Barrios chinos: cultura, economía y turismo. Reflexiones sobre transnacionalidad y etnicidad en la era de la globalización
Chinatowns: culture, economy, and tourism. Thoughts about transnationality and ethnicity in the era of globalization
Bairros chineses: cultura, economia e turismo. Reflexões sobre transnacionalidade e etnicidade na era da globalização
DOI:
https://doi.org/10.15446/cep.v6n3.84044Keywords:
Barrios chinos, ciudades globales, enclaves étnicos, migración, transnacionalismo, turismo (es)Cidades globais, enclaves étnicos, migração, transnacionalismo, turismo (pt)
World cities, ethnical enclaves, migration, transnationalism, tourism (en)
Downloads
Los barrios chinos, a menudo considerados centros turísticos exóticos, sitios de alteridad o enclaves étnicos donde prolifera la diferencia, son también incursiones globales que evidencian tanto los movimientos sociales transnacionales como los complejos significados urbanos de las ciudades mundiales. La migración masiva de millones de chinos en todo el mundo desde mediados del siglo XIX ha fomentado la creación de puntos de contacto entre las principales ciudades del mundo, generando sistemas urbanos interconectados en ámbitos políticos, económicos, sociales, culturales y turísticos.
En este artículo se analizará la incidencia cultural y económica en la concepción de barrios chinos como sitios turísticos y nodos transnacionales en las ciudades globales, haciendo especial énfasis en el caso latinoamericano y determinando la importancia de estos enclaves en la construcción de globalidad y cosmopolitismo en el siglo XXI.
La metodología usada comprende un análisis de las tres variables de interés: la cultura, mediante el estudio de datos migratorios y la forma de espacializar estos enclaves a nivel urbano, el turismo y sus posibles consecuencias a nivel social y la economía. Para este último aspecto, se escogen 3 estudios de caso, Nueva York, Buenos Aires y Lisboa y se realiza un análisis de la localización de actividades comerciales y clusters que apoyan la economía étnica mediante el uso de herramientas de análisis espacial.Chinatowns, often considered exotic touristic centers, otherness places, or ethnical enclaves where difference proliferates, are also global raids which evince as social movements as complex urban meanings of world cities. The migration processes from 19th century encouraged the creation of global nodes, which made urban systems interconnected in political, economic, social, cultural, and touristic fields. In this article the cultural and economic incidence is analyzed in the concept of Chinatowns in three world cities: New York, Buenos Aires, and Lisbon. Through an analysis of three variables of interest: the cultural, touristic, and economic aspects, migration data are considered and its impact in the formation of urban enclaves, evaluating advantages and its possible consequences in the social field in formation of attractive neighborhoods for tourism, keeping in mind location of commercial businesses and clusters which support ethnical economy, through the use of tools of spatial analysis. Thus, it is evinced that Chinatowns are formed as representations of social, economic, and cultural development.
Os bairros chineses, frequentemente considerados centros turísticos exóticos, locais de alteridade ou enclaves étnicos onde a diferença se prolifera, também são incursões globais que destacam tanto os movimentos sociais transnacionais como os complexos significados urbanos das cidades do mundo. Os processos migratórios desde o século XIX incentivaram a criação de nodos globais, que geraram sistemas urbanos interconectados nas esferas políticas, econômicas, sociais, culturais e turísticas. Neste artigo se analisará o impacto cultural e econômico na concepção de bairros chineses em três cidades globais: Nova York, Buenos Aires e Lisboa. Por meio de uma análise de três variáveis de interesse: o aspecto cultural, turístico e o econômico, foram considerados dados migratórios e seu impacto na formação de enclaves urbanos, avaliando as vantagens e possíveis consequências na esfera social da formação de bairros atrativos para o turismo, levando em consideração a localização de atividades comerciais e clusters que apoiam à economia étnica, por meio do uso de ferramentas de análise espacial. Assim, é evidente que os bairros chineses são modelados como representações do desenvolvimento social, econômico e cultural.
Barrios chinos: cultura, economía y
turismo. Reflexiones sobre transnacionalidad y
etnicidad en la era de la globalización
Estefanía Quijano Gómez. Arquitecta, especialista en Economía
Urbana y Regional de la Universidad Externado de Colombia. Bogotá, Colombia.
orcid:0000-0003-2758-9858. Correo electrónico: estefania.quijano12@hotmail.com
Recibido: agosto 29, 2019. Aprobado:
octubre 29, 2019. Publicado: diciembre 20, 2019.
Resumen
Los barrios chinos, a menudo
considerados centros turísticos exóticos, sitios de alteridad o enclaves
étnicos donde prolifera la diferencia, son también incursiones globales que
evidencian tanto los movimientos sociales transnacionales como los complejos
significados urbanos de las ciudades mundiales. Los procesos migratorios desde
el siglo XIX fomentaron la creación de nodos globales, que generaron sistemas
urbanos interconectados en ámbitos políticos, económicos, sociales, culturales
y turísticos. En este artículo se analizará la incidencia cultural y económica
en la concepción de barrios chinos en tres ciudades globales: Nueva York,
Buenos Aires y Lisboa. A través de un análisis de tres variables de interés: el
aspecto cultural, el turístico y el económico, se consideraron datos
migratorios y su impacto en la conformación de enclaves urbanos, evaluando las
ventajas y posibles consecuencias en el ámbito social de la conformación de
barrios atractivos para el turismo, teniendo en cuenta la localización de
actividades comerciales y clusters
que apoyan la economía étnica, mediante el uso de herramientas de análisis
espacial. Así, se evidencia que los barrios chinos se conforman como
representaciones del desarrollo social, económico y cultural.
Palabras clave: ciudades globales, enclaves étnicos,
migración, transnacionalismo, turismo.
Chinatowns:
culture, economy, and tourism. Thoughts about transnationality and ethnicity in
the era of globalization
Abstract
Chinatowns,
often considered exotic touristic centers, otherness places, or ethnical
enclaves where difference proliferates, are also global raids which evince as
social movements as complex urban meanings of world cities. The migration
processes from 19th century encouraged the creation of global nodes, which made
urban systems interconnected in political, economic, social, cultural, and
touristic fields. In this article the cultural and economic incidence is
analyzed in the concept of Chinatowns in three world cities: New York, Buenos
Aires, and Lisbon. Through an analysis of three variables of interest: the
cultural, touristic, and economic aspects, migration data are considered and
its impact in the formation of urban enclaves, evaluating advantages and its
possible consequences in the social field in formation of attractive
neighborhoods for tourism, keeping in mind location of commercial businesses
and clusters which support ethnical economy, through the use
of tools of spatial analysis. Thus, it is evinced that Chinatowns are
formed as representations of social, economic, and cultural development.
Key words: world cities,
ethnical enclaves, migration, transnationalism, tourism.
Bairros
chineses: cultura, economia e turismo. Reflexões sobre transnacionalidade e
etnicidade na era da globalização
Resumo
Os bairros
chineses, frequentemente considerados centros turísticos exóticos, locais de
alteridade ou enclaves étnicos onde a diferença se prolifera, também são
incursões globais que destacam tanto os movimentos sociais transnacionais como
os complexos significados urbanos das cidades do mundo. Os processos
migratórios desde o século XIX incentivaram a criação de nodos globais, que
geraram sistemas urbanos interconectados nas esferas políticas, econômicas,
sociais, culturais e turísticas. Neste artigo se analisará o impacto cultural e
econômico na concepção de bairros chineses em três cidades globais: Nova York,
Buenos Aires e Lisboa. Por meio de uma análise de três variáveis de interesse:
o aspecto cultural, turístico e o econômico, foram considerados dados
migratórios e seu impacto na formação de enclaves urbanos, avaliando as
vantagens e possíveis consequências na esfera social da formação de bairros
atrativos para o turismo, levando em consideração a localização de atividades
comerciais e clusters que apoiam à economia étnica, por meio do uso de
ferramentas de análise espacial. Assim, é evidente que os bairros chineses são
modelados como representações do desenvolvimento social, econômico e cultural.
Palavras-chave: cidades
globais, enclaves étnicos, migração, transnacionalismo, turismo.
