Parque urbano Tlapacoyan: un espacio invisible en la zona sur de la ciudad de Puebla
Tlapacoyan Urban Park: An Unseen Area in the Southern Zone of the City of Puebla
Parque urbano Tlapacoyan: um espaço invisível na zona sul da cidade de Puebla
DOI:
https://doi.org/10.15446/rcep.v10n2.104018Palavras-chave:
degradación ambiental, espacio público, parque urbano, áreas verdes, apropiación del territorio, Tlapacoyan, ciudad de Puebla (es)environmental degradation, public space, urban park, green areas, land appropriation, Tlapacoyan, city of Puebla (en)
degradação ambiental, espaço público, parque urbano, áreas verdes, apropriação do território, Tlapacoyan, cidade de Puebla (pt)
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De tener una adecuada planificación, las colonias populares y medias como La Luna, La Concepción, Buenos Aires, etc., ubicadas en la zona sur de la ciudad de Puebla contarían con vías de comunicación accesibles y espacios públicos de alta calidad. Sin embargo, en la actualidad, estas áreas forman una zona marginada y están experimentando un proceso de degradación ambiental debido a la apropiación irregular del territorio. Este proceso amenaza la posibilidad de que el sector sur de la ciudad cuente con una extensión significativa de áreas verdes, que bridarían múltiples beneficios ambientales y sociales a la población adyacente, e incluso a nivel metropolitano.
La falta de acciones por parte del gobierno para imponer orden y hacer cumplir los instrumentos de planeación y legislación ha traído consigo la deformación del espacio público. La expansión de la ciudad se ha dejado en manos del sector inmobiliario y de los ejidatarios que buscan obtener ganancias a través de la venta de las tierras que el propio Estado les otorgó. Esas tierras ahora forman parte de un mercado que no busca un entorno ambiental saludable, bienestar social, calidad de los espacios públicos ni la habitabilidad, sino que se centra en el aspecto económico del desarrollo.
If there were proper planning, the working-class and middle-class neighborhoods like La Luna, La Concepción, Buenos Aires, etc., located in the southern zone of the city of Puebla, would have accessible communication routes and high-quality public spaces. However, at present, these areas constitute a marginalized zone and are undergoing a process of environmental degradation due to irregular appropriation of the territory. This process jeopardizes the possibility of the southern sector of the city having a significant extension of green areas, which would provide multiple environmental and social benefits to the adjacent population, and even at a metropolitan level.
The lack of government actions to enforce order and uphold planning and legislative instruments has resulted in the deformation of public space. The expansion of the city has been entrusted to the real estate sector and landholders who seek profits through the sale of lands granted to them by the State. These lands are now part of a market that does not prioritize a healthy environmental setting, social well-being, quality of public spaces, or habitability. Instead, it focuses on the economic aspect of development.
Se bairros populares como La Luna, La Concepción, Buenos Aires, etc., localizadas na zona sul da cidade de Puebla tiverem um planejamento adequado, estes teriam vias de comunicação acessíveis e espaços públicos de alta qualidade. Porém, atualmente, estas áreas constituem uma zona marginalizada e vivem um processo de degradação ambiental devido à apropriação irregular do território. Este processo ameaça a possibilidade de o setor sul da cidade ter uma extensão significativa de áreas verdes, o que proporcionaria múltiplos benefícios ambientais e sociais à população adjacente, e mesmo a nível metropolitano.
A falta de ações por parte do governo para impor a ordem e fazer cumprir os instrumentos de planejamento e legislação trouxe consigo a deformação do espaço público. A expansão da cidade ficou nas mãos do setor imobiliário e dos herdeiros de terras que procuram obter lucros através da venda das terras que o próprio Estado lhes concedeu. Estas terras fazem agora parte de um mercado que não procura um ambiente ambiental saudável, bem-estar social, qualidade dos espaços públicos ou habitabilidade, mas sim centra-se na vertente económica do desenvolvimento.
Parque urbano
Tlapacoyan: un espacio invisible en la zona sur de la ciudad de Puebla
Eric Vega Ramírez Apud. Magister en
Administración de Tecnologías Sustentables, Facultad de Arquitectura de la
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México. ORCID:
https://orcid.org/0000-0002-3305-5513 Correo electrónico: ericvegaram@gmail.com
Rosario Nava Ramírez. Doctora en
Procesos Territoriales, Facultad de Arquitectura de la Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla, México. ORCID: https://orcid.org/0000000322223187 Correo
electrónico: rosario. nava@correo.buap.mx
Recibido: 31 de julio de
2022 |
Aceptado: 05 de febrero de
2023 |
Publicado: 13 de diciembre
de 2023 |
Resumen
De tener una
adecuada planificación, las colonias populares y medias como La Luna, La
Concepción, Buenos Aires, etc., ubicadas en la zona sur de la ciudad de Puebla
contarían con vías de comunicación accesibles y espacios públicos de alta
calidad. Sin embargo, en la actualidad, estas áreas forman una zona marginada y
están experimentando un proceso de degradación ambiental debido a la
apropiación irregular del territorio. Este proceso amenaza la posibilidad de
que el sector sur de la ciudad cuente con una extensión significativa de áreas
verdes, que bridarían múltiples beneficios ambientales y sociales a la
población adyacente, e incluso a nivel metropolitano.
La falta de acciones por parte del gobierno para
imponer orden y hacer cumplir los instrumentos de planeación y legislación ha
traído consigo la deformación del espacio público. La expansión de la ciudad se
ha dejado en manos del sector inmobiliario y de los ejidatarios que buscan
obtener ganancias a través de la venta de las tierras que el propio Estado les
otorgó. Esas tierras ahora forman parte de un mercado que no busca un entorno
ambiental saludable, bienestar social, calidad de los espacios públicos ni la
habitabilidad, sino que se centra en el aspecto económico del desarrollo.
