Efecto de las restricciones de altura en Bogotá-Región (2017)
Effect of height restrictions in Bogota-Region (2017)
Efeito das restrições de altura na Bogotá-Região (2017)
DOI:
https://doi.org/10.15446/cep.v9n3.101034Keywords:
restricciones de edificación, FAR, bienestar urbano, Municipios (es)building restrictions, FAR, urban welfare, municipalities (en)
restrições de edificação, FAR, bem-estar urbano, municípios (pt)
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El ordenamiento del territorio urbano cuenta con dos instrumentos de política para incidir en la ocupación del suelo y limitar el desarrollo de los mercados: la regulación en los usos del suelo y las restricciones a las alturas de edificación. En este documento se analiza cómo las restricciones de edificación especificadas para Bogotá en el marco del Plan Ordenamiento Territorial (POT) (Decreto 190 de 2004) y los procesos de urbanización de los municipios vecinos a la ciudad influyen sobre el bienestar urbano en la región. La metodología de análisis contempla la estimación un modelo de mínimos cuadrados ordinarios (MCO) en función del área total, el índice FAR (Floor Area Ratio), el cual mide el número de veces que representa el área construida sobre el área total, y la renta agrícola. Los resultados corroboran que las restricciones de edificación 2004 no han sido adecuadas en términos de condiciones de bienestar urbano, pues tuvo como resultado el crecimiento desordenado y disperso de los municipios.
The urban land planning has two policy instruments to shape land occupation and limit market development: land use regulation and building height restrictions. This paper examines the impact of specified building restrictions in Bogota under the framework of the Territorial Planning (POT by its acronym in Spanish) (Decree 190 of 2004) as well as the urbanization processes in neighbouring municipalities on urban welfare in the region. The analysis methodology includes estimating an ordinary least squares (OLS) model using variables such as total area, floor area ratio (FAR) —which measures the ratio of built-up area to total area— and the agricultural rent. The results confirm that the building restrictions Implemented In 2004 have not effectively contributed to desirable urban welfare conditions, as they have resulted in disordered and dispersed growth of the municipalities.
O ordenamento do território urbano tem dois instrumentos políticos para incidir na ocupação do solo e limitar o desenvolvimento dos mercados: a regulamentação dos usos do solo e das restrições às alturas de edificação. Este documento analisa como as restrições de edificação especificadas para Bogotá dentro do Plano de Ordenamento Territorial (POT) (Decreto 190 de 2004) e os processos de urbanização dos municípios vizinhos à cidade influenciam o bem-estar urbano da região. A metodologia de análise contempla a estimação de um modelo de mínimos quadrados ordinários (MCO) em função da área total, do índice FAR (Floor Area Ratio), que mede o número de vezes que a área construída representa sobre a área total, e da renda agrícola. Os resultados corroboram que as restrições de edificação de 2004 não foram adequadas em termos de condições de bem-estar urbano, pois resultaram no crescimento desordenado e disperso dos municípios.
Efecto de las
restricciones de altura en Bogotá-Región (2017)
Hernán Darío Enríquez Sierra. Magíster en Ciencias
Económicas de la Universidad Nacional de Colombia y economista de la misma
universidad. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-4662-4324 Correo electrónico: hernan.enriquez@usa.edu.co
Lina Fernanda Cantor Arias. Magíster en Economía
Regional y Urbana de la Universidad Sergio Arboleda y economista de la misma
universidad. ORCID: https://orcid.org/0000-0003-4564-9121 Correo electrónico: anil22_dsn@hotmail.com
Luisa Fernanda Rojas Barreto. Magíster en Economía
Regional y Urbana de la Universidad Sergio Arboleda y economista de la misma
universidad. ORCID: https://orcid.org/0000-0001-8820-876X Correo electrónico: lurojas.barreto@gmail.com
Juan Camilo Peña Urbina. Economista de la
Universidad Sergio Arboleda. ORCID: https://orcid.org/0000-0002- 0972-0480
Correo electrónico: juancamilopenaurbina@gmail.com
Ana Valentina Aponte Morales. Economista de la
Universidad Sergio Arboleda. ORCID: https://orcid.org/0000- 0002-1899-4678
Correo electrónico: anavalentina1112@gmail.com
Recibido: 7 de septiembre de 2021 |
Aceptado: 9 de julio de 2022 |
Aprobado: 26 de noviembre de 2022 |
Resumen
El ordenamiento del
territorio urbano cuenta con dos instrumentos de política para incidir en la
ocupación del suelo y limitar el desarrollo de los mercados: la regulación en
los usos del suelo y las restricciones a las alturas de edificación. En este documento
se analiza cómo las restricciones de edificación especificadas para Bogotá en
el marco del Plan Ordenamiento Territorial (POT) (Decreto 190 de 2004) y los
procesos de urbanización de los municipios vecinos a la ciudad influyen sobre
el bienestar urbano en la región. La metodología de análisis contempla la
estimación un modelo de mínimos cuadrados ordinarios (MCO) en función del área
total, el índice FAR (floor
area ratio), el cual mide el número de veces que
representa el área construida sobre el área total, y la renta agrícola. Los
resultados corroboran que las restricciones de edificación 2004 no han sido
adecuadas en términos de condiciones de bienestar urbano, pues tuvo como
resultado el crecimiento desordenado y disperso de los municipios.
Palabras clave: restricciones de
edificación, FAR, bienestar urbano, municipios.