Introducción1
Las fuertes migraciones chinas
ocurridas desde el siglo XIX en adelante (Gómez, 2007) han generado grandes
cambios en los países receptores, principalmente en lo cultural y lo social.
Dicha movilización ha dado lugar a una gran población de chinos que viven fuera
de su país y que se han desplazado principalmente a lugares de Asia, Europa y
América del Norte, hasta tal punto que en 1990 se estimaban unos treinta
millones de migrantes chinos (Henderson, 2000).
A comienzos de la década de 1980, la
diáspora china2 ascendía a una cifra entre 26.8 y 27.5 millones
de personas en más de 130 países en el mundo. En 2010 se estimaba que el número
de emigrantes había llegado a los 40 millones, cifra que continúa aumentando
hasta nuestros días (Fleischer, 2012). En 2015, por ejemplo, cerca de 9550000
personas nacidas en China se encontraban viviendo fuera, aproximadamente un
0.7% de la población del país. Así mismo, de las 46630000 personas inmigrantes
residentes en los Estados Unidos, 2100000 eran procedentes de China (4.5%) (Pew
Research Center, 2018).
El presente artículo pretende hacer una
reflexión acerca del papel que cumplen los enclaves étnicos, y más
específicamente los barrios chinos, en la construcción de globalidad, y cómo se
genera, mediante las migraciones y agrupaciones urbanas étnicas, la
multiculturalidad, base fundamental para considerar una ciudad como parte del
sistema global. En el primer apartado se estudia la relación entre
asentamientos chinos como lugares físicos, las construcciones sociales y los
imaginarios culturales encarnados en movimientos globales masivos.
A continuación, se hace un breve
recuento histórico de las migraciones chinas desde sus inicios y cómo se fueron
localizando en barrios y zonas alrededor del mundo. En la tercera sección se
analiza la importancia de la economía étnica en la construcción de globalidad, clusters de actividades
específicas, localización de nuevos usos y actividades económicas que impactan
en la composición social de la zona y en el valor agregado que se da a la
imagen de las ciudades donde se localizan estos barrios.
Más adelante exploramos de qué manera,
lo que en principio inició como un movimiento migratorio, se convirtió en una
oportunidad para aprovechar estos enclaves étnicos y convertirlos en atractivos
turísticos que traerían beneficios para las ciudades en que se localizan, lo
que generó una especie de museificación3 de chinatown
y de exaltación de la multiculturalidad. De esta manera, se evidencia la
relación económica, cultural y turística de estas zonas y la importancia de su
presencia en los movimientos globales.
Por último, se plantea la discusión
respecto a la importancia de que la ciudad nueva y cosmopolita conviva y
mantenga una relación de aceptación con el extranjero basada en razones
sociales, culturales, políticas y económicas y se logre la coexistencia con la
diversidad, la variedad cultural y las distancias sociales de manera
provechosa.
Metodología
Le metodología empleada en el
desarrollo de la investigación consta de tres grandes componentes. Para el
análisis histórico y cultural, se emplearon fuentes secundarias que permiten
dar cuenta de la historia de las migraciones chinas y su consiguiente espacialización en las diferentes ciudades del mundo. Para
el caso del análisis del turismo en los barrios chinos, se realizaron estudios
de caso de diferentes ciudades, de manera que se establecieran patrones de
localización y pautas de marketing para atraer a los turistas hacia
estos enclaves.
En el análisis económico, se escogió
una muestra de tres ciudades: Buenos Aires, Argentina; Nueva york, Estados
Unidos y Lisboa, Portugal que, o bien cuentan con un chinatown
o con una aglomeración incipiente de población china como es el caso de
Lisboa. De esta manera, se estudiaron las manifestaciones en territorio de la
existencia de un barrio chino por medio de bases de datos que comprueben la
presencia de instituciones, comercio y restaurantes étnicos.
Estas tres ciudades fueron escogidas
con el fin de evidenciar comparativamente la aparición de un enclave étnico en
un contexto latinoamericano, estadounidense y europeo, con diferentes grados de
desarrollo y donde la migración china se ha dado en diferentes niveles de
intensidad. De esta manera, desde la perspectiva económica y espacial,
realizamos un ejercicio de análisis cartográfico que revela dónde existen
espacios de conglomeración de estos inmigrantes y la dispersión de sus
actividades económicas en una unidad geográfica —barrio— que represente valores
superiores al promedio de distribución normal: cociente de localización (Tébar
Arjona, 2013).
Los aspectos para tener en cuenta
fueron la localización de actividades culturales y económicas propias de la
población de estudio en las ciudades escogidas, de manera que al analizar los
resultados se evidenciara la distribución y concentración de las llamadas
economías de escala que generan clusters
económicos de actividad y que permiten comprobar la presencia tanto de
población china significante como de creación de lazos comerciales importantes.
Estas cartografías, junto con las cifras migratorias de los últimos años y la
revisión de fuentes secundarias, permitieron obtener un estado de la situación
actual de los barrios chinos en el mundo y entender su papel económico y
cultural dentro de las ciudades globales.
Resultados
Como principal resultado del análisis
de las tres variables mencionadas, se pudo evidenciar que los barrios chinos
alrededor del mundo funcionan como atractores de turismo, clústers
económicos y como zonas de construcción y preservación de identidad, por lo que
son necesarios en la construcción de globalidad y de redes transnacionales en
las ciudades contemporáneas. Al analizar las actividades económicas y la
implantación de los tres barrios chinos —Buenos Aires, Nueva York, Lisboa—, se
concluyó que son zonas que se han ido adaptando a las condiciones urbanas y
globales hasta el punto de convertirse en conglomerados de actividad, que
generan economías de escala y lazos comerciales no solo en el ámbito local sino
en el internacional.
Si bien se presenta una estructura
económica que concentra espacialmente sus actores —negociantes, trabajadores,
consumidores—, la coincidencia de negocios y residencias en un área geográfica
circunscrita no quiere decir que esté limitada por fronteras geográficas. En
efecto, los negocios étnicos tienen relaciones más amplias que trascienden lo
económico, puesto que implican alianzas sociales, culturales o étnicas
transnacionales (Güell, Parella y Valenzuela, 2015).
El papel de los barrios chinos en la
construcción de la ciudad global
Actualmente existe un concepto para
denominar a las ciudades que se han convertido en emplazamientos estratégicos
para el capital y las estructuras de mando político y económico: ciudad
global. Las ciudades globales son distintas de las antiguas capitales de
los imperios económicos en el sentido que funcionan como redes transfronterizas
donde se fortalecen las transacciones interurbanas. No existe, por tanto, la
consideración de una ciudad global como única, ya que esta categoría solo tiene
sentido como elemento dentro de una red global de ciudades estratégicas (Sassen, 2001).
El fortalecimiento de estas
transacciones obedece a una variedad de ámbitos políticos, económicos, sociales
y culturales que permiten las conexiones transfronterizas entre comunidades
inmigrantes y comunidades de origen, que aunque
anteriormente ocurrían por razones forzosas, en los últimos años se ha
evidenciado un incremento de migraciones voluntarias no solo con propósitos
comerciales sino cada vez más con propósitos culturales, y políticos
no-formales. Esto responde al crecimiento de los mercados internacionales del
arte y al activismo político en el mundo.
En el ámbito económico, las ciudades
globales se han convertido en emplazamientos estratégicos y atractores del
capital global, importación y exportación de mano de obra y economías de
aglomeración, espacializadas en grandes
concentraciones de mercados y comunidades e identidades transnacionales.
Como lo menciona Saskia Sassen (2009), “la inmigración es uno de los procesos principales
mediante los cuales se está constituyendo una nueva política económica
transnacional y nuevas estrategias domésticas translocales”
(p. 60). Es por esta razón que las grandes ciudades del primer mundo albergan
una gran población inmigrante ya que se presentan como lugares atractivos con
grandes ventajas sobre sus países de origen.