Palabras clave: degradación ambiental, espacio
público, parque urbano, áreas verdes, apropiación del territorio, Tlapacoyan,
ciudad de Puebla.
Tlapacoyan Urban Park: An Unseen Area in the Southern Zone of the City of Puebla
Abstract
If there were proper planning, the working class and middle
class neighborhoods like La Luna, La Concepción, Buenos Aires, etc.,
located in the southern zone of the city of Puebla, would have accessible
communication routes and high quality public spaces. However, at present, these
areas constitute a marginalized zone and are undergoing a process of
environmental degradation due to irregular appropriation of the territory. This
process jeopardizes the possibility of the southern sector of the city having a
significant extension of green areas, which would provide multiple
environmental and social benefits to the adjacent population, and even at a
metropolitan level.
The lack of government
actions to enforce order and uphold planning and legislative instruments has
resulted in the deformation of public space. The expansion of the city has been
entrusted to the real estate sector and landholders who seek profits through
the sale of lands granted to them by the State. These lands are now part of a
market that does not prioritize a healthy environmental setting, social
wellbeing, quality of public spaces, or habitability. Instead, it focuses on
the economic aspect of development.
Keywords: environmental degradation, public space, urban park, green areas, land
appropriation, Tlapacoyan, city of Puebla.
Parque urbano Tlapacoyan: um espaço invisível
na zona sul da cidade de Puebla
Resumo
Se bairros populares como La Luna, La Concepción, Buenos Aires, etc., localizadas na zona sul da cidade de Puebla
tiverem um planejamento adequado, estes teriam vias de comunicação acessíveis e
espaços públicos de alta qualida de. Porém,
atualmente, estas áreas constituem uma zona marginalizada e vivem um processo
de degradação ambiental devido à apropriação irregular do território. Este
processo ameaça a possibilidade de o setor sul da cidade ter uma extensão
significativa de áreas verdes, o que proporcionaria múltiplos benefícios
ambientais e sociais à população adjacente e mesmo a nível metropolitano.
A falta de ações por
parte do governo para impor a ordem e fazer cumprir os instrumentos de
planejamento e legislação trouxe consigo a deformação do espaço público. A
expansão da cidade ficou nas mãos do setor imobiliário e dos herdeiros de
terras que procuram obter lucros através da venda das terras que o próprio
Estado lhes concedeu. Estas terras fazem agora parte de um mercado que não
procura um ambiente ambiental saudável, bemestar
social, qualidade dos espaços públicos ou habitabilidade, mas sim centrase na vertente económica do desenvolvimento.
Palavras chave: degradação ambiental, espaço público, parque urbano, áreas verdes,
apropriação do território, Tlapacoyan, cidade de
Puebla.
Introducción
Los parques urbanos
desempeñan un papel fundamental en el desarrollo de las ciudades. Estos
espacios abiertos brindan a la población la oportunidad de disfrutar de
momentos de recreación y descanso, permitiéndoles olvidarse de la rutina y del
estrés de la vida diaria, aunque sea por unos instantes. Además de ser lugares
de esparcimiento, los parques urbanos proveen servicios ambientales y sociales
y funcionan como puntos de convergencia barrial en donde la naturaleza se
apropia del espacio; lo que crea una experiencia de sensaciones, aromas,
sonidos y vistas que difícilmente se encuentran en el caos de las áreas urbanas
densamente pobladas. Las áreas verdes, en general, proporcionan un respiro
dentro del ritmo de vida que se lleva en la actualidad.
Los parques
urbanos, al ser espacios abiertos, son parte del espacio público y, por tanto,
pueden ser disfrutados por personas de cualquier sector de la población que
pueda ingresar, ya sea para pasar un día en familia, dar un paseo romántico en
pareja o simplemente como un lugar de paso. Estos parques también cumplen con
la función de servir como áreas de transición entre las distintas partes de la
metrópoli, lo cual permite a las personas circular por sus senderos y acercarse
a la naturaleza dentro de la misma urbe. Además de los beneficios sociales que
brindan, los parques urbanos proveen numerosos beneficios ambientales. Debido a
la presencia de vegetación, actúan como pun tos de control térmico, refrescando
tanto el entorno circundante como el propio parque. Asimismo, permiten la
filtración de agua hacia el subsuelo, recargando los mantos acuíferos, y ayudan
a mantener la biodiversidad al albergar especies de flora y fauna. Estos
espacios funcionan como nodos que absorben dióxido de carbono, lo cual
contribuye a controlar la concentración de emisiones en la ciudad y mantener
una mejor calidad del aire.
Lamentablemente, el
parque urbano Tlapacoyan, a pesar del uso de suelo establecido en la carta
urbana (Implan, 2016), no ha logrado convertirse en un espacio como los
descritos anteriormente. Por el contrario, la falta de voluntad política por
parte de las autoridades ha provocado la marginalización de este espacio. No
existe una única causa que explique por qué el parque urbano Tlapacoyan ha sido
abandonado, sino una serie de condiciones interrelacionadas que han dado pauta
para la desintegración del espacio público en el sur de la ciudad.
El objetivo
principal del presente artículo es determinar los factores que han convertido
al parque urbano Tlapacoyan en un espacio invisible. Mediante una investigación
hemerográfica y teórica del espacio, se presenta un análisis sobre cómo las
distintas problemáticas de la ciudad han influido en el abandono de un espacio
que puede fungir como un nodo integrador de asentamientos urbanos segregados de
su entorno. Este trabajo se presenta como una crítica al modelo actual de
expansión urbana, evidenciando cómo la planeación de la ciudad se ha vuelto
deficiente y cómo los parques urbanos ubicados lejos de las zonas de prioridad
política se convierten en espacios abandonados debido a diversas dinámicas que,
en conjunto, crean el escenario ideal para el surgimiento de zonas marginadas y
segregadas. Además, se evidencian los distintos roles que cumplen los actores
urbanos que, de forma directa, indirecta o por omisión, han contribuido al
abandono de grandes terrenos con un alto potencial para desempeñarse como parques
urbanos o áreas verdes.
