enteró de que un miembro de la Policía Nacional, el subintendente John Frank Pinchao, secuestrado en 1998, se fugó en las inhóspitas selvas de Colombia de las manos de las farc. Él confirmó lo que hasta ese momento era una verdad no creída del todo: el embarazo de Clara Rojas y el nacimiento de su hijo Emmanuel en cautiverio. También refirió pormenores de la vida en la selva y el estado de sus compañeros de secuestro. Toda Colombia tuvo los ojos puestos en Pinchao y lo acogió como un héroe que salía de la muerte en vida, a la libertad. Estas novedades hicieron que los medios de comunicación, como Caracol Noticias, impulsaran campañas como "Emmanuel, el único niño secuestrado desde su nacimiento" o "Que no se pudran en la selva".
Ante el cumplimiento de una década del secuestro de su hijo Pablo Emilio Moncayo, Gustavo Moncayo y su hija emprendieron, el 17 de junio del 2007, una marcha desde el sur del país hacia Bogotá para clamar por su liberación. Las cámaras de los noticieros acompañaron a Moncayo y reve laron su agonía emocional por la ausencia de su hijo, que, en ese momento, se representó en los malestares físicos que padecía por la caminata y las incómodas cadenas que llevaba a cuestas. El 1.° de agosto arribó a Bogotá y allí permaneció aproximadamente un mes, antes de viajar a Europa, donde continuó pidiendo un acuerdo humanitario.
En enero del 2008, Pinchao publicó su libro y para el 4 de febrero se convocó una marcha multitudinaria en diferentes ciudades del país contra las farc, según sus promotores, para pedir la liberación de Emmanuel. Luego de la liberación unilateral de varios secuestrados políticos como Clara Rojas y Consuelo González, a partir de la intermediación del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y el apoyo de distintos gobiernos, se produjo la Operación Jaque, el 2 de julio del 200813. Esta acción militar fue ampliamente cubierta por los medios de comunicación masivos, que por varias semanas no cesaron de dar detalles de la operación y de la vida durante el secuestro de los recién liberados. El resultado exitoso, sin duda, favoreció la imagen política de Alvaro Uribe y del ministro de Defensa, Juan Manuel Santos.
Según López, "el medio cuantitativa- y culturalmente dominante hoy, la televisión, concurre a la producción del modelo nacionalista hegemónico del uribismo" (2009, p. 152). Además, este autor considera que hay una relación entre el cubrimiento de un fenómeno, en sí mismo dramático como lo es el secuestro, y el medio por el que se trasmite, la televisión, que puede mostrar dramas, así como representar los hechos mediante la inclusión de contenidos audiovisuales. Para Marta Ruiz (Entrevista, junio del 2015), los periodistas han tenido una predilección especial por cubrir y opinar sobre el secuestro14, en cuanto es un fenómeno que le ha sucedido a personas reconocidas por la opinión pública, y la fascinación por las narraciones de la vida durante el cautiverio podría responder al interés por las situaciones límite. También, la publicación de los textos testimoniales del secuestro responde a la imagen desfavorable de las farc en el Gobierno de Uribe, y a la sensación de inseguridad de la clase media, que se veía amenazada. En consecuencia, estos libros respondieron a la tendencia discursiva de la mesoesfera pública15 que representaba a las farc como el principal enemigo del país, e impulsaban esta imagen, y con ello, la hegemonía política del Gobierno de Uribe. Entonces, es posible decir, junto con López, que el Gobierno de Uribe impulsó una "ficcionalización de la realidad", situación que se produce comúnmente en la transmisión de los hechos por los noticieros de los canales de televisión.
