Published

2024-04-20

El parque La Mexicana. Un nodo para la segregación en el México neoliberal

La Mexicana Park. A Hub for Segregation in Neoliberal México

O parque La Mexicana. Um nó para a segregação no México neoliberal

DOI:

https://doi.org/10.15446/rcep.v10n3.106027

Keywords:

segregación, parques, nodo urbano, Ciudad de México (es)
segregation, parks, urban hub, Mexico City (en)
segregação, parques, nó urbano, Cidade do México (pt)

Authors

La inauguración del parque La Mexicana en el año 2017 supuso la transformación del área de Santa Fe de la Ciudad de México. La incorporación de 20 ha de zonas verdes, con todo tipo de infraestructuras destinadas al ocio, el deporte y la restauración, significó la apertura de un área exclusiva que presentaba uno de los niveles de desigualdad más altos de toda la ciudad. Esta investigación tiene como objetivo analizar el modo en el que se configuraron las prácticas espaciales dentro del parque desde un enfoque social, así como definir de qué modo sirvió como espacio de interacción entre individuos y clases. A través de una metodología mixta, apoyada en el método de observación y en la recopilación de datos de opinión mediante encuestas y entrevistas, se buscó determinar hasta qué punto ha servido a la superación de la desigualdad o a la puesta en marcha de mecanismos de cohesión social que vuelvan viable el derecho efectivo al uso de la ciudad. Los resultados obtenidos califican al parque como un nodo que ha perpetuado y mantenido los roles tradicionales de exclusión y segregación que, desde hace décadas, habían caracterizado a la zona de Santa Fe.

The inauguration of La Mexicana Park in 2017 marked the transformation of the Santa Fe area in Mexico City. The incorporation of 20 hectares of green areas, along with various recreational, sports, and dining facilities, meant the opening of an exclusive area that had one of the highest levels of inequality in the entire city. This work attempts to analyze the way in which spatial practices were configured within La Mexicana Park from a social perspective and to define how the park served as a space for interaction among individuals and social classes. Through a mixed methodology, based on observation and the collection of opinion data through surveys and interviews, the goal was to determine the extent to which the park has contributed to overcoming inequality or to the implementation of social cohesion mechanisms that make the effective right to use the city viable. The results obtained qualify the park as a hub that has perpetuated and maintained traditional roles of exclusion and segregation that, for decades, have characterized the Santa Fe area.

A inauguração do parque La Mexicana em 2017 marcou a transformação da área de Santa Fé na Cidade do México. A incorporação de 20 hectares de áreas verdes, com todo o tipo de infra-estruturas de lazer, desporto e restauração, significou a abertura de uma área exclusiva que apresentava um dos maiores níveis de desigualdade de toda a cidade. O presente trabalho pretende analisar a forma como se configuraram as práticas espaciais no parque La Mexicana a partir de uma abordagem social, bem como definir como o parque serviu como espaço de interação entre indivíduos e classes. Através de uma metodologia mista, apoiada no método de observação e na recolha de dados de opinião por meio de questionários e entrevistas, procurou-se determinar em que medida o parque tem servido para melhorar a desigualdade ou para implementar mecanismos de coesão que tornem viável o direito efetivo ao uso da cidade. Os resultados obtidos qualificam o parque como um nó que perpetuou e manteve os tradicionais papéis de exclusão e segregação que, durante décadas, caracterizaram a área de Santa Fé.

 

 

El parque La Mexicana. Un nodo para la segregación en el México neoliberal

 

Deva Menéndez García. Magister en estudios Latinoamericanos: Cultura y Gestión de la Universidad de Granada. Graduada en Historia del Arte, Universidad de Oviedo. Docente contratada predoctoral del Departamento de Historia del Arte de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), Madrid. ORCID: https://orcid.org/0000-0001-8432-1247 Correo electrónico: devamenendez@geo.uned.es

 

Recibido: 25 de noviembre de 2022

Aceptado: 17 de abril de 2023

Publicado: 19 de abril de 2024

 

Resumen

La inauguración del parque La Mexicana en el año 2017 supuso la transformación del área de Santa Fe de la Ciudad de México. La incorporación de 20 ha de zonas verdes, con todo tipo de infraestructuras destinadas al ocio, el deporte y la restauración, significó la apertura de un área exclusiva que presentaba uno de los niveles de desigualdad más altos de toda la ciudad. Esta investigación tiene como objetivo analizar el modo en el que se configuraron las prácticas espaciales dentro del parque desde un enfoque social, así como definir de qué modo sirvió como espacio de interacción entre individuos y clases. A través de una metodología mixta, apoyada en el método de observación y en la recopilación de datos de opinión mediante encuestas y entrevistas, se buscó determinar hasta qué punto ha servido a la superación de la desigualdad o a la puesta en marcha de mecanismos de cohesión social que vuelvan viable el derecho efectivo al uso de la ciudad. Los resultados obtenidos califican al parque como un nodo que ha perpetuado y mantenido los roles tradicionales de exclusión y segregación que, desde hace décadas, habían caracterizado a la zona de Santa Fe.

Palabras-clave: segregación; parques; nodo urbano; Ciudad de México

 

La Mexicana Park. A Hub for Segregation in Neoliberal México

 

Abstract

The inauguration of La Mexicana Park in 2017 marked the transformation of the Santa Fe area in Mexico City. The incorporation of 20 hectares of green areas, along with various recreational, sports, and dining facilities, meant the opening of an exclusive area that had one of the highest levels of inequality in the entire city. This work attempts to analyze the way in which spatial practices were configured within La Mexicana Park from a social perspective and to define how the park served as a space for interaction among individuals and social classes. Through a mixed methodology, based on observation and the collection of opinion data through surveys and interviews, the goal was to determine the extent to which the park has contributed to overcoming inequality or to the implementation of social cohesion mechanisms that make the effective right to use the city viable. The results obtained qualify the park as a hub that has perpetuated and maintained traditional roles of exclusion and segregation that, for decades, have characterized the Santa Fe area.

Keywords: segregation, parks, urban hub, Mexico City.