Ya existe una lista jerarquizada de
ciudades globales, entre las que se encuentran, sin ningún orden particular:
Nueva York, Londres, Moscú, Tokio, París, Ámsterdam, Los Ángeles, Sídney,
Bangkok, Taipéi y Hong Kong; y Buenos Aires, São Paulo y Ciudad de México como
representantes latinoamericanas. Estas ciudades, aparte de cumplir con las
características anteriormente nombradas, han sido focos receptores de población
migrante, y para lo que en este caso nos ocupa, población china que se ha ido
asentando en sus territorios. En la tabla 1 se relacionan los quince países que
hasta el 2017 albergaban la mayor cantidad de población china (ver tabla 1).
Tabla 1. Países receptores de población china
migrante, 2017
País receptor |
Población china migrante |
Estados Unidos |
2 420 000 |
Hong Kong |
2 340 000 |
Japón |
740 000 |
Canadá |
710 000 |
Corea del Sur |
610 000 |
Australia |
470 000 |
Singapur |
460 000 |
Macao |
290 000 |
Reino Unido |
210 000 |
Italia |
200 000 |
Bangladesh |
170 000 |
España |
160 000 |
Francia |
110 000 |
Alemania |
100 000 |
Nueva Zelanda |
100 000 |
Fuente. Elaboración propia basada en datos de
Pew Research Center (2018).
Este fenómeno se espacializa
en la concentración urbana de población, que da lugar a los conocidos chinatowns o barrios chinos, es decir, las ciudades
donde se localizan estos enclaves son precisamente los nodos de los países que
albergan un gran volumen de ciudadanos chinos (ver figura 1), de manera que se
logra conformar una red transnacional global. Esta concentración de inmigrantes
en determinadas zonas suele darse cuando las redes sociales de esta población
alcanzan cierta densidad en la sociedad receptora, se cristalizan en enclaves
territoriales y dan lugar a espacios de expresión de sus capacidades políticas,
culturales, sociales y económicas (Luque Brazán,
2004), con una cantidad importante en el Sureste Asiático, Norteamérica y
Oceanía.
Figura 1. Población residente de origen chino
Fuente. Elaboración propia, basada en datos de
Pew Research Center (2018).
Los barrios chinos recientemente se han
constituido como lugares físicos de construcciones sociales y de imaginarios
culturales que encarnan movimientos globales masivos, que comienzan con la
expansión económica y comercial de la nación china. Además, de la creación de
relaciones comerciales y políticas con los países receptores, que han
reconstituido las ciudades como nodos globales de conexión y comunicación (McDonogh, 2013).
Las ciudades protagonistas que han
logrado entender este nuevo proceso de la era global se consideran ciudades
cosmopolitas4 que
nacen y se forman en relación con lo extranjero y la diversidad social y
cultural. En estos lugares se logra aceptar que el extranjero no debilita los
límites y fronteras soberanas, sino que, al hacerlas penetrables, fortalece los
procesos globales, la apertura económica y política y, por lo tanto, la
formación de nuevos derechos y formas de ciudadanía.
Comunidades chinas y enclaves étnicos
alrededor del mundo
La migración masiva no planificada de
chinos a las grandes ciudades empieza aproximadamente a mediados del siglo XIX,
con la demanda de mano de obra no calificada atraída principalmente hacia
países industrializados como Estados Unidos, para realizar obras de
infraestructura, como construcción de ferrocarriles, puertos y para labores
poco tecnificadas en los escalafones más bajos del sector terciario. Algunos de
estos trabajos se realizaban en condiciones de esclavitud, otros de forma libre pero con salarios muy bajos.
Durante esta época, China pasaba por un
momento difícil. La fuerte explosión demográfica que comenzó en el siglo XVIII
aún no cesaba, la represión imperial y la presión colonial europea iban en
aumento, lo que produjo cambios sustanciales en la estructura económica del
país. Además, hubo un alza considerable en los impuestos y una fuerte
competencia por el comercio internacional, lo que a su vez generaba que muchos
de los habitantes dejaran su hogar y migraran hacia nuevos horizontes. El
desempleo y el desplazamiento del campesinado se convirtieron también en un
problema generalizado, hasta llegar a condiciones de hambruna y pobreza
extrema. Esta situación, acompañada de los desastres naturales —sequías e
inundaciones— ocurridos entre 1780 y 1839 (BID, 2004), generó la fuerte oleada
migratoria de personas que buscaron refugio y mejores oportunidades en los centros
urbanos de las principales ciudades del mundo.
Estas migraciones iniciaron en las
provincias surorientales de Guangdong y Fujian debido
a su alta densidad poblacional. Los campesinos procedentes de estas zonas se
dirigieron hacia América del Norte, donde no siempre eran bienvenidos, mientras
que los más pobres fueron llevados por la fuerza hacia el Caribe, América
Central y América del Sur (BID, 2004).
Las inhumanas condiciones a las que
fueron sometidos muchos de los emigrantes en los países receptores
—especialmente en Estados Unidos, donde existía una fuerte resistencia racial
hacia la población china— llevaron al cese del tráfico de manera oficial en
1874. Hoy en día, los emigrantes chinos ya no llegan a través de embarcaciones
como solían hacerlo, sino que se desplazan como ciudadanos globales (Sassen, 2009) en avión o autobús, bien sean estudiantes,
turistas, inversionistas, empresarios, trabajadores o refugiados.
Las condiciones han cambiado, mientras
en el siglo XIX los chinos se desplazaban para atender campos de plantaciones,
minas o construir ferrocarriles, hoy en día se han dedicado al comercio en
pequeña y gran escala, y se han ubicado en los conocidos enclaves étnicos, más
específicamente, en los barrios chinos. Estos espacios son utilizados
principalmente para mantener los lazos con China, ya sea a través de la lengua,
la cultura o el comercio. Pero no ha sido un proceso fácil, al contrario, a lo
largo de varias generaciones se ha intentado la coadaptación
de los chinos tanto de primera como de segunda y tercera generación con sus
vecinos anfitriones, y se han negociado habilidades e identidades híbridas que
muchas veces resultan en nuevas identificaciones de clase y estatus (McDonogh, 2013).
En un principio, los espacios étnicos
fueron excluidos y estigmatizados como áreas peligrosas plagadas de vicio y
conductas inapropiadas. No solo los chinatowns,
sino los Little Italies y los barrios latinos
fueron vistos, sobre todo en Estados Unidos, como obstáculos para la
modernización y como zonas que debían ser objeto de procesos de recuperación
urbana (Lin, 1998a). No obstante, a medida que las migraciones se fueron
haciendo más comunes, los enclaves étnicos se han convertido en espacios
numerosos y valiosos para los Gobiernos, no solo como focos de empleo y
comercio, sino como atractivos turísticos multiculturales y muestra de la
revalorización cultural de los espacios centrales de las ciudades, que las
encamina a convertirse en metrópolis cosmopolitas.
Los barrios chinos impusieron nuevos
modelos, sobre todo en lo arquitectónico y comercial. Se dieron a conocer por
su estética distintiva, los foodways, la gente
y las actividades legales e ilegales, además con patrones de localización
definidos, que les permitían aprovechar las zonas más estratégicas de la ciudad
y generar canales de distribución exitosos.
Normalmente los barrios chinos se
ubicaban en lugares similares, cerca de los centros urbanos, estaciones
ferroviarias, marítimas y de autobuses, ya que el crecimiento urbano y el
abandono del centro por parte de las clases medias-altas generaban espacios de
oportunidad donde las rentas eran bajas, pero comercialmente rentables por la
constante presencia de viajeros. Igualmente, los chinos solían ubicarse cerca
de zonas de prostitución o barrios rojos considerados indeseables para la
población residente (Lin, 1998b; McDonogh, 2013).
Con el tiempo, estos lugares se han
convertido en componentes importantes de los paisajes urbanos, desde los chinatowns de Nueva York, Los Ángeles, San Francisco
y París, así como el recién construido enclave de San José, en Costa Rica e
incluso los de Lima y Buenos Aires. Estos paisajes se han establecido como
símbolos y referentes debido a su estética particular aplicada a sus tiendas,
talleres y restaurantes. Las shophouses, por
ejemplo, son un modelo particular de tiendas que utilizan el primer piso de las
construcciones como el espacio de venta, mientras que los propietarios tienen
su propia vivienda en los pisos de arriba. Las pequeñas callecitas inundadas de
aromas y vendedores ambulantes y las vitrinas llenas de objetos raros acompañan
toda esta experiencia.
