Publicado

2011-01-01

El duelo: sus recursos

The duel: his resources

Le duel: ses recours

Palabras clave:

duelo, imposibilidad, muerte, palabra, lazo social, tatuaje (es)
duel, impossibility, death, word, social bond, tattoo (en)
deuil, impossibilité, la mort, mot, lien social, tatouage (fr)

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Autores/as

  • Sergio Staude Escuela Freudiana de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina
Toda pérdida significativa pone en escena la imposibilidad de la inscripción de la muerte. El duelo es un largo y penoso proceso durante el cual un sujeto intenta paliar las falencias de lo simbólico para dar cuenta y procesar esa pérdida. El duelo implica, sin embargo, una apuesta a la confianza en una palabra que convoque a un tiempo el lazo social y la creatividad. El tatuaje es un ejemplo de un recurso posible ante el dolor del duelo.

Every significant loss makes evident the impossibility of the inscription of death. Mourning is a long and painful process in which the subject attempts to palliate the failings of the symbolic in order to processing that loss. However, mourning also involves confidence in a word that calls both creativity and social bonds. Tattooing is an example of a possible resource in the face the pain of grief.

Toute perte importante met en scène l’impossibilité d’inscrire la mort. Le deuil est un processus long et douloureux au temps duquel un sujet essaie de remédier aux défauts du symbolique pour rendre compte de la perte et en faire avec. Pourtant, le deuil suppose qu’on fasse confiance à une parole qui convoque en même temps le lien social et la créativité. Le tatouage en est l’exemple d’un recours possible face à la douleur du deuil.

El duelo: sus recursos

Sergio Carlos Staude. Escuela Freudiana de Buenos Aires, Argentina. e-mail: sergiostaude@gmail.com


El duelo: sus recursos

Resumen

Toda pérdida significativa pone en escena la imposibilidad de la inscripción de la muerte. El duelo es un largo y penoso proceso durante el cual un sujeto intenta paliar las falencias de lo simbólico para dar cuenta y procesar esa pérdida. El duelo implica, sin embargo, una apuesta a la confianza en una palabra que convoque a un tiempo el lazo social y la creatividad. El tatuaje es un ejemplo de un recurso posible ante el dolor del duelo.

Palabras clave: duelo, imposibilidad, muerte, palabra, lazo social, tatuaje. 


Le deuil, ses ressources

Résumé

Toute perte importante met en scène l'impossibilité d'inscrire la mort. Le deuil est un processus long et douloureux au temps duquel un sujet essaie de remédier aux défauts du symbolique pour rendre compte de la perte et en faire avec. Pourtant, le deuil suppose qu'on fasse confiance à une parole qui convoque en même temps le lien social et la créativité. Le tatouage en est l'exemple d'un recours possible face à la douleur du deuil.

Mots-clés: Deuil, impossible, mort, parole, lien social, tatouage. 


The resources of mourning

Abstract

Every significant loss makes evident the impossibility of the inscription of death. Mourning is a long and painful process in which the subject attempts to palliate the failings of the symbolic in order to processing that loss. However, mourning also involves confidence in a word that calls both creativity and social bonds. Tattooing is an example of a possible resource in the face the pain of grief.

Keywords: mourning, impossibility, death, word, social bond, tattoos. 


"[…] perforó una superficie y vio inmediatamente un abismo. Entonces decidió atarse con una cuerda simbólica a la vida […]"

Henning Manke ll 

Leo con atención la invitación que se hace para cada una de las publicaciones porque me permite ir construyendo un texto al modo de un diálogo, algo así como una puesta en conversación, similar —y no excluyente— al de una puesta en escena. La puesta en conversación es uno de los recursos principales a través del cual es posible tramitar ese difícil y no siempre logrado periplo del duelo. Es una apuesta a la conversación, a lo discursivo del diálogo, que lleva implícita dos votos de confianza: a la palabra y al otro, es decir al lazo con el semejante. Antígona lo sabía bien y pagó con su vida el resguardar esas premisas respecto de la muerte de su hermano, exigiendo, contra toda razón o interés político, el preservar aquello que la humanidad consagró como el más primitivo de los recursos simbólicos ante el dolor del duelo: el rito funerario y la tumba. Inscripciones. Ella interpuso su acto a fin de preservar el necesario resguardo de la inscripción de esa muerte, la que da cuenta de la singularidad de una vida más allá del valor o el desprecio que esa vida haya merecido. Ese acto dice del tercer recurso inherente al duelo: el de la inscripción, el de la escritura. 