Ahora bien, el desconocimiento de la historia
del sur de Puebla fue un obstáculo relevante para la investigación. Debido a la
falta de documentación sobre su desarrollo, se recurrió a los archivos sobre
los orígenes de la ciudad para contextualizar las diferentes dinámicas que
dieron forma a la estructura urbana de las periferias de la ciudad y que,
además, siguen normando el futuro de los usos y destinos del suelo urbano. El
presente artículo muestra los resultados preliminares de cómo es que un área verde
de grandes dimensiones se convierte en un sitio invisible para los
asentamientos a su alrededor.
La apropiación del territorio
El suelo es un
recurso de gran valor dentro de la ciudad, ya que puede proveer alimentos,
aire, agua y materias primas que pueden ser transformadas para satisfacer las
necesidades de sus habitantes. Idealmente, la apropiación del suelo debería
estar regulada por una autoridad que garantice una distribución justa que
beneficie a la sociedad y que tenga en cuenta la protección del medio ambiente.
Sin embargo, la realidad dista de ese ideal: es común que las personas se
apropien del suelo urbano bajo una autoridad auto conferida (Rojas, 2014).
Este método de
apropiación ha regido el desarrollo urbano en el sur de Puebla, propiciado por
dinámicas de encarecimiento del suelo, especulación inmobiliaria, falta de
políticas de suelo y de políticas de vivienda adecuadas. La población está en
constante búsqueda de un espacio para asentarse y ha encontrado en la
comercialización de tierras ejidales una alternativa económica más accesible
que los créditos hipotecarios ofrecidos por instituciones bancarias e incluso
por el mismo Infonavit. Esta situación ha provocado una ocupación errática del
suelo, en la que prevalecen los intereses personales de los compradores,
quienes buscan únicamente un beneficio propio. Como resultado, se han formado
asentamientos desiguales, carentes de servicios básicos, áreas verdes y
espacios públicos adecuados para el sano desarrollo social (Rojas y Nava,
2019).
El parque urbano
Tlapacoyan fue objeto de esta modalidad de apropiación de territorio entre los
años 1980 a 2000. Durante este periodo, la ciudad de Puebla tuvo una expansión
sin precedentes debido al crecimiento demográfico y al desplazamiento de población
provocado por la expropiación masiva de terreno destinados para la reserva
territorial Atlixcáyotl (Patiño, 2004). Esta rápida expansión de la mancha
urbana absorbió la zona de barrancas conocida como Tlapacoyan y la sometió a
los efectos de la presión urbana causada por la constante búsqueda de suelo por
parte de la población para construir vivienda (figura 1). En este sentido,
figuran dos grandes paradigmas en cuando a la apropiación del territorio: los
asentamientos irregulares y los desarrollos inmobiliarios.
A partir del año
1960, los fraccionamientos, conjuntos habitacionales y demás desarrollos no han
dejado de aparecer en la ciudad. La ley de fraccionamientos presenta una
permisividad tal que facilita a las inmobiliarias la compra de suelo para
construir vivienda de bajo costo, dejando al municipio la responsabilidad de
proveer la infraestructura para nuevos desarrollos. Como resultado, han surgido
incontables asentamientos que se expanden cada vez más hacia terrenos de la
periferia de la ciudad; ello ha dado lugar a una estructura dispersa y sin
límites claros. Adicionalmente, se han construido nuevos desarrollos en caminos
hacia otros poblados, lo cual ha provocado que la propia expansión de la urbe
absorba dichos poblados y los integre a la creciente metrópoli (Cabrera Montiel
y Delgado, 2018).
La ciudad se vio
forzada a dotar de servicios y equipamiento a los desarrollos más alejados, lo
cual propició que asentamientos irregulares emergieran y ocuparan los espacios
sobrantes entre fraccionamientos. Esta situación ha terminado por consolidar la
periferia de Puebla bajo una urbanización caótica, sin planificación alguna, y
que se ha visto completamente rebasada por la necesidad de la sociedad de
apropiarse del territorio.
En la figura 1 se puede observar que el mayor
crecimiento de la ciudad se dio entre los años 1980 y 2000. Posteriormente,
para el 2010, el polígono del parque urbano Tlapacoyan había sido completamente
engullido por la urbanización, lo que causó la pérdida de ecosistemas y áreas
verdes periurbanas. La apropiación del territorio ha ejercido tal presión sobre
el parque urbano Tlapacoyan que se ha comenzado a ocupar el interior del
polígono para fraccionamientos cerrados, autoconstrucción de vivienda y un corralón
con servicio de grúas.
Figura 1. Crecimiento de la ciudad
(1980-2021)
Fuente: elaboración
propia con base en datos del marco geoestadístico (inegi,
1980; 2000; 2010; 2021).
La informalidad en
la apropiación del territorio ha fungido como una respuesta a las exigencias de
la población en cuanto a la necesidad de espacios para asentarse. Esto ha dado
lugar a desarrollos inmobiliarios construidos en suelo delimitado como no
urbanizable, así como a la venta de tierras ejidales para la construcción de
vivienda. Las necesidades de la población en materia de suelo urbano han
rebasado las capacidades del gobierno para planificar el desarrollo de la
ciudad, con lo cual se ha puesto en riesgo la conservación de espacios
públicos, como el parque urbano Tlapacoyan, y los ha sometido a dinámicas de
especulación del suelo que inducen la desaparición de áreas verdes.