En un inicio, los barrios chinos
también se reconocían por las condiciones de hacinamiento, congestión y
contaminación en la que vivían sus habitantes, que se enfrentaban a la pobreza,
la desnutrición y la falta de instalaciones médicas adecuadas (Henderson,
2000). Los trabajadores, principalmente dedicados a la industria de la
confección, se ubicaban en sweatshops o
talleres de explotación de precarias condiciones donde se les pagaban salarios
bajos, con pocos beneficios y prestaciones.
Los vendedores ambulantes también eran
un sello distintivo, los recién llegados iniciaban con este tipo de comercio
para luego entrar en el sector formal, principalmente porque se requería muy
poco dinero para comprar productos, una mesa o carro de empuje para exhibirlos y
poco o ningún conocimiento específico (Lin, 1998b). Actualmente, estos
vendedores se valen de la especialización de ciertas actividades comerciales
para atraer clientes.
El comercio al por menor incluye en
primer lugar la venta de comida, seguido por la venta de pescados, ropa, souvenirs,
plantas, medicinas y libros. Así mismo, ofrecen servicios como reparación de
zapatos, relojes, consultas religiosas y lectura de la mano. De esta manera se
han ido conformando actividades comerciales propias de estos barrios que ya se
han instaurado en el imaginario urbano de los ciudadanos, quienes acuden a
estos lugares en busca de productos o servicios específicos.
Tales lecturas y formas de aproximarse
a los chinatowns, no los describen como meros
enclaves de inmigrantes o amenazas transnacionales sino como símbolos
importantes de la ciudad moderna, que se conforma con ayuda de estos exóticos
paisajes. En la figura 2 se referencian las ciudades que cuentan con un barrio
chino consolidado y las características principales que los han llevado a
convertirse en nodos de interconexión global y atractivos turísticos
importantes.
Figura 2. Barrios chinos en el mundo
Fuente. Elaboración propia basada en datos de
Pew Research Center (2018)
El barrio chino de Manhattan es uno de
los más conocidos del mundo, y el lugar de residencia de gran parte de la
población asiática que vive en Nueva York. Este enclave ha ido creciendo a través
de los años hasta ocupar gran parte del Lower East Side y de Little Italy. Si bien
este barrio sufre procesos de informalidad, logra mantener la vitalidad
económica a través de un proceso revitalizante y reproductivo de modelos
socioculturales propios —pautas religiosas, educativas, de consumo, entre
otros— (Werbner, 1990). En esta zona proliferan las
actividades de fabricación y comercio al por menor, específicamente de ropa,
restaurantes y mercados de alimentos. Aquí el comercio étnico se limita a la
producción y venta de productos minorista a nivel formal e informal (Lin,
1998b).
Otros de los barrios chinos más
importantes de Estados Unidos son el de San Francisco, que además es el más
antiguo del país, y el de Chicago. Los inmigrantes chinos llegaron a este
último con el fin de construir el ferrocarril transcontinental y, al
terminarlo, no tuvieron otra opción que quedarse. Se establecieron en el área
cercana de Van Buren y Clark Streets, sin embargo, el enclave pronto fue
desplazado al área cerca de la carretera de Cermack y
de la avenida de Wentworth, donde ha estado por más
de cien años (Santos, Belhassen y Caton,
2008). Este era un vecindario bohemio de bares y prostitución, pero con el
tiempo los chinos le impusieron su sello arquitectónico y cultural en las
fachadas de ladrillo de los edificios de vivienda y almacenes, una
“gentrificación invisible” (McDonogh, 2013).
El caso europeo es similar. En Francia
el primer barrio chino —chinatown de Choisy— apareció durante la Primera Guerra Mundial, conformado
por los sobrevivientes chinos que permanecieron en la Gare
de Lyon y se fueron aclimatando a los valores y prácticas coloniales francesas.
Actualmente cuenta con restaurantes, tiendas, templos, bancos, servicios
médicos, un centro católico, así como empresas chinas. Es considerado un barrio
emblemático del cosmopolitismo parisino.
Un segundo barrio chino francés tuvo
lugar en la zona norte, en Belleville. Aquí, la migración china continuó con la
tradición de polarización y segregación social y espacial instituida en el país
desde la reforma Hausmanniana. Los chinos debían
compartir las calles con turcos, judíos, árabes y, sobre todo, con africanos,
era un verdadero enclave étnico que, con el tiempo, se convirtió en el barrio
multicultural que es hoy (McDonogh, 2013).
Un caso diferente se presenta en
Barcelona, donde el barrio chino siempre fue un mito, en principio creado por
periodistas en la década de 1920, que lo retrataban como un lugar misterioso.
Actualmente, Barcelona no posee un barrio chino oficial, aunque los casi 40 000
residentes chinos en el área metropolitana se han convertido en una presencia
visible mediante sus redes de negocios pequeños, sus restaurantes y bares y
como dueños de locales que venden “todo a un euro”. Se piensa que Barcelona
quiere evitar a toda costa la presencia oficial de uno de estos enclaves, por
considerarlos fuente de problemas sociales e inseguridad (Fernández, 2016).
En Australia existen varios barrios
chinos por la proximidad del país con China, pero el más representativo y
antiguo es el de Melbourne, situado entre las calles Swanston
y Spring, muy cerca al centro de la ciudad. Es un barrio conformado por
edificios del siglo XIX que funcionan como restaurantes, mercados, hoteles y
museos con enormes dragones chinos. Es uno de los atractivos turísticos más
importantes de la ciudad.
El chinatown
de Singapur también data del siglo XIX, cuando el Comité de la Ciudad
encargado de la planificación urbana decidió crear una zona que acomodara
muchos grupos étnicos diferentes que habían sido atraídos por el puerto y las
áreas comerciales. A los chinos se les asignó una
ciudad al sur del río Singapur, donde se ubicaron en aldeas o kampongs que fueron creciendo a medida que llegaban
más inmigrantes provenientes de distintas zonas de China.
Así mismo, las ciudades globales del
primer mundo han recibido constantes oleadas de migraciones de dicho país, las
ciudades latinoamericanas también han jugado un papel importante en la
recepción de población. Durante el siglo XIX, las principales ciudades de
Suramérica estaban llevando a cabo un proceso de modernización que requería de
muchas obras de infraestructura, así como de mano de obra barata que las
realizara. Esto, junto con los levantamientos políticos y sociales en China —las
guerras del opio, la rebelión Taiping, etc.—, que dejaron al país devastado y a
la población empobrecida, facilitaron el desplazamiento hacia Latinoamérica.
Los chinos llegados a la región fueron
conocidos como coolies (BID, 2004), término que suele identificar a los
trabajadores reclutados de manera forzada y sometidos a condiciones de trabajo
inhumanas, cercanas a la esclavitud. Los coolies solían ser utilizados para la
construcción de ferrocarriles y puertos, como sucedió en varias ciudades
norteamericanas, pero poco a poco fueron demostrando sus habilidades
comerciales y sentando redes de distribución de productos al por menor en
sectores populares urbanos y rurales.
Hacia finales del siglo XIX y
principios del XX, los pequeños establecimientos chinos ya abastecían una
significante porción de territorio, principalmente barrios marginales y de
pocos recursos. Usaban como estrategias el horario ampliado de atención al
público, los precios bajos, el crédito, la eficiencia y el buen servicio,
características que los diferenciaban de los comercios locales (BID, 2004),
pero siempre eran asimilados con la informalidad propia de la urbanización del
tercer mundo y las redes locales de pequeña escala.
La proliferación de estos establecimientos
llegó a ser tan amplia que fueron incluidos en el imaginario urbano y en el
lenguaje cotidiano. En Panamá, por ejemplo, se usa la expresión “ir al chino”
para referirse a la pequeña tienda ubicada en el barrio. Sin embargo, a medida
que fueron aumentando este tipo de locales, también fueron apareciendo
comerciantes dedicados a vender productos importados directamente desde China
—ropa, zapatos, joyas, etc.—. La concentración de estos establecimientos, junto
con los famosos restaurantes típicos, dio lugar a la conformación de barrios
chinos (Rodríguez Pastor, 2000).