 

O parque La Mexicana. Um nó para a segregação no México neoliberal

 

Resumo

A inauguração do parque La Mexicana em 2017 marcou a transformação da área de Santa Fé na Cidade do México. A incorporação de 20 hectares de áreas verdes, com todo o tipo de infraestruturas de lazer, desporto e restauração, significou a abertura de uma área exclusiva que apresentava um dos maiores níveis de desigualdade de toda a cidade. O presente trabalho pretende analisar a forma como se configuraram as práticas espaciais no parque La Mexicana a partir de uma abordagem social, bem como definir como o parque serviu como espaço de interação entre indivíduos e classes. Através de uma metodologia mista, apoiada no método de observação e na recolha de dados de opinião por meio de questionários e entrevistas, procurou-se determinar em que medida o parque tem servido para melhorar a desigualdade ou para implementar mecanismos de coesão que tornem viável o direito efetivo ao uso da cidade. Os resultados obtidos qualificam o parque como um nó que perpetuou e manteve os tradicionais papéis de exclusão e segregação que, durante décadas, caracterizaram a área de Santa Fé.

Palavras-chave: segregação, parques, nó urbano, Cidade do México.

 

Introducción

Dentro del complejo entramado que el capitalismo global y neoliberal ha desarrollado en las últimas décadas, muchos han sido los cambios morfológicos, sociales y funcionales que han sufrido las ciudades. Estas se han transformado radicalmente, convirtiéndose en objeto de estudio de multitud de ramas del saber y desde muy diversos ángulos teóricos. Dentro de los fenómenos más estudiados, especialmente en el caso latinoamericano —por su multiplicidad y abundancia—, se encuentra la problemática de la segregación socioespacial. En un sentido físico, el concepto de segregación atiende a la distribución desigual de los grupos sociales en el espacio, —urbano, en este caso— (Rodríguez, 2001, p. 21). Bajo el amparo de la óptica de la sociología urbana (Ruiz, 2016), esta puede ser comprendida como la ausencia de interacción entre grupos o clases sociales (p. 67).

Ya en la década de los sesenta, Milton Friedman (1966) señalaba que la polarización sería una de las principales transformaciones urbanas en el capitalismo global, por cuanto “la mezcla social interactúa con las funciones económicas originando segregación espacial” (Sierra, 2019, p. 65). Posteriormente, David Harvey (2007b) apuntaba que, desde las últimas décadas del siglo XX se asistió a la aparición de una tendencia urbana que, amparada en el liberalismo económico y político, promovió el propio fenómeno físico y social de la segregación. En suma, la segregación socioespacial de las ciudades latinoamericanas o el desarrollo de nuevas centralidades son, ahora, los ejes vertebradores de las transformaciones urbanas (p. 28). De este modo, es posible catalogar nuevas formas de producción de la idea de ciudad. Por un lado, el aumento de las urbanizaciones cerradas, el crecimiento vertical marcado por la proliferación de grandes torres destinados a fines residenciales, comerciales o corporativos, la aparición de centros comerciales y múltiples proyectos de renovación urbana. Por contrapartida, el descontrolado crecimiento de las áreas populares, públicos en zonas de alto riesgo, sin infraestructuras, sin servicios, con altos niveles de violencia y con una figura del Estado que se ha vuelto inexistente.

Asimismo, desde la sociología urbana, el problema de la segregación se ha debatido durante décadas desde dos visiones confrontadas: por un lado, la Escuela de Chicago, con autores como Park et al. (1925), quienes vieron en la segregación un fenómeno natural, por otro, la corriente marxista encabezada por autores como Henri Lefebvre (1968) y (1974), quien se enfrentó al fenómeno como un problema de índole estructural. Estos debates no tuvieron lugar únicamente en el ámbito teórico, sino que han regido de forma íntegra proyectos urbanísticos. Particularmente, los planteamientos de la escuela de Chicago sirvieron de base para multitud de políticas de integración social que buscaban mejorar la diversidad social y democratizar las ciudades. Sin embargo, han sido abundantes los autores marxistas que han criticado intensamente estas ideas, argumentando que eran simplistas y reduccionistas (Sierra, 2019). Desde este ángulo, la proximidad física en sí misma no es un bien deseable, ya que no trae, necesariamente unida, una mayor permeabilidad social.

Los procesos descritos se han ido intensificando en las últimas décadas dando lugar a nuevas centralidades urbanas con procesos de segregación que se ejemplifican en la creación de cinturones de pobreza. Las calles o los parques no se han mantenido ajenos a estas dinámicas y, según datos del Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU, 2018), presentan ya alarmantes índices de exclusión y privatización o, en el peor de los casos, han desaparecido. Así lo confirman estudios realizados en el ámbito latinoamericano, entre los que destacan los llevados a cabo en las ciudades ecuatorianas de Quito (Cuvi y Gómez Vélez, 2021) y Guayaquil (Cabrera, 2014), donde la existencia y disfrute de los parques se ha reducido con la expansión periférica, en detrimento de los centros tradicionales. Estas mismas sinergias han sido detectadas por Vizcaíno y Cedillo (2015) dentro del territorio mexicano.

 

Santa Fe, espacio segregado

Junto con las dinámicas descritas, uno de los casos más señalados por su intensidad y controversia en materia de segregación ha sido el área de Santa Fe, Alcaldía de Cuajimalpa de la Ciudad de México. Se trata de una zona que, si bien es cierto que su historia urbana se puede retrotraer a la época colonial, no fue sino hasta los años ochenta cuando comenzó a abandonar su carácter predominantemente industrial (López y Ochoa, 1995, p. 88).

A partir de la década de los noventa y siguiendo la perspectiva de López y Ochoa (1995), “el planteamiento de Santa Fe fue redirigido hacia la construcción de un gran distrito corporativo, financiero y residencial” (p. 89). Con este fin, se llevaron a cabo considerables desplazamientos de población autóctona hacia las zonas periféricas. Estos desplazamientos forzados provocaron una configuración espacial en la que los barrios populares coexistían con los desarrollos inmobiliarios más exclusivos de la ciudad (figura 1) y que, finalmente, dieron lugar a un complejo entramado urbano que alberga casi 30 000 habitantes (Rosales, 2022). La intensidad de la problemática ha convertido la situación en zonas como Palo Alto (área popular en las inmediaciones del parque) en un ejemplo mediático de las dinámicas de apropiación del espacio acontecidas en Santa Fe, así como de la resistencia que diversos grupos vecinales han mantenido frente a la construcción de grandes desarrollos inmobiliarios y corporativos.

Figura 1. Segregación urbana en Santa Fe

Fuente: elaboración propia (2022).