Libros testimoniales sobre el secuestro
En abril del 2006, el periodista de izquierda Jorge Enrique Botero publicó Últimas noticias de la guerra, el primer libro que contenía información sobre la vida durante el secuestro del grupo de los "canjeables" (León y Peña, 2006, 3 de abril). Botero previamente había realizado un reportaje sobre las condiciones de vida de militares y policías en poder de las farc, en la zona de distención. Su nombre es "En el verde mar del olvido" y fue objeto de debate público, porque el canal Caracol, donde trabajaba el periodista, resolvió no transmitirlo para no herir susceptibilidades ni bajar la moral de la fuerza pública (Casañas, 2015, 26 de julio). Luego, en el 2004, ya en la presidencia de Alvaro Uribe, grabó el cortometraje Bacano salir en diciembre, cuyo acto central era la plenaria de los secuestrados con el Mono Jojoy, en la que se exponían reclamos y peticiones. Así mismo, presentó sus voces y posiciones frente a su situación, el manejo político del intercambio humanitario, las duras condiciones de vida y sus motivos para seguir esperando su liberación. El libro reveló que Clara Rojas tuvo un hijo en medio de su secuestro, pero esta noticia conmocionó al país por el modo en que fue descrita por Botero, ya que su relato incluyó tanto hechos verídicos como de ficción y, por ello, muchos de sus comentaristas afirmaron que el contenido no debía creerse del todo. En ese momento, el autor se defendió y argumentó que sus narraciones estaban construidas a partir de su conocimiento de las dinámicas de la guerra. A pesar de la polémica, el libro alcanzó más de 1.000 ejemplares vendidos.
Un hito editorial fue la publicación del libro de John Frank Pinchao, subintendente de la Policía, secuestrado después de la toma guerrillera al casco urbano de Mitú. Después de seis meses de su fuga, Pinchao publicó su libro con la editorial Planeta, debido a que la relación contractual para la publicación del testimonio se logró en muy poco tiempo. Cuando fue secuestrado, el subintendente contaba con 25 años; provenía de una familia de clase trabajadora, que vivía en la periferia de Bogotá y no podía costearle el estudio a sus hijos, pero él logró entrar a estudiar una carrera de suboficial en la Policía Nacional sin costo alguno, luego de prestar el servicio militar en 1993. En 1996, cuando ya trabajaba y, a la vez, realizaba estudios universitarios en Contaduría Pública fue trasladado al departamento de Arauca para prestar seguridad al Oleoducto Caño Limón-Coveñas y, meses después, a Mitú, Vaupés (Pinchao, 2008, pp. 9-39). El 1.° de noviembre de 1998 fue retenido por las farc, cuando esta guerrilla emprendió un agresivo y sorpresivo ataque a Mitú. Este suceso hizo parte de una táctica fariana de tomarse, de forma violenta, diferentes bases de las fuerzas armadas en el sur del país. Mitú, Las Delicias, El Billar, Miraflores, Puerto Rico, Patascoy, y otros, son topónimos que se encuentran en el imaginario colectivo de los colombianos por haber sido justamente "tomados" por la guerrilla.
Mi fuga hacia la libertad (2008) es el primer libro que publicó una víctima sobre las condiciones de vida de los "canjeables" en las selvas colombianas. Pinchao logró salir del cautiverio luego de un cinematográfico escape de 17 días en la Amazonia profunda. De ahí que su historia sea toda una revelación de lo que pasaba no solo al interior de los campamentos guerrilleros, sino en las zonas de frontera. Con 14 ediciones, 25.000 ejemplares vendidos hasta su novena edición y, traducciones en varios idiomas, el libro editado por Planeta fue todo un éxito editorial, debido a que este producto cultural respondió a las expectativas de muchos sectores del país. El testimonio aportó al Gobierno nueva información para mejorar su estrategia contra las farc y, claro está, para rescatar con vida a sus retenidos. Así es como se ha dicho que la información de Pinchao ayudó a la planificación de la Operación Jaque. Los medios de comunicación también estaban ansiosos por obtener información cierta sobre la situación de los "canjeables". Y, por supuesto, a los familiares de los secuestrados les urgía tener noticias de sus allegados, de quienes no sabían nada nuevo desde hacía varios años.
