Identidad social y paisaje cultural en la comunidad indígena Embera Chamí de la vereda San Cayetano del municipio de Supía, Caldas, Colombia
Social identity and cultural landscape in the Embera Chamí community from the San Cayetano village of the municipality of Supía, Caldas, Colombia
Palabras clave:
Identidad cultural, Territorio, Paisaje cultural, Comunidad (es)Cultural identity, Territory, Cultural landscape, Communities (en)
Objective: This research article seeks to analyze the sociocultural dynamics given around the configuration of the relationship between social identity and the cultural landscape in the Embera Chamí indigenous community located in the San Cayetano village of the municipality of Supía, Caldas, Colombia. Methodology: From the description and analysis of qualitative and quantitative data, the historical identities, constituted by the political, economic, cultural, ecosystem and historical systems of the cultural landscape are realized. Finding: It is known that the cultural landscape is the result of the socio-cultural appropriation of nature, reflecting the social identity and the symbolic and functional assessment of the territory. Conclusion: The research that was carried out within the framework of the project "Socio-productive dynamics of cultural landscapes in the municipalities of Supía and Neira in the department of Caldas, Colombia", led by the research group Regional Studies: Society and Culture of the University National de Colombia allowed us to identify how shared identity consolidates and gives meaning to community life.
Identidad social y paisaje cultural en la comunidad indígena Embera
Chamí de la vereda San Cayetano del municipio de Supía, Caldas, Colombia
Social identity and cultural landscape in the Embera Chamí
community from the San Cayetano village of the municipality of Supía, Caldas,
Colombia
Fecha
de recibido: 04 / 07 / 2019
Fecha
de aceptación: 16 / 10 / 2019
Fredy Antonio Rincón
Villanueva. Profesional en Gestión Cultural y
Comunicativa de la Universidad Nacional de Colombia, con más de 2 años de
experiencia profesional en el campo de la investigación y comunicación
sociocultural con comunidades en condición de vulnerabilidad. Manizales –
Colombia. Correo
electrónico:
farinconv@unal.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5576-6746
Cómo citar este artículo
Rincón Villanueva, F.A. (2020).
Identidad social y paisaje cultural en la comunidad indígena Embera Chamí de la
vereda San Cayetano del municipio de Supía, Caldas, Colombia, NOVUM, 1(10), 100 - 123.
Resumen
Objetivo: Con el presente artículo de investigación se busca
analizar las dinámicas socioculturales dadas en torno a la configuración de la
relación entre la identidad social y el paisaje cultural en la comunidad
indígena Embera Chamí ubicada en la vereda San Cayetano del municipio de Supía,
Caldas, Colombia. Metodología: A partir de la descripción y análisis de
datos cualitativos y cuantitativos se da cuenta de las identidades histórica,
vivida y proyectual, constituidas por los sistemas político, económico, cultural,
ecosistémico e histórico del paisaje cultural. Hallazgo: Se da a conocer
que el paisaje cultural es el resultado de la apropiación sociocultural de la
naturaleza, reflejando la identidad social y la valoración simbólica y
funcional del territorio. Conclusión: La investigación que se desarrolló
en el marco del proyecto “Dinámicas socioproductivas de los paisajes culturales
en los municipios de Supía y Neira en el departamento de Caldas, Colombia”,
liderado por el grupo de investigación Estudios Regionales: Sociedad y Cultura
de la Universidad Nacional de Colombia permitió identificar cómo la identidad
compartida consolida y da sentido a la vida en comunidad. Palabras clave: Identidad
cultural; Territorio; Paisaje
cultural; Comunidad.
Abstract
Objective: This
research article seeks to analyze the sociocultural dynamics given around the
configuration of the relationship between social identity and the cultural
landscape in the Embera Chamí indigenous community located in the San Cayetano
village of the municipality of Supía, Caldas,
Colombia. Methodology: From the description and analysis of qualitative
and quantitative data, the historical identities, constituted by the political,
economic, cultural, ecosystem and historical systems of the cultural landscape
are realized. Finding: It is known that the cultural landscape is the
result of the socio-cultural appropriation of nature, reflecting the social
identity and the symbolic and functional assessment of the territory.
Conclusion: The research that was carried out within the framework of the
project "Socio-productive dynamics of cultural landscapes in the
municipalities of Supía and Neira
in the department of Caldas, Colombia", led by the research group Regional
Studies: Society and Culture of the University National de Colombia allowed us
to identify how shared identity consolidates and gives meaning to community
life. Keywords: Cultural identity; Territory; Cultural
landscapes; Communities.
Introducción
En Colombia para los pueblos indígenas de visión ancestral, el progreso y
mejoramiento de la
calidad de vida, tienen que ver con la forma de habitar el territorio,
caracterizado por un nivel de vida con sentido tradicional y colectivo, la
vivencia sociocultural, el rol político, el sistema de economía tradicional y
con una rica oferta ecosistémica.
Una de las visiones más
claras para los pueblos indígenas consiste en tener un territorio con garantía
jurídica y de propiedad colectiva, que permita mantener prácticas y
conocimientos propios basados en legados ancestrales. La delimitación de
territorios indígenas conlleva a la construcción del resguardo; zonas territoriales creadas desde la época
colonial para que se resguarden los indígenas y tengan la libre expresión de su
identidad; de igual forma, estos territorios han sido el escenario de luchas indígenas
Latinoamérica,
permitiendo resistir diferentes procesos de homogenización o mestizaje, como la
colonización del Siglo XIX o la actual globalización del mercado, llevando a la
creación de territorios identitarias que a su vez contienen un paisa cultural.
La vereda de San
Cayetano hace parte de las 32 comunidades del Resguardo indígena Cañamomo y Lomaprieta, ubicado entre los municipios
de Supía y Riosucio. Es un territorio con geografía montañosa habitado
ancestralmente por comunidades indígenas, que han obtenido autonomía
territorial a través de luchas sociales que permitieron su reconocimiento en la
Constitución Política de Colombia de 1991, y en diferentes tratados
internacionales como el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo
- OIT.
En este sentido, el
objetivo de este artículo es comprender la configuración de la relación entre
la identidad social y el paisaje cultural, para ello, se realiza un trabajo
etnográfico, donde se describen los elementos socioculturales que identifican a
la comunidad indígena Embera Chamí ubicada en la vereda de San Cayetano. Este
trabajo permite ampliar el conocimiento científico sobre las comunidades
indígenas de Supía, proporcionando información sistemática que reflejan la
realidad de este nuevo hábitat ancestral contemporáneo, favoreciendo la
planificación y gestión del territorio y aportado a la conservación del
patrimonio cultural y natural.
La presente
investigación se realizó en el grupo de investigación Estudios Regionales: Sociedad y Cultural, adscrito a la
Universidad Nacional de Colombia. En el proceso se contó con la participación
de la población general y actores claves como los cabildantes, sabedores,
mayores, médicos tradicionales, líderes grupales y representantes
institucionales. Se logró crear un proceso participativo donde las narraciones
y vivencias cotidianas de los habitantes locales se constituyeron en uno de los principales insumos,
complementado con
información secundaria.
Para realizar dicha
investigación se abordaron tres tópicos principales: Primero, la identidad
social es una construcción cronológica constituida por elementos del pasado, el
presente y el futuro. Segundo, el paisaje cultural es un polisistema
donde confluyen cinco dimensiones: Ecosistémica, histórica, económica, cultural
y política. Y tercero, el territorio puede tener dos valoraciones: Simbólica y
Funcional.
