Construcción del lugar por la niñez en la localidad de San Cristóbal, Bogotá, Colombia.
Construction of the place for children in the locality of San Cristóbal, Bogotá, Colombia
Construção do local pela infância na localidade de San Cristóbal, Bogotá, Colômbia.
DOI:
https://doi.org/10.15446/cep.v6n1.83988Keywords:
Centralidad, ciudad, derecho, geografía, ordenamiento territorial, urbano (es)Centralidade, cidade certo, geografia, ordenamento territorial, urbano (pt)
Centrality, city, right, geography, territorial ordering, urban (en)
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La presente investigación analizó la construcción del lugar que hacen los niños y las niñas de la Localidad de San Cristóbal de la ciudad de Bogotá, el problema se evidenció cuando al analizar los instrumentos de planeación de las políticas públicas de la localidad, éstos carecen de un enfoque inclusivo y humanista en relación al derecho a la ciudad. Para tal fin, el principal elemento de análisis fue el lugar como categoría de la geográfica humanística, en donde los niños y las niñas viven, perciben y conciben su localidad. Se desarrolló una metodología cualitativa cuya técnica investigativa incluyó la revisión documental, y como fuentes primarias, la cartografía social, la fotografía y el trabajo de campo. Se exponen los resultados obtenidos en la localidad, que permitieron conocer los lugares en donde se desarrollan las relaciones cotidianas de los niños y niñas, con el objeto de analizar si estos y sus percepciones, han sido punto de referencia al momento de formular políticas públicas, particularmente las de ordenamiento territorial, concluyendo en la necesidad de vincular categorías de la geografía en la construcción participativa de políticas públicas.
Construcción del lugar
por la niñez en la localidad de San Cristóbal, Bogotá, Colombia
Miguel Cristóbal Silva Patiño. Politólogo, magíster en Geografía del
Instituto Geográfico Agustín Codazzi, consultor de la Gobernación del Tolima.
Bogotá, Colombia. Correo electrónico: misilva.consultor@gmail.com; https://orcid.org/0000-0003-4468-9076.
Recibido: junio 10, 2019. Aprobado:
agosto 20, 2019. Publicado: diciembre 30, 2019
Resumen
La presente investigación analizó la
construcción del lugar que hacen los niños y las niñas
de la localidad de San Cristóbal, en la ciudad de Bogotá. El problema se hizo
evidente cuando al analizar los instrumentos de planeación de las políticas
públicas de la localidad, se concluye que estos carecen de un enfoque inclusivo
y humanista en relación con el derecho a la ciudad. Para tal fin, el
principal elemento de análisis fue el lugar como categoría de la
geografía humanística, en donde los niños y las niñas
viven, perciben y conciben su localidad. Se desarrolló una metodología
cualitativa cuya técnica investigativa incluyó la revisión documental, y como
fuentes primarias: la cartografía social, la fotografía y el trabajo de campo.
Se exponen los resultados obtenidos en la localidad, que permitieron conocer
los lugares en donde se desarrollan las relaciones cotidianas de los niños y niñas, con el objeto de analizar si estos y sus
percepciones han sido punto de referencia al momento de formular políticas
públicas, particularmente las de ordenamiento territorial, concluyendo en la
necesidad de vincular categorías de la geografía en la construcción
participativa de políticas públicas.
Palabras clave: centralidad, ciudad, derecho,
geografía, ordenamiento territorial, urbano.
Construction of the place for children in the locality of San Cristóbal,
Bogotá, Colombia
Abstract
The
following research analyzed the construction of the place made by the children
of the locality of San Cristóbal, in the city of Bogotá. The issue was made
clear when analyzing the instruments for planning local public policies, it was
concluded that these lack of an inclusive and humanistic approach with regards
to the right of the city. For that purpose, the main element of analysis was
the place as a category of humanistic geography, where children live, perceive
and conceive their locality. A qualitative methodology was developed whose
research technique included documentary review, and as primary resources,
social mapping, photography and field work. The results obtained in the
locality are shown, which made it possible to learn about the places where the
daily relations of the children take place, with the aim of analyzing whether
these and their perceptions have been a point of reference at
the moment of formulating public policies, particularly those on
land-use, concluding on the need to link categories of geography in the
participative construction of public policies.
Keywords: centrality,
city, right, geography, landuse planning, urban.
Construção do local pela infância na localidade de San Cristóbal,
Bogotá, Colômbia
Resumo
A
presente investigação analisou a construção do local que se faz para as
crianças na localidade de San Cristóbal, na cidade de Bogotá. O problema ficou
evidente quando, ao analisar os instrumentos de planejamento das políticas
públicas da localidade, conclui-se que estes carecem de uma abordagem inclusiva
e humanista em relação com o direito à cidade. Para esse fim, o principal
elemento de análise foi o local como categoria da geografia humanística, onde
meninos e meninas vivem, percebem e concebem sua localidade. Foi desenvolvida
uma metodologia qualitativa cuja técnica investigativa incluiu a revisão
documental e, como fontes primárias, a cartografia social, a fotografia e o
trabalho de campo. São expostos os resultados obtidos na localidade, que permitiram
conhecer os sírios onde se desenvolvem as relações cotidianas das crianças, a
fim de analisar se essas e suas percepções têm sido um ponto de referência no
momento de formular políticas públicas, particularmente as de ordenamento
territorial, concluindo na necessidade de vincular categorias da geografia na
construção participativa de políticas públicas.