La invitación a escribir sobre el duelo entrelaza dos factores en apariencia diferentes: el momento de intensa intimidad como es el dolor y los afectos por la pérdida de algo muy querido y valorado junto a las posibilidades o impedimentos que proporciona el medio social y cultural en el que transcurre. Pero no estamos ante una antinomia porque los procesos de duelo y sus efectos están en la raíz misma de la emergencia de la subjetividad como también en la génesis del lazo social. 

No es extraño que así suceda. El psicoanálisis nos ha demostrado, y lo sigue haciendo, que aquello que constituye los parámetros propios de la vida humana, la sexualidad y la muerte, necesita ser inscrito en lo psíquico y esto no se logra sino con la participación de la palabra, del otro y del contexto social. La muerte es un acontecer inaprensible, intransmitible y solo tenemos un acceso posible a ella a través de lo que nos implica la muerte del otro. La muerte, en esta perspectiva, es la que hace presente la ausencia de una presencia. Hace patente que en el corazón de cada uno anida una suerte de ausencia que es estructural y que implica un vínculo perdido como condición de la existencia subjetiva. 

Esta necesaria inscripción en lo psíquico, que es imposible, hace que el duelo se constituya como tal, se realice, adquiera dimensión real para cada uno de nosotros a partir de un acto escritural que permite inventar representaciones. Posibilita, como dice el epígrafe, aferrarse a lo simbólico y disponer de los recursos imaginarios. En este sentido tomo como propia la afirmación de Jean Allouch1 respecto de la diferente concepción del duelo en Freud y en Lacan. No se trata tan solo del trabajo de duelo a partir del cual es posible encontrar un probable y deseable reemplazo de lo perdido. El acto implica dar por perdido lo perdido junto a la convicción de que eso es irreemplazable. No es solo eso, e insistiendo con Allouch, podemos decir que "el duelo no es separarse del muerto sino cambiar la relación que tenemos con él"2. De allí que sea cierto que la eficacia en su tramitación permite la recuperación de la dimensión deseante y amorosa, pero no es solo esa la función que cumple el duelo. El trabajo al que el acto del duelo convoca es la inscripción de esa pérdida y la construcción lenta, paulatina y dolorosa de aquello que se perdió. Llamo construcción de manera similar al término que empleó Freud para su clínica cuando habló de construcciones en análisis, un poner palabras allí donde estas habían encontrado su límite y sus carencias. Es lo que Borges advirtió a su manera cuando afirmó que la metáfora es la que surge ante la indigencia del idioma. El duelo implica entonces construir lo perdido y reconstruir una nueva dimensión subjetiva a partir de ese acontecimiento. Es el tema que desarrollé en un texto3 en el que rastreé ese itinerario a partir de la novela de Paul Auster La invención de la soledad4. Auster desplegó allí la necesidad de inventarse un padre para poder perderlo y encontrar otra relación con él; en ese proceder se inventó como sujeto escritor. El relato reconstruye ese itinerario paralelo y simultáneo. 

El acontecer de la pérdida de aquello significativo da como resultado un trastocamiento inaudito, e indecible, de las referencias identificatorias y fantasmáticas. El inicio de un duelo abre las puertas a una tierra de nadie. El sujeto se desconoce, o queda inmerso en una confusión dolorosa. No hay Otro simbólico, no hay sostenes fantasmáticos. Hay dos figuras que suelen escenificar ese momento: una es la del desierto como ejemplo del vaciamiento. La otra es la piedra como aquella marca escritural, simbólica, que da sostén subjetivo aunque carezca de significación. El desierto y la piedra están habitualmente asociados a la escritura. 