La metodología de esta
investigación se desarrolla como un estudio interpretativo que busca explicar
la realidad social a partir de datos cualitativos y cuantitativos con el
objetivo de conocer, analizar e interpretar un interaccionismo simbólico
ancestral compartido por los habitantes de una comunidad en un territorio y un
contexto marcado por la tensión entre lo tradicional y lo postmoderno. Por lo
tanto, se pretende “obtener una comprensión profunda de los significados y
definiciones de la situación tal como nos la presentan las personas” (Lévano,
2007, p. 71) marcados en un contexto de globalización y luchas de poder por el
reconocimiento de las identidades locales y la inmersión del mercado global.
En el trabajo de campo se utilizó el método etnográfico con un carácter
fenomenológico para
dar más relevancia a las experiencias narradas, a las acciones vividas, a los
gestos manifiestos y a los diferentes elementos que constituyen la realidad de
la comunidad de San Cayetano, tales como: Los conocimientos y prácticas tradicionales, los lugares, los hitos y
personajes históricos, la estructura organizativa, la historia, las prácticas
productivas, las festividades, los ecosistemas, la medicina tradicional, entre
otros.
El artículo está
constituido por cuatro partes, la primera aborda el marco teórico, la segunda
la metodología, la tercera los resultados donde se describe la identidad
histórica, vivida y proyectual a través de elementos políticos, económicos, culturales, históricos y ecosistémicos,
la cuarta y última parte, contiene las conclusiones y recomendaciones.
1. Marco teórico
Para entender el
concepto de “indígena” en la época contemporánea, es imperativo remontarse a su
origen, el cual, proviene de un desconocimiento por parte de Cristóbal Colón al
confundir el “Nuevo Mundo” con la India en el Siglo XV; de ahí surge el indio, como
una categoría identitaria que buscaba la dominación de la cultura Occidental
sobre el “otro” (cultura ancestral Andina), de ahí que “el mestizaje tal y como
ocurre en el contexto colonial tiene el carácter inmoral de la dominación de
una sociedad y cultura sobre la otra” (Sánchez Parga, 2009, p. 87), logrando
proyectar esta dominación a las creencias, valores, sentidos y significados.
Esta estela
colonizadora en la región Andina dominada por una sociedad blanco mestiza,
también estuvo latente en la época de independencia del Siglo XVIII y XIX,
aunque la mayoría de países les otorgaron la ciudadanía a los indígenas; sus
creencias, cosmovisión e identidades estuvieron al margen de la construcción de
las naciones, emprendido por las élites Latinoamericanas (Stavenhagen,
2002, p. 2). Es a partir de los años 50 que las comunidades indígenas empiezan
un resurgir, consolidando un proceso social por el reconocimiento de su
identidad ancestral, en un mundo marcado por la interculturalidad.
Durante la época moderna,
con el surgimiento de una colonial cultura del mercado con el mismo efecto homogenizador que el Mestizaje de la colonización, los
indígenas han llegado a identificarse como indígenas andinos, integrándose más
o menos en la sociedad mestiza, lo que implica, una lucha por el
reconocimiento, pero al mismo tiempo un proceso de interculturalidad y pérdida
de tradiciones, sin implicar necesariamente un proceso de “desindigenización”.
Siendo la comunidad y la lengua, las matrices de identidad indígena y diferenciación
con el “otro” (Sánchez Parga, 2009, pp. 90-94).
En el mundo
contemporáneo globalizado y mercantilista ningún grupo social se encuentra
aislado, implicando que lo local sea un aspecto inmerso en lo global, más que
un opuesto; en este contexto surgen procesos por la defensa territorial, que se
articulan a la reivindicación de las identidades individuales y colectivas de
las comunidades indígenas como un proyecto político para la emancipación, más
que para la exclusión del “otro”. De igual manera en este escenario surgen
tendencias hacia el control local y la autonomía comunitaria, donde la
reconstrucción de las identidades particulares surge como resistencia a la
inmersión de la globalización que reemplaza lo comunitario por lo privado (Castillo
Gómez, 2008, pp. 91-107).
En este orden de ideas,
es importante resaltar que “gracias a la identidad los pueblos se diferencian
unos de otros y afirman su derecho ha existir de
manera distinta” (Tibán Guala, 2009, p. 3).
Entendiendo la identidad como el sentido de pertenencia que tienen las personas
con respecto a un grupo social, que para el caso de los indígenas está
profundamente ligado a lo comunitario, como si ser indígena fuera sinónimo de
“pertenecer a una comunidad: pertenecer a un pueblo, […] con su propia lengua,
su propio territorio” (Sánchez Parga, 2009, p. 128), lo que implica un mayor
grado de conciencia de sí mismos como indígenas.
En concordancia con lo
anteriormente dicho, “la comunidad es territorio social y territorio físico, un
espacio de referencia en la construcción de las identidades y las demandas
étnicas; de ahí deriva su importancia en la construcción del discurso indígena”
(Tibán Guala, 2009, p. 106). Teniendo en cuenta que
la comunidad también es territorio, el “territorio e identidad estarían
estrechamente ligados y se retroalimentarían de manera permanente. Esta integración entre el territorio y la
subjetividad de la vivencia identitaria se produciría sobre todo cuando los
grupos sociales adquieren una conciencia de sí mismos” (Tibán
Guala, p. 101), que para el caso de los indígenas resurgió al final del Siglo
XX y principios del Siglo XXI.
Es por eso que, de
acuerdo a Giménez (2016), el territorio también presenta operaciones
simbólicas, sirviendo como lienzo sobre el cual los actores sociales plasman su
concepción de la realidad, que para el caso de los pueblos indígenas andinos se
basan en lo comunitario, el respeto por la naturaleza y el reconocimiento con prácticas
ancestrales, todo lo
anterior permite la configuración de una identidad indígena que aunque mestiza,
se ha reconocido en su diferencia y busca su emancipación a través de su
identidad.
Con relación a lo
mencionado anteriormente, el sociólogo Bassand (1981,
p. 5) plantea que la identidad es una construcción cronológica, constituida por
la Identidad histórica o patrimonial,
que hace referencia a la memoria colectiva, al patrimonio y los hitos
históricos; la identidad vivida, donde se encuentran las prácticas
tradicionales y cotidianas realizadas en el presente, y la identidad
proyectual, que contiene la visión a futuro de la comunidad. En este sentido,
la identidad indígena se constituye en un complejo sistema cultural que
ha sufrido permanentes transformaciones, pero ha perdurado en el tiempo,
estableciendo unos parámetros para las relaciones sociales en un territorio,
dando como resultado la construcción de un paisaje, que no es más que la
valoración simbólica y sentimental del territorio y fuente matriz de la
identidad.
Por otra parte, el paisaje, al
igual que los movimientos indígenas es relativamente nuevo, surge a
partir de las discusiones sobre el desarrollo sostenible en 1980. En este
sentido, los geógrafos Marina Frolova y Georges
Bertrand asumen el paisaje como “la “entrada” socio-cultural en el sistema
ambiental que proviene de la conversión del medio ambiente en un recurso en el
acto de la percepción y uso directo” (2006, p. 266); pero, también la
conversión en un sentido simbólico y sentimental del territorio. Es por tal
razón que, los geógrafos Frolova y Bertrand asumen el
estudio del paisaje a partir de una relación polisistémica,
donde confluyen cinco sistemas: Ecosistémico, histórico, económico, cultural y
político (Frolova y Bertrand, p. 266), aportando a
una visión mucho más amplia y dinámica del paisaje.