La falta de voluntad política
El parque urbano
Tlapacoyan ha sido víctima del desdén del gobierno hacia el desarrollo urbano
en la periferia de la ciudad. Desde la implementación del desarrollo comercial
de Angelópolis, el cual forma parte de la reserva territorial Atlixcáyotl
Quetzalcóatl, las acciones y proyectos se han enfocado en esa zona.
Las grandes plazas comerciales dirigidas a una
población con mayores capacidades económicas han acaparado el interés político
y la nueva visión de progreso que se ha adoptado (Patiño, 2004). Las zonas
periurbanas han sufrido la falta de atención del gobierno, ya que este ha
centrado su atención en esta zona de alta plusvalía e intereses económicos.
Conducta que ha influenciado los procesos evolutivos que tienen a Tlapacoyan en
su estado actual (figura 2).
Figura 2. Línea temporal
del abandono del parque urbano
Tlapacoyan
Fuente: elaboración
propia con base en Implan (2014; 2016) y Maxar
Technologies (2022).
En la línea temporal se puede notar que durante
la primera mitad del periodo no se suscitaron eventos con tanta frecuencia. No
obstante, el año 2015 fue uno de los más relevantes en el proceso de invisibilización del parque urbano Tlapacoyan; en ese año,
se declaró insubsistente la declaratoria como área natural protegida y, de
forma prácticamente instantánea, se inició un proceso de apropiación irregular
del suelo por parte de agentes privados y el sector inmobiliario.
De acuerdo con José
Luis Moreno Muñoz (comunicación personal, 2022), la zona de Tlapacoyan fue
detectada desde el año 2007, por Desarrollo Urbano bajo la administración del
edil Enrique Dóger, y se concibió como un sitio de
alto valor ambiental, por lo que se recomendó su conservación. En aquel
entonces, la ciudad se había expandido sobre toda el área de Tlapacoyan. Para
el año 2010, durante la gestión de la presidenta municipal Blanca Alcalá, se
trató de dar continuidad a lo establecido en el Plan de Desarrollo Urbano
Sustentable elaborado durante la administración anterior y se decretó
Tlapacoyan como un área natural protegida de los centros de población, pero se
cometió el error de no hacer una notificación formal del área ni contactar
oportunamente a los posibles propietarios para llegar a un acuerdo con ellos.
La gestión del edil
Eduardo Rivera Pérez (2011-2014) pasó sin que se tomaran acciones para la
conservación o delimitación de Tlapacoyan. El lugar se convirtió en un espacio
sin uso, en el cual se vertía basura y escombros de obras cercanas. Los
residentes de los alrededores nunca se apropiaron del entorno, dado que no
existían actividades para la convivencia entre edificios. El parque urbano
Tlapacoyan fue olvidado y se convirtió en uno más de los proyectos abandonados
por el gobierno, borrándose lentamente de la memoria de las personas que
habitaban los asentamientos que rodean el parque urbano.
Posteriormente, en
una entrevista personal, el Licenciado José Juan Sánchez (comunicación
personal, 2021), mencionó que, en el año 2015, en la administración del edil
José Antonio Gali Fayad (2014-2016), un grupo de la junta auxiliar San
Francisco Totimihuacán interpuso un amparo en el que
argumentaba ser poseedores de ese lugar y alegaban que no se les había
notificado acerca del decreto. La resolución del cabildo fue la de revocar la
declaratoria hecha en 2010. En situaciones de conflicto de propiedad, lo usual
es que se impida cualquier tipo de intervención en el lugar. Sin embargo, este
evento fue un parteaguas en el proceso evolutivo de Tlapacoyan, ya que a partir
de entonces comenzaron a surgir apropiaciones por parte de diferentes actores
sociales. En este mismo año, apareció el corralón y el servicio de grúas Annavi, además de que se inició la construcción de
conjuntos habitacionales de la constructora IVY Hogar, sin que la
incompatibilidad de uso de suelo pareciera importar.
La permisividad del gobierno hacia este tipo de
ocupaciones de carácter ilegal propició que el corralón se expandiera poco a
poco y que constructoras de viviendas de interés social continuaran
construyendo en suelo no urbanizable. Cada metro cuadrado perdido de esta
manera contribuyó a arraigar la idea de que ese espacio era un simple pedazo de
tierra sin valor ambiental, pero con valor económico. Cada una de esas
apropiaciones ha consolidado el pensamiento de que está bien perder este vacío
urbano para dar paso a la expansión de la ciudad. De igual forma, los
asentamientos irregulares que se están estableciendo alrededor de Tlapacoyan
ejercen cada vez más presión sobre el parque urbano; ello ha propiciado la
apropiación de terrenos por parte de particulares para la construcción de
viviendas, sin que la falta de servicios y vialidades parezca ser un
impedimento (figura 3).
Figura 3. Proceso de invasión de Tlapacoyan a lo largo de los años
Fuente: elaboración
propia con base en Maxar Technologies (2022)
La serie de imágenes de la figura 3 permite
observar la pérdida de vegetación que ha sufrido la zona. El principal
responsable de dicha pérdida ha sido el corralón ubicado del lado poniente; sin
embargo, las constructoras de los desarrollos cercanos han usado el lugar para
verter escombros y basura, lo cual ha acrecentado la degradación ambiental de
la zona, pues los componentes abrasivos de la materia de construcción ocasionan
la erosión del suelo. La presión urbana que se ha consolidado alrededor del polígono
también ha provocado la reducción de las corrientes de agua que había en la
zona. Estos y otros factores han contribuido a la desaparición de áreas verdes
y propiciado el escenario ideal para desarrollar proyectos en la zona con el
pretexto de que el suelo está erosionado, en desuso y que sería mejor
aprovecharlo para la urbanización de la zona. Irónicamente, es la propia
urbanización desmedida la que ha provocado el estado actual del parque urbano
Tlapacoyan.