1. Jean Allouch, Erótica del duelo en el tiempo de la muerte seca (Buenos Aires: Edelp, 1996), 23. La cita es: "[…] convergían hacia otra versión que sitúa al duelo como un acto sacrificial gracioso […]".

2. Jean Allouch, "Ajó", Litoral 17 (octubre de 1994): 8.

3. Sergio Carlos Staude, "El duelo: un acto de escritura", Texturas en psicoanálisis 1 (noviembre del 2006).

4. Paul Auster, La invención de la soledad (Barcelona: Anagrama, 1990). 

Esto inaudito e indecible hace retornar el momento fundante de la subjetividad. La expulsión primaria unida a la afirmación inicial da cuenta de ese tiempo inaugural en que el sujeto se erige como pura diferencia, como singularidad sin nombre, un "soy eso que no soy —el de las marcas del Otro— y ahí me afirmo". Es la indefensión inicial de la que habló Freud como acta —o acto— de nacimiento. 

Este tiempo inaugural necesita recursos para responder a lo traumático que conlleva el inicio subjetivo. Si el duelo reitera ese momento deberá también rescatar o reinventar iguales recursos. El fantasma que sostiene el deseo y la imagen especular del narcisismo prefiguran las tramas necesarias para eso. El camino no es sencillo y solo desde el interjuego inevitable de los parámetros estructurales irán surgiendo los síntomas y las posibilidades sublimatorias y creativas como sitios de apoyatura subjetiva. 

Hablé del eje de transformación de lo escritural que no se produce sin la apoyatura de los otros dos factores: la confianza, la fe (que no es patrimonio religioso y que como la creación se erige ante las carencias) en la palabra y en la relación con el semejante. De allí que resulte útil seguir las vicisitudes de esos recursos a través del itinerario y de los giros de los lazos sociales que lo posibilitan. Las vicisitudes que Lacan pergeñó con las fórmulas de los cuatro discursos5 nos permiten acercarnos a estos procesos de transformación. 

El discurso Amo es el recordatorio de un momento inaugural: el de la incorporación del lenguaje en el viviente, que es un momento de imposición necesaria. Discurso que en sus modalidades y transgresiones llega muchas veces a estar cercana a la imposición de la dogmática política cuando esta se pervierte y transforma desde el "poder de la palabra en la palabra del poder"6, cuya modalidad y actualidad Lacan nombró como Discurso Capitalista. El discurso Amo abre el itinerario de lo humano y queda como blasón, como roca conmemorativa y enigmática de la implantación del significante en el cuerpo. Inscripción primera que barre la naturalidad del devenir humano tironeado desde ese instante entre las demandas de un cuerpo, que es entonces pulsional, y la dimensión simbólica del significante. Al modo de la declinación de los verbos griegos, como me gusta pensarlo, el discurso histérico y el universitario son los encargados de configurar, de inventar, la envoltura formal de los síntomas como solución de compromiso entre la imposición del Otro y la búsqueda de afirmación subjetiva. Uno, el histérico, en pos de la pretensión del amor y el deseo; el otro, el universitario, en aras de consolidar un saber que dé garantías. Es desde estos síntomas que el discurso del analista buscará leer aquello inscrito como las marcas de goce que determinaron el despliegue sintomal, fantasmático y deseante de cada sujeto. Poder hacerlo es lo que sostiene su deseo de analista. Lograrlo implica poder inscribir eso que resultó ser la pérdida inaugural de todo advenir subjetivo circunscribiendo Eso-sin-nombre como aquello que excede la palabra y cuya insistencia requiere de una insistente inventiva, advirtiendo al sujeto de su condición de ser siempre un sujeto-por-venir. 