Teniendo en cuenta lo
anteriormente dicho, es importante resaltar que la construcción y
transformación del paisaje está ligada con la valoración-apropiación que el
hombre le da al territorio, que, según Giménez (2016, p. 120), pueden ser una valoración
instrumental-funcional que da cuenta de la apropiación del entorno como un
recurso, y una valoración simbólica-expresiva, en la cual el territorio es
objeto de apego emocional y sentimental. Ambas valoraciones del territorio
tienen representaciones directas sobre el paisaje y varían según el modelo
socio-cultural que impere, que para los indígenas es de respeto y conservación
de los ecosistemas en contraposición de la globalización mercantilista.
Recogiendo lo antes
mencionado, el paisaje es una construcción simbólica sustento de la identidad,
que desde una perspectiva polisistémica, ha venido
adquiriendo mayor importancia en las decisiones territoriales y en el
reconocimiento a los indígenas. Aunque el sistema cultural, no ha tenido mucho
protagonismo puesto que se privilegian otros sistemas como el ecosistémico,
económico y político relacionado con la visión funcional de la naturaleza. Es
importante resaltar que “la cultura puede influir en el desarrollo social y
económico de una región sólo por mediación de la identidad” (Giménez, p. 142)
por lo cual, el desarrollo en la época moderna debe verse de una manera mucho
más integral, tal como el paisaje.
Por otro lado, también es
necesario hablar de Desarrollo. Según autores como Bertoni, Castelnovo,
Cuello, Fleitas, Pera, Rodríguez y Rumeau, explican
que:
El moderno concepto de desarrollo apareció a mediados del Siglo XX con
una fuerte impronta economicista; que desde fines de los años sesenta ha
surgido un conjunto de críticas a ese reduccionismo económico, y que en los
últimos treinta años se ha ido gestando una concepción más integral y compleja
del fenómeno. (2011, p. 23).
Vale la pena aclarar,
que el desarrollo hace referencia a “el proceso que habilita cambios orientados
a mejorar las condiciones de la vida humana” (Bertoni et al., 2011, p. 17).
Pero, cada comunidad tiene su propia visión de desarrollo, lo cual responde a
unos patrones socio-culturales compartidos colectivamente y que logran
constituirse en referentes que identifican y diferencian a un individuo o un
grupo.
De manera resumida, las comunidades indígenas
buscan implantar su propia visión de desarrollo a partir de un sistema
sociocultural tradicional e intercultural, para ello el territorio-comunidad se
presenta como una matriz de la identidad indígena andina, reflejando la
apropiación simbólica y funcional del territorio; a partir de ahí, surge el
paisaje como un escenario sobre el cual se perciben las acciones que el hombre
hace sobre la naturaleza, encaminadas hacia el reconocimiento y emancipación
indígena en la época postmoderna.
2. Metodología
La investigación se desarrolló
como un estudio interpretativo a partir de datos cualitativos y cuantitativos
que permiten conocer, analizar e interpretar un interaccionismo simbólico
constituido a través del tiempo por una comunidad. Se pretende “obtener una
comprensión profunda de los significados y definiciones de la situación tal
como nos la presentan las personas” (Lévano, 2007, p. 71) a través de una
relación dialógica entre la comunidad, los autores y el investigador.
Para la recolección de
información se utilizó el método etnográfico que consiste en la descripción de
eventos, prácticas, vestuarios, lugares y demás elementos que identifican a una
comunidad. Dicho método tiene un carácter fenomenológico por tal motivo, se da
más relevancia a las experiencias narradas, a las acciones vividas, a los
gestos manifiestos y a los diferentes elementos que constituyen la realidad de
la comunidad de estudio.
En este orden de ideas,
se implementaron técnicas para recolección in
situ de información de campo como la observación (participante y no participante), la entrevista
(semiestructurada), la historia de vida, la encuesta y la revisión de fuentes secundarias (monografías, documentos
históricos e institucionales y registros audiovisuales). Durante el proceso, se
mantuvo un contacto constante con actores claves como los sabedores, líderes,
funcionarios, mayores y cabildantes y con la comunidad en general.
Para la selección de
referentes teóricos se consultaron diferentes autores que compartieran una
visión sistémica, donde se resaltan los aportes del sociólogo Michel Bassand sobre la construcción cronológica de la identidad
(pasado, presente y futuro), los geógrafos Frolova y
Bertrand quienes abordan el paisaje desde perspectiva polisistémica
constituida por los sistemas político, económico, histórico, cultural y
ecosistema, y el sociólogo Giménez quien aborda el territorio desde una
apropiación simbólica y funcional, al igual que expertos en el tema
contemporáneo sobre las reivindicaciones indígenas.
La investigación se
desarrolla por medio de tres fases: En la primera fase, se realizó una
prospección social de la vereda de estudio; en la segunda fase, se llevó a cabo
la recolección de información por medio del trabajo de campo in situ; y en la tercera fase, se
analizó e interpretó la información utilizando la triangulación.
3. Contexto del proyecto
El territorio que
actualmente conforma la jurisdicción del resguardo Indígena Cañamomo y
Lomaprieta se ubica entre los municipios de Riosucio y Supía en el departamento
de Caldas. Está situado a 1.183 m.s.n.m. en las estribaciones de la Cordillera
Occidental de Colombia, en la vertiente del rio Cauca y tiene una extensión de
4.826 hectáreas. Administrativamente cuenta con 32 comunidades, 20 de ellas
ubicadas en el municipio de Riosucio y los 12 restantes en el municipio de
Supía, de las cuales hace parte la vereda de San Cayetano.
La vereda San Cayetano
tiene una extensión de 143.2 hectáreas dividas en tres sectores: Sector Alto,
Sector Medio y Sector Bajo, los cuales limitan al norte con la vereda Murillo y
el Río Supía, al occidente limita con el municipio de Riosucio, al Sur con la
vereda Santa Cruz y al Oriente con el corregimiento Guamal (ver Mapa 1).

Mapa 1. Localización geográfica de
la vereda San Cayetano.
Fuente:
GTA Estudios Regionales:
Sociedad y Cultura (21 de julio de 2016).
4. De la identidad histórica
Según referentes
históricos, el resguardo Cañamomo Lomaprieta se creó mediante Cédula Real
expedida por Carlos I de España el 10 de marzo de 1.540. Poco tiempo después,
en 1.627, cuando los Pirzas y Umbras que habían sido
sacados del actual Bonafont se unieron con los Cumbas se formó el resguardo,
ocupado en la época precolombina por grupos indígenas como Zopías, Quinchías, Ansermas, Guáticas, Pirzas, Chamíes, Carrapas, Irras, Cumbas y Umbras,
entre otros, que sufrieron el dominio del mestizaje de la colonización.
De acuerdo a los
estudios realizados por Sánchez (2002, p. 328), los indígenas Embera Chamí que
habitan el resguardo Cañamomo Lomaprieta provienen de reducciones mineras del
Rio Arma. Durante la época colonial fueron constituidos como mano de obra extractora
de oro, debido a que esta zona fue una de las más importantes fuentes de este
mineral en la época colonial. De igual manera, esta etnia se ha caracterizado
tradicionalmente por la medicina tradicional y el cultivo de maíz y frijol para
el consumo y el trueque con otras comunidades.