Esta área, a pesar de encontrarse ubicada en la periferia, se ha convertido en uno de los espacios más reconocidos de la ciudad. Este es, sin duda alguna, uno de los grandes símbolos y ejemplos del proyecto neoliberal en Latinoamérica, el cual se ha tratado de exportar como todo un éxito urbano y arquitectónico. Sin embargo, especialmente desde el discurso gubernamental, pocas veces se ha hablado de las repercusiones que este fenómeno ha tenido en la ampliación de la brecha urbana y el empeoramiento de la segregación espacial y social de la ciudad (figura 2).

Santa Fe se posiciona como una oportunidad para crear un centro urbano moderno que impulsara el cambio económico de la ciudad y el desarrollo del sector inmobiliario. […] Sin embargo, reconoce que después de dos décadas, Santa Fe presenta una “falta de integración social con el resto de la ciudad”, así como una “conectividad deficiente con la mancha urbana y los sistemas de trasporte”. (Valenzuela, 2007, p. 55)

Figura 2. Valor del suelo en Santa Fe y alrededores del parque La Mexicana

Fuente: elaboración propia con base en SAIGCDMX (2022).

El valor del suelo proporcionado por el SAIGCDMX corresponde a la multiplicación del valor unitario del suelo por la superficie de terreno de la construcción. A su vez, el valor unitario del suelo se entiende como el valor del metro cuadrado, criterio únicamente utilizado para el cálculo del impuesto predial.

 

El parque La Mexicana

La construcción de un proyecto de parque dentro de un entramado de gran desigualdad urbana y social generó, según Castañeda (2014), multitud de tensiones en la población y el territorio desde sus inicios (p. 46). En este contexto, el parque La Mexicana nació con la teórica vocación de recuperar un área abandonada y servir de espacio de ocio y convivencia entre las clases divergentes y antagónicas que constituían las dos realidades de Santa Fe.

El parque La Mexicana se concibió como un área verde de 200 ha cuyo diseño inició en el año 2012 a cargo de los arquitectos Mario Schjetnan y Víctor Márquez y fue inaugurado el 24 de noviembre del año 2017. Asimismo, el proyecto se desarrolló en un terreno previamente ocupado por la mina La Mexicana, de donde se extrajo grava y arena a lo largo de más de 50 años. Estas actividades industriales configuraron un terreno inestable, degradado e irregular. En palabras de sus arquitectos, “La Mexicana es la voluntad de convertir una zona deforestada e impactada ambientalmente en una forestada, ajardinada y verde” (Schjetnan, 2018, p. 33).

Más allá de la bibliografía que sigue la senda del discurso oficial, la historia de La Mexicana abarcó un complejo proceso de gestión entre lo público y lo privado que, desde sus inicios, estuvo vertebrado por la difícil situación urbana y social del área de Santa Fe. Actualmente, el parque de acceso público, aunque de titularidad privada, cuenta con multitud de servicios entre los que destacan:

Un lago artificial, un skatepark, anfiteatro, ciclopista, trotapista, espacios infantiles, así como para mascotas de compañía, los cuales se determinan gracias a las mesas de seguimiento y a la interacción con los vecinos, las ciudadanas y ciudadanos que permiten consolidar las acciones del Parque. (Seduvi, 2018, p. 56)[1]

A pesar de las dificultades y la controversia que rodearon al proyecto, el estado actual de la investigación señala la existencia de un vacío, especialmente en lo que respecta a publicaciones externas al discurso oficial. Esto incluye tanto documentos procedentes de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Ciudad de México (Seduvi) como aquellos elaborados y publicados por los propios arquitectos del proyecto. Desde el ámbito académico, aún en fechas recientes, autores como Rosales (2022), han abordado la producción de la ciudad neoliberal en el caso de Santa Fe, defendiendo el valor del parque en términos de convivencia y mejoramiento de la segregación de la zona. Dada esta diversidad de posicionamientos, se vuelve de suma relevancia científica abordar la situación del parque desde su complejidad como espacio, así como su impacto en la zona a través de los diferentes estratos sociales que lo transitan y habitan.

En este sentido, el presente trabajo aspiró a analizar el modo en el que se configuraron las prácticas espaciales dentro del parque La Mexicana, y definir cuáles fueron los cambios sociales a nivel urbano que la construcción del parque desencadenó en el área de Santa Fe. Paralelamente, y de un modo transversal, se buscó definir de qué modo el parque sirvió como espacio de interacción social entre individuos y clases. Asimismo, el fin último de la investigación radicó en conocer si, como afirma el discurso oficial, el parque La Mexicana fue realmente un espacio que aspiraba a erigirse como herramienta de convivencia y cohesión social o, si, por el contrario, sirvió a la perpetuación de los mecanismos tradicionales de exclusión y segregación urbana. Más allá de la cuestión concreta y particular de Santa Fe, el estudio planteado tiene el propósito de arrojar luz sobre la disyuntiva planteada históricamente en términos de cohesión social y segregación espacial.

 

Metodología

Con el fin de alcanzar los objetivos ya mencionados, se llevó a cabo un proceso de investigación con metodología mixta y de corte cualitativo. El trabajo de campo utilizó diversas herramientas de investigación entre las que predominaron el método de observación en diversos espacios del parque. Seguidamente, se utilizó la entrevista semiestructurada como principal herramienta para la recopilación de datos de opinión y de acercamiento a las percepciones y perspectivas de los sujetos sociales. A través de dicho método se buscó conocer la visión que los usuarios tienen del parque, especialmente en lo concerniente a los procesos de apropiación-dominación del espacio. En este sentido, se profundizó en las diferencias que los usuarios muestran a la hora de “moverse, actuar, orientar el comportamiento e interactuar en el espacio público” (Rosales, 2022, p. 9) en función de su clase.

Las estadísticas y las reflexiones presentadas aquí se basan en un total de 25 entrevistas que fueron grabadas y, posteriormente, transcritas. Las entrevistas se obtuvieron a través del método llamado “bola de nieve”. Este método implica comenzar con un informante clave que sirve de vínculo o enlace para contactar su red de personas conocidas dentro del propio barrio. Es importante destacar que dichas entrevistas tuvieron un formato semiestructurado. Posteriormente, los testimonios recabados fueron sometidos a un análisis crítico del discurso.