Economía de la etnicidad
Estos enclaves étnicos a los que nos
hemos referido constituyen un tipo de economía étnica (Light y Gold, 2000),
definida por la concentración geográfica de comercio y empresas propiedad de
inmigrantes. Así mismo, estos clusters
de actividades representan cambios en la economía y la configuración urbana de
las sociedades de instalación.
Esta incorporación comercial y laboral
entre los colectivos chinos se explica a partir de su experiencia económica y
la estructura de oportunidades, y se enmarca dentro unas características
culturales singulares. Lo anterior ha generado, por un lado, la creación de
comercios locales con la experiencia de los chinos; por otro, la conexión de
redes intragrupo que buscan la solidaridad étnica y el fortalecimiento de las
transacciones comerciales y de servicios (Arjona y Checa, 2006).
Existe una actividad comercial que
logra dar cuenta de la concentración de población china en una ciudad: los restaurantes.
Esto sucede porque en el momento en que los chinos empezaron a migrar hacia
distintos países, comenzaron también a invertir en el sector gastronómico, que
dominan muy bien y que les ofrecía mayores posibilidades de expansión en un
mercado todavía sin explotar (Petit, 2002). Por esta razón, los restaurantes
suelen ser empresas familiares con las que inician una trayectoria económica
hasta que logran ampliarse a otro tipo de mercado, además de ser una clara
expresión de su cultura.
En el caso latinoamericano, por
ejemplo, los chinos fueron creando redes de producción, compra, suministro y
distribución entre ellos mismos, hasta transformarse en fuertes
infraestructuras comerciales, como fue el caso de México y Panamá. No obstante,
atravesaron dificultades económicas, legales y sociales; mayormente la
exclusión y discriminación por parte de la población nativa (Chou, 2002).
Por esta razón, los barrios chinos
latinoamericanos tienden a localizarse en zonas marginales donde los
principales usuarios de los negocios son personas de bajo poder adquisitivo,
que precisamente acuden a dichas tiendas y restaurantes por sus bajos precios y
posibilidad de crédito. Además, como estrategia para atraer más personas, los
chinos suelen especializar el comercio y crear clusters de productos específicos, que
resultan muy difíciles de encontrar en otros lugares.
A medida que esto sucede, no solo
incrementan los clientes, sino la fascinación de los residentes locales por
este tipo de dinámicas, lo que convierte estos sectores en enclaves turísticos.
La situación genera que estos barrios pasen de ser meras aglomeraciones de
inmigrantes a barrios que ofrecen productos y servicios a los ciudadanos más
cosmopolitas que van en busca de experiencias exóticas. Es un espacio de convivencia
entre la marginalidad y el nuevo estilo de vida urbano de las ciudades
mundiales.
En la construcción de estos enclaves
étnicos, prevalecen sobre todo las entidades económicas y los imaginarios
urbanos que se generan a través de ellas; por ejemplo, las tiendas y los
restaurantes chinos se han convertido en marcas étnicas que la gente asocia de
manera automática con su cotidianidad. En Panamá, el primer barrio chino se
ubica en unas pocas cuadras del casco viejo y cuenta con un gran número de pequeños
almacenes especializados en la venta de alimentos, objetos de cocina y
artesanías. Los panameños se dirigen a esta zona en busca de artículos
específicos que no pueden conseguirse en otros lugares y que son importados de
la zona asiática y de paso disfrutan de la cultura china plasmada en los
restaurantes y panaderías del barrio. Más que nada, el barrio se reconoce por
su valor simbólico y patrimonial, lo que lo ha llevado a convertirse en una
atracción turística nacional e internacional que refleja la diversidad cultural
panameña, aun cuando el país continúa siendo residencia de inmigrantes chinos
de clase trabajadora (BID, 2004).
A pesar de lo anterior, las economías
étnicas no solo dependen de la relación oferta y demanda, también influye la
adecuación entre lo que los grupos étnicos —en este caso los chinos— pueden
ofrecer y lo que les está permitido por los Gobiernos receptores (Arjona y
Checa, 2006). Así, además de las redes sociales utilizadas, también se debe
tener en cuenta la estructura socioeconómica y política institucional de la
sociedad de llegada.
A continuación, se analizan los casos
de barrios chinos en Nueva York, como representante norteamericano; Buenos
Aires, como caso latinoamericano y Lisboa, como caso europeo que, si bien no
cuenta con un barrio chino oficial, sí presenta una localización incipiente de
comercio y restaurantes asiáticos que evidencia el origen y conformación de clusters a nivel comercial,
cultural y turístico en la ciudad (ver figura 3).
Figura
3. Barrios chinos de Nueva York, Buenos
Aires y Lisboa
Fuente. Elaboración propia basada en datos de
Open Data nyc, Data de Buenos Aires y Cámara Municipal de Lisboa.
Lisboa, por su parte, no cuenta con un chinatown oficial, sin embargo, en la zona de Martim
Moniz, en el centro de la ciudad, encontramos una gran concentración de
negocios y de población de origen chino, ya que desde 1980 ha existido una
fuerte tradición histórica de diversidad cultural en el barrio, que a su vez
coincide con un período de auge comercial con la inauguración de varios centros
comerciales. Si bien durante las primeras décadas del siglo XX los chinos
llegaron a Portugal, principalmente como vendedores informales, con el tiempo
fueron aumentando su flujo migratorio hasta superar las 25000 personas en la
ciudad de Lisboa. Hacia 1980 ya existía un sector de restaurantes chinos,
supermercados, tiendas y almacenes en Martim Moniz, por lo que se convirtió en
un sector animado, lleno de camiones, comerciantes y mercancías. Además de los servicios
de comida china, también se ofrecen servicios de estética, peluquerías,
masajes, lavandería, agencias de viaje especializadas en viajes a China, sin
olvidar la amplia variedad de instituciones asiáticas como iglesias
protestantes chinas y budistas.
Como la mayoría de los barrios chinos,
la zona de Lisboa, en un momento estuvo asediada por la prostitución y la
delincuencia. Sin embargo, desde hace algunos años con ayuda de la
proliferación de comercios e instituciones chinas, fueron cesando los problemas
sociales y pasó a ser un barrio que funciona como punto de interconexión y
comunicación de flujos globales dentro de la red de ciudades europeas.
Como podemos ver, en la mayoría de
estas ciudades, el capital internacional ha sido un componente importante del
desarrollo, pues los procesos mediante los cuales los chinos mantienen
múltiples relaciones —económicas, sociales, familiares, etc.— que unen las
sociedades de origen y las receptoras, promueven el transnacionalismo y logran
superar las fronteras geográficas, culturales y políticas. Es por esto que, durante los últimos años, los planificadores locales y
las administraciones municipales han optado por promover la creación de
enclaves étnicos en la ciudad central, puesto que son proveedores de comercio
transnacional y de fomento de múltiples culturas que no solo atraen la
inversión económica sino a los turistas de las nuevas ciudades globales.
La marca turística de Chinatown
Existe una creciente tendencia en las
ciudades posmodernas y en la cultura de la globalización de convertir la
etnicidad en aceptable (Lin, 1998a), celebrada y sobre todo en vendible,
respondiendo cada vez más a los patrones de producción y consumo cultural de la
actualidad. La etnicidad se transforma entonces en una mercancía, que al
presentarse como exótica pasa a ser atractiva. Estamos frente a un contexto
ideológico que, por un lado, celebra la diversidad ya que de esta manera se
identifica el cosmopolitanismo de una ciudad y, por
el otro, es un entorno político-económico que reconoce la base para la
generación de un mercado turístico y de ocio rentable en la comerciabilidad de
esta diversidad.
Durante mucho tiempo, los enclaves
étnicos fueron considerados barrios segregados de actividad ilegal y fuente de
inmoralidad debido a las actividades que se ejercían, como la prostitución y la
venta de documentos de identidad falsificados. Incluso eran conocidos como
guetos5 (Santos,
Belhassen y Caton, 2008).
Desde hace un tiempo, esta condición se
transformó en una ventaja, por los planificadores y los Gobiernos distritales,
pues empezaron a “vender” estos paisajes como lugares exóticos de diferencia.