5. Jacques Lacan, "Producción de los cuatro discursos", en El seminario. Libro 17. El reverso del psicoanálisis (Buenos Aires: Paidós, 1992)

6. Luis María Bisserier, "Duelo y política" (diciembre del 2010), en Políticas y psicoanálisis Blogspot, http:// politicas-psicoanalisis.blogspot. com/2010/12/duelo-y-politica.html (consultado el 4 de abril del 2011). 

La palabra, el otro, el deseo, el narcisismo y la escritura, como también los dispositivos del arte como la pintura y la música, son siempre recursos con los que podemos tramitar el duelo. Voy a cerrar estos comentarios con un ejemplo traído desde la clínica y que me sorprendió encontrarlo ubicado como otro posible recurso: el tatuaje. 

El analizante es un joven, soltero, con experiencias previas en análisis que transitaba por un tiempo sin recurrir a él. La nueva consulta es motivada por la difícil ruptura de una relación amorosa vivida de un modo traumático y que preocupó a los padres dada la encerrona que produjo y el desinterés en las relaciones personales de familiares y amigos, como también por su trabajo y estudios. Cuando llega a la consulta noto que tiene inscritos varios tatuajes. Ante mis preguntas me dice que cada uno corresponde a acontecimientos importantes en su vida, buenos o malos, tristes o alegres, peros siempre significativos. El último que se hace tatuar, ya estando en análisis, tiene relación con esa pérdida reciente. 

Lo llama Mandy, que es el nombre de un personaje femenino de un dibujito animado que ve por televisión. Es el de una chica atrevida y aguerrida que contrasta con un personaje masculino algo tonto. El tercer personaje de la serie es un esqueleto que simboliza la muerte. El tatuaje tiene como figuras centrales una momia y una calavera que nombra y destaca como figuras femeninas. A las figuras que da a ver agrega sus comentarios, es decir su relato al Otro. 

    El tatuaje es algo que no me pueden sacar, es algo que ya forma parte de mí… es esa escritura en imágenes que vale… 'más que mil palabras' (se ríe). La momia es alguien que está muerto pero como ves en el dibujo se suelta las vendas y vuelve a vivir. Representa un tiempo bifásico de muerte y resurrección, como me sentí yo en todo este tiempo, ni vivo ni muerto, o muerto pero con ganas de vivir. Cuando me dejó Ch. (su pareja perdida) estuve un tiempo hecho un estúpido, no era yo, estaba perdido, con ganas de llorar, no tenía ganas de vivir. Luego me recuperé, no del todo, y aunque no sé cómo pero salí de eso. El tatuaje representa ese tiempo de muerte y resurrección, pero también es como guardar un recuerdo de eso que fue, mi relación con Ch., algo que para mí fue muy lindo. Tatuarlo es como decirme que eso que viví no se perdió…

El recurso no es original de él, es de uso frecuente de una tribu de la que forma parte en forma intermitente y no del todo convencido. Lo escrito en el cuerpo es un modo de recuperar eso vivido, y a la vez una forma de recuperarse y de poder escribir en imágenes aquello difícil de poner en palabras. No es un intento de explicar o dar razones sino un modo de recuperar y hacer propio aquello que el desgarro de la pérdida amenaza con enajenarlo en el olvido y al mismo tiempo poder descansar y aliviarse en ese tan necesario olvido. "Muchas veces no recuerdo las fechas de los tatuajes, pero sí lo que significan para mí… los recuerdos que tienden a borrarse y que busco no perder… aunque sean tristes… además los tatuajes me cubren la piel, me hacen sentir que no estoy desnudo…". 

El tatuaje tiene en su base dos rosas, una negra y otra roja. "La negra por la penuria que me produjo la situación, la roja tiene que ver con la vida y con la ayuda que recibí, la de mi hermana, la de mis padres… también la tuya". 