Palavras-chave: centralidade,
cidade, direito, geografia, ordenamento territorial, urbano.
Introducción
El presente artículo es de interés para
la geografía humanística. Aborda una temática centrada en analizar y exponer la
construcción que hace la niñez del lugar y sus lugares
cotidianos, que se convierten en elemento constitutivo del derecho a la
ciudad. En este sentido, se dan a conocer los principales lugares de
relaciones cotidianas de los niños y las niñas,
planteando si existe relación entre sus percepciones, el espacio vivido y la
realidad existente con el actual ordenamiento territorial. De esta manera se
logra alcanzar el objetivo de comprender cómo es la construcción de esos lugares
y su importancia en las políticas públicas de la localidad, frente a los
planteamientos que ellos, por medio de mapas mentales, reclaman a su localidad.
En consecuencia, es fundamental
acercarse al concepto de lugar que desarrolla el enfoque geográfico
humanístico, considerándolo como un espacio cargado de significados, valores,
sentimientos y experiencias que se construyen en la cotidianidad. Así, el lugar
lo construye la niñez socialmente a partir de las experiencias que crea en la
relación diaria con el espacio urbano en el que se desarrolla.
De ahí la importancia de conocer la
concepción que del lugar tiene la niñez, y la manera como construye este
concepto desde su relación política e influencia en la planificación
territorial, como instrumento de construcción participativa de políticas
públicas. En otras palabras, es evidente relacionar, desde la geografía, la
construcción del espacio que hace la niñez, y, por ende, garantizar así el
denominado derecho a la ciudad. Ese derecho a la ciudad
por el cual autores como Lefebvre, manifestaron la necesidad de
poner en marcha un programa de
investigación y acción política que podría permitir a los habitantes de una
ciudad apoderarse de sus espacios urbanos y sus vidas urbanas
y recuperar para esos mismos habitantes la facultad de participar en la vida de
la ciudad. (Lefebvre, 1972, p. 238)
Este documento tiene un enfoque
reflexivo, en la medida en que recoge los resultados de una investigación
realizada en cinco colegios de la localidad de San Cristóbal: Colegio
Interamericano, Institución Educativa Distrital (IED) Florentino González
(jornadas mañana y tarde), IED Tomás Rueda Vargas, IED San José Sur Oriental.
Estos colegios representan cada una de las cinco Unidades de Planeación Zonal
(UPZ): Sosiego, 20 de Julio, San Blas, La Gloria y Libertadores,
respectivamente, y analiza desde la geografía humanística los pensamientos y
las percepciones que niños y niñas manejan de los lugares
que ellos consideran que se convierten en su centro de interés, y aquellos que
por el contrario se constituyen en lugares de inseguridad delictiva.
La naturaleza y magnitud del problema
objeto de la investigación partieron del criterio según el cual la ciudad debe
incluir con el rigor suficiente las percepciones de niños y
niñas en la construcción del espacio y los lugares en donde ellos
se desarrollan. Los gobernantes, los agentes públicos y representantes de
entidades que defienden los intereses de niños y niñas
olvidan circunscribir dicha percepción de cómo conciben ellos su ciudad, su
espacio y la relación que ellos manejan de su entorno. Esto se pone de
manifiesto en la falta de una metodología clara por parte de la Alcaldía Local
de San Cristóbal a la hora de armonizar los resultados del Consejo Consultivo
de niños y niñas, del Consejo Local de Planeación, y
de los encuentros ciudadanos, olvidando escuchar las voces de la niñez en esta
localidad, de donde es concluyente la inexistencia de dicho componente en los
documentos oficiales o instrumentos finales de planeación.
Por lo expresado anteriormente, el
problema que orientó esta investigación se traduce en analizar ¿cómo percibe,
crea y construye su espacialidad la niñez de San Cristóbal, y cuáles de esos lugares
identificados por ellos, recrean el derecho a la ciudad en la
organización territorial de la localidad? Los resultados obtenidos se presentan
desde los siguientes objetivos específicos:
• Analizar la inclusión de los niños y las niñas en las políticas públicas de
planeación del espacio urbano, particularmente la de ordenamiento territorial.
• Identificar la construcción de lugar
en niñas y niños de la localidad de San Cristóbal a
través de las percepciones y experiencias de su diario vivir.
• Poner en evidencia cómo proyectan los niños y las niñas su localidad, respecto a los lugares
identificados en diálogo con la garantía de sus derechos, y el disfrute
efectivo del espacio urbano. Lo anterior, con el propósito de analizar si San
Cristóbal es una localidad que promueve el derecho a la ciudad, y si en
su ordenamiento territorial existen lugares como los que la población
infantil le demanda a la localidad.
La investigación se desarrolló de
acuerdo con el enfoque cualitativo, y se vincula al paradigma
hermenéutico-interpretativo con una perspectiva etnográfica. En función de los
objetivos definidos, se planteó el uso de técnicas de investigación:
observación participante, mapas mentales y análisis documental. Como fuente
primaria, se realizaron talleres con menores entre nueve y doce años. Como
fuente secundaria se analizó el Plan de Ordenamiento Territorial de Bogotá en
su componente local de San Cristóbal, el Plan de Desarrollo “San Cristóbal
mejor para todos, una localidad sana, feliz y en paz”, y los avances y
resultados respecto de las acciones y actividades del Consejo Consultivo de
Niños, Niñas y Adolescentes.