A nivel espacial, los análisis se centraron en un total de tres zonas, comprendidas por el área de juegos infantil, la zona de jardín y la zona de restauración (figura 3). De este modo, se buscaba dar cobertura a tres de las líneas de actuación que más se acentuaron en la puesta en marcha del proyecto: juego, deporte y ocio. Igualmente, el trabajo de campo fue orientado atendiendo a los cambios en el uso del espacio, a tenor de las dicotomías semana —fin de semana y mañana— tarde. Las muestras temporales se organizaron teniendo en cuenta que el lineamiento original de sus arquitectos, Schjetnan (2018), era el de “atraer visitantes desde la mañana con corredores y mamás, al medio día con oficinistas y en la tarde-noche con jóvenes y familias” (p. 332). Con este fin se elaboraron fichas de utilización que abarcaran los tres espacios mencionados durante los días 17, 18 y 20 de septiembre en horarios de mañana (entre 10 a. m. y 12 m.) y tarde (entre 4 p. m. y 6 p. m.). Asimismo, en el total de 18 fichas realizadas se analizaron las variables de número de usuarios, edad, sexo, nivel socioeconómico, actividad realizada y grado de apropiación del espacio circundante. A estas tres cuestiones básicas se añadió la accesibilidad como punto determinante en la democratización del espacio.

Figura 3. Puntos de observación en el análisis socioespacial del parque La Mexicana

Fuente: elaboración propia con Open Street Maps (2022).

 

Resultados

Tras la puesta en marcha del trabajo de campo y la realización de un total de 25 entrevistas y 18 fichas, se obtuvieron datos esclarecedores en torno a las dinámicas de apropiación del espacio, uso, acceso y disfrute por parte de los usuarios del parque La Mexicana. Estos hallazgos resultaron determinantes de cara a concretar el alcance que el proyecto tuvo a la hora del alterar las dinámicas de segregación y exclusión de la zona.

 

Accesibilidad y comunicaciones

En el presente trabajo, la accesibilidad y las comunicaciones constituyen el rol de eje vertebrador en el disfrute del espacio. Este aspecto fue abordado a partir de los testimonios de los usuarios, así como a través de la frecuencia y la utilización de los medios de transporte público y el estacionamiento disponible en el propio parque. Debido a la naturaleza misma del entorno y a la falta de conexiones públicas de la zona de Santa Fe, la mayor parte de los usuarios entrevistados (85 % de la muestra) informaron pertenecer a la misma colonia. A su vez, aquellos que se presentaron como habitantes de la Zona de Desarrollo Controlado (ZEDEC)[2] de Santa Fe remitieron que sus accesos al parque se realizaban, mayoritariamente, en vehículo particular, a excepción de aquellos que vivían en las inmediaciones del parque con un máximo de alcance de 1 km radial. A su vez, aquellos usuarios pertenecientes a estratos populares refirieron proceder, en su mayoría, a Santa Fe (pueblo) (45 %) y San Mateo Tlaltenango (40 %) (figura 4). Adicionalmente, dichos trayectos tenían lugar, principalmente, a pie o en transporte público.

Figura 4. Procedencia de los usuarios y áreas de influencia del parque La Mexicana

Fuente: elaboración propia con ArcGis (2022).

Ambos grupos mencionaron enfrentar dificultades en el acceso del parque debido a la falta de conexiones desde las zonas populares. Los sectores medios y altos sortearon estas limitaciones gracias a la utilización del vehículo particular, que consideraban imprescindible para vivir o trabajar en la zona. Esta situación provocó un plano urbano en el que predominan las vías de tráfico rodado y escasean las áreas peatonales. Por otro lado, los usuarios procedentes de las áreas populares, al carecer de vehículos propios, reportaron ver limitado su acceso al parque. Esta circunstancia provocó que muchos de los entrevistados mencionaran que rara vez visitaban el parque. Mientras que el primer grupo refirió un uso medio de, al menos, una vez por semana, el segundo grupo disminuyó el rango a una vez al mes. La desigualdad en la posibilidad de acceso también trajo consigo un cierto rechazo del proyecto por parte de los habitantes tradicionales de la zona, e incluso llevó a despertar sentimientos de nostalgia por la realidad de las décadas anteriores a la urbanización masiva de Santa Fe, como lo expresa Johanna, una mujer de 50 años, empleada de hogar:

Cuando estaba el basurero, estaba más feo, pero era más fácil moverse porque uno podía caminar. Ahora no. Esto está bonito, pero es una aventura llegar. Solo venimos los domingos porque por semana con el trabajo no nos daría tiempo. (Comunicación personal, 15 de septiembre, 2022)

De igual modo, algunos entrevistados expresaron críticas a la gestión del parque, ya que, según reportaron sus usuarios, las dificultades de acceso nunca se resolvieron de manera satisfactoria. Los sectores populares únicamente contaban con los servicios de transporte público, a menudo informal, disponibles en la zona. A pesar de la incomodidad asociada a la utilización del vehículo particular, el parque desde sus inicios planteó la incorporación de un amplio estacionamiento que supliese las necesidades del extenso parque automotriz empleado por las clases medias y altas para acceder a él. Gabriela, de 43 años, quien trabaja como gerente de una multinacional comenta sobre la movilidad:

En línea recta no está lejos, pero por el medio tenemos la autopista, y eso es imposible de cruzar. Igualmente, acá estamos acostumbrados a movernos en carro. En carro son como 10 minutos y parqueamos en el estacionamiento y ya. Incluso podemos ir directamente según salimos del trabajo. (Comunicación personal, 15 de septiembre, 2022)

La situación descrita por los usuarios reveló un proyecto que parece privilegiar el acceso de ciertos sectores sociales. Estos grupos no solo unificaban socialmente el espacio, sino que se apropiaban espacialmente de él. Además, tenían la capacidad de generar ingresos, especialmente con el pago de las tarifas de aparcamiento que sustentan económicamente al propio parque.

En un sentido reflexivo, los datos arrojados por el estudio de la accesibilidad del parque dan cuenta de lo que Lefebvre (1974) consideraba “una violación sistemática del derecho efectivo a la ciudad” (p. 26). Bajo los postulados de Lefebvre (1974) y Harvey (2007a), el neoliberalismo, a través de la privatización de los espacios urbanos y el uso mercantil de la ciudad, ataca frontalmente el derecho a esta. Como ellos mismos plantean, y el presente estudio demuestra, dichas vulneraciones se harían más tangibles y evidentes para el caso de las clases populares.