En el Siglo XVIII la
historia del resguardo Cañamomo Lomaprieta giró en torno a los procesos de
colonización, lo que ocasionó desde un principio pleitos y conflictos por la
apropiación de los recursos, principalmente el oro. El proceso de colonización
tuvo efectos importantes en la apropiación del territorio y la constitución de
los municipios:
[…] se observa cómo se utiliza el resguardo para favorecer la
explotación minera, además los distritos de Supía y Marmato acapararon tierra
que luego será vendida a los colonos, comerciantes y dueños de minas. Este es
el fenómeno que ya se venía presentando desde la segunda mitad del Siglo XIX,
pero a partir de 1874 se evidencia una brusca penetración de la colonización
antioqueña a los municipios de Riosucio, Supía, Quinchía y Marmato, constituyendo un modelo sui generis en lo que a descomposición de comunidades
indígenas se refiere (Valencia Llano, 2000, p. 354).
En el Siglo XVIII, la
vereda de San Cayetano hacía parte de la vereda Guamal, donde habitaba en su
mayoría la familia Moreno Moreno, quienes compraron
40 esclavos de Monzabique en 1700. En 1773 en un acto
bondadoso, Simón Pablo Moreno y Ana Josefa Moreno, les concedieron la libertad
a los esclavos africanos, proporcionándoles a todos los apellidos Moreno Moreno y entregándoles parte de la tierra de Guamal,
llevando a que este territorio se poblara por afrodescendientes, con presencia de indígenas y colonizadores antioqueños.
Entrando el Siglo XX,
recibieron fuertes influencias de la empresa cafetera, por lo que los
indígenas, fueron desplazados a terrenos muy pequeños, llevándolos a emplearse
como jornaleros cafeteros de grandes terratenientes. La familia Moreno Montoya
por tener la mayor extensión de tierra durante la época, fueron los que
pusieron el nombre de San Cayetano a la finca aún perteneciente a Guamal. Para
mediados del siglo había indígenas en el territorio, pero no había un
reconocimiento legítimo de su resguardo ni de las comunidades indígenas que
allí habitaban.
Según las narraciones
de Oscar Guapacha, un mayor de la comunidad, para
inicios del Siglo XX San Cayetano era una finca de Guamal donde habitaban tres
familias principales: Los Moreno Velarde, los Moreno Montoya y los Velarde. La
finca se fue poblando por familias foráneas, indígenas y afros que servían como
mano de obra, llevando a que la finca se fuera poblando hasta lograr la
independencia como vereda; a mediados del Siglo XX las familias foráneas tenían
sus primeros hijos nacidos en San Cayetano llevando a un mayor apego por la
familia y lo comunitario.
Durante los años 50 hasta los 80, las familias
de San Cayetano estuvieron fuertemente afectados por la violencia bipartidista,
llevando a que se integraran en grupos como la Asociación Nacional de Usuarios
Campesinos - ANUC, con los cuales experimentaron la represión social de la
época. Según el Ministerio del Interior y OREWA, muchas fueron las victimas
durante ese lapso de tiempo (2013, p. 39), también por la defensa de los
derechos indígenas y afrodescendientes.
En la década de los 80
los habitantes de San Cayetano estuvieron afectados por la presencia de las Fuerzas
Armadas Revolucionaras de Colombia – ejercito del pueblo - FARC-EP. Al final de
la década y principios de los noventa, después de diferentes luchas sociales,
se logra la legitimación de las comunidades indígenas, reconociéndoles derechos
en la Constitución Política de Colombia de 1991 y tratados internacionales como
el Convenio sobre pueblos indígenas y tribales de la Organización Internacional
del Trabajo
Dentro de la dimensión
económica, durante la primera mitad del Siglo XX, se resalta el sistema
productivo de café y la minería como principales actividades, manejadas por terratenientes que
entregaban tierras a
familias foráneas y locales a cambio de la mano de obra, para la segunda mitad
del Siglo, la economía empezó a migrar hacia el cultivo de caña y la ganadería.
Por otra parte, las
relaciones culturales estaban basadas en la celebración de las fiestas de las
Mercedes, realizadas cada año por doña Magola Moreno Montoya, hasta 1985, año
de su fallecimiento. Las festividades se retomaron en 1995 por el presidente de
junta de acción comunal Oscar Guapacha, quien propone
celebrar la fiesta de San Cayetano, de igual forma, celebraban de manera
colectiva fechas importantes como la Navidad o el día de los niños.
Teniendo en cuenta los
relatos del mayor Oscar Guapacha, San Cayetano se
constituyó oficialmente como comunidad indígena a partir de 1995 por medio de
la elección del primer cabildante; esto responde a los derechos adquiridos por
las comunidades minoritarias en la Constitución Política de 1991, lo cual les
permitió adquirir la autonomía y propiedad ancestral del Resguardo Indígena de
Cañamomo y Lomaprieta, entre otros territorios ancestrales.
En este orden de ideas, la identidad histórica
de la comunidad de San Cayetano se ha venido configurando desde la época
precolombina, pasando por la colonización española del Siglo XV, la
colonización antioqueña del Siglo XIX y XX, los conflictos sociales del Siglo
XX, la reivindicación de los derechos indígenas en la Constitución Política de
1991; cada uno de esos hitos han llevado a que el territorio se configure como
elemento matriz de la identidad y la emancipación indígena, en un contexto
intercultural con presencia de afrodescendientes y antioqueños. Al final del Siglo
XX el resguardo indígena es el modelo sociocultural que prevalece, por lo que
sus habitantes se han adaptado a las dinámicas propias de las comunidades
indígenas.
5. De la identidad vivida: Caracterización de la comunidad de San Cayetano
5. 1 Contexto general
La vereda de San Cayetano tiene una
población aproximada de 1.280 habitantes, divididos en 320 familias. Según la
encuesta realizada en el 2016 para esta investigación, el 83% de la población
se identifican como indígenas Embera Chamí, el 17% restante provienen de otros municipios
y no se identifican con ninguna comunidad minoritaria. Actualmente la vereda
hace parte del Resguardo Cañamomo y Lomaprieta, por lo que todos sus habitantes
se rigen bajo la jurisdicción indígena representada por los cabildantes y el
resguardo.
Por el hecho de pertenecer a una identidad
indígena que ha estado en constate dominación y en las últimas décadas en lucha
por el reconocimiento, se configura una identidad
de resistencia (Castells, 1998, p. 30-32) apoyada en el resguardo o territorio
como un escenario político, que buscan la conservan de sus tradiciones
organizativas, económicas y culturales, y donde se pueden encontrar prácticas
como la minería de cúbito, la medicina tradicional, el cultivo de la huerta,
las mingas, el trueque, los rituales, entre otras; cada una de estas prácticas
y conocimientos tradicionales los identifica y sirven como un elemento político
y de resistencia que se materializa sobre el paisaje cultural de San Cayetano.
5.2 Dimensión político organizativa
La dimensión
sociopolítica del Resguardo Cañamomo y Lomaprieta está determinada por el Cabildo, organizado jerárquicamente en
cabeza del gobernador, seguido por el Consejo de Mayores, constituido por ex
gobernadores, después están los cabildantes, uno por cada vereda, la guardia
indígena y finalmente la comunidad. Los procesos de participación democrática
se desarrollan a través de asambleas generales y comunitarias que sirven para
la toma de decisiones y la socialización de propuestas y/o proyectos.