El rol de las
autoridades en la invisibilización del parque urbano
Tlapacoyan ha sido primordialmente obrar por omisión. Las instituciones que
deberían hacer cumplir la legislación en cuanto a la autorización de licencias
de construcción para un uso de suelo no urbanizable, relleno de barrancas,
ocupación de suelo para un deshuesadero de autos en una zona de alto valor
ambiental, han fallado en su deber. El hecho de que la autoridad sea permisiva
en estas cuestiones logra que la ideología de la apropiación irregular del
territorio sea una práctica admisible para obtener un beneficio económico
mediante la compra de suelo barato para proyectos que, en vez de ir en pro del
beneficio social y ambiental, se centra en el aspecto económico, en detrimento
del desarrollo sustentable de la ciudad.
La falta de
continuidad entre administraciones ha sido un factor clave en el abandono y
deterioro del parque urbano Tlapacoyan, lo que ha propiciado que no se tome en
cuenta el uso de suelo especificado en el Programa Municipal de Desarrollo
Urbano Sustentable vigente y se otorguen permisos de construcción para
asentamientos que quedan dentro del polígono delimitado en la carta urbana
(Implan, 2016). Con los instrumentos de planeación y leyes de nivel municipal,
estatal y federal, se cuenta con el sustento legal para empoderar a la
población y exigir espacios de calidad para su sano desarrollo. En particular,
las leyes estatales establecen de manera clara que los municipios deben crear y
proteger zonas de preservación ecológica. Sin embargo, se evidencia que el
Gobierno está incumpliendo estas leyes.
A lo largo del proceso de abandono de este
espacio se fue acentuando, a su vez, la degradación ambiental provocada por la
expansión urbana de la ciudad y el impulso al crecimiento demográfico y
económico de la población, obedeciendo a intereses de rentabilidad para el
mundo de los negocios. Enrique Leff plasma este
modelo de pensamiento como una visión capitalista de la naturaleza, al restarle
su valor ecológico y someterla a normas de producción y plusvalía para generar
riquezas. En el caso expuesto en el presente artículo, la degradación ambiental
del sitio se ve sostenida por intereses tanto políticos como económicos basados
en los principios de la teoría del capital de Marks (Leff,
2004).
La segregación residencial
De acuerdo con Greenstein et al. (2000), la segregación se define como una
separación de la población que obedece a ciertas dinámicas específicas
dependiendo del entorno. Segregar con base en clases sociales, etnicidad,
creencias, estatus, entre otros, ha sido una práctica común desde
civilizaciones antiguas en las que se tendía a segregar a clases
socioeconómicas menores para permitir a la clase alta hacer uso de las
ubicaciones más privilegiadas. Con el pasar de los años, esta práctica se ha
seguido usando en la estructura de las ciudades para diferenciar unos sectores
de otros, pero, últimamente ha surgido una tendencia de segregación más
peligrosa para la planeación urbana, la segregación voluntaria.
Alrededor del año
de 1960, conforme la ciudad comenzaba a expandirse, surgió la tendencia de
conjuntos habitacionales cerrados, con accesos controlados y vigilancia, como
es el caso del fraccionamiento Plaza Europa, dentro de la colonia Bella Vista.
Al construirse dentro de vacíos urbanos disponibles en la época, la
constructora encargada del proyecto decidió delimitar el asentamiento mediante
un muro, para diferenciarlo de la colonia dentro de la que fue creado, y
ofreciendo exclusividad para sus habitantes. Las personas se sintieron atraídas
por aquella sensación de seguridad que estos nuevos asentamientos ofrecían (y
que las autoridades fallan en proveer), por lo que la nueva moda fue un éxito
entre los compradores, incentivando que se reprodujera en diferentes puntos de
la ciudad. En algunos casos, ciertos grupos de vecinos se ponían de acuerdo
para cerrar su calle, transformando el espacio público en privado de forma
irregular (Cabrera Montiel y Delgado, 2018).
Desde aquel
entonces, esta modalidad de segregación voluntaria ha ido en aumento,
propiciando que los desarrollos habitacionales construidos por las
inmobiliarias establezcan el encierro de su población dentro de barreras
físicas en busca de una sensación de seguridad. Pero, de acuerdo con Espino
Méndez (2008), esta práctica es un detrimento para el desarrollo urbano, ya que
rompe con la estructura de la ciudad; genera cinturones de marginación a su
alrededor; segrega a la población, limitando la accesibilidad a servicios
urbanos y provoca el desarraigo de la población hacia su entorno local.
Como se puede
apreciar en la figura 4, un muro sin accesos crea un espacio carente de
actividad de cualquier tipo, por lo que no habría razón alguna para transitar
por la zona. Las actividades y el movimiento humano dan vida a los espacios
públicos; un sitio sin actividad, además de depreciarse, se convierte en un
lugar de paso que la gente prefiere evitar debido a la inseguridad que
representan. Cuando una barrera física se combina con un parque urbano donde
nunca se han llevado a cabo actividades para su conservación y reconocimiento,
el resultado es la marginación e invisibilización del
espacio público.
Figura 4. Marginación y abandono al exterior del fraccionamiento los héroes
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Fuente: elaboración propia (2021)
En la zona de
Tlapacoyan y sus alrededores, es evidente el efecto provocado por las barreras
físicas. Sin embargo, es posible que no sea tan obvia la forma como estas
barreras limitan el acceso de la población a los servicios públicos. Después de
realizar un análisis geoespacial, se encontró que, debido a los muros de
fraccionamiento, los residentes que viven dentro de Los Héroes y el conjunto
habitacional Santa Lucia 4, no pueden caminar cómodamente hacia ninguno de los
puntos de acceso al parque urbano Tlapacoyan. En su lugar, deben hacer el
recorrido hasta el acceso principal, lo cual implica trayectos de más de
seiscientos metros (figura 5).