 

Área de juego, ocio infantil y deporte

Las áreas de juegos analizadas, compuestas por el jardín infantil y el jardín de toboganes, mostraron patrones muy diversos en el uso del espacio y grandes cambios en función de días y horas. Respecto a su uso general, presentaron una mayor afluencia de usuarios menores durante los fines de semana y en horario de tarde durante los días laborales.

Respecto a los usuarios más jóvenes de estos espacios, se observó que la mayoría de ellos (80 % de los entrevistados) provenían principalmente de los sectores de la ZEDEC de Santa Fe, mientras que la presencia de aquellos procedentes de sectores populares se limitaba de forma casi exclusiva a los días domingo. En cuanto a los acompañantes adultos, los datos obtenidos mediante el trabajo de observación y las entrevistas realizadas arrojaron luz sobre las dinámicas que despertaban la composición de este espacio. De lunes a viernes, se encontró un gran porcentaje de mujeres a cargo de los niños, en su labor de niñeras o empleadas del hogar, que informaron venir con los niños habitualmente al parque después del horario escolar. Sin embargo, muchas de ellas confesaron que esa misma actividad no la realizaban con sus propios hijos debido a las dificultades de acceso al parque. En el mejor de los casos, solo podían hacerlo algunos domingos libres de trabajo, como lo expresa Valery, una em­pleada del hogar de 27 años: “yo trabajo en la casa y en las tardes bajo a los niños al parque para jugar. Vengo mucho, pero por trabajo. Con mis hijos he venido alguna vez en fin de semana, pero poco” (comunicación personal, 15 de septiembre, 2022).

La situación previamente descrita reveló un espacio de uso mayoritario por menores procedentes de estratos medios y altos y de raza blanca que acudían acompañados de sus madres o cuidadoras durante la semana en horario de tarde o durante los fines de semana. Por su parte, los niños procedentes de estratos bajos o racializados presentaban una apropia­ción y uso del espacio con unos índices mucho menores. Estos refirieron unos rangos de uso que quedaban casi en exclusividad relegados a los fines de semana.

Respecto a las dinámicas de apropiación del espacio, se observó que los sectores privilegiados presentaban un mayor uso de los espacios de juegos y apropiación de estos, mientras que los sectores populares tendían a habitar los márgenes o incluso a no hacer uso de estos. Si bien los índices de uso de estos espacios por parte de los sectores populares eran bajos, la interacción detectada entre grupos fue prácticamente nula. Dentro de las dinámicas de juego, los grupos de niños tendían a estar conformados entre iguales o conocidos (vecinos, familiares o compañeros de colegio). De este modo, la interacción entre clases divergentes se mantuvo prácticamente inexistente durante toda la investigación, se evitaba la permeabilidad social, favoreciendo la segregación desde etapas muy tempranas. Juan Pablo, un mesero de 42 años, expresa sus percepciones sobre las dinámicas en el parque:

Lo normal es que los niños jueguen con las cosas que traen. Es cierto que a la gente de plata no le gusta mucho que sus hijos anden con los nuestros, incluso por los juguetes. Ellos tienen consolas, carros teledirigidos, hasta drones he visto, y los nuestros pueden traer una pelota, pero obvio de eso no tenemos. Incluso he visto que alguna vez han llamado a los chavos de seguridad como para que vigilen que no les roban nada a los niños. Pues si es como una actitud fea creer que ya les van a robar. (Comunicación personal, 15 de septiembre, 2022)

Paralelamente, cuando se les interrogó sobre las alternativas de ocio, deporte y juego con las que cuentan los niños, las realidades que revelaron fueron tangencialmente opuestas. Los estratos altos reportaron contar con zonas de juegos, canchas deportivas y espacios al aire libre en sus propias urbanizaciones, ya fueran de vivienda unifamiliar o desarrollos verticales, así como en los colegios. Por su parte, los sectores populares mencionaron, en un 85 %, que La Mexicana era su única alternativa “cercana” para el ocio infantil, dado que no contaban con áreas verdes o espacios públicos de estas características dentro de sus colonias. Si bien el parque La Mexicana era considerado de difícil acceso, otras opciones mencionadas por los usuarios fueron el Parque de la Juventud o la Alameda Poniente que, por su ubicación, implicaban una movilización aún más compleja. Maribel, una ama de casa de 45 años, comenta los cambios que han sufrido los lugares de esparcimiento:

Cuando yo era niña sí jugábamos en la calle todo el día. Ahora es distinto, pues tenemos unos parques, pero muy pequeñitos, están muy reducidos los espacios. Realmente un parque grande no tenemos, tenemos que bajar hasta, a lo que es Cristo Rey, lo que es la Álvaro Obregón, Parque de la Juventud. (Comunicación personal, 15 de septiembre, 2022)

 

Área de jardín y descanso

La zona de jardín, bautizada por su propio arquitecto, Schjetnan (2018), como “jardines pasivos” (p. 330), resultó ser el área del parque que mostró índices de uso más igualitarios. Este hallazgo se sustentó tanto en la observación directa como en las entrevistas realizadas, y recibió valoraciones positivas por todos los usuarios. A pesar de que su uso y disfrute fueron apreciados por los distintos grupos sociales, las dinámicas de uso sí mostraron notables diferencias.

Las clases medias y altas hacían uso de estos espacios con fines de paseo y deportivos, utilizaban mayoritariamente los senderos peatonales, las zonas de running y los carriles bici. Asimismo, las zonas ajardinadas eran utilizadas con fines deportivos o de esparcimiento. Por su parte, los sectores populares realizaban un uso mayoritario de las zonas ajardinadas para el descanso o el pícnic.