Según Oscar Aníbal
Largo, exgobernador de Cañamomo y Lomaprieta, la organización del cabildo se
define como:
Un grupo de personas que se
unen para buscar soluciones. Para el resguardo es el cabildo la organización
legítima que la comunidad indígena ha definido para orientar los procesos
políticos organizativos integrales. Este se convierte en el medio para buscar
el logro de objetivos comunes, establecer el orden social, económico y
productivo en el territorio (Conversatorio, 5 de noviembre de 2008, en Plan de
Vida Resguardo Indígena Cañamomo y Lomaprieta, 2009, p. 106).
En este sentido, la
dimensión política del paisaje en los resguardos se configura a través de la
organización del cabildo, por lo cual se crea el Plan de Vida, un documento que
guía en el direccionamiento y ordenamiento del territorio indígena; este
documento se construye de manera participativa a nivel del resguardo y se
considera como un elemento necesario para establecer acciones claras frente a
temas políticos, económicos y culturales propios de la comunidad.
De acuerdo a lo dicho
anteriormente, el cabildo se configura como una estructura política de
emancipación y defensa territorial permitiendo la conservación de la identidad
indígena. La organización del cabildo de Cañamomo y Lomaprieta cuenta con las
áreas de salud, jurídica, recursos humanos, territorio, educación, soberanía
alimentaria, administración y gestión y medio ambiente; cada una de las áreas
se gestionan en grupos de apoyo que lideran programas a nivel veredal como la reforestación,
las mingas de salud, los proyectos de becas, las festividades, la formación
artística y deportiva, entre otras. Este mecanismo de distribución en grupos de
apoyo veredales permite comprender la importancia que tiene para los indígenas
lo comunitario y local, donde se conserva y vive la identidad.
Además, el resguardo
indígena Cañamomo y Lomaprieta tiene una relación directa con las Alcaldías de
Supía y Riosucio por hacer parte de sus jurisdicciones; es por medio de estas
instituciones que se gestionan proyectos, se realizan desembolsos
institucionales y se aprueban ayudas como las de Familias en Acción, Adulto
Mayor, Unidad de Victimas, entre otras, direccionadas para las comunidades
indígenas a través de los grupos de apoyo que se instauran en cada una de las
32 veredas.
En la vereda de San
Cayetano se han establecido cinco grupos de apoyo tal como se puede observar en
la Tabla 1 cada uno de los grupos tiene como objetivo conservar y replicar las
prácticas que identifican la comunidad indígena Embera Chamí asentadas en el
Resguardo Cañamomo y Lomaprieta; en conclusión, estos grupos de apoyo son una
estrategia política para la conservación de la identidad indígena de manera
integral y poder materializar parte del proyecto político de emancipación.
Tabla 1. Grupos de
apoyo conformados en San Cayetano.
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Grupos |
Actores /partici-pantes |
Rango de edad |
Objetivo |
Actividades |
Tipo de Organización |
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Salud y vida |
11 integrantes |
18 – 80 Años |
Integrar a los adultos mayores entorno a actividades que promuevan
la salud y calidad de vida. |
Realizar ejercicios deportivos, talleres de medicina tradicional y
campañas de salud. |
Comunitaria |
|
Grupo de Jóvenes |
18 integrantes |
5 – 24 Años 90% < 15 años |
Crear espacios para el aprovechamiento del tiempo libre y el relevo
de la cultura tradicional. |
Realizar talleres de manillas, música y danza, creación de huertas
comunitarias, practicar deportes. |
Comunitaria |
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Grupo Protierra |
Familias que no tienen lotes para construir su casa |
20 – 65 Años |
Organizar un grupo para gestionar lotes y construir casas para las
familias que no lo Tienen. |
Gestionar lotes y construir casas para familias que no tienen. |
Comunitaria |
|
Grupo Mujeres en Acción |
Familias beneficiarias del programa Familias en Acción. |
18 – 60 Años |
Dinamizar estrategias de corresponsabilidad para las mujeres
beneficiarias del programa Familias en Acción. |
Programas de reforestación, huertas, capacitaciones, entre otras. |
Comunitaria |
|
Seguridad Alimentaria |
4 familias y Grupo de Jóvenes |
35 – 65 13-18 Años |
Conservar el conocimiento tradicional y plantear una posición
política frente a la posesión y uso de los recursos Naturales. |
Criar vacas y gallinas, cultivar huertas caseras, guardar semillas
tradicionales (Frijol y maíz). |
Sociopolítica Comunitaria |
Fuente: GTA Estudios Regionales: Sociedad y Cultura (21 de junio de 2016).
Como se puede observar
en la Tabla 1, los grupos de apoyo ayudan a reforzar la identidad social a
través de las relaciones comunitarias. El Grupo de Jóvenes se constituye en un
semillero que permite el relevo generacional al momento de conformar los demás
grupos de apoyo. Estos grupos hacen parte de una estrategia para establecer una
posición política frente a la apropiación del territorio y la defensa de su
autonomía, logrando desarrollar acciones concretas que configuran el paisaje
cultural de San Cayetano como son las huertas caseras, la reforestación, las mingas
de salud, la formación artística, realización de jornadas de ejercicio,
creación de medicamentos naturales, las festividades, los lugares sagrados,
entre otras.
5.3 Dimensión Sociocultural: Medicina
tradicional
A partir de la relación con la naturaleza los
indígenas Embera Chamí han creado un amplio conocimiento sobre plantas
medicinales, reflejando una tradición que se ha conservado desde la época
precolombina. Este conocimiento médico incluye plantas como el limón, la
albahaca blanca, morada y canela, la Cartagena, la mejorana, la lengua de
suegra, el perejil, el llantén, el paico, el bledo rojo, la altamisa, el
cuerno, el novio, el poleo, el apio, la hoja santa, la citronela, el
limoncillo, el incienso y la mirra; estas plantas se cultivan en huertas caceras
y su manejo se aprende por herencia, en los grupos de apoyo o con los médicos
tradicionales.
Estas variedades de plantas son utilizadas
cotidianamente para tratar enfermedades como la gota, las inflamaciones, la
amibiasis, la trombosis, entre otras. Los mayores, personas de la tercera edad
reconocidos en la comunidad por su sabiduría, como Carmen Moreno y Carmen
Velarde, junto con los médicos tradicionales, son las únicas personas
encargadas de manipularlas y recetarlas, puesto que, poseen el conocimiento y
la experiencia otorgada por la madre naturaleza.
En este orden de ideas, la medicina
tradicional se establece como “un elemento constituyente y esencial en la
identidad” (Lisón Tolosa, 1997, pp. 10-16) indígena,
porque les permite diferenciarse y establecer procesos como la conformación del
Grupo de Salud y Vida y las mingas de salud. Además, esta práctica es
transversal en la cosmovisión Embera Chamí, puesto que está presente en las
diferentes prácticas del territorio pasando por la agricultura, la gobernanza,
las celebraciones, etc., de ahí que el 100% de los encuestados creen y utilizan
este tipo de medicina.
Desde la dimensión
política la medicina tradicional se ha constituido en un elemento estratégico para la gestión integrada del
resguardo, puesto que el cabildo y la Alcaldía municipal de Supía gestionan
programas gubernamentales enfocados en la conservación y promoción de la
medicina ancestral como las Mingas de Salud. De igual forma, los médicos
tradicionales son consejeros de los cabildantes para la toma de decisiones, y
en todos los encuentros se realizan rituales de armonización para el buen
desarrollo de la agenda.