Figura 5. Cobertura desde
accesos del parque urbano sobre vialidades aledañas
Fuente: elaboración
propia con base en datos del Censo Geoestadístico (Inegi,
2020).
En el mapa
presentado en la figura 5 se puede observar que todo el costado oriental está
totalmente desconectado de lo que podría ser un punto de encuentro e interacción
social. Esta zona se ha convertido en un gran predio del que la población
prefiere alejarse e ignorarlo. Se ha llegado al punto en que gran parte de los
habitantes de la periferia de Puebla no tienen conocimiento de la existencia
del parque urbano Tlapacoyan. La segregación voluntaria ha provocado que la
población que reside al interior de este tipo de desarrollos muestre poco
interés por lo que sucede más allá de los muros de su fraccionamiento. Ha
surgido una nueva dinámica en la que, al llegar a sus hogares, los residentes
prefieren no salir, ya que dentro de su asentamiento tienen áreas verdes para
uso exclusivo.
La segregación
voluntaria de la población es una dinámica más peligrosa que la segregación
forzada. En este caso es precisamente la propia sociedad la que busca aislarse
de su entorno, lo que dificulta el uso de mecanismos de presión social y
gestión participativa para tratar de remediarla. Académicos como Rosario Nava
(comunicación personal, 2022) y José Luis Moreno Muñoz (comunicación personal,
2022) coinciden en que las poblaciones segregadas voluntariamente difícilmente
querrían abandonar la seguridad que sus asentamientos les hacen sentir, más aún
cuando la segregación ha ido acrecentando a tal magnitud que los muros y
barreras físicas se han vuelto una necesidad para los residentes de este tipo
de desarrollos habitacionales.
Durante
conversaciones sostenidas con algunos habitantes del sur de Puebla, se
recopilaron diversas opiniones sobre la percepción de vivir al interior de un
fraccionamiento cerrado. La señora Tammara Ramírez
(comunicación personal, 2022) aseveró que residir en un conjunto cerrado brinda
sensación de seguridad a las familias, ya que únicamente los habitantes tienen
acceso. Además, mencionó que los portones eléctricos evitan la necesidad de
tener guardias de seguridad, quienes muchas veces pueden estar coludidos con
los criminales. Asimismo, destacó que en el caso específico de lugares como el
fraccionamiento Los héroes o el conjunto habitacional Santa Lucía, donde las
casas son tan pequeñas, la población predominante es de clase media, que vive
al día, y no busca hacer daño a otros. Finalmente, la señora Ramírez sostuvo
que al tener que pagar un mantenimiento, los residentes mantienen el alumbrado,
limpian las calles, cuidan su entorno y tratan de hacerlo más seguro.
De igual forma, el
señor Fernando Arana Gámez (comunicación personal, 2021), durante una
conversación informal, aseguró que no hay nada como llegar a la casa y
olvidarse del tráfico, del ruido y del ajetreo de la ciudad y poder relajarse
en los senderos internos de un fraccionamiento cerrado, sin tener que
preocuparse del lugar en donde se quedó estacionado el auto o de haber puesto
dos o tres chapas para sentirse seguro. Para los habitantes de un
fraccionamiento cerrado es muy cómodo llegar a su domicilio y olvidarse de los
problemas en el entorno inmediato.
Este tipo de
comentarios son frecuentes entre la población. La sociedad prioriza la
seguridad de sus familias por encima de todo. No importa si el asentamiento
tiene acceso a espacios públicos o si está alejado de centros de trabajo; lo
más importante para los residentes es que sus viviendas estén protegidas por
barreras físicas. Sin embargo, al ignorar las dinámicas del exterior, se genera
una desconexión hacia todo lo que rodea a los asentamientos cerrados. Se ha
arraigado en la población la ideología de que la tranquilidad y la seguridad se
pueden obtener únicamente al interior de un asentamiento cerrado, causando que
la ciudad carezca de actividades y movimiento. Un espacio sin personas se
vuelve un lugar de paso, sin vida y por supuesto, se convierte en un sitio
inseguro (Auge, 2000).
Las condiciones del
espacio público y la estructura de las vialidades, junto con las percepciones
de los residentes, han causado miedo hacia las poblaciones que residen en la
periferia y no comparten el mismo estatus social. Este fenómeno es definido por
Jordi Borja y Zaida Muxi como agorafobia urbana. Las
personas salen de su espacio privado únicamente para desplazarse hacia otro
entorno cerrado, de manera que se pierde el contacto y la interacción con su
contexto local, lo cual propicia el desapego y el desarraigo comunitario. Esto
es lo que ha provocado el abandono y el desinterés de la población hacia el
parque urbano Tlapacoyan (Borja y Muxi, 2003).
La dinámica de segregación que afecta los
alrededores del parque urbano Tlapacoyan es una réplica del modelo de suburbio
estadounidense, en el cual la población se establece porque encuentra entornos
donde se siente seguro, tranquilo y hasta cierto punto, con un estatus social
superior al de su entorno. Sin embargo, esta reproducción se ve limitada por
decenas de pequeñas viviendas de interés social, lo cual restringe el acceso a
los espacios de esparcimiento exclusivos para sus residentes. El sur de la ciudad
se ha desarrollado bajo el esquema del nuevo urbanismo, el cual promueve la
densificación de zonas residenciales y la integración de diferentes usos de
suelo, pero con una población objetivo diferente. Sin embargo, para el caso,
debido a los aspectos negativos de este esquema, se han creado comunidades
aisladas unas de otras, que velan por sus propios intereses, lo cual ha
fortalecido la segregación y ha dejado al parque urbano Tlapacoyan en medio de
una trampa comunitaria, por cuanto se ha excluido de los demás fraccionamientos
y viviendas de autoconstrucción. Como resultado, se contribuye, nuevamente, al
abandono de esta área verde urbana (Harvey, 2000).
