El sueño cibernético del siglo XXI

En las últimas décadas varios científicos de la ciencia moderna han podido demostrar que la ciencia no es instrumento para verificar la verdad, exenta de valores, como muchos creen, sino mas bien un modo de conocer, cuya propia “neutralidad” constituye su prejuicio. Es decir, la ciencia es en última instancia zweckrational (intencional-racional) que proyecta un mundo de forma pura que puede adaptarse a cualquier propósito. En el último análisis, “excento de valores” en realidad significa” “que posee valores científicos”. A medida que en los últimos veinte años comenzó a crecer la percepción del carácter ideológico y cultural de la ciencia, Europa y Norteamérica experimentaron a un mismo tiempo un desarrollo que reflejó la necesidad de una nueva epistemología (teoría del conocimiento). Un aspecto de ello fue el resurgimiento de la magia y de las prácticas ocultistas. La visión mágica del mundo era atrayente pues está muy cargada de valores, inclinada hacia una visión ecológica y sagrada de la naturaleza, y a diferencia de su contraparte científica, es encamada -sensual y concreta más que formal y abstracta. El segundo aspecto de la búsqueda de un modo alternativo de conciencia fue el surgimiento de la literatura del gran “nuevo paradigma”, extraída en gran parte de campos tales como teoría de sistemas y mecánica cuántica- aquellas ramas del conocimiento que se han alejado, epistemológicamente, del mecanicismo y reduccionismo de la física clásica.