A nivel institucional
existe el SISPI (Sistema Indígena de Salud Propia e Intercultural) con el cual
se promueve la medicina tradicional en convenio con la Secretaría de Salud, el
hospital de Supía y el Resguardo Cañamomo y Lomaprieta, principalmente, por
medio de Mingas de Salud donde se va hasta la comunidad a prestar servicios de
salud tradicional y occidental. El SISPI, aunque es el resultado de un proceso
de interculturalidad donde el conocimiento ancestral se integra a un sistema
dominado por el modelo mestizo, también es un proceso de emancipación donde la
identidad tradicional se resiste a desaparecer en el mundo globalizante.
Este conocimiento sobre
medicina tradicional se comparte con otros resguardos y comunidades indígenas,
de ahí que se constituye la ASOMETROC (Asociación de Médicos Tradicionales del
Occidente de Caldas), que tiene como objetivo regular esta práctica y tener un
mayor nivel de incidencia frente a planes, programas y proyectos a nivel de
Resguardos, Alcaldías, Hospitales y Ministerio de Salud, otorgándole a la
medicina un sentido más amplio de identificación colectiva.
Por otra parte, para la
conservación y enseñanza de la medicina tradicional, existen escuelas de
formación propia con un sistema pedagógico de tres fases: 1) Conocimiento
inicial y motivación, 2) Recibimiento del conocimiento y 3) Selección de la
naturaleza. Adicionalmente, los médicos tradicionales tienen un aprendiz o
semilla al cual le comparte su conocimiento. Además, los indígenas que reciben
formación profesional o técnica sobre salud occidental en universidades o el
SENA (Sistema Nacional de Aprendizaje), tienen el compromiso de regresar a la
comunidad para retroalimentar la medicina tradicional.
El médico tradicional
Danilo Antonio Marín, integrante de ASOMETROC, afirma que en San Cayetano la
medicina tradicional ha ido adquiriendo más relevancia que la medicina
occidental puesto que, en las Mingas de Salud el 70% de los usuarios asisten
sólo a consulta con médicos tradicionales y el 30% asisten a medicina
tradicional y occidental; estas cifras evidencian la buena pertenencia que tiene
la comunidad sobre su identidad indígena.
De igual manera, Danilo Marín comenta que la
medicina tradicional busca generar un estado de bienestar basado en “el estar bien”, no sólo desde el ámbito individual, sino también, en el ámbito
familiar y comunitario. De ahí que, sea un eje transversal en la organización
del cabildo como un elemento que los identifica y también de resistencia, más
cuando se han perdido otros conocimientos tradicionales como el lenguaje y la
vestimenta que han sido matriz de la lucha indígena latinoamericana por el
reconocimiento.
5.4 Dimensión Socioeconómica
La propiedad y uso de
la tierra al interior de los resguardos es colectiva, por lo que se reglamenta
con títulos de adjudicación, que prohíben la venta libre del terreno, pero
tienen beneficios como la exoneración del impuesto predial. En San Cayetano se
presentan dificultades con algunos habitantes que tienen escritura pública, y
que no reconocen el resguardo como figura política legítima; generando
dificultades sobre la gobernabilidad del territorio y su uso, esta tensión
local es un reflejo de la realidad indígena, que no ha tenido un reconocimiento
legítimo por parte del “otro”.
La dimensión
socioeconómica de la comunidad de San Cayetano se basa en la minera artesanal,
el cultivo de caña y café y la producción de panela; razón por la cual se han
organizado asociaciones alrededor de la minería artesanal y los trapiches
comunitarios, con el objetivo de regular y fortalecer estos sectores
productivos. De igual manera, se pueden encontrar otras actividades económicas
como la ganadería doble propósito, el café bajo sombrío y el plátano, pero
todas en menor medida en cuanto a extensión en el uso de la tierra.
Como se observa en la
Gráfica 1, el cultivo predominante en San Cayetano es el del plátano con 31%,
seguido por la yuca con el 25%. El pasto aparece en cuarto lugar con el 13% de
predominancia, y en el último lugar con el 6% se encuentran los árboles
frutales y el maíz, cabe resaltar que este último producto ha sido un simbólico
que identifica a las comunidades indígenas de América Latina, por lo que aún
persiste en sus predios y alimentación. La caña aparece en tercer lugar con el
19% de predominancia, pero es el cultivo que más extensión ocupa en la vereda;
además, cuentan con el trapiche, una infraestructura comunitaria para la
transformación de la caña en panela y otros derivados.

Gráfica 1. Cultivos
predominantes en San Cayetano.
Fuente:
GTA Estudios Regionales: Sociedad y Cultura (07 junio de 2016).
En este orden de ideas, según
la encuesta, el 93% de la comunidad ha practicado la minería artesanal y de
pequeña escala (MAPE) por medio de dos técnicas: 1) el barequeo, que consiste
en decantar el oro en una batea y sacar la arena con la corriente del Río Supía
y, 2) La minería de cúbico, la cual se realiza abriendo un hueco vertical y
túneles horizontales para sacar tierra a la superficie, donde es lavada y
extraído el oro; esta técnica implica riesgos para el minero por la poca
cantidad de aire que se encuentra debajo de la tierra, además muchas de ellas
funcionan de manera ilegal sin las condiciones adecuadas, ni licencias
ambientales.
Con relación a la dimensión
socioeconómica, en la vereda de San Cayetano está establecida la avícola La
Cabaña desde 1981, la cual dentro de sus empleados el 80% pertenecen a la
comunidad. También está La alfarería El Porvenir, ubicada al cruzar el río Supía,
la cual genera empleos directos. Dichas empresas de carácter privado tienen un
impacto directo en el paisaje puesto que, extraen recursos naturales y generan
residuos que contaminan el aire, el suelo y el agua, por lo que la comunidad ha
tenido que establecer regulaciones en cuanto al uso del suelo y el agua. De
igual forma, las empresas han sido estratégicas al relacionarse con la
comunidad, por lo que realizan donaciones y colaboran a diferentes solicitudes
como eventos, campeonatos de fútbol, etc. Esta relación entre lo comunidad y la
empresa privada es un reflejo de la globalización y la dialógica que genera con
lo comunitario o local.
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Fotografía 1. Minería de Barequeo (izquierda) - Fotografía 2. Minería de Cúbico (derecha).
Fuente: GTA Estudios
Regionales: Sociedad y Cultura (28 de abril de 2016).
También, existen
iniciativas de emprendimiento turísticos lideradas por los mismos habitantes de
San Cayetano; una de las propuestas que más éxito ha tenido es el servicio de
pesca deportiva y restaurante, al cual acuden diariamente turistas a degustar
la mojarra en diferentes presentaciones. Esta propuesta enfocada en el sector
de los servicios abre un campo de posibilidades laborales para la comunidad,
basados en la relación con los “otros” no pertenecientes a la comunidad local.
5.5 Dimensión Ecosistémica
En materia
ecosistémica, la vereda de San Cayetano cuenta con varios nacimientos de agua,
los cuales se conservan mediante las acciones de los grupos de apoyos de los
Jóvenes y las Madres de Familias en Acción, quienes adelantan estrategias de
forestación con árboles nativos, como la santa maría, nacedero, leucaena, gualanday, guineo y árboles frutales. En total se
tienen proyectados sembrar 30.000 árboles en todos los nacimientos del
resguardo.