Conclusiones
La invisibilización del parque urbano Tlapacoyan es el
resultado de diversas dinámicas poblacionales y urbanas que han tenido lugar en
la ciudad a lo largo de varias décadas. Una de estas dinámicas es la
apropiación irregular del territorio, que ha ocurrido ante la mirada permisiva
de las autoridades y se ha convertido en un paradigma común en el desarrollo de
la ciudad. El mercado del suelo no hace distinción alguna entre las diferentes
modalidades de régimen de propiedad, lo que ha hecho de la venta de ejidos una
práctica aceptable en la sociedad. Las familias poblanas están tan afanadas por
conseguir un espacio para asentarse que incurren en prácticas irregulares para
lograrlo. Aunque estas acciones han provisto de vivienda a la población,
también se constituyen en un peligro para la estructura urbana cuando las
lotificaciones de los vendedores varían de una parcela a otra. Al fraccionar
dos terrenos, las secciones colindantes no siempre van a coincidir entre ellas,
por lo que las vialidades pierden continuidad. Incluso, algunos lotes quedan
encerrados por otros, pero, sobre todo, no se destina superficie para fungir
como espacios públicos. Se prefiere dividir esa área en la mayor cantidad de
lotes posibles para tener mayores ventas.
Ahora bien, cuando
estos predios son adquiridos, las construcciones resultantes no siguen ningún
orden o patrón preestablecido, sino que se ajustan a los gustos y necesidades
de los compradores. En zonas en proceso de consolidación, como lo es el sur de Puebla,
la orientación de los lotes se determina en función de la facilidad de acceso a
servicios urbanos y vialidades. Como resultado, las viviendas se construyen de
espalda al parque urbano Tlapacoyan. Los particulares prefieren que su vivienda
quede de frente a una precaria avenida, la cual en un futuro pueda proveer
servicios, y no a un espacio abandonado, en donde no se ha visto ninguna clase
de acción para dotarlo con el mobiliario adecuado y hacerlo ver como un parque.
A medida que el
espacio es cada vez más abandonado, se usa para la construcción de más
viviendas. Esta presión urbana provoca la degradación de la vegetación
disponible y convierte al lugar en un entorno menos atractivo para la
interacción; lo que, a su vez, propicia aún más la apropiación del territorio
con fines que no benefician al medioambiente. Ya sean pequeñas o grandes, todas
las apropiaciones contribuyen al mismo fin, invisibilizar un espacio público
que, en vez de fungir como un punto de encuentro, actividad e interacción
social, se convierte en un terreno sujeto a apropiaciones que aceleran su
propia desaparición.
Por otra parte, el
gobierno no ha podido proteger el espacio y evitar la construcción de viviendas
particulares, el establecimiento de negocios privados ni los desarrollos
inmobiliarios completos. Los conflictos en la propiedad del espacio
imposibilitan que las autoridades realicen acciones para proteger el parque
urbano o incentivar a la población a hacer una apropiación positiva del
entorno. Sin embargo, eso no detiene a los agentes privados, quienes aprovechan
las debilidades en la gestión del territorio para adueñarse de forma irregular
del espacio público. El interés del gobierno por ciertos sectores de la ciudad
es evidente. Mientras que se expropiaron hectáreas de terrenos de forma
indiscriminada para la creación de la reserva territorial Atlixcáyotl
Quetzalcóatl, lo cual desplazó miles de pobladores originales, a otros sectores
de la ciudad, se detuvieron por completo las acciones para asegurar un área
natural protegida decretada. Como resultado, los usos y destinos del suelo se
dejaron a merced de intereses privados. El interés de las autoridades por uno u
otro sector de la ciudad está determinado por el flujo de actividades
económicas que dicho lugar pueda proveer y el tipo de desarrollos, comerciales
y habitacionales, que allí se proyecten. Por tal motivo, en Puebla, los grandes
planes se centran en el desarrollo de la zona conurbada, dejando de lado a los
sectores más vulnerables, quienes cuentan con menor acceso a espacios públicos
y servicios.
El modelo de
desarrollo urbano fuertemente basado en el aspecto económico abandona los
sectores de la ciudad que no figuran como sitios valiosos para la derrama
económica, no son de interés para grandes empresarios y no son llamativos para
dar renombre a los partidos políticos. El gobierno prioriza la asignación de
recursos para dotar de servicios e infraestructura a las altas esferas de la
sociedad, puesto que se considera son la población objetivo ideal para generar
una mayor actividad económica. Sin embargo, esta predilección sacrifica lugares
como el parque urbano Tlapacoyan y deja la urbanización de sus terrenos en
manos de los propios pobladores intereses privados y del sector inmobiliario.
El mercado
inmobiliario ejerce una influencia significativa en la estructura de la ciudad
de Puebla, más cuando se les otorga demasiada libertad a las inmobiliarias,
pues con ello se perdió totalmente el control de la expansión de la ciudad.
Siguiendo modas de la época y tratando de aparentar exclusividad, los
desarrollos inmobiliarios se construyen cada vez más alejados de la ciudad,
dejando vacíos urbanos. Esta estructura dispersa genera costos en dotación de
servicios, infraestructura y trayectos más largos, los cuales por sí mismos
provocan otra serie de problemas urbanos, como tráfico y generación de gases de
efecto invernadero. La mentalidad de las personas ha tenido una transformación
y se ha visto enfocada en la renta del suelo a toda costa con tal de obtener
beneficios económicos, dejando a un lado los aspectos ambientales y sociales.