Effect of
height restrictions in Bogota-Region (2017)
Abstract
The
urban land planning has two policy instruments to shape land occupation and
limit market development: land use regulation and building height restrictions.
This paper examines the impact of specified building restrictions in Bogota
under the framework of the Territorial Planning (pot by its acronym in Spanish)
(Decree 190 of 2004) as well as the urbanization processes in neighbouring municipalities on urban welfare in the region.
The analysis methodology includes estimating an ordinary least squares (OLS)
model using variables such as total area, floor area ratio (FAR) —which
measures the ratio of built-up area to total area— and the agricultural rent.
The results confirm that the building restrictions Implemented In 2004 have not
effectively contributed to desirable urban welfare conditions, as they have
resulted in disordered and dispersed growth of the municipalities.
Keywords: building
restrictions, FAR, urban welfare, municipalities.
Efeito das
restrições de altura na Bogotá-Região (2017)
Resumo
O
ordenamento do território urbano tem dois instrumentos políticos para incidir
na ocupação do solo e limitar o desenvolvimento dos mercados: a regulamentação
dos usos do solo e das restrições às alturas de edificação. Este documento
analisa como as restrições de edificação especificadas para Bogotá dentro do
Plano de Ordenamento Territorial (POT) (Decreto 190 de 2004) e os processos de
urbanização dos municípios vizinhos à cidade influenciam o bemestar
urbano da região. A metodologia de análise contempla a estimação de um modelo
de mínimos quadrados ordinários (MCO) em função da área total, do índice FAR (floor area ratio),
que mede o número de vezes que a área construída representa sobre a área total,
e da renda agrícola. Os resultados corroboram que as restrições de edificação
de 2004 não foram adequadas em termos de condições de bemestar
urbano, pois resultaram no crescimento desordenado e disperso dos municipios
Palavras-chave:
restrições de edificação, FAR, bemestar urbano, municípios.
Introducción
La política pública relacionada con el ordenamiento del territorio urbano
y con el control a la expansión de las ciudades se debate entre dos elementos
principales. Por un lado, se presenta la necesidad de dirigir los efectos
sociales y económicos que inciden en la ocupación del suelo urbano, derivados
de interacciones de agentes y el desarrollo de los mercados. Por otro lado, se
presenta la posibilidad —en muchas ocasiones subóptima— de limitar a los
mercados con dos instrumentos de política como son la regulación de usos de
suelo y la altura de edificación. Como resultado, en los procesos de ordenación
del territorio se definen restricciones sobre lo que se construye y qué se
construye en cada localización de una ciudad.
La limitación del desarrollo edificador tiene
defensores y detractores, tanto en la academia como a nivel de toma de
decisiones de ciudad. Los primeros argumentan que, de no hacerse, las ciudades
se expandirían de manera constante y desequilibrada, generando procesos de
urbanización tipo “mancha de aceite”. Esto tendría efectos tanto en la
sostenibilidad ambiental como en la económica, derivados de mayores costos
sociales de la urbanización (contaminación, costos de desplazamiento, etc).
En el segundo caso se sostiene que si bien limitar el
crecimiento urbano es una buena medida (Kono y Joshi, 2012), esta no podría compensar el efecto de una
subida de precios en los mercados de suelo e inmobiliario, así como de la
imposibilidad para que florezcan actividades económicas en la medida en que la
ciudad se expande. Esto genera como resultado ciudades con mayores costos de
vida, dificultades para encontrar vivienda asequible (en especial para hogares
de menores ingresos) y una fuerte atomización de la actividad económica en
pocos lugares de la ciudad (Glaeser y Gyourko, 2003; Molloy, 2018). En resumen, el debate sobre las
restricciones al crecimiento recae en las condiciones de bienestar que pueden
surgir cuando se imponen dichas limitaciones. Para ello, es importante
considerar que la configuración de ciudades viene dada por la interrelación de
factores económicos, sociales, políticos, culturales y ambientales, que son
modelados a través de las normas.
El objetivo de este documento es evaluar si las
restricciones de edificación en Bogotá, especificadas en el Plan Ordenamiento
Territorial (Decreto 190 de 2004) han sido adecuadas en términos de bienestar
urbano. De igual manera, desde una perspectiva metropolitana, se pretende
establecer cómo los procesos de urbanización de los municipios vecinos a la
ciudad están afectando las condiciones de vida urbana de toda la región. De
esta forma se puede responder si la norma urbana genera o no afectaciones al bienestar
de los ciudadanos.
Para ello, se acude a la verificación econométrica del
efecto de la restricción de alturas definida para diecinueve localidades de
Bogotá y catorce municipios de Cundinamarca, siguiendo el trabajo de Bertaud y Brueckner (2005). Este
análisis tiene el propósito de establecer si una mayor compacidad urbana,
medida como el ratio entre el área construida y el área de terreno de cada
unidad espacial, ha generado un menor consumo de área urbanizable.
El documento se divide en cinco secciones, de las que esta introducción es
la primera parte. En la segunda sección se presenta el estado de la literatura
sobre los efectos de las restricciones de construcción en altura para las
ciudades. En la tercera sección se desarrolla el marco teórico sobre una amplicación del modelo Alonso-Muth-Mills
que desarrollan Bertaud y Brueckner
para mostrar el efecto sobre los gradientes de precios y densidad de las
restricciones a la edificabilidad. La cuarta sección presenta la especificación
y resultados de los modelos econométricos y la quinta sección aborda las
conclusiones de la investigación.