Por otra parte, los médicos
tradicionales Patricia Moreno Aricapa y Danilo
Antonio León, líderes y consejeros del cabildo, afirman que la naturaleza es un
elemento esencial de la identidad Embera Chamí, puesto que, es como un vientre
o madre tierra que les provee el agua, el aire, la tierra y el fuego. A partir
de esta cosmovisión propia de las comunidades indígenas andinas, se configuran
prácticas tradicionales como son los rituales de armonización, de protección,
de limpieza, de refrescamiento, de abundancia, de primavera, entre otros, que
se realizan dependiendo de la época del año, las fases de la luna y las
necesidades de la comunidad o el comunero.
Con relación a lo
anteriormente dicho, se puede evidenciar como la comunidad de San Cayetano se
relaciona con la naturaleza a través de aspectos culturales, políticos,
económicos y ambientales que representan su identidad. Para el caso de esta
comunidad, prevale un sentido simbólico de la naturaleza, logrando crear un
paisaje cultural marcado por las relaciones espirituales y de respeto, buscando
crear armonía entre el hombre y la naturaleza, lo cual concuerda con la
identidad indígena latinoamericana.
5.6 Dimensión Sociocultural:
Expresiones y lugares
La dimensión
sociocultural de San Cayetano está constituida por diferentes escenarios
culturales realizados a lo largo del año, el más popular es la Fiesta de
Tradición y Cultura, celebrada desde 1995 en el mes de agosto en conmemoración
a San Cayetano, el santo de la comida. También, realizan basares bailables y
pregones con el objetivo de recoger fondos y financiar festividades de interés
colectivo, como el día la familia, de los niños y la navidad. Estas prácticas
permiten dar solides a las relaciones comunitarias basadas en la recreación de
festividades heredadas y que permiten el reconocimiento y la diferenciación con
el “otro”.

Gráfica 2. Lugares importantes en la
comunidad de San Cayetano.
Fuente. GTA
Estudios Regionales: Sociedad y Cultura (07 de junio de 2016).
Un elemento que ha
configurado las dinámicas de la comunidad de San Cayetano son los lugares
puesto que, en ellos se conservan y comparten experiencias y valores, imbricando emotividad y significación o como lo
denomina Vergara Figueroa “emosignificación” (2013,
p. 35). Como se puede observar en la Gráfica 2, en San Cayetano existen
diferentes lugares como “La Escuela”, el cual es reconocido como el lugar más
importante por el 83% de los encuestados; esto se debe a que allí se encuentra
ubicado la escultura de San Cayetano, se imparte la formación propia y ahí
también aloja la caseta comunal.
Por su parte, el Centro
Cultural es el segundo lugar más importante en la comunidad por los diferentes
usos que tiene o las actividades recurrentes, en términos de Vergara Figueroa
(2013, p. 39), debido a que allí se desarrollan las fiestas y las asambleas;
adquiriendo un valor simbólico por los diferentes recuerdos que evoca y
funcional por permitir el desarrollo de reuniones. En tercer lugar, está la
cancha, allí se práctica fútbol, el deporte más popular en la comunidad, el
cual permite la integración y el uso de tiempo libre.

Fotografía 3. Centro
Cultural (izquierda) – Fotografía 4. Escuela de San Cayetano
(derecha).
Fuente: GTA
Estudios Regionales: Sociedad y Cultura (21 de junio de 2016).
Más lugares importantes para la comunidad son
el trapiche comunitario que da cuenta de la importancia que tiene la caña para
la comunidad, relacionado con prácticas tradicionales como la realización de
panela y sus derivados. Se refleja la relación que existe entre los lugares y
los sistemas productivos que integran el paisaje, constituyendo los lugares
como espacios que se habitan y configuran las relaciones en el territorio a
través de la apropiación sociocultural, política y económica. En este mismo
nivel de reconocimiento está la caseta comunal.
Otros como la tienda, la
avícola La Cabaña, la ladrillera El Porvenir y la pesca deportiva Las Palmas,
son de propiedad privada y por consiguiente, se
diferencian de los otros lugares porque no son de uso público o colectivo,
persisten en el territorio como una huella innegable de la inmersión de la
globalización económica en lo local, generan un impacto en la comunidad por
medio de la generación de empleo, la venta de productos o servicios y la
apropiación funcional de la naturaleza.
Una dinámica que se
puede observar en al Mapa 2 es que los principales equipamientos de San Cayetano (Restaurante Las Palmas, la
Avícola la Cabaña, la ladrillera el Porvenir, la Mina los Totumos, Instituto
Educativo Cañamomo y Lomaprieta y el Trapiche Comunitario) se concentran cerca
del Rio Supía, en el sector bajo de la vereda. Por consiguiente, en dicho
sector el paisaje natural está mucho más intervenido debido a que allí tienen
lugar diferentes dinámicas sociales como son la fabricación de panela, el
comercio de huevos, el flujo de estudiantes, de igual forma, la carretera, se
constituye en un elemento del paisaje.

Mapa 2. Poblamientos y
equipamientos colectivos en San Cayetano.
Fuente: GTA Estudios Regionales:
Sociedad y Cultura (07 de junio de 2016).
Por la cercanía de la comunidad al Río Supía, el agua se
constituye en un elemento esencial, por su valor simbólico relacionado con la
madre naturaleza y por su valor funcional como recurso para la minería artesanal, la Avícola, el restaurante, la piscicultura, los cultivos, las huertas y el consumo
familiar.
De manera sintética, la identidad vivida en
San Cayetano se caracteriza por la prevalencia del Resguardo Indígena de
Cañamomo y Lomaprieta, por lo cual, sus habitantes respetan la organización del
cabildo y las prácticas propias como la medicina tradicional, el trueque y las
mingas. Adicionalmente, se configuran fuertes lazos familiares y comunitarios a
través de grupos de apoyo, el trabajo colectivo y el uso de la tierra para
agricultura y minería. Por otra parte, los lugares cumplen una función
dinamizadora porque allí es donde se congrega la gente para celebrar o tomar
decisiones. A través de los años se ha logrado consolidar unas relaciones
comunitarias basas en la identidad indígena y la defensa de su territorio.
6. La identidad proyectual y de desarrollo
El resguardo Cañamomo
Lomaprieta y en particular para las comunidades que lo conforman, como San
Cayetano, está marcada por una historia de lucha y resistencia por el
reconocimiento y el territorio, con presencia de diversos grupos étnicos a lo
largo de los años, llevando finalmente al reconocimiento del resguardo donde se han construido significaciones
basadas en los valores, principios y políticas propias del indígena Embera
Chamí, sin desconocer un grado de mestizaje, producto de la dominación
histórica que han sufrido.
Además de las
estrategias heredadas como comunidad indígena, las cuales están relacionadas
con acciones político – organizativas, económico - productivas y cultural -
patrimoniales, emergen nuevos elementos como el Plan de vida, un documento
construido de manera participativa y que recoge el contexto actual y la visión
a futuro que tienen las comunidades del resguardo indígena Cañamomo y
Lomaprieta.
En el marco del Plan de
Vida se propende por el desarrollo comunitario a partir de tres aspectos importantes: La
participación, la formación y el empoderamiento. Desde una mirada política el Plan de Vida
permite legitimar la continuidad del resguardo, porque “Con el Plan de Vida se
pueden formular soluciones y concertaciones frente a los recursos existentes en
el territorio con el fin que prevalezca la autonomía y se proyecte la vida de
los comuneros con calidad” (Plan de Vida, 2009, p. 157), este Plan también
surge como un elemento de integración de los indígenas en un mundo moderno
basado en la planificación, pero con identidad local y comunitaria.
