Orientación profesional

Desde mediados del siglo XIX empezaron a aparecer métodos sistematizados para resolver el problema de la “orientación profesional”, especialmente en lo que concierne a su aspecto económico.

Desde muy remotas épocas se ha tenido la práctica de la orientación profesional, pero nunca como ahora había sido de tan incuestionable importancia dada la complejidad de la actual organización de las sociedades y así mismo de los sistemas económicos en vigencia.

Las sociedades actuales, febriles y vertiginosas, han impuesto la sistematización en todos los órdenes de la producción, y éstos a su vez requieren del hombre moderno el sentimiento de superioridad, agilidad y destreza en su oficio, y voluntad de que lo producido aumente en él riqueza y seguridad económicas. A cumplir el cometido de armonización económica-social tiende la práctica de la orientación profesional basada en la determinación de las aptitudes individuales y en los principios de selección, suministrando, según frase feliz de Fontégne, “hombres calificados”, a la industria, al comercio, a la agricultura, a las artes y a las carreras y a todo orden de actividades entendiendo por hombres calificados, como dice Tomas y Samper en su obra “La orientación profesional”, “hombres que por sus aptitudes físicas, fisiológicas, estéticas, intelectuales, morales y sociales, ocupen el empleo que corresponda a sus gustos, a sus tendencias, a sus necesidades económicas presentes y futuras”. (Texto tomado de la fuente)