Estado del arte
En esta sección se revisan trabajos relevantes de análisis cuantitativo de
impactos y costos de bienestar que surgen de la definición de las restricciones
en la altura de las construcciones.
Generalmente, estas condiciones se reflejan en la
norma de ocupación y edificación de los lotes de las ciudades, pero los autores
que abarcan la norma de ocupación y edificación de los lotes en las ciudades
estiman resultados para determinadas unidades espaciales agregadas con
restricciones diferenciadas.
La literatura consultada se concentra en los efectos
de la expansión urbana derivados de la imposición a las restricciones de
altura. Para ello, se estudia la evolución de la variación del gradiente del FAR
(floor area ratio), el
cual mide el número de veces que representa el área construida, respecto al
área de terreno del área estudiada. Aquí se puede determinar si la norma se
dirige a limitar la construcción (de manera explícita) o si la restricción se
sujeta a la forma de ocupar el área de terreno (de manera implícita): por
ejemplo, en un área de terreno se puede edificar un piso de la misma dimensión
o dos pisos en el 50 % de la dimensión de un piso, de acuerdo con la
restricción de ocupación.
Desde un enfoque descriptivo, la evidencia sugiere que
las restricciones al crecimiento en altura suponen la expansión de la ciudad en
el territorio. Para el caso de Beijing, Ding (2013)
evalúa si las restricciones de altura han estado acordes con el objetivo de
planificación de la ciudad. Sus resultados sugieren que esto ha sido así hasta
8 kilómetros de proximidad al centro histórico de la ciudad, mientras que fuera
de esa área, el crecimiento ha obedecido más a las fuerzas del mercado
inmobiliario. Adicionalmente, el autor estima que, de mantenerse la norma
vigente, la ciudad necesita expandirse 28 kilómetros cuadrados, lo que equivale
al 12 % de aumento del límite urbano y un aumento del 25 % de las áreas
urbanizadas.
Por su parte, Kono y Joshi (2012) analizan la regulación de los límites de
crecimiento urbano que restringe el tamaño de la ciudad y permite la
internalización de externalidades como la congestión de tráfico cuando se
promueve la densificación en áreas centrales. Del mismo modo, los autores
encuentran que una regulación óptima ocasiona la contracción de la ciudad
regulada por el FAR. El concepto de norma
óptima guarda mayor relevancia con el fin de evitar incentivos perversos,
cuando se define de manera indiscriminada para sectores de la ciudad.
Jung (2019) estudia el vínculo entre el desarrollo
urbano por parte del sector privado y la política de incentivos de
planificación urbana “Bono de FAR” en Seúl, Corea del sur. El autor encuentra
que dicha política de incentivos puede generar una masa de construcción
excesiva que disminuya la calidad de los entornos urbanos a costa de una menor
expansión en el territorio. Este planteamiento de la norma per- versa (o que
motiva a los actores del mercado a generar resultados adversos) también es
analizada por Cai, Wang y Zhang (2016), quienes
encontraron que en China los desarrolladores construyeron por encima de los
límites reglamentarios del FAR en el desarrollo de tierras (en más del 20 % de
los casos) y el área total construida en esos casos aumentó un 21.5 % por
encima del límite regulatorio. Una de las razones de estos resultados es que la
ubicación de los terrenos cuenta con atributos atractivos que tienden a inducir
a los desarrolladores a buscar ajustes ascendentes de FAR.
Sridhar (2007) discute una
importante controversia sobre la forma en la que crece la ciudad: horizontal o
vertical. Los hallazgos sugieren que las ciudades deberían optar por un
crecimiento vertical en lugar de horizontal en aras de la eficiencia. Al
analizar los resultados, se determina que las regulaciones de uso del suelo son
significativas para determinar el patrón de población y suburbanización
de los hogares (o crecimiento horizontal) en el contexto de la India y, por
tanto, no se puede ignorar el papel extraordinario que desempeñan.
En cuanto a la existencia de un gradiente del FAR,
Barr y Cohen (2014) estiman que la ciudad de Nueva York sigue siendo monocéntrica con respecto a sus FAR. Esto sugiere que
grandes áreas de terreno permiten que la tierra se use con mayor intensidad en
esas zonas. Sin embargo, al alejarse del centro, la relación en promedio se
vuelve negativa, lo que indica que las parcelas grandes se usan con menos
intensidad entre más lejos se está del centro.
Desde el punto de vista estructural, se encuentra la
literatura que evalúa el crecimiento y tipo de ocupación de la ciudad y cómo
esto puede afectar el bienestar de sus pobladores. En este sentido, Bertaud y Brueckner (2004)
realizan una simulación para la ciudad de Bangalore, India, donde las
restricciones de altura están vigentes. Los resultados muestran que el costo de
bienestar oscila entre el 1.5 % y el 4.5 % del ingreso de los hogares. Lo
anterior revela una pérdida de bienestar general derivada de la norma
urbanística, teniendo en cuenta que esta magnitud puede representar la
diferencia entre la pobreza y el estado de no pobreza en muchos hogares. Los
autores también señalan que la restricción FAR tiene asociados unos beneficios,
como el ahorro en costos de infraestructura en el centro de la ciudad, por
ejemplo. Sin embargo, la existencia de beneficios depende de la tecnología de
provisión de infraestructura, dado que la restricción de FAR podría ocasionar
que los costos totales de la infraestructura aumenten en lugar de disminuir,
por los costos adicionales de proveer una red más amplia.