La vida para la comunidad de la vereda de San Cayetano
está relacionada con el territorio y tiene dos dimensiones importantes, una
económica representada en el entorno natural que los provee de una variedad de
recursos para su subsistencia como el agua y el suelo; y la otra, espiritual,
que se relaciona con la cosmovisión de madre tierra; se espera continuar
replicando ambas visiones en las futuras generaciones, puesto que, este
reconocimiento ha sido gracias a las luchas históricas de las comunidades
indígenas que cada vez son más relevante en el contexto latinoamericano. Es por
lo anterior que “la vida para el
indígena va más allá del proceso biológico, es trascendencia espiritual y
legado cultural” (Plan de vida, p. 158).
Con relación a lo
anteriormente dicho, la Cabildante de San Cayetano, Diana Marcela Guapacha (2016), afirma que la comunidad tiene una visión a
futuro completamente asentada en su territorio a través de diferentes acciones
como, la identificación y forestación de los nacimientos de agua, la creación
de una huerta comunitaria y la realización del acueducto comunitario, todo lo
anterior encaminado a favorecer la permanencia en el territorio y el estar bien
de la comunidad, elementos que son parte de la base de las relaciones indígenas
andinas.
En este orden de ideas,
la dimensión política es relevante en la configuración de la identidad indígena
en el futuro puesto que, es a partir del cabildo que se pueden establecer
procesos legales para defender y conservar el resguardo y sus tradiciones,
logrando dar solidez y continuidad a la identidad Embera Chamí. De ahí se
resalta la continuidad de la organización del cabildo conformada por áreas y
por los grupos de apoyo que buscan realizar un trabajo integral en las
comunidades.
Además, como esta
comunidad lleva asentada en el mismo territorio por más de un siglo, a medida
que avanza el tiempo se afianzan los lazos de familiaridad, siendo así que, en
la actualidad el 83% de los habitantes de San Cayetano tienen familiares
viviendo en la misma vereda; este porcentaje se prevé que aumentará en el
futuro, puesto que el 17% restante que corresponde a los habitantes foráneos,
manifiestan que se sienten inseguros y rechazados por los indígenas y desean
migrar a otros lugares, por el contrario, los habitantes locales tradicionales
se sienten a gusto en la vereda y desean seguir viviendo en ella.
Por otra parte, la
medicina tradicional es una práctica que tiene un papel preponderante en el
futuro de la comunidad Embera Chamí, puesto que es uno de los elementos que
fundamentan su identidad colectiva; por esta razón, a futuro se espera que la
medicina tradicional adquiera más protagonismo en el sistema de salud oficial complementando la medicina occidental. Por
consiguiente, los médicos tradicionales esperan constituir un hospital en Supía
en el cual se ofrezcan servicios como el de psicología (consejero espiritual),
ginecología (partera), médico (medico tradicional) y pediatría (médico
tradicional especialista en cura de niños).
En cuanto a la
dimensión socioeconómica, la agricultura de la caña por ser la actividad económica
más importante en San Cayetano, se espera continuar practicándola en el futuro, no solo por ser el gremio más
fuerte, sino también, porque existe el trapiche comunitario donde se realiza
panela, mejorando los ingresos para los cañeros. En cuanto a la minería, cada
vez está más en desuso principalmente por la sobre explotación del subsuelo y
el río Supía.
En este mismo sentido,
las actividades económicas emprendedoras en el tercer sector como son la
prestación de servicios de pesca deportiva y de restaurante han venido
adquiriendo importancia, la cual se espera fortalecer en el futuro por una
mayor inmersión en el mundo globalizado. Esto se puede potencializar por medio
del turismo mediante la creación de recorridos por la comunidad donde se puedan
evidenciar prácticas tradicionales como la realización de panela y sus
derivados y la minería de cúbico.
Es así como, los
habitantes de San Cayetano se proyectan como una comunidad indígena que respeta
y conserva sus tradiciones, consolidándose una identidad que aunque inmersa en
un contexto de constantes cambios, da cuenta de un sentido de la vida basado en
la resistencia política y cultural a través de la conservación de prácticas
tradicionales como son la medicina tradicional, el cabildeo, las fiestas culturales,
los lugares de encuentro, los rituales, entre otros elementos que se
materializan en el paisaje cultural.
Con todo lo anterior, se entiende que los
elementos que configuran la identidad proyectual, se constituyen en un factor
estratégico porque, contemplan una visión de territorio que se construye a
través del tiempo, teniendo en cuenta que es a partir de la identidad según Lisón Tolosana (1997), que se establecen las relaciones con
el otro, el sentido de comunidad, la diferenciación, la simbiosis individuo-comunidad,
la relación con el ecosistema y los lugares, permitiendo construir un carácter
de totalidad. De ahí la importancia que surjan políticas públicas que permitan
el correcto reconocimiento de las comunidades indígenas basados en las identidades que se construyen
colectivamente.
Conclusiones
Existen elementos culturales,
económicos, políticos, históricos y ecosistémicos que identifican a una
comunidad y que inciden en la forma en que se apropia el territorio, esto
conlleva a la creación del paisaje cultural como una proyección del espacio con
valoración simbólica y funcional. Por lo tanto, la identidad y el paisaje están
íntimamente ligados por unas prácticas y conocimientos que representan la
realidad de una comunidad que se ha constituido a través del tiempo. En San
Cayetano prevalece la identidad indígena compuesta por sistemas productivos
como la caña panelera y la minería artesanal y elementos ancestrales como la
medicina tradicional, la organización del cabildo indígena, las mingas, los trueques,
los rituales, entre otros.
Seguidamente, la
configuración de la relación entre la identidad social y el paisaje cultural
está determinada por diferentes dimensiones (política, económica, ecosistémica, cultural e
histórica) que
representan la relación que se tiene con el territorio, que puede ser de manera
funcional para la extracción de recursos o emotiva y sentimental para el
disfruto y apego. De igual forma, los lugares, las expresiones culturales y las
prácticas tradicionales son una manifestación de la relación que se establece
entre la identidad y el paisaje.
Con relación a lo
anteriormente mencionado, compartir una identidad implica hacer parte de un polisistema histórico, económico, cultural, político y
ecosistémico, compuestos por formas de ser y hacer que dan sentido a la vida en
comunidad. Siendo así, el paisaje cultural es un escenario donde confluyen
diferentes dimensiones que representan la identidad social, ahí se comparten
las decisiones políticas, los sistemas productivos, los espacios culturales,
los lugares colectivos, los proyectos a futuro, etc.
Así, se recomienda
tener en cuenta los elementos presentes en el paisaje cultural al momento de
intervenir en una comunidad, puesto que, de esta manera, se logra constituir un
verdadero desarrollo comunitario endógeno. Esto se explica porque, a medida que
la comunidad vea que sus intereses y necesidades son tenidos en cuenta en las
políticas públicas, mayor va ser su grado de satisfacción y pertenencia a su
identidad y su territorio, consecuentemente mejorando la calidad de vida o el
estar bien.
Por el contrario, si se
interviene de manera descontextualizada, se genera un rompimiento de los lazos
comunitarios en el territorio local, provocando un desarraigo cultural y la
pérdida del paisaje que se mantiene por la relación funcional y simbólica con
el territorio. Por consiguiente, se seguiría perpetuando un modelo colonialista
basado en la homogenización del “otro”, en este caso el indígena
latinoamericano que cada vez recobra mayor relevancia en el escenario político
de la región latinoamericana.
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