Este libro recogió en sus 239 páginas una diversidad de experiencias y percepciones de un policía secuestrado por las farc durante casi nueve años. Se presentó la descripción más detallada de los hechos que Pinchao contó en las declaraciones que dio a los medios de comunicación tras su fuga. La particular forma como se narraron los eventos, hace que parezca un libro de hechos curiosos o hasta un libro de aventuras, y no esconde que el propósito del texto es llamar a la acción al Gobierno y a la sociedad colombiana para terminar con el drama del secuestro (Pinchao, 2008, p. 237).
La figura de Pinchao tras su fuga permitió posicionar el discurso de la seguridad democrática en los ámbitos nacional e internacional, en cuanto él era el testimonio vivo de los desmanes de las farc (López, 2013). Así, se convirtió en un héroe nacional, cuya imagen fue capitalizada por el Gobierno de Uribe para ratificar su posición de no convenir un acuerdo humanitario. Sin embargo, antes de su evasión, Pinchao era considerado como uno más de los miembros de la fuerza pública retenidos y los medios de comunicación que hacían el recuento de las personas que seguían en poder de las farc, solo se detenían en su nombre y, a veces, en el lugar en el que fue retenido; solo después de ese hecho captó la atención del Gobierno, de los medios de comunicación y, por ende, de la sociedad colombiana (pp. 120-121).
Santiago López (2013, p. 128), al analizar el cubrimiento de los eventos posteriores a la fuga de Pinchao en el periódico El Colombiano, planteó que el protagonismo que adquirió Pinchao tuvo que ver con el desempeño del Estado como "arquitecto de una historia oficial", que es capaz de vehicular las luchas para significar el pasado de los actores interesados en posicionar su particular forma de ver los hechos que vivieron en la memoria pública. El posicionamiento de interpretaciones específicas de la realidad pasada se liga, además, a los fines e intereses particulares, así como a las expectativas futuras. De ahí que en mayo del 2007, el mismo mes en que Pinchao logró salir del cautiverio, la Presidencia de la República publicó un impreso de 26 páginas: Volver a empezar. Relato de un policía secuestrado durante nueve años por la guerrilla de las farc. Este consistió en una entrevista a Pinchao sobre las condiciones de la vida como secuestrado en los campamentos de las farc, posiblemente hecha por el Secretario de
Prensa de la Presidencia, acompañada de fotografías del protagonista en los días siguientes a su llegada a Bogotá, que muestran su encuentro con autoridades del Gobierno nacional.
Se publicaron, además, libros que denomino paralelos, puesto que aparecieron simultáneamente con los libros testimoniales del secuestro, porque revelaban historias y experiencias de vida de familiares que pade cieron las consecuencias emocionales del secuestro de un allegado. Así mismo, aparecieron otros libros cuyos contenidos querían clarificar las actuaciones de individuos con influencia en las esferas del poder nacional e internacional frente a secuestros específicos, como en el caso de Íngrid Betancourt, sobre el que familiares y periodistas realizaron más de cinco publicaciones en diferentes idiomas. De cierta manera, quienes se intere saron por los libros de este auge testimonial respondieron a "un clima de saturación mayúscula e inédita frente a las farc"16, causa de que sectores no uribistas consideraran prioritaria la resolución de la problemática del secuestro sobre otro tipo de eventos violentos que también amenazaban la vida de otras poblaciones en el país.
El Gobierno presentó su propio discurso en un libro sobre la Operación Jaque, desde el punto de vista de sus protagonistas. Juan Carlos Torres, quien había sido comunicador social en la Presidencia de la República, publicó en el 2008Operación Jaque. La verdadera historia, cuyo prólogo fue escrito por Juan Manuel Santos, quien estuvo a cargo del operativo como Ministro de Defensa. La editorial que publicó el exitoso libro fue Planeta que, a partir de sus amplias redes de distribución, logró venderlo a diferentes países. En el libro se pretendió resaltar los esfuerzos de los miembros de las fuerzas militares por solucionar la situación de cautiverio de los secuestrados políticos y militares, sin que la operación se convirtiera en un riesgo para sus vidas. Lo que se puede inferir de su lectura, es que el Gobierno nacional estuvo interesado en erigirse como el principal actor que luchaba por la liberación de los secuestrados, por encima de las acciones de Piedad Córdoba17 y del entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Tanto así que allí se presentaron afirmaciones de crítica abierta al interés de Chávez por intervenir en asuntos colombianos y se reflejaba la polarización que Uribe contribuyó a formar con respecto a la relación del Gobierno venezolano con las farc.