El trabajo de campo mostró que los flujos de movimiento, así como los espacios utilizados, mantuvieron, en todo momento, patrones de estratificación social en la que los estratos altos tendían a utilizar las áreas más centrales, las vías principales y aquellas cercanas a la laguna principal, el área de mascotas y los restaurantes. Los patrones observados en los diagramas de uso respaldan las tesis mantenidas por Jorge Rodríguez (2001), según las cuales sería posible realizar análisis cuantitativos y cualitativos de la segregación urbana a tenor de las frecuencias de uso y las distancias físicas existentes entre los espacios apropiados por clases sociales divergentes (p. 65). En cuanto a los usos, Samuel, un empresario de 50 años comenta:

pues depende del día. De diario vengo a hacer deporte y corro como 5 km por toda la pista. Otros días traemos a la perrita o a los niños a jugar en los toboganes. Ya más los fines de semana podemos venir a almorzar a los restaurantes o también al Starbucks. (Comunicación personal, 15 de septiembre, 2022)

Las clases bajas mostraron un uso de las zonas más periféricas del parque y cercanas a los accesos y salidas de este. El uso de las áreas de juego (canchas, skatepark, toboganes) o de mascotas, así como la zona de comidas fue prácticamente nulo, incluidas sus inmediaciones y vías de acceso. Así lo expresa Karla, de 27 años, quien para el momento de la entrevista se encontraba desempleada: “normalmente vengo por esta zona porque está tranquilo y nos sentamos en el pasto a platicar y ya. Tampoco hacemos mucho más” (comunicación personal, 15 de septiembre, 2022). El escenario descrito provocó un diagrama de uso del espacio profundamente fragmentado y segregado (figura 5).

Figura 5. Apropiación del espacio en el parque La Mexicana

Mapa

Descripción generada automáticamente

Fuente: elaboración propia con ArcGis (2022).

La disparidad encontrada en el uso de los espacios del parque y la fuerte segregación socioespacial detectada se encontraría hipotéticamente ligada a una serie de problemáticas que refirieron varios de los encuestados y que son parte de las polémicas habituales en las que se ve envuelto el parque. A pesar de que a través de las redes sociales del parque se han negado las acusaciones, parecen ser habituales las denuncias de algún tipo de discriminación. La cuestión de la seguridad excesiva fue una dinámica que los usuarios de estratos altos reclamaban; esta demanda contaba con el respaldo de la propia administración de la Asociación de Colonos de Santa Fe. Sin embargo, en los últimos años, esta constante vigilancia a ciertos grupos generó muchas tensiones. Las personas sometidas a esta supervisión continua reportaron ser víctimas de persecución, acoso y discriminación, atribuyendo esto a prejuicios de clase y racismo. Nelson, un estudiante de 17 años, cuenta su experiencia en el parque:

Varias veces nos pasó que vamos por allá y ya según entramos todo el rato el guardia detrás y con el Walkie Talki dando reporte de qué hacíamos. Y es porque ya desde el principio nos ven morenos y ya se ve que no somos de allá. Venimos del pueblo y por eso ya somos sospechosos. (Comunicación personal, 15 de septiembre, 2022)

Parecía probable que la sucesión reiterada de hechos de estas características hubiese generado, en un alto porcentaje de los usuarios, una cierta reticencia a la exposición pública. La intención de evitar conflictos y pasar desapercibidos podría haber sido la causante de la existencia de una tendencia a habitar los márgenes del parque y provocar la inexistencia de una apropiación efectiva de este.

 

Área de restaurantes y servicios

El área de restaurantes, ubicada en un edificio de más de 300 metros de longitud y bautizada por Schjetnan (2018) como “terraza gourmet” (p. 333), mostró los índices de exclusión más altos. Esta circunstancia parece emanar del hecho de que el área está íntegramente destinada a los usuarios pertenecientes a estratos medios y altos que pueden costear los altos precios de los locales allí instalados. Como mencionó Mariel, ama de casa de 56 años, no es un lugar asequible para estratos bajos: “no, obviamente, nosotros por allá no vamos porque está todo carísimo. Imagínate pagar más de 80 pesos[3] por un café. Es imposible” (comunicación personal, 22 de septiembre, 2022).

Tal es así, que los entrevistados pertenecientes a Santa Fe (pueblo) y San Mateo afirmaban conocer la zona, únicamente, en su calidad de antiguos empleados o por conocidos que trabajaban allí. “Pues como a comer, por allá nunca vamos, pero lo chistoso es que muchos sí hemos trabajado allá de meseros, en las cocinas y así. Sí lo conocemos, pero siempre como trabajadores”, manifestó Edgar, estudiante de 19 años (comunicación personal, 22 de septiembre, 2022).

A la inexistencia de locales con precios más económicos se añadió la prohibición de venta de bebidas y comidas en el interior del parque, bloqueando el acceso al comercio informal (vendedores ambulantes) que podría haber sido la única alternativa para los sectores populares. En muchos casos, el pícnic tampoco era una alternativa, ya que, según la normativa publicada en su página web del parque, la realización de reuniones de estas características por encima de 15 personas funcionaba previa aprobación de la administración. Santiago, de 23 años, mecánico de oficio, comenta sobre las limitaciones para hacer uso del espacio en determinados momentos. “Por ejemplo, para celebrar un cumpleaños nosotros no podemos. Porque no nos dejan hacer pícnic, pero si tuviésemos plata y fuésemos 20 al restaurante no habría problema. Al final ellos pueden hacer más cosas porque tienen la plata” (comunicación personal, 22 de septiembre, 2022). Una situación similar es la reportada por la utilización de los aseos, al ser todos ellos de pago.

Asimismo, los altos índices de aceptación y apropiación del área de restauración por parte de los sectores privilegiados parecían responder a la existencia de dinámicas aspiracionales que veían en espacios de esta índole los entornos predilectos para el relacionamiento social y su construcción identitaria como clase dominante. De igual manera, fueron habituales los testimonios que erigían a La Mexicana como ejemplo de la construcción de una “burbuja de hiperrealidad” (Martínez Cleves, 2016, p. 18). La construcción de imaginarios visuales aspiracionales era una tendencia en alza, y ya habitual en las clases medias y altas latinoamericanas, que trataban de reproducir patrones procedentes del extranjero, especialmente de Estados Unidos (figura 6). Al respecto, Andrea, una mujer de 35 años, quien trabaja para un equipo jurídico de una multinacional, habla de su experiencia en el parque:

Yo si vengo mucho, sobre todo al Starbucks. Incluso bajo el laptop y trabajo desde acá. Se está mejor que en la oficina. Aunque esto ya casi está como oficina. Te tomas tu café mientras trabajas, ves el parque y las torres y casi parece que estás en Nueva York. Está muy padre. (Comunicación personal, 22 de septiembre, 2022)

Figura 6. Área corporativa de Santa Fe vista desde la zona de restauración del parque La Mexicana

Fuente: elaboración propia (2022).