Por su parte, Kulish,
Richards y Gillitzer (2012), basados en un modelo monocéntrico tipo Alonso-Muth-Mills,
destacan algunas influencias a largo plazo en la oferta y la demanda de
viviendas urbanas en Australia. Los resultados más relevantes están
relacionados con la infraestructura de transporte y las políticas de uso de la
tierra. Con relación al primer punto, Kulish et al.
(2012) muestran que en las ciudades con mejor infraestructura de transporte es
más probable que las personas opten por vivir lejos de la ciudad donde los
precios de la tierra y la vivienda son más bajos y el tamaño de las viviendas
puede ser mayor. Con relación al segundo aspecto, los autores indican que los
límites de zonificación en la cantidad de viviendas construidas cerca del distrito
central de negocios (CBD en inglés) conllevan que una mayor parte de la
población viva en los anillos medios y exteriores (los más alejados del CBD).
Lo anterior genera un in- cremento en la huella general de la ciudad y da como
resultado precios de la vivienda más altos. De esta forma, se espera que a
medida que aumenta la población de las ciudades estos efectos sean más
pronunciados.
Kono y Joshi
(2012) muestran cómo controlar el tamaño de los edificios para mitigar el
tráfico en una ciudad monocéntrica. Para ello,
realizaron un análisis de la regulación del FAR, en el que diferenciaron los
efectos de las regulaciones de densidad urbana, entre una ciudad abierta y una
ciudad cerrada. En la ciudad cerrada, la población no cambia como respuesta a
la regulación; por el contrario, en una ciudad abierta, la población cambia en
respuesta a la regulación de densidad. Así, los autores afirman que para las
ciudades cerradas se necesita un ajuste a la baja de la densidad del mercado en
las ubicaciones de los límites urbanos (mediante la regulación máxima de FAR) y
ajustes hacia arriba en las ubicaciones centrales (a través de la regulación de
mínima FAR). Por su parte, para las ciudades abiertas solo necesitan aplicar la
regulación máxima de FAR.
Quigley y Raphael (2005)
exploran los vínculos entre las regulaciones de uso del suelo, el crecimiento
del stock de viviendas y los precios
de las viviendas en las ciudades de California, por medio del desarrollo de un
índice de regulación a nivel de ciudad que después es relacionado con los
precios locales de la vivienda en 1990 y 2000. En sus resultados, los autores
encuentran que los precios de la vivienda y los alquileres son más altos en las
ciudades con una regulación más estricta del desarrollo y el uso del suelo.
Respecto al stock de vivienda, los
resultados son estadísticamente significativos para las viviendas
unifamiliares: las restricciones ejercen un efecto negativo sobre la oferta de
vivienda, mientras que para las viviendas multifamiliares no se halla evidencia
de una relación entre las restricciones y el crecimiento del stock.
En resumen, la evidencia señala dos resultados de interés. El primero es
que las restricciones en alturas deben obedecer a un criterio de tamaño óptimo
de ciudad más que a una decisión local en la que se implementa la normatividad.
En segundo lugar, que entre más rígida sea la restricción, peores serán los
resultados no solo en términos del tamaño sino también en el bienestar de la
población. Del primer caso se tiene que si existe una brecha significativa
entre el FAR óptimo que maximiza el valor del suelo y el FAR regulatorio se
tendrán consecuencias tanto en precios como en cantidad de suelo consumido y
viviendas construidas (Cai et al., 2016). Del segundo caso se concluye que, en la medida en
que se haga más flexible la norma urbanística, se puedan alojar allí más
hogares y, de esta forma, contener el crecimiento excesivo de la ciudad y la
expansión urbana descontrolada, reducir los desplazamientos y hacer que las
viviendas sean más asequibles (Sridhar, 2007).
Marco teórico
La planificación urbana y el ordenamiento territorial son dimensiones que
necesitan del intercambio y la investigación multidisciplinar: la consolidación
de la norma urbana requiere de una perspectiva social, política, legal,
tributaria, ambiental, espacial y económica para reconocer los poderes e
intereses de distintos actores que interactúan dentro de este espacio (Ornés, 2009). Los modelos clásicos de la economía urbana,
explicados dentro de esta base teórica, están en función del aspecto
económico-espacial. Las aproximaciones desarrolladas por autores como Alonso
(1964), Mills (1967, 1972b), Muth (1969), Wheaton
(1974), Brueckner y von Rabenau (1981), Fuji ta y Ogawa (1982), Brueckner y Fansler (1983), Brueckner (1987),
Fujita (1989; 2000), Lucas y Rossi-Hansberg (2002), Bertaud y Brueckner (2005), entre otras aproximaciones, han concluido
que:
·
Los suelos más cercanos al Centro
Distrital de Negocios (CBD) son las ubicaciones más estratégicas[1].
No obstante, solo se localizarán cerca al CBD aquellas actividades económicas
que puedan pagar el alto valor de ese suelo. De esta manera, los usos cada vez
menos rentables se localizarán más lejos hasta llegar a la frontera agrícola.
La competencia entre los distintos usos del suelo se basa en un estricto
principio económico: las actividades que requieren una localización óptima
pagarán rentas elevadas, pero si optan por asentarse en la periferia, pagarán
un alto costo por el transporte. En este contexto, los empresarios del sector
comercio y servicios están dispuestos a pagar más renta del suelo para
establecerse lo más cerca posible al centro de negocios. De la misma manera,
los hogares estarán dispuestos a pagar un mayor precio por habitar una vivienda
más pequeña, con tal de localizarse lo más cerca al centro. Esto conlleva que
alrededor del centro de la ciudad, los usos se dividan en comercial,
residencial y un espacio de uso mixto para el cual cada ubicación contiene
negocios y viviendas.