Es oportuno resaltar que los otros testimoniantes del fenómeno analizado necesariamente referenciaban su encuentro con Íngrid Betancourt durante el cautiverio y la opinión que ella les merecía, teniendo como argumentos las experiencias compartidas. Así pues, este personaje de la vida política nacional e internacional, por su doble nacionalidad colombo-francesa, suscitó el interés de gran cantidad de personas que conocieron las penalidades por las que debió pasar, así como el ataque de algunos sectores en Colombia que no avalaron sus críticas al Gobierno nacional.
La imagen pública del grupo de los "canjeables" varió de acuerdo con factores como las acciones específicas que emprendieron y su nivel de notoriedad en los medios de comunicación. De tal modo que su testimonio se validó según la legitimidad otorgada a la víctima, pues el "saber" del testigo tiene su contraparte en el "creer" del público lector. Se establece así un "contrato de veridicción" (Thedosíadis, 1996, p. 57). Martín yJaramillo (2014, p. 382) argumentan que "el ejercicio de la memoria, en tanto campo político, es un territorio de disputas por representaciones legítimas sobre el pasado" y los libros testimoniales que son objetos del presente estudio se enmarcan en la lucha por establecer una versión legítima de la experiencia del secuestro de los "canjeables".
Producción de libros sobre el secuestro
Según Nicolás Morales (Entrevista, 2016, mayo), los libros testimoniales del secuestro del periodo 2009-2011 se produjeron masivamente a causa de diferentes decisiones tomadas por las empresas editoriales. En el caso de Planeta, que publicó la mayoría de libros testimoniales y "paralelos" del secuestro, su línea editorial responde a la producción de textos de coyuntura acerca de personas o eventos sobre los que la opinión pública tiene gran interés. Esto es descrito por Alatriste como "la necesidad impe riosa de producir novedades" (1999, p. 219 en García Canclini y Moneta, 1999). Además, su estructura corporativa, en la que adquieren otros sellos editoriales y medios informativos, les permite poner en práctica estrategias de mercadeo que ligan estrechamente la información periodística con el interés económico de los propietarios de los medios.
De esa manera, ante la globalización, los medios de comunicación están en constante búsqueda de alianzas estratégicas y de formas innovadoras de atraer nuevos consumidores. Así, la editorial Planeta, como multinacional, fue capaz de entender los deseos del público por conocer, de manera más profunda, la dramática experiencia del secuestro, poniendo a disposición de los potenciales lectores, libros que primero habían salido en otros países como muchos de los relacionados con Íngrid Betancourt, originalmente publicados por editoriales francesas. Planeta pudo ofrecer visiones, desde diferentes ángulos, del fenómeno del secuestro por parte de las farc.
Según File-Muriel (2013), este fenómeno editorial parece ser con secuencia de la existencia de una jerarquía existente entre las víctimas del secuestro, situación que reconocen potenciales lectores que la autora entrevistó. Un grupo está constituido por personas que provie nen de la élite, como expolíticos, y el otro se compone de individuos percibidos como marginalizados y no representados en los medios de comunicación masiva. Así, entre las razones para que este tipo de literatura se publicara se encuentra el conocimiento previo, o aun una relación de amistad, entre los dirigentes de las empresas editoriales y los expolíticos secuestrados o los autores de los libros "paralelos". En el caso de los militares que estuvieron secuestrados, generalmente, sus libros se publicaron en editoriales más pequeñas18. En consecuencia, si el relato no se aceptaba o no se lograba un acuerdo entre el autor y la editorial para publicar su testimonio, se buscaban otras editoriales con las que se pudiera publicar el libro19.