Las mismas tendencias fueron detectadas en los usuarios de clases populares. Si bien estos afirmaban conocer las problemáticas del parque y ser conscientes de la segregación existente en el área, mantuvieron, igualmente, un relacionamiento aspiracional con el entorno. La situación descrita confirma las teorías de Deyan Sudjic (2010), según las cuales la arquitectura y su entorno se erigen socialmente como una aspiración y una meta a conquistar. Desde esta visión, y a lo largo de todo el siglo XX, los desarrollos verticales han sido los iconos arquitectónicos encargados de sustentar el poder visual del capitalismo —hoy neoliberal— imperante. Mariel, ama de casa de 43 años, percibe esta situación cuando comenta:

sobre todo, a los jóvenes les gusta venir porque los edificios son como los que uno ve en las películas. A mis hijos siempre les decimos que tienen que estudiar mucho para que cuando sean grandes ganen mucha plata y vivan por acá. (Comunicación personal, 22 de septiembre, 2022)

Finalmente, la situación descrita provocaba que, más allá del carácter público del parque, se materializaran los argumentos expuestos por José Cisneros Espinosa (2003). Según estos, los procesos de neoliberalización urbana llevaban a la existencia de una fuerte privatización y la consecuente intención de monetización del espacio (p. 7). Esta tendencia acentuaba la segregación, expulsando a las clases populares que no contaban con la capacidad económica para desarrollar y disfrutar plenamente de las actividades que tenían lugar en el recinto.

 

Conclusiones

Las conclusiones extraídas del estudio socioespacial llevado a cabo sobre el parque La Mexicana presentan unos resultados divergentes a los promovidos desde el discurso oficial y el ideario teórico desde el que se proyectó su construcción.

A nivel territorial, es cierto que el parque ha pasado a constituirse como un nodo urbano en el que convergen flujos muy diversos. A pesar de su corta existencia, su valor de nodo zonal recae en haberse convertido en un elemento urbano que, tanto desde el plano físico como mental, parece haberse vuelto determinante en las percepciones de los ciudadanos de Santa Fe. Estos han evidenciado, a pesar de sus muy diversas opiniones, ver en el parque un área de referencia que rige el espacio urbano, desde el ángulo del uso y el disfrute, los desplazamientos o las aspiraciones personales y de clase.

La Mexicana ha resultado ser un polo de atracción para la zona de Santa Fe que, ante­riormente, no contaba con un área de estas características. Esta importante carencia había obligado, históricamente, a sus ciudadanos a movilizarse a zonas del centro urbano como lo podría ser el Bosque de Chapultepec o La Alameda Central para gozar de un espacio de estas características. Esta circunstancia ha promovido el hecho de que el nuevo parque se haya constituido como un espacio de contacto entre clases divergentes. Previamente a su inauguración, la segregación espacial de la zona presentaba unos índices muy altos con la casi inexistencia de puntos de contacto. Sin embargo, siguiendo los lineamientos teóricos de la corriente marxista, merece la pena realizar una serie de puntualizaciones que arrojen luz sobre las implicaciones reales que ha tenido La Mexicana desde este ángulo, así como el sentir que provoca en sus usuarios.

En primera instancia, se concluye que el contacto entre grupos heterogéneos en un mismo espacio parece no llevar, necesariamente, a una mayor permeabilidad social. Si bien esta ha sido una idea recurrente en el urbanismo contemporáneo, en el caso de La Mexicana el hecho no se configura de un modo sencillo. En este sentido, La Mexicana ha servido para concentrar en un mismo territorio a clases sociales divergentes que, hasta la fecha, no contaban con ningún punto de contacto. Sin embargo, desde el ángulo de estudio que el presente artículo formula, se trata de un espacio que ha servido a la reproducción y perpetuación de dinámicas anteriores y problemáticas históricas. Así, la idiosincrasia de este espacio, tal y como la escuela marxista había criticado previamente, parece no seguir los lineamientos de la Escuela de Chicago. Siguiendo a Castells (1974), la ciudad y el espacio público adquieren el rol de ser el lugar en el que se materializa la estructura política, económica y social (p. 32). Al México más neoliberal le corresponde, por tanto, un espacio público profundamente segregado y desigual.

La accesibilidad es entendida como un mecanismo básico para la democratización del espacio y su disfrute. El área de Santa Fe continúa siendo un entorno árido y complejo para los peatones y el transporte público, ya que se centra en promover las conexiones mediante vehículos privados. Si bien estas dificultades son mencionadas por ambos grupos, el problema es sorteado fácilmente por los sectores medios y altos que cuentan con la posibilidad de acceder al transporte privado. La tenencia de vehículo particular favorece una producción de ciudad profundamente desigual y segregada. Finalmente, esta circunstancia implica que el acceso al parque no se pueda realizar de un modo igualitario, y se empuje a las clases populares a una disminución de sus rangos de uso; lo cual da lugar a unos índices de utilización muy por debajo de los que refieren los habitantes de la ZEDEC. Finalmente, un menor uso significa una menor apropiación del espacio, un menor sentido de pertenencia y, en última instancia, la consolidación de un sentimiento de no merecimiento.

Por su parte, al interior del parque se mantienen las mismas dinámicas descritas. Los sectores populares presentan una evidente desigualdad espacial. Esta inequidad ha sido localizada en los tres escenarios analizados. Las zonas de juego infantil, escasamente utilizadas por los sectores populares, parecen mantener ya desde edades muy tempranas (menores de 3 años) dinámicas de juego segregadas. Los grupos de juego en rara ocasión se componen de un modo heterogéneo, primando el juego entre iguales o conocidos. Las dinámicas socioespaciales que tienen lugar por parte de los adultos acompañantes mantienen tensiones similares. A este aspecto es relevante introducir la figura de la niñera que, según Ruiz (2016), si bien es desempeñada por alguien de estratos bajos, se ve en la obligación de perpetuar la segregación existente, adquiriendo un rol determinante en la lucha de clases.

Dentro de las zonas de jardín y bosque, los sectores altos muestran un mayor y más complejo uso del espacio, destinándolo a la sociabilización, el paseo, el juego, el deporte o las mascotas, entre otros. La complejidad en los usos del espacio favorece que la superficie de la que se hace uso sea mayor al incorporar, en sus rutas, zonas como el skatepark, los carriles bici, la zona de drones, las áreas de deporte, entre otras instalaciones. En definitiva, es posible sentenciar que existe una apropiación efectiva y afectiva del espacio utilizado. Un espacio con el que existe una identificación en usos y estética. Por su parte, los sectores populares muestran frecuencias de utilización inferiores, quedando mayoritariamente relegados a espacios concretos que son utilizados, de forma casi exclusiva, para el descanso o el pícnic.