·
Las diferencias de costos de transporte
dentro de un área urbana deben equilibrarse con diferencias en el precio de la
vivienda. Por ejemplo, a mayor distancia del centro de empleo el gradiente de
precios de la vivienda va disminuyendo. Este hecho implica viajes largos y
costosos para quienes viven lejos del CBD, con implicaciones de largo alcance
para la estructura espacial de la ciudad.
·
La intensidad del uso del suelo es
diferente en el espacio. Se tienen mayores alturas cerca de los centros, pero a
medida que crece la distancia a esos centros las estructuras representan
relaciones capital-tierra mucho más bajas.
Bajo esta lógica, y siguiendo a Bertaud
y Brueckner (2005), se formaliza el impacto de la
regulación de las alturas en el bienestar y tamaño de las ciudades.
Inicialmente, se asume que el ingreso disponible de los habitantes (N) de una ciudad viene dado por y - tx, donde
y representa el ingreso, x la
distancia al lugar de empleo (CBD) y t el
costo de transporte.
Los individuos tienen una función de utilidad v (c,q), que
depende del consumo de un bien numerario que no sea vivienda, denotado por c, y la vivienda en metros cuadrados,
representada por q. La restricción
del presupuesto es, entonces, c + pq = y - tx, donde p denota el precio por metro cuadrado.
Al reescribir, se tiene la siguiente función de utilidad v (y - tx - pq, q).
Al enfrentar un problema de elección de localización se hace necesario que
la maximización del nivel de utilidad sea uniforme en todo el espacio, por
tanto, se tiene:
maxqv (y - tx
- pq, q) = u (1)
La ecuación 1 implica dos condiciones: una de primer
orden para la elección de q y otra de
que la utilidad es igual a u. Estas
dos condiciones determinan q y p como funciones de los parámetros de
interés, que en este caso son x y u, es decir las soluciones son dadas
por:
q (x,u)
p (x,u)
Asegurar la indiferencia de ubicación para los
residentes implica que p debe disminuir a medida que aumenta x, para compensar
los mayores costos de transporte incurridos por mayores distancias, de modo que
px < 0. En respuesta a esta
disminución del precio, el tamaño de la vivienda aumenta con x, de modo que qx > 0. Así mismo, un aumento en u
afecta tanto a p como a q. El precio de la vivienda cae a medida que aumenta u,
con pu < 0. El precio más
bajo permite que el consumidor alcance una curva de indiferencia más alta con
un ingreso disponible que se mantiene constante. Mientras la vivienda sea un
bien normal, este movimiento debe implicar un aumento en:
q, con qu > 0.
Ahora bien, la vivienda
se produce al combinar tierra y capital (materiales de construcción), bajo una
tecnología de rendimientos constantes. Debido a esos rendimientos, la
producción de vivienda por unidad de tierra puede escribirse h(S), donde h es la forma intensiva de la función de producción y S es la relación capital-tierra,
denominada “densidad estructural” (h satisface
h' > 0, h'' < 0). Dado que h(S) proporciona el área construida de
vivienda por unidad de tierra, se puede decir que representa la relación área
construida versus área total de tierra (FAR[2]).
Con el precio del capital normalizado a la unidad, el beneficio por unidad
de tierra para el desarrollador de viviendas es igual a ph (S)-S - r, donde r es la
renta por unidad de tierra. Dado p,
el desarrollador elige S para
maximizarla ganancia. La renta de la tierra se determina por la condición de
ganancia cero, que se puede escribir r = ph (S) - S . En vista de que S depende de p, a través
de la condición de primer orden, en última instancia, depende de los
determinantes de p, es decir, x y u.
Además, como r depende de p y S,
también depende de estos mismos parámetros. Así, las soluciones pueden ser
escritas:
S ( x, u), r (x ,u)
Dado que px < 0 se mantiene y que un
precio menor disminuye el incentivo para desarrollar la tierra, Sx < 0 también se cumple, lo
que indica que la densidad construcción disminuye con x. De manera similar, la renta del suelo también disminuye con x, de modo que rx < 0. Finalmente, con una u más alta deprimiendo p,
tanto S como r caen a medida que aumenta la utilidad, lo que produce Su, ru
< 0
Las condiciones de
equilibrio urbano presentadas determinan el nivel de utilidad u, así como la
distancia 𝑥̅ hasta el
borde de la ciudad. Estas condiciones de equilibrio requieren: 1) que la renta
del suelo urbano en 𝑥̅ sea igual a
la renta agrícola ra (ecuación 2); y 2)
que la población de la ciudad N se ajuste dentro de 𝑥̅ (ecuación
3). Los valores de equilibrio de u y 𝑥̅ se denotan
u0 y 𝑥̅0.
|
(2) |
|
(3) |
En la ecuación 3, θ < 2π corresponde a la cantidad
de tierra disponible para vivienda. Por su parte, h(S(x,u0))/q(x,u0) es igual al área
construida por unidad de tierra dividido por el tamaño de la vivienda. Por lo
tanto, esta relación indica viviendas por unidad de tierra, que a su vez es
igual a la densidad de población si cada vivienda contiene una persona.