Se recopiló información de los
estudiantes, su relación con la localidad, el espacio y los lugares, la
representatividad de esos lugares, la ciudad soñada por ellos, sus
experiencias vividas, el rol participativo que sienten con esta, y el vínculo
institucional que relacionan en su cotidianidad.
La geografía humanística: soporte
teórico al concepto del lugar
La investigación se sustenta en esta
geografía que tiene su origen en la década de 1970 gracias a los aportes de
geógrafos como David Ley, Marwyn Samuels,
Edward Relph, Yi Fu Tuan y Anne
Buttimer, como crítica al rezago que se comenzó a ver
en la geografía cuantitativa de Estados Unidos, pues consideraban que había
llegado tardía al aporte de la planificación y ordenación del territorio, ya
que esta acción se le había trasladado a otras disciplinas o ramas de las
ciencias sociales; así mismo, planteaban la necesidad de estudiar al hombre más
allá del espacio físico, dando importancia a los aspectos cotidianos y a la
relación con el entorno.
Con base en esa interpretación, autores
como Delgado Mahecha (2003) señalan que algunas veces los geógrafos consideran el
espacio tridimensional (volumen), otras como espacio unidimensional (una línea
entre dos puntos), pero la mayoría como abstracto o concreto.
Y es aquí donde aparece la geografía
humanística; como señala Sanguín (1981, p. 561), el
“espacio vivido es el mundo de la experiencia inmediatamente anterior al de las
ideas científicas”, y por ello la geografía humanística estudia el mundo en el
que los hombres viven y actúan, en lugar de considerar mundos
hipotéticos habitados por seres omniscientes. Delgado Mahecha (2003) afirma
entonces que, en la producción social, el método requiere que las cosas se
describan como se experimentan cotidianamente, ya que la fenomenología
reivindica la experiencia cotidiana de las personas como algo esencial en la
comprensión de los seres humanos en el mundo.
Así mismo, según la geografía
humanística expuesta por Derrau (1964, p. 15), para
quien los estudios de las relaciones de los grupos humanos con el medio
geográfico le pertenecen a esta geografía, “en un mismo lugar, se superponen
varios grupos humanos de diferentes tipos y los vínculos que explican la vida
de dichos grupos no los hacen depender siempre de un medio ambiente inmediato”.
Los grupos humanos per se tienen pensamientos, experiencias y sentimientos que
por un lado los hacen objeto de estudio, y por otro, del significado de su
medio inmediato como influencia que caracteriza y determina aspectos
poblacionales y culturales.
La geografía humanística se declara,
por tanto, como el propio humanismo, anticientifista,
antipositivista y antirreduccionista. Anticientifista porque, a la sistematización del
pensamiento humano, opone el tomar en consideración otras verdades que las
demostradas por las leyes científicas; antipositivista porque plantea que los
comportamientos humanos no pueden ser estudiados según fórmulas matemáticas, y antirreduccionista porque no cree que todas las actitudes
humanas puedan ser relacionadas con algún lugar concreto de la psique o
del cerebro. La experiencia humana, en suma, no se reduce a una sucesión de
impresiones dispares, sino que ella recorre un mundo vasto donde la esencia de
los fenómenos revela algo más que los hechos (Sanguín,
1981)
Buttimer establece (como se citó en Álvarez,
1982, p. 23) que es en la geografía humanística en donde se estudia con mayor
cercanía la idea de espacio vivido, como aquel que comprende el mundo de los
sucesos, de los negocios y de los valores, incluyendo la experiencia personal.
Para esta geógrafa, cuando somos conscientes de este “mundo vivido”, podemos
intentar comprender (poniéndonos en el lugar de los otros,
empíricamente) los “horizontes cotidianos” compartidos con otras personas y con
la sociedad, una vez en nuestra conciencia hemos despertado el sentido de
pertenencia con respecto a un lugar, es decir, hemos transformado el lugar
en algo significativo y con identidad.
En particular, se puede interpretar que en la revisión documental de espacios y lugares pensados
para la niñez, poco influye la cotidianidad sobre la cual tanto niños como
niñas construyen su espacio, y determinan los lugares que han de
convertirlos en verdaderos agentes de reclamación de lugares que les
permitan garantizar ese derecho a la ciudad, a la recreación y a gozar
de un ambiente adecuado para ellos.
La relevancia de estudiar lo cotidiano,
según López Trigal et al. (2015, p. 222), radica en que es allí “donde se hace,
se deshace y se vuelve a hacer” el vínculo social, es decir, las relaciones
entre los seres humanos. En este sentido, las prácticas asociadas con la vida
diaria —como la amistad, el cariño, la camaradería, las relaciones o la
comunicación— son más fluidas, combinándose a través del tiempo y del espacio.
Como lo cotidiano se construye en el
concepto del lugar, la geografía posmoderna lo vincula con el espacio de
vida, ya que el espacio abstracto y genérico se convierte en lugar
gracias a la experiencia y a la acción de los individuos que, viviéndolo
cotidianamente, lo humanizan y lo llenan de contenidos y significados (Massey y
Jess, 1995, como se citó en López Trigal et al., 2015, p. 222).