A pesar de estas asimetrías, los sectores populares relatan continuas problemáticas vinculadas a episodios de discriminación o racismo explícito por parte de la administración del parque. Estas problemáticas parecen ser algunas de las causantes de la escasa apropiación efectiva del espacio, al coartar sus movimientos, así como el uso y disfrute de la infraestructura del propio parque. Desde este punto, es posible concluir afirmando que, al igual que las ideas defendidas por Páramo y Burbano (2014), la mera posibilidad de acceso a un espacio o servicio no democratiza el mismo de forma automática y necesaria. La constitución del parque La Mexicana como parque público no exime al proyecto de procesos de discriminación que, de forma más sutil, hacen que el relacionamiento espacial de sus usuarios no sea igualitario. Estas sinergias evidencian la aparición de problemáticas derivadas de la difícil y frágil coexistencia entre los sectores públicos y privados en intervenciones de estas características. Una suerte de coexistencia que, dentro del contexto neoliberal en el que se desarrolla, parece inclinar la balanza hacia una gestión íntegramente privada en detrimento de un Estado débil y carente de autoridad en la gestión del espacio público existente.

Por último, el espacio de restaurantes es el que muestra una mayor desigualdad. Dicha inequidad emana del poder adquisitivo de los usuarios que, en última instancia, es el encargado de regir la utilización del espacio. A esta circunstancia se debe añadir la existencia de una serie de dinámicas de poder por las cuales las clases populares, si bien se ven imposibilitadas en el uso y disfrute del área, sí son las encargadas de sostener dicho servicio en su rol de trabajadores. Asimismo, las dificultades en la realización de pícnics, la inexistencia de alternativas económicas y la prohibición de la venta ambulante, provoca que la zona, más allá de la segregación, sea un área exclusiva para estratos altos.

Al contrario de los estudios propuestos por Rosales (2022), en los que se trataba de ver en La Mexicana una suerte de salida y revulsión a la segregación social y física del área de Santa Fe, el estudio socioespacial aquí presentado da cuenta de un espacio en el que se perpetúan y consolidan las dinámicas de segregación preexistentes. Si bien es cierto que, previamente a la construcción del proyecto, los puntos de contacto entre clases eran prácticamente inexistentes, la aparición de este no ha revertido las dinámicas. Por tanto, se considera que la segregación y la exclusión existente en Santa Fe no solo no han mejorado, sino que el parque ha evidenciado y acentuado su existencia.

Finalmente, los procesos de segregación y la dicotomía de lucha de clases y lucha de espacios parecen haber llevado a una situación en la que el espacio público es automáticamente capitalizado. Todo aquel que no encaje en el rol de buen consumidor será sistemáticamente expulsado, en el sentido social y territorial del término —y La Mexicana no parece ser una excepción—. Merece la pena dejar el camino abierto a posibles estudios que, siguiendo las ideas ya formuladas por Páramo y Burbano (2014), indaguen en las implicaciones que tienen dinámicas espaciales de estas características en el debilitamiento de la justicia social y la propia idea de democracia.

 

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[1] Según datos de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Ciudad de México (Seduvi), el proyecto se construyó a través de un “sistema de actuación por Cooperación entre el Gobierno de la Ciudad de México, a través de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda y de la Asociación de Colonos de Santa Fe”. Actualmente, su administración la ostenta de modo exclusivo la Asociación de Colonos de Santa Fe (Seduvi, 2018).

[2] Según datos de los Servicios Metropolitanos (Servimet).

[3] 80 pesos mexicanos en diciembre de 2023 equivalen aproximadamente a 20 000 pesos colombianos o 4 dólares estadounidenses.

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Menéndez García, D. (2024). El parque La Mexicana. Un nodo para la segregación en el México neoliberal. Revista Ciudades, Estados y Política, 10(3), 17–34. https://doi.org/10.15446/rcep.v10n3.106027

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[1]
Menéndez García, D. 2024. El parque La Mexicana. Un nodo para la segregación en el México neoliberal. Revista Ciudades, Estados y Política. 10, 3 (Apr. 2024), 17–34. DOI:https://doi.org/10.15446/rcep.v10n3.106027.

ACS

(1)
Menéndez García, D. El parque La Mexicana. Un nodo para la segregación en el México neoliberal. Rev. Ciudades Estados Política 2024, 10, 17-34.

ABNT

MENÉNDEZ GARCÍA, D. El parque La Mexicana. Un nodo para la segregación en el México neoliberal. Revista Ciudades, Estados y Política, [S. l.], v. 10, n. 3, p. 17–34, 2024. DOI: 10.15446/rcep.v10n3.106027. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/revcep/article/view/106027. Acesso em: 12 jul. 2024.

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Menéndez García, Deva. 2024. “El parque La Mexicana. Un nodo para la segregación en el México neoliberal”. Revista Ciudades, Estados Y Política 10 (3):17-34. https://doi.org/10.15446/rcep.v10n3.106027.

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Menéndez García, D. (2024) “El parque La Mexicana. Un nodo para la segregación en el México neoliberal”, Revista Ciudades, Estados y Política, 10(3), pp. 17–34. doi: 10.15446/rcep.v10n3.106027.

IEEE

[1]
D. Menéndez García, “El parque La Mexicana. Un nodo para la segregación en el México neoliberal”, Rev. Ciudades Estados Política, vol. 10, no. 3, pp. 17–34, Apr. 2024.

MLA

Menéndez García, D. “El parque La Mexicana. Un nodo para la segregación en el México neoliberal”. Revista Ciudades, Estados y Política, vol. 10, no. 3, Apr. 2024, pp. 17-34, doi:10.15446/rcep.v10n3.106027.

Turabian

Menéndez García, Deva. “El parque La Mexicana. Un nodo para la segregación en el México neoliberal”. Revista Ciudades, Estados y Política 10, no. 3 (April 20, 2024): 17–34. Accessed July 12, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/revcep/article/view/106027.

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1.
Menéndez García D. El parque La Mexicana. Un nodo para la segregación en el México neoliberal. Rev. Ciudades Estados Política [Internet]. 2024 Apr. 20 [cited 2024 Jul. 12];10(3):17-34. Available from: https://revistas.unal.edu.co/index.php/revcep/article/view/106027

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