Ahora bien, bajo una restricción del FAR, se impone un límite
superior a los metros cuadrados de viviendas que pueden producirse por unidad
de tierra. En el modelo, esta restricción puede escribirse:
h(S) ≤ ĥ (4)
donde ĥ es
el límite FAR. Dado que S disminuye
con x en una ciudad sin
restricciones, como se vio anteriormente, se deduce que la producción de
viviendas por unidad de tierra h(S),
también disminuye con x. Como
resultado, la restricción FAR estará en la parte central de la ciudad, donde h(S) normalmente sería alta. En este
sentido, las ecuaciones (2) y (3) pueden reescribirse de la siguiente manera
—teniendo que x es el valor de x donde la restricción FAR aplica y
donde u1 y x1 denotan los valores de equilibrio para u y x en la ciudad con
restricción FAR—:
|
(5) |
|
(6) |
Donde ĥ=h(S(x,u1), lo que indica la ubicación
donde la restricción FAR se convierte en vinculante. En la ecuación 6, la
segunda integral tiene la misma forma que la ecuación 3, pero un límite
inferior de x en lugar de cero. La
primera integral implica que h debe ser igual a ĥ dentro de x. Al obligar
a h a permanecer constante, en lugar
de elevarse a medida que x. cae sobre este rango, la restricción FAR tiende a
reducir la densidad de población en la parte central de la ciudad.
Estas ecuaciones determinan los valores de equilibrio u1, x1
y x para la ciudad restringida por FAR
y permiten concluir que:
1.
La ciudad restringida ocupa más espacio
y tiene menos bienestar para el consumidor que la ciudad sin restricciones, con
x1> x0 y u1< u0.
2.
Para cada residente urbano el costo de
bienestar de la restricción FAR es igual a t(x1-
x0), es decir, representa un aumento en el costo de transporte para el
residente que se encuentra en el borde.
Datos y metodología
Esta sección describe la metodología utilizada para abordar las
implicaciones económicas de las restricciones de altura sobre la planificación
urbana y el ordenamiento territorial en Bogotá y catorce municipios de
Cundinamarca. Para ello, se utilizan como fuentes de información el Instituto
Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) y la Infraestructura de Datos Espaciales para
el Distrito Capital (Ideca). El área total y el área
construida de las localidades de Bogotá, excepto Sumapaz, se obtiene del Ideca; mientras que los datos para los catorce municipios
de Cundinamarca se toman del IGAC. Para construir el FAR, variable central en
el modelo empírico, se obtiene el cociente entre el área construida en el área
total3 de cada localidad y municipio, respectivamente. Como se
explicó en el modelo teórico, un determinante importante de las áreas urbanas
es la renta agrícola (ver ecuación 2), razón por la que se incluyen en el
modelo el valor agregado agrícola, tomado del DANE.
Tabla 1. Variables del modelo
Variable |
Promedio |
Desviación estándar |
Mínimo |
Máximo |
Área total (Ha) |
620.8547 |
1002.239 |
0.0206 |
3259.239 |
Área de zona urbana (Ha) |
1470 |
1349.757 |
89 |
5796 |
Área construida zona urbana (Ha) |
930.1212 |
949.5883 |
18 |
3691 |
Índice FAR |
0.5730995 |
0.3104814 |
0.1369427 |
1.366274 |
High FAR |
0.5151515 |
0.5075192 |
0 |
1 |
Valor agregado agrícola |
25.72727 |
40.30995 |
0 |
120 |
Población (en miles de personas) |
278093.4 |
341037.7 |
9605 |
1282231 |
Observaciones |
33 |
Nota: el número de
observaciones corresponde a las diecinueve localidades urbanas de Bogotá y
catorce municipios de Cundinamarca.
Fuente: elaboración propia, a
partir de Ideca, IGAC y DANE (2017).
En las localidades de Bogotá, el promedio del área
construida sobre el área total es del 78.9 %; en cambio, en los municipios de
Cundinamarca este promedio es del 27.9 %. Los municipios con un mayor valor
agregado agrícola son Tenjo, Madrid y Mosquera.
Al evaluar los componentes expuestos en el marco
teórico, se encuentra que en Bogotá los lugares que cuentan con mayores precios
del suelo coinciden con los lugares donde los valores del FAR son más altos y
donde están las mayores alturas (como se observa en la figura 1). Esto
concuerda con la lógica económica, pues, según Jaramillo (2009), la
construcción en altura, la densidad construida y el precio del terreno dependen
de la interacción entre los costos de construcción y el precio de venta del
espacio construido (diferente al precio del suelo). Pese a que la construcción
en altura implica costos adicionales que van creciendo a medida que aumenta el
número de pisos, también posibilita el incremento en la cantidad de espacio
construido que se puede vender en un determinado lugar. De esta forma, si el
precio de venta alcanza a compensar los mayores costos de construir en altura,
se produce en baja densidad. Si, por el contrario, este precio es lo
suficientemente alto para asumir este costo mayor, se utiliza la técnica más
intensiva
Figura 1. Bogotá por zona de
análisis de transporte (ZAT)
Fuente: elaboración propia con
ArcGIS, a partir de con datos del Ideca (2017)
Con respecto a Cundinamarca, la figura 2 muestra que
los municipios que tienen un mayor FAR son Soacha y Facatativá, que poseen,
además, una mayor población en comparación con los demás municipios estudiados.
Asimismo, los municipios que cuentan con un menor FAR,
son Cota y Bojacá, los cuales tienen una menor población.
Figura 2. Municipios de
Cundinamarca
Fuente: elaboración propia, en
ArcGIS, con datos del IGAC (2017).