El derecho a la ciudad: lugar
de pertenencia en perpetuo movimiento
El derecho a la ciudad ha sido
un elemento constitutivo de análisis a la luz de la geografía. El término
‘ciudad’ simboliza la creación de espacios comunes de socialización que lleva a
que exista una estrecha relación entre ciudad y ciudadanía, que cobra a su vez
un significado político en el imaginario de la comunidad.
La ciudad es el intento más coherente
—y en general, más logrado por el hombre— por rehacer el mundo en el que vive
de acuerdo con sus deseos más profundos. Pero si la ciudad es el mundo creado
por el hombre, también el mundo es el mundo donde está desde entonces condenado
a vivir (Park, como se citó en Harvey, 2013, p. 19).
La anterior explicación nos lleva a
plantear aquí: ¿qué tipo de ciudad queremos?, ¿cómo queremos vivirla?, ¿cómo
podemos ejercerla? Estos interrogantes delimitan por tanto un elemento común:
el derecho a la ciudad es, más que un derecho individual, un derecho
colectivo, y por tanto obliga a cambiarla, adecuando lo que ella nos aporta y
transformándola de acuerdo con los intereses y circunstancias de vida.
Conforme lo señala Harvey (2013), el derecho
a la ciudad es uno de los derechos humanos más descuidados, en la medida en
que el impacto de las fuerzas urbanas ha decantado en una serie de
transformaciones que han moldeado al hombre dentro de la ciudad, contrario al
fin del urbanismo de adaptar la ciudad a los intereses del colectivo social.
Reclamar el derecho a la ciudad
supone reivindicar algún tipo de poder configurador del proceso de
urbanización, sobre la forma en que se hacen y rehacen nuestras ciudades, y
hacerlo de un modo fundamental y radical. Desde siempre, las ciudades han
brotado de la concentración geográfica y social de un excedente en la
producción. La urbanización ha sido siempre, por ende, un fenómeno relacionado
con la división en clases, ya que ese excedente se extraía de algún sitio y de
alguien, mientras que el control sobre su uso solía corresponder a unos pocos
(Harvey, 2013).
Por consiguiente, hablar del derecho
a la ciudad es hablar de la reclamación colectiva por medio de luchas
sociales que están en constante quiebre a las relaciones dominantes que
desequilibran la distribución justa de beneficios, resultado de los procesos de
urbanización. La ciudad se constituye entonces en un elemento material que va
más allá de barrios, manzanas o comercio; la ciudad de hoy se centra en el
reconocimiento, respeto y realización de los derechos civiles de las personas,
en donde los temas ambientales, políticos, económicos y de integración se hacen
necesarios de abordar.
Según la Carta Mundial del Derecho a
la Ciudad:
El Derecho a la Ciudad es
definido como el usufructo equitativo de las ciudades dentro de los principios
de sustentabilidad, democracia, equidad y justicia social. Es un derecho
colectivo de los habitantes de las ciudades, en especial de los grupos
vulnerables y desfavorecidos, que les confiere legitimidad de acción y de
organización, basado en sus usos y costumbres, con el objetivo de alcanzar el
pleno ejercicio del derecho a la libre autodeterminación y un nivel de vida
adecuado. (ONU, 2005, p. 1)
La localidad de San Cristóbal en el
Ordenamiento Territorial de Bogotá
La localidad de San Cristóbal tiene
cinco Unidades de Planeación Zonal (UPZ); cuatro son de tipo residencial de
urbanización incompleta y una es de tipo residencial consolidado.
La UPZ San Blas se ubica al oriente del
suelo urbano de San Cristóbal, tiene una extensión de 400 hectáreas,
equivalentes al 8.1 % del total del suelo de esta localidad. Esta UPZ limita
por el norte con la transversal 7A este, futura avenida Fucha (calle 11 sur) y
el río San Cristóbal; por el oriente, con el perímetro urbano; por el sur, con
la calle 41A sur (Liceo San José), avenida de los Cerros (carrera 12 este) y
avenida Ciudad de Villavicencio, y por el occidente con la avenida La Victoria
(carrera 4 este).
La UPZ Sosiego se localiza en el
extremo norte de la localidad de San Cristóbal, entre la carrera 10 y la
avenida de Los Cerros, y entre las calles 1 y 22 sur. Tiene una extensión de
235 hectáreas, de las cuales doce están catalogadas como suelo protegido. La
mayor parte de esta UPZ tiene viviendas en estrato 3. Limita por el norte con
la calle 1 sur, futura avenida de La Hortúa, por el
sur con la avenida Primero de Mayo y por el occidente con la avenida Fernando
Mazuera (carrera 10).
La UPZ 20 de Julio se ubica al sur de
la UPZ Sosiego, al oriente de la carrera 10. Tiene una superficie de 263
hectáreas. Limita por el norte con la avenida Primero de Mayo (calle 22 sur),
por el oriente con la carrera 4 este y la avenida La Victoria, por el sur con
la avenida Ciudad de Villavicencio, y por el occidente con la avenida Fernando
Mazuera (carrera 10).
La UPZ La Gloria se localiza al sur de
las UPZ San Blas y 20 de Julio. Tiene una extensión de 386 hectáreas, de las
cuales cincuenta están catalogadas como suelo protegido. Limita por el norte
con la avenida Ciudad de Villavicencio, la avenida de Los Cerros (carrera 12
este) y la calle 41A sur, por el oriente con el perímetro urbano, por el sur
con la quebrada Chiguaza y por el occidente con el
parque Entre Nubes.
