Vol. 16 Núm. 1 (2010): Espacio Público Urbano

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Enero-Junio 2010

Las grandes metrópolis del mundo optimizan el uso y apropiación del espacio libre, en tanto que la proporción entre espacio construido y espacio libre se reduce a su mínima significación y expresión en los países del tercer mundo. El espacio libre que se permite una ciudad depende de innumerables factores que van desde la reglamentación urbanística hasta la necesidad vital de los seres humanos para habitar un determinado lugar. En últimas, la pugna entre más espacio libre y más espacio construido puede inscribirse en una eterna lucha de poderes, en la pugna histórica de la posesión y usufructo del suelo, por un lado, a través del beneficio que otorga la propiedad privada y la del derecho de todos los habitantes al disfrute de su hábitat, por el otro. El problema se agrava en los países del tercer mundo donde el suelo apto para urbanizar se agota, se acapara o sus altos costos no permiten efectuar una destinación específica; en tanto, la construcción informal de ciudad ocupa cada milímetro de espacio posible para edificar. Los barrios de origen informal son, en muchos casos, espacios donde el peatón comparte lo que debía ser su sendero con los carros en tránsito y los parqueados, los postes de luz y de telefonía, los ventorrillos de comida y demás mercados de subsistencia diaria, entre otros usos. Esta deficiencia está referida únicamente a la movilidad del transeúnte, pues en lo relativo al espacio libre adecuado como parques y zonas verdes necesarias para el desarrollo del individuo y el disfrute del tiempo de ocio de manera colectiva, su carencia es en la práctica absoluta.

Publicado: 2010-01-01