Los barrios chinos tienen el potencial de los barrios étnicos de actuar como
comunidades de un alto valor patrimonial e identitario, así como atracciones
turísticas urbanas. Son lugares donde los miembros de la sociedad dominante
pueden ir a relacionarse con la otredad, donde se pueden encontrar alimentos
interesantes, observar gente exótica e incluso percibir un peligro (Santos, Belhassen y Caton, 2008).
Antes solía existir un fuerte temor
hacia los otros, que generaba la creación de guetos en la ciudad donde se
atrincheraban los inmigrantes, era un intento de la población autóctona de
eliminar cualquier contacto con la amenaza extranjera (Fernández, 2016). Aunque
esta tendencia aún existe y se traduce en la proliferación de gated comunities y
conjuntos cerrados fuertemente vigilados, lo que en este caso nos interesa
resaltar es la conversión de estos espacios rechazados en lugares fascinantes,
lo que se logra por medio del turismo. La mercantilización de estos enclaves es
una de las maneras de perder el miedo a los otros y a lo diferente, e
integrarlos al imaginario de la cotidianidad. No se anula la diferencia, se
aborda de manera diferente.
Los chinatowns
tienen características arquitectónicas típicas que les confieren el significado
de lugar étnico y se presentan como ventajas al momento de convertirse en
atractivos turísticos, en la medida en que son fácilmente asimilables con
imágenes vistas en películas, televisión y medios digitales. Tales
características incluyen una entrada típica de chinatown,
edificios que presentan pagodas, azulejos ornamentales, jarrones y esculturas
de leones, además del fuerte uso del color rojo (Santos, Belhassen
y Caton, 2008).
En palabras de Conforti
(1996), esto permite que se distinga el barrio chino como un “área simbólica
con una imagen pronunciada y arraigada compartida por personas internas y
externas, una imagen basada en la historia y el uso de la zona, especialmente
como marca turística” (p. 836). De esta manera, la conservación y preservación
de dichos espacios se ha convertido en la meta para los urbanistas y
planificadores de las ciudades globales, que han decidido aprovechar su
identidad y convertirla en marca distintiva, lo que trae consecuencias tanto
positivas como negativas.
En términos positivos, los barrios
chinos preservados y mejorados contribuyen a la industria turística de la
ciudad y brindan a muchas personas empleos y oportunidades empresariales. Los
restaurantes y el comercio especializado, además de los bancos y
multinacionales funcionan como punto de conexión entre la comunidad china y los
países receptores de migraciones. También funcionan como espacios promotores de
identidad, donde los chinos nacidos fuera pueden descubrir sus raíces
ancestrales y fortalecer sus orígenes por medio de la creación de comunidades e
intercambio de información. Ejemplo de ello son algunos de los lugares en los
barrios chinos que cumplen una función social muy importante, al ofrecer
lugares de reunión a los trabajadores para que jueguen mahjong
y ajedrez, así como para intercambiar información sobre el trabajo y noticias
de China, lo que ayuda a mantener su identidad y tradiciones por medio del
fortalecimiento de lazos con su país de origen (Li, 2011).
Dentro de los aspectos negativos se
pueden considerar la generalización estereotípica negativa de la población
china y la posible disneylandización étnica,
que lleva a convertir estos enclaves en parques temáticos chinos, donde se
incluyen elementos coordinados con colores y señalización que no tienen lugar
en los barrios chinos originales. Lo que se ofrece es una “caricatura orientalista”
basada en concepciones culturales muchas veces simplistas y exotizadas,
que olvidan la finalidad básica de estos asentamientos de acoger a los
inmigrantes, y se convierten en experiencias enfocadas en los turistas
(Henderson, 2000).
Por ejemplo, en un inicio los chinatowns como el de Manhattan funcionaban como
vecindarios ajenos a la cultura americana, eran completamente distintos a lo
que se suponía debía ser un barrio americano, las calles estaban llenas de
personas y bullicio, y el hacinamiento en las viviendas resultaba evidente. Las
actividades comerciales y de ocio se llevaban a cabo en la calle en una especie
de bazar que funcionaba de día y de noche.
Esta condición resultaba tan intrigante
para los norteamericanos, que empezaron a ver que el barrio tenía potencial
para convertirse en una “Disneylandia étnica”, con
residencias reconstruidas del siglo XIX, carretillas y diversidad de formas y
colores pintorescos. Los Gobiernos distritales pusieron en marcha los procesos
de preservación y conservación y reconocieron este tipo de barrios como únicos,
dignos de ser mostrados, de manera que trabajaron junto con la población
residente para lograrlo (Conforti, 1996).
En el barrio chino de Singapur, por
ejemplo, los turistas empezaron a sentirse atraídos por la vida y cultura
callejera, mientras que se sentían sorprendidos por la miseria presente en
muchas partes. En los años sesenta, el Gobierno decidió reinventar la zona,
reubicar a los vendedores ambulantes y demoler las shophouses
para hacer espacio a nuevos desarrollos comerciales e inmobiliarios. Las rentas
empezaron a subir y la población china local tuvo que desplazarse a zonas más
accesibles, de manera que los comercios tradicionales y los famosos
restaurantes chinos fueron reemplazados por boutiques, tiendas de souvenirs
y oficinas (Henderson, 2000).
Hacia 1980, los Gobiernos empezaron a
ver que el desarrollo que pretendían crear no iba en contra de la conservación
del barrio chino, sino que al contrario podía promoverlo. Entonces decidieron
tratar la zona como un sitio patrimonial de importancia tanto para los
residentes como para los visitantes:
Para
incentivar el turismo se crearon en Singapur áreas temáticas entre las que
estaban las áreas étnicas de Chinatown junto a Little India, Geylang Serai y Katong/Joo Chiat (las otras áreas étnicas tradicionales)
con una historia de celebración de la diversidad. Se propusieron calles
temáticas donde se vendían objetos y comida típica y un circuito de transporte.
Y Chinatown se convirtió en un área en la que todos quieren pasar tiempo debido
a las atracciones y actividades que se ofrecen. (Henderson, 2000, p. 528)
También existen casos latinoamericanos,
como el de Argentina, y más específicamente el de su capital. El barrio chino
de Buenos Aires —al que se hizo referencia en el apartado anterior— se ubica en
la intersección de las calles Mendoza y Arribeños, son dos cuadras con
aproximadamente trece comercios chinos, dos templos y un centro cultural. Fue
el lugar elegido por los primeros inmigrantes taiwaneses, principalmente por su
ubicación privilegiada en una zona segura, accesible y de buen nivel
adquisitivo. Aquí se asentó originalmente la colectividad coreana —Korea Town—, pero también fue identificado
como el barrio chino del bajo Flores (Pappier, 2011).
En 2009, debido a la fuerte atracción
de turistas a esta zona, se buscó construir una imagen más típica y de cierta
manera estereotipada del barrio, por lo que se erigió un arco de entrada con
dos leones de piedra tallados. También pueden observarse numerosos templos y
pequeños comercios que satisfacen las necesidades del mercado interno de la
comunidad. Con el tiempo, la presencia de turistas le ha conferido al barrio
cierto glamur y un estilo particular que lo convierte en un atractivo exótico
para los locales.
Brasil, por su parte, cuenta
actualmente con cerca de 20000 chinos residentes concentrados principalmente en
Sao Paulo en los barrios de Liberdade, Aclimacao, Cambuci, Santa
Cecilia, Centro, Bom Retiro, Pinheiros,
Santo Amaro y Brooklin (Pew research
Center, 2018). Estos inmigrantes chinos se dedican al comercio de productos
electrónicos y de informática, y se ubican en pequeños centros comerciales de
la ciudad.
Liberdade es considerado el barrio chino de la
ciudad, pero alberga más población de origen japonesa que china, de hecho, es
el enclave japonés más numeroso de América del Sur. Entre los años de 1980 y
1990, se generaron pequeños cambios que incentivaron aún más la migración
asiática a la zona: las casas nocturnas fueron sustituidas por karaokes, el
barrio pasó a ofrecer puntos de interés como tiendas, restaurantes y bares
orientales, y la Plaza de Liberdade devino en
escenario para manifestaciones culturales japonesas. Actualmente, el barrio es
conocido como una zona de alto interés turístico que atrae muchos japoneses y nipo-brasileños por el comercio especializado de ropas,
alimentos y utensilios de cocina, así como las fiestas típicas orientales que
se realizan (BID, 2004).