La UPZ Libertadores se ubica en el
extremo sur de la localidad de San Cristóbal. Tiene una extensión de 365
hectáreas, y presenta la mayor superficie de áreas protegidas: 91 hectáreas.
Limita por el norte con la quebrada Chiguaza, por el oriente con el perímetro
urbano, por el sur con la localidad de Usme, a través de la calle 73 sur
(barrio Juan Rey), y por el occidente con el parque Entre Nubes.
Según el Plan de Ordenamiento
Territorial de Bogotá, las centralidades en la localidad de San Cristóbal son
núcleos urbanos localizados alrededor del centro metropolitano y en la
periferia de la ciudad, que hacen parte de la estructura urbana y tienen como
fin ordenar funcionalmente las áreas residenciales, lo que permite la
descentralización de actividades y la generación de nuevos subcentros.
Las centralidades se caracterizan por
concentrar actividades urbanas de soporte, como el comercio, los servicios y
los equipamientos regionales, urbanos o zonales complementarios a la vivienda,
convirtiéndose en espacios representativos y de referencia urbana para los
ciudadanos. La clasificación por escala obedece a la cobertura de atención que
prestan las centralidades. San Cristóbal cuenta con dos centralidades: 20 de
Julio y La Victoria, distribuidas en dos UPZ (Secretaría Distrital de
Planeación, 2009, p. 21).
Figura 1. Localidad de San Cristóbal
Fuente. Adaptado de Alcaldía Mayor de Bogotá,
Secretaría Distrital de Planeación (2009), con base en Decreto 619 de 2000 y
Decreto 190 de 2004.
Figura 2. Plaza Iglesia del 20 de Julio
Fuente. Elaboración propia, 2016.
Lo anterior, así como la figura 2,
demuestran que a simple vista el POT organiza una localidad que sigue
construyéndose a partir de la Iglesia del 20 de Julio y su plazoleta. Hoy día,
los grupos poblacionales no solamente construyen su concepto de espacio en
estos lugares centrales. Puede que los adultos construyan su concepto de
lugar en la plaza, pero de manera diferente. Los niños
y las niñas (como se observa en la figura 3), lo construyen en su
colegio; interpretando a Massey y Jess, es allí donde ellos construyen su vida,
viven sus experiencias con sus amigos, dándole el sentido que tiene para ellos
asistir al colegio, reunirse, expresarse, generar su autoestima y desarrollarse
como personas. Aunque el colegio es en especial un lugar preminentemente
cotidiano al interés de la niñez, también el parque se constituye en lugar
de significados para ellos.
Figura 3. Construcción geográfica del lugar
Fuente. Cartografía social elaborada por niños y niñas de San Cristóbal, 2016.
Podemos establecer que la vida
cotidiana de los niños y las niñas de San Cristóbal se
desenvuelve en lugares que precisamente en el ordenamiento territorial
de la localidad no están plasmados conforme ellos quisieran poner de relieve.
Para los niños y las niñas, son los colegios los lugares
de camaradería, amistad y comunicaciones fluidas. El colegio se constituye como
el lugar más importante y central de sus actividades, y es en este
episodio de vida en donde anclan su relación consciente con el espacio. Se puede
afirmar, entonces, que en el Plan de Ordenamiento Territorial se debe poner
también a los colegios como eje de centralidades, y, por tanto, el lugar más
importante en el cuidado y protección de la ciudad pensada para la niñez.
La localidad de los
niños y las niñas: percepción y cotidianidad
Cuando expresamos el significado del lugar,
y pese a que muchos formuladores del ordenamiento territorial lo diseñan y
construyen desde la óptica de los adultos –ingenieros, geógrafos, entre otros–,
olvidan que tanto los niños como las niñas en etapa de crecimiento y desarrollo
conciben categorías y nociones espaciales que son valederas para la toma de
decisiones. En el análisis geográfico (Béguin, como
se citó en López Trigal et al., 2015, p. 375), el lugar se define como
una unidad espacial elemental cuya posición es, a la vez, identificable en un
sistema de coordenadas y dependiente de las relaciones con otros lugares
en el marco de las interacciones espaciales. Para esta investigación, el lugar
es el sitio en donde se localizan fenómenos poblacionales, particularmente
aquellos que se relacionan con los intereses de los niños y
las niñas de la localidad de San Cristóbal.
El lugar es el sitio donde se
hace más estrecha la relación hombre-tierra, donde el lugar y el hombre
se funden mutuamente. El lugar participa de la identidad del que está en
él (cada habitante se define, y define su entorno, especialmente según su
pertenencia espacial) y los individuos dan una identidad, e incluso fundamentalmente
una existencia, al lugar. Esta relación estrecha permite la metáfora del
arraigo, y supone una dimensión temporal. El lugar se inscribe en la
duración; es memoria y tiempo cristalizados (Clerc,
como se citó en López Trigal et al., 2015, p. 376).
Según muchos geógrafos, el lugar
permite adquirir identidad, conocer lazos históricos y crear espacios de
relación. Solo aquellos espacios en donde no se puede lograr establecer esto se
pueden denominar no lugares, y podría uno plantear entonces que al
pensar en niñez desde la concepción de los adultos se están creando más no lugares
que lugares, pues los lugares de relación de los niños y de las
niñas, como ellos lo describen, tal parece que no son importantes de organizar
en un proceso de ordenación territorial hecho por los adultos.