Recorto un fragmento del texto que un colega7 —¿y el azar?— me hizo llegar cuando estaba escribiendo el mío. Dice así: 

    Morir entonces, se puede suponer, radicaliza hasta su disolución lo que llamamos intimidad. Corte completo que transforma al sujeto en puro ser. Es por eso que esa separación definitiva es también la máxima articulación con los otros. Esos otros que con nos-otros quedamos profundamente ligados a ese vacío, al agujero real que se revela en nuestro ser y aspirándonos nos convoca al duelo que es entonces raíz del lazo social humano que trasciende y articula la necesidad animal al complejo e inevitablemente conflictivo campo del deseo y de los sueños.

La cita puedo ubicarla tanto como un preludio y como un corolario al fragmento de esta historia donde se anudan una pérdida y los recursos para afrontarla: un síntoma, una escritura y el lazo social. 

Bibliografía 

Allouch, Jean. "Ajó". Litoral 17 (octubre de 1994): 7-43.

Allouch, Jean. Erótica del duelo en el tiempo de la muerte seca. Buenos Aires: Edelp, 1996.

Auster, Paul. La invención de la soledad. Barcelona: Anagrama, 1990.

Bisserier, Luis María. "Duelo y política" (diciembre del 2010). En Políticas y psicoanálisis Blogspot. http://politicas-psicoanalisis. blogspot.com/2010/12/duelo-y-politica. html (con sultado el 4 de abril del 2011). 

Lacan, Jacques. El seminario. Libro 17. El reverso del psicoanálisis. Buenos Aires: Paid

s, 1992.

Staude, Sergio. "El duelo: un acto de escritura". Texturas en psicoanálisis 1 (noviembre del 2006): 7-12. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Referencias

Allouch, Jean. “Ajó”. Litoral 17 (octubre de 1994): 7-43.

Allouch, Jean. Erótica del duelo en el tiempo de la muerte seca. Buenos Aires: Edelp, 1996.

Auster, Paul. La invención de la soledad. Barcelona: Anagrama, 1990.

Bisserier, Luis María. “Duelo y política” (Diciembre del 2010). En Políticas y psicoanálisis. Blogspot. http://politicas-psicoanalisis. blogspot.com/201 /12/duelo-y-politica.html (Consultado el 4 de abril del 2011).

Lacan, Jacques. El seminario. Libro 17. El reverso del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós, 1992.

Staude, Sergio. “El duelo: un acto de escritura”. Texturas en psicoanálisis 1 (Noviembre del 2006): 7-12.

Cómo citar

APA

Staude, S. (2011). El duelo: sus recursos. Desde el Jardín de Freud, (11), 181–186. https://revistas.unal.edu.co/index.php/jardin/article/view/27242

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Staude, S. 2011. El duelo: sus recursos. Desde el Jardín de Freud. 11 (ene. 2011), 181–186.

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(1)
Staude, S. El duelo: sus recursos. Desde jard. Freud 2011, 181-186.

ABNT

STAUDE, S. El duelo: sus recursos. Desde el Jardín de Freud, [S. l.], n. 11, p. 181–186, 2011. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/jardin/article/view/27242. Acesso em: 28 ene. 2025.

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Staude, Sergio. 2011. «El duelo: sus recursos». Desde El Jardín De Freud, n.º 11 (enero):181-86. https://revistas.unal.edu.co/index.php/jardin/article/view/27242.

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Staude, S. (2011) «El duelo: sus recursos», Desde el Jardín de Freud, (11), pp. 181–186. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/jardin/article/view/27242 (Accedido: 28 enero 2025).

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S. Staude, «El duelo: sus recursos», Desde jard. Freud, n.º 11, pp. 181–186, ene. 2011.

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Staude, Sergio. «El duelo: sus recursos». Desde el Jardín de Freud, no. 11 (enero 1, 2011): 181–186. Accedido enero 28, 2025. https://revistas.unal.edu.co/index.php/jardin/article/view/27242.

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Staude S. El duelo: sus recursos. Desde jard. Freud [Internet]. 1 de enero de 2011 [citado 28 de enero de 2025];(11):181-6. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/jardin/article/view/27242

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