Al entender que los barrios chinos
pueden funcionar en sí como agentes de desarrollo por medio de la explotación
de sus características patrimoniales, se hace innecesaria la renovación de la
zona y el desplazamiento de los usos tradicionales por usos más llamativos. Chinatown
no necesita de hoteles de lujo y restaurantes de moda porque su condición de
etnicidad y diversidad ya los convierte en distritos cosmopolitas. Y esto solo
puede mantenerse albergando a la población original: chinos trabajadores dueños
de restaurantes y zapaterías.
Discusión y conclusiones
En la nueva era global, los procesos
más importantes en los ámbitos social y económico tienen lugar en las ciudades
globales, que no solo logran concentrar la riqueza mundial, sino que albergan
una gran cantidad de inmigrantes, convirtiéndose en espacios multiculturales y
diversos.
Los barrios chinos representan las
condensaciones de significado y acción protagonistas de la ciudad cosmopolita
del siglo XXI y son fieles retratos del desarrollo social y cultural que genera
la globalización. Se evidencia cómo en las diferentes ciudades del mundo, e
incluso en las ciudades latinoamericanas, se han generado estos enclaves y han
convertido estos territorios en nodos o puntos de contacto de la red
transnacional y en atractivos turísticos importantes.
Sin embargo, no siempre fue así, en un
principio estos inmigrantes llegaron a las grandes ciudades buscando
oportunidades económicas y aprovechando la necesidad de mano de obra en el
mundo occidental para la construcción de ferrocarriles, canales y demás obras
de infraestructura. Se les pagaron salarios más bajos que a los trabajadores
blancos, sufrieron ataques y fuertes casos de discriminación. Así fue como se
inició la conformación de barrios de chinos, quienes, en su afán por permanecer
ligados a su cultura y mantener su forma de vida, se unieron y formaron
comunidades compactas en las ciudades a las que emigraron, con sus propios
negocios, sus propias asociaciones y blindándose de los ataques de la población
nativa.
Originalmente formados en los bordes de
los centros de las ciudades, los chinatowns en
conjunto, representan más de 150 años de supervivencia de inmigrantes desde que
comenzó la primera ola de inmigración china en la década de 1850. Los barrios
chinos solían ser guetos a causa de la segregación, una especie de sociedad
civil paralela que brinda apoyo social y servicios, un sentido de comunidad y
un lugar para practicar las normas culturales y las formas de vivir que los
migrantes habían traído consigo. Pero con el tiempo, y la llegada de la
globalización y las nuevas estructuras económicas, estos lugares se
convirtieron en nodos de redes transfronterizas entre ciudades globales, las
cuales generaron nuevas dinámicas económicas, políticas y sociales, que más
adelante se vieron reflejadas en la turistificación6 y la creación de una marca Chinatown.
Estos espacios, además de promover
nociones de multiculturalismo, se conforman como una oportunidad para
revitalizar partes de la ciudad que durante muchos años habían sido percibidas
como guetos étnicos indeseables, y ahora cuentan con una imagen novedosa y
atractiva gracias al turismo (Mak, 2003). El estudio
de estos casos evidencia la importancia de planificar las ciudades desde la
diferencia y la aceptación de población migrante, con el fin de construir
ciudades cosmopolitas que vean en la multiculturalidad una oportunidad para
afianzar los lazos económicos y sociales en el marco local y transnacional;
además de generar atractivos turísticos que contribuyan a la consolidación de
la imagen de la ciudad global.
Notas
1.
El presente
texto resulta del balance de la investigación realizada durante el año 2018 en
el marco de la especialización en Economía Urbana y Regional de la Universidad
Externado de Colombia.
2.
El
concepto de diáspora se usa para denominar al grupo disperso de chinos
que viven fuera de China y que mantienen conexiones, relaciones y redes con su
país de origen, creando nexos con su país de adopción y otras comunidades en
diversos lugares del mundo (Fleischer, 2012). La idea de diáspora, y su uso reciente,
denota que China no es solo una entidad política y económica supeditada a un
territorio, sino un proceso social y cultural que ya goza de alcance global.
3.
El
concepto museificación, museización
o musealización —acuñado por autores como Huyssen, Baudrillard y Relph— se
refiere al proceso urbano dinámico de reestructuración de los lugares
emblemáticos alrededor de nuevas prácticas de exhibición (García, 2017) que
promueven la experiencia turística, en este caso urbana. Estos términos dan
sentido a las estrategias de regeneración que transforman las ciudades en
espectáculos y objetos turísticos para el consumo cultural (Aykaç,
2019).
4.
El cosmopolitanismo es definido como “la tendencia de las
sociedades a abrirse al mundo, a compartir ideas, modos de vida, y a construir
cada vez más imaginarios culturales transnacionales a escala mundial […] El cosmopolitanismo sería una suerte de ideología de una nueva
élite global” (Hiernaux, 2003).
5.
La
diferencia entre enclaves étnicos y guetos radica en que estos últimos siempre
han sido considerados áreas de restricción y opresión. Desde un principio se
establecían restricciones residenciales a inmigrantes, como los judíos en
Europa y eran obligados, indirectamente, a asentarse en zonas específicas. Los
guetos representan las únicas partes de la ciudad en las que los miembros de un
grupo en particular podrían establecerse, ya que generalmente se les restringe
de la mayoría de las otras partes de la ciudad mediante la discriminación (Conforti, 1996).
6.
Gotham
(2005) define la turistificacion como la transformacion de un barrio de clase media en un enclave
relativamente rico y exclusivo debido al impacto que tiene la masificación
turística en el tejido comercial y social marcado por la proliferación de
entretenimiento corporativo y locales de turismo.
Referencias
Arjona, Á. y Checa, J. C. (2006).
Economía étnica. Teorías, conceptos y nuevos avances. Revista Internacional de Sociología, 64(45), 117-143.
Aykaç, P.
(2019). Musealization as an Urban Process: The Transformation of the
Sultanahmet District in Istanbul’s Historic Peninsula. Journal of Urban History,
45(6), 1246–1272.
Banco Interamericano de Desarrollo. (BID)
(2004). Cuando Oriente llegó a América: contribuciones de inmigrantes chinos,
japoneses y coreanos. Nueva York: IDB Bookstore
Editorial.
Buenos Aires Ciudad. (s.f.). Buenos
Aires Data. Recuperado de: https://data.buenosaires.gob.ar.
Cámara Municipal de Lisboa. (s.f.).
Geodados. Recuperado de http://geodados.cm-lisboa.pt/.
Chou, D.L.
(2002). Los chinos en
Hispanoamérica. Cuaderno de Ciencias Sociales 124. San José: Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales.
City of New
York. (s.f.). NYC Open Data. Recuperado de: https://opendata.cityofnewyork.us/.
Conforti, J. M.
(1996). Ghettos as tourism attractions. Annals of Tourism Research,
23(4), 830-842.
Fernández, M.
(2016). Viejos problemas y nuevos vecinos.
Consecuencias de una gran reforma urbana en el barrio del Raval, Barcelona. Revista
de Antropología Iberoamericana, 11(2), 225-246
Fleischer, F. (2012). La diáspora
china: un acercamiento a la migración china en Colombia. Revista de Estudios
Sociales, (42), 71-79.
García, F.L. (2017). La ciudad y el
proceso de museificación. Transitando la
reconfiguración territorial de la cultura. Revista Contextos, (38),
145-156.
Gómez, D. A. (2007). China: el país más
emigrante del mundo [Entrada de blog]. Recuperado de http://dianagomezdiaz.
blogspot.com/2012/06/china-el-pais-
-mas-emigrante-el-mundo.html
Gotham, K. F. (2005). Tourism gentrification: the case of New Orleans Vieux Carre (French Quarter). Urban
Studies, 42(7): 1099-1121.
Doi:10.1080/00420980500120881.
Güell, B., Parella, S. y Valenzuela, H.
(2015). La economía étnica en perspectiva: del anclaje a la fluidez en la urbe
global. Alteridades, 25(50),
37-50. Recuperado de http://www.scielo.org. mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-70172015000200004
Henderson, J.