Para los niños y las
niñas de la localidad de San Cristóbal, el colegio representa su
interacción con otros niños; es el lugar en donde se consolidan lazos de
amistad, en donde pueden expresar su forma de ser de manera natural, en donde
se sienten seguros mientras estén ahí, tal y como lo ejemplifica la figura 4.
Figura 4. Lugares de relación para la
niñez
Fuente. Cartografía social elaborada por niños y niñas de San Cristóbal, 2016.
Lo anterior nos permite afirmar que, en
un juicioso ejercicio de ordenamiento territorial, los colegios como
equipamiento deben dejar de ser analizados únicamente en términos de número de
cupos y número de niños matriculados; por el contrario, deben ser los lugares
que deben contar con espacios que les permitan a ellos afianzar sus relaciones
sociales con actividades propias de esta naturaleza.
Figura 5. El lugar de la socialización
Fuente. Cartografía social elaborada por niños y niñas de San Cristóbal, 2016.
En los colegios, los
niños y las niñas necesitan horas dedicadas al diálogo entre ellos
mismos, privacidad para discutir sus temas como canal de socialización y
generación de confianza. Los colegios pueden ser centros culturales, de danza,
de teatro, de cine y de recreación; esta interpretación se pone de manifiesto
en la figura 5, que expresa lugares importantes para la cotidianidad de niños y niñas.
El barrio y la casa: lugares de
camaradería y creación de lazos
Una vez establecido que el colegio es
el lugar que principalmente narran en sus expresiones artísticas de
cartografía, el barrio y la casa son los siguientes dos lugares que se
constituyen en marco de referencia para los niños y las niñas
de la localidad de San Cristóbal.
El barrio se expresa como un espacio
que les ayuda a afianzar sus relaciones con los vecinos. Cabe resaltar que los niños y las niñas de las UPZ Libertadores y La Gloria
manifiestan en su cartografía temas de convivencia con sus vecinos relacionadas
con el ruido, el consumo de licor y el alto volumen de la música.
Pese a ello, el barrio es el lugar
que identifican en la escala local; así mismo, el barrio y la casa les dan
nociones de recorrido, y una imagen solvente del medio en el que habitan y
residen. La figura 6 expresa la medición y la cartografía; denota en la
representación el uso que hacen de rutas entre sus barrios, entre sus casas y
el colegio, y entre sus casas y los lugares cotidianos como la iglesia o
la panadería.
El ejercicio hace posible afirmar que los niños y las niñas de San Cristóbal poseen una importante
relación de construir imágenes mentales con su medio concreto a partir de los
sentidos, y esto es ya una prueba clara del manejo de la percepción, tema que
se debe comenzar a incluir en la formulación del ordenamiento territorial,
permitiendo la participación de la niñez.
El niño y la niña, como núcleo de su
espacio personal, al caminar por la localidad por medio de su cartografía, nos
demuestran cómo se desplazan y cómo conocen las localizaciones, siendo capaces
de conectar lugares y áreas, generando conexiones que les permiten
representar la situación social, económica y cultural de su localidad.
Figura 6. El barrio: representación y
recorrido/cartografía infantil
Fuente. Cartografía social elaborada por niños y niñas de San Cristóbal, 2016.
Figura 7. Conectando lugares
Fuente. Cartografía social elaborada por niños y niñas de San Cristóbal, 2016.
El parque: imagen de inseguridad
delictiva
Pese a que el colegio y la casa son los
dos lugares centrales en el imaginario de la niñez de la localidad de
San Cristóbal, el parque también lo es, pero más como lugar de
inseguridad delictiva urbana, como lo refleja la figura 8.
Figura 8. Representación de lugar de
miedo
Fuente. Cartografía social elaborada por niños y niñas de San Cristóbal, 2016.
No obstante, el parque en el ejercicio
cartográfico significa mucho para ellos, y no podría dejarse por fuera de esa
construcción de lugar que ellos nos demuestran en sus representaciones.
Es obvio que todo niño sueña y construye su espacio en el parque, pero en las
cinco UPZ han plasmado la inseguridad como uno de los aspectos que hacen del
parque uno de los lugares de los niños que han sido acaparados por otros
grupos poblacionales, que han ocupado dichos lugares para otro tipo de
actividades que no son las recreativas.
Por ahora podemos afirmar que el parque
es un lugar de alta importancia en el reconocimiento territorial de la
localidad, siendo el parque de bolsillo el más visitado por ellos, ya que el
Parque Metropolitano de San Cristóbal, ubicado en la UPZ Sosiego, no fue
representado por ningún niño habitante de las demás UPZ de la localidad; el
desplazamiento y la lejanía son factores que no les permite acercarse a este lugar.
El parque Entre Nubes tampoco está relacionado en el imaginario cartográfico de
la niñez de la localidad, y puede obedecer a dos factores: uno que tiene que
ver con los pocos atractivos que estos lugares ofrecen a este público
infantil, y el segundo, a las características de la localidad en cuanto a la
posibilidad de desplazamiento a estos lugares.
Los lugares que en el
ordenamiento territorial propone la niñez
La figura 9 nos permite interpretar que
aún hay espacios del borde oriental de la localidad (en amarillo), que bien
podrían atender los intereses de la población infantil desarrollando obras y
adecuaciones que cumplieran con lo que ellos sueñan ver en San Cristóbal.