El modelo se estima por mínimos cuadra- dos ordinarios (MCO), en los que
la variable dependiente es el área total de cada una de las localidades y
municipios, la cual está en función del índice FAR, la población del año 2017 y
el valor agregado agrícola.
Resultados
En la tabla 2 se presentan los resultados de las regresiones con
especificación lineal y semilogarítmica4. En los modelos tres y
cuatro se reemplaza la variable índice FAR por la variable dummy High FAR. En el modelo dos se obtiene que el estimador de la
variable central del modelo, el FAR, es significativo y con el signo negativo
esperado respecto al área total. La interpretación cuenta solo los resultados
de los modelos dos y cuatro, los cuales superan los problemas mencionados
anteriormente.
Tabla 2. Estimaciones según el
modelo de mínimos cuadrados ordinarios (MCO)
|
(1) |
(2) |
(3) |
(4) |
Variables |
Área Total (Ha) |
Ln_Área_Total |
Área Total (Ha) |
Ln_Área_Total |
IndiceFAR |
-1 420.0284** |
-8.8303*** |
|
|
|
(621.6242) |
(1.5737) |
|
|
Ln_pob17 |
-15.0355 |
-0.3561 |
39.6696 |
-0.1144 |
|
(120.9795) |
(0.3063) |
(118.6463) |
(0.2969) |
VAgrícola |
5.3021 |
0.0325** |
3.5138 |
0.0284** |
|
(5.0427) |
(0.0128) |
(4.8707) |
(0.0122) |
HighFAR |
|
|
-1 157.0769*** |
-6.1271*** |
|
|
|
390.1866) |
(0.9763) |
Constant |
1147.40120 |
10.2506*** |
662.8291 |
5.6261 |
|
(1467.7990) |
(3.7159) |
(1139.71737) |
(3.4960) |
Observations |
33 |
33 |
33 |
33 |
R-squared |
0.3713 |
0.7990 |
0.4308 |
0.8222 |
Standard errors in parentheses |
|
|
|
|
*** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1 |
|
|
|
|
Fuente: elaboración propia
(2017).
En consecuencia, se evidencia que la relación entre el
logaritmo del área total con el valor agregado agrícola es positiva para la
estimación 2 y 4. De acuerdo con lo mencionado anteriormente, un mayor valor
agregado agrícola indica una mayor disposición a pagar por la renta del suelo.
Teniendo en cuenta que en algunos municipios la mayor extensión de tierra
corresponde a una clasificación rural, es posible que la actividad agrícola no
sea desplazada por otro tipo de actividades al competir por el uso del suelo y
que la producción de vivienda en los suelos alejados del centro sea menor.
Por otra parte, se evidencia que la relación entre el
logaritmo de la población con el logaritmo del área total es
4. La variable dependiente, área total, es transformada en logaritmo negativa y
no significativa para el modelo 2 y 4. Esto indica que a medida que hay mayores
presiones poblacionales, es menor el área disponible y, con ello, es mayor la
necesidad de incrementar el stock de viviendas.
Al comparar la magnitud del estimador, tanto del
Índice FAR como del highfar,
con otros documentos revisados se evidencia que el estimador es desbordado. Por
lo anterior, se realiza una prueba de robustez para Bogotá[3]5
por sector catastral (tabla 3) y se llega a la conclusión de que son los
municipios los que provocan que el estimador del FAR sea tan grande al tener
áreas dispersas. Lo anterior se debe a que el estimador para Bogotá indica que,
ante un incremento del FAR, las áreas disponibles por sector catastral
disminuyen en 33.68 %. Esto indica que la cuidad lleva consigo las
restricciones de altura al ser densa y compacta.
Tabla 3. Regresión catastral
|
(1) |
Variables |
La_sec_cat |
IndiceFAR |
-0.3368*** |
|
(0.0518) |
Larea_consolidación |
0.03044*** |
|
(0.0090) |
Larea_Desarrollo |
0.1004*** |
|
(0.0087) |
Larea_Renovación |
-0.02399** |
|
(0.0109) |
Constant |
11.685*** |
|
(0.1768) |
Observations |
1157 |
R-squared |
0.1094 |
Standard errors in parentheses |
|
*** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1 |
Fuente: elaboración propia con
STATA (2017)
Los resultados del modelo, mostrados anteriormente,
son confirmados gracias al informe diagnóstico presentado por IDOM (2018a), el
cual muestra que durante 1997-2016 la huella urbana en Bogotá aumentó en 4.808
Ha, mientras que los veinte municipios de Cundinamarca alcanzaron las 20 778
Ha; es decir un crecimiento del 318% de la huella urbana. Un hecho importante
es que entre 2005–2010, cuando la huella creció desbordadamente en los veinte
municipios, la densidad pasó de 132 hab./Ha, en 2005, a 67 hab./Ha, en 2010, en
otras palabras, se redujo en un 50%. Este hecho respalda que el modelo de
ciudad que se está construyendo en los veinte municipios es disperso (figura
3). Parte de las recomendaciones de IDOM (2016b) es que se realice una
planificación regional, porque de seguir creciendo así, para 2050 se tendrá una
mayor proporción de huella urbana dispersa, que consumirá mucho más suelo rural
(suelo suburbano, suelos agro- lógicos y áreas protegidas) y provocará mayores
costos de urbanización para la región.
Figura 3. Huella urbana
Bogotá-Región, 1997-2016
Fuente: tomado de IDOM (2018a, p.
32).
No obstante, la variable FAR —al ser una variable
manipulada por los gobiernos de las ciudades— debe tratarse como endógena.