(2000). Attracting tourists to Singapore’s Chinatown: a case study in
conservation and promotion. Tourism Management, 21(5), 525-534.
Doi:10.1016/S0261-5177(99)00108-9
Hiernaux, D. (2003). Cosmopolitanismo
y exclusión en las ciudades globales. M. Porrúa (ed.). Pobreza urbana
perspectivas globales, nacionales y locales México: Tobal Libros.
Li, C. (2011). Etnicidad y comunidad en
el proceso patrimonial: El caso del último barrio chino rural de EE.UU. Antípoda Revista de Antropología y Arqueología,
(12), 67-90. Recuperado de https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=81422437005
Light, I. y Gold, S. (2000). Ethnic
economies. Houston: Emerald Group Publishing Limited.
Lin, J. (1998).
Globalization and the Revalorizing of Ethnic Places in Immigration Gateway
Cities. Urban Affairs Review, 34(2), 313-339. Doi:
10.1177/107808749803400206.
Lin, J. (1998).
Reconstructing Chinatown. Ethnic Enclave, Global Change. Minnesota: University
of Minnesota Press.
Luque Brazán,
J. C. (2004). Transnacionalismo y enclave territorial étnico en la
configuración de la ciudadanía de los inmigrantes peruanos en Santiago de
Chile. Revista Enfoques, 2(3), 91-102. Recuperado
de http://www.revistaenfoques.cl/ index.php/revista-uno/article/view/274
Mak, A. L. (2003). Negotiating identity: Ethnicity, tourism and Chinatown. Journal of Australian Studies,
27(77), 93-100. Doi: 10.1080/14443050309387854
McDonogh, G.
(2013). Chinatowns: Heterotopic Space, Urban Conflict, and Global Meanings. Quaderns-e de l’Institut Català d’Antropologia, 18(2),
96-111. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/ articulo?codigo=7158280
NYC Official
Guide. (s.f.). Interactive Map of New York City. Recuperado de:
https:// es.nycgo.com/interactive-map.
Pappier, A. (2011). Inmigración china en
Argentina. El Barrio Chino de Buenos Aires como caso de estudio intercultural. XIII
Congreso Internacionals de ALADAA. Bogotá, Colombia.
Recuperado de https://ceaa.colmex.mx/aladaa/memoria_XIII_congreso_internacional/images/
pappier.pdf
Petit Pérez, A. (2002). Una mirada a la
comunidad china desde occidente. Cuadernos de Geografía, (72), 321-336. Recuperado
de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=857963
Pew Research
Center. (2018). Origins and Destinations of the World’s Migrants. Recuperado de https://www.pewresearch. org/global/interactives/global-migrant-stocks-map/
Rodríguez Pastor, H. (2000). Herederos
del Dragón. Historia de la Comunidad China. Lima: Fondo editorial del
Congreso del Perú.
Santos, C. A., Belhassen,
Y. y Caton, K. (2008). Reimagining
Chinatown: An analysis of tourism discourse. Tourism Management, 29 (5),
1002-1012. Recuperado de https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/
S0261517708000137
Sassen, S.
(2001). Global networks, linked cities. New York: Routledge.
Sassen, S.
(2009). La ciudad global: introducción a un
concepto. En, W.S. Broecker et al. Las múltiples
caras de la globalización Madrid: BBVA.
Tébar Arjona, J. T. (2013). Patrones
espaciales de la diáspora china en el mundo, España y Madrid. Revista Historia Actual Online, 30, 89-103. Recuperado de https:// dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4197271
Werbner, P. (1990). The Migration Process. Capital, Gifts
and Offerings among British Pakistanis. Michigan:
Universidad de Michigan.
References
ARJONA, Á., CHECA, J.C. (2006). “Economía étnica. Teorías, conceptos y nuevos avances”, en Revista Internacional de Sociología. 45, pp. 117-143.
BANCO INTERAMERICANO DE DESARROLLO. (2004). Cuando Oriente llegó a América: contribuciones de inmigrantes chinos, japoneses y coreanos. BID. Nueva York.
CHOU, D. (2002). “Los chinos en Hispanoamérica”. Cuaderno de Ciencias Sociales 124. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
CONFORTI, J. (1996). “Ghettos as tourism attractions” En: Annals of Tourism Research 23 (4): 830-842
FLEISCHER, F. (2011). “La diáspora china: un acercamiento a la migración china en Colombia” En: Revista de Estudios Sociales. Universidad de los Andes. (42): 71-79.
GÓMEZ, D. (2007). “China: el país más emigrante del mundo”. En: Observatorio Virtual Asia-Pacífico, Universidad Jorge Tadeo Lozano, Bogotá.
HENDERSON, J. (2000). “Attracting tourists to Singapore's Chinatown: a case study in conservation and promotion”. En: Tourism Management 21: 525-534
HIERNAUX, D. (2003). “Cosmopolitanismo y exclusión en las ciudades globales” En: V.V.A.A. Pobreza urbana (perspectivas globales, nacionales y locales). Miguel Angel Porrúa y Gobierno del Estado de México. 59-70
LI, C. (2011). “Etnicidad y comunidad en el proceso patrimonial: El caso del último barrio chino rural de EE. UU. en Locke, California”. En: Antípoda Revista de Antropología y Arqueología Universidad de Los Andes Bogotá. 12: 67-90
LIGHT, I., GOLD, S. (2000). Ethnic economies, Academic Press, San Diego.
LIN, J. (1998). “Globalization and the Revalorizing of Ethnic Places in Immigration Gateway Cities”. En: Urban Affairs Review 34 (2): 313-339
LIN, J. (1998). Reconstructing Chinatown. Ethnic Enclave, Global Change. University of Minnesota Press. Minnesota
LUQUE BRAZÁN, J.C. (2004). Transnacionalistno y enclave territorial étnico en la configuración de la ciudadanía de los inmigrantes peruanos en Santiago de Chile. En: Revista Enfoques No. 3: 91-102
MAK, L.A. (2003). “Negotiating identity: Ethnicity, tourism and Chinatown”. En: Journal of Australian Studies. 27 (77): 93-100
MCDONOGH, G. (2013). “Chinatowns: Heterotopic Space, Urban Conflict, and Global Meanings”. En: Quaderns-e de l'Institut Català d'Antropologia 18 (2): 96-111
PAPPIER, A. (2011). Inmigración china en Argentina. El Barrio Chino de Buenos Aires como caso de estudio intercultural. En: CONGRESO DE LA ALADAA, 13, Bogotá. Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y África.
PETIT, A. (2002). “Una mirada a la comunidad china desde occidente”. En: Cuadernos de Geografía. 72: 321-336.
PEW RESEARCH CENTER: http://www.pewglobal.org/2016/05/17/global-migrant-stocks/?country=CN&date=2015.
RODRÍGUEZ PASTOR, H. (2000). Herederos del Dragón. Historia de la Comunidad China. Fondo editorial del Congreso del Perú.
SANTOS, C.A., BELHASSEN, Y., CATON, K. (2008). “Reimagining Chinatown: An analysis of tourism discourse”. En: Tourism Management 29: 1002-1012.
SASSEN, S. (2009). “La ciudad global: introducción a un concepto”. En: V.V.A.A, las múltiples caras de la globalización. 50-62. BBVA
SASSEN, S. (2002). Global networks, linked cities. Routledge
TÉBAR ARJONA, J. (2013). “Patrones espaciales de la diáspora china en el mundo, España y Madrid” En: HAO, Núm. 30: 89-103
WERBNER, P. (1990) The Migration Process. Capital, Gifts and Offerings among British Pakistanis, Berg, Nueva York.
How to Cite
APA
ACM
ACS
ABNT
Chicago
Harvard
IEEE
MLA
Turabian
Vancouver
Download Citation
CrossRef Cited-by
1. Alejandro Roberto Alba Meraz. (2024). Ciudadanía y democracia. Sintaxis, (13), p.121. https://doi.org/10.36105/stx.2024n13.08.
Dimensions
PlumX
Article abstract page views
Downloads
License
Copyright (c) 2019 Estefanía Quijano Gómez
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 4.0 International License.