Figura 9. Suelo urbano y suelo por desarrollar
en San Cristóbal
Fuente. Adaptado de Alcaldía Mayor de Bogotá,
Secretaría Distrital de Planeación, 2009
La niñez en un amplio margen demanda
parques seguros, sin presencia de expendedores de drogas, ni consumidores de
alucinógenos, como lo evidencia la figura 10.
Figura 10. La localidad planeada por la niñez
Fuente. Cartografía social elaborada por niños y niñas de San Cristóbal, 2016.
De la misma manera expresan la
necesidad de contar con parques más grandes que los denominados por el Instituto
Distrital de Recreación y Deporte (IDRD) parques de bolsillo; ellos creen que
es viable contar con parques que tengan piscinas, canchas, y no en vano ellos
ubican esos espacios en el borde oriental de la localidad. La vista de mirador,
la ubicación estratégica y la relación hombre-naturaleza, se ven expresadas en
la ubicación de lugares de recreación en el borde oriental, con una
panorámica de la ciudad y una organización espacial que cualquier innovador
urbanista envidiaría para desarrollar allí.
En esa misma relación hombre-naturaleza,
proyectan la construcción de un parque zoológico relacionado con enseñanzas
ambientales del cuidado del planeta y de las zonas verdes. La construcción de
senderos ecológicos, y la arborización de la localidad, son también sinónimos
de la reforestación local, así como del cuidado y conservación de los ambientes
que ya existen actualmente en la zona.
Que los parques dispongan de juegos y
atracciones mecánicas son otros elementos constitutivos dentro de las
proyecciones de localidad que ellos proponen. Por ejemplo, no es mala idea
ubicar Ruedas de Chicago en lo más alto de la localidad, rodeadas del verde que
conserva la zona montañosa; ello cambiaría enormemente la calidad de vida de la
localidad, así como la transformación urbana de su suelo, convirtiéndola más
atractiva y con visita de nueva población flotante a la localidad, lo que
generaría más ingresos a sus residentes.
Debido a que muchos de los niños y las niñas nunca han salido de Bogotá, proyectan
una localidad que les brinde piscinas; muchos manifestaron no haber salido
nunca de la localidad, y que lo más lejos que han ido es a la Iglesia del 20 de
Julio o a la plaza principal del barrio La Victoria, confirmando que los lugares
centrales de los adultos tienen que ser los de la niñez.
Figura 11. El ordenamiento del territorio: una
mirada infantil
Fuente. Cartografía social elaborada por niños y niñas de San Cristóbal, 2016.
Realidad en la gestión pública y
política de la localidad
Pese a que existe seguridad jurídica
que ampara la promulgación del Plan de Ordenamiento Territorial de la ciudad, a
través del Decreto 619 de 2000 y 190 de 2004, y del Plan de Desarrollo Local de
la localidad de San Cristóbal, que bajo Acuerdo local 075 adoptó el desarrollo
económico y social de la localidad, y del Decreto 121 de 2012 del Consejo
Consultivo de niños, niñas y adolescentes, el solo marco jurídico no garantiza
el cumplimiento de la satisfacción ciudadana en el abordaje y la garantía de
derechos fundamentales.
Existe una amplia dispersión en el
manejo de la realidad política en lo relativo a las necesidades de la población
infantil que habita en la localidad. La investigación, de manera formal,
contactó por escrito con las autoridades locales, e indagó acerca de las
metodologías, estrategias y procedimientos sobre los cuales se construían las
políticas públicas que impactaban a la población infantil. En tal sentido, se
denotó el enfoque administrativista sobre el cual se continúa abordando la
relación Estado-ciudadano, enfoque que carece de gestión pública y principios
de modernidad, eficiencia y eficacia —clásicos elementos constitutivos de las
políticas públicas—, como respuesta a situaciones problemáticas de la comunidad.
El principal obstáculo es el denominado traslado a las consultas, en el que se
divaga entre entidades una respuesta que bien podría definirse a partir de una
filosofía del deber ser de lo planeado en los instrumentos existentes para tal
fin.
Por ejemplo, al indagar a la
administración local acerca del estado de la situación del Consejo Consultivo
Distrital de Niños, Niñas y Adolescentes, fijado bajo Decreto 121 de 2012, la
respuesta no indica de fondo un estudio, diagnóstico o análisis de la situación
real de la niñez en la localidad. Discretamente indican algunas acciones desde
el denominado Centro Amar, cuya misión se orienta en atención en riesgo o
trabajo infantil; una estrategia denominada Atrapasueños, de formación para
niños y niñas afectados por el conflicto armado; Centros Crecer, ubicados en
los barrios La Victoria y Balcanes, cuya misión es atender a niños, niñas y
adolescentes en condición de discapacidad y a sus familias, y el proyecto
Bogotá te Nutre, dirigido a población infantil en riesgo nutricional, así como
a mujeres gestantes.
Ninguno de los anteriores criterios
cumple con el espíritu de la norma, el cual es vincular, permitir la
participación e incluir las voces de niños, niñas y adolescentes en la toma de
decisiones del rumbo en la planeación de la localidad. Si bien la
administración local indica que a la fecha de la solicitud el Consejo
Consultivo se encontraba activo y con quince niños, niñas y adolescente
participando, se limita al mero trámite de responder con qué se cuenta, pero no
deja entrever precisamente el deber ser de una conjugación real entre la Carta
Mundial del Derecho a la Ciudad, y la importancia de la
interdisciplinariedad como la geografía humanista que nos impulsa a ver en el
territorio físico, el lugar y el espacio, así como la conjugación del
elemento humano al interior de este, y es allí en donde se evidencia la
discreta e inexistente postura oficial al respecto.