Suárez resalta que se pasa de representar la guerrilla como un actor armado, cuyas etapas de surgimiento y desarrollo pueden ser explicadas, a ser mostrada principalmente como victimaria (2011b, p. 292), debido al contexto político descrito anteriormente en el que las guerrillas pierden legitimidad y son conocidas como "terroristas". Este autor, además, establece que los libros de literatura testimonial se adscriben a la categoría de libros de ocasión o instant books, en cuanto "su cercanía temporal con los hechos narrados" (p. 291). Lo anterior nos da pie para reflexionar brevemente en torno a la configuración de la literatura testimonial como depósito de memoria y el papel que cumplen los libros de ocasión. Si bien es importante reconocer que una forma de depositar los relatos de las víctimas de la guerra en la memoria colectiva es la escritura y publicación de relatos testimoniales, se debe constatar una paradoja: los libros instantáneos evocan, en su nombre, uno de los valores más importantes en la modernidad, la innovación tecnológica y, con ella, el cambio acelerado de vanguardias, haciendo del pasado el reino de la obsolescencia.
Si el giro hacia el pasado y la cultura de la memoria nacieron como reacción al culto al futuro y al cambio, los libros de instante, por el contrario, incitan a que su lectura se realice justo en el momento en que evocan su conexión con lo coyuntural, con lo nuevo y lo novedoso20. Se pasa, entonces, de un interés por mantener en una memoria duradera los testimonios de las víctimas, a ubicarlos en una memoria instantánea, que pide la renovación de los temas y los protagonistas, y que no se quiere perder la última tendencia21.
Lo interesante de este auge testimonial del secuestro es que responde a una mercantilización de la memoria y, como toda mercancía, estos libros son productos de consumo que tienen un tiempo de uso limitado, puesto que luego saldrán nuevos bienes que los reemplazarán.
Conclusiones
Los objetos que recogen la memoria de hechos violentos pasados son, sin duda, productos culturales que responden a condiciones específicas de producción como el ambiente político y el interés de un potencial público lector. De este modo, se puede concluir que el auge de literatura testimonial del secuestro de los "canjeables" responde al clima ideológico del país durante la presidencia de Alvaro Uribe, periodo en el que las farc se convirtieron en el enemigo interno de la nación. Es por ello que los testimonios que denunciaron sus crímenes tuvieron un eco masivo en los medios informativos de carácter privado y, en general, en la opinión pública colombiana.
La tendencia neoliberal del Gobierno de Uribe se unió a la idea de que la seguridad era la antesala para el desarrollo, en cuanto posibilitaba una confianza inversionista en el país. Por tal razón, gremios empresariales y los propietarios de la industria de comunicaciones rodearon a Uribe y posibilitaron la difusión de los productos culturales que contribuían al discurso oficial, al tiempo que grandes casas editoriales los capitalizaron como mercancías que cumplieron las etapas de producción, distribución y consumo.
La disputa por posicionar una versión específica de la historia se apoyó además por la competencia comercial entre editoriales, como Planeta, que sacaron provecho económico de las expectativas sociales, creadas por las condiciones políticas existentes y el sensacionalismo de los medios informativos, por conocer la experiencia de los sobrevivientes del secuestro.
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Entrevista realizada a Marta Ruiz, columnista de Semana, junio del 2015, Bogotá
Entrevista a Nicolás Morales, director de la Editorial de la Pontificia Universidad Javeriana y colaborador de la Revista Arcadia, mayo del
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Entrevista a Hernán Jara, librero de la Sala Colombia, Librería Lerner, mayo del 2015 , Bogotá
Entrevista a una de las personas que desempeñaron un rol fundamental en la producción del libro Mi fuga hacia la libertad de J. F. Pinchao, junio del 2015, Bogotá
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