Los destinos de las parcelas se definen con base en intereses privados y
desconectados de su entorno, lo que provoca trazas irregulares y segregación
urbana (Foladori, 2003).
Por otra parte, las
autoridades han fallado en proveer a la población de un entorno seguro para
asentarse, por lo que el gusto por los asentamientos cerrados ha proliferado
entre la sociedad. El modelo de conjunto cerrado se ha ido replicando por toda
la ciudad, imitando la exclusividad de esferas con altos niveles
socioeconómicos. Cuando estos asentamientos se encuentran rodeados por un
entorno ya marginado, no hacen más que acrecentar la marginación y las
diferencias sociales al exterior de sus muros. Esto da lugar a zonas abandonada
e inseguras, lo que afecta negativamente a los mismos asentamientos. Las
personas quizá no sientan el riesgo en el interior de sus fraccionamientos,
pero en el momento de cruzar el acceso hacia el exterior quedan expuestas a las
dinámicas de inseguridad, desconexión vial y estrés que sus propios hogares
están causando.
El crecimiento
desmedido de la ciudad ha propiciado un desarrollo sin planificación, por lo
que el gobierno deja de lado la planificación, y, en cambio, se dedica a tratar
de corregir problemas urbanos mediante parches. A medida que surgen nuevos
asentamientos, se buscan aquellos remanentes que por alguna razón no fueron
acaparados por el mercado inmobiliario y dentro de estos espacios se trata de
insertar servicios, equipamiento y las áreas verdes necesarias para la
población ya asentada. Los parques urbanos tienen cierta presencia dentro de la
mancha urbana de la ciudad de Puebla, pero al analizar sus características y
peculiaridades se notan ciertos patrones que se replican y que obedecen el
mismo modelo de implementación de proyectos forzados que caracterizan a la
política latinoamericana de las últimas cuatro décadas. Es preciso hacer valer
la legislación vigente y considerar las barrancas como zonas de preservación
ecológica, tal y como se tenía contemplado en el programa municipal de
desarrollo urbano 2007 (Moreno Muñoz, comunicación personal, 2022). Se debe
prohibir que agentes privados se apropien de zonas que pueden ser consideradas
de carácter federal.
Jane Goodall, reconocida activista
medioambiental, menciona en el documental Lecciones de vida de un espíritu
indomable, publicado por la Fundación BBVA Aprendamos juntos (2019):
¿Cuán bizarro es
que la criatura más intelectual que alguna vez haya caminado en el planeta
Tierra esté destruyendo su propio hogar? Somos intelectuales, pero no somos
realmente tan inteligentes, parece que hemos perdido sabiduría y estamos
tomando decisiones basadas en ¿cómo me ayudará esto ahora? ¿a mi familia ahora?
¿la siguiente junta de accionistas? ¿a mi próxima campaña política? No estamos
pensando en cómo estas decisiones afectarán a las futuras generaciones.
Esta línea de pensamiento dicta los intereses de
la expansión urbana, donde prevalece el beneficio individual por encima de
todo, y los instrumentos de planeación resultan inefectivos para prevenir o
corregir la ocupación del suelo por parte de agentes privados que imponen usos
y destinos sin considerar el bienestar social.
Es posible tener
una aproximación del paisaje urbano como un ente vivo y dinámico y, a su vez,
se puede usar la disciplina del diseño del paisaje para crear un espacio
público de calidad que se integre de manera armónica en su entorno natural y
cultural. Si se considera el parque urbano Tlapacoyan como una potencial
infraestructura verde para los núcleos urbanos, se puede lograr la promoción de
la sostenibilidad y la resiliencia para llegar a tener una sociedad más justa
(Álvarez Vallejo, 2018).
El parque urbano
Tlapacoyan ha llegado a las condiciones en las que se encuentra actualmente
debido a que jamás se han llevado a cabo acciones para su aprovechamiento como
espacio público ni para integrar a los asentamientos a su alrededor; por lo que
actores privados se apropiaron del lugar. En este sentido, se pueden
implementar una serie de propuestas urbanas impulsadas por la participación
social para valorizar el lugar como punto de encuentro e integración de
distintas comunidades:
·
Diseño de espacios para
actividades al aire libre, tanto deportivas como recreativas, integrando
canchas para practicar deportes, además de módulos de juegos infantiles.
·
Conformación de áreas de descanso
y de contemplación, con una dotación de mobiliario que incentive la permanencia
en el sitio.
·
Implementación de áreas verdes y
jardines temáticos con los distintos tipos de vegetación endémica del lugar,
así como huertos urbanos comunitarios.
·
Diseño de senderos y ciclovías
para fomentar la movilidad no motorizada y crear recorridos que sirvan para la
relajación de la sociedad.
·
Creación de un comité ciudadano
para el cuidado del parque, que involucre a vecinos y usuarios del parque.
·
Promoción de actividades y
eventos culturales en el parque, como ferias o conciertos de talentos locales,
para fomentar la participación y la creatividad de la sociedad.
·
Realización de encuestas y
consultas públicas para conocer las necesidades y demandas de los usuarios del
parque con el fin de diseñar un espacio público acorde a sus necesidades.
La recuperación de este espacio requiere de un
enfoque integral que considere tanto aspectos ambientales como sociales y
culturales, y que involucre a la comunidad en todas las etapas del proceso. En
definitiva, el rescate del parque urbano Tlapacoyan puede ser una oportunidad
con potencial único para mejorar la calidad de vida de la comunidad local,
fomentar la conservación del medio ambiente y promover la equidad y la justicia
social en la ciudad.
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