De la misma manera, la administración
local, al ser indagada acerca de la percepción de la localidad por parte de sus
niños y niñas, así como de los lugares que para ellos son importantes, y
que están ligados al ordenamiento territorial, la administración se limitó a
contestar que las localidades no formulan el Plan de Ordenamiento Territorial
(POT) , lo cual denota una postura inexacta: si bien el POT es de Bogotá, este
se construye desde lo local a través de encuentros ciudadanos, del Consejo
Consultivo Distrital de Niños, Niñas y Adolescentes, de los espacios del
Sistema Nacional de Bienestar Familiar, de los Consejos Locales de Planeación,
y del mismo Consejo de Política Social, espacios todos a donde deben llegar las
voces e inquietudes de niños y niñas, para ser incluidas en la construcción
participativa de las políticas públicas, lo cual permitiría alcanzar el
objetivo de conocer cómo percibe, crea y construye la niñez sus lugares
en la localidad y tomar decisiones que beneficien y garanticen el goce efectivo
del derecho a la ciudad por parte de ellos.
Conclusiones
Es evidente que tanto los lugares
desde la concepción infantil, como la ciudad pensada para la niñez, es posible
refrendarlos por medio de ejercicios cartográficos y análisis desde escuelas
como la geografía humanística. Esto nos permite representar una mejor manera de
planificar en el ordenamiento territorial la suma de intereses con los cuales
se adecúan las ciudades a las necesidades de sus habitantes, y se incluyen
ópticas y determinantes sociales clave al momento de construir el espacio con lugares
que satisfagan a la población.
Esta investigación logró demostrar
varias situaciones marcadas a lo largo del escrito, que indican la pauta de
alcanzar una mejor manera de incluir en los estudios geográficos un grupo
poblacional que simplemente ha estado vinculado transversalmente, y no como eje
central del desarrollo humano y del crecimiento urbano de las ciudades.
Por tal razón, se han llegado a las
siguientes conclusiones, una vez analizado el conjunto de situaciones que
dieron origen al planteamiento del problema inicial:
Sí existe una relación directa para la
geografía de entrar a resolver situaciones multidisciplinares que no solamente
están ligadas a la geografía física, sino que, dadas las connotaciones de
planificación de las ciudades del siglo XXI, se hace manifiesto incluir esta
escuela geográfica. Cuando revisamos la literatura geográfica, y en particular
las corrientes humaníticas, nos damos cuenta de que
su aporte es fundamental para que tomadores de decisiones políticas incluyan en
su formación categorías geográficas como el lugar, y no solamente se
ligue el derecho desde lo jurisprudencial, sino que, por el contrario, sea la
geografía el condicionamiento cartográfico que soporte las acciones de Gobierno.
El ordenamiento territorial no se
limita únicamente al urbanismo ni a la ordenación del territorio; es también la
expresión de grupos poblacionales que por medio de su participación y ejercicio
de influencia adecúan los espacios a sus intereses, y es aquí en donde la niñez
requiere, como grupo poblacional, representantes de sus pretensiones, sea por
intermedio institucional o por intermedio de las organizaciones que representan
sus necesidades.
Los niños y
las niñas, además de
ser sujetos de derechos, son también actores relevantes en la planeación
territorial; deben ser consultados, y, a partir de sus expectativas, adecuar
los territorios para vincular en el mobiliario las exigencias que determinen
querer.
El colegio, la casa y el parque se
constituyen en los principales pilares de construcción de lugar en los niños y las niñas; por tal razón se puede concluir que
un lugar central no es solamente la plaza, sino aquellos lugares
que desde un enfoque poblacional determinan intereses, los cuales varían y se
acomodan dadas ciertas características. De tal enfoque carece la actual
filosofía del ordenamiento territorial colombiano.
El derecho a la ciudad debe ser
un elemento sustantivo en la formulación de nuevos planes de ordenamiento
territorial. El país, y particularmente Bogotá, se encuentra en un momento
coyuntural de reformulación y actualización de tales planes; por ende, es el
momento de incluir una categoría tan importante como esta, y no solo para dar
cumplimiento a los compromisos internacionales celebrados y ratificados por el
Estado colombiano.
Estos señalamientos permiten concluir
que la niñez sí construye su espacio, y por tanto no debemos construirla por
ellos. Como se mencionó, existen algunos juegos de intereses locales que hacen
del uso del espacio y del lugar una serie de combinaciones negociadas,
en donde una serie de actores que quieren hacerse del espacio y de la
construcción del lugar, orientan y toman las decisiones acerca del fin
último de dichos lugares.
Los lugares que actualmente
existen en San Cristóbal no han sido consensuados con los intereses de los
niños y de las niñas; de allí que no fortalecen los lazos culturales de los expresados
en la razón de ser de la geografía humanística. San Cristóbal ha construido y
ubicado los lugares que los planificadores y diseñadores han
establecido, pero la localidad dista mucho de incluir las expectativas
expuestas en esta investigación acerca del lugar.
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