Siguiendo a Bertaud y Brueckner
(2005), se instrumenta la variable FAR con la tasa de crecimiento de la
población, dado que el crecimiento poblacional podría afectar los incentivos
para imponer restricciones de uso del suelo. El otro instrumento comúnmente
utilizado es la densidad poblacional inicial, que para este caso es la densidad
de 1985. Los resultados se muestran en la tabla 4, en la cual el FAR es
significativo y negativo con respecto al logaritmo del área total, lo que
indica que a medida que el FAR es más alto, las áreas son más compactas. Esta
situación es similar a la reflejada en las estimaciones de la tabla 2. No
obstante, se evidencia que la tasa de crecimiento no funciona como instrumento
de la variable FAR al no ser significativo, por tanto, solo se tiene en cuenta
la densidad poblacional para 1985. Una posible explicación de la no
significancia del instrumento es que pese a la gran población que ha recibido
Cundinamarca en los últimos años, los municipios no han planificado el
territorio.
Tabla 4. Regresión en dos etapas
Variables |
First-Stage |
Second-Stage |
|
|
Ln_Área_Total |
IndiceFAR |
|
-14.5686*** |
|
|
(3.4802) |
Ln_pob17 |
0.0321 |
-0.1460 |
|
(0.0411) |
(0.3636) |
Vagrícola |
-0.0031** |
0.0089 |
|
(0.0012) |
(0.0190) |
Crecimientopob |
0.0002 |
|
|
(0.0005) |
|
Densidad85 |
0.0023** |
|
|
(0.0008) |
|
Constant |
0.0112 |
11.6908*** |
|
(0.4518) |
(4.2732) |
Observations |
33 |
33 |
R-squared |
0.5686 |
0.7069 |
Standard errors in parentheses |
|
|
*** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1 |
|
|
Fuente: elaboración propia con stata (2017).
Finalmente, para comprobar si existen problemas de
endogeneidad en el modelo planteado se aplicó el test
de Hausman, el cual compara los estimadores iniciales
contra el modelo en el que se instrumenta el índice FAR. Los resultados del test muestran que se presenta endogeneidad, dado que se
rechaza la hipótesis nula de diferencias no sistemáticas, por tanto, se elige
la especificación inicial del modelo presentado en la tabla 2.
Conclusiones
Se logra corroborar que las restricciones de edificación establecidas para
Bogotá en el POT de 2004 no han sido adecuadas en términos de condiciones de
bienestar urbano, pues se tuvo como resultado el crecimiento desordenado y
disperso de los municipios, lo que ha generado afectaciones a la sostenibilidad
ambiental de toda el área metropolitana de Bogotá. La expansión de las ciudades
a áreas que aún pueden considerarse como rurales provocan una degradación del
suelo que todavía es adecuado para actividades productivas, además se produce
la pérdida de acuíferos importantes para la pro- visión hídrica de la región y
la contaminación hídrica por un mal manejo de basuras (Rodríguez, Londoño y
Herrera, 2008). Lo anterior, implica una visión del territorio desde lo físico,
a partir de las interacciones entre los agentes económicos, que limita la
construcción de una visión territorial desde aspectos más amplios en lo social
e institucional, en los que se planifica y gestiona de manera integral el
desarrollo sostenible (DNP, 2013).
Estos resultados coinciden con la evidencia empírica,
la cual (como se menciona anteriormente) señala que entre más rígida sea la
restricción, peores serán los resultados en términos del bienestar. Así mismo
—en vez establecer las restricciones de alturas basados en criterios acerca del
tamaño óptimo de la ciudad y de una visión regional de largo plazo—, los
resultados pueden ser producto de una decisión netamente local, en la que no se
tuvo en cuenta los diferentes actores que se verían afectados como, por
ejemplo, los municipios aledaños.
Lo anterior, amerita una alerta para que los gobiernos municipales junto
con Bogotá, rea- licen una adecuada planificación urbana y territorial, con el
fin de contrarrestar los efectos negativos de la ciudad dispersa. Esta
situación genera consecuencias que afectan tanto a la administración pública
(debido a mayores costos en la prestación de servicios públicos de educación,
salud, seguridad, domiciliarios, de transporte, etc.); como a la población en
general, por el aumento de los tiempos de desplazamiento y la dificultad en el
acceso a bienes y servicios para satisfacer sus necesidades básicas y fomentar
su desarrollo personal, lo que se refleja en la reducción de la calidad de vida
de los habitantes.
Referencias
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[1] Las empresas quieren estar cerca de
otras para capturar los beneficios de la aglomeración de la actividad económica
(Rosenthal y Strange, 2004). No obstante, la competencia no es solo entre
empresas, también es entre trabajadores por obtener viviendas que estén cerca
de los lugares de empleo.
[2] El FAR se calcula dividiendo el área
total de una construcción por el área del lote. Un límite superior en esta
relación pone, efectivamente, un límite a la altura del edificio (Bertaud y
Brueckner, 2005).
[3] En esta estimación, el cálculo del
Indice FAR corresponde a la división entre el área construida y el área de la
superficie del lote. En cambio, el valor catastral hace referencia al área
total del lote menos el área de la superficie construida. Por último, dentro de
la estimación se utilizan como variables de control las áreas de tratamientos
urbanísticos.
References
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Copyright (c) 2022 Ana Valentina Aponte Morales, Juan Camilo Peña Uribe, Hernán Darío Enríquez Sierra, Lina Fernanda Cantor , Luisa Fernanda